Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Prólogo 2014 a la Crítica del Programa de Transición

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Este Prólogo lo escribí con motivo de la próxima reedición de mi Crítica del Programa de Transición por parte de ¿Dónde empezar? (www.dondeempezar.com.ar). En el mismo sintetizo las ideas centrales de la crítica, y sintetizo los principales argumentos de los cruces polémicos que mantuve sobre el PT.   

El Programa de Transición (en adelante PT) fue escrito, en 1938, por León Trotsky, con motivo de la fundación de la Cuarta Internacional, y desde en­tonces fue el texto programático y político de las organizaciones trotskistas en prácticamente todo el mundo. Incluso las que de alguna manera consideraron necesario actualizar el texto redactado por Trotsky, mantuvieron sin embargo la matriz del viejo enfoque. Pasada casi una década y media desde que fuera pu­blicado por primera vez, aprovecho la oportunidad de esta nueva edición de la Crítica del Programa de Transición para responder brevemente, en este Prólogo, algunos de los principales argumentos que me han presentado los defensores de la política trotskista, y aclarar algunos malentendidos. A este fin, conviene recordar primero las ideas rectoras del PT, y la lógica que las encadena, para ir luego a las cuestiones más debatidas.

El punto de partida del PT son dos datos que Trotsky consideraba decisivos, y objetivamente verificables: el primero era que las fuerzas productivas esta­ban estancadas desde 1914. Según esto, con el estallido de la Primera Guerra el capitalismo había llegado al límite de sus posibilidades históricas de desarrollo, y por lo tanto ya no estaba en condiciones de satisfacer ninguna reivindicación económica o democrática seria de las masas. El segundo hecho del que partía Trotsky era que millones de obreros y campesinos, a lo largo del mundo, se volcaban a la revolución, pero eran traicionados por sus dirigentes.

Ambos hechos son decisivos porque determinan, siempre según la visión de Trotsky, el agotamiento de la democracia burguesa y del reformismo burgués democrático, y en particular su incapacidad para satisfacer las reivindicaciones de las masas trabajadoras. En otras palabras, los experimentos reformistas es­tán condenados al fracaso. Por ejemplo, la política del New Deal de Roosevelt no tiene ninguna perspectiva de éxito, y a la clase dominante solo le quedan, como última alternativa, los métodos de la guerra civil contra las masas traba­jadoras. Por eso, los dirigentes socialdemócratas, stalinistas y tradeunionistas reformistas, que se interponen entre las aspiraciones de las masas explotadas y los revolucionarios, sólo pueden recurrir a la traición. No tienen otra manera de desviar y detener el ascenso revolucionario que la aplicación de los métodos del fascismo contra la vanguardia obrera, como lo había demostrado en España la represión del partido Comunista a los anarquistas, poumistas y trotskistas. Y por eso también, en este cuadro de decadencia y descomposición generali­zada del modo de producción capitalista, cualquier demanda elemental de los trabajadores plantea, objetivamente, la lucha por el poder.

La táctica transicional se inserta entonces como el último eslabón de esta cadena. La misma consiste en agitar unas pocas consignas que, aunque los marxistas saben que son de imposible cumplimiento bajo el capitalismo, sin embargo parecen de sencilla ejecución. Por eso, a fin de que las masas trabaja­doras las tomen en sus manos, los marxistas no aclaran que las mismas no son aplicables, en sentido progresivo, en el capitalismo, y menos de forma aislada. En cualquier caso, esto se precisa en los textos de propaganda, pero no en la agitación hacia millones. Y cuando los trabajadores tomen en sus manos esas demandas, y se movilicen por ellas, se darán cuenta de que es necesario pro­fundizarlas, hasta llegar a la conclusión de que es necesario tomar el poder. Además, reconocerán entonces a las organizaciones de la Cuarta Internacional como sus direcciones revolucionarias, superando así, a través de la profundi­zación de la movilización, a sus actuales direcciones burocráticas y reformistas (pero contrarrevolucionarias en sustancia).

Veamos entonces los principales ejes de mi crítica, las respuestas y contra-respuestas.

Con respecto a la idea de que el capitalismo está estancado desde 1914, sostengo que esta tesis no tiene sustento empírico: la producción material, la magnitud del capital fijo, el desarrollo de la clase obrera a nivel mundial, inclu­so la evolución de las condiciones de vida de las masas trabajadoras, están indi­cando que las fuerzas productivas se desarrollaron desde 1914. Por otra parte, la tesis del PT tampoco tiene sustento teórico; no hay razón para sostener que el capitalismo debía estancarse en 1914.

Posiblemente esta es la parte de mi crítica al PT que más se ha discutido, y en cierta medida es comprensible: si se quita la premisa del estancamiento secular de las fuerzas productivas, el resto no se sostiene. Como alguna vez me lo confesó un dirigente trotskista inglés: “si admito que las fuerzas productivas han crecido desde 1914 (estábamos en 1990), se caen los fundamentos mismos del programa de la Cuarta Internacional”. De aquí también la variedad de res­puestas a lo largo de estos años. Comento brevemente las más comunes:

Que hubo aumento de la producción material, pero no mejora de los ni­veles de vida de las masas trabajadoras. Mi contra-respuesta es que esto está desmentido por múltiples estadísticas, entre ellas, la esperanza de vida o los niveles de analfabetismo.

Que el desarrollo se sustentó en la guerra y el crédito. Sostengo que no se ve que la guerra y el crédito a su vez tienen que sustentarse, a través de los años, en el trabajo productor de plusvalía. Y no hay trabajo productor de plusvalía sin ampliación de la producción.

Que para la época que Trotsky escribió el PT, era cierto que las fuerzas pro­ductivas estaban estancadas. Mi contra-respuesta es que tampoco es cierto: en el cuarto de siglo que transcurre desde 1914 a 1938, y a pesar incluso de la Primera Guerra y la Gran Depresión, el producto por habitante a nivel mundial aumentó, y también lo hicieron las fuerzas de la producción.

Que si bien hoy las fuerzas productivas están desarrolladas, el sistema capi­talista “ahora sí” está estancado desde la gran crisis de 1974-75. Sin embargo la realidad es que en los últimos 40 años también hubo desarrollo de las fuerzas productivas.

Que es necesario afirmar que las fuerzas productivas están estancadas, por­que de lo contrario habría que renunciar a la posibilidad misma de la revolución socialista. Planteo que en este punto el argumento se convierte en una petición de principio (“necesito que suceda así porque mi conclusión política es tal”). Con el agregado que la petición de principio es inútil: la Revolución Rusa, para dar un ejemplo, triunfó antes de que alguien pudiera decir con certeza si el ca­pitalismo a nivel mundial podía regenerarse, o no, si no triunfaba la Revolución Rusa.

Asociado a lo anterior, también critiqué la idea de que el capitalismo ya no podía otorgar ninguna mejora, económica o democrática seria, a las masas tra­bajadoras. Es que si las fuerzas productivas se desarrollan, esta tesis no tiene forma de sostenerse. No hay razones objetivas por las que el capitalismo esté incapacitado de satisfacer cualquier demanda. En particular, en las fases de as­censo del ciclo económico, los trabajadores amplían sus posibilidades de obte­ner mejoras con sus luchas y presión. Lo cual, por supuesto, plantea importan­tes cuestiones tácticas y políticas para los marxistas en torno a las direcciones y programas capitalistas reformistas.

Pero por otra parte, la experiencia histórica demuestra que hubo conquis­tas de los trabajadores, y muy importantes desde 1938. En muchos países se consiguió el salario mínimo, seguros de salud, vacaciones, pensiones de retiro, derechos sindicales y otras mejoras. En el plano democrático, el voto universal (incluido el voto de la mujer) en muchos países; los derechos de las minorías oprimidas; mayor libertad sexual, además de la independencia política de mu­chísimas colonias. Estos logros no niegan, naturalmente, que hay retrocesos, derrotas, catástrofes provocadas por el capitalismo. A diferencia de lo que suce­de con la tesis del desarrollo de las fuerzas productivas, esta parte de mi crítica casi no ha tenido respuesta, por lo menos hasta donde conozco.

Otro importante nudo del PT que he criticado es la afirmación de que en 1938 millones de trabajadores salían a la lucha. Además, critiqué la idea de que las masas eran siempre traicionadas por sus direcciones, como si no hubiera algún tipo de conexión interna entre bases y dirigentes.

Empezando por la situación en 1938, es un dato que entonces la revo­lución y el socialismo revolucionario estaban en retroceso en los centros neurálgicos de la clase obrera: la URSS, Alemania, EEUU, Gran Bretaña, Francia e Italia, para mencionar los más grandes. Y España se encaminaba a la derrota. Planteé también que la caracterización del PT introducía un sesgo desmesuradamente “optimista” con respecto a los análisis políticos, y que esto representaba una gran dificultad. Por otra parte, sostuve que la compleja relación entre las masas y sus direcciones no podía resolverse con la tesis “mi­llones que luchan, dirigentes que siempre cometen traición”. Si la “traición” es recurrente, debe de haber algo más complejo que posibilita esa recurrencia. Sostuve que debía de haber un terreno común, de convicciones ideológicas y políticas en las masas, que posibilitaban que los programas y estrategias de los dirigentes socialdemócratas, stalinistas y tradeunionistas reformistas tu­vieran consenso y se mantuvieran, a pesar de las “traiciones”. En este punto, sostuve, también debería entrar en consideración la posibilidad del sistema de otorgar reformas concretas.

¿Qué se me ha respondido con respecto a estas cuestiones? Pues por un lado, que Trotsky en muchos textos (por ejemplo, sobre la URSS Alemania o España) reconocía la situación de derrota. Lo cual es cierto, pero entonces hay una contradicción con la caracterización del PT. Y si esto es así, hay que pen­sar esa contradicción y explicar qué consecuencias tiene en la lógica del PT.

Por otra parte, en cuanto a la conexión entre direcciones, masas y refor­mas, apenas se me respondió. En alguna polémica (oral o en mi blog) con trotskistas, cuando señalé que con el esquema del PT no podían entenderse el peronismo, el fenómeno de Roosevelt y el partido Demócrata en EEUU, o la admiración que generaba en la clase obrera europea el “socialismo sueco” de la posguerra, se me dijo que esos fenómenos no eran “generales”. Frente a esto digo que lo general existe solo a través de los particulares. Y que un programa que no puede dar cuenta de esta riqueza del concreto como totalidad, preten­diéndose a la vez de aplicación universal, está en serios problemas.

