Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Respuesta a crítica de Democracia Socialista

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Democracia Socialista publicó una crítica a mi crítica del Programa de Transición, un “Prólogo al prólogo”, en referencia a la nota anterior que publiqué en este blog (ver aquí; la crítica de DS en http://www.democraciasocialista.org/?p=3908). El centro de la crítica que me hace DS está contenido en el siguiente pasaje:

“El enfoque transicional, para nosotros es, más sencillamente, un intento de articular las reivindicaciones de masas en una proyección de radicalización progresiva en el terreno de la conciencia y de la práctica de lucha. La cuestión del agua o del gas en Bolivia, por ejemplo, durante los enormes procesos de lucha que atravesaron a ese país a principios de siglo, planteaban todos los problemas de la soberanía nacional, del control y de la gestión popular. Es decir, cumplían como tales el rol de consignas “transitorias”. En los países donde la reforma agraria es una cuestión central, como Brasil, la cuestión de las ocupaciones de tierras tiene también un alcance “transicional”. Las ocupaciones no son, como tales, incompatibles con el sistema, pero, en el marco de la actual economía capitalista globalizada, constituyen puntos de desequilibrio incontestables. “Detrás del sistema de las reivindicaciones transitorias lo que está en juego es lo siguiente: una acumulación de experiencias sociales que desestabilicen el sistema, indiquen otra organización económica y social y demuestren el potencial de los y las asalariadas en esta perspectiva. Gramsci abordaba esta cuestión con su concepto de “hegemonía político- ética”. La clase oprimida debe conquistar posiciones en el seno de la sociedad antes de conquistar el poder político. En una situación normal, desde luego, esto no deja de ser propaganda y experiencias de un alcance limitado. Pero en una situación de aceleración social esto se integra en un periodo preparatorio de la conquista del poder político” (Sabado, 2006)”.

El problema con esta crítica de DS es que confunde la naturaleza de las consignas que integran un programa mínimo, y las consignas transicionales. Es que mi crítica al Programa de Transición, en lo que respecta a las consignas, es específica: está dirigida a la agitación de demandas transicionales como método para movilizar hacia la toma del poder, o de organizar a las masas para la movilización revolucionaria bajo un régimen burgués. No es una crítica a la agitación de demandas reivindicativas en general. Solo a un ultraizquierdista incurable se le puede ocurrir negar la importancia de luchas por demandas elementales como el agua o servicios sanitarios, espacios democráticos de gestión, aumentos salariales, mejoras en las condiciones laborales, seguros de desempleo, libertades y derechos para las minorías oprimidas, y semejantes.

Para que se entienda dónde está el centro del debate, repito una vez más la diferencia entre las demandas mínimas y transicionales. Las demandas mínimas son aquellas que, por sus principios, son compatibles con el sistema capitalista. Por ejemplo, las demandas de paz, pan, tierra y asamblea constituyente en Rusia de 1917 eran demandas mínimas, o sea, en principio, compatibles con el sistema capitalista. Esto es al margen de las mayores o menores dificultades que pudiera tener la clase dominante para conceder alguna o algunas de esas reivindicaciones, al menos parcialmente (el propio Lenin especuló, en 1917, con que si la burguesía otorgaba la tierra a los campesinos, la revolución podía llegar a desviarse o frenarse). Recordemos que en su definición “clásica”, el programa mínimo “es un programa que, por sus principios, es compatible con el capitalismo y no rebasa su marco” (Lenin, “Observaciones para el artículo acerca del maximalismo”, diciembre de 1916). Este es el contenido que he dado a las consignas del programa mínimo en mi discusión sobre el Programa de Transición  (pienso que también es el sentido en que están en la obra de Marx).

