Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Programas de izquierda, socialismos “reales” e ideario socialista

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Posiblemente uno de los principales obstáculos que enfrenta hoy cualquier alternativa anticapitalista está asociado al efecto, en el ideario socialista, del colapso de los “socialismos reales”.

Para explicar el punto, partamos de la situación que enfrentan, por ejemplo, las masas populares en Argentina: un nivel de pobreza superior al 25% de la población; varios millones de personas en la indigencia; más de un tercio de los asalariados en empleos precarizados; servicios de salud y educación pública desastrosos, y otras calamidades semejantes.

Frente a este panorama, los partidos de izquierda proponen, naturalmente, programas radicales. Por caso, el Frente de Izquierda (según el sitio web del PTS) propone salario mínimo igual a la canasta familiar; 82% móvil para los jubilados; reparto de las horas de trabajo hasta acabar con la desocupación; prohibición de despidos y suspensiones; terminar con el trabajo precarizado; no pagar la deuda externa; la reestatización bajo control obrero de las empresas privatizadas; un plan económico debatido y controlado por los trabajadores; la nacionalización de la tierra, pero respetando la propiedad que no explote mano de obra; impuestos progresivos; funcionarios que ganen igual que un obrero y revocabilidad de sus mandatos por los electores; jueces elegidos por voto popular; y disolución de los cuerpos de inteligencia del Estado, entre las medidas principales.

En otros países los padecimientos de las masas populares son similares a lo que sucede en Argentina, o muchas veces más graves, y las organizaciones de la izquierda revolucionaria también avanzan medidas de corte parecido a las del FIT. Evidentemente, se trata de soluciones que, en principio, están concebidas para motivar y movilizar a los trabajadores en la perspectiva de un cambio de fondo de la sociedad. Sin embargo, estos programas no logran penetrar en las masas populares. Para ponerlo en números: admitamos que, con toda la buena voluntad, un 10% de la población en Argentina adhiere o ve con simpatías un programa como el del FIT. Por lo cual la pregunta es por qué el 90% de los votos, en promedio, va a partidos que son enemigos del socialismo, o a organizaciones “semi-socialistas” que presentan soluciones sin rebasar los límites del modo de producción capitalista.

La pregunta puede extenderse a otros países, donde el voto a los partidos radicales de izquierda es todavía más minoritario que en Argentina. Incluso en aquellos golpeados por la crisis capitalista, las salidas progresistas que votan las masas populares no cuestionan el sistema capitalista. Syriza, de Grecia, es un caso emblemático: a lo sumo negocia parches y remiendos con los acreedores de la deuda, y con el capital en general, pero “no saca los pies del plato”. Esto sin contar los países en que avanzan opciones de derecha, incluso respaldadas por el voto obrero, cono sucede con el Frente Nacional de Francia, el UKIP de Inglaterra, el Bloque Flamenco Belga, el partido Liberal de Austria, y semejantes. ¿Por qué no hacen pie en estos países de largas tradiciones de socialismo y/o de comunismo, programas del tipo FIT de Argentina?

Alguna gente, que se ubica a la izquierda del FIT, podría explicar que no hacen pie porque el programa no está lo suficientemente radicalizado. Sin embargo, y concediendo que una propuesta como la del FIT deja en un cono de sombras desde qué tipo de poder estatal se pueden aplicar las medidas que se avanzan, la realidad es que un programa más explícitamente socialista no mejoraría mucho las cosas. Es que a nivel de la recepción masiva del mensaje, quien vota a la izquierda más radicalizada lo hace porque acuerda en que son necesarias transformaciones de raíz, sin detenerse en muchas sutilezas.

Otra respuesta al interrogante planteado es que la izquierda no dispone de los medios de propaganda que sí tiene la derecha. Lo cual es cierto, pero no alcanza a explicar el asunto. Aunque en mucha menor medida que los defensores del sistema, los candidatos de la izquierda hacen oír su voz en programas de radio y TV; y su propaganda llega a empresas, colegios y barrios populares. Pero una mayoría de oyentes sigue apoyando a partidos del sistema. El obstáculo entonces es más profundo, y pensamos que enraíza en lo que se experimenta como “el fracaso del socialismo”. Por eso, y para abordar la cuestión, es conveniente tener una perspectiva histórica de la evolución del ideario socialista, como alternativa al capitalismo. En esa evolución, y a grandes rasgos, distinguimos tres etapas.

El ideario socialista en perspectiva, primera etapa

La primera etapa de esta evolución va desde el surgimiento del socialismo como movimiento político, hasta el triunfo de la Revolución de Octubre. En ese largo período el socialismo se presentaba ante los trabajadores como un programa para iniciar, desde el poder, la marcha hacia una sociedad que no existía, pero que se concebía factible. Esta primera etapa podemos dividirla, a su vez, en dos fases, siguiendo el planteo de Engels en Del socialismo utópico al socialismo científico (un escrito influyente en la formación ideológica del socialismo obrero del siglo XIX). En la primera, los socialistas utópicos (Saint Simon, Fourier, Owen) proponían planes de reconstrucción social que contenían “geniales gérmenes de ideas” (Engels), aunque no tuvieran sustento en el desarrollo del capitalismo. En la segunda fase, a partir de Marx y Engels, el programa socialista se basó en el desarrollo de las fuerzas productivas capitalistas y la agudización de las contradicciones que lo acompañaban. Más específicamente, la contradicción entre la producción cada vez más social, y la apropiación cada vez más concentrada, apuntaba a la salida socialista, esto es, a la necesidad de socializar la propiedad de los medios de producción.

Se trataba entonces de un programa para el futuro, pero con bases en lo real existente. Las luchas reivindicativas y los programas de los marxistas se inscribían en un horizonte teórico en el que se entreveía una nueva sociedad basada en la propiedad colectiva de los medios de producción. La misma tendría todavía “el sello de la vieja sociedad de cuya entraña procede”, pero en ella habría sido eliminada la explotación del trabajo (Marx, Crítica al Programa de Gotha). Incluso se preveían algunas soluciones prácticas. Por ejemplo, Marx pensaba que sería relativamente sencillo que la sociedad entregara al trabajador un bono en el que se anotara que había rendido tal cantidad de trabajo y, después de descontado lo necesario para un fondo común, recibiera en bienes el equivalente a esa cantidad rendida de trabajo. Además, la Comuna de París también había demostrado que era posible una organización democrática del trabajo, dispuesta por los productores.

Por otra parte, los movimientos anarquistas también presentaban un ideario de sociedad futura, que daba un norte a las luchas cotidianas. Bakunin, por ejemplo, señalaba premonitoriamente los peligros de la burocratización de una futura revolución, a la vez que compartía el objetivo de la colectivización de los medios de producción.

Pero además, esa visión de relativa sencillez para organizar el trabajo colectivo se potenció, en el marxismo, con la aparición de la gran empresa. El ejemplo más destacado lo encontramos en El Estado y la revolución, de Lenin, escrito en las vísperas de la toma del poder. Allí, el líder bolchevique planteaba que la concentración del capital y la centralización estatal de la economía durante la Guerra facilitarían la administración obrera. Incluso afirmaba que administrar esa economía ya centralizada, en el contexto del poder de los soviets, sería tan sencillo como dirigir la empresa estatal de Correos. Una visión excesivamente optimista que cambió drásticamente después de la toma del poder. Es que la estatización de las grandes empresas había sido una empresa relativamente fácil, pero no garantizaba el avance al socialismo. A comienzos de los 1920 Lenin debía reconocer que las tendencias mercantiles y capitalistas afloraban por todos los poros desde las profundidades de la inmensa masa de pequeños propietarios, campesinos o artesanos. Y en ese momento ya no podía contarse con el auxilio de la revolución socialista europea en un plazo más o menos rápido.

La segunda etapa 

La segunda gran etapa del ideario socialista arranca a mediados de los años 1930, cuando Stalin proclamó el triunfo definitivo del socialismo. El mismo estaría asegurado por la terminación de la colectivización del agro, la puesta en marcha de los planes quinquenales y la industrialización a marchas forzadas. Por eso, para millones de trabajadores en el mundo, la URSS representaba la confirmación de la posibilidad de superar al capitalismo. Incluso Trotsky, que fue crítico de la burocracia, y demostró que el socialismo en los treinta estaba lejos de alcanzarse en Rusia, escribió que de todas formas la planificación había triunfado por sobre el capitalismo: “El socialismo ha demostrado su derecho a la victoria no en las páginas de El Capital, sino en una arena económica que forma la sexta parte del globo; no en el lenguaje de la dialéctica, sino en el del hierro, el cemento y la electricidad” (La revolución traicionada). Agregaba que aun si la URSS sucumbiera, “quedaría para el porvenir este hecho indestructible: que la revolución proletaria ha permitido a un país atrasado obtener en menos de veinte años resultados sin precedentes en la historia. Así se cierra el debate con los reformistas del movimiento obrero”.

Durante décadas este tipo de argumentos fueron centrales en las filas del comunismo y en la mayoría de las organizaciones marxistas. Los mismos se vieron reforzados con el triunfo de la URSS sobre el nazismo, y luego con las experiencias del Este de Europa, Yugoslavia, China y Cuba. Por supuesto, los marxistas críticos no dejaban de señalar los desastres a que habían conducido políticas aplicadas en la URSS o en China (las muertes por millones con la colectivización forzosa en la URSS, o con el Gran Salto Adelante en China); y denunciaban el ahogo de la democracia obrera. Además, desde los años 1960 muchos economistas soviéticos, o del bloque del Este, insistían en que la economía planificada enfrentaba problemas crecientes, y que eran necesarios cambios urgentes. Sin embargo, a los ojos de millones, estos regímenes demostraban la viabilidad y la superioridad de la planificación.

Hasta tal punto esto fue así que algunos países capitalistas (Egipto, India) adoptaron formas de intervencionismo estatal inspiradas en los planes quinquenales soviéticos; y en Asia y África surgieron experiencias de socialismos sui generis, que también tomaban como modelo, al menos parcialmente, las experiencias soviética o china. Y aun desde una perspectiva crítica de la burocracia, se pensaba con frecuencia que la instalación de un régimen de democracia soviética superaría todas las dificultades e impulsaría todavía más el desarrollo (era la visión de Ernest Mandel, por ejemplo). Una creencia que se mantuvo hasta las vísperas mismas del derrumbe de la URSS. Por ejemplo, en Argentina, todavía a mediados de los 1980, candidatos trotskistas  “demostraban” la superioridad del socialismo comparando el desarrollo de India con el de China (que, irónicamente, estaba virando al capitalismo); o el de Cuba con Haití. Aunque debían evitar la comparación entre las dos Coreas; o entre Suecia y Alemania Oriental, por ejemplo.

De todas formas, también hay que decir que a lo largo de estas décadas de “testimonio vivo y práctico de socialismo”, una amplia porción de la clase obrera que vivía en el capitalismo rechazó el totalitarismo stalinista, al que identificó con el socialismo. Por eso, la polémica con el reformismo socialdemócrata estuvo lejos de cerrarse. Para los trabajadores que apoyaban a la socialdemocracia en Francia o Italia, al Laborismo en Inglaterra o al partido Demócrata en EEUU, la democracia capitalista y la economía keynesiana parecían preferibles al socialismo. En la izquierda este hecho fue duro de admitir, o fue mal digerido. La explicación más común fue que se trataba de la aristocracia obrera, favorecida por las plusganancias de los monopolios que explotaban al Tercer Mundo. Aunque esto dejaba sin responder la pregunta de por qué millones de trabajadores en el Tercer Mundo también apoyaban a variantes pro-capitalistas; o por qué los trabajadores con bajos salarios y malas condiciones laborales del Primer Mundo no abrazaban el programa anticapitalista

Tercera etapa, la caída de los “socialismos reales”

La caída de la URSS determina el surgimiento de la tercera etapa, la del “no hay alternativa” (al capitalismo). Discurso que fue reforzado con el giro de China y Vietnam al capitalismo y por los colapsos de los “socialismos africanos” o “asiáticos” (piénsese, por ejemplo, en el impacto que tuvo el genocidio perpetrado por los Khmers Rojos en Camboya).