Todo lo anterior lleva al último eje crítico, dirigido a la esperanza de que haya un avance “en escalera” de consignas transicionales. Mi crítica a esta cuestión tiene varias aristas. Por una parte, basada en la misma experiencia. Esta táctica, recomendada por Trotsky, se aplicó con centenares de variantes en infinidad de países y circunstancias, sin que hubiera habido un solo ejem­plo de que las cosas marcharan como Trotsky se esperanzaba que marcharan. No existen experiencias exitosas de avance de movilizaciones de masas por la escalera transicional prevista en el PT, hacia la toma del poder. Sostengo que habría que hacer un balance de esta experiencia, tratar de analizar las razones del fracaso. Pero no advierto que se avance por este camino.

Por otra parte, argumenté que había una razón para que las cosas no fueran así: la clase dominante tiene capacidad de maniobra, la dominación se ejerce no solo con coerción pero también con consenso y concesiones; y sobre esto operan y despliegan su influencia dirigentes socialdemócratas, reformis­tas, etcétera. Sin olvidar los factores ideológicos -el nacionalismo, el racismo, el sexismo, etcétera- que hacen a la relación siempre compleja entre aspiracio­nes, combates, programas, tácticas y representaciones políticas. Por supuesto, no quiero con eso agotar el tema, simplemente apuntar a un espesor que no se atraviesa simplemente a fuerza de agitación transicional.

Pero además, y en tercer lugar, la gente común intuye que muchas de esas demandas transicionales son sencillamente inaplicables bajo el capitalismo. A veces no podrá explicar exactamente por qué, pero se da cuenta de que algo no funciona. ¿Quién va a garantizar, por ejemplo, una escala móvil de horas de trabajo y salario hasta acabar con la desocupación, sin que los empresa­rios bajen los salarios o precaricen infinitamente el trabajo? ¿Desde dónde se impone tal medida? Tal vez estas preguntas subyacen, aunque no se formulen explícitamente. Por eso es necesario precisar quién ejecuta y en qué condi­ciones se aplica una consigna. Por ejemplo, si se agita por el control obrero, hay que explicitar en qué consiste (no es el control de un burócrata), cómo se impone, qué implica (de hecho, un control obrero real implica una guerra abierta contra el capital). Si se plantea que hay que acabar con el IVA (Impues­to al valor agregado) para subir los salarios, hay que explicar en qué condicio­nes y bajo qué gobierno tal medida puede redundar en un aumento duradero. Y así de seguido. Pero esta misma exigencia pone en entredicho la posibilidad de agitar una o dos consignas transicionales de manera “inocente”, como si fueran aplicables en condiciones más o menos normales de dominación del sistema capitalista. Y este es el punto neurálgico del asunto. Si en las actua­les condiciones de Argentina, por ejemplo, un dirigente socialista fuese a la televisión y explicase que la implantación efectiva del control obrero exige condiciones de aguda lucha de clases -organización independiente, milicia obrera, etcétera- su discurso caería en el terreno de lo inaplicable. Cualquie­ra sabe que hoy, en 2014, no hay ninguna posibilidad de poner en práctica semejante consigna. En última instancia, si se aplicara el control obrero en condiciones de dominio capitalista “normal” (esto es, instituciones democrá­ticas, control del Estado), solo sería bajo la forma de control burocrático. No hay otra posibilidad.

En relación con lo anterior, y antes de dejar el punto, parece necesario aclarar que esta crítica de la agitación transicional no significa un rechazo a que los marxistas expliquen que, en caso de acceder al poder, un gobierno re­volucionario de los trabajadores aplicaría un programa de transición al socia­lismo, esto es, un conjunto de medidas que de alguna manera “se demandan y condicionan” unas a las otras, impulsando a la profundización de un curso que apunte a la supresión de la propiedad privada del capital y a la socializa­ción. Esto es, un programa de este tipo puede jugar un rol en la explicación de los objetivos del partido, frente a las grandes masas.

Estos son entonces los núcleos de discusión. No agotan los problemas y cuestiones que son debatibles en el PT. Solo para mencionar las dos más im­portantes, también he polemizado con la caracterización del PT de los países dependientes -esto es, formalmente independientes- como semicolonias, en las cuales estaría pendiente lograr la liberación nacional. Y con la caracteri­zación de la URSS (que en el movimiento trotskista luego se extendió a los países de Europa del Este con régimen soviético, Yugoslavia, Albania, Cuba y China) como Estado obrero. De todas maneras, se trata de discusiones espe­cíficas, esto es, que pueden llevarse adelante con relativa independencia de lo que constituye la estructura fundamental del PT.

Por último, reafirmo lo que escribí en su momento en la Introducción al texto. Esta crítica al PT se escribió a partir de la defensa de un contenido esencial que caracterizó al combate de Trotsky, su lucha contra el conciliacio­nismo (encarnado en primer lugar en las estrategias de los Frentes Popula­res); el nacionalismo (socialismo en un solo país, renuncia a la Internacional), el burocratismo (stalinista y de otros tipos) y el oportunismo en todas sus formas. El marxismo revolucionario deberá fortalecerse asimilando errores, pero también conservando y aprendiendo de lo mejor de sus tradiciones, que no son otras que las de los combates vivos de la clase trabajadora mundial.

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«Prólogo 2014 a la Crítica del Programa de Transición»

Written by rolandoastarita

24/10/2014 a 11:22

47 respuestas

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  1. Bueno, algunos señalamientos generales a este prologo donde Rodolfo resume sus criticas al Programa de Transicion.
    Primero que nada: si se comienza leyendo por su verdadero titulo («la agonia del capitalismo y las tareas de la IV Internacional») se comprende cual es el objetivo del «programa»: cuales son las tareas de los trotskistas en la agonia del capitalismo. Y si se hubiera titulado asi, a la inversa, se hubieran ahorrado infinidad de debates esteriles.
    Lamentablemente el 95% de los trotskistas del mundo entero no lo han comprendido. La cita que hace Rodolfo del militante trotskista ingles es relevante.
    El Programa de Transición NO ES un programa. Es un esquema de como hacer un programa de transición según la situacion politica. Si se toma como lo primero, obviamente se debe concluir que hay fenomenos sociales y historicos posteriores al mismo que no son contemplados por aquel.
    Pero asi como Marx no escribió ningún tratado de lógica dialectica, basta leer entrelineas «El Capital» para ver sus principios, Trotsky tampoco pretendió que el Programa de Transición fuera «El programa».
    Por eso las consignas de transición o transicionales, son un esquema de cuales son las generales que podrian plantearse en la epoca histórica que vivimos, la del imperialismo.
    En cualquier debate sobre el Programa de Transicion, tambien se descarta que Trotsky alli señala que la via mas economica hacia la dictadura del proletariado, es la exigencia hacia las organizaciones tradicionales de la clase obrera que rompan con la burguesia y que tomen el poder !! Lo que Trotsky preveia como una excepcion se ha transformado en una regla general como consecuencia en el fracaso de construir la IV Interanacional.
    Si los trotskistas somos materialistas, no hay otra forma que ayudar al movimiento de masas ha hacer su experiencia con la politica de los aparatos que dirigen a sus organizaciones tradicionales, mas que justamente exigiendo a estos que gobiernen para la clase obrera.
    Relacionado con lo primero, que el 95% de los trotskistas del mundo entero han interpretado al Programa de Transicion como «El programa», tambien rechazan esta exigencia a los aparatos que dirigen a las organizaciones de masas de la clase obrera, porque son «traidores, contrarrevolucionarios» etc, asi como no comprenden la dialectica sobre la cual fue redacatado el Programa de Transicion, no comprenden la dialectica de clases que llevaria a tal gobierno de los PC y los PS, seria una confirmacion si esto ocurriese de que «las leyes de la historia son mas fuertes que los aparatos». Pero parece que para el 95% de los trotskistas del mundo entero es a la inversa, «los aparatos son mas fuertes que las leyes de la historia.
    Por último, no es un argumento muy profundo que las fuerzas productivas no han cesado de crecer porque ha habido una mejora absoluta en las condiciones de vida de millones de trabajadores.
    Ese argumento, en Uruguay, lo usan Mujica y todo el FA para decir que con los gobiernos del FA, «ahora se vive mejor».
    Carlos Marx nunca afirmò que en el capitalismo se iba «a vivir peor», solo demostró que sus leyes de funcionamiento llevaban a un estancamiento de las fuerzas productivas, y que si el proletariado no le quitaba fabricas, bancos y tierras a los capitalistas, estos sabrian como salir de esa crisis de estancamiento, mas lo general de toda la epoca es que al no haber triunfado la revolucion socialista mundial, el capitalismo vive de estancamiento tras estancamiento.

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    ariel quiroga

    24/10/2014 at 12:42

    • Una aclaración menor: mi nombre es Rolando, no Rodolfo.

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      rolandoastarita

      24/10/2014 at 12:48

    • Una respuesta poco seria, que lleva a no revisar nada de lo dicho por Trotsky: «el 95% de los trotskistas del mundo entero no lo han comprendido». Tampoco es serio:»El Programa de Transición NO ES un programa» Esto último no impidió a algunos «revisar» el PdT, para luego decir que sus bases estaban «confirmadas por la historia», y el esquema siguió repitiendose a pesar de ir contra la realidad -por lo tanto, es inútil-.Respecto a la política concreta, entre otras cosas dice «no hay otra forma que ayudar al movimiento de masas ha hacer su experiencia con la politica de los aparatos que dirigen a sus organizaciones tradicionales, mas que justamente exigiendo a estos que gobiernen para la clase obrera», pero además de ilógico el punto es que en buena medida gran parte de las organizaciones trotskistas basan su accionar en este tipo de exigencias y los resultados son paupérrimos. Ni que hablar que no entendió casi nada de la crítica de Rolando, cuando no la desfigura.

