Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Competencia y teorías subjetiva y objetiva del valor (3)

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Rolando Astarita [Blog]  Marxismo & Economía El paro general del juevesLas dos primeras partes de esta nota pueden verse aquí y aquí.

Veamos ahora el razonamiento de los economistas clásicos, de los cuales tomamos como representativos a Ricardo y John Stuart Mill; y por otra parte, Marx. Aclaramos que Marx aplicó el adjetivo “clásicos” a aquellos economistas que buscaban las conexiones internas de los fenómenos, en lugar de quedarse en la superficie. “Entiendo por economía política clásica toda la economía que, desde William Petty, ha investigado la conexión interna de las relaciones de producción burguesa, por oposición a la economía vulgar, que no hace más que deambular estérilmente en torno de la conexión aparente” (1999, t. 1, p. 99). Según esto, Smith, Ricardo o Mill serían “clásicos”, pero no Bastiat o Carey. Lo que nos interesa en lo que sigue es poner de relieve la lógica subyacente en la explicación de Ricardo, Mill y Marx, en relación a la demanda, el rol de la competencia y el precio de costo. Al mismo tiempo, presentamos algunas de las diferencias fundamentales que existen entre estos autores.

La relación entre precios y demanda es empírica

Esto significa que se pueden establecer algunas relaciones, en promedio, entre precios y cantidades demandadas, en base a la observación. Así, Ricardo, Mill y Marx observan que si baja el precio de un bien, en promedio, aumenta su demanda. “Si la mercancía es barata, la demanda es por lo general mayor que si es cara” (Mill, 451-2). Y Marx afirma que “si el valor de mercado baja, se amplían en promedio las necesidades sociales… Si el valor de mercado aumenta, se contraen las necesidades sociales… (1999, t. 2 p. 229). Pero esto no implica que haya necesidad de establecer alguna relación necesaria entre cantidades demandadas y precios. Por ejemplo, la existencia de los llamados bienes Giffen no genera ningún problema particular a la teoría de determinación de precios.

Si la oferta está limitada, la demanda decide el precio

En la teoría neoclásica con la que usualmente se entrenan los estudiantes de economía, la oferta es limitada y la demanda determina el precio, por lo menos a partir de un precio “base” (el caso típico de la subasta). Pues bien, aunque con distintos fundamentos teóricos (en cuanto a las leyes de la “subjetividad”), lo mismo ocurre en los enfoques de Ricardo, Mill o Marx. Por ejemplo, Ricardo no dudaba de que si la oferta de un cierto bien estuviera limitada, y su cantidad no pudiera elevarse por medio del trabajo, su precio dependería del grado en que el bien fuera deseado por la demanda. En el primer capítulo de los Principios escribía:

“Existen ciertos bienes cuyo valor está determinado tan solo por su escasez. Ningún trabajo puede aumentar la cantidad de dichos bienes y, por tanto, su valor no puede ser reducido por una mayor oferta de los mismos. Ciertas estatuas, y cuadros raros, libros y monedas escasos, vinos de calidad peculiar, que sólo pueden elaborarse con uvas cosechadas en un determinado suelo, del cual existe una cantidad muy limitada, todos ellos pertenecen a este grupo. Su valor es totalmente independiente de la cantidad de trabajo originariamente necesaria para producirlos, y varía con la diversa riqueza y las distintas inclinaciones de quienes desean poseerlos” (1985, pp. 18-9).

En otra nota hemos visto que lo mismo sucede en Marx: el precio de monopolio está determinado únicamente por la apetencia de compra y la capacidad de pago de los compradores (ver aquí).

Si la oferta está limitada, no rige ninguna ley económica

En el caso del monopolio, los clásicos o Marx no pretenden establecer alguna ley económica que rija el precio. La apetencia de compra, el capricho, la capacidad de pago o las inclinaciones de los compradores, entran dentro de lo aleatorio. Pueden prevalecer impulsos no racionales, comportamientos imitativos o socialmente condicionados, movimientos “en manada”, o lo que sea. Los ejercicios introspectivos, o las conjeturas mentales que tratan de encontrar alguna relación sistemática entre gustos de supuestos consumidores racionales maximizadores, en el mundo de los clásicos, o de Marx, no tienen otro significado que el de especulaciones en el aire. No hay ninguna posibilidad de demostrar que los consumidores se comporten de esa manera, ni de conectar de manera sistemática sus estados subjetivos con los precios. De manera característica, Mill se preguntaba qué relación podía existir entre una cantidad y un deseo, incluso si éste iba acompañado de la facultad de compra. La respuesta apuntaba a una determinación empírica de la demanda: “Una relación entre la demanda y la oferta sólo es inteligible si por demanda queremos significar una cantidad pedida y si la relación designada es la que existe entre la cantidad pedida y la ofrecida” (Mill, p. 451). Tampoco en Marx hay algún análisis que pretenda conectar de forma sistemática valoraciones subjetivas con los precios. Por eso, en el caso del monopolio no hay legalidad alguna en la formación del precio. Subrayamos, el caso preferido de los neoclásicos (desde Menger a Varian, si se quiere) para hacer prevalecer su teoría de la demanda, es el caso a-teórico de los clásicos, y Marx.

