Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Intendencias de izquierda

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Rolando Astarita [Blog]  Marxismo & Economía El paro general del juevesLa obtención por parte de los candidatos del Frente de Izquierda (más precisamente, del Partido Obrero) de la primera minoría en el Concejo Deliberante de la ciudad de Salta ha despertado una lógica alegría en la militancia. Además, está la posibilidad de que en futuras elecciones se obtengan intendencias o mayorías en Concejos Deliberantes en otras localidades, o incluso a nivel de alguna provincia. Algunos abrigan la esperanza de que avances como el de Salta se trasladen progresivamente a los núcleos “duros” del voto popular peronista, Gran Buenos Aires, en primer lugar. Si ocurriera, los partidos de izquierda pasarían a tener ascendencia de masas en la clase trabajadora. Por eso, muchos piensan que la izquierda ahora está obligada a demostrar, en los lugares en los que obtuvo una representación significativa, la efectividad de su política a favor de las masas trabajadoras. En términos del pensamiento “sensatamente progresista”, llegó el momento de poner el acento en realizaciones que signifiquen mejoras concretas, y no tanto en la denuncia. Algunos elementos de la derecha lo plantean de forma desafiante, con un “a ver qué van a hacer los que tanto critican”.

En esta nota presento unas breves reflexiones sobre lo planteado, desde una posición que es independiente del FIT, ya que no me comparto el programa trotskista (aunque, como se verá, coincido con la postura central de Trotsky respecto a gobiernos municipales de la izquierda).

El punto de partida de cualquier consideración táctica es, en mi opinión, tener presente que los representantes de la izquierda que han accedido a órganos de tipo legislativo constituyen una minoría frente al resto de las organizaciones políticas, que son enemigas naturales del socialismo. En términos más generales, el ascenso electoral se produce en un cuadro de dominación más o menos normal del capital y su Estado. Más precisamente, de conjunto las fuerzas burguesas apuestan por un “ajuste” de salarios y beneficios sociales (el argumento es hacer más competitiva la economía y reducir el déficit fiscal). Por eso hay que esperar que intenten, por todos los medios, desacreditar y neutralizar a la izquierda. La manera más directa será, por supuesto, votar sencillamente en contra, bloquear o “cajonear” todas las propuestas que consideren demasiado “radicales”. Por esta vía intentarán “demostrar” que la izquierda es “ineficiente e improductiva”. Otro camino será aceptar “en principio” algún proyecto progresista, paro luego “limarlo” en interminables comisiones, enmiendas, etcétera, de manera de vaciarlo, total o parcialmente, de contenido. También pueden votar leyes, pero desvirtuarlas mediante sus reglamentaciones; o no aplicarlas, lisa y llanamente.

Frente a estos escenarios posibles, las organizaciones del FIT han anunciado que convocarán a las masas a respaldar sus propuestas con movilizaciones. La fuerza y masividad de las eventuales movilizaciones dependerán del grado en que adhieran a las consignas los sectores de la población que no votaron por la izquierda, así como de la disposición a movilizarse de aquellos que votaron por la izquierda (no siempre coinciden el voto y la disposición a luchar). Pero también de la situación de la lucha de clases a nivel más general. En este marco, hay que ser consciente de que con las luchas se podrán arrancar algunos avances, pero no obrarán milagros. Al menos en tanto se mantengan dentro de los canales habituales (marchas, algunos paros de actividades y semejantes). Las fuerzas de la burguesía no cambian sus políticas de fondo por alguna manifestación más o menos fuerte, y siempre apuestan al desgaste. Como suele suceder, los defensores del capital buscarán cambiar algo para confundir y desviar las movilizaciones, y para que nada cambie, en lo esencial, para los explotados y oprimidos. Todo estará al servicio de desmoralizar a la militancia, desilusionar a los votantes y asimilar al régimen a todos los que sean permeables. Con seguridad, habrá esa particular combinación de “palmaditas en la espalda”, dinero “para atender casos particulares” y hostigamiento en toda la regla a los “irreductibles”.

Como telón de fondo, hay que contar con el poder del capital, de la propiedad privada sobre los medios de producción y de consumo. Por ejemplo, supongamos que en base a movilizaciones, y articuladas por las denuncias de la izquierda, en Salta se vota una ley que establece que a fin de disminuir o acabar con la desocupación, se reducen las horas de trabajo (supongamos, a 5 horas diarias), manteniéndose el salario. ¿Cuál sería la reacción del capital? Podemos anticiparla: no invertir y precarizar el trabajo (miles trabajando a tiempo parcial). Todo con el apoyo de las Cámaras empresarias y los organismos estatales, más las campañas de los grandes medios de comunicación (“caos”, “llevan a la quiebra la economía”, “quieren establecer el comunismo por cualquier precio”). A lo que habría que agregar la socialdemocracia y el stalinismo (“a lo Sabatella”), denunciando al “ultraizquierdismo trotskista irresponsable”; más la burocracia sindical nacional tratando de aislar a los “rebeldes”, y dividir a los trabajadores. El argumento más general dirá que la izquierda “no tiene programa para enfrentar los problemas”. Por supuesto, si la izquierda responde diciendo que los problemas tienen solución bajo el capitalismo, se meterá en un callejón sin salida. Después de todo, los problemas fundamentales para las masas trabajadoras no tienen solución dentro del sistema capitalista. Si la tuvieran, no habría razón para ser socialista. Pero esto muchas veces no se aclara. De ahí la tendencia a presentar programas globales “como estadistas”, frente a problemas que tienen su raíz en la naturaleza contradictoria del capital.

Sin embargo, no lleguemos al extremo de una medida “transicional”, como es el reparto de las horas de trabajo. Supongamos que se vota un aumento de salario de los municipales que recupera lo perdido por inflación en los últimos años, y un seguro por desempleo. En ese caso, las fuerzas enemigas tratarán de ahogar económicamente al municipio desde la provincia y la Nación. ¿Y si la Legislatura vota un impuesto a los propietarios del capital? Pues entonces habrá huelga de inversiones y evasión impositiva, acompañada de apelaciones a la Justicia para que garantice el sacrosanto derecho de propiedad. No son meras especulaciones, es lo que hizo en todo tiempo y lugar el capital apenas le tocan “lo suyo”. Repito, la izquierda podrá y deberá apelar a la movilización del pueblo trabajador para resistir, pero las posibilidades de éxito estarán determinadas siempre por el conjunto de la situación nacional. No hay que alentar falsas ilusiones, porque terminarán generando desánimo y desorientación.

¿Y si para evitar estos escenarios la izquierda se adapta, negocia “lo posible”, “lo razonablemente obtenible”? Pero entonces dará pie al discurso de “al final los trotskistas tuvieron que aceptar la realidad, y dejar de lado las utopías. ¿Vieron que nadie hace milagros?”. Y llevará a la desmoralización a la militancia y a los que la apoyaron. Se abriría así el camino para la asimilación burguesa de la izquierda que hoy es radical. Tenemos que decir que éste es el proyecto político más de largo plazo de los sectores más lúcidos del sistema dominante. Algo así como “hace falta una izquierda responsable en el Congreso, a fin de que haya balance” (y se taponen las posibilidades de radicalización a la izquierda).

Por todo lo anterior, es necesario señalar que son posibles mejoras cuando se utiliza algún nicho de representación institucional como palanca de reclamos y movilizaciones, pero aclarando que esas mejoras serán provisorias y parciales, en tanto se producen en los marcos del dominio más o menos “normal” de la burguesía. En este respecto, León Trotsky hizo una observación que considero enteramente correcta (aunque en el marco de su defensa de la participación de los trabajadores en la administración de la industria nacionalizada, una postura con la que no acuerdo). Escribió: “La participación en los parlamentos burgueses no puede ya ofrecer resultados positivos importantes; en determinadas situaciones puede incluso conducir a la desmoralización de los diputados obreros. Pero esto no es argumento para que los revolucionarios apoyen el antiparlamentarismo”. Luego de criticar la participación de los marxistas en gobiernos burgueses, agrega: “La participación de los sindicatos en la administración de la industria nacionalizada puede compararse con la de los socialistas en gobiernos municipales, donde ganan a veces la mayoría y están obligados a dirigir una importante economía urbana, mientras la burguesía continúa dominando el Estado y siguen vigentes las leyes burguesas de la propiedad. En la municipalidad, los reformistas se adaptan pasivamente al régimen burgués. En el mismo terreno, los revolucionarios hacen todo lo que pueden en interés de los trabajadores y, al mismo tiempo, les enseñan a cada paso que, sin la conquista del poder del Estado, la política municipal es impotente” (“La industria nacionalizada y la administración obrera”, Escritos t. X, Pluma).

Rescato esta orientación fundamental: los marxistas solo pueden comprometerse a “hacer todo lo que pueden en interés de los trabajadores” y al mismo tiempo, explicar que en la medida en que el Estado y las palancas de la economía estén en manos de la burguesía, las posibilidades de la política municipal son extremadamente limitadas. Lo mismo se aplica, incluso de manera más acentuada, a la participación en los parlamentos. Las fuerzas de izquierda deberían hacer conscientes a sus votantes, y a la población, de estas cuestiones y obstáculos reales. Como decía Marx, es fundamental aprender a luchar sin ilusiones (ver aquí).

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«Intendencias de izquierda»

Written by rolandoastarita

15/11/2013 a 10:33

90 respuestas

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  1. la cita de trotsky es válida para todo momento y lugar, no?

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    15/11/2013 at 11:08

    • La pregunta no tiene sentido (¿o es estúpida?). ¿Qué quiere decir «válida para todo momento y lugar»? ¿Pregunta acaso si la cita es válida para la Edad Media? ¿Para una eventual colonia de terrícolas en un planeta de otro sistema solar, en el siglo 38?
      Por otra parte, por fuera del sentido de recomendación general (para el siglo XX, en situaciones en que no existe una revolución), que parece darle Trotsky, en la nota la situación está determinada: elecciones municipales en Argentina, en una situación de dominio burgués «normal». Cité el pasaje porque considero que se acomoda perfectamente a esta situación.

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      rolandoastarita

      15/11/2013 at 14:01

    • o sea que para vos la cita es válida para CUALQUIER elección municipal en la Argentina, sea el municipio que sea, durante TODO el período de su historia mientras haya dominio burgués «normal» y, por supuesto, se celebren elecciones municipales?

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      15/11/2013 at 18:22

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      rolandoastarita

      15/11/2013 at 20:03

  2. Rolo, señalás con precisión que Trotsky criticó la participación de los marxistas en gobiernos burgueses.
    Sobre este punto, es importante machacar esto: los marxistas revolucionarios no deben presentarse NUNCA a cargos ejecutivos. No sería anormal que los trotskistas obtengan una intendencia en algún lugar (ya ocurrió con el trotskismo mandelista, que gobernó municipios en Brasil, por ejemplo). En ese preciso momento, en situaciones no revolucionarias, esos «revolucionarios» tienen que administrar el aparato de Estado burgués. Este peligro es soslayado a menudo, porque se piensa que la izquierda sólo puede obtener uno o dos diputados acá o allá. Pero la llamada «izquierda revolucionaria», en Argentina y otras partes del mundo, se presenta para cargos legislativos y ejecutivos. Es un error: si la situación amerita, debe presentarse sólo a cargos legislativos y desde allí usar el Parlamento como tribuna de denuncia del capitalismo. En cambio, dado el papel educador que debería tener todo grupo marxista sobre la vanguardia y amplios sectores de la clase obrera, no debe presentarse a cargos electivos precisamente porque se propagandiza que el Estado es una relación social de dominación capitalista sobre el proletariado: no es un «aparato» al que se le puede llenar de «contenido revolucionario»: estructuralmente es inmodificable si no cambian las relaciones de producción.
    Por otra parte, no siempre hay que presentarse a elecciones: eso depende de la coyuntura política general, de la influencia del grupo marxista en la lucha de clases, de la estrategia del grupo, etc.
    Saludos comunistas,
    Fernando.

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    Fernando

    15/11/2013 at 11:52

    • Compañero Fernando. Coincido enteramente con tu observación. No parece ser el caso de lo que venimos observando desde hace décadas.

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      AP

      15/11/2013 at 20:49

    • Fernando y AP: el planteo que hacen, que los marxistas no debieran asumir puestos EJECUTIVOS, así sean municipales, abre toda una discusión que debiéramos profundizar. En principio, coincido con ustedes. De hecho, ocupar puestos ejecutivos implica asumir tareas de control y administración del aparato del Estado. Asumir, por ejemplo, que no sólo habría que votar presupuestos, sino también aplicarlos (en la tradición socialista, los diputados de la clase obrera no votaban siquiera los presupuestos burgueses). Por eso sería conveniente poner a debate la cuestión de participar en puestos ejecutivos de municipios (lo que se conoció como las discusiones sobre el municipalismo). Recuerdo que Rosa Luxemburgo en su momento estuvo a favor de participar en puestos ejecutivos de municipios (en condiciones de dominio «normal» de la burguesía). En el pasaje que cité de Trotsky, éste da por sobreentendido que es aceptable esa participación. Rosa Luxemburgo parece hacer una distinción tajante (que seguramente compartía Trotsky) entre la participación de los socialistas en los gobiernos centrales (el tema se discutía permanentemente en el socialismo, a partir del caso Millerand) y la participación en los ejecutivos de los gobiernos municipales. ç
      Personalmente, durante mucho tiempo estuve convencido de que RL y Trotsky tenían razón. Hoy me inclino por lo contrario. No veo cómo los socialistas pueden eludir tomar responsabilidades de conducción «contranatura» si participan en puestos ejecutivos del Estado burgués, así sea a nivel municipal, o de un organismo estatal público (por ejemplo, las universidades). Otra cuestión es, por supuesto, la participación a nivel de órganos legislativos, donde no existe ese compromiso.
      Es un tema para seguir analizando. Para aportar elementos al debate, también es interesante recordar la crítica de Lenin al «municipalismo socialista». En cualquier caso, es indudable que el tema del municipalismo plantea importantes problemas tácticos a los revolucionarios. Las presiones para su adaptación al régimen burgués se multiplican, y hay que ser consciente de esto.

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      rolandoastarita

      16/11/2013 at 10:48

    • Rolo acuerdo plenamente con el articulo. Tengo algunos matices respecto a cómo debemos, los que no comulgamos con el trotskismo criollo intervenir y/o participar de un nuevo elemento de la realidad que quizás podamos aprovechar para fortalecer las posiciones de la clase obrera y las ideas del marxismo revolucionario, pero eso es tema para otra discusión.
      Lo que me pregunto en voz alta es (teniendo en cuenta que no es lo mismo un cargo legislativo que un cargo ejecutivo, incluso agregando que administrar municipios hoy en la situación concreta significaría lisa y llanamente marcha segura a la colaboración de clases) si en la intervención que realizan los partidos obreros en los procesos electorales, los mismos debería evitar presentar candidatos a cargos ejecutivos. O deberían analizar la situación de acuerdo a las posibilidades concretas de cada elección. Presentar candidato a gobernador de Santa Fe porque no hay posibilidades , pero no a intendente en Salta porque las posibilidades de triunfo son ciertas. La otra es nos presentamos y si ganamos no asumimos. Estoy intentando pensar como debería manejar el FIT a la luz de su crecimiento electoral su política para las futuras elecciones.

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      arístides

      16/11/2013 at 12:16

  3. Buena nota compañero, especialmente en el medio de tantas falsas expectativas alentadas desde la izquierda electoralista. Me pareció leer que Altamira sostuvo que una intendencia ganada por el FIT funcionaría como un soviet. En fin. Es importante que la militancia escuche otra campana.

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    AP

    15/11/2013 at 20:45

  4. pero qué genio absoluto de la política que sos, rolo! que no seas el dirigente máximo del proceso revolucionario en la argentina es algo incomprensible!

    no importa la coyuntura, no importa la realidad regional, no importa el devenir concreto de la lucha de claes en la fase prerrevolucionaria, no importa ninguna consideración táctica, tenemos la cita de león correcta para saber qué (no) hacer ante las disputas municipales de aquí en adelante… sea orán, las parejas, mina clavero, rawson o rosario de santa fé.

    por favor, organizaciones obreras, pongan a este eximio revolucionario a la cabeza de TODO!

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    15/11/2013 at 20:49

    • Lamentable, pero muy representativo del nivel de discusión que prevalece en algunos ámbitos. El problema de fondo, sin embargo, es claro: algunos se ponen nerviosos cuando se les recuerda algunos criterios generales del marxismo frente al Estado burgués y sus instancias.
      La insistencia en las «particularidades» tiene ese objetivo. Parece que en tal ciudad no, pero en tal otra sí, las cosas se pueden adaptar a los criterios del sensato burgués bienpensante. Es el típico razonamiento del reformismo burgués: «no hay criterios generales, eso es propio de los dogmáticos, hay que adaptarse a las circunstancias «concretas», hay que ser «realistas», la estructura de la sociedad de clases es una abstracción, los mecanismos de dominación del Estado son una abstracción, etc. etc.» No muy distinto de lo que escuché toda la vida de todo reformista. Por supuesto, todo coronado con referencias a la «fase prerrevolucionaria». Y condimentado con la agresión. Faltaba más. El estilo es el hombre.

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      rolandoastarita

      15/11/2013 at 21:57

    • Post Post: su último comentario fue rechazado. No tiene sentido publicar posts que solo tienen como objetivo la agresión personal.
      Este blog se reserva el derecho de admisión (ver aquí).

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      rolandoastarita

      16/11/2013 at 09:53

    • muy bien, me adapto a los criterios de admisión e insisto:

      ¿es reformista el análisis concreto de la situación concreta?

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      16/11/2013 at 15:09

    • No, no es reformista. Pero sí deviene en reformismo olvidar que el particular está inmerso en el universal. Voy a explicar esta cuestión en una próxima nota, que tiene que ver con la importante relación entre lo universal, lo particular y lo singular. El dogmático se maneja solo con el universal abstracto, dejando por fuera lo particular y lo singular. El oportunista solo atiende a lo particular (o singular), porque «no hay principios generales» (desde la teoría, los que más precisamente desarrollaron este aspecto fueron los regulacionistas franceses).

      No es casual que ése fuera el cargo de Bernstein contra Rosa Luxemburgo. Si olvidamos la importancia del universal, se desarma teóricamente a la política. No debería olvidarse que el marxismo (como cualquier otra teoría social) está lleno de afirmaciones «generales» (esto es, con carácter de universales en relación a los casos particulares y singulares). En base a esto, se establecen criterios también generales. Por ejemplo, que los socialistas no deben participar en gobiernos burgueses; o que no deben colaborar con la burguesía en las guerras imperialistas.

      Precisamente la importancia de las resoluciones «generales» de los Congresos de las Internacionales Obreras era éste. Por ejemplo, frente al caso Millerand, la izquierda de la Segunda Internacional impulsaba resoluciones precisas, de condena a la participación de los socialistas en ministerios de gobiernos burgueses. ¿En qué se basaban? Pues en la teoría, en principios «generales» (que por supuesto, siempre existen a través de los casos particulares).

      Por ejemplo, en el Congreso de 1900 de la Internacional, la izquierda presentó una resolución que prohibía «toda participación socialista en un gobierno burgués, contra el cual los socialistas deben adoptar una actitud de oposición irreconciliable». ¿Qué le diría al socialista que objetase esta resolución con el cuento de que «los análisis son concretos» y que la política debe adaptarse a situaciones «concretas»? Pues le diría que los análisis concretos no pueden disolver la permanencia de relaciones sociales y políticas que subsisten en tanto se mantenga el modo de producción capitalista.

      Es por esta misma razón que las resoluciones «generales» tienen importancia. Para el ejemplo que comentaba, ese proyecto de resolución presentado por la izquierda fijaba un criterio que orientaba en las actividades «prácticas», y fortalecía la conciencia socialista de las masas. Por eso la derecha la rechazó. Sabía que semejantes «abstracciones generales» se traducían en cuestiones concretas.
      Lo mismo podemos decir de otro tipo de resoluciones. De hecho, toda la historia del movimiento obrero y socialista está llena de este tipo de batallas. Pretender que no tienen significado porque «la política siempre es concreta», equivale a desarmar teórica y políticamente al marxismo. Es casi una grosería. Libros como «El Estado y la revolución», «La revolución proletaria y el renegado Kautsky», «Reforma o Revolución», «Terrorismo y Comunismo», están llenos de recomendaciones «generales», que sientan criterios «generales».

      De nuevo, no es casual que los oportunistas de siempre pongan el grito en el cielo porque «hay que ser prácticos», y cosas por el estilo. En última instancia, es la crítica de Marx al «Realpolitiker» Lasalle. Son todos aquellos a los que les incomoda una teoría que centra su atención en el antagonismo irreconciliable de clases, porque no les deja acomodarse «a las circunstancias existentes».

      Por eso, el análisis concreto es el análisis de la totalidad concreta, esto es, el que entiende el universal con toda la riqueza del particular y del singular. Es por todas estas razones que una recomendación general de Trotsky, (general en tanto se aplica a situaciones de dominio burgués normal, bajo el sistema capitalista) encuentra eco y aplicación a una situación como la Argentina de 2013, donde la izquierda ha obtenido alguna representación, minoritaria, en alguna ciudad.

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      rolandoastarita

      16/11/2013 at 15:54

  5. Sobre la explicación de que no es posible acabar con los males que aquejan a los trabajadores si no es acabando con el capitalismo, hace poco leí una entrevista a los flamantes legisladores del FIT en Mendoza. Ante la pregunta sobre el aura ‘antiempresarial’ que rodea a los legisladores, contestaron que los que hay que hacer es ponerle límites al capitalismo. Muy interesante y sobre todo ambiguo.

