Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Unidad de acción, diferenciación política y marxismo

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Rolando Astarita [Blog]  Marxismo & Economía El paro general del juevesEn esta nota amplío algunas cuestiones referidas a la táctica de unidad de acción, tratadas en otra nota (ver aquí). El disparador es una cuestión planteada por un compañero en “Comentarios” de este blog. El tema es si conviene que los marxistas participen en acciones unitarias con otras organizaciones políticas y sindicales, sin identificarse como marxistas. Pienso que la cuestión trasciende el cómo participar tácticamente en alguna marcha. Es que el problema de cómo intervenir en el movimiento de masas es uno de los más discutidos y difíciles que enfrentan las organizaciones revolucionarias. En ello están involucradas tanto cuestiones teóricas -análisis de coyuntura, objetivos programáticos, etc,- y tácticas, como las que atañen a las consignas de movilización y organización. Las formas de intervención de los socialistas se ubican en el plano de lo táctico, aunque se fundamentan en caracterizaciones más generales sobre las relaciones entre ideología, política y acciones de clase.

La intervención en un movimiento “ingenuo”

A grandes rasgos podemos decir que hubo, en el movimiento socialista, dos formas principales de intervención, que partieron de caracterizaciones muy distintas acerca de la situación del movimiento de masas. Una de ellas viene a decir que las masas trabajadoras son hasta cierto punto “ingenuas”; y que si bien pueden tener “ilusiones” en líderes burgueses, esas ilusiones serán superadas con la misma experiencia de lucha. Por lo tanto, los marxistas deberían acompañar la experiencia, pasando a un segundo plano críticas y planteos teóricos, o políticos, más generales. A lo sumo, se trataría de proponer alguna consigna un poco más radical, pero nada que apunte mucho más allá de lo que propone el movimiento, al que se concibe, en principio, como espontáneo.

Como lo demuestra la historia del movimiento socialista, esta tipo intervenciones tuvo, y tiene, muchas variantes. En el extremo, están aquellos militantes que se integran en organizaciones o partidos de masas para desarrollar “desde adentro” las experiencias y las luchas. Muchas organizaciones adoptaron esta política, a nivel mundial o en Argentina. Por ejemplo, los grupos que se disolvieron en los partidos Comunistas de masas, en los años 1950 y 1960, en la esperanza de radicalizarlos. O antes en los partidos socialdemócratas. También están los que entraron al partido Laborista inglés; o al Partido de los Trabajadores de Brasil, en los 1970 y 1980. En Argentina, el lugar preferido fue el peronismo; varios grupos hicieron entrismo en este movimiento, y también hubo muchos militantes independientes que trataron de llevar a cabo esta experiencia (ver aquí). Otra variante fue la apuesta a formar un partido “de los trabajadores”, con un programa más o menos indefinido, en la esperanza de que pudiera evolucionar hacia el marxismo, a partir de una experiencia en común con los socialistas revolucionarios. Los entrismos en el laborismo inglés, o en el PT de Brasil, tenían esta perspectiva.

Es en este punto que cobran relevancia las recomendaciones que hizo Engels acerca de cómo debían actuar los socialistas frente a los Knights of Labour (Caballeros del Trabajo), de EEUU. Los KoL era una organización que se había creado en 1876 para organizar a la clase obrera, y que hacia 1880 había impulsado una ola de huelgas. Entonces Engels escribe tres cartas en las que trata la actitud que deberían tomar los marxistas alemanes, residentes en EEUU, con respecto a los KoL. Engels los critica porque habían adoptado una actitud demasiado sectaria, y recomienda que entren a trabajar dentro de los KoL “formando un núcleo de gente que comprenda el movimiento y sus fines, y que en consecuencia tome la dirección, por lo menos de una sección, cuando se produzca la ruptura inminente e inevitable del “orden natural” (carta del 29 de noviembre de 1886 a Sorge). Consideraba que el primer paso “es siempre la organización de los obreros como partido político independiente, no importando cómo, siempre que sea un partido netamente obrero…”. Aunque el programa de los Ko L fuera “muy confuso y deficiente”, se trataba de un mal “inevitable pero transitorio”, ya que si los trabajadores tenían su propio movimiento, habrían de progresar “por sus propios errores y aprendiendo de sus heridas”. Los socialistas debían intervenir entonces para hacer comprender el objetivo final, la necesidad de destruir el sistema asalariado.

Más clara todavía es la posición en una carta a Florence Wischnewetsky, quien le había pedido una crítica a las posiciones de Henry George, líder por el que votaban los obreros en EEUU. Engels plantea que la crítica sería prematura, que lo importante era “poner en marcha a la clase obrera como clase”, y que si esto se lograba, los trabajadores pronto abandonarían a sus líderes pequeño burgueses reformistas, como George. Por eso recomendaba “entrar en todo movimiento real, aceptar sus puntos de partida prácticos y conducirlos gradualmente al nivel teórico, señalando cómo todo error cometido, todo revés sufrido, es consecuencia necesaria de las concepciones teóricas erróneas del programa original” (carta del 28 de diciembre de 1886). Engels recordaba lo que decía El Manifiesto Comunista acerca de la actitud de los comunistas, que participan del movimiento para “representar el movimiento del futuro en el movimiento del presente”. Por esta razón, también aconsejaba no presentarse a elecciones como socialistas, ya que “uno o dos millones de votos obreros… a favor de un partido obrero de buena fe, valen infinitamente más que cien mil votos obtenidos por una plataforma doctrinariamente perfecta”. Subrayaba que era prematuro “hablar de lleno y exahustivamente ni de Henry George ni de los KoL”. En otra carta, del 27 de enero de 1887, también a Wischnewetski, insistía en las mismas ideas.

Puede observarse que en estos pasajes existe una tensión entre la idea de “no ceder u ocultar nuestra propia posición e incluso nuestra organización” (carta de enero de 1887), y la negativa a criticar exahustivamente a la dirección o el programa de los KoL. ¿Cómo se puede “no ceder” en una posición, si no se explica que se está en contra de una posición opuesta, o muy diferente? En cualquier caso, la táctica que recomienda Engels en estas cartas constituyó una fuente de inspiración para muchas corrientes que apostaron, o apuestan, a alguna forma de evolución espontánea del movimiento de masas. Una idea clave de estas orientaciones es que las críticas -y por ende, las diferencias políticas, ideológicas y teóricas- deben atenuarse, o en alguna medida disimularse para no entorpecer la evolución del movimiento de conjunto. Hay aquí un cierto temor de que los socialistas aparezcan ante las masas trabajadoras como sectarios y dogmáticos. De todas formas, éstos son los marcos más generales en que se encuadra la táctica, ya que existe todo un espacio que va desde militar como tendencia organizada dentro de una organización de masas, hasta participar a título individual, y sin identificación política, en un movimiento. Las intervenciones de los socialistas en el laborismo inglés, en la socialdemocracia europea, en los partidos comunistas europeos o en los movimientos nacionalistas del tercer mundo, cubrieron todo este amplio abanico de posibilidades. También, y en la misma vena táctica, hubo muchos llamados a la formación de “partidos obreros” amplios, en la esperanza de que fueran el puntapié inicial para avanzar a un partido obrero con un programa marxista. Incluso algunos pensaron que el partido Laborista en Argentina, en los 1940, habría sido “el primer intento de organización de organización política independiente de la clase” (González, 1974, p. 37). Con la tan repetida y anunciada “crisis del peronismo”, una y otra vez, a lo largo de la historia, se ha vuelto a adelantar la propuesta del “partido obrero” en Argentina. En la actual coyuntura política argentina, el tema cobra relevancia porque el mismo Moyano en algún momento ha especulado con la formación de un «partido de los trabajadores».

Naturalmente, esta orientación general también se puede aplicar a las unidades de acción. Ahora la idea será “no aparecer como sectario”, dar tiempo a que “el movimiento evolucione”, “poner en primer plano la necesidad de avanzar en medidas prácticas”, y similares. De ahí, por ejemplo, el concurrir a una marcha llamada por la burocracia, sin banderas, identificaciones políticas e ideológicas, etc.

No existe tal ingenuidad

El punto de vista opuesto es el que sostiene que no existe un movimiento obrero, o de masas, “ingenuo”, o desprovisto de ideología, y que por lo tanto no deberían albergarse ilusiones en que los programas y las direcciones pequeño burguesas o burguesas reformistas sean superadas con la mera movilización. Si bien la experiencia es importante y necesaria, no sería suficiente. La crítica y la clarificación de los objetivos son imprescindibles, sostiene este enfoque, porque la “experiencia” de la explotación no lleva a la conciencia de que hay explotación. Lo mismo puede decirse con respecto al Estado, y en general, con respecto a la civilización burguesa.

Tengamos en cuenta que esta cuestión estuvo en el centro de muchas diferencias entre los socialdemócratas rusos, en los años prerrevolucionarios. La crítica de Lenin al llamado “economicismo” es, en esencia, la crítica a la idea de que desde el mismo movimiento, y por su mera experiencia, pudiera formarse una conciencia socialista, sin intervención de la teoría (ver ¿Qué hacer?). Pero más significativa para lo que nos ocupa fue la polémica desarrollada en la socialdemocracia rusa, en torno a la consigna de un “partido obrero amplio”. Es que durante 1906 y 1907 Axelrod, Larin y otros dirigentes del ala menchevique realizaron una intensa propaganda a favor de un partido obrero, y citaron las recomendaciones de Engels a los socialistas de EEUU. En oposición a esta política, el argumento avanzado por Lenin fue que en Rusia los trabajadores estaban sujetos a la ideología pequeño burguesa (y por lo tanto, a la ideología burguesa); que no había un movimiento de masas sin ideología o políticas definidas; y que los marxistas debían deslindar posiciones desde el inicio. Por eso, el llamado a un “congreso obrero” amplio beneficiaría a las corrientes pequeño burguesas “porque borra las diferencias entre el proletariado y los pequeños productores” (véase Lenin, 1969a, 1969b y 1969c).

Observemos entonces que en este argumento el acento está puesto en que no existen los vacíos ideológicos, y que no hay independencia política al margen de los programas y las direcciones que se votan. Para unificar la construcción de un partido sería necesario unificar “la interpretación de los intereses y los objetivos de la clase” (Lenin), pero esto se revelaba imposible porque las diversas corrientes políticas de la clase obrera interpretaban de muy distinto modo los intereses de clase. Las líneas políticas eran irreconciliables.

De nuevo, y naturalmente, este criterio se aplicaría a las unidades de acción. El punto de partida es que la unidad de acción no se hace con una masa “amorfa”, o “ingenua”; los trabajadores adscriben, o votan, corrientes políticas definidas porque coinciden, en lo esencial, con sus propuestas y programas; o porque las consideran el mal menor; o porque la consideran la única alternativa posible, dadas las circunstancias. En cualquiera de estas variantes (o una combinación de ellas), lo importante es que la situación no podría superarse colocando la crítica en un segundo plano, o desdibujando las delimitaciones de clase.

¿Qué enseñanzas para el presente?

Personalmente diré que estoy de acuerdo, en lo básico, con la vieja caracterización de Lenin, y el criterio que se deriva de ello. No existen los vacíos ideológicos en el movimiento de masas. Los trabajadores que “desconfían” o “rechazan” la unidad de acción con los socialistas, no lo hacen porque no conozcan el socialismo, sino porque están de acuerdo con programas, orientaciones y dirigentes políticos que son enemigos del socialismo. Y esto no se deja atrás con mera “práctica”, ni ocultando las diferencias que existen entre los marxistas y los defensores del sistema capitalista. Apuntemos también que en algunas organizaciones de izquierda se advierte incluso una cierta incongruencia, ya que sueñan con que todo el movimiento evolucione con la “práctica en común”, pero mantienen las más terribles polémicas con organizaciones de izquierda que defienden programas muy similares a los suyos. ¿Qué lógica tiene entonces el planteo “unitario”?