Cuando la oferta se puede ampliar, los precios tienden hacia el costo de producción

Es importante tener presente el razonamiento de Ricardo (que se puede hacer extensivo a Mill o Marx). La idea central es que si la oferta del bien aumenta, respondiendo a una demanda dada, la curva de oferta se hace horizontal, y el precio tiende a coincidir con el costo de producción. Sin expresarlo en términos de curvas, Ricardo, Mill y Marx coinciden en este punto. El siguiente pasaje de Ricardo, tomado de sus Notas sobre los Principios de Malthus, es esclarecedor al respecto:

“En todo lo que el señor Malthus ha dicho hasta aquí sobre el valor de cambio, éste parece depender en gran medida de las necesidades de la humanidad y de la estimación relativa que da a las mercancías. Esto sería cierto si los hombres de diferentes países se encontraran en una feria, con variedad de producciones y cada uno de ellos con una mercancía independiente, no afectada por la competencia de ningún otro vendedor. En estas circunstancias, las mercancías se comprarían y venderían de acuerdo con las necesidades relativas de los asistentes a la feria; pero cuando las necesidades de la sociedad son bien conocidas, cuando hay centenares de competidores que desean satisfacer esas necesidades, sólo con la condición de que tengan las las consabidas y habituales ganancias, no puede haber tal norma para regular el valor de las mercancías.

En la feria que imagino, puede un hombre querer una libra de oro por una de hierro, conociendo los usos de este último metal; pero cuando la competencia actúa libremente, no dará aquel valor al hierro. Y ¿por qué? Porque el hierro bajaría infaliblemente a su costo de producción, ya que el costo es el eje en torno al cual giran todos los precios del mercado” (1958, t. 2, pp. 19-20).

Podemos dejar por ahora el hecho de que Ricardo está confundiendo el costo de producción (con tasa media de ganancia) con el precio “natural”, o valor; lo importante de este largo pasaje es que en la medida en que entran competidores por el lado de la producción, la competencia actúa como una fuerza que lleva los precios hacia su costo de producción, y la demanda ya no interviene en la determinación del precio. Un poco más adelante, escribe:

“Todo el mundo admite que la demanda y la oferta gobiernan el precio de mercado; pero ¿qué es lo que determina la oferta a un precio determinado? El costo de producción. ¿Por qué está el trigo casi invariablemente más caro aquí que en Francia? No a causa de que aquí haya mayor demanda de él, sino por su costo superior de producción en este país” (ídem, p. 37). También: “… yo no digo que el valor de una mercancía se ajustará siempre a su precio natural sin un aumento de la oferta, sino que digo que el costo de producción regula la oferta, y en consecuencia regula el precio. (…) … además, digo que eso es cierto solo en casos en que no hay monopolio, y todo el mundo tenga libertad para ofrecer las mercancías en la cantidad que quiera” (ídem, pp. 36-7).

En Mill encontramos formulaciones similares: “… podemos decir con absoluta corrección que el valor de las cosas cuya cantidad puede aumentarse a capricho no depende (excepto accidentalmente y durante el tiempo necesario para que se efectúe el ajuste de la producción) de la oferta y la demanda; por el contrario, éstas dependen de aquél. Hay demanda para una cierta cantidad de la mercancía a su valor natural o de costo, y a esta demanda trata de ajustarse la oferta a la larga” (Mill, p. 461).

Anotemos que aquí no es necesario hacer ningún supuesto acerca de la variación de la utilidad para la determinación del precio de equilibrio, hacia el que tienden los precios del mercado. La utilidad es una condición necesaria para que haya valor y precio (si el bien es inútil, no hay venta y por lo tanto tampoco precio). La utilidad también determina la cantidad de bienes que la sociedad está dispuesta a demandar de una determinada rama o industria, dado el ingreso disponible. Pero adecuada la oferta a esa demanda, el precio está determinado por los costos de producción.

Para que haya ley económica, debe haber competencia por el lado de la oferta

Es una conclusión que se deriva de lo anterior. Ricardo dice que cuando hablamos del valor de cambio de los bienes “y de las leyes que rigen sus precios relativos, siempre hacemos alusión a aquellos bienes que pueden producirse en mayor cantidad, mediante el ejercicio de la actividad humana, y en cuya producción opera la competencia sin restricción alguna” (1985, p. 19; énfasis añadido). Como es conocido, según Ricardo, esa ley que rige los precios relativos es la que dice que “la cantidad de trabajo cristalizada en los bienes determina su valor de cambio” (ídem).

Mill anota: “Tengo que advertir, de una vez para siempre, que los casos que considero son aquellos en los que los valores y precios los fija la competencia. Y sólo en tanto se fijen así pueden sujetarse a una ley determinada” (446: énfasis agregado).

