Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Reflexiones desde el marxismo sobre el libro de Piketty (3)

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Continuación de la nota, parte 1aquí y parte 2aquí.

Tendencia y contratendencias

Desde el punto de vista de la teoría marxista, el análisis de la evolución de la distribución del ingreso y la riqueza en el largo plazo exige articular la acumulación -vinculada a la lógica del capital- con la lucha de clases, que es inherente a la relación antagónica entre el capital y el trabajo. Acicateado por la competencia, cada capital tiende a aumentar la tasa de plusvalía, por medio del cambio tecnológico, o mediante el aumento de la plusvalía absoluta (prolongación de la jornada de trabajo, incremento de los ritmos de producción). El cambio tecnológico, a su vez, está en la base de las plusvalías relativas; sin embargo, la fuerza relativa de la clase obrera puede obligar a que al menos una parte de los avances de productividad redunde en aumentos del salario real. Con esto ya se puede ver que la dinámica de la distribución del ingreso no es lineal, ni tiene nada de mecánico. Además, el proceso en el largo plazo está mediado por el ciclo económico, y las variaciones en la distribución del ingreso asociado al mismo.

El proceso de acumulación es contradictorio, operan tendencias y contratendencias. Así, la misma dinámica de la acumulación da lugar a la formación de ejércitos de trabajadores, lo que abre la posibilidad -en la medida en que se agudice la lucha de clases- de poner frenos al impulso a la mayor explotación. Por eso cuando Marx presenta la ley de la acumulación capitalista -su tendencia a aumentar el despotismo del capital sobre el trabajo, a la concentración de la riqueza y el empobrecimiento relativo de los obreros- señala que los trabajadores intentan, mediante los sindicatos y la organización de ocupados y desocupados, “anular o paliar las consecuencias ruinosas” de la ley natural de la producción capitalista (capítulo 23 de El Capital). Por otra parte, el grado de concentración del capital está afectado por los procesos de centralización (fusiones de empresas), pero también por las desvalorizaciones que ocurren durante las crisis, y por la aparición de nuevos capitales que desafían a los ya establecidos. Por este motivo también el movimiento hacia la polarización es tendencial. Estas determinaciones, que actúan muchas veces simultáneamente, deben ser tenidas en cuenta a la hora de explicar la evolución de la distribución del ingreso.

Caída tendencial de la participación del trabajo en el ingreso

La caída de la participación de los salarios en los ingresos de los países desarrollados y no desarrollados, a partir de los años 1970 y hasta el presente, parece ser un fenómeno bien constatado. Dado que globalmente no se redujo la masa de trabajadores, la caída de la razón W/Y estaría indicando un aumento de la tasa de plusvalía. De conjunto, se trata de una ofensiva del capital contra el trabajo, disparada en respuesta a la crisis de rentabilidad y de acumulación de mediados de los años 1970. Este movimiento revirtió así la tendencia al aumento de la participación de los salarios en el ingreso, que se había registrado hasta fines de los años 1960: según Kristal (2010), en la primera mitad del siglo XX la relación W/Y en Gran Bretaña se elevó desde el 56% en 1913 al 72% en 1964; y en EEUU habría aumentado 5 puntos porcentuales desde el fin de la Segunda Guerra hasta fines de los 1960. Aunque los datos no son precisos, todo indicaría que la relación también aumentó en la mayoría de los países. De hecho, durante las décadas de los 50 y 60 la remuneración salarial aumentaba por encima de los aumentos de la productividad. Pero la situación se revirtió a partir de los 1970, en coincidencia con la crisis y el intento del capital de recuperar la rentabilidad.

La crisis de 1974-1975 dio lugar al aumento del desempleo en los países desarrollados, y luego en amplias zonas del Tercer Mundo (por ejemplo, América Latina durante los 1980). Además, y a diferencia de lo que sucedió durante la Gran Depresión, la respuesta frente a la crisis fue de tipo expansiva, esto es, hacia una mayor internacionalización de las fuerzas productivas. De manera que las aperturas comerciales, la deslocalización de empresas y los renovados flujos migratorios pusieron presión sobre los salarios y condiciones de trabajo en la mayoría de los países en que la clase obrera había estado relativamente protegida. A ello se sumó la persecución política a los sindicatos y al activismo gremial; la reducción de los beneficios para protección social y de desempleo; y la creciente división de la fuerza laboral entre trabajadores precarizados (compuestos en muchos casos por inmigrantes, mujeres, minorías étnicas) y formalizados, lo cual aumentó la competencia entre los mismos asalariados. El capital también impuso medidas de “racionalización” (despidos, desregulación en las plantas laborales, multiplicidad de tareas). Puede verse que todo esto no tiene nada de mecánico (tampoco se relaciona con “elasticidades sustitución”); ni se trata de un “cambio cultural” que haya venido del aire.

Estas medidas dieron lugar entonces a la recuperación de los beneficios, a partir de 1982-1983 en EE.UU, y en menor medida en otros países adelantados. A la par que continuó el impulso a una mayor internacionalización de la economía, las privatizaciones de empresas estatales sometieron a mayores porciones del aparato productivo a la lógica del mercado, aumentaron los despidos, debilitaron más a los sindicatos y profundizaron las medidas de “racionalización”. El movimiento fue mundial, acompañado en todos lados por un retroceso de las formas más tradicionales de capitalismo estatal y de los regímenes burocrático estatistas (“socialismos” de todo tipo). Además, a partir de los 1990 en EE.UU hubo un renovado aumento de la productividad, por cambio tecnológico (las nuevas tecnologías informáticas y comunicacionales) y desplazamiento de mano de obra.

