Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Precio de la soja y mercados financieros (1)

with 19 comments

Rolando Astarita [Blog]  Marxismo & Economía El paro general del juevesEn julio de 2011 el precio de la soja en Chicago rondaba los 590 dólares por tonelada. En agosto de 2012 estaba en 470 dólares; en agosto pasado, en 527, y a principios de octubre, en 470. Estas oscilaciones nos dan la oportunidad de volver a una cuestión que se debatió en el curso del conflicto entre el Gobierno argentino y los empresarios agrarios en 2008, a saber, el rol de los mercados financieros en los precios de los productos primarios. Recordemos que en aquellos días, muchos estudiosos y políticos del progresismo K y no K, y de la izquierda, sostuvieron que el alza del precio de los alimentos, y de las materias primas en general era provocada por el accionar de los capitales especulativos en los mercados de futuros.

Se trata de una idea muy difundida, ya que encaja en la tesis de la “financiarización”, lugar común de los programas reformistas pequeño burgueses del capital. Es que, según el enfoque de la “financiarización”, los males de la economía no se originan en las relaciones de producción capitalistas, sino en el dominio de las finanzas, que habrían tomado el mando desde los inicios de la década de 1980. En particular, los capitales especulativos determinarían entonces, a través de los mercados de derivados, los precios de los productos primarios. Por eso, el alza de los precios de las materias primas desde inicios de los 2000 a 2008, no tendría por causa el aumento de los costos, o la insuficiencia de la producción para responder al aumento de la demanda china, sino la codicia de los especuladores. Lo cual equivale a decir que no existe determinación objetiva de los precios; la ley del valor trabajo habría dejado de tener vigencia. ¿Por qué subieron vertiginosamente los precios de los productos primarios entre 2001 y 2008? Porque los especuladores en los mercados de futuros ganaban jugando al alza. ¿Por qué bajaron en 2009? Porque desde 2008 especularon a la baja. ¿Por qué se recuperaron los precios entre mediados de 2009 y 2011? Porque desde mediados de 2009 decidieron ganar con el alza. ¿Por qué bajó la soja entre 2011 y 2012? Porque los especuladores ahora se enriquecían con la baja. La explicación “teórica” termina reduciéndose al “así lo quisieron los especuladores”. En esta nota -que se divide en dos partes- examino críticamente esta tesis.

La crítica de la ortodoxia neoliberal

Los que defienden la explicación que hace eje en la especulación financiera, piensan que la misma es progresista porque se opone a la apologética neoclásica del mercado, y en particular, a la hipótesis de los mercados eficientes, que dice que los precios de los activos financieros reflejan siempre, de manera rápida y total, la información existente acerca de los fundamentos, de manera que nunca hay títulos sobre o subvalorados. Por ejemplo, si sube el precio de una acción es porque las ganancias, ventas, etcétera, de la empresa han mejorado, y el alza expresa la cuantía de la mejora. Lo mismo sucedería con los derivados, como los futuros o las opciones (Eugene Fama, profesor de la Universidad de Chicago, acaba de recibir el premio Nobel de Economía por elaborar esta estúpida teoría).

La explicación encaja, naturalmente, en la idea más general de que los mercados son asignadores óptimos de recursos, y que el capitalismo anda de maravillas cuando los mercados financieros operan libremente. En este mundo mágico, ni siquiera habría lugar para la especulación, ya que si los precios siempre reflejan los fundamentos, habría unanimidad en el mercado. Los economistas de la heterodoxia (típicamente, los poskeynesianos) piensan entonces que la forma de oponerse a la ortodoxia neoclásica pasa por defender la idea de que los “fundamentos” no tienen ninguna importancia, y que los precios de las mercancías son arbitrariamente establecidos por las maniobras especulativas realizadas en los mercados financieros; en especial, en los mercados de derivados. Desde esta perspectiva, ninguna ley objetiva rige los precios tendenciales. Una idea que es funcional a la tesis que sostiene que los males de la sociedad actual derivan del dominio de una fracción del capital, la financiera, y no de las relaciones de propiedad capitalista, y del mercado. Por eso no es extraño que las corrientes burguesas o pequeño burguesas reformistas adhieran a la tesis de los precios determinados por el “sector malo” del capital, conformado por los desalmados especuladores.