También en Marx la ley económica se abre paso con la competencia. “Como éstos (los productores capitalistas individuales) sólo se enfrentan en cuanto poseedores de mercancías, y cada uno procura vender lo más caro posible su mercancía (incluso, aparentemente, sólo lo guía su arbitrariedad en la regulación de la producción misma), la ley interna sólo se impone por medio de la competencia, de la presión recíproca de unos sobre otros, gracias a la cual se anulan mutuamente las divergencias. La ley del valor sólo opera aquí, frente a los agentes individuales, como ley interna, como ciega ley natural, e impone un equilibrio social de la producción por medio de las fluctuaciones casuales de la misma” (1999, p. 1117, t. 3; énfasis agregado). La competencia “ajusta” y “obliga” a que los precios giren “en torno de su precio de costo, es decir, los gastos que contienen más la tasa general de ganancia” (1975, t. 2, p. 181).

Lo dicho hasta aquí refuta la que es posiblemente la mayor objeción de los neoclásicos a las teorías que dicen que los precios de los bienes que son reproducibles con trabajo y capital tienden a sus costos de producción (o precios de producción). Los neoclásicos dicen que esta teoría no puede explicar los precios de mercancías tales como obras de arte, piezas históricas irreproducibles, etc., ya que la oferta es perfectamente inelástica. Por eso sostienen que su teoría es superior, ya que es generalizable a cualquier tipo de bien que se lleve al mercado. En primer lugar, la teoría neoclásica no puede explicar qué rol juegan las preferencias, gustos, etc. y la curva de demanda, en la determinación de los precios cuando las empresas trabajan con costos constantes. Y éste no es el caso “raro”, sino el que tiende a imponerse, no solo en las manufacturas, sino en otras ramas, incluidas las agrícolas. La afirmación de Ricardo, de que la mayor parte de los bienes demandados “se procuran mediante el trabajo, y pueden ser multiplicados… casi sin límite determinable, si estamos dispuestos a dedicar el trabajo necesario para obtenerlos” (1985, p. 19), hoy tiene posiblemente mayor vigencia que en el siglo XIX. A medida que se estandariza la producción de masa, los bienes son reproducidos en cantidades ilimitadas con respecto a la demanda efectiva. Por eso, y contra lo que pretenden los economistas del mainstream, la teoría clásica es más general que la neoclásica.

En segundo término, Ricardo, Mill o Marx admiten que las leyes económicas no son aplicables a los precios de los bienes “raros”, o de oferta limitada; pero la teoría neoclásica tampoco ha logrado establecer una conexión necesaria entre variaciones de las preferencias y los precios (como hemos visto en la segunda parte, la vinculación se basa en meras conjeturas). Lo cual confirmaría la idea de los clásicos de que es imposible establecer esas relaciones.

Cómo afecta la demanda a los precios

En los clásicos las variaciones de la demanda afectan a los precios, pero a través de una lógica distinta de la neoclásica, ya que no hay simultaneidad. Este punto es importante de aclarar, porque los neoclásicos han introducido bastante confusión al interpretar a Ricardo acerca de esta cuestión (por ejemplo, Hollander). En el esquema clásico la demanda importa porque si se admite (en un supuesto realista) que la productividad se modifica con la escala de la producción, los precios de producción serán afectados por la escala de la producción. Ricardo o Marx eran perfectamente conscientes de esta circunstancia. Pero esto no significa que acordaran con un esquema de determinación simultánea de precios y cantidades al estilo neoclásico. Es que en el enfoque clásico, o de Marx, los capitalistas primero deciden la producción según la demanda que prevén, y luego los productos van al mercado con precios tentativos (un punto que enfatiza Marx cuando trata las funciones del dinero). Dada la cantidad producida, y los costos (salarios más insumos y amortización del capital fijo), se determinan los precios de producción, que son previos a la venta, esto es, a que se ejerza la demanda efectiva. No existe un mecanismo de determinación simultánea; por esto, no hay necesidad de suponer variaciones de ningún tipo determinado de los rendimientos. Los rendimientos pueden ser constantes, crecientes o decrecientes, sin que se afecte la ley fundamental. En todos los casos, una vez que se determina la escala de la producción, los precios pasan a ser determinados por los costos (más la ganancia media). Tampoco hay necesidad de suponer alguna relación sistemática entre la cantidad de productos que hay en el mercado y los valores (precios de producción hacia los que tienden los precios de mercado), por fuera de lo determinado por la ley del valor trabajo. En palabras de Marx:

“Entre la cantidad de los artículos que se encuentran en el mercado y el valor de mercado de tales artículos solo existe una conexión: sobre una base dada de productividad del trabajo, en cada esfera particular de la producción, la elaboración de una cantidad determinada de artículos requiere determinada cantidad de tiempo social de trabajo, pese a que esa relación es totalmente diferente en diversas esferas de la producción y no guarda relación interna alguna con la utilidad de esos artículos o con la naturaleza particular de sus valores de uso” (Marx, 1999, p. 236, t. 3).