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    AP

    15/11/2013 at 20:53

  6. Los resultados de las elecciones son alentadores, sea cual sea la estrategia a la que adscriban. Objetivamente mucha más gente a optado por votar a un frente claramente de izquierda anticapitalista. Las ideas marxistas pueden discutirse en un plano cualitativa y cuantitativamente mayor que cuando ni siquiera hay visibilidad. Esto es mérito de los militantes, y no habría que restarle importancia.
    Pero bueh, los problemas que se plantean en la nota son reales ante el desafío de tener que administrar un estado sin contar siquiera con un proyecto revolucionario internacional en marcha. Esto me lleva a preguntarme si somos intelectualmente honestos cuando criticamos a quienes despues de muchos años de militancia social o política deciden aceptar la invitación de sumarse a un gobierno «progresista» (en educación, en manejo de tierras…no sé).

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    Hugo

    15/11/2013 at 23:05

    • También podríamos preguntarnos si son «intelectualmente honestos» los «marxistas» que aceptan colaborar con los gobiernos capitalistas. De todas formas, no creo que sea una cuestión de honestidad intelectual.

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      rolandoastarita

      16/11/2013 at 09:58

  7. Estimado Rolando, realmente tus apreciaciones me parecieron en algún punto acertadas (en lo que respecta a los peligros que implica en el marco de la sociedad burguesa los reclamos y la lucha que pretendemos los que luchamos por el socialismo ) es acertado tu comentario respecto al sabotaje que intentaran desde el poder burgues para desalentar al pueblo respecto a la operatividad de los representantes de izquierda en algunos sectores de la administración pública, así como tus advertencias
    sobre la no desmoralización ante los ataques de los cuales seguramente seremos víctimas. Sin embargo, no deseo hacer una discusión teórica (podría mencionar el Programa de Transición) quiero solamente señalar que a partir de la organización de los trabajadores se han logrado conquistas importantes, como por ejemplo la de los trabajadores del subte. Nos hemos propuesto la conquista de los sindicatos, erradicando a las direcciones burocráticas y pro-patronales y estamos en camino a conseguirlo, sin duda con mucho esfuerzo y trabajo de los cros., sé que la tarea no es sencilla, pero lo intentaremos. Sé que nuestro rol en las intendencias tampoco va a ser sencillo y tendremos que luchar sobre las trabas y el sabotaje que nos harán los partidos burguses…pero lo intentaremos y así lo intentaremos en cada lugar en que nos toque actuar, aún en la vida cotidiana. Yo lo he hecho y lo hago ante mis alumnos, en el barrio etc. Lo que lamento es sentirte tan «fundido», porque vos fuiste un militante y hoy solamente haces maravillosas contribuciones teóricas, que aprecio, pero a diferencia de los cros. del FIT no estas luchando ni intentando como lo hacemos nosotros cotidianamente. Me despido de vos con unas palabras de Cortazar » las utopias son como las estrellas, CASI nunca se alcanzan pero iluminan el camino de la vida». Dijo «casi» por eso pienso seguir con esta utopía, para algún día concretarla. Maria

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    Maria

    16/11/2013 at 01:33

    • Dos aclaraciones: a) No milito en ninguna organización del FIT sencillamente porque no coincido con sus programas, estrategias ni ideologías. b) Mi actividad política no la pongo en discusión aquí, ni tengo por qué darle explicaciones sobre el asunto. En particular, el cargo de «fundido» a todo crítico de las políticas «consagradas» me tiene sin cuidado.

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      rolandoastarita

      16/11/2013 at 09:56

  8. Uff!!! ¿cómo puede ser que alguien ponga en cuestión las sagradas escrituras en la hora del triunfo?
    Jajaja… ¡¡¡Como están las monjas y sacerdotes de las sectas troskistas!!!!

    Saludos

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    Gerardo Daniel

    16/11/2013 at 10:21

    • Buenas coincido en general con el artículo, Milito en el pts y confieso que recién empecé a especular sobre este problema concreto después de la elección que hizo el po en las paso en salta. Hasta ese momento me había imaginado la cuestión más en relación a la postura de Trotsky en la tercera internacional ante la posibilidad de ganar las elecciones en los lander de Sajonia y turingia en 1923, con una situación revolucionaria abierta y la tarea de preparar la insurrección como objetivo inmediato. En este caso sería imposible materializar el armamento de los obreros como condición para acceder al gobierno, tal como exigían a los comunistas Trotsky y zinoviev en aquel momento. Sin embargo no asumir o evitar presentarse a los cargos que pueden ser electos no parece ser una opción muy ventajosa para los revolucionarios, quedariamos como impotentes y estaríamos objetivamente entregando sin combate a nuestros enemigos posiciones que conquistamos gracias al apoyo de miles de trabajadores, el mensaje sería confuso y desmoralizante teniendo en cuenta que la situación actual es no revolucionaria. En ese sentido, tomando en cuenta que un municipio es un espacio limitado de administración y no conduce directamente alas del aparato represivo (por lo menos hasta que no se concrete el proyecto massista de policías municipales) se puede utilizar el espacio para convocar un congreso de las organizaciones conbativas de todo el país, o la región, y administrar en función de sus mandatos, que provengan de reuniones regulares y con funcionamiento democrático, que estaría muy pero muy lejos de un Soviet, pero daría una cobertura política más amplia al fit para la guerra de baja intensidad (en la medida en que las condiciones de dominio burgués sean «normales») con la que la burguesía va a atacar al municipio «rojo» desde antes de asumir inclusive

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      uritsky

      16/11/2013 at 13:45

    • De todas maneras, no veo que se pueda eliminar tan fácilmente la objeción de Fernando y AP. Usted dice que el municipio «es un espacio limitado de administración». ¿Administración de qué? ¿No es administración del Estado burgués? Un socialista está al frente de un municipio y deberá entonces tomar muchas medidas que están en la esencia de la administración burguesa, empezando por la administración del presupuesto.
      Por otra parte, lo que se discute es si los socialistas deben presentarse a cargos ejecutivos. Por ejemplo, podrían utilizar el parlamentarismo para difundir sus posiciones e impulsar reivindicaciones concretas, sin asumir cargos de responsabilidad administrativa y ejecutiva. Se inscribiría en la misma lógica por la cual un marxista puede aceptar entrar a un Parlamento burgués, pero no asumir como Ministro en un gobierno burgués.
      Por lo menos, me parece que el tema da para que se analice con cuidado. Algo es cierto: ya comenzaron a presionar al PO de Salta para que «entre al sistema».

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      rolandoastarita

      16/11/2013 at 16:26

  9. Quería hacerle algunas preguntas sobre su artículo y mi interpretación, para conocer su opinión sobre el tema:
    1) Plantea para el FIT encarnar un pensamiento sensatamente progresista que se manifieste en mejoras concretas y no denuncia.
    Me parece que ambas cuestiones van a la par, denunciar un estado de situación y fundarlo con verdades es esencial para tomar conciencia y emprender alguna acción.
    Un ejemplo evidente es la profundización sobre las relaciones entre el terrorismo de estado y el aparato comunicacional de medios en la Argentina (papel prensa Clarín, La Nación), en el caso del norte los diarios locales presentando los crímenes del terrorismo de Estado como enfrentamientos en el marco de la teoría de los dos demonios.
    2) Ud. define a las demás fuerzas como enemigas del socialismo y de la izquierda y espera una oposición en bloque de las demás fuerzas, que no considera dentro de la izquierda.
    No se entiende bien porque el FIT es o sería la única fuerza de izquierda y recibiría la oposición de las demás, cuando lo habitual es que existan peleas electorales y por posicionamientos políticos entre distintas fuerzas de todo el arco político (la última De narvaez vs maza).
    De hecho si mal no recuerdo en una marcha convocada por Moyano, Ud propuso a los militantes de izquierda manifestarse y acompañar a ese líder que luego termino en la lista de De narvaez, porque sus reclamos eran justos para los trabajadores. No sería este un ejemplo de actitud transaccional y táctica, acompaño o no según me sirva.
    3) Que camino además de la lucha y movilización imagina para lograr ese milagro de mejorar la situación de los explotados y oprimidos?
    4) Si se plantea la medida de reducir la jornada laboral manteniendo el salario, se estaría tratando de mejorar las condiciones dentro del sistema pero esta no sería la solución, tampoco si se plantea actualizar el salario por inflación y tampoco si se plantea gravar con impuestos al capital.
    La respuesta seria profundizar la lucha y movilización pero todo dependerá de la situación nacional y como Ud bien marca de la reacción de los dueños del capital seria que emigrarían a buscar mejores condiciones de explotación o traerían desde afuera trabajadores que acepten las viejas condiciones de explotación ahora cuestionadas.
    Entre la lucha intra sistema y la opción radicalizada, no me queda claro que hay.
    Si no hay gradualismo intrasistema ni hay que patear el tablero, como se lucha?
    Aquí si la izquierda negocia como Ud. Dice se está adaptando y abandonando posiciones radicalizadas… Que se supone que debería hacer para no abandonar sus banderas?
    5) A qué se refiere con stalinismo a lo Sabatella denunciando a la izquierda irresponsable?
    Porque esa terminología despectiva la vino usando Carrio como portavoz de Clarín y sus campañas contra las leyes antimonopólicas y no creo que Ud. Se acerque a las posiciones de Carrio o Clarín, por lo menos de la lectura de su blog y sus excelentes libros no puede deducirse ninguna afinidad de pensamiento con ese sector.
    6) Como interpreta Ud. El “luchar sin ilusiones”

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    Ricardo

    16/11/2013 at 15:26

    • No puedo explicar en un comentario lo que he desarrollado a lo largo de muchos escritos. Algunas aclaraciones:
      a) Sostener que UCR, PJ, PRO, Frente para la Victoria, UNEN, son partidos enemigos del socialismo, no significa negar la posibilidad de hacer acuerdos tácticos por reivindicaciones concretas.
      b) Lo mismo se aplica a la actitud ante la burocracia sindical.
      c) La posibilidad de obtener algunas reivindicaciones no debe hacer olvidar a los socialistas que éstas siempre son limitadas, y que los problemas fundamentales (la explotación, la desocupación, las crisis periódicas) son inherentes al modo de producción capitalista.
      d) Lo anterior conecta con la necesidad de no olvidar que el sistema capitalista no será superado por medio de reformas, ni el ascenso progresivo de la izquierda a las instancias estatales. En particular, el acceso de la izquierda a algún Concejo municipal o legislatura nacional o provincial no inicia ningún «proceso de transformación socia», como andan diciendo algunos por ahí.
      e) Desde el punto de vista táctico, desde hace años defiendo la agitación por un programa mínimo, de reivindicaciones, posibles en principio, en el capitalismo, y un programa máximo, que debería ser desplegado por la clase obrera, y sus organizaciones, desde el poder.
      f) No estoy seguro de que Carrió sea portavoz de Clarín (tampoco me parece relevante); no caracterizo a la ley de medios como una ley «antimonopólica» (monopolio es existencia de un único vendedor, y ésta no era la situación al momento de votarse la ley); el hecho de que esté en contra de los partidos defensores del sistema capitalista (FpV, ARI, PJ, etc.) no me lleva a ocultar ni a disimular mi crítica al stalinismo; el «modelo» de libertad de prensa de Sabatella está sintetizado en el canal 7 y no tengo nada que ver con eso.
      g) Sobre «luchar sin ilusiones» puede consultar aquí.

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      rolandoastarita

      16/11/2013 at 16:12

  10. «No, no es reformista. Pero sí deviene en reformismo olvidar que el particular está inmerso en el universal.»

    claro, pero ud. si usted pone los argumentos que luego critica entonces discute solo, no con su interlocutor.

    «No debería olvidarse que el marxismo (como cualquier otra teoría social) está lleno de afirmaciones “generales” (esto es, con carácter de universales en relación a los casos particulares y singulares). En base a esto, se establecen criterios también generales.»

    sin embargo, al ser el objeto de esta teoría una formación económico-social en curso, deberíamos ser razonables y cautelosos a la hora de revisar periódicamente dichas afirmaciones «generales» a la luz del proceso mismo de la lucha de clases que -afirmación general- es abierto.

    «los análisis concretos no pueden disolver la permanencia de relaciones sociales y políticas que subsisten en tanto se mantenga el modo de producción capitalista.»

    pero los análisis concretos lo que sí pueden hacer es una lectura de una situación concreta determinada en la cual la disputa de una administración local implique más mayores beneficios que costos para el proceso de organización de la lucha revolucionacia o sus instancias preparatorias.

    «Pretender que no tienen significado porque “la política siempre es concreta”, equivale a desarmar teórica y políticamente al marxismo. Es casi una grosería.»

    Por supuesto, pero una grosería que usted construye para simular un debate.

    «Son todos aquellos a los que les incomoda una teoría que centra su atención en el antagonismo irreconciliable de clases, porque no les deja acomodarse “a las circunstancias existentes”.»

    Lo entiendo de otra manera: lo irreconciliable del antagonismo obliga a un máximo de creatividad política para ir generando condiciones de superación del capitalismo. Allí está la inteligencia de la táctica: se trata de una creatividad política que se deriva de la fidelidad a los principios generales, no de su «olvido».

    «el análisis concreto es el análisis de la totalidad concreta»

    reemplaza ud. «situación» por «totalidad»

    «una recomendación general de Trotsky, (general en tanto se aplica a situaciones de dominio burgués normal, bajo el sistema capitalista) encuentra eco y aplicación a una situación como la Argentina de 2013, donde la izquierda ha obtenido alguna representación, minoritaria, en alguna ciudad.»

    ahí veo el problema: creo que encuentra poco eco. y menos aplicación. Usted realiza sus afirmaciones explícitamente desde afuera del proceso político del que, sin embargo, no duda en abordar prescriptivamente desde lo teórico. Si ella tuviese su eco y su aplicación en algún proceso real de la lucha de clases podríamos aprender de ella, verificar estas prescripciones. Analizarlas comparativamente con otros procesos y decisiones estatégicas y tácticas. Pero no hay nada de eso, sólo palabras.

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    16/11/2013 at 23:08

    • Usted afirma: «deberíamos ser razonables y cautelosos a la hora de revisar periódicamente dichas afirmaciones “generales”.
      La realidad es que la estructura social básica sigue determinada por la contradicción capital – trabajo. La misma se ha hecho más profunda y general. Toda la experiencia histórica demuestra que no hay posibilidad de transformar en ningún sentido profundo esta relación de explotación por medio de la instalación paulatina de «socialismos municipales». Por eso la «creatividad política para ir generando condiciones de superación del capitalismo», referida a las posibilidades del «socialismo municipal» en el marco de la dominación burguesa tiene límites sociales.
      Esos límites son los de la totalidad (no de la «situación») del modo de producción capitalista, que comprende (en el sentido de Marx de Trabajo asalariado y capital) a las relaciones sociales y al Estado. Aquí está el punto de divergencia central con su palabrerío reformista. Usted ubica el «proceso político» por fuera de las relaciones sociales fundamentales, como hace todo reformista (esto es, como hacen todos los que sueñan con «la transformación social» gradual y «desde adentro» de la sociedad de explotación). Yo ubico «el proceso político» en la totalidad dominante y concreta, la relación capital – trabajo. En última instancia, es la discusión de toda la vida con ustedes.
      Acerca del «eco» de mis afirmaciones, y su aplicación al proceso real de la lucha de clases, está TODA LA EXPERIENCIA HISTÓRICA. Chile de la Unidad Popular, Uruguay del Frente Amplio, España y Francia del Frente Popular, Indonesia y todos los experimentos municipalistas reformistas de la socialdemocracia, que llevaron al desastre, una y otra vez, al movimiento obrero y socialista. ¿Es ignorancia o mala leche decir que estas experiencias fueron «solo palabras»?

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      rolandoastarita

      17/11/2013 at 00:12

    • impresiona cómo continua sin titubeos construyendo su hombre de paja…

      nunca hablé de «transformar en un sentido profundo ests relación de explotación por medio de la instalación paulatina de «socialismos municipales»». Lo que afirmo es que la disputa de una intendencia debería ser una consideración de orden táctico, en la cual el análisis concreto de la situación concreta nos ayude a ponderar los posibles costos y beneficios para la lucha revolucionaria de cada curso de acción posible.

      Y es OBVIO que la construcción de condiciones para la superación del capitalismo en etapas previas a la revolucionaria, tendrán sus límites sociales. Nada dije que contradiga tal cuestión. Sigue discutiendo usted con su hombre de paja.

      Yo no ubico el proceso político por fuera de las relaciones sociales fundamentales, yo lo ubico DENTRO y CONTRA las mismas.

      No sueño con ninguna «transformación gradual» pero sí considero que la revolución no nace de un repollo sino de todo un trabajo previo de construcción de condiciones, donde los aspectos tácticos son importantes. Y allí situo la cuestión de la disputa o no del control político de determinados municipios.

      Y decir que las experiencas que menciona fueron «solo palabras» es EVIDENTEMENTE un acto de mala leche… de su parte. Dado que yo no hablé de estas experiencias sino de sus palabras que emite con intención prescriptiva desde el exterior del proceso político concreto que busca interpelar: el del PO y el FIT en general en nuestro presente y nuestro país.

      Nunca había tenido oportunidad de debatir con usted y me alegro de hacerlo en esta ocasión porque me permite constatar la recurrencia en el empleo de recursos falaces (tergiversaciones, falacia del hombre de paja, etc.) de los que se vale en una discusión.

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      17/11/2013 at 02:00

    • Hágase cargo de lo que afirmó. Recapitulo: en la nota sostuve que la recomendación de Trotsky, de carácter GENERAL, sobre la actitud de los socialistas en un gobierno municipal, era aplicable a la situación planteada en Argentina con el avance electoral de las organizaciones de izquierda. Esto es, que había que señalar los límites que imponen las relaciones sociales capitalistas y el Estado capitalista, en condiciones de funcionamiento normal del modo de producción capitalista, al accionar de «municipios socialistas». Usted escribió CRITICANDO esta posición con el argumento de que no hay criterios generales. Cuando le demuestro que SÍ hay criterios generales en el marxismo, y que negar su existencia ha sido la postura de histórica del reformismo gradualista, lejos de retroceder, reafirmó su posición. Recién después de dos nuevos comentarios, parece admitir que HAY CRITERIOS GENERALES. Ahora escribe: «Y es OBVIO que la construcción de condiciones para la superación del capitalismo en etapas previas a la revolucionaria, tendrá sus límites sociales». ¿No era que no existían «reglas generales»? Ahora parece que sí, que tenemos una «regla general».
      Pero además, no es esto lo que se está discutiendo. La nota no trata sobre «las condiciones generales para la superación del capitalismo en etapas previas a la revolucionaria». Usted ahora está intentando embarrar la cancha para que no se entienda el debate. Lo que usted criticó fue la afirmación de que si una mayoría socialista en una municipalidad aplica un programa profundo de mejoras reales (por ejemplo, aumento de salarios con mínimo en la canasta básica calculada por CTA, seguro de desempleo) o con rasgos «transicionales» (por ejemplo, reparto de las horas de trabajo con igual salario hasta acabar con la desocupación, financiado con impuestos progresivos al capital) va a enfrentarse con el ataque, ahogo y aislamiento del conjunto de las fuerzas burguesas. La nota decía, además, que por esa razón hay que seguir el consejo de Trotsky. Esto es, la nota no habla de generalidades sobre las condiciones para la preparación de las condiciones de superación del capitalismo, sino de lo que puede sucede aquí, en Argentina, y ahora, en 2013, con la aplicación de un programa de izquierda radical, en algunos municipios. Usted CRITICÓ la afirmación que hice en la nota referida ESPECÍFICAMENTE a esta situación. Usted AFIRMÓ que no se aplicaba ese criterio de Trotsky, que yo consideré válido. Por eso, no disimule. Usted adoptó una postura crítica con argumentos del reformismo burgués más ramplón (condimentado con una soberbia digna de mejor causa).
      En fin, lamentable lo suyo en el terreno de la polémica. Que, por mi parte, la considero terminada.

