Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Corrupción y capitalismo (2)

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Rolando Astarita [Blog] Marxismo & Economía El paro general del juevesContinuación de la parte (1)

Estado, capital en general y capitalistas

La posibilidad de que la corrupción se transforme en una palanca de acumulación reconoce un anclaje, en última instancia, en la contradicción que existe entre las funciones del Estado, en tanto representante de los intereses del capital “en general”, por un lado, y los intereses de los capitales particulares, por el otro. Es a través de esta articulación específica que se despliegan las tensiones y conflictos en torno a la problemática de la corrupción.

El enfoque teórico más general de lo que sigue es tributario de la “escuela de la derivación”. La idea es que las leyes del movimiento del modo de producción capitalista, que actúan como tendencias, se relacionan siempre con el capital social total; pero éste sólo existe bajo la forma de capitales particulares, los cuales necesitan las condiciones materiales adecuadas para desplegar el proceso de valorización. El problema es que muchas de esas condiciones no pueden ser creadas por los capitales en particular; a veces, porque se trata de actividades que no rinden beneficios, otras veces porque no tienen la envergadura necesaria para encararlas, o por otras razones. “Se requiere entonces una institución especial que no esté sujeta a las limitaciones del propio capital, una institución cuyos actos no estén determinados así por la necesidad de producir plusvalor, una institución que es especial en el sentido de estar ‘junto a la sociedad burguesa y el margen de ella’ (Marx y Engels)” (Altvater, p. 91).

Esta institución es, por supuesto, el Estado; “una forma específica que expresa los intereses generales del capital” (idem, p. 92). Por eso, el Estado, junto a la competencia, “es un momento esencial en el proceso de reproducción social del capital” (idem), que por su naturaleza tenderá a expresar los intereses del capital en general. Pero esto no ocurre libre de contradicciones, ya que “el capital en general” solo existe a través de la guerra competitiva de los capitales singulares. De aquí que haya múltiples fuentes de tensiones. Por caso, el Estado requiere trabajo burocrático (además del ideológico y represivo) que implica gasto improductivo. Ello implica un drenaje de plusvalía (a través de los impuestos), que cada capital en particular intentará reducir al máximo, pero que en interés del capital en general, no pueden bajar de ciertos mínimos. Asimismo, en muchas ocasiones el Estado debe garantizar los intereses generales, por sobre intereses particulares. Por ejemplo, cuando impone reglamentaciones por las “deseconomías externas” que generan determinadas actividades (por caso, contaminación ambiental). Y a veces, debe imponerse sobre el conjunto del capital, para defender el interés de este mismo capital en general. Para dar un ejemplo histórico, en los orígenes del capitalismo industrial el afán desmedido de ganancias y la explotación pusieron en peligro la existencia misma de la clase obrera, por lo cual el Estado británico impuso restricciones (a la jornada laboral, al trabajo infantil, etc.), a fin de preservar a “la gallina de los huevos de oro”.

Todo esto también explica por qué el Estado no se adecua automáticamente a los intereses del capital en general, y por qué no siempre los gobiernos, o las instituciones, responden a esos intereses. Las fracciones en disputa permanentemente tratan de posicionarse de la mejor manera en la lucha competitiva, y el apoyo de organismos del estado es un recurso siempre deseado y buscado. A su vez, la actuación del Estado, o de instituciones estatales, también estará condicionada, o respaldada, por las posiciones políticas e intereses que asuman las otras clases sociales, que pueden verse favorecidas, o perjudicadas, por la resultante de los conflictos en curso. Todo esto explica también que haya un impulso a la institucionalización de un “contra-poder” (Offe, p. 67), el cual actúa como “el mecanismo regulador destinado a garantizar una relativa autonomía al gobierno nacional” (idem) y a los diversos organismos estatales.

