Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Competencia y teorías subjetiva y objetiva del valor (1)

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Rolando Astarita [Blog]  Marxismo & Economía El paro general del juevesEn la nota anterior hemos planteado que en la economía clásica la competencia es la fuerza que impone la ley objetiva del precio (ver aquí). Esta cuestión había sido señalada por Hilferding, en El capital financiero: “Lo indeterminado e inconmensurable bajo el domino de los precios de monopolio es la demanda. (…). Ciertamente, el precio de monopolio se puede fijar de forma empírica. Pero su precio no se puede reconocer objetiva y teóricamente, sino sólo concebirlo psicológica y subjetivamente. La economía clásica, en la que incluimos a Marx, ha eliminado, por eso, de sus deducciones el precio de monopolio, el precio de las mercancías que no pueden elevarse a capricho. (…) La ley objetiva del precio sólo se impone… a través de la competencia. Cuando las asociaciones monopolistas eliminan la competencia eliminan con ella el único medio con que pueden realizar una ley objetiva de precios. El precio deja de ser una magnitud determinada objetivamente, se convierte en un problema de cálculo para los que lo determinan voluntaria y conscientemente; en lugar de un resultado, se convierte en un supuesto; en vez de algo objetivo pasa a ser algo subjetivo; en lugar de algo necesario e independiente de la voluntad y la conciencia de los participantes se convierte en una cosa arbitraria y casual” (p. 257; énfasis agregado).

La observación de Hilferding es clave: donde no hay competencia, el precio depende en última instancia de la demanda, esto es, de la intensidad del deseo del comprador. Y esta situación da pie a una teoría subjetiva del valor, esto es, a una teoría que otorga un rol decisivo, en la determinación de los precios, a los gustos y preferencias. Lo cual exige dos requisitos: en primer término, la existencia de un mundo de escasez que dé lugar a una curva de oferta con pendiente positiva (a medida que suben los precios, se ofrecen más bienes). En segundo lugar, sumergirse en un mar de especulaciones acerca de preferencias y elecciones de los compradores (consumidores), que no hay forma de constatar empíricamente. Es sobre estos dos pilares que la economía “de la corriente principal” va a sostener que los precios (incluidos los precios de los “factores») y las cantidades se determinan simultáneamente. El problema es que cuando se introduce la competencia de productores (como hacen Ricardo y Marx), la curva neoclásica de la oferta se derrumba, y con ella el rol de la demanda en la determinación de los precios.

El objetivo de esta nota entonces es explicar por qué esto es así, a partir de la presentación de lo esencial del esquema neoclásico. Dada su extensión, la he dividido en tres partes. En la primera, presento los problemas encerrados en la construcción de la curva de oferta neoclásica. En la segunda parte, analizo las cuestiones implicadas en la curva de demanda neoclásica. Para estas dos primeras secciones tomo como texto base Microeconomía intermedia. Un enfoque actual, de Hal Varian, y el excelente Una lectura crítica de Varian, Notas sobre Microeconomía intermedia, de Rogelio Huerta Quintanilla. Por último, en la tercera parte presento el planteo de Ricardo.

La curva de oferta, un mundo de escasez

A diferencia del orden acostumbrado de los cursos de Micro, que empiezan por la demanda, vamos a comenzar por la oferta. Como adelanté más arriba, lo importante para el neoclásico es que la curva de oferta tenga pendiente positiva, y es en este sentido que la escasez constituye un pilar del planteo. Esto es, se trata de bienes cuya oferta, por alguna razón, no puede ser aumentada, o no puede serlo sin costos crecientes dada la existencia de factores de producción escasos. En esta perspectiva, como señala Huerta Quintanilla, los mercados de subasta son ideales para los economistas neoclásicos, ya que, a partir de algún precio base, es la demanda (puja de compradores mediante) la que determina los precios. Típicamente en estos mercados se subastan bienes que no pueden ser reproducidos mediante más medios de producción y trabajo. Varian menciona las obras de arte, las áreas de explotación de minería o petróleo, o las licencias para operar en el espectro de frecuencias para la comunicación. En todos estos casos, la intensidad del deseo de compra, la valoración subjetiva, es la que determina el precio de venta, dado el llamado precio base.

