Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Crítica del PTS por tema deuda

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El PTS ha tenido la gentileza de responder mis posiciones por el tema de la deuda (ver aquí y  aquí); y más en general, sobre la cuestión «imperialismo – liberación nacional» (aquí y siguientes). Dado que el texto del PTS resume muy bien la postura del «marxismo nacional», pongo aquí el enlace a fin de que tenga más difusión y los lectores del blog puedan comparar posiciones. Es:

http://puntoddesequilibrio.blogspot.com.ar/2014/08/la-deuda-externa-el-imperialismo-y.html.

Por otra parte, he tratado los antecedentes teóricos y políticos de la cuestión «imperialismo – liberación nacional» (y la cantinela «Argentina es explotada por el capital financiero internacional») en mi libro «Economía política de la dependencia y el subdesarrollo. Tipo de cambio y renta agraria en la Argentina», Bernal, Universidad Nacional de Quilmes, 2010 (próximamente va a estar disponible en la web).

Además, y a fin de contribuir al debate, en los próximos días, publicaré una nota referida a la «lógica del capital» (no es casual que la idea sea criticada por el posmarxismo «nacional – izquierdista»); y otra nota acerca de mi crítica al «Programa de Transición» trotskista (la táctica transicional subyace a la agitación del no pago de la deuda). Naturalmente, estas cuestiones están en el centro de mis diferencias con el programa del Frente de Izquierda.

Written by rolandoastarita

12/08/2014 a 09:19

40 respuestas

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  1. Dos preguntas. 1) Por «lógica del capital», ¿se refiere a lo mismo que István Mészáros? Este es uno de los principales intelectuales del «marxismo chavista» y suele utilizar muy a menudo esa expresión. 2) ¿Será posible que algún día se publique alguna nota breve que contenga el núcleo duro de su crítica al Programa de Transición? Dado que la crítica en sí es extensa, sería bueno contar con una nota breve que contenga «lo esencial», como herramienta didáctica. Saludos.

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    Juan

    12/08/2014 at 11:22

    • No leí a Mészáros; mejor dicho, intenté varias veces la lectura de alguno de sus trabajo, no logró interesarme y abandoné. Voy a explicar en la nota dedicada al tema por qué hablamos de una lógica del capital (o del valor). En cuanto a la Crítica del Programa de Transición, estoy terminando un prólogo para una edición que se va a hacer este año, y precisamente voy a sintetizar las ideas principales de mi crítica.

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      rolandoastarita

      12/08/2014 at 12:41

    • Aunque Rolo avisa que va a hacer un «prólogo nuevo» tene en cuenta que en esta misma página al costado abajo, figura el texto principal que escribió hace varios años. Lo menciono por si pasó por desapercibido.

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      omar

      12/08/2014 at 12:48

  2. ¿La explotación entre países centrales y periféricos se remite a la teoría del valor interpretando que naciones menos productivas son explotadas por las mas productivas? Este punto fue aclarado por vos Rolo, y parece ser muy solido. ¿Esta discusión se relaciona con este «error» en los fundamentos teóricos? Es decir, los compañeros/as siguen sosteniendo este error de interpretación. Hace poco vi que este error también se reproducía en un tesista de RyR. Aclaro que no leí el libro de Juan Kornblitt.
    Abrazos, Agustín

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    Agustín

    12/08/2014 at 11:29

    • La idea de que las naciones menos productivas son explotadas por las más productivas es, efectivamente, UNO de los modos o vías por las cuales muchos marxistas sostienen que hay explotación entre países. Es una de las variantes de la tesis del intercambio desigual (creo que hoy la más extendida). Hasta donde conozco, Mandel comenzó con esta explicación, y luego la afianzaron Anwar Shaikh y Carchedi (la explicación de Emmanuel del intercambio desigual no se basa en diferencias tecnológicas, sino salariales). Es cierto que la he criticado en varios textos («Valor, economía mundial y globalización» y en este blog). De todas formas, hay otras explicaciones de por qué habría «explotación». Tal vez las dos más frecuentes hoy (después del intercambio desigual) sean la idea de explotación por medio de la deuda; y la explotación por medio de las inversiones directas. Ambas las he criticado en «Economía política…».

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      rolandoastarita

      12/08/2014 at 12:47

    • Compas, para efectos de la discusión (y, esperemos, futura práctica) me parece necesario que precisemos qué es lo que vamos a entender por medidas «transicionales». Si acaso determinadas consignas como «comités de fábrica», «soviets», «milicias obreras» y -con todos los límites que tiene- «control obrero», que considero que resultan correctas en una situación revolucionaria, como medidas preparativas e indisolubles de la lucha frontal contra el Estado burgués y por el poder obrero; o si prevalece su acepción de «medidas de transición al socialismo/comunismo», que, concuerdo con Roberto y Rolando, sólo tienen sentido a partir de la instauración del mismo poder proletario. Como sea, pese al trotskismo, ni las primeras ni las segundas tienen sentido en cualquier situación política (y, para peor, el planteo de los grupos trotskistas en general ni siquiera posa de «ultraizquierdista» -como podría parecer alguien que llama a «control obrero» 24/7-, sino que se posicionan como más consecuentemente estatistas y nacionalistas burgueses que los mismos políticos patronales…ese sería el «plus» que le vienen a ofrecer al movimiento obrero)

      Saludos

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      Reinaldo

      13/08/2014 at 13:40

    • Respondo con atraso porque estuve ocupado con muchas cosas, pero la cuestión es interesante. Pienso que las medidas transicionales son aquellas imposibles de aplicar bajo un modo de producción capitalista y el Estado burgués. Es en este sentido que las entendieron originariamente Marx y Engels, y así permanecieron. Demandas típicas transicionales que hoy plantea la izquierda trotskista son del tipo «apertura de libros comerciales»; «reparto de las horas de trabajo hasta acabar con la desocupación»; «abolición del secreto comercial»; «prohibición de despidos». Consignas de tipo organizativo tales como formación de consejos y que asuman el control de la producción, milicias, etcétera, serían aquellas que se agitan en condiciones revolucionarias. Ahora bien, el tema con el control obrero es que muchas veces parece plantearse como una medida a ser implantada «desde arriba», y no se sabe bien por quién. Por ejemplo, cuando se exige hoy y en Argentina (situación que está lejos de siquiera un atisbo de doble poder) que se expropien sin pago las empresas que cierren o despidan, y que se pongan bajo control obrero (tomo esto textual del sitio web de un partido trotskista), todo lleva a pensar que se le está exigiendo al gobierno K. En este caso, además, el «control obrero» no sería de doble poder en la empresa, sino de administración de una empresa estatizada (¿organizada bajo forma de cooperativa?). Como sucede casi siempre con estas formulaciones, el asunto queda en una nebulosa. Una expropiación generalizada de empresas y su puesta bajo control obrero implicaría algo así como una transición a otro régimen social. Pero algunas expropiaciones aisladas, y la puesta en funcionamiento bajo control de los trabajadores sería semejante a los muchos casos en que formas de cooperativas obreras fueron asimiladas al sistema capitalista.

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      rolandoastarita

      15/08/2014 at 14:04

  3. Interesante debate. Hay mucho por comentar. Primero, dejar sentado que la crítica de Astarita al programa transicional es descaminada (por muy varias razones, pero, en lo fundamental, porque es circular: si no tenemos poder para plantear la realización de medidas que hagan avanzar en sentido clasista a la clase obrera, entonces la cuestión es conquistar las condiciones materiales que nos hagan posible esta realización. La pregunta, entonces, es cómo llegamos a esta situación:

    a) ¿planteando la impotencia de no tener poder diciendo “verdades”? –el “luchar sin ilusiones” de Astarita que, por lo demás, está basado en un Marx de 1843 que todavía habla de “opresión”, no conoce el plusvalor, ni la explotación, ni había participado sustantivamente en el movimiento obrero;

    b) ¿”acumulando poder” como plantean los populistas desde el MIR chileno, una acumulación que rehúye el conflicto directo en la lucha de clases (e.g. i) el MIR chileno nunca criticó frontalmente el frente-populismo de la UP sino solo a sus sectores reformistas, nunca exigió otra cosa de ese gobierno que meramente cumpliera su programa antimonopolista-; ii) en el Chile actual se rehúye la el conflicto y lucha de clases de esta manera practicando la “concientización popular” –¡como si clase y pueblo fueran lo mismo!)?

    c) ¿o planteando tareas clasistas en el seno de la lucha de clases, siendo claros en el hecho de que buscamos generar las condiciones para su realización en un futuro plazo mediato?

    Segundo, y a la luz de lo anterior es claro que el no pago de la deuda es una medida del último tipo, más todavía si se aclara que se le otorga un sentido clasista (es un mero punto de acuerdo si es que llegara a aplicarla el gobierno burgués k)

    Tercero, es un error plantear la desarticulación (desarmonía) de las economías dependientes. Primero, porque parte asumiendo la existencia del tipo ideal “capitalismo nacional desarrollado con economías armónicas”. Esto nunca ocurrió, ni para la Inglaterra del siglo XIX (importante presencia de asalarización parcial, fracciones “campesinas”, inexistencia de voto universal hasta 1832, permanencia de la monarquía, etc, etc), ni para los eeuu de mediados del siglo XX (extendida aparcería semiesclava hasta los 1950s en el sur, no hay derechos formales iguales hasta 1970), ni para la Europa occidental de la segunda posguerra (ya desde los 1960 existía una importante fracción obrera inmigrante sin “derechos”). Más todavía, menos todavía ocurre en los capitalismos nacionales desarrollados de la actualidad (con su cada vez más acusada desigualdad, su importante fracción obrera inmigrante, su “desindustrialización”, etc). E, histórico-teóricamente, no puede existir el capitalismo nacional armónico: el capitalismo es un fenómeno a lo menos regional (pero no mundial a la Wallerstein), lo cual se desprende de la vigencia irrenunciable del plusvalor absoluto junto al plusvalor relativo, de la subsunción formal junto a la subsunción real, de la asalarización parcial junto al “trabajador asalariado libre”. El “capitalismo desarrollado articulado” es un sinsentido histórico y teórico, como lo fue y aún es el maoísmo de Samir Amin.