Esta dialéctica de unidad-fragmentación que subyace a la relación entre el Estado y el capital, a su vez, puede explicar por qué la corrupción tiene una base estructural en la sociedad capitalista. Por un lado, es palanca de acumulación originaria para algunos sectores o capitales singulares. Por otra parte, los capitales que no acceden a las instancias que la posibilitan, tratarán de activar los mecanismos de contra-poder (jueces “independientes”, imperio de la ley, etc.) que garanticen la igualdad de las condiciones competitivas. Tengamos presente que esta última es una condición esencial de la acumulación del capital (la hermandad en la explotación del trabajo), a través de la cual opera la tendencia a la igualación de la tasa de ganancia. Si las condiciones de igualdad competitiva se debilitan, se entorpecen los mecanismos a través de los cuales se comparan y distribuyen los tiempos de trabajo social, se imponen sobrecostos a los capitales no favorecidos, y aumenta el gasto improductivo. Por eso, cuando desde fracciones de la clase dominante se exige acabar con la corrupción, no se está pidiendo acabar con la explotación: sólo se está reclamando el derecho democrático a participar en igualdad de condiciones en la extracción y reparto de la plusvalía. En este respecto, el Estado no representa el bien general sino “sólo la articulación particular de intereses de una clase particular” (Marx).

En el plano ideológico, las fracciones desplazadas harán todo lo que esté a su alcance para que su causa sea leída como una “causa nacional” y democrática por la opinión pública. Es comprensible también que cuando los mecanismos de contra-poder se debilitan, y algunas fracciones del capital se apropian de “excesivas” porciones del botín, se intensifiquen los reclamos de “transparencia y moralidad”. Esto puede verse agudizado si los mecanismos de la corrupción van acompañados -como suele suceder- de formas bonapartistas en el régimen político. Los negociados, los sobornos, el blanqueo de dinero y similares, demandan el mantenimiento de los “secretos de Estado” y el alejamiento de las amplias masas de lo que se cuece en las “altas esferas de la alta política”. Pero esto también puede afectar a las fracciones de la clase dominante que está excluidas de la fiesta. En cualquier caso, la intensidad de estos conflictos, sus ritmos y formas de resolución, incluidas las formas institucionales, estarán sujetos a las circunstancias sociales y políticas de cada coyuntura. Dejemos anotado que una cuestión a investigar es qué relación puede existir entre el nivel de desarrollo del capitalismo, y la medida en que los capitales “en general” hacen valer los mecanismos de contra-poder, que debilitan la posibilidad de que sectores advenedizos accedan a las palancas de la acumulación originaria.

Lumpen burguesía

Los mecanismos de la corrupción posibilitan que fracciones del capital mejoren sus posiciones frente a sus competidores, y también que personajes carentes de recursos se conviertan, casi de la noche a la mañana, en grandes capitalistas. Es una historia repetida, que reconoce tres pasos característicos: el saqueo originario, el blanqueo del dinero (que puede darse por vías ilegales, pero también legales cuando los gobiernos disponen “amnistías tributarias amplias”) y la puesta en marcha del negocio “legalizado”. Así, pasados algunos años, ¿quién se acuerda de que el ahora exitoso empresario X hizo sus primeros dinerillos en escandalosos negociados con la obra pública, o el contrabando, o la especulación dolosa en el mercado financiero, o por cualquier otro medio fraudulento? El dinero no tiene olor, y una vez puesto en el circuito del valor que da valor, todo se puede olvidar y perdonar.

Pero también está la alternativa del que no deviene capitalista “hecho y derecho”, sino permanece en la condición de lumpen burgués, vinculado al Estado y a los circuitos financieros. El término lumpen burgués fue utilizado por André Gunder Frank para referirse a que los poderes coloniales buscaban adquirir recursos en las colonias y para esto incorporaban a las élites locales al sistema, las cuales se convertían en intermediarias entre los ricos capitalistas coloniales y los productores locales, explotados. Estas élites dependían de la intermediación y se quedaban con una tajada del excedente, pero no tenían raíz propia.