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      omar

      24/10/2014 at 14:12

  2. Estimado Ariel Quiroga: quizás leer el Programa de Transición y la Crítica al mismo de Astarita ayude a pensar el problema. A lo mejor acuerda con uno o con otro, o con ninguno, pero por lo menos se va enterando por donde va la discusión.
    Tambien ayuda a pensar un poco el problema recordar que opinamos por acá porque estamos en la era de la informática, y que en el famoso año de estancamiento de las FFPP, para hacer una llamada telefónica había que darle vueltas a una manivela

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    Roberto

    24/10/2014 at 14:16

  3. Me parece que las afirmaciones de Ariel Quiroga apuntan a un tema relevante: las consignas de transición son maneras de llevar a las masas, conducirlas paulatinamente, desde el programa mínimo hasta la toma del poder. La socialdemocracia histórica tenía un programa mínimo y uno máximo; en el medio, sólo esperaban el «colapso» del capitalismo y que se torne necesaria la presencia de los socialistas en el poder. Dejo por supuesto de lado los reformistas que, a partir de Bernstein pero también mucho antes, creían que se accedía al poder por acercamientos sucesivos, y que el programa mínimo era lo único por lo que se peleaba.
    Las consignas de transición son un intento por vincular uno y otro momento, es decir, la situación de necesidad actual con las grandes reformas que sólo un gobierno revolucionario puede realizar. Pero las consignas transicionales del PT se refieren innegablemente a los momentos de crisis, no a cualquier situación, y allí se puede ver que las consignas transicionales pudieron a veces ser escuchadas y entendidas. Cuando los patrones dejaron las fábricas en Hungría en 1919 o en España en 1936, el control obrero de la producción, la toma de las fábricas, la apertura de los libros, fueron hechos concretos. La expropiación de ciertos grupos capitalistas, la expropiación de los bancos, la nacionalización del crédito o del comercio exterior, también son consignas del PT y esta crisis mundial actual las ha puesto a la orden del día. Por supuesto que no se harán realidad, pero una izquierda sagaz puede ponerlas en discusión, y hasta incluso algunos grupos capitalistas estarán interesados en ellas. Consejos obreros (soviets) es otra consigna transicional, y ha tenido una variable presencia en las crisis de muchos países. Quiero decir con esto que las consignas del PT son muchas y han tenido suerte variada, las mismas crisis de cada país o las crisis globales las han sacado del anonimato, planteadas por los partidos trotskistas o no.
    No me hago cargo de cómo han sido presentadas esas consignas por los partidos trotskistas y seguro han tenido sus aciertos y sus desaciertos, sólo me interesa comentar que no son consignas «sacadas de la galera», caídas del cielo. Son intentos, como decía Marx, de proponer una solución natural a lo que parece una crisis histórica. Esa solución «natural» sólo es impedida por las actuales relaciones de clase, y se busca poner a las masas ante la disyuntiva de elegir lo natural y necesario, o someterse a lo histórico y transitorio.
    Lo que es innegable es que todos los partidos de la cuarta internacional han tenido una presencia minoritaria en las muchas crisis y revoluciones que hubo en el mundo después de 1938. No fue el momento de esos partidos, quizá ese momento llegue con la crisis actual, eso espero. Pero no se puede achacar un «mal manejo» de las consignas transicionales a partidos que durante décadas arrastraban una existencia marginal, sin acceso a las direcciones sindicales y con porcentajes ridículos en las elecciones.
    Lo que a mi entender falta en tu crítica, Rodolfo, es una alternativa. O sea, ¿cómo un partido revolucionario tiene que plantear las cosas? Vos mismo destacás que la aparente paradoja entre la consigna y su posibilidad «no se plantea en la agitación, pero se plantea en la propaganda». ¿Creés que se deben descartar las consignas transicionales? ¿Se las ha planteado siempre de manera dogmática, es decir como deducción de una determinada situación, sin esperar que la ocasión sea realmente propicia y evidente?
    De otra manera, nos encontramos solamente en un debate de «oportunidad», de «discurso», de «conveniencias».
    Yo creo que las consignas de transición son un gran hallazgo del PT, y su necesidad no es un «invento» de Trotski. La discusión sobre las consignas transicionales, y con ese nombre, ya apareció durante la oleada revolucionaria de 1918 a 1921, en diferentes partidos del comunismo europeo. Reformular su propuesta no es liquidar el PT, de la misma manera que dejar de hablar de «socialismo feudal» no implica tirar a la basura el Manifiesto comunista de Marx.
    Un abrazo

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    Hernán Díaz

    24/10/2014 at 15:05

    • Acerca de las consignas transicionales usted afirma que, según Marx, «son intentos, como decía Marx, de proponer una solución natural a lo que parece una crisis histórica». Nunca leí esta definición de las consignas transicionales por parte de Marx (tampoco en Engels). ¿En qué escrito se encuentra esta idea?
      Sobre la manera en que deberían plantearse las consignas, lo he tratado en otros lugares.
      Por último, insisto, me gustaría que me tratara por mi nombre. Me llamo Rolando, no Rodolfo.

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      rolandoastarita

      24/10/2014 at 15:12

    • Agregado: que las consignas transicionales no son un invento de Trotsky está claro en los mismos escritos de Marx y Engels. Por caso, en la discusión de Engels sobre el tema (ver aquí); o en el hecho de que el Manifiesto Comunista incluye un programa de transición.

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      rolandoastarita

      24/10/2014 at 15:14

    • Entre los pocos militantes trotskistas que conozco parece repetirse la impresiòn de que «no hay alternativa», no hay otra forma de luhar. En la crìtica al PT y en previos debates con trotskistas en el blog, Rolando ha explicado que antes de Trotsky se militaba de otra forma, desde Marx y Engels hasta Lenin.

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      Ezequiel

      24/10/2014 at 17:27

  4. Señor Rolando: le envío un material que acaba de salir en la pagina digital aporrea.org, en caso de que lo lea, me gustaría saber su opinión y si estaría dispuesto a que sea publicada en esta misma pagina:

    *La Lógica del Capital y la Vigencia de la Ley del Valor-Trabajo en la Transición Socialista *

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    juan afonso

    24/10/2014 at 15:37

    • No entiendo a qué nota se refiere, ni me queda claro cuál es el pedido que me hace.

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      rolandoastarita

      24/10/2014 at 16:13

    • Rolando

      El link de La Lógica del Capital y la Vigencia de la Ley del Valor-Trabajo en la Transición Socialista, cuyo autor es Carlos Lanz Rodríguez, es el siguiente: http://www.aporrea.org/media/2014/10/la_logica_del_capital_y_la_teora_del_valor-trabajo.pdf

      Carlos Lanz es uno de los intelectuales venezolanos, que se reivindica marxista, pero que sin embargo apoya a Chávez y al régimen bonapartista burgués chavista. Contradicción total, según mi parecer. Es de los que cree que desde este tipo de régimen se puede lograr la transición al socialismo.

      ¡Son 871 páginas para parir un ratón! ¡Qué desperdicio!

      Saludos

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      La duda metodica

      25/10/2014 at 17:27

    • Aclaratoria:

      Carlos Lanz Rodríguez no solamente apoya al régimen bonapartista burgués chavista. En realidad forma parte de él. Es uno de sus dirigentes. Fue director de las empresas del aluminio (ALCASA y VENALUM), por lo que ha sido uno de los responsables del desastre de las empresas básicas de Guayana en Venezuela. Las dos empresas que dirigió están actualmente absolutamente quebradas, prácticamente en el abandono total.

      Lanz es partidario del famoso «control obrero», el cual fracasó rotundamente cuando fue aplicado en las empresas que estuvieron bajo su mando..

      Rubén González, dirigente obrero de Ferrominera, condenado a siete años y medio de prisión por el régimen chavista por defender el contrato colectivo de los trabajadores, siempre se refirió al «control obrero» diciendo que en realidad esta consigna significa «obreros controlados».

      Existen grupos trotskistas en Venezuela que, a pesar de oponerse al régimen chavista, en ese momento apoyaron con todo la consigna del «control obrero». Increíble, pero cierto.

      Podemos ver una breve biografía de Carlos Lanz en el siguiente link: http://www.herramienta.com.ar/autores/lanz-rodriguez-carlos.

      Saludos

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      La duda metodica

      25/10/2014 at 22:47

  5. Compañero Rolando,

    Perdoname por escribir en portugués, eu sou brasileiro.

    O que você pensa do ponto de vista de Ernest Mandel, que defendia que sim as forças produtivas estão se desenvolvendo, mas tenta defender assim mesmo que existe um «método do programa de transição» que continua válido?

    Eu acho muito importante a obra de Fernando Claudín, La Crisis del Movimento Comunista, onde ele fala que não apenas o trotskismo, mas sim o conjunto da Internacional Comunista, defendiam uma estratégia baseada numa concepção de capitalismo agonizante. O problema teórico é que, se reconhecemos que o capitalismo não está em agonia, é preciso formular outra estratégia. Me parece que Gramsci foi o único dirigente da IC que tentou fazer isto. O que você pensa que seria uma estratégia alternativa à das reivindicações transitórias e crise de direção?

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    rodrigosilvadoo

    24/10/2014 at 19:17

    • Pienso que la posición de Mandel (y del Secretariado Unificado de la Cuarta Internacional) fue inconsistente: por un lado reconocía que el sistema capitalista en la posguerra había entrado en una fase de desarrollo de las fuerzas productivas, lo que le permitió conceder importantes mejoras a la clase trabajadora (claramente en Francia, donde la CI tenía relativa fuerza). Por otro lado defendió el «método» del Programa de Transición que se basa en la idea de que la clase dominante no puede conceder ninguna reforma. De manera que esa política no tuvo lógica (dejo de lado que durante largos años los trotskistas orientados por el SU hicieron «entrismo» en el partido Comunista). Agitar demandas de transición al socialismo bajo un régimen capitalista que acumula «normalmente», y además concede reformas, no tiene el menor sentido.

      Esta situación dio lugar, además, a una discusión sin salida en el movimiento de la Cuarta Internacional. Es que los trotskistas que se mantuvieron al margen del SU en los años 1950 y 1960 planteaban que continuaba abierta la crisis de 1930, o que no había verdadero desarrollo. Una posición insostenible. Mandel respondía demostrando que había desarrollo de las fuerzas productivas (posición con la que acuerdo), pero al mismo tiempo planteaba que el método de la agitación transicional era válido, en esas condiciones. Lo cual, repito, era incoherente. El propio Trotsky reconocía que si el capitalismo experimentaba una nueva fase de desarrollo, el método que proponía en el PT no tendría validez.

