Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

La táctica trotskista del entrismo (2)

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Caracterización de Trotsky de los PS y los PC

El tema de la caracterización del partido Socialista juega un rol clave en la fundamentación de Trotsky a favor del entrismo. En el artículo “La salida”, que hemos citado en la primera parte de esta nota, la SFIO es considerada “centrista no consolidada”, ya que “refleja la situación en transición de los obreros”, que estarían buscando una salida revolucionaria al enfrentamiento con el fascismo. En otro texto de 1933 precisa que con el término “centrismo” quiere significar “las más variadas tendencias y grupos que se encuentran entre el reformismo y el marxismo” (“Principled Considerations on Entry”, 16 de septiembre de 1933). En este escrito también considera al partido Laborista Independiente de Gran Bretaña como “centrista de izquierda”, ya que sus muchas tendencias y fracciones eran indicativas, en su visión, de los diferentes estadios de evolución desde el reformismo al comunismo. Desde esta perspectiva, pareciera que la SFIO o el partido Laborista Independiente eran partidos “obreros”, al igual que los partidos Comunistas. Aunque los PS y el Laborismo Independiente serían “centrismos no consolidados”, en tanto que los PC serían “centristas cristalizados”, productos de la contrarrevolución burocrática.

Sin embargo, apenas un año más tarde Trotsky maneja una caracterización de la SFIO casi opuesta a la de 1934. Así, cuando los trotskistas ya habían sido expulsados del socialismo francés, considera que la SFIO es una “agencia de la burguesía dentro de la clase obrera” (“Open Lettter to the Fourth Internacional”, agosto de 1935). Luego, en el Programa de Transición, los partidos Socialistas y Comunistas son calificados de “pequeño burgueses”. Por lo tanto aquí el peso parece estar puesto en los programas, las orientaciones estratégicas y las direcciones de la Segunda y Tercera Internacional. Sin embargo, en 1934 apostaba a que las bases de la SFIO eventualmente se radicalizaran y abrieran la vía para su evolución al marxismo. ¿Cómo se explican estos giros de caracterización?

 “La contradicción básica de la época al interior de los PS y PC”

Tal vez la respuesta más clara a la pregunta con la que cerramos el punto anterior la encontramos en un artículo de Ernest Mandel, de 1948, “El verdadero testamento de León Trotsky” (véase Mandel, Sobre la historia del movimiento obrero, Barcelona, Fontamara, 1978). Aquí, siguiendo a Trotsky, Mandel plantea que la característica fundamental de la época “es la contradicción entre el empuje instintivamente revolucionario del proletariado y el carácter profunda y abiertamente contrarrevolucionario de su dirección tradicional” (p. 119). Tengamos presente que ésta es una de las ideas centrales del Programa de Transición, de 1938. Y esa contradicción entre las bases y la dirección se expresaba, según Mandel, en el seno de los grandes partidos obreros reformistas. Es la misma idea, en sustancia, que encontramos en Trotsky en 1934, cuando consideraba la posibilidad de que la SFIO, y otros partidos Socialistas, o el Laborismo independiente de Gran Bretaña, evolucionaran hacia la izquierda revolucionaria. La diferencia con el análisis de Mandel de 1948 es que éste consideraba que “la contradicción fundamental de la época” se expresaba ante todo en los PC (aunque también en el Laborismo), y Trotsky pensaba que el conflicto pasaría por el seno de los PS.

En cualquier caso, el enfoque esencial se mantiene: las masas instintivamente buscan la salida revolucionaria, y las direcciones y los aparatos burocráticos las traicionan y actúan como agentes contrarrevolucionarios. En palabras de Mandel, “en la mayoría de los países europeos y asiáticos las aspiraciones revolucionarias del proletariado se [han] traducido en su adhesión al movimiento staliniano. Por eso la actitud de la vanguardia revolucionaria ante este movimiento debe reflejar el hecho contradictorio de que las dos tendencias fundamentales de nuestra época, el empuje instintivamente revolucionario del proletariado y la política abiertamente contrarrevolucionaria de su dirección, se hayan concentrado, por así decirlo, durante toda una época en el interior de estos mismos partidos” (p. 126).