Pues bien, hoy podríamos hablar de lumpen burguesía estatal para significar esa capa de altos funcionarios del Estado, que no sólo recibe plusvalía bajo la forma de salario, sino también se apropia de otra tajada en tanto intermedia y habilita el enriquecimiento, o la formación, de nuevos capitalistas, sin transformarse por eso en explotadora directa del trabajo. Por lo general, estos sectores acumulan en los mercados financieros internacionales (bonos, acciones, depósitos en cuentas externas), o en propiedad residencial (en Miami, por caso). Tienen una lógica especulativa, que ni siquiera es la del prestamista que gana en el circuito “dinero – más dinero”; aquí es “dinero que surge de la nada” y se reproduce de la nada, para blanquearse y fundirse luego con el capital financiero internacional. Se trata de una lumpen burguesía estatal y financiera, que no pasa al estatus de capitalista productivo; es una especie particular de parásito, un tipo humano desfachatado y dilapidador sin límites, habituado a realizar todo tipo de fraudes y engaños, en combinación con fracciones del capital privado, interno o externo. Es curioso cómo un amplio abanico de la izquierda K (peronismo de izquierda, militantes y ex militantes del PC, intelectuales estilo 6,7,8 y similares) disimulan, o incluso justifican, con las más diversas excusas, la existencia de este fenómeno.

Corrupción, clase obrera y movimientos sociales

Si bien los marxistas rechazamos la idea de que la corrupción es la principal causa del atraso económico, o de los sufrimientos de la clase trabajadora, en el socialismo siempre existió una aguda conciencia de sus efectos negativos sobre la clase obrera y los movimientos revolucionarios, o incluso democrático reformistas. La preocupación ya estaba en Marx y Engels. Por ejemplo Marx, en carta a Liebknecht del 11 de febrero de 1878, decía que la clase obrera inglesa había sido “la más corrompida desde 1848 y había terminado por ser el furgón del gran partido Liberal, es decir, lacayos de los capitalistas. Su dirección había pasado completamente a manos de los corrompidos dirigentes sindicales y agentes profesionales”. Marx y Engels también estaban convencidos de que la clase obrera británica se beneficiaba de la explotación que realizaba Gran Bretaña en el resto del mundo, lo que daba lugar a un “proletariado burgués” (carta de Engels a Marx del 7 de octubre de 1858). Y Marx se refirió incluso al rol negativo de las cooperativas obreras sostenidas por el gobierno prusiano; en carta a Engels, del 18 de febrero de 1865, decía que “el apoyo del gobierno real prusiano a las sociedades cooperativas… carece de valor alguno como medida económica, pero en cambio extiende el sistema de la tutela, corrompe a un sector de los obreros, y castra el movimiento”.

La idea de que la corrupción es un factor de dominio de la burguesía, y de desmoralización y desorganización de la clase obrera, también está presente, incluso de manera más aguda, en Lenin y en Trotsky. Este último, por ejemplo, llegó a decir que la burocracia sindical “es la columna vertebral del imperialismo británico”, y “el principal instrumento de la opresión del Estado burgués”; pensaba que en los países atrasados el capitalismo creaba “un estrato de aristócratas y burócratas obreros”, y que los sindicatos se transformaban (era el caso de México) “en instituciones semiestatales” que asumían “un carácter semitotalitario” (véase Trotsky, 1977). En un texto de los años 1920 sostenía que la burguesía norteamericana, como antes había hecho la británica, “engorda a la aristocracia obrera para mantener maniatado al proletariado” (1975, p. 67).

Todo esto es aplicable a la actualidad argentina (y sospecho, a la actualidad de la mayoría de los países capitalistas). Históricamente, la clase dominante -a través del capital privado, o del Estado- ha buscado dividir, desmoralizar, desorganizar a los movimientos sociales o críticos. Es conocida la historia de los sindicatos. Hoy la burocracia sindical es socia del capital y del Estado, a través de múltiples conexiones, como el manejo de obras sociales, la administración del ingreso de trabajadores a las empresas, la participación directa en negocios capitalistas, con colaboración, o no, de instancias estatales, y otras vías. La burocratización trae aparejadas, inevitablemente, las prácticas burguesas y represivas al interior de las organizaciones obreras.