    Cuarto, la jerarquización mundial de la economía capitalista no es una mediada por la explotación, sino por la redistribución del plusvalor. Por lo demás, el marxismo viene debatiendo acerca de este problema hace mucho:

    http://marxsimoanticapitalista.blogspot.com/2013/12/fichas-imperialismo-dependencia-e_24.html

    http://marxsimoanticapitalista.blogspot.com/2013/12/fichas-imperialismo-dependencia-e_3656.html

    http://marxsimoanticapitalista.blogspot.com/2013/12/fichas-imperialismo-dependencia-e_7470.html

    http://marxsimoanticapitalista.blogspot.com/2014/01/una-critica-de-tres-teorias.html

    http://marxsimoanticapitalista.blogspot.com/2014/01/el-marxismo-y-el-imperialismo-2000s.html

    Quinto, es una pena que el compañero Mercatante utilice seguida y enfáticamente el concepto “pueblo trabajador”, ya que el mismo nace y se afirma políticamente justo con el VII congreso de la IC en 1935 bajo la pluma de Dimitrov, instancia en la cual precisamente el comunismo comienza su deriva populista (frentes populares como línea general y a largo plazo). Pueblo y clase no son lo mismo e históricamente el concepto “pueblo” siempre ha incluido dentro de sí a fracciones patronales (incluso bajo su radicalización bajo el mir chileno –“poder popular”-).

    Saludos comunistas,
    msm

    http://marxsimoanticapitalista.blogspot.com/2014/08/interesante-debate-trotskysta-julio.html

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    manuel salgado

    12/08/2014 at 16:15

    • En su comentario usted afirma: «si no tenemos poder para plantear la realización de medidas que hagan avanzar en sentido clasista a la clase obrera, entonces la cuestión es conquistar las condiciones materiales que nos hagan posible esta realización». La cuestión está mal formulada. Jamás negué que haya «poder» para plantear consignas transicionales. Cualquiera se da cuenta de que hay «poder» para editar panfletos con esas consignas y repartirlos entre la gente.

      Lo que he afirmado es que esa agitación no hace avanzar a la clase trabajadora. En mi Crítica del Programa de Transición he planteado que agitar por la realización de las consignas transicionales NO permite avanzar en sentido clasista a la clase obrera (en realidad, la inspiración es Engels, ver aquí). Incluso afirmé que la agitación transicional lleva a plantear disparates, como cuando Trotsky llegó a plantear el control obrero sobre el ejército de Estados Unidos. Lo que hay que demostrar entonces es que la agitación transicional sirve.

      Por otra parte, he afirmado que NO es cierto que si no hay agitación de demandas transicionales no se puede hacer política entre la clase obrera, o que no hay manera de ayudar al avance de la conciencia socialista. Toda la historia del marxismo lo demuestra. Las organizaciones marxistas han planteado históricamente tareas clasistas, combinadas con la formulación de demandas elementales (jornada laboral, derechos democráticos, salarios, etc), y la propaganda y lucha ideológica (las «verdades» que parecen alterarlo). ¿Oyó hablar de la articulación entre lucha económica, política y teórica? Y a la gente que llevaba adelante esa política no se le ocurría andar agitando consignas transicionales bajo condiciones de dominio burgués normal. Ni siquiera la Tercera Internacional, en el período más revolucionario que conoció la historia, y siendo la organización marxista que llegó a tener más influencia, se le ocurrió lanzar un «programa de transición» urbi et orbi.

      El problema de fondo: es un dislate exigir a un gobierno capitalista que instrumente medidas de transición al socialismo. Incluso a nivel intuitivo la gente se da cuenta de que algo no funciona en esto. Lo peor es que si se instrumentan estas medidas bajo regímenes de dominación «normal» del capital, se termina en esperpentos, o en la colaboración de clases (como sucedió tantas veces con el bendito control obrero). El no pago de la deuda externa, bajo un régimen capitalista, solo puede ser instrumentado en un sentido capitalista. La naturaleza social de los fenómenos no se altera con palabrerío. Por supuesto, la agitación transicional tampoco sirve para «acumular poder». No se «acumula poder» detrás de demandas absurdas.

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      rolandoastarita

      12/08/2014 at 16:53

    • Gracias por la detenida respuesta profe. Gracias también por publicar mi comentario. Ahora, al meollo del asunto. Es evidente que usted maneja mucho mayor caudal organizativo, teórico y de historia en la lucha de clases que yo (simplemente porque ha vivido más del doble que quien escribe y es un marxista honesto), por lo que es claro que tiene mayores recursos a la hora de enfrentar este debate.

      Por mi parte, sólo he tenido tiempo de leer sus largas polémicas de 2011 con los compas del PTS (y todos los comentarios que abajo hacen los lectores), sus críticas a las acciones post 2001 y este debate reciente sobre la deuda. Aún no he leído su crítica al programa de transición, por lo que me reservo juicio al respecto (de hecho, este nudo es justo lo que voy a leer después de un trabajo que en este momento llevo a cabo).

      Mis consideraciones respecto de su respuesta son las siguientes. Primero, que el «luchar sin ilusiones» (uno de sus primeros textos en el blog si no me equivoco) está tomado de un texto muy temprano de Marx en el cual la opresión es omniabarcante y no existe la «explotación» como concepto en el vocabulario del moro (según GEM Ste Croix Marx lo tomo del mov obrero francés con posterioridad). Además, estamos hablando de un Marx que aún no hacía política clasista, al menos según entiendo (1843).
      Segundo, que una línea política transicional no es ajena al mismo Marx en 1850 (en su conocido discurso), si bien como dice la baduka morales, éste no es un programa y se plantea «ya» desde el poder del Estado..Tercero, que la organización clasista es un problema complejo y no se soluciona con agitación y consignas entendidas como «palabrerío». Y es precisamente esto lo que no hacen los compas del pts desde 1990: tienen militancia orgánica en el movimiento obrero. Consignar que la FASINPAT es palabrerío es un dislate. Por otra parte, no creo que ni usted ni yo ni los compas del pts pequen de palabrerío. Todo lo contrario.

      Cuarto, la organización clasista mediante la vinculación de lucha económica, política y teórica (sin consignas transicionales), tiene su ejemplo más claro en la segunda internacional. Una entidad que terminó traicionando los intereses fundamentales de la clase obrera internacional en 1914. En el caso de la III Internacional, puede muy bien entenderse que sí plantea tareas transicionales en sus primeros cuatro congresos; de hecho, el mismo Lenin dice que llegó a aceptar lo correcto de la teoría de la revolución permanente de Trotsky de 1905-1907 en el año 1917. Y, como yo lo veo, el programa de transición (1938) no es sino el intento de formalizar políticamente la misma teoría de la revolución permanente. En la práctica, los contenidos transicionales de la III Internacional fueron traicionados y no aplicados en la alemania de 1918, la alemania de 1923, la hungría de de esos años, la inglaterra de 1926, la china de 1925-1927. Menos todavía fueron aplicados durante el tercer período de 1928-1932. Por lo demás, no soy un experto, pero me parece que Trotsky no inventó nada muy nuevo (y supuestamente errado) en 1938, sino que sólo formalizó la práctica de los bolcheviques en 1917 (en 2011 los comentarios de más abajo dan cuenta de cómo la consigna «abajo con los diez ministros capitalistas» era masiva y movilizante en la Rusia de 1917).

      Por otra parte, la organización clasista mediante la vinculación de lucha económica, política y teórica (sin consignas transicionales) fue propia de los partidos obreros comunistas hasta los 1980s. En la concreto, generó prácticas que traicionaron las innumerables oportunidades revolucionarias que existieron después de 1938. Más todavía, me atrevería a decir que no fue organización genuinamente clasista: el mismo Therborn reconoce como los PCs crecieron a través de la lucha por «la democracia sin apellidos» entre los 1930s y los 1970s. Y yo agregaría que esta fue una construcción organizativa bastante «populista» (en discurso y práctica), ergo colaboracionista.

      Por último, recalco que yo no creo tener la respuesta al respecto, pero me parece que la alternativa a la propuesta trotskysta genuina, no nos llevó muy lejos a los obreros (ni con la II internacional, ni con los PCs de 1930 a 1970). La respuesta la dará clase y se verá en la lucha de clases.

      saludos comunistas,
      msm

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      manuel salgado

      12/08/2014 at 19:31

    • Brevemente:

      1) Sobre «luchar sin ilusiones». Mi criterio para seguir o recomendar un consejo no es por quién lo dijo (si fue Marx antes de tal fecha no, si fue después sí; si lo dijo Kautsky no, si lo dijo Engels sí, etcétera). Simplemente lo adopto si me parece correcto. Y este me parece correcto. Con la siguiente precisión: por «ilusión» no entiendo aquí «entusiasmo» (es un significado del término en castellano), sino como «esperanza sin fundamentos». Por ejemplo, no hay que tener ilusiones en que los candidatos del peronismo o del radicalismo van a favorecer la organización independiente de los trabajadores. El consejo de Marx me parece muy apropiado si se entiende el término en ese sentido. Pero intente olvidarse que es de Marx, y piense por su cuenta si le parece bien, o no.