La oferta y demanda no explican los precios de equilibrio, o tendenciales

En los clásicos la oferta y la demanda explican las variaciones de los precios, y las cantidades, en torno a los precios de equilibrio, o tendenciales (los llamados por Ricardo y Mill precios naturales, o costos de producción, que incluyen costos más una ganancia media; en Marx son los precios de producción, aunque a veces también se encuentra la expresión costo de producción). Pero la oferta y la demanda no pueden explicar esos precios tendenciales. Sí pueden explicar oscilaciones, y cambios en las asignaciones de capital y trabajo entre las ramas. Para ver por qué, supongamos que todos los bienes tienen su precio natural (costo de producción más ganancia media) y que las tasas de rentabilidad sean iguales en todas las ramas. Supongamos ahora que aumenta la demanda de sedas, debido a un cambio de la moda, y se reduzca la de tejidos de lana. Los precios naturales (determinados por la cantidad de trabajo necesario para su producción) del tejido de lana y la seda permanecerán inalterados, pero aumentará el precio de mercado de la seda, y disminuirá el de la lana. Por consiguiente, la ganancia del fabricante de seda se elevará por encima del promedio, y lo inverso sucederá con la ganancia del fabricante de tejidos de lana. Esto provocará transferencias de capital hacia la rama más rentable, hasta que los precios de mercado vuelven a coincidir con los precios naturales. “Es esta competencia la que ajusta el valor de cambio”, apunta Ricardo (1985, p. 69). Sin embargo, cuando la oferta de bienes de una industria coincide con la demanda, esta coincidencia no explican el porqué del precio. Éste es un punto en el que insisten Ricardo, Mill y Marx. Por ejemplo, Marx: “Cuando la oferta y la demanda coinciden, dejan de actuar y precisamente por ello se vende la mercancía a su valor de mercado. (…) Cuando la oferta y la demanda se anulan mutuamente, dejan de explicar nada, no actúan sobre el valor de mercado, y con más razón aún nos dejan a oscuras en cuanto a por qué el valor de mercado se expresa precisamente en esa suma de dinero y no en otra” (1999, p. 239, t. 3). La oferta y la demanda explican las oscilaciones de los precios en torno a los precios de producción, pero no pueden explicar los movimientos tendenciales de los precios (ya que en el largo plazo se supone que los más y menos de la oferta y la demanda se anulan).

Demanda y ley del valor trabajo

En Ricardo y Marx, pero no en Mill, el poder de compra global, o la demanda potencial, está determinada por el valor global generado en el trabajo productivo. Esto sucede porque, en promedio, y según la teoría del valor trabajo, al valor generado en la producción le corresponde un poder de compra equivalente. En consecuencia, la demanda potencial está determinada por la ley del valor trabajo. Las variaciones de la demanda solo pueden ocurrir en los límites marcados por esta generación de valor (consideremos una economía cerrada, en estado “puro”). Esto no ocurre en las teorías de Smith, Malthus o Mill (cuestión que remite a sus teorías del valor). Además, en Marx, no siempre el poder de compra se ejerce, abriendo la posibilidad del estallido de crisis generales de sobreproducción. Asimismo en Marx, la demanda está condicionada por las estructuras sociales: “… las necesidades sociales, es decir, aquello que regula el principio de la demanda, están condicionadas en lo fundamental por la relación recíproca entre las diversas clases y por su respectiva posición económica” (Marx, 1999, p. 230, t. 3).

En Marx, la demanda es esencial para la validación social del trabajo privado

En la teoría de Marx (pero no en Ricardo) la demanda efectiva es fundamental para la “sanción” del trabajo empleado en la producción en cuanto trabajo social, generador de valor. Para verlo con un ejemplo (es de Marx), supongamos que en la rama de la producción de telas se han producido más telas de las que el mercado puede absorber, o necesita la sociedad (dado un determinado poder de compra; la demanda nunca es en abstracto, como ya explicaba Smith). Pues bien, en ese caso los precios de las telas caen. ¿Qué está significando esto? Que de conjunto la sociedad destinó más tiempo de trabajo del que socialmente era necesario. Esto provocará una redistribución del capital y del trabajo (empresas que cierran, trabajadores que migran de rama o van a la desocupación, etc.). Observemos que no hay simultaneidad. Los capitalistas deciden un volumen de producción (y tienen costos en correspondencia) según la demanda que prevén; pero la sanción social acerca de esta decisión en la sociedad capitalista ocurre ex post, una vez que se ha trabajado. Por eso la venta, para Marx (pero no para Ricardo) constituye “el salto mortal de la mercancía”, el momento de la verdad: el momento en que el mercado decide si se ha empleado el tiempo de trabajo social necesario.

Esto permite responder una objeción que hicieron los neoclásicos a la teoría del costo de producción. Se sostiene que cuando la mercancía llega al mercado, el costo ya no influye, porque si los productores no previeron bien la demanda, deberán vender por debajo del costo. De aquí deducían los padres fundadores del marginalismo que lo decisivo es la utilidad, que se expresa a través de la demanda. “Lo cierto es que el trabajo, una vez gastado, no influye en el valor de ningún artículo; desaparece y se pierde para siempre. En el comercio, lo pasado está” (citado por Landreth y Colander, 2006, p. 226). Como si hubiera querido responder a esta crítica, en El Capital Marx explica que el valor siempre es trabajo pasado, coagulado, objetivado. Y que para objetivarse la mercancía debe venderse; es la única manera en que el valor se realiza. Prácticamente el eje del apartado “La forma del valor”, del capítulo 1 de El Capital (dedicado a la cuestión del valor), gira en torno a la necesidad de que haya mercado, y se realice la venta, para que el valor se convierta en una propiedad objetiva-social de la mercancía. Por eso, en Marx, los movimientos de los precios son hechos objetivos-sociales (esto es, generados por la actividad de los seres humanos, pero no dominados por éstos). Este aspecto de la cuestión desaparece de la consideración de Ricardo (una de las principales críticas que le hace Marx es que no da importancia a la forma del valor). El problema tampoco es rozado, siquiera, por Mill y otros clásicos.

