Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Crítica inmanente, ética y trabajo enajenado

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El 25 de octubre pasado di una charla en el Colegio de Psicoanalistas, “Crítica inmanente, ética y trabajo enajenado”. Aquí va el video de la misma, con el intercambio de opiniones y preguntas que hubo al finalizar.

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Written by rolandoastarita

28/10/2012 a 12:30

43 respuestas

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  1. Hola,

    Muy bueno, justamente estaba escribiendo algo referente a todo lo que ha comentado.

    Un saludo cordial,
    Jorge.

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    Jorge

    28/10/2012 at 12:55

  2. Profe: ¿Qué responde usted ante el argumento de el riesgo que corre el capitalista para contrarrestar el argumento de la explotación?

    Entiendo que, en realidad es una «distracción» argumental, pues, por ejemplo yo puedo decir que es es correcto -o al menos no incorrecto o neutral moralmente- estafar a la gente porque corro el «riesgo» de ser atrapado por la policía, o bien, de perder dinero, en el caso del capitalista. No encuentro una argumentación coherente ahí, me parece simplemente una maniobra defensiva, pues el que puedan surgir inconvenientes al hacer algo, no cuenta como una justificación para validarlo.

    Aparte del ejemplo que pongo anteriormente, vendría lo siguiente:

    «El capitalista arriesga, el obrero no pierde nada pues sólo lo despiden y busca otro trabajo».

    Pues bueno, el obrero arriesga diferentes cosas, por ejemplo, si el obrero escoge -si es que puede darse el lujo- trabajar en una empresa sobre otra y dicha empresa quiebra poco tiempo después, se puede considerar que hay pérdidas para él, pues si hubiese tomado la plaza en la otra empresa, estaría ganando dinero todavía y desperdiciando tiempo en buscar otro empleo y desaprovechando su mano de obra, que si bien la energía invertida en el trabajo no se desperdicia tanto -ya esto sería un poco más complicado-, el tiempo en realidad sí.

    En mi muy personal y humilde opinión, considero esos ejemplos tramposos, pues en realidad se basan puramente en el uso «percepción selectiva» para justificar la realidad actual más que para entenderla y no en la necesidad de dar una respuesta racional a una cuestión dada. El punto flaco de estos ejemplos es su estructura característica de poder «acoplarse» a las necesidad de quién lo utiliza, así como lo he utilizado yo sin la necesidad de quemar muchas neuronas.

    No sé si me he explicado bien, no soy muy experto en la materia de la lógica y desconozco algunos términos.

    Saludos y gracias por compartir sus trabajos.

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    Esteban

    28/10/2012 at 23:48

    • El riesgo, en sí mismo, no genera excedente. De manera que no puede ser el fundamento de la plusvalía. Por otra parte, es claro que también el esclavista asume riesgos (invierte en la compra de esclavos y el negocio puede salir mal), y no por ello decimos que está justificada la explotación del trabajo esclavo. Y también el trabajador asume riesgos en el modo de producción capitalista, y nadie dice que deba recibir un plus por esos riesgos. Un asalariado que a los 50 años es despedido de su empleo tiene, por lo general, muchas dificultades para volver a insertarse. Debido a las crisis económicas, o al cambio tecnológico, prácticamente toda la clase trabajadora está sometida a este riesgo; pero el mismo no genera ningún excedente para la clase trabajadora.
      En definitiva, la tesis de que la ganancia es una retribución al riesgo es solo una manera de tratar de disimular la realidad de la explotación del trabajo.

