Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Tiempo Argentino, Kicillof y Ramos

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Rolando Astarita [Blog]  Marxismo & Economía El paro general del juevesEn una nota titulada “Profundización, economía nacional y marxismo, publicada en Tiempo Argentino del 27/11/13, el periodista Federico Bernal contrapone el marxismo “abstracto, implantado y funcional a los intereses del subdesarrollo”, con el marxismo “nacional y creativo” del nuevo ministro de Economía, el doctor Kicillof. Según Bernal, el primero tiene una “alianza estratégica” con la reacción (Clarín en primer lugar); mientras que el segundo está al servicio de la revolución nacional y popular. Es a este último marxismo, siempre según Bernal, al que le teme la “derecha”. Es que los Altamira, Castillo y similares, son simples títeres de los grandes grupos (Clarín en primer lugar).

Hasta aquí, nada demasiado nuevo con respecto a lo que suele decirse en los medios del Gobierno. Sin embargo, Bernal hace un aporte, ya que ubica al marxismo “a lo Kicillof” en la tradición de Abelardo Ramos. La línea Ramos – Kicillof sería entonces la de un marxismo que debería rescatarse y valorarse. Es esta tradición, enfatiza Bernal, la que intenta destruir la derecha.

Para los jóvenes que tal vez no conozcan, digamos que Abelardo Ramos (el Colorado para los amigos) fue un dirigente de la “izquierda nacional”. Su tesis era que la contradicción entre el capital y el trabajo, que Marx había considerado fundamental en los países capitalistas desarrollados, no tenía casi vigencia en América Latina, a menos que ésta se liberara del imperialismo y se industrializara. Según Ramos, desde fines del siglo XIX, la contradicción fundamental de la época era entre los países imperialistas, por un lado, y los países coloniales y semicoloniales, por el otro. Por eso, pensaba que las ideas fundamentales de Marx (articuladas en torno a la explotación del trabajo por el capital) no tenían aplicación a los países atrasados.

Desde esta postura, Abelardo Ramos apoyó al gobierno de Perón entre 1945 y 1955. Luego del golpe del 55, combatió a los “libertadores”; en 1961 fundó el Partido Socialista de la Revolución Nacional, y en 1971 el Frente de Izquierda Popular. En 1973 el FIP llamó a votar a Perón con boleta propia, aportando 900.000 votos. Con el golpe de 1976, pasó a la clandestinidad, y sus militantes sufrieron persecuciones y cárceles. Ya de nuevo en la democracia, Ramos formó el Movimiento Patriótico de Liberación, que se disolvió hacia la fecha en que fallece, en 1994.

Pues bien, ¿Qué puede enseñar hoy Ramos a los “marxistas” ansiosos de participar en gobiernos de la burguesía? Indudablemente, tiene que tratarse de algún episodio en el que Ramos y sus compañeros de partido se hayan involucrado con un gobierno capitalista. Un Ramos perseguido por la Libertadora, o por Videla, no es inspiración para un ministro que anda de negociación en negociación con los Chevron y los PEMEX. ¿Existió algún Ramos en el que su “marxismo creativo y nacional” haya dejado de lado todo remilgo “abstracto y europeizante” (restos indudables de dosis de El Capital), y haya participado efectivamente (a poner el cuerpo, señores) en el movimiento nacional? Pues sí, existió. Es una pena que Bernal no haya profundizado en el asunto, pero desde aquí damos una ayudita, y completamos el relato.

Para contextualizar lo que viene, expliquemos que con el correr de los años (desde 1945 a los 1980), Abelardo Ramos fue suprimiendo, progresivamente, toda referencia al marxismo, para centrarse en lo nacional. En especial, a partir de la guerra de Malvinas, sus denuncias y preocupaciones pasaron exclusivamente por el no pago de la deuda externa, la expropiación de la banca, la nacionalización del comercio exterior y demandas afines. En esta vena, también consideró a Seineldín y Rico “militares progresistas al estilo Perón”. Algunos de sus ex compañeros agregan que empezó a recomendar una formación de la militancia basada exclusivamente en lecturas nacionales. Nada de Lenin, Marx, Trostky o Engels. En fin, parece que era un marxismo tan “creativo”, que eludía compenetrarse de la teoría marxista.

Sin embargo, todo esto todavía era “literatura”. El paso decisivo Ramos lo dio a finales de los 80, cuando apoyó a Carlos Saúl Menem. Apoyo que profundizó en los años 90, a medida que Carlos Saúl avanzaba con las privatizaciones, con el retiro de Argentina del Movimiento de No Alineados, con el alineamiento del país con EEUU y la participación en la guerra del Golfo; y similares proezas nacionales. En retribución, Menen lo nombró embajador en México (estuvo hasta 1992), y a muchos militantes del MPL como funcionarios en ministerios y otras responsabilidades. Alguien dirá que nada se compara con ser ministro de Economía, pero de todas maneras, sirve como antecedente para un presente en que es necesario atacar a la izquierda «irreductible y dogmática» (y asociarla con la derecha). Recordemos entonces que por los 90 don Abelardo estaba tan contento con el menemismo, que en 1994 propuso la disolución del MPL dentro del partido Justicialista, para apoyar la candidatura de Menem a las presidenciales de 1995.