Datos sobre la evolución W/Y

Al margen del libro de Piketty, existe mucha evidencia acerca de la caída de la relación W/Y, con el consiguiente aumento de B/Y. Obsérvese que la caída de W/Y no se puede explicar por una reducción en términos absolutos de la fuerza laboral global; por lo tanto, el aumento de la relación B/Y está expresando, en términos marxistas, un aumento de la tasa de plusvalía. Presentemos entonces algunos estudios.

Según Kristal (2010), y para 16 países industrializados, la relación W/Y aumenta en promedio en la posguerra y hasta los 1970, pero baja desde el 73% en 1980 al 60% en 2005. Sostiene que en las dos últimas décadas los aumentos de productividad superaron a los aumentos salariales.

Por otra parte, de acuerdo a Karabarbounis y Neiman (2013) la participación de los salarios ha estado declinando a nivel global desde 1980: tomando su participación en el valor bruto añadido de las corporaciones, habría caído un 5% en los últimos 35 años, desde el 64% al 59%. De 59 países con al menos 15 años de datos entre 1975 y 2012, 42 muestran tendencias decrecientes en la participación del trabajo. La tendencia se verifica también en China, India y México. Blanchard y Giavazzi (2003) también encuentran la caída de la participación de los salarios en los países desarrollados en las últimas décadas. Otra manera de ver el aumento de la participación de los beneficios en el ingreso es a través de la distancia entre los ingresos de los CEO de las grandes corporaciones (plusvalía) y los salarios promedio. En EEUU, en 2013, la paga de los altos ejecutivos es 343 veces mayor que la de la media de los empleados y 774 veces mayor que la de aquellos que menos cobran. En 1983 la diferencia con la media era 46 veces (Executive Paywatch, de la AFL-CIO).

También el “Informe mundial sobre salarios 2012-2013” de la OIT muestra la esta dinámica. En 16 economías desarrolladas la proporción media del trabajo disminuyó del 75% del ingreso nacional a mediados de los 1970 a 65% en los años previos de la crisis de 2007. En Japón la participación del salario en el ingreso pasó del 68,4% en 1970 al 79,93% en 1977, para bajar al 54,5% en 2010. En EEUU pasó del 71,98% en 1970 al 63,27% en 2010; y en Alemania fue del 69,75% en 1970 al 63,66% en 2010. A su vez, en 16 economías en desarrollo y emergentes, disminuyó del 62% del PBI en los primeros años de los 1990 al 58% justo antes de la crisis.

Por otra parte, la evolución de la plusvalía relativa parece clara. Según la OIT, el índice de productividad del trabajo (producto por trabajador) en las economías desarrolladas, con base 100 en 1999, se había elevado a 114,6 en 2011; en tanto que el índice de los salarios, en el mismo período, había aumentado a 105,9. En EEUU la productividad real por hora en el sector empresarial no agrícola aumentó 85% desde 1980 a 2011, y la remuneración salarial lo hizo el 35%. En Alemania, en las dos últimas décadas, la productividad se incrementó cerca del 25%, pero los salarios reales permanecieron sin cambios. Esto está indicando que la tasa de plusvalía aumenta, aun cuando aumenta la canasta de bienes salariales. Incluso en China, a pesar de que los salarios se triplicaron en la última década, el PBI aumentó a una tasa superior, de manera que W/Y disminuyó.

Explicaciones alternativas

Dado el fenómeno objetivo, la cuestión entonces es explicar sus razones y perspectiva. En Piketty, como vimos más arriba, se superpone la mecánica económica neoclásica -productividades marginales, elasticidades de sustitución- con lo político y cultural, sin que estas instancias queden articuladas. Algo similar ocurre en Blanchard y Giavazzi (2003), un paper muy citado en la literatura reciente sobre el problema. Aunque en este caso, para sacar una conclusión favorable a la liberación de los mercados y la pérdida de poder de negociación de los trabajadores, por disminución de la sindicalización. Para esto, Blanchard y Giavazzi dejan de lado cualquier explicación basada en la productividad marginal, para abordar la cuestión desde la óptica del poder de negociación y la competencia monopolista (pero sin teoría alguna de valor). Si baja el poder de negociación de los trabajadores, argumentan, el efecto en el corto plazo es que baja el salario real, sube la rentabilidad de las empresas y se mantiene el desempleo, que se postula independiente del poder de negociación de los trabajadores. Pero en el largo plazo, las mayores rentas para las empresas permiten la entrada de más empresas, baja el desempleo y aumenta el salario real; el efecto global de la desregulación y quita del poder de negociación de los trabajadores es entonces beneficioso para estos últimos. Sin embargo, la realidad es que han transcurrido cuatro décadas desde que se pusieron en marcha los programas pro mercado y debilitamiento del poder del trabajo, y los resultados, en el campo de la distribución de ingresos y riqueza, han sido sistemáticamente favorables al capital, en detrimento del trabajo.

La tesis de Kristal (2010), en cambio, es más realista: la caída de la participación de los salarios en el ingreso la explica por el debilitamiento de los partidos socialdemócratas, por la presión de los bajos salarios del Tercer Mundo, el desplazamiento de capitales y los flujos inmigratorios, y la mayor competencia intra clase, factores todos que debilitaron el poder de negociación de la clase trabajadora.

Desde la perspectiva marxista, los fenómenos que describe Kristal se ponen en el marco de la crisis capitalista de los 1970 y de la consiguiente contraofensiva de largo plazo del capital. En este proceso se combinan el aumento estructural de la desocupación; la internacionalización del capital; el retroceso político de la clase obrera; la caída de la URSS y la imposición del discurso “no hay alternativa”; y el aumento de la plusvalía, tanto absoluta como relativa. De esta forma, las tendencias económicas ancladas en la naturaleza del capital se articulan con el conflicto de clases, inherente a la relación capitalista. Por un lado, existe un impulso del sistema hacia la concentración de ingresos y riqueza, que se deriva de la reproducción ampliada y del “hambre” incesante por el plustrabajo, y por otra parte, una resistencia mayor o menor del trabajo a la explotación. En la medida en que la oposición del trabajo se debilita, el impulso a la polarización (aumento de la tasa de explotación) tiende a imponerse. Es lo que habría sucedido en los últimos 35 o 40 años. De esta manera se revirtió la situación establecida en la segunda posguerra, caracterizada por el fortalecimiento del movimiento comunista internacional, de los sindicatos reformistas y la socialdemocracia. Si bien estas organizaciones ayudaron a estabilizar la situación en la posguerra, la clase capitalista debió ofrecer en contrapartida, mejoras a la clase trabajadora de conjunto. Debería tenerse presente que durante la Segunda Guerra uno de los temores de la clase dominante fue que se repitiera un ascenso revolucionario similar al ocurrido al terminar la Primera Guerra.

