Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Debate sobre la inflación en Argentina (3)

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Rolando Astarita [Blog]  Marxismo & Economía El paro general del juevesContinúa la segunda parte

 La tesis de la puja distributiva

Al terminar la segunda parte de esta nota, señalé que la explicación de Kalecki sobre la inflación conecta con la sostenida por Crespo y Fiorito. Aunque Kalecki no dejó un estudio sistemático, trató, en diversos escritos tres casos típicos (sigo a Sawyer, 1985). El primero, la inflación por demanda, que ocurre cuando existen límites a la capacidad de aumentar el output. No es la inflación por demanda de los neoclásicos (caso, los monetaristas), ya que Kalecki supone condiciones excepcionales, como ocurren en una economía de guerra, cuando hay restricciones en la oferta y suben el empleo y los salarios. En condiciones normales de reproducción del capital, según Kalecki, el aumento de la demanda debe inducir al aumento del output, que puede expandirse a costos relativamente constantes (es la situación habitual en el capitalismo contemporáneo). Un segundo caso analizado por el economista polaco es la hiperinflación, que no vamos a tratar. El tercero, y el más general, es la inflación que puede generarse en las economías que están operando en niveles cercanos al pleno empleo, a partir de una tendencia espontánea al aumento de los salarios nominales. Dada la constancia del mark up, los aumentos de salarios entonces se trasladan a precios. Aunque es importante recordar que Kalecki pensaba que para que ocurriera este tipo de inflación debía existir una oferta monetaria acomodaticia. Puede decirse entonces que Kalecki es uno de los pioneros de la amplia variedad de economistas que atribuyen la inflación al conflicto distributivo.

El núcleo de esta idea es explicado por CyF: un aumento inicial de precios (o salarios) es sucedido por aumentos compensatorios de salarios (o precios), que a su vez son seguidos de nuevos aumentos de precios (o salarios), y así continuamente. Según estos autores, ésta sería la razón fundamental de la inflación argentina en los 2000. En términos más generales, es la tesis que encontramos en los poskeynesianos, estructuralistas y otros “heterodoxos”. Paul Davidson, por ejemplo, sostiene que la inflación “es un síntoma de la lucha en torno a la distribución del ingreso”, cuando las corporaciones y las multinacionales, los sindicatos y otros grupos organizados, tratan de “obtener una mayor porción del ingreso nacional o mundial disponible para ellos” (1991, pp. 89 y 91). En la misma dirección, Lance Taylor afirma que “si la participación de los salarios es baja, los trabajadores responderán presionando por aumentos más rápidos… de sus salarios”, lo que desata una “core” inflación (1985, p. 389). Precisemos que la tesis de la inflación por conflicto distributivo también ha sido, y es, defendida por buena parte de la ortodoxia mainstream. Por ejemplo, en los años 1960 y 1970 el keynesianismo “oficial” establecía una relación inversa entre la desocupación y los salarios (curva Phillips); y una relación directa entre los salarios y el nivel de precios, a través del mark up (descontando productividad). Actualmente, la curva Phillips de los nuevos keynesianos también vincula el nivel de precios con los salarios, a través de la tasa de desempleo (aunque a diferencia de la curva tradicional, incluye la “tasa natural de desempleo” y la inflación esperada). Por eso, explicaciones del tipo “inflación por demanda” son, en esencia, explicaciones por “costo salarial”. Por ejemplo, una secuencia es: aumenta la demanda (provocada por el gobierno, o un shock inexplicado); en consecuencia aumenta la producción; lo que lleva a la disminución del desempleo por debajo de la tasa “natural”; lo que provoca aumento de salarios; que genera el aumento del nivel de precios. En definitiva, no se puede decir que la tesis de la inflación por puja distributiva sea específica de la “heterodoxia”.

Una tesis que no es neutra

La idea de que el alza de los salarios es la impulsora de la inflación, juega un rol central para legitimar políticas de contención salarial. A través de los mensajes vertidos por “expertos en economía” (y si visten de “heterodoxos”, tanto mejor), se va estableciendo la idea en la sociedad de que los “excesos” sindicales de los trabajadores necesariamente llevan a la suba generalizada de precios. Además, si se agrega la idea de que los mayores perjudicados con la inflación son los asalariados, se llega a la muy conveniente conclusión de que es en interés de los asalariados poner topes a las discusiones salariales. En última instancia, y de acuerdo a esta lógica, el gobierno le haría un favor al movimiento sindical al presionar por “moderación en los reclamos salariales” e imponer “topes” a las alzas.

Sin dudas, el tema es de candente actualidad en Argentina. Por ejemplo, en 2012 los salarios de los trabajadores estatales aumentaron, en promedio, un 17%, contra una inflación del 23%. En 2013 se están firmando de nuevo convenios salariales -docentes universitarios es un ejemplo- muy por debajo de la inflación real. Esto es, el gobierno está realizando “el ajuste” a través del apriete a los salarios. Lo cual ha llevado al incremento de los reclamos de los trabajadores. Se comprende entonces por qué la tesis de la inflación por puja distributiva debilita ideológica y políticamente la lucha sindical por salarios. Aunque, por supuesto, nunca se pone en discusión la ley económica según la cual el aumento de salarios debe generar el aumento de precios. Incluso no lo hacen aquellos que objetan parcialmente la tesis de la inflación por salarios. Por ejemplo, cuando argumentan que los precios no deben subir en igual proporción que los salarios “porque los costos salariales constituyen sólo una mínima parte de los costos de la empresa”. Con esto están asumiendo que los precios “deben” aumentar si aumentan los salarios. El debate parece ser sobre el “cuánto”, no sobre el “porqué”. Por eso, la crítica debe ir a la médula, la relación social de producción sobre la que se levanta la civilización burguesa, y sobre la que echa luz la teoría de la plusvalía de Marx.

