Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Lenin, sobre dependencia y liberación nacional (1)

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Lenin, sobre dependencia y liberación nacional

En la izquierda está muy generalizada la idea de que la mayoría de los países de América Latina, a excepción de Cuba, y tal vez Venezuela, mantiene una relación de tipo semicolonial, o neocolonial, con las grandes potencias, EEUU en primer lugar. Y que por este motivo, es necesario luchar por realizar la tarea histórica de la liberación nacional, o “la segunda independencia”. En contraposición a esta postura, desde hace años sostengo que países como Argentina, México o Chile, no son semicolonias, y que no está planteada, como demanda pendiente, la liberación nacional. Esta postura conecta con la distinción de Lenin entre países dependientes, por un lado, y países coloniales y semicoloniales; y su noción del contenido de la liberación nacional. En términos generales, podemos decir que se trata de un enfoque muy minoritario en la izquierda, aunque ya ha sido avanzado por diferentes marxistas. Entre ellos, por Dabat y Lorenzano (1984); por mi parte, he desarrollado estas ideas en Economía política de la dependencia y el subdesarrollo (UNQ, 2010), y en los años 1990, en la revista Debate Marxista.

En lo que sigue presento primero la postura de Lenin; la comparo luego con la interpretación instalada en la izquierda, según fue presentada por Milcíades Peña; en tercer lugar, argumento por qué es superior el enfoque leninista, y las consecuencias que se derivan para un programa socialista en los países dependientes. La nota se divide en tres partes.

Países dependientes y coloniales

Lenin consideraba -comienzos del siglo XX- que había tres tipos fundamentales de países atrasados: los dependientes, las colonias y las semicolonias. Los primeros, según Lenin, eran políticamente independientes, pero dependientes económicamente de los países más ricos, y del capital financiero. Entraban en esta categoría naciones como Argentina, Serbia, Bulgaria, Rumania, Grecia, Portugal y hasta Rusia. “No sólo los pequeños Estados, sino aun Rusia, por ejemplo, es enteramente dependiente, económicamente, del poder del capital financiero de los países burgueses ricos” (Lenin, 1914). También consideraba que EEUU había sido una “colonia económica” de Europa en el siglo XIX. A pesar de lo escueto de las referencias, pareciera que consideraba que los países dependientes eran explotados por los países ricos, aunque no especificaba el mecanismo. En algunos pasajes los caracterizaba como “colonias económicas” de los países imperialistas. Argentina, por ejemplo, era una “colonia comercial” de Inglaterra, y Portugal un “vasallo”, aunque ambos conservaran su independencia (Lenin, 1916).

Los países coloniales, en cambio, estaban sojuzgados por vías político-militares, y esta coerción de tipo no económico determinaba la extracción del excedente. Esto es, la explotación se realizaba mediante la imposición, por vía de la fuerza y la violencia directa, de un gobierno directamente vasallo de la metrópoli colonizadora. Este sistema colonial permitía la transferencia de recursos, como materias primas, desde las periferias al centro, así como la apertura de mercados para la sobreproducción crónica que, según Lenin, existía en los países adelantados. Por eso, implicaba la imposición de una minoría extranjera sobre la población nativa, a partir de una relación de fuerza.

En este respecto, el libro de Hobson, Imperialism: A Study, -que cita Lenin en su conocido folleto «El imperialismo, fase superior del capitalismo»-, es muy claro sobre el significado de la relación colonial. La ocupación de las colonias, según Hobson, era llevada adelante por una minoría de funcionarios, comerciantes, organizadores industriales, asentada en el poder militar, y ejercía su poder económico y político sobre grandes masas de población a las que consideraba inferiores e incapaces de autogobernarse política o económicamente. La explotación podía darse por medio del uso compulsivo de mano de obra (portadores de cargas en África, trabajadores de plantaciones, etcétera); economía de trata, que consistía en el monopolio comercial del país dominante sobre los monocultivos; impuestos a los campesinos y artesanos y acaparamiento de tierra por parte de los colonos. A las clases burguesas o pequeño burguesas nativas -comerciantes y artesanos- no se les permitía tomar decisiones políticas, económicas o diplomáticas con un mínimo de autonomía. La sociedad nativa era dominada por un aparato militar, político y administrativo importado y mantenido con una violencia que podía llegar al etnocidio (Hobson, 1902). Precisemos que Hobson era un liberal, que buscaba reformar el sistema, en tanto Lenin pensaba que la lucha contra el imperialismo era inseparable de la lucha revolucionaria por acabar con el capitalismo. Pero la descripción hobsoniana del dominio colonial es, en lo básico, mantenida por Lenin (también la importancia que daba Hobson al capital financiero).

