Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

La táctica trotskista del entrismo (4)

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Las partes anteriores de esta nota aquí, aquí y aquí

Las estructuras partidarias

Lo que hemos planteado en los apartados anteriores cobra mayor relieve cuando se trata de los partidos o movimientos de masas. La famosa frase de Marx y Engels sobre que “las ideas dominantes de la clase dominante son las ideas dominantes de cada época”,  parece aplicarse doblemente a las organizaciones políticas que defienden programas y políticas burguesas, o burocrático-estatistas. Parafraseando La ideología alemana, podemos decir que los dirigentes de los partidos y movimientos burgueses, pequeño burgueses o burocráticos son los productores, reguladores y distribuidores de las ideas, o ilusiones, que adoptan las bases y simpatizantes de esos partidos y movimientos. En esta cuestión tienen un papel decisivo los “ideólogos conceptivos activos” (el término es de Marx y  Engels) asimilados por las direcciones partidarias, y más en general, los “intelectuales orgánicos” (Gramsci) que ofician de mediadores entre las direcciones y las bases. Precisemos que no se trata solo de los “altos ideólogos”, sino también de cientos o miles de personas que abarcan periodistas, funcionarios del Estado, trabajadores de la cultura, así como los cuadros medios de dirección, los encargados de organización en todos los niveles, y los militantes formados. Todo esto se potencia cuando el partido o movimiento controla las palancas del Estado, o directamente se fusiona con el mismo. En estas circunstancias el rol de estos intelectuales, desde los niveles más altos a los puestos más humildes, adquiere aún mayor relevancia. Comúnmente esta gente apoya un “ajuste a lo FMI” argumentando que “estamos afianzando el poder popular y la transformación revolucionaria”; y puede defender sin remordimientos la represión a un movimiento popular de protesta, o a una huelga, con el argumento de “le hacen el juego a la derecha y a los grupos económicos concentrados” (cualquier similitud con el discurso stalinista tradicional, no es casualidad).

Agreguemos que los partidos y movimientos de masas que se adaptan al sistema capitalista disponen de innumerables recursos materiales: representaciones parlamentarias, puestos a niveles municipales o provinciales, direcciones de sindicatos y otras organizaciones de masas, que dan lugar a un universo de posibilidades para silenciar críticas, disimular problemas, justificar lo injustificable y fortalecer adhesiones.

Por lo tanto, los trotskistas que hacen entrismo no militan en un vacío ideológico y político. Si a nivel social general las experiencias están mediadas por los discursos e ideologías, esto se repite a escala ampliada al interior de los partidos y movimientos izquierdistas (en un sentido amplio del término) de masas. Por eso, ante las crisis, suelen surgir fraccionamientos de izquierda que terminan canalizando el descontento partidario hacia renovadas alternativas burguesas, burocráticas, nacionalistas estatistas, etcétera. Si bien el entramado de ideas que se articula al interior de las organizaciones izquierdistas de masa no puede anular la lucha de clases, sí explica las formas particulares en que se digieren los procesos que los marxistas acostumbran caracterizar como “decisivos” para la siempre esperada radicalización a la izquierda de las bases.

Pero además, las direcciones de las organizaciones políticas burguesas y burocráticas habitualmente recurren a fraudes y manejos en las elecciones de delegados a Congresos y otros organismos, y a la represión de los disidentes. El ataque comienza por lo general con campañas difamatorias –los críticos son “entristas”, “fraccionalistas”, “agentes de la CIA” y similares- y después siguen los “juicios políticos” y las purgas. Cuando los burócratas y dirigentes “de toda la vida” ven amenazadas sus fuentes de subsistencia –en particular, su relación con cualquier sistema de explotación del trabajo- no hay límites ni estatutos democráticos a respetar.  Dados los ingentes recursos de que disponen estos aparatos, estas operaciones pueden generar desconfianza y desánimo en muchos sectores, y facilitan el aislamiento de los críticos. Se demuestra por esta vía que estas organizaciones en las que se hace entrismo no son “vacuas”, o “indefinidas en cuanto a su contenido”, como piensan algunos teóricos del entrismo siglo XXI. Las difamaciones, el silenciamiento a cualquier costo del disidente, las expulsiones, revelan la naturaleza de la organización. Son formas propias a sus contenidos de clase. Por eso tampoco, el carácter de clase de estas organizaciones no cambia de la noche a la mañana (al pasar, es una tontería mayúscula pensar que hasta las vísperas de la firma del pacto del Frente Popular la SFIO francesa era “centrista”, y que al día siguiente de la firma de ese pacto se convirtió en “agente de la burguesía”).