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      rolandoastarita

      24/10/2014 at 19:51

    • Sim, e quanto à estratégia alternativa? Se o capitalismo permite reformas e se o encadeamento de reivindicações transitórias não se aplica, o que fazer?

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      Rodrigo Silva

      25/10/2014 at 20:01

    • Lo he explicado en otras notas, el tema excede el espacio de un comentario. De todas maneras, tenga presente que el marxismo llegó a ser de masas sin que los marxistas agitaran consignas transicionales, como lo hace la Cuarta Internacional; y el capitalismo otorgó mejoras. Le recomiendo estudiar los escritos de Rosa Luxemburgo o Lenin frente a las posiciones del ala derecha de la socialdemocracia. También las recomendaciones de Engels en la Segunda Internacional; incluso consultar el programa del partido obrero francés, escrito por Marx, donde no figura palabra sobre agitación transicional. ¿Desde cuándo se ha establecido esto de que si no hay agitación transicional no hay manera de hacer política socialista??

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      rolandoastarita

      25/10/2014 at 20:13

  6. Compañero Rodolfo (chiste) Entiendo como natural que compañeros que por primera vez leen notas vinculadas a la discusión sobre ‘Programa de Transición’ o en general ‘consignas transitorias’ su uso y vinculación con etapas en el desarrollo capitalista o situaciones de la lucha de clases, planteen sus observaciones o dudas en crudo. Sería importante recomendar a estos compañeros la lectura de la ‘Crítica al programa de Transición’ y especialmente a nota sobre Trotski y desarrollo de las fuerzas productivas, con sus respectivos comentarios, facilitando el enlace.

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    AP

    24/10/2014 at 22:07

  7. Rolando, no comprendo la conexión entre dos elementos que plantea usted en su Crítica, y de alguna manera lo veo como una contradicción. Asumamos como presupuesto de base que toda «reforma» y toda «concesión», dentro del capitalismo, son susceptibles de ser «revocadas». Dicho esto, usted señala que es posible la concesión de demandas económicas o democráticas dentro de este modo de producción. No obstante, de alguna manera me queda la sensación de que todas estas demandas usted las ubica como «consignas transicionales». Por ejemplo, dentro del capitalismo, ¿no es posible la eliminación del IVA de la canasta básica? El IVA constituye una forma de financiamiento del Estado, que puede obtener recursos de otras maneras. No veo nada «esencial» al capitalismo en cuanto modo de producción en el IVA. ¿Por qué requeriría algún tipo de gobierno obrero o revolucionario una reivindicación de este tipo?

    Por otro lado, esto lo menciono para enriquecer el debate (y también para ver su opinión al respecto). Desde hace algunos años vienen desarrollándose en el país corrientes que podríamos incluir dentro de una «nueva izquierda» o un «nuevo anticapitalismo». En relación a cómo se enlazan las demandas de un programa mínimo con el objetivo final socialista, el documento fundador de una organización reciente, «Democracia Socialista», con la que no tengo vínculos pero que creo que expresa con claridad la postura de este espacio político, señala:

    «Si una ventaja tenía el viejo Programa de Transición era el de apostar a una concepción práctica de la construcción de conciencia entre las clases subalternas. Para nosotros sigue siendo necesario articular el trabajo reivindicativo que puede conquistarse en el marco del capitalismo con nuestro programa estratégico, es decir, enlazar orgánicamente las preocupaciones inmediatas de las masas con el socialismo, pero de un modo acorde a las condiciones sociales y políticas actuales. Un posible “programa de transición” para nuestro tiempo debe reconocer que una lucha reivindicativa no solo conduce a eventuales resultados “materiales” sino que también confiere un poder propio de la acción común de las clases subalternas en lucha. Poder sobre la organización del trabajo, sobre las condiciones laborales y organizacionales, sobre la capacidad de restringir la lógica de gestión capitalista. Poder en base al desarrollo de relaciones sociales, políticas y productivas alternativas a las dominantes. Un poder, también, propio de la organización cooperativa y democrática que se desarrolla en la lucha. Estos poderes obreros y populares, esa ampliación de la soberanía política de las clases subalternas, tal como puede encontrarse en la consigna clásica del “control obrero”, cumplen un papel prefigurativo de la sociedad que anhelamos. Estas medidas y consignas deben también considerarse transicionales y resultarían complementarias a las luchas propias del programa mínimo, en un nuevo programa de transición, coherente con la coyuntura y las luchas actuales».

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    juan

    24/10/2014 at 22:57

    • Jamás sostuve que una demanda mínima es una demanda transicional. El reclamo de aumento de salario, o libertad sexual, son demandas mínimas (entendidas en el sentido que definió Lenin). El caso del reclamo por la supresión del IVA es específico: en sí mismo es un reclamo por cambiar una técnica impositiva. El problema es cuando se sostiene que la supresión del IVA es una vía para la mejora la distribución del ingreso. He polemizado con esta concepción, concretamente con el Partido Obrero. Lo interesante es que en la respuesta que me dieron se admite que mi planteo es correcto: si la supresión del IVA no va acompañada de toda otra serie de medidas transicionales, no afecta en ningún sentido importante la distribución del ingreso. Pero más significativo es que este mensaje siguió «guardado» en la propaganda práctica (por caso, en las intervenciones en los medios en que se presentó el asunto). Puede ver mi intervención en la polémica aquí y aquí.

      Con respecto a Democracia Socialista, es una reedición de la vieja posición del Secretariado Unificado de la Cuarta Internacional. Decir que el PT es una apuesta «a la concepción práctica de conciencia entre las clases subalternas» es repetir el razonamiento de Trotsky, sin responder a los argumentos que he presentado. ¿En qué lugar la construcción de conciencia entre las clases «subalternas» avanzó con agitación de consignas transicionales? ¿Dónde permitió avanzar en organización de masas? ¿En qué lugar ayudó a superar a las direcciones burocrático burguesas, como la del chavismo? La respuesta es que en ningún lugar. Ni siquiera cuando la Cuarta Internacional dirigida por Mandel tuvo voceros reconocidos (pienso en Krivinne) la agitación de demandas transicionales dio resultado práctico alguno. Frente a esto propongo una explicación teórica (que de hecho está inspirada en escritos de Marx y Engels), que NUNCA me han respondido. Una demanda transicional en condiciones de dominio normal de la burguesía no confiere ningún «poder propio de la acción común de las clases subalternas». No lo hace porque solo lleva a la confusión y a callejones sin salida. La razón básica es que se trata de un despropósito: en la práctica, si no se tiene el poder, la consigna transicional solo puede formularse como exigencia a un gobierno burgués. Y aquí comienza el desbarranque. Por eso las consignas transiconales no permiten desarrollar «poder en base al desarrollo de relaciones sociales, políticas y productivas alternativas a las dominantes». Esto es volver al viejo sueño de los falansterios comunistas (agregando que una cooperativa obrera bajo el régimen capitalista no es plasmación de ninguna consigna transicional).

      Sinceramente, todo esto es palabrerío vacío, con el que se entretiene a la gente («estamos construyendo poder popular alternativo basado en relaciones sociales antagónicas al capitalismo», y similares discursos). El control obrero, instrumentado en esta sociedad, bajo condiciones normales de dominio burgués no llevan a «prefigurar» nada. Es simple colaboración de clases de burócratas sindicales (como lo demuestran decenas de ejemplos en el mundo). Son tácticas funcionales al dominio de las clases dominantes. Al respecto, no es casual el silencio que ha mantenido la Cuarta Internacional (Mandel no podía dejar de conocerlo) con respecto a las críticas de Marx y Engels a la aplicación de agitación transicional en situaciones de dominio normal de la burguesía. Ojo, no critico que discrepen; lo que critico es que nunca dieron argumentos razonados para demostrar por qué la lógica planteada por Marx y Engels estaba equivocada. «Democracia Socialista» no hace más que repetir ese procedimiento. Por supuesto, tampoco jamás se hizo balance de los resultados prácticos de este tipo de agitación.

      A lo anterior, un agregado: uno de los casos más aberrantes de «aplicación práctica» del PT ha sido el apoyo práctico a regímenes burocrático burgueses como el chavismo, bajo las más diversas formas (entrismo, apoyo «crítico», «acompañando el proceso», etcétera). Asunto en el que participan entusiastamente muchos mandelistas o filo mandelistas (entusiasmo aceitado por repetidos viajes pagados por el chavismo, al estilo de los viajes que pagaba el gobierno soviético a los «amigos de la URSS», amigos que religiosamente disimulaban con consideraciones apologéticas la brutalidad reaccionaria del régimen).

      En definitiva, de nuevo es la lógica de los oportunistas de todas las épocas: «agitemos demandas de transición al socialismo con la esperanza de que las masas «las impongan» a los dirigentes «confundidos y vacilantes». ¿Se imagina las veces que he escuchado lo mismo? (todos los «entrismos» trotskistas al peronismo siguieron esa lógica). Los resultados están a la vista, y son bastante conocidos. Lo cual no impide que insistan con la receta. En definitiva, es una vía cómoda para que el marxismo «nacional y estatista» termine dando apoyo, de hecho, a burócratas, milicos, oportunistas y aventureros de todo tipo que se proclaman «socialistas» (y explotan sistemáticamente el trabajo). A esto hoy le llaman «no ser sectarios» (como han expresado dirigentes de esta «Democracia Socialista»). Por todo esto podrá entender que no hay manera de conciliar mi postura con todo esto.