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      rolandoastarita

      17/11/2013 at 09:51

  11. Un par de cosas. En principio mi postura no es «organica» del pts en el sentido de que no nos hemos posicionado formalmente sobre la cuestión, si bien soy militante solo ensayaba una opinión para participar del debate sobre un problema que obviamente me atañe políticamente, y dudo que el po pueda interpretarlo como una «presión para entrar al sistema» porque en el sistema estamos bastante insertos todos, digo participamos de la vida sindical que consta de organizar a la clase obrera para vender a un mejor precio su fuerza de trabajo, ahora tambien de las asambleas legislativas reaccionarias de la burguesía y esta abierta la posibilidad de administrar en términos distintos a los de los partidos tradicionales también un municipio, que en términos de clase seguiría siendo obviamente parte del sistema burgués. Opino que es un problema táctico y no es que descarte a priori los cuestionamientos que surgen de las presiones brutales que surjan de ocupar posiciones tan contradictorias. Sin embargo pienso inclusive en el grado de adaptación que implica por ejemplo administrar una cooperativa como Zanon que objetivamente no es otra cosa que la brutal auto explotación de un grupo de obreros en los marcos del mercado capitalista, pero a nivel subjetivo se ha convertido en un emblema de lucha en toda la provincia de Neuquén, logrando organizar a sectores amplisimos con la hegemonía de la izquierda, enfrentando al aparato represivo en las calles con miles de activistas y consiguiendo evitar varios intentos de desalojo, esta fue una intervención que cambio a favor de los trabajadores la relacion de fuerzas, sin que pueda nadie negar el carácter estrictamente capitalista del funcionamiento de la cooperativa. En otro nivel el objetivo estratégico de mi partido es construir una fuerza orgánica que dirija varios sindicatos, que representen a los obreros que controlen los resortes fundamentales de la economía, la «cuestión municipal» y electoral en general están subordinadas a ese objetivo estratégico, y habrá que ver en que medida nos continúa sirviendo el fit para eso, hasta ahora lo más espectacular de nuestra campaña ha sido para nosotros la organización de decenas de asambleas de apoyo al fit en lugares de trabajo donde tenemos representación sindical o no, en las que participaron cientos de obreros y representan una base social enorme para dar pasos en ganar sindicatos nacionales con una política de izquierda, la cual ya viene siendo gravitante desde nuestras comisiones internas y cuerpos de delegados. Pero todo el mundo sabe que los sindicatos estatizados de argentina son una expresión burguesa, subordinada al ministerio de trabajo y que tiene como objetivo la colaboración de clase. Desde un punto de vista programatico nosotros vemos que el socialismo solo puede construirse sobre la base de espacios tipo Soviet o consejos que combinen funciones ejecutivas y legislativas y sometan a la clase dominante al dominio de la clase obrera, no vemos que en principio apoderarse de la direccion sindical conduzca a esto de manera automática, incluso cualquiera puede darse cuenta que una politica ultraizquierdista seria desastrosa y tiraría por la borda años de trabajo politico. Pero lo fundamental es que implicaría un cambio cualitativo en la relación de fuerzas. La pregunta sería «puede una administración municipal de izquierda colaborar en el desarrollo de ese objetivo estratégico?» No lo sé, no lo descarto en principio

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    uritsky

    17/11/2013 at 09:18

    • De todas maneras, y para aportar elementos a la reflexión: estar al frente de un municipio implica «administrar» una enorme fuerza laboral asalariada (pensemos, por caso, en un municipio con más de 100.000 habitantes), bajo un régimen burgués. Me parece que es una posición bastante distinta a la de estar en un órgano legislativo. Después de todo, siempre hay límites a las «posiciones contradictorias» que se pueden asumir dentro del sistema burgués. Por algo los marxistas han criticado al millerandismo, por ejemplo.

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      rolandoastarita

      17/11/2013 at 10:02

  12. Sigo con muchas dudas, pero con una gran alegría, ya que el articulo del Rolo, como tantos otros, provocó que me pusiera a pensar y a revisar algunas posiciones que creía tener claras.
    Los compañeros Fernando y AP profundizan lo planteado en el articulo afirmando que los marxistas no deberíamos nunca presentarnos a cargos ejecutivos porque significa lisa y llanamente entrar en la administración del aparato burgués. Creo que esta cuestión es correcta, aunque por nuestra experiencia militante nos resulte una conclusión incomoda. Hasta ahora los partidos que se reclaman de la izquierda revolucionaria siempre se han presentado a elecciones para cargos ejecutivos. Es esto lo que me parece que esta en cuestión.
    Me llama poderosamente la atención que compañeros que se revindican trotskistas y que se han cansado de repetir la importancia de la construcción de partidos clasistas, pongan en duda que administrar un municipio o un gobierno provincial no signifique lisa y llanamente “colaboración de clases”. El carácter clasista de la política revolucionaria esta apuntalado en la asunto irrefutable del conflicto IRRECONCILIABLE de los distintos intereses de clase. Creo que es esto lo que debe enmarcar toda la discusión que estamos teniendo sobre qué hacer con la posibilidad de gananar municipios. No se si llamarlo principios, pero si no tengo dudas que es un norte claro en el cual debemos coincidir todos.
    El Estado (en condiciones normales de dominación burguesa y en condiciones de ascenso de las posiciones de la clase obrera) es siempre un Estado burgués mientras no se comience a transitar un programa máximo de eliminación de la propiedad privada de los medios de producción.
    Uritsky dice que es “un problema táctico” asumir la administración de un municipio, para mi no lo es. Creo que es una cuestión de principios. Entiendo que Uritsky plantea que es “táctico” porque puede servir para fortalecer el campo revolucionario, dependiendo de la situación. Para mi una experiencia de este tipo nos lleva a adoptar una posición reformista respecto a la necesidad de la revolución y a poner en consideración la posibilidad de la via pacifica al socialismo. Y no nos “persignemos” por la palabra “reformismo”, justamente uno los primeros sintomas de reformismo en las filas de la socialdemocracia surgieron alrededor de la posibilidad de que los socialistas asumieran cargos de responsabilidad en la administración del Estado burgués.
    ¿En que nos diferenciaríamos de un reformista “bien intencionado” si asumieramos el control de un municipio? ¿O podríamos pensar que por ser Del Pla (figura pública del PO) el intendente de Salta estaríamos modificando el carácter de clase de la institución burguesa? ¿O porque el PO instrumente medidas que favorezca a los trabajadores se le estaría infundiendo un carácter distinto a la función del Estado como órgano de dominación de la clase burguesa sobre los trabajadores? De última siempre será “administración”, “regulación”, “recreación” de las condiciones de dominación burguesa. No quiero entrar en una guerra de citas estéril, pero leyendo sobre lo que estamos discutiendo encontré una de Rosa Luxemburgo que me parece muy pertinente para la ocasión: “Con la entrada de un socialista en el gobierno, la dominación de clase continúa existiendo; el gobierno burgués no se transforma en un gobierno socialista, pero en cambio un socialista se transforma en un ministro burgués”. (El pensamiento de Rosa Luxemburg -Antología)

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    arístides

    17/11/2013 at 11:30

    • Tanto la anterior intervención de Rolando, como la suya ahora, brindan pié para seguir esta importante discusión (enmarcada en el plano más general del rol y limitaciones del parlamentarismo). Como usted dice, no es cuestión de entrar en una guerra de citas, pero el balance crítico de las posiciones de quienes nos precedieron es importante para no perseverar en viejos errores que han tapizado el camino a la capitulación frente al estado burgués. La participación en gobiernos municipales como actitud no contrapuesta a los principios, lejos de combatir, fortaleció la posición de los ‘ministerialistas’ (Millerand etc) e implicó una grave concesión a los reformistas de todo pelaje. Fue un punto de apoyo que apuntaló a los reformistas que aspiraban al ‘socialismo’ por acumulación de reformas obtenidas desde el estado burgués. La posición centrista y vacilante de la izquierda socialdemócrata, no solo a este nivel (socialismo municipal) sino, sobre la postulación a cargos ejecutivos en general permaneció incrustada en la tradición socialista revolucionaria ulterior al punto de no lograr ser resuelta por el Segundo Congreso de la IC que retrocedió respecto de formulaciones avanzadas en el primero y teorizó aberrantemente sobre el ‘Gobierno Obrero’ sembrando una enorme confusión. Esta tradición luego sería retomada acríticamente por el propio Trotski y la Cuarta Internacional en el que se percibe la impronta profunda de los grandes aciertos y también errores de la IC. En lo que sigue me baso en un excelente trabajo de recopilación y superación crítica de la LCI, el único partido declaradamente trotskista que, hasta donde llega mi conocimiento, repudia abiertamente la postulación a cargos de gobierno del estado capitalista.
      La discusión sobre la postulación y ocupación de cargos ejecutivos, sean estos concedidos por un gobierno burgués u obtenidos ‘por propia fuerza’ arranca muy temprano con una duda (o vacilación) táctica de Engels.
      “Podría pensarse que el mejor modo de abolir la presidencia y el senado en EE.UU. sería elegir para esos puestos a hombres que hubieran jurado abolirlos; entonces sería lógico actuar en consecuencia. Otros considerarían que este método no sería efectivo; es un punto debatible. Podría haber circunstancias en las que ese modo de proceder implicara una negación del principio revolucionario; pero, no logro ver por qué esto sería invariablemente así”.
      —“Engels a F. Wiesen”, 14 de marzo de 1893
      El objetivo de Engels era impulsar a que el Socialist Labour Party rompiera el cerco de la construcción entre emigrados y se lanzara a la formación de un movimiento político con influencia en la clase obrera en el proceso de creación de un partido obrero independiente, sobre el modelo de la socialdemocracia europea. En este momento, Engels no es aún consciente del curso adaptativo que se desarrollaba en esta y mucho menos de las limitaciones de la concepción de partido de toda la clase. Lo primero, se haría sentir amargamente hacia el final de su vida, cuyo ocaso, lamentablemente, no le permitió terminar de poner en fuga a la bersteiniada y paralizar el oportunismo creciente del centro kautskista. Pero esto son solo conjeturas que no hacen al fondo del asunto.

      La cuestión de la naturaleza de los puestos ejecutivos del estado burgués se planteó a quemarropa en junio de 1899, cuando Alexandre Millerand se convirtió en el primer líder socialista en aceptar una cartera en un gobierno burgués. En una carta al dirigente socialista italiano Filippo Turati, Engels argumentó:
      “Después de la victoria común quizá se nos ofrezca algunos cargos en el nuevo gobierno, pero siempre en minoría. Aquí reside el mayor peligro. Después de febrero de 1848, los socialistas democráticos franceses (la gente de Réforme, Ledru-Rollin, Louis Blanc, Flocon, etc.) cometieron el error de aceptar cargos de esa naturaleza. Siendo minoría en el gobierno, compartieron voluntariamente toda la responsabilidad por la infamia y la traición que la mayoría, compuesta puramente de republicanos, cometió contra la clase obrera; al mismo tiempo su participación en el gobierno paralizó completamente la acción revolucionaria de la clase obrera que se suponía ellos representaban”.
      —“De Engels a Turati”, 26 de enero de 1894
      El ofrecimiento ministerial se dio en los marcos de la polarización social en torno al caso Dreyfus y como forma de garantizar la colaboración de los socialistas, dando por resultado la fractura de los mismos. Jaurés lo apoyó mientras que Guesde y Lafargue (del Partido Obrero Francés) se opusieron. Luxemburg, que participó del debate había visto claramente el problema. En su contundente refutación a Berstein ‘Reforma o Revolución’ afirma sin ambages: ‘Es por esto que quienes se pronuncian a favor del camino de las reformas legislativas en lugar de —y en contraposición a— la conquista del poder político y de la revolución social, no están realmente eligiendo un camino más calmo, seguro y lento hacia la misma meta, sino una meta distinta. En lugar de dirigirse al establecimiento de una nueva sociedad, se dirigen simplemente hacia modificaciones inesenciales (cuantitativas) de la existente”. Aunque planteaba que había que defender A Dreyfus, sentenció a Millerand:

      “La naturaleza de un gobierno burgués no viene determinada por el carácter personal de sus miembros, sino por su función orgánica en la sociedad burguesa. El gobierno del estado moderno es esencialmente una organización de dominación de clase cuya función regular es una de las condiciones de existencia para el estado de clase. Con la entrada de un socialista en el gobierno, la dominación de clase continúa existiendo; el gobierno burgués no se transforma en un gobierno socialista, pero en cambio un socialista se transforma en un ministro burgués”.
      —“El affaire Dreyfus y el caso Millerand”
      Lenin señaló el vínculo evidente entre el revisionismo de Bernstein y el millerandismo:
      “Millerand ha dado un ejemplo brillante de este bernsteinianismo práctico: ¡no en vano Bernstein y Vollmar se han apresurado a defender y a ensalzar tan celosamente a Millerand! En efecto, si la socialdemocracia es, en esencia, simplemente un partido de reformas, y debe tener el valor de reconocerlo con franqueza, un socialista no sólo tiene derecho a entrar en un ministerio burgués, sino que incluso debe siempre aspirar a ello. Si la democracia implica, en el fondo, la supresión de la dominación de clases, ¿por qué un ministro socialista no ha de encantar a todo el mundo burgués con discursos sobre la colaboración de las clases? ¿Por qué no ha de seguir en el ministerio aun después de que los asesinatos de obreros por los gendarmes han puesto de manifiesto por centésima y milésima vez el verdadero carácter de la colaboración democrática de las clases?”
      —¿Qué hacer?, 1902
      La discusión sobre el ministerialismo dominó el Congreso de París de la II Internacional, celebrado en 1900 y terminó en una solución de compromiso. Propuesta por Kautski : ‘Si en un caso dado existe o no un predicamento es una cuestión de táctica, no de principios. El Congreso no debería decidir al respecto. En cualquier caso, este peligroso experimento sólo puede ser benéfico si es aprobado por una organización partidista unida y el ministro socialista es y sigue siendo delegado de su partido’. En oposición la resolución propuesta por la minoría encabezada por Guesde y Ferri afirmaba: ‘Por consiguiente, sólo permite, bajo un régimen burgués, ocupar los puestos electivos que el Partido pueda tomar con sus propias fuerzas, es decir, los obreros organizados como un partido de clase, y necesariamente prohíbe toda participación socialista en un gobierno burgués, contra el cual los socialistas deben adoptar una actitud de oposición irreconciliable’. Como puede verse, por ofrecimiento o por ‘propia fuerza’ había coincidencia en que los socialistas podían comenzar a echar mano sobre las palancas del estado burgués. La introducción de la válvula de escape de las circunstancias excepcionales estaba hecha para eludir la necesidad de una conducta acorde con los principios revolucionarios y así funcionaría. El congreso de Amsterdam de 1904 se proclamaba abiertamente contra cualquier “partido que se conforme con la reforma de la sociedad burguesa” y declaraba, además, que “la socialdemocracia, en conformidad con la resolución de Kautsky del Congreso Socialista Internacional de París de 1900, no puede aspirar a una porción del poder gubernamental dentro de la sociedad burguesa” pero la posibilidad de que se abordaran cargos ejecutivos obtenidos por la propia fuerza se mantuvo en pié pese a la protesta del SLP americano encabezado por De León que aún considerando el millerandismo una traición a los principios socialistas reivindicaba la participación por ‘propia fuerza’ lo que se combinaba con un acusado electoralismo en toda la línea con la tradición de E. Debs.
      Sobre el ‘municipalismo’ el Congreso de París de 1900 había sido taxativo: “Considerando que el municipio puede ser un excelente laboratorio de la vida económica descentralizada y al mismo tiempo un formidable bastión político que las mayorías socialistas locales pueden usar contra las mayorías burguesas del poder central, siempre que se haya conseguido una autonomía seria;
      “El Congreso Internacional de 1900 declara:
      “Que, sin ignorar la importancia de la política general, todos los socialistas tienen el deber de explicar y apreciar la actividad municipal, de concederle a las reformas municipales la importancia que tienen como ‘embriones de la sociedad colectivista’ y de luchar por convertir los servicios comunales —tránsito, iluminación, abastecimiento de agua, electricidad, escuelas, servicios médicos, hospitales, baños, lavanderías, tiendas municipales, panaderías municipales, servicios alimentarios, calefacción, vivienda obrera, vestimenta, policía, obras municipales, etc.— en instituciones modelo, tanto desde el punto de vista del interés público como de los ciudadanos empleados en estas operaciones”
      Rosa Luxemburg escribió: “La cuestión de participar en el consejo municipal es enteramente distinta. Es cierto que tanto el consejo municipal como el alcalde tienen a su cargo, entre otras cosas, las funciones administrativas que se les han transferido y el cumplimiento de la ley burguesa; sin embargo, históricamente ambos constituyen elementos enteramente contrapuestos…
      “Para las tácticas socialistas, el resultado es una postura fundamentalmente distinta: el gobierno central del estado actual es la encarnación del dominio de clase burgués y eliminarlo es un prerrequisito absolutamente necesario para el triunfo del socialismo; la autoadministración es el elemento del futuro, un elemento con el que la transformación socialista se vinculará de un modo positivo.
      “Indudablemente, los partidos burgueses saben cómo infundirle su contenido de clase incluso a las funciones económicas y culturales del municipio; pero en él los socialistas nunca llegarían a ser desleales a su propia política. Mientras estén en minoría en los organismos representativos de un municipio, harán de la oposición su línea de conducta, del mismo modo que en el parlamento. Sin embargo, si consiguen la mayoría, entonces trasformarán al municipio mismo en un instrumento de lucha contra el poder central burgués”.
      —“La crise socialiste en France”
      De hecho, Marx y Engels trataron de disipar las ilusiones municipales en varias ocasiones. Tras las revoluciones de 1848, advirtieron a los proletarios que “no se deben dejar desorientar por la cháchara democrática acerca del municipio libre, la autonomía local, etc.” (“Mensaje del Comité Central a la Liga de los Comunistas”, marzo de 1850). Y en su escrito sobre la Comuna de París, Marx advirtió que no debían confundirse las funciones de la comuna medieval con las tareas del socialismo proletario:
      “Generalmente, las creaciones históricas completamente nuevas están destinadas a que se las tome por una reproducción de formas viejas e incluso difuntas de la vida social, con las cuales pueden presentar cierta semejanza. Así, esta nueva Comuna, que viene a destruir el poder estatal moderno, se ha confundido con una reproducción de las comunas medievales, que primero precedieron a ese mismo estado, y luego le sirvieron de base… El antagonismo entre la Comuna y el poder del estado se ha presentado equivocadamente como una forma exagerada de la vieja lucha contra el excesivo centralismo… La sola existencia de la Comuna implicaba, como algo evidente, un régimen de autonomía local, pero ya no como contrapeso a un poder estatal que ahora era superfluo”.
      —La guerra civil en Francia
      En un espíritu similar, en la secuela de la Revolución Rusa de 1905, Lenin denunció el “oportunismo pequeñoburgués” de los ardides mencheviques de “socialismo municipal”:
      “[Este oportunismo] olvida que, mientras la burguesía domine como clase, no puede permitir que se toquen ni siquiera desde el punto de vista ‘municipal’ las verdaderas bases de su dominación; que si la burguesía permite, tolera el ‘socialismo municipal’, es justamente porque éste no toca las bases de su dominación, no lesiona las fuentes importantes de su riqueza y abarca exclusivamente la estrecha esfera local de gastos que la propia burguesía entrega a la gestión del ‘pueblo’. Basta conocer siquiera sea muy poco el ‘socialismo municipal’ de Occidente para saber que todo intento de los municipios socialistas de salirse un ápice del marco de la administración habitual, es decir, menuda, mezquina, que no aporta un alivio esencial a los obreros, todo intento de lesionar un poquitín el capital, motiva siempre, de un modo indefectible, el veto decidido del poder central del estado burgués”.
      —El programa agrario de la socialdemocracia en la primera Revolución Rusa de 1905-1907, noviembre-diciembre de 1907
      Un hecho indicativo de las contradicciones inherentes al apoyo que varios socialdemócratas revolucionarios daban a que los socialistas controlasen gobiernos municipales es el que Rosa Luxemburg haya rechazado vehementemente los argumentos paralelos que utilizaron los partidarios de Vollmar para defender el voto del presupuesto del gobierno estatal de Baden en mayo de 1900. Citando la afirmación que hacían de que “el presupuesto de los estados alemanes individuales, a diferencia del del Reich, contiene en su mayor parte gastos para la cultura y no para el ejército”, Luxemburg respondía:
      “El que el presupuesto destine más o menos dinero a gastos militares o de cultura es una consideración cuantitativa que sería decisiva para nosotros sólo si nos basáramos en general en el estado actual y combatiéramos únicamente sus excesos, como por ejemplo el estado militar… De hecho, nos negamos a aprobar que los contribuyentes financien al Reich alemán no sólo por tratarse de un estado militar, sino más bien, y sobre todo, porque es un estado de clase burgués. Esto último, sin embargo, se aplica igualmente a los estados federales alemanes”.
      —Luxemburg, “Die badische Budgetabstimmung” (El voto por el presupuesto de Baden)

      La falsa distinción entre los gobiernos nacionales o estatales y los municipales dejó a los oponentes del ministerialismo completamente vulnerables a los ataques de los partidarios de Millerand. Así, Jaurès aprovechó el hecho de que los propios guesdistas del POF ocupaban varios puestos ejecutivos a nivel municipal para acusar su oposición al ministerialismo de incongruente e hipócrita. En un debate sostenido el 26 de noviembre de 1900 en Lille (una ciudad con un alcalde del POF), Jaurès argumentó:
      “Se habla de la responsabilidad que asume un ministro socialista en un ministerio burgués; ¿pero acaso vuestros funcionarios municipales electos no asumen responsabilidades? ¿Acaso no son parte del estado burgués?… Podría yo decir que el poder central puede suspender a un alcalde socialista, por socialista que sea, e inhabilitarlo para asumir el puesto por un año; podría decir que éste, en tanto que alcalde, necesariamente acepta administrar y hacer cumplir un gran número de leyes burguesas, y podría decirles que, si hay conflictos violentos en sus calles, también él se verá forzado, por temor a que se diga que el socialismo es saqueo y asesinato, a recurrir a la policía”.
      —“le Socialisme en débat” (El socialismo a debate), suplemento de l’Humanité hebdo, 19-20 de noviembre de 2005
      La polémica de Jaurès contra el municipalismo de los guesdistas, aunque estaba al servicio de defender al millerandismo, daba en el blanco y reflejaba una debilidad constante de la Segunda Internacional que habría de pasar a la Tercera.
      Interrumpo aquí por razones de espacio, per es sorprendente como viejas posiciones vinculadas a la ‘táctica concreta’ las ‘circunstancias excepcionales’ el ‘habrá que ver según el caso’ y ‘en razón de la estrategia general’ vuelven a aparecer para eludir las exigencias de principios. Como complemento de este escape , se han argumentado las más variadas excusas, como que los candidatos renunciarían antes de asumir, harían compromiso expreso antes (pruritos que ni siquiera encontramos en las formaciones electorales que tenemos en nuestro medio) o que de alcanzarse semejante influencia electoral, el partido ya habría construido soviets y comités de fábrica en forma previa , por lo que los candidatos electos asumirían en base a estos y no las instituciones propias del estado burgués. Un cúmulo de patrañas a la medida de disimular el acusado electoralismo, que retroalimienta y procrea con cada ‘éxito’ un reformismo cada vez mayor. Sorprende también el parecido de especulaciones se han manifestado en este blog, como la del compañero de PTS, con ecos del pasado. En un discurso de 1905 publicado originalmente como “The Preamble of the I.W.W.” [El Preámbulo de la IWW], De Leon dejaba abierta la posibilidad de que, al menos en Estados Unidos, el proletariado conquistara pacíficamente el poder político a través de las urnas, después de lo cual el nuevo gobierno socialista se desbandaría para cederle el poder a una administración de “sindicatos industriales socialistas” (“The Socialist Reconstruction of Society” [La reconstrucción socialista de la sociedad], De Leon, Socialist Landmarks [Hitos socialistas, Nueva York: New York Labor News Company, 1952]). Según De Leon, esos sindicatos, organizados bajo el capitalismo, crecerían orgánicamente, apropiándose progresivamente del poder económico y utilizándolo contra los capitalistas. No digo que esta sea exactamente la propuesta de los compañeros de PTS , o por lo menos del compañero que intervino aquí, pero las especulaciones sobre el ‘batacazo electoral’ manifestadas en los ‘saltos de cerco’ ‘municipios soviéticos’ y en general la adoración por el ‘sujeto electoral’ al que dio paso el ‘sujeto piquetero’ de antaño, abonan estar perspectiva , como carril paralelo y tal vez dominante, al crecimiento de la influencia sindical, que está presente en el FIT a través de su organización hegemónica , perspectiva que no se contrapone a los ‘sindicatos socialistas’ (por más que se hable de soviets etc.) sino, por el momento, empalma elegantemente con esta sin que se suscite crítica contundente a la vista. Lo real y concreto es que las dudas y vacilaciones acerca de la participación en instancias de gobierno a todos los niveles y como cuestión de principios abonan la interpretación de que todo aquello que obstaculice la carrera electoral es visto como un incómodo estorbo a las tareas de la hora. Cosa de académicos, de puristas no educados en la flexibilidad táctica. Es decir, el viejo prejuicio de todos los oportunistas, noveles y veteranos.