La discusión sobre el entrismo de corto y largo plazo

Una de las cuestiones más debatidas en torno al entrismo pasa por si debe aplicarse por un corto período de tiempo, o si es una táctica de largo plazo. Los que afirman que es de corto plazo argumentan que el entrismo se justifica cuando hay un proceso de radicalización revolucionaria de las masas trabajadoras; por eso, se sostiene, el entrismo es por algunos meses, para romper encabezando una ruptura masiva y a la izquierda. Los que afirman que hay que trabajar con un horizonte de largo plazo justifican su postura diciendo que es necesario ganar a las masas con un trabajo paciente y perseverante, a la manera de “topos revolucionarios”.

Pues bien, en base a lo discutido más arriba, pensamos que las dos variantes hacen abstracción de las condiciones concretas –sociales y políticas- que rodean las tácticas entristas. En lo que respecta a los “cortoplacistas”, pecan de ingenuamente optimista. Según este esquema, sería posible detectar el ascenso revolucionario con anticipación, incorporarse rápidamente al partido o movimiento de masas “centrista indefinido”, presentar programas y consignas diferenciadas de la dirección (y de cualquier otra tendencia izquierdista pero no revolucionaria) y ganar a amplios sectores de la militancia y simpatizantes que estarían dispuestos a acompañar a los recién llegados.

La realidad es que en ningún lugar algún grupo marxista se hizo de la dirección de un proceso revolucionario por esta vía. A lo sumo, se ganan algunas decenas o cientos de militantes. Activo que debe ponerse en relación con el pasivo que se tributa: rupturas y disidencias tanto a la entrada como a la salida, acusaciones por “fraccionalismo”, y desconfianza de los trabajadores, que no entienden estas maniobras. Pero además se crea un caldo de cultivo para que prosperen las intrigas y acusaciones, y haya purgas y sanciones por doquier, que oscurecen el debate sobre las cuestiones fundamentales. Por eso, en última instancia, si hay un vuelco a las ideas revolucionarias –y para esto debió existir antes agitación, propaganda, actividad sistemática de largo plazo- es más factible que se produzca la adhesión, lisa y llana, a las organizaciones marxistas que ofrecen una alternativa definida, e independiente.

Por otra parte, en relación a los que plantean el entrismo de largo plazo, los problemas no son menos importantes. También en este esquema se hace abstracción de las condiciones concretas en que puede desarrollarse una militancia que pretende ir ganando posiciones paulatinamente. Lo principal: es imposible entrar a militar con banderas críticas e independientes, estando establecido el control de las direcciones y las burocracias partidarias. Dado que los marxistas necesitan ser aceptados en la organización, deben callar cuestiones esenciales, en especial en lo que atañe a caracterizaciones de clase de programas, direcciones, orientaciones políticas. Por ejemplo, si hoy se es militante del PSUV, es imposible explicar que los burócratas y milicos dirigentes del “Estado popular en transición al socialismo”, no son “compañeros confundidos”, sino explotadores hermanados con la lumpen burguesía que se enriquece con ellos.  Pero si no se plantean las caracterizaciones de clase correctas, pierde sentido la propaganda por las ideas socialistas. Precisamente la razón de ser de un grupo político que se considera marxista consiste en llevar la crítica hasta la raíz.  Y esta no puede eludir las caracterizaciones de clase.  De ahí la tendencia general de los “entristas de largo plazo” (pero también los de corto plazo) es a embellecer a las organizaciones en que militan, y a disimular sus políticas burocráticas o burguesas. Así, hoy los trotskistas que hacen entrismo en el PSUV “miran para otro lado” cuando el gobierno de Maduro reprime al activismo sindical independiente, o sofoca huelgas y movimientos de protesta.