Pero el análisis no puede quedarse en las subastas; el neoclásico debe encarar la cuestión de la empresa y sus costos. Como es sabido, se razona en el corto y en el largo plazo. El corto plazo se define por el período en el cual algunos factores (cantidad de máquinas fija, de tierra, de trabajo, etc.) son escasos. Este supuesto es central para que, a partir de algún punto, la curva de coste medio tenga pendiente positiva. Por ejemplo, puede sostenerse que el stock de equipo no puede ampliarse en el corto plazo, y el rendimiento por trabajador disminuye a medida que se incorpora mano de obra; o que existe escasez de mano de obra calificada, y los nuevos trabajadores tienen productividad decreciente. Lo decisivo es que haya escasez, para que la curva de oferta, a partir de algún punto, tenga su correspondiente pendiente positiva. Como si fuera la cosa más natural, el esquema neoclásico excluye la posibilidad de que la empresa trabaje con un margen de capacidad ociosa; o que en la industria haya reservas de mano de obra desempleada y capacitada. Es que en casos semejantes, la curva de oferta, incluso en el corto plazo, podría ser horizontal.

Dada entonces la curva de oferta con pendiente positiva (en el tramo económicamente significativo), está preparado el terreno para que la demanda nos diga, en el punto que corta a la curva de oferta, cuáles son el precio y la cantidad de equilibrio. La simultaneidad de la determinación es vital. Sin embargo, el economista neoclásico sabe que a largo plazo los factores también son variables, y que la empresa puede ajustarlos. Por ejemplo, ampliando el stock de máquinas, o capacitando mano de obra, etc. ¿Qué sucede entonces si en el largo plazo hay rendimientos constantes de escala? Pues sucede que la curva de oferta de la empresa es horizontal y el precio se ubica en el nivel del costo medio constante, como lo admite Varian (p. 411). Estamos en una situación “a lo Ricardo”, que Varian no explora ni desarrolla. Tal vez es consciente de que se acerca a aguas peligrosas. ¿Y qué sucede con la curva de oferta de la industria? En el corto plazo, sostienen los neoclásicos, tiene pendiente positiva, ya que es el resultado de la suma de las curvas de corto plazo de las empresas. Sin embargo, en el largo plazo reaparece el fantasma de la curva horizontal. Por ejemplo, cuando se supone el libre ingreso de empresas a la rama. Como lo explica Varian, si en una industria van entrando empresas, la curva de oferta se hace cada vez más horizontal. Y cuando haya entrado un número “razonable” de ellas, será totalmente horizontal, y el precio se iguala al costo medio (p. 421). Pero en este escenario, la demanda (con sus correspondientes gustos y preferencias) no juega rol alguno en la determinación del precio.

Una vez más, Varian arribó a un punto muy incómodo para el edificio teórico que sustenta. Es necesario salir de allí lo antes posible. Por eso, regresa al mundo de la escasez. En la práctica, nos dice, los recursos naturales son limitados; también lo son los talentos de los seres humanos, o las licencias para producir. Con cualquiera de estas escaseces, volvemos a tener una curva de oferta con pendiente positiva, y respiramos tranquilos. Todo el asunto pasa entonces por tener algún factor “raro”, que dé curso a los rendimientos decrecientes. Como decía Robinson (1984), “toda la teoría de los rendimientos decrecientes dentro de industrias particulares se ha desarrollado en torno al caso de la industria que emplea un factor raro, tal como un terreno especial, un mineral particular o una habilidad humana poco frecuente” (p. 59). Pasaron más de 60 años desde que Robinson escribió esto, y el razonamiento básico de la micro-neoclásica sigue intacto.

Supuestos irrealistas

Dado que el objetivo de esta nota es explicar el rol que juega la competencia en la desarticulación de la teoría subjetiva, sólo vamos a mencionar brevemente los supuestos extremadamente irrealistas que exige esta construcción neoclásica.