Teniendo en cuenta estos antecedentes, y para toda la militancia K que necesita referencias históricas en estos tiempos de Milanis y Ciadis, de Franciscos y reformas de Códigos Civiles, de Sciolis y Capitaniches; en estas coyunturas en que los enemigos atacan con argumentos “de izquierda” (pero de derecha en el fondo), aquí va un extracto de la argumentación de Abelardo Ramos para el paso que proponía. Escribía:

“Menem se enfrentó al mundo ya no como acreedor sino como deudor. Las empresas estatales estaban arruinadas. Nadie pagaba impuestos. Los empleados públicos y los jubilados cobraban con papeles devaluados, impresos en rotativas. La inflación esquizofrénica destruía todo. Menem, asistido por un técnico de competencia excepcional, el doctor Cavallo, enfrentó la situación con entereza y suprimió la especulación financiera, estabilizó el valor del peso, cobró impuestos y creó recursos genuinos. Firmó el tratado del MERCOSUR (el acontecimiento más grande desde las guerras de San Martín y Bolívar con España, en ruta hacia la Confederación de Repúblicas del Sur) y levantó un monumento a la gesta de Malvinas. Rediseñó, en medio de grandes dificultades, aquel país moderno que Perón había comenzado a construir. Ahora, el sistema local y mundial afectado… se ha puesto en movimiento para que Menem y el peronismo no asuman nuevamente el poder en 1995. Por eso, y para que triunfe Menem, hemos resuelto dejar de ser aliados del peronismo e incorporarnos al gran ejército civil del 45, a fin de contribuir como soldados a la batalla decisiva que garantice el triunfo del presidente de la Nación.” (Tomado de http://www.abelardoramos.com.ar/me-voy-con-menem-para-que-puedan-gobernar-los-criollos/.).

Este escrito fue publicado por Ámbito Financiero (nada menos) y fue distribuido por miles en el acto de disolución del MPL, y entrada en el PJ, que se produjo el 17 de octubre de 1994; Ramos había muerto pocos días antes.

Como podrán comprobar, se trata de un “marxismo nacional” de alto vuelo, que no tiene punto de comparación con el marxismo grosero de los Altamira, Castillo y compañía (ni con el de este blog, por supuesto). Además, por aquellos tiempos, los Altamira y similares eran críticos del menemismo;  o sea, como siempre, eran funcionales a la derecha, según la peculiar lógica “marxista” de Abelardo Ramos.

En última instancia, y esto es lo más importante, no es de extrañar que Tiempo Argentino rescate aquel marxismo del Colorado Ramos, para diferenciarlo del marxismo “abstracto” de los “troscos”. Tal vez tampoco sea casual que Cristina K haya confesado que votó a Perón con la boleta del FIP. Y que los Kirchner y Ramos hayan integrado el menemismo. Toda una serie de graciosas coincidencias y casualidades (¿o no?), que seguramente analizará la corriente revisionista (sobre el aporte del revisionismo, aquí). Tarea por demás necesaria. Es que en estos días de muchísimo “realismo”, los “marxistas a lo Kicillof” parecen necesitados de antecedentes ilustres.

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«Tiempo Argentino, Kicillof y Ramos»

Written by rolandoastarita

29/11/2013 a 19:00

24 respuestas

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  1. Certeramente definido por Milcíades Peña como «el teórico del disparate».

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    Rocío

    29/11/2013 at 19:26

  2. No comparto ciertas inferencias que se desprenden del texto. En particular:

    1) La idea de una continuidad entre las posiciones iniciales de la «Izquierda Nacional» y el postrero apoyo de Ramos al menemismo.

    2) La idea de que la reivindicación kirchnerista de Ramos implique una reivindicación de su apoyo al menemismo.

    3) La idea de que la presencia de Kicillof en el gobierno actual sea comparable a la de Ramos en el menemismo.

    1. Creo que esto es lo que se desprende del último párrafo, una cierta continuidad entre por ejemplo el voto al FIP en 1973 y el apoyo al menemismo. Pero en este punto hay que recordar que un importante sector de la Izquierda Nacional abandonó a Ramos en su trayectoria prácticamente personal. Hoy por hoy existen sectores que se reivindican parte de esa tradición, como http://www.izquierdanacional.org/, o una figura emblemática como Norberto Galasso, que son críticos de ese apoyo de Ramos (y al menos en el caso de Galasso, implicó una ruptura personal ya en los ’80). En mi opinión, lo que siempre se desprendió de los posicionamientos teóricos de la Izquierda Nacional era el apoyo crítico e independiente (en términos organizativos) a los gobiernos nacionalistas-burgueses reformistas. Eso, que se puede no compartir (yo no lo comparto), no es lo mismo que la disolución dentro de un gobierno de derecha.

    2. Esto parece desprenderse del párrafo en el que se señala: ¿Qué puede enseñar hoy Ramos a los “marxistas” ansiosos de participar en gobiernos de la burguesía?…», considerandose que esa enseñanza se encuentra en su apoyo al menemismo. Sobre esta cuestión, creo que la reivindicación desde el kirchnerismo de Ramos siempre se ha apartado de su apoyo a Menem. No es algo contradictorio si tenemos en cuenta que esos kirchneristas pueden acordar con mi punto 1. Seguramente Bernal (o quien sea) no comparta de hecho esos posicionamientos. No veo razón para forzar la cuestión.

    3. Esto también parece desprenderse del texto. Acá entra en juego la caracterización del kirchnerismo. Personalmente, no lo considero equivalente al menemismo, ni en términos económicos ni en términos políticos: con el kirchnerismo asistimos a una forma de acumulación de capital diferente, que podemos considerar «neodesarrollista», pero no estrictamente «neoliberal»; asimismo, es necesario tener en cuenta ciertas concesiones reformistas, fundamentalmente dado que la relación de fuerzas se movió un poco a favor de los sectores populares tras el 2001, y eso obligó a que la recomposición de la hegemonía burguesa se hiciera de ese modo. Por esta razón, no creo equivalente la participación en uno u otro gobierno, más allá de las diferencias que podamos tener con lo que haga Kicillof.