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      rolandoastarita

      25/10/2014 at 10:05

    • Juan: Con respecto al IVA hay aquí mismo un posteo. no tiene que ver con que sea esencial o no al capitalismo, sino a cómo se determina el salario en el capitalismo para el marxismo. Este tiene dos determinaciones, una que tiene que ver con lo necesario para subsistir y otra que tiene que ver con lo que se considera un salario «normal» a partir de lo que ha podido avanzar la clase obrera en incorporar productos a su canasta. Claro que otras corrientes no marxistas pueden explicar otra cosa, pero en mi caso creo que Marx acierta en esto.
      Para el caso del IVA (como todo impuesto indirecto) se paga con plusvalía. Si se aboliera, el salario se iría ajustando a su nivel anterior. Con un contexto inflacionario, no habría mayor problema en que esto suceda. Y si .. el estado vería como recauda por otro lado, con otros impuestos que saldrian …. de plusvalía.
      Por otro lado, Democracia Socialista critica al trostkismo por sectario, no porque estén mal su transicionalismo, o por lo menos, no tan mal del todo. Toda su teoría de la prefiguración no es más que la supuesta posibilidad de desarrollar núcleos de economía y sociedad «socialistas» dentro del capitalismo: de ahí su convicción de que algo de esto esté sucediendo en Venezuela de la mano del chavismo.
      A DS lo tiene sin cuidado que cada acto de compra-venta que realiza el valor, con un estado que garantiza las condiciones de esa realización, afianza el control burgués. Por eso plantean cada verano, con los cortes de energía, control obrero y de consumidores de las empresas de energía, sin importar cómo se aplica eso: los obreros decidirán inversiones? repartirán ganancias? contratarán trabajadores? despedirán si tienen que ajustarse al ciclo recesivo de la acumulación? Control obrero o control de los obreros por la ley del valor y el fetichismo de la mercancía?
      Los trabajadores no pueden controlar sus propias organizaciones sindicales, cómo controlaran empresas de energía en una sociedad capitalista?
      En realidad nada importa, entra todo en la categoría abarcalotodo de «prefiguración», en donde la teoría del valor, y las leyes de la acumulación capitalista tienen muy poco que hacer.
      Por lo menos el trostkismo más «clásico» sabe que esas medidas son inaplicables dentro del capitalismo.
      Podríamos tomar también el ejemplo de las cooperativas que surgen de las fábricas que quiebran o son abandonadas por sus patronales: aquí no hay nada de «prefiguración». Según Marx eran útiles porque mostraban que era posible organizar la producción sin patrones, pero criticó una y otra vez la idea de que así se llegaba al socialismo. Mucho menos «control obrero». Es más, estas cooperativas tienen que vérselas con el «control» que le aplican todas las leyes del capitalismo a partir de la necesidad de salir airosos a la hora de vender su mercancía

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      Roberto

      25/10/2014 at 10:33

  8. Compañero Juan. Rolando distingue con claridad las demandas que pueden ser realizadas dentro del sistema capitalista y las que no. Es un aspecto que en el Programa de Transición formulado por Trotski aparece confundido. Si lee con atención el PDT verá que el viejo revolucionario borra las fronteras al plantear que lo ‘realizable’ es una función de la lucha, aunque reconocerá que el ‘programa mínimo’ aún conserva cierta fuerza vital y es crecientemente reemplazado por un programa de consignas transitorias. Es un enfoque acorde con la visión de que la sociedad se polariza cada vez más hacia la revolución en los marcos de un sistema que ha entrado en punto muerto. En cuanto a Democracia Socialista. Es el mandelismo reciclado. Su reclamo de un nuevo programa de transición acorde a los tiempos, recae enteramente en el campo de las ‘actualizaciones’ que tanto abundaron en el pasado y no implica ruptura con su lógica interna, salvo por un detalle, se coloca en contra de su línea de principios. No me imagino a Trotski capitulando miserablemente al experimento chavista y madurista, sosteniendo una alianza de conveniencia mientras el propio gobierno reprime ferozmente a los trabajadores y manda a matar a los líderes obreros de oposición. Lo de la construcción de ‘espacios de poder obrero’ a la vera de la lucha por lo mínimo, es historia antigua. Son los ‘islotes de socialismo’ mal mezclados con el ‘contrapoder’ gramsciano y yerbas similares. En este caso, una excusa para la colaboración de clases y el reforzamiento del estado capitalista burocrático. No creo que nada de esto tenga que ver con el espíritu revolucionario que anima el programa de transición de Trotski y menos aún pueda empalmar con la propuesta programática que se deduce de la critica de Astarita.
    Saludos

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    AP

    25/10/2014 at 10:03

  9. Rolando. Me llamó la atención en tu respuesta a Juan, el recordatorio de la discusión con PO por el asunto del IVA. Si bien parecen no estar dándole mucha pelota actualmente a la supresión del IVA sobre la canasta básica, efectivamente, sigue apareciendo de vez en cuando. Aún cuando se hace cierto reconocimiento en la polémica, nunca hay consecuencias prácticas en la modificación de los planteos programáticos y especialmente, el discurso ‘de masas’. Es la necesidad de resultar ‘electoralmente creíbles’. A propósito de esto, me enteré que Altamira viene siendo criticado por fuerzas aliadas, por que, parece estar reconociendo públicamente que una consigna como el ‘Control Obrero’ solo se puede plantear en una situación revolucionaria. Nada menos. Si bien es temprano para emitir juicio definitivo, da la impresión que ‘la letra con sangre entra’ y algo esta crujiendo en el viejo andamiaje mental. ¿Correrá la misma suerte que el asunto de IVA? Prima facie, pienso que así será, pero no deja de ser interesante ver como las necesidades de la puja de aparatos juega extrañas pasadas, aunque después se produzca la recaída en el viejo cassete, o mejor dvd, para no deschavar la edad.

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    AP

    25/10/2014 at 11:56

  10. Después de volver a leer las intervenciones, me da la impresión que, efectivamente, está muy afincada, especialmente en nuestro medio, argentino y latinoamericano, la idea de que es imposible militar sin agitar, vengan o no al caso, consignas transicionales, es decir, llamados a la acción revolucionaria, que, indefectiblemente caen en saco roto ante la ausencia de cualquier atisbo de poder obrero y que, como bien explicó Rolando más arriba, terminan convertidos en apelaciones a su ejecución por o en connivencia con el estado capitalista. Más allá de los antecedentes históricos bolcheviques o pre bolcheviques, basta mirar la realidad que nos rodea, desprovistos de las anteojeras sectarias, para ver que no es así. Existen en la realidad actual varias organizaciones que ponen en el primer plano de su actividad política diaria y de cara a las masas, la conexión entre demandas irrealizables bajo el capitalismo y la revolución obrera. Un ejemplo dentro del campo del trotskismo es el Grupo Internacionalista. Dentro del campo de la izquierda comunista, el BIPR,cuya sección histórica es Battaglia Comunista. Se puede afirmar con razón que tales grupos no se elevan a los ‘éxitos’ organizativos -miles de militantes-influencia parlamentaria-cientos de locales-importantes finanzas-multitud de rentados etc. de nuestras organizaciones vernáculas, pero por lo menos no se construyen vendiendo gato por liebre, ni embarcando a la militancia en fanáticas perspectivas e infelices ilusiones que terminan prosternadas a la coyunda del estado capitalista. Con esto, no afirmo que tales grupos estén exentos de errores, desviaciones, sectarismo, a lo largo de décadas, hemos tenido grandes polémicas, lo que quiero afirmar es que otra forma de militar es posible y en mi opinión, aconsejable. La cosa pasa por los objetivos que se pongan en primer plano: inflar el aparato, mimetizándonos con el estatismo, populismo, nacionalismo burgués, estalinismo residual, etc. o construir un partido revolucionario que crezca en base a decir la verdad a las masas, por más que implique nadar contra la corriente y sufrir la marginalidad que implica librar una guerra ideológica como norte que orienta nuestras acciones prácticas. El esquema ‘transicional’ que aplica gran parte de la izquierda revolucionaria mundial, es, en cambio, una fórmula para el crecimiento rápido a expensas de la teoría y el programa revolucionario, pero, con el techo que implica ser segundones ‘de izquierda’ del populismo burgués y pequeñoburgués.

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    AP

    26/10/2014 at 10:57

  11. El problema de los programas políticos de la izquierda es que les cuesta decir lo que realmente quieren hacer, por posible rechazo de los distintos grupos sociales. Lo ridículo de la izquierda es que le habla a ciudadanos de clase media como si fueran campesinos del siglo 19, y eso le produce descrédito y rechazo por parte de la mayoría de la población. Es cierto, el discurso peronista gana por que es más creíble y factible de realizar. Pero si nos ponemos a pensar es muy hueco.

    Pienso que si los partidos de izquierda tuvieran las agallas para proponer lo que realmente buscan, sin rodeos ni vueltas, van a poder imprimirle más contenido a la política actual, que tiene un nivel de banalidad extremo. También es fundamental que la izquierda comprenda la realidad social del proletariado moderno, que tiene otras aspiraciones y otras formas de comportarse distintas a las de un campesino ruso que recién llega a Petrogrado en 1910. Esas cosas son fundamentales y la izquierda no les da importancia. Por eso saca pocos votos.

    Cuando la izquierda dice que hay que tomar una fábrica y hacer la revolución, no sólo no es creíble, sino que es una burla a la población. Es tomar a la gente por estúpida y eso termina siendo perjudicial. Y la realidad que toda esta demagogia barata de «hacer la revolución» es producto de ocultar las verdaderas intenciones de lo que es un programa marxista leninista. Si no se le explica a la gente la teoría económica de forma que cualquiera la pueda entender vayan despidiéndose de hacer política, y déjenle el terreno a los globos amarillos.

    También vi que el autor mete a Stalin en la misma bolsa que Roosvelt y Perón. Le recomiendo un libro de historia urgente a «rodolfo».

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    Rojo, bien rojo.

    28/10/2014 at 17:06

    • Rojo bien Rojo. En su intervención se evidencian varias confusiones. Por empezar, no es cierto que la izquierda le habla a la clase trabajadora, como si lo hiciera con un campesino ruso en 1910. El discurso de la izquierda está adaptado a los tiempos y precisamente, en buena medida, a los prejuicios legalistas, de la clase media y la conciencia reformista y sindicalista de la clase obrera. Lo que ocurre es que conjuga esta propuesta electoralmente edulcorada con un supuesto método movilizador, que detonaría por arte de magia la energía revolucionaria contenida en las masas en todo tiempo y lugar. Esto la lleva a navegar permanentemente en la ambiguedad que media entre la reforma parlamentaria y el programa revolucionario. El programa ‘marxista leninista’ en cambio, pasa por explicar mediante la propaganda continua, perseverante, inclaudicable, la verdad a las masas y la necesidad de la revolución, no como un llamado directo a la acción cuando las condiciones no está dadas, sino, como un objetivo vital tras del cual debe ordenarse una enorme vanguardia, consciente y abnegada. Por último. No veo donde el autor meta en la misma bolsa a Stalin, Roosvelt y Perón. Lo único que se me ocurre es que todos fueron contrarevolucionarios. Su recomendación sobre los libros de historia está totalmente fuera de lugar y es por completo irrespetuosa respecto de un intelectual de amplia cultura como Rolando. El juego de nombres, no es una fina ironía, sino un remate de mal gusto que surge de un resentimiento estalinista. No se por que carajo se me ocurrió hacer un chiste amistoso. Da lugar para que hasta se agarren de eso a la hora de deslizar un ataque.