Señalemos también que si la mercancía se malvende por debajo de su valor (y esto puede ocurrir aunque la necesidad social del bien no haya variado), el costo influye y mucho. En la próxima ronda o circuito del capital, la producción deberá bajar. Lo cual significa que los tiempos de trabajo social se adecuan y vuelven a regir los precios de equilibrio de largo plazo (este aspecto de la cuestión lo desarrollaremos con más amplitud cuando expliquemos las diferencias en teoría del valor trabajo entre Ricardo y Marx).

Costos de producción en Ricardo y Marx

A lo largo de este texto hemos utilizado indistintamente los términos costos de producción, precios de producción y precios “naturales”, que en Ricardo son los valores. Pero en este punto, entre Ricardo y Marx también existe una diferencia fundamental. Es que Marx critica a Ricardo porque no distinguía entre valor y precio de producción. Ricardo pensaba que la competencia tendía a reducir a los precios de mercado a sus precios naturales, siendo éstos los precios determinados por los tiempos de trabajo invertidos en la producción de las mercancías. Pero si las mercancías se vendiesen de acuerdo a esos precios “naturales”, las tasas de rentabilidad entre los capitales medios invertidos en las diferentes ramas, serían muy distintas (debido a la diferente composición relación entre capital constante y variable promedio en las ramas). Por este motivo Marx plantea que la competencia entre las diferentes esferas de la producción no reduce los precios a los valores naturales, sino crea una tasa general de ganancia en las diferentes esferas porque las mercancías se venden a sus precios de producción (costo más la tasa media de ganancia). En otras palabras, “la competencia en modo alguno tiende a asimilar los precios de las mercancías a sus valores, sino que, por el contrario, reduce sus valores a precios de costo” (Nota: en El Capital empleará el término precio de producción), “que difieren de ellos…” (Marx, 1975, p. 175, t. 2). El problema de fondo es que Ricardo, ya en el capítulo 1 de los Principios, identificó el valor con el precio de producción (o costo de producción). Pero entonces no podría establecerse una tasa media de ganancia. Como apunta Marx, “si se quiere que el precio rinda la misma ganancia, tiene que ser distinto del valor de la mercancía” (ídem, p. 180).

La explicación del precio por el costo no es sinónimo de unicidad en la teoría del valor

Por último, es un error pensar que Smith, Ricardo y Mill compartieron una misma teoría del valor por el hecho de que coincidieran en sostener que, en el largo plazo, los precios naturales de los bienes reproducibles con trabajo y capital coincidían con los costos de producción. Según algunos economistas, la teoría clásica del valor reconocería una saga que arrancando en Smith, y pasando por Ricardo y Mill, llegaría a Marshall y Keynes. Pero no existe tal cosa. Las teorías del valor de Mill o Marshall, por un lado, y la de Ricardo, por el otro, son muy distintas, aunque formalmente rescaten la importancia del costo de producción en la determinación de los precios de equilibrio de largo plazo. Desarrollo esta cuestión en una próxima nota.

Textos citados:
Landreth, H. y D. Colander (2006): Historia del pensamiento económico, Madrid, McGraw Hill.
Marx, K. (1999) El Capital, Madrid, Siglo XXI.
Marx, K. (1975): Teorías de la plusvalía, Buenos Aires, Cartago.
Mill, J. S. (1943): Principios de Economía Política, México, FCE.
Ricardo, D. (1958): Obras y correspondencia, México, FCE.
Ricardo, D. (1985): Principios de Economía Política y Tributación, México, FCE.

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«Competencia y teorías subjetiva y objetiva del valor (3)«

Written by rolandoastarita

24/01/2013 a 15:17

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26 respuestas

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  1. Hola don rolando

    he sido un seguidor de este bolg por bastante tiempo, estoy en el trance de estudiar la economía de mi país y deseo hacer un análisis del capitalismo de Chile y sus perspectivas, sin embargo carezco de una metodología y de las herramientas necesarias mis preguntas son

    cuales son los pasos que debo seguir?

    que aspectos debo tomar en cuenta?

    que debo estudiar?

    cual es la metodologia dialectica que se relacionara con mi estudio ?

    en fin sé que lo que pregunto no tiene nada que ver con la nota y tambien sé que es una empresa bastante grande pero aparte de usted y los amigos del blog carezco en chile de las orientaciones adecuadas

    PD: disculpe por la nota que no tiene que ver con su escrito

    manuel

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    manolo

    24/01/2013 at 15:35

  2. Exposición muy clara y didáctica de las diferencias entre los autores clásicos, tomando a Márx como punto de referencia y culminación superadora. Responde de manera sistemática a muchas cuestiones que se han tocado de modo directo o tangencial en otras notas de este blog. Explica muy bien como el precio de mercado o efectivo, oscila en torno al eje de los precios de producción que expresan el auténtico ‘valor social’ promedial y a su vez dinámico en el largo plazo. Espero su próxima nota, pese a que la mezcla de intuición con lectura insuficiente, me indica que hay una diferencia abismal sobre teoría del valor de Ricardo o Márx, con Marshall o Keynes. Desde ya, considero que será un aporte esclarecedor.