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      AP

      17/11/2013 at 18:56

    • Por favor, un poco más breve.

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      rolandoastarita

      17/11/2013 at 19:03

  13. En una respuesta a uno de los tantos comentarios chicaneros y embarra cancha de “post post”, Rolo escribió: “Por eso la ‘creatividad política para ir generando condiciones de superación del capitalismo’, referida a las posibilidades del ‘socialismo municipal’ en el marco de la dominación burguesa tiene límites sociales. Esos límites son los de la totalidad (no de la ‘situación’) del modo de producción capitalista, que comprende (en el sentido de Marx de Trabajo asalariado y Capital) a las relaciones sociales y al Estado”.
    Quien venga conociendo las posiciones de Rolo desde su ruptura con el PTS, posiciones consolidadas en las páginas de la brillante revista “Debate Marxista” de la Liga Comunista/Liga Marxista, podrá comprobar que no varió en ningún momento algunas premisas programáticas fundamentales relacionadas con la cita que abre este comentario.
    Reafirmo la citada posición de Rolo diciendo lo siguiente de manera POLÉMICA (lo escribí en mayúsculas porque extremo las posiciones para poner negro sobre blanco y viceversa: no es una análisis fino sino una intervención para llamar la atención sobre algunos aspectos):

    1) Algunos compañeros que comentaron en este post tienen una posición “voluntarista” y “humanista”: ven a los “hombres” como agentes creadores de estructuras y ven a las clases sociales como sujetos de la historia. Sin embargo Marx distinguió que los obreros y los capitalistas, en cuanto personificaciones del Trabajo asalariado y el Capital, ocupan posiciones en las estructuras sociales (y son al mismo tiempo portadores de esas posiciones). Las clases y el Estado son estructuras y sus relaciones constituyen un sistema objetivo de conexiones regulares.
    2) Siguiendo al Marx científico (el de El Capital y Contribución a la crítica de la economía política, por ejemplo, no el del Manifiesto Comunista) la lucha de clases abierta define situaciones de contradicciones estructurales (cuando la contradicción fuerzas productivas-relaciones de producción llega a un límite). Mal les fue a los que olvidaron la contradicción estructural derivada de la lógica del capital y apostaron todo a la lucha de clases.
    3) La opinión de muchos marxistas fue y es la de concebir al Estado como un aparato administrativo-coercitivo al que hay que “conquistar” para llenarlo con el contenido de clase proletaria. La historia demostró su falsedad: los revisionistas-reformistas al estilo Bernstein creyeron que gobernando el Estado capitalista podrían imponer sus demandas y cambiar paulatinamente la sociedad: terminaron gobernando contra el proletariado y asesinando revolucionarios (Luxemburg-Liebknecht); pero los revolucionaros también concibieron al Estado como un aparato neutral al que se le podía dar contenido de clase proletaria: ahí está la experiencia soviética y la creación de un “Estado burgués sin burguesía” primero y un Estado burocrático que en 1940 no iba hacia inequívocamente no iba hacia el socialismo (también terminó asesinando revolucionarios). En ambos casos, la voluntad de los reformistas en un caso y de los revolucionarios en el otro demostró su impotencia. Ni Bernstein ni Lenin (ni los epígonos de ambos maestros) abordaron al Estado como una relación social estructural, planteando ingenuamente que el Estado más bien era un conjunto de instituciones, una aparatosidad vacía al que se le podría introducir “contenido de clase”.
    4) También los sindicatos son estructuras capitalistas: ¿Acaso no están estatalizados? ¿No se someten a la autoridad del gobierno de turno, que oficia de “árbitro” entre el capital y el trabajo? ¿Los “honestos luchadores” proletarios no terminan sometiéndose a la lógica del capital y reproduciendo sus execrables métodos? Por eso Pannekoek (el mismo al que Lenin elogió en “El Estado y la revolución” y defenestró en “El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo”) en 1938 (el mismo año en que Trotsky fundó su “Cuarta Internacional”) decía que “para luchar contra el Capital también hay que luchar contra el sindicato”, educando al proletariado en situaciones no revolucionarias hasta que en situaciones revolucionarias finalmente los Consejos (“soviet”) se opondrían al Estado capitalista.
    5) Dije en el punto 1) que “algunos compañeros que comentaron en este post tienen una posición ‘voluntarista’ y ‘humanista’”. Luego de haber argumentado, explicito dos ejemplos de “voluntarismo”:
    María escribió: «Nos hemos propuesto la conquista de los sindicatos, erradicando a las direcciones burocráticas y pro-patronales y estamos en camino a conseguirlo».
    Uritsky escribió: «estaríamos objetivamente entregando sin combate a nuestros enemigos posiciones que conquistamos gracias al apoyo de miles de trabajadores».
    Invito a los compañeros mencionados y a quienes se sientan interpelados a pensar en torno de los tópicos por mí esgrimidos.
    Saludos comunistas,
    Fernando.

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    Fernando

    17/11/2013 at 12:41

  14. «Hágase cargo de lo que afirmó.»

    Por supuesto que me hago cargo. De lo que no me voy a hacer cargo es de lo que USTED me ENDILGA. Mire si voy a contribuir a su contrucción del hombre de paja, único interlocutor con el que se muestra en condiciones de debatir. Qué esperanza!

    «Usted escribió CRITICANDO esta posición con el argumento de que no hay criterios generales.»

    Nuevamente las tergiversaciones. Lo DESAFíO a que cite concretamente alguna afirmación mía en este debate en la que se lea que «no hay criterios generales». Caso contrario, le voy a pedir que reconozca la tergiversación lamentable a la que, hombre grande, está recurriendo.

    «Cuando le demuestro que SÍ hay criterios generales en el marxismo, y que negar su existencia ha sido la postura de histórica del reformismo gradualista, lejos de retroceder, reafirmó su posición.»

    Más hombre de paja. La discusión fue acerca de ESTE «criterio general» en particular y sobre la necesidad de revisar periódicamente los criterios generales a la luz de la dinámica abierta de la lucha de clases, no sobre la validez o no de tener criterios generales. No creo que no entienda la diferencia, así que me veo obligado a concluir que lo que hace es falsear mi posición para su mayor comodidad. Golpe debajo del cinturón.

    «Recién después de dos nuevos comentarios, parece admitir que HAY CRITERIOS GENERALES. Ahora escribe: “Y es OBVIO que la construcción de condiciones para la superación del capitalismo en etapas previas a la revolucionaria, tendrá sus límites sociales”. ¿No era que no existían “reglas generales”? Ahora parece que sí, que tenemos una “regla general”.»

    No, no era que no existían las «reglas generales». Siempre hablé de la disputa o no de un municipio como una decisión de orden táctico. La táctica se enmarca en una estrategia. Y ella en los principios generales (geneales, no sagrados o inamovibles por los siglos de los siglos) y en una posición ética.

    «Pero además, no es esto lo que se está discutiendo. La nota no trata sobre “las condiciones generales para la superación del capitalismo en etapas previas a la revolucionaria”. Usted ahora está intentando embarrar la cancha para que no se entienda el debate.»

    Esas condiciones generales son el marco en el cual dar la discusión. ¿O usted pretenderá debatir la disputa o no de un gobierno local POR FUERA de cualquier otra consideración del proceso de construcción de un proceso capaz de superar al capitalismo? ¿Quién embarra la cancha, Astarita?

    «Lo que usted criticó fue la afirmación de que si una mayoría socialista en una municipalidad aplica un programa profundo de mejoras reales (por ejemplo, aumento de salarios con mínimo en la canasta básica calculada por CTA, seguro de desempleo) o con rasgos “transicionales” (por ejemplo, reparto de las horas de trabajo con igual salario hasta acabar con la desocupación, financiado con impuestos progresivos al capital) va a enfrentarse con el ataque, ahogo y aislamiento del conjunto de las fuerzas burguesas.»

    Yo no critiqué nada de eso. Lo que digo es que los costos y beneficios de asumir ese enfrentamiento/ahogo/aislamiento tienen que ser ponderadas mediante el análisis concreto de la situación concreta. Que no desconoce la existencia de principios generales -ni la necesidad de su revisión cuando la dinámica de la lucha de clases, algo muy distinto al oportunismo, lo amerita- ni la importancia de la construcción de una estrategia para la superación del capitalismo.

    Está todo dicho previamente, si me veo obligado a repetirlo es porque usted elige tergiversar antes que contraargumentar y así la discusión no avanza.

    «La nota decía, además, que por esa razón hay que seguir el consejo de Trotsky. Esto es, la nota no habla de generalidades sobre las condiciones para la preparación de las condiciones de superación del capitalismo, sino de lo que puede sucede aquí, en Argentina, y ahora, en 2013, con la aplicación de un programa de izquierda radical, en algunos municipios. Usted CRITICÓ la afirmación que hice en la nota referida ESPECÍFICAMENTE a esta situación. Usted AFIRMÓ que no se aplicaba ese criterio de Trotsky, que yo consideré válido.»

    Se contradice a sí mismo. ¿Critiqué la afirmación que hizo en la nota referida específicamente a esta situación o negué la existencia de criterios generales en el marxismo? Póngase de acuerdo que se le desmembra el hombre de paja!

    «Por eso, no disimule. Usted adoptó una postura crítica con argumentos del reformismo burgués más ramplón (condimentado con una soberbia digna de mejor causa).»

    Ningún reformismo burgués, salgo en su imaginación tergiversadora. Siempre hablé EXPLÍCITAMENTE de la necesidad de enmarcar las decisiones tácticas en una estrategia REVOLUCIONARIA. Relea los comentarios. Está quedando ridiculizado.

    Y lo mío no es soberbia. Es indignación ante la acumulación de recursos «argumentativos» que considero indignos.

    «En fin, lamentable lo suyo en el terreno de la polémica. Que, por mi parte, la considero terminada.»

    AH! Por supuesto! Imagino que su hombre de paja estará de acuerdo, ¿no?

    Por mi parte me llevo una lección de esta «polémica». No tanto sobre el tema de la discusión sino sobre la bajísima calidad ética y epistemológica de sus modos de debatir.

    Siento vergüenza ajena, Astarita. Vergüenza ajena.

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    post post

    17/11/2013 at 12:57

    • «no importa la coyuntura, no importa la realidad regional, no importa el devenir concreto de la lucha de claes en la fase prerrevolucionaria, no importa ninguna consideración táctica, tenemos la cita de león correcta para saber qué (no) hacer ante las disputas municipales de aquí en adelante… sea orán, las parejas, mina clavero, rawson o rosario de santa fé».
      Esto lo escribió USTED en crítica al criterio GENERAL expresado en la nota. Las «particularidades» de Rawson son tan distintas a las de Mina Clavero, y las de éstas a las de Santa Fe, que no hay manera de tener un criterio GENERAL. Claro, parecería que en alguna de esas ciudades podíamos encontrar un capitalismo dispuesto a dejar a los trotskistas hacer toda una experiencia de «socialismo municipal». En otra no, por supuesto. Todo era cuestión de afinar la puntería, y elegir con cuidado en qué ámbitos municipales el reformista podía llevar adelante su proyecto. Es por esta razón que usted escribió y escribió ATACANDO las ideas centrales de la nota. Su primer comentario ya apuntaba al centro del asunto, cuando preguntó si el criterio era general (bajo la forma de una pregunta estúpida, si se aplicaba a todo tiempo y lugar). Y después siguió y siguió con lo mismo.
      Evidentemente, como a todo buen reformista, lo ponen nervioso los «criterios generales». Pero cuando se trata de los reformistas vergonzantes, no se hacen cargo de lo que dicen. Pero lo dijo.
      Además, cuando ya no pudo defender su posición, trató de embarrar la cancha. Y ahora se hace la víctima. Como si yo hubiera inventado sus intervenciones en este espacio, que están a disposición de cualquiera.

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      rolandoastarita

      17/11/2013 at 13:31

    • lo que escribi es que las realidades regionales, el devenir concreto de la lucha de clases y las consideraciones tácticas IMPORTAN.

      lo de «encontrar un (?) capitalismo dispuesto a dejar a los trotskistas hacer toda una experiencia de socialismo municipal» lo escribió usted, o su hombre de paja, ya se me confunden a esta altura…

      de lo que se trata, para mí, es de PONDERAR, mediante el análisis concreto de la situación concreta, si la disputa de un municipio aporta o no al desarrollo concreto de la lucha de clases y a la estrategia REVOLUCIONARIA de superación del capitalismo. Nada de «socialismo municipal» ni de superación reformista del capitalismo. Lo siento, hable con su hombre de paja al respecto.

      Como ya le dije -pero usted insiste con la tergiversación- lo que pongo en cuestión es que la decisión política de disputar o no gobiernos locales se deba tomar ÚNICAMENTE en base a criterios generales, sin consideraciones de ningún otro orden.

      Ni embarro la cancha ni me hago la víctima. Me limito a señalar que el único aprendizaje que extraigo de este intercambio es que usted, como polemista, recurre a la tergiversación y a la falacia.

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      post post

      17/11/2013 at 14:03

    • Usted escribió para ATACAR, y con la máxima agresividad posible, una nota que hace hincapié en un criterio GENERAL referido a la actuación de los marxistas en municipalidades. En sus comentarios no hubo «ponderación» ni moderación alguna. Su crítica fue completamente descalificadora, incluso con agresión de tipo personal. Sus referencias a las «particularidades» de Mina Clavero, Rawson o Santa Fe, y sus chicanas con respecto a mi eventual rol como «líder de la revolución» apuntaron a ese único objetivo: DESTRUIR el mensaje central de la nota. ¿Para qué metió las diferencias entre Mina Clavero y Rawson, si no era para impugnar la idea de que existen criterios generales, en una coyuntura como la de Argentina hoy? ¿Para qué, insisto, metió esa cuestión? Hay una sola respuesta posible: usted quiso demostrar que esas diferencias anulaban el contenido central de la nota. POR ESA RAZÓN es que se metió en eso. POR ESA RAZÓN también es que chicaneó con la pregunta de si el criterio se aplicaba «en todo tiempo y lugar». No fue inocente de su parte. Son los argumentos de toda la vida de los que sueñan con cambiar las estructuras del capitalismo «desde adentro» e indoloramente.

      El asunto es claro: la nota sostiene que si los trotskistas quieren aplicar su programa serán atacados de todas las formas posibles por los partidos burgueses y la burocracia. A partir de este dato reivindica un consejo general de Trotsky, referido a la actuación de los socialistas en los municipios. Esto es lo que usted atacó y trató de destruir. No estoy tergiversando nada. Es lo que usted hizo, y cualquiera lo puede comprobar. LE MOLESTÓ, y mucho, que en la nota presentara un criterio general, basado en la experiencia histórica del movimiento socialista, y en la teoría marxista. Vuelvo a decir que POR ESTA RAZÓN lanzó sus comentarios.

      Claro, cuando al «especialista en las diferencias entre Mina Clavero y Rawson» se lo deja sin argumentos, empieza a decir que lo tergiversan. Es típico de cierta charca de polemistas en la izquierda, que son incapaces de sostener sus argumentos y solo buscan confundir y salvar su prestigio cuando se los pone en evidencia.

      A todo esto, y como una sugerencia, ¿qué tal si nos ilustra con alguna notita sobre su «profunda teoría» de las «particularidades municipales»? Por ejemplo, la podíamos titular «El Estado y la Revolución en Villa Clavero». Sería todo un aporte a la teoría marxista, sin dudas.

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      rolandoastarita

      17/11/2013 at 15:09

  15. Dejo en claro una cosilla. Lenin y Luxemburgo se delimitan con claridad del revisionismo en general, en ese sentido de la idea de una evolución pacífica al socialismo, sin que medie una huelga politica de masas o una insurreccion que ponga en el poder a la clase obrera y desplace violentamente a la burguesia, un proceso de revolución social, en el cuál tanto berstein como los ministerialistas franceces habían abandonado a nivel práctico y teórico. Lenin aconseja a los berstenianos formar parte de gobiernos burgueses si quieren ser coherentes con su teoría. Entonces hablamos de una estrategia distinta, que no tiene como objetivo construir una organización combatiente de la clase obrera que se proponga tomar el poder de forma violenta.
    Ahora bien, la administración municipal burguesa por parte de una fuerza política revolucionaria que se someta a la voluntad y desarrolle la experiencia de espacios obreros de base, explicando con claridad los límites y las presiones que implica su situación contradictoria puede servir como palanca para que la clase trabajadora de saltos cualitativos en la contruccion de un partido revolucionario. Creo que depende de la fortaleza política, sindical y teórica de las corrientes que impulsen tal experiencia, entiendo que las presiones a convertirse en meros administradores de municipios serian gigantescas pero el aislamiento que implica renunciar a esas posiciones también implicaria un costo no menor y un reconocimiento de cierta debilidad orgánica, que hoy es bastante acentuada ya que a pesar de sus avances las corrientes del fit crecen en votos como cien veces más que en militantes e influencia en la lucha obrera.
    Creo que esta cuestión va a ser fundamental en la próxima experiencia histórica de la izquierda si la influencia electoral sigue creciendo. En principio si el municipio se administra desde el partido y no a través de un espacio que reúna organizaciones sindicales combativas con absoluta legitimidad en la vanguardia sería imposible evitar la fracción del fit o los partidos que lo componen entre municipalistas y anti municipalistas, ya que las presiones a la adaptación serian muy grandes.
    En el caso de una gobernación o la presidencia ya veo imposible articular una política de clase que se sostenga en el tiempo, solo podría ser lícito ganar para preparar una insurrecion regional o nacional con cierta legitimidad que desarme al Ejército, arme a los trabajadores e inicie un proceso de revolución social, si no están dadas las condiciones para eso en aquel momento deberíamos asumir nuestro fracaso en la construcción de un partido revolucionario y dejar vacante el puesto, dejándolo en manos de un gobierno burgués débil que inevitablemente volcará su furia de inmediato contra la izquierda, como paso en Alemania en 1923.

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    uritsky

    17/11/2013 at 16:28

    • Hay un punto en el que coincido, y es el énfasis en explicar con claridad «los limites y presiones que implica la posición contradictoria». Ahora bien, admitiendo ahora, con el fin de profundizar el argumento, que sea correcto asumir responsabilidades ejecutivas en un municipio, ¿qué se hace ante el siguiente «escalón», el poder Ejecutivo de una provincia? Pareciera que en algún momento habrá que renunciar a asumir cargos ejecutivos, al menos bajo las condiciones «normales» de dominio del capital (digamos, como las actuales). Pero esto ¿no implicaría «un reconocimiento de cierta debilidad orgánica»? Además, reconocer una relación de fuerzas determinada, ¿por qué debería ser perjudicial para las fuerzas socialistas, o para la clase obrera?

      Con respecto a un gobierno municipal, las responsabilidades ejecutivas no son menores, como parece creer alguna gente. Mencioné en otro comentario que municipios con decenas o centenas de miles de habitantes deben administrar una fuerza laboral enorme (salud, educación, administración general, seguridad, etc.). Dentro de esa fuerza laboral actuarán, seguramente, fuerzas políticas que intentarán socavar el gobierno de los trotskistas (o de cualquier socialista radical). Por ejemplo, por la vía de azuzar enfrentamientos. Por otro lado, habrá sectores que reclamen del gobierno municipal medidas de seguridad y represivas para enfrentar el delito (que es un producto natural de esta sociedad). Y así podemos seguir enumerando cuestiones que se le presentarán a un gobierno al que las fuerzas «del sistema» buscarán ahogar y aislar.

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      rolandoastarita

      17/11/2013 at 17:11

  16. Se ve que no es posible otorgar valor a su palabra ni siquiera cuando construye enunciados simples como «por mi parte doy considero terminada la polémica»…

    «Usted escribió para ATACAR, y con la máxima agresividad posible, una nota que hace hincapié en un criterio GENERAL referido a la actuación de los marxistas en municipalidades.»