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      rolandoastarita

      29/10/2012 at 08:21

  3. Hola Rolando,no tiene nada que ver, pero te queria preguntar si tenes idea de los motivos por que aun a nivel capitalista los paises de la region, por ejemplo Uruguay, Paraguay, Colombia, Peru,Chile, etc no tienen un grado alto de inflacion, como el caso argentino.
    No se si es una pregunta tonta o muy compleja
    Gracias
    Saludos

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    Leandro

    29/10/2012 at 00:05

    • Tiene que ver con el giro que se dio a nivel mundial a partir de los años 80. Básicamente, con la no financiación monetaria de los déficits (por eso crecieron los mercados de deuda, esto es, bonos, etc.) y con el hecho de que cada vez menos se recurrió a las devaluaciones de las monedas nacionales como forma de ganar competitividad. En régimen de alta inflación existen dificultades crecientes en el funcionamiento de los mercados capitalistas y obstáculos para la acumulación del capital. De ahí que hubo un interés del capital en general en el giro hacia regímenes monetarios más duros. El monetarismo expresó de la manera más pura esta necesidad. En última instancia, se trata de disciplinar a través del mercado (la desocupación y precarización del empleo disciplinan al trabajo; el endurecimiento de la competencia elimina a las fracciones del capital más débiles, etc.).

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      rolandoastarita

      29/10/2012 at 08:27

  4. ¿Puede anotar los nombres que menciona? Sobre todo me interesa el autor que menciona casi al final del primer vídeo al responder la primer pregunta sobre el trabajo diferenciado.

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    Esteban

    29/10/2012 at 03:49

    • Me refiero al libro de Harry Braverman, Trabajo y capital monopolista. La degradación del trabajo en el siglo XX, yo lo tengo en edición Nuestro Tiempo, México, 1982, con prólogo de Paul Sweezy. Recomiendo calurosamente este libro, que abrió nuevas perspectivas en los estudios de los marxistas sobre el trabajo. La tesis de Braverman fue muy discutida, y creo que tienen razón los que sostienen que debe ser matizada (el proceso de descalificación de la mano de obra va acompañado de contratendencias a la recalificación; la clase obrera ofrece resistencias, etc.). Pero pienso que no se puede dudar de la importancia de la obra de Braverman.

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      rolandoastarita

      29/10/2012 at 08:34

    • Gracias por responder a mis preguntas. Sobre el libro: apenas con ayuda de santos y demonios encontré la versión en inglés =(

      Pero es mejor estudiarlo en inglés que no estudiarlo.

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      Esteban

      29/10/2012 at 20:34

  5. Muy bueno Rolo, lo vi ayer completo, pero me quedé pensando en la idea esa de la diversidad dentro de la unidad y se me hace impracticable. Quiero decir, es ideal para un ambiente de discusión y demás, pero llegado cierto momento hay que tomar decisiones, decisiones con las que no todos los miembros de esa unidad (llámese Partido, etc) van a estar de acuerdo. Y alcanzada esa situación solo quedan dos caminos: a) que la minoría se someta a la decisión de la mayoría, lo cual suele verse como «supresión del pensamiento crítico», etc o b) que la minoría se separe de la mayoría y construya una fuerza política aparte (si es que tiene la posibilidad real)

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    Bruno

    29/10/2012 at 09:37

    • En lo personal, en el tema de la organización política me inclino por la «unidad en la diferencia». No se trata de la unidad «indiferenciada» (dogmática, basada en la pretendida «unidad monolítica») ni el individualismo. Para esto, el punto de partida debería ser el acuerdo en las cuestiones fundamentales (que en última instancia, tienen que ver con la teoría), y mucha flexibilidad y tolerancia en los temas tácticos. Reconozco que nunca pude convencer de que esto pueda funcionar, pero sigo pensando que es la única forma de superar la división y dispersión actual de la izquierda. De todas formas, con esto nos vamos del tema presentado en la charla.