Pero el mal se extiende también a los movimientos de desocupados, a organismos defensores de derechos humanos, y de cualquier tipo. Por ejemplo, actualmente las cooperativas de desocupados opositoras del gobierno K son discriminadas en la asignación de recursos, en tanto las adictas son recompensadas de múltiples formas. De esta manera, se consolida un sistema de tutelaje y corrupción de dirigentes sociales, a cargo del Estado. Los casos son muy conocidos, y no hace falta abundar en ello. Señalemos también el rol de la corrupción para convertir a intelectuales críticos en apologistas del sistema, o defensores de alguna fracción de la clase dominante. En esta vena, es frecuente encontrar esos sujetos en los cuales, y al decir de Marx, “el charlatanismo en la ciencia y el acomodo en la política son inseparables”. Como es costumbre, estos intelectuales «progres» dirán -sesudamente, faltaba más- que no hay que denunciar esta corrupción porque “le hace el juego a la derecha” o porque “desprestigia a los sindicatos, a los movimientos sociales, o a la política”. Según esta tesis, no habría que denunciar la corrupción y la represión de la burocracia sindical, aunque son principales factores del debilitamiento de los sindicatos, para no debilitar a los sindicatos. Y lo mismo se aplicaría al resto de las organizaciones; y a ellos mismos. Es, por supuesto, un razonamiento absurdo (aunque acomodaticio). Los marxistas son conscientes de que la emancipación de la clase obrera no se logrará ocultando los problemas y las contradicciones. La crítica debe ir hasta la médula, y el principio de toda crítica es el rigor.

Textos citados:
Altvater, E. (1977): «Notas sobre algunos problemas de la intervención del Estado”, en H. Sonntag y H. Valecillos, edit., El Estado en el capitalismo contemporáneo, México, Siglo XXI.
Marx, K., y F. Engels (1973): Correspondencia, Buenos Aires, Cartago.
Offe, C. (1988): “La abolición del control del mercado y el problema de la legitimidad”, en Sonntag y Valecillos, edit, citado.
Trotsky, L. (1977): Sobre los sindicatos, Bogotá, Pluma.
Trotsky, L. (1975): Sobre Europa y Estados Unidos, Buenos Aires, Pluma.

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Corrupción y capitalismo (2)

 

Written by rolandoastarita

08/05/2013 a 13:05

15 respuestas

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  1. Respecto a la posición de Engels en la citada carta a Marx acerca de los beneficios de la clase obrera británica a causa de la explotación de esta nación en otras partes del globo, ¿se refiere a las burocracias obreras o a la clase en general? En cualquiera de los casos es entendible, el primero es hasta obvio, el segundo es más complicado, sobre todo el mecanismo a través del cual la clase de conjunto se beneficiaría de esa explotación extra fronteras. Supongo que el argumento debe estar relacionado con el hecho de que al tener beneficios extraordinarios en otras regiones, el capital inglés puede permitirse aflojarle el lazo a «sus» proletarios compatriotas, con la ventaja de disminuir la conflictividad social justo allí donde tiene su base de acumulación, las mayores inversiones y la productividad más alta, además de estar en el espacio del Estado que le abre las puertas de otros países. Ahora bien, si el argumento es que la clase obrera británica «coexplotaba» a la clase obrera de India por ejemplo, no veo diferencia entre eso y la línea Cardoso-Falleto.

    Respecto a lo contraproducente que la corrupción resulta para el desarrollo, ¿se refiere a que gran parte de ella se consume en gastos improductivos? ¿O está más bien orientado al hecho de que limita el desarrollo de la clase social que ha de acabar con el MPC?