    UN citerio general, no la EXISTENCIA MISMA de los criterios generales en tanto tales. Su truco ya gastado no convence a nadie. Y aburre.

    «En sus comentarios no hubo “ponderación” ni moderación alguna. Su crítica fue completamente descalificadora, incluso con agresión de tipo personal.»

    Hablé de ponderar costos y beneficios, mediante el análisis concreto de la situación concreta, de tomar determinadas decisiones políticas (en este caso, la disputa o no de un gobierno municipal).

    Si usted desea moderación, ponderación y ausencia de agresiones de tipo personal en el debate, podría muy bien abstenerse de calificar como «estúpida» a la primer pregunta que le hacen sobre su artículo. El anfitrión determina en buena medida las reglas del intercambio.

    «Sus referencias a las “particularidades” de Mina Clavero, Rawson o Santa Fe, y sus chicanas con respecto a mi eventual rol como “líder de la revolución” apuntaron a ese único objetivo: DESTRUIR el mensaje central de la nota. ¿Para qué metió las diferencias entre Mina Clavero y Rawson, si no era para impugnar la idea de que existen criterios generales, en una coyuntura como la de Argentina hoy? ¿Para qué, insisto, metió esa cuestión?»

    Para señalar que la decisión política de disputar o no el control político de un municipio no debe ser tomada SIN CONSIDERACIÓN de determinadas particularidades (que ya enuncié y no voy a repetir). Nada dije de «impugnar la idea de que existen criterios generales». Mi planteo era otro. O no lo entiende o finge no entenderlo. Ambas opciones me resultan igualmente lamentables.

    «Hay una sola respuesta posible: usted quiso demostrar que esas diferencias anulaban el contenido central de la nota. POR ESA RAZÓN es que se metió en eso. POR ESA RAZÓN también es que chicaneó con la pregunta de si el criterio se aplicaba “en todo tiempo y lugar”. No fue inocente de su parte. Son los argumentos de toda la vida de los que sueñan con cambiar las estructuras del capitalismo “desde adentro” e indoloramente.»

    Ahí está de nuevo su hombre de paja. Qué triste espectáculo. La respuesta no es esa, sino la ya repetida arriba. Y, usted mismo lo reconoció, impulsar el «análisis concreto de la situación concreta» no es señal inequívoca de reformismo.

    «El asunto es claro: la nota sostiene que si los trotskistas quieren aplicar su programa serán atacados de todas las formas posibles por los partidos burgueses y la burocracia.»

    Ahí acordamos. No fue eso lo que critiqué.

    «A partir de este dato reivindica un consejo general de Trotsky, referido a la actuación de los socialistas en los municipios. Esto es lo que usted atacó y trató de destruir. No estoy tergiversando nada.»

    Tergiversa cuando deduce de ello una crítica a la existencia de criterios generales en sí. Y lo hizo no una, sino varias veces.

    «Es lo que usted hizo, y cualquiera lo puede comprobar. LE MOLESTÓ, y mucho, que en la nota presentara un criterio general, basado en la experiencia histórica del movimiento socialista, y en la teoría marxista. Vuelvo a decir que POR ESTA RAZÓN lanzó sus comentarios.»

    No sabía que ahora se dedicaba a indagar sobre los estados anímicos de quienes comentan en su blog. ¿Pretende superar a Nelson Castro? Ahorresé la psicologización, es demasiado indigna, incluso para usted.

    «Claro, cuando al “especialista en las diferencias entre Mina Clavero y Rawson” se lo deja sin argumentos, empieza a decir que lo tergiversan. Es típico de cierta charca de polemistas en la izquierda, que son incapaces de sostener sus argumentos y solo buscan confundir y salvar su prestigio cuando se los pone en evidencia.»

    Sería genial que me dejara sin argumentos. Me interesaría sobremanera ver cómo lo hace. He aprendido mucho más de las discusiones en las que he perdido que en las que he ganado. Pero para ello tendría que criticarlos en lugar de tergiversarlos.

    «A todo esto, y como una sugerencia, ¿qué tal si nos ilustra con alguna notita sobre su “profunda teoría” de las “particularidades municipales”? Por ejemplo, la podíamos titular “El Estado y la Revolución en Villa Clavero”. Sería todo un aporte a la teoría marxista, sin dudas.»

    Le agradezco la transparencia con la que deja en claro su desprecio por las particularidades. Evidentemente ese desprecio es inversamente proporcional al campo práctico de afectación de sus prescripciones políticas, que es inexistente.

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    post post

    17/11/2013 at 17:13

    • Es claro que usted NO dijo que el criterio presentado en la nota estuviera mal por tal o cual razón. Directamente se puso a hablar sobre las «particularidades» (Mina Clavero es muy distinta de Rawson). Esto significa ANULAR cualquier criterio. De lo contrario, hubiera propuesto OTRO. Pero no lo hizo. No sólo eso, sino que de entrada atacó con la pregunta (estúpida, y esto no es una agresión personal) sobre las condiciones de «todo tiempo y lugar».

      Para que quede más claro: ¿Qué criterio GENERAL opuso al que presenté? Respuesta: NINGUNO. Y ya lleva un montón de «comentarios» sin haber propuesto un solo criterio general alternativo al presentado en la nota que usted atacó con toda virulencia. ¿Después de esto pretende hacerme creer que sí estaba a favor de criterios generales que guíen la acción de los socialistas? Si estaba a favor, ¿por qué no lo dijo de entrada? Si estaba tan enfrentado a la nota, ¿por qué no criticó el criterio presentado en la misma? Más importante aún: ¿por qué se puso a hablar de diferencias sin explicitar el criterio unificador? ¿Cuál es la razón? ¿Puede darla? NO, NO PUEDE. No tiene manera de explicarlo. Atacó primero con la chicana del «en todo tiempo y lugar». Después, con la tontería de las diferencias entre Mina Clavero y Rawson. Sin decir PALABRA sobre si el criterio general era correcto o no, y sin proponer nada alternativo. No hay manera de distinguir la posición que asumió en la polémica de la que adopta cualquier reformista vulgar.

      Por último, escribe: «Le agradezco la transparencia con la que deja en claro su desprecio por las particularidades. Evidentemente ese desprecio es inversamente proporcional al campo práctico de afectación de sus prescripciones políticas, que es inexistente».

      Pero si mis «prescripciones políticas» tienen efectos prácticos «inexistentes», ¿para qué discute? ¿Cuál es el objeto? Yo soy marginal dentro de la izquierda, y este blog no lo lee casi nadie. A nadie le interesan mis opiniones. Entonces, ¿para qué pierde el tiempo? Seguramente mucha gente estará ansiosa por leer sus sesudas elucubraciones sobre las diferencias entre los municipios de Rawson y Mina Clavero, y la aplicabilidad del programa trotskista a esos escenarios. ¿Por qué no se dedica a estos temas importantes, en lugar de gastarse en algo tan intrascendente como este blog?

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      rolandoastarita

      17/11/2013 at 17:37

  17. ah! y no podía dejar pasar esta perla:

    «Mencioné en otro comentario que municipios con decenas o centenas de miles de habitantes deben administrar una fuerza laboral enorme (salud, educación, administración general, seguridad, etc.). Dentro de esa fuerza laboral actuarán, seguramente, fuerzas políticas que intentarán socavar el gobierno de los trotskistas (o de cualquier socialista radical). Por ejemplo, por la vía de azuzar enfrentamientos. Por otro lado, habrá sectores que reclamen del gobierno municipal medidas de seguridad y represivas para enfrentar el delito (que es un producto natural de esta sociedad).»

    «fuerzas de seguridad»? «medidas de seguridad y represivas»?

    en qué municipo de la argentina -con excepción de la CABA, que es ciudad autónoma y por lo tanto tiene legislación especial- , astarita?

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    post post

    17/11/2013 at 17:16

    • No sé en qué mundo vive usted, pero yo vivo en un partido del Gran Buenos Aires, donde los vecinos se movilizan hacia la Municipalidad en demanda de seguridad; y donde la Municipalidad contrata personal de seguridad para sus dependencias. Claro que seguramente estas son «particularidades» que no se encuentran en Mina Clavero o en Rawson, localidades en las cuales usted parece ser un especialista.

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      rolandoastarita

      17/11/2013 at 17:40

  18. «Es claro que usted NO dijo que el criterio presentado en la nota estuviera mal por tal o cual razón. Directamente se puso a hablar sobre las “particularidades” (Mina Clavero es muy distinta de Rawson). Esto significa ANULAR cualquier criterio. De lo contrario, hubiera propuesto OTRO. Pero no lo hizo. No sólo eso, sino que de entrada atacó con la pregunta (estúpida, y esto no es una agresión personal) sobre las condiciones de “todo tiempo y lugar”. Para que quede más claro: ¿Qué criterio GENERAL opuso al que presenté? Respuesta: NINGUNO. Y ya lleva un montón de “comentarios” sin haber propuesto un solo criterio general alternativo al presentado en la nota que usted atacó con toda virulencia.»

    Ya resulta aburrido, e incluso lastimoso, que se haga el analfabeto funcional en función de persistir tergiversando. Dije no una, sino varias veces, que una decisión como ésta debería ser tomada en función del análisis concreto de la situación concreta (ello, como enfoque metodológico, constituye un criterio general) y en función de la ponderación de costos y beneficios para la lucha de clases y la construcción de condiciones para la superación del capitalismo (también un criterio general) que, lo sabemos, se basa en la contradicción fundamental capital/trabajo.

    «¿Después de esto pretende hacerme creer que sí estaba a favor de criterios generales que guíen la acción de los socialistas?»

    Lo que «guía» la acción no son ÚNICAMENTE los criterios generales sino el análisis concreto de la situación concreta que los considera junto con las particularidades.

    «Si estaba a favor, ¿por qué no lo dijo de entrada?»

    ¿Para qué? ¿Para que usted no suponga lo contrario? Qué esperanza! ¿Nunca probó en lugar de conjeturar la posición del otro, interrogarlo al respecto? No sabe lo que se pierde! Pero, claro, debería abandonar para ello la falacia del hombre de paja como táctica retórica central de su discurso.

    «Si estaba tan enfrentado a la nota, ¿por qué no criticó el criterio presentado en la misma? Más importante aún: ¿por qué se puso a hablar de diferencias sin explicitar el criterio unificador? ¿Cuál es la razón? ¿Puede darla? NO, NO PUEDE. No tiene manera de explicarlo. Atacó primero con la chicana del “en todo tiempo y lugar”. Después, con la tontería de las diferencias entre Mina Clavero y Rawson. Sin decir PALABRA sobre si el criterio general era correcto o no, y sin proponer nada alternativo. No hay manera de distinguir la posición que asumió en la polémica de la que adopta cualquier reformista vulgar.»

    Sí, por supuesto que puedo dar la razón. De hecho, ya la dí, pero lo vuelvo a hacer: presentar como criterio general un planteo sobre la no disputa de gobiernos municipales deja FUERA DE CONSIDERACIÓN elementos de orden táctico importantes que pueden implicar que dicha disputa redunde en un avance de la lucha de clases. Como contrapartida, propongo el análisis concreto de la situación concreta para decidir a partir de allí (en la tensión específica entre lo general y lo particular y entre lo táctico y lo estratégico) el curso de acción a seguir. Y aprovecho para mandarle saludos a su vulgarmente reformista hombre de paja.

    «Pero si mis “prescripciones políticas” tienen efectos prácticos “inexistentes”, ¿para qué discute? ¿Cuál es el objeto? Yo soy marginal dentro de la izquierda, y este blog no lo lee casi nadie. A nadie le interesan mis opiniones. Entonces, ¿para qué pierde el tiempo? Seguramente mucha gente estará ansiosa por leer sus sesudas elucubraciones sobre las diferencias entre los municipios de Rawson y Mina Clavero, y la aplicabilidad del programa trotskista a esos escenarios. ¿Por qué no se dedica a estos temas importantes, en lugar de gastarse en algo tan intrascendente como este blog?»

    Como ya dije -y usted no deja de pasar por alto- nunca había entablado un intercambio con usted. Y ví en esta discusión la posibilidad de aprender algo. Lo que aprendí ya lo explicité anteriormente. Y se va confirmando cada vez más con cada nueva entrada de esta polémica que usted dio por concluida varios comentarios atrás.

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    17/11/2013 at 18:19

    • La polémica efectivamente está concluida desde hace rato. Está concluida desde el momento en que no hay nuevos argumentos. Ahora solo repite argumentos, y tergiversa para ocultar y embarrar la cancha.
      Así, y como ya lo expliqué, no es argumento sostener que un criterio general no se puede presentar por fuera de consideraciones tácticas. Precisamente es GENERAL porque se establece para una determinada situación GENERAL de la relación de fuerzas y dominio del sistema capitalista. Es una cuestión sencilla, que la puede entender hasta un «analfabeto funcional». Por caso, cuando la Tercera Internacional establecía condiciones y recomendaciones GENERALES sobre la actitud a tomar ante la democracia burguesa y la participación de los comunistas en organismos del Estado burgués, lo hacía AL MARGEN de consideraciones tácticas específicas. ¿Por qué? Por las razones que expliqué antes, y que cualquier «analfabeto funcional» ya podría haber registrado y tratado de responder. Claro que algunos «analfabetos funcionales» parece que ni siquiera llegan a esto. Por eso, algunos «analfabetos funcionales» se ponen muy nerviosos cuando no pueden responder con argumentos razonados, y tratan de embarrar la cancha, para que nadie les entienda.

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      rolandoastarita

      17/11/2013 at 19:01

  19. ah! estaba hablando del «personal de seguridad» que un municipio puede «contratar para sus dependencias»… claramente una tropa con altísima capacidad para ejecutar acciones represivas. Y, por supuesto, un elemento estructural e inmodificable de cualquier estado municipal del territorio nacional.

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    17/11/2013 at 18:22

    • trabajo en un hospital de la municipalidad de Rosario y te aseguro que la municipalidad gasta un importante presupuesto en adicionales para la policia. En el hospital hay siempre 3, aparte tiene bancos y otras dependencias con custodia de la policia provincial. Los bancos pagan custodias privadas para transportar caudales que suelen andar fuertemente armados, dispuestos a pegarle un tiro a cualqueira.
      ¿que habria que hacer? ¿usar presupuesto para pagar los servicios de la policia, o retirar la custodia policial del Banco Municipal?
      ¿Para que comprar un problema?

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      Roberto

      18/11/2013 at 10:35

    • Roberto, sucede que hay gente que piensa que una Municipalidad es algo así como una institución de carmelitas descalzas. El Estado no es una abstracción, ni está en las nubes. Penetra capilarmente hasta los últimos recovecos. Concretamente, además del personal de seguridad contratado por los municipios, o de los que trabajan en vigilancia (por ejemplo, monitoreando las cámaras de seguridad), existe una permanente colaboración entre las delegaciones municipales y las comisarías, o la Policía Federal. A lo que debe agregarse que ya están en marcha proyectos para la creación de policías municipales en el Gran Buenos Aires; esto tiene el apoyo de mucha gente.
      Habría que entender que estar al frente de municipios de 100.000 o 200.000 habitantes no es lo mismo que estar al frente de una comuna municipal de 100 vecinos, perdida en algún punto del interior. Algunos piden análisis «concretos», y a la hora de tener que realizarlos, se manejan con puras abstracciones y ensoñaciones. En el fondo, quieren creer en un capitalismo que no existe en ningún lado.

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      rolandoastarita

      18/11/2013 at 12:14

  20. «La polémica efectivamente está concluida desde hace rato. Está concluida desde el momento en que no hay nuevos argumentos.»

    No hay nuevos arguementos porque usted no responde a los viejos. Pruebe contraargumentar en lugar de tergiversar y verá lo que pasa…

    «Ahora solo repite argumentos, y tergiversa para ocultar y embarrar la cancha.»

    ¿Así que el que tergiversa soy yo? Esto ya entra en el terreno de la comicidad no intencional. ¿Dónde y cuándo, si se puede saber?

    «Así, y como ya lo expliqué, no es argumento sostener que un criterio general no se puede presentar por fuera de consideraciones tácticas. Precisamente es GENERAL porque se establece para una determinada situación GENERAL de la relación de fuerzas y dominio del sistema capitalista. Es una cuestión sencilla, que la puede entender hasta un “analfabeto funcional”.»

    Lo que aparentemente resulta difícil de entender es que se considere criticable el establecimiento de DETERMINADO criterio general en función de que la decisión política específica (disputar o no el gobierno de un Estado Municipal) no debería DESESTIMAR el análisis concreto de la situación concreta.

    «Por caso, cuando la Tercera Internacional establecía condiciones y recomendaciones GENERALES sobre la actitud a tomar ante la democracia burguesa y la participación de los comunistas en organismos del Estado burgués, lo hacía AL MARGEN de consideraciones tácticas específicas. ¿Por qué? Por las razones que expliqué antes, y que cualquier “analfabeto funcional” ya podría haber registrado y tratado de responder.»

    No tendremos una Internacional como la Tercera, pero tenemos el blog del Rolo Astarita para el establecimiento de condiciones y recomendaciones GENERALES sobre la actitudo a tomar ante la democracia burguesa y la participación de los comunistas en organismos del Estado burgués. Estamos salvados!

    «Claro que algunos “analfabetos funcionales” parece que ni siquiera llegan a esto. Por eso, algunos “analfabetos funcionales” se ponen muy nerviosos cuando no pueden responder con argumentos razonados, y tratan de embarrar la cancha, para que nadie les entienda.»

    Siguen intentado superar al Dr. Nelson Castro. Le confieso que me divierte. También la confesión de que no entiende lo que le digo. Hubiera empezado por ahí y le hacía las aclaraciones pertinentes!

    Pero apúrese, que se termina el fin de semana…

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    17/11/2013 at 19:43

    • Sigue tratando de confundir y embarrar la cancha, para que nadie sepa qué se está discutiendo. Afirma: «Lo que aparentemente resulta difícil de entender es que se considere criticable el establecimiento de DETERMINADO criterio general en función de que la decisión política específica (disputar o no el gobierno de un Estado Municipal) no debería DESESTIMAR el análisis concreto de la situación concreta».

      Pero la nota en ningún momento conecta el criterio general con alguna decisión de disputar o no un «Estado Municipal». Simplemente explica que hay que hacer consciente a las masas trabajadoras de la relación de fuerzas en que se encuentran los socialistas frente a las fuerzas del capital y su Estado. FUE ESTO LO QUE PROVOCÓ SU ATAQUE. No tiene nada que ver con «la decisión política específica» de «disputar o no el gobierno de un Estado Municipal». SOBRE ESO LA NOTA NO DICE PALABRA. Como puede verse, usted INVENTA para disimular y confundir. ¿DONDE en la nota se habla de «decisión política» sobre «participar o no en un Estado Municipal»? Por eso, su ataque NO tuvo nada que ver con eso.

      Luego escribe: «No tendremos una Internacional como la Tercera, pero tenemos el blog del Rolo Astarita para el establecimiento de condiciones y recomendaciones GENERALES sobre la actitudo a tomar ante la democracia burguesa y la participación de los comunistas en organismos del Estado burgués. Estamos salvados!»

      Esto retrata hasta la médula el contenido de TODOS sus comentarios. Desde el primero lo único que buscó fue DESACREDITAR Y DESTRUIR el contenido de la nota. Lo dijo en sus primeras intervenciones, y ahora vuelve a lo mismo. No soporta siquiera que alguien recuerde que EXISTEN CRITERIOS GENERALES que provienen de la tradición histórica y de la teoría marxista acerca de la participación de los socialistas en gobiernos municipales. Por eso presenta el asunto como si la existencia de estos criterios fueran un invento mío (de un «analfabeto funcional», para colmo). Por eso este comentario, que está solo destinado a ensuciar. Usted no tiene el menor interés de aportar algo.

      Resumiendo: después de decir que los criterios generales no servían si no discutíamos antes las diferencias entre Mina Clavero y Rawson; después de desacreditar esos criterios con la estúpida pregunta acerca de si se aplicaban «a todo tiempo y lugar»; después de embarrar hablando de otros temas que la nota no trata; después de todas estas piruetas, nos dice que todo se trata de un invento «del blog de Astarita». El mensaje es «no presten atención a una tradición histórica y teórica establecida», porque todo es un invento de este blog. Este pasaje vuelve a confirmar lo que dije en todas las otras entradas en esta polémica: hay un intento de que nadie preste atención a esas recomendaciones, que sinteticé en el pasaje de Trotsky. La consigna es tirar con lo que se tiene a mano para acallar, embarrar, ensuciar. Muy característico.

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      rolandoastarita

      17/11/2013 at 21:43

  21. Muy buena nota. En «La cuestión de la violencia revolucionaria» Trotsky también analiza la posibilidad de que un gobierno obrero llegara al poder en Inglaterra y plantea que a medida que intentara avanzar con reformas radicales, la burguesía boicotearía al gobierno, hasta hacerlo perecer. Es un párrafo que, escrito para Inglaterra, es aplicable, por ejemplo, a la experiencia de la Unión Popular chilena en los ’70.

    Es, al fin y al cabo, la imposibilidad de usar al estado burgués para fines proletarios, que era lo que sostuvieron Marx, Engels y Lenin. Esto es un criterio de carácter general, aplicable a toda situación particular.

    La III Internacional sí admitió la posibilidad de participar en un gobierno obrero, en una situación revolucionaria, pero con la condición de que los comunistas utilizaran esa posición para armar al proletariado.

    Hay que tener en cuenta que la mejor performance de la izquierda vino acompañada de un discurso socialreformista de parte de esa izquierda que se reivindica revolucionaria.

    No acepto que se refieran a sí mismos anticapitalistas para justificar una propaganda reformista. Se dicen revolucionarios y deberían haber hecho propaganda revolucionaria.