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    AP

    24/01/2013 at 22:33

  3. Gran articulo profesor.
    Dejo una pregunta:
    Cual es la diferencia esencial entre la teoria del valor entre Smith y Ricardo(pienso de este ultimo como Marx aderian a la teoria del valor trabajo aunque de formas distintas)?
    Saludos

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    Leandro

    25/01/2013 at 14:37

    • Tengo preparada una nota en la que trato la cuestión, a raíz de las diferentes concepciones acerca de lo que se entiende por precio determinado por el costo de producción.

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      rolandoastarita

      26/01/2013 at 09:25

  4. Es en el sistema capitalista donde a través de la competencia se generan los cambios en la producción, cada capitalista busca obtener las mayores ganancias al vender sus mercancías en el mercado, ya sea por medio de la baja en los precios de las mercancías al reducir los salarios de los trabajadores, o bien por el aumento de la productividad de la fuerza de trabajo. Es decir, los cambios en el costo de producción van a estar ligados estrechamente con el valor del trabajo.

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    Garrett A. Chavez

    28/01/2013 at 19:48

  5. hola Rolando, antes que todo, disculpame que te consulte por acá, ya que no tiene que ver con el tema de las «competencias…», pero tengo una duda grandisima:

    entiendo que la tecnología que genera el capitalismo es la base para poder generar la abundancia en el comunismo, la automatización de las cosas, la abundancia material y espiritual, etc etc, y así el hombre pueda desembarazarse de las maquinas y trabajos forzosos, etc etc,

    mi pregunta es: ¿esta tecnología existe en la actualidad o estamos lejos de poder crear abundancias materiales? si fuera así ¿que país(es) estaría dentro de la posibilidad de poder crear esta abundancia?
    ¿ello quiere decir que el comunismo (o la primera etapa: socialismo) deba empezar por los países mas avanzados? porque, por ejemplo, te escribo desde peru y acá existen muchos dogmáticos que quieren hacer la «revolución» y tienen complejo de «guerrilleros» , pero yo veo que peru es un país atrasado en cuanto a la tecnología ,entonces, no se podría creas esa abundancia, lo cual: ¿seria un error construir un socialismo en un país atrasado?

    seria de gran ayuda tu comentario, gracias.

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    carlos

    06/02/2013 at 15:28

    • Habría muchos indicios de que con una redistribución del tiempo de trabajo (y eliminando el trabajo improductivo) podría mejorarse sustancialmente el nivel de vida de los pueblos, y reducirse los tiempos de trabajo, esto es, disponer de mucho más tiempo libre. Por caso, se ha dicho que con lo que se gasta medio día en armamento en el mundo, se podría acabar con una enfermedad endémica como la malaria. El desarrollo de las fuerzas productivas ha alcanzado un alto nivel; las relaciones de producción explotadoras, con su secuela de crisis, desocupación, etc. son el principal obstáculo que impiden un desarrollo de las potencialidades de los seres humanos. Pero esto se aplica a los países desarrollados. El problema con las revoluciones en los países del tercer mundo es que el atraso de las fuerzas productivas, el escaso desarrollo tecnológico, obliga a socializar la miseria. Sobre esta base social se levanta entonces la burocracia, que administra una economía de escasez y necesidad. En última instancia, esta fue la razón fundamental de la burocratización en la URSS, y en otros países (Trotsky en esto tenía razón, en lo esencial). Una revolución en un país atrasado debería conectar con otras revoluciones; si queda aislada, la revolución perecerá. El socialismo en un solo país, y para colmo atrasado, es imposible.

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      rolandoastarita

      06/02/2013 at 17:31

  6. gracias por tu respuesta rolando, bueno, con lo que me dices creo que no queda mas que esperar que los países mas avanzados empiecen la revolución, a esperar

    por otro lado, quería saber tu opinión acerca de las personas quienes se quejan del imperialismo (marxistas) por que genera explotacion, etc, pero, viéndolo desde otro enfoque, muchas veces es el imperialismo economico quien trae las industrias, empresas, tecnología al país, entonces, el imperialismo en un país atrasado se vuelve hasta una necesidad, por ejemplo: mi pais, peru, sin imperialismo (mejor dicho,inversion extranjera) no tendríamos maquinaria para extraer el gas natural (maquinaria que el estado no puede pagar), no tendría la ultima tecnología en linea blanca, etc, mejor dicho, gracias a ese imperialismo económico la tecnología se hace sentir, tenemos mineras extranjeras que generan mucho dinero para construir pistas, colegios, etc etc etc.