Así, cualquiera puede representarse un sistema capitalista en el cual la gente tenga acceso al agua potable, o los campesinos obtengan sus lotes de tierra. Por supuesto, la consideración de que la consigna es “en principio” compatible con el modo de producción capitalista no es sinónimo de que el capitalismo siempre sea capaz de satisfacer la demanda. Por eso mismo, la lucha por consignas elementales puede, bajo determinadas circunstancias, terminar en movilizaciones revolucionarias; o llevar a mucha gente a la convicción de que es necesario un cambio social de raíz. Y en cualquier caso, la conquista de mejoras fortalece la confianza y las posiciones de la clase obrera y los sectores populares. De ahí la relevancia que daba Marx a las reivindicaciones elementales (se dice que Marx pronunció el famoso “si eso es marxismo yo no soy marxista” disgustado con sus partidarios que despreciaban las luchas por mejoras). En todo caso, acuerdo con Lenin, cuando sostuvo que “la lucha por reformas es demasiado importante como para dejarla en manos de los reformistas».

Las demandas transicionales, en cambio, son por principio incompatibles con la existencia del capitalismo. Desde Marx y Engels esta cuestión se ha subrayado una y otra vez. Puede verse aquí, por ejemplo, la discusión de Engels sobre el asunto. Se llaman “de transición” porque empujan hacia la abolición de la propiedad privada, y en este sentido fueron formuladas por Marx y Engels en El Manifiesto Comunista. Entre las más conocidas encontramos el reparto de las horas de trabajo hasta acabar con la desocupación, sin disminución salarial; la obligación de trabajar; la anulación de la propiedad privada de la tierra; la anulación del derecho de herencia; la abolición del secreto comercial y el control obrero de las grandes empresas; la estatización de la banca y su puesta bajo control obrero.

 Por supuesto, puede discutirse hasta qué punto algunas de estas demandas pueden entrar en lo que se consideró históricamente el programa mínimo. Por ejemplo, la estatización de la tierra fue considerada por Marx una demanda transicional; Lenin, en cambio, la incorporó al programa socialdemócrata de la revolución democrática de 1905. Otro caso particular es la milicia popular (digamos, “a lo Suiza” en su época revolucionaria burguesa). Hoy creo que debemos considerarla transicional. Lo importante, en todo caso, es que existe una diferencia cualitativa entre las demandas de transición al socialismo, y las demandas propias del programa mínimo. Por este motivo Lenin en 1917 rechazó la propuesta de Bujarin de reemplazar la división entre programa máximo y mínimo por un  programa de transición, al tiempo que mantenía la agitación por “paz, pan, tierra y todo el poder a los soviets”.

Toda la discusión que he planteado sobre el PT en lo que respecta a las consignas gira en torno a esta distinción entre demandas mínimas y transicionales. No tiene sentido entonces sugerir que me opongo a la demanda de agua en Bolivia o en cualquier otro lado porque se trataría de una consigna transicional. Como cualquiera puede comprobar comparando las posiciones que presento en mi blog con las de Democracia Socialista, tenemos divergencias políticas muy profundas; pero en aras de la clarificación, los compañeros de DS deberían criticar lo que planteo y no lo que desean atribuirme.

La diferencia entre demanda mínima y demanda transicional también se puede ver en el problema de a quién se le exige la medida. Es que tiene sentido demandar a un gobierno capitalista que otorgue mejoras (agua potable, por ejemplo); pero no tiene lógica exigirle que ponga en práctica un programa de transición al socialismo. Un punto que Engels criticaba a Heinzen, quien formulaba las consignas transicionales como demandas a ser formuladas al Estado burgués.