Lo importante aquí es que al estar sometidas a la extracción violenta del excedente, las colonias no podían formar una unidad autónoma. Una idea que es consustancial a la relación colonial, y ha sido destacada por autores posteriores. Por ejemplo Sonntag (1988), refiriéndose a las colonias en América Latina, escribía: “Hasta que conquistan la independencia política y se constituyen nuevamente en formaciones sociales propias, (las colonias) forman una unidad con la respectiva llamada madre patria… La acumulación de capital en ella era unitaria: el capital acumulado revertía mayormente a la economía del poder colonial que separaba de ello un mínimo para los costos de reproducción sociopolítica de la colonia” (p. 148). Agregaba que los instrumentos de acumulación en la colonia consistían en relaciones de producción o formas de organización social del trabajo no capitalistas: esclavismo, encomienda, formas de servidumbre feudal. Lo cual significaba que en la economía del poder colonial – colonia existía lo que se conoce como acumulación originaria (p. 149). En síntesis, la no constitución de una unidad autónoma –relativamente autónoma- parece central en rol que da Lenin a la autodeterminación nacional, esto es, al derecho a la constitución como Estado nacional.

Las semicolonias, transición a la colonia

Como adelantamos, Lenin distinguía una tercera categoría de países, los semicoloniales. La semicolonia era una forma transicional hacia la colonia, ya que, a pesar de ser formalmente independientes, las potencias ejercían sobre esos países una injerencia directa, de tipo colonial. Los casos típicos eran, hacia 1915, China, Turquía y Persia, a los cuales las potencias habían impuesto obligaciones por medio de la violencia militar o la semi-ocupación. Por ejemplo, Gran Bretaña había obligado a China a firmar, en 1842, el tratado de Nankin, por el cual los chinos debieron liberar sus puertos, fijar un tope a los derechos aduaneros de importación y permitir que los extranjeros tuvieran áreas residenciales y comerciales fuera de la justicia local. Más tarde, China fue obligada a conceder nuevos derechos de navegación fluvial, privilegios comerciales y a permitir la fundación de más factorías extranjeras a Francia, Gran Bretaña, Alemania, Rusia y Japón. Las potencias tenían estacionadas tropas y barcos, y sus zonas estaban bajo administradores propios. Persia y Turquía también estuvieron ocupadas parcialmente por tropas extranjeras; Persia había sido dividida en zonas de influencia, que correspondían a Gran Bretaña y Rusia, en 1907. En cuanto a Turquía, Gran Bretaña dominaba su Estado, y en 1920 las tropas inglesas llegaron a ocupar Constantinopla. Aunque Lenin no lo menciona, también deberíamos considerar semicolonias, a principios de siglo XX, a Panamá, Nicaragua, Cuba, Haití y República Dominicana, sobre los cuales EEUU tenía injerencia directa, muchas veces vía intervenciones militares. En cualquier caso, es inherente a este tipo de relación la ausencia del derecho a la autodeterminación del país sometido.