Pero además, a medida que el entrismo se prolonga en el tiempo, y en aras de mantenerse en la organización, se amplían las concesiones y “agachadas” ideológicas y políticas. Como dice el dicho en Argentina, cada vez hay que comerse más “sapos”. En esta dinámica, muchos terminan por “olvidarse” de que originariamente se incorporaban a la militancia para acompañar una ruptura revolucionaria, y se convierten en “consejeros de izquierda” de las direcciones y los aparatos burocráticos. O se identifican (aunque siempre con alguna observación crítica) con el programa y orientación de la organización “centrista vacua”. Un ejemplo de este proceso es el de aquellos entristas en el PSUV que proclaman que su objetivo es “defender el legado de Chávez” (¿qué tendrá que ver eso con el programa y estrategia del marxismo?) e “impedir” que la militancia descontenta rompa con la dirección, con la excusa de que “puede ser capitalizada por la derecha” (¿pero no es que había un proceso de radicalización revolucionaria?). El destino final de estas políticas de maniobras es que, o bien son cooptados por el mismo aparato al que decían combatir, o terminan expulsados, sin mayores repercusiones en lo que respecta a la relación global de fuerzas entre el capital y el trabajo.

En definitiva, no hay atajos

Como resumen de lo desarrollado en esta larga nota, quiero plantear una conclusión: hay que abandonar la idea de que se va a construir una fuerza revolucionaria y anticapitalista a fuerza de maniobras organizativas y “golpes de efecto”. Soy consciente, por supuesto, de que en este punto estoy enfrentando una tradición largamente establecida. El trabajo ideológico y político de largo plazo no puede ser reemplazado con maniobras del tipo de las entristas. Por lo argumentado más arriba, no se trata, por supuesto, de una mera cuestión táctica, sino de toda una concepción en la que están implicados problemas teóricos (lo hemos visto en torno a la caracterización de clase de la socialdemocracia, o del PSUV, para citar solo dos ejemplos) de relevancia.

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Written by rolandoastarita

13/12/2014 a 18:44

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12 respuestas

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  1. Lo de los ‘ideólogos conceptivos activos’ funciona también en los partidos trotskistas? la descripción de como se sostiene el control ideológico en partidos burgueses y burocrático estatistas la encuentro sorprendentemente parecida. El como se aplasta a cualquier disidencia que amenace el ‘statu quo’ también. Se me hace que debe ser jodido hacer ‘entrismo’ en alguna de estas grandes entidades de masa que están apunto de dirigir la revolución argentina. Claro, ahora me doy cuenta de que ninguna es ‘centrista’. This is the question. No se, debe ser impresión mía.

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    AP

    13/12/2014 at 22:09

  2. Bueno, ya he explicado en comentarios anteriores que el «entrismo» no se aplica «en frio» sino que «en caliente», o sea cuando hay una situacion revolucionaria, y es obligado ingresar a los partidos obreros burgueses, no porque estos se vayan a «radicalizar» sino porque se cumple una ley de la lucha de clases: cuando miles o millones determinan el caracter revolucionario de una situacion, porque ellos se vuelcan a la misma, necesariamente van a los partidos que conocen, no a los que no conocen. De allí la obligacion de los trotskistas de intervenir en tales partidos, porque siendo minoria, estan obligados a abrir la discusión sobre que programa y que gobierno ¿que pasará en el futuro? ¿a largo plazo? ¿a corto plazo?

    Plantearselo asi, es desconocer la razón anterior porque la que se hace obligatorio participar en los partidos obreros burgueses, y ademas, como ya digo mas arriba es creer que tales partidos se van a «radicalizar». Eso es futurismo pre-marxista. El que todas las experiencias de «entrismo» hayan fracaso no invalida su necesidad. Lo mismo podriamos decir que como el capitalismo ha sido reestablecido en la URSS, China y proximamente en Cuba, ya no es posible tener como programa quitarles fabricas, bancos y tierras a los capitalistas.

    Pero ahora comentó para contar una «excepcion a la regla». En 1964, un grupo trotskista brasileño, dirigido por Fulvio Abramo,habiendo practicado el «entrismo» en el PS de esa epoca, ganó las elecciones internas !! Mas como los estatutos del mismo, establecian que la nueva direccion asumia seis meses despues de las elecciones, mientras esperaban esa fecha….¡ se produjo el golpe de estado del 31/3/64 !!

    ¿Que hubiera pasado si ese grupo trotskista hubiera asumido la direccion del PS de esa epoca? Nunca lo sabremos.