    ¿o tu opinas que un país atrasado sin inversión extranjera puede igualar la tecnología de los países avanzados?
    teniendo en cuenta que la tecnologia es necesaria como «base tecnico-material» del comunismo.
    gracias

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    Carlos

    07/02/2013 at 02:13

    • Por ahora las especulaciones acerca de la revolución socialista son abstractas, las fuerzas del socialismo (o del marxismo) están extremadamente debilitadas. En prácticamente todos los países lo que predomina es la ideología y la política burguesa. Pienso que el socialismo ha quedado asociado con los regímenes stalinistas, represivos, y los pueblos, las masas trabajadoras, rechazan mayoritariamente esos proyectos. De todas maneras, si consideramos la posibilidad de una revolución, yo no diría que un país atrasado debiera esperar a que la revolución triunfe en los países adelantados. El triunfo de una revolución socialista puede ser el disparador de otros triunfos. En última instancia, ésta fue la apuesta de los bolcheviques en 1917. La dirección bolchevique (al menos Lenin y Trotsky) parecía tener en claro que la revolución solo podía asegurarse si se extendía (Alemania en primer lugar). Esto fracasó, y ello explica en buena medida la burocratización (de hecho, la derrota) de la revolución en los años que siguieron.

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      rolandoastarita

      07/02/2013 at 09:47

  7. rolando, insistiendo con el tema, usted señala
    (1)»si consideramos la posibilidad de una revolución, yo no diría que un país atrasado debiera esperar a que la revolución triunfe en los países adelantados»
    + sumando su comentario anterior
    (2)»El problema con las revoluciones en los países del tercer mundo es que el atraso de las fuerzas productivas, el escaso desarrollo tecnológico, obliga a socializar la miseria»

    pongamos como ejemplo: Bolivia + Perú (u otros países atrasados) decidieran construir el socialismo mañana, pues seria una locura ya que esos países no tienen las condiciones para hacerlo, pues se cumpliría lo que usted señala: (2) ,lo cual fracasaría a la larga y nos regresaríamos al capitalismo.

    por otro lado, cierto que Rusia fue de inspiración para construir el socialismo en otros países, pero ¿no tuvo que ver mucho el tamaño de Rusia para influir en el resto de países? ¿si la revolución bolchevique hubiera sido en un país pequeñito (tipo Bolivia), hubiera tenido efecto en países grandes?

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    Carlos

    07/02/2013 at 14:52

    • Si Bolivia o Perú quisieran construir el socialismo, sería imposible. No existe el socialismo en un solo país; ni siquiera el capitalismo puede existir aislado. Si en un país atrasado triunfa una revolución obrera, deberá resistir como «fortaleza sitiada». Ni siquiera Rusia, con sus inmensas riquezas, pudo sobrevivir aislada; además de los errores de la burocracia, el problema de fondo es que no se puede construir el socialismo como una isla. La URSS inspiró a muchas economías a adoptar la planificación estatal a través de burocracias. No es precisamente una inspiración al socialismo (discuto la naturaleza de la URSS en varias notas, aquí aquí y aquí). Es importante estudiar la experiencia soviética para entender las limitaciones que tiene el proyecto de socialismo nacional.

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      rolandoastarita

      07/02/2013 at 22:28

  8. Entonces para redondear la idea a modo muy general, para que se lleve el socialismo (como primera etapa):

    (1) se necesita (por lo general) que los países tengan buena infraestructura y tecnologia, para la abundancia de bienes materiales. Países no atrasados

    (2) una ves tomada el poder por el «proletariado», y en plena construcción del socialismo, esta (la revolución) debe ser «exportada» o motivada en otros países, ya que..

    (3) el socialismo en un solo país (lenin) es imposible y necesita expandirse (trotsky) en la punta de las bayonetas

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    carlos

    08/02/2013 at 01:11

    • No sé de dónde saca usted que la revolución deba ser «exportada en la punta de las bayonetas».

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      rolandoastarita

      08/02/2013 at 10:28

  9. libro: la esencia anti revolucionaria del trotskismo contemporáneo
    capitulo 1: como los trotkistas luchaban permanentemente contra la revolución
    tema: llamamientos a «llevar la revolución sobre las puntas de las bayonetas» pag.36

    «trotsky calificaba de planteamiento de «estrechez nacional» (refiriéndose a LENIN sobre llevar el socialismo en un solo país) y exigía al país proletario victorioso llevase la revolución a otros países sobre la puntas de las bayonetas «rojas». consideraba la gran revolución socialista de octubre como una plaza de armas necesarias para hacer esta guerra contra el mundo capitalista. en su concepción, la Revolución de octubre podría influir en la marcha de la historia mundial si provocase de golpe, «estimulando» y empujase» las revoluciones en todo el mundo»