La tesis central aquí es que la contradicción de la época (bases que buscan ir a la revolución, direcciones burguesas o burocráticas traidoras), trasladada al interior de los partidos de masas, determina las posibilidades del entrismo. Por eso Trotsky, en 1934, cuando piensa que se está produciendo una radicalización del movimiento de masas, pronostica que en el PS tenderá a agudizarse el enfrentamiento entre las bases y la dirección (pero no en el PC, al que considera cristalizado). Pero en 1935, cuando los trotskistas franceses ya han sido expulsados, y la SFIO se orienta al Frente Popular junto al PC, no vacila en caracterizarla como “agente de la burguesía imperialista”. El cambio solo se puede explicar porque en 1934 todavía pensaba que la SFIO era un fenómeno contradictorio, abierto, en el que la lucha de clases no había dicho la última palabra; un año más tarde, lo considera cerrado (aunque al mismo tiempo aconseja el entrismo en los PS de Bélgica y EEUU).

En otros términos, al momento en que se considera aplicar el entrismo, la resolución de la contradicción que anida al interior del partido “obrero reformista” estaría irresuelta, en algún sentido fundamental. La noción de “organización centrista” que evoluciona hacia la izquierda o la derecha, intenta describir esta situación. De manera que, según las coyunturas de la lucha de clases, uno de los polos (dirección burguesa – bases inclinadas a la revolución) puede predominar sobre el otro. Por eso, si la presión revolucionaria de las bases era suficientemente elevada, Trotsky consideraba que la SFIO, o el Laborismo independiente, podían romper con el Estado y ser ganados al marxismo. Anotemos que el mismo enfoque lo encontramos cuando caracterizaba al Laborismo británico en los 1920. Escribía: “Los líderes liberales y semi-liberales del partido Laborista todavía piensan que una revolución social es una prerrogativa sombría de Europa continental. Pero aquí también los eventos pondrán de manifiesto su atraso. Se necesitará mucho menos tiempo para convertir al partido Laborista en un partido revolucionario del que fue necesario para crearlo” (Leon Trotsky’s Writings on Britain, vol. 2, https://www.marxists.org/archive/trotsky/britain/wibg/ch03.htm; énfasis añadido). Esta idea básica se mantiene, por parte de los grupos que se deciden por la táctica del entrismo, hasta el día de hoy al momento de caracterizar organizaciones como el PSUV (véase más abajo).

Debe anotarse también que, según este enfoque, el criterio sería aplicable a los movimientos nacionalistas de masas. Por ejemplo, se podría decir que a partir del Cordobazo, de 1969, o incluso antes, durante la llamada Resistencia, las bases peronistas de dirigían “instintivamente” a la revolución, en contra de su dirección burguesa “que las traicionaba”. Estaríamos ante “la contradicción fundamental de la época”, expresada al interior del partido Justicialista. El argumento encaja todavía mejor con respecto a algunos grupos trotskistas que hicieron entrismo en las organizaciones político-sindicales peronistas (como fueron las 62 Organizaciones).

Una caracterización alternativa del Laborismo 

Frente al anterior abordaje existe una tesis alternativa que dice que si bien la base social de la socialdemocracia, o del laborismo, es obrera (y por eso la Tercera Internacional en los 1920 llamará al PS al “frente obrero” para la lucha por reivindicaciones elementales), lo que prima, en el terreno de la caracterización de clase, es la naturaleza de la dirección y el programa que defienden estas organizaciones (lo mismo se puede decir hoy de los PC). Es el enfoque que encontramos en Lenin, cuando caracterizaba al partido Laborista británico como un partido burgués. En un discurso pronunciado en el Segundo Congreso de la Internacional Comunista, el líder bolchevique polemiza con los comunistas que consideraban que el partido Laborista británico era un partido obrero. Decía: “El camarada [McLaine] llamó al partido Laborista la organización política del movimiento sindical, y más tarde repitió la afirmación cuando dijo que el partido laborista es ‘la expresión política de los trabajadores organizados en sindicatos’. Me he encontrado con el mismo enfoque varias veces en el periódico del partido Socialista británico. Es erróneo, y es en parte la causa de la oposición plenamente justificada en alguna medida, que viene de los obreros revolucionarios británicos”.