    Nadie ha viajado hasta el futuro y vuelto para contar como son las cosas

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    ariel quiroga

    14/12/2014 at 13:13

  3. Creo que es muy discutible la afirmación pro entrista de que en una situación «revolucionaria» las masas buscan inevitablemente a los partidos burgueses-obreros que conocen como instrumento de lucha. A los argumentos del señor Astarita quisiera agregar uno. Me parece que la afirmación de que necesariamente las masas acuden a los partidos integrados en el orden burgués, los cuales por lo regular poseen una estructura orientada a la competencia electoral, ignora las experiencias acumuladas particularmente en las luchas del tercer mundo. En situaciones en las que la gente identifica a los partidos burgueses, obreros o no, con una misma casta dominante, pro colonial, por ejemplo, la reacción generalizada puede orientarse a un repudio generalizado a todo el sistema de partidos burgués. Me viene a la cabeza la revolución cubana y cómo la participación popular y la dirección del movimiento rebasaron incluso al Partido Comunista Cubano, por no hablar ya del resto de los partidos de «izquierda nacionalista». Es más, sostener que las personas están tan huérfanas de ideas como para recurrir invariablemente a los partidos que participan en el sistema electoral burgués me parece un poco insultante. En mi país, México, las últimas experiencias de movimientos que han cuestionado el sistema en su totalidad, han dejado en un papel marginal a los partidos burgueses- obreros (PRD, MORENA, PT, MC), tales han sido los casos de la Comuna de Oaxaca y el movimiento que se está conformando a raíz de los crímenes en Ayotzinapa, Guerrero.

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    Luis

    15/12/2014 at 20:59

  4. La posición de Ariel Quiroga me hace acordar a Lukács. En las primeras ediciones de «Historia y Conciencia de clase» sostenía la necesidad de defender el marxismo, no como dogma, sino como método, independientemente de sus resultados. Obviamente, luego se rectificó porque nadie puede defender un método que nunca da resultados.

    La posición de Trotsky es contradictoria, porque también dice que una clase no puede improvisar una dirección en un corto tiempo (Clase partido y dirección), por lo que difícilmente con el entrismo, en una situación revolucionaria, donde el estado mayor de la revolución ni siquiera tiene una organización, y por eso debe hacer entrismo, es decir, es extremadamente débil, la clase en su conjunto vaya a romper con sus viejas direcciones y los siga. Ello sin contar que el entrismo, desde el punto de vista subjetivo de los militantes de la organización que lo sufre, puede ser muy mal visto y repudiado porque puede ser entendida como la lógica de que extraños a la organización quieren destruirla en vez de construir la propia. Es decir, puede ser vista por miles como una actitud mezquina cuanto menos.
    En cuanto a la experiencia brasileña no la conozco, pero ganar una elección interna no quiere decir nada. Hay que ver cómo la ganó, con qué programa.
    El FIT por ejemplo ha sacado cientos de miles de votos a costa de adaptarse a las formas de la democracia burguesa, al punto de negociar la aprobación de la Ley Larroque por ejemplo. Si el PO llegara a ganar la gobernación de Salta, lejos de disolver a la policía salteña y a todo el aparato represivo provincial, no haría otra cosa que administrarlo durante cuatro años, causando un daño gravísimo a la conciencia de su militancia y su periferia. Si vamos a hablar de tendencias, la tendencia democratizante del PO permite suponer ese derrotero. Lo que significaría que la mejor votación obtenida por los partidos del FIT obedecería, no a una extensión de la conciencia revolucionaria en las masas, sino a una defección de lo que bien se ha dado en llamar “reformismo en nombre de Trotsky”. Reformismo que tiene sus consecuencias también en el plano reivindicativo pero a la inversa, en el sentido de que confirman la caracterización de vieja data sobre el trotskismo argentino, de que son “ultraizquierdistas en lo reivindicativo, y reformistas en lo político”. En lo reivindicativo llevan los conflictos a un callejón sin salida, a la derrota “heroica” y en lo político no pasan de un reformismo más o menos radical. El oportunismo del FIT en el Congreso Nacional no deja demasiadas dudas.

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    LB

    18/12/2014 at 10:26

  5. Professor Rolando

    eu não concordo com a caracterização da socialdemocracia como corrente burguesa desde os anos 1930, mas esse não é o ponto sobre o qual quero perguntar.