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    Carlos

    08/02/2013 at 14:01

    • No entiendo bien para qué mete ahora a Trotsky, ni de dónde saca esa pretendida cita de Trotsky. La idea que manejó el marxismo (apreciaciones de Engels sobre los posibles efectos en Europa de una revolución en Rusia; luego Lenin) fue que la revolución en un país pudiera desatar movimientos revolucionarios en otros países. Algo de esto sucedió entre 1917 y 1921. En 1920, en el último episodio de la Guerra Civil, durante la contraofensiva contra Polonia, Lenin tuvo esperanzas de que la entrada del Ejército Rojo despertara una revolución en ese país (Trotsky en realidad se opuso a continuar la ofensiva). Pero la revolución no se produjo, y nadie pretendió establecer el socialismo a punta de bayonetas. Esta fue luego más bien una política stalinista, aunque se trató de la instalación de dictaduras burocráticas (Polonia, Checoslovaquia, Alemania Oriental, etc.).
      Por otra parte, un consejo: si cita a Trotsky, busque sus textos. No sé de dónde sacó ese libro sobre la «esencia contrarrevolucionaria del trotskismo contemporáneo», por el título parece un típico producto basura de los stalinistas. Trotsky no critica a Stalin por no lanzar al Ejército Rojo sobre Europa o China. Cuando la URSS invadió una parte de Polonia (luego del pacto Stalin Hitler) Trotsky tomó una posición crítica, globalmente. Insisto, si quiere criticar a Trotsky, busque leerlo y razonar sobre sus argumentos.
      Última aclaración: otro asunto es que Trotsky criticó el programa de construcción del socialismo en un solo país. Pero de esta crítica no debiera deducirse que abogara por una intervención armada de la Rusia soviética en Europa. La idea de que el socialismo solo puede triunfar en escala mundial no es originaria de Trotsky; está en el centro de la visión de Marx.

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      rolandoastarita

      08/02/2013 at 14:36

  10. Tiene razon, el texto «la esensia…» son de corte stalinistas, gracias por el consejo y por las respuestas

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    Carlos

    08/02/2013 at 17:47

  11. Es bien intrincado este tema sobre la teoría del valor. Remitiéndome al ejemplo de las sedas y de la idea -según mal no entendí -de que la oferta y la demanda modifica de cierta manera los precios de mercado pero no a los costos de producción (precios de producción) que son derivados del trabajo socialmente realizado para producir el bien; se me ocurre plantear que al encarecerse el bien (mercancía) por efecto de la demanda y en el caso hipotético que fuese insumo de otro bien, se podría decir que los costos de producción están siendo modificados por la demanda de insumos?

    Le agradecería profesor que me brindara luces al respecto y espero que entienda mi pregunta. Debo aceptar que tengo ciertos problemas para entender este tema, parece que el tema del valor depende de como se eche el cuento.

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    Alfonso

    10/02/2013 at 21:23

  12. Compañer@s: con el correspondiente permiso de Rolando utilizamos este medio para pasar un aviso;
    Invitamos a formar un taller, en Rosario, de lectura de El Capital de Carlos Marx. La idea es avanzar tomando como referencia experiencias que se realizan desde hace varios años en Buenos Aires (consultar aquí: http://www.talleresdelecturadeelcapital.blogspot.com),

    Sii estas interesado te pedimos simplemente que nos escribas a robertoparodi@htmail.com.ar u omarivaldi@gmail.com y pronto te informaremos sobre una primera cita para ver el resultado de la convocatoria y ponernos de acuerdo en su funcionamiento si es posible. Gracias por la atención,
    saludos

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    Roberto

    17/02/2013 at 22:23

  13. Perdonen por repetir en sendos hilos este texto; pero me veo en la necesidad de que los lectores conozcan cómo se pensaba cientos de años antes de todo este lío.

    un saludo.

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    Carlos Martín.

    14/03/2013 at 08:52

  14. Rolando,las nociones de valor y formación de precio que expone para las mercancías manufacturadas(mayormente en relación a los costes de producción) ¿Serían extrapolable a los servicios o estos actuarían bajo mecanismos distintos?

    Saludos.

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    JHaydn

    27/03/2013 at 20:50

    • Sí, básicamente serían las mismas. Aquí la mercancía que vende la empresa es el servicio, por ejemplo, el transporte, la limpieza, etc. Por supuesto, siempre que se trate de servicios que encierran un valor de uso (en esto tiene que ver las nociones de trabajo productivo e improductivo).

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      rolandoastarita

      27/03/2013 at 21:38

    • ¿Sería así también en la producción de bienes intangibles,el arte o los descubrimientos y técnicas científicas?

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      JHaydn

      28/03/2013 at 11:36

    • Siempre que hablamos de ley del valor trabajo nos referimos a bienes reproducibles mediante trabajo humano. Esto es, debe existir competencia por el lado de la oferta.

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      rolandoastarita

      28/03/2013 at 11:58

  15. Estimado profesor, estoy tratando de conocer y entender la Teoría Laboral de Valor

    Creo haber entendido la diferencia entre valor de uso, de cambio y precio pero busco una definición clara y diferenciada del tèrmino «valor» a secas, que creo debe de ser previa y más genérica que la definición de las distintas formas o tipos que tome el concepto, sea valor de uso o de cambio, que supongo deberían quedar incluidas en el concepto general de «valor». ¿Cual sería este?. Gracias por su atención.

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    Solrac

    06/04/2013 at 14:24

    • En el fondo, Marx está discutiendo con el liberalismo. Para esta corriente, la sanción de los derechos y libertades por el Estado constituye el logro de la libertad, y con esto termina el proceso histórico. La democracia es, para los liberales, la forma de organización política que mejor asegura la vigencia de los derechos y libertades individuales. Marx considera que la libertad requiere de la abolición de las condiciones de vida de la sociedad burguesa, encarnadas en la propiedad privada de los medios de producción.

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      Abogados en Colombia

      14/08/2013 at 12:35


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