Ley del valor y crítica científica

La postura que defiendo es crítica tanto de la tesis neoclásica de los mercados perfectos, como de la visión heterodoxa de “los precios son arbitrarios porque la especulación es la que decide”. Mi planteo es que la ley del valor trabajo rige los precios tendenciales, aunque éstos se imponen a través de constantes desviaciones, en las cuales la especulación juega un rol. Por eso, los movimientos especulativos pueden profundizar tendencias, aunque no las crean, ya que éstas son establecidas por factores asociados a la producción, en primer lugar, y a las evoluciones de la demanda, en segundo término. Lo cual significa que la ley del valor trabajo impone su regulación a través del movimiento anárquico de los precios. En palabras de Marx: “la ley del valor de las mercancías determina qué parte de todo su tiempo de trabajo disponible puede gastar la sociedad en la producción de cada tipo particular de mercancías. Pero esta tendencia constante de las diversas esferas de la producción a ponerse en equilibrio, sólo se manifiesta como reacción contra la constante abolición del equilibrio” (1999, p. 433, t. 1). Y un poco después agrega que la norma que rige la división del trabajo en la sociedad capitalista se impone “solo a posteriori, como necesidad natural intrínseca, muda, que sólo es perceptible en el cambio barométrico de los precios del mercado y que se impone violentamente a la desordenada arbitrariedad de los productores de mercancías” (ídem). Aquí “natural” debe interpretarse en el sentido de objetividad social.

En esencia, estamos en presencia de una ley reguladora -en el mercado se comparan tiempos de trabajo sociales empleados en la producción- que opera a través de constantes desequilibrios y desajustes. Es objetiva, ya que se impone por encima de la voluntad de los seres humanos, incluidos los especuladores; éstos no pueden cambiar la naturaleza del problema, en tanto continúen las relaciones de producción vigentes. Por eso, la crítica del enfoque neoclásico del mercado no debiera llevarnos a renunciar a la explicación científica de las tendencias de largo plazo de los precios. Una explicación que implica, al mismo tiempo, el análisis de las contradicciones del capital (terreno que evita la tesis de la financiarización).

Señalo también que, significativamente, un retroceso de los enfoques del equilibrio intertermporal, con respecto a la economía clásica, y también con relación a los Marshall o Walras, fue haber abandonado el análisis de los precios “naturales”, hacia los que tienden los precios de mercado. Es que en los esquemas de los equilibrios múltiples, no hay forma de descubrir tendencias de los precios. En estos esquemas, los precios “naturales”, o los precios de producción, que actúan como centros de gravitación hacia los que tienden los precios de mercado en Smith, Ricardo o Marx, pierden sentido. Pero con esto desaparece la posibilidad de analizar las tendencias objetivas, del mediano o largo plazo, e incluso la posibilidad misma de la ciencia (véase, por ejemplo, Garegnani 2008). Por eso, y paradójicamente, los que sostienen, desde la heterodoxia, que los precios se determinan por el capricho del especulador, terminan coincidiendo con la ortodoxia en la renuncia a la determinación científica de los “centros de gravitación”.

La crítica de Krugman

Con un enfoque más realista que la ortodoxia extrema, Paul Krugman realizó una crítica a la tesis de los precios determinados por la especulación financiera que, en lo esencial, es acertada. Krugman explicó (en artículos publicados por The New York Times) que la actividad especulativa solo hace subir los precios si hay aumento de inventarios. Esto es, cuando los compradores acaparan el producto, con el fin de hacer subir su precio. Por ejemplo, en los años anteriores a 2008, algunos grandes especuladores, como Goldman Sachs, JP Morgan Chase, Morgan Stanley, ofrecían incentivos a los productores de aluminio para que almacenaran el metal, a fin de provocar un aumento artificial de los precios (lo que provocó la queja de compradores, como Coca Cola y otros, ante la Bolsa de Metales de Londres; véase The Wall Street Journal Americas, 22/08/13, La Nación). Lo cual demuestra que la especulación es un fenómeno real, que puede acentuar el alza de los precios; aunque no pueda explicar una tendencia a través de años.