En definitiva, la unidad de acción debe partir de reconocer que el movimiento de masas está dividido por posturas políticas e ideológicas. Precisamente, la táctica se plantea porque no es posible formar un partido en el que se disuelvan las diferencias. Muchos trabajadores en Argentina confían en Moyano, en Scioli, en Cristina Kirchner, en De Gennaro, en Binner, etc. Es imposible que estas diferencias desaparezcan por la mera “experiencia en común”. Pero al mismo tiempo es necesario luchar por reivindicaciones elementales (democráticas, económicas, etc.). En consecuencia, hay que hacer unidad de acción precisamente porque hay diferencias, y esto debería quedar claro, públicamente. No se puede andar con disimulos. Alguna vez Marx dijo que había que aprender a luchar sin ilusiones. Nunca mejor aplicada la recomendación a este asunto. Nadie debería engañarse acerca de la profundidad de las diferencias. Los proyectos políticos y las concepciones ideológicas entre un Moyano, para dar un ejemplo, y los marxistas, son opuestos. Si hay coincidencia en una acción, se coincide desde esas diferencias. Nadie puede acusar a los marxistas de “sectarios” porque no aplaudan a la sociedad burguesa.

Dicho esto, es importante rescatar un aspecto que está contenido en las viejas recomendaciones de Engels. Se trata de que la intervención en el movimiento no debería hacerse desde criterios sectarios, anteponiendo las diferencias tácticas, o los intereses de grupos (sectas) a los del movimiento. Lo planteado en El Manifiesto Comunista sigue teniendo vigencia, en mi opinión. Los marxistas no se diferencian por lo táctico, sino porque presentan las perspectivas más generales, y un enfoque internacionalista. Para “bajarlo a tierra”, la diferencia no pasa porque los socialistas revolucionarios propongan alguna táctica o consigna “genial” (elaborada en la organización, en el Comité central, etc.). Tampoco pasa por ir a “romper” una movilización convocada en unidad de acción. En todo caso, si están dadas las condiciones para que las bases rompan con sus dirigentes, no hay necesidad de unidad de acción. En definitiva, los marxistas participan del movimiento, explican sus posiciones más generales, y defienden, en todo lo posible, la unidad para obtener, o defender, las conquistas elementales.

Textos citados
González, E. (1974): ¿Qué es y qué fue el peronismo?”, Buenos Aires, Pluma.
Lenin, N. (196a): “Prefacio a la traducción rusa del libro Correspondencia de JF Becker, J. Dietzgen, F. Engels, C. Marx y otros”, en Obras Completas, t. 12, Buenos Aires, Cartago.
Lenin, N. (1969b): “La crisis del menchevismo”, Obras Completas, t. 11.
Lenin, N. (1969c): “Los combatientes intelectuales contra el dominio de la intelectualidad”, Obras Completas t. 11.
Marx y Engels, (1973): Correspondencia, Buenos Aires, Cartago.

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«Unidad de acción, diferenciación política y marxismo«

Written by rolandoastarita

24/12/2012 a 14:08

41 respuestas

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  1. Compañero Rolando. Su respuesta me parece correcta frente a la pregunta hipotética: ¿Deben los socialistas ocultar su identidad y amortiguar sus diferencias y críticas en los marcos de la unidad de acción? Evidentemente no. Pero el problema resulta ser como se concretiza frente al marco real en que se enmarca dicha respuesta. Lo que dice Solano es que la izquierda (básicamente los partidos que integran el FIT y satélites) se debía haber agrupado bajo las banderas del FIT, es decir, un frente electoral, cuya consigna de máxima es el ‘gobierno de trabajadores’ y si no nada, me empaco como nene caprichoso y pego el portazo. Eso sí, al otro día voy igual, no sea caso que el FIT pierda visibilidad, termine de palmar y no lo podamos resucitar después de las vacaciones, de cara al 2013. Agrega, además, el supuesto de que los obreros con ‘prejuicios’ son una ínfima minoría, algo que no se condice demasiado con el hecho que la mayoría de los trabajadores responden a ideologías y partidos que rechazan el socialismo y por ende, si tienen ‘prejuicios’. El punto es que, más allá de los seudoargumentos que hayan presentado en las conversaciones previas, los ‘participacionistas’ entusiastas (IS-PTS) (típicos paquetes de quienes se quieren mandar alguna maniobra , en este caso sobre el PO -ex entusiásta-) ninguna organización propuso que la izquierda debiera diluir su identidad o no formar bajo su propia bandera. Lo que dijeron es que las agrupaciones clasistas debían encabezar (incluso con los candidatos del FIT al frente, pese a no representar sindicalmente a medio obrero) bajo sus propias banderas ‘clasistas’ formando los partidos de izquierda detrás, por supuesto bajo sus propias banderas y consignas. Desde ya se sabía que IS no iba a entrar en el planteo, pero, lo concreto es que nadie propuso que los partidos se diluyan en la movilización o que solo intervengan como trabajadores en las columnas sindicales. Lo que se rechazó es que todo el mundo forme bajo la bandera del frente electoral, propuesta que hace el PO y ratifica Solano, con evidente reconocimiento de que se estaba frente a un acto de campaña, en que se disputa el futuro voto obrero en crisis con el kirchnerismo. Si respuesta, Rolando, es entonces correcta en términos generales, pero no se aplica frente a la realidad que tenemos bajo análisis, la cosa me parece más compleja que polarizar con el argumento de ocasión que critica PO, para suplantarlo con su propio argumento peregrino. Según su lógica, por ejemplo, Sobrero con los ferroviarios del Sarmiento, que no son todos de IS, ni todos votan al FIT, se debían haber encolumnado tras las banderas del FIT, por que a ellos se les ocurre que los que tienen ‘prejuicios’ son una minoría insignificante. Entiéndase que en esta polémica no estoy defendiendo a ningún grupo en particular, usted y los lectores se habrán dado cuenta hace rato, de como veo la situación de la izquierda, pero hay que dar respuesta al escenario concreto. Una última observación sobre la ‘unidad de acción’. Me parece que correctamente, desde que arrancó esta polémica, usted siempre haya hablado de ‘unidad de acción’ y no de frente obrero. Es obvio que aquí no solo hay clase obrera, sino, burocracia, pequeñoburguesía, fracciones de la burguesía, todo el asunto esta cruzado por una política de recambio burguesa, etc. Sería ilógico entonces, razonar como si se estuviera en presencia de este último y especialmente de partidos obreros de masas o sindicatos colaboracionistas y revolucionarios. Es otro escenario histórico. Lo digo por su alusión a ‘romper movilizaciones’. El frente único obrero fue una táctica concebida para una situación en que los comunistas no eran aún la mayoría dentro de la clase obrera. Era, según Trotski, una táctica para saltar desde, digamos, un tercio, a la mitad o los dos tercios que garantizarían acciones independientes de los reformistas. Como decía León, es obvio que si los comunistas están convencidos de que al lanzar sus consignas, las masas los seguirán, la cuestión del Frente Unido no se plantea. A su vez, bajo una política de Frente Unido, aún siendo minoría, la relación de fuerzas es tal que las consignas son, al decir de Zinoviev : ‘Un planteo a quemarropa a los dirigentes vacilantes para ser resuelto en 24 hs.’ Aquí, en cambio, tenemos dirigentes que llegan a afirmar muy seriamente en su prensa, que Moyano (cuando sacó el paro general) le hizo caso a Sobrero que lo había planteado ….. En el discurso del Primero de Mayo. Que le quiero decir. Las cosas son muy distintas. La izquierda no puede ‘romper movilizaciones de unidad de acción’ sencillamente por que su participación es enteramente secundaria. Aunque ayudó, y en algunos casos su movilización pesa, como en CTA, los paros habrían salido aún sin su concurso y las movilizaciones-actos, también. No cuenta aún con el necesario peso específico como para disputar y tampoco lo tiene como para romper aquello en lo que voluntariamente se mete, incluso si decidiera, como el PO no ir a la noche, para vestirse apurado al amanecer. En su última discurseada, Moyano se los dijo, no me vengan con eso de la revolución inconclusa, de no se que revolución, al ispa se lo hace trabajando (o alguna gilada por el estilo). ¿Cual fue la respuesta desde las huestes clasistas o de los partidos que, supuestamente, hicieron el 20 de diciembre?Silencio sepulcral. Como se condice esto con la ‘implacable diferenciación crítica’ que acompaña la unidad como la sombra al cuerpo. De verdad que no lo se. Puede ser que usted tenga razón y no quede otra que ‘acompañar’ estos ‘actos’, por que la relación de fuerzas no da para más y seguir trabajando pacientemente en la base. Es uno de los caminos posibles, pero no me resulta convincente. Habrá que ver como se sigue desarrollando la cosa.

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    AP

    24/12/2012 at 17:28

    • No me interesa debatir los problemas internos que pueda tener el FIT. No pertenezco a este frente, y no veo el sentido de discutir sus problemas tácticos dado que no coincido con su programa y estrategia.
      En la nota sólo busqué responder a la pregunta que usted formula: «¿Deben los socialistas ocultar su identidad y amortiguar sus diferencias y críticas en los marcos de la unidad de acción?». Sólo me interesa discutir esta cuestión, porque pienso que puede ser de interés para algunos marxistas, y porque conecta con cuestiones que se discutieron en el movimiento socialista, y hoy pueden volver a estar planteadas (por ejemplo, alguien se puede ilusionar con la posibilidad de un partido obrero basado en sindicatos). No escribí la nota porque piense que pueda interesar, o servir, a las organizaciones del FIT. Éstas tienen sus polémicas, en las que no soy versado, ni deseo meterme.

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      rolandoastarita

      24/12/2012 at 17:54

  2. Compañero Rolando. No era mi intención tratar de involucrarlo en las polémicas del FIT u otros grupos. Además de innecesario en su caso, puede ser pesado, especialmente en vísperas de la cena navideña. Solo quise aclarar que la situación, reflejada en el artículo de Solano que dispara la duda del compañero lector y su ulterior respuesta no se condice con la exposición realista de los hechos, para lo cual hay que explicar un contexto, sobre el cual, especialmente compañeros de otros países, pueden formarse una idea equivocada y pensar que es ese el eje de la polémica o su motivación profunda. La discusión acerca del ‘partido amplio’ o ‘de trabajadores’ sigue teniendo cierta vigencia. El PTS lo venía levantando hasta hace poco. Ahora parece ocupar un lugar secundario. Lo del PPT de Moyano, no creo que pase del armado electoral para formar conspicua de alguna sábana opositora que vaya a formarse con miras al recambio, pero puede volver a poner en vigencia la discusión o alguna táctica por parte de organizaciones de izquierda. También hay otros planteos que creo son merecedores de discusión. Ante la desintegración que experimenta el FIT, Razón y Revolución, vuelve a levantar el planteo, esta vez dirigido a los socialistas en general, de ‘Partido único’ con tendencias y fracciones en su seno, como forma de aglutinar el disperso frente de las agrupaciones políticas y sociales que se identifican con el socialismo. Mas allá de quien lo plantee y siendo que no es la primera vez que surgen inquietudes de este tipo frente a la dispersión de fuerzas. Insisto, más allá de quien lo levante ¿Que opina de esta idea o de un llamamiento de este tipo?

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    AP

    24/12/2012 at 22:04

    • No conozco los argumentos de este grupo para convocar a la formación de un único partido. De todas maneras, no entiendo cómo se podría lograr una confluencia organizativa de aquellos «que se identifican con el socialismo». Como siempre, hay infinidad de «socialismos». Entre los que se reivindican socialistas están los que apoyan al gobierno K (de muchas maneras), y los que lo critican; los que defienden socialismos de tipo stalinista, y los que critican estos regímenes; los que identifican el socialismo con una especie de capitalismo de Estado, y los que no; los que abogan por organizaciones de tipo leninista, y los que no, y así podría seguir. Es imposible que todo esto pueda sintetizarse en una única organización. Incluso entre los partidos trotskistas, que en principio coinciden en muchos puntos esenciales, pareciera que no se avanza hacia unidad organizativa alguna; entonces, ¿cómo van a organizarse en un único partido maoistas, guevaristas, socialistas chavistas, trotskistas, socialistas de tendencias anarquistas, admiradores de Stalin, etc, etc.? De todas formas, digo esto en un plano general. Repito, no conozco cuáles son los argumentos de este grupo.