La liberación nacional

El significado de la demanda de liberación nacional deriva de la naturaleza de la relación colonial o semicolonial, ya que se trata de obtener el derecho a la autodeterminación política y “a la existencia de un Estado separado” (Lenin, 1916). Por eso, es una demanda democrático-burguesa, del mismo tenor que otras reivindicaciones democráticas; por ejemplo, el derecho al voto, o al divorcio. La autodeterminación constituye un derecho formal, pero de consecuencias económicas, ya que la constitución de un Estado independiente termina con el pillaje y el robo del país sometido por medios extraeconómicos. Por eso también, la autodeterminación genera mejores condiciones para el desarrollo capitalista (Lenin, 1916). Un país que deja de ser colonia, o semicolonia, y se constituye como Estado autónomo pasa así al estatus de “dependiente”. Esto implica que el Estado tiene jurisdicción sobre su territorio: “En el momento en que una colonia ha luchado y conquistado su independencia política, se constituye nuevamente en una formación social propia” (Sonntag p. 151). Sonntag sostiene que después de la independencia se continúa acumulando capital para la economía dominante (o las economías dominantes), pero también “debe iniciarse un proceso de acumulación interna y de reproducción ampliada de capital que tenga como objetivo el sustentamiento y la expansión interna de las formaciones sociales creadas, incluso cuando sea muy bajo su volumen” (pp. 151-2).

A pesar de que la acumulación del capital “hacia afuera” sigue siendo dominante, según Sonntag, la acumulación interna da lugar a una paulatina estabilización de la dominación de la clase capitalista local, y a la posibilidad de formación de Estados con autonomía relativa. El énfasis que pone Lenin en la constitución de un Estado propio puede vincularse con esta dinámica de acumulación interna. En una descripción más dialéctica del proceso, y con centro del análisis en Argentina, Oszlak (2012) pone el énfasis en la relación entre la formación de una economía capitalista y el Estado nacional: “… la formación de una economía capitalista y un Estado nacional son aspectos de un proceso único, aunque cronológica y espacialmente desigual. Pero además implica que la economía en esa formación va definiendo un ámbito territorial, diferenciando estructuras productivas y homogeneizando intereses de clase que, en tanto fundamento material de la nación, contribuyen a otorgar al Estado un carácter nacional” (p. 18).  Y agrega poco más abajo que “la formación de un Estado nacional es el resultado de un proceso convergente, aunque no unívoco, de constitución de una nación y un sistema de dominación” (p. 19). Se trata, naturalmente, de un sistema de dominación con base principal en la clase dominante local. Es en este sentido, hay que subrayarlo, que se distingue radicalmente de la colonia y la semicolonia.

 Sin embargo, la autodeterminación nacional no elimina –ni puede hacerlo- la dependencia económica, que en el enfoque de Lenin, está asociada al predominio del capital financiero, y no puede desaparecer en tanto haya capitalismo (véase 1916). Por eso, la superación de la dependencia económica de un país atrasado excede lo que puede lograr una revolución nacional burguesa y democrática, o anti-imperialista. En otros términos, acabar con la dependencia no puede plantearse como tarea nacional burguesa y democrática. Por ejemplo, y siempre según el enfoque de Lenin, Noruega, al independizarse de Suecia, había alcanzado su liberación nacional, esto es, el derecho formal a ser un Estado independiente. Sin embargo, desde el punto de vista económico, seguía siendo dependiente, y esto no podía ser de otra manera en tanto subsistiera el sistema capitalista. “Ninguna medida política puede prohibir un fenómeno económico” observa Lenin. Noruega, Polonia y otros países atrasados podían acceder a la independencia política, pero esto no cortaría la dependencia del capital financiero. “La independencia de Noruega, ‘lograda’ en 1905, fue solo política. No podía afectar su dependencia económica, ni era su intención” (1916). Subrayaba que “la autodeterminación concierne sólo a lo político”, y no tenía sentido siquiera hablar de la imposibilidad de la autodeterminación económica. Noruega había logrado la autodeterminación política, pero el capital financiero británico, por ejemplo, ejercía una gran influencia en su política (así como el capital alemán influenciaba en Suecia).