El cambio, además, fue vertiginoso. Todavía en 1980 una gran parte de la población del mundo vivía en regímenes que se consideraban socialistas, o eran considerados por el común de las personas socialistas (o comunistas). Una década después, solo quedaban en pie Cuba y Corea del Norte. Además, las transformaciones hacia el capitalismo y el libre mercado eran impulsadas por fuerzas incubadas al interior de las economías planificadas. Uno de los casos emblemáticos fue Vietnam: vanguardia de la lucha contra el imperialismo, bandera de las movilizaciones anticapitalistas de los años 1960 y comienzos de los 1970, apenas un año después de la derrota de EEUU, Hanoi inició conversaciones para incorporarse al FMI. Solo a la vista de lo que sucedió en los años que siguieron pudo apreciarse la honda significación de ese paso hacia la “normalización” de las relaciones con el mercado y el capital. De hecho, hoy Vietnam es un país capitalista.

En este cuadro, el argumento de la burguesía fue que “en la práctica” el socialismo había demostrado su fracaso; “en la práctica”, el mercado había vencido al plan, dejando casi sin argumentos a los que habían identificado plan con socialismo y mercado con capitalismo. Por supuesto, se podía decir, desde posiciones marxistas, que ya Lenin había advertido sobre la importancia de mantener relaciones mercantiles en tanto no estuvieran dadas las condiciones para su superación; y que Trotsky había insistido en lo mismo. También se podía afirmar que los regímenes stalinistas tenían poco o nada que ver con el socialismo (presento un argumento de este tipo en relación a la naturaleza de la URSS aquí y aquí). Pero lo que importa es que en la conciencia de millones, el ideario del socialismo se había derrumbado. Y sobre este derrumbe avanzó el “no hay alternativa”, consigna asumida no solo por el neoliberalismo, sino también por la socialdemocracia, los movimientos nacionalistas y por millones de militantes o ex militantes de los partidos Comunistas.

Los ejemplos abundan, pero aquí presento uno que es muy representativo del cambio ideológico y político ocurrido. Se trata del informe The Challenge of the South. The Report of the South Commission, (Oxford University Press), presentado por la Comisión Sur, en 1990. Esta Comisión, que estuvo integrada por personalidades de 26 países del Tercer Mundo, fue presidida por el tanzano Julius Nyerere, prócer de la independencia, ex presidente y heraldo del “socialismo africano”, que intentó desarrollar en su país entre mediados de los 1960 y principios de los 1980. Pero en 1983, y ante crecientes dificultades económicas, Nyerere renunció al proyecto socialista, giró hacia las políticas de mercado, y poco después abandonó la presidencia de Tanzania. Por otra parte, entre las personalidades que integraron la Comisión Sur estaban Aldo Ferrer, de Argentina; Celso Furtado, de Brasil; Carlos Andrés Pérez, de Venezuela; Qian Jiadong, de China; y Carlos Rafael Rodríguez, de Cuba.

Pues bien, lo significativo es que el Informe sostenía que la responsabilidad por el desarrollo de los países del Sur estaba en los pueblos del Sur y convocaba a encontrar vías de cooperación con los países adelantados, en un mundo crecientemente globalizado. Planteaba también que el Estado y los mecanismos de mercado debían complementarse; que había que ayudar al empresario; elogiaba las industrias trabajo intensivas que promovían el crecimiento en China y en los NICs (Corea del Sur, Singapur, Hong Kong y Taiwán); criticaba los mecanismos de planificación sobre-centralizados y burocráticos; sostenía que el mercado era un mecanismo eficiente para la asignación de recursos y enfatizaba la importancia de un buen desempeño exportador industrial como motor del crecimiento. ¿Qué había quedado entonces de las “vías africanas al socialismo”? La respuesta es que nada. El “socialismo” terminaba identificado con políticas burocráticas y centralistas que se declaraban fracasadas. La única alternativa era el mercado, con mayor o menor intervención del Estado. Nyerere, líder del “socialismo africano”, recomendaba a los países atrasados y dependientes, y con las firmas de las direcciones cubana y china, que había que aceptar el capitalismo. Por eso, “el clima de época” de los años de esplendor del “neoliberalismo” no puede entenderse al margen de estos desarrollos sociales, políticos e ideológicos, al interior del campo llamado socialista.

La continuación del “no hay alternativa”

En el último cuarto de siglo la situación abierta con el colapso de los socialismos no se ha revertido en lo fundamental. Es cierto que la aparición del chavismo generó la esperanza en un sector de la izquierda de que el socialismo volvía a ponerse en la agenda como alternativa de masas a nivel mundial. Pero la realidad es que el capitalismo de Estado venezolano está en crisis, y no es alternativa socialista para prácticamente nadie por fuera de Venezuela. La agenda del socialismo no se puede reconstruir sobre la base del lumpen burgués, los burócratas arribistas y los militares puestos a “salvadores de la nación”. Como tampoco es alternativa anticapitalista Cuba, que hoy está dirigiéndose al capitalismo por una vía “a lo China”. Por eso, en ningún lado la izquierda presenta su programa diciendo que su objetivo es una sociedad del tipo de la que hoy existe en Venezuela, o en Cuba.

Poner en la agenda el ideario socialista

Volvamos entonces a los programas de gobierno que la izquierda presenta al pueblo. Al contextualizar esos programas y la propaganda y agitación de la izquierda radical en la evolución que ha tenido el ideario del socialismo en la conciencia de millones, el problema se hace nítido. Es que esos programas y propuestas son leídos a la luz de la experiencia real que se hizo con los socialismos reales.

Por eso, cuando, por ejemplo, un programa de izquierda propone un plan económico nacional debatido y gestionado por los trabajadores, reaparecen todas las cuestiones que se discutieron históricamente, y que siguen pendientes: qué rol jugaría el mercado en la elaboración e instrumentación del plan; cómo se planifica “desde abajo” producción, precios y cantidades distribuidas de varias decenas de millones de productos; cómo se impide la burocratización en la ejecución del plan; cómo se supera la “delegación de tareas” una vez que baja el impulso revolucionario; o con qué criterio se remunera el trabajo (¿se favorece el igualitarismo?). Algo similar ocurre con la pequeña industria y el pequeño comercio. ¿Cómo se subordinan a un plan cientos de miles de cuentapropistas o negocios que a lo sumo tienen dos o tres empleados? ¿Qué relación tienen con el mercado? ¿Son viables las cooperativas? Si lo son, ¿de qué manera se evita caer en el “cooperativismo impuesto”, que fue típico de los regímenes soviéticos? O también, ¿qué relación tiene el mercado con los “precios dirigidos”, que muchas veces se han intentado en las planificaciones? Todo esto sin contar con las cuestiones referidas a la organización del Estado: ¿un sistema de consejos? ¿Elecciones generales con revocabilidad? ¿Plena libertad a todos los partidos políticos? ¿Cómo se contrarresta la tendencia a delegar en representantes?  Si se va a una democracia consejista, ¿se respetan siempre los resultados de las elecciones a los consejos, o se reivindican “soluciones extremas para casos excepcionales”, como sucedió en Kronstadt? Además, si los intentos de construir el socialismo al interior de un país inevitablemente fracasan, ¿qué relación debería mantener una revolución socialista triunfante en un país con el resto del mundo?

Por supuesto, muchas de estas cuestiones no podrán resolverse en sus detalles de antemano. Pero sí es necesario elaborar una perspectiva sobre la base del análisis crítico de las experiencias pasadas. Ya no hay forma de sostener que “definitivamente el plan demostró su superioridad en la práctica”. Tampoco hay manera de que la lucha por “soluciones concretas” desemboque espontáneamente en un programa socialista. Por eso, la reconstrucción de un ideario socialista no podrá efectuarse pasando por alto estos estudios y debates. Por eso también, hay que ser consciente de que estas cuestiones exigirán tiempo y una intensa lucha y enfrentamiento con la ideología burguesa dominante. Y por sobre todas las cosas, una actitud abierta a admitir el problema y la necesidad de encararlo de frente, y con toda honestidad intelectual.

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Written by rolandoastarita

26/04/2015 a 18:59

60 respuestas

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  1. Reblogueó esto en Gerardo Daniel Rossi.

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    Gerardo Daniel

    26/04/2015 at 19:25

  2. Me ha encantado el artículo, saca a relucir temas de enorme importancia. Desde mi humilde criterio y experiencia, pienso que de una forma u otra toda la militancia es consciente de que la izquierda lleva décadas arrastrando una profunda crisis, pero la mayor parte de dicha militancia no alcanza a ver cual es su origen ni en que consiste exactamente. Yo esto lo veo ahora mismo muy bien en España. Todos los partidos que podríamos encuadrar en la izquierda, tanto los nuevos como los viejos, hacen un constante hincapié en la necesidad de innovar, refundar, ir hacia una nueva cultura política, etc. Y al final, todos los cambios se reducen a cambios de vocabulario (cada día más desclasado) o de organización interna (métodos de votación nuevos, más asambleas abiertas, etc.), pero cuando se trata del programa, no hay nada nuevo: son los viejos programas socialdemócratas. Y los (escasos) «criticos por la izquierda» adolecen en su gran mayoría del mismo problema: Critican estas posturas reformistas al tiempo que reivindican y hablan maravillas del viejo «socialismo real», tan muerto como los socialdemocratas y su «Estado del bienestar».

    Parecen no darse cuenta de que, si bien es cierto que la crisis de la izquierda puede incluir otros componentes (hay una grave falta de canales de comunicación para cualquier discurso de izquierda) el problema central es un problema de proyecto y de programa. Todos los viejos proyectos de la izquierda tras la posguerra (Estado del bienestar, «socialismo real», y nacionalismos populares) han caído o están en franca descomposición. Es absolutamente necesario que la izquierda sea capaz de presentar ante los trabajadores una alternativa viable y en positivo frente a un capitalismo desatado. Una alternativa anticapitalista, socialista y revolucionaria que rechace sin contemplaciones los viejos regimenes burocráticos. Puede que ahora mismo la mayor batalla que debamos dar sea la reconstrucción ideológica, porque mientras esta no tenga lugar todo el esfuerzo militante va a acabar dando a un callejón sin salida.

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    David

    26/04/2015 at 21:03

  3. Voy a tratar de redondear un poco mi anterior comentario. La cuestión es esta: Los Estados de Bienestar en Europa se van yendo a pique poco a poco a través de diversas políticas de ajuste, dictadas en la mayor parte de los casos desde el FMI, el consejo europeo y el BCE, y aplicadas servilmente por los distintos gobiernos nacionales. Esto afecta incluso a la que fue la gran abanderada de la socialdemocracia, Suecia (había un articulo en este blog que trataba el tema sueco muy bien). Los socialismos reales, o bien se derrumbaron abruptamente o se integraron al capitalismo al estilo de China. Y los viejos países del nacionalismo popular degeneraron hasta convertirse en dictaduras militares, corruptas y plenamente funcionales al capital.
    Cual es la postura de las diversas tendencias de izquierda frente a todo esto? Mirar con añoranza al pasado, reivindicarlo como un fetiche nostálgico y atribuir todos los fallos a algún traidor revisionista, neoliberal, conservador, etc. dependiendo de quien hablemos. En definitiva, cero autocrítica, ningún análisis medianamente serio, todo consiste en escurrir el bulto. Todos se mantienen en sus viejos programas, como si nada hubiera ocurrido desde los años sesenta y setenta, pero lo cierto es que si ocurrió, ocurrieron muchas cosas y no hacer balance, seguir la táctica del avestruz solo nos quita credibilidad frente a los trabajadores. En esto consiste la crisis de la izquierda.