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      rolandoastarita

      25/12/2012 at 14:07

  3. El planteo, tiene antecedentes previos, pero irrumpe después del 19 y 20 D. como consecuencia del balance ‘fuga de la izquierda’. Textualmente es esto: ‘Llamamos a los partidos revolucionarios, y a todos los que tengan como horizonte el socialismo, a un congreso de la izquierda, donde se realice un profundo balance de todo lo actuado por el FIT y de las perspectivas de intervención conjunta. Reiteramos nuestra propuesta: un partido con fracciones y tendencias, que reúna al conjunto de la masa militante, único instrumento para poner en pie una alternativa real.’ Su antecedente directo era la propuesta de unidad de los tres partidos que integraban el FIT, más RyR (antes de que lo echaran) en un solo partido, con programa único, pero cuatro fracciones permanentes correspondientes a las entidades que lo conforman y además tendencias. Según el criterio expuesto, sería la única manera de generar un polo de atracción y unidad de la infinidad de grupos revolucionarios menores y compañeros revolucionarios dispersos que no entrarían a alguno de los partidos, pero su se verían alentados a hacerlo en una instancia unitaria de este tipo. Lo explican así: ‘El problema no es el programa. Ambos se declaran trotskistas, defienden el Programa de transición tal como se formuló originalmente, con la inclusión de campesinos y todo, tienen las mismas consignas generales, etc., etc. Ninguno de los dos habla de construir un ejército sino de fomentar la insurrección proletaria, ergo, tienen la misma estrategia. Tampoco es el núcleo de la divergencia la caracterización de la etapa, porque el PO se adapta a cualquier cosa, desde proclamar que la revolución está a la orden del día desde Lenin para acá, hasta hacer una campaña electoral donde no menciona una sola vez la palabra “socialismo”. Ni siquiera es, más allá de los chisporroteos verbales, una diferencia de orden táctico, toda vez que cuando los desocupados se mueven, como asambleas de desocupados o como fábricas ocupadas, justificándolo de modo diverso, ambos están allí, igual que están hoy en las comisiones internas de las fábricas combativas. ¿Cuál es la diferencia importante, entonces? Ninguna. No hay ninguna diferencia real que no pueda contenerse en el seno de la misma organización, algo que incluye a Izquierda Socialista, que ha hecho mutis por el foro, aprovechando el griterío de los otros.
    El problema real es la escasa presencia de la clase obrera en todos los agrupamientos de la izquierda revolucionaria. Esa mínima presencia, que comparada con la de los ’90 representa, sin embargo, un salto cualitativo, es la que no genera la presión suficiente para romper con el autismo propio de organizaciones que se referencian a sí mismas. Que esto es así lo muestra ese fabuloso proceso de unificación organizativa que se construyó en torno a la ANT a poco que el proletariado argentino dio muestras de voluntad política. Que no haya avanzado más no es el problema. El problema es que no hayamos aprendido nada de ello. Que la “guerra” trotskista no tiene ningún sustento se comprueba con la facilidad con la que abandonaron toda consideración estratégica gracias a Aníbal Fernández, es decir, al 1,5%. En estas condiciones, ninguna agrupación quiere la unidad. El PO porque cree que tarde o temprano se las tragará a todas y, como patrón de gallinero, se cree dueño de todas las gallinas. El PTS porque tiene miedo a su absorción por el PO. Izquierda Socialista porque teme ser fagocitado por cualquiera que pase cerca. Ese es todo el asunto.
    Esa es la razón por la cual propusimos la formación de un partido con tres fracciones, de manera que cada fuerza conservara su estructura y confluyera en una dirección general. Al mismo tiempo, la existencia de tendencias y grupos con cierta autonomía permitiría la confluencia de la miríada de organizaciones desparramadas por la geografía patria. Se puede pensar que una estructura así no suelda monolíticamente posiciones, pero eso no sucede nunca. En todo partido hay tendencias y fracciones de hecho, se expresen o no y eso no los debilita necesariamente.’

    Como se observa, la unidad de los principales partidos trotskistas es la precondición de una inclusión más amplia, que podría integrarse como ‘tendencias’ o grupos con cierta autonomía. Ante el fracaso de esta instancia, ahora el planteo se hace más amplio y es un congreso de partidos revolucionarios (a discutir un balance del FIT?) y a todos los que tengan como horizonte el socialismo.

    Compañero Rolando. El planteo me parece interesante, no por lo que vale en sí mismo, sino por que plantea el debate sobre los caminos posibles para la necesaria unidad de la izquierda revolucionaria. No se si usted la considera posible o incluso necesaria, caso contrario, cual sería el mejor camino para el agrupamiento de los revolucionarios. También si es posible un partido con tan alto grado de heterogeneidad interna.

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    AP

    25/12/2012 at 18:02

    • Pero yo no puedo opinar sobre qué les conviene hacer a los partidos trotskistas. Es un problema de ellos, si se unen o no, si solucionan sus diferencias o no. Lo que usted está planteando son cuestiones internas a ese movimiento. No veo qué tenemos que ver con esto los que no somos trotskistas. Para integrar una organización, hay que estar de acuerdo en el programa y varias cuestiones básicas.

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      rolandoastarita

      25/12/2012 at 23:26

  4. Rolando, los argumentos son estos. Absurdos y maniobreros, típicos de una ‘secta política’ que habla y ‘prescribe’ la desde el púlpito y desde el pedestal: http://www.razonyrevolucion.org/ryr/index.php?option=com_content&view=article&id=2219:la-izquierda-en-fuga-un-balance-del-papel-del-fit-en-relacion-a-las-jornadas-del-19-y-20&catid=234:comunicados-ryr

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    Armando

    25/12/2012 at 22:36

    • Compañero Armando. Le agradezco la referencia completa, aunque también hay que tomar en cuenta formulaciones anteriores, para ello he puesto una extensa cita en el comentario anterior. Me parece, por su rotunda y escueta caracterización que el planteo le parece despreciable, en el sentido de que no merece ocuparse del mismo. Pese a todo, no hay que perder de vista que, lamentablemente, el panorama de la izquierda argentina esta lleno de ‘sectas políticas que prescriben desde el púlpito y el pedestal’ y no obstante, son las que ocupan el espacio marxista y poseen, aunque débil, la mayor inserción en el movimiento obrero y se constituyen en la única propuesta electoral de izquierda. En base a este hecho es menester que quienes nos proclamamos marxistas, debamos ocuparnos de ellas y sus propuestas, aunque fuese en el plano de la crítica teórica, incluso si nos parecen ‘absurdas y maniobreras’. Pueden ser absurdas como respuestas y sin embargo remarcar el interrogante a resolver con una respuesta adecuada. Ejemplo, en mi opinión, en el espectro de la izquierda argentina sobran partidos y agrupaciones revolucionarias. Por solo tomar un caso de divisionismo sectario extremo, el autoproclamado trotskismo, podría bien concentrarse en un solo partido. En este plano, el planteo de R y R, no me parece absurdo. Sin tomar responsabilidad por ello, o sus consecuencias, creo recordar que el compañero Rolando alguna vez también planteó que sería lo más lógico. Incluso permitiría discutir a los que no comulgamos con muchos de sus presupuestos, de cara al movimiento obrero, con una sola corriente de pensamiento y acción, facilitando la clarificación. Sobre las razones de ese ‘divisionismo’ el argumento de R y R , tampoco me parece absurdo en cuanto remite a una lógica de preservación del aparato, se torna absurdo cuando responsabiliza este ‘autismo’ a la débil inserción en el movimiento obrero. De todos modos, insisto, lo importante de estos planteos es que ponen sobre el tapete el problema de la unidad de los revolucionarios y de las formas más convenientes que estas pudiera asumir. No importa si la solución que propone Ry R es restrictiva, maniobrera, imposible o directamente descabellada. La pregunta sigue en pié. Hay un cúmulo de organizaciones que no entraron en el juego K. Sí, las hay. Hay miles de compañeros revolucionarios dispersos sin organización. Sí, los hay. ¿Es correcto explorar la posibilidad de, tal vez no por medio de un partido único, pero sí alguna forma de organización, coordinar sus fuerzas en pos de objetivos comunes? ¿O debemos cerrarnos cada cual en nuestra quinta apostando al crecimiento de nuevas ideas? Le planteo esto como un interrogante. No tengo una respuesta cerrada al respecto.

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      AP

      26/12/2012 at 00:06

  5. Compañero Rolando. Entiendo que el asunto le parezca internista y no insisto más sobre el tema. Igualmente, RyR tampoco se proclama trotskista, aunque presentó críticas, suscribe el programa del FIT que, teóricamente debería ser trotskista. Que se yo, es algo que mucho no se explica. Pero en fin, dejemos de lado a los trotskistas, también dejemos de lado a los estalinistas, y por que no, a los foquistas y anarquistas (aunque hay unos cuantos fenómenos híbridos) nos queda un espacio ‘no trotskista-no estalinista-no foquista-no anarquista’ Supongamos que este espacio no sea una mera entelequia, sino, esté compuesto por pequeñas corrientes e individuos aislados ¿Le parece que sería conveniente que alguien tome la iniciativa de organizarlo? ¿Podría definirse este espacio en torno a un programa lo que implicaría la forma de partido? ¿O, de estar de acuerdo con lo primero, le parece que debería ser un agrupamiento en torno a un conjunto de premisas teóricas con amplia libertad de acción en cuanto a la intervención práctica? ¿Están incluso inmaduras estas ideas, por lo que enfrentaremos con lo que tengamos a mano los duros días por venir? No le exijo una respuesta taxativa, pido una opinión que, como siempre, no considero, una entre tantas.

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    AP

    26/12/2012 at 00:50

    • Primero, insisto en que no puede haber una organización en común si no hay acuerdo en cuestiones básicas, tales como un programa, una coincidencia en caracterizar la situación política, también en las orientaciones tácticas fundamentales y las formas organizativas. Todo esto no se soluciona mágicamente. Si no se soluciona, y se quiere unificar, rápidamente surgirán las dificultades. Por caso, el gobierno K estatiza YPF y la organización debe decir qué piensa del asunto; al día siguiente grupos de izquierda llaman a dar «apoyo crítico al gobierno en su lucha contra Clarín», y de nuevo hay que dar posición. Y así de seguido. Por eso, si no existen acuerdos fundamentales, la unidad no se mantiene, aunque haya mucha buena voluntad. No digo que se deba acordar en aspectos tácticos (aunque lamentablemente, el sectarismo también lleva a enfrentamientos por tácticas menores), pero sí en cuestiones básicas.
      Lo anterior permite responde su segunda pregunta. Para que haya una organización política (esto es, para que sea más que un círculo de propaganda) debe haber gente dispuesta a formarla. Durante más de una década traté de avanzar en la construcción de una organización política, basada en muchas de las ideas que expreso en este blog. El resultado fue el fracaso. La causa fundamental es que prácticamente nadie coincide con estas ideas.
      En los últimos años la situación no cambió. Incluso diría que cada vez veo más militancia (incluso ex trotskistas) ganada por el programa del socialismo pequeño burgués estatista. Organizaciones, militantes e intelectuales consideran progresiva la pequeña propiedad capitalista frente a la gran propiedad capitalista; progresivo al Estado capitalista frente a la empresa capitalista; progresivo al capital nacional frente al capital extranjero; defienden regímenes stalinistas, o formas de organización stalinistas, etc. No veo la forma en que podría coincidir con esto. Es una realidad que por ahora no se modifica.