    Bueno, creo que enrosqué demasiado las dudas que tengo, un abrazo

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    Ilichito

    08/05/2013 at 17:10

    • Entiendo que la referencia de Engels se refiere a, por lo menos, una parte muy importante de la clase obrera. De alguna manera esta idea luego la tomaría Lenin, cuando explicaba el porqué del apoyo de los sindicatos y de la socialdemocracia a los gobiernos europeos colonialistas. Lenin hablaba de una «aristocracia obrera»; sería un sector más amplio que la burocracia dirigente; pensaba que la burguesía «sobornaba» a este sector de la clase obrera con una parte de lo producido por la explotación colonial. La misma idea se mantuvo también en el pensamiento tercermundista y en muchos autores de la dependencia; asimismo, la encontramos en Arghiri Emmanuel, cuando sostiene que por el intercambio desigual (esto es, por mecanismo ya no colonial, sino de mercado) los países adelantados explotan a los países atrasados, y la clase obrera de los primeros participa de esa explotación. En la visión tercermundista todo esto indujo a pensar que las fuerzas revolucionarias provendrían de Asia, África y América Latina, en especial de las masas campesinas explotadas; y de los sectores marginados en el «primer mundo» (ejemplo, inmigrantes). Se pensaba que la clase obrera de los países adelantados estaba «aburguesada», «incorporada al sistema», etc. Mucho de esto sigue en pie en las corrientes de la dependencia, o tercermundistas.
      Acerca de las razones por las cuales sectores amplios de la clase dominante cuestionan o critican la corrupción, podría tratarse de una combinación o suma de cuestiones. Tal vez la más importante es que entorpece los mecanismos competitivos; también aumenta el gasto improductivo, por ejemplo porque da lugar al mantenimiento de toda una serie de parásitos sociales.

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      rolandoastarita

      09/05/2013 at 09:15

  2. Muy interesante su artículo Rolando. Existe una cuestión que me genera muchos interrogantes, esto es por qué la existencia de esos mecanismos de acumulación originaria que continuamente se van recreando en diferentes espacios nacionales generan desarrollos fuertemente desiguales. Es decir, me pregunto sobre los mecanismos que operan para que una burguesía abandone su momento «lumpen» de crecer y reproducirse casi exclusivamente a costa de prebendas y apropiación no económica de plusvalía para convertirse en una clase que acumula sobre base «normales» que alcanza condiciones de acumulación necesarias para competir en el mercado mundial. Para el caso, me resulta paradigmático de ese desarrollo desigual las diferenciales trayectorias de algunas fracciones capitalistas brasileñas y argentinas . Es sabido, que en ambos surgieron burguesías fuertemente vinculadas al subsidio estatal y que por ejemplo se apropiaron en forma provilegiada de activos en los procesos de privatizaciones, sin embargo «estilizadamente» uno podría decir que mientras para la gran burguesía paulista ello funcionó como plataforma para su despliegue como «campeones mundiales» (caso Embraer, Vale, Camargo Correa, Marco Polo, etc) del lado argentino esas fracciones de la burguesía enajenaron sus activos productivos y no despegan de su condición «lumpen» u atrasada. Entiendo que estas diferencias solo se pueden abordar a partir del estudio de las particularidades históricas de esos capitalismos y no de modelos ideales, pero de todos modos lo dejo planteado. Un abrazo

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    rodrigo

    09/05/2013 at 08:36

  3. Hola Rolando
    Gran articulo!
    No tiene nada que ver con el tema pero quería saber si hiciste alguna nota con las principales diferencias entre las concepciones filosóficas entre Kant, Hegel y Marx
    Gracias
    Saludos

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    Leandro

    10/05/2013 at 00:10

  4. Compañero Rolando. Que opina del reciente convite al blanqueo de capitales? Es una medida que encierra alguna expectativa real, o forma parte del operativo impunidad ?

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    AP

    10/05/2013 at 09:33

    • Es claro que la medida favorece las operaciones de blanqueo de dinero. De todas formas, la medida parece estar pensada para frenar la fuga de capitales. En algunas notas planteé que un problema central de la economía argentina es que una parte muy importante del excedente sale del país, o de los circuitos productivos, porque se atesora. Esto se agudizó en los últimos años, de ahí el cepo cambiario. Pero el cepo cambiario no arregló el problema, apenas fue un parche, que a su vez generó otros problemas. Ahora presentan como gran solución la emisión de un bono. Los «teóricos del modelo productivo» parecen creer que los problemas estructurales del capitalismo argentino actual (básicamente, la debilidad de la inversión) se arreglan inventando instrumentos financieros (que para colmo, parecen bastante mal concebidos), destinados a blanquear dineros de origen oscuro. Esto parece más propio de la mentalidad típica de la lumpen burguesía de la que hablo en la nota.
      Al margen de estas consideraciones, son divertidamente absurdas las explicaciones de Kicillof y Lorenzino acerca de que el gobierno es enemigo acérrimo de las devaluaciones. Cuando escucho estas cosas, me pregunto si nos están cargando.