      2) Coincido en que en 1850 se esboza un programa transicional en la Circular. Más claro es el programa transicional que está en el Manifiesto Comunista. Lo he explicado muchas veces. Lo cual no niega que Marx haya desaconsejado la agitación de consignas transicionales en situaciones de dominio de la burguesía (vea, por caso, su posición ante la demanda de estatización de la tierra en EEUU, una consigna que fue muy popular). Por otra parte, está el texto de Engels, al que ya hice referencia. No conozco que haya sido criticado por Marx o Engels en los años posteriores. Sin embargo, en todo esto lo que importa es si el razonamiento de por qué agitar o no demandas transicionales es correcto, o no. Al margen de quién dijo qué cosa.

      3) Se puede militar en el movimiento obrero y agitar consignas sin sentido, que son mero palabrerío (como el control obrero cuando no hay condiciones revolucionarias). Entre 1970 y 1976 estuve muy comprometido, de manera directa, en la militancia sindical en Argentina, y mucho de lo que planteo hoy sobre la agitación de consignas transicionales tiene que ver con esa experiencia (y lo pude corroborar en militancia en otros lugares y circunstancias, posteriormente). No entiendo qué quiere decir con FANSIPAT.

      4) La Segunda Internacional no se reduce a Kautsky y Bernstein. Es también el ala bolchevique del partido ruso, es el ala luxemburguista de la socialdemocracia alemana, son las alas consejistas. La SI logró hacer un movimiento socialista de masas. Posiblemente no habría habido Rev. Rusa sin la Segunda Internacional. Tratemos de ser un poco más prudentes a la hora de hacer balances. Hay que aprender de la historia del movimiento obrero y socialista (al pasar, todo un punto de confrontación con el marxismo posmoderno).

      5) La Tercera Internacional NO planteó un programa transicional. La propuesta de adoptar un programa transicional fue hecha por la delegación italiana al Cuarto Congreso, y fue rechazada. El programa de Frente Unido se plantea como un programa mínimo. El propio Lenin, en vísperas de la toma del poder, rechazó suplantar la división entre programa máximo y mínimo (propuesta que había hecho Bujarin). Con todo esto quiero mostrar que NO es cierto que todas las experiencias revolucionarias exitosas del marxismo hayan estado articuladas por un programa de tipo transicional. Por eso los textos de Trotsky, de 1938, en los que explica cómo debían agitarse las demandas transicionales, no tienen antecedentes en la literatura marxista anterior.

      6) Es un error identificar agitación de demandas transicionales con teoría de la revolución permanente. Por otra parte, lo que dijo Lenin es que Trotsky tenía razón en 1905 con respecto a que el programa bolchevique de revolución democrática para Rusia solo podía ser aplicado por la dictadura del proletariado. Lo cual es un poco distinto a afirmar que Lenin adhirió a la teoría de la revolución permanente (una teoría general para los países atrasados, entre otras cosas).

      6) En mi Crítica del PT y en la polémica mostré cómo la consigna de «Abajo los ministros capitalistas» no fue planteada por Lenin. Más aún, Lenin la criticó. La táctica de los bolcheviques en 1917 no tuvo nada que ver con la «escalera transicional» a lo Trotsky. Aclaro además que pienso que la demanda de «Abajo los ministros capitalistas» (en gobiernos de coalición entre socialistas o laboristas y partidos burgueses) nunca llevó a ningún lado. Ha habido cantidad de gobiernos burgueses laboristas o socialistas «puros».

      7) Es una tontería decir que la división entre programa máximo y mínimo está mal porque la emplearon los PC. El programa de los PC era burgués (gobiernos de coalición con la burguesía «progresista», etc.). Es absurdo decir que porque la alternativa al trotskismo durante décadas fueron los PC, el trotskismo entonces tuvo razón. En este blog he criticado muy fuerte al stalinismo, y no por eso estoy de acuerdo con el trotskismo. Trate de hacer un debate con algo de sentido.

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      rolandoastarita

      12/08/2014 at 20:13

    • (i) No he escrito que los cuatro primeros programas de la ic constituyeran un programa de transición, sino que sí tenían dimensiones transicionales, lo cual es distinto. No considerar que el «paz, tierra y pan» de 1917 tuvo dimensiones transicionales, es «querer tapar el sol con un dedo». El mismo Trotsky lo escribe en «adonde va francia»

      (ii) No he identificado el programa de transición con la teoría de la revolución permanente. Simplemente digo que se encuentran bastante vinculados. De hecho, los troskos de «100 años de revolución permanente» (2006) -ticktin, davidson, blackledge, lowy, etc-, así lo plantean. Trotsky en 1905 lo que hace es establecer que el programa de la revolución democrático-burguesa ya no es posible que sea acaudillado por la burguesía. El punto es que la revolución democrático-burguesa es un tipo ideal que nunca existió (como señala perry anderson en 1983); por tanto lo democrático (concebido en un sentido clasista, cómo Trotsky interpreta el paz, tierra y pan en 1936, esto es, lo democrático no como mera formalidad -división de poderes, parlamento-) es lo esencial en esta cuestión.

      (iii) Es cierto que la III no se reduce a Kautsky y Bernstein, pero negar que la decisión mayoritaria en 1914 (al menos a nivel de direcciones) no estuviera vinculada a la división programática tampoco tiene mucho sentido.

      (iv) Escribir que porque Lenin no votó a favor de la consigna «abajo los 10 ministros capitalistas» en 1917 entonces las consignas transicionales no tuvieron un rol de importancia en ese momento, no tiene tanto sentido. Desde 1900 a 1917 Lenin perdió y fue minoría en infinidad de ocasiones en el seno del debate bolchevique.

      (v) No tiene mucho sentido establecer que las derrotas de la posguerra (1945-1947, 1952, 1953, 1956, 1971, 1974, etc) son meras causas del consignismo palabrero del trotskysmo. En primer lugar, porque el trotskysmo genuino fue en gran medida eliminado en 1951-1953 por sus mismos herederos (mandel-pablo). Segundo, porque al trotskysmo lo mató (físicamente) el estalinismo y el maoísmo. Tercero, porque postular esto es un teoreticismo: en la práctica la clase obrera alemana, polaca, húngara, boliviana, portuguesa sí materializaron dimensiones centrales de los pronósticos de Trotsky. Que fueran eliminados por el estalinismo (Hungría y polonia), y traicionados por el mandel-pablismo (Bolivia, portugal), es otra cosa.

      (vi) El permanentismo de la revolución es una cuestión que esta presente en Marx desde fines de los 1840s hasta los 1880s, como demuestra Ross Gandy. Y lo es para la Europa capitalista de su época.

      (vii) El programa de transición no elimina la lucha por reformas mínimas, todo lo contrario. Se plantea vincularlas en un sentido clasista genuino (e.g. no mera alza salarial, sino que la vinculación de ésta con los precios de producción). Hoy, quien escribe plantea que es necesario es adicionar consignas como las siguientes (contra el subcontrato, contra el despido por necesidades de la empres,a contra el contrato por prestación de servicios), y vincularlas con las antiguas ya planteadas por Trotsky.

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      manuel salgado

      12/08/2014 at 23:28

    • Discutir con ustedes es muy difícil, porque a cada rato hay que aclarar conceptos elementales, y despejar falsedades. Veamos:
      1) La consigna «paz, pan y tierra» no es transicional.

      2) Las confusiones elementales de su argumento en este punto están relacionadas con lo anterior. La teoría de la revolución permanente es específica: sostiene que a partir de la época imperialista el camino de la revolución democrática bajo dirección burguesa o pequeño burguesa está bloqueado. Lenin jamás aceptó esta teoría (al menos, jamás quedó escrito). Marx y Engels, por supuesto, jamás plantearon algo semejante. Sin embargo, Marx, Engels y Lenin aceptaban que un programa de transición era útil, para ser instrumentado por un gobierno obrero revolucionario. Inversamente, cuando Trotsky planteó la teoría de la rev. perm. en 1905, no tenía en mente un programa transicional. Y cuando Lenin formula la estrategia de las Tesis de Abril, tampoco formula la política transicional.

      3) Es ridículo sostener que Kautsky o Bernestein son un producto de la Segunda Internacional fundada bajo la orientación de Engels. Con razonamientos de este tipo se puede decir que el producto genuino de la Tercera Internacional bajo dirección de Lenin y Trotsky fue la Tercera Internacional stalinista. Ustedes para defender una posición insostenible parecen no tener límites.

      4) Yo afirmé que Lenin no levantó la consigna de abajo los ministros capitalistas. ADEMÁS sostuve que el partido bolchevique no aplicó la táctica de agitación transicional. Lo que escribe sobre que Lenin fue minoría muchas veces entre 1900 y 1917 no viene al caso para este asunto.

      5) Jamás sostuve que las derrotas de la posguerra son «meras causas del consignismo del trotskismo». ¿Por qué inventa cosas que no dije? ¿No puede discutir sin apelar a estos métodos? Lo que he afirmado es que la táctica transicional, recomendada por Trotsky en 1938, en ningún lado tuvo éxito. ¿¿Por qué no trata de refutar esta afirmación, en lugar de inventar cosas que no planteé??

      6) Acuerdo en que Marx plantea una visión de revolución permanente. No sé qué quiere demostrar con esto. Lo que he criticado (pero no en la Crítica al PT) es la concepción de la revolución permanente DE TROTSKY, no de Marx.

      7) Ya sé que el PT no elimina las demandas mínimas. ¿Cuándo negué esto? La crítica no es esta. La crítica es a las demandas transicionales.