Por eso, la consigna de autodeterminación figuraba en el programa mínimo de los socialistas, esto es, en el programa de demandas que, en principio, podían obtenerse bajo el sistema capitalista. Se trataba de una medida burguesa, que no detenía la expansión del capital financiero (ídem). “Dado un resultado de la presente guerra (se refiere a la Primera Guerra mundial) la formación de nuevos Estados en Europa es plenamente ‘lograble’ sin que perturbe de ninguna manera las condiciones del desarrollo del imperialismo y su poder. Por el contrario, esto aumentaría la influencia, los contactos y la presión del capital financiero. Pero dado otro resultado, la formación de nuevos Estados en Hungría, Checa, etcétera, es del mismo modo ‘lograble”. Los imperialistas británicos ya están planeando este segundo resultado en anticipación de su victoria” (Lenin, 1916, nota). Todo apunta a lo mismo; la demanda de autodeterminación, o liberación nacional, afecta directamente a la esfera política, a la libertad formal de un país de constituirse como Estado separado. No puede torcer las leyes que gobiernan el mercado mundial.

Textos citados:

Dabat, A. y Lorenzano, J. L. (1984): El conflicto Malvinas y la crisis nacional, México, Teoría y política.
Hobson, J. A. (1902): Imperialism. A Study, Londres, Allen and Unwin.
Lenin, N. (1914): “The Right of Nations to Self-Determination”, en http://www.marxists.org/archive/lenin/works/cw/volume20.htm
Lenin, N. (1916): “A Caricature of Marxism and Imperialist Economism”, en http://www.marxists.org/archive/lenin/works/1916/carimarx/index.htm
Oszlak, O. (2012): La formación del Estado argentino, Buenos Aires, Ariel.
Sonntag, H. R. (1988): “Hacia una teoría política del capitalismo periférico”, en Sonntag y Valecillos, (eds), El Estado en el capitalismo contemporáneo, México, Siglo XXI.

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«Lenin, sobre dependencia y liberación nacional»

Written by rolandoastarita

16/01/2014 a 09:19

20 respuestas

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  1. A mí me parece que hacés una delimitación demasiado tajante entre dependencia económica y estatus semicolonial. Obviamente, es necesario distinguir una situación colonial o semicolonial donde los medios de subordinación político/militar están en primer plano, de una situación donde esto no es así. Sin embargo la dependencia «económica» conlleva la tendencia a perder márgenes de autonomía y hace que la soberanía política de los países que tienen este estatus vaya acompañada de condiciones que la niegan. Tanto en lo que respecta a su política de regulación económica interna como en los posicionamientos respecto de la geopolítica global las naciones dependientes «económicamente» deben tomar nota de los dictados de las grandes potencias, aunque no sufran coerción militar, so pena de verse marginadas en el «concierto de las naciones». De esta forma, en ambos planos el imperialismo logra en la mayoría de los casos imponer sus condiciones como subproducto de la capacidad de presión que le otorga la integración subordinada de los países dependientes «económicamente». De esto se sirven las economías más ricas para sacar las mayores ventajas en el proceso de centralización y concentración del capital a escala internacional, como para sostener el armado de bloques, fortalecerse en alianzas regionales, etc. contra otras potencias. Por todo esto, la dependencia «económica» es inseparable de la tendencia a adquirir rasgos de semicolonialidad. Incluso aunque como vos hablás de un «sistema de dominación con base principal en la clase dominante local», hay que precisar bien los términos de esto. Que el personal político surge entre los estratos dominantes locales? Correcto. Pero este «sistema de dominación» tienen como finalidad sostiene las condiciones de valorización de capital que, si miramos las corporaciones más concentradas, son mayormente las de valorización del capital extranjero en el territorio nacional. Se produce así una reproducción ampliada de la penetración del capital transnacional en la economía argentina, y esto a la vez tiene consecuencias económicas que tienden a reforzar los lazos de subordinación y la emergencia de rasgos de semicolonialidad. Por supuesto, todo esto con anuencia de importantes sectores de la burguesía de los países dependientes «económicamente», e incluso en algunos casos con cierto «éxito» en una inserción dependiente. Pero esto no niega este carácter.
    ¿Significa esto que está planteada una «segunda independencia» o una «liberación nacional» como etapa aislada? No, para nada, entre otras cosas no menores porque no habría sujeto burgués que acompañara esta perspectiva. Pero la ruptura con el imperialismo y las condiciones que impone es una de las tareas de primer orden que tendrá que plantearse la clase trabajadora si aspira a convertirse en clase dirigente y reorganizar la sociedad a escala plantearia; y la revolución obrera y socialista en los países dependientes tendrá que verselas no sólo con la burguesía nacional y sus agentes contrarrevolucionarios locales, sino con una fuerza mucho más amenazadora que es el imperialismo. Por eso es de primer orden una ajustada caracterización de las implicancias que conlleva la dependencia. Comparto un artículo reciente sobre el tema, en la revista Ideas de Izquierda http://ideasdeizquierda.org/los-contornos-de-la-dependencia/