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    David

    26/04/2015 at 21:50

  4. Es un hecho que la mayoría de la población cree que la única alternativa al capitalismo es un capitalismo con «rostro humano». Y en nuestro país, en estos momentos la alternativa con «rostro humano» que se presenta es nada menos que con un Scioli o un Macri -qué habla del cambio!-. Efectivamente, coincido con que esa idea de que «no hay alternativas» al capitalismo tiene que ver con los fracasos de los socialismos del siglo XX (estalinismo, socialdemocracia), y con la crisis de lo que pervive como referencia de socialismo a principios del XXI (chavismo, castrismo). El trotkismo fue parte de la crisis general del socialismo con la caída del muro, y aparece muy identificado con planteos burocráticos y estatistas. En fin, puesto que el socialismo no va a caer del cielo resulta clave tanto el protagonismo de la clase obrera, como una profunda batalla de ideas por reintroducir la perspectiva socialista. El pronóstico «reservado» no es alentador: sino logramos romper con ese obstáculo de que no hay alternativas, seguiremos siendo víctimas de la lógica del capital y sus re-estructuraciones (y van…)

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    Omar

    26/04/2015 at 23:31

  5. Profesor. ¿qué opinión le merecen los estudios de Perry Anderson sobre el marxismo en sus libros «Consideraciones…» y «Tras la Huellas…»? Consulto porque no sé si hay tantos estudios que intenten hacer un balance como el ese. Usted recomendaría algún material como para profundizar lo esbozado en su articulo.

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    Marcelo

    27/04/2015 at 00:43

    • Es demasiado largo de explicar para un «comentario». Tomo como referencia «Consideraciones…», que es posiblemente el texto más influyente de PA, al menos en lo referido a la problemática del marxismo.
      El problema que veo es que el método de análisis lo afecta negativamente, y termina dando una visión estática y reductiva de los problemas del marxismo. Lo explico brevemente: el método es de tipo weberiano, esto es, construir un concepto (en este caso, «marxismo occidental», pero el mismo método usa para el análisis del «Estado absolutista») a partir de la abstracción de rasgos comunes. Por ejemplo, los marxistas se volcaron al estudio de tales y cuales problemas, tenían una relación conflictiva con los partidos, etcétera. Este método fue criticado acertadamente por Hegel. El problema que tiene es que en la selección de los «rasgos comunes» se introduce un sesgo arbitrario; rasgos que pueden ser secundarios parecen estar al mismo nivel que otros más fundamentales, y rasgos que no son comunes pueden ser descartados, a pesar de ser importantes para la explicación de tal o cual autor. Para colmo, el método invisibiliza a corrientes enteras (PA en «Consideraciones…» pasa por alto a Dobb, por ejemplo; luego en «Tras las huellas…» trata de reparar la omisión, pero no analiza nunca la raíz teórica del problema).

      Y por sobre todas las cosas, el método de construcción del tipo ideal por abstracción de rasgos comunes impide seguir la dialéctica interna del fenómeno que se estudia. En nuestro caso, las oposiciones y contradicciones al seno mismo de los autores que componen el supuesto «marxismo occidental». Así, por ejemplo, queda minusvalorada la oposición Sartre – Althusser (toda la discusión que hace Althusser sobre el humanismo de Marx no se puede entender si no es por referencia a Sarte). Sin embargo, al privilegiar el rasgo común, esto se pierde.

      De ahí la sensación que generan estos análisis. En un primer momento hay deslumbramiento por la manera en que parecen encajar las cosas; deslumbramiento potenciado por la indudable vasta erudición de PA. Pero en una segunda reflexión, el texto se queda sin vida, sin impulso. Algo similar, creo que agravado, me sucedió con la lectura del «Estado absolutista». Pero que no me sucedió con «Transiciones de la antigüedad al feudalismo», un libro que me parece iluminante.

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      rolandoastarita

      27/04/2015 at 11:05

  6. Vital discusión, la falta de propuesta clara, concreta y sobre todo iluminadora deja el terreno a las propuestas improvisadas y voluntaristas, que empujan desde el verbo las trasformaciones superficiales dejando incolumne lo real. La crisis es claramente de la capacidad de brindar alternativa fundada y convincente.

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    Fernando

    27/04/2015 at 15:45

  7. Lo felicito Rolando, este artículo da en LA clave de la cuestión a analizar para poder armar una caracterización bien situada de la presente época histórica. Muchas veces se hacen análisis de situación política o contexto económico nacional y mundial pasando por alto el detalle del llamado «fracaso de los socialismos reales» y sus tremendos efectos en la conciencia de millones (lo cual uno pensaría que debería ser contemplado como un factor relevante de la «situación» que se vive). Me queda la sensación de que estamos viviendo una época «bisagra», de derrumbe y refundación (soy optimista en el fondo). La izquierda sigue operando con los métodos y programas del pasado, sin cuestionar ni reformular nada (me asombró la confesión de Altamira en la charla de la feria del libro del año pasado de que la izquierda no revisa sus programas desde hace 70 años, o directamente opera pragmáticamente sin pensar en ellos -¿no es esa la definición de un zombie que sigue caminando pero ya tiene muerte cerebral?). No se ha procesado (ni siquiera se ha comenzado a plantear) un balance crítico de este último siglo de lucha y derrota del movimiento socialista en el mundo. Creo que sin ese balance, sin aprender las lecciones, sin críticas radicales y reformulaciones (como las que usted aporta) no va a haber ninguna regeneración posible. Tal vez degeneración, adaptación y asimilación, que es lo que le sucede a quienes actúan sin pararse a pensar lo que están haciendo -una operación casi caricaturesca a veces de negación de la realidad que nos rodea-, lo cual me parece -y lo digo con tristeza- que es lo que hace la mayoría de la izquierda hoy en día.

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    Pablo Caponera

    27/04/2015 at 16:21

  8. Excelente artículo.

    Yo tengo un test rápido para conocer la formación económica de un militante socialista, tenga o no títulos de grado en la materia, que he utilizado en bastantes ocasiones. Lo primero es que me hable de las funciones y el origen del dinero , lo segundo es responder a la cuestión de por qué no hay más cooperativas en las economías capitalistas y , por último, por supuesto, que me hable del fenecido sistema económico soviético y sus problemas.

    Prueben ustedes,el resultado es mayoritariamente aterrador…

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    Karl Mill

    27/04/2015 at 18:14

  9. Su test. 1º.-‘Lo primero es que me hable de las funciones y el origen del dinero’. Funciones: medio de pago en intercambios económicos de bienes y servicios. Tambien es unidad de medida y deposito de valor. Origen: En el Reino de Lidia, (Turquia, Imperio Persa), en el siglo VII a.c., sustituyendo al trueque. (Wikipedia, siempre viene bien)
    2º ‘lo segundo es responder a la cuestión de por qué no hay más cooperativas en las economías capitalistas’ – A) La clases dominantes póliticas y económicas no las promocionan y las dificultan B)Clases obreras no tienen la suficiente capacidad: ni formación ni potencial económico para competir con monopolios y oligopolios dominantes en los mercados,
    ,3º.-‘ por último, por supuesto, que me hable del fenecido sistema económico soviético y sus problemas’.-A).-Su clase dirigente lo funde: 1º No traspasando la propiedad real y efectiva de los medios de producción a los ciudadanos, 2º Privatizando las empresas públicas en vez de reformar su exceso de planificación centralizada. En otras palabras, el sistema económico sovietico fue VENDIDO : era más facil, cómodo y rentable para el bolsillo de esas élites. B) La clase obrera, otra vez, no tuvo la capacidad suficiente para impedirlo.

    Saludos,

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    anton

    28/04/2015 at 05:40

    • Como le veo interesado, Anton , le voy a hacer algunas observaciones y a darle bibliografía.

      Pregunta nº 1 : en lo referente al origen del dinero : la «fábula del trueque » es eso , una fábula…diga lo que diga la wikipedia, Adam Smith o los austriacos…. La moneda fue antes unidad de cuenta que medio de intercambio. Y esto tiene su importancia.Hay buena bibliografía en español, muy asequible : Graeber «En deuda» y para entender lo que es el dinero fiduciario , lo que es un banco, y el núcleo de la macroeconomia en lo tocante al tipo de cambio y tal : Randall Wray en su Manual recientemente traducido ; aunque cuidado con el keynesianismo supersimplificado de la Teoría Monetaria Moderna.

      Pregunta nº 2. Veo que no ha oído hablar del efecto Furubotn-Pejovic y cosas así. Hay muchas cosas traducidas sobre esto. Pero probablemente el mejor libro sobre el tema sigue siendo el de Gregory Dow «Workers control. Theory and practice», que no esta traducido al español aunque se utiliza en cursos de postgrado de alguna universidad de nuestro ámbito cultural… No hace falta saber matemáticas.Y si lee inglés se lo recomiendo vivamente.

      Pregunta nº 3. En este mismo blog los artículos de Astarita sobre la URSS. Excelentes. Hablamos de los problemas de un sistema económico específico, no de las causas de la declinación del bloque soviético. A mi la mejor obra de síntesis me parece el «Economie politique du système soviétique» de Gerard Roland , libro elogiado por Mandel que fue quien me condujo a él; la trayectoria posterior de este autor ha sido productiva pero bastante convencional. Y los libros de Michael Ellman, alguno traducido ,son muy buenos.

      Saludos.

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      Karl Mill

      28/04/2015 at 18:10

    • Estimado Karl Mill. Su abundante bibliografia ofrecida a su lectura me hace indicarle lo siguiente. 1º Tengo la sospecha de que personalmente no tiene las respuestas a sus propias preguntas. Respuestas breves, claras y concisas tal como yo las he expuesto ¿o, si las tiene? . No vale informar de autores y obras que las exponen. Supongo que se da cuenta de la diferencia. Estare encantado leer sus repuestas, seguro 2º No he leido las obras que menciona (poco conocidas , por otra parte), pero si he leido las suficientes obras de economía y autores para asegurarle que no es nada facil encontrar en ellos respuestas que sean superiores a la que yo le he manifestado. Tambien he leido las opiniones y artículos de R. Astarita sobre el colapso de la Urss, y le digo lo mismo: no cambio mis respuestas.Cualquier obra de economía politica pude dar explicaciónes mñas amplias y formalmente más correctas a sus preguntas, pero, le insisto, no superiores a las mias en cuanto a a raiz ecónomica. Lo que yo se de economía me permite decirle esto. Y algo más.
      Una aclaración: Cuando dice que »Hablamos de los problemas de un sistema económico específico, no de las causas de la declinación del bloque soviético», se esta haciendo un pequeño lio, ya que esta hablando en la práctica de lo mismo: el sistema socialista de la Urss. No hubo otro. En cuanto a los problemas del modelo económico, le voy añadir uno más. Y es que el sistema padecía de un exceso de planificación centralizada. Aunque no lo suficente como para hundirlo, en mi opinión.Las razones principales para su colapso son la que ya le manifeste. ¿Tiene usted otras?
      Otra cosa. Intente responder a sus 3 preguntas del modo más conciso y exacto posible. Es decir, no añada comentarios del tipo »el dinero fiduciario , lo que es un banco, y el núcleo de la macroeconomia en lo tocante al tipo de cambio y tal : Randall Wray en su Manual recientemente traducido ; aunque cuidado con el keynesianismo supersimplificado de la Teoría Monetaria Moderna.» porque eso…..es otra cosa. Saludos,

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      anton

      29/04/2015 at 11:05

  10. EL stalinismo murió hace rato,,,y el troskismo como de origen estalino no muere? o aún sirve’? o es que ante el fracazo de uno lo reemplaza para lo mismo? si las conquistas sociales fueron producto de los anarquistas, que ofrece en cambio los troskistas? hablan de tomar el poder, se debe tomarlo? o es mejor destruirlo que es una variante posible

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    pedro

    28/04/2015 at 18:22

  11. Profesor Astarita, le tengo en muchísima estima y no me gustaría que tomase mi comentario como ofensivo ni peyorativo pero creo que en parte su nota obvia algunas consideraciones esenciales como el hecho de que buena parte de las conquistas sociales en Europa no fueron fruto de la magnanimidad ni benevolencia de las clases dominantes sino fruto de una ardua lucha que obliga a dichas clases a sentarse a negociar (lo cual incluye la presión soviética como factor) o a la rica reflexión y aportación de socialistas (muchos no marxistas) al debate sobre proyectos económicos socialistas lo cual parece llevar (puede que me equivoque) a entender que sostiene una suerte de visión adánica (siendo por ejemplo un hecho crucial para entender la evolución de las economías planificadas el éxito de la modernización de la Alemania de Bismarck y Guillermo II y no surgieron como invención gratuita de Stalin o los burócratas soviéticos).