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    Ezequiel

    30/11/2013 at 01:51

    • La diferencia entre el kirchnerismo y el menemismo es que responden a políticas instrumentadas en dos fases diferentes del ciclo económico. El kirchnerismo apoyó las políticas menemistas en los 90 porque eran funcionales a la recuperación de la acumulación capitalista. De la misma manera que gran parte del personal menemista (y con el aval del propio Menem a las políticas K) comparte, en líneas generales, las políticas de los 2000, por lo menos hasta 2008-9. Esto explica muchas continuidades, como he demostrado en otras notas: entre los sectores más dinámicos de la economía en los 2000 están el complejo sojero, el complejo maicero, la gran minería y la industria automotriz. ¿Cuándo se pusieron en marcha? ¿Acaso no fue en los 90? Más en general, ¿cuál es el balance que hacían prominentes economistas K, como Matías Kulfas, a fines de los 90 del significado del menemismo para la economía? No son casualidades estas continuidades.

      En segundo lugar, la nota pone en evidencia lo que hacen supuestos «marxistas» cuando «ponen el cuerpo» al compromiso de participar en un Gobierno burgués, en un Estado capitalista. Terminan obedeciendo a la «lógica del capital» (o serían eyectados más o menos rápidamente). Lo cual no tiene nada que ver con el marxismo. Aclarando, además, que no se trató solo de Abelardo Ramos. Muchos militantes de su partido lo siguieron. Pero no para ahí la cosa. ¿O acaso nos tenemos que olvidar de todos los ex montos y similares (muchos de los cuales se formaron en ese «marxismo a lo Ramos»), reciclados en el menemismo, y que continúan hoy en el kirchnerismo? Y todos con el mismo argumento, «hay que ser realista, los tiempos cambian».

      Además, fue el periodista de Tiempo Argentino quien sostuvo que el «marxismo a lo Kicillof» tenía su antecedente en el marxismo de Abelardo Ramos. ¿Qué cuestionamiento hacemos los marxistas a Kicillof? Pues que no se puede ser marxista y asumir responsabilidades por el Estado burgués. Es la discusión sobre el millerandismo. ¿Qué actuación de Ramos conecta con la posición y función actual de Kicillof? La respuesta está en la nota. Pero la nota también pone en evidencia que es imposible conciliar la idea de que la contradicción fundamental no es la que media entre el capital y el trabajo, con el marxismo. Al levantar esta restricción, es una cuestión de matices entre posiciones igualmente burguesas las diferencias entre un «marxismo a lo Kicillof» y un «marxismo a lo Ramos». Por eso también los personajes se adaptan a las coyunturas y a los cambios asociados a la mecánica de la acumulación de los capitales (o de sus fracciones). Es lo que explica también ahora la aceptación por parte del «marxismo nacional y popular a lo Ramos y Kicillof» de los Milani, de Ciadi, de Chevron, de los Insfran y Capitanich. No hay casualidades, hay continuidades.

      Por último, no puedo dejar de destacar la infamia contenida en la acusación del periodista de Tiempo Argentino al «marxismo abstracto», de ser cómplice de la derecha. Y poner como «ejemplo a imitar» el marxismo «creativo» de alguien que terminó participando activamente del menemismo.

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      rolandoastarita

      30/11/2013 at 09:24

  3. Varios funcionarios (alguno que nombraré está muerto) de la década kirchnerista fueron formados por Ramos en sus grupos políticos: Jorge Coscia, Alberto Sileoni, Víctor Ramos, Eduardo Luis Duhalde. Hay más, sólo recuerdo esos en estos momentos.
    No estoy seguro (algún comentador puede confirmarlo o negarlo), pero creo que Jorge Makarz, actual funcionario del INADI, integró en algún momento algún grupo de Ramos (luego IDEPO -con Néstor Vicente-, luego Frente por la Democracia Avanzada -con Atilio Borón-, luego Polo Socialita -casi entra como legislador en la Legislatura de la ciudad de Buenos Aires en 2000 o 2001, no recuerdo bien el año, cuando Polo Socialista integró un frente electoral con el MST y otros grupos en la alianza «Izquierda Unida»-…
    Todos los mencionados tienen el mismo tipo de discurso (enfatizo: «discurso») sobre la «patria grande» latinoamericana y popular.

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    Fernando

    30/11/2013 at 14:32

    • Rolando, al parecer Fernando es Federico Bernal y en todo caso el comentario que aquí le deja es la respuesta que le dedica el defensor de los MILANI Y GERARDO MARTINEZ.
      No me cree??? (es que es de no creer)

      I N C R E I B L E . . .

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      PibeK (@PibeKa)

      02/12/2013 at 18:38

    • Es de locos, según Federico Bernal, el menemista Ramos poseía la bola de cristal!!!
      Sigue sin creerme, Rolando?

      Me twitea y me quiero morir muerto!

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      PibeK (@PibeKa)

      02/12/2013 at 19:30

  4. rib

    02/12/2013 at 14:05

  5. @PibeKa: no soy Federico Bernal, a quien no conozco. Sólo comenté qué funcionarios del gobierno actual fueron formados por Abelardo Ramos.
    Además, acuerdo con todo lo dicho por Rolo en este post.
    Saludos comunistas,
    Fernando.