Una primera cuestión es que la curva de oferta es imaginaria. Ninguna empresa elabora semejante curva, ni existe en posibilidad de verificarla en la práctica. Si una empresa está produciendo 5000 unidades de un producto X por día, por ejemplo, no tiene manera de saber con certeza, o de comprobarlo, cuál sería el costo de producción si produjera 50, 60, 500, 600, 7000, 8000 productos, etc. Por eso, el economista neoclásico realiza razonamientos contrafácticos (si produjera x cantidad, el costo sería tal), a los efectos de presentar una curva de oferta con pendiente positiva. Lo hace así aunque en la realidad toda empresa tiene algún rango de utilización de capacidad en el que los costos son más o menos constantes; y aunque las ampliaciones de producción en la mayoría de los casos ocurren de forma discreta, dando lugar a rendimientos que pueden ser constantes, crecientes o decrecientes, dependiendo de la tecnología y de los bienes en cuestión. Pero en la economía neoclásica esto no se toma en consideración, o se pasa a un segundo plano, como curiosidades sin importancia sistemática.

En segundo término, la idea de que los factores son remunerados según su productividad marginal no tiene sustento teórico, ni empírico. En lo que respecta al capital, el argumento de los sraffianos nunca pudo ser respondido adecuadamente, hasta el día de hoy (ver aquí). Y la tesis de que los salarios se pagan según productividad marginal tampoco tiene sustento empírico, ni coherencia lógica. Desde lo empírico, porque en ningún lado se calcula la productividad marginal de los empleados para fijar el salario. Siempre se discute cuál es la canasta básica, y su costo; sindicatos y cámaras empresarias disputan en torno a esta cuestión. Y desde el punto de vista teórico, el asunto tampoco se sustenta. Es que para que igualar el salario a la productividad marginal, el empresario debería saber cuánto va a producir a la hora de contratar al trabajador; pero para esto, debería conocer la demanda (ya que los mercados siempre están en equilibrio); para lo cual tendría que saber el ingreso; para lo cual debería saber cuánto se va a pagar a los asalariados. El razonamiento es circular. Por eso, Walras “arregla” el problema suponiendo que todo se decide cuando los empresarios contratan a los trabajadores, antes de comenzar la producción. De esta forma elimina el tiempo económico. Pero una economía capitalista sin tiempo es una abstracción. No existe.

En tercer lugar, en el enfoque neoclásico se introduce el supuesto de la competencia perfecta. Esto significa que ninguna empresa puede afectar el precio vigente en el mercado, aunque el conjunto de las empresas sí lo hacen. Como observa Huerta Quintanilla, el supuesto no solo es contradictorio, sino también confuso. Por ejemplo, si el precio está fuera del equilibrio, ¿quién cambia el precio? ¿Cómo se inicia ese cambio? Misterio. De todas formas, para los autores neoclásicos, la cuestión es importante porque de esta forma eliminan la principal forma de competencia que encontramos en los clásicos: la baja de precios que puede iniciar una empresa que posee mejor tecnología, con el fin de ganar mercado y realizar ganancias extraordinarias. Una situación que llevaría a problemas que son insolubles para el esquema neoclásico: si una empresa fija un precio menor al vigente, “acaparará toda la demanda del mercado” (Varian, p. 399). De ahí que el neoclásico postule una competencia que no es competencia, como se ha mostrado en otra nota.

Por otra parte, la idea de que ninguna empresa puede afectar el precio vigente también es vital para eludir el escenario de empresas que entran a una rama y fuerzan los precios a la baja. Según Varian, cuando la entrada en una industria es libre (situación competitiva) los beneficios se van reduciendo, hasta que son nulos, ya que todo el ingreso va al “pago de factores” (incluido el capital, cuyo “costo” es igual a la tasa de interés). Pero los beneficios se reducen no porque las empresas ingresantes bajan los precios, sino porque aumenta la demanda de factores variables hasta el punto en que los beneficios desaparecen (Varian, p. 421). Se trata de otra manera de mantener una situación de “competencia” en la que no hay propiamente competencia. Es que, como veremos más abajo, el mecanismo competitivo que se anula -la guerra entre empresas por baja de precios- es vital en Ricardo, dado que empuja a los precios hacia los costos de producción. Costos de producción que, en Ricardo y Marx, incluyen una tasa media de ganancia. En este respecto, es absurdo pensar que los capitales siguen entrando en una rama en que la tasa de beneficio está acercándose a cero, como sugiere Varian. En la realidad, cuando la tasa de beneficio promedio de una rama desciende por debajo de la tasa media general de la economía, se frenan los flujos de capital.