Combinado con un sólido ascenso de la acumulación, lo anterior explicaría por qué a mediados del siglo XX pudo mantenerse una distribución del ingreso menos desigual que en las primeras décadas del siglo, y relativamente estable. Sin embargo, en el largo plazo operó la tendencia al aumento de la composición orgánica del capital que, junto a una mayor presión sindical, llevaría a la baja de la tasa de ganancia en los 1970 y a la crisis. Desde entonces, la desigualdad entre el capital y el trabajo no ha dejado de aumentar.

Una cuestión preocupante para el capital

Marx era consciente de las consecuencias que tiene a largo plazo la tendencia a la polarización social: “La concentración de los medios de producción y la socialización del trabajo alcanzan un punto en que son incompatibles con su corteza capitalista. Se la hace saltar. Suena la hora postrera de la propiedad privada capitalista” (Marx, 1999, p. 953, t. 1). Esto significa que el desarrollo de las fuerzas productivas genera las condiciones para el cuestionamiento revolucionario del capitalismo (ver aquí).

Todo parece indicar que estas cuestiones subyacen a la preocupación de sectores del establishment y la clase dominante. De alguna manera se intuye que la creciente desigualdad entraña peligros para el sistema, aunque sea un producto genuino del capital. La desigualdad no solo encierra la posibilidad del estallido social, sino también cuestiona, de hecho, el discurso sobre la democracia capitalista y el gobierno “del pueblo”. Esa preocupación explicaría la acogida que tuvo “El capital en el siglo XXI” en muchos sectores del poder. Martin Wolff del Financial Times lo describió como “extraordinariamente importante”. The Economist, en una nota que lleva por título “A modern Marx”, dice que el éxito del libro tiene mucho que ver con que trata el tema correcto en el momento correcto. Joseph Stiglitz y Paul Krugman lo elogiaron sin reservas; también fue bien recibido en círculos del FMI y el Banco Mundial. La preocupación por la desigualdad figura asimismo en otros documentos. Por ejemplo, el “Informe de Riesgos Globales del Foro Económico Mundial”, que se publicó para la reunión anual de Davos 2014 “identifica la severa disparidad en los ingresos como el riesgo mundial más propenso a manifestarse en la próxima década” (The Wall Street Journal Americas, 22/1/14). Y en encuentros al más alto nivel: Obama y el papa Francisco consideraron que la desigualdad es el problema “que define nuestro tiempo”. Muchos conectan las protestas de Occupy Wall Street y de los movimientos europeos de indignados, con la tendencia que señala Piketty. Y cuestionan las “diferencias obscenas” entre los súper ricos y las inmensas mayorías.

Sin embargo, esta gente, a igual que Piketty, solo trata de atenuar la desigualdad. Para esto, Piketty propone un impuesto del 80% a los ingresos superiores al millón de dólares anuales. Es, en última instancia, el viejo programa keynesiano de atenuar las diferencias sociales -sin siquiera poder decir quién va a aplicar semejante impuesto a nivel mundial- a fin de preservar lo esencial. En otras palabras, quitar lo que “ofende el sentido común”, para continuar con el sentido común de la explotación del trabajo.

Lo cierto es que, dado que la dinámica de la distribución del ingreso deriva de la lógica de la explotación, poco va a cambiar con un cambio de impuestos. El achatamiento de la desigualdad en las décadas que siguieron a la Segunda Guerra tuvo como causa última un cambio de la relación de fuerzas entre el capital y el trabajo; cuyo origen, a su vez, se encuentra en la ofensiva revolucionaria de 1917. Alguna vez Lenin dijo, con razón, que las grandes conquistas reformistas en el sistema capitalista son subproductos de las luchas revolucionarias. En el mismo sentido, Tony Negri señaló que el Estado de bienestar keynesiano fue una respuesta de la burguesía a la Revolución de Octubre. Todo parece indicar que la clase dominante cede algo cuando teme perderlo todo. En consecuencia, la clave política -para los socialistas- está en el grado de conciencia y organización de los explotados. Lo que decide es la lucha de clases, precisamente porque el capital implica una relación social antagónica.

Por eso es vital comprender la lógica que está detrás de la creciente desigualdad, y cómo se articula con el conflicto social. De lo contrario, la propuesta práctica frente al problema (poner impuestos) queda en una receta sin trascendencia. Vale el diagnóstico del libro de Piketty -contra lo que dicen los apologistas vulgares del capitalismo, el sistema genera desigualdad creciente- pero son extremadamente endebles sus explicaciones, y por ende sus soluciones se deslizan por la superficie.

Textos citados
Blanchard, O. y F. Giavazzi, (2003): “Macroeconomic Effects of Regulation and Deregulation in Goods and Labor Markets”, Quarterly Journal of Economics, vol. 118, pp. 879-907.
Karabarbounis L., y B. Neiman (2003): “The Global Decline of the Labor Share”, NBER Working Paper Nº 19.136, junio.
Kristall, T. (2010): “Good Times, Bad Times: Postwar Labor’s Share of National Income in Capitalist Democracies”, American Sociological Review, vol. 75. pp.729-763.
Marx, K. (1999): El Capital, México, Siglo XXI.