Por lo argumentado también puede entenderse por qué las medidas transicionales no tienen sentido si no se agitan y aplican en el marco de un programa de conjunto. Por ejemplo, no hay “control obrero” sin organización de poder obrero independiente, esto es, sin poder efectivo para llevarlo a cabo. De lo contrario, es solo una forma de colaboración de clases, o de “participación democrática” en organismos de gestión con la burguesía (muy comunes en las municipalidades, por caso). A su vez, el control obrero de algunas grandes empresas empujará al control obrero de la banca, o del comercio exterior, etcétera. Por eso, unas medidas de transición impulsan a las otras, y se articulan. Como se explica en El Manifiesto Comunista, “… desde el punto de vista económico [esas medidas] (se refiere a las del programa de transición) parecerán insuficientes e insostenibles, pero… en el curso del movimiento se sobrepasarán a sí mismas y serán indispensables como medio para transformar radicalmente todo el modo de producción”. Lo cual tiene sentido: desde el poder la clase obrera instrumenta un programa que impulsa a las más amplias masas a acabar con la propiedad privada del capital. Por eso las medidas transicionales son progresivas si se aplican de manera revolucionaria y transitoria, y entendiendo que solo son posibles “porque detrás de ellas está todo el proletariado puesto de pie, apoyándolas con las armas en la mano” (Engels a Heinzen). Para que se vea la diferencia: es un absurdo decir que en general solo es posible conseguir agua potable si el proletariado está armado. Pero no es absurdo sostener que no es posible imponer el control obrero a la burguesía si no se está armado. ¿Cómo se pueden confundir cuestiones tan elementales?

Otra manera de ver las diferencias: repartir las horas de trabajo hasta acabar con la desocupación, sin bajas de salario, o prohibir los despidos (en una crisis económica equivale a exigir la eliminación de la crisis por decreto) son medidas que, de aplicarse, anularían la ley económica del salario y de la acumulación (el ejército industrial de reserva es consustancial al capitalismo), y por lo tanto serían incompatibles con el capitalismo. Pedir un seguro de desempleo, en cambio, no es una medida transicional. Pedir agua tampoco es una medida de transición al socialismo. A su vez, exigir el control obrero sobre el ejército burgués (como hace el Programa de Transición con respecto al ejército de EEUU), es una consigna lógicamente imposible de aplicar en el Estado capitalista. Pero demandar un derecho al voto, o a la libertad de expresión de los soldados, no es transicional hacia ningún socialismo.

 En definitiva, y para que quede claro: considero altamente progresista una lucha por conseguir agua en Bolivia o en cualquier otro lugar. Y me parece un sinsentido llamar hoy, en Argentina, a las masas trabajadoras a luchar por instalar el control obrero de la producción. Hay un abismo entre ambos tipos de consignas. Por supuesto, reafirmo también lo que expliqué en la anterior nota: la propaganda de un programa de transición (esto es, del programa que propondrían los socialistas a un gobierno de los obreros y las masas oprimidas) puede ser muy necesaria y útil. Pero esto no tiene nada que ver con la agitación de la “escalera transicional” que propuso Trotsky y practicó sistemáticamente la Cuarta Internacional (en todas sus variantes), y fue el eje de mi crítica.

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«Respuesta a crítica de Democracia Socialista»

Written by rolandoastarita

31/10/2014 a 10:46

23 respuestas

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  1. Leí la crítica, no solo el extracto. Otro intento de pasar gato por liebre a cuenta de oportunistas redomados. Primero, las consignas transitorias se pueden aplicar en una etapa de dominio normal de la burguesía, de paz social, incluso en el paraíso. Luego, se introduce la ‘situación de aceleración social’ (?) como pre condición. Eso con que se come. Que significa? La gente camina más rápido?. Quien define que es y cuando existe ‘aceleración social’ en una etapa de dominio normal? Es el clásico palabrerío para disimular que plantean lo mismo que el resto de la izquierda, pero castrado de cualquier referencia a la independencia de clase y a la genuina lucha por el poder de la clase obrera. Por eso la crítica velada al ‘maximalismo’ del viejo programa. Después mechan un poco de Gramsci mal comprendido y peor aplicado condimentado con inventos de su autoría como la lucha socialista ‘intersticial’ (¡) (Sí, en los ‘intersticios’ del PSVU y los parlamentos burgueses) que hacen recordar a los peores dislates de morenismo como el ‘poder obrero atomizado’. En fin, viejas patrañas disfrazadas de nuevo programa.
    PD: dicen coincidir con Astarita en la caracterización de los otrora llamados ‘estados obreros’. Que yo sepa, coinciden solo en el nombre supletorio: Estados burocráticos. Por lo demás, Capitalismo de estado. Sí, el mismo que alaban en Venezuela.