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      AP

      28/10/2014 at 21:33

  12. Estimado Rolando:
    Le hago la pregunta aquí porque no sé bien dónde hacerla…
    No sé si asistió o tuvo acceso a las discusiones que se plantearon en las VII Jornadas de Economía Crítica que se realizaron en La Plata. ¿Tiene algún comentario y/o balance sobre ellas?
    ¡Su blog siempe imprescindible para la (re)construcción de un marxismo riguroso!
    Saludos fraternales
    Mariana Maañón

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    Mariana

    29/10/2014 at 14:46

    • Gracias por el aliento. Con respecto a las JIC, no asistí ni seguí las discusiones.

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      rolandoastarita

      29/10/2014 at 15:16

  13. Hola Rolando,
    tus artículos son muy interesantes, y en cierto punto, me movilizan a debatir, respecto de lo que vengo de leer en http://www.teoriaypraxis.org/biblioteca/index.php/2-pag-de-descarga-libro-critica-al-programa-de-transicion-de-leon-trotsky
    Sugiero la mires.
    Gracias!

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    Santiago

    24/03/2015 at 02:04

    • No conocía esto. Cuando tenga tiempo lo leo completo. Mejor dicho, cuando tenga tiempo y también ganas y paciencia, porque llegué hasta la página 24 y hasta allí me pareció muy pobre. Por supuesto, aunque no estemos de acuerdo, nos podemos entusiasmar con un texto que nos presenta desafíos intelectuales. Pero no es este el caso.
      Gracias de todas maneras por el envío.

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      rolandoastarita

      24/03/2015 at 09:19

  14. No creo que sea necesario escribir un artículo para responder esto. Probablemente por eso la discusión ha sido más oral que escrita. Solo quiero señalar que me sorprende la poca modestia que hay para plantear cosas tan «profundas». La tercera internacional de Lenin planteó un sistema de reivindicaciones transitorias. La Cuarta lanzó un programa para preparar el triunfo futuro del proletariado. Trotsky apostaba sobre todo a la salida de la segunda guerra mundial. La perspectiva inmediata que tenía la humanidad a fines de los 30’s, era la destrucción, no la producción, a escala mundial. Dos bombas atómicas en Japón. ¿Hablar de la decadencia del capitalismo no tenía fundamento? Claro, Suiza fue neutral y vivió «en paz», esa fue la excepción no la regla. Hablar de «descolonización», con las bases militares yanquis por todo el mundo es cínico. En el artículo Estadística y Socialismo, Lenin explica bien que no puede haber verdadera independencia; el imperialismo es reacción en toda la línea. El crédito claro, tiene que pagarse. O también puede sacarse más crédito y así tirar la deuda más años. Como diría Keynes: a largo plazo todos estaremos muertos. Bueno, el plazó ya venció. Ahora los obreros griegos están siendo masacrados y traicionados por un Syriza que ni siquiera puede cumplir su plan «mínimo». Pero tu libro ya hacía agua con el llamado neoliberalismo y las nuevas invasiones imperialistas que ahora se multiplican. Pero repito, no olvides las Malvinas, ni las bases militares yanquis en todo el continente, Panamá 89, etc. Si la burguesía puede ceder cosas para salvarse, ¿por qué entonces no cedió la reforma agraria radical en Cuba, por qué las refinerías yanquis no quisieron procesar crudo soviético? Por ahí empezó la expropiación de la burguesía en junio del 60. Tú puedes creer lo que quieras sobre el supuesto «capitalismo de Estado». Planteado en tus términos: ¿Por qué la burguesía cubana y los yanquis no hicieron estas concesiones que «quizás» hubieran evitado perder sus negocios en favor de la nueva «burguesía estatal estalinista»?…Lo mismo para Yugoslavia, China y Vietnam ¿Perón hizo reformas radicales? Mejor hablemos de Velasco, que según Atilio Borón fue el burgués más radical de América. Se expropió una petroleras para después terminando multiplicando por tres la deuda externa según datos de Carlos Malpica. Se dio la tierra al campesino y dejó una deuda millonaria que hasta debe pagarse, con la plata los gamonales se convirtieron en exitosos financistas. Se masacró niños en Huanta, dirigentes mineros, etc. La Triple A peronista tampoco dice mucho de su vocación reformista.
    ¿En qué parte dice Trotsky o la cuarta que la burguesía ya no puede hacer en general concesiones? Como dice Trotsky en A donde va Francia: las concesiones son sub-productos de la lucha revolucionaria traicionada por el reformismo. ¿Acaso el frente popular francés no lo fue??? Lo que no pueden haber son concesiones sin lucha revolucionaria, bajo paz social….y esto explica tanto el New Deal, como la política de posguerra….porque la revolución armada llegó a Francia, Italia y Grecia…esto se sostuvo con el crédito y lo improductivo y no en la producción….Si revisas las declaraciones del grupo francés en la Verité (puedes verlos en los facsímiles del MILITANT colgados en el MIA), se combinó la agitación de demandas transicionales con la lucha por el poder, se hablaba de conquistar una comuna con armas en la mano….en octavillas de agitación!!!….Estas debatiendo con los epígonos, es decir, con el PO y el PTS donde la lucha por el poder se agitará para el año 3200, mientras hablan del poder en los escritorios de sus institutos como muchos sectarios también. Las consignas de transición sin el llamado al poder siempre fue una traición para el verdadero trotskismo. Hablar del fracaso de la política del mandelismo o el morenismo no tiene nada que ver con Trotsky. Frente al «trotskismo» social-demócrata cualquier sectario de escritorio puede aparecer lúcido e invencible. ¿Has leído la enfermedad infantil…de Lenin? Otra pregunta: ¿Acaso plantear que el capitalismo es progresivo y que pueden hacerse concesiones pacíficas no era el discurso de Berstein precisamente? El sectario siempre será la cara inversa del social-demócrata de derecha porque parte de la idealización seudo-estadística del capitalismo, empirismo economicista puro. ¿Pan, paz, tierra y todo el poder a los soviets, no fue así que se conquistó la dictadura del proletariado en Rusia?…..Embellecer al capitalismo para luego plantear su derrocamiento no suena nada progresista….la indignación intelectual pequeño-burguesa contra el capital es impotente…..solo las demandas de transición JUNTO con la lucha por el poder han marcado y marcarán una salida para la actual crisis de la humanidad.
    PD: Lenin ya decía que las estadísticas burguesas no son de fiar, ven las conquistas de la aristocracia obrera y dejan los migrantes y los «informales», los millones de desocupados que ya ni se cuentan. Ahora el PBI europea cuanta la prostitución y el narcotráfico.
    Una cosa es en el aula universitaria otra en la lucha de clases.
    Una cita de Trotsky:
    Los despojos del reformismo haciendo las veces de programa revolucionario.
    La idea final de la resolución programática del Comité Central corona dignamente todo el edificio. Citémosla literalmente:
    “Combatiendo cada día para aliviar a las masas laboriosas de las miserias que les impone el régimen capitalista, los comunistas subrayan que la liberación definitiva no puede ser lograda más que por la abolición del régimen capitalista y la instauración de la dictadura del proletariado”.
    Esta formula no sonaba mal en los principios de la socialdemocracia, hace medio siglo y aun más. La socialdemocracia dirigía entonces no sin éxito la lucha de los obreros por reivindicaciones y reformas aisladas, por lo que se llamaba el “programa mínimo”, “subrayando” bien que la liberación definitiva no sería realizada más que mediante la revolución. El “objetivo final” del socialismo era dibujado entonces en la lejana nebulosa de los años. Esta concepción, que ya en la víspera de la guerra se sobrevivía, es la que el Comité Central del Partido Comunista ha transportado súbitamente a nuestra época, repitiéndola palabra por palabra, hasta la última coma.
    ¡Y estas gentes invocan a Marx y a Lenin!
    Cuando “subrayan” que la “liberación definitiva” no puede ser lograda más que por la abolición del régimen capitalista, se ingenian para engañar a los obreros con la ayuda de esta verdad elemental. Pues sugieren la idea de que un cierto mejoramiento, e incluso un mejoramiento importante, puede ser obtenido en los marcos del régimen actual. Muestran al capitalismo declinante y en putrefacción como sus padres y abuelos mostraban al capitalismo robusto y ascendente. El hecho es indiscutible: los estalinistas se adornan con los despojos del reformismo.
    La formula política marxista, en realidad, debe ser la siguiente:
    Explicando todos los días a las masas que el capitalismo burgués en putrefacción no deja lugar, no sólo para el mejoramiento de su situación, sino incluso para el mantenimiento del nivel de miseria habitual; planteando abiertamente ante las masas la tarea de la revolución socialista, como la tarea inmediata de nuestros días; movilizando a los obreros para la toma del poder; defendiendo a las organizaciones obreras por medio de las milicias; los comunistas (o socialistas) no pierden, a! mismo tiempo, ni una sola ocasión de arrancar al enemigo, en el camino, tal o cual concesión parcial o, por lo menos, impedirle rebajar aun más el nivel de vida de los obreros.

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    Carlos

    19/04/2015 at 08:46

    • Por favor, trate de ser más breve. Esta es una sección de «Comentarios». Si quiere publicar artículos, busque otro medio.
      Por otra parte, sus «argumentos» (abusando del término) ya los he respondido en muchas oportunidades.