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    EM

    16/01/2014 at 12:37

    • Presentás el típico, y previsible, razonamiento del nacionalismo «marxista-tercermundista». Con este argumento, había que plantear, en el siglo XIX o principios del XX, también la liberación nacional para Portugal, Serbia y hasta Rusia. ¿Acaso no estaban sometidos a presiones de todo tipo por las potencias? Y hoy la liberación nacional de países como Australia, Rusia o Brasil. Es el resultado de no entender que la dependencia económica es consustancial al sistema capitalista mundial. En las siguientes partes de la nota desarrollo estas cuestiones.

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      rolandoastarita

      16/01/2014 at 12:54

    • Agrego: con el argumento de que la diferencia en el poder económico determina una relación colonial, o semicolonial, se podría decir que en Paraguay está planteada la tarea de liberación nacional con relación a Argentina o Brasil.

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      rolandoastarita

      16/01/2014 at 14:28

  2. Hola, quería hacer una pregunta: cuando en los sesentas y setentas en nuestro país parte del campo popular agitaba la consigna de «liberación nacional»… ¿a qué demanda se referían contextualmente?
    Porque al leer este artículo (que debo reconocer que cambió bastante mi forma de entender el concepto de liberación nacional) me hizo pensar que en su momento no se tenía totalmente en cuenta la lectura de Lenin expuesta en este texto. Entiendo que en la introducción se hace una referencia al asunto pero para ordenar quizás estaría bueno puntualizar sobre qué grupos políticos, a grandes rasgos, poseían qué posicionamiento.

    Saludos!

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    Mati

    16/01/2014 at 16:22

    • Liberación nacional se entendía como una «segunda independencia», que supondría una forma de desarrollo apuntando a la autarquía económica. De todas maneras, la idea no estaba del todo clara. Algunos autores de la dependencia, por ejemplo, consideraban que los únicos países libres (descontadas las potencias industriales) eran los del llamado «socialismo real» (Yugoslavia, Rumania, el bloque del Este, Cuba, Corea del Norte, China, etc.). En la segunda parte de la nota voy a citar con alguna extensión a Milcíades Peña, que me parece que sintetiza bien el enfoque de los trotskistas sobre el tema (y que era similar a los dependentistas y otras corrientes de izquierda).
      Por último, en 1973 conocí, aquí en Buenos Aires, unos militantes (pero no puedo recordar a qué grupo pertenecían, en todo caso era un grupo muy reducido) que planteaban el asunto en los términos que está presentado en la nota. Lamentablemente, no pude conseguir textos escritos de ellos, u otras referencias.