Sin embargo, en lo que respecta al petróleo (la mercancía a la que se refería Krugman), o los alimentos, entre 2003 y 2008 no hubo aumento alguno significativo de los stocks. No hay necesidad de coincidir con el marco teórico de Krugman -la explicación común de que los precios se determinan por las fuerzas de la oferta y la demanda- para aceptar que, en lo referido a la especulación, su argumento es correcto. Si no hay acaparamiento del producto, los precios no tienen por qué subir a causa de los mercados de futuros. Específicamente, en el mercado de granos, parece haber habido un cierto nivel de acaparamiento en EEUU, vinculado a la operatoria con los futuros (la razón la explicamos más abajo), pero no en un grado significativo. Según la FAO, al cierre de las temporadas agrícolas de 2008, las existencias mundiales de cereales habían aumentado solo el 1,5% desde sus ya reducido nivel al comienzo de la temporada, y se encontraba en el nivel más bajo de los últimos 25 años. Pero incluso puede suceder que en un mercado de futuros permanentemente alcista, los acopiadores no puedan hacer ganancias. Para entender por qué, es necesario penetrar en el funcionamiento de los mercados de futuros.

Interludio sobre método

En lo que sigue trataremos de acercarnos, de la forma más clara posible, a la forma de operar del mercado de futuros. En este punto, es necesario superar una cierta resistencia de muchas personas de izquierda a compenetrarse de los aspectos “técnicos” del asunto. Muchas marxistas, por ejemplo, piensan que es suficiente con estudiar “la dialéctica del valor” para tener un conocimiento suficiente de las funciones del dinero, o de la naturaleza del crédito. Pienso que están en un error; incluso reflejan una incomprensión del método dialéctico. Es que “el universal” solo existe a través de los particulares y los singulares, y por lo tanto el primero no se puede comprender cabalmente, si no se comprende la riqueza en determinaciones de los segundos. Para “bajar a tierra” lo que trato de decir, cuando se lee el capítulo de El Capital sobre las funciones del dinero (el tercero del tomo 1), es imprescindible tener una idea de cómo los bancos provinciales, o el Banco de Inglaterra, emitían billetes contra las letras de cambio. Las particularidades de la función del dinero, explicadas por Marx, no se pueden captar si se pasan por alto estas cuestiones; a lo sumo, se puede tener una “idea general” (abstracta, no concreta) del asunto. Marx estudiaba con atención estas cuestiones, como puede advertirse en los borradores que fueron publicados luego de su muerte como tomo 3 de El Capital, o en los Grundrisse. Lamentablemente, este enfoque ha sido dejado de lado en muchos círculos de economistas marxistas. Por eso, es frecuente encontrar gente que habla “en general” de los derivados, o de la especulación financiera, sin saber específicamente de qué está hablando.

Además, no se trata solo de comprender el concepto general a través de la riqueza de las determinaciones particulares, sino también de desnudar el “fetichismo” de las finanzas. El fetichismo de las finanzas consiste en la creencia de que por el simple cambio de papeles en los mercados financieros, es posible acrecentar el valor de los capitales financieros, prescindiendo del trabajo productivo, y de la realización de la plusvalía. Es la idea del capital concebido como un autómata, “como un número que se multiplica por sí solo” (Marx), que subyace a todo tipo de creencias estrambóticas. Por eso también, a los ojos del lego, el banquero parece investido de un poder supranatural, capaz de regular por sí mismo el conjunto del crédito, y con ello el ciclo de negocios; e incluso de poner al mundo de las finanzas por fuera de las contradicciones que afectan a cualquier otra forma de capital. Fantasías que se esfuman cuando la comprensión del universal -la teoría del valor trabajo, de la plusvalía, etcétera- se combina con el estudio de las particularidades y mecanismos específicos de las finanzas. Con esto en vista, en la segunda parte de la nota discutiremos los aspectos específicos de los mercados de futuros de los granos.

Textos citados:
Garegnani, P. (2009): Capital in the Neoclassical Theory. Some Notes, American Economic Association, Anual Meeting Papers 2009.
Marx, K. (1999): El Capital, México, Siglo XXI.

Descargar el documento:
[varios formatos siguiendo el link, opción Archivo/Descargar Como]
«Precio de la soja y mercados financieros (1)«

Written by rolandoastarita

23/10/2013 a 09:35

19 respuestas

Subscribe to comments with RSS.

  1. bravo Rolando.