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    AP

    31/10/2014 at 15:10

    • Efectivamente, el planteo de DS es pura verborragia reformista. Dicen coincidir con Rolando en el no estancamiento de las fuerzas productivas, la posibilidad de arrancar concesiones no incompatibles con la dominación burugesa, y pasan de inmediato a afirmar que la consecución de esas concesiones «desestabilizaría» al capital. Así, no hace falta plantear el problema del poder ni la organización autónoma de clase, con las demandas «mínimas-transistorias» ya se tambalea todo el orden social, y de conquista en conquista llegamos al socialismo. Y de remate, rescatan el gobierno obrero en una situación a todas luces no revolucionaria. Una excusa en fin para justificar la política de colaboración de clases y de apoyo crítico (?) al chavismo, sin más horizonte que la colusión con el Estado burgués.

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      max

      31/10/2014 at 16:14

  2. Efectivamente Max. Lo del Gobierno es otra perla. Recurrir a una formulación táctica de por sí ya confusa e imprecisa al momento de ser creada, pero que, indudablemente aludía a una ‘desestabilización’ concurrente con una situación de cuestionamiento revolucionario al sistema que existía como realidad inmediata o potencial y pasaba por la disolución de las cámaras y la ruptura con la institucionalidad ordinaria, es un recurso de manual de todos los oportunistas de ayer y hoy. Se lleva de parabienes con la vejación de ‘izquierdismo enfermedad infantil del comunismo’convertido en carta blanca para el oportunismo mas vil.

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    AP

    31/10/2014 at 17:55

  3. El trotskismo, etapa superior del reformismo.
    La apelación a Gramsci como cita de autoridad es cada vez más común dentro del trotskismo. El PTS argentino lo endiosa, leí publicaciones mandelistas donde también. Llamativo: trotskistas reivindican la praxis teórica del reformista Gramsci, el saltimbanqui que primero fue mussolinista (apoyó la «neutralidad activa y operante» del entonces socialista Benito en 1914) y después estalinista (junto con Togliatti y por mandato estalino destrozó en 1923 a la izquierda bordiguista en el Partido Comunista italiano), el obrerista de los «consejos de fábrica» que fue combatido por Bordiga, el mismo Bordiga que en 1925 fue la última voz en defensa de Trotsky que se escuchó en una instancia internacional de la decadente «Tercera Internacional». Gramsci, el mismo que es reivindicado por reformistas de todo pelaje: desde los anarquistas de ultraderecha (foucaultianos) que pululan en los ámbitos académicos hasta los burócratas sindicales y post-estalinistas, pasando por toda una pléyade de «socialistas», con los mismos argumentos: hay que crear «contrahegemonía», por eso son los principales sostenedores de los aparatos ideológicos de Estado… Gramsci, el mismo que en sus «cuadernos de la cárcel» criticaba impiadosamente con argumentos de derecha a Trotsky.

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    Fernando

    31/10/2014 at 19:04

    • Fernando los foucaultianos ( si eso existe) son anarquistas de ultraderecha? con que argumentos sostiene eso? leyo alguna ves a Foucault o a alguno de los foucaltianos? donde en el pensamiento de foucault esta la ultraderecha ni siquiera anarquista era foucault.
      Gramsci reformista?