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      rolandoastarita

      12/08/2014 at 23:47

    • (1) ¿Que no es transicional?:

      «Sin embargo, a su lado hay otro. L ‘Humanité repite cada día la triple consigna: “Paz, pan y libertad”. Es bajo esa bandera, explica L ‘Humanité, que los bolcheviques vencieron en 1917. Siguiendo a los estalinistas, Just repite la misma idea. Muy bien. Pero, en Rusia, en 1917, había una situación notoriamente revolucionaria. ¿Cómo puede ser entonces que consignas que han asegurado el éxito de la revolución proletaria, se consideren buenas como “reivindicaciones inmediatas” en una situación revolucionaria? Que los astrólogos de L ‘Humanité nos expliquen a los simples mortales este misterio.
      Por nuestra parte, recordaremos cuáles “reivindicaciones inmediatas” encerraba la triple consigna de los bolcheviques.
      “¡Por la paz! “En 1917, en las condiciones de la guerra, esto significaba la lucha contra todos los partidos patrióticos, desde los monárquicos hasta los mencheviques, la reivindicación de la publicación de todos los tratados secretos, la movilización revolucionaria de los soldados contra el mando y la organización de la fraternización en el frente. “¡Por la paz! “: esto significaba un desafío al militarismo, de Alemania y Austria por una parte, de la Entente por la otra. La consigna de los bolcheviques significaba así la política más audaz y más revolucionaria que jamás haya conocido la historia de la humanidad.
      “Luchar” por la paz en 1935, en alianza con Herriot y los “pacifistas” burgueses, es decir los imperialistas hipócritas, significa simplemente apoyar el statu quo, bueno por el momento para la burguesía francesa, Significa adormecer y desmoralizar a los obreros con las ilusiones del “desarme”, de “los pactos de no agresión”, y Ja mentira de la Sociedad de las Naciones, preparando una nueva capitulación de los partidos obreros en el momento en que la burguesía francesa o sus rivales encuentren útil trastornar el statu quo.
      “¡Por el pan! “ Esto significaba para los bolcheviques en 1917, la expropiación de la tierra y de las reservas de trigo de los terratenientes y de los especuladores y el monopolio del comercio de trigo en manos del gobierno de los obreros y campesinos. ¿Qué significa para nuestros estalinistas de 1935, “por el pan”? ¡Una simple repetición verbal! –
      “¡Por la libertad! “ Los bolcheviques mostraban a las masas que la libertad sigue siendo una ficción en tanto que las escuelas, la prensa, los lugares de reunión permanezcan en manos de la burguesía. “¡Por la libertad! “ significaba: la toma del poder por los soviets, la expropiación de los terratenientes, el control obrero de la producción.
      “¡Por la libertad!“, en alianza con Herriot y las venerables damas de ambos sexos de la Liga de los Derechos del Hombre, significa apoyar a los gobiernos semibonapartistas, semiparlamentarios, y nada más»
      (Trotsky, adonde va francia, 1936)

      lo que sostengo es que la «lógica transicional» es propia del Marx del siglo XIX, del trotsky de 1905 y del Lenin de 1917. Esto sólo viene a ser formalizado en 1938 por Trotsky Y que por lo mismo no es necesaria la teoría de la decadencia (a la ticktin), ni ninguna de esas alternativas. Que trotsky planteó en 1905 la teoría de la revolución permanente en un sentido particular-específico, es cierto. Pero derivar de esto que entonces debemos desechar la «lógica transicional» a todo evento, no tiene sentido.

      Gracias compa Reinaldo por su respuesta.

      saludos comunistas,
      msm

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      manuel salgado

      13/08/2014 at 00:10

    • Si critico la posición de Trotsky no tiene sentido querer refutarme citando una pasaje de Trotsky en el que repite lo que estoy criticando. Revela de su parte que ni siquiera logra enterarse de qué va esta discusión.

      Mi crítica a la política recomendada por Trotsky se refiere a las consignas transicionales, tal como son definidas por Engels, o Marx. Son consignas de transición «plan de obras públicas bajo control obrero»; «reparto de las horas de trabajo hasta acabar con la desocupación»; «prohibición de despidos». Son demandas que van contra la lógica del valor y del capital, y son imposibles de aplicar, bajo ninguna circunstancia, en el sistema capitalista. Por eso se distinguen de las demandas mínimas. Con respecto a las demandas mínimas, mi crítica a lo que sostiene el PT es distinta: es un error afirmar que en la época del imperialismo la clase dominante no puede ceder ninguna demanda mínima seria, democrática o económica. Es por esta vía que Trotsky asimila las demandas mínimas a demandas transicionales. Pero ambas demandas son de naturaleza DISTINTA. En una situación de aguda crisis y ascenso revolucionario el partido bolchevique agitó demandas mínimas: paz, pan, tierra, Asamblea Constituyente, vinculándolas al planteo del poder (lo cual también va en contra de la lógica transicional recomendada por Trotsky). La burguesía no concedió ninguna de ellas, y el ascenso terminó en la revolución. Por otra parte, los bolcheviques NO agitaron las demandas transicionales; plantearon un programa de emergencia a ser aplicado por la clase obrera DESDE EL PODER. No plantearon una táctica en escalera transicional, como la que a cada rato instrumentan los trotskistas.

      Por supuesto, con todo esto quiero clarificar la interpretación de una experiencia sobre la que Trotsky y los trotskistas terminaron generando una gran confusión. No pretendo imponer ningún criterio del tipo «tengo razón porque lo dijeron Engels, o Marx, o Lenin». Lo que sostengo es que al estudiar experiencias pasadas se puede entender una forma de hacer política que es muy distinta de la que recomienda el PT. En base al estudio de experiencias, que incluyen el haber militado con la política del PT, y en base a argumentos razonados, llego a la conclusión de que la política trotskista es equivocada, no lleva a ningún lado. Concretamente, plantear hoy en Argentina (lo acabo de escuchar en la TV de boca de reconocidos dirigentes trotskistas) que frente a la crisis hay que prohibir los despidos, repartir las horas de trabajo hasta acabar la desocupación, y discutir (¿con el Gobierno? ¿con los diputados?) un plan económico, bajo control de los trabajadores, para reactivar la inversión, es aplicar al dedillo las recomendaciones de política transicional del PT. Afirmo que esta política no lleva a ningún lado. ¿Por qué? Pues porque es INAPLICABLE en el sistema capitalista. Las razones, básicamente, son las mismas por las cuales Engels criticaba a Heinzen, o Marx rechazaba la agitación de demandas «lógicamente imposibles» (en crítica a Bakunin). No hay ninguna posibilidad de acabar con la desocupación en una crisis capitalista sin terminar con el poder del capital y su Estado. Esto es lo que hay que decir.

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      rolandoastarita

      13/08/2014 at 09:20

    • Gracias profe Astarita y Reinaldo por sus respuestas. Se agradece la voluntad de debate. Difiero de sus planteamientos. Podríamos seguir debatiendo largamente, pero creo que están más o menos claras nuestras posiciones (y sus diferencias). De aquí a final de año espero estudiar más a fondo el problema que debatimos (leyendo su libro profe, por supuesto). Aquí que termino yo, sólo diciendo que el «control obrero de la producción» Trotsky lo ve como una cuestión irrenunciable después de que el estalinismo tomara el proceso de trabajo como un proceso técnico e impusiera la administración de un solo hombre. He leído mucho de Marx y no recuerdo algún pasaje donde el moro hablara de eso. Y para mi esto es esencial si debemos adoptar una posición materialista-relacional, esto es, si consideramos que la división del trabajo intrafábrica determina la estructura social de manera fundamental. Es que dentro de las rrpp, lo determinante es el «cómo producir».

      saludos comunistas,
      msm

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      manuel salgado

      13/08/2014 at 12:15

    • Sí, estoy de acuerdo en que hay un punto en que los debates se atascan. La posición de Trotsky sobre el control obrero la he explicado en la Crítica del PT, y también en este blog. Trotsky plantea la consigna del control obrero pensando que en un período de aguda crisis del capital, y de ascenso de las masas obreras, podía desembocar en una situación de doble poder. Pienso que esto es equivocado. Pero al menos era consciente de que el control obrero (si no es mera colaboración de clases a través de la burocracia sindical) solo podía corresponder a un período revolucionario. «El control sólo se concibe en el caso de una superioridad indiscutible de las fuerzas políticas del proletariado sobre el capital» (Escritos sobre Alemania, «Y ahora? Problemas vitales del proletariado alemán»).
      Las referencias de Marx a las consignas transicionales del Manifiesto Comunista, y su rechazo a aplicarlas de manera aislada, las he citado en la Crítica. Tengo el propósito de ampliar sobre esto en una futura nota.
      De todas maneras, acuerdo en que los debates se agotan. Las diferencias con ustedes no veo que, por ahora, se puedan superar.

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      rolandoastarita

      13/08/2014 at 12:52

    • Manuel, me parece correcto que te diferencies de quienes traicionan al movimiento obrero y desperdician oportunidades revolucionarias. Pero nada de eso habilita llamar a materializar medidas transicionales (soviets, milicias obreras, control obrero,etc.) en todo momento y lugar, sin importar la situación política, es decir, la correlación de fuerzas entre las clases sociales. Así como Marx advertía «no jugar nunca a la insurrección», los revolucionarios no debemos jugar con una política transicional, que exige precisamente que existan de modo previo esas «oportunidades revolucionarias», las que -compartirás- no dependen del mismo partido. Si no, caemos en una versión gemela del guevarismo y variantes, pero en clave trotskista, pretendiendo imponer mediante procedimientos artificiales un estado de ánimo «revolucionario» al movimiento obrero. La diferencia sólo estaría en que unos lo hacen con balazos aparatistas, otros con consignas y llamados.