Señalemos también que la competencia perfecta exige el supuesto de los rendimientos decrecientes de los factores (típicamente, del capital y el trabajo). De otra manera no se puede sostener que los salarios se igualan a la productividad marginal del trabajo, y que la tasa de beneficio (de interés) se iguala a la productividad marginal del capital. Es que ambos rendimientos se derivan, en el mundo neoclásico, recurriendo al cálculo diferencial (siempre el cálculo de la variación en el margen es vital). Sin embargo, si los rendimientos son constantes, no hay manera de realizar ese cálculo. Peor aún, si fueran crecientes, el pago de los factores superaría el producto, lo cual también es un absurdo.

La mayoría de estos problemas y dificultades casi nunca se discuten en los cursos de Micro; pero solo al precio de este tenor de supuestos, es posible sostener la curva de oferta neoclásica.

Textos citados:
Hilferding, R. (1963): El capital financiero, Madrid, Tecnos.
Huerta Quintanilla, R. (2011): Una lectura crítica de Varian. Notas de Microeconomía intermedia, México, UNAM.
Robinson, J. (1984): “Precio de oferta creciente”, Ensayos críticos, Madrid, Orbis, pp. 55-62.
Varian, H. R. (2008): Microeconomía intermedia. Un enfoque actual, Barcelona, Bosch.

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«Competencia y teorías subjetiva y objetiva del valor (1)«

Written by rolandoastarita

13/12/2012 a 16:40

18 respuestas

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  1. Interesante, precisamente estoy estudiando un poco de la teoría subjetiva del valor y buscando me he dado cuenta que los marxistas no le dan mucha importancia a la hora de discutir contra enfoques opuestos al del marxismo, lo que da pie a que quienes siguen la teoría del valor sigan gritando a los cuatro vientos que dicha teoría convirtió a Marx en cenizas sin que muchos objeten al respecto.

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    Esteban

    14/12/2012 at 11:13

  2. Reblogged this on Soñadores Prácticos.

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    antesdatempestade

    14/12/2012 at 16:21

  3. hola rolando muy interesante la nota, y bastante accesible para gente de a pie. Quisiera hacerle una consulta, que quizá sea muy básica pero sobre la cual necesito desasnarme. Resulta bastante corriente encontrarse con profesores y autores que dicen que la competencia vía precios tiene en la actualidad carácter secundario y que la forma principal de la competencia en el capitalismo contemporáneo es vía diferenciación de productos; entiendo que en algún punto esta postura tiene asiento en su adscripción a la teoría del capital monopolista- cuestión sobre la cual ud. ha aclarado ya mucho sobre la vigencia de la competencia vía cambio tecnológico y reducción de costes individuales – pero quisiera saber de que modo la competencia vía diferenciación puede ser aprehensible al interior de la ley objetiva del valor.