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      Paula

      01/11/2014 at 00:50

    • Estimado Fernando. Disculpame que se me haya pasado tu intervención. Coincido en que el reformismo e incluso el trotskismo han utilizado el pensamiento de Gramsci como una excusa para oportunismo. Pero tu crítica a los trágicos errores de Gramsci, se inclina demasiado por el resentimiento que, en mi opinión, te hace perder el sentido de las proporciones. Estás perdiendo de vista la dimensión histórica del proceso con todas sus formidables presiones. Leíste las declaraciones de Bordiga en 1970, poco antes de morir, a Giuseppe Fiori? Allí, el gran revolucionario dice: Nos estimábamos mutuamente. Ni las diferencias de formación cultural, ni las contiendas ideológicas lograron jamás quebrantar nuestra relación. Por otra parte son conocidos los repetidos intentos de Bordiga por lograr hacerlo fugar de Ustica. También los contactos y la ayuda que intentó proporcionarle en 1934 un año antes de su muerte. ¿Te parece que era lo que se merecía un traidor miserable? Los Cuadernos de la cárcel son textos terminales escritos en condiciones infames. Te imaginas lo que era estar preso en Regina Coeli? y bajo el fascismo? Una cárcel medioeval, el hambre, las palizas, sobre un hombre que pesaba escasamente 50 kilos y enfermo? Murió un año después de salir por hemóptisis. Tenía los pulmones reventados a golpes. Te parece comparable a la situación de los escribas que perpetran su revisionismo untados con la chequera bolivariana? Conocés las declaraciones de Gramsci después de Lyon criticando los métodos que estaba empleando el partido ruso con la oposición? No tienen la fuerza de la invectiva de Bordiga, pero muestran en toda su dimensión al hombre desgarrado por las contradicciones de los que consideraba actos ineludibles en defensa de la patria de los soviets? Conocés como Togliatti lo llamó al orden y ese fue el principio de su ruptura? Son demasiadas evidencias para poder catalogarlo simplemente como un traidor y someterlo al repudio en toda la línea.

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      AP

      02/11/2014 at 09:29

  4. ¿Donde está el error de Astarita al separar «reinvindicaciones minimas» de «reivindicaciones transicionales ó de transición»?

    En que no toma en cuenta que la clasificación del proceso histórico en etapas sirve como herramienta para visualizar todo un fenomeno, «descartando» en si su dinamica en su desarrollo. Los estalinistas hicieron otra cosa. No se nos pasa ni por asomo decir que Astarita se identifica con estos, nada mas lejos de nuestra intencion. Pero la separacion que él hace entre «reivindicaciones minimas» y transicionales, es que las primeras serian compatibles con el capitalismo y las otras no.

    Pero las «minimas» eran compatibles en la epoca de Marx y Engels porque el sistema aún se seguia desarrollando, el merito de Marx fue que anticipó su inviabiliad histórica. Pero desde que el imperialismo es imperialismo, ya no hay nada compatible con el capitalismo, el mismo es incompatible consigo mismo.

    Cualquier reivindicacion, sea esta «minima» ó de «transicion» es incompatible con el capitalismo porque este ya no puede satisfacer las mismas.

    Si una conquista salarial es «compatible» en los marcos del capitalismo es porque la correlacion de fuerzas es favorable a la clase obrera.

    Si una reivindicacion de «transición» es incompatible es porque tambien la correlacion de fuerzas es favorable a la clase obrera, si esta es desfavorable, no hay reivindicacion que valga, ni «minima» ni de trasicion.

    Lo que no toma en cuenta Astarita es la dinamica de la lucha de clases y que al ya no haber ascenso de las fuerzas productivas, en su decadencia toda reivindicacion contra el mismo, «minima´» ó de «transicion», puede generar una movilizacion que va contra el mismo sistema.

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    ariel quiroga

    31/10/2014 at 23:12

    • Además de no entender qué es una consigna transicional y una consigna mínima, usted repite la tesis del estancamiento absoluto de las fuerzas productivas. «Pero las (reivindicaciones) “minimas” eran compatibles en la epoca de Marx y Engels porque el sistema aún se seguia desarrollando, el merito de Marx fue que anticipó su inviabiliad histórica. Pero desde que el imperialismo es imperialismo, ya no hay nada compatible con el capitalismo, el mismo es incompatible consigo mismo». «Cualquier reivindicacion, sea esta “minima” ó de “transicion” es incompatible con el capitalismo porque este ya no puede satisfacer las mismas».

      Decir que desde 1914 a la fecha no se pudo lograr ninguna reivindicación mínima dentro del capitalismo es, sencillamente, un disparate que no resiste el menor análisis. Lo he refutado cantidad de veces con enorme cantidad de datos. No pueden responder, pero ahí siguen ustedes, repitiendo el sonsonete del estancamiento absoluto de las fuerzas productivas. Leyendo cosas como esta se puede explicar el descrédito en que ha caído este tipo de discurso, completamente desconectado de la realidad, ante una inmensa parte de la población. Lamentable.