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Written by rolandoastarita

31/05/2014 a 18:37

24 respuestas

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  1. Hay un dato para Alemania en el 2020. Es una proyección? O tipeaste mal?

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    Pablo de Quilmes

    31/05/2014 at 22:34

  2. Me interesaría leer bibliografía sobre esto: «Debería tenerse presente que durante la Segunda Guerra uno de los temores de la clase dominante fue que se repitiera un ascenso revolucionario similar al ocurrido al terminar la Primera Guerra.» Alguna sugerencia?

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    Pablo de Quilmes

    31/05/2014 at 22:51

    • Perdón por la intromisión Pablo. ‘Caos y orden en el sistema mundo moderno’ de Giovanni Arrighi.
      Saludos

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      AP

      01/06/2014 at 00:27

  3. Muy interesante el artículo. Me permite articular cosas sueltas que pensaba pero de manera fragmentada, acá están presentadas de modo elaborado y explícito, y con fuentes. Muy bueno.

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    Pablo de Quilmes

    31/05/2014 at 23:04

  4. El artículo da para pensar bastante, esta clara la caída de la relación W/Y y su origen verdadero. Querría saber su hay datos o fuentes donde ver cuantitativamente el peso de la plusvalía relativa, dado el gigantesco aumentó de productividad que promovido por la informatización ya sea aplicada a las máquinas que manejan los obreros o las que directamente los sustituyen y la incorporación a la masa proletaria de los trabajadores mal pagados del Asia Central.
    También querría saber como influye en la acumulación de capital las inversiones que suponen los saltos tecnológicos (aplicación de informática, robotización), o la construcción de nuevas fábricas en lugares donde se puede explotar más y mejor a los obreros que trabajarán en ellas.

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    Rodolfo

    03/06/2014 at 12:07

    • No tengo datos específicos sobre el aumento de plusvalía relativa; en términos generales, si aumenta la productividad por encima de lo que lo hacen los salarios, tiene que aumentar la plusvalía relativa (y es lo que muestran las estadísticas).
      La incidencia de las diferencias en tasa de explotación, a igual nivel de desarrollo tecnológico (por ejemplo, empresa avanzada tecnológicamente que explota mano de obra con salarios relativamente bajos, para exportar al mercado mundial) lo analizo en Valor, mercado mundial y globalización. De todas maneras, por lo general se trata de los procesos mano de obra intensivos, que se insertan en las cadenas mundiales de valor. No puedo desarrollarlo aquí.

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      rolandoastarita

      04/06/2014 at 09:04

  5. fuera de tema ¿Es la crisis de la industria automotriz argentina en 2014 una crisis típica de sobreproduccion? y son las medidas de las comisiones internas troskystas las medidas correctas?

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    Tomas

    03/06/2014 at 14:10

    • En la rama automotriz hay una crisis de sobreproducción (caída de la demanda interna y en Brasil). No conozco en detalle las medidas que están tomando las comisiones internas trotskistas. He seguido lo de Gestamp por los diarios y prensa de izquierda, y en general concuerdo en que debe intentarse por todos los medios frenar los despidos. Soy más escéptico acerca del intento de dar respuesta a la crisis prohibiendo los despidos, y cosas por el estilo (proyecto de ley presentado por el FIT, por ejemplo en la legislatura de Córdoba).

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      rolandoastarita

      04/06/2014 at 09:07

  6. ¿Le parece posible que revierta en algún momento la caía de la influencia política de la clase trabajadora, a nivel mundial?. ¿Cómo podría suceder eso?. De acuerdo a la nota, es este un eje central de la lucha de clases. Si esta tendencia no cambia de alguna manera, la polarización social seguirá: la cuestión es porqué no hay una toma de conciencia sobre la progresión de la desigualdad, algo que se presenta ya con bastante claridad, no en los ambientes académicos o de las élites, sino allí donde se desenvuelve la vida social de la gente común y corriente, al nivel de los contactos interpersonales tan variados y fluidos hoy en día, al nivel de los distintos medios de comunicación, al nivel de la militancia de las organizaciones políticas, entre los estudiantes universitarios,etc. Es que eso no se ve.

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    mario

    03/06/2014 at 20:15

    • Pienso que la polarización social por si sola jamas va a producir un cambio en el nivel de la conciencia de las personas. Buena parte del entramado de dominio simbólico del capitalismo se ocupa de que esto sea así. La cuestión es qué es lo que los militantes tenemos que hacer para intentar influir en esa situación.

      Saludos

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      Gerardo Daniel

      03/06/2014 at 22:15

    • En mi opinión las crisis, la desocupación, la polarización social, solo crean las condiciones para argumentar a favor de ideas socialistas, y avanzar en la crítica del capitalismo. Pero por sí mismas no fortalecen al socialismo. Las razones son complejas y explicarlas exceden los límites de estos comentarios (por caso, toda la cuestión del fetichismo tiene que ver). En cualquier caso, los resultados de las últimas elecciones europeas ponen en evidencia que los trabajadores pueden buscar soluciones a la crisis y desocupación en propuestas de derecha y reaccionarias. Pienso que el rol de la crítica sigue siendo indispensable para el avance de las ideas socialistas.

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      rolandoastarita

      04/06/2014 at 09:12

  7. perdón profesor que vuelva a salir del tema cree y por que piensa que el sistema actual de jubilaciones no puede seguir funcionando con este nivel de cobertura en el futuro ( déficit, relación 1 a 1.5 entre jubilados y trabajadores) cree que van a dejar sin jubilación a miles de personas en un futuro cercano?

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    Tomas

    05/06/2014 at 14:01

    • No conozco lo suficiente el tema como para opinar.