    A minha dúvida é sobre a concepção de como se desenrolou a luta de classes no século XX. Segundo as correntes trotskistas, houve uma grande onda revolucionária (China, Cuba, Indochina etc) que finalmente foi derrotada devido à crise de direção. Logicamente, você não concorda, porque não considera que estas revoluções foram autênticas revoluções socialistas. Mas me parece que, de acordo com o vosso ponto de vista, depois dos anos 1920 foi rara a formação de partidos revolucionários, e o marxismo só sobreviveu como pequenos grupos de propaganda.

    A minha pergunta é: como explicar a fraca atividade independente do proletariado (ou seja, explicar uma visão diametralmente oposta à do trotskismo)? Somente por fatores subjetivos? Isso é válido como método marxista?

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    Rodrigo Silva Do Ó

    22/12/2014 at 20:05

    • La respuesta sería bastante larga. Pero básicamente mi idea es que el socialismo revolucionario fue derrotado entre los años 1920 y 1930. Dos acontecimientos centrales: el triunfo del stalinismo en la URSS que acaba con la vieja vanguardia de la Revolución. Y el triunfo del nazismo en Alemania, que acaba con el partido obrero más fuerte del mundo capitalista. A esto se sumaron otras derrotas.
      De esta manera se consolidaron regímenes estatistas burocráticos que bloquearon en avance al socialismo. En mi perspectiva, la estatización de medios de producción no es, en sí misma, sinónimo de avance al socialismo. Discuto esta cuestión en las notas referidas a la URSS (aquí y siguientes).

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      rolandoastarita

      22/12/2014 at 20:40

  6. “Para un revolucionario, no basta con tener ideas correctas […] La verdad es que hasta las ideas más correctas escapan por completo a la atención de las masas, cuando no reflejan directamente su pensamiento y acción” (Trotsky).