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    Fernando

    03/12/2013 at 16:57

  6. buenas señor Rolando, ¿usted cree que el marxismo seria mejor sin el uso de la dialectica (marxista)?
    ya que al parecer, ninguna de sus «leyes», tan como «la ley de la negacion de la negacion» entre otras, no pueden ser falsadas, refutadas, no sabemos para que sirve, no sabemos que produjo estas, no sabemos que cosas sabemos hoy usandolas, no sabemos ni como pueden ser puestas a prueba… ya nadie usa ese metodo «cientifico»…. no sabemos que aportes podemos tener de la dialectica,

    pero, ¿usted cree que la dialectica sirve para predecir algo o dar alguna clase de aporte?

    Gracias.

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    Pablo Quintanilla pucp

    03/12/2013 at 17:38

    • Dedico algunas notas en este blog a la dialéctica, incluso una en la que trato sobre los intentos de desarrollar un marxismo sin dialéctica (aquí).

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      rolandoastarita

      03/12/2013 at 21:11

  7. Yo creo que el problema de fondo de Astarita es el reduccionismo economicista. De ese modo sólo ve «diferentes momentos del ciclo económico» cuando compara al menemismo con el kirchnerismo. Por esa vía, todo las luchas polìticas y sociales sucedidas en el mundo en los últimos 100 años podrìan ser calificadas de equìvocas, puesto que detras de ellas sólo había «distintos momentos del ciclo económico». Por otra parte, Astarita es una persona seria, un estudioso. Me extraña entonces la descripciòn caricaturesca que hace de la Izquierda Nacional de Ramos. ¿De dónde sacó que Ramos y la izquierda nacional sostiene que la contradicción fundamental bajo el capitalismo no es la que media entre el capital y el trabajo? ¡Esa no es la tesis de la izquierda nacional, Astarita! La tesis, rápidamente dicha, sería que esa contradicción entre capital y trabajo se manifiesta en la esfera política como una contradicción entre países imperialistas y paìses semicoloniales. Se puede no estar de acuerdo con esta tesis, pero lo que no se puede hacer es desfigurarla para rebatirla.
    En cuanto al sr Federico Bernal, no encuentro en sus posturas discursivas y prácticas nada que lo asocie a la Izquierda Nacional. Bernal es un técnico kirchnerista, con todo lo bueno y lo malo que esto pudiera significar. Si se desea discutir con la izquierda nacional, he encontrado en la web dos sitios: 1) patria y pueblo; 2) socialismo latinoamericano. Este último parece ser el más «ortodoxo», lo cual permite conocer ahí las posiciones históricas de esta corriente.
    Un saludo cordial.
    Mario Cavanillas

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    Mario

    04/12/2013 at 10:05

    • Mario, lo que calificás de «reduccionismo economicista», yo lo llamaría «lógica del capital», que es estructural. La lucha de clases («luchas políticas y sociales» en tu vocabulario), que no es estructural porque depende de la voluntad (programa, dirección, etc), se desarrolla en función del movimiento del capital.
      Esta perspectiva (la «lógica del capital») está presente en los trabajos científicos de Marx (El Capital y Contribución a la crítica de la economía política, por ejemplo) pero también en muchos trabajos periodísticos y/o propagandísticos (Crítica al programa de Gotha, los artículos sobre la colonización inglesa de India, etc).
      Por último: a mi criterio no hace falta que Rolando Astarita comente más sobre el método y la política de Abelardo Ramos y su «izquierda nacional»: hace más de 50 años fue Milcíades Peña quien sin parangón analizó las posiciones políticas y metodológicas de «la cortesana roja de Apold».
      Saludos,
      Fernando.

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      Fernando

      04/12/2013 at 11:31

    • Ramos escribió que en los países latinoamericanos el antagonismo de clases tendía a disminuir debido a que el imperialismo había impedido el desenvolvimiento de clases bien diferenciadas y opuestas, según el modelo de Marx presentado en El Capital. Éste era un dato OBJETIVO, siempre según Ramos. Ramos criticaba por eso a los marxistas que habían «inmovilizado el pensamiento marxista en categorías ultraizquierdistas puramente verbales» (sic). Sostener que la contradicción fundamental en Argentina, en los años 1970 o 1980, por ejemplo, era la contradicción entre capital y trabajo significaba, según este enfoque, utilizar una «categoría ultraizquierdista».

      La característica fundamental de América Latina, según Ramos, estaba determinada por su carácter de «nación fragmentada»; no por la contradicción de clase. De ahí también que Ramos analizara con este enfoque al Ejército. El mismo se caracterizaba, fundamentalmente, por la oposición entre nacionalistas y «entreguistas» (pro imperialistas, pro colonialistas, etc.). Puede verse, por ejemplo, su caracterización del rol del Ejército argentino, o boliviano (el ejército de Yrigoyen y Perón versus el de Justo o Libertadora). Algo similar puede decirse del programa político: la tarea fundamental era «la lucha por la defensa del país y la expulsión del imperialismo». Es un programa nacional. En este marco, hablar de la contradicción entre el capital y el trabajo es un adorno. Por eso, prácticamente desaparece de los escritos de Ramos (aplicados al análisis latinoamericano).

      En cuanto al cargo de «economicismo», es típico de los que buscan explicar la política por fuera de las relaciones sociales de producción. Por eso, cuestiones como la participación del Kirchnerismo en el menemismo (o de altos funcionarios menemistas en el kirchnerismo), en este enfoque «politicista», queda inexplicada. O es explicada mediante tesis superficiales, como la del «transformismo» (que ya he criticado en este blog). ¿Por qué de conjunto la clase dominante argentina (cámaras empresarias, grandes medios, inversores, etc.) más la prácticamente totalidad del PJ, apoyó las políticas del menemismo? Mi respuesta: porque respondían a una necesidad del capital «en general». Ésta es la base para comprender el problema (y las continuidades de los 90 en los 2000, como expliqué en otras notas). ¿Qué ofrecen como alternativa los «anti economicistas»? ¿Acaso que al personal menemista se le prendió la lamparita «desarrollista» a partir de 2002? (¿o tengo que escribir 2003?).