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      rolandoastarita

      07/06/2014 at 15:04

    • Tomas, en Argentina el sistema jubilatorio hace décadas que no es digamos «autónomo». Una parte considerable de las jubilaciones, por decir algo, la mitad, se financia con impuestos, no con aportes previsionales.
      Creo que abundan los argumentos más bien «tecnocráticos» como para justificar ajustes sobre los jubilados. De todas formas, se puede ampliar o mantener cobertura, a partir de cierta cantidad dada de recursos, afectando el ingreso real de las jubilaciones. Lo que ha pasado en alguna medida en los últimos años.
      Pero es importante considerar que en sociedades en las que la mitad de los trabajadores se encuentran excluidos o informalizados, necesariamente la recaudación previsional tiene que valerse de impuestos corrientes.
      Dicho esto también, si la recaudación fiscal pudo aumentar tanto como porcentaje del PBI, nada impediría que a la hora de gastarlo se lo destine a mejorar las jubilaciones y no, por ejemplo, a deuda o subsidios a privatizadas.
      Si buscás por internet podrás encontrar un par de buenos trabajos sobre toda esta cuestión, por ejemplo de Camila Arza o de Rubén Lo Vuolo.

      Saludos.

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      Esteban Maito

      07/06/2014 at 19:03

  8. Rolando. Dado que el compañero Tomás preguntó por la actitud de las comisiones internas de izquierda ante los despidos en la industria automotriz y usted focalizó sobre Gestamp, me parece importante hacer algunas puntualizaciones. La primera es que la izquierda no cuenta con demasiadas comisiones internas en el sector industrial. Salvo algunas empresas de la alimentación, como Kraft o gráficas como Donnelly, que son emblemas del PTS y PO respectivamente, la inserción todavía es muy débil. Se han hecho grandes intentos que incluso fructificaron en luchas importantes, pero ha sido difícil sostenerse en estos gremios estratégicos donde el control burocrático y la persecución patronal sobre el activismo es muy fuerte y actúa reprimiendo precozmente o represaliando cada vez que hay lucha, lo que genera periódicas sangrías de compañeros. Respecto la actual ola de despidos y suspensiones creo que la izquierda ha hecho lo que debía y podía hacer en razón de sus reales fuerzas. Colocarse en la primera línea de pelea contra estas medidas antiobreras ya sea movilizando a sus activistas en los sectores directamente azotados o rodeando de solidaridad los conflictos en los que no cumple ningún rol dirigente. Respecto de Gestamp. Aquí parece haber una especie de caso testigo donde se dirimen las fuerzas reales. Pese a que el parásito patronal -sindical, Pignanelli haya acusado directamente al PO de promover directamente el conflicto, no es para nada el caso, a lo sumo había algún compañero del PTS, como este lo ha reconocido públicamente. Sí había cierto activismo en el sector donde se produjeron los despidos. El personal de planta en general mostró alguna resistencia a las suspensiones, pero votó aceptarlas de modo rotativo. Es en estos marcos que se produce el lock out patronal y se echan 69 compañeros escogidos selectivamente. Este golpe produce un retroceso en la base y aísla a los compañeros. La ocupación del puente grúa es una medida valiente pero desesperada, aunque, personalmente, pienso que era necesario apoyarla con todas las fuerzas en el intento de lograr la reincorporación, aunque, sin la posibilidad de parar la planta con el apoyo de la mayoría de los compañeros, era muy difícil lograrlo solamente con el apoyo externo de la izquierda y el activismo proveniente de otras estructuras que formó piquetes en la puerta, con más razón ante el peligroso despliegue policial y la amenaza del SMATA de volcar el aparato para arreglar el asunto por sus propios métodos. El proceso de resistencia fue complementado con una vasta actividad de difusión del conflicto, tanto a nivel nacional como internacional y se consiguieron importantes adhesiones. Un aspecto en particular fue la agitación que se hizo a nivel parlamentario. Con todas sus limitaciones, también sirvió para hacer crecer la difusión del conflicto. Con todo lo que se hizo, no alcanzó. Después de haberse dictado una conciliación olbligatoria, esta fue revocada a las 48 horas por una decisión política y luego la planta fue militarizada. Era una necesidad de estado, dado que el lock out de este eslabón de la cadena productiva estaba paralizando a W.W , Ford etc. Hechas estas aclaraciones, por el lado de la crítica constructiva u desde la misma trinchera de lucha. Lograr la conciliación obligatoria era un objetivo de mínima que se condice con una relación de fuerzas general entre las clases, desfavorable a los trabajadores. Puesto así, era lo que se podía lograr. Estamos muy lejos de escenarios en los que los sindicatos revolucionarios rechazaban rotundamente el arbitraje como un engaño y una intromisión del estado en los asuntos obreros. Lo que me parece un error fue el excesivo triunfalismo de la izquierda, cuando esta fue dictada. Fue descrita desde las prensas revolucionarias como un gran triunfo, cuando en realidad, todos sabemos que solo posponía por 15 días el desenlace definitivo. Entiendo que se debía acompañar la euforia de los compañeros directamente comprometidos y que se la habían jugado con arrojo, pero todo tiene límite. En mi opinión, pesa en estas actitudes la caracterización afiebrada que la mayoría de los grupos de izquierda tiene sobre la situación y esta muy asociada al mito de la ‘clase obrera invicta’. Esto lleva al desconcierto cuando las cosas no salen como se esperaba y promueve toda una catarata de apelaciones legalistas, como si la burguesía no pudiera retorcer las leyes como alambre o invocar ‘leyes superiores’ toda vez que sus propósitos inmediatos entran en conflicto con el andamiaje legal. Se llega al colmo de escribir (artículo de G. Solano) que la burguesía pierde una herramienta fundamental que obra en su favor (la C. O) …… DESPUÉS DE HABER EXULTADO EN SU PROPIA PRENSA POR HABERLA LOGRADO¡
    Renglón aparte merece la intervención parlamentaria. Se plantearon buenas denuncias, pero todo enmarcado en el estrecho corsé de la legalidad y jugando todas las fichas a un proyecto de ‘prohibición de despidos y suspensiones’ que no tiene cabida en la realidad, no ya desde los principios programáticos, sino, siquiera desde el marco elemental de la relación de fuerzas parlamentaria. Se llegaba, por boca del compañero Pitrola a plantear la posibilidad de ‘negociar’ la duración, si dos años, uno o seis meses…. como si tal cosa tuviera algún mínimo eco o el FIT pudiese imponer algo. Surrealista. Lo último (aunque invito a los lectores a ver los videos de las intervenciones de los diputados obreros) Del Caño intentando darle lecciones al FPV sobre ‘peronismo revolucionario’ y despotricando contra el ‘monopolio español’ , como si las patronales nacionales no suspendieran ni despidieran. Todo aderezado con fraseología ‘democrática’ y propuestas de estadista. En lo práctico, toda la propuesta política de la izquierda se centra en dos polos: Proyecto ley (La izquierda que ‘trabaja’ en el Congreso con propuestas ‘superadoras’ como afirmó Altamira) y pedidos a las direcciones de las centrales obreras para que larguen otro paro, por 24 o 36 horas, una diferencia profunda que hay entre PO y PTS.
    Disculpe la extensión Rolando. Es que, para bien o para mal, frente al consenso de la izquierda, alguien lo tiene que decir.