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      rolandoastarita

      29/10/2012 at 10:07

  6. Rolando te quería consultar por los comentaristas de Hegel que mencionas. Te consulto porque el acceso a Hegel nos resulta por demás difícil a los simples aficionados. La relación Hegel-Marx es sumamente importante, pero al mismo tiempo muy difícil de profundizar.
    Saludos

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    Dani

    29/10/2012 at 12:02

    • Perdón por el atraso en responder, estoy con mucho trabajo y muchas cosas se me pasan. Son muchos los autores que me ayudaron a ir entendiendo partes de Hegel (no todo, entiendo partes). Stace y Westphal tal vez fueron los que más me ayudaron. Pero también Marcuse, Tony Smith, Ollman, Shamsavari, Ilyenkov. Una presentación de la iniciación en Hegel desde mi experiencia, y los textos referenciados, la podés ver aquí y aquí. Acerca de la historia de la dialéctica en el marxismo, y también con textos de comentaristas, aquí. Acerca de la aplicación de la dialéctica en las categorías marxistas, aquí y aquí. En los últimos años he sido muy influenciado por Westphal, y también por los trabajos de estudiosos de Hegel que fueron reunidos y publicados por Westphal en «Hegel’s Phenomenology of Spirit» (un libro esencial, que me ayudó a penetrar en muchos pasajes de la Fenomenología, que me eran inaccesibles). Cito a Westphal extensamente aquí. Otro autor con el que tengo una deuda intelectual es David Rose y su trabajo sobre la «Filosofía del derecho»; lo cito aquí.
      Por supuesto, la lectura de los comentaristas debería ir acompañada del estudio de la obra de Hegel. Lo veo como un «ida y vuelta». De todas formas, insisto en que lo mejor es pedir consejo a los especialistas, lo mío es un aprendizaje de autodidacta, y la filosofía no es mi especialidad. El estudio de Hegel me ayudó a pensar problemas, eso es todo.

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      rolandoastarita

      31/10/2012 at 09:20

  7. Rolando, principalmente te quiero felicitar por tus escritos, que me han interesado mucho como también me han dejado con muchas dudas.
    En un momento de la charla, un hombre te dice: Marx escribió 500 hojas criticando al capitalismo y 2 para definir al socialismo» (o algo así). . Esto me trajo una pregunta: ¿Se puede definir «que es el socialismo ? He leído tu escrito: Razón y “socialismo siglo XXI” , que me ha aclarado muchas dudas pero no termine de poder entenderlo en su totalidad.
    Si se pudiera definir el concepto de «socialismo», me gustaría, si pudieras, recomendarme algún texto(libro sobre el tema en cuestión. Admito que soy un principiante, leí algunas obras de Marx y de algunos otros autores.Muchas Gracias.

    Saludos

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    Agustin

    29/10/2012 at 22:53

  8. Compañero Rolando. Pude por por fin ver el video de la charla. Quise escucharla antes, pero mi esposa e hija se opusieron a coro y no me quedó más remedio que esperar a altas horas de la noche. Amena y reflexiva. Buena crítica a la moral universal abstracta. Profundo el rescate de la vena humanista de Márx que impregna toda su obra. Interesante el planteo de que la alienación recorre toda forma de explotación e incluso la trasciende. Pienso que en las propias organizaciones revolucionarias, la alienación está presente, aunque, la mayoría de las veces, no medien relaciones de explotación, lo que, en mayor escala, puede hacerse extensivo a un estado de transición al socialismo o anarquía. Hay una esfera de dominio antrópico que es menester combatir a través de la superación de la división entre trabajo manual e intelectual que caracteriza a todas las sectas, con independencia de su tamaño, y de la sana desautorización de los lideratos enquistados, a través del cuestionamiento racional, nutrido por el conocimiento y encauzado por la fraternidad de los fines. Bajándolo más a tierra. Un viejo compañero, me decía hace poco que la mayor parte de su vida militante lo habían empomado a consecuencia de su ignorancia política. Le llevó muchos años aquilatar la suficiente experiencia y conocimiento para comprender la raíz de los errores que había tomado ciegamente por verdades, a causa de su inferioridad intelectual. El dominio antrópico se establece en base a un mecanismo de dependencia por el que se crea una relación interna de poder y jerarquía, reforzada por la formación de un aparato. El pensamiento dogmático o monolítico que usted critica es en realidad la ‘verdad’ de la élite pensante, asumida como propia por el conjunto y dando por resultado un perfil de militante ‘cuadriculado’ y no un cuadro, es decir, un par e igual en el sentido pleno. Eso es alienación, o una manifestación de la ‘segunda alienación’ como usted le llama. La imposibilidad de avanzar desde la ‘unidad indiferenciada’ a la ‘unidad en la diferencia’ , se ha intentado, hasta ahora, con resultados infructuosos. No es solo un problema de ‘razón’ vs ‘pasión’, sino, también de interés material. El dominio antrópico es un interés material, junto a la pulsión sexual, o en general, los placeres de la carne. Con frecuencia se emparenta con el logro de un estatus privilegiado que permite la militancia emancipada del trabajo explotado y alienado y el hedonismo provocado por la admiración y la lisonja al ego del ‘dirigente’ que experimenta el goce de la superioridad y el sometimiento del subordinado. Llegar colectivamente a la compresión de una teoría común, e incluso plasmada en un programa común, es un poderoso antídoto contra estas tendencias. Pero para esa comprensión, se debe forjar una teoría de vanguardia y dotar al conjunto de las herramientas de conocimiento para asimilarla y aplicarla sin la dependencia de la palabra magna. Lograrlo es una tarea histórica que se plantea al revolucionario como el verdadero prometeo del género humano.
    Saludos.