    Astarita vuelve a cometer una serie de errores, evidentemente no por desconocimiento (ya que cuenta con el acceso a las fuentes).
    Dice: » los trotskistas que hacen entrismo no militan en un vacío ideológico y político», nadie milita en ningún lado en el vacío político. Lo que quiere decir Astarita es que el entrismo cierra más las posibilidades de desarrollar una política independiente. Agrega que «las direcciones de las organizaciones políticas burguesas y burocráticas habitualmente recurren a fraudes», ¿y en los sindicatos reaccionarios no? ¿y por ello no debemos militar allí?
    Todo lo que plantea Astarita sobre el «entrismo» se puede leer en Trotskismos, de Daniel Bensaid (p. 72 y ss.).
    Como él sabe, antes de 1914 había corrientes revolucionarias dentro de partidos reformistas, a nadie se le ocurría plantear que Rosa Luxemburgo hacía entrismo en el SPD. Al igual que lo que sucedía en ese momento, el giro francés o el giro norteamericano, no es clandestino, es a bandera desplegada. Se organizaron corrientes internas de izquierda incluso con programas separados (fracciones). Esto con el objetivo de influir sobre las alas izquierdas que se recargaban.
    Como indica Trotsky: «“La crisis del estado democrático y la del partido socialdemócrata se desarrollan en direcciones paralelas pero opuestas. Mientras que el estado marcha hacia el fascismo pasando por una etapa bonapartista, el Partido Socialista se encamina a una lucha a vida o muerte contra el fascismo, pasando ‘por una oposición «leal», cuasi parlamentaria, al estado bonapartista. Comprender esta dialéctica de las relaciones reciprocas entre el estado burgués y la socialdemocracia constituye un requisito ineludible de una política revolucionaria correcta; éste es precisamente el problema contra el que se rompieron la cabeza los stalinistas» (La evolución de la SFIO, 10 julio 1934).
    Claramente la salida de la SFIO se produce luego del vuelco de la dirección al Frente Popular y al ingreso del partido Radical (burgués). Como dice Trotsky, «“Al darle al frente único un carácter puramente decorativo, al consagrar como «leninismo» la renuncia a las consignas revolucionarias más elementales, los stalinistas retrasan el desarrollo revolucionario del Partido Socialista” (La Salida, agosto 1934, obras IV, p. 64).
    Lenin explica que «Todos los grupos, partidos y militantes del movimiento obrero que sostienen total o parcialmente el punto de vista del reformismo, del ‘centrismo’, etc., en virtud de la extrema exacerbación de la lucha se colocan infaliblemente , bien del lado de la burguesía, bien entre los vacilantes, o bien (y esto es lo más peligroso) pasan a formar parte de los amigos inseguros del proletariado triunfante» (Lenin, Tesis Sobre las Tareas Fundamentales del II Congreso de la IC, 1920). y agrega: “En particular, no es posible circunscribirse a la habitual negación de principio de toda colaboración del proletariado con la burguesía […] sin una modificación radical (¡!) de todo el carácter de la lucha contra los ‘centristas’ y ‘defensores de la democracia’, es imposible ni siquiera la preparación previa de las masas para el ejercicio de la dictadura del proletariado […] no hay que limitarse a explicar el carácter burgués de todo reformismo” (Lenin, Tesis Sobre las Tareas Fundamentales del II Congreso de la IC, 1920)
    La pregunta que se hace Trotsky es: ¿en el próximo ascenso revolucionario, las masas van a emerger canalizadas bajo sus viejas direcciones –sindicatos, PC, PS? ¿van a surguir direcciones intermedias –centristas? ¿o van a expresarse a través de nuevas formas políticas?
    Una de las previsiones es que ese ascenso se haga al interior de la SFIO y que ésta rompa con el Estado (en el caso, claro está de ser ganada por los revolucionarios). Lenin, cuando hablaba de “la ruptura de la socialdemocracia con el Estado”, lo decía en tanto y cuando esa socialdemocracia avance hacia las posiciones de la III internacional. ¿Para Lenin la socialdemocracia podía romper con el estado burgués?
    De hecho en el caso concreto de Francia, la SFIO se rompe por izquierda y se forma el PSOP, lo que indica que el pronóstico no estaba equivocado.
    Salida: Los argumentos de Trotsky sobre el cambio en el carácter de la SFIO son más que suficientes, y son ampliamente justificados. Uno puede estar de acuerdo o no, pero es falso decir que no hubo razones (más que el oportunismo) para cambiar la caracterización (enumero: 1935 VII Congreso de la IC, Frente Popular, inclusión de los liberales, apoyo del FP a la remilitarización del imperialismo francés, apoyo al ingreso a la Sociedad de Naciones, falta de lucha concreta contra las organizaciones fascistas, etc.).
    No se puede acusar a Trotsky por lo que los trotskistas hicieron luego con su herencia, es vulgar y no merece ninguna reflexión seria. Sí se puede analizar lo que Trotsky hizo y sacar conclusiones… pero de ahí a decir que la razón por la que Sanmartino reivindica el entrismo en el PSUV está en Trotsky en 1934… La razón de las múltiples sectas está en lo que Trotsky hizo… es como decir que los males del estalinismo se encuentran en Lenin, o incluso en Marx, ¿por qué no en el mismo Trotsky?

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    Emiliano

    23/12/2014 at 10:18

    • Emiliano, ¿no podés parar con los disparates? Ahora la fundación de la Tercera Internacional (ruptura con la Segunda) es muestra de lo acertado del entrismo. Idem con la lucha de tendencias al interior de la socialdemocracia. Idem con la militancia clandestina en un sindicato. Cualquier cosa sirve para justificar que Trotsky tuvo razón en 1934. O que el entrismo en el PS de EEUU (a título individual y sin publicación siquiera) fue una obra maestra de estrategia revolucionaria. ¿Tan en serio te tomás la consigna de defender el dogma a cualquier precio? ¿O lo tuyo ya es una especie de diarrea mental? Es preocupante…

      Además, con todo lo que escribiste en este blog, ¿por qué no te mandás un artículo en alguno de los múltiples sitios que tiene tu partido? Podés establecer el enlace con mis notas, y te quedás tranquilo. Te auguro un éxito espectacular. Dale, intentalo, y aflojá un poco aquí con tanta pavada junta. ¿O en el fondo querés insultar nuestra inteligencia? ¿O querés «copar» este espacio?