    Eso sí debo reconocer que plantea cuestiones importantes como la relación entre socialismo y mercado algo que por desgracia parece desaparacido en muchas discusiones dentro de la izquierda (y del marxismo en particular).

    Saludos y como le comento espero como no tome mi comentario por hostil (no es esa mi intención).

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    JHaydn

    28/04/2015 at 19:02

    • No lo considero hostil, y además acuerdo. Lo he planteado en otros escritos. Estoy de acuerdo con la idea que expresó Negri, que el keynesianismo en última instancia fue una respuesta de la clase dominante a la Revolución de Octubre. También lo podría expresar con las palabras de Lenin, cuando decía que las grandes reformas que se consiguen en el capitalismo son subproducto de ofensivas revolucionarias (debería agregar, en un contexto económico determinado, porque la otra respuesta es el fascismo). Keynes, al proponer reformas, era muy consciente de que había que parar el peligro del comunismo (en mi libro sobre Keynes y el keynesianismo cito una carta abierta a Roosevelt en que le dice que si no triunfa su plan de reformas sociales, sería inevitable el enfrentamiento entre la revolución y la contrarrevolución fascista).

      Pero la nota no se refiere a esto, sino a la influencia del ideario socialista en las luchas sociales y en el movimiento socialista. Este es el aspecto que quiero subrayar ahora, porque pareciera que muchos lo pasan por alto, o lo minusvaloran. Incluso ayuda a explicar la misma dinámica de las reformas.

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      rolandoastarita

      28/04/2015 at 19:12

    • Agregado para ilustrar el argumento: Durante los debates en el parlamento británico acerca de las reformas propuestas por Beveridge (seguridad social y lo que luego se llamó «Estado de bienestar»), aparecía de forma clara el temor de los capitalistas, el gobierno y los políticos, por lo que podría suceder al terminar la guerra. Estaba la experiencia de lo que había ocurrido al final de la Primera Guerra; había conciencia de que los trabajadores veían con gran pesimismo el porvenir, lo que les esperaba una vez terminada la guerra (había una creencia generalizada de que la desmovilización provocaría el desempleo masivo y un nueva gran crisis). La clase dominante incluso advertía la resistencia que había por parte de la clase obrera para comprometerse en el esfuerzo de guerra. Pues bien, en los debates parlamentarios en torno al Informe Beveridge, un ministro del partido Conservador, Quintin Hogg, el 7 de febrero de 1943 argumentó: «Hay amigos que parecen pasar por alto uno o dos hechos acerca de la reforma social. El primero es que si ustedes no dan al pueblo reformas sociales, este le dará a ustedes revolución social… Esto sin considerar la posibilidad de una serie de huelgas industriales peligrosas siguiendo las hostilidades actuales, y el efecto que eso tendría en nuestra recuperación industrial…». Citado en http://www.worldsocialism.org/spgb/pamphlets/beveridge-re-organises-poverty.
      Es interesante también que los socialistas que escriben este texto crítico, y se negaban a luchar por reformas sociales, pensaban (y lo escriben así) que en última instancia el capitalismo no iba a poder contener a los trabajadores con reformas «debido a que los trabajadores se darán cuenta de la inconmensurable superioridad del socialismo sobre el capitalismo, por más que este pueda ser reformado por los capitalistas».

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      rolandoastarita

      28/04/2015 at 19:49

    • Hay que tener en cuenta que Keynes era políticamente conservador de derechas (con todo lo que ello conlleva) pero su análisis económico llevaba a conclusiones ya medidas por otros pensadores previos y que no se situaba en una mera estabilización del sistema capitalista sino también entratar de embridarlo y en introducir elementos de control democrático (Kalecki, Dolmar…).

      Sobre esta cuestión y las reacciones ante los períodos de auda crisis económica, política y social creo que quien más agudamente apuntó fue un socialista y sindicalista menchevique llamado Wladimir S. Woytinsky que señalaba en primer lugar que las instituciones políticas no son siempre funcionales al capitalismo y (por aquello de la repulsa a participar en procedimientos electorales, en elecciones parlamanteria o defender instituciones como la separación de poderes) y sobre todo por una idea crucial: En un contexto de crisis aguda y de inestabilidad económica resulta más fácil que ocurra una reacción fascista que una revolución socialista (en Europa ya lo vivimos en los años 30 y parece que vamos por el mismo camino). No en vano el propio Woytinsky trató de sacar adelante un programa económico y social para la República de Weimar muy similar a lo que tras la IIGM llamaron los Estados del Bienestar.

      Saludos y espero que siga con su interesantes reflexiones.

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      JHaydn

      28/04/2015 at 19:41

  12. Yo creo que el futuro del socialismo pasa por las Cooperativas como medio de producción y por la democracia directa como modelo político.

    Por tanto me gustaría que nuevos partidos políticos socialistas que están surgiendo en Europa, como Podemos en España o Syriza en Grecia fuesen en esa dirección.

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    Carlx

    28/04/2015 at 21:22

    • Dificilmente se puede considerar ni a Podemos ni a Syriza como partidos que pugnen por el socialismo, solo hay que mirar sus programas para ver que lo que proponen es desarrollar nuevamente el Estado del Bienestar. Como dije arriba, es terriblemente triste que los «renovadores de la izquierda» lo renueven todo menos lo más importante: el programa y el proyecto.Ya el Propio Pablo Iglesias afirmo en su día que «nuestro programa lo habría firmado cualquier socialdemócrata en los años ochenta».

      Respecto a lo otro, yo creo también que las cooperativas deben ser una parte fundamental de cualquier proyecto socialista, pero siempre que no se caiga en un modelo de cooperativas en competencia entre si, porque de lo contrario tenderan a producirse inevitablemente muchos de los mismos problemas que en el capitalismo (desigualdades salariales, paro, necesidad de aumentar crecientemente la explotación, crisis, etc.). Algo de esto se vio ya en el Socialismo de Mercado de la vieja Yugoslavia, una experiencia interesante de analizar por sus peculiaridades. Para que resultaran efectivas las cooperativas deberían desarrollar una planificación económica conjunta dirigida y diseñada por delegados elegidos por las bases, que tendrían información de primera mano sobre el estado de su centro de trabajo. Creo recordar que algo de esto se perfilo en la Comuna de París, pero evidentemente no hubo tiempo de ponerlo en marcha.

      La democracia directa, por otro lado, es dificilmente aplicable a gran escala, pienso que es más factible un modelo basado en soviets libres, como el que se desarrollo en el primer año de la revolución rusa.

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      David

      28/04/2015 at 22:20

  13. Hola Profesor, Interesante análisis, en linea con lo que viene pregonando hace tiempo ya sobre las diferentes dificultades que tiene la izquierda hoy en día. Siempre es bueno leerlo a usted.

    Quería consultarle si podría ampliar mas sobre la critica que le hace al método weberiano, esto se encuentra en la respuesta que le da a Marcelo en la sección comentarios.

    Entiendo que no tiene mucho que ver con el tópico de la nota, pero no sabría como hacerle llegar mi interés por otro medio.

    Saludos.

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    Vasco

    29/04/2015 at 02:19

    • Es un tema interesante, porque mucha gente aceptó el método de Perry Anderson y tomó ese tipo de abordaje como modelo. Cuando tenga tiempo voy trataría de escribir una nota. Sucede que tengo muchas cosas pendientes.

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      rolandoastarita

      29/04/2015 at 16:04

  14. Se me entrecruzan algunas cuestiones, en primer lugar tengo entendido que el trotskismo, precisamente N. Moreno había señalado que a partir de 1943 con la derrota del nazismo en Stalingrado se había abierto una “situación revolucionaria mundial” aserto que fue corroborada por la Revolución cubana, Vietnam y todos los «procesos» descriptos en este artículo. Ahora bien desde 1975, año en que terminó la guerra de Vietnam no hubo ningún otro proceso revolucionario que hubiera generado “expropiaciones”; sin embargo ese sector del trotskismo (¿otros también? siguió (¿sigue hoy día?) diciendo que hay o habría situación revolucionaria y dijo que los procesos de restauración capitalista de la ex URSS y países aledaños eran parte de la “revolución política abierta”. Por lo menos para enfrentar a los trabajadores en forma honesta éste sector de dirigentes debiera hacer una autocrítica sobre lo que dijeron y lo que sucedió y a partir de ahí empezar a reconsiderar en dónde está parado el mundo ahora y plantear consignas o programas atinados que a la luz de lo que dice el artículo, me parece, debieran empezar casi de “cero” como lo que se planteaba en la que se define como “primera etapa” pero teniendo en cuenta la experiencia de los hechos. Esto es humildemente lo que me parece. Gracias por permitirme participar del foro.

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    José

    29/04/2015 at 17:17

  15. Estimado compañero:

    Su análisis me parece sumamente realista y, por supuesto, muy correcto. No obstante le debe confesar que me ha hecho agudizar la depresión en la que he he caído hace ya muchos años (todo esto es irónico).

    Ahora bien, más allá de su crítica, mucho me gustaría algún tipo de aporte acerca de cómo se imagina usted que se debería trabajar en pos de la utopía la que, al parecer, se ocultó detrás del horizontes pero, no obstante, seguimos caminando (a ciegas) hacia ella.

    Usted propone “estudios y debates” lo que me parece correcto. Mientras tanto, la vida continúa y hay que hacer algo ¿entre qué parámetros supone?

    La corto acá porque sé que es una persona muy ocupada. Mi nuera (o lo que viene a ser mi nuera Consuelo García) lo tiene como profesor en una maestría. Me habla muy bien de usted. Dice, entre otras cosas, que es un genio. También señala que es exigente.

    Yo soy perdiodista y edito un semanario local –Vedia y sus alrededores-. En realidad, es un pasquín. Como estoy sólo –muchos de mis antiguos compañeros ya no están mientras que otros se han trasvertido y apoyan decididamente las políticas burguesas las que, en concreto, significaron un avance en lo económico al tiempo de agudizar una crisis cultural que involucra a los intelectuales como así también a toda la sociedad incluyendo, por supuesto, a los trabajadores, cuentapropistas, etc. etc.

    Un abrazo

    Guillermo Fossaluzza

    _____

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    Semanario La Nueva Voz

    30/04/2015 at 11:11

    • La primera cuestión para empezar a reconstruir un ideario socialista es entender a fondo qué pasó. En la negación (parte esencial de la crítica) se contiene también afirmación. Por ejemplo, una de las cuestiones que más obstaculizaron cualquier tipo de transición al socialismo fueron las colectivizaciones forzosas (disfrazadas muchas veces de «cooperativismo voluntario») que enajenaron las simpatías de amplios sectores de pequeños propietarios, campesinos y artesanos. Otra es la ilusión de que se puede suprimir por decreto el mercado, o establecer precios más o menos a voluntad. La planificación solo puede establecerse en un primer momento a partir de ciertas orientaciones bastante generales acerca de hacia dónde se destinará el excedente. Desde el punto de vista político, también hay que elaborar sobre las experiencias pasadas. Un sistema de consejos debería articularse con formas de sufragio universal. Asimismo hay que partir de formas de trabajo cooperativo que ya existen en esta sociedad, para generalizarlas y darles fuerza. Una nueva sociedad no puede surgir completamente de cero.
      Pero todo esto tiene que irse trabajando de a poco. Por supuesto, elaborar sobre un proyecto de transición al socialismo no implica renunciar a la lucha por mejoras que se puedan obtener en el sistema capitalista.
      Otra cuestión: me parece que puede haber una confusión, porque yo no soy docente en ninguna maestría. Solo soy docente de grado; en cambio tengo un hermano que sí da cursos de posgrado en Historia.