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      rolandoastarita

      26/12/2012 at 09:01

    • Compañero AP, estoy completamente de acuerdo con lo que dice Rolando más abajo. Cuando me refería a lo absurdo de las propuestas de esta organización (y que las pontifica desde el púlpito) quería indicar, por ejemplo, su reciente apoyo a los gendarmes en el conflicto salarial y a que existiría, según su eximio dirigente y gurú Eduardo Sartelli, una represión del Estado «buena»…No sé que les habrá parecido el envio de los mismos a ‘romper cabezas’ con motivo de los saqueos. No ví ninguna ‘autocrítica’ reflexiva por ahí de RyR…Esto me exime de mayores comentarios…Con gente así creo que no se podría compartir ninguna organización en común…Saludos.

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      Armando

      26/12/2012 at 21:04

  6. Coincido en que no hay posibilidades objetivas de grandes acuerdos entre organizaciones de izquierda. La prueba es que no se ha podido crear, si siquiera, un campo cultural en donde se establezcan debates más o menos leales, más o menos serios.
    Para acuerdos tácticos no hace falta ningún acuerdo especial, para establecer un campo fértil de debate en donde no se tenga miedo de «perder» el prestigio en la base, tampoco. Esto es parte de una cultura política que hay que construir y que es una tarea que excede en mucho las escasas fuerzas de las pocas personas que no están convencidas de que «su» organización es la revolucionaria, y acomoda a todas las demás entre las oportunistas o las sectarias.
    Con este panorama soy partidario (y quizás aquí discrepo con Rolo) de organizarse, de la manera que se pueda. La posibilidad de mantener viva ciertas ideas, de ejercitarse en el trabajo revolucionario en equipo, de formar discípulos, de formar un puñado de cuadros, de darle la posibilidad de contar con un pensamiento crítico a jóvenes que no se conforman con lo que hay, de poner en la agenda de la izquierda, ciertos debates, o de que alguna vez se pueda construir un partido, etc.. tiene que ver con organizarse en las mejores condiciones posibles.
    En cualquier ciudad del país, en las actuales condiciones, es más útil la actividad de 5 marxistas organizados haciendo lo que se pueda, que 5 compañeros que nunca se ven las caras, aunque piensen parecido y pretendan dar ciertas discusiones en le campo de la izquierda.

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    Roberto

    26/12/2012 at 09:37

  7. Entiendo, puede que las ideas estén, pero no dan más que para la formación de un grupo de propaganda. El salto a la ‘organización política’ no encuentra la masa crítica necesaria. Es todo un diagnóstico y me parece que de largo plazo. Igual, me parece exagerado decir que con estas ideas (me refiero a los ejes que expuso) no coincide prácticamente nadie. Lo que yo veo es que existen unos cuantos grupos y compañeros que tienen aceptación parcial y esto debería implicar un curso de discusión, por que de otro modo la ‘marginalidad’ no se va a romper. No confío demasiado en que esto pueda surgir solo de condiciones objetivas, de esperar que el sustento material de las viejas ideas experimente un quiebre definitivo. Para que la sociedad capitalista se expurgue al grado de que la contradicción ‘capital-trabajo’ se presente en su máximo grado de pureza y esto genere un reflejo ideológico incontrovertible (si es que esto es posible) se necesitaría mucho tiempo y a nosotros se nos va la vida. Hay que mantener el ‘hilo rojo’ del marxismo, pero también, como decía Bakunin, subir la cima y hacer tronar fuerte la campana.
    Saludos.

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    AP

    26/12/2012 at 10:44

  8. Muy buenas

    «Tampoco pasa por ir a “romper” una movilización convocada en unidad de acción. En todo caso, si están dadas las condiciones para que las bases rompan con sus dirigentes, no hay necesidad de unidad de acción. En definitiva, los marxistas participan del movimiento, explican sus posiciones más generales, y defienden, en todo lo posible, la unidad para obtener, o defender, las conquistas elementales.»

    NO comprendo bien su conclusion, si usted afirma que si las bases rompen con sus dirigentes no hay necesidad de unidad de accion, existe esta necesidad y obligación revolucionaria de trabajar sobre las bases , sabiendo que los dirigentes sindicales representan los intereses de la burguesia?
    Como militantes revolucionarios-con los pies sobre la tierra-no podemos reclamar clasismo a una clase obrera que se identifica con el peronismo, debemos trabajar sobre sus conciencias y ese implica marchar o establecer acciones conjuntas.

    En parte de su articulo hay algunas referencias de Lenin y Engels sobre el sectarismo,práctica que ambos teoricos rechazan, por lo que su conclusión no me queda muy en claro.

    Abrazo

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    maloperobueno

    26/12/2012 at 11:13

    • En las dos notas trato de explicar por qué los marxistas deben trabajar en sindicatos (y otras organizaciones de masas) a pesar de que sus dirigentes expresan muchas veces los intereses de la burguesía (o de fracciones de ésta, o del Estado capitalista, o de la pequeña burguesía, etc.). Esto implica realizar acciones en común por puntos que se consideren progresivos.

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      rolandoastarita

      26/12/2012 at 11:24

  9. Gracias, ahora me queda mas que claro y coincido con esa lectura:-)
    Abrazo

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    maloperobueno

    26/12/2012 at 11:34

  10. Estimado AP
    En primer lugar le digo que siempre leo con atención sus comentarios. Siempre tienen un contenido serio y siempre son respetuosos con quien no esté de acuerdo con Ud.
    En cuanto a la unidad de los revolucionarios que Ud. plantea, y después de algunas décadas de lidiar con este tema, he llegado a una posición absolutamente pesimista. Por lo menos en esta época.
    Mi conclusión es que las organizaciones trotskistas, por ejemplo, han llegado a un nivel tal de dogmatismo, sectarismo y rigidez en sus caracterizaciones que veo muy difícil que cambien. Tienen tradiciones absolutamente burocráticas y un miedo total a cambiar cualquier dogma de fe. Pareciera que pertenecieran a una Iglesia.
    En cuanto a los Programas, nunca los modifican de acuerdo a la realidad. El Comité Central es como el Papa: nunca se equivoca. En estas organizaciones el estudio permanente, científico, de la realidad brilla por su ausencia.
    Tienen una estructura de militantes profesionales, mantenidos por el partido, que me hace pensar que esta es una de las causas fundamentales de la burocratización de estas organizaciones. Su rigidez de pensamiento, al final y en última instancia, se basa en la defensa inconsciente del puesto.
    Con esto no quiero decir que son iguales a cualquier burócrata. Nada de eso. Siempre los he respetado -a los militantes profesionales- por su entrega a la causa, por su participación en las luchas, por su sacrificio. Pero también los he conocido, lamentablemente, en sus posiciones fanáticas, agresiones a compañeros que disienten, etc.
    Estoy de acuerdo con Rolando que para que se forme una organización común se debe estar de acuerdo en cuestiones básicas, fundamentales. Si esos acuerdos no existen, es inútil plantear dicha organización.
    La tradición dice que la unidad de las organizaciones se puede dar en situaciones revolucionarias, cuando existen acuerdos en cuestiones básicas. Valga aquí el ejemplo de la incorporación de Trotski y su gente al partido Bolchevique ruso en 1917.
    Saludos cordiales

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    La duda metódica

    26/12/2012 at 14:54

    • Compañero de La duda metódica, ante todo le agradezco su comentario, es un aliciente para seguir haciendo esfuerzos en pos de aportar al debate de los revolucionarios y también contribuir, con todas las limitaciones que se puedan tener, a la gestación de una cultura más tolerante entre compañeros. Lamentablemente, y creo que es una experiencia que puede hacerse extensiva a muchos compañeros, la lucha por la unidad de los revolucionarios, y no hablo de unidad omnicomprensiva, sino, de avances parciales en ese sentido, ha dejado muchos heridos en el camino, que, como usted dice, son absolutamente pesimistas para esta época y en algunos casos, aunque no el suyo, por la eternidad. Se solía decir antaño que la lucha por la construcción del partido revolucionario progresaba por ‘escisiones y fusiones’ dando por resultado un curso ascendente en la unidad y la concentración de grupos dispersos en verdadero partido político. Pues bien, desde hace décadas, el resultado viene siendo exactamente inverso y esto ha generado una ola de escepticismo respecto, no solo de la unidad entre partidos revolucionarios, sino, de la posibilidad misma de construir partidos revolucionarios, cuya materia prima no siempre es virgen, sino, por lo general, proviene de experiencias políticas anteriores y entraña la escisión individual o colectiva como precondición de la nueva unidad. Es aquí donde quiero detenerme. Yo también soy bastante escéptico acerca de la posibilidad de unir entidades históricas cristalizadas. Incluso de llegar a darse, lo cual es bastante improbable, sería notablemente prudente acerca de que las directrices con que esta unidad muniera a la clase obrera, fueran correctas y aportasen al objetivo revolucionario. La revolución no es una expresión moral de deseos (no solamente) sino, un programa científicamente elaborado y una caracterización adecuada de la realidad sobre la que opera. Caso contrario, se correría el riesgo de que, al decir de Lenin ‘una revolución conducida por estas gentes, perecería en forma segura, y además, harto merecida’. Por ello, es necesaria la unidad detrás de una teoría, un programa y una caracterización correctas. El punto es que, una vez definidas en rasgos generales, se ha de librar una lucha por ganar, tanto el espacio virgen de militancia, o por lo menos de contaminación sectaria, como aquel que se ha cristalizado y frente al cual, se requiere de una herramienta más poderosa y afilada y ello requiere de impactar sobre el vasto sector que está agarrado con alfileres y toda la corola del núcleo duro u aparato propiamente dicho. Esto, solo puede lograrse bregando por la unidad de aquellos que, siendo independientes, toman distancia de los viejos dogmas o prácticas, aunque no tengan una crítica acabada de los mismos o su razón de ser. Es la plataforma desde la cual se pelearía por la unidad de de los revolucionarios, no la unidad de los aparatos. Puede argumentarse que esto concluiría inevitablemente en la construcción de uno, o algunos nuevos aparatos, que también sufrirían la fragmentación, puesto que, hay poderosas razones objetivas que apuntan en ese sentido. Es un riesgo a correr. No veo que exista otro camino. Para combatirlo, la teoría también debe ser ‘de punta’ en materia de organización y debe ir hasta las raíces, no solo de las razones objetivas de la pertinaz reacción sectaria (según Marx. mientras el proletariado no esté en condiciones de dotarse de independencia política, la existencia de sectas, es, hasta cierto punto, justificada) sino, de las concepciones viciadas en materia del rol del partido respecto del poder. Pero ese es un tema que no puedo desarrollar aquí. Comparto enteramente su óptica en torno a que los partidos que se reivindican del trotskismo son entidades, digámoslo con todas las letras, sectarias y burocráticas, lo que no les quita mérito en materia de arrojo, lucha, o tesón militante. Es un lado oscuro, que dificilmente pueda reformarse, por su propio autoimpulso o por la mediación de una prédica externa y que se pone de manifiesto en el corporativismo de aparato escudado tras de una fraseología democrática, tan dulzona como falsa. Ciertamente, la defensa del aparato parte de las alturas y se irradia hacia abajo, convertida en ‘camiseta’ y ‘culto al líder’, también responde a la defensa de un estatus ‘intelectual’ y ciertos privilegios, aunque puedan ser la simple emancipación del trabajo y manutención a costa del partido. Pero a ello se llega, no por la ambición personal (no se descarta como excepción individual) sino, por una concepción acerca del rol del partido y en particular ‘la dirección’, que a su vez se nutre de tendencias profundas arraigadas en la sed de dominio y narcisismo, de las cuales, ninguno de nosotros, cuan humanos que somos, podemos escapar completamente. Para combatirlas, no alcanza con el catecismo de la democracia interna. Se requiere de un proletariado revolucionario, cuya mejor vanguardia, ennoblecida por el método marxista y sus principios humanistas, cuadros conscientes y formados, ejerza la función de vigilancia permanente, Mientras tanto, seremos los mejor que nos propongamos y podamos ser.
      Saludos revolucionarios.