      Pero además, ¿a quién se le ocurre negar que detrás de las luchas obreras siempre existe alguna fase del ciclo? Cualquier explicación científica de la dinámica de las luchas obreras tiene que partir de ahí. Es elemental que no existen las mismas condiciones para una lucha reivindicativa en una fase de ascenso del ciclo económico, que en un período de depresión económica y amplia desocupación. De la misma manera, no se dan las mismas condiciones cuando la acumulación es principalmente extensiva, que cuando es intensiva (como ya señalaba Marx en El Capital). ¿Cómo se puede pasar por alto las diferencias en la fase del ciclo económico entre 2002 y 2006, por ejemplo? ¿Se puede llegar a tal grado de abstracción?

      Por supuesto, analizar los condicionamientos sociales y económicos (nivel de desocupación, por caso) que subyacen a una lucha obrera, no significa negar los factores políticos e ideológicos. Un movimiento obrero con un programa socialista responderá de otra manera, posiblemente, frente a una crisis capitalista, que un movimiento que confía en la conciliación de clases. Pero esto no niega la necesidad de comenzar por análisis materialistas.

      Por último, el objetivo de la nota no es polemizar en general con la Izquierda Nacional (mi crítica más general está contenida en mi libro «Economía política de la dependencia y el subdesarrollo», y abarca a las diferentes variantes dependentistas), sino con un periodista que reivindicó el marxismo de Abelardo Ramos en oposición al marxismo «abstracto» y «aliado a la derecha», como parte de una diatriba descalificadora a la izquierda radical. De ahí que haya citado en particular a Abelardo Ramos.

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      rolandoastarita

      04/12/2013 at 11:39

    • Agrego, para que quede más claro todavía: Ramos estaba EN CONTRA de estimular o plantear la lucha en términos anticapitalistas, en los países latinoamericanos. En esto fue explícito.

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      rolandoastarita

      04/12/2013 at 12:56

  8. Lo mejor que puedo decir de Ramos, es que era un orador extraordinario y gran polemista. Lo escuché en persona, creo que en el 73. Políticamente hablando, un Alcibíades criollo.

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    AP

    04/12/2013 at 21:23

  9. Rolando y Fernando:
    Yo no he encontrado en la obra de Ramos la afirmación de que «el antagonismo de clases tiende a disminuir» en Argentina. Lo que surge de esa obra es que «el antagonismo de clases» adquiere una connotación particular derivada de la condición semicolonial del país. Si alguna crítica debo hacerle a quienes ven en las tesis de Ramos una gran «originalidad», es que esa originalidad no parece tal: recoge los aportes de Lenin y de Trotsky acerca de la cuestión nacional en la época del imperialismo. En este sentido, Ramos y su izquierda nacional son más ortodoxamente leninistas y trotskistas que otras tradiciones de la izquierda argentina.
    Respecto de la afirmación de que «la contradicción principal en los años 70 era la contradicción entre capital y trabajo», la comparto, pero creo que se trrata de una afirmación de carácter general a partir de la cual se han extraído a veces conclusiones equivocadas. Por ejemplo, la conclusión de que en 1973 y en los años anteriores la «contradicción» entre el peronismo y el antiperonismo era una «falsa contradicción» que encubría la identidad de políticas «patronales». Es la conclusión que sacaron sectores ultraizquierdistas como el PRT-ERP, que no notaba mayores diferencias entre Lanusse, Balbín o Perón. Cuando en este punto Ramos recordaba la posición de Trotsky frente a Cárdenas en México, creo que tenía toda la razón, y era mucho más trotskista (y por tanto marxista) que otros «trotskistas».
    En cuanto al cargo de «economicismo», yo no lo he formulado, si por formularlo se entiende negar la interconexión entre factores económicos y político-sociales. Dije, en cambio, que hay un REDUCCIONISMO economicista cuando invisibilizamos la especificidad de la dimensión política, social y cultural en nombre de la contradicción entre capital y trabajo que se presenta en el nivel de la infraestructura.
    En cuanto al elogio a Peña que formula Fernando, diré que mi opinión es muy diferente. Peña no fue un historiador ni un teórico de las ciencias sociales, ni del marxismo, por supuesto. Fue un periodista inteligente y mordaz que murió prematuramente. Al margen de los errores políticos que cometió (como el apoyo a la tentativa foquista de Bengochea), era tan inmenso su odio al peronismo y a Ramos, que eso afectó la cientificidad de su producción. Dejando de lado consideraciones políticas e ideológicas, creo que Peña carece absolutamente de la estatura que le ven sus admiradores de la izquierda universitaria.
    Saludos
    Mario

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    Mario

    05/12/2013 at 19:08

    • «Yo no he encontrado en la obra de Ramos la afirmación de que «el antagonismo de clases tiende a disminuir» en Argentina».
      En «Marxismo para latinoamericanos», publicado por Izquierda Nacional, enero de 1971, Ramos escribía:
      «Los marxistas debían comprender que el antagonismo de clase puro, típico en los países avanzados, tendía a disminuir en los países atrasados; precisamente porque el imperialismo había impedido su pleno desenvolvimiento y la aparición de clases perfectamente diferenciadas y opuestas, según el modelo ofrecido por Marx en El Capital». En una próxima nota voy a ampliar con más pasajes de Ramos, que muestran su posición.