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      rolandoastarita

      30/04/2015 at 11:31

  16. Estimado Rolando. Coincido con el fondo de la nota. El Socialismo está derrotado en la conciencia de las masas. Reinstalarlo, purgado de deformaciones y reexaminado en base al método marxista y el balance de un siglo y medio de lucha, es una tarea titánica, pero ineludible, sin la cual no se hará más que profundizar esa derrota. Me desconcierta el párrafo donde hablas de quienes sostienen que la escasa influencia de las ideas socialistas se debe a la falta de radicalidad de las propuestas que, dejan un ‘cono de sombra’ (o eclipse total) el problema del estado. No se quienes sostienen eso. Lo concreto es que un mensaje socialista explícito reduciría inicialmente aún más la audiencia. No veo cual sería el problema. ¿O es mejor lo otro? Engordar la influencia la influencia en base a un programa lavado y unas campañas electorales donde este se reduce todavía llegando al extremo de caritas sonrientes y fotoshopeadas. Eso es seguir apostando a la derrota con tal de fortalecer aparatos sectarios. Es reforzar el programa y la práctica nacional estatista en ropaje de izquierda y además, burocrático estalinista.

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    AP

    30/04/2015 at 13:22

  17. Rolando, en su respuesta a «Semanario la Nueva Voz»·¿puede ser que entonces la idea transicional que usted sostiene sea más cercana a la de Bujarin en la discución con Preobrazhenki- Zinoviev en los años 26 y 27? En pocas palabras, en realidad creo que Zinoviev terminó deformando bastante la tesis de Preobrazhenski por lo que el elemento autoritario queda más marcado. Ni que hablar de la variante que Trotsky planteaba entre el 21 y 24 de militarizar la producción, continuando con el comunismo de guerra.

    Pregunto porque ninguna de las dos posturas me convence, y en alguna medida, como pocas veces sucede, la clave parecería estar en un punto medio entre ambas tesis. Eso suele fallar, porque muchas veces son teorías contradictorias, aunque en este caso al basarse ambas en la teoría del valor trabajo pareciera ser que es más una cuestión de aplicación del programa y de capital político que de diferencias de base, donde ambos coincidían en la base atrasada de la economía rusa.

    Saludos.

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    Ilichito

    30/04/2015 at 14:16

    • No se puede responder en un comentario. Es un tema complejo. En el contexto de la burocratización creciente del Estado y caída de la actividad de los soviets, la NEP conducía al resurgimiento del capitalismo. Aunque Bujarin, según parece, nunca lanzó la consigna «campesinos enriqueceos», pienso que había una dinámica objetiva que se tornaba imparable. La posición de Preobrazhenki, por otra parte, posiblemente hubiera llevado a una ruptura con el campesinado. Aquí cabe una precisión: si bien Trotsky había estado por la militarización del trabajo (durante la polémica sobre los sindicatos, justo antes de que se aprobara la NEP), en el debate sobre los precios de mediados de los 1920 no encuentro que haya apoyado explícitamente la postura de Preobrazhenki. Pero la situación era, repito, muy difícil: si los términos de intercambio se movían en contra de los campesinos (y a favor de la industria), se fortalecía el impulso a que el campesinado se soldara con el capital internacional; o el campesinado adoptaría posiciones defensivas frente al Gobierno. Según Betteleheim (creo que tiene la explicación más coherente de las fuerzas que llevan a la colectivización forzosa), es lo que sucedió cuando el gobierno empieza a aumentar los precios industriales, entre 1925 y 1926, y bajan los suministros industriales. El campesino pobre y medio acopia para asegurar su manutención, y mantener su independencia frente al campesino rico.

      Por otra parte, si los términos de intercambio se movían a favor del campo (postura de Bujarin), se encarecían los insumos necesarios para la industria, así como la canasta salarial. Lo cual dificultaría también el desarrollo industrial, y por lo tanto la productividad. El problema de fondo era que después del triunfo de la revolución Rusia se había hecho más pequeñoburguesa (para usar la expresión de Lenin), debido a la entrega de la tierra al campesino. Al quedar aislada la revolución, no había manera de superar el atraso industrial. Voy a tratar algo de esto en una nota que estoy preparando, en la que trato la colectivización forzosa como uno de los episodios de «vanguardismo voluntarista» en los regímenes de tipo stalinista.

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      rolandoastarita

      01/05/2015 at 10:10

  18. Sin dudas, cuando efectivamente la colectivización se lleva a cabo se lo hace desde el más llano voluntarismo, aparte de hacerse como una salida hacia adelante luego de liquidar a la oposición de izquierda dentro del partido, tomando su programa industrial y tergiversándolo.
    La cuestión es que finalmente, la burocracia lanza una colectivización «a lo Preobrazhensky», aunque acelerando los ritmos y sin reparo en las advertencias sociales que éste había expuesto, con las consecuencias por todos conocidas. Por otra parte, tanto éste, Bujarin y Lenin pensaban en que llevaría un par de décadas lograr que se equilibre el producto industrial con el agrícola y lograr esa «acumulación socialista originaria» que pregonaba Preobrazhensky.
    Creo que el problema de que el campesino acomodado fuera la cabeza de una alianza del campo con la burguesía internacional y la renaciente burguesía rusa, se presentaba a los viejos bolcheviques en esos términos porque su concepción del ejecicio del poder, respetuosa de la idea de que son las masas las que hacen la revolución, Stalin la borra a fuerza de deportaciones y asesinatos. Aquí es donde no me cierra del todo el asunto, porque si para salir de la NEP se temía que se rompiese la alianza, finalmente el stalinismo la rompe de hecho. La idea que me he formado del asunto es que los planes previos a los de los burócratas justamente buscaban llevar a cabo tanto la industrialización como la colectivización sin recurrir a baños de sangre.
    Si bien es fácil saber el resultado con el diario del lunes, lo cierto es que Stalin logra destruir la fuerza del kulak (y metiendo como «kulak» a campesinos empobrecidos) y eso no significó la caída del régimen -aunque las consecuencias fueron desastrosa. ¿Es posible que este límite, la masacre de capas enteras de la población, fuera el que no querían cruzar los planes anteriores y por eso pensaban en décadas? ¿O simplemente pensaban que era imposible hacer lo que finalmente hizo la NKVD?

    Espero ansioso su artículo. Al pasar, me ha parecido excelente «El partido Bolchevique» de Pierre Broué, explica de forma clara los zigzagueos programáticos en función de las disputas de poder.

    Saludos.

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    Ilichito

    01/05/2015 at 15:23

    • Me genera curiosidad su frase:

      «se presentaba a los viejos bolcheviques en esos términos porque su concepción del ejercicio del poder, respetuosa de la idea de que son las masas las que hacen la revolución»

      Porque la verdad es que más allá de algunos discursos tengo la idea de que en la dirigencia Bolchevique había muy poco interés en respetar los tiempos y las ideas de la población general. De ahí Kronstadt (y este caso no fue el único si bien el más conocido).
      Lo pregunto sin malas intenciones, dado que sabe más del tema que yo, para poder profundizar.

      Saludos.

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      Gerardo Daniel

      02/05/2015 at 10:45

  19. Gerardo. Con respecto a el asunto de la libertad de expresión (las ideas de la población, digamos) y los tiempos, es justamente en base a la consideración sobre los «tiempos» de las masas que se da el debate de si una eventual colectivización forzada tendría apoyo militante de una población que salía de la guerra civil y se encontraba desmoralizada, y por el otro, el estado de ánimo y la fuerza real del campesinado para hacerle frente al asunto.
    De hecho, el Soviet es justamente eso, un lugar donde la población va y discute el programa y la línea, Kronstadt es el inicio del fin de los soviet como organismo real de poder, aunque por varios años más en la cúpula del partido las discusiones en torno al problema de la democracia, sin olvidar que justamente la revolución se hizo justamente con esa concepción del poder, que son las masas las que lo ejercen. Luego del 27 esto desaparece, pero hasta fines de ese año la discusión en los congresos giraba en torno a cuestiones de este tipo, con el trasfondo de una lucha por desplazar a la burocracia que se autonomizaba cada vez más.

    En alguna medida, Stalin supo interpretar el agotamiento de la población con su tesis del Socialismo en un solo país, porque justamente lo que estaba diciendo es «se acabó la guerra de clases, vayamos a lo concreto» (constantemente la burocracia va a chicanear y acusar a los opositores de charlatanes frente a ellos que serían «hombres de acción»).

    Un saludo, y espero haber sido mínimamente claro.

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    Ilichito

    02/05/2015 at 22:21

    • Me tomo el atrevimiento de recomendar la lectura de «Los bolcheviques y el control obrero», libro de Maurice Brinton, británico en la línea de Socialisme ou Barbarie de Francia (Castoriadis).
      El autor analiza las diferentes medidas tomadas por el Partido Bolchevique entre el 17 y el 21 que llevaron a la reconstrucción del Estado en detrimento de los soviets, la democracia y la autogestión obrera (militarización del ejército, la industria y los servicios como el ferrocarril). Me parece que durante esos años se desarrollaron las tendencias que derivaron en el estalinismo.
      Pego el enlace: http://www.fondation-besnard.org/IMG/pdf/Brinton_bolcheviques_1_.pdf

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      sebastián

      05/05/2015 at 10:56

  20. Una prueba de lo acertado del artículo de Rolando es que en los comentarios, (muy interesantes por cierto) no se habla casi de ideas para el futuro del socialismo, sino de lo que falló en el pasado.

    Y parece que por suerte o por desgracia la socialdemocracia fue el único proyecto socialista que triunfó con su Estado del Bienestar.

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    Carlx

    03/05/2015 at 06:42

    • Habría que ver qué se entiende por «triunfo». En realidad el programa reformista socialdemócrata terminó fracasando si uno lo toma en los términos en los que fue formulado (un proceso gradual y semipacífico para la reforma del capitalismo hacia un régimen de justicia social e igualitarismo, «socialista»). Triunfó en otros términos, en los términos de la adaptación y aceptación de que el capitalismo es lo único viable, se lo hace menos «salvaje» (cuando la burguesía lo permite), pero sigue siendo capitalismo y lo debemos aceptar. Por eso mismo la socialdemocracia muta en su evolución histórica y de una corriente reformista en el seno de la clase obrera se transforma en una fuerza directamente burguesa. O sea, la perspectiva de evolución pacífica vía reformas hacia el socialismo ha fracasado una y otra vez, en innumerables ocasiones y lleva a la adaptación y la degeneración política. La razón es que la burguesía es muy terca y no quiere soltar la manija sin dar una buena pelea. Esto no quiere decir que entonces mecánicamente los revolucionarios que llamaron a tomar el poder hicieron todo correctamente (claramente). Quiere decir que los socialistas reformistas también fracasaron en sus propios términos.

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      Pablo Caponera

      03/05/2015 at 14:42

    • La socialdemocracia fue otro de los grandes fracasos del siglo XX. Fracaso teórico donde Rosa Luxemburgo cuestionó correctamente el revisionismo de Bernstein. Fracaso del keynesianismo y su Estado de Bienestar, no muy bien cuestionado desde el marxismo que se hizo en buena medida keynesiano. En los hechos, la socialdemocracia se transformó en un pilar mas del sostenimiento de la burguesía. En los ochenta y noventa, termino cediendo completamente a la lógica del capital, y en muchos lugares fue artífice de la implementación de los planes de ajuste «neoliberales». Hoy ni hablan de socialismo, y en nuestro país por ejemplo cuesta diferenciarlos políticamente de otras variantes burguesas. Me parece que es un buen punto para estudiar y debatir por que sin embargo no dejan de ser una fuerza política importante.