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      rolandoastarita

      19/04/2015 at 11:45

  15. Gracias por no censurar mi comentario-artículo, es un gesto democrático que debo destacar. Solo quería añadir una cita más de la tercera internacional, en especial para los que siguiendo a Lenin creen que la Cuarta no fue bolchevique. Según Astarita paz, pan, tierra fueron demandas mínimas, es decir, Lenin no habría aprobado jamás demandas de transición para la lucha por el poder. Sin embargo, la tercera de Lenin y Trotsky planteó lo siguiente: «En lugar del programa mínimo de los reformistas y centristas, la Internacional Comunista plantea la lucha por las necesidades concretas del proletariado, por un sistema de reivindicaciones que en su conjunto destruyan el poder de la burguesía, organicen al proletariado y constituyan las etapas de la lucha por la dictadura proletaria, cada una de las cuales, en particular, sea expresión de una necesidad de las grandes masas, incluso si esas masas todavía no se colocan conscientemente en el terreno de la dictadura del proletariado. (…) Toda objeción contra el planteamiento de reivindicaciones parciales de este tipo, toda acusación de reformismo bajo pretexto de estas luchas parciales, derivan de esa misma incapacidad de comprender las condiciones reales de la acción revolucionaria que ya se manifestó en la oposición de ciertos grupos comunistas a la participación en los sindicatos y a la utilización del parlamentarismo. No se trata de predicar siempre al proletariado los objetivos finales sino de hacer progresar una lucha concreta que es la única que puede conducirlo a luchar por esos objetivos finales. Hasta qué punto las objeciones contra las reivindicaciones parciales están desprovistas de fundamento y son extrañas a las exigencias de la vida revolucionaria se derivan sobre todo del hecho de que incluso las pequeñas organizaciones fundadas por los comunistas llamados de izquierda, como asilos de la pura doctrina, se han visto obligadas a plantear reivindicaciones parciales cuando han querido tratar de arrastrar a la lucha a masas obreras más numerosas que las que le rodean o cuando quieren tomar parte en las luchas de las grandes masas populares para poder ejercer su influencia sobre ellas. (…) La naturaleza revolucionaria de la época actual consiste precisamente en que las condiciones de existencia más modestas de las masas obreras son incompatibles con la existencia de la sociedad capitalista, y que por esta razón la propia lucha por las reivindicaciones más modestas adquiere las proporciones de una lucha por el comunismo.» (Tercer congreso de la internacional comunista, 1921).

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    Carlos

    20/04/2015 at 03:17

    • ¿Qué tendrá que ver esta cita con el Programa de Transición? Vaya uno a saber. Para alguna gente, argumentar es sinónimo de citar como loros. Para este tipo de discusiones que he tenido con trotskistas, véase aquí.

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      rolandoastarita

      20/04/2015 at 09:01

    • 1. En un comentario tú dices: «Por supuesto, Lenin presenta un programa (ver por ejemplo el texto “La catástrofe que nos amenaza”) que aplicaría el gobierno de los soviets para salir de la situación. Pero es un programa que se aplicaría desde el poder. Como ya he explicado muchas veces (pero ustedes no responden), al mismo tiempo plantea que hay que mantener la división entre programa máximo y mínimo». Bueno, te estamos respondiendo. La tercera de Lenin dice: «En lugar del programa mínimo de los reformistas y centristas, la Internacional Comunista plantea la lucha por las necesidades concretas del proletariado…». Más claro, imposible.
      2. El 14 de febrero de 1934, los trotskistas franceses estaban frente a una situación pre-revolucionaria. No había dualidad de poder. Estas eran sus consignas: defensa de las demandas económicas de todos los trabajadores, aplastamiento del fascismo y también «¡contra el consejo municipal Chiappista, los trabajadores de París opondrán la comuna de los trabajadores! ¡contra el parlamento podrido, ustedes opondrán el parlamento de los trabajadores! ¡hacia la milicia de los trabajadores! ¡Larga vida al poder de los trabajadores!». Puedes creer que es correcto o no combinar el llamado a tomar el poder con las consignas de transición. Lo que no se puede hacer es afirmar que Trotsky no planteó esto, que solo se limitó a agitar demandas esperando que la dualidad de poder caiga del cielo. Como diría Trotsky: «[debemos plantear] abiertamente ante las masas la tarea de la revolución socialista, como la tarea inmediata de nuestros días».
      3. Repito, la política que hicieron ustedes bajo la dirección de Moreno no tiene nada que ver con el trotskismo, convirtieron el programa de transición en el programa mínimo de la social-democracia. Entiendo el peso traumático de esta experiencia, pero tampoco es solución irse al otro extremo, mezclando bordiguismo con bolchevismo.

      Hasta aquí mi aporte, saludos

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      Carlos

      20/04/2015 at 15:10

    • Ya respondí muchas veces estos argumentos. No puedo pasarme la vida repitiendo la diferencia entre programa mínimo y programa transicional, o de qué forma Lenin (o Marx) aconsejó luchar por reformas y consignas mínimas, diferenciándose del reformismo (incluso en el pasaje que usted cita dice “En lugar del programa mínimo de los reformistas y centristas, la Internacional Comunista plantea la lucha por las necesidades concretas del proletariado…”). De la misma manera, los pasajes en que Trotsky aconseja de qué manera se deben agitar las consignas transicionales los he citado, y ahí están para quien quiera leerlos. No pueden decir que los inventé. Tampoco es un invento mío que Lenin haya planteado que por lo menos hasta que no se hubiera tomado el poder, y éste se hubiera consolidado, tenía vigencia la división entre programa mínimo y máximo. Estas cuestiones no se solucionan amontonando citas sin ton ni son, como hace usted. Hay que explicar esos textos con argumentos. Lamentablemente, su método de discusión es el que vi en mis años de militancia en el trotskismo. No avanzan un milímetro. Están siempre en el mismo lugar.

      Por otra parte, le pido que no se meta con cuestiones personales. No tengo por qué darle explicaciones de dónde milité en el trotskismo (por cierto, no fue solo en la corriente de Moreno), ni ponerme a discutir con usted (un desconocido, para colmo) si tengo «pesos traumáticos» por haber estado en tal o cual corriente trotskista. Limítese, por favor, a los argumentos políticos.

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      rolandoastarita

      20/04/2015 at 16:41

  16. Carlos. Lo que usted plantea es una línea argumentativa que no sale de los cánones habituales de cualquier corriente trotskista. En esencia: el Programa de Transición es la síntesis y lógica consecuencia de la teoría y práctica aplicada con anterioridad por el marxismo revolucionario, en especial el Partido Bolchevique y la Tercera Internacional. Lamentablemente y pese a la certidumbre con que se lo ha repetido por décadas, es algo que un examen exhaustivo no permite probar. El hecho de que el movimiento trotskista haya convertido al programa de consignas transitorias, no ya en un sustituto del programa mínimo, sino, del programa máximo, hecho cierto y verificable, no lo cambia.
    Ya en ‘Que Hacer’ Lenin prevenía contra el peligro de pretender sustituir la propaganda y agitación revolucionaria consecuente, por un ‘programa de acción’. Nunca se pronunció por la abolición del programa mínimo en aras de un programa alternativo. El famoso folleto: ‘La Catástrofe que nos amenaza y como combatirla’ está planteado en condiciones poder dual, no de cualquier vaga y antojadiza situación ‘prerevolucionaria’, arbitrio que el movimiento trotskista pretendió asimilar a toda situación previa a la toma del poder y convertida de ese modo en una categoría vacua de contenido.
    El programa de los Espartaquistas alemanes referencia explicitamente la aplicación de las consignas transitorias en la dictadura proletaria.
    La Tercera Internacional se creó e intervino en una situación revolucionaria mundial cuyo disparador fue el Octubre Rojo. Lejos de declarar periclitado el ‘programa mínimo’ intentó codificar un uso de las consignas parciales y transitorias que fuera ‘contra los reformistas’ y previno acerca de su generalización abusiva. El sujeto al que se dirige el ‘Programa de acción’ como lo dice la propia letra de las resoluciones, son los Comités de Fabrica, los Soviets industriales y los Sindicatos Rojos, sin olvidar que fracciones significativas de la clase se polarizaban hacia el comunismo bajo el influjo y teniendo como meta, la dictadura de clase que en Rusia los obreros defendían con las armas en la mano.
    Las diferencias con los llamados ‘ultraizquierdistas’ (los bordiguistas entre ellos) no se referían al uso de consigas parciales y transitorias, sino, a la aplicación del parlamentarismo revolucionario y del ‘frente único’ ‘por arriba y por abajo’ que estos consideraban contraproducente. También sobre el problema de la ‘ofensiva permanente’ que estos agitaban negándose a reconocer que la ofensiva había dado paso a un período defensivo en que era preciso dotarse de una política efectiva para conquistar a la mayoría de la clase obrera, sin la cual, la lucha por el poder era imposible. A esto se agregan las discusiones sobre la proyección del ‘Frente Único’ a nivel del gobierno, que, en efecto, fue una distorsión desastrosa de neto cuño Zinovievista y que sembró enorme confusión y desorientación alimentando la capitulación del KPD y contribuyendo al desastre de la acción de marzo, en la que Brandler terminó siendo el chivo expiatorio de los desvaríos del CEI frente a los cuales Trotski tuvo una posición centrista, de la cual se autocríticó solo de modo implícito en varios textos. Finalmente, el Programa de acción para Francia puede considerarse el último intento de Totski por mantenerse dentro de la continuidad previa que conecta las consignas de transición y el poder obrero apelando a una necesaria y explícita vinculación. Algo que en el Programa de Transición de 1938 quedará diluido a una vaga e inespecífica ‘relación de fuerzas’ dada por la lucha concreta. Resta decir en descargo del viejo maestro que el mismo se encargó de aclarar en el programa que consignas centrales, como la nacionalización de la banca o el comercio exterior, solo darían resultados favorables a la clase obrera si esta toma el poder, algo con frecuencia olvidado por sus sucesores oportunistas. También que en las conversaciones sobre el programa, reconoció que si las condiciones que le daban sustento cambiaban, el programa debía ser cambiado, frente a lo cual la actitud general de los trotskistas, lejos de recapacitar, fue la defensa intransigente de la inmutabilidad de los supuestos que lo fundamentan.
    El programa de transición aparece como el intento postrero de puentear la derrota profunda del proletariado que ya era un hecho a mediados de los treinta y proyectarse en un alza revolucionaria que inevitablemente acompañaría la guerra inminente. Derrota que Trotski se negó a reconocer obstinadamente. Si esto se combina con una prognosis de ‘crisis final’ e irreversible del capitalismo, se obtiene el concierto de causas por las cuales, supuestamente, el ‘Programa de Transición’ se transmuta en un programa para una ‘época’, inmutable y definitivo, afirmación que, lamentablemente, el curso vivo de los acontecimientos, se encargó de desmentir.