      Con respecto a que la obra de Ramos recoge los aportes de Trotsky sobre la política de los marxistas ante la cuestión nacional, hay que decir que lo hace de manera muy unilateral. Cita una y otra vez el apoyo de Trotsky a la estatización del petróleo por Cárdenas. Sin embargo, a Trotsky jamás se le ocurrió sostener, como hace Ramos, que había que formar un Frente Único Antiimperialista, y que en aras de no alejar a la burguesía nacional que pudiera participar en el mismo, no había que desarrollar la lucha anticapitalista. Personalmente no estoy de acuerdo en cómo Trotsky plantea la cuestión para América Latina, pero jamás llegó a los extremos de Ramos.

      En lo que respecta a Lenin, la postura de Ramos puede tal vez tener algún apoyo mayor en las Tesis de Oriente. Aunque sin embargo hay que contar que Lenin escribe esas tesis pensando en países en los que la clase obrera era prácticamente inexistente. Eso no tenía aplicación a una Argentina como la de los años 1960 o 1970. ¿Cómo se podía negar la necesidad de la lucha anticapitalista en Argentina? No hay manera de sostener que se trata de una posición inspirada en Lenin.

      Por otra parte, y esto es más significativo, ¿cómo es que Ramos deja de lado la diferenciación que hacía Lenin entre países dependientes y semicoloniales, y el planteo que derivaba de esta diferencia en torno a las banderas de la liberación nacional? Si citaba a Lenin en el tema nacional, ¿por qué no trataba esta cuestión? Se puede estar de acuerdo o no con Lenin, pero no se puede desconocer el tema.

      Por otra parte, no entiendo a qué apunta al decir que Lanusse no era igual a Balbín, ni éste igual a Perón. Había coincidencias y diferencias, por supuesto. De lo que sí estoy convencido es que en 1973 la candidatura de Perón no era más progresiva que la de Balbín. Perón se presenta a elecciones como resultado de un golpe interno de derecha (Lastiri, López Rega, Isabel). Asume la presidencia y poco después respalda el golpe de tipo fascista de Córdoba (el «navarrazo»). Y se instalan las 3A. Los ataques de la derecha, con asesinatos, bombas a locales, etc. se hacen con pleno conocimiento del gobierno de Perón. Las patotas semi-fascitas y de la burocracia sindical gozaban de total impunidad. ¿Qué tenía todo esto de progresivo frente a Balbín?

      Por último, acerca del economicismo: señalar que hay una lógica del capital, y que los Estados y gobiernos capitalistas tienden a gobernar dentro de los marcos establecidos por ella, no es sinónimo de negar las dimensiones ideológicas y políticas. No entiendo su objeción.

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      rolandoastarita

      05/12/2013 at 20:20

  10. No es mi intención entrar en una disputa escolástica sobre la interpretación verdadera de la Palabra Sagrada (de dios, de Ramos, de Marx o de quien sea). Pero Ramos no dijo «el antagonismo de clases tiende a disminuir». Dijo que lo que «tiende a disminuir» (expresión ambigua explicable porque fue formulada en el contexto de una charla, y no de la producción de un «paper» para el Conicet) es el antagonismo de clase PURO, el que es «TIPICO DE LOS PAISES AVANZADOS». A mí me parece hasta una obviedad tener que afirmar que el antagonismo de clases adquiere modalidades diferentes en sociedades capitalistas industrializadas como la francesa o la inglesa que en países atrasados como Nicaragua o incluso tribales como Afganistán. Todos estos paìses pertenecen al «sistema-mundo» capitalista, y en consecuencia están regidos por la contradicción fundamental de este sistema, que opera a nivel global y que es la que contrapone burguesía y proletariado. Pero… ¿hace falta aclarar más? ¿No es evidente lo que estoy diciendo?
    Si pasamos ahora de la discusión abstracta o teórica sobre antagonismos de clase y nos ubicamos en la dimensión histórico-polìtica, tal vez se entienda mejor lo que debatimos. Usted dice «estar convencido de que en 1973 la candidatura de Perón no era más progresiva que la de Balbìn». Yo creo, en cambio, que sí era más «progresiva», porque las clases y sectores sociales que estaban detrás de la candidatura de Perón no eran los mismos que estaban detrás de la candidatura de Balbìn. Lanusse, es decir, el jefe polìtico-militar del bloque de clases que gobernaba Argentina a partir del golpe proimperialista de 1955, había armado un entramado institucional con la ilusión de que Balbín pudiera ser su continuador «democrático», cerrando el paso a ese frente polìtico social donde estaba el movimiento obrero, la clase media más plebeya, los industriales más pequeños, etc. y donde se referenciaba un vasto movimiento popular que planteaba la aspiración del socialismo. Para decirlo a su manera: ese antagonismo capital-trabajo que constituye el núcleo duro de todo antagonismo político en cualquier sociedad capitalista, había producido un antagonismo entre Perón y Balbìn tal como en Chile, por ejemplo, el antagonismo se presentaba entre Allende y Frei, para decirlo simplificadamente. Si Perón. Balbìn, Lanusse, Frei, Allende, Pinochet, etc son todos lo mismo, ¿cómo se manifiesta el antagonismo capital-trabajo en la esfera polìtica? ¿Como un antagonismo entre Perón/Balbìn/Lanusse vs Cristian Castillo y Altamira? Mire, compañero Astarita, es justamente sobre esta clase de «ceguera izquierdista» contra la que advertìa Trotsky en México, y la que lo llevó a romper con los «trotskistas» mexicanos dicièndoles: «yo no soy trotskista». Me parece natural, entonces, que usted disienta con Trotsky en este punto.
    Por último, respecto de mi crìtica al reduccionismo economicista, y para no extender este texto, le diré que consiste, a mi juicio, en confundir la dimensión económica (o estructural) de la vida social, que es una condición necesaria para explicar la vida polìtica, con una condición suficiente. Pero la corto acá para no aburrir.
    Saludos. MC