Salarios, plusvalía y precios

Desde Adam Smith, las teorías del valor y del precio reconocen dos vertientes fundamentales: por un lado, las que sostienen que los salarios, los beneficios y las rentas son variables independientes que conforman el valor (con orígenes en el trabajo, el capital y la tierra, respectivamente). Por otro lado, las que sostienen que el trabajo es la fuente única del valor, y éste se divide en salarios, beneficios y renta. Según el primer enfoque, todo aumento de una de las partes se traduce, inevitablemente, en aumento del precio. Las presentaciones habituales de la tesis “inflación por puja distributiva” tienen como base esta concepción. De acuerdo al segundo enfoque, el aumento de una de las partes no necesariamente debe llevar al alza de precios; es lo que sostuvieron Ricardo y Marx.

Según Ricardo, si los salarios aumentan, y si el valor del dinero no se altera, deben aumentar los productos de las ramas intensivas en trabajo, y disminuir los precios de los productos intensivos en “capital constante”, sin modificación del nivel general de precios. La cuestión se ve aún más claro en Marx. La fuerza de trabajo, que el capitalista adquiere en el mercado laboral, tiene un valor que está determinado por los medios de subsistencia de la fuerza de trabajo, y un valor de uso (que es el trabajo vivo) que posee la propiedad de generar nuevo valor. Esta distinción es central, ya que no es el valor de la fuerza de trabajo, como variable independiente, la que se traslada al valor de la mercancía, sino el valor agregado por el trabajador a los medios de producción consumidos. Ese valor agregado, a su vez, se divide en plusvalía (ganancia más renta, pero a partir de ahora dejaremos la renta de lado) y salario, que repone el valor de la fuerza de trabajo. Por lo tanto, un aumento de salarios no tiene por qué traducirse en aumento de precios, si bajan las ganancias. Vemos la cuestión con un ejemplo.

Suponemos un aumento de salarios, y que el valor del dinero permanece constante. Suponemos que la mercancía A se produce en una hora de trabajo, en la que entran $10 por capital constante, y que el trabajador agrega $6 de valor, siendo la tasa de plusvalía del 100%. Esto significa que el salario es $3 por hora (y por producto A) y la plusvalía es también $3 por hora. De manera que 10c + 3v + 3s = 16. Suponemos ahora que el salario sube el 20%, esto es, a $3,6. El razonamiento común dice que el precio de A debe aumentar. Alguno dirá que el precio tiene que subir el 20%, aunque el crítico observará que el costo salarial solo representa el 23% del costo total del empresario, y por lo tanto el aumento del precio debe ser menor. Sin embargo, el análisis marxista afirma que no hay razón alguna para que aumente el precio, ya que si aumenta el salario lo único que sucede es que el valor agregado, $6, se reparte de distinta manera entre salarios y plusvalía: el salario pasa a $3,6 y la plusvalía a $2,4. El precio sigue en $13, y hubo una redistribución del valor agregado a favor del trabajo, y en contra del capital.

La cuestión tiene relevancia en Argentina, un país en el cual la distribución del ingreso es extremadamente desigual. Los salarios pueden aumentar en términos reales, incluso sin aumentos de productividad, si el trabajo obliga al capital, y al Estado capitalista, a aceptar una nueva y más progresista distribución del ingreso (por supuesto, una distribución más igualitaria del ingreso no significa que se termine con la explotación). Precisemos también que cuando los asalariados reclaman aumentos iguales al alza de precios (es la exigencia en las actuales discusiones de convenios laborales), están luchando para que no empeore la distribución del ingreso.

Interludio teórico con Marx

Nunca se insistirá bastante en que las cuestiones involucradas en este debate se refieren, esencialmente, a distintas teorías del valor. Por eso, en este apartado presento la crítica de Marx a la idea del precio como “suma de partes” (véase Marx, 1999, pp. 1095 y ss.).

Según Marx, el problema fundamental con la tesis del precio como suma de partes es que su explicación se remite “hacia atrás”, sin que sea posible encontrar una determinación última de cada uno de los precios. Por ejemplo, se sostiene que el precio de una mercancía está conformado por lo que se pagó por salarios, por el capital y por el uso de la tierra. Entonces se plantea la cuestión de cómo se determina el “precio del trabajo” (esto es, el salario). La respuesta es que se lo determina por la oferta y demanda en el mercado de trabajo. Lo cual deja abierta la pregunta de qué determina la demanda de trabajo. Si se responde que depende de la oferta de capital, se vuelve a plantear la cuestión de qué depende el valor del capital. Si se responde que depende del valor de las mercancías que conforman el capital, queda abierta la pregunta de qué depende el valor de esas mercancías. Si se responde que del precio del trabajo, volvemos a qué determina el valor del capital que demanda trabajo, y así indefinidamente. Por otra parte, si se nos dice que el precio del trabajo está determinado por los precios de los medios de subsistencia, estamos en el mismo problema, ya que los precios de los medios de subsistencia a su vez se determinan por el precio del trabajo.

Algo similar ocurre cuando vamos a la ganancia. Si se nos dice que la ganancia está determinada por la competencia entre los capitalistas, esta competencia ya supone la existencia de la ganancia. Por lo cual, la competencia no puede explicar por qué existe la ganancia, ni cuál es el nivel en torno al cual tienden a oscilar las diferentes tasas de ganancia. Llegado a este punto, “no queda más salida que explicar la tasa de ganancia, y por ende la ganancia, como un recargo, determinado de manera incomprensible, sobre el precio de la mercancía, que hasta aquí estaba determinado por el salario” (Marx, 1999, 1098, t, 3). Y ese “recargo determinado de manera incomprensible”, es el sustento de las teorías del precio por mark up, que a su vez subyacen a las tesis de la inflación por puja distributiva, o por formación oligopólica de precios (lo habíamos señalado en la parte 2 de la nota). Por eso, la indeterminación de la tasa de ganancia de la inflación por oligopolio es, en el fondo, la misma que está presente en la secuencia “aumentan los salarios, aumentan los precios, aumentan los salarios”. En definitiva, MyS y CyF discuten, pero no están tan alejados en lo que respecta a la sustancia teórica del asunto.