      Como ya se ha planteado en este blog, el mismo Trotsky señalaba que, por ejemplo, el control obrero (medida transicional) «solamente puede ser logrado en las condiciones de un cambio brusco en la correlación de fuerzas desfavorable a la burguesía por la fuerza, por un proletariado que va camino de arrancarle el poder». Y que en ausencia de tales condiciones, tal control obrero «deberá apoyarse en la colaboración y no en la lucha de clases». Me parece correcta al menos esta apreciación del Viejo. O sea, bajo una política urbi et orbi de «control obrero», en apariencia muy «izquierdista», se esconde un contenido profusamente reformista. A menos que sostengas (que no veo que hagas) que desde comienzos de siglo XX hay una «situación revolucionaria» ininterrumpida que la justificaría, lo que claramente sería un disparate.

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      Reinaldo

      12/08/2014 at 20:09

    • Manuel Salgado; trate de pensarlo asi:
      Las consignas de transición (al socialismo, porque de eso hablamos) que figuran al final del manifiesto comunista están propuestas para DESPUES de la toma del poder. En en camino a la toma del poder no hay consignas transicionales, el partido NO propone una serie de principios especiales, y sólo se diferencia del resto de los trabajadores por ser el sector más resuelto y POR PLANTEAR LAS PERSPECTIVAS GENERALES DEL MOVIMIENTO (cito de memoria), o sea la lucha ideológica.
      Las consignas transicionales del PT de Trotsky se plantean ANTES de la toma del poder, para llevar a la toma del poder, con consignas cada vez más audaces y abarcativas, en todo tiempo y lugar….
      Las diferencias son significativas y están ahí para quien quiera verlas.
      Agreguemos que en el PT hay otros condimentos que hacen posible ese tratamiento de las consignas de transición: crisis sin salida del capitalismo, imposibilidad del mismo de otorgar reivindicaciones económicas o democráticas políticas, disponiobilidad todo el tiempo a la lucha por parte de las masas, etc

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      Roberto P.

      13/08/2014 at 09:28

    • Manuel, una cuestión al margen:
      vos decís: «Aquí que termino yo, sólo diciendo que el “control obrero de la producción” Trotsky lo ve como una cuestión irrenunciable después de que el estalinismo tomara el proceso de trabajo como un proceso técnico e impusiera la administración de un solo hombre.»
      La administración de la empresa por un solo hombre no la impone Stalin, es con Lenín en vida, entre 1918 y el 19, no recuerdo bien, cuando el «control obrero», rápidamente se mostró como «descontrol obrero».
      Entiendo que hay una visión idílica de la revolución rusa, casi de Billiken, y que se utiliza para respaldar cualquier consigna ridícula. Por ejemplo con los cortes de luz del verano, se decia «estatización con control obrero» de las empresas de energía…
      Ahora, si no hay condiciones para el control obrero en la rusa soviética de los primeros años, por lo menos veamos que la cosa es un poco más compleja de lo que parece

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      Roberto P.

      13/08/2014 at 13:47

    • La forma de razonar el problema del “luchar sin ilusiones” es un botón de muestra de lo que significa un pensamiento dogmático (sin intenciones de ofender al interlocutor, tomo su argumento porque me parece bastante representativo y extendido en la izquierda), un marxismo “vulgarizado” que es el que se contrabandea entre la izquierda actual. Al parecer “luchar sin ilusiones” es un concepto que nos llega de un “pre-Marx” digamos, aún hegeliano, aún no clasista, “sin completar” y por eso no debiéramos tomarlo muy en serio. El “Marx-Marx” (ya completo) sí tiene razón SIEMPRE, pero el Marx a medio hacer no. Por eso entonces debemos… ¿luchar con ilusiones? ¿Cuál sería el planteo? ¿Jugar a las escondidas con las ideas de cara a las masas es necesario? Digamos, lanzarles consignas que los entusiasmen para luchar aunque (entre nosotros) sabemos que no son viables bajo el capitalismo y puede ser que no “funcione la cosa” y no prendan las consignas (después de 70 años uno pensaría que el experimento ya debería concluir), o que prendan pero desnaturalizadas bajo la forma del reformismo burgués. Hace unos días, en una entrevista televisiva Pitrola volvió a hacer el planteo del reparto de las horas de trabajo (y van…), Plaini de la CGT tomó el guante y planteó que ellos sostienen desde hace rato la idea de reducir las horas laborales para incorporar más trabajadores- ver la entrevista https://www.youtube.com/watch?v=AprRVwzpHBk&list=PL41E05F22DB43ED05 -en los 13:30 minutos). Claro que un trotskista dirá que este no era el “reparto que ellos planteaban”, ¿pero cómo le piensan explicar esto a las masas? Terminan sembrando una gran cantidad de ilusiones reformistas que cosechará en un futuro la burocracia sindical o el demagogo burgués de turno. Calientan la pava de las consignas concretas y que apelan al sentido común de las masas para que un burgués reformista se termine tomando el mate mañana y de paso expropiando políticamente cualquier movimiento de lucha que se haya podido generar por esas consignas “transicionales”(si se logró generar, cosa que casi nunca ocurre). Esto sucede porque para el trotskismo las consignas y la lucha sindical-económica son un atajo (están disociadas y desgajadas de una política revolucionaria integral en los “tres frentes” que hablaba Engels) para no dar la pelea ideológica de explicar que hay que derrocar por la fuerza al estado burgués, que el mismo existe con el sólo propósito de someter por la violencia al trabajador (opresión política) y obligarlo a aceptar su propia explotación en el terreno de la producción. Toda lucha de clases es política porque es CONTRA el Estado burgués, CONTRA su democracia burguesa, CONTRA el parlamento burgués. Contra no quiere decir abstencionismo, quiere decir su destrucción como institución (¿me explico?). Claro que para la izquierda esto es “puro palabrerío”, que es la forma sofisticada en la que se refieren a la TEORIA a la cual tratan de una manera, digamos, poco gentil. La usan para justificar posicionamientos políticos oportunistas y circunstanciales. Por eso ni se calientan en producir programas un poco más actualizados que el de transición del 38´(!!!). Y aún así hay quichicientas organizaciones trotskistas que tienen (de palabra) UN mismo programa. ESO es lo que les importa la teoría. ¿Qué clase de lucha ideológica pueden dar en estas condiciones de desarme teórico e improvisación constante de acuerdo a los caprichos del “dirigente genial” de turno? Por eso además toda discusión con esta «escuela de pensamiento» vulgar (en el sentido en que Marx se refiere a la economía vulgar) se vuelve insufrible y bastante improductiva. Se lanzan argumentos como si fueran platos, no se razona, se trata de «ganar» una discusión como si fuera un partido de fútbol, y muchas veces se defienden los colores de cada sigla trotskista como barrabravas descerebrados. Lo importante parece ser no dar el brazo a torcer, para defender cada camiseta partidaria minúscula e intrascendente respecto de las otras. (Repito: no me refiero al interlocutor, hablo de una lógica de funcionamiento, a un fenómeno generalizado en la izquierda actual).

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      Pablo Caponera

      18/08/2014 at 15:19

  4. Se saluda la discusión entre distintas corrientes que se reclaman socialistas. Ahora, me parece que la contra-respuesta del PTS no hace más que reafirmar cuán honda tienen metido un pie en la charcha social-patriotera y estatista. La crítica a la idea de «semi-colonialidad» ya la ha desarrollado el compañero Astarita, pero los compañeros Mercatante-Ramírez insinúan también otro argumento en respaldo a su política: habría que situarse en el campo del bienestar de la «economía nacional», puesto que su debilitamiento lo paga «en primer lugar el pueblo trabajador». Sin embargo, si siguieran ese mismo razonamiento hasta el final, deberían ponerse del lado de tal o cual empresa en que tengan militantes frente a su competencia…no vaya a ser que «su» empresa quede rezagada competitivamente, afectando luego a sus obreros. Un planteo claramente colaboracionista, que divide el movimiento obrero. En el plano mundial, ya se ve que defienden el «campo nacional» argentino (y latinoamericano) ante guerras con países adelantados (ver Malvinas), con las mismas consecuencias nocivas. Un tango lo bailan dos burguesías, dicen, pero mejor convertirlo en un trío sumando y dividiendo a los explotados. No, una cosa es que la clase obrera defienda sus condiciones de vida, participar de esa lucha como revolucionarios, otra es asumir la defensa de la «soberanía nacional» (o, siguiendo esa lógica, el resguardo económico de X empresa).

    Ante la pregunta de «¿Quién va a llevar adelante estas medidas?”, Mercatante-Ramírez ejecutan una pirueta de evasión sólo para caer plantados en el mismo oportunismo estatista burgués. «En ningún modo pedimos al gobierno burgués que no pague la deuda y mucho menos que de paso lo haga tomando otras medidas que inician un camino de ruptura no sólo con el imperialismo sino al mismo tiempo con el capitalismo». No, por supuesto: su política, explican, «está dirigida a la clase obrera»…para que sean los explotados quienes al «impulsar la movilización» se lo soliciten al gobierno burgués (entiéndase que se refieren al «no pago», así como «nacionalización de toda la banca con establecimiento de una banca estatal única, el monopolio estatal del comercio exterior y de todo el cambio de divisas»!!). Al menos Trotsky en el PT -pese a sus graves falencias- aclaraba que «ligamos el problema de la expropiación a la cuestión del poder obrero y campesino.» Nada de eso vemos en el PTS (y trotskismo en general), que eleva a sistema político las ilusiones en la «neutralidad» del Estado burgués.

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    Reinaldo

    12/08/2014 at 19:31

    • * Fe de erratas: «Cuán hondO tienen metido un pie en la charCa». Disculpen.