    Me gusta

    sergio salvatore

    23/10/2013 at 09:48

  2. La realidad objetiva no es el trabajo humano requerido para hacer una mercancía. La realidad objetiva es cuánto quieren pagarle por lo que fabrica. Tratar de vender algo que nadie quiere por el sólo hecho de haber trabajado no tiene nada que ver con la realidad objetiva, es sólo un capricho. No existe tal cosa como el «intercambio justo», ni el «derecho» a decirle a otro cuánto tiene que pagar por una mercancía.

    La teoría del valor objetivo es en realidad la racionalización de un capricho, y es pseudociencia porque la realidad la niega rotundamente. Para que algo sea científico tiene que tener consonancia con la realidad, de lo contrario es sólo un deseo o un capricho. Para que esa teoría sea científica, los intercambios deberían producirse en igualdad de horas de trabajo humano.

    Me gusta

    Guido

    23/10/2013 at 09:49

  3. Estimado Sr. Astarita: estoy leyendo -en el momento- el libro «El neoatraso brasileño» de Francisco de Oliveira, y en la página 146 dice: «..la alta proporción de la deuda externa sobre el PBI muestra que sin éstos préstamos la economía no se mueve…(pág. siguiente)..se llega a la conclusión de que para producir un PBI anual es necesario endeudarse en la misma proporción. De esta manera se reitera la financiarización de la economía.» No sería un ingrediente a lo que Ud. plantea? y también una explicación al acuerdo con Chevron y en el CIADI, la entrega de la cordillera a las megamineras, que todos los puertos y vías navegables sean de las multinacionales, etc., etc.? suyo. Federico Carlos Rangnau

    Me gusta

    Federico Rangnau

    23/10/2013 at 10:38

    • Ya lo expliqué en varias oportunidades. Si la demanda está originada solo en el crédito, no hay posibilidad de sostener la demanda. El crédito no puede generar, por sí mismo, poder de compra nuevo. Por otra parte, los acuerdos de inversión tienen que ver con generar oportunidades de explotación del trabajo (esto es, generación de plusvalía a través de trabajo humano). Este aspecto del asunto es lo que deja de lado el fetichismo de las finanzas. Se piensa que el valor se reproduce en escala creciente especulando en los mercados financieros (y por eso mismo, las operaciones financieras y el crédito generan poder de compra nuevo, y sostienen la demanda).
      Todo este absurdo se presenta como una teoría crítica y de izquierda, cuando en el fondo encierra una confianza en el capitalismo («nacional, industrioso y popular»).

      Me gusta

      rolandoastarita

      23/10/2013 at 11:21

  4. Resulta interesante la contrastación del planteamiento teórico del artículo con los resultados de una investigación de Cambridge donde se muestra que, en los precios de los alimentos, la tendencia de los precios hacia el alza está vinculada con el desplazamiento de la producción primaria destinada a alimento hacia la producción de agrocombustibles, mientras que la influencia del mercado financiero (y la esppeculación) tiene que ver con la volatilidad de los precios. Si bien ese estudio en nada intentaron hacer un abordaje marxista, la teoría basada en el valor-trabajo es capaz de explicar esos resultados.
    Lagi, M., Bar-Yam, Y., Bertrand, K., & Bar-Yam, Y. (2011). The Food Crises: A quantitative model of food prices including. Cambridge: New England Complex Systems Institute.

    Me gusta

    José Luis Magaña

    23/10/2013 at 23:41

  5. Uno se ha quedado ansioso, esperando el final de esta película.
    Aunque ya llevo un par de años, leyendo este blog. Y no por fin, parece ser que la iluminación me va a llegar.
    Por cierto, «la idea del capital concebido como un autómata, “como un número que se multiplica por sí solo” (Marx)…es de los griegos: Platón y Aristóteles entre otros.Y para ellos, la naturaleza del era tan incomprensible como para Marx.

    Me autocito (perdón) «De la metalurgia a la semiurgia»:

    De ahí el nombre en griego del “interés” del capital usurario: “tókos”. Aristóteles describe tal capital usurario y el concepto de interés financiero cuando afirma:

    “Los padres, en este caso, son absolutamente semejantes a los hijos. El interés es dinero producido por el dinero mismo; y de todas las adquisiciones es esta la más contraria a la naturaleza.”