Introduciendo las variaciones de la productividad

En el modo de producción capitalista existe una tendencia más o menos permanente al aumento de la productividad, debido al progreso tecnológico. En las formulaciones “de manual” de formación de precios por mark up, el precio está relacionado positivamente con el costo salarial, y negativamente con la productividad. De manera que p = wq, donde p, w y q son tasas de variación de precios, salarios y productividad. Según esto, si los salarios suben menos que la productividad, los precios deberían bajar; pero no es lo que sucede en la economía real.

Veamos el asunto desde el punto de vista de la teoría del valor de Marx. Supongamos que en la rama que produce el bien A del anterior ejemplo, se duplica la productividad, manteniéndose el costo de $10 en capital constante. Si el trabajador sigue generando $6 por hora, pero produce dos A por hora, agrega $3 de valor a cada bien. Si el salario se mantiene igual, la ecuación de valor (expresado en precio) de A es: 10c + 1,5v + 1,5s = 13. Si la jornada laboral es de 10 horas, el trabajador recibe $30 por día. Si a su vez A entra en la canasta salarial, y el salario nominal se mantiene constante, el salario real aumenta por la disminución del precio de A. Con su jornal diario el trabajador adquiría 1,875 A cuando A valía $16, y adquiere 2,308 A cuando vale $13. Esto es, si la expresión monetaria del valor se mantiene constante, los aumentos de la productividad permitirían aumentos de los salarios reales, sin que se afectara, en principio, la masa de plusvalía (en nuestro ejemplo, sigue siendo $3 por hora). Los aumentos de productividad deben reflejarse -si no varía el valor del dinero- en caídas de precios. Pero la situación que más interesa a Marx es aquella en la cual, en respuesta al aumento de la productividad, aumenta la plusvalía relativa. Según Marx, la plusvalía relativa aumenta porque disminuye el valor de la fuerza de trabajo debido a que se abaratan los medios de consumo salariales. Pero a fin de que el aumento de productividad redunde en aumento de plusvalía, los salarios nominales y los precios no pueden permanecer constantes. ¿Cómo variar entonces los salarios, de manera que las ganancias de productividad no recaigan única y exclusivamente en los asalariados?

Salario real, plusvalía, inflación

Llegados a este punto, empieza a entenderse el rol que puede jugar la inflación en el sistema capitalista. Planteemos el nudo del problema a través de una pregunta: ¿por qué todos economistas, incluidos los partidarios de la ortodoxia neoclásica, consideran que una cierta dosis de inflación es conveniente para el buen funcionamiento del capitalismo? La ampliamente aceptada regla de Taylor, por caso, establece que los bancos centrales deberían plantearse como objetivo una inflación del 2% anual. ¿Por qué no inflación cero?

Para responder la pregunta, volvamos a la cuestión con que cerramos el punto anterior: cómo lograr que al menos una parte del aumento de la productividad no redunde en aumento del salario real, sino de la plusvalía apropiada por el capital. Naturalmente, una forma es mediante la caída en términos nominales del salario. Sin embargo, la experiencia enseña que este camino es conflictivo, y desata peligrosas presiones deflacionarias. Es lo que se vio en la década de 1880, en Europa y EEUU; de nuevo en los años 1920 y 1930, en Gran Bretaña; también en Argentina en los últimos meses de 2001; o ahora en Grecia.

La baja de salarios por medio de la inflación es el otro camino. Volvamos al ejemplo anterior y supongamos que, a la par que aumenta la productividad, el dinero pierde un 20% de su valor; una hora de tiempo de trabajo se expresa en $7,2 y no en $6. De manera que el valor del capital constante se expresa en $12. Si los salarios también aumentan el 20%, nada ha cambiado en términos reales, solo sus expresiones monetarias. El precio de A es 12c + 1,8v + 1,8s = 15,6. El trabajador sigue adquiriendo 2,308 A, y la tasa de plusvalía se mantiene en el 100%. Empero, si los salarios aumentan en menor medida que lo que se devalúa la moneda, digamos un 10%, el panorama cambia. El precio de A seguirá siendo $15,6 pero tendremos una redistribución del valor agregado en perjuicio de los asalariados. La ecuación del precio es 12c + 1,65v + 1,95s = 15,6. La tasa de plusvalía se ha elevado al 118%.

En este ejemplo hemos supuesto que el salario real mejora porque una parte del aumento de la productividad beneficia al salario. En su análisis de la plusvalía relativa, Marx supone en cambio que el salario real permanece constante, de manera que todo el abaratamiento de los bienes salariales se traduce en aumento de la plusvalía. Nuestro caso registra más ajustadamente lo que ha ocurrido en el capitalismo contemporáneo: en el largo plazo, aumentaron los salarios reales. Aunque lo importante para lo que estamos discutiendo es el rol estructural que juega la inflación: es una forma en que los salarios son ajustados de manera que las ganancias de productividad fluyan, al menos en parte, al capital. No es el resultado de una “puja distributiva” que surge de una súbita y “excesiva” codicia de los trabajadores. La realidad es que una cierta dosis de inflación es conveniente para que la acumulación del capital se desarrolle con fluidez. Lo cual significa que la inflación, aun en dosis muy pequeñas, no es neutra, como se la presenta habitualmente.