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      rolandoastarita

      16/01/2014 at 17:57

    • Rolando, tal vez te referís a algún grupo que terminó formando la OCPO, Organización Comunista Poder Obrero. Cito de un artículo publicado recientemente en la web Democracia Socialista, en referencia al «núcleo programático» de esta organización: «Que el carácter de la revolución en la Argentina es predominantemente socialista, ya que se trata de un país políticamente independiente –no obstante su dependencia económica del imperialismo– con una formación económico-social capitalista y una composición del proletariado predominantemente urbana e industrial. (Esta caracterización rompía con las concepciones del stalinistmo y el trotskismo, ya que la primera, crudamente expresada aquí por el Partido Comunista primero y luego por el Partido Comunista Revolucionario, postulaba una revolución democrática y antiimperialista, en tanto que el segundo definía a la Argentina como un país semicolonial, aunque planteaba la revolución socialista basándose en la célebre tesis del propio Trotsky sobre la Revolución Permanente.)». Al parecer, Democracia Socialista va a seguir publicando textos sobre esta organización en los próximos días. Por lo demás, estuve revisando un libro de esta organización, «Lucha democrática y hegemonía proletaria» (se puede consultar acá: https://docs.google.com/file/d/0Bz-Tv8qc7y05NGI3S2V6NXpQc3M/edit?pli=1), pero al menos en una mirada a vuelo de pájaro no encontré nada más concreto, a excepción de referencias críticas al planteo montonero de que la contradicción fundamental en el país era Nación-Imperio y un cuestionamiento a la excesiva prioridad otorgada por el PRT-ERP, según esta organización, a las tareas antiimperialistas. Saludos.

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      Juan

      17/01/2014 at 20:14

    • Creo recordar que era ese grupo; en ese caso, tuvieron el mérito de ser los primeros en plantear la cuestión desde esta perspectiva en Argentina.

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      rolandoastarita

      18/01/2014 at 23:20

  3. Hola profe, interesante tema. como analizaría la situación del pueblo Mapuche, en relación a su autodeterminación, con las multinacionales y el estado Nacional???

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    Rafa Gomez

    18/01/2014 at 13:07

    • No conozco mucho el tema de los mapuches. De todas maneras, la demanda de liberación nacional se plantea cuando existe una lucha por constituirse como nación; históricamente ha estado asociada a la constitución de la burguesía como clase dominante.

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      rolandoastarita

      18/01/2014 at 23:19

  4. Me olvidaba, esto lo consulto bajo el contexto que tuvimos en Neuquen el 28/8/2013. Cuando la Legislatura aprobó el pacto YPF- CHEVRON y la nueva explotación NO CONVENCIONAL (Fracking)

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    Rafa Gomez

    18/01/2014 at 13:11

  5. Rolando, ni la posición y el rol de Rusia o Portugal en el siglo XIX, o el de Australia, Rusia o Brasil hoy se pueden discutir seriamente sólo a través de la «dependencia económica». El análisis en estos términos, sin introducir la articulación entre economía y sistema de Estados (o, dicho en otros términos, el sistema que articula las relaciones jerárquicas entre los Estados, fijando reglas para la valorización de capital que operan tanto en beneficio del capital en general como en privilegiado de las economías más ricas que pueden fijar condiciones ventajosas) peca me parece de economicismo. Plantear la existencia de una relación general no significa que no existirán casos intermedios, que no se ajustan exactamente a ninguno de los «extremos» de la relación y que exigen precisiones adicionales. Separar la «dependencia económica» de las implicancias que tiene en las relaciones interestatales lleva a una noción «pasteurizada» de la dependencia.

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    EM

    20/01/2014 at 17:59

    • En la nota sostengo que un país dependiente no tiene relaciones coloniales o semicoloniales. Es claro que esa afirmación no implica afirmar que la posición de un país (o gobierno) se deba discutir sólo en términos de dependencia económica, o prescindiendo de la relación entre economía y sistema internacional. Lo que afirmo es que esas relaciones entre Estados no son coloniales o semicoloniales, y por lo tanto no está planteada tarea alguna de liberación nacional. A lo largo de toda la nota insisto en que las diferencias de poder económico se traducen en presiones e influencias políticas diversas. Ejemplo: Brasil o Argentina ejercen una indudable influencia política sobre Paraguay; es una influencia asimétrica (esto es, Paraguay no ejerce la misma influencia sobre Argentina o Brasil). Lo cual no significa que esté planteada la liberación nacional de Paraguay con respecto a Argentina.
      Vuelvo al eje de la nota: explicar por qué no existe una relación colonial o semicolonial entre los países atrasados más importantes (ejemplos: Argentina, México, Chile, Brasil, Colombia, Perú, Indonesia, Malasia, Egipto, India, Nigeria, Corea, y similares) y las grandes potencias. Este argumento no se refuta diciendo «pero sin embargo la relación económica va acompañada de relaciones políticas inter-estatales.