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      AP

      26/12/2012 at 20:26

  11. Compañero Armando. Le agradezco el haberme contestado. No tiene de que preocuparse, entendí desde un principio que su comentario emana de una caracterización general del grupo en cuestión, en base a una grosera capitulación política, como la que hemos enfrentado en este blog y en otras tribunas. Yo no lo conozco tan en profundidad como para establecer una caracterización cerrada, por ese solo aspecto, no menor por cierto. He tenido ocasión de discutir con algunos jóvenes que venden las publicaciones, especialmente acerca de su rol en el FIT y no me parecieron de pensamiento tan estrecho. Un tanto más infatuado me pareció su dirigente, con el que tuve unos cruces verbales en cierta ocasión en que planteaba que ‘con la próxima crisis desaparecía la Argentina’ y que ahí sí se venía la revolución y el proletariado elegiría al ‘verdadero partido bolche’. Me imagino que se referiría al PO asesorado por RyR. Creo que en esos tiempos, las relaciones ‘fraternales’ no habían llegado al pico máximo de tensión. De todos modos, aclaro que solo traje a colación el planteo sobre la unidad en partido con fracciones y tendencias permanentes, como un ejemplo de las propuestas que circulan en la izquierda para resolver la ‘crisis de dirección’ que es el alfa y omega de las organizaciones de cuño trotskista. La propuesta, al principio estuvo dirigida al FIT y sus satelites, hasta quienes, por distintas razones, decidieron votarlo, incluso ‘contra programa’ (como el compañero Astarita con el que tuvimos sendas discusiones al respecto en este medio) y luego de la debacle, en que RyR se fue o resultó echado (no estoy seguro) se amplió el espectro a los que se identifican con el ‘horizonte socialista’ , por lo cual sentí curiosidad en cuanto a su significado. Si analiza detenidamente mi comentario al artículo de RyR, se dará cuenta que es una crítica planteada de modo fraternal. Ya había enviado otras con anterioridad, e incluso compañeros que no conozco, tomaron intervenciones hechas en este blog contra el apoyo a los reclamos de las fuerzas de seguridad y las reprodujeron en tono polémico, y fueron publicadas, actitud que, por lo menos, habla mejor que de los interlocutores de Pamela. En una oportunidad, incluso le formulé una crítica mordaz al propio dirigentes. Aunque no la contestó, fue publicada y hubo compañeros que se preguntaban por que no me respondían. Bueno. No todos pueden ser como Rolando, que siempre enfrenta un argumento y no tiene temor de comprometer su prestigio discutiendo con un anónimo. Que le quiero decir, compañero Armando. Más o menos secta, más o menos burocracia, más o menos gurúes, el grueso de las organizaciones en la izquierda argentina está cortada por la misma tijera. Si se quiere construir organización, como yo sí lo quiero, se necesita tener política hacia los grupos proletarios, o por lo menos identificados con el socialismo y no comprometidos con el apoyo a tal o cual frente burgués, por que están nutridos de compañeros que no se metieron allí con el propósito de ser mejores contrarevolucionarios, sino de hacer la revolución y en ese sentido no son muy distintos a nosotros. De más está decir que no veo posibilidad de unidad de toda la izquierda en un megapartido, ni siquiera de unidad del autoproclamado trotskismo, aún con el ingente concurso de RyR oficiando de mediador. Me parece un beato deseo. No veo posibilidad de que compañeros que piensan como yo, o como usted, o como Rolando y muchos más, se pudieran integrar, por que existen posiciones teóricas y programáticas incompatibles. Ello no obsta que cuando un grupo relativamente conocido apela a la unidad de los revolucionarios, no le preguntemos: A ver, que tienes para proponer en concreto? Estás dispuesto a impulsar una instancia de discusión de la ‘izquierda revolucionaria’ donde estén contempladas todas las voces disidentes? Como conclusión, Armando, le digo: En Argentina hay demasiados grupos y ningún partido que pueda arrogarse la representación del proletariado. Una decantación sería progresiva. Permitiría una discusión más directa, con menos interlocutores y posibilidad de que la vanguardia de lucha no termine fragmentada entre cientos de sellos y enredada en babélicas discusiones de aparato, acerca de quienes son los verdaderos herederos del marxismo. En si misma, esta decantación no sería garantía de una línea mejor, en tanto los fundamentos de la política tradicional no sean examinados y muy posiblemente corregidos. Por ello, quienes tenemos planteamientos críticos con notables puntos de afinidad esencial, debemos buscar la unidad (parcial) de los revolucionarios y desde allí bregar por amplificarla, no para construir el tan mentado ‘partido único’ , pero sí, por lo menos dos o tres bastiones que apunten en el mismo sentido estratégico. Esto no ocurre espontáneamente bajo los fuegos de una revolución. Tales contingentes deben ser laborados en una larga etapa previa.
    Compañero Rolando. Discúlpeme la extensión. Compañero Astadiego. No se si este diálogo estaría contemplado en los fuera de tópico (me siento de yankilandia diciendo ‘off topic’) y apto para el recientemente creado ‘facebook’. En todo caso, allí podría terminar.
    Saludos revolucionarios a todos.

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    AP

    27/12/2012 at 02:44

  12. Compañero AP, muy pertinente su respuesta. Captó perfectamente el sentido de mi intervención y comparto su planteo en perspectiva, más allá de lo difícil (casi imposible, a no ser por un gran ‘sacudón’ de la lucha de clases) de su implementación concreta…Saludos.

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    Armando

    27/12/2012 at 21:41

  13. Rolando cómo le va. No voy a decir lo que es sabido, tu esfuerzo por aportar ideas a superar la crisis o el marasmo en el que está metido el socialismo como movimiento mundial.

    Sin embargo, de todo el artículo algo me resonó especialmente, esta frase tuya:

    «(…) No existen los vacíos ideológicos en el movimiento de masas. Los trabajadores que “desconfían” o “rechazan” la unidad de acción con los socialistas, no lo hacen porque no conozcan el socialismo, sino porque están de acuerdo con programas, orientaciones y dirigentes políticos que son enemigos del socialismo (…)»

    No puedo estar de acuerdo con la aserción de que el hecho de que un trabajador acuerde con un programa capitalista tenga alguna conexión o correlación, a priori, con que conozca o no el socialismo, y más aún, cuando por socialismo se ha entendido todo tipo de ideas o sistemas, desde la socialdemocracia de derecha hasta PCP-SL peruano.

    Realmente creo que la gran mayoría de los trabajadores desconoce absolutamente las ideas del socialismo en general, el marxismo en particular y/o tiene visiones completamente distorsionadas por la burguesía de ello y de las experiencias socialistas tipo Unión Soviética, Europa Oriental, Cuba,etc.

    Esto sumado a los errores y derrotas del siglo XX que todavía hacen mella (y cómo) en la idea de una sociedad socialista (ni hablemos de mencionar la palabra «comunismo»).

    Te diría, ni siquiera tienen como perspectiva un «proyecto», sea burgués o socialista, en el sentido bien consciente del termino.

    Es penoso, pero creo que es así.

    Es lo que infiero a partir del estudio y de mis experiencias personales en ámbitos públicos y como laburante en el sector privado.

    Un saludo.

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    HERNAN

    27/12/2012 at 22:38

    • Cuando digo que la mayoría conoce el socialismo, me refiero a que conoce el mensaje que transmiten los principales partidos socialistas. En Argentina la gente conoce, a grandes rasgos, el planteo del FIT y de otros partidos o dirigentes socialistas (hace unos años estuvo de moda Luis Zamora y la gente lo conocía bastante). Los conoce, y no los vota. Otro problema, por supuesto, es si esos programas y discursos se basan en el marxismo.

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      rolandoastarita

      27/12/2012 at 23:10

  14. Compañero Rolando. Sugestivo comentario el de Hernán. Coincido con usted en que las masas trabajadoras (que son la mayoría a la hora de votar) tienen una conciencia burguesa, opuesta a su condición social. Por consiguiente no hay ‘vació ideológico’. Esto ocurre en Argentina y en el mundo. Me parece que la gente coincide más con políticos, su imagen, sus promesas y discursos genéricos que buscan empalmar tan retórica como vacuamente con grandes preocupaciones, que con orientaciones y programas. En la Argentina de hoy, quien conoce el ‘programa’ del PJ o sus distintas fracciones, del radicalismo, Macrismo, del FAP etc. incluso el de la izquierda. Solo una ínfima minoría. Quien conocía el programa o la orientación que aplicó la camarilla K a la hora de votarlos por vez primera. Por lo general, la gente vota al candidato C por descontento con el B, al que, a su vez había votado por descontento con A. El fundamento es el conformismo para con un orden social establecido del que se considera no hay escape. La política es cosa de los políticos. Siempre habrá quien esté arriba y quien abajo, quien mande y quien obedezca. Para hacer política tenés que tener plata, labia, ser doctor. Tiene que haber alguien que solucione los problemas. Roban pero hacen. La izquierda dice algunas verdades, pero no van a llegar (profecía autocumplida) Está dividida etc. etc. con lo cual, la decisión es conservadora aún en el cambio de figuritas, ya sea por hastío o por elección de ‘mal menor’ en un cuento de nunca acabar, donde un gerente de la burguesía es desplazado por otro más eficiente, con el consenso de los empleados a quienes ha logrado hacer creer que será más bueno con ellos o, aún siendo un turro, les cae más simpático. Pesa también la tradición o la sensación de que tales partidos son más generosos que otros para con los de abajo, o tal vez, menos crueles. Es una servidumbre mental al poder establecido e instinto de conservación, clientelismo liso y llano en los sectores más desguarnecidos, en mi opinión, muy poco de coincidencia con programas u orientaciones generales, a lo sumo, credulidad infantil en vanas promesas o expectativas de acciones contra eventuales chivos expiatorios que son erigidos en peligro contra el ‘hombre común’, es decir, contra el siervo adaptado a la magnanimidad de su patrón, por el que, muy en el fondo, siente cierta envidia. Agréguense buenas dosis de hedonismo consumista y pensamiento dual del tipo ‘si te choreás todo sos un corrupto’ y ‘si ponés el pecho sin ligar una, sos un boludo’ y se tiene el cóctel completo. De acuerdo, todo eso, es conciencia burguesa, en clave de pensamiento mágico y apolítico en el propio respecto. Poco de coincidencia racional con programas o grandes orientaciones políticas y económicas. La nulidad del voto a la izquierda. El anterior contexto la explica más que el repudio al socialismo. Se lo percibe como un voto ‘no útil’, tirado, poco más que un voto blanco o nulo, no tanto por que los socialistas no sepan vender adecuadamente su propia versión del paraíso, convenientemente purgada del sacrificio implícito para ganarlo, sino, por que tras su propuesta, por más emperifollada que sea, se percibe el riesgo de desestabilizar la simbiosis de la servidumbre cómoda e individualista, por lo cual, al decir de un gran monólogo ‘Preferimos soportar las penas que tenemos, que no volar hacia otras que no conocemos’. El sentido materialista de las masas les indica que el orden social no se cambia con votos. Resta decir que la exposición abierta de un programa revolucionario no haría más que confirmar este prejuicio, pero sería un punto de referencia más claro a la hora en que las propias contradicciones de la sociedad capitalista quebranten el sentido común y empujen a asumir los riesgos inherentes, no tanto por la afinidad o prejuicio hacia aquello que se quiere construir, sino, por lo que ya no se puede soportar.

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    AP

    28/12/2012 at 02:37

  15. Me parece sumamente útil remitirse al texto de Pujals, cuadro del PRT, desaparecido en 1971, acerca del papel de los sindicatos, para ver cómo deben militar los comunistas en los diferentes frentes.