“En realidad, los conceptos ‘departamento político de los sindicatos’ o ‘expresión política’ del movimiento sindical’ son erróneos. Por supuesto, la mayoría de los miembros del partido Laborista son trabajadores. De todas maneras, si un partido es o no un partido político de los trabajadores no depende sólo de una membresía de trabajadores sino también de la gente que lo dirige, y del contenido de sus acciones y sus tácticas políticas. Solo esto último determina si realmente tenemos delante nuestro un partido político del proletariado”.

“Visto desde este punto de vista, el único correcto, el partido Laborista es totalmente un partido burgués porque, aunque conformado por trabajadores, está dirigido por reaccionarios, y por la peor clase de reaccionarios, que actúan en el espíritu de la burguesía. Es una organización de la burguesía, que existe para engañar sistemáticamente a los trabajadores con  la ayuda de los Noskes y y Scheidemanns británicos” (“Lenin’s Speech On Affiliation To The British Labour Party”, en http://www.marxist.net/openturn/historic/script.htm?lenin.htm).

Pensamos que esta concepción es más adecuada para la caracterización de estos partidos de masas “obreros reformistas” (burgueses en su actuación práctica), que la que vimos en Mandel, o antes en Trotsky. Lenin no supone que existe una base militante que “instintivamente” se dirige a la revolución y choca con una dirección que “traiciona”. La contradicción no está “indeterminada” en lo que respecta a las posibilidades de evolución orgánica. Ahora, en el seno del Laborismo (y lo mismo se podría decir de la socialdemocracia) la dicotomía “bases obreras- direcciones con programas burgueses” está dominada por el segundo polo. Por lo tanto, la organización no está abierta a una evolución hacia el marxismo; en todo caso, si las tensiones revolucionarias se hacen sentir al interior de estos partidos, podrá haber ruptura (como sucedió al momento de la fundación de la Tercera Internacional).

Observemos que en lo que respecta al criterio para caracterizar a un partido, el de Lenin es muy similar al que defendió Trotsky, cuando criticó la política de la Internacional Comunista en China, en los años 1920. Polemizando con Bujarin acerca del carácter de clase del Kuomintang –un partido de la burguesía china con apoyo de masas- Trotsky planteó que lo central para caracterizar a una organización es su dirección y orientación, no la composición social de sus bases. Luego de explicar que “en todo partido burgués la masa es siempre un rebaño, en diversos grados”, añadía: “Las cumbres del Kuomintang… son en realidad el alma del Kuomintang, su esencia social. Ciertamente, la burguesía no es en el partido más que una “cumbre”, al igual que lo es en la sociedad. Pero esta cumbre es poderosa debido a su capital, sus conocimientos, sus relaciones, por la posibilidad que tiene siempre de apoyarse en los imperialistas y, principalmente, por su  poder de hecho en el Estado y en el ejército…” (Stalin, el gran organizador de derrotas, Buenos Aires, Yunque, 1974, p. 276).

¿Eran “centristas” los socialismos de los años 1930?

Contra lo que sostenía Trotsky en 1934, pensamos que la SFIO y los PS de EEUU y de Bélgica no eran organizaciones “obreras centristas”, ni siquiera “centristas vacuas”, sino partidos burgueses, con bases obreras. La dirección de la SFIO no reflejaba la búsqueda de las bases de una salida revolucionaria, ni era posible que evolucionara hacia la izquierda marxista. En la década de 1930 el carácter de clase de la SFIO estaba definido por su conducción, que a su vez estaba vinculada por múltiples lazos con el Estado, y comprometida con un programa y estrategia acordes al funcionamiento del sistema capitalista. Es cierto que los socialistas franceses se habían negado a participar en gobiernos burgueses (en 1924, en 1929 y en 1932), pero este antecedente no alteraba la naturaleza de clase de la SFIO, ni por supuesto, el de la Segunda Internacional. Cuando en 1935 Trotsky caracterizó a la SFIO como agencia de la burguesía, el socialismo francés no había cambiado, en lo sustancial, con relación al momento en que se decidió el entrismo.