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      Reinaldo

      12/08/2014 at 19:36

  5. No tuve ocasión de leer aún la crítica de los compañeros de PTS. En lo que hace a este debate parcial, me da la impresión que lo que deberían discutir los impugnadores de la notable crítica del compañero Astarita es el meollo del asunto, sin perderse en discusiones colaterales. Un programa de consignas transitorias, que para nada substituye al programa mínimo y mucho menos máximo, está vinculado a la existencia real y palpable de poder obrero. Sobre este aspecto adjunto un fragmento programático:
    ‘EL PROBLEMA DE LA LUCHA POR REFORMAS Y EL PROBLEMA DEL PODER.
    La lucha de los trabajadores consta de dos grandes vertientes: Por un lado la pelea por obtener del capitalismo una serie de medidas que preserven a la clase trabajadora de la degradación más absoluta, de tipo económico, como el aumento de salario o por los puestos de trabajo, de tipo político, como la libertad de palabra, de reunión, el derecho al voto u otras libertades formales, donde estas no existan, o de corte social, como el derecho a la vivienda, la salud o la educación. Por otro, la lucha por destruir el estado burgués y expropiar política y económicamente a la burguesía, acabando, de ese modo, con la explotación asalariada. Lo primero se ha conocido como ‘Programa mínimo’, lo segundo, como ‘Programa máximo’.
    Partidos que terminaron traicionado a la clase trabajadora, como la Socialdemocracia, o los Partidos Comunistas estalinizados, secundados por muchos autotitulados trotskistas haciendo de comparsa, separaron artificiosamente ambos programas, relegando el programa máximo ‘a los días de fiesta’, es decir, convirtiéndolo en retórica decorativa.
    Al contrario, la obligación de un partido revolucionario es desarrollar la lucha por los objetivos mínimos, poniéndolos permanentemente en la perspectiva de la toma del poder, o sea, de la revolución. En circunstancias en que la posición de la clase dominante es estable y las masas populares soportan pasivamente bajo el yugo, la perspectiva del programa máximo adquiere el tinte de propaganda.
    Por el contrario, cuando la lucha de clases adquiere un alza revolucionaria, cuando el proletariado se levanta, protagoniza huelgas y manifestaciones combativas de masa, se autorganiza e insurrecciona frente al poder del capital, la pelea por reformas se coloca en consonancia directa con el problema del poder, el programa de lucha subsume la reforma en la revolución a través de un conjunto de propuestas ‘de acción’ cada vez más radicalizadas, es decir, una síntesis, en que programa mínimo y máximo se interpenetran, en que los objetivos transitorios de la clase obrera planteados al levantamiento , conducen las acciones de las masas hacia la revolución, elevan el riesgo político y ponen en el tapete la disputa por el poder total.
    Muchas organizaciones de izquierda han perdido la brújula en este respecto. No plantean al ‘programa transitorio’ como un substituto del programa mínimo en condiciones pre revolucionarias, sino del programa máximo. En aras de plantear un atajo a la revolución, agitan de modo perpetuo un ‘programa transicional’, que, en general, es puesto al servicio de consignas políticas ajenas al poder obrero, como la Asamblea Constituyente, el Gobierno obrero y popular, o el Gobierno de los trabajadores. El resultado es que, para autojustificarse, por un lado, terminan inventando situaciones revolucionarias donde estas no existen, y por otro, como es de esperar, no logran arrancar la movilización de los trabajadores. Peor aún, cuando ponen a sus seguidores tras del carro de perspectivas electorales adaptadas al régimen democrático burgués. El resultado es obvio: Agitación hueca y propaganda de poder falsa, con todo el correlato ulterior de confusión y desmoralización de la vanguardia.

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    Ap

    13/08/2014 at 12:01

  6. Rolando ¿Cuáles son las diferencias especificas que ves en la concepción de la revolución permanente en Marx y en Trotsky? En este concepto de revolución permanente¿Lo planteado por Marx es muy diferente a lo propuesto por Gramsci? ¿Cuáles serían las especificidades de cada planteo?

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    Dani

    13/08/2014 at 12:44

    • No estudié el planteo de Gramsci con la suficiente profundidad como para opinar (leí hace tiempo sobre esto y debería repasar). Acerca de las tesis de Trotsky sobre la revolución permanente, lo que me parecen insostenibles las siguientes afirmaciones:
      a) que en los países atrasados, coloniales y semicoloniales, la resolución de las tareas democrático burguesas (esto es, libertades burguesas apropiadas para la acumulación del capital) y la emancipación nacional (ruptura con el colonialismo) solo puede realizarse por medio de la dictadura del proletariado;
      b) que esa revolución encabezada por el proletariado a su vez solo podría ser dirigida por un partido Comunista (esto es, marxista). Nada de esto se plantea en Marx; tampoco en Lenin, a pesar de que este escribe en el período que los marxistas caracterizaban como de dominio de los monopolios imperialistas. Tampoco encontramos en Lenin una caracterización sobre el desarrollo del capitalismo en Rusia del tipo de la que hace Trotsky en 1905, cuando formula por primera vez su tesis de la RP (la idea de que en Rusia no había ninguna posibilidad de realización de la revolución democrático burguesa bajo dirección de la burguesía).
      Las afirmaciones (a) y (b) generaron muchos problemas en el trotskismo. Con ese enfoque era imposible entender la mayoría de los procesos de liberación nacional.

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      rolandoastarita

      13/08/2014 at 13:03

  7. Acabo de leer el artículo sugerido en la entrada. Es una crítica respetuosa pero, como era de esperar, no aporta elementos nuevos. La metáfora del tango es graciosa, pero como toda metáfora, poco explicativa de la economía política. Lo real es un poco tango -el hombre manda- o más bien seduce con el movimiento y un poco ‘pose del misionero’ donde tanto goza el de arriba como el de abajo. Ahora en serio: Se puede decir que naciones soberanas negocian en pie de formal igualdad, aunque esto no implique exacta igualdad real. Creo que este es el punto de vista defendido por los compañeros autores de la nota. Es viable discutir si la diferente fuerza económica no implica desigualdad en el poder de negociación. Es la referencia que hacen a las decisiones ´semivoluntarias’ , recurso ambiguo frecuentemente abusado en el marxismo. Es algo complicado en el caso de la deuda argentina, cuando el 60% de la misma está en manos de tenedores argentinos. Lo más problemático del planteo de la nota es lo concerniente a la consigna del no pago, entendida como factor de transición política a la revolución. Es un planteo sin sujeto claro y las apelaciones a la ‘movilización de la clase obrera’ no le confieren ningún carácter transicional, en tanto y en cuanto no existen ni atisbos de poder obrero en condiciones de aplicarla (en el marco de un programa más general). Es más, ni siquiera existen mínimos signos de propensión de la clase obrera a movilizarse por este objetivo. Lo que se busca con este ‘llamamiento’ a la acción de las masas, es procrear por métodos artificiales una movilización revolucionaria, cosa que, como no puede ser de otra manera, en una situación por demás defensiva, cae en saco roto. El llamado a ‘referendum vinculante’ , que, no estoy seguro abarque a todo el FIT, opera en la misma tónica, pero peor aún, estimulando la expectativa falsa y desorientadora de que un aspecto central de la política económica que, según propios dichos, implica el principio de la ruptura con el imperialismo y el capitalismo, puede resolverse mediante una ley votada en el congreso, sometida a una harto dudosa decisión de la mayoría de la sociedad. Puede que solo sea pirotecnia electoralista, bajo la escabrosa ‘gran maniobra’ de tratar de ‘desenmascarar’ a quienes no luchan de verdad por el interés nacional. En todo caso, lo único que ‘desenmascara’ es el nacionalismo de la izquierda y parlamentarista, además.

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    AP

    13/08/2014 at 17:28

    • Una aclaración AP: es lógico que la diferencia de poder económico genere desigualdad en el poder de negociación. Un capitalista que tiene ventajas tecnológicas desplaza a su competencia; una empresa con superavits está en mejores condiciones de negociar con un acreedor que otra que tiene alto endeudamiento. Una burguesía que está fugando dinero y endeuda hasta los tuétanos el Estado, deja a los gobernantes de ese Estado en una situación de debilidad frente a los capitalistas dinerarios. Venezuela chavista la cobró a Argentina una tasa del 15%, aprovechándose de su situación. Un inversor argentino que compra bonos de la deuda argentina pide una tasa más alta que si adquiere bonos suizos. Todo esto es sabido, y constituye lo normal de los negocios capitalistas (es idea básica de Lenin para rechazar que esté planteada la liberación nacional en los países dependientes).

      Pero… ¿qué tiene que ver todo esto con la patria, la opresión del imperio, y todas ese palabrerío nacional y popular? La respuesta: Nada que ver. Son negocios entre capitalistas con diferentes poderes económicos. ¿O acaso van a decir que Chávez ejercía «dominación imperialista» sobre Argentina? ¿O que la ejerce un inversor argentino que ganó fortunas comprando bonos depreciados en 2003, y entró en el canje? Si un fondo buitre se lleva el dinero que algún buitre argentino tiene en Suiza o las Seyelles, ¿van a salir también en manifestación a defender a la patria? Por otro lado, cuando The New York Times, The Financial Times o Anne Krueger (Bco Mundial, FMI) critican a Griesa, ¿lo hacen porque les molesta el «imperio», o porque consideran que está afectado el funcionamiento del sistema financiero internacional?

      Claro que en estos tiempos de fervores patriotas, estos argumentos son difíciles de asimilar. El «amor a la Patria» (al himno, la bandera y Maradona y Gardel, sin olvidarse, por supuesto, de «nuestras islas irredentas»), está demasiado metido.