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      omar

      03/05/2015 at 15:08

    • Voy a responder con un articulo de Rolando, sacado de este mismo blog, que ilustra muy bien lo que fue también el fracaso de aquella socialdemocracia que pretendía conciliar capital y trabajo. https://rolandoastarita.wordpress.com/2011/06/19/el-adios-al-socialismo-sueco-y-la-logica-del-capital/

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      David

      03/05/2015 at 18:22

  21. Dice Pablo Caponera «… se lo hace menos “salvaje” (cuando la burguesía lo PERMITE) …» y también «La razón es que la burguesía ES MUY TERCA …». No. La burguesía juega con las reglas de juego que le SON IMPUESTAS por el capitalismo. NO LO CONTROLAN. El capitalismo los controla a ellos. Es por esto que no hay reformismo posible: es el sistema que es independiente de la buena voluntad de los buenos capitalistas panes de Dios aspirantes a la santidad. Si el empresario se «abuena» está perdido. Si no acumula capital desaparece. Y la acumulación requiere de la apropiación de plusvalía. O sea de la explotación. O sea que no tiene mas remedio que «volverse malo». ¡Me asombra lo clara que la tengo! Es mérito del escritor del blog, obviamente.

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    José Mercado

    04/05/2015 at 11:36

    • Estoy de acuerdo con lo que decís José, siempre y cuando se lo entienda como la restricción que la lógica de acumulación capitalista le impone a la capacidad de maniobra de la clase burguesa (que es el sujeto social que ejerce el poder político). Sino, caemos en un reduccionismo economicista vulgar, fatalista, en donde las iniciativas políticas de los capitalistas se deducen de un sustrato meramente económico. La burguesía no domina siempre de la misma manera, se adapta, avanza y retrocede (me refiero a la lucha de clases en la historia). Sino, no se entiende el keynesianismo y el reformismo burgués para neutralizar las ideas revolucionarias. Es justamente lo que el trotskismo no quiere ver, la capacidad de la burguesía de conceder reformas efectivas cuando las papas queman y las condiciones estructurales lo permiten. Por eso la lucha por reivindicaciones aisladas no lleva por sí misma mecánicamente a la revolución social.

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      Pablo Caponera

      04/05/2015 at 12:49

    • Es que no tiene margen de maniobra. Las concesiones que hicieron al proletariado vía sus agentes Perón, el Labour Party, Theodore y Franklin Roosevelt, Mussolini, Hitler, los sindicalistas burocráticos y siguen las firmas y sus no agentes los sindicalistas clasistas ni fueron concesiones ni los susodichos agentes fueron agentes de nadie. El resultado contante y sonante de la acción de los susodichos fue la baja en la apropiación de plusvalía. Y la solución encontrada la deslocación de los medios de producción EN EL TERCER MUNDO. Levantar las fábricas y llevarlas, hoy por hoy, a Asia. Donde los herederos de la mas grande revolución socialista las esperan con los brazos abiertos ¿hay algo con sentido del humor mas negro que el destino?. Y cuando se retobe Asia será el turno de Africa ¿dentro de cuanto? ¿te parece que le demos dos siglos? Y finalmente habrá que esperar otros dos siglos para que madure la conciencia proletaria de África. O sea que falta un rato. Mientras tanto, para no aburrirnos, la responsabilidades de los socialistas son tres. La primera y mas fácil es no es andar calculando cuantos millones hay que sacrificar para la «revolución» como hace Lucas mas abajo. Dicho sea seriamente: DESALENTAR primero y SABOTEAR llegado el caso toda aventura revolucionaria que pretenda instaurar el socialismo por medio de la fuerza. La segunda, también una papa, cuando un susodicho agente capitalista títere de la burguesía como los nombrados mas arriba se equivoca y concede reivindicaciones al proletariado CERRAR FILAS en torno a él, o ella je je, en forma automática. Si mejoran el nivel de vida del proletariado trabajan para nosotros aún sin saberlo, mas aún: sin quererlo. Y tercera, la mas importante y la única que justifica nuestro paso por la vida: predicar con el fanatismo de Saulo de Tarso nuestro evangelio, el socialismo CIENTÍFICO, que demuestra que la sociedad capitalista es ESCENCIALMENTE injusta y que no hay solución definitiva al sufrimiento material de la especie humana si no se rompe con ella. Amén.

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      José Mercado

      06/05/2015 at 01:44

  22. Otra cuestión que me parece fundamental es ver de qué manera se convence a los trabajadores de que la perspectiva socialista justifica el gran sacrificio que deberán hacer para imponerla en la realidad.

    Hay cuestiones para discutirlas. Si en la Argentina se diera un proceso revolucionario, con toma del poder por parte de los trabajadores, guerra civil y guerra antiimperialista (en el caso probable de que el imperialismo interviniera formando una coalición con otros estados burgueses de la región -al menos esa es la estrategia de intervención de los norteamericanos-), hay que pensar en un largo proceso que se cobrará la vida de millones de trabajadores.

    Entonces ¿vale la pena que muera el 10% de la población por imponer el socialismo? No es una cifra descabellada si nos atenemos a lo que causaron en otras guerras civiles la violencia y la carestía. El Estado argentino no es el Estado cubano de Batista, es más fuerte y la burguesía más resistente. La burguesía argentina y su Estado, si bien no están en condiciones de enfrentarse al imperialismo, sí pueden otorgar concesiones que escindan a la vanguardia de las masas, permitiéndole concentrar la represión sobre los revolucionarios.

    Esto requiere un trabajo arduo de convencimiento a la par de aprovechar oportunamente la coyuntura. Esto es, llegar a tiempo y organizados en un partido revolucionario fuertemente implantado en las masas, a la próxima situación revolucionaria. Es la única forma de intentar minimizar en todo lo que sea posible el enorme costo de vidas humanas que representa la revolución. Lo que incluye la construcción de la Internacional para intentar evitar que la revolución no se ahogue en un solo país.

    Y todo ello a la par de pensar cómo se evita la burocratización y se impulsa la participación de los trabajadores en una situación que exigirá, luego de la toma del poder, la construcción de un aparato político militar que enfrente a la contrarrevolución y al imperialismo. Cómo se logra que ese aparato, que deberá ser poderoso, no se imponga a los trabajadores y se burocratice, no es algo que se pueda saber de antemano pero deberíamos explicar cómo se podría intentar evitar no repetir aquellos errores que en su momento llevaron a que se impongan los termidores de la revolución.

    No veo que en la vanguardia se discuta esto. No veo que se rinda cuenta por los Pol Pot que nos dio la historia.

    Saludos

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    Lucas

    05/05/2015 at 12:33

    • Algunas respuestas: »Entonces ¿vale la pena que muera el 10% de la población por imponer el socialismo?» 1.-No es tan probable que una revolución se lleve por delante al 10% de la población . Muchas de ellas no lo hicieron. 2.- Es mucho más posible que el 30 % de la población de cualquier pais capitalista, viva en condiciones miserables en los proximos años. ¿Que es peor?. 3.- Algunos investigadores sociales piensan que el socialismo fue la causa principal de la duplicación de la humanidad en el siglo 20 ¿valio la pena?
      »El Estado argentino no es el Estado cubano de Batista, es más fuerte y la burguesía más resistente» También las clases obreras argentinas son más fuertes y resistentes. .
      »pensar cómo se evita la burocratización y se impulsa la participación de los trabajadores» Haciendolos propietarios reales del Estado socialista y sus empresas. Es decir, con titulos juridicos de propiedad que la garantizen ante la ley.
      Saludos

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      antonio

      06/05/2015 at 13:04

  23. Yo no creo que la socialdemocracia haya sido un fracaso, no se si en sudamérica se implementó en algún país un Estado del Bienestar como los europeos desde la Segunda Guerra mundial hasta ahora, pero en Europa creo que fueron bastante exitosos desde un punto de vista práctico y realista.

    Yo utópicamente soy anarquista, intelectualmente la escuela marxista es mi faro, pero la realidad es que tengo que ganarme el pan cada día trabajando, necesito de una buena educación, sanidad, justicia y seguridad públicas, y eso se consiguió en Europa con el Estado del Bienestar, junto a un avance muy importante en las libertades civiles. Mientras, al otro lado del muro la situación para los ciudadanos era mucho peor.

    En lo que si estoy de acuerdo es que a partir de ese Estado del Bienestar se fracasó en el camino hacia una sociedad no capitalista, se fracasó o simplemente es que es irrealizable, no lo tengo tan claro.

    No va ha haber más revoluciones de octubre, el único camino hacia el socialismo si es que es posible pasa por la reforma gradual del capitalismo, pasa porque los trabajadores del taller X que va a cerrar formen una Cooperativa para sacarlo adelante, pasa por ir hacia una democracia cada vez más directa, pasa por reducir la burocracia y un mayor control de los políticos por parte de la sociedad.

    Todo esto que veo a mi alrededor y de lo que estoy convencido, no se si por suerte o por desgracia porque otras generaciones pasadas lo pasaron mucho peor que la mía sinceramente creo que es «lo que hay» y si bien los debates intelectuales están muy bien y son necesarios, lo que necesitan los ciudadanos son socialistas con los pies en el suelo.

    Un saludo

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    Carlx

    06/05/2015 at 08:56

    • Sus «socialistas con los pies en el suelo» se parecen mucho a procapitalistas y patrones «con corazón» y preocupaciones sociales. Usted hace la defensa del capitalismo «con rostro humano» en el momento histórico más incómodo para hacerlo: cuando ha dado comienzo el desmantelamiento progresivo de los Estados de bienestar europeos producto de la crisis mundial y las contradicciones del propio sistema capitalista. Con todo respeto, creo que usted está idealizando un fenómeno que fue una excepcionalidad histórica, un reacomodamiento de la burguesía frente al terror que le despertó en los 30 y 40 el espectro de la revolución social (aquí en Argentina la encarnó el peronismo). ESE es el origen del Estado benefactor y el keynesianismo. Bajo el capitalismo lo que trabajadores como nosotros podemos esperar son paliativos, no soluciones. Si a usted le parece que la pelea contra el capitalismo no se puede ganar, que «es lo que hay», perfecto. Pero no se engañe, «es lo que hay» significa rendirse, abandonar cualquier perspectiva realista de transformar la realidad, tirar la toalla. No intente meter luego por la ventana (para compensar supongo) lo de la «reforma gradual del capitalismo», usted ya se había rendido. Las libertades se conquistan a través de luchas sociales, no se regalan, no nos caen por la providencia de algún líder iluminado y benefactor, la esclavitud no se elimina charlando. Esto fue cierto ayer, hoy y mañana. La clase obrera va a seguir siendo una clase de esclavos del capital hasta que decidan que quieren ser hombres libres, no hay términos medios. No adornemos las cadenas. Como decía Marx la vergüenza puede ser un sentimiento revolucionario.

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      Pablo Caponera

      08/05/2015 at 13:23

  24. Otro tema que me gustaría tocar es el de la socialización de las empresas capitalistas por medio de la Bolsa. Hoy en día casi cualquier trabajador puede ser propietario de una parte de una empresa con la compra de acciones.

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    Carlx

    06/05/2015 at 08:59

  25. Sostener que no es tan probable el gran sacrificio de vidas que implica una revolución social no sólo es ignorar las evidencias históricas de las revoluciones, victoriosas y derrotadas, sino también desconocer u olvidar la naturaleza del estado capitalista y del imperialismo.

    Habría que ignorar la guerra civil rusa, la española, la revolución cultural china, la guerra de liberación vietnamita, la guerra civil colombiana, el genocidio guatemalteco, entre tantos otros, como para decir que no es «tan probable» el alto sacrificio de vidas que acarrea la revolución social. Entiendo que es una subestimación peligrosa de las capacidades de las burguesías, sus Estados, y del imperialismo para reprimir revoluciones.