    Altamira, en una entrevista que dio a La Nación, se justificó diciendo que las reformas que proponían eran impracticables sin un cambio de estructura por lo que, a través de esas propuestas, metían el debate por el cambio social. Una forma de decir que como la fruta revolucionaria es intragable, hay que aderezarla con reformismo.

    La lógica podría ser la inversa, hacer propaganda revolucionaria y, si alguien dice que es utopía, demostrarle que cualquier cambio profundo a favor de los trabajadores requiere de un cambio de relaciones sociales. Esto quiere decir que lo de Altamira es una mera excusa.

    La comunicación no verbal también existe y el hecho de que, desde 2011, aparezca de traje, como un burgués, cuando antes no se vestía de esa manera, revela que lo que le interesa es acceder al cargo por el cargo mismo, ganando simpatías de los sectores medios pareciendo más «serio» y no la utilización del período electoral como tribuna revolucionaria.

    Voté al FIT en ambas instancias pero, a decir verdad, no estoy de acuerdo con la campaña que han hecho. No sólo no hicieron propaganda revolucionaria y antiparlamentaria sino que tampoco hicieron una campaña anticapitalista.

    pd.: En varias oportunidades los candidatos se pronunciaron contra la aplicación del impuesto a las ganancias sobre los salarios. Cuando les preguntaban cómo obtendrían recursos en reemplazo de los fondos que se perderían, no siempre eran muy claros. Me interesa saber qué opina de volver a la antigua legislación sobre precios de transferencia. Creo que el Estado (burgués) podría recaudar mucho más si aplicara el antiguo criterio que prevaleció hasta antes de la última dictadura. Esa podría ser una forma de reemplazar los recursos que se perderían por derogar el impuesto sobre los salarios. Claro está, que esta es una hipótesis en la que la izquierda es gobierno de un estado burgués, con lo que Usted no está de acuerdo.

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    Lucas

    17/11/2013 at 22:12

  22. «Sigue tratando de confundir y embarrar la cancha, para que nadie sepa qué se está discutiendo.»

    ¿Qué interés tendría para mí hacer eso? Por favor, Astarita, un poco más de dignidad o, al menos, sentido del ridículo!

    «Afirma: “Lo que aparentemente resulta difícil de entender es que se considere criticable el establecimiento de DETERMINADO criterio general en función de que la decisión política específica (disputar o no el gobierno de un Estado Municipal) no debería DESESTIMAR el análisis concreto de la situación concreta”. Pero la nota en ningún momento conecta el criterio general con alguna decisión de disputar o no un “Estado Municipal”. Simplemente explica que hay que hacer consciente a las masas trabajadoras de la relación de fuerzas en que se encuentran los socialistas frente a las fuerzas del capital y su Estado. FUE ESTO LO QUE PROVOCÓ SU ATAQUE. No tiene nada que ver con “la decisión política específica” de “disputar o no el gobierno de un Estado Municipal”. SOBRE ESO LA NOTA NO DICE PALABRA. Como puede verse, usted INVENTA para disimular y confundir. ¿DONDE en la nota se habla de “decisión política” sobre “participar o no en un Estado Municipal”? Por eso, su ataque NO tuvo nada que ver con eso.»

    Lo que «provocó mi ataque» (ay, las metáforas de los que no desarrollan actividades políticas) fue su planteo de apoyarse EXCLUSIVAMENTE en un criterio GENERAL sin consideraciones particulares de NINGÚN TIPO.

    USTED conicide, en pincipio, fuera de toda contemplación táctica y análisis concreto de la situación concreta, que «los marxistas no debieran asumir puestos EJECUTIVOS, así sean municipales.»

    Al contrario de lo que pensaban Trotsky y Rosa Luxemburgo, usted no ve «cómo los socialistas pueden eludir tomar responsabilidades de conducción “contranatura” si participan en puestos ejecutivos del Estado burgués, así sea a nivel municipal, o de un organismo estatal público (por ejemplo, las universidades).»

    Es contra ESE criterio general («no asumirás puestos ejecutivos, así sean municipales») y contra el infinito desprecio por las particularidades que conlleva, que opongo el criterio general de que sea el análisis ocncreto de la situación concreta el método a partir del cual, ponderando costos y beneficios para la lucha de clases, se decida disputar este tipo de posiciones en el Estado.

    «Luego escribe: “No tendremos una Internacional como la Tercera, pero tenemos el blog del Rolo Astarita para el establecimiento de condiciones y recomendaciones GENERALES sobre la actitudo a tomar ante la democracia burguesa y la participación de los comunistas en organismos del Estado burgués. Estamos salvados!” Esto retrata hasta la médula el contenido de TODOS sus comentarios. Desde el primero lo único que buscó fue DESACREDITAR Y DESTRUIR el contenido de la nota. Lo dijo en sus primeras intervenciones, y ahora vuelve a lo mismo. No soporta siquiera que alguien recuerde que EXISTEN CRITERIOS GENERALES que provienen de la tradición histórica y de la teoría marxista acerca de la participación de los socialistas en gobiernos municipales. Por eso presenta el asunto como si la existencia de estos criterios fueran un invento mío (de un “analfabeto funcional”, para colmo). Por eso este comentario, que está solo destinado a ensuciar. Usted no tiene el menor interés de aportar algo.»

    Nuevamente derrapa hacia el psicologismo. De las diversas formas de eludir una discusión, es la que encuentro más lamentable. No veo el punto de responder acerca de las conjeturas que realiza sobre mis intenciones y sobre lo que encuentro insoportable.

    Me limito entonces a señalarle, una vez más, que ya EN NINGÚN MOMENTO NEGUÉ la validez de los CRITERIOS GENERALES en tanto tales. Esta discusión no es sobre eso, sino sobre el modo en el cual se debería tomar la desición de participar o no en gobiernos municipales. Usted, oponiéndose a Trostky y a Rosa Luxemburgo, dice que en NINGÚN CASO, basándose en criterios generales. Yo digo que mediante un análisis concreto de la situación concreta que permita ponderar costos y beneficios para la lucha de clases.

    Que se victimice acusándome de haberlo llamado «analfabeto funcional» es, paradójicamente, una muestra más se sus tergiversaciones. Yo lo acusé de «hacerse» el analfabeto funcional. Lo cual, como comprenderá, es algo muy distinto. Ser un analfabeto funcional es simplemente poseer determinado nivel de apropiación de las capacidades de lectoescritura. Simular serlo da cuenta de una intención tergiversadora e indigna.

    «Resumiendo: después de decir que los criterios generales no servían si no discutíamos antes las diferencias entre Mina Clavero y Rawson; después de desacreditar esos criterios con la estúpida pregunta acerca de si se aplicaban “a todo tiempo y lugar”; después de embarrar hablando de otros temas que la nota no trata; después de todas estas piruetas, nos dice que todo se trata de un invento “del blog de Astarita”. El mensaje es “no presten atención a una tradición histórica y teórica establecida”, porque todo es un invento de este blog. Este pasaje vuelve a confirmar lo que dije en todas las otras entradas en esta polémica: hay un intento de que nadie preste atención a esas recomendaciones, que sinteticé en el pasaje de Trotsky. La consigna es tirar con lo que se tiene a mano para acallar, embarrar, ensuciar. Muy característico.»

    Triste hermenéutica tergiversadora la suya.

    Yo no dije nunca nada parecido a que «los criterios generales no servían si no discutíamos antes las diferencias entre Mina Clavero y Rawson». Dije que los criterios generales no son lo ÚNICO a tener en cuenta. Dije que las particularidades son importantes también. Y dije que es el análisis concreto de la situación concreta el que debe servirnos para tomar una decisión en relación a la disputa y la eventual ocupación de un gobierno municipal.

    Tampoco dije que «todo se tratara de un invento del blog de Astarita». Ironicé sobre la comparación que usted mismo hizo entre tus recomendaciones y las emandas de la Tercera Internacional.

    Que mi «mensaje» sea «no presten atención a una tradición histórica y teórica establecida» se desmiente simplemente por el tiempo que le dediqué a debatir estas cuestiones aquí. Luego, lo que hacemos con la tradición una vez que le hemos prestado atención es algo distinto. Usted, por ejemplo, se pone a ella en relación al punto de la participación de los marxistas en gobiernos municipales. Yo consideron que son elementos a tener en cuenta en el marco del análisis concreto de la situación concreta.

    Y de la supuesta «consigna» directamente me río. Es, simplemente, una afirmación que carece de entidad.

    Bien, siendo las 23hs del comingo y considerando que algunos tenemos durante la semana otro tipo de disponibilidades de tiempo para debatir con tergiversadores seriales, concluyo acá mi participación en este debate.

    Pero no se preocupe, quizá pueda lograr que el hombre de paja que construyó postee por sí mismo y de ese modo continuar las tergiversaciones ad infinitum.

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    17/11/2013 at 22:59

    • Los adultos pensantes que hemos leído este intercambio tenemos bien claro quien es el tergiversador serial, el mentiroso y el incapaz de hacer otra cosa de agredir dado que no se le cae un argumento ni por accidente.
      Lo escribí alguna vez, con «revolucionarios» así no son necesarios los derechistas. Y fíjese que lo halago llamándolo revolucionario cuando es simplemente un religioso.

      Saludos.

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      Gerardo Daniel

      17/11/2013 at 23:40

    • Brevemente:
      a) Trata de embarrar porque no tiene argumentos para defender una postura reformista, que partió de RECHAZAR el consejo que daba Trotsky, y que rescaté en la nota.

      b) La nota no dice palabra sobre si hay que intervenir o no en gobiernos reformistas. Usted no la atacó por esta cuestión.

      c) Es perfectamente lícito sostener posturas GENERALES que subsuman muchos casos particulares. Le doy un ejemplo que puede entender cualquier «analfabeto funcional»: la crítica de la izquierda a la entrada de socialistas en gobiernos burgueses fue GENERAL. No sólo fue una crítica, sino también hubo resoluciones específicas, CONDENANDO esa participación. Al escribirse estas resoluciones NO se hicieron consideraciones sobre análisis «concretos» para realizar esa condena. Ese criterio se mantuvo en el trotskismo, bajo dirección de Trotsky (ejemplo, condena a la participación en gobiernos de Frente Popular, incluso en condiciones revolucionarias extremas). Sin ser trotskista, reivindico esa postura de principios, opuesta al oportunismo. Pero lo importante es que eso demuestra que SI existen criterios generales. Insisto, criterios generales que se establecen por encima de las diferencias particulares. Es ESTO lo que usted ataca una y otra vez.

      d) En la misma línea de razonamiento del punto anterior, la necesidad de alertar acerca de los límites que tiene el accionar socialista en un municipio no deriva de las «particularidades» de los municipios. La particularidad solo afecta a la adecuación de la forma del alerta. Pero usted criticó el que yo estableciera en la nota el criterio general, sin atender a las particularidades. Y esta es la CLAVE del asunto. El criterio general subsume las particularidades. Usted tuvo el criterio OPUESTO. Usted atacó violentamente la nota con el argumento de que había que tener en cuenta «las particularidades». Yo sostuve que por encima de las «particularidades» SIEMPRE se impone la necesidad de aclarar a las masas trabajadoras las limitaciones del accionar socialista dentro del Estado burgués (así sea una municipalidad), y máxime en una situación de dominio normal de la burguesía. Fue ESTO lo que lo llevó a todo tipo de ataques. Esta discusión siempre dividió aguas dentro del socialismo, entre la derecha y la izquierda del movimiento. No es casual el tenor de su ataque a la nota.

      d) Acerca de la participación de los socialistas en los ejecutivos municipales, la cuestión fue suscitada por dos comentaristas, LUEGO de escrita la nota. Después de reflexionar, me pareció que sostienen un criterio adecuado, que no era (como lo aclaré) el de Trotsky y Rosa Luxemburgo. Lo que se discute (lo entiende cualquier persona que no sea un analfabeto funcional) es si se puede aplicar el mismo criterio que se tiene con respecto a la participación de socialistas en un Poder Ejecutivo nacional. La discusión es perfectamente válida, y es extendible, por supuesto, a la participación en gobiernos provinciales. Son problemas fundamentales, que se le han planteado históricamente a los socialistas.

      e) Usted prestó mucho tiempo a este debate porque está interesado en ATACAR una nota que puso sobre la mesa la importancia de la tradición socialista en estas cuestiones. Por eso para usted es más conveniente hablar de las diferencias entre Mina Clavero y Rawson.

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      rolandoastarita

      17/11/2013 at 23:58

    • No quedó en claro si usted utiliza solo los domingos o también algunos ratos de la semana para discutir con ‘tergiversadores seriales’. Espero que utilice solo el día en que el señor le ordena descansar, aunque me parece podría utilizar mejor su tiempo en otros menesteres más entretenidos. El punto es que el ‘debate’ que usted pretendió instalar con el compañero Astarita no debió haber pasado de los tres primeros post. Empezó chicaneando y le contestaron en forma. A partir de ahí, no enhebró más que una retahila de contorsiones verbales para quedar en paz con su ego herido y no pasó de reivindicar el ‘análisis concreto de la situación concreta’ como si este fuera una carta blanca para cualquier clase de oportunismo. Confieso que me ha costado mucho soportar sus intervenciones tan pedantes y groseras como vacuas. Pese a ello, reivindico el esfuerzo de Astarita por contestar sin perder la compostura y felicito a los responsables de este blog por la amplitud y la buena voluntad de habilitar la expresión, incluso reiterada hasta el hartazgo, del principio oportunista.
      Pestaba pidiendo a gritos que venga Gerardo Daniel.

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      AP

      18/11/2013 at 02:14

  23. Me tomo el atrevimiento de continuar el debate, más que nada para contestarle a Lucas. Me parece que la campaña del fit fue algo histórico y el hecho de que sectores mucho más amplios que los habituales votantes de la izquierda hayan apoyado una alternativa anticapitalista da cuenta de un proceso de descomposición de las mediaciones políticas que justamente buscaban «humanizar» al capitalismo, como el ala izquierda de la alianza política que encabezan los k (mov. Evita) y la que encabeza el PS (libres del sur) cuya perspectiva es hoy seguir «presionando» a un capitalismo que da cada vez menos, y lo importante es que una franja importante del electorado no cayó en la desmovilización sino que opto por la izquierda como alternativa. Ahora bien, por qué defiendo la campaña como anticapitalista? Porque tareas como acabar con la precarizacion laboral, las redes de trata y prostitución, el gatillo fácil, la desocupación y el déficit habitacional no pueden realizarse en los marcos de un capitalismo dependiente y en crisis como el argentino, opinar distinto en este punto es idealizar el capitalismo sin más. En relación a la eleccion del fit hubo dos posturas que me parecieron claramente incorrectas, por un lado la de los reformistas como katz, lucita y sanmartino que plantea que hay que «construir en la diversidad» con el peronismo de izquierda, el chavismo, el ecologismo, etc. O sea nos propone utilizar la plataforma del fit para resucitar a la centroizquierda que fracasó en construir una alternativa. Por otro lado una postura sectaria que plantea que deberiamos haber usado la campaña para «‘hacer propaganda» desconociendo que el proceso de ruptura con el reformismo no es absoluto y tomar la campaña con ese contenido solo hubiera servido para «engrosar las filas» de los aparatos trotskistas, pero no hubiera ampliado nuestra influencia al nivel que exige la vacancia de representación que se abría, regalando en bandeja estos sectores a alternativas con programa burgués como patria libre, camino popular, podemos, etc. En ese sentido resulta operativa la diferencia que tempranamente estableció plejanov entre agitación (pocas ideas para mucha gente) que hicimos en spots, carteles y volantes y propaganda (muchas ideas para poca gente) que hicimos en periódicos, revistas, cursos, etc.

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    uritsky

    18/11/2013 at 13:17

    • El problema es que no necesariamente la lucha contra la trata de personas, o la precarización, lleva a adherir a un programa socialista (o anticapitalista). El mismo caso de la Alameda lo demuestra.

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      rolandoastarita

      18/11/2013 at 23:15

    • Compañero Uritski. Dado que usted manifiesta su postura no como ‘línea’ partidaria, sino reflexión personal me gustaría hacerle algún comentario colateral. ¿Que piensa de la posición de Lenin acerca del municipalismo -expuse la cita correspondiente-? ¿Es correcto el enfoque o el viejo ya ‘estaba mal’ entonces , o lo que dice ya está fuera de órbita puesto que no podía imaginar los problemas nuevos que plantea la táctica concreta en el siglo XXI? Administrar un municipio. Lejos estaría de un soviet, pero podría servir en la medida en que no se lo tome como una dependencia del partido y se abra a la voluntad de la vanguardia autoorganizada. Sí, como en la ANT o como en Sasetru. ¿No le parece más bien una expresión de deseos considerando los antecedentes de regimentación burocrática de la vanguardia aplicados como método por connotadas organizaciones trotskistas? No tendería forzosamente, en cambio, a comportarse como una administración reformista ordinaria, a lo sumo menos corrupta y con un vuelco en las prácticas clientelares? Sobre las posturas acerca de la campaña del FIT. Usted critica el propósito de construir una variable ‘radical’ de la centroizquierda, sugerida por reformistas que ven en el crecimiento electoral la única alternativa realista. Bien. Pero no le parece que, más allá de las intenciones, la campaña operó en ese sentido? Por otra parte, la crítica al ‘sectarismo’ no se comprende en la medida que no se apele a una teoría de rodeo. O sea: Una campaña ‘propagandística’ solo habría servido para engrosar las filas trotskistas (¡) (Algo de lo que usted, compañero, se queja -la influencia electoral crece diez veces más que la orgánica-) regalando la vacancia de representación a alternativas de programa burgués. En consecuencia, hay que hacer una campaña burguesa o proletaria -según como se le quiera llamar- tipo ‘La izquierda tiene que estar y otras yerbas’ compatible con los prejuicios burgueses de estos sectores para lograr la ‘contención’ electoral y de ese modo ligar -superar pisos electorales, conseguir alguna banca etc.- En resumen: Una agitación burguesa, que luego, algún día se convertirá en influencia orgánica, mediante una propaganda proletaria y la experiencia legislativa y en un futuro tal vez ejecutiva. Adonde quedó lo de Lenin acerca de que consideramos a las elecciones un ‘recuento globular’ (censo de cuantos rojos hay en una sociedad, por medio de un programa rojo). Por ahí también eso forma parte de las cosas anticuadas y no acordes con las nuevas tácticas ‘concretas’ efectivas y superadoras. En fin. No pretendo con esto disuadirlo de su convicción de que todo este experimento pueda servir en algún grado a la conquista de los sindicatos, que, ulteriormente se convertirán en soviets. Pero eso ya es otra historia.
      Saludos

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      AP

      19/11/2013 at 17:25

  24. Donde puse desmovilizacion quise poner desmoralizacion, je

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    uritsky

    18/11/2013 at 13:22

    • La elección del FIT fue muy importante sin dudas. Creo que la mejor en la historia de la democracia burguesa argentina en cantidad de votos y lugares en parlamentos y concejos logrados. Es sin dudas una noticia alentadora para las fuerzas revolucionarias que permitirá amplificar las reivindicaciones y demandas de los asalariados, llegar mejor a la opinión publica, hacer oír con mayor fuerza nuestros reclamos e intentar desenmascar a los dirigentes de los patrones cada vez que se pueda. Pero ud Uritsky me parece que se pasa de castaño oscuro cuando afirma que el millón y medio de votos que fueron para la izquierda dan cuenta “de un proceso de descomposición de las mediaciones políticas que justamente buscaban ‘humanizar al capitalismo’, (…)” Es decir… personalmente veo como mediación política que “busca humanizar al capitalismo” a una “pequeña porción del electorado, algo así como el 93%, chirolas mas chirolas menos, que siguió optando por variantes patronales. Incluyo aquí a la centro izquierda que ud. nombra, al radicalismo, al PS, al kirchnerismo, al frente renovador, a la centro derecha, etc, etc.
      Por otra parte estuve bastante de acuerdo con la campaña que hizo el FIT, pero creo que vimos campañas distintas compañero. En mi opinión la campaña realizada por el frente fue centralmente alrededor de un programa de reivindicaciones mínimas muy sentidas por los asalariados. Por aumento de salarios, de denuncia contra los ritmos de trabajo agobiantes y sin descanso, contra los dirigentes sindicales que no defienden nuestros intereses, contra el ajuste y el flagelo de la inflación, para que los diputados ganen igual que una maestra, contra la trata de blanca y el gatillo fácil, para que halla una voz de los trabajadores en el congreso, etc. En los periódicos admito quizás una mayor explicación alrededor de estos puntos permitido por el formato mismo, pero no me atrevería a afirmar que fue una campaña orientada por la agitación o la propaganda contra el capital. No hubo eje en las llamadas “consignas transicionales” del programa de transición. Los candidatos en los medios nombraron muy poco la palabra socialismo e inclusive cuando algún periodista preguntaba sobre el significado de “esa palabrita” las respuestas en general eran bastante evasivas. (“Somos zurdos, pero no comemos vidrio eh?”)
      Resumiendo, considero que el programa de la campaña del frente fue correcto porque se aglutino al rededor de un programa mínimo de reivindicaciones centrales en este momento para los trabajadores. Un programa reformista, para llevar adelante dentro de los marcos del capital, pero desde la perspectiva de los intereses de la clase obrera. Claro parece que ud piensa que dentro del capitalismo ninguna de estas cosas pueden lograrse y que por eso en el fondo y mediante un rodeo, la campaña fue anti capitalista. Pero si es así porque no decirle entonces la verdad a la gente, porque no decirles que no se puede lograr mejores condiciones de trabajo, mejores salarios o viviendas bajo el capitalismo. ¿La campaña seria vista quizás como mas demencial que si mandamos a un compañero a decir “La salida es el socialismo y punto”?
      Es llamativo Uritsky, pero junto con decir que fue la mejor campaña de la izquierda de la historia, yo agregaría que fue la campaña menos troskysta del propio trotskismo… pero no nos lamentemos. Aunque sea por la vía de los hechos vamos encaminando el rumbo.