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      rolandoastarita

      23/12/2014 at 12:17

  7. Esta claro que la SFIO era una organización de la burguesía en el movimiento obrero en 1934 y mucho más antes. Que clase de dialéctica utilizaba Trotsky para llegar a la conclusión de que esta o parte de esta podía derivar a la izquierda revolucionaria. La firma del pacto con el Frente Popular en 1935 no la convierte recién en agente de la burguesía, sino que confirma su carácter burgués, pone en evidencia su carácter burgués, desenmascara una vez más su esencia reaccionaria. No se percató de esto el «gran» Trotsky. Sería bueno indagar sobre como entendió la dialéctica materialista el viejo bolchevique – menchevique (porque oscilaba entre los dos lados). Haber si en algún momento se da tiempo para tratar este tema compañero Rolando. Llegó a esa conclusión sólo por el hecho de que en torno a dicho partido se nucleaban masas obreras. Le aseguro que los partidos abiertamente derechistas pueden afiliar mayor cantidad de obreros que los todos los partidos que se consideran de izquierda juntos. La diferencia es que en organizaciones como la SFIO se permitía un lenguaje social populista, lo cual estaba proscrito en aquellas abiertamente derechistas. Saliéndonos del tema siempre ha llamado mi atención aquel razonamiento de Trotsky (mas o menos 1920) de que siendo la URSS un Estado Obrero ya no eran necesarios los sindicatos obreros, los que debían ser intervenidos por el partido y reorganizados en una disciplina cuasi militar. Obviamente Lenin se opuso a este planteamiento. Es que siempre he notado, cc. Rolando, que la dialéctica de Lenin y la de Trotsky no son iguales. Ojalá que en algún momento pueda develarse este tema. Lenin en sus análisis era más riguroso, mas responsable y autocrítico. Vale decir más prole. La nota característica de Trotsky es que siempre fue más ligero y muy oscilante. Vale decir más intelectual pequeño burgués. Lo cual no quita que haya sido un revolucionario, pero con errores demasiado gruesos. Imagínese a Trotsky al frente de la URSS. La misma táctica del entrismo es una renuncia al trabajo de bases. Es la táctica del parasitismo revolucionario. Vivir a costa de otros cuerpos, en vez de hacer el trabajo para ganarse a las masas de trabajadores oprimidos. Si los partidos obrero burgueses lo logran, porque los partidos trotskistas no pueden lograrlo. Es que las llamadas consignas transicionales no ayudan mucho para este propósito. Más es lo que ahuyentan a los obreros que lo que les brindan confianza. Saludos. Amauta.

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    amauta

    01/01/2015 at 04:44

    • El método de análisis de Trotsky y Lenin son muy distintos. Lenin entendía que el análisis dialéctico es concreto, esto es, debe recoger la riqueza de lo particular, y tiene siempre como base el dato empírico (aunque a muchos le sorprenda, esta cuestión la señalaba también Hegel). Trotsky, en cambio, rápidamente extrapola tendencias a partir de datos particulares y con poca evidencia empírica (lo cual puede llevar a la arbitrariedad en el análisis, o a la especulación sin fundamento).

      Doy un ejemplo: después de la derrota de la revolución de 1905 Trotsky repite, una y otra vez, que el desarrollo del capitalismo en Rusia está frenado. Pero no hay estudio alguno empírico que avale lo que afirma. Lenin, en cambio, afirma que las reformas de Stolypin (en 1906 había iniciado un programa de reformas en el agro) desarrollaba el capitalismo, aunque por vía burocrática (la vía «prusiana»). Ahora bien, este análisis de Lenin está basado en meticulosos estudios sobre la estructura social y económica de Rusia, y de la teoría de El Capital (véase, por caso, sus discusiones sobre la reproducción del capital contra el populismo). Con esto no quiero decir que todos los análisis de Lenin hayan sido correctos, sino señalar la diferencia de enfoque metodológico. Y esto se prolonga a lo largo de toda la vida política de ambos líderes. Cuando estaba al frente de la Internacional Comunista Lenin rechaza la propuesta de Bujarin de escribir un programa porque «no conocemos lo suficiente la situación económica del capitalismo». Trotsky escribe el Programa de Transición admitiendo que la parte económica era muy endeble (y la comprensión de la economía es la base del análisis político, y de los programas).