Por supuesto, el carácter burgués de la SFIO se evidenciaría a pleno con su participación en el gobierno del Frente Popular, y su actitud hostil hacia el movimiento huelguístico de 1936  y 1937. Pero esto no fue “rayo en día sereno”. A comienzos de los 1930 la política de la SFIO no reflejaba una “situación transicional de los obreros”, ni había posibilidad de que adhiriera al trotskismo. Ya entonces, y desde hacía mucho, la SFIO era parte orgánica de una Internacional que colaboraba en el sostenimiento del orden capitalista, vía los mecanismos de la democracia burguesa. Su enfrentamiento con el fascismo, que era real, se daba en este marco y no había posibilidad alguna de que llegara a la ruptura con el Estado.

Consideraciones similares se aplican al partido Socialista de EEUU. Dirigido por Norman Thomas, el PS de EEUU planteaba un rechazo de tipo moral a las desigualdades que genera el capitalismo, se pronunciaba a favor de la propiedad estatal de los medios de producción, defendía el pacifismo y tomaba abierta posición en contra del marxismo. Nada muy distinto de lo que hacía la Segunda Internacional. Además, ni siquiera canalizaba el descontento de las masas trabajadoras frente al desempleo y la depresión: en las elecciones presidenciales de 1932 Thomas obtuvo poco más de 800.000 votos, y el ascenso huelguístico y de militancia sindical que dio lugar a la formación de la CIO (Congress of Industrial Organizations), estuvo dirigido principalmente por el partido Comunista. Por otra parte, el New Deal, aunque criticado por Thomas, terminó absorbiendo gran parte del programa socialdemócrata; muchos militantes socialistas abandonaron el PS para apoyar a Roosevelt y la política del Frente Popular del PC (que también se había alineado con el partido Demócrata). A mediados de los años 30, cuando Trotsky aconsejaba el entrismo en el PS de EEUU, no había lugar para soñar siquiera con que este partido llegara a la ruptura con el Estado burgués en el curso de un eventual enfrentamiento con el fascismo, o que albergase en su seno algún proceso de radicalización revolucionaria de masas.

Algo muy parecido se puede decir con respecto al partido Obrero belga, dirigido por Emile Vandervelde y Henry de Man, y en el cual los trotskistas también hicieron entrismo (se incorporaron al partido en marzo de 1935 y fueron expulsados al año siguiente). En los años 1930 de Man había lanzado un plan económico que contemplaba una fuerte intervención del Estado, con el argumento de que podría sacar a la economía de la depresión (el llamado “planismo” se basaba más en las estatizaciones que en la gestión obrera de los medios de producción). Este Plan de Trabajo generó algunas movilizaciones obreras, y contribuyó a que el partido Obrero llegara al poder en 1935, en coalición con los liberales y los católicos. El Gobierno aplicó entonces a medias el Plan, y asumió luego una posición de no intervención en la guerra española (a igual que el gobierno del Frente Popular de Francia).

Pues bien, siempre en la idea de que los trotskistas debían ayudar a las masas a sacar conclusiones a partir de su experiencia, la táctica del entrismo fue acompañada por la recomendación de Trotsky de exigir la aplicación del plan de Man. Sin embargo, de Man identificó su plan con el programa económico del nazismo; incluso intentó la regimentación de los sindicatos y el fortalecimiento de la autoridad del Estado Ni siquiera la ola de huelgas que estalló en 1936 alejó a de De Man del Gobierno y del rey Leopoldo III. No había aquí ningún “centrismo” en lo que respecta a su orientación. Agreguemos que  en 1940 de Man terminó disolviendo el partido Obrero y colaborando con la ocupación nazi hasta 1941 (cuando los nazis lo echaron). No hubo ruptura de masas hacia la izquierda; los socialistas que rechazaron el colaboracionismo de Man mantuvieron una actitud pasiva, o se incorporaron a la Resistencia, sin ser influenciados por el trotskismo.