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      rolandoastarita

      10/05/2013 at 09:51

  5. Sobre la corrupción de la clase obrera británica, siempre me fascinó la cita que hacía Lenin de Cecil Rhodes, el «dueño» de Zambia y Zimbawe (Rhodesia):

    «Cecil Rhodes, según cuenta su íntimo amigo, el periodista Stead, le decía a éste en 1895 a propósito de sus ideas imperialistas: «Ayer estuve en el East-End londinense (barriada obrera) y asistí a una asamblea de los desocupados. Al oír, en dicha reunión, discursos exaltados cuya nota dominante era: ¡pan!, ¡pan! y al reflexionar, cuando regresaba a casa, sobre lo que había oído, me convencí, más que nunca, de la importancia del imperialismo. . . La idea que yo acaricio representa la solución del problema social, a saber: para salvar a los cuarenta millones de habitantes del Reino Unido de una guerra civil funesta, nosotros, los político coloniales, debemos posesionarnos de nuevos territorios para colocar en ellos el exceso de población, para encontrar nuevo mercados en los cuales colocar los productos de nuestra fábricas y de nuestras minas. El imperio, lo he dicho siempre, es una cuestión de estómago. Si no queréis la guerra civil, debéis convertiros en imperialistas». Así hablaba, en 1895, Cecil Rhodes, millonario, rey financiero, principal culpable de la guerra anglo-boer.» «El imperialismo, fase superior del capitalismo»

    Es entendible hablar de corrupción en este caso. Sin embargo, no creo que sea lo más correcto. Se trata de concesiones que hace la burguesía para desmovilizar a la clase obrera. Esto lo hizo el peronismo y fue exitoso. Decir que corrompió a la clase obrera cuando en realidad mejoró sus condiciones de vida, me parece que es equivocado, más si se la equipara con la corrupción de la que habla la nota.

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    LGJP

    10/05/2013 at 11:04

    • Coincido. Cuando la clase obrera consigue mejoras colectivamente, no se puede hablar de corrupción. De todas maneras aquí hay un problema en los marxistas «clásicos». Ellos quisieron ver en las posiciones reformistas de la clase obrera europea una cierta conformidad con la dominación colonial, que posibilitaría (según su visión) los salarios relativamente altos, y la mejora en los niveles de vida. Posiblemente existió algo de esto (la clase obrera recibía «las migajas» de la explotación colonial). Pero pienso que el problema es más complejo que esto. Ejemplo, las mejoras que experimentó la clase obrera de países como Suecia no se pueden explicar por «la explotación de Suecia sobre las colonias». Y por supuesto, tampoco se pueden interpretar como «corrupción de la clase obrera».

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      rolandoastarita

      10/05/2013 at 11:27

  6. Rolando, que opinás de la reciente declaración de Carrió acerca de que en la década K se afanaron 10.000 millones de euros. De ser cierto, al turco lo dejaron como un bebé de pecho. Tales cifras parecen emanar de estimaciones sobre el porcentaje acumulado en concepto de ‘retorno’ sobre obra pública y subsidios (un 5%) más diversos curros conexos. Por fuera de que todos sabemos lo del astronómico crecimiento de la fortuna del clan, desde los tiempos de la gobernación de Santa Cruz (por ejemplo, nunca se supo a ciencia cierta, cuanto volvió de los fondos por regalías extraditados -unos 5000 millones de dólares-) ¿Tiene asidero esta cifra? ¿Hay estudios alternativos en este respecto? Personalmente estoy convencido de que, por lo menos en Latinoamérica, tienen medalla de plata. El oro es para la burguesía bolivariana.