    El mismo peligro implica sobreestimar la capacidad de resistencia de la clase obrera argentina que en varias oportunidades ha sufrido reflujos importantes, no sólo luego de gobiernos represores, de una intensidad represiva mucho menor a los ejemplos citados más arriba, sino que se trata de una clase que hizo experiencias relativamente exitosas con el populismo. Porque el problema no es que el Estado burgués debe aplastar a toda una clase sino que en la historia argentina también se ha demostrado que el Estado ha tenido la capacidad de escindir a la clase trabajadora de su vanguardia a través de reformas y de reprimir al núcleo revolucionario escindido.

    El crecimiento de la expectativa de vida en las masas se ha dado tanto en los países socialistas como en los capitalistas. En los países capitalistas más desarrollados mucho más que en los capitalistas atrasados. Quizás en los países socialistas las mejoras en las condiciones de vida de las masas han sido más rápidas. Por ejemplo, en la China de Mao hay quienes sostienen que se duplicó la expectativa de vida de 32 años a 65 en el período de 1949 al 1976. Pero también hay fuentes que indican que en la revolución cultural murieron cerca de 70 millones de chinos (10% de la población de China en ese entonces). Las más modestas indican 10 millones de muertos en unos pocos años.

    Entonces, cuando se quiere luchar por conquistar a las masas a la concepción de mundo comunista hay que tener presente que la clase obrera tiene en su memoria histórica el haber sufrido los mayores sacrificios, verdaderos genocidios, y que en todos los casos, ya sean triunfos o derrotas, la clase obrera se ha encontrado con fascismo o estalinismo, es decir, con opresión.

    Por mi parte creo en la viabilidad del socialismo pero entiendo que es necesario no ocultar la realidad y hacer un balance crítico de las experiencias socialistas del pasado, sin embellecimientos, porque es la mejor manera de encarar los procesos revolucionarios mejor educados. En este sentido, tenemos la ventaja de estar prevenidos de las dificultades que acarrea la revolución porque las vimos, ventaja que no tuvieron grandes revolucionarios del pasado.

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    Lucas

    06/05/2015 at 17:50

    • OK, tu comentario es correcto y yo no puedo añadir mucho más. Sólo unos cuantos datos y reflexiones que puede que te sirvan para definir tu posición frente a la revolución.
      1º No me referia en mi comentario a que el socialismo hubiese aumentado la esperaza de vida. Ese dato es cierto. Pero yo hacia alusion a que el socialismo había aumentado (triplicado) LA POBLACION. Es decir el nº de habitantes. Paso de aprox 2.500 millones en 1950 a más de 7.100 millones en el año 2.000. ¿Porqué es causa de ese aumento el socialismo? Porque llevo al conjunto de la población mayores y mejores servicios sanitarios, pensiones, salarios dignos, vivienda, transporte, etc..que nunca habían tenido en toda la historia. ¿Sólo sucedio ese aumento en los paises socialistas? No, tambien, pasó en los llamados países capitalistas. Y pasó en estes paises gracias a que sus gobiernos, presionados por sindicatos, partidos socialistas, comunistas, etc.. , introdujeron dosis fuertes de socialismo en sus economías. Es decir, John M.Keynes, los Estados Sociales, los Estados del Bienestar europeos, son sólo el Estado ejerciendo como agente económico. Es decir, actuando de estado socialista.El estado fue el agente económico principal (Pib publico cercano al 50% del total) en todos los países de la OCDE(Europa, Usa, Canada, Australia.. ) durante todo el siglo 20.

      2º El error fundamental de todos los socialismos reales fue, y también lo es hoy. su burocracia dominante. A espaldas de sus pueblos. No tuvieron otro error. La solución sólo es una: darle la propiedad real, efectiva y jurídica de los medios de producción a la clase obrera.

      3º A la hora de valorar una revolución siempre hay que hacer balances. Es decir, evaluar que daños, materiales y humanos, se producen con ella. Y que daños se producen… si no se hace. Yo no soy experto en esta cuestión. Pero te menciono dos libros (polémicos) sobre la cuestión de las bajas: ‘El libro negro del comunismo’ y ‘El libro negro del capitalismo’. También se deberia tener en cuenta en ese balance los millones de parados sin empleo, sin vivienda, etc..

      4 ª En mi opinión, en resumen, es cierto que las revoluciónes pueden causar bajas, pero no hacerlas LAS CAUSAN MUCHO MAS.

      Saludos.

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      antonio

      07/05/2015 at 18:41

  26. «Por lo menos para enfrentar a los trabajadores en forma honesta»
    El problema es que el mismo Trotsky proponía ocultarle la verdad a los trabajadores, para movilizarlos en la famosa «escalera transicional», y por otra parte, si los dirigentes trotskistas repiten ciertas prácticas incoherentes, tiene que haber razones de mayor peso que el simple error metodológico. Ellos son conscientes de que lo que dicen y hacen no tiene mucho sentido. Por ejemplo Rieznik criticaba al EDI, hace unos años, por lo mismo que hace el PO ahora, hacer «propuestas socialistas» desconectadas de la cuestión del poder. No puedo creer que no se den cuenta de la contradicción.

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    Ezequiel

    07/05/2015 at 13:34

  27. ‘Así que, todo lo que os digan hacedlo y guardadlo; pero no hagáis según sus obras, porque ellos dicen y no hacen.

    Atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos mismos no las quieren mover ni aun con el dedo.

    Más bien, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres. Ellos ensanchan sus filacterias y alargan los flecos de sus mantos.

    Aman los primeros asientos en los banquetes y las primeras sillas en las sinagogas,

    las salutaciones en las plazas y el ser llamados por los hombres: Rabí, Rabí………

    ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque recorréis mar y tierra para hacer un solo prosélito; y cuando lo lográis, le hacéis un hijo del infierno dos veces más que vosotros.’

    Apunte satírico por tu observación sobre la hipocresía, Ezequiel.

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    AP

    07/05/2015 at 23:27

  28. »desde los años 1960 muchos economistas soviéticos, o del bloque del Este, insistían en que la economía planificada enfrentaba problemas crecientes»

    ¿Fuentes? Porque la realidad es bien distinta.

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    asdas

    20/05/2015 at 15:09

    • No sé a qué «realidad bien distinta» se refiere usted. La frase que cita hace referencia a las propuestas de diversos economistas (Nemchinov, Kantorovich, inventor de la programación lineal, Liberman, Trapeznikov) y que terminan en la llamada reforma Liberman, que implementa Kosygin a partir de 1965. El diagnóstico era que la economía enfrentaba muchos problemas: mal uso de los recursos, subestimación de costos, baja introducción de cambios tecnológicos, baja calidad de los productos, cadenas de mando en la economía que trababan las decisiones, superimposición de capas burocráticas, mala coordinación entre empresas. Prácticamente todos estos problemas fueron señalados por el propio Kosygin ante el Soviet Supremo en 1969 como característicos de lo que sucedía antes de las reformas. La reforma Liberman tampoco solucionó las cuestiones de fondo; discuto algunos de los problemas de la economía soviética en las notas sobre qué fue la URSS (aquí, aquí y aquí).

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      rolandoastarita

      20/05/2015 at 18:32

  29. Sin una crítica radical del bolchevismo y del socialismo estatista no habrá una verdadera superación de los socialismos reales y no se tendrá la valentía ni la lucidez para crear un proyecto socialista adecuado a nuestros tiempos que realmente sea una alternativa al capitalismo que no solo sea realista sino deseable.

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    Danilo Castelli

    11/08/2015 at 23:02

  30. rolando.

    En ves de pensar el fracaso de los socialismos reales como que no lograron llegar al socialismo sino a un sistema hibrido, nose podria pensar lo mismo del capitalismo y por lo tanto decir que el socialismo de marx en la practica por el momento ha sido este que sucedio en la URSS y que debemos pensar tal vez que no habra un socialismo muy diferente?

    Relacionado con esto no piensas que el proletariado al llegar al poder es clase dominante y por eso bakunin tenia razon, que la cuestion es que el poder subjetivisa a quien lo toma?

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    cecilia

    01/12/2016 at 00:35

  31. Estimada Cecilia, en ninguna de las revoluciones, que se propusieron el socialismo en los dos últimos siglos, el proletariado como clase llegó al poder. La revolución rusa impuso un modelo de «socialismo» que posteriormente otras revoluciones siguieron. Este modelo se basó en un régimen de dictadura partidaria sostenida por una base social compuesta por burócratas. Esta burocracia en esencia fue unas casta social en transición a convertirse en una clase burguesa como ha quedado plenamente demostrado en el presente en Rusia, China, Cuba, etc.

    Esta burocracia se desarrolló rápidamente como un cáncer maldito en el seno de la sociedad revolucionaria y la mato. Esta burocracia en el poder gobernó en función de sus intereses y en contra de los intereses de los trabajadores sometiéndolos a condiciones inhumanas y aberrantes de opresión y explotación en nombre del «socialismo». Al frente de esta burocracia estuvieron intelectuales provenientes de la pequeña burguesía que no lograron proletarizarse plenamente y que se apartaron de las masas una vez en el poder.

    Estos intelectualmente interpretaron el marxismo en función de sus intereses, comodidades y confort. Esto ocurrió en la mayoría de los intelectuales salvo honrosas excepciones muy minoritarias. Esto no niega el carácter revolucionario de estos intelectuales. Pero debe quedar claro que este carácter lo fueron perdiendo en la medida en que fueron absorbidos por la dinámica reaccionaria y antiproletaria de la burocracia. Muchos de ellos se convirtieron en despiadados opresores de los trabajadores y el pueblo y sus hijos y nietos se convirtieron luego en burgueses multimillonarios.

    Trotsky fue el intelectual que con más claridad e ímpetu defendió, justifico y teorizó en favor de la dictadura partidaria como «sinónimo» de dictadura del proletariado y la militarización de la producción basándose en su idea de la masa caótica y amorfa. Lamentablemente Lenin no fue consecuente en defender su propuesta de socialismo que hablaba del Estado Comuna y que sugería una mayor participación de las masas trabajadoras en el poder. Estas ideas las desarrolló en El Estado y la Revolución y Las Tesis de Abril. Sin embargo, debe tomarse en cuenta que en los últimos años de su vida estuvo prematuramente débil y enfermo; probablemente también, sumido en una terrible confusión porque todo ocurría al revés de lo que había pensado.

    El caso es que, ante el silencio de Lenin, prevalecieron las ideas de Trotsky y su modelo de socialismo con dictadura partidaria. Casi todo el partido bolchevique asumió la dictadura partidaria como única forma posible de construcción del socialismo. Stalin se encargaría de ejecutar este modelo con toda la brutalidad de su muy escasa comprensión del método dialéctico-materialista. Pronto quedó claro que este régimen burocrático y de dictadura partidaria, donde el partido era el Estado, el gobierno, la policía y la ley sólo podía sostener su economía en base a someter a los trabajadores al terror estatal; en tanto que la democracia interna del partido prontamente fue reemplazada por las conjuras palaciegas. Precisamente, estas primeras experiencias «socialistas» sucumbieron cuando ya no fue posible seguir sosteniendo el terror económico contra los trabajadores.

    Ante estos hechos no me queda la menor duda que Nadezhda Krúpskaya sabía lo que decía cuando comentaba que si Lenin hubiera vivido habría sido fusilado. A modo de síntesis luego de esta etapa fallida de la lucha por el socialismo y el comunismo y sacando lecciones de los errores cometidos, propongo que la única vía segura al socialismo pasa por el establecimiento de un gobierno sustentado en las organizaciones populares y de trabajadores, el pueblo armado, el desarrollo progresivo de la economía pública y la participación activa de las masas en la toma de las decisiones políticas.