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      rolandoastarita

      20/01/2014 at 18:23

  6. Rolando en Argentina entre las 500 empresas que mas ganan y facturan hay una proporción de mas de 75 80 % de transnacionales en general del primer mundo, en esos países ( Europa, EEUU, china, japón etc) esa proporción no existe ¿Como se relaciona este dato con la dependencia?

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    Alicia

    20/01/2014 at 18:43

    • Se puede tomar como un indicador del atraso relativo (en términos de tecnología, poder comercial y financiero, etc.) del capitalismo argentino.

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      rolandoastarita

      20/01/2014 at 18:57

  7. No entiendo si tu planteo es que un país que es una economía dependiente, como es el caso de Argentina, no puede, dentro del capitalismo, dejar de serlo. Pienso en el caso de China que -hablando por boca de pavo- entiendo que dejó de ser una economía dependiente. Es decir, si ya hay una determinación por las características del capital localizado en Argentina que, a priori, imposibilita que pase a ser una potencia económica, es algo que nunca me quedó claro desde una lectura marxista.

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    Ignacio

    21/01/2014 at 16:41

    • No niego, al menos en principio, la posibilidad de que un país dependiente y atrasado logre llegar al nivel de los países industriales más adelantados. El capitalismo chino, efectivamente, cada vez más está invirtiendo en tecnología e infraestructura; aunque todavía está lejos de EEUU y las potencias (en productividad y desarrollo tecnológico, así como en potencia financiera). De todas maneras, el caso general es que los países dependientes tienen extraordinarias dificultades para superar el atraso relativo. La generación de plusvalías extraordinarias en los países adelantados (debería decir, por los capitales tecnológicamente más adelantados) da lugar a procesos que se retroalimentan, y aumentan las distancias.

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      rolandoastarita

      21/01/2014 at 17:03

  8. Compañeros,
    Mucho antes que OCPO Mariátegui plantaba una posición no idéntica pero similar. En su debate con el APRA e particular en el texto “el punto de vista Anti-imperialista” restringe el carácter semi-colonila de nuestras repúblicas a su economía, y explica la diferencia con las semi colonias asiáticas (la diferencias fenotípicas de la población con los colonos, la existencia administradores extranjeros de hecho y formalmente también, etc.). Así plantea la necesidad de la lucha por el socialismo y de la organización clasista.

    “Pero las burguesías nacionales, que ven en la cooperación con el imperialismo la mejor fuente de provechos, se sienten lo bastante dueñas del poder político para no preocuparse seriamente de la soberanía nacional. Estas burguesías, en Sud América, que no conoce todavía, salvo Panamá, la ocupación militar yanqui, no tienen ninguna predisposición a admitir la necesidad de luchar por la segunda independencia, como suponía ingenuamente la propaganda aprista”
    “Mientras la política imperialista logre «manéger» los sentimientos y formalidades de la soberanía nacional de estos Estados, mientras no se vea obligada a recurrir a la intervención armada y a la ocupación militar, contará absolutamente con la colaboración de las burguesías. Aunque enfeudados a la economía imperialista, estos países, o más bien sus burguesías; se consideraran tan dueños de sus destinos como Rumania, Bulgaria, Polonia y demás países «dependientes» de Europa.
    “El anti-imperialismo resulta así elevado a la categoría de un programa, de una actitud política, de un movimiento que se basta a sí mismo y que conduce, espontáneamente, no sabemos en virtud de qué proceso, al socialismo, a la revolución social. Este concepto lleva a una desorbitada superestimación del movimiento anti-imperialista, a la exageración del mito de la lucha por la «segunda independencia», al romanticismo de que estamos viviendo ya las jornadas de una nueva, emancipación”
    “En nuestros países el factor clasista es más decisivo, está más desarrollado. No hay razón para recurrir a vagas fórmulas populistas tras de las cuales no pueden dejar de prosperar tendencias reaccionarias.”