La restricción monetaria

Además de su carácter mistificador, la tesis de la inflación en Argentina por puja distributiva no puede explicar por qué los precios están aumentando a una tasa superior al 22% anual, mucho más que en cualquier otro país medianamente desarrollado. ¿Acaso en Argentina la presión de los salarios es particularmente aguda? ¿La inflación es 4 o 5 veces superior a la de otros países porque sus empresarios o trabajadores son 4 o 5 veces más ambiciosos?

Parece claro que por este camino no se llega a ningún lado. Todo apunta a que la inflación no se puede analizar al margen de la cuestión monetaria. Kalecki lo decía en sus escritos: la condición para que la puja distributiva resulte en inflación es que la oferta monetaria se acomode. Davidson se ha expresado en términos similares, y lo mismo reconocen otros keynesianos de diversos matices: existe una relación entre la expansión monetaria y la inflación, aunque la causalidad no vaya de masa de dinero a precios, como sostienen los monetaristas, sino de salarios a precios y masa monetaria. Esto es, debe levantarse, de alguna forma, la restricción monetaria.

Asimismo en Marx esa condición es clara: sus análisis (de El Capital) en términos de valor presuponen que se mantiene el valor del dinero. Rowthorn lo clarifica en un texto de hace años: “Los capitalistas” (en la teoría de Marx) “están sujetos a una disciplina monetaria que les impide elevar arbitrariamente el nivel general de precios. … La moneda nacional está ligada al oro de acuerdo con una paridad fija, de tal forma que su capacidad de compra aumenta o cae de acuerdo con la del oro. (…) Marx argumentó que esto impondría una disciplina sobre los precios porque el oro tiene un valor intrínseco propio, regulador de su propio poder de compra y por lo tanto regula el poder de compra de la moneda nacional” (1984, pp. 128-9). Aunque Rowthorn presenta la relación entre el billete y el oro de manera demasiado mecánica (en otro lugar he argumentado que se trata de una relación simbólica compleja), acierta en lo fundamental: si el valor del dinero (o del signo de valor) se mantiene inalterado, los capitalistas no pueden elevar arbitrariamente los precios. Por eso, el análisis del fenómeno monetario es ineludible. Pensar que la inflación se puede estudiar como fenómeno solo “real” es incurrir en el error simétrico del que cometen los monetaristas que piensan que es un fenómeno puramente “monetario”. El tema de fondo es que el valor no existe como resultado mecánico del trabajo aplicado a la producción; para que haya valor, es necesario que exista la forma del valor, y su encarnación, el dinero. No hay valor sin trabajo, pero tampoco hay valor sin dinero. Por esto mismo, el análisis del fenómeno inflacionario no puede hacerse abstrayéndose de la dimensión productiva, ni de la monetaria; una cuestión que pasan por alto las dos posturas enfrentadas en el debate publicado por Página 12.

Crisis capitalistas, inflación o deflación

Además de su rol en la erosión de las ganancias de productividad, la depreciación del dinero (y la consiguiente suba general de precios) o, alternativamente, su apreciación, pueden jugar un papel importante en la dinámica y formas en que se resuelven las crisis capitalistas. Tengamos presente que las crisis capitalistas no son sino inmensas “revoluciones de valor” (Marx): la desvalorización de capitales y de la fuerza de trabajo son las vías por medio de las cuales tiende a restablecerse la tasa de rentabilidad del capital. Las formas -inflación o deflación- a través de las cuales se produce esa desvalorización del capital, también tienen una relación estrecha con el régimen monetario. Acerca de esta cuestión, los regulacionistas (Lipietz, 1983, por caso) han hecho un aporte innegable, al destacar las dinámicas deflacionarias de resolución de las crisis en regímenes de convertibilidad, o restricción monetaria, e inflacionarias, cuando esta restricción se levanta. La cuestión es relevante para el debate sobre la inflación en Argentina. Es imposible pasar por alto los efectos de la devaluación del peso durante la crisis 2001-2, como manera de elevar la competitividad del capital local, vía desvalorización de la fuerza de trabajo. Es lo que analizaremos en la cuarta parte de esta nota, vinculada a la inflación en Argentina en los 2000.

Textos citados:
Davidson, P. (1991): Controversies in Post Keynesian Economics, Aldershot, Inglaterra y Vermont, EE.UU.
Lipietz, A. (1983): Le monde enchanté. De la valeur à l’envol inflationniste, París, La Découverte/ Maspero.
Marx, K. (1999): El Capital, México, Siglo XXI.
Rowthorn, B. (1984): Capitalismo, inflación y conflicto, México, Nuestro Tiempo.
Sawyer, M. C. (1985): The Economics of Michal Kalecki, Hampshire Londres, Macmillan.
Taylor, L. (1985): “A stagnationist model of economic growth”, Cambridge Journal of Economics, vol. 9, pp. 383-403.

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«Debate sobre la inflación en Argentina (3)«

Written by rolandoastarita

15/04/2013 a 15:15

30 respuestas

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  1. Para quienes les interese, vuelvo a compartir un trabajo que va en la misma línea de la tesis de este post. http://www.ips.org.ar/?p=6612

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    EM

    15/04/2013 at 15:19

  2. Muy interesantes artículos, Rolando.
    Hay un párrafo en el que creo que » disminución del empleo» debería ser «disminución del desempleo».

    «Por ejemplo, una secuencia es: aumenta la demanda (provocada por el gobierno, o un shock inexplicado); en consecuencia aumenta la producción; lo que lleva a la disminución del empleo por debajo de la tasa “natural”; lo que provoca aumento de salarios; que genera el aumento del nivel de precios. En definitiva, no se puede decir que la tesis de la inflación por puja distributiva sea específica de la “heterodoxia”»

    En cualquier caso, le pido que no publique este comentario.
    Saludos.