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      arístides

      18/11/2013 at 18:08

    • De la intervención de Arístides, me interesó lo que sigue: «…Ud. piensa que dentro del capitalismo ninguna de estas cosas pueden lograrse y que por eso en el fondo y mediante un rodeo, la campaña fue anti capitalista. Pero si es así porque no decirle entonces la verdad a la gente, porque no decirles que no se puede lograr mejores condiciones de trabajo, mejores salarios o viviendas bajo el capitalismo. ¿La campaña seria vista quizás como mas demencial que si mandamos a un compañero a decir “La salida es el socialismo y punto”?»

      No sucedió con la mayor frecuencia durante la campaña electoral pero, lejos de ocultarlo, los candidatos del FIT afirman que cualquiera de los grandes reclamos que levantan -y con más razón la suma de todos ellos- difícilmente se obtengan y seguramente no se consolidarán sin el establecimiento de un gobierno de trabajadores (no del «socialismo», palabra inadecuada y que sólo traería confusión).

      Cierto es que tampoco los dirigentes del FIT prejuzgan -¡y hacen bien!- que ninguna de las conquistas reclamadas por ellos pueda ser más o menos parcial o transitoriamente obtenida dentro del marco del régimen social capitalista, bajo la presión de una decidida movilización de las masas. (En relación con esto, una pregunta que me hago es por qué Astarita en su nota, cuando habla del recurso a la movilización obrera o popular, no menciona algunas medidas expresamente mencionadas por los dirigentes del FIT, como las ocupaciones de empresas -por ej, de toda aquella que despida o cierre-, o la apertura de los libros de las empresas capitalistas -y de los que dan cuenta de la ejecución de los presupuestos públicos, etc.- y su revisión por parte de los trabajadores).

      Ahora bien: Que sólo con la revolución socialista pueden los trabajadores superar la miseria que les impone el capitalismo, es algo que el trabajador puede creer o no creer. Un factor decisivo para creer una cosa u otra, más que la insistencia propagandística, es la experiencia consumada. Limitarse a propagandizar la idea de que sólo mediante la revolución socialista será posible terminar con las lacras y la miseria que genera el capitalismo, ante todo sería visto por el gran público como una convocatoria a la parálisis (es decir, como lo que es: palabrerío propagandístico hueco). Esta idea sólo será admitida por las amplias masas en la medida en que se empeñen prácticamente, acompañadas por la izquierda, en el intento activo y organizado de liquidar, precisamente, las lacras y las miserias que el capitalismo genera y, en el curso de ese proceso, constanten abiertamente la solidaridad interna del sistema de explotación como un todo.

      Entiendo que esta viene siendo la táctica empleada por el FIT, y no sólo en el terreno electoral.

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      Vico

      18/11/2013 at 19:56

    • Vico expresa muy bien la táctica trotskista en el siguiente pasaje: «Limitarse a propagandizar la idea de que sólo mediante la revolución socialista será posible terminar con las lacras y la miseria que genera el capitalismo, ante todo sería visto por el gran público como una convocatoria a la parálisis (es decir, como lo que es: palabrerío propagandístico hueco). Esta idea sólo será admitida por las amplias masas en la medida en que se empeñen prácticamente, acompañadas por la izquierda, en el intento activo y organizado de liquidar, precisamente, las lacras y las miserias que el capitalismo genera y, en el curso de ese proceso, constanten abiertamente la solidaridad interna del sistema de explotación como un todo».
      Es la idea de Trotsky cuando discute con sus partidarios de EEUU cómo instrumentar el Programa de Transición. Aunque no es lo que sucede en una campaña electoral. En una campaña electoral la gente escucha propuestas y decide su voto. No hay posibiĺidad de que «se empeñen prácticamente… en el intento activo y organizado de liquidar… las lacras y miserias del capitalismo… y en el curso de ese proceso, constaten abiertamente» la solidaridad interna del sistema de explotación como un todo. En una campaña electoral hay «mucho palabrerío» para convencer a la gente a favor de determinado voto.
      Por otra parte, he criticado el método del PT hace ya años; hasta ahora no ha habido ninguna experiencia exitosa de ese supuesto «proceso transicional»; ni en Argentina, ni en ninguna otra parte del mundo. Se trata de un esquema abstracto que, hasta el momento, no ha tenido el menor éxito.

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      rolandoastarita

      18/11/2013 at 23:08

    • No sea chabacano, Astarita. Claro que poner un sobre en la urna no es en sí mismoempeñarse práctica y activamente en una lucha. Pero después del voto viene todo lo demás (¡para no mencionar todo lo que hubo antes!).
      Los salteños que votaron tan masivamente a la izquierda no se engañan, y después de más de una década de experiencia parlamentaria y extraparlamentaria con al PO, saben que votarlo es votar lucha, y no simplemente promover debates parlamentarios más bellos y elevados que los actuales.
      Si usted no lo sabía, se lo cuento ahora: López, el electo diputado nacional por Salta, supo abandonar la sala de sesiones del parlamento provincial (cuando era legislador provincial) para unirse a movilizaciones populares, lo que dio lugar a que intentaran desaforarlo (para no hablar de las veces que, cagándose en sus fueros, la policía lo apaleó y hasta lo arrestó en el curso de movilizaciones populares, por ejemplo contra aumentos de tarifas o por temas de vivienda).

      En una escala más modesta, tenemos en la Capital el ejemplo del propio Altamira cuando fue legislador porteño. Aunque en soledad, no se limitó al debate parlamentario (ni a la sola propaganda o la denuncia) sino que apeló a la movilización y la impulsó para imponer sus proyectos de ley, como el de las 6 horas para los trabajadores del subte. Todavía me acuerdo de cómo, en la puerta misma de la legislatura porteña, apareció de repente un matón que le quitó el bastón a un policía y le rompió el cráneo al metrodelegado Charlie Pérez. Pero el proyecto de las seis horas triunfó, y a la mierda con le veto del ejecutivo.
      Otro ejemplo podría ser el de la expropiación de las fábricas ocupadas (caso en el que no fue posible imponer el proyecto de la izquierda, precisamente por las limitaciones que experimentaba la capacidad de lucha de los propios trabajadores de esas fábricas, por más propaganda y advertencias que la izquierda haya dedicado a esos trabajadores). En aquel momento, las limitaciones de la acción parlamentaria de la izquierda fueron ni más ni menos que las de la propia movilización obrera y popular, que venía refluyendo (y, de hecho, Altamira no pudo ser reelecto y la mayor parte de las fábricas ocupadas fue cooptada por elementos afines al kirchnerismo, etc.).

      Un comentario aparte me merece la lamentable intervención de Gerardo Daniel sobre la convocatoria -que menciona Altamira- a un congreso de trabajadores y vecinos pobres de Orán. Evidentemente a este individuo se le escapa, probablemente por no haber asistido a ninguno, que duraderas y combativas movilizaciones obreras y populares nacieron de congresos de trabajadores y vecinos pobres, empezando por las asambleas piqueteras de los últimos años ’90. Encuentro realmente irritante la manera despreciativa en que G.D. se dirige o se refiere a tantos y tantos trabajadores que entregaron y entregan sus energías y hasta su vida a la militancia política y/o a la lucha social. No logro entender cómo alguien que se siente de izquierda puede leer los comentarios de una persona como él sin rechinar los dientes.

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      Vico

      18/11/2013 at 23:55

    • No es una cuestión de buen o mal gusto (significado al que hace referencia la palabra «chabacano»), sino de diferencias políticas. Por supuesto, un candidato de la izquierda radicalizada siempre habla de la necesidad de movilizarse. También lo hacía el MAS en los 90, cuando conseguía votaciones relativamente importantes. Lo que planteo es que el voto por el FIT (como antes el voto por el MAS) no demuestra que la táctica de «demostrar prácticamente» la necesidad del socialismo, a través de la agitación e instrumentación de consignas transicionales, sea correcta o dé resultados. En ningún lado sucedió que las masas trabajadoras se hayan movilizado por «la apertura de los libros comerciales», por ejemplo, y a partir de la lucha por esa consigna hayan avanzado a otra superior, y así hasta llegar al cuestionamiento del Estado capitalista. No ocurre en Argentina, ni ocurrió en ningún lugar del mundo. ¿Por qué no ocurre ni ocurrió? Porque es sencillamente un disparate; las movilizaciones no ocurren según ese esquema.
      Por supuesto, combinando las denuncias parlamentarias con las movilizaciones es posible obtener algunas reivindicaciones elementales, como sucedió con las 6 horas en subterráneos. Pero esto es aplicable a cualquier lucha reivindicativa, vehiculizada o apoyada por algún grupo de izquierda. No hay nada específicamente trotskista en ello. Aunque también demuestra que en los marcos del sistema capitalista se pueden conseguir algunas reformas o mejoras.
      Con respecto a las empresas recuperadas, no tienen nada que ver con el control obrero, tal como lo concebía el Programa de Transición (ver aquí acerca de esas experiencias).
      Por último, es claro que el enfoque que defiendo en la nota es muy distinto del que defienden las organizaciones del FIT. Repito, no se trata de «buen o mal gusto», sino de las diferencias políticas (creo que también ideológicas) que tengo con el trotskismo.

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      rolandoastarita

      19/11/2013 at 09:26

    • Es curioso. Aunque creo que ya lo discutimos antes, la manera en que según usted las cosas no pueden funcionar y jamás han funcionado, desde mi punto de vista es la única manera en que pueden funcionar y han funcionado. Para ir a lo clásico, la revolución rusa se hizo posible gracias al desarrollo de reclamos tan elementales como los de paz, pan y tierra, y no precisamente demostrando a priori que sin el socialismo no se obtendrían la paz, ni el pan, ni la tierra. A esta constatación las masas llegaron en la práctica, acompañados por la vanguardia revolucionaria a lo largo de todos los pasos intermedios (en lo que hace a la evolución de su conciencia política, quiero decir), desarrollándolos, profundizándolos, etc. Es una idealización (y además estéril) presumir que las masas podrían hacer la revolución en nombre de la revolución misma. En lo que a mí respecta, creo haber expuesto claramente mi punto de vista y siento que no hay mucho más que discutir. Así que le agradezco la oportunidad.

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      Vico

      19/11/2013 at 10:17

    • Sí, es curiosa la manera de discutir de ustedes. Ponen como ejemplo de aplicación de la táctica transicional una revolución que no fue dirigida por un partido que tuviera como eje la táctica transicional. Y a partir de que todo el movimiento trotskista decidió aplicar la táctica transicional, ya no puede mostrar un solo ejemplo de éxito de la táctica transicional. En mi Crítica del Programa de Transición he demostrado que la estrategia del partido bolchevique, sintetizada en las Tesis de Abril, y en los escritos de Lenin, de 1917, no tienen nada que ver con la táctica del Programa de Transición. Hasta se da el caso que en vísperas de la toma del poder, Lenin se opone a suprimir la división entre programa máximo y mínimo. Tampoco es casual que la Tercera Internacional, en tiempos de Lenin, se haya negado a establecer una táctica basada en consignas transicionales, como forma de avanzar en la conciencia de las masas. Esto, a pesar de que se conocía la existencia de esa táctica (después de todo, ya la habían discutido Marx y Engels), y a pesar de que se estaba en una situación de mucha efervescencia revolucionaria en varios países.

      Por supuesto, criticar la táctica del programa transicional no es sinónimo de afirmar que la experiencia y la práctica no son esenciales para que las masas trabajadoras lleguen a conclusiones revolucionarias. Es una tontería atribuirme la idea de que las masas trabajadoras podrán hacer una revolución «en nombre de la revolución misma». Es cierto que no hay mucho que discutir, pero tengamos en claro dónde están las diferencias.

      Por último, repito: desde 1938 (año en que se redacta el PT) hasta la fecha, no ha habido una sola experiencia que haya mostrado la viabilidad de la táctica aconsejada por Trotsky (muy bien resumida en sus conversaciones con la dirección del SWP de EEUU). Son 75 años, intentándolo de todas las maneras posibles, en cantidad de países, a través de infinidad de grupos (cada uno de los cuales cree tener «la» interpretación de cómo aplicarla). Ya lo he planteado muchas veces y, por supuesto, nunca me han podido responder.

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      rolandoastarita

      19/11/2013 at 10:33

    • Bueno, yo hablé de cómo sucedieron las cosas (en los casos en que sucedieron). Otra cuestión es qué expresiones concientes hubo del modo en que sucedieron, en el momento mismo en que las cosas estaban sucediendo. En mi opinión, que Lenin no haya planteado oportunamente una táctica transicional es lo que explica su salto abrupto, que dejó pasmada a toda la vieja guardia bolchevique, desde la dictadura democrática de obreros y campesinos (o mejor, de campesinos y obreros) hasta el gobierno de los soviets (la dictadura del proletariado).

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      Vico

      19/11/2013 at 11:07

    • Pero el giro hacia la consigna de Todo el poder a los soviets, de marzo-abril de 1917, no es sinónimo de adopción de la táctica transicional. Lo que es específico de la táctica transicional NO aparece en la política de los bolcheviques en 1917. Más aún, tácticas que Trotsky presenta como aplicadas por los bolcheviques, son RECHAZADAS por Lenin. Un ejemplo: la táctica de exigencia de renuncia de los ministros burgueses, cuando la crisis de Miliukov. Algo similar puedo decir con respecto a la táctica leninista frente a la Primera Guerra mundial. Ni por asomo se le ocurre plantear consignas «transicionales» para enfrentar la guerra (al estilo del «control obrero del ejército», como haría luego Trotsky).
      Pero al margen de esta cuestión histórica, permanece lo que he afirmado: pasaron 75 años desde que se lanzó el PT. Según Trotsky, la táctica transicional permitiría establecer un puente hacia las masas. Insisto, ¿dónde tuvo éxito semejante política? ¿Qué experiencia se puede dar al respecto?

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      rolandoastarita

      19/11/2013 at 11:42

    • Usted parace plantear las cosas como si como si la revolución rusa hubiera sido un proceso histórico-social acotado al lapso entre abril y octubre de 1917, o como si el partido bolchevique recién hubiera intervenido con una táctica definida en abril de 1917 (ya que, según usted, la táctica de dicho partido estaría representada por las «Tesis de abril» que, como señalé, cuando Lenin las formuló no fueron bien recibidas por la inmensa mayoría de la dirigencia bolchevique).
      La realidad es que antes de eso el partido bolchevique sostuvo, y por mucho tiempo, un planteo tirando a jacobino, de establecer revolucionariamente un régimen democrático-plebeyo de contenido no socialista sino, por decirlo de alguna manera, republicano-popular, progresivo socialmente, una democracia radical, etc. Este partido, con este programa y esta táctica, fue el que educó y movilizó a las masas obreras y populares de Rusia durante los largos años que preceden a la revolución de febrero, revolución que -¿cómo ignorarlo?- tuvo lugar antes de que Lenin escribiera sus «Tesis de abril» (que vinieron a rectificar las limitaciones de la anterior táctica y estrategia bolcheviques, pero no estuvieron detrás de los profundos, extensos y decisivos procesos previos a la revolución de octubre).
      Así, usted termina convirtiendo la discusión en un asunto de papeles, que no sé para quién podría ser interesante.
      En cuanto a lo de la expulsión de los diez ministros capitalistas, no estoy de acuerdo con su estimación sobre la posición de Lenin al respecto. Honestamente, creo que usted no cuenta con evidencia historiográfica a su favor. Lo esencial de su argumento consiste en la constatación de que no existen textos de Lenin blandiendo esta consigna (ni tantas otras, agregaría yo) pero parece evidente que si Lenin hubiera tenido algo en contra lo habría manifestado (no era de morderse la lengua el hombre) y, por otra parte, Lenin expresó públicamente su satisfacción con la inmensa movilización obrera que se hizo a favor de esa consigna (entre otras). Tampoco cabe suponer que, estando Lenin en Rusia, Pravda hubiera publicado una convocatoria con esa consigna (y menos aún que hubiera vuelto a hacerlo tras la suspensión de la primera convocatoria, por presión de los mencheviques) si esa postura fuera contraria a la de Lenin. En todo caso, no me siento inclinado a llevar adelante una discusión tan alambicada, sobre la letra chica de documentos perdidos escritos con tinta invisible.

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      Vico

      19/11/2013 at 12:17

    • Vico, su argumentación se cae por los cuatro costados. Primero, afirmar que la táctica para el período posterior a la revolución de febrero se estableció en «Cartas desde Lejos» y las «Tesis de abril» no significa afirmar que antes de eso la fracción bolchevique no tuviera tácticas.
      Segundo, lo que afirmé es que la táctica de establecida en las Tesis de abril no es de tipo transicional. Esta afirmación no se desmiente diciendo «pero antes de 1917 los bolcheviques tenían tácticas».
      Tercero, el programa del partido antes de 1917 tampoco tenía nada que ver con un programa de consignas transicionales. Ni a Trotsky se le ocurrió siquiera insinuar algo así.
      Cuarto, es claro que ante la Primera Guerra a Lenin jamás se le ocurrió ni siquiera algo parecido al programa «transicional» militar de Trotsky ante la Segunda Guerra. Otra prueba más de que la táctica del PT no era tenida en cuenta por los bolcheviques.
      Quinto, la posición de Lenin con respecto a la exigencia de expulsión de ministros capitalistas es clara: se opuso, como lo he demostrado con citas en mi crítica del PT. Esto es, no solo no existen textos de Lenin a favor de esa consignas, sino que existen textos EN CONTRA de esa consigna. Lenin explica (y estoy de acuerdo) que exigir la renuncia de ministros capitalistas no lleva a ningún lado.
      Sexto, el pensar que una consigna no podía agitarse porque Lenin estaba en desacuerdo es propio del que está acostumbrado al monolitismo de algunos partidos de izquierda. El hecho es que Lenin se opuso a la consigna, y el hecho es que Trotsky dice que los trabajadores bolcheviques desfilaron con pancartas en que reclamaban la renuncia de los ministros burgueses.
      Por último, usted dice que estoy convirtiendo la discusión «en un asunto de papeles». ¿Discutir sobre las tradiciones teóricas y políticas es un «asunto de papeles»? ¿Es un «asunto de papeles» volver sobre las críticas del marxismo clásico a la táctica transicional («a lo Heinzen o Trotsky»)? ¿Es un «asunto de papeles» entender que la táctica política bolchevique no tuvo nada que ver con la táctica transicional del PT? Pero además, y fundamental: ¿es un «asunto de papeles» preguntar dónde, en los 75 años transcurridos desde que Trotsky plasmara la táctica transicional en el PT, la misma tuvo éxito? ¿En qué país, en qué circunstancia? Después de todo, parece que es bastante más fácil «demostrar» lo acertado de la táctica transicional en el papel, que en la práctica. Si no quiere que ésta sea una «discusión sobre papeles», ¿por qué no responde esta pregunta tan sencilla? ¿Dónde tuvo éxito la aplicación de la táctica transicional? ¿Dónde los obreros comenzaron exigiendo una demanda «sencilla», como la apertura de los libros comerciales, y de ahí avanzaron «en escalera transicional»? ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿O son preguntas demasiado «especulativas» para su gusto?

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      rolandoastarita

      19/11/2013 at 13:14

    • A ver si de dos afirmaciones unilaterales podemos sacar un planteamiento más rico.
      Dice usted: “…lo que afirmé es que la táctica de establecida en las Tesis de abril no es de tipo transicional.” Y, luego: “…el programa del partido antes de 1917 tampoco tenía nada que ver con un programa de consignas transicionales.”

      Yo había mencionado que Lenin no formuló oportunamente una táctica de consignas transicionales y, precisamente por eso, el tránsito debió realizarlo mediante un salto abrupto, de un conjunto de consignas jacobino-burgués a otro socialista-proletario. Ese salto no sólo puso al partido bolchevique al borde de una ruptura, sino que fue acompañado por la incorporación al partido bolchevique de otras organizaciones revolucionarias como la de Trotski, a quien los bolcheviques habían sido sostenidamente hostiles.

      Por lo demás, es lógico que después de febrero no menundearan consignas funcionalmente transicionales (aunque la expulsión de los ministros sí lo era, pero acompañaba a otras consignas francamente socialistas), ya que una vez derrocado el zar, desactivada la capacidad represiva del ejército y la policía, implantados los consejos obreros y armadas las masas, no parece que faltara mucho recorrido para que la conciencia política de las masas transitara. La mayor parte del tránsito había sido realizada en ausencia de consignas transicionales, bajo la cobertura de consignas jacobino-burguesas en el caso del ala más radicalizada de las masas. Precisamente esto era el potencial freno para el rpoceso revolucionario: la falta de transición entre las consignas bajo las cuales se había educado el proletariado y las únicas consignas que podían culminar el trayecto. Se trataba de ponerle la cereza a la torta ya cocinada.

      Esta manera de ver las cosas es consistente las condiciones (comparativamente atrasadas) de maduración política de las masas, en que Trotski lanzó su PT. ¡No hay gran necesidad de un programa transicional cuando ya ha madurado suficientemente una situación revolucionaria! Esto es algo que usted y algunos de los foristas que frecuentan este blog no consiguen entender de ninguna manera.