      Otro ejemplo, el estudio de la dialéctica. No afirmo que Lenin haya llegado a manejar todas las complejas cuestiones que plantea la dialéctica hegeliana (y no sé cuántos especialistas lo pueden hacer), pero sus «Cuadernos filosóficos» ponen en evidencia la profundidad con la que encaró el estudio de la materia (lo que explica la famosa «autocrítica», cuando afirma que en la Segunda Internacional nadie había estudiado y entendido la dialéctica de El Capital). En Trotsky nunca encontramos un estudio de este tipo, esto es, que intente ir al fondo de las cuestiones. Y cuando escribe sobre dialéctica («En defensa del marxismo») demuestra un conocimiento muy superficial del asunto. Trata de explicar la dialéctica con ejemplos «de cocina». Es increíble que en el movimiento trotskista eso se haya tomado como exposición del enfoque dialéctico. Si lo mismo se hubiera escrito en un «manual de filosofía» stalinista estilo 1960s, no se hubieran ahorrado calificativos de rechazo.

      Dicho esto, creo de todas maneras que hay que reivindicar de Trotsky su firmeza para oponerse, en las condiciones más duras, al stalinismo. Su combate contra la burocracia, es lo más reivindicable de su obra. Agrego otras dos cuestiones: su crítica a la política ultraizquierdista del PC alemán frente al ascenso de Hitler; y su crítica a las políticas de los Frentes Populares. Otras cuestiones tienen que ser revisadas, y muy críticamente (Programa de Transición, teoría de la revolución permanente, caracterización de la URSS como «estado obrero»).

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      rolandoastarita

      01/01/2015 at 09:48

  8. En cerca de 8 décadas de experiencias y experimentos, el trotskismo mundial no puede mostrar pruebas que vía la táctica de consignas transicionales y entrismo haya logrado en alguna parte encabezar un movimiento revolucionario de masas y tomar el poder por asalto. En cambio, otras organizaciones revolucionarias no trotskistas y críticas del trotskismo si lo han hecho en este lapso de tiempo. Creo que es suficiente tiempo para sacar conclusiones sobre la utilidad de estas tácticas para el movimiento obrero- popular y revolucionario. El caso es que estas tácticas están en el corazón del trotskismo y si se diera el caso de un desprestigio y desvalorización de estas tácticas dentro del movimiento revolucionario a escala internacional, pondría en serio peligro la propia existencia del trotskismo como corriente política a nivel mundial. Imagínese lo que podría pasar. Se vendrían abajo estructuras, aparatos económicos, redes de cotizantes, instituciones, intereses creados del cual viven muchos cuadros, proyectos electorales, espacios de poder económico y político logrados por vía electoral, etc. etc. Sería una catástrofe. Hay mucho en juego. Todo lo cual explica, en parte, la desesperación conque nuestro amigo Emiliano defiende las «sagradas escrituras». Me da la impresión que los trotskistas son consientes de sus limitaciones, por lo que cifran sus perspectivas de crecimiento e inserción en las masas en el entrismo. Es como si desconfiaran de sus propias fuerzas. Cuántos «choques contra la pared» y sinsabores deben haberse llevado con las consignas transicionales. Es que a partir de ellas lo único que logran es aislarse de las masas. De esta forma, su inconciente colectivo los lleva a pensar que la generación de grandes movimientos de masas no va con ellos. Más bien corresponde a otros, sobre los cuales esperan el momento propicio para montarse y tomar el control. Que cómodo, no? La ley del menor esfuerzo típico de la pequeña burguesía. El caso es que el viejo método de insertarse en masas como el pez en el agua, para que en estrecho contacto con ellas levantarlas a la lucha por sus reivindicaciones más elementales desenmascarando a los oportunistas y traficantes electoreros, es la única forma segura de ganarse el respecto, la confianza y el cariño de estas. Este trabajo lo pueden iniciar uno, dos o tres cuadros. Al cabo de algunos años habrá toda una red de miles de militantes agudizando las protestas obrero-populares y un plan para convertir la protesta en rebelión con la mirada fija en las variaciones de las condiciones objetivas. Tan simple como eso. Siglos de experiencias revolucionarias han demostrado que funciona. En que pensaba el viejo zorro Trotsky cuando escribió su programa de transición. Cuantos cuadros se ha echado a perder y cuantas oportunidades se han desaprovechado por seguir las recomendaciones de ese nefasto programa. Saludos.

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    amauta

    05/01/2015 at 03:57

    • ¿»viejo zorro Trotsky»? ¿»Nefasto programa»? Yo no soy trotskista, pero no guardo ningún prejuicio con ésta corriente del marxismo empleando denominaciones peyorativas contra dicha corriente marxista. Me parece bajisimo el nivel de discusión de Amauta.

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      Morrison.

      31/03/2016 at 13:33


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