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    AP

    20/04/2015 at 20:40

  17. Que me disculpen Rolando y los lectores por la extensión desmedida.

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    AP

    20/04/2015 at 20:44

    • El señor Rolando pasó de largo el punto sobre Francia (era de esperarse…), tú no puedes evitar reconocer los hechos pero a regañadientes claro. El problema es de método por supuesto: el hermenéutico o el marxista. Para entender lo que se dijo se tiene que contrastar con lo que se hizo. El programa de acción para Francia orientó la política del trotskismo por lo menos hasta el asesinato de Trotsky. Revisar por ejemplo el pronunciamiento del 10 de diciembre de 1938, obviamente después de la fundación de la Cuarta Internacional. Espero que tus ligeras afirmaciones sean tu «último intento» en favor de las «teorías» de Astarita. Obviamente la política de la Cuarta no solo se desprende de la situación política sino también del ritmo de los acontecimientos, por esta razón si revisan los primeros escritos sobre España (proceso más «lento») el planteamiento central es poner en pie soviets (juntas) y no la toma del poder, otro fue el planteamiento para EEUU o México. Sería de un esquematismo infantil pretender aplicar la misma táctica para todas las situaciones y ritmos de la lucha de clases. Con esto en la cabeza no me sorprende tampoco que se interprete lo que dice la Tercera Internacional como se les da la gana a ustedes. Cambien el método y la discusión podría ser más seria. Otra cosa: por favor, hacer referencia a lo que dijo o hizo Mandel o Moreno no viene al caso, es un recurso sofístico para incautos. Saludos leninistas!

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      Carlos

      21/04/2015 at 16:15

    • «Rolando pasó de largo el punto sobre Francia (era de esperarse…)».
      La realidad es que en 1934 Trotsky apostaba a que la socialdemocracia francesa deviniese revolucionaria. La cuestión es discutida aquí y aquí. Esto es, agitación transicional para hacer evolucionar al PS al bolchevismo. Pasaron 80 años y se siguen reivindicando estos disparates como geniales tácticas de la política.

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      rolandoastarita

      21/04/2015 at 16:28

  18. Para sacar conclusiones y aplicarlas a la realidad actual, les posteo un sitio que publica el libro titulado “Engels y el arte de hacer política”, Tambień se incluye “Notas sobre ‘Engels y el arte de hacer política’. Imperdible! Podés bajarlo en http://www.debates.teoriaypraxis.org/index.php/es/.
    El texto realiza un análisis sobre lo que hoy significa el Programa de Transición y el Programa de Máxima y de Mínima, que son los dos programas que disputaron la hegemonía del socialismo y del marxismo, desde hace más de cien años el primero y más de 75 el segundo.
    Buena Lectura!

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    Ana María

    25/03/2016 at 22:27

  19. «la clase dominante tiene capacidad de maniobra, la dominación se ejerce no solo con coerción pero también con consenso y concesiones; y sobre esto operan y despliegan su influencia dirigentes socialdemócratas, reformis­tas, etcétera. Sin olvidar los factores ideológicos -el nacionalismo, el racismo, el sexismo, etcétera- que hacen a la relación siempre compleja entre aspiracio­nes, combates, programas, tácticas y representaciones políticas. »

    Esto me parece clave. Los partidos «revolucionarios» están atrasadísimos en cuanto al estudio de la dominación burguesa. Si se habla con un militante de por qué la estrategia comunicacional oficialista es tan efectiva no hay mucha diferencia con un progre que dice «los medios de comunicación le lavan el cerebro a la gente». O a lo sumo generalidades sobre la fórmula de Marx «la ideología dominante es la de la clase dominante».

    Gramsci estudió la dominación (considerando las condiciones en las que se encontraba) y produjo un aparato conceptual que todo marxista debería conocer (bloque histórico, hegemonía y crisis orgánica). Estudió la función de los intelectuales y la formación del sentido común. Prácticamente no se lo aprovecha. En Argentina se le regaló Gramsci a la progresía que aspira a cambios culturalistas dentro del capitalismo.

    También Bourdieu estudió la dominación. Claro que desde una sociología no-revolucionaria. Pero el marxismo justamente se nutrió de asimilar dialécticamente contenidos de origen no-revolucionario mientras fueran científicos.

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    La Cagámpora

    14/12/2017 at 08:14

  20. Estamos de acuerdo que porque en el Programa deTransicion Trotsky afirme que las fuerzas productivas han dejado de crecer ello sea cierto. Pero dos cosas fundamentales que tampoco el 95% de los t rotskistas del mundo entero han entendido. El «Programa de Transicion» NO ES UN programa. Y que es? Es un esquema de como redactar un programa de transicion SEGUN la situación política de que se trate. Lo segundo que NO ES EL programa de la IV internacional. Es un programa que los militantes por aquella le plantean a las demás corrientes del movimiento que se planteen tomar el poder. El programa de la IV Internacional es para DESPUES de tomar el poder, y el mismo está en «La revolución traicionada», en «Carta al VI Congreso de la III Internacional», «Problemas de la vida cotidiana», etc.

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    Ariel Quiroga

    02/08/2019 at 04:19

    • El 95% de los trotskistas no entendieron que cuando Trotsky llamó «Programa de Transición» al programa que votó el Congreso fundacional de la Cuarta internacional, en realidad no quería llamarlo programa, sino «esquema». El 5% de los trotskistas, en cambio, sí se dio cuenta que donde decía «Programa» debía leerse «esquema». Descubrimiento iluminador. La humanidad agradecida. ¿En qué modifica esto el diagnóstico «las fuerzas productivas han dejado de crecer en 1914»? Vaya uno a saber. En cualquier caso, sigue siendo divertido ver cómo algunos tratan de salvar lo insalvable con piruetas lingüísticas.

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      rolandoastarita

      02/08/2019 at 08:49

  21. Buenas tardes Rolando: termino de leer tu Crítica al Programa de Transición. Coincido plenamente. Advierto que muchas de las críticas, aparecen profundizadas teórica y contrastadas empíricamente en tus libros Valor, mercado mundial y globalización, y Economía política de la dependencia y el subdesarrollo. Evidentemente estamos frente a un plan de estudios concienzudamente desarrollado y articulado. Felicitaciones por la profundidad y la magnitud del trabajo y la casi soledad, por lo menos en Argentina, con la que lo llevás adelante. Ahora bien, en las referencias bibliográficas de tu Crítica al PT aparecen artículos tuyos publicados en «Debate Marxista». ¿Qué posibilidad hay de acceder a los mismos ya sea en formato papel (no parece de fácil acceso la revista) o en formato digital? Saludos cordiales. A.

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    alecus

    07/02/2020 at 18:58

    • Gracias por el aliento. Con respecto a Debate Marxista, lamentablemente no conservo los artículos. Incluso me falta la colección completa. Con respecto a algunos temas, como la crítica al estatismo, al nacionalismo («Argentina semicolonia», «liberación nacional»), la discusión sobre la naturaleza social de la URSS, están tratados en el blog. El tema más importante que no he tratado en el blog es la crítica a las formas de organización burocrática de los partidos de izquierda. Vinculado a esto, la crítica a la idea de que la independencia de clase se puede alcanzar fomentando alguna suerte de «partido obrero amplio» (tipo PT de Brasil; o sindicato como Solidaridad, de Polonia). Por suerte conservo la DM en que tratamos estos asuntos. Seguramente en un futuro voy a publicar estas notas en el blog.

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      rolandoastarita

      08/02/2020 at 08:59

  22. Rolando, ¿que opinión tiene acerca de la teoria de la revolucion permanente, de Trotsky?
    ¿Tiene alguna nota publicada en el blog sobre ese tema?
    Saludos.

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    JWK

    07/03/2020 at 19:46

    • Soy crítico de la teoría de la revolución permanente de Trotsky, pero hasta ahora no he tenido tiempo para ponerlo por escrito. Me va a llevar un tiempo escribir sobre esto, porque tengo muchas cosas pendientes.

      De todas formas, adelanto lo central de mi diferencia. Se refiere a la idea de Trotsky sobre que, en la era del imperialismo y el estancamiento de las fuerzas productivas, ningún país podía avanzar en el camino de la revolución democrático burguesa (esto es, independencia nacional, eliminación del feudalismo o de estructuras precapitalistas en el agro, libertades democráticas) en tanto no se estableciera una dictadura del proletariado, dirigida por el partido Comunista.

      Sobre estas cuestiones, Lenin tuvo una postura mucho más acertada. Digo acertada en el sentido que fue confirmada por la historia. En muchos pasajes, cuando presenta sus tesis sobre el desarrollo del capitalismo en Rusia, Lenin explica que la revolución democrático burguesa terminaría imponiéndose, ya fuera por vía de una revolución «jacobina radical» (sintetizada en la fórmula bolchevique de dictadura democrática de obreros y campesinos) o por vía reformista y «desde arriba»; o por alguna combinación de estos dos caminos. En polémica con Lenin Trotsky tiene razón cuando afirma que la dictadura democrática de obreros y campesinos solo podía tomar la forma de una dictadura de la clase obrera, que avanzara combinando la realización de tareas democráticas con tareas de corte socialista; y con proyección revolucionaria internacional. De hecho, es lo que ocurrió a partir de Octubre. Pero fue un error de Trotsky negar las otras vías que preveía Lenin, que se habrían de desplegar si no triunfaba el camino «jacobino revolucionario».

      Lo peor es que Trotsky luego generalizó a todos los países su tesis. Y los trotskistas lo aceptaron como si fuera una cuestión de principios. Esa tesis de la imposibilidad de que los países avanzaran hacia democracias burguesas (más o menos limitadas, por supuesto) se combinó y potenció, además, con la idea del estancamiento crónico de las fuerzas productivas; con la tesis de que la democracia burguesa estaba «agotada» en todo el mundo; que por lo tanto ya no eran de esperar reformas democráticas más o menos serias (al pasar, el voto universal, incluido el voto femenino, se consiguió en casi todos lados después de que Trotsky afirmara esto).

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      rolandoastarita

      08/03/2020 at 12:02


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