    Debe quedar claro que la actuación, en todo sentido, de la vanguardia comunista es decisiva para el sostenimiento y desarrollo de la sociedad revolucionaria, donde el comunista juega un papel clave como vanguardia y masa.

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    Amauta

    03/12/2016 at 05:56

    • entiendo lo que dices, pero tal vez ese tipo de socialismo en el cual el poder lo tenga toda la clase proletaria sin diferencia, en ese socialismo el poder lo tendra toda la poblacion, ya que solo habra clase proletaria o lo que era en el capitalismo la clase proletaria.

      Pero eso demanda una transicion, en la cual solo una parte de la clase obrera tendra el poder real, entonces sera subjetivizada como clase politica, como decia bakunin, el problema es el poder ya que si pones a la clase obrera en el poder ser la clase dominante

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      cecilia

      03/12/2016 at 11:44

  32. En la sociedad revolucionaria, aun así esta se de en un país avanzado, gran parte de los medios de producción pasan a propiedad pública. Lo más probable es que lo público no pueda absorber a lo privado de manera inmediata (dentro de lo privado consideramos al capital transnacional) y, por lo tanto, tengan que convivir algunos años (que pueden ser décadas). El detalle es que lo que gobierna es lo público, el nuevo Estado (o nueva institucionalidad) se erige sobre lo público. Lo privado, que en los primeros años pueden ser un sector muy grande está en un proceso continuo de absorción por lo público.

    En la sociedad revolucionaria la lucha de clases en aún más intensa y se desarrolla básicamente en el terreno ideológico, que puede llegar a guerras civiles. Pero en este caso, el pueblo armado tendrá las armas a su disposición si la derecha pretende dar un golpe de estado y romper la institucionalidad revolucionaria. El pueblo armado o las FFAA revolucionarias nunca deberán perder su carácter miliciano como lo predominante, lo que implica que las guarniciones militares se someten a las asambleas locales. La oficialidad tiene un papel técnico en los cuarteles. Su papel político lo desempeñan como ciudadanos en las asambleas.

    Reiteramos que la lucha de clases será sumamente aguda y abierta en el terreno ideológico. Es probable que en los primeros años un número muy grande de trabajadores, la pequeña burguesía y los propietarios privados constituyan una mayoría en la sociedad revolucionaria. Incluso esa mayoría puede reflejarse a nivel de asambleas locales y central. No obstante ello, la derecha política sabrá muy bien que cualquier intento de subvertir la institucionalidad revolucionaria desembocará inmediatamente en una guerra civil. El trabajo tesonero y abnegado de los comunistas, en todas sus variantes y organizaciones, es vital y decisivo para mantener al pueblo revolucionario en guardia.

    La derecha política sabrá que en una guerra civil será muy improbable su victoria, por mucho que sea el apoyo de las potencias capitalistas. El pueblo revolucionario tendrá, por su parte, una poderosa fuerza en el apoyo incondicional y sin reservas en los pueblos y proletarios del mundo, que en muy poco tiempo darán acogida en sus conciencias y corazones a una experiencia revolucionaria que pone en práctica una democracia proletaria nunca antes vista en la historia de la humanidad. Algo que la URSS de Lenin, Trotsky, Stalin, etc no pudo lograr.

    Ese es el cuadro camarada Cecilia, bajo estas condiciones no tiene ningún sentido aquello de que «si pones a la clase obrera en el poder será la clase dominante»
    Saludos.

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    Amauta

    08/12/2016 at 02:14

  33. Hola Rolando. Siguiendo un poco el tema de las demandas transicionales, me encuentro con una que está empezando a ser muy difundida en la prensa del PTS y de La Izquierda Diario: se trata de la consigna del reparto de las horas de trabajo para acabar con la desocupación. Yo leí tu crítica escrita por allá en el 2004, donde la izquierda trotskista planteaba lo mismo, hoy en día niegan que el proyecto de ley que presentan ahora no tiene nada que ver con lo ocurrido en Francia por el mismo asunto…
    Hoy en día los militantes de dicha organización responden cosas como «no es ‘rebajar las horas de trabajo’ sino repartir las existentes (que como subproducto tiene la reducción de la jornada) para evitar la desocupación», esto no fue lo que se hizo en Francia». Segun ellos esto implicaría tocar «si o si» la ganancia de los empresarios, planteando además que no hay otra forma de enfrentar la desocupación.
    Qué tiene de diferente este proyecto a lo que se hizo en Francia y las consecuencias dañinas para la clase obrera de ese país? De dónde se sacaría que se puede aplicar tal medida en el capitalismo?
    No sé si estás siguiendo el tema, pero está empezando a cobrar mucha difusión en ambas prensas (La verdad obrera, La Izquierda Diario).

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    Velez Sarfield

    04/04/2017 at 11:29

    • No sigo demasiado la prensa del PTS, pero efectivamente vi que plantean la consigna. La diferencia con Francia es que en este país se redujo la jornada semanal. El PTS, en cambio, plantea la cuestión de la manera más tradicional en el trotskismo, que es reducir la jornada para acabar con la desocupación. Pareciera que calculan que si la jornada laboral se establece en 6 horas, 5 días a la semana, «todos podemos trabajar». O sea, se acabaría la desocupación. ´

      Sobre si esta medida se puede aplicar en el capitalismo, mi respuesta es que, en algún tiempo futuro, se podría llegar a trabajar 30 horas semanales (de hecho, las horas anuales trabajadas han tendido a disminuir en casi todos los países industriales, desde principios del siglo XX), aunque eso no acabará con la desocupación, la precarización del trabajo y la superexplotación de franjas importantes de la clase obrera (de la misma manera que la reducción de la jornada laboral a lo largo del último siglo no eliminó la desocupación en los países capitalistas más industriales). Pero lograr esto en Argentina, en medio de una recesión, con el control completo del aparato estatal por parte del capital, y siendo el socialismo una expresión absolutamente minoritaria, es una utopía. Además, y es lo más importante, la desocupación no se puede eliminar porque es recreada de forma permanente por el capital; es un modo de controlar y sojuzgar a la clase obrera.

      Sospecho que el PTS sabe esto y no lo dice. En ese caso seguiría el consejo de Trotsky (en discusiones sobre la agitación de consignas transicionales con el Workers Revolutionary Party, de EEUU). Trotsky decía que la consigna de acabar con la desocupación era imposible en el capitalismo, pero que eso no había que plantearlo públicamente. Es que si se dice públicamente no hay manera de convencer a la gente de que se movilice por esa demanda. En todo caso lo haría si viera la posibilidad de acabar con el capitalismo. Pero la agitación transicional precisamente busca promover la movilización que termine (en un proceso «en escalera» de reivindicaciones cada vez más profundas) acabando con el capitalismo. Precisamente por esta lógica es que la consigna se convierte, en la práctica, en una utopía reformista. Al no explicar que la demanda no es aplicable en sentido progresista para la clase obrera en los marcos del capitalismo, lo único que se logra es confundir a la gente.

      La mecánica de esta forma de hacer política es nefasta y desemboca en el cretinismo parlamentario. Lo hemos visto en la demanda de prohibir los despidos por ley (ver aquí). Equivale a proponer una ley que prohíba las crisis capitalistas. Entonces, ¿por qué no proponen también una ley para prohibir la apropiación de la plusvalía por el capital? ¿Para qué andar con rodeos? ¿No sería la manera más directa de acabar con la explotación capitalista?

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      rolandoastarita

      04/04/2017 at 12:56

  34. En cuanto al tema del reparto de horas de trabajo me parece que el caso de la Argentina es diferente al de Francia. Aclaro que no tengo nada que ver y generalmente no coincido con los puntos de vista del PTS, pero Argentina y Francia son dos países con muy desiguales niveles de desarrollo de las fuerzas productivas. Es evidente que un país capitalista que cuenta con más cantidad de medios de producción por trabajador y una productividad global más alta, también tendrá una mayor capacidad para compensar una caída en la tasa de plusvalor absoluto mediante un aumento de la tasa de plusvalor relativo.
    Por otra parte, puede haber reducción de la jornada laboral media sin reparto de horas de trabajo. De hecho, en una economía de asignaciones descentralizadas y determinación privada de la inversión, se me antoja absurdo un aumento del capital variable -sin cambios en el valor de la fuerza de trabajo- manteniéndose constante el número total de horas de trabajo productivo. En cambio, parece más compatible con la «lógica del capital» que si el valor trabajo agregado cae -si se reduce la jornada laboral media permaneciendo constante el número total de trabajadores ocupados-, el valor reproducido de la fuerza de trabajo caiga en mayor proporción.
    Creo que el capitalismo argentino actualmente no tiene la capacidad ni para un reparto de las horas de trabajo ni para una reducción sin reparto de la jornada laboral como ocurre en muchos capitalismos avanzados. Está claro que la tendencia en períodos de crisis es a una sobreexplotación de los trabajadores ocupados -apoyada en el creciente desempleo- obligados a vender su fuerza de trabajo por debajo de su valor y a trabajar más horas y más intensamente.
    Por lo tanto creo que el reparto de horas de trabajo sigue siendo una poderosa consigna anticapitalista. El Profesor Astarita plantea muy bien el problema al preguntarse «¿por qué no proponen también una ley para prohibir la apropiación de la plusvalía por el capital? ¿Para qué andar con rodeos? ¿No sería la manera más directa de acabar con la explotación capitalista?»…eso de «para qué dar rodeos» no es una pregunta fácil de contestar, pero yo diría que plantear directamente el problema de la transición a una Nueva Sociedad Socialista requiere un nivel conciencia de clase muy alto. Más específicamente, una conciencia socialista de clase. Honestamente no creo que ese nivel se pueda alcanzar hasta mucho después de una revolución proletaria exitosa como resultado de la defensa de esas conquistas y siempre y cuando la correlación de fuerzas a escala mundial sea favorable. Si lo que esperamos es generar las condiciones -a través de la propaganda y la agitación- para plantear directamente el problema del socialismo y, por tanto, el problema de la «expropiación de los expropiadores», obviando la experiencia reformista de las masas -teniendo en cuenta que la conciencia tiende a ir a la zaga respecto al desarrollo de las fuerzas productivas-, entonces sí que la perspectiva revolucionaria quedará reducida a una utopía. Si algo evidencia la historia es que las revoluciones son la excepción mientras que las demandas reformistas la norma. Normalmente un trabajador medio «con un salario medio» -como diría Fraga- no se plantea algo tan ambicioso como la «TRANSFORMACIÓN SOCIALISTA DE LA HUMANIDAD», en mayúsculas para no escatimar ambición. Estará conforme con mejorar su salario, mejores condiciones de trabajo y más tiempo para él y su familia. Por supuesto, todos aquí sabemos que vivimos bajo un sistema que por ley inherente genera superpoblación relativa, masa marginal, distribución crecientemente desigual del ingreso, crisis cíclicas periódicas, etc. Por eso hay tantos momentos en la historia que programas reformistas exigen acciones revolucionarias para poder materializarse. La revolución de octubre sin ir más lejos.
    Finalmente, coincido con el Profesor Astarita cuando dice que no tiene sentido ocultar el hecho de la imposibilidad sistémica de aplicar tal o cual medida en el marco capitalista -en especial esa frase tonta de que «la crisis la paguen los capitalistas», cuando se comprende fácilmente que para que la crisis la paguen los capitalista es necesario expropiar a los capitalistas. El problema es que no se si sólo decirlo es suficiente para convencer a las masas. A veces es preciso la experiencia para convencer de la necesidad de la salida revolucionaria.
    Saludos.-

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    Luis Cantero

    05/04/2017 at 01:45

  35. Profesor Astarita, qué tal. Supe que usted estuvo impulsando u a formación política que se llamó Liga Comunista. Quería saber si usted me podría compartir el programa y los estatutos de esa organización. Es que creo que ese tipo de experiencias pueden ser la base de los esfuerzos futuros por la reconstrucción del ideario socialista. Muchas gracias

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    Santiago García

    26/04/2022 at 01:17


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