      Insiste usted en preguntarme dónde tuvo éxito la táctica de consignas transicionales. Ya contesté esa pregunta: La táctica de consignas transicionales atiende a la dinámica de muchos procesos revolucionarios que tuvieron lugar en la historia, el ruso en primer lugar. Esta táctica quiere ser la expresión conciente de esta dinámica. Que no sea expresamente asumida, simplemente hace las cosas más difíciles y confusas, y obliga a bruscos cambios no sólo tácticos sino también programáticos (como fue el caso de Lenin). Pero el partido revolucionario es la expresión conciente de la dinámica que impulsa los procesos históricos, y tiene la obligación de formular lo más claramente posible la táctica y la estrategia más acordes a esa dinámica y minimizar los dolores del parto.

      En cuanto a las citas de Lenin a las que usted alude, atañen a la expulsión de un ministro aislado, no a la expulsión de todos los ministros capitalistas para que gobiernen los socialistas exclusivamente (lo que equivalía a ponerlos a prueba ante la conciencia escrutadora de las masas obreras que los apoyaban porque los tomaban como los socialistas que decían ser). Que una cuestión es idéntica a la otra no pasa de ser una apreciación suya.

      En fin, por mi parte los términos del debate están suficientemente claros. Pido disculpas si me extendí excesivamente.

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      Vico

      19/11/2013 at 13:57

    • Een primer lugar, el giro de Lenin en 1917 no se debió a que antes de 1917 no hubiera aplicado una táctica transicional, sino a que antes de febrero de 1917 planteaba una estrategia de revolución por etapas.

      En segundo lugar, usted mismo reconoce que las masas en Rusia llegaron a una situación revolucionaria sin que el partido socialista (o su fracción bolchevique) haya agitado demandas en sentido transicional. Esto es, en el único lugar en que hubo una revolución triunfante, la táctica transicional brilló por su ausencia. Además, ahora agrega que en una situación como la de febrero de 1917 no hacía falta la táctica transicional (aunque la mayoría de los trotskistas no coincidirían con usted). De manera que la táctica transicional, según usted, en Rusia no jugó ningún rol. Podemos agregar que tampoco lo jugó en la lucha de la Comuna, en Francia. Ni en los primeros años de la Tercera Internacional; como es sabido, la IC no tuvo un programa transional, ni aplicó esa táctica.

      Ahora bien, se plantea entonces la pregunta: ¿dónde tuvo éxito esta táctica? Esto es lo que no pueden responder los trotskistas. Por eso aquí empiezan con el divague. No tienen manera de decir «en tal lugar, en tal época». Por eso, hay que irse por las ramas, evadir las cuestiones. Lo suyo no escapa a las generales de la ley, aunque reconozco que es original. Según usted, la táctica de las consignas transicionales «atiende» (¿?) «a la dinámica de muchos procesos que tuvieron lugar en la historia, el ruso en primer lugar». ¿Una táctica que solo «atiende»? ¿Que quiere decir esto de «atender»? ¿Acaso que las masas espontáneamente evolucionan según la dinámica «transicional»? Pero esto NO es lo que sucede. Si ocurriera, la agitación transicional hubiera tenido éxito, al menos en algunos procesos sociales y países. El hecho de que no haya una sola experiencia exitosa de agitación transicional (usted mismo ha tenido que reconocer que ni en Rusia se registró), es reveladora de que en el movimiento de masas no anida «en potencia» una dinámica transicional. La realidad es que las masas no salen a luchar por consignas transicionales (esto es, imposibles de aplicar en el capitalismo) y a partir de allí avanzar «en escalera». Por eso, la agitación transicional «no atiende» a ninguna dialéctica objetiva del movimiento de masas. Por eso también, la agitación transicional, realizada en una situación no revolucionaria (esto es, de dominio normal de la burguesía) solo lleva a la confusión y a la desmoralización. Toda esta táctica se trata de pura especulación teórica, comenzada por Heinzen, y continuada luego por Trotsky y los trotskistas.

      Por último, es curiosa la inversión que se produce. Usted afirma que cuando existe una situación revolucionaria, la agitacion transicional no tiene sentido. Y precisamente Marx y Engels pensaban que en la única coyuntura en que la agitación transicional tenía sentido, era en una situación revolucionaria, más precisamente, A PARTIR de la toma del poder por la clase obrera. Personalmente, y por las razones que ya expliqué en otros trabajos, coincido con la posición de Marx y Engels. La agitacion de demandas transicionales (¿a ser aplicadas por quién??) en una situación de dominio normal de la burguesía, solo lleva a la incoherencia y al reformismo (disparatado, para colmo).

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      rolandoastarita

      19/11/2013 at 14:39

    • A una pregunta tan necia (después de todo lo que escribí) como “¿dónde tuvo éxito esta táctica?” (la táctica de consignas tradicionales) podría retrucarse con la pregunta, igualmente necia (y reaccionaria, por cierto): ¿dónde tuvo éxito la revolución socialista? Etc. etc. Si la consecuencia que hubiera que extraer de la respuesta que usted da a la primera, se aplicara a la segunda, lo consecuente para socialistas como usted (digo, de acuerdo a su sistema de razonamiento) sería abandonar ya mismo toda lucha por el socialismo.
      No voy a abundar en lo ya dicho, por intervenir en esta discusión estuve cumpliendo deficientemente algunas de mis obligaciones. Considero que lo necesario no es que yo explique más, sino que usted haga mejores esfuerzos por comprender lo que se le dice.
      Saludos cordiales.

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      Vico

      19/11/2013 at 22:02

    • Por fin un trotskista que admite que la agitación transicional no tuvo éxito en ningún lado. ¡Muy bien! Lo felicito.
      Ahora bien, así como podemos analizar científicamente por qué la revolución socialista no ha triunfado hasta el momento, también podemos analizar por qué la agitación transicional no tuvo éxito en ningún lado. Y podemos, asimismo, comparar la agitación transicional con otras formas de actividad política del socialismo que SI han tenido éxito (por ejemplo, entre fines del siglo XIX y las primeras décadas del siguiente). Podemos también preguntarnos por qué la agitación transicional no tuvo éxito a pesar de que Trotsky pensaba que estaban dadas todas las condiciones para que tuviera éxito (estancamiento crónico de las fuerzas productivas; quiebre de la democracia burguesa; imposibilidad del capitalismo de otorgar alguna mejora seria a las masas; millones de obreros volcándose a la revolución).
      Como podrá advertir, la pregunta, lejos de ser «necia», puede dar lugar a muchas reflexiones. Claro que será así siempre que no se adopte una actitud necia frente a la cuestión planteada.
      Por lo demás, aclaro que no me siento incómodo cuando me preguntan por qué el socialismo hasta ahora no ha triunfado. ¿Por qué debería sentirse incómodo un trotskista cuando le preguntan en qué lugar tuvo éxito la agitación transicional?

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      rolandoastarita

      20/11/2013 at 00:25

    • No puedo extenderme, sólo quiero expresar mi rechazo a su afirmación de que concedí que la táctica transicional no tuvo éxito jamás.
      No en términos de «éxito» o «fracaso» (creo haber mostrado que no son términos idóneos) la táctica de consignas transicionales es acertada en cuanto atiende la dinámica efectiva del desarrollo histórico de la conciencia política de las masas, allí donde se ha dado, como ya señalé en posts anteriores.
      En los términos «exististas» en que usted plantea las cosas, habría que concluir en que el desarrollo de la conciencia política de las masas rusas entre 1895 y abril de 1917 demuestra el «éxito» (el acierto) del programa jacobino o radical-burgués que defendía Lenin antes de sus Tesis de abril.
      Pensando así, lo consecuente sería que, para transitar un desarrollo de la conciencia de las masas equivalente al de los rusos en el período mencionado (un desarrollo que los sitúe a las puertas de la revolución socialista), los socialistas adopten el «exitoso» programa republicano-radical de los bolcheviques antes de las Tesis de abril.
      El error consiste en juzgar que el largo tránsito realizado por la conciencia de los explotados rusos hacia la maduración revolucionaria fue resultado directo, casi mecánico, del programa jacobino de Lenin (su táctica etapista, etc.), y que el desarrollo de la conciencia política de las masas rusas expresaría, en consecuencia, una confimación de su «éxito».
      Sólo agregaré que su defensa de la separación entre programa mínimo y programa máximo expresa un aval al etapismo al que, según usted, se debería el éxito de la revolución de Octubre. Un disparate total, desde mi punto de vista.

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      Vico

      20/11/2013 at 10:36

    • Ya me parecía raro que un trotskista admitiera que la táctica transicional no tuvo éxito en ningún lado. De manera que continúa la pregunta. ¿Dónde tuvo éxito? ¡Qué pregunta tan incómoda! Pero la hago igual: ¿En Rusia entre 1885-1917? Es claro que el socialismo (bolchevique o socialdemócrata) no aplicó la táctica transicional. ¿En Alemania por aquellos años? ¿En 1917 en Rusia? ¿En la Tercera Internacional? Tampoco, todas dan negativo, no se aplicaba. ¿Antes, por Marx y Engels, para popularizar sus ideas revolucionarias? Tampoco, porque incluso la rechazaron explícitamente. Sin embargo, sus ideas se extendieron. Qué raro, ¿no? ¿Cómo fue posible? El trotskista, desorientado, no alcanza a entender el asunto. ¿No se le ocurre preguntarse si no había OTRA forma de hacer política? ¿No se le pasa siquiera por la cabeza pensar que algunas recomendaciones de Engels de cómo hacer política bajo dominio «normal» de la burguesía, no tenían punto que ver con toda esa tontería de Heinzen-Trotsky de la agitación transicional?
      No, no se le ocurre. No es capaz de reflexionar un segundo cómo se explica que durante décadas hubo éxitos en el avance de la conciencia socialista (se convirtió en un fenómeno de masas, y se llegó a la toma del poder durante algún tiempo), sin que en ningún lado ese avance se lograra con tácticas «transicionales», así se tratara de países capitalistas adelantados o atrasados.

      Y después de saltar alegremente este balance, después de no responder siquiera cuál fue la razón teórica que llevó al marxismo a rechazar la aplicación de tácticas transicionales durante décadas, considera «necia» (sic) la pregunta de dónde tuvo éxito la agitación transicional recomendada por Trotsky en 1938, urbi et orbe. Vuelvo a las condiciones del problema. Trotsky pensaba que la agitación transicional abriría el camino hacia las masas dado que: a) el capitalismo estaba en estancamiento crónico a partir de 1914; b) la democracia burguesa se hundía; c) la burguesía no podía conceder ninguna mejora seria, ni económica ni democrática; d) millones de trabajadores se volcaban a la revolución (fines de los 30) en todo el mundo. Pasaron 75 años desde entonces. Preguntamos por lo tanto dónde tuvo éxito la táctica. Nos responden con vaguedades y diciendo que la pregunta «es necia». Toda una definición.

      Agrego: es una estupidez (¿o ignorancia? ¿o mala fe polémica?) sostener que la separación entre programa máximo y mínimo es sinónimo de etapismo. Ya respondí esto en la Crítica del PT. Para darle algún ejemplo elemental: Rosa Luxemburgo jamás planteó la estrategia de la revolución por etapas para Alemania, y sin embargo adhería a la división de programa máximo y mínimo. Otro: cuando Lenin adopta el programa de «Todo el poder a los Soviets», mantiene la división entre programa máximo y mínimo. Otro: cuando la IC, bajo conducción de Lenin, plantea que la lucha en Europa estaba planteada por la toma del poder proletario, mantiene la división entre programa máximo y mínimo (¿estaba enterado que la propuesta italiana de reemplazar esta división por un programa transicional fue RECHAZADA en el Cuarto Congreso?). Más en concreto, yo defiendo la división entre programa máximo y mínimo y no defiendo tesis alguna de «revolución democrática» o «revolución nacional» en Argentina.

      En definitiva, hay que tener un poco de seriedad en lo que se argumenta. Pero vuelvo a lo básico: ¿dónde tuvo éxito la táctica de la agitación transicional?

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      rolandoastarita

      20/11/2013 at 11:27

  25. A principios del mes pasado el PO expuso públicamente (y publicitariamente) sus ideas sobre el tema que se viene dicutiendo en este thread. En palabras de Jorge Altamira:
    http://www.altamiraresponde.com.ar/#/ver/intendencia-de-izquierda

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    Vico

    18/11/2013 at 15:29

    • Altamira responde…

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      holograma

      18/11/2013 at 19:03

    • Dejando de lado la discusión del análisis de la estructura social en el NOA, todo lo que dice Altamira se resume en «luche y vote». Primero ganamos el concejo deliberante, después la intendencia, nos vamos extendiendo en la zona y convocamos a un congreso de trabajadores, etc. En ningún momento advierte sobre que este «socialismo municipal» no toca las bases de la dominación burguesa y que puede ser contrarrestado por el poder de la misma burguesía. «Responde» algo más?

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      omar

      18/11/2013 at 22:34

    • ¿En serio? ¿Van a hacer un congreso? Y con eso ya esta, ¿no?
      La contratapa de la Barcelona de esta semana es más seria que este vídeo.

      Saludos

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      Gerardo Daniel

      18/11/2013 at 22:36

    • No conocía esta intervención. Me doy cuenta de que la posición del PO está bastante lejos de lo que planteo en la nota.

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      rolandoastarita

      18/11/2013 at 23:12

  26. Muchas veces coincido con sus analisis, pero en esta oportunidad lamentablemente estamos bastante lejos.

    «Las fuerzas de la burguesía no cambian sus políticas de fondo por alguna manifestación más o menos fuerte, y siempre apuestan al desgaste. »

    ….,si no es la movilizacion ,que le quita concesiones o le hace cambiar el rumbo a la burguesia? Es la lucha de clases,la historia misma

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    Maloperobueno

    18/11/2013 at 21:20

    • Las grandes conquistas de las masas han sido el subproducto de ofensivas revolucionarias (creo recordar que la formulación es de Lenin). Las manifestaciones habituales ponen algún palo en la rueda, pero no detienen los programas de «ajuste» y las ofensivas profundas del capital sobre el trabajo. Tony Negri decía muy bien que el Estado «de bienestar» keynesiano fue un producto de la Revolución Rusa, en última instancia.

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      rolandoastarita

      18/11/2013 at 23:11

  27. Maloperobueno: entiendo que Rolo plantea la cuestión desde la lógica del capital (estructural) y no desde la lucha de clases (voluntarismo).
    Coincido con Arístides que, desde los presupuestos trotskistas, fue una campaña electoral poco trotskista.
    Recomiendo leer la última intervención de AP.

    E insisto: tanto los reformistas (Bernstein) como los revolucionarios (Lenin) entendieron al Estado como un «aparato», un conjunto de instituciones al que se le podía cambiar su contenido de clase gracias a la acción consciente de sus hombres esclarecidos. La realidad fue muy distinta: Lenin hizo lo opuesto a lo planteado en «El Estado y la revolución»: ocupó el Estado zarista con cuadros «administrativos» del zarismo supervisados por cuadros «políticos» bolcheviques, destruyó la independencia y soberanía de los soviets, creó un «Estado burgués sin burguesía» primero y luego de su muerte degeneró en un Estado no obrero. Por el lado del reformismo, Noske y sus socialistas en la democrática república de Weimar asesinó a socialistas radicales (Luxemburg, etc) y creían que paulatinamente, administrando el Estado, se avanzaría al socialismo (en esto siguieron también ciertas indicaciones del último Engels).
    Con lo dicho en el párrafo anterior advierto sobre las consecuencias del pensamiento de Uritsky, María y otros, que sobredimensionan la «lucha de clases» y minimizan el factor estructural del capitalismo. Repito: el Estado no es un aparato que si está gobernado por socialistas nos conducirá al socialismo: el Estado es una relación social capitalista, una estructura de clase capitalista.
    Y remarco: ya hubo experiencias de administración de estados nacionales, regiones del mismo Estado y comarcas/municipios por parte de marxistas y anarquistas: desde los socialistas alemanes de principios de siglo y los bolcheviques rusos, pasando por los poumistas y anarquistas en España 1936-1937 (en el Estado nacional antifascista, en el gobierno regional de Cataluña, en municipios de Cataluña y Aragón, etc), siguiendo con el trotskismo boliviano en 1952, centristas del tipo Nagy en Hungría en 1956, estalinistas como Togliati en Italia en la década de 1950, hasta trotskistas mandelistas en gobiernos municipales brasileños en años recientes…; gobernaron Estados (nacionales, regionales, municipales) no obreros en situaciones no revolucionarias y revolucionarias tanto socialistas reformistas, revolucionarios (leninistas primero, trotskistas después, anarquistas de todo tipo), centristas (poumistas, nagistas, titoístas, etc). Más aún: fueron “revolucionarios” quienes destruyeron los organismos de doble poder, de tipo soviético: Lenin y Trotsky lo hicieron en Rusia, el POUM en España, el lorismo en Bolivia…
    La misma ingenuidad se presenta en la política sindical: se cree que ganando algún sindicato se cambia el contenido del sindicato…
    En fin, si no se supera la visión voluntarista, “luchaclasística”, y no se entiende que las estructuras son inmodificables (por eso hay que destruirlas y serán cambiadas por otras, oportunamente), la historia como farsa seguirá repitiéndose…
    Por eso, los revolucionarios no deben presentarse a cargos ejecutivos bajo ninguna circunstancia por todo lo argumentado.
    Acuerdo con Rolo en que en épocas no revolucionarias hay que propagandizar (permítaseme la cacofónica tautología) el programa máximo y al mismo tiempo desplegar demandas mínimas de coyuntura para hacer frente a la carestía de vida y otras demandas inmediatas.
    Y siempre agitar que sólo destruyendo el Estado se podrá avanzar hacia el socialismo. Cuando se abra la época revolucionaria y se defina la situación revolucionaria por los embates que suscite la lucha de clases abierta entre la burguesía y el proletariado, al Estado hay que oponer la forma “por fin descubierta” (Marx dixit en La comuna de París de 1871) de los “Consejos”.
    Estado vs. Soviet, esa es la cuestión.
    Saludos comunistas,
    Fernando.

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    Fernando

    19/11/2013 at 09:23

    • Compañero Fernando. Hay un conjunto de temas que usted propone que me interesaría debatir personalmente. Con la dispensa del anfitrión de este blog y si es de su interés, le solicitaría si puede publicar algún mail donde contactarse.
      Saludos

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      AP

      19/11/2013 at 16:29

  28. Compañero Fernando. Le agradezco recomiende la lectura de mi última intervención. Sospecho que ha sido leída, pero, por parte de algunos compañeros, sufre el procedimiento habitual de ‘matar con la indiferencia’ especialmente frente a cosas que no encajan con nuestras ilusiones impresionistas. Por otra parte, parece ser que para ser tomado en cuenta es precondición haber llamado a votar al FIT o compartir sus balances exitistas de ocasión.

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    AP

    19/11/2013 at 14:09

  29. Compañero Vico. De su intervención a propósito del comentario de Arístides, me llamó poderosamente la atención este párrafo: ‘No sucedió con la mayor frecuencia durante la campaña electoral pero, lejos de ocultarlo, los candidatos del FIT afirman que cualquiera de los grandes reclamos que levantan -y con más razón la suma de todos ellos- difícilmente se obtengan y seguramente no se consolidarán sin el establecimiento de un gobierno de trabajadores (no del “socialismo”, palabra inadecuada y que sólo traería confusión)’. No sucedió con la mayor frecuencia (Td: sucedió con la menor frecuencia posible) pero, lejos de ocultarlo (De ocultar lo que no es cierto) los candidatos del FIT afirman que cualquiera de los grandes reclamos que levantan – y con más razón la suma de todos ellos-difícilmente se obtengan y seguramente no se consolidarán sin el establecimiento de un gobierno de trabajadores (Vale decir: un gobierno potencialmente surgido de la urnas en una situación de paz social) -pero- no del ‘socialismo, palabra inadecuada que solo traería confusión. Repito: Socialismo. Palabra inadecuada que solo traería confusión. No decía Trotski que un comunista (socialista) que oculta su comunismo a las masas deja de serlo en el acto¡ No dice expresamente el PT: Nuestra meta es el socialismo. Nuestro método: La Revolución Proletaria. Confusión o claridad para el espectro de centroizquierda disidente a cuyo voto se aspira para engordar una influencia electoral tan efímera como volatil y que no representa ningún antecedente inusual en la historia del trotskismo mundial. Compañero Vico. Lo que afirma es indefendible y solo puede ser explicado por el propósito expreso de expurgar la campaña de toda referencia ‘piantavotos’. Ante la pregunta retórica acerca de la marginalidad electoral del PO ¿No se quejaba amargamente Altamira en su texto de culto ‘Estrategia de la Izquierda Argentina’ sobre la ausencia de un ‘electorado cautivo’ imputado al atraso del proletariado argentino? ¿Habrá llegado la hora de alterar esta triste realidad empalmando con una variable de este atraso?

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    AP

    19/11/2013 at 15:40

  30. Estoy de acuerdo con AP y Fernando… lo de salta no se sabe si aun es una victoria; como testeo para saber por medio del voto que parte de la población(las clases sociales) apoya la izquierda si, pero de ahí a ilusionarse con bancas municipales para tiras los principios en el cuarto oscuro, es otra cosa. El estudio de los casos históricos de antaño es sumamente importante para no caer en la ingenuidad de lo «nuevo» . A muchos parece que la contemporaneidad y el presente se los ha tragado-

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    Nacho

    19/11/2013 at 15:51

  31. Señor Rolando, disculpe por comentar algo que no tiene nada que ver con el tema, pero ¿es posible que usted pueda hacer una publicacion acerca del falsacionismo de popper y el marxismo?, tengo curiosidad por saber si Marx o Engels o algun marxista famoso menciono hipotesis o teorias que no son falsables….
    en caso ya haya hecho ese tema (Aca en su web) ¿me puede pasar el link por favor?, GRACIAS!

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    Jason Wierbach

    19/11/2013 at 17:19


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