Ocho décadas más tarde, se insiste en el error

La idea de Trotsky de que los PS, en los 1930, estaban vaciados de contenido de clase, o que de alguna manera su contenido de clase era dual (obrero por sus bases, pequeño burgués por su programa y dirección) no se ha examinado ni superado en el movimiento trotskista. Por caso, muchos trotskistas siguen justificando el entrismo (o la posibilidad de entrismo) en los PS o el laborismo con el argumento de que “aunque reformistas, son los partidos de  base obrera, que entrará en conflicto revolucionario con sus direcciones”. Algo parecido ocurre con el chavismo y el PSUV, Por ejemplo, Jorge Sanmartino, un “entrista siglo XXI”, afirma que el PSUV “… no puede ser definido en términos categóricos sino como formación centrista vacua, a la manera en que se dieron partidos y movimientos de masas en pleno proceso revolucionario, como el Sandinismo y el FMLN salvadoreño, o formaciones con control estatal en proceso revolucionario, como el ejemplo, según Trotsky, de la SFIO francesa en el ascenso del Frente Popular en Francia en 1936” (“Populismo y estrategia socialista en América Latina”, http://www.democraciasocialista.org/?p=1385 énfasis añadido).

Con algunas variantes en los argumentos –hoy queda muy bien evitar las caracterizaciones de clase hablando de “la dimensión discursiva simbólica de la movilización de masas”- se mantiene lo fundamental de la caracterización. Sanmartino repite –apelando a un argumento de autoridad- el enfoque metodológico de Trotsky con respecto a los PS de 1930, o el Laborismo. Aunque con el agravante de que el carácter de clase del PSUV hoy está aún más definido, si se quiere, que lo que lo estaba la SFIO en 1934. El PSUV participa directamente de la conducción del Estado, y se nutre de la fuerza económica y política del Estado, en oposición directa a todo intento de organización independiente de los trabajadores.

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Written by rolandoastarita

29/11/2014 a 17:07

14 respuestas

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  1. Bueno, ya le he respondido al comentario anterior varias de las ideas que ustede por acá subraya. Pero lo central es que descarta el caracter dialectico de la situacion, si las masas «empujan hacia la revolucion y los aparatos traicionan» es por el «accidente» histórico que ocurrió con la victoria del estalinismo, la revolucion socialista mundial comenzada por la revolucion rusa fue abortada y definitivamente con la restauracion capitalista en la URSS, China, Cuba, etc.

    Pero ese es el escenario de la lucha de clases a escala mundial, mientras grandes masas de gente no construyan un partido que sustituya a los actuales hacia los que van cada vez que se movilizan, sus aparatos dirigentes se van a oponer a las mismas, esa es su funcion histórica.

    La contradiccion que usted ve por ejemplo en la caracterizacion que hace Trotsky de la SFIO y luego la cambia es tan solo formal,él siempre se está basando en quien tenia la ofensiva cuando hace las mismas; si la SFIO es «centrista» es porque son grandes masas de gente que tienen la iniciativa, si es un partido abiertamente reaccionario es porque el aparato ha logrado controlar la situacion. ¿que tiene de errado tal cambio de caracterizacion»

    En Uruguay ni por asomo se nos ocurre ingresar ahora al PCU o al PS, son partidos obreros burgueses, «pequeño-burgueses», porque estan organicamente ligados a la clase obrera de donde han surgido y su politica es de sosten a la burguesia, de ahi la caracterizacion de «pequeño-burgueses», no es por su caracter de clase, es por su comportamiento similar al de la pequeño-burguesia. ¿y por que ni por asomo se nos ocurre ingresar a los mismos? Porque en las actuales circunstancias es el aparato quien decide que se discute y que se resuelve. En una situacion revolucionaria, donde miles ingresan a tales partidos, son esos miles que deciden que se discute y que se resuelve y por eso entra en crisis el aparato y por eso la caracterizacion de tal partido puede cambiar.

    Usted presenta a los partidos obreros burgueses como si fueran «asexuados», que no tuvieran ningun origen de clase, como si estuvieran por encima de las clases. Ni siquiera un capitalista que vive echado para atras puede eludir el depender de determinada clase social. El laborismo ingles aún hoy es un partido obrero burgues y es obligatorio pertenecer e intervenir en el mismo: allí está la clase obrera.

    Su comparacion con el «entrismo» en el peronismo no tiene nada que ver con el «entrismo» que planteo Trotsky hacia los partidos obreros-burgueses.