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    toti

    15/12/2012 at 00:11

    • Decir que la competencia por precios tiene un carácter secundario es desconocer la realidad. Las guerras de precios son una constante. Existen abundantes datos sobre esto, en prácticamente todas las ramas existen las guerras de precios. Es curiosa esta coincidencia de los neoclásicos y muchos heterodoxos en negar la competencia de precios (que son verdaderas guerras entre los capitales).
      Sobre la competencia por diferenciación de producto, se entiende por lo general una competencia en la que juegan un rol clave los gustos y preferencias de la demanda. Es el caso de gente que sigue una marca, de manera que se introducen factores que alteran la posibilidad de que exista una presión objetiva (por competencia) para que el precio tienda hacia el costo de producción. Es interesante también destacar que ha versiones neoclásicas de competencia por diferenciación de producto, que en los hechos son una variante de la competencia perfecta. Por ejemplo, Krugman presenta un modelo de competencia por diferenciación de producto, que es en esencia competencia perfecta: cada empresa hace un producto apenas distinto al de la competencia, de manera que no puede obtener una ganancia extra con respecto a la competencia; la guerra de precios aquí también está descartada.
      Por supuesto, si la diferenciación del producto se debe a que el producto es de mejor calidad que el de la competencia (por ejemplo, con el mismo precio) tenemos una forma de competencia por precio.
      Remarco una paradoja: la mayoría de los economistas heterodoxos piensan que están presentando una crítica profunda a la teoría neoclásica cuando dicen que ésta supone la competencia. La crítica viene a ser «la economía neoclásica supone la competencia, y ésta no existe». Pero el hecho es que la economía neoclásica elimina la competencia (como he explicado, la competencia perfecta no es competencia). Y la realidad es que la competencia existe en el capitalismo contemporáneo.
      Una última observación: hoy se dice que el monopolio domina todas las ramas de la economía. Pues bien, si esto fuera así, no habría posibilidad de ganancias monopólicas. Si todos los precios son de monopolio, ninguno lo es. La tesis es intrínsecamente contradictoria.

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      rolandoastarita

      15/12/2012 at 13:21

  4. Compañero Rolando. Una crítica muy clara y contundente al de las contradicciones y peticiones de principio del enfoque neoclásico, que, entiendo es predominante en economía. De verdad, pese a sospechar de las razones ideológicas que anidan tras de estos desarrollos, siempre me pregunté como es posible que esta parodia anticientífica pueda sostenerse tanto tiempo. Que utilidad pueden tener, incluso para la economía burguesa, estos modelos matemáticos sin asidero en la realidad, que no sea reacción ideológica contra la teoría marxista? ¿Son los economistas neoclásicos meros alquimistas, o han hecho algún aporte explicativo o práctico que sea digno de tomar en cuenta? Siempre pensé que los Nobels y galardones que se ofrecen a eméritos economistas burgueses, son algo así como premios a la literatura de ciencia ficción, para encubrir el hecho de que en realidad son meros contadores del sistema que por la incapacidad de aceptar sus leyes objetivas, no pueden explicarlo ni modificarlo y se limitan a dar sesudas explicaciones sin poder predictivo ni consecuencia práctica y que, por supuesto, no convencen ni a sus propios colegas de por que ocurren las cosas que tienen frente a los ojos. Son los médicos brujos de cada gobierno, obligado por la coreografía a recurrir a sus conjuros, para, en última instancia terminar haciendo lo que la clase capitalista quiere que se haga. Una especie de almaceneros con dominio de matemática superior. No por nada dicen que lo que diferencia a los economistas de los meteorólogos es que, por lo menos, estos últimos se ponen de acuerdo en el tiempo que hace hoy y que, cuando los economistas discuten, la burguesía sabe lo que hay que hacer.

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    AP

    15/12/2012 at 03:57

    • Pienso que todo el andamiaje de los cursos de micro comunes tienen un propósito ideológicamente definido: desterrar cualquier atisbo que pueda llevar a una teoría del valor trabajo. Éste fue el origen del asunto, aunque no porque se quisiera refutar a Marx (cuando aparece con fuerza la teoría subjetiva, en 1870, Marx era prácticamente un desconocido), sino porque los tradeunionistas y ricardianos socialistas se basaban en la teoría del valor trabajo para criticar el sistema capitalista. Después de todo, si se sostiene que el trabajo es la fuente del valor, surge inmediatamente la pregunta de por qué los que trabajan tienen tan pocos valores acumulados. Este asunto había que eliminarlo, y así se hizo, y así sigue hasta el día de hoy. Incluso en facultades de economía que se precian de pensamiento abierto, los cursos de «micro» (neoclásica) son obligatorios (así sea para la carrera de contador, o administración de empresas), y los cursos en que se estudian teorías alternativas del valor son, en el mejor de los casos, optativos. Insisto, esto en las facultades más abiertas; en otras, ni siquiera esto (algunas han eliminado los cursos de historia del pensamiento económico).
      En cuando a la aplicación práctica de todo esto, es prácticamente nula. Quienes están al frente de empresas, o en la administración pública, jamás aplican las laboriosas construcciones de la micro. Pero ni siquiera se las aplica casi en los cursos de Macro. En éstos, los precios se fijan directamente por costos + un mark up (recargo que nunca se explica teóricamente). A propósito de esto, en una próxima nota voy a tratar el tema de la curva de costo marshalliana. La introducción de la competencia tira abajo el rol de la demanda en la determinación del precio, y obliga a ocuparse del costo de producción. Pero no todos los que sostienen que el costo de producción es el que determina el precio son partidarios de una teoría del valor trabajo, o algo parecido. La confusión sobre este punto ha llevado a algunos ex marxistas confundidos a pensar que Keynes podía llegar a ser partidario de la teoría del valor trabajo.
      Para sintetizar sobre la pregunta, pienso que el rol de esta micro es puramente ideológico.