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    AP

    12/06/2014 at 21:59

    • No tengo opinión sobre las cifras. Debería hacerse un estudio abarcativo y profundo, y para eso hay que tener poder real, para investigar cuentas bancarias, movimientos de fondos, y llegar hasta la médula de las redes de la corrupción, que son múltiples. Un ejemplo, ¿cuánto se mueve por coimas y pagos diversos relacionados con tráfico de personas, drogas, armas, zonas liberadas para la operación de bandas, etcétera? ¿En cuánto participan diversos estamentos del Estado, como fuerzas de seguridad, aparato judicial, políticos, etcétera?

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      rolandoastarita

      13/06/2014 at 10:47

  7. Por estos días Altamira pidió la renuncia de Boudou para que sea juzgado como un ciudadano sin fueros. Me pregunto si esto sirve para elevar la conciencia de clase de los trabajadores.

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    Ezequiel

    13/06/2014 at 12:42

    • No creo que tenga que ver con la conciencia socialista. Podría interpretarse como una demanda democrática.

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      rolandoastarita

      13/06/2014 at 15:46

  8. Rolando. Estoy de acuerdo con lo que decís. Desde una óptica reformista, todos los analistas coinciden en que es muy difícil hacer estimaciones, precisamente por lo oculto de estos movimientos. Pero hay defraudaciones al estado que están casi ‘institucionalizadas’. Si se toma el conjunto de obra pública y subsidios (Donde la cometa puede llegar hasta el 20%) a lo largo de la década, y se aplica un modesto 5% , el resultado supera los 5000 millones de euros. Sobre lo del desafuero de Boudu. En primero lugar no creo que cuente con el aval necesario, ni que esto se pueda lograr por el pedido de una fuerza parlamentaria poco significativa que desate una ola de republicanismo. Por supuesto, no hace avanzar un ápice la conciencia socialista. Por el contrario, si se queda en eso, refuerza la falsa conciencia de que ‘sin fueros’ un funcionario estatal de alto rango es equiparable a un juan cualquiera. La verdad en cambio, es que el rico nunca entra y el pobre nunca sale. ‘Con o sin fueros’ no creo que existan precedentes en Argentina de una condena efectiva por ‘delito económico’. Hace un par de años, terminó prescribiendo la remota causa IBM Banco Nación. Todo termina extinguiéndose en la maraña interminable de los vericuetos legales. La impunidad es absoluta, puesto que cada gobierno entrante tiene derecho al ‘saqueo’ como le llaman en la jerga y la justicia penal económica es un títere en manos de cada mandamás. Por otra parte, creo que los ‘fueros’ surgieron como una demanda democrática y no al revés. Lo que me resulta extraño es que cuando Altamira (no estoy seguro si cuando fue legislador) enfrentó el problema de no dejar asumir a Patti (Los ‘demócratas’ K estaban se oponían) votó en contra, puesto que, este mecanismo ‘antidemocrático’ podía ser eventualmente utilizado contra la izquierda. Lo que creo, aunque puedo estar prejuzgando, es que el anuncio tiene algo de ‘golpe de efecto’ mezclado con defensiva por la amenaza de ‘moción de privilegio’ (paso previo al desafuero) que le enrostraron al Del Pla en Salta, acusándolo de haber instigado una movilización de militantes y docentes que mantuvo cercada durante un rato la legislatura. También por que hay una compañera amenazada de ‘desafuero’ en Mendoza por haber apuntado a un par de garcas radicales para que les tiren huevazos. No se si te interesan estos conventillos ‘parlamentarios’ pero igual hay que explicarlo por que forma parte del paquete y más que nunca ahora que llegó la hora del ‘parlamentarismo revolucionario’.

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    AP

    13/06/2014 at 19:58

  9. Una aclaración. Cuando dije ‘desde una óptica reformista’ , por supuesto, no estoy involucrando a tu comentario. Es obvio que cuando hablás de ‘tener poder’ te estás refiriendo a un ‘poder revolucionario’. A nivel burgués, toda reforma ‘anticorrupción’ es solo cosmética y no resuelve el problema de fondo, por que la corrupción es consustancial a la existencia del capitalismo. Digo esto por si a algún desprevenido o malintencionado se le ocurre engancharse mal.

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    AP

    13/06/2014 at 20:05


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