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      rolandoastarita

      01/11/2014 at 00:22

    • Agregado, porque me parece que no fui del todo claro en la anterior respuesta. Para que quede lo más claro posible: cuando alguien me dice que el desarrollo de las fuerzas productivas en el sistema capitalista está a nivel de 1900 (o 1914, da igual); y que en materia de conquistas sociales o democráticas las masas trabajadoras están a nivel de 1900 (o de 1914, da igual), ya no veo sentido a intentar explicar algo. Me encojo de hombros y sigo mi camino. En algún momento hay que resignarse y no perder más el tiempo.

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      rolandoastarita

      01/11/2014 at 09:48

    • Estimado Ariel

      Al afirmar Usted que ya no hay «ascenso de las fuerzas productivas», ¿Como explica usted el siguiente razonamiento?:

      En el año 1900 se calcula que la población mundial era de 1.650 millones de habitantes (ver http://es.wikipedia.org/wiki/Poblaci%C3%B3n_mundial). En el año 2014 la estimación es que vivimos en la tierra más de 7.300 millones de habitantes.

      Si las fuerzas productivas están estancadas desde el año 1914, ¿Cómo diablos podrían alimentarse, aunque sea a niveles de supervivencia, esos 7.300 millones de habitantes?

      Como Usted sabrá, en el sistema capitalista para producir alimentos, ropa, zapatos, lavadoras, cocinas, tractores, automóviles, trenes, teléfonos, petróleo, aviones, computadoras, y un largo etc.etc. etc. para vender mercancías a la población mundial con el objeto de obtener ganancias, por supuesto, y con ello surtir las necesidades, aunque sean mínimas o miserables, de los habitantes del planeta, se necesitan fábricas, Se necesita, en otras palabras, el desarrollo de las fuerzas productivas. .

      Con la teoría del estancamiento de las fuerzas productivas desde el año 1914, las hambrunas tendrían que haber sido terribles y a lo sumo estaríamos viviendo en la tierra unos 2.500 millones de habitantes, o 3.000 millones, por decir cualquier cifra.

      Es tan sencillo el razonamiento, y son tantas las pruebas empíricas de lo que afirmo, que la verdad es que su afirmación para mi es un absoluto disparate.

      Y estoy de acuerdo con Rolando. Si Usted no entiende esto, no tiene ningún sentido polemizar y lo único que queda es encogerse de hombros, y seguir adelante.

      Saludos cordiales

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      La duda metodica

      01/11/2014 at 12:19

  5. Ladudametódica. Creo que a esta altura hasta las direcciones de los mayores partidos trotskistas están convencidas que la teoría del estancamiento crónico de las fuerzas productivas es insostenible. Son ostensibles las piruetas seudoteóricas que se ven forzados a inventar para defender lo indefendible. El problema estriba en que reconocer el error sería tirar de un piolín que puede arrastrar consigo todo el edificio que han armado. Así de peligroso es. Otro aspecto y no menor es el problema del resquebrajamiento de la ‘infalibilidad’ con que construyen con criterio de iglesia. Un reconocimiento abriría grietas imposibles de contener. De todos modos, a la larga no se puede seguir intentando tapar el sol con un arnero.
    Saludos

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    AP

    01/11/2014 at 21:07

  6. Respecto a Gramsci, ya el uso desvergonzado que de él hacen intelectuales reaccionarios debieran alertarnos del carácter por lo menos maleable y ambiguo de su obra, a la que en particular no considero tan relevante. No se hacen usos semejantes de Marx y tanto otros marxistas, y no es algo casual.

    Realmente tener que explicar, es decir hacer un planteo que requiere tener que explicar, que las fuerzas productivas no se han estancado en ningún momento, y mucho menos desde hace un absurdo siglo, es denigrar el debate y el marxismo.