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      rolandoastarita

      13/08/2014 at 18:43

  8. Si, completamente de acuerdo. En cualquier momento van a salir a defender los fondos del lavador Báez de la rapaz justicia norteamericana que está por decretarlos embargables. La demagogia nacionalista con ropaje izquierdista, da para cualquier cosa. Igual, algo que me llamó poderosamente la atención en la respuesta del PTS, es su apelación explícita a las ‘grandes maniobras’ y las denuncias flamígeras contra los que no compran el buzón. ¿Se habrán creído realmente que proponiendo un referendum o con una ley antidespido, van a saltar a la influencia de masas?

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    AP

    13/08/2014 at 21:28

  9. A mí siempre me ha llamado la atención algo de todas las corrientes marxistas en torno al propio Marx, y que en parte comienza a marcar el derrotero de todo este asunto.
    Todos los análisis, incluso toda la formación de la militancia, se basan en lecturas que ignoran olímpicamente la obra madura de Marx, y en consecuencia el conocimiento más profundo del capitalismo que se pretende abolir.

    Y creo que esto se complementa o es una condición necesaria para muchas cuestiones que critica Rolo, que sin esa carencia difícilmente se darían.
    Si tendrá algo que ver esto, que en el conflicto por la 125 el marxismo criollo tuvo tres posiciones diferentes, tres, sobre una cuestión bastante básica que en definitiva sólo admitía una.
    Los análisis siempre son «estatalistas», la táctica no varía mucho de acuerdo a la fase del ciclo económico-político, no vas a ver un número o una serie, se suele considerar que el capitalismo es un simple capricho de los «monopolios», que estos hacen lo que quieren y ya, en cierta consonancia con la «izquierda» nac&pop. Son varias cosas.

    Tampoco existe siquiera el menor interés en cambiar esas concepciones. El PTS no ha generado absolutamente nada en ese sentido desde su IPS. El Partido Obrero tampoco. Y estoy seguro que reniegan explícitamente de cualquier tipo de análisis en ese sentido (me consta por palabras de algún dirigente). Todo debe ser «voluntarismo» siempre. ¿Dónde está la gran obra de algún dirigente marxista argentino sobre el capitalismo criollo? No existe. Para mí es preocupante pero no veo que cambie por ese lado la cuestión.
    Tal es así que los muchachos, los pocos, que han leído al Marx maduro dentro del trotskismo sostienen la cantinela de las fuerzas productivas estancadas desde 1914. Es realmente increíble. Pero lo sostienen sólo porque Trotsky lo sostuvo, ciertamente en una época que, igualmente errado, podía ser más entendible por una cuestión de contexto. Pero es algo que se repite, la afirmación o la verdad por la autoridad de Trotsky.

    Tony Cliff, un histórico dirigente trotskista del SWP británico, y cuya producción me parece interesantísima, supo escribir un libro llamado El Trotskismo después de Trotsky en el que es crítico de Trotsky y de las caracterizaciones de-li-ran-tes que realizaban los dirigentes de la Cuarta luego de la 2° Guerra que también se enmarcaban en la simple justificación de «porque Trotsky lo dijo».

    Me gustaría saber, Rolo, si no existe en tu opinión una conexión entre lo que vos criticás y la ausencia de referencia en general a la obra madura de Marx, a la economía política. No soy un experto en trotskismo ni mucho menos pero tengo estas vagas impresiones. Por ahí es un tema a conexo desarrollar también.

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    Esteban Maito

    14/08/2014 at 02:56

    • Estoy convencido de que buena parte de la izquierda que se reivindica marxista no sabe qué hacer con las tesis fundamentales de El Capital (o de Teorías de la plusvalía). El meollo de esta obra es que la ley del valor subyace a la lógica del capital, y de aquí la centralidad del conflicto capital – trabajo. Una política revolucionaria debería partir de aquí. No es casual que el reformismo niegue la centralidad de la relación capital trabajo, en favor de otro tipo de oposiciones (monopolios – pueblo; capital financiero – pueblo; imperio – patria, mercado – Estado, etc.). Las oposiciones pequeño burguesas o reaccionarias al capitalismo también se sostienen en este desplazamiento de la contradicción fundamental.

      El asunto está tan generalizado, que se ha convertido en un lugar común. A cada rato leo propuestas de marxistas que buscan remendar, o ayudar con sus sanos consejos, al reformismo capitalista (vía intervención del Estado y en defensa de la patria). Esto se acepta como lo más natural. Desde el punto de vista de la teoría, es posible que haya ayudado a esto la tesis del monopolio (como he planteado en otros lugares, si los precios son decididos por el monopolio, la lógica del valor y del capital no tienen lugar). Sin embargo, la razón no puede ser solo por incomprensión teórica. Aquí hay fuertes presiones sociales y políticas. Es difícil oponerse a las olas de nacionalismo y progresismo izquierdista. De alguna manera, muchos marxistas se sienten obligados a dar satisfacción al sentimiento y a la ideología predominantes. Quieren presentarse como estadistas con propuestas «prácticas y razonables» (al estilo de lo que Marx criticaba en Lasalle). Esto explica que, en los extremos, haya marxistas que terminen apoyando fenómenos como el chavismo. Los argumentos «no hay que ser sectarios», «hay que estar abiertos a los nuevos procesos», «no hay lógica del capital» (o sea, de la explotación del trabajo), «el Estado se puede reformar», «el PSUV se puede reformar», etcétera, están a la orden del día. En todo esto, no debería asombrarnos que El Capital sea más bien un estorbo.

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      rolandoastarita

      14/08/2014 at 09:02

    • Compañero Esteban. Es muy interesante lo que plantea. El diagnóstico de Trotski acerca del bloqueo en las fuerzas de producción podía parecer muy plausible en su momento y desde ya acertado si se lo remitía a la coyuntura pre bélica. El problema estriba en que el viejo fue más allá y lo proyecto en todo el devenir del enfrentamiento histórico entre capitalismo y revolución proletaria, cuyo desenlace veía en un futuro próximo. Vale decir que en sus últimos trabajos previó la posibilidad de una recuperación sostenida del capitalismo si la URSS resultaba derrotada, pero solo como un ‘respiro’ hasta una tercer guerra mundial devastadora. Hoy, en retrospectiva,puedo ver con más claridad, que, en el fondo, es una de las conclusiones posibles de la teoría leninista del imperialismo, en especial si se la absolutiza. Otro tanto puede decirse de los varios alertas metodológicos que legó a sus discípulos, en especial acerca de que, si la situación concreta cambiaba, el programa debía ser cambiado. De todos modos, la realidad de aquel entonces, no parecía contradecirlo, por lo menos en toda la línea y más tomando en cuenta el pronóstico central de que la guerra traería aparejado el rebrote de la revolución. Trotski afirmó muchas veces que ‘confundir el futuro con el presente es peligroso en gramática pero más aún en política’ pero no parece haber reflexionado al respecto cuando elaboró el PdT en 1938. En mi opinión, fue su testamento político con miras a un pronóstico unidireccional que estaba sobredeterminado por el horizonte teórico dominante en la izquierda heredera del bolchevismo. Todo esto ya es historia y no está mal analizarlo. El gran problema consiste en explicar como es posible que, frente al decurso concreto de la realidad, la inmensa mayoría del movimiento troskista no pudiera recapacitar al respecto y corregir el rumbo. No se puede negar, por supuesto, que no existieran intentos al respecto. El gran dilema fue que en ningún caso pudieron ir a la raíz del problema y mucho menos sistematizar un opción superadora que los separara de abrazar conclusiones contrarevolucionarias o terminar perdidos en el anarquismo comunista. Así pasó con Schatman, aunque algunas de sus criticas, en especial a la PMP (política militar proletaria) fueron luego retomadas como fundantes por la Tendencia espartaquista y sus vástagos que siguen firmes en el campo trotskista. Así pasó con Mandel y su corriente que reconocieron el crecimiento genuino de las FP en la postguerra, pero luego no profundizaron en las debidas conclusiones. También Cliff y su corriente, tuvieron aperturas importantes sobre las FP que luego mantuvieron corrientes herederas surgidas de múltiples escisiones, entre ellas la LICR británica. Lo mismo ocurrió con la teoría del Estado Obrero (Degenerado-deformados) que tempranamente Cliff suplantó por el capitalismo de estado, posición que la ‘izquierda italiana’ y germano holandesa sostenía desde 1924. De conjunto terminaron en el antidefensismo respecto de la URSS en la segunda guerra y en el caso de Cliff, en Corea en la década del 50, lo cual es todo un problema desde el análisis teórico político retrospectivo. Por fuera de la importancia de la crítica a la matriz teórica fundante de la Cuarta (y no solo de esta, dado que la teoría del imperialismo es prácticamente inquestionable en la izquierda militante heredera de la Revolución Rusa en todas sus variantes revolucionarias y contrarevolucionarias, como el estalinismo) los factores que Rolando marca en su respuesta, no son para nada menores. En mi opinión, matrices teóricas, adaptación a la presión del medio y concepción aparatista del partido, están en un mismo nivel y se alimentan mutuamente, en un juego de fuerzas donde a veces es casi imposible discernir una causa principal de determinados comportamientos políticos y metodológicos.