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    Mario

    07/12/2013 at 00:15

    • En una sociedad tribal, donde no está desarrollado el modo de producción capitalista, la contradicción capital trabajo no está presente, por más que exista el mercado mundial capitalista, y por más que esa sociedad esté integrada a ese mercado mundial. Existen muchos ejemplos históricos de esto. El pensamiento de Ramos (que he citado en abundancia, no se trata sólo de una charla) era que en los países semicoloniales la contradicción capital – trabajo no se había desarrollado. No es una cuestión de «pureza», sino de ausencia de desarrollo capitalista. Y llevaba a tal punto esta postura, que sostenía que no había que levantar demandas anticapitalistas. Sobre esto he presentado también abundantes datos. De todas maneras, no es mi intención convencer de nada a gente que de antemano está convencida de su verdad, y está dispuesta a defenderla contra toda evidencia.

      Por otra parte, jamás dije que es lo mismo una dictadura que una democracia burguesa. Trate de polemizar con un mínimo de honestidad intelectual. ¿Dónde planteé que es lo mismo la dictadura de Pinochet, que la democracia burguesa de Allende? Esto no es 6,7,8; trate de elevar el nivel del argumento. Precisamente porque no considero que Videla sea igual a Alfonsín, no me es indiferente que el gobierno K elija a un militar acusado de desapariciones como jefe del Ejército, ni que organismos defensores de DDHH le laven la cara. Si pensara que todo es igual, no diría palabra.

      Volviendo a los 70s, lo que sí sostengo es que no había diferencias cualitativas, en cuanto a progresividad burguesa, entre Perón y Balbín. El hecho de que la clase obrera apoyara a Perón, no le daba ninguna progresividad. En general, no es ése el criterio con que evalúo la progresividad de una formación política, un candidato o un programa. Después de todo, en 1995 la clase obrera argentina votó mayoritariamente a Menem, y no por eso Menem era más progresivo que los candidatos de los partidos de izquierda. Para analizar el significado de la candidatura de Perón en 1973 no basta con justificar «lo votaba la clase obrera». Esa candidatura venía de la mano de López Rega, Lastiri, la Triple A, la burocracia sindical y la ofensiva contra la izquierda, peronista y no peronista. Esto también permite entender el punto de acuerdo entre Perón y la cúpula militar de la época (vinculada a Lanusse). El acuerdo era anular el ascenso de la izquierda. Todavía con un agregado: la izquierda peronista pedía que la candidatura fuera Perón – Balbín, porque se daba cuenta de lo que se estaba viniendo detrás de la figura de Isabel como vice. Por supuesto, si usted es un admirador de Abelardo Ramos, todo esto lo tiene sin cuidado. No es casual que Abelardo Ramos tuviera como referente en el movimiento sindical a Lorenzo Miguel. Pero a los activistas antiburocráticos no les daba, ni les da lo mismo, una dirección sindical burocrática que colaboró con la Triple A, que una dirección sindical «democrática». Como puede comprobar, considero importante la distinción entre regímenes políticos en todos los ámbitos.

      Por otra parte, usted ni siquiera entiende contra qué advertía Trotsky en México. Trotsky no advertía contra la no distinción entre regímenes burgueses (dictaduras, democracia burguesa, fascismo), sino contra los que negaban la lucha anti-imperialista en países semicoloniales. Y en este punto discrepo con Trotsky y los trotskistas, pero esto no tiene que ver con no distinguir regímenes, sino con la distinción entre países coloniales y dependientes, y la naturaleza de las demandas de «liberación nacional». Un tema que trató Lenin, y que Ramos pasó olímpicamente por alto.

      Por último, jamás sostuve que lo económico es condición suficiente para explicar la vida política. Sólo sostuve que es condición necesaria. Por esto mismo afirmo que la condición NECESARIA para entender la vida política en Argentina es entender que la contradicción social fundamental pasa por la contradicción entre el capital y el trabajo. Y que la lucha anticapitalista es central en cualquier programa socialista. Una postura que se opone por el vértice a lo defendido por Ramos. Por eso, no es casual que los defensores K-izquierdistas reivindiquen ese «marxismo nacional» de Ramos.

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      rolandoastarita

      07/12/2013 at 10:37

  11. Rolando: se pueden discutir cual fue la posición de Lenin, si hay diferencia con Trotsky, si alguien la sigue o tiene posiciones contrarias, etc, en relación a la cuestión de la lucha de clase en los países atrasados, dependientes, coloniales, semicoloniales, etc. Pero las «Tesis de Oriente» no tienen nada que ver. Fueron aprobadas en el IVº Congreso. En ese congreso sólo apareció una vez en el plenario y pronunció un discurso. Asistió a varias comisiones (según se especifica en las Obras Completas), pero no a la comisión nacional y colonial en la que se elaboraron las «Tesis». Tampoco estaba presente cuando se votaron. En cuanto a Trotsky, aunque no tengo las actas – no se han subido a marxists.org, pero se publicaron en inglés en los 70 por el WRP, traducidas del alemán, tengo referencias indirectas- parece que no abrió el pico ni en la comisión ni en el plenario. Posteriormente, pronunció dos discursos casi idénticos de resumen del congreso y ni mencionó las «tesis». A lo largo de su vida, nunca volvió a mencionar las «Tesis de Oriente», lo cual resulta sorprendente.
    Ni Lenin ni Trotsky tuvieron nada que ver con las «Tesis», aunque formalmente las votasen. Aunque no he encontrado referencias más exactas, se puede dar por sentado entonces que las «tesis de Oriente» fueron redactadas fundamentalmente por Zinóviev y Rádek; en ellas se repiten ideas que aparecieron en boca de ambos en el congreso de los pueblos de Oriente celebrado en Bakú.
    Mi opinión es que, antes de Stalin, antes de Ramos, con Lenin y Trotsky silenciosos, sin pringarse pero sin oponerse en público, fueron Zinóviev y Rádek, como presidente y secretario del Comité Ejecutivo de la Komintern, los primeros que se deslizaron a posiciones «antiimperialistas» aclasistas, primando el interés como estado de la URSS en lugar de la lucha de clases mundial. Rádek incluso se pasó llevando la posición a Alemania (la tristemente famosa «táctica Schlageter»). Cuando se quiere reconstruir una estrategia comunista para los países dependientes, es importante separar lo escrito por este par de lo de Lenin y Trotsky. Zinóviev y Rádek, a su pesar, hicieron el puente hacia el frentepopulismo stalinista. En ese sentido, son los tatarabuelos de Ramos.