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    ariel quiroga

    29/11/2014 at 21:12

    • Usted escribe: «La contradiccion que usted ve por ejemplo en la caracterizacion que hace Trotsky de la SFIO y luego la cambia es tan solo formal,él siempre se está basando en quien tenia la ofensiva cuando hace las mismas; si la SFIO es “centrista” es porque son grandes masas de gente que tienen la iniciativa, si es un partido abiertamente reaccionario es porque el aparato ha logrado controlar la situacion. ¿que tiene de errado tal cambio de caracterizacion”.
      En la nota no digo que haya contradicción en el pensamiento de Trotsky. Sí afirmo que la caracterización es equivocada. Algunas razones ya las adelanté, las otras las voy a completar en la próxima parte de la nota. Ahora solo reafirmo: pensar, en 1934, que la SFIO podía romper con el Estado y el régimen capitalista y virar al marxismo, es un error de proporciones. A los pocos meses había que decir que la SFIO era una «agencia de la burguesía». En todo esto falla el método de análisis de Trotsky. Claro que a usted los argumentos que presento en la nota lo tienen sin cuidado. Su premisa parece ser: «Trotsky debe tener razón». Y solo el 5% de los trotskistas del mundo (que en su mayoría están en Uruguay) lo interpretaron correctamente. Con eso le basta.

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      rolandoastarita

      29/11/2014 at 23:56

  2. Más allá de la discusión histórica, yo no sé a quien se le ocurre que hoy en día en una «situación revolucionaria» la clase obrera va a ingresar masivamente a partidos como el PJ, el laborismo inglés, el PSOE, el PS chileno y siguen las firmas. Me parece que se han quedado varias décadas en el tiempo. No existen los partidos políticos de masas en la actualidad y menos que menos, devenidos sellos de goma vacíos al servicio exclusivo de aparatos mafiosos burgueses, podrían tener tal papel frente a «situaciones revolucionarias». Más bien parecería ser que en una «situación revolucionaria» esos partidos estarían orgánicamente de la otra vereda, cuando no en el gobierno mismo. De hecho en cada país estos partidos recientemente han tenido un protagonismo históricamente inédito con gobiernos absolutamente reaccionarios y desvergonzadamente burgueses. No entiendo realmente.

    En nuestro contexto Rolo, tengo entendido que el Partido Obrero siempre ha renegado del «entrismo» y el PTS ha hecho una autocrítica como (ex)parte del morenismo en este tema. Es así?

    Los que siguen revindicando el entrismo sin el menor sentido del ridículo son los The Militant, que ya no es que hacen entrismo en el PSUV (errado pero con alguna lógica) sino que pretenden hacerlo en el FPV y en el PT del camarada Lula. Me gustaría que alguien me cuente de qué plato volador aterrizaron estos muchachos.

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    Esteban Maito

    30/11/2014 at 03:52

    • En todo esto hay además un problema que discuto en la siguiente parte de la nota, y es la idea de que, incluso cuando estas organizaciones son de masas, tampoco se dan los procesos como los trotskistas piensan que se dan (tiene que ver con la tesis de que las masas trabajadoras se inclinan «instintivamente» a la revolución; algunos hablan de «socialismo inconsciente», y cosas por el estilo).

      Con respecto al PO o al PTS, no conozco algún trabajo de crítica más general al entrismo. Sí conozco que PO criticó, desde hace muchos años, a Nahuel Moreno por haber hecho entrismo en el peronismo; la crítica se basaba en la distinción entre «partidos obreros tipo PS y PC» y «movimiento burgués nacionalista».