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      AP

      14/08/2014 at 16:00

    • Hace un tiempo me ocurrió algo bastante elocuente. Presenté un artículo para la revista Hic Rhodus del Instituto Germani que dirige Pablo Rieznik. Cuando me enteré de la existencia de la revista me entusiasmó porque no existen casi publicaciones “académicas” marxistas. Aclaro que personalmente aporto mensualmente al Partido Obrero, sin ser un militante orgánico. Es decir, tengo la mayor de las simpatías sin coincidir en todo ni nada parecido.
      Como sea, el artículo trata sobre la dictadura y la acumulación. Es un artículo breve por una cuestión de los espacios máximos que estipula la revista.
      Comienza con una introducción sobre el contexto histórico (auge de la lucha de clases, bonapartismo, etc). En la introducción, a modo de presentación de la problemática, cito a Christian Castillo acerca de su trabajo sobre el cuarto relato de la dictadura (el relato «clasista» en contraposición al milico, los dos demonios y el progre) y hablo sobre la necesidad de un análisis clasista desde una dimensión poco explorada como es la economía política marxista.
      Básicamente, establezco una conexión entre el surgimiento de la dictadura y le necesidad del capital de resolver una crisis de acumulación y rentabilidad profunda que en 1975, por otra parte, encontró una enorme resistencia popular. Esto respaldado con gráficos, etc. Acá la versión inmaculada que en un tiempo ampliaré: https://www.academia.edu/6914075/Maito_Esteban_Ezequiel_-_Dictadura_y_capital._Acerca_del_surgimiento_y_el_papel_historico_de_la_ultima_dictadura_militar_en_Argentina
      Luego hago una crítica al enfoque predominante en términos económicos en la explicación del surgimiento de la dictadura como es el de Basualdo.
      El artículo obviamente está y siempre estará susceptible a mejoras, pero parece que intentar establecer una conexión entre acumulación y conflicto social no le gustó a Rieznik, que a la hora de escribir generalidades sobre El Capital la tiene clara pero a la hora de bajarlo a la historia argentina se queda en el voluntarismo.
      Así que en su rogada respuesta Rieznik, que ni siquiera tuvo la intención de mandar el texto a evaluación según los procedimientos normales de cualquier revista «científica», me comentó, siempre con ese tono agresivo que luego se justifica por el fin supremo del pseudodebate, que mi artículo aún si fuera cierto es «contrarrevolucionario» (sic). Además me dijo que era «inaceptable» la cita de Castillo (obvio, porque es del PTS).
      El subtítulo de la revista es “Crisis capialista, polémica y controversias”. Luego me dí cuenta también que salvo algunos artículos de Gustavo Burachik (siempre interesantes) en la revista prima el enfoque que comentaba antes, de absoluto ninguneo a la economía política y la proliferación de artículos del tipo “El concepto de bondiola asada en el joven Lenin”, “Trotsky y la socialdemocracia Checoslovaca” y demases. Luego me terminé dando cuenta que la finalidad de la revista es principalmente generar “publicaciones”, dada la repetición de nombres, más bien para militantes del partido que participan del sistema “académico” de la UBA más que algún interés por la crisis capitalista, la polémica y las controversias. Lamentable por partida doble.
      Desde ahí que pienso mucho en todo este revisionismo de los partidos marxistas en Argentina.

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      Esteban Maito

      18/08/2014 at 22:05

  10. P.D: Dentro de los críticos más firmes de las desviaciones de la Cuarta, de cuya dirección formó parte, no podía olvidarme de Grandizio Munis. Es impresionante como lo boicotearon, en especial cuando criticó con dureza la política del SWP de Cannon. Finalmente terminó rompiendo junto con Natalia Sedova en 1951, por la caracterización de la URSS y los estados implantados en el Glacis. Las palabras de Natalia fueron lacónicas: ‘Siguen repitiendo sin pensar las palabras de mi marido muerto y una caracterización que el mismo hubiera cambiado.’

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    AP

    14/08/2014 at 16:11

  11. Prof Astarita: estoy al tanto de sus críticas a los partidos que agitan la consigna del control obrero en situaciones de dominio normal de la burguesía. Con el caso actual de la imprenta Donelley el tema a vuelto a surgir (la patronal declaró la quiebra, frente a lo cual los trabajadores ocuparon la planta y la pusieron a producir ellos mismos).Le agradecería si me pudiera aclarar cual es su posición respecto a este caso puntual. Aclaro que yo considero que los revolucionarios debemos acompañar y apoyar esta experiencia que los trabajadores de dicha planta estan haciendo, sin dejar de explicar que, dentro de los marcos del capitalismo, los avances que puedan lograr estarán amenazados.
    Saludos cordiales

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    Mariano

    14/08/2014 at 16:57

    • Sí, de acuerdo con usted. Con una precisión: no hay que confundir estas experiencias con el control obrero. Se dieron repetidas veces a lo largo de la historia. Marx se refiere a ellas (fábricas que quiebran por la crisis, y los trabajadores las hacen producir como cooperativas) en El Capital. Es importante destacar que estas experiencias demuestran que los trabajadores pueden producir sin necesidad de los patrones. En otros términos, responde muy bien a la pregunta de «¿para qué sirven los patrones?»

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      rolandoastarita

      14/08/2014 at 20:27

  12. La confusión es permanente. Los únicos que desde hace rato y bajo la presión de las críticas, parecen haberse dado cuenta de que el control obrero (una medida revolucionaria) y la administración obrera de una cooperativa puesta en pié ante la defección patronal , estatizada o no, no son equivalentes, son los dirigentes del PTS que desde hace rato hablan de ‘gestión obrera’. Esto, por supuesto, no les impide vender públicamente esta ‘gestión’ como control obrero. En algunos casos hablan de ‘gestión obrera en el camino del control obrero’ algo que vendría con la tan mentada ‘estatización’ burguesa, por supuesto. Para estos compañeros, el control obrero puede darse sin poder obrero y a escala microscópica por la mediación del estado capitalista. No es casual que las tesis de la intersindical roja, que marcaron a fuego que control obrero y estatización burguesa son términos mutuamente excluyentes, sean un tabú para estas organizaciones. En términos de política concreta, la salida cooperativa no tiene nada que ver con el verdadero control obrero y como tal hay que decirlo. Lo más subversivo es su ejemplo. El pedido de estatización puede ser válido en determinadas situaciones, pero no es una panacea ni una fórmula para plantear mecánicamente en todo tiempo y lugar. Lo importante es no sembrar la confusión entre la clase obrera, respecto de que una administración, que generalmente involucra miembros directos del estado y el sindicato estatizado, son control obrero, ni siquiera embrionario. En los últimos días el Nuevo Mas también sacó una nota sobre el tema. Vale la pena leerla por que es dificil encontrar un monumento más grande a la confusión y el sinsentido.

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    AP

    15/08/2014 at 21:02

  13. Aquí va una muestra del artículo en cuestión:
    ‘Partamos del hecho que la ocupación de fábrica es un fenómeno inmensamente progresivo: coloca sobre la mesa el cuestionamiento al monopolio de la autoridad de la patronal: una situación de verdadero doble poder –o único poder, si la patronal ha abandonado la empresa- en el seno de la planta. Una circunstancia donde los trabajadores, más si ponen a producir la empresa, se dan cuenta de su poder: de que pueden llevar a cabo la producción sin los patrones.

    Si la ocupación se resuelve exitosamente garantizándose la continuidad de la fuente de trabajo, el resultado es entonces que se frena la tendencia al despido en masa, que es uno de los subproductos de la crisis.

    Es decir, la orientación capitalista a hacerle pagar la crisis a los trabajadores mediante el expediente de la creación de un enorme “ejercito industrial de reserva” que deprime los salarios y las condiciones de trabajo de toda la clase obrera dejando a un amplio sector en la calle.’

    Primero se confunde la ocupación de una planta, un fenómeno de paralización de la producción como forma de imponer a la patronal y el estado determinadas demandas, fenómeno necesariamente violento, con la ocupación pacífica de instalaciones que han sido abandonadas a su suerte en el marco de una quiebra. Esto último se asimila a algo superior al ‘doble poder’, o sea, el ‘único poder’ que vendría a estar dado por asumir que se puede producir sin patrones. Que lo ocurrido sea un proceso enteramente marginal a la tendencia general, es olímpicamente ignorado. Que en realidad exprese una tendencia completamente defensiva ante la perdida del empleo, también. Que el subproducto, a lo sumo puede ser un intento cooperativista destinado a confrontar con las leyes del mercado, idem (luego se explicará que se ‘soluciona’ con la estatización burguesa) La peor conclusión es que con esto se frena la tendencia al despido en masa. Ergo: Esperemos a que la mayoría de las empresas sean abandonadas, pongámoslas a trabajar bajo formas cooperativas. Logremos que el estado las expropie y estatice en masa y ya está….. es el socialismo.
    Por eso, para que esperar, directamente levantemos la consigna de que, como solución a la desocupación el estado estatice toda empresa que cierre o despida bajo control de los trabajadores. Como se desprende del anterior discurso, en cada lugar expropiado y puesto a funcionar, habrá un ‘único poder’ el de los obreros. Si la crisis es bien fuerte, mejor, el estado capitalista se va a hacer cargo de otorgarle el control a los trabajadores y así los obreros no se autoexplotan, no compiten entre sí, ni con los obreros de otras empresas y además cuentan con financiamiento abundante provisto por el estado y así, sin solución de continuidad vamos avanzando en la senda del socialismo por acumulación de reformas hasta superar el punto cualitativo.

    Buena trama para una película de ciencia ficción.

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    Ap

    16/08/2014 at 14:38

  14. ¿Marxismo nacional o internacionalismo en serio? Sobre los motes de Astarita. Leer acá http://puntoddesequilibrio.blogspot.com.ar/2014/08/marxismo-nacional-o-internacionalismo.html

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    EM

    19/08/2014 at 14:17

  15. Recomiendo ver el posteo de Del Caño con los buitres rodeando la bandera argentina. Desastre.

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    Carver

    22/04/2016 at 15:09


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