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    AP

    05/06/2014 at 21:28

  9. Unas apostillas a lo anterior. Es impresionante como han desaparecido de las páginas Web de la izquierda, las notas que desnudaban su confianza legalista y su imprevisión frente a las maniobras del enemigo. Tales omisiones revelan una conducta oportunista arraigada. No existe el más mínimo balance autocrítico respecto de las expectativas previas. Con razón decía Lenin que hombre inteligente no es el que no se equivoca, sino, el que no comete errores graves, los detecta inmediatamente y establece un curso para corregirlos asumiendo la responsabilidad. Así es como debe actuar un partido que cumple responsablemente los deberes para con su clase. Aquí, en cambio, al triunfalismo impresionista se lo barre bajo la alfombra a la espera que el error sea rápidamente olvidado. Las voces críticas son bautizadas como producto de sectas innominadas en sendos editoriales. Podrán tener muchos militantes, pero son unos charlatanes. Ahora el PO aparece con que para los trabajadores ‘no hay seguridad jurídica’. Se habrán dado cuenta que la ley tiene un carácter de clase? Increíble es ver como PTS y MAS se pelean por autoproclamar quien apoyó más al conflicto. De paso escrachan innecesariamente a su propios militantes en el desenfreno de esta puja de aparato. Lo último. Cada vez me doy más cuenta de como las direcciones de estos partidos leen este blog.

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    AP

    06/06/2014 at 13:20

  10. Estimado AP

    El blog ya tiene un millón de entradas. Mucha gente lo está leyendo. Hasta donde llega mi conocimiento, en idioma español, es el único blog que tiene estas características, en donde el autor escribe y responde a todos los comentarios que considera polémicos. No se si en otros idiomas existe un blog parecido.

    Los demás blogs de la izquierda en idioma español son pura propaganda de partido y si tienen, por lo general, unos pocos artículos teóricos no permiten hacer comentarios ni polemizar. Y para colmo, la mayoría son artículos de baja calidad, llenos de frases vacías, con citas de los clásicos, inconexos, que terminan distorsionando la realidad, acomodándola a conveniencia. Prácticamente no existe la autocrítica. Todas las actividades del partido son aciertos o triunfos, nunca hay errores, todo va bien. Al final son versos de la dirección para el mejor control de los militantes de base. Burocracia con neuronas cristalizadas por la «tradición», en donde la audacia del pensamiento quedó en el almacén de las antigüedades. Terminando al final en un sectarismo fanático, parecido a cualquier religión.

    Creo que Rolando ha retomado las viejas tradiciones de la izquierda marxista desde la época de Marx y Engels -siglo XIX-, y principios del siglo XX donde las posiciones políticas de los partidos debían ser fundamentadas con argumentos teóricos de peso, cuestión que no sucede, lamentablemente, en estos tiempos. En las últimas décadas, prácticamente no existe producción teórica por parte de los partidos de izquierda. Los militantes no estudian y sólo rige el criterio de la «práctica». Pareciera que elaborar teoría es perder el tiempo para los partidos.