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    Ezequiel

    15/04/2013 at 16:10

  3. Reblogged this on Humano Buenos Aires.

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    Leonardo Sai

    15/04/2013 at 16:58

  4. Rolando, excelente texto. Comparto esta nota de La Nación, que muestra la real catadura de ciertos personajes y que tiene cierta relación con éste y otros temas aquí expuestos: http://www.lanacion.com.ar/1572275-cirugia-mayor-a-los-machetazos Saludos.

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    Armando

    15/04/2013 at 20:27

  5. Hay que denunciar el golpe de Estado en Venezuela. 4 asesinados del PSUV, quema de sedes, de ambulatorios, locales de Mercal, casas de militantes, heridos , lanzamiento de propaganda negra para alentar pogromos.

    Solidaridad internacional con Venezuela ante Golpe de Estado y acciones terroristas alentadas por Capriles Radonsky.

    Pronunciése Profesor Astarita. Sabemos que usted está fuertemente comprometido con los DDHH y la democracia.

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    Pruden

    16/04/2013 at 13:38

    • Lo del golpe de estado te lo contó un pajarito?

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      PatasArriba

      16/04/2013 at 15:58

    • «Pronunciése Profesor Astarita. Sabemos que usted está fuertemente comprometido con los DDHH y la democracia.»

      ¿Es una orden?

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      Gerardo Daniel

      16/04/2013 at 23:56

  6. No,sólo hay que informarse y ver las imágenes de los incendios y quien son los asesinados . De pajaritos sabe también el católico y pajarraco golpista Capriles de esos que fecundan vírgenes y dan a luz hijos de dioses, pero no me parece relevante. Allá cada uno con sus creencias espirituales.

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    Pruden

    16/04/2013 at 18:39

    • artículo sobre inflación…………. comentarios sobre inflación
      artículo sobre Venezuela……… comentarios sobre Venezuela

      Sino es como una declaración de «no me importa nada de lo que están diciendo, vengo a traer el llamado de la hora».
      Si no le importa la temática tratada, para qué interviene en este espacio?
      Por que no busca en el índice, allí puede encontrar algún artículo que le interese, y entre ellos quizás alguno de los que tratan el tema del chavismo.
      Y, por favor, deje de lados los ultimátum.., por estos pagos, ya no conmueven a nadie, sólo ponen nerviosos a quienes los emiten

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      Roberto

      16/04/2013 at 21:54

    • Más allá de lo lamentable de toda la situación en Venezuela sus dos mensajes son simplemente absurdos. ¿qué pretenge con esto?

      Saludos.

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      Gerardo Daniel

      17/04/2013 at 00:03

    • Sólo es un petición, a sabiendas del gran compromiso que tiene y ha demostrado el Profesor Astarita siempre con los derechos humanos en cualquier parte y lo importante que es su voz para mucha gente.

      Nada más es mi humilde opinión, siento que le parezca absurdo señor Gerardo Daniel.

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      Pruden

      17/04/2013 at 20:09

    • Hasta ahora no había respondido por dos razones. La primera es que no me «pronuncio» sobre la inmensa mayoría de los avasallamientos a libertades y derechos humanos que ocurren en la mayor parte del mundo. Hay organizaciones defensoras de derechos humanos y partidos políticos que elevan denuncias, y se ocupan de eso, en muchos países. Entre ellos, incluso también denuncias sobre violaciones de derechos humanos en la misma Venezuela (por ejemplo, hace unos días recibí un detallado informe sobre la represión a sindicalistas de izquierda e independientes en ese país; 250 de ellos fueron asesinados en la última década). No entiendo por qué me lo pide entonces para esta coyuntura sobre Venezuela.
      Pero por otra parte, para pronunciarme contra un golpe de Estado en Venezuela, primero tengo que estar convencido de que hay un golpe de Estado en curso. Hasta el momento, lo que hay es un enfrentamiento porque el candidato de la MUD pidió un recuento de votos. No entiendo por qué esto es sinónimo de un golpe de Estado; el propio Maduro incluso afirmó, en un momento, que estaba dispuesto a hacer el recuento.
      Más en concreto, el que habló de golpe de Estado fue Maduro. Pero no hay datos objetivos que avalen esa afirmación. Y hay organizaciones de izquierda de Venezuela que están diciendo que no hay golpe de Estado. Transcribo un pasaje de una declaración de una organización trotskista, el Partido Socialismo y Libertad, de Venezuela:
      «Nuestro partido considera que hasta los momentos no hay evidencias de que haya un golpe en desarrollo. El gobierno miente nuevamente utilizando el fantasma de un supuesto golpe para unificar a sus partidarios y justificar restricciones a las libertades democráticas como la prohibición de marchar aplicada a una convocatoria realizada por la MUD para el 17 de abril en Caracas. Los que pueden dar golpes son los militares y estos y el Estado Mayor, se han pronunciado pública y abiertamente en respaldo al gobierno, no hay por los momentos llamados a paros patronales, ni actos de insubordinación, tampoco hay llamados públicos a los militares a insubordinarse, tal y como vivimos en el marco del golpe fascista y el paro petrolero de 2002. Pero debemos dejar en claro que de presentarse esa eventualidad en el futuro, nuestro partido lo enfrentaría de la misma manera en que lo hicimos en el 2002».
      Por lo tanto, hasta tanto no esté convencido de que hay un golpe de Estado, no voy a condenar un golpe de Estado.