    Asimismo, también son muy provechosos los textos de Lenin, durante la revolución de 1905, donde daba indicaciones de método sobre cómo combatir contra el zarismo, al lado de la democracia revolucionaria, golpeando juntos pero marchando separados (lo que implica la diferenciación y la crítica).

    Lenin, por ejemplo, consideraba que los destacamentos de combate debían estar formado por más integrantes que los militantes del POSDR, y que ni siquiera era exigible que los combatientes estuvieran de acuerdo con este partido. Sostenía que los obreros que no eran socialdemócratas, pero que luchaban contra el zarismo, eran inconsecuentes porque se comportaban como verdaderos proletarios, pero con ideas pequeño burguesas. Llamaba a luchar junto con ellos, y a hacer las críticas que fueran pertinentes a esa ideología (no a ocultarlas), pero de tal manera que ello no perjudicara la lucha en común. Sostenía que en la práctica en común, junto con la crítica ideológica, los obreros que todavía no lo habían hecho, se acercarían a la socialdemocracia. Lo mismo sostenía para los soviets. Incluso, consideraba inconveniente exigir que el soviet se pronunciara a favor de tal o cual partido, ya que contenía a todos los obreros. Es el principio de la táctica del frente único. El soviet era eso, una formación de frente único.

    El problema es que muchas veces los partidos de izquierda pretenden que los frentes de masas adopten, sin más, los programas del partido. No comprenden la diferencia entre frente y partido.

    Cuando en una movilización por cuestiones reivindicativas, un partido pretende imponer la unificación bajo un frente electoral que no todo el clasismo comparte, está olvidando precisamente, esa diferencia.

    En otro aspecto de la nota también es probable que muchos no apoyen a tal o cual partido, no porque no estén de acuerdo con el programa o la ideología, sino porque no están de acuerdo con sus prácticas.

    En mi caso sí reivindico a Trotsky, como defensor de la tradición bolchevique, a los cuatro primeros congresos de la IC, a la oposición de izquierda y al programa de transición. En los papeles, estaría de acuerdo con los principales partidos trotskistas de la Argentina. Sin embargo, considero que estos no son consecuentes con esas ideas. No se encuentran encaminados en la tarea de crear un partido de combate sino que están más preocupados por participar en las elecciones de la democracia burguesa. En la última campaña electoral hemos visto el esfuerzo que han hecho algunos dirigentes para adaptarse a los prejuicios de los sectores medios (en la vestimenta, en el discurso, en las actitudes). Luego, también vemos cómo, aprovechando sus eventuales mayorías, caen en prácticas burocráticas. Son reformistas en nombre de Trotsky.

    Lenin, en «La crisis del menchevismo» explicaba cómo aquellos, que reconocían la necesidad histórica de la insurrección, pero no se daban la tarea de crear el aparato necesario para aquélla, no pasaban de ser un grupo de intelectuales charlatanes. En este sentido, ese trotskismo, que sólo se preocupa por alimentar el aparato para las elecciones es inconsecuente con sus ideas. Esa inconsecuencia es la que muchas veces les resta apoyo, aún cuando haya acuerdo programático.

    La nota creo que no es suficientemente clara en un aspecto, mezcla el entrismo con la participación en los frentes, como si fueran lo mismo. Una cosa es entrar a una formación política de base obrera, que tiene un programa definido (como era la recomendación de Trotsky para el POUM en España), para agitar en los elementos obreros. Otra diferente es militar en un sindicato.

    En este último caso, creo que los comunistas deben intervenir sin ocultar sus ideas. Es más, deben hacer las críticas desde sus ideas. Pero la crítica debe ser fraterna (no en los términos que la efectúan muchas veces algunos partidos). Asimismo, la práctica debe ser consecuente con el discurso. Un comunista debe ser expresión, aunque sea imperfecta, de aquéllo adónde queremos llegar. No puede ser un cínico, o un burócrata. Debe ser solidario y estar dispuesto a asumir las mayores responsabilidades, sin pedir nada a cambio. Es decir, debe predicar con el ejemplo.

    Una cosa es utilizar todos los medios disponibles para propagar las ideas revolucionarias, y otra muy diferente cachondear con un burgués reaccionario, mientras se toma un champagne importado que no puede pagar ningún obrero. Ambos supuestos marcan la diferencia entre un revolucionario y un charlatán.

    Por ello, no se trata sólo de la práctica o la experiencia, como así tampoco sólo de la teoría y la crítica ideológica. Se trata de ambas, de la praxis revolucionaria.

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    LGJP

    30/12/2012 at 10:59

    • Sería conveniente que nos dé la referencia de dónde se puede consultar ese trabajo de Pujals.

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      rolandoastarita

      30/12/2012 at 11:50

  16. Se puede consultar en este link

    Haz clic para acceder a elpapeldelossindicatos.pdf

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    LGJP

    30/12/2012 at 17:19

  17. Compañero LGJP. Muy interesante el trabajo que presenta. Una exposición adaptada al medio, de los aportes fundamentales de Lenin y Trotski. Ideas que me parecen destacadas: La tendencia de los sindicatos legales a convertirse cada vez más en instrumentos del estado burgués. El compañero Pujals sitúa la transición en la Ley de Asociaciones profesionales, que garantiza el dominio de la burocracia sindical, complementada con la existencia del matonaje organizado como elemento de supresión de cualquier resquicio de democracia obrera. Pues bien, esta tendencia es hoy un hecho consolidado y no solo por la existencia de burocracia. Periódicamente se plantean desafíos puntuales al poder de la burocracia, pero la estatización de los sindicatos no se cuestiona. Algo que, Trotski en el mismo Programa de Transición, consideraba una tarea de primer orden de los revolucionarios. Muy por el contrario, en muchos lugares donde la cadena de mando burocrática se interrumpe transitoriamente, la reivindicación que se plantea es el reconocimiento legal de pequeños sindicatos ‘clasistas’ combativos, auténticamente representativos de los trabajadores. Habría que ver como encaja esto con la posición de Márx, Lenin o Trotski y Pujals acerca de la lucha por que los sindicatos no sean subordinados el estado burgués y si esto remite exclusivamente al problema de la dirección de sindicatos legales, que es la posición que se ha generalizado en este respecto o atañe al sindicato actual como instrumento neto del estado capitalista, cuya función es mantener las reivindicaciones de los trabajadores en límites de compatibilidad con las necesidades circunstanciales del capital, función que no puede modificarse más que en el grado de sus efectos. Otra idea importante es la necesidad de luchar por recuperar los sindicatos reemplazando a la burocracia por direcciones revolucionarias. Lo considera necesario y deseable a los efectos que la lucha reivindicativa ( incluso cuando es genuina) no sufra continuas traiciones, pero en tanto y en cuanto no se considere a esta lucha como substitutiva de la formación del partido revolucionario. En mi opinión, este distingo está enteramente vigente, es más, no será posible la extensión seria en la influencia sindical en la medida que una importante fracción de la clase trabajadora no se oriente hacia posiciones revolucionarias y se organice en partido. Pujals nos habla de la necesidad de la lucha clandestina e ilegal, especialmente, la lucha armada, en condiciones de dictadura. Lo peligroso no es solo olvidar este aspecto en condiciones de dictadura, sino, fetichizar las posibilidades de ‘recuperación’ bajo la democracia por métodos legales, es decir, mediante la lista de oposición, muchas veces con burócratas menores, y esperanzada en el reconocimiento del estado. Obsérvese, por solo citar un ejemplo cercano y actual, que incluso en el caso de los ‘metrodelegados’ y a pesar que dos de sus más destacados dirigentes se han pasado con sacos y bagajes bajo el paraguas de la CTA ‘oficialista’ y abiertamente del lado del gobierno, hay resistencias a su reconocimiento en detrimento de la UTA, hacia la restauración de cuyo poder integro parece inclinarse el propio gobierno después de haber usado a estos dirigentes como punta de lanza en la puja por el traspaso del Subterráneo. Si esto ocurre con una estructura importante, pero reducida, que podría ocurrir si el control sindicatos estratégicos se viera en peligro. El aparato del estado capitalista se colocaría como garante del poder burocrático y sus ya bien desarrollados órganos de represión específicos. Sería una guerra civil de bolsillo por aplastar a los obreros clasistas. Un enfrentamiento de este tipo presupondría la existencia de una enorme vanguardia clasista y fuertes partidos revolucionarios que lejos de limitarse al control de los sindicatos, inmediatamente se propondría objetivos mayores. De resultas, la lucha por la ‘recuperación sindical’ no solo no substituye el rol del partido, sino, no puede tomarse como un norte estratégico. Es limitada en una etapa de paz social, y transitoria en una prerrevolucionaria. En cualquier caso, los revolucionarios intervenimos en las organizaciones de masas que aglutinen a los trabajadores, participamos de su vida interna y luchamos por ganar la dirección, pero con la conciencia plena de los límites de esta lucha legal y en todo momento procuramos establecer los embriones de su superación revolucionaria, esos organismos ‘ad hoc’ , conspirativos e ilegales, coincidan o no con la interna formal del sindicato, que puedan abarcar a amplias capas de trabajadores y garantizar una lucha consecuente incluso en contra del sindicato. Pese a las diferencias que tengo con Trotski, creo que esta política está magistralmente desarrollada en el Programa de Transición y debiera ser concretizada en función de tiempo y lugar manteniendo su línea de principios y adaptándola a condiciones de completa integración de los sindicatos en el estado capitalista.

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    AP

    31/12/2012 at 00:41

  18. Estoy de acuerdo con el texto. Creo que este tema remite al problema más general de la formación de la «conciencia» socialista entre los trabajadores. A lo largo de la historia del movimiento obrero, ha habido por lo menos tres propuestas. La primera fue la «espontaneísta», que consideraba que el movimiento obrero ya tenía una conciencia socialista inherente, conformada de antemano, y que bastaba que saliera a luchar para demostrarla. Una segunda posición fue la de Kautsky, retomada por lo menos parcialmente por Lenin en el «¿Qué hacer?»: la posición de la «conciencia desde afuera», es decir, que la conciencia socialista no sólo no existiría en el movimiento obrero «inherentemente», sino que debería ser introducida por intelectuales o pequeños burgueses que manejan la teoría. Yo creo, en cambio, que la posición correcta fue la de Rosa Luxemburgo y Gramsci (posición que, para algunos, es compartida por el mismo Lenin, en otros textos o incluso en el mencionado «¿Qué hacer?»). Creo que el guevarista Néstor Kohan ha definido muy bien esta posición al considerar que la conciencia surge «desde afuera de la economía, pero desde adentro de los movimientos sociales». La conciencia no surge espontaneamente de la lucha económica, digamos en los casos que se menciona en el texto, de la lucha sindical, pero esto no quiere decir que el partido revolucionario va a introducir la conciencia socialista predicando «desde afuera» de esa lucha económica o sindical. Y acá es donde entra en consideración Gramsci: quienes producen el pasaje de una conciencia a otra son los intelectuales, como decía Kautsky, pero no intelectuales pequeño-burgueses o teóricos universitarios que predican «desde afuera», sino «intelectuales orgánicos» a esos movimientos sociales, intelectuales (en el amplísimo sentido en que Gramsci usaba este término) que surgen «desde adentro». Saludos.