    Saludos cordiales

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    La duda metódica

    06/06/2014 at 22:05

    • Estimado compañero. Estoy en todo de acuerdo. He seguido montones de blogs de Argentina y otros países y, efectivamente, no hay nada que se le asemeje. Ahora estoy experimentando con la Izquierda Comunista europea. Otro bloque granítico de sectas. El blog de Rolando es una usina en materia teórica y las polémicas se siguen con argumentos hasta que ya no queda nada nuevo por aportar. Un trabajo tremendo. En mi experiencia personal (limitada por cierto) envié muchas contribuciones a distintos blogs y comentarios de artículos. O directamente no fueron publicados o se les aplicó el ‘matar con la indiferencia’. Me ha pasado con ‘Razón y Revolución’ llegando al extremo que compañeros preguntaban por que no se me contestaba, sin que al interlocutor directo se le moviera un pelo. En el caso de la izquierda trotskista en particular prima la censura. En algunos casos, publican hasta que las respuestas muestran su flaqueza y no les queda otra que reconocer a regañadientes. Acto seguido te cortan. Esto me ha pasado con ‘Izquierda Info’ el diario digital de Petroni. Hay casos en los que ni he intentado. Son organizaciones donde hasta las contribuciones al ‘correo de lectores’ pasan por la censura o directamente se las inventa, son truchas o se les encargan a algún compañero fanatizado que no hace más que derramar elogios y congratulaciones. Tengo que hacer la excepción del blog del IPS (PTS). Alli he polemizado duramente con submarinos de grupos politicamente afines, pero también fraternalmente con los autores de las notas. En general, remiten a tal o cual trabajo, en sustituto de respuesta directa, pero a veces desarrollan algo de modo directo y con respeto. De todos modos, las muchas notas que publican, por lo general, a nivel polémico pasan sin pena ni gloria y no hay demasiado planteamiento crítico. En mi opinión, son solo extrapolaciones de Lenin y Trotski, con algo de Gramsci, pero pasadas por el tamiz de la ‘línea’ partidaria. Pese a ello, creo que hay que reconocer que hacen algún esfuerzo en el sentido teórico, aunque sin salirse de las generales de la ley. Respecto del conjunto de la izquierda argentina (y buena parte de la mundial) el lema parece ser coránico: ‘Creer y luchar’. Para que indagar en la teoría, si el capitalismo se cae por su propio peso, la clase obrera está invicta y lo único que hace falta es forjar el ‘partido de combate’ que aplique el ‘golpe de gracia’ cuando, finalmente se produzca el ‘empalme’ entre las masas siempre revolucionarias y la ‘verdadera vanguardia’ que vendría a ser un exponente exclusivo entre miles de sectas pedantes, mesiánicas, autoproclamativas y veleidosas. De verdad cuesta mucho avanzar sobre la base de acuerdos teórico-programáticos profundos y bien fundamentados, cuando permanentemente al militante se le pone por delante la prioridad absoluta de la lucha, se le convence que ya todo está escrito y manejado por una ‘elite’ que debe garantizar el movimiento con puño de hierro y sin piedad para con las ovejas descarriadas o los lobos disfrazados de corderos. Hemos dicho muchas veces que el trotskismo funciona con criterio de iglesia (lo que también puede hacerse extensivo a otra ramas disidentes con remoto origen el en bolchevismo) y rige el criterio cristiano de que: Quien no está conmigo, está en contra mío y quien conmigo no recoge, desparrama’. Sus eternas lides y querellas internas, siempre me han parecido semejantes a una guerra templaria por la interpretación de las sagradas escrituras. Hay poco lugar aquí para el cuestionamiento del dogma teórico.
      Saludos Revolucionarios

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      AP

      07/06/2014 at 22:11

  11. No he tenido mucho tiempo para leerme esta serie de articulos, simplemente les he echado una ojeada por encima, pero si leí otros artículos del blog en los que tratas también sobre el tema de la participación de los ingresos del trabajo en el PIB y el aumento de la desigualdad. Tal como yo lo entiendo, durante los periodos de crecimiento del capitalismo, el mecanismo de la plusvalía relativa permite que tanto los salarios como las ganancias crezcan, pero estas últimas crecen mucho más rápido y en mayor magnitud por lo que aumentaría la desigualdad. No entiendo como este aumento de desigualdad puede contribuir a la agudización de la lucha de clases. Por mucho que aumente la brecha entre el capital y el trabajo en el ingreso, lo cierto es que sube el salario real lo que debería llevar a un acomadamiento de la clase obrera. Las crisis, en las que aumenta la pobreza en terminos absolutos, si pueden llevar a un aumento de conflictividad como sucediera en Argentina en 2001 o pasa ahora en el sur de Europa, sobretodo en Grecia. También fenómenos como guerras o aparición de dictaduras podrían llevar a una mayor tensión de los conflictos de clase, pero repito que no veo como el aumento de la desigualdad, por lo menos de esa forma, puede contribuir a una mayor conflictividad cosa que creo que tu si entiendes que ocurre. No se si podrías aclararme esta cuestión.
    Un saludo

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    David

    12/09/2014 at 20:51

  12. En general estoy de acuerdo con su reseña (1,2 y 3) Sin embargo puede que sea A doc el libro de Pikety. Pero siendo sinceros y en eso me parece sincero Piketty es honesto con su analisis, más haya de su pensamiento neoclásico o keynesiano, sin embargo no veo en su reseña, algo que señala Piketty – y que tiene en jaque al marxismo- y que otros autores tanto marxistas como no marxistas serios han señalado, por citar a algunos Juan Pablo Mateo Tomé (2013) o Pierre-Noel Giraud «La desigualdad del mundo» (2000 FCE. México) e incluso en el libro de Pierre Salama que es uno de los conotados marxistas y uno de los mejores defensores teóricos de la teoria del valor -trabajo, sino es que el mejor y que su análisis es base para la mayoría de teóricos referentes al tema, en su obra la pobreza en America Latina 2000 FCE, México etc, es la capacidad del capitalismo de autoreproducirse, Bueno Piketty en la introducción de su libro menciona un rasgo cierto a mi parecer «Marx pasó totalmente por alto la posibilidad de un progreso técnico duradero y de un crecimiento continuo de la productividad…..» de ser así, como lo parece ser, Marx es necesario pero insuficiente.Y antes de que se me acuse de burgués, es un reto para los científicos sociales con conciencia social (tomese lo anterior como quiera) para superar, ese «progreso» que nos lleva al vacío y la destrucción. En ese sentido la base de un progreso económico infinito es falso en todos los sentidos.

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    Antonio Lebeo

    21/02/2015 at 00:03

    • Acerca del trabajo de Pikety, por supuesto en absoluto cuestiono su honestidad intelectual. El debate es teórico.
      En cuanto a la idea que Pikety le adjudica a Marx («pasó totalmente por alto la posibilidad de un cambio técnico duradero y de un crecimiento continuo de la productividad»), no sé de dónde saca eso. Él mismo confiesa que apenas leyó algo de Marx. La idea de un estancamiento permanente del capitalismo, a partir de cierto punto de desarrollo, la encontramos muy difundida entre algunas corrientes marxistas. Es bastante más problemático decir que se encuentra en Marx. Discuto sobre esta cuestión aquí.
      Sobre la tesis del estancamiento del capitalismo, de Trotsky, la he discutido muchas veces; por ejemplo, aquí y aquí.