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      rolandoastarita

      15/12/2012 at 13:33

  5. Si. Es como si el economista ‘confundido’ (no se olvide de las comillas) dijera que Marshall, en el fondo era partidario de la teoría del valor trabajo, por su ejemplo de las tijeras ( inquirir si es el costo o la utilidad el que determina el precio es como preguntarse si la hoja de arriba o la de abajo es la que corta el papel).

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    AP

    15/12/2012 at 21:03

  6. Rolando, perdón por salirme del tema, pero usted menciona que ya no se enseña historia del pensamiento económico y me pareció curioso que he leído y escuchado esa queja de gente de izquierda; sobre todo marxistas. Veo aún con menos frecuencia en las retículas de programas de de la carrera en Ciencias Económicas la materia de «historia de la economía» y tampoco encuentro libros al respecto.

    ¿Hay algún material para estudiar que al menos comprenda aspectos generales de historia de la economía?

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    Esteban

    16/12/2012 at 11:47

    • Una precisión: lo que digo es que cada vez en más facultades se eliminan los cursos sobre historia del pensamiento económico, o se los pasa al rango de optativas. Incluso en universidades que se consideran, en principio, «críticas» o «heterodoxas». A veces se mantienen aspectos de la historia en cursos de introducción a la economía. Sin embargo, insisto, la tendencia es a sacarlas. Con esto se reducen las posibilidades de que los estudiantes accedan a autores que presentan visiones distintas de las de la corriente principal. Entre ellos, por supuesto, a Marx. Hace poco hablaba con una alumna de economía de Georgetown y me decía que la carrera estaba estructurada en base a manuales. En la Universidad de Quilmes, en la Carrera de Comercio Internacional, hasta ahora se da una materia obligatoria, «Corrientes del pensamiento económico contemporáneo» (básicamente, las corrientes desde principios del siglo XX), que permite tener un acceso a una visión distinta de lo que se enseña en las macro y micro usuales. En la propuesta del nuevo plan de estudios se la pasó a optativa. Está a tono con los tiempos que vivimos.
      Un libro que te puedo recomendar es el clásico de Maurice Dobb, «Teorías del valor y la distribución desde Adam Smith». Da una primera aproximación, que es útil.

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      rolandoastarita

      16/12/2012 at 12:09

    • Gracias por la respuesta, al remarcar lo que usted mencionaba traté de ocupar la menor cantidad de espacio, tal vez se volvió algo confuso.

      El que se eliminen materias que proveen un conocimiento tanto sobre la historia económica como del pensamiento económico en esta carreras me preocupa, yo entraré a estudiar la carrera de economía y me asombré que el único lugar que tiene estas materias que encontré fue la UNAM (la mejor universidad del país) y parece ser la última trinchera con esas «libertades».

      Al final, de todos modos sé que lo que profundice en el marxismo será por cuenta propia, me vino esta mortificación cuando vi a Huerta Soto en un vídeo «»»»demostrando»»»»» cómo el socialismo causó la caída del imperio romano, lo peor es que hay jóvenes frente a él anotando lo que dice.