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      rolandoastarita

      17/04/2013 at 23:39

  7. Compañero Rolando. El artículo responde a una serie de cuestiones muy importantes que rebasan la circunstancial polémica, en este caso con C y F. El argumento de que hay que moderar los excesos salariales por su impacto inflacionario, viene de larga data y fue esgrimido por la saga K de modo bastante temprano. Coincido con que su utilización es eminentemente política en procura de prolongar un marco de alta rentabilidad para los negocios establecido por métodos devaluatorios (por fuera de que la devaluación ya la había aplicado el mercado -como imposición de la ley del valor- antes de que fuera corroborada oficialmente) que plancharon el costo laboral. El agotamiento de esta situación, dada la progresiva recuperación de los salarios y reclamando nuevas dosis de la misma medicina, es paliado, provisionalmente, con aumentos de precios. Sería el factor inflacionario profundo que encontraría expresión exteriorizable en la ‘puja distributiva’, más efecto que causa de la misma. Dicho esto, algunos matices y dudas que se me presentan en relación al conjunto de la argumentación. No existe una férrea ‘ley económica’ que vincula aumentos de salarios con aumento de precios, o más bien, traslado mecánico a precios. Diría que en teoría no debería ser así. Pero ‘Eppur si muove’. En el caso de la historia económica argentina el procedimiento es bastante corriente. Peor aún. Se tiende a conformar el esquema tradicional de ‘precios subiendo por el ascensor y salarios intentando alcanzarlos por la escalera’. En el contexto de la Argentina del último lustro, diría que el vuelco a precios de los aumentos de salarios responde a la tendencia a la maximización del beneficio, en condiciones de fragilidad de la TG por erosión de la competitividad. Diría que los aumentos salariales inciden en el aumento de precios en la medida en que se quiera mantener intangible la ganancia capitalista (usted lo aclara bien en la nota) pero no comprendo bien si esta es una decisión puramente ‘política’ del empresariado y en todo caso, que rol jugaría la competencia en la moderación de este traslado a precios. Durante toda una fase del último auge económico, que ya parece haber entrado en el tracto de desaceleración anterior al desplome, los salarios, partiendo de un piso muy bajo, ascendieron hasta alcanzar, en el sector privado en blanco, los niveles pre crisis. Pero la cuesta descendiente ya ha comenzado a manos de la inflación. Es la secuencia real que usted retrata en la nota, que, de modo completo sería: Devaluación- desvalorización de capitales- caída del salario real para transferir valor al capital- aumento de la competitividad por baja del costo laboral- recuperación de la rentabilidad- disminución de la desocupación- aumento progresivo del valor de la fuerza de trabajo- erosión de la competitividad-descenso en la tasa de ganancia-compensación por medio de inflación y además, aumento de las importaciones, configurando las precondiciones del nuevo ciclo recesivo. ¿Podría decirse sin más, que la ‘puja distributiva’ es la expresión fenotípica del atraso tecnológico genético? ¿Solo una manifestación externa de este fenómeno profundo que condena a los periódicos colapsos en la balanza de pagos? Yo creo que sí (aclarando que el retraso tecnológico es relativo) pero aún la pregunta persiste ¿Es la inflación una herramienta eminentemente ‘política’ contra la fuerza de trabajo heredera de la tendencia permanente a la devaluación? También lo creo (sin descartar que la emisión espuria no contribuya) pero en todo caso ¿Como opera esta decisión política (de política empresaria vinculada a sostener determinada tasa de beneficio) en los marcos de la competencia? Me da la impresión que en estos marcos, la competencia entre empresas resulta morigerada por la necesidad generalizada de competir contra los salarios.

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    AP

    17/04/2013 at 22:10

  8. No se si es exacto el esquema ni si siempre funciona así, ni si no existen variaciones (más bien inclino por pensar en las alternativas) pero me pareció muy útil e interesante el esquema expuesto por AP: «Devaluación- desvalorización de capitales- caída del salario real para transferir valor al capital- aumento de la competitividad por baja del costo laboral- recuperación de la rentabilidad- disminución de la desocupación- aumento progresivo del valor de la fuerza de trabajo- erosión de la competitividad-descenso en la tasa de ganancia-compensación por medio de inflación y además, aumento de las importaciones…», me parece que es una esquematización útil, más allá de que luego debería ser explayada y explicada.

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    Eduardo

    18/04/2013 at 00:44

    • Sí, básicamente es lo que sostengo, la devaluación juega un rol esencial en la inflación argentina de los 2000. Pero por esto mismo es esencial el análisis de la cuestión específicamente monetaria. En este punto es donde la teoría del dinero de Marx es central (al margen de que la haya formulado para una situación de patrón oro). Sobre esto, no pueden dar respuesta teórica los monetaristas, ni los keynesianos.

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      rolandoastarita

      19/04/2013 at 09:47

  9. Voy a tratar de dar datos objetivos para respaldar mi opinión.

    -Ya antes de las elecciones varios diputados retiran apoyo al MUD denunciando que este no va a respetar el resultado de las elecciones y que hay un plan para desestabilizar con violencia el país.

    – El propio Capriles Radonski se niega a firmar un pacto para respetar el resultado de las elecciones.

    – No ha habido fraude, el resultado de las elecciones ha sido avalado y admitido por numerosos observadores internacionales, la Fundación Carter, Unasur , los Brics, Mercosur. El único país que no avala el resultado es en estos momentos EEUU.

    – El CNE y su rector ( no chavista) avala también los resultados.

    – El sistema de votación venezolano es probablemente el mejor del mundo ( según la Fundación Carter). Con auditorías antes, durante y después del proceso. Y sí ha habido recuento posterior a la votación fijado por Ley de un 54% de las papeletas ( cuando un muestreo secuencial mucho menor sería suficiente para detectar irregularidades).

    En esta página se puede observar como funciona el sistema electoral y cuáles son sus auditorias, ( se puede hacer simulacro de votación)

    http://www.votar.com

    – De 39.376 mesas de votación que hubo en Venezuela, sólo 38 presentan inconsistencia numérica (es decir, que no concuerda el número de votantes que indica la máquina de votación con el número de papeletas depositadas en las urnas). En conformidad con la Ley Electoral venezolana, la oposición sólo puede solicitar el recuento posterior de esas 38 mesas únicamente, ya que el recuento de las restantes 39.338 mesas ya fue hecho en la misma noche de la elección, cuando todos los miembros de las mesas (incluídos los representantes de la oposición) firmaron la respectiva acta en la cual dejaron constancia de que las cifras arrojadas por el escrutinio eran las correctas.