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      rolandoastarita

      30/11/2014 at 10:19

    • Compañero Esteban. Es muy acertada tu observación acerca de que la política está condicionada por el marco histórico concreto. La abrumadora mayoría del trotskismo, en cambio, sigue repitiendo fórmulas, que, incluso fueron dudosas en su tiempo. No solo el ‘entrismo’ sino, el llamado al ‘Gobierno Obrero’ sobre la base de la permanencia del estado capitalista, que fue una de las más confusas y desorientadoras prescripciones de la Tercera, claramente extralimitada respecto de la propuesta de compromiso sugerida por Lenin con posterioridad a las jornadas de Julio, quien muy claramente habló de gobierno basado en el poder soviético y negándose al ingreso en cualquier coalición de gobierno que no fuera la dictadura del proletariado representada en su propio partido. Es algo que he tratado de explicar a Ariel Q. sin ser entendido. La política siempre es concreta. En la actualidad, tales fórmulas secas, entrismo, gobierno obrero, han perdido todo sentido. Una situación revolucionaria, aún si la pudiéramos considerar ‘objetiva’ , entendida como ‘acción histórica independiente’ con un partido revolucionario inexistente o inmaduro, no podría surgir más que en posición de ruptura con tales partidos que, desde el vamos estarían en la vereda de la reacción o tratando de aprovechar la influencia que tuvieran para descarrilarla. Respecto de PO y PTS, el primero criticó el entrismo en el peronismo, pero por sus extralimitaciones-tengo en mente la vieja crítica de Julio Magri- no por principio. En la misma vena, el morenismo sufrió la crítica de muchas otras corrientes trostkistas por su actitud camaleónica. El PTS en cambio, lo que es lógico, hizo una autocrítica bastante tardía -También sus hermanos siameses de Democracia Obrera- pero, como lo señala Rolando en la nota, el problema es más profundo que si nos sacábamos el saco y la corbata o publicábamos ‘bajo la disciplina del Consejo Superior peronista’.
      Saludos

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      AP

      30/11/2014 at 11:07

  3. Esteban. Algo que se me olvidaba. El ‘entrismo’ en el PSUV no tiene la menor lógica-lo digo antes que se nos venga a las barbas el compa de ladudametódica- o mejor dicho, tiene la misma lógica que todo lo demás. Es ni más ni menos que pablismo de tercera generacion, que relega el rol de los revolucionarios a ‘consejeros rojos’ de los vehículos ‘inconscientes’ de la revolución en marcha. El caso de Militant es flagrante, pero, ni mucho menos el único. Marea Roja es un claro exponente del mandelismo en descomposición. Pablistas y antipablistas siempre estuvieron metidos en la misma charca de diferencias escolásticas. Rolando ha hecho un gran favor a la izquierda al meter el escalpelo en este nudo gordiano de las polémicas trotskistas sobre cuantos ángeles pueden bailar sobre la punta de un alfiler. El entrismo de MIlitant en PSVU, es directa colaboración financiada con la chequera bolivariana. La idea es meterse en el aparato con la excusa de ‘estar pegado a las masas’ y el efecto real de ‘quedar pegado a las direcciones’. En Argentina, antes de capitular bochornosamente al FPV -incluso llamaron a votar a Cristina- cosa nada rara, puesto que Altamira se colocó en el ‘de Cristina para abajo vote diputados obreros’- intentaron construirse en la UOM, con la agrupación peronista Tres Banderas, lo que fracasó estrepitosamente. Sobre el entrismo en el laborismo, le han pegado por los cuatro costados. Del lado del trotskismo argentino, son ilustrativas las polémicas del PO con Alan Woods.

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    AP

    30/11/2014 at 11:34

  4. «Algo muy parecido se puede decir con respecto al partido Obrero belga, dirigido por Emile Vandervelde y Henry de Man, y …» -> Es Henri de Man: «anrí» no «jarri» (la hache es muda en francés, como en todas las lenguas romances).

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    José Mercado

    30/11/2014 at 20:27

    • Quise decir: «anrí» no «jenri».

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      José Mercado

      30/11/2014 at 20:28

  5. AP, coincido respecto al entrismo en el PSUV, me refería a que tendría alguna lógica en el sentido de que es un partido con ciertamente una importante capacidad de movilización, lo más cercano a «de masas» que probablemente exista en América Latina hoy en día- Sólo eso, su carácter capitalista está fuera de discusión y el «éxito» del entrismo en el mismo también.
    Con el fracaso de la «Revolución Bolivariana» se están viendo también muchas miserias políticas de sus aplaudidores. El otro día leía que los muchachos de Marea Popular / Patria Grande sacaban una nota lavándole la cara a Maduro a raíz de un pseudoproyecto sobre la participación de las Comunas para «revitalizar» la Revolución Bolivariana. Obviamente se trata de un proyecto testimonial sin incidencia en la realidad que podría ser lanzada por cualquier partido político. Claro del brutal ajuste y la crisis orgánica en Venezuela ni noticia. Con el desembarco de la crisis en América Latina, la progresía ha quedado pedaleando en el aire.