    Esto define la naturaleza del capital gaseoso, o financiero cuyo principio es el “diferencial” o “precio del mismo dinero” bajo el nombre de interés o “tokos”. Es por ello, que esta esencia contra-natural del dinero financiero es llamada propiamente “para-physis” o contraria-a-la-physis. Bajo la mirada de Aristóteles, si el capital-comercial es poco ético, el capital-a-préstamo es un sacrilegio anti-natural.
    Resulta curioso destacar, como este capital-a-préstamo que para los clásicos resulta ser anti-natural, en cambio para los modernos (Marx, en concreto) es denominado en “El Capital”, como “ficticio” y a la vez, monstruoso. Se trata del capital a interés “como forma alienada de la relación capitalista”. Aquí en términos de Marx, el capital a interés es “el dinero que engendra más dinero sin la mediación de la mercancía”: D – D’. Para Marx, que es una conciencia moderna, el Capital a interés ya no es antinatural sino anti-racional (en el sentido hegeliano), por eso dice: “Es la fórmula general y primitiva del capital, condensada de un modo absurdo”. Otras definiciones de este capital anti-racional, por ejemplo: “sin la mediación del proceso de producción y de circulación. El capital se revela aquí como una fuente misteriosa y autóctona de interés, de su propio incremento”.
    Es por tanto, anti-racional, fuente misteriosa, autóctona, absurda, forma carente de contenido, etc.
    Observemos a continuación, como en el fondo Marx el moderno, sigue las pautas de Aristóteles (el antiguo):

    “En el capital a interés aparece, por tanto, en toda su desnudez este fetiche automático del valor que se valoriza a si mismo, del dinero que alumbra dinero, sin que bajo esta forma descubra en lo más mínimo las huellas de su nacimiento.”

    Y Marx insiste en la cuestión, cuando compara los frutos del dinero a préstamo (los intereses financieros del capital gaseoso) con los frutos del peral que tiene la virtud de producir peras.

    Me gusta

    ers

    24/10/2013 at 04:58

  6. Decís que si la demanda «está originada solo en el crédito, no hay posibilidad de sostener la demanda. El crédito no puede generar, por sí mismo, poder de compra nuevo.» Entonces, que el endeudamiento público y privado se haya elevado a extremos históricos en casi todos los países durante el último medio siglo, ¿no ha contribuido a mantener el poder de compra, la demanda agregada? Por supuesto que el poder adquisitivo en un momento dado también depende de otras cosas, en particular de las fluctuaciones de la inversión, o sea, de la dinámica de la acumulación del capital, como lo demuestra que hubo grandes crisis de la economía mundial por ejemplo a mediados de los ochenta, hacia el cambio de siglo y en 2007-2009 en la Gran Depresión. Pero el crédito a corto plazo crea poder adquisitivo. Si un banco le da a un empresario un crédito de 50 millones, ese empresario puede inmediatamente gastar esos millones en comprar maquinaria, terrenos o en pagar salarios. Si el Estado se endeuda y gasta dinero en pagar por construir portaviones o autopistas, eso crea poder adquisitivo. Por supuesto que a largo plazo esas deudas han de pagarse, pero eso es otra cosa, me parece. ¿O te referís a eso cuando decís «no hay posibilidad de sostener la demanda»?
    Saludos.
    PT

    Me gusta

    PT

    25/10/2013 at 09:58

    • Su razonamiento es equivocado. Si el Estado se endeuda, toma dinero de acreedores. Ese dinero es plusvalía acumulada, no se genera del aire; es trabajo humano no pagado. Cuando el Estado paga los intereses del bono, paga con impuestos, que son plusvalía.
      Por supuesto, la discusión no es si en el corto plazo un crédito concedido por un banco no estimula la demanda. Es lo básico de la generación endógena de dinero, en la que insisten los poskeynesianos. Pero si el empresario no emplea ese dinero en generar valor y plusvalía (con los que devuelve el principal y paga los intereses), no hay manera de sostener el circuito. Esto es, el circuito sólo cierra con la valorización de capital.
      Por este motivo, no hay manera de sostener que el capitalismo mundial creció, en los últimos 20 o 30 años, en base a poder de compra generado por crédito. Esta tontería, que repiten hasta el hartazgo muchos marxistas e izquierdistas en general (una idea acorde con la creencia de que el capitalismo está en crisis desde hace por lo menos 4 décadas) no tiene sustento teórico ni empírico. He discutido extensamente esta cuestión en varias notas.