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    Esteban Maito

    02/11/2014 at 02:07

  7. hola Rolando,
    como ve usted el proceso que se desarrolló en el Chile de Allende?
    Hubo un avanzo de medidas transicionales? Digo eso en el sentido de las tomas de fábricas y el avanzo que la propia clase trabajadora impulsaba de manera más radical de que el gobierno proponía.

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    Jonas

    02/11/2014 at 13:08

    • No se puede decir que el gobierno de Allende haya aplicado un programa de transición al socialismo. En los primeros años tomó una serie de medidas de tipo keynesiano, que permitieron aumentar el empleo y la producción (claramente en 19171), pero no significaron en sí mismas avances al socialismo. Se estatizaron algunas empresas, pero quedaron bajo el control efectivo del Estado, jamás de los trabajadores. Se nacionalizó el cobre (en realidad, la nacionalización del cobre ya la había iniciado el gobierno de Frei, con la compra del 51% de las acciones), esto es, se trató de fortalecer un capitalismo de Estado.

      Esto no impidió la fuerte oposición de la derecha, que lanzó medidas desestabilizadoras y subversivas (sabotaje, desabastecimiento, cierre de empresas). La formación de los llamados cordones por parte de obreros y campesinos fue una respuesta a esta ofensiva de la reacción, peo también una exigencia de radicalización del proceso. Los Cordones trataron de resolver cuestiones de la producción, del abastecimiento y el transporte. Además, se pronunciaron por el control obrero de la producción, la entrega de la tierra a los campesinos, el control del abastecimiento y medidas similares. En julio de 1972 se reunió una Asamblea Popular con más de 3000 delegados y representantes de partidos de izquierda, organizaciones populares, sindicatos. Allende acusó a los Cordones y a la Asamblea de irresponsabilidad, sostuvo que el doble poder debilitaba las instituciones del Estado y buscó por todos los medios frenar este proceso. De todas maneras, los Cordones nunca llegaron a tener el suficiente poder como para aplicar un programa de transición al socialismo.

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      rolandoastarita

      02/11/2014 at 15:25

  8. Hola Rolando,
    pero no podríamos interpretar que las medidas de la derecha en Chile justamente provocaron un estancamiento en las fuerzas productivas del país, de modo que la agitación y lucha de las organizaciones de los trabajadores apuntaban exactamente hacia las medidas de un programa de transición: poder obrero en las fábricas, en la logística y abastecimiento de los barrios, etc (faltando, desafortunadamente, la milicia obrera)? Eso sin una vanguardia central y establecida que manejara el programa de manera vertical.
    No estoy discutiendo si lo lograron o no, si llegaron a tener tanto poder como para lograr un éxito en la aplicación duradera de los avanzos trancisionales. Pero la naturaleza de las formas de organización que fueron impulsadas desde la propia clase trabajadora en contra del Estado.

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    Jonas

    03/11/2014 at 01:54

    • Sí, estoy de acuerdo en que las medidas que tomaron los Cordones industriales apuntaban a un programa de transición al socialismo. Me parece muy posible que esa sea en general la dinámica de toda forma de consejismo, o poder obrero, cuando se levanta y organiza como poder independiente y contra el Estado capitalista (por eso no puede prolongarse en el tiempo bajo la forma de doble poder). El mejor ejemplo que encuentro en este sentido es la actuación de los consejos de obreros, soldados y campesinos en Rusia de 1917 (por supuesto, en Chile nunca se alcanzó ese nivel de radicalización y organización). Pero hay que ser consciente también de que por tratarse de un doble poder, incluso en Rusia de 1917 no había posibilidades de iniciar un proceso de transición al socialismo «desde abajo», esto es, sin acabar con el poder de la clase capitalista y su Estado. Pienso que Lenin tenía muy presente esta circunstancia; por ejemplo, cuando criticó la idea de generalizar el control obrero de la producción. Si los soviets no tomaban el poder, no había posibilidades de establecer el control obrero de manera más o menos generalizada.