    – Capriles Radonski, que ya apoyó el Golpe de Estado de 2002 y participó en el asalto y asedio de la embajada cubana y en la detención ilegal de funcionarios públicos, ha desconocido los resultados, ha declarado ilegítimo al Gobierno, ha desconocido a las instituciones como el CNE y se ha negado ha seguir el procedimiento legal establecido para recurrir los resultados ante el Tribunal Electoral que también ha desconocido, y ha llamado a sus militantes a salir a la calle causando 8 muertos chavistas, incendios de casas, ambulatorios ( los mismos que iba a mantener si ganaba) , sedes del PSUV, heridos, etc.

    Es decir en el momento que ni reconoce los resultados, ni al CNE, ni al Gobierno, ni las instituciones, y lanza a sus militantes y turbas a las calles se está declarando fuera del marco legal, rompe la baraja y de facto convierte al Gobierno en derrocable, pues es ilegitimo al igual que las instituciones, y así lo entiendes sus militantes que desatan una auténtica caza de brujas y una oleada de violencia que de extenderse la chispa provocaría una guerra civil con el posible derrocamiento del Gobierno.

    – La oposición en Venezuela ha declarado fraudulentas cada una de las elecciones que se han producido en el país desde 1998, además del paro patronal, golpe de Estado del 2002, etc. Es decir no ha reconocido nunca la legitimidad del Gobierno y el Estado de Derecho de forma más o menos abierta.

    – Se ha lanzado propaganda negra desde medios afines a la oposición como el diario el Universal o RCTV mostrando quema de urnas antiguas como fija la ley como si fuesen actuales y se el periodista Nicolás Bocaranda twitteó mensaje en el que denunciaba que médicos cubanos secuestraban urnas ( mensaje que después borró) que han provocado que turbas asediaran e incendiaran cdis.

    La Juventud Activa de Venezuela, perteneciente a la oposición ha repartido panfletos de este tenor:

    «A través de nuestros militantes hemos descubierto una red de información para el Régimen que hoy secuestrar el resultado electoral de las elecciones que ganó limpiamente Capriles. Nuestros movimientos están siendo seguidos por choferes, señoras de servicio, mecánicos, conserjes y demás tarifados del comunismo cubano»

    Auténticos mensajes de odio para soliviantar a las masas y provocar pogromos de clase como los que se han realizado contra personas de clases pobres a las que se entregó viviendas sociales en zonas elitistas ( pueden verse artículos de opinión en diarios como el País, abiertamente antichavista, que denuncian el que el Gobierno haya dado viviendas a «lumpen» en zonas de clase media y alta)

    – Durante la causa abierta por el golpe de 2002 a Capriles Radonsky que pertenece a la internacional democristiana, de corte neoliberal y doctrina cristianismo personalista, adaptacióndel cristianismo elaborada por un clérigo español que defiende el capitalismo y se basa en el individuo, misma internacional a la que pertenece el partido de Rajoy, Merkel, etc y que antiguamente perteneció al partido Tradición Familia y Propiedad, el fiscal de la República, Danilo Anderson, encargado del caso fue asesinado en noviembre de 2004 en un atentado con coche bomba.

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    Pruden

    18/04/2013 at 02:20

    • Una denuncia de fraude electoral no es un golpe de Estado. Tampoco es un golpe de Estado el pedir un recuento de votos. Además, acerca de quién tiene razón en la cuestión del fraude, no tengo elementos para opinar. Las informaciones son contradictorias, y ninguna de las dirigencias burguesas enfrentadas (Maduro y Capriles, concretamente) me merecen la menor confianza. Pero lo central, insisto, es que hasta ahora no hay elementos objetivos para decir que se está frente a un golpe de Estado. En ese sentido, la caracterización del PSL es correcta.

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      rolandoastarita

      18/04/2013 at 09:03

  10. No es una denuncia de fraude electoral simplemente, es decir Capriles que el Gobierno proclamada vencedor por el CEN no es legítimo ( desconociendo a las instituciones y el Estado de Derecho) , no acudir a los mecanismos legales hasta hace nada para recurrir y lanzar a la gente a la calle que ha con sus turbas ha causado 8 asesinados chavistas, incendio de sedes del PSUV, del cdis, de casas, más de 60 heridos, etc. Y esto en concatenación con medios y periodistas de la oposición que han lanzado propaganda negra para provocar pogromos. Capriles ha roto la baraja como la rompió en 2002 y se ha situado fuera de la ley y el Estado de Derecho.

    El Gobierno no es quien tiene que decidir el recuento , son las instituciones designadas para ello, y Maduro ya dijo que acepta lo que diga el CEN y el Tribunal Electoral Supremo.

    Añado más indicios de golpe, varios militares han sido detenidos a los que se dice que la oposición ya había tocado.

    No se que más quiere. Todos los gobiernos del mundo menos EEUU han reconocido al Gobierno , eso sí EEUU no tardó nada en reconocer el Gobierno golpista de Honduras, Paraguay o a Pedro Carmona.

    No sé que infomaciones contradictorias tiene, yo no tengo ningún problema en discutirla con usted por si tiene dudas.

    ¿No hay ninguna relación entre llamar ilegítimo al Gobierno, decir que hay fraude sin pruebas, lanzar propaganda negra por sus medios conchabados y los asesinatos, quema de sedes y demás?

    ¿ No reconoce usted tampoco al Gobierno legítimo de Venezuela?