      Me gusta

      rolandoastarita

      25/10/2013 at 10:24

  7. Aprovechando el comentario del profesor, cuando dice «Esto es, el circuito sólo cierra con la valorización de capital.», me viene a la mente la posibilidad de discernir entre dos circuitos:

    – el de la producción/comercialización de bienes producidos a través del trabajo (circuito dialético del capital /trabajo) que podría resumir con el enunciado «valorización-del-capital».
    – el de los bienes no producidos por el trabajo, sino nacidos de otro circuito que es el circuito-no dialéctico o circuito diferencial basado en la «tasa de interés» que es la naturaleza del capital ficiticio. A este circuito, se le llamaría a la inversa «capitalización-del-valor». Refiriéndome a la capitalización bursátil, pero como caso especial de una capitalización fundamental: la de la deuda como título o activo financiero.

    Sírveme pues, este enunciado de Astarita, para diferenciar dos procesos de distintos que pertenecen a dos circuitos disintitos del capital y a dos naturalezas distintas (la dialéctica de la diferencia por un lado y la no-dialéctica o diferencial):
    Logos A) Valorización-del-capital por diferencia exteriorizada para con el trabajo
    Logos B) Capitalización-del-valor por diferencial interiorizado en el seno del propio capital ficticio.

    Es simplemente, Marx.

    Lo que me inquieta, intriga y fascina a la vez es como Astarita afirma con tanta rotundidad algo tan ilógico como que: «Estado se endeuda, toma dinero de acreedores. Ese dinero es plusvalía acumulada, no se genera del aire».

    Saludos

    Me gusta

    ers

    26/10/2013 at 09:38

  8. Muy ilustrativo el articulo profesor, muchas gracias por seguir educando. Una pregunta, he leído a los economistas Austriacos, los cuales tienen un solida teoría subjetiva del valor, ha escrito usted profesor alguna critica a la teoría austriaca? muchas gracias profesor.

    Me gusta

    Alfonso

    26/10/2013 at 19:56

    • En varias notas hay críticas a la teoría subjetiva del valor. Por otra parte, en esta nota presento la crítica a la teoría del capital de Bohm Bawerk.

      Me gusta

      rolandoastarita

      26/10/2013 at 22:34

  9. No me hables de usted, Rolo. Decís que mi razonamiento es equivocado porque si el Estado se endeuda, toma dinero de acreedores y ese dinero es plusvalía acumulada, no se genera del aire; es trabajo humano no pagado. No lo niego. Añadís que cuando el Estado paga los intereses del bono, paga con impuestos, que son plusvalía y que «por supuesto, la discusión no es si en el corto plazo un crédito concedido por un banco no estimula la demanda». Pero lo que yo estoy discutiendo es precisamente el corto plazo. ¿Cómo se mantuvo la economía de EEUU entre 1939 y 1945 si no a base de aumento de la deuda pública? Por supuesto que hubo también restricción del consumo, pero el aspecto fundamental fue, creo, el mantenimiento de demanda a base de un endeudamiento descomunal del Estado. Producir tanques y bombas no genera plusvalía.
    Yo no digo que el capitalismo mundial creció en los últimos 20 o 30 años, en base a poder de compra generado por crédito, ni tampoco creo que el capitalismo esté en crisis desde hace 4 décadas. Pero sí creo que a corto plazo el endeudamiento público y privado contribuye a aumentar la demanda. Si A = B + C, tanto el aumento de B como el de C contribuyen a aumentar A, aunque por ejemplo C sea mucho menor que A.

    Me gusta

    PT

    27/10/2013 at 18:44

    • La mayoría de la gente que escribe en estos comentarios no la conozco; de ahí la costumbre de tratar a todos los desconocidos de usted.

      En cuanto al punto en debate, la discusión que he planteado es con respecto a los que afirman que en los últimos 20 o 30 años la economía mundial ha crecido en base a la deuda. Esto lo repiten una y otra vez economistas, incluso académicos (ejemplo, el profesor Juan Iñigo Carrera), y políticos de izquierda (ejemplo, muchas corrientes trotskistas). Sostengo que es un disparate; un disparate que está en el centro de las tesis de la financiarización.