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    G G

    31/12/2012 at 01:06

    • Quisiera hacer una precisión sobre la postura de Lenin acerca de la «conciencia desde afuera» de Kautsky (lo que planteo aquí ya lo han explicado otros marxistas, como Geras y Bensaid). Lenin cita en el ¿Qué hacer? un pasaje de Kautsky donde este afirma: «El portador de la conciencia socialista no es el proletariado, sino los intelectuales pequeño burgueses… La conciencia socialista es un elemento importado desde fuera de la lucha de clases del proletariado…». Dejemos de lado que se trata de una cita «extrema» de Kautsky (en otros pasajes muestra una postura más matizada), lo cierto es que Lenin lo cita aprobatoriamente. Sin embargo, cuando Lenin explica su posición, no es la misma que la de Kautsky, ya que el portador de la conciencia no es la intelectualidad burguesa, sino el partido obrero, que Lenin consideraba parte de la clase obrera. Esto es, mientras Kautsky sostiene que la ciencia proviene desde el exterior de la clase obrera, elaborada por intelectuales burgueses, Lenin está diciendo que la conciencia socialista viene del exterior de la lucha económica, elaborada por el partido obrero. Por supuesto, el partido obrero incorpora militantes que provienen de las filas de la burguesía o de la pequeña burguesía, pero su posición social es distinta de la que tiene el intelectual burgués. El partido elabora desde su participación en el movimiento social.
      Es por esto que el eje de la crítica de Lenin es a la idea de que la conciencia política de clase surge desde la misma lucha económica. El planteo de Lenin es que esa conciencia surge de las relaciones de todas las clases y estratos con el Estado y el gobierno, y de todas las interrelaciones entre las clases (es un pasaje que citó Geras). Por eso no se trata de una elaboración que proviene de los movimientos sociales en general. La idea de Lenin, de que la lucha reivindicativa por sí misma no genera conciencia socialista (esto es, conciencia del carácter irreconciliable del antagonismo entre el capital y el trabajo) es aplicable a los movimientos sociales en general (véase la evolución de los movimientos de desocupados en Argentina; o del movimiento de los indignados en Europa, etc.). Lo más común es un ideal socialista pequeño burgués, de corte estatista y nacionalista. Digamos, el ideal histórico de Página 12, revestido con alguna fraseología marxista. Todo esto daría lugar a más discusiones, por ejemplo, la diferencia en este tema entre Lenin y el Trotsky de Nuestras tareas políticas o Resultados y perspectivas.
      El texto de Geras que recomiendo es «Lenin, Trotsky y el partido», en Masas, dirección y partido, Fontamara, Barcelona, 1980.
      También Daniel Bensaid, Strategie et Partie, la Breche, 1987.

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      rolandoastarita

      31/12/2012 at 10:41

  19. Respecto de la relación entre espontaneidad y conciencia, el distingo que se ha querido introducir entre Lenin y Kautski acerca del rol de la ‘inteligentsia’ siempre me pareció forzado. Kautski alude al origen histórico de los fundadores del socialismo científico, pero no sostiene que será la pequeñoburguesía intelectual socialista la que trasfundirá la conciencia al proletariado, sino, el partido obrero, lo que implica la adopción de la trinchera del proletariado como iguales. No hace falta recurrir a citas ‘menos extremas’ para demostrarlo. La propia cita transcripta por Lenin lo expresa textualmente cuando dice que es tarea de la Socialdemocracia (Un partido que sigue siendo modelo para Lenin, incluso en ‘Que Hacer’) la encargada de la tarea de llenar al proletariado de esa conciencia. Es un renglón con frecuencia olvidado. Por supuesto, el enfoque de Lenin es más rico en determinaciones y pone en primer plano el combate contra la espontaneidad, vale decir, contra su tendencia predominante (no única ni ineluctable con la mediación del partido) a adaptarse a la ideología burguesa, aspecto que, más allá de las consideraciones sobre si ello significa, o no, que el proletariado es congénitamente incompetente para su autoemancipación, considero totalmente demostrado e irrebatible. Cambiar ‘economía’ (lucha económica) por ‘luchas sociales’ no altera la cuestión. La tendencia de las masas a su autoemancipación requiere de cristalizar en partido obrero revolucionario para que, por su intermedio y desde la propia clase, la experiencia histórica se acumule, el genio creativo de las acciones de masas perfeccione la teoría y se forje una vanguardia consciente que pueda enfrentar en la arena de la lucha de clases a la ideología burguesa hasta desplazarla y romper el círculo vicioso de la prosternación espontánea.

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    AP

    31/12/2012 at 15:23

  20. A riesgo de ser apresurado mis comentarios sobre la «unida de accion» porque no he leido todos los comentarios de mas arriba, quiero señalar que entre todos los que provenimos del combate por la reconstruccion de la IV Internacional, existe una gran confusion respecto a la diferencia entre «unidad de accion» y «frente unico».

    Mas yo diria que el 76% de los trotskistas del mundo entero no tienen claro que es el «frente unico obrero».

    Desde mi punto de vista, cuando es posible la «unidad de accion»? Cuando ya sea en los marcos de las organizaciones que agrupan como clase al movimiento obrero como en movilizacion con otros sectores y clases sociales, «golpeamos juntos y marchamos separados». Porque tenemos objetivos diferentes.

    Por ejemplo, en Argentina, ante la convocatoria del 20/12 de la CGT y la CTA mas el partido burgues de lA UCR mas las patronales del campo, fue acertado haber participado por ejemplo? Con los sectores de la bburguesia debemos impulsar la «unidad de accion» frente a regimenes dictatoriales que suprimen las libertades y derechos para todo el mundo. Alli marchamos con sectores de la burguesia, porque tenemos en común que los unos y los otros por razones diferentes necesitamos las libertades democraticas y los derechos de expresion. «golpeamos juntos» por eso mismo, mas «marchamos separados» porque buscamos un gobierno que estatize las fabricas, los bancos y las tierras, mientras que ellos defienden la propiedad privada sobre los mismos.

    Era este el caso el 20/12 ppdo? De ninguna manera, lo unico «anti-democratico» que tiene el gobierno de CFK para un sector de la burguesia es que no le permite disponer de la plusvalia como ellos entienden y quieren. Mas, para la clase obrera sigue siendo un gobierno tan burgues como otro.

    Pero marcharon la CGT y la CTA, que pese a sus direcciones burocraticas, son marcos organizativos que permiten separar a la clase obrera como clase de la burguesia, se nos podrá argumentar…Y?

    Hacemos «unidad de accion» con la burocracia cuando la convocatoria es solo de la CGT o la CTA por una plataforma que solo interesa a los asalariados proletarios y no proletarios. Aca tambien, «golpeamos juntos» porque su convocatoria atañe a toda la clase obrera mas «marchamos seprados» porque su objetivo es una «reforma» del capitalismo.

    Mas, las cupulas de la CGT y la CTA para el 20/12 mezclaron banderas con la UCR y la patronal del campo porque quieren formar un «frente popular» para controlar la rebeldia obrera al gobierno de CFK.

    No habia que haber ido a la marcha del 20/12, no habia ninguna base para la «unidad de accion» con ninguno de los sectores convocantes.

    Y que es el «frente unico»? Eso lo dejo para otro comentario porque sino se hace muy extenso y quiero respetar las normas de funcionamiento del blog

    ariel

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    ariel quiroga

    02/01/2013 at 11:06

    • Esto no se entiende:

      «Mas, las cupulas de la CGT y la CTA para el 20/12 mezclaron banderas con la UCR y la patronal del campo porque quieren formar un “frente popular” para controlar la rebeldia obrera al gobierno de CFK.»

      Si fuese tan amable de clarificar se lo agradeceria.

      A parte más allá de la obvia utilización por parte de la burocracia y los partidos burgueses, varias de las demandas eran muy importantes para la clase obrera y los desocupados.
      ¿Qué privilegiamos no «mezclarnos» con gente de la UCR o defender a la clase obrera?

      Saludos.

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      Gerardo Daniel

      02/01/2013 at 11:48

    • Si decimos que la unidad de acción la impulsamos solo con organizaciones obreras (esto es, con un programa obrero), entonces no hay unidad de acción posible. Pero la realidad es que siempre las acciones unitarias, en la medida en que la clase obrera adhiere a partidos enemigos del socialismo, implican unidades con fuerzas y direcciones políticas burguesas. Y esto no se limita a los episodios de lucha contra las dictaduras. Ejemplo: bajo el gobierno de Alfonsín la izquierda adhirió a muchos paros que eran llamados por la CGT (dirección peronista burguesa) y a los que adhería el Partido Justicialista (partido burgués). Al gobierno de Frondizi se le hicieron cantidades de paros, en unidad de acción con el PJ. En luchas por la libertad de presos políticos, bajo gobiernos democrático burgueses, se han hecho también muchas unidades de acción con fuerzas burguesas o pequeño burguesas (ejemplos, JP; Juventud Radical, partido Socialista).
      Lo mismo sucedió en muchos otros países. Ejemplo, en Uruguay hubo muchas luchas y huelgas en las cuales los marxistas participaron con el Frente Amplio, que es una coalición con un programa burgués. En Chile se ha hecho unidad de acción con el Partido Socialista (otra fuerza burguesa). Lo mismo se puede decir de unidades de acción con partidos socialdemócratas europeos, o laboristas.
      Por otra parte, muchas veces las convocatorias se hacen con consignas mezcladas. En particular, las demandas de defensa de la pequeña propiedad son infaltables (al pasar, incluso fuerzas marxistas agitan, como si fuera la cosa más normal, consignas del tipo «créditos baratos para los pequeños productores»). Esto va a seguir siendo así por mucho tiempo. Subrayo, el terreno de lucha no lo podemos elegir. El marxismo hoy está reducido a una mínima expresión. El ultimatismo ultraizquierdista no lleva a ningún lado.

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      rolandoastarita

      02/01/2013 at 13:36

  21. ah, perdon, si en todo momento, durante la «unidad de accion» debemos decir quienes somos, sino como explicar el programa ???

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    ariel quiroga

    02/01/2013 at 11:24

  22. Rolando vos decís que no sería posible levantar alguna consigna de los pequeños propietarios como » “créditos baratos para los pequeños productores». ¿porqué no sería posible si estás proponiendo unidad de acción con fuerzas de la pequeño burguesía?

    Desde el punto de vista de ellos, también exigirían unidad de acción y por lo tanto alguna relación en lo que se demanda.

    porqué tal consigna no podría ser progresiva? El problema que a veces veo en el blog, con el mayor respeto, es que no hallo practicidad política para el trabajador que desconoce el socialismo, quiero decir, en tu visión de implementación de un programa socialista ¿la pequeña propiedad sería socializada o no? ¿cuál, la comercial, la industrial?

    ¿se podría establecer una economía planificada en sectores claves y en otros dejar las fuerzas del mercado?

    Todo esto es importante porque los análisis de nosotros los marxistas son bárbaros hasta que un laburante te hace esas preguntas: ¿cómo se «planifica» una economía? ¿qué pasa con la propiedad pequeña? ¿y con el laburante que también tiene un comercio?

    No vale decir que los marxistas no proponemos soluciones a los gobiernos burgueses frente a la pregunta de o bien un laburante curioso o un adversario político. Si no se propone política práctica, el marxismo entonces queda reducido a la academia y al intelectual. De ahí al eurocomunismo o la socialdemocracia, es decir al marxismo inofensivo, no hay mucha distancia.

    Son preguntas boludas estas que me refiero de «política socialista práctica», pero las más dificiles de responder y que hacen indisolublemente relacion a tácticas temporales con fracciones del pequeño capital, cuentapropistas en situación desfavorable, campesinos, pequeños comerciantes etc, además de los trabajadores.

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    HERNAN

    03/01/2013 at 03:21

    • ¿Quién dice: «No vale decir que los marxistas no proponemos soluciones a los gobiernos burgueses frente a la pregunta de o bien un laburante curioso o un adversario político.»? Digo si me impone hasta las respuestas que puedo dar vamos mal.

      Dice: «Si no se propone política práctica, el marxismo entonces queda reducido a la academia y al intelectual.» Un punto de vista bastante estrecho y que ya ha sido planteado y respondido por varios en varios momentos en este blog.

      Tambien dice: «De ahí al eurocomunismo o la socialdemocracia, es decir al marxismo inofensivo, no hay mucha distancia.», ¿en base a qué argumento?