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    Pruden

    18/04/2013 at 10:03

    • Sigo sin ver dónde está el golpe de Estado. Denunciar un fraude electoral no es sinónimo de golpe; tampoco acusar al CEN de responder al chavismo. No es el primer país en el que se realizan este tipo de acusaciones (ahora mismo tengo presente México), y nadie habló en esos casos de golpe de Estado. Militantes y partidos de izquierda, que no están ni con Maduro ni con la oposición burguesa, tampoco habla de golpe de Estado en Venezuela.
      Un golpe de Estado es un poco más serio y grave que una denuncia de fraude.

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      rolandoastarita

      18/04/2013 at 11:21

  11. Justamente, como dice Rolando, me estaba acordando -por ejemplo- de casos similares en México de ‘no reconocimiento del resultado’ y denuncia de fraude por parte de los opositores (1988, con Cárdenas, y 2006, con López Obrador). No hubo golpe de Estado. Pero además, ¿no se le ocurrió la eventual posibilidad sí de un ‘auto-golpe’ dentro del propio chavismo, como forma interna de ‘ajustar cuentas’ contra la fracción de Maduro, por sus errores y derrota política (y frente al panorama económico-político que se avecina)? ¿Quién controla a las FF.AA. en esta coyuntura e instancia política…?

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    Armando

    18/04/2013 at 19:47

  12. Rolando podrias poner que fuente usas para tomar un 23% de inflacion.

    Muchas gracias.

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    Ezequiel

    19/04/2013 at 14:44

    • Bueno, nadie está muy seguro de cuál es la inflación verdadera. El 23% es lo que da la medición de San Luis para 2012. A veces también utilizo un promedio del índice de San Luis, Santa Fe y consultoras privadas (el llamado índice Congreso). Para 2012 este promedio da 22,43%. En la parte 4 de la nota (todavía no la publiqué) utilizo, hasta 2006, el INDEC, y luego un promedio de los índices Santa Fe y San Luis. Éstos son siempre un poco menores que los de las consultoras privadas, pero estas últimas toman en cuenta los precios de Buenos Aires.

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      rolandoastarita

      19/04/2013 at 14:56

  13. Rolando, en su análisis usted asume que los aumentos de productividad son apropiados por el capital. Efectivamente se verifica que en promedio en todas las ramas aumento la productividad? Que sucede si esto no es así? Slds!

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    Martin

    28/04/2013 at 11:52

    • Si lee bien la nota, no se dice que todo el aumento de la productividad es apropiado por el capital. Si así fuera, no habría aumento del salario real con aumento o mantenimiento de la plusvalía. Por otra parte, los efectos del aumento de la productividad sobre el costo de la fuerza de trabajo pueden ser indirectos. Por ejemplo, cuando aumenta la productividad en una rama que produce un bien que a su vez entra como insumo en una rama que produce bienes consumidos por los asalariados.

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      rolandoastarita

      29/04/2013 at 23:25

  14. ¿Qué opinión le merece la explicación de las causas de la inflación basada en el «coeficiente inversor» que da Shaikh en su artículo «la explicación de la inflación y el desempleo»?

    Enlazo el artículo en cuestión:

    Haz clic para acceder a ryr7Shaikh_desempleo.pdf

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    Juan

    07/10/2013 at 13:06

    • Hace años leí este trabajo, debería hacerme tiempo para volver a verlo. En principio, le adelanto que no me convence el argumento. ¿Las inflaciones de Venezuela y Argentina, cualitativamente más altas que en el resto de América, explicadas por el «coeficiente inversor»? Me parece altamente improbable. En general, pienso que Shaikh tiende a minusvalorar la incidencia del factor monetario en la explicación de la inflación. Algo de esto lo he planteado en mi crítica a su explicación sobre el tipo de cambio.

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      rolandoastarita

      07/10/2013 at 20:13

  15. Bajo mi punto de vista, con el «coeficiente inversor», Shaikh intenta explicar un «tipo» de inflación específico. El caso de Argentina o Venezuela sería otro caso distinto.

    Queriendo entender y estructurar las diferentes causas de la inflación en la economía, me encontré con un artículo de Guillermo Gigliani titulado «La inflación en el capitalismo dependiente» (http://marxismocritico.files.wordpress.com/2012/04/la-inflacic3b3n-en-el-capitalismo-dependiente.pdf)

    En este escrito, distingue tres tipos de inflación:

    Por exceso de demanda (la única visión mainstream), la estruturalista (cuando existe capacidad instalada disponible) y la inflación vinculada a la crisis fiscal y deuda externa.

    ¿Cree qué es una buena clasificación?¿Cómo la haría usted?

    Gracias por su tiempo, un saludo.

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    Juan

    10/10/2013 at 11:34

    • En Shaikh encuentro siempre el mismo problema: una minusvaloración de los aspectos monetarios. No encuentro cómo se puede explicar las diferencias entre una crisis de acumulación con tendencia a la alta inflación, como sucedió en los 70 en el mundo capitalista, y una crisis de acumulación con tendencia deflacionaria, recurriendo al coeficiente inversor.

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      rolandoastarita

      10/10/2013 at 12:17

    • Agrego: tiendo a coincidir más con Guillermo Gigliani, aunque me parece que habría que ampliar los tipos de explicación. En la nota sobre inflación en Argentina discuto la que atribuye la inflación a la puja distributiva (la más tradicional entre los keynesianos), y también la que la explica por la formación oligopólica de precios. En cuanto al «mainstream» la inflación «por demanda» parece ser una variante de la explicación más general «la inflación ocurre por exceso de dinero». Por último, en línea con la nota, tiendo a vincular la inflación, en Argentina, no solo (ni principalmente) con la deuda externa, sino con el crecimiento empujado por el tipo de cambio alto (como forma de «superar» el atraso en productividad y tecnológico). Y el déficit fiscal es un factor inflacionario cuando se cubre con emisión monetaria.

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      rolandoastarita

      10/10/2013 at 12:24


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