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    AC

    08/12/2013 at 08:42

    • Compañero AC. Es cierto que Lenin y Trotski no tuvieron nada que ver en la redacción de las Tesis de Oriente. Pero no es casual que las hayan votado. El defecto teórico en el que estas se nutren (y por supuesto extremizan hasta la capitulación) viene de más atrás. Específicamente del segundo congreso en el que sí Lenin, especialmente, tuvo activa participación. El forzamiento teórico allí perpetrado, responde a la necesidad táctica de romper la cadena imperialista en la periferia, enganchando los movimientos de liberación nacional al influjo de la Rusia soviética y con la perspectiva aún vigente de la revolución mundial. Una ‘táctica audaz’ que perdería toda justificación en el contexto distinto que le sucedería. Allí Lenin apela al criterio de ‘pueblos opresores y pueblos oprimidos’ como idea inspiratriz y habla de ‘apoyo al movimiento democrático burgués en la periferia. Ante las objeciones, cambia a apoyo al ‘movimiento nacional revolucionario’ y reconoce que posiblemente esto involucre inexactitudes de principio. De todos modos, la táctica se encuentra sobredeterminada por la idea fundamental del segundo congreso, en cuanto a la necesidad estratégica de impulsar la unidad del ‘pueblo’ en torno a la revolución proletaria para acabar con la dominación imperialista en los países coloniales y semicoloniales, lo que implica la lucha por preservar la independencia política del proletariado en la lucha nacional. Lenin apeló a que la fórmula fuera precisada en ulteriores congresos y a la luz de la experiencia concreta, lo que no ocurrió o por lo menos no ocurrió de la forma deseada, con más razón cuando estaba a la vista la experiencia funesta de la intervención en Turquía. Zinoviev y Radek no hicieron más que ‘axiomatizar’ de modo reaccionario una táctica episódica. Lenin murió y Trotski requeriría de la experiencia China para formular una completa neutralización de esta táctica desastrosa, dando lugar a la formulación de la estrategia de Revolución permanente.

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      AP

      08/12/2013 at 12:54

  12. Profesor Astarita: con todo respeto, sus artículos dejan ver que es Ud. un «socialista de cátedra» (así los llamaba Marx, ¿no es cierto?). Su erudición es monumental, abruma al más pintado, se lo aseguro. Se nota que ha pasado horas y horas «quemándose las pestañas», como decía mi abuela, leyendo y releyendo y volviendo a releer a los clásicos del marxismo y aún a los no tan clásicos, cuyos escritos Ud. demuestra conocer e interpretar al dedillo. «Se los silba a todos de memoria» como diría el viejo Jauretche (no sé si lo ubica). Pero es Ud. un «socialista de cátedra», se lo repito. Sus teorías pueden ser perfectas, geométricamente perfectas, pero cuando pretende encarnarlas en la realidad llega a conclusiones tales como la de que Balbín y Perón y Lanusse eran lo mismo. Es evidente que, como en el cuento de Fontanarrosa (no sé si lo ubica, era de acá nomás, de Rosario), «el mundo ha vivido equivocado», menos Ud,,desde luego. Los argentinos nos hemos roto los cuernos durante más de medio siglo por diferencias que no existían, mire Ud. Como diría Discépolo tendríamos que cachar en masa el bufoso (bufoso: revólver, ¿me entiende?) y pegarnos un tiro en… bueno, allá donde ud. sabe, ¿cómo no lo va a saber si se me hace que ud. lo sabe todo? Omnisciencia se llama eso, ¿no? Bueno, profesor Astarita, no lo molesto más. Siga con su hobby, digo con su blog, digo con su pericia en lunas marxistas, marxianas y marxistoides, yo ya me estoy yendo. Ah, y no se gaste en contestarme, no vale la pena que pierda un segundo de su valioso tiempo en hacerlo. Por lo demás, dificulto que vuelva a pasar alguna vez por esta bonita página.

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    Raúl Lasa

    10/12/2013 at 16:46

    • Los que no pueden hacer uso del cerebro deberían más bien avergonzarse, pero no, más bien convierten su tara en una militancia. El esfuerzo intelectual no vale nada, al contrario del uso de chicanas, burlas, y la lectura de «cosas reales» como los cuentos de Fontanarrosa, ¡qué gracioso que era el Negro!

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      Ezequiel

      11/12/2013 at 00:17

    • Tranquilo Ezequiel, ¿de que sirve perder el tiempo contestándole a estas cosas?

      Saludos

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      Gerardo Daniel

      11/12/2013 at 00:25


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