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    AP

    30/10/2012 at 04:18

    • ¿Porque Razón una Empresa puede enajenarse?
      Necesito Una Respuesta Por favor!

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      Alex Sevilla

      29/10/2014 at 23:26

  9. Gracias por subir el vídeo Rolando.
    Por cierto ¿Bernstein (y tras él parte de la socaildemocracia alemana) no realizó una «revisión» de Marx precisamente desde una perspectiva kantiana?

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    JHaydn

    31/10/2012 at 19:56

    • Sí, Bernstein proclamó incluso abiertamente la consigna «Volvamos a Kant»; pensaba que el socialismo era, en lo esencial, un ideal ético. También defendió la teoría del valor basada en la utilidad.

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      rolandoastarita

      01/11/2012 at 08:34

  10. Rolando: ¿Cuál sería su postura dentro del marxismo?

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    Esteban

    01/11/2012 at 05:54

    • No llego a entender bien la pregunta. En líneas generales, mi ubicación dentro del socialismo se desprende de las notas del blog y de los libros que he publicado.

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      rolandoastarita

      01/11/2012 at 08:41

  11. Me refería a qué posición toma, de una manera «general». ¿Usted considera el comunismo o el socialismo como punto final?

    Es que, como el concepto formal del comunismo es «socialismo científico», por eso pregunto.

    Aunque mi interés, más que nada era saber si usted se identificaba con una corriente precisa del marxismo.

    Saludos.

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    Esteban

    03/11/2012 at 04:25

    • En general acuerdo con la crítica de Marx a la economía política burguesa, y pienso que es necesaria la socialización de los medios de producción. Por otra parte, en el presente no me identifico con ninguna de las organizaciones políticas que se reivindican del marxismo, que actúan en Argentina. No estoy de acuerdo con el programa trotskista (voté al FIT pero sin coincidir con su programa ni orientación política); y no me siento identificado con el stalinismo o el castrismo.

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      rolandoastarita

      03/11/2012 at 08:50

  12. Por otra parte Rolando hay una cuestión que me deja un tanto desconcertado,se habla durante el coloquio de la necesidad de tomar un análisis humanista del sistema marxiano y de aunar la visión ética que se encuentra implícita ¿Realmente Marx al hablar de categorías como «explotación» o «alienación» lo hacia desde una perspectiva ética o desde la perspectiva de «Politischen Ökonomie»?

    En otro orden de cosas creo que la problemática con la noción de Humanismo es algo más «profunda».No sé realmente hasta que punto se debe soslayar como necesario el adjetivo humanista, cuando aspectos tales como la consideración individual del hombre ya fueron planteados por el propio Marx:

    «La única liberación de Alemania que es prácticamente posible, se basa en el punto de vista de la teoría que proclama al hombre el ser supremo para el hombre».