      ¿cómo se “planifica” una economía?, la cuestión es que si uno quiere una alianza puntual y tactica con un grupo pequeño burgues esta pregunta es irrelevante, la alianza no puede pasar por esto porque en esto esta la diferencia esencial.

      Sobre «¿qué pasa con la propiedad pequeña? ¿y con el laburante que también tiene un comercio?» pasa algo parecido, si bien puede explicarse el punto de vista de Marx sobre el tema tampoco es que sea demasiado relevante en una alianza. Aunque esto ultimo posiblemente sea un punto de vista personal, tendria que analizarlo más en profundidad.

      Saludos

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      Gerardo Daniel

      03/01/2013 at 15:09

  23. Creo que es más que positivo decir que no podemos proponer políticas socialistas prácticas ni explicar cómo vamos a planificar una economía centralizada. Lo que podemos hacer es mostrar las experiencias pasadas en diferentes países. Explicar el comunismo de guerra, la NEP, el problema de las tijeras, el problema del mantenimiento de las normas burguesas de reparto, al lado de la socialización de la producción, o el debate de si cálculo económico o si sistema presupuestario de financiamiento.

    No podemos decir qué haríamos porque no sabemos en qué condiciones nos va a tocar actuar luego de la toma del poder (¿guerra civil prolongada post toma del poder? ¿guerra civil en forma previa a la toma del poder? ¿agresión imperialista? ¿invasión de estados vecinos, o de EEUU directamente, o una variante intermedia, o de una fuerza multinacional? ¿existencia de zonas en el país que resistan y se combatan al poder obrero? ¿destrucción masiva de fuerzas productivas como uno de los resultados de la guerra civil?). Hay miles de variantes que, en su momento, exigirán diferentes soluciones de parte de la dictadura proletaria. ¿Cómo podríamos saber qué será lo que tendremos que hacer, y cómo?

    Por eso, sirve explicar las experiencias pasadas, los progresos que hizo la economía planificada, los beneficios que obtuvo para las masas. Ir más allá de eso ya es hacer futurismo.

    Pero además, explicar el socialismo es importante para reivindicar ese horizonte: qué implica ir hacia el socialismo, cómo ha funcionado la economía planificada y cómo podría funcionar. Es importante explicar que el cambio social producirá una decuplicación de las fuerzas productivas, que la extensión de la revolución a otros países latinoamericanos permitirá una centralización mayor de la economía, y una liberación mayor del hombre respecto del trabajo. Es importante explicar la necesidad de la participación de los trabajadores, a través de los organismos proletarios, en la planificación económica del país. Por ejemplo, se me ocurre que en el trabajo de eliminar la ley del valor, la nueva sociedad va a tener que conocer las necesidades sociales por otro método que el precio de las mercancías (oferta y demanda) y que eso no podrá estar en manos de los burócratas. En consecuencia, deberán ser los mismos trabajadores quienes determinen las necesidades a la vez que planifican la economía.

    En suma, es una respuesta a Hernán que no tiene mucho que ver con el tema del blog. Sí es importante lo que él plantea. A la vez que se explica por qué el capitalismo debe ser combatido, hay que explicar por qué el socialismo es superior y es necesario luchar, hasta entregar la propia vida, por el cambio social.

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    LGJP

    03/01/2013 at 16:05

    • Su respuesta no me satisface. L

      Sólo cito lo inicial: «Creo que es más que positivo decir que no podemos proponer políticas socialistas prácticas ni explicar cómo vamos a planificar una economía centralizada. Lo que podemos hacer es mostrar las experiencias pasadas en diferentes países. Explicar el comunismo de guerra, la NEP, el problema de las tijeras, el problema del mantenimiento de las normas burguesas de reparto, al lado de la socialización de la producción, o el debate de si cálculo económico o si sistema presupuestario de financiamiento.»

      Si usted no puede proponer políticas socialistas prácticas, porque no hay posibilidad de decir en qué condiciones se realizaría, entonces su propuesta, la nuestra (el socialismo), no sirve para nada. Si no puede trazar lineamiento sobre escenarios político, sociales y económicos posibles (que no son infinitos), no sirve para absolutamente nada, o por lo menos, de ciencia no tiene un comino, y se imaginará que a un trabajador poco le importaria.

      Los laburantes cuando se les menciona el socialismo, la economía planificada como proyecto no son tan estúpidos, enseguida dudan respecto de esas experiencias pasadas. Típica frase : «si eso ya existió en Rusia y fracasó». Entonces ¿para qué repetir esas fórmulas que usted propone sino puede explicar lineamientos de cómo se pondría en práctica?

      El «futurismo «aparece justamente porque usted piensa que las posibilidades son infinitas. Si son infinitas, son indeterminadas. Y si son indeterminadas, no es posible pensar en algo concreto.

      ¿qué valor tiene decir, literalmente «los trabajadores deben ser quienes determinen las necesidades a la vez que planifican la economía» sino está vinculado a ninguna idea concreta de como reorganizar la sociedad?

      Lo digo porque veo una carencia absoluta, en el marxismo, sobre ideas concretas de cómo se podría reorganizar la sociedad, cómo se podrían vincular unidades productivas, cómo un trabajador podría «votar» en la planificación democrática, como evitar el burocratismo. El planteo no debe decir «no sabemos qué medios técnicos tendríamos».

      La gracia de la política práctica es decir cómo se haría HOY día, con los medios técnicos disponibles y con un par de escenarios posibles. ¿Se utilizaría Internet? ¿una red propia? ¿qué secotres de la economía intervendrían?

      Sirve hasta para despertar el pensamiento práctico del trabajador que se interesa.

      Muchos dirán «son temas complicados de explicar». Sino se pueden hacer sencillos para explicarlos a un trabajador, entonces no sirve para nada más que para el marxismo como análisis, castrado de potencial revolucionario.

      Saludos, compañeros.

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      HERNAN

      03/01/2013 at 18:25

  24. «La gracia de la política práctica es decir cómo se haría HOY día, con los medios técnicos disponibles y con un par de escenarios posibles.»

    ¿Por qué tengo que reducir el análisis a un par de escenarios posibles?.

    La gracia de la política práctica, no es lo que Usted dice sino, como hacía Lenin, analizar la situación concreta en la que se tiene que actuar, caracterizarla lo más exacto que se pueda, y en base a ello, decidir qué hacer.

    Sabemos que a la toma del poder va a seguir la reacción imperialista, sabemos que ello es así porque así sucedió en el pasado. No sabemos cómo va a ser esa reacción. Por ende, no podemos saber qué política práctica adoptaremos hasta que estemos en esa situación. Lo que sabemos es que existirá y que deberemos estar organizados para enfrentarla. Fíjese que Marx, por ejemplo, nunca dio demasiadas indicaciones sobre cómo sería la futura sociedad comunista (mucho menos propuso políticas prácticas en ese sentido). Sí lo hicieron los utopistas.

    Si Usted pregunta cuál sería una política socialista práctica HOY, está incurriendo en un error. Porque exige que se den por solucionados toda una serie de cuestiones que no son menores, pero sí previas. Es decir, para proponer una política socialista práctica HOY, es necesario haber tomado el poder. Esto, quizás a Usted le pueda parecer un detalle, pero no lo es. Lo primero que habría que responder a su exigencia es que no es posible tomar una medida socialista práctica porque el proletariado no tomó el poder.

    Exige que se imaginen un par de escenarios posibles (¿quién los imagina, Usted o yo? ¿y cuáles son esos escenarios posibles, que deben ser reducidos a un par?) y luego exige respuestas. Es lógico que mi respuesta no lo satisfaga. Nada lo puede satisfacer si Usted tiene esas pretensiones.

    Luego Usted dice: «¿qué valor tiene decir, literalmente ‘los trabajadores deben ser quienes determinen las necesidades a la vez que planifican la economía’ sino está vinculado a ninguna idea concreta de como reorganizar la sociedad?»

    Celebro que trajera esa parte de la respuesta. Porque claro que está vinculada a una «idea concreta de cómo reorganizar la sociedad». Por eso decía que lo mejor, en vez de imaginar futuros escenarios posibles, era estudiar las experiencias pasadas, el comunismo de guerra, la NEP, el problema del desarrollo desigual entre la industria y el campo, el problema del mantenimiento de la ley del valor, el problema de cómo se van a determinar las necesidades sociales sin recurrir al precio, de cómo se va a centralizar la economía, de cuáles fueron las conquistas obtenidas por las masas luego de la toma del poder y durante todo el proceso, cuáles fueron los peligros, etc.

    Y pienso que hay que estudiar esas cuestiones de la transición entre capitalismo y socialismo porque creo que en nuestro caso también habrá similitudes con esos procesos. La idea concreta de cómo reorganizar la sociedad viene, precisamente, luego de estudiar cómo actuaron, en cada situación concreta, los revolucionarios que tomaron el poder. También, esa idea viene del propio desarrollo del capitalismo. Por eso pienso que habrá que concentrar todos los medios de producción, y centralizar aún más la economía, para poder planificar, y no que habrá que desarmar los grandes monopolios capitalistas para crear pequeñas empresas autogestionadas. Pero no puedo decir cómo lo haremos. Sí podemos discutir cómo otros lo hicieron en las situaciones en debieron actuar.

    Creo que estudiar las experiencias pasadas es más útil que imaginar posibles escenarios futuros que exigen que hayamos solucionado una serie de problemas para los que no estamos todavía organizados siquiera. O sea, ¿qué utilidad puede tener decir que «Para producir medicamentos para todos expropiaremos los laboratorios, crearemos un gran laboratorio, en principio nacional, expropiaremos las patentes, y le pondremos un comisario político a cada ingeniero químico, a cada farmacéutico, etc, para que fabriquen bien los medicamentos y no nos saboteen».?

    Por último, no pienso que las posibilidades sean infinitas. Fíjese que no mencioné la posibilidad de una invasión extraterrestre.

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    LGJP

    03/01/2013 at 19:41

  25. saludos desde málaga-españa:

    Al leer esta temática, me alienta a plantearle la siguiente cuestión teórica; al menos así lo creo yo.

    Mis análisis sobre la actual sociedad capitalista; es de una sociedad mundial capiimperialista, con un poder mundial global: ONU-OTAN. Defini que existe una sociedad mundial imperialista, con relaciones sociales de producción capitalistas imperialistas,…donde lo dominante es lo imperialista de las multicoporaciones mancomunnadas mundiales,… Esta nueva realidad del capitalismo contemporáneo me lleva a plantear nuevas formas de concebir a la sociedad, la lucha de clases y sus contradicciones y antagonismos que llegan a desarrollarse a nivel mundial, aunque no está explayada la cuestión. La burguesía mundial, con su fraccion dominante: la plutocracia financiera globalizada,…ostenta y dirige a toda la sociedad; por ello debemos enfocar de distinta manera y concepto la lucha de clases contemporánea. Por ello, si el análisis concreto de la realidad concreta,…me lleva o nos lleva a esa consideración,…las formas principales y determinantes de la línea política revolucionaria internacional del proletariado es la organización de las fuerzas políticas, líneas politicas e ideológicas nuevas y contemporáneas a desarrollar; para posiblemente llevar a la revolución de la humanidad, que es un paso superior en relación a la línea de revolución proletaria mundial,…y en consecuencia cobra o sería fuerte, la consigna de proletarios del mundo uníos, que se fundiría con la idea de unios hermanos proletarios.
    Mi blog. lukyrh.blogspot.com, lo aporto como fondo de artículos de la temporada 2.013; esta teoría llevo acuñandola durante más de 20 años; las génesis literarias no están en internet; solo un folleto llamado Cuaderno de sostenibilidad y sociedad, 2ª edición reformada, junto al compañero ecologista salvador espada hinojosa….en 2.005.
    esperando respuestas, si fuese posible, gracias de antemano.

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    • Mis análisis están bastante alejados de esta tesis del imperialismo y del monopolio. Explico mi posición en varias notas de este blog.

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      rolandoastarita

      29/05/2013 at 09:21


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