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      Esteban

      17/12/2012 at 22:49

  7. Perdón por la pregunta, pero porq se supone que para que la curva de oferta sea positiva se tiene que suponer un mundo de escasez y si se tiene la capacidad de aumentar la producción la curva sería horizontal? no termino de entender la curva de oferta, hice el cbc haya ya muchos años y cuando vimos los neoclásicos me quise pegar un tiro je, graciaas.

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    Guillermo

    25/01/2013 at 11:37

    • La curva de oferta es de pendiente positiva porque se considera que los costos son crecientes (a partir de determinado nivel), a medida que se aumenta la producción.

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      rolandoastarita

      26/01/2013 at 09:34

  8. Rolando, dice usted en la nota que las empresas no pueden calcular el costo de producción de una mercancía X al variar los volúmenes de producción. Me refiero al siguiente pasaje;

    Si una empresa está produciendo 5000 unidades de un producto X por día, por ejemplo, no tiene manera de saber con certeza, o de comprobarlo, cuál sería el costo de producción si produjera 50, 60, 500, 600, 7000, 8000 productos, etc.

    ¿Por qué es así esto? ¿No se puede aproximar con un margen tolerable, de por ejemplo, 15 %? ¿Cómo hace una empresa cuando desarrolla un producto nuevo el cual va a estar en una franja de precios similar a cierto producto de la competencia? Supongo que de movida deben pensar primero más o menos qué demanda van a tener, sin dudas, y en gran medida dependerá el costo de producción de qué tan bien la hayan estimado. Por ejemplo, es frecuente en la industria del automóvil que tal empresa desarrolle un vehículo del segmento C, por ejemplo, para competir con el equivalente de otra y más a o menos saben a qué precio lo van a poner en el mercado en caso de vender lo que planean. ¿Cómo hacen?

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    Ilichito

    28/02/2013 at 15:31

    • Ninguna empresa construye la curva de oferta que se enseña en «Economics»; esa curva es una pura especulación de los economistas. Incluso desde el punto de vista práctico, una oscilación de precios probables del 15% haría imposible preveer rentabilidad.

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      rolandoastarita

      01/03/2013 at 09:31

  9. Estimado Profesor, le agradezco su articulo, me dio una gran satisfacción leer esa descripción contundente que Ud hace apoyada en ejemplos historicos. Me parece que todo discurso que intente modificar el sistema de explotación y desigualdad debe enraizarse en estas premisas, por que el reclamo que tiene buen fundamento conceptual legitima de manera mas robusta cualquier acción. saludos cordiales.

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    ricardo

    02/03/2013 at 12:27

    • me refiero al articulo titulado relaciones de produccion y desocupacion.

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      ricardo

      02/03/2013 at 12:29

  10. Tiene más razón que un santo, Sr Rolando. Pero los neoclásicos (los austriacos sobre todo) están en la buena vía, aunque no lo saben porque se contradicen ellos mismos. Quieren partir de una situación controlada y perfectamente determinada del mercado pero a la vez defenden la innovación empresarial como motor de su teoría. Su praxis empresarial no se corresponde con su theorein económica. Habría que «ajuntar» a los de ADE (Ciencias empresariales) con los de Ciencias Económicas y se liaría gorda…por la contradicción de ambos enfoques.

    Por otro lado, Marx está en lo ,cierto también, pero su fidelidad a la teoría a diferencia de los neoclásicos austriacos, le hace caer en el error. Si Marx se equivoca por ser demasiado fiel a su teoría cierta, los austriacos se equivocan por serle demasiado infiel a la suya.

    Para finalizar , le agradezco no sabe cuanto, su desarrollo de este escrito, que me ha servido de mucho, (en el tema de la producción), para mi teoría integral de la Utilidad. No tengo tiempo ahora de comentarla.

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    ERS

    04/07/2013 at 07:31

  11. Hola, profesor! Encontré este texto en la economía no es un juego de suma cero. ¿Tiene usted alguna opinión al respecto? http://goo.gl/E3zw1U

    Su blog es muy informativo! He aprendido cosas interesantes aqui.

    Abrazos

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    Henrique

    09/10/2014 at 22:11


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