      Todo parece indicar que se verifica la idea que adelantó Marx en El Manifiesto Comunista (y ratificó en El Capital), de que el modo de producción capitalista vive revolucionando permanentemente las fuerzas productivas. El cambio tecnológico en la actualidad es vertiginoso. Y aquí hay un punto que es paradójico: la economía neoclásica siempre ha tenido terribles problemas para explicar el cambio tecnológico.

      No es casual que los modelos de crecimiento endógeno hayan surgido tan tarde (años 1990) y todos deban hacer verdaderas acrobacias para eludir la cuestión de las ganancias extraordinarias derivadas del cambio tecnológico (estas ganancias son el motor del cambio tecnológico en el capitalismo, como entendió bien Schumpeter, después de Marx; pero su introducción acaba con el cuento de la competencia perfecta). La teoría de Marx, en cambio, da una explicación coherente de la lógica que rige el cambio tecnológico (plusvalías extraordinarias, abaratamiento de productos, competencia, etcétera).

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      rolandoastarita

      21/02/2015 at 09:16

  13. Gracias, por su respuesta profesor, acerca de «En cuanto a la idea que Pikety le adjudica a Marx (“pasó totalmente por alto la posibilidad de un cambio técnico duradero y de un crecimiento continuo de la productividad”), no sé de dónde saca eso» Piketty en su edición en español (FONDO DE CULTURA ECONÓMICA, México, 2014) pag. 23 lo menciona, y creo que se refiere -lo deduzco por el subtitulo de la introducción «Marx el principio de acumulación infinita» (p. 21)-, aunque en todo ese apartado lo explica o más bien lo justifica, que el poder del capitalismo de reproducirse es implacable…..idea que también la he escuchado en el filosofo marxista Frederic Jamenson «representar el capital»……Con lo anterior no estoy diciendo que comulgue con Piketty, pues como usted bien señala o yo pienso, puede ser una estrategia del capitalismo para desviar la atención etc. Lo que señalo es que Piketty no parece referirse al estancamiento del capital, sino, ha la capacidad – y en ese sentido no es justificable teoricamente, sino tiene un pragmatismo encubierto, pero cínico, finalmente- me permito trancribir la larga cita que Piketty hace sobre su interpretación del marxismo «A semejanza de Ricardo, Marx basó su trabajo en el análisis de las contradicciones lógicas internas del sistema capitalista. De esta manera, buscó distinguirse tanto de los economistas burgueses (que concebían el mercado como un sistema autoregulado, es decir, capaz de equiibrarse solo, sin mayor divergencia, similar a la «mano invisible» de Smith y a la «ley de Say») como de los socialistas utópicos o proudhonianos, quienes, según él, se contentaban con denunciar la miseria obrera sin proponer un estudio verdaderamente científico de los procesos económicos operantes. En resumen: Marx partíó del modelo ricardiano del precio del capital y del principio de escasez, y ahondó en el análisis de la dinámica del capital, al considerar un mundo en el que el capital es ante todo industrial (maquinas, equipos etc.) y no rural, y puede, entonces acumularse potencialmente sin limite. De hecho, su principal conclusión es lo que se puede llamar el «principio de acumulación infinita», esto es, la inevitable tendencia del capital a acumularse y a concentrarse en proporciones infinitas, sin límite natural; de ahí el resultado apocalíptico previsto por Marx: Ya sea que haya una baja tendencial de la tasa de rendimiento del capital (lo que destruye el motor de la acumulación y puede llevar a los capitalistas a desgarrarse entre sí), o bien que el porcentaje del capital en el ingreso nacional aumente indefinidamente (lo que , tarde o temprano, provoca que los trabajadores se unan y se rebelen), en todo caso no es posible ningún equilibrio socioeconómico o político estable.
    Esta negra profecia de Marx -continua Piketty- no estuvo más cerca de ocurrir que aquella provista por Ricardo .[Recordemos que Piketty en su introducción primero revisa a Malthus y Ricardo] A partir del último tercio del siglo XIX, por fin los sueldos empezaron a subir: se generalizo la mejora del poder adquisitivo, lo que cambio radicalmente la situación, […….] En efecto, la revolución comunista tuvo lugar, pero en el país más atrasado de Europa, aquel en el que apenas se iniciaba la Revolución Industrial (Rusia), mientras los países europeos más adelantados exploraban otras vías (socialdemócratas) para la fortuna de sus habitantes. Marx pasó totalmente por alto la posibilidad de un progreso técnico duradero y de un crecimiento continuo de la productividad, una fuerza que, como veremos, permite equilibrar, en cierta medida, el proceso de acumulación, y de creciente concentración del capital privado……» pp. 23-24

    Así sigue cuestionando otros aspectos de Marx, pero para el caso sólo quería referirme de dónde saqué esa cita. gracias.

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    Antonio Lebeo

    23/02/2015 at 13:58

  14. Hay algo que no me encaja en este último relato, y es que si en las décadas 50, 60 y 70, la participación del trabajo era mayor y ademas era creciente, ¿por que tardo tanto en verse resentida la rentabilidad del capital? y de la misma manera, ¿por que en las ultimas décadas de caída relativa de la participación del salario en la economía, no han dejado de sucederse crisis cada dos por tres? tradicionalmente esto se achaca a lo «muy regulado» que estaba todo en las «décadas de oro», pero si atendemos a la rentabilidad para explicar las crisis de acumulación, entiendo que estas debieron darse más aun cuando la clase trabajadora tenia un mayor poder de negociación y podía poner en jaque la acumulación.

    Un saludo.

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    David Martín

    14/02/2018 at 14:23


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