    Respecto al Partido Obrero y el PTS, ignoro esos datos históricos pero al menos creo que el entrismo es desde hace tiempo un debate al parecer terminado y saldado, lo que al menos en este aspecto me parece positivo, y creo que se refleja en su constante énfasis en la independencia de clase. En este sentido, creo que han dado cuenta del cambio histórico en los partidos antes considerados «de masas», a su modo.

    Claro que estos cambios en los partidos otrora de masas no son independientes de las condiciones de acumulación específicas. Si el capitalismo argentino no puede, cuarenta años después, funcionar siquiera con salarios reales del nivel de 1974, qué otra cosa podría ofrecer el PJ más que una cáscara vacía devenida Partido del Orden..

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    Esteban Maito

    01/12/2014 at 18:20

    • Sí Esteban. El fenómeno bolivariano ha hecho perder a muchas corrientes todo parámetro de independencia política. Igualmente, esta lógica aparente de militar en el ‘partido de masas’ empalma con todo el bagaje teórico y político pre existente y en algunos casos es lisa y llana traición. Sobre PO y PTS y el entrismo, efectivamente, como vos decís, han hecho un arreglo ‘a su modo’, lo que es positivo pero deja intactas muchas de las raíces teóricas del error lo que es potencialmente todo un problema. Lenin era muy enfático en ir a las raíces teóricas de los errores políticos. A la larga esta insuficiencia se paga caro.
      Saludos

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      AP

      02/12/2014 at 08:34

  6. Rolando, ¿se podrá poner el enlace para descargar la nota?
    Otra pregunta, ¿sabe en qué compilación está el artículo de Lenin » Íconos contra cañones y frases contra el capital»? Porque en las Obras Escogidas de Marxists.org no está, ni en la versión de 12 ni en la de 3 tomos, mucho menos en las Escogidas de las Ediciones IPS.

    Un saludo.

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    Ilichito

    04/12/2014 at 00:47

  7. Una pavada para José Mercado: en realidad es Hendrik De Man, porque es de la región flamenca de Bélgica (es decir que la lengua que predomina es el flamenco, una variante del holandés, que es una lengua germánica). Distinto sería el caso si hubiera nacido en la región valona, de habla francesa.

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    GG

    26/12/2014 at 18:52

  8. El criterio que usted utiliza, siguiendo a Lenin, para caracterizar a una organización política (dirección de la misma y programa político) es sumamente útil. Recuerdo una conversación con un amigo sobre el carácter del PC chileno (hoy dentro de la coalición gobernante, «Nueva mayoría») y sostenía él que es el partido de la clase trabajadora chilena, algo que en la izquierda en la cual milito es sumamente cuestionado. El criterio utilizado por él, fue la base social obrera de este partido. A mi siempre me a causado dudas. Quizás profesor, y admitiendo que se saldría del objeto en estudio, podría referirse brevemente a la situación de este partido o tal vez escribir una nota sobre este tema.

    También me parece interesante este tema desde el punto de vista sostenido por Ruy Mauro Marini en «Dos estrategias en el proceso chileno» en el que polemiza con la estrategia Allendista «de la vía chilena al socialismo» y las posiciones del MIR (considerando también los argumentos de la teoría de la dependencia). Brevemente, el PC chileno históricamente a buscado alianzas políticas con fracciones de la burguesía chilena, en los 60 y 70 intentó estas alianzas con la democracia cristiana, aunque fallidas. Actualmente, el PC ha logrado alianzas con la DC, aunque esta alianza muestra día a día sus contradicciones, sobre todo respecto a la reforma educacional en curso. De todo esto surgen varias interrogantes, porque el PC, apelando a la correlación de fuerzas desfavorable para el proletariado existentes hoy en Chile apuesta a pactar con fracciones de la burguesía con el objeto de «acumular fuerzas», que al parecer, según ellos, no se podría lograr solo en la acción independiente de la clase trabajadora chilena.

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    Cristian

    15/01/2015 at 03:23


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