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    tato

    22/01/2014 at 09:26

    • Es cierto, la postura de Mariátegui exigiría un análisis particularizado. Él pensaba que Perú era una nacionalidad en formación, no por su dependencia externa, sino porque las cuatro quintas partes de la población (esto es, las mayorías indígenas) estaban excluidas. Por eso afirmaba que «el indio es el cimiento de nuestra nacionalidad en formación». El dualismo social, étnico y cultural que se había establecido en Perú asfixiaba el surgimiento de una nación, en su opinión.; aunque hubiera un Estado independiente. Por eso el objetivo de Mariátegui era la constitución de la nación peruana, considerado el asunto más bien como tarea «interna». En su visión, este objetivo llevaría a la lucha por el socialismo (si no lo interpreto mal). Se oponía, por otra parte, al nacionalismo de tipo autárquico, tan común en muchos sectores de la izquierda. Se trata entonces de un pensamiento complejo y muy rico. Aunque dudo de las posibilidades históricas de que se cumpliera ese programa de revolución.

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      rolandoastarita

      22/01/2014 at 09:56

  9. Rolo, aporto esta apostilla: Antonio Gallo de la LOS, contra las posiciones de la LOR de Liborio Justo, se expresó circa 1940 en estos términos: «En la Argentina hay proletariado y capitalismo, beneficio y plusvalía y, por lo tanto, lucha de clases, y la estrategia del proletariado debe ser la revolución socialista. El único antiimperialismo de buena ley es el socialismo, La LOS ataca sin contemplaciones la fórmula de liberación «nacional». La nación se expresa siempre por la clase dominante. Hoy domina la burguesía. ¿Se trata entonces para hablar con propiedad de la liberación de la burguesía? Esa liberación puede interesarle a la Unión Industrial Argentina, pero no a los trabajadores. Si se trata de la liberación nacional que llevará a cabo el proletariado entonces no hay que valerse de fórmulas que utilizan el enemigo de clase y el stalinismo. En el lenguaje marxista hay expresiones más exactas: liberación del proletariado, conquista del poder por los trabajadores. La liberación «nacional» del proletariado es su liberación de la burguesía, es una liberación social».
    Saludos comunistas,
    Fernando.

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    Fernando

    05/02/2014 at 18:57

  10. Si entiendo bien, la diferencia entre una colonia y una semicolonia no está en su modo de producción. Es decir, las colonias corresponderían al modo de producción feudal y las semicolonias al modo de producción capitalista. Durante un tiempo pensé que estos conceptos se definían así, pues en la tradición marxista de las Islas Canarias se calificaba a la formación social isleña como «semicolonial» (Guillermo Ascanio). Pero después de haber leído este artículo se presenta un incompatibilidad con la definición que Lenin da: «Los casos típicos eran, hacia 1915, China, Turquía y Persia, a los cuales las potencias habían impuesto obligaciones por medio de la violencia militar o la semi-ocupación.» Este caso no era el isleño: Un archipiélago norteafricano conquistado y colonizado por la Corona de Castilla durante el siglo XV donde la soberanía política del hoy Reino de España ha sido continuada desde entonces. Por lo tanto, no estaríamos ante una semicolonia, sino a una colonia. ¿Correcto?

    También se me presentan otras dudas según la definición que se da aquí. Veamos, Canarias es una excepción al monopolio de la Casa de contratación de Sevilla. ¿Una disfunción entre metrópoli política y económica puede darse en una relación colonial? En este sentido, las Islas Canarias fueron dependientes, exceptuando no pocas coyunturas, de los mercados europeos. En origen la economía la controlaron agentes genoveses y flamencos que financiaron la empresa conquistadora y que posteriormente también financiaran la puesta en marcha de una economía azucarera.

    En la actualidad, impera el derecho común como cualquier territorio español, además de tener cierta autonomía. ¿Esto casa con una relación colonial?

    Haz clic para acceder a 12%20L%C3%B3pez%20Gallardo.pdf

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    sheshonq10

    04/12/2015 at 09:15


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