    O a pesar de lo que muchos comunistas de corte diverso revindican (leninistas,maoístas…) de la necesidad de la violencia tal y como se ha venido entendiendo en los propios esquemas de Marx y Engels (teniendo en cuenta que estos reconocían la posibilidad de cambio gradual y relativamente pacífico en sociedades con democracias burguesas asentadas).

    Lo que pretendo decir o cuestionar es si realmente es necesario yuxtaponer nociones tales como humanismo al planteamiento marxiano cuando (al menos a mi juicio) este si contempla muchas de estas cuestiones aún con los errores y excesos cometidos por muchos de los que se han revindicado como herederos del propio Marx.

    Sobre la cuestión del Humanismo hay una cita que me llama la atención:
    “El Naturalismo, o Humanismo consistente se distingue tanto del Idealismo como del Materialismo, y es, al mismo tiempo, la Verdad unificadora de ambos. Sólo el Naturalismo es capaz de comprender el acto de la Historia Universal.”

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    JHaydn

    04/11/2012 at 17:20

    • Compañero Haydn. Discúlpeme la intromisión. En su última intervención me llamó la atención la afirmación de que Márx y Engels reconocían la posibilidad de un cambio gradual y relativamente pacífico en sociedades con democracias burguesas asentadas. Hasta donde llega mi conocimiento, la especulación estuvo centrada en Inglaterra hacia 1870 donde parecían darse las condiciones para ello, aunque, no precisamente por la existencia de una democracia ‘asentada’ sino lo contrario, la debilidad del militarismo y la estructura burocrática, acompañada de una débil educación del proletariado en la ‘libertad política’ secular burguesa. Lenin lo resume así: «En Inglaterra la subordinación de los capitalistas a los obreros hubiera podido asegurarse en aquel entonces por las siguientes condiciones: 1) el total predominio de obreros, de proletarios, en la población, como consecuencia de la falta de campesinado (en la Inglaterra de la década del 70 había indicios que permitían esperar una difusión extraordinariamente rápida del socialismo entre los obreros agrícolas); 2) la excelente organización del proletariado en los sindicatos obreros (Inglaterra era entonces el primer país del mundo en ese sentido); 3) la cultura relativamente elevada del proletariado, que no había sido educado por un desarrollo secular de la libertad política; 4) el viejo hábito de los bien organizados capitalistas ingleses -entonces eran los capitalistas mejor organizados del mundo (ahora esta supremacía ha pasado a Alemania- de solucionar por medio de la conciliación los problemas políticos y económicos. Tales fueron las circunstancias que hicieron surgir entonces la idea de que era posible el sometimiento pacífico de los capitalistas ingleses a los obreros». (Lenin. Infantilismo ‘de izquierda’ y la mentalidad pequeñoburgesa) Como es bien sabido, el curso real de la historia desmintió completamente estos espejismos. La experiencia de la Comuna, en cambio, marcó profundamente la teoría marxista sobre el estado. Ya, por ningún concepto el viejo estado podía ser reformado pacíficamente, sino, era preciso demolerlo por la fuerza y suplantarlo por un estado comunal en transición al socialismo. La ‘conquista del poder político’ sería un acto necesariamente violento. Engels volverá, aunque con grandes recaudos, a la vieja especulación, ante el progreso arrollador de la socialdemocracia alemana hacia fines del siglo 19. Pese a que coquetea con la idea, aboga por no generalizar ni excluir la insurrección, con más razón ante la amenaza de la ‘rebelión de los esclavistas’. La experiencia real de la lucha de clases de todo el siglo 20 parece bastante explícita en la condena de la quimera de una ‘revolución pacífica’. El militarismo y burocratismo está consolidado en todos los estados, con más razón en aquellos más poderosos y con democracias asentadas. Un triunfo electoral o avance legal de las fuerzas de izquierda, enfrentaría no solo una tremenda reacción local, sino, internacional encabezada por los estados imperialistas. De todos modos, no parecen existir amenazas serias en el panorama reciente, con más razón, cuando la burguesía logra cooptar preventivamente a toda fuerza popular que perfile en ese sentido. La socialdemocracia y el estalinismo reciclado como tal, han abandonado desde hace mucho cualquier pretensión de cambio de sistema (El SPAD desde la década del 50) pero el mito de la ‘revolución pacífica’ parece pervivir en muchas corrientes, caso el movimiento encabezado por AMLO en México, que declara a la vía electoral como la principal amenaza al poder establecido echando una vez más arena en los ojos de las masas populares. Incluso en corrientes menores que sí se proponen la revolución socialista, la concepción de una ‘revolución pacífica’ parece subyacer bajo las ilusiones en los espectaculares crecimientos electorales paridos por la crisis sin final y el copamiento gradual de espacios institucionales (si es que no se pierden por el camino) que llevarían hasta las puertas de una milagrosa movilización espontánea, improvisada en su defensa, o convocada desde el sillón presidencial, culminante en una revolución total, aseptica e incruenta. El saludo a la bandera de la ‘insurrección’ en general encubre una práctica eterna legalista, sindicalista y electoralera, tributaria de la ‘revolución pacífica’.
      No se que opina usted, pero me parece que una revolución necesariamente violenta en la medida que inevitablemente enfrentará la resistencia de los explotadores, los aparatos que la defienden y franjas subexplotadoras o incluso cooptadas dentro del movimiento obrero, implica la guerra civil. No creo que esto neutralice el componente ético y humanista del marxismo.

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      AP

      04/11/2012 at 21:14

    • El tema de si la crítica de Marx de la explotación capitalista contiene una carga ética, lo discuto aquí. Con respecto a utilizar el calificativo «humanista» para referirnos al marxismo, pienso que tiene el sentido de subrayar la distancia que media entre la concepción que tratamos de defender algunos, con respecto a lo que hicieron los regímenes stalinistas y similares en nombre del marxismo.

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      rolandoastarita

      04/11/2012 at 21:51

    • AP, la visión de Engels y Marx no se limitó solo a Gran Bretaña tambien la hicieron extensible a EEUU y otros casos como los Paises Bajos (creo recordar que Terry Eagleton amplaba más este aspecto). Uno de los factores por los que posiblemente Engels y Marx remarcaron la necesidad de la violencia (siempre como razón instrumental y no como una suerte de sustitutivo indiscrimnado y extensivo de un iure natural como sostenía Sorel) se debe a la importancia que tuvieron desde 1852 lo que sucedía en Alemania y Francia que no eran por aquel entonces democracias burguesas sino formas dictatoriales (con un marcado militarismo y bonapartidismo) en los cuales si justificaba el uso de la violencia para derrocar a este tipo de regímenes (no en vano una de las imágenes que más recordaba Engels era la de la Revolución Francesa) e incluso las insistentes recomendaciones entre otros a Lafargue para intentar emplear los métodos parlamentarios como medio preferible.

      ¿Puede esto extender a todas las situaciones? Es un desideratum por mi parte,pero no implica rechazar (ni Marx ni Engels lo hicieron) de optar por vías legales y por supuesto no justifica los excesos por mucho que pretendan revindicarse en nombre de la revolución.Lenin por ejemplo incurrió en el error de considerar que cualquier forma de Estado es ecualizable con respecto a otras (dicho de otra forma, una democracia burguesa equivaldría a una dictadura militar) posiblemente fue a la larga uno de los factores que contribuyeron a lo que sucedió posteriormente en la época de Stalin (a pesar de las apariencias formales que trató de darle Bujarin).

      Saludos

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      JHaydn

      05/11/2012 at 15:54

    • AP, menciona que el estalinismo reciclado han renunciado a un cambio real y han decicido ir por la vía pacífica.Ignoro como será la situación al otro lado del charco pero aquí en Europa desde luego no ha sido así ni muchísimo menos.

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      JHaydn

      05/11/2012 at 16:03

    • Compañero Haydn, me sorprende bastante su observación: «en Europa desde luego no ha sido así ni muchísimo menos», tal ves la distancia me haga percibir las cosas un poco deformadas pero, ¿no es exactamente esa la degeneración que se opero en el seno de los PC Italianos y Frances?, los maximos exponentes de Estalinismo en europa occidental y mire como terminaron.

      Saludos.

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      Gerardo Daniel

      05/11/2012 at 17:25

    • Gerardo, la descomposición de los partidos más fuertes de Europa Occidental (el francés, el italiano y el español) comenzó tiempo después(bastante) de dejar de lado la «alineación ortodoxa» con Moscú (el distanciamiento se dió prácticamente desde el levantamiento de Praga) de hecho a día de hoy el PCI no existe y el PCE está integrado en una coalción bastante variopinta (ecologistas,feministas etc…). En base a esto hubo muchas escisiones y creaciones de pequeños grupos y partidos que sí se revindicaban así mismos como «legítimos seguidores de la ortodoxia marxista-leninista»(y maoísta en algunos casos).Algunos acabaron desaparaciendo, otros acabaron integrando organizaciones terroristas…

      Los partidos comunistas «oficiales» a día de hoy no son «estalinistas reciclados» ni siquiera leninistas(aunque existan sectores concretos que si quieren rescatar el leninismo). Aquí el «estalinismo» no pudo aceptar la vía pacífica ni renunciar a nada porque fueron los partidos quienes renunciaron al «estalinismo» (y fueron tachados de revisionistas) hace décadas.

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      JHaydn

      05/11/2012 at 20:00

    • Compañero Haydn, no me parece interesante el argumento. Que estos partidos se hayan «alejado» del Estalinismo cuando ya era completamente indefendible, no solo el que este fuese revolucionario, cosa que jamas lo fue, sino que era otra cosa un regimen genocida y burocratico, no es un argumento a favor de que el estalinismo no haya renunciado a un cambio real. Más bien abona la idea contraria.

      Saludos.

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      Gerardo Daniel

      05/11/2012 at 23:19

  13. Rolo (y a los demás lectores del blog), hay una cuestión a la que le vengo dando vueltas hace un tiempo y que tal vez esté relacionada un poco con el tema de a enajenación del trabajo, espero que usted(es) me ayude(n) a aclarar un poco la cabeza. Es sobre la cuestión de si bajo el socialismo debería existir la iniciativa privada y la propiedad (privada), sin llegar al punto de crear relaciones de producción capitalistas (es decir, obrero-patrón). Pongo el ejemplo de un zapatero para explicarlo con claridad: el sujeto en cuestión, ¿debería trabajar para el estado socialista (es decir, ser una especie de empleado), o podría tener su propio negocio (propiedad privada), aunque sin poseer empleados? ¿Cómo se socializa una zapatería en la cual trabaja una sola persona? Porque si bajo el capitalismo se produce la enajenación del trabajo, y un claro ejemplo es el que da Rolo en la charla con el pibe del ascensor, ¿no se produciría lo mismo bajo el socialismo si todo lo que produce el zapatero va a parar al Estado? ¿cómo se soluciona el problema de los pequeños burgueses, esto es, personas que cuentan con un pequeño negocio, trabajan y a la vez poseen algunos empleados? ¿Hay alguna lectura recomendable al respecto?

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    Bruno

    05/11/2012 at 11:48

  14. en el socialismo no existe el Estado ni siquiera el estado socialista
    El Estado no es el reino de la razón, sino de la fuerza; no es el reino del bien común, sino del interés parcial; no tiene como fin el bienestar de todos, sino de los que detentan el poder; no es la salida del estado de naturaleza, sino su continuación bajo otra forma. Antes al contrario, la salida del estado de naturaleza coincidirá con el fin del Estado. De aquí la tendencia a considerar todo Estado una dictadura y a calificar como relevante sólo el problema de quién gobierna (burguesía o proletariado) y no el cómo.
    Por tanto aspiran a la conquista del poder político por