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      rolandoastarita

      03/11/2014 at 08:45

  9. Reblogueó esto en Humano Buenos Aires.

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    Leonardo Sai

    03/11/2014 at 13:46

  10. Hola Rolando,
    agradezco mucho por sus respuestas.
    Me gustaría solamente comprender un último punto. Desde su punto de vista, la toma de poder a qué se refiere? A una organización central que admistre la producción? O bien el poder coercitivo del Estado?
    Pregunto eso porque en la teoría revolucionaria muchas veces me resulta dificil comprender como es que se pretende vencer al Estado por medio de prácticas análogas a las del Estado. Me viene la pergunta tambiém por la manera como usted formula la cosa:
    «(…) no había posibilidades de iniciar un proceso de transición al socialismo “desde abajo”, esto es, sin acabar con el poder de la clase capitalista y su Estado.» Acabar con el poder de la clase capitalista y su Estado demanda práticas de la propia división de clases y de la organización estatal?, o sea, una separación «los de abajo y los de arriba», y una centralización jerárquica, llevada a cabo adentro de las propias organizaciones de los trabajadores?
    Saludos.

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    Jonas

    03/11/2014 at 14:25

    • No se puede transformar en sentido socialista la sociedad de la mano del Estado capitalista y sus fuerzas de represión. Una futura organización del poder debería partir, o inspirarse, en los casos históricos de la Comuna o las experiencias consejistas.

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      rolandoastarita

      03/11/2014 at 20:00

  11. Al final el rol de la izquierda cuál es? pedir por demandas mínimas a la vez que se agita y se propagandiza las demandas que más ruptura provocan al sistema?

    La izquierda, debe luchar por estas demandas mínimas… sóla o junto a los populismos burocráticos?

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    Carlos E.

    05/11/2014 at 13:19

  12. Rolando, quería preguntarte sobre el tema de la abolición de la propiedad privada de la tierra. Si bien sería una medida bastante disrruptiva, según tengo entendido incluso los clásicos planteaban esta cuestión. Este tema también lo trataste en el blog en donde, si no me equivoco, aclararse que al no tener valor (ya que no tiene trabajo humano) la tierra no es una mercancía. Quería saber, entonces, en que sentido planteas que la abolición de la propiedad privada de la tierra sería una medida transicional.

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    Guido

    11/11/2014 at 11:57

    • Una primera cuestión: la tierra es una mercancía (desde el momento en que se compra y vende), pero no tiene valor. Tiene precio, pero no valor, ya que no es producto de trabajo humano; la tierra por eso tampoco puede considerarse como capital. El precio surge por capitalización de la renta.
      En cuanto a la abolición de la propiedad privada de la tierra, si bien es cierto que desde el punto de vista teórico se podría concebir un sistema capitalista sin propiedad privada de la tierra (sería un caso de la más absoluta libertad de inversión capitalista en el agro), esto jamás existió. De alguna manera la clase capitalista es consciente de que si se cuestiona una forma de propiedad privada, el cuestionamiento puede extenderse.

      En este punto entra la posición de Lenin. Recuerdo que en el programa agrario de 1905 Lenin plantea que la consigna democrática radical era la abolición de la propiedad privada de la tierra. Sería la consigna lógicamente más extrema desde el punto de vista burgués (por eso entra en un programa de revolución democrático burguesa «jacobino», diría extremo). Lenin dice que eso abriría un camino de desarrollo «norteamericano» (en referencia a la entrega de tierra a los campesinos), pero en realidad sería más extremo (en EEUU la tierra se entregaba en propiedad privada).
      Por otra parte, en varios escritos Lenin insiste en que fracciones de los socialistas revolucionarios (el partido campesino) estaban a favor de la abolición de la propiedad privada de la tierra. Pero lo cierto es que en vísperas de la revolución de octubre de 1917 los bolcheviques retiraron su consigna y aceptaron la demanda de reparto de la tierra de los SR (al menos, de su ala izquierda). Esta alianza posibilitó la toma del poder. Por otro lado, no conozco ningún caso en que se haya abolido la propiedad privada de la tierra bajo un régimen capitalista.

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      rolandoastarita

      11/11/2014 at 12:20

    • Gracias por la aclaración Rolando.

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      Guido

      13/11/2014 at 23:33


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