      Por otra parte, la economía de EEUU a partir de 1940 creció fuertemente (y ya lo había hecho entre 1933 y 1938), y no fue en base a deuda, sino a una renovada acumulación del capital. El gasto fiscal en esto fue secundario. El endeudamiento nunca solucionó los problemas de demanda del capitalismo.

      Me gusta

      rolandoastarita

      27/10/2013 at 23:32

  10. Comparto que el esfuerzo de Marx consiste en mostrar la objetividad de la ley del valor trabajo, lo que no entiendo, al leer los primeros capítulos de DK, es cómo se impone la ley del valor, más allá de que de hecho lo hace. Es decir ¿cómo es que una mercancía reconoce en el cuerpo de la otra a su equivalente? ¿cómo se determina cuánto tiempo de trabajo social fue necesario para producir x mercancía? Entiendo que este punto es central en la teoría de Marx, te agradecería la explicación al respecto

    Me gusta

    Ignacio

    28/10/2013 at 18:39

    • Se impone a través de la competencia y el intercambio repetido. Supongamos que en una sociedad los productores de la mercancía A, emplean 10 horas de trabajo en producirla y la intercambian por mercancías B, en la que se emplean 5 horas de trabajo, en una proporción de 1:1. Pues bien, en condiciones de libre competencia, habrá productores que dejen de producir A y pasarán a producir B, hasta que B baje su valor de cambio. Este terminará siendo, en promedio, 1A : 2B.
      Puede consultar acerca del rol de la competencia en la acción de la ley del valor en otras notas.

      Me gusta

      rolandoastarita

      28/10/2013 at 23:54

  11. Entonces puede haber acumulacion del capital en condiciones en las que mas de la mitad de la produccion es produccion militar… Yo lo dudo, no veo de donde puede salir la plusvalia. Para que haya plusvalia tiene que haber valor validado por el mercado.

    Me gusta

    PT

    28/10/2013 at 23:30

    • La producción militar se paga con plusvalía. Traté este asunto en otra nota. Por otra parte, no sé qué tiene que ver esta observación con mi crítica a la tesis de la demanda sostenida en el crédito, a través de los años.

      Me gusta

      rolandoastarita

      28/10/2013 at 23:47

  12. Estoy de acuerdo en que la producción militar se paga con plusvalía, pero si la plusvalía no está «recién producida» tiene que ser con plusvalía acumulada, lo que significa que se restringe la acumulación del capital. Entre 1939 y 1945 la economía de EEUU básicamente produjo armamento y bienes para cubrir necesidades básicas. El armamento fue pagado a base de endeudamiento público sobre todo, aunque también a base de restricciones al consumo (o sea, reducciones salariales) y ahorro forzado. La consecuencia es que en que en 1945 EEUU tenía una enorme deuda nacional. Pero durante la guerra la economía había funcionado de alguna manera, incluso «mejor» que durante la década anterior. Algo parecido puede decirse de Alemania. Todo eso no prueba a mi juicio que la política keynesiana pueda mantener el funcionamiento del capitalismo a largo plazo, pero sí que el gasto público financiado con deuda genera demanda a corto plazo. Desde ese punto de vista la enorme deuda pública y privada creada en la economía mundial en los últimos 30 años a mi juicio ha contribuido a mantener la demanda en alguna medida. No digo ni que esa deuda haya sido el elemento fundamental para mantener el funcionamiento de la economía ni que haya habido estancamiento en los últimos 30 años.

    Me gusta

    PT

    29/10/2013 at 10:31

    • «El gasto público financiado con deuda genera demanda en el corto plazo». Estoy de acuerdo, esto no está en discusión. El Gobierno emite deuda y para eso moviliza ahorros improductivos. Luego lo gasta, y esto genera una demanda. Aunque el esquema se sostiene en el tiempo si se pone en marcha trabajo productivo, con el que se pagan los intereses de la deuda y se devuelve el principal. Si esto no sucede, la deuda crece sin que la economía se active (como sucedió tantas veces en las crisis económicas). Trato más extensamente este tema aquí. También aquí.
      De todas maneras, insisto, no es el tema en discusión con los teóricos de la financiarización.

      Me gusta

      rolandoastarita

      29/10/2013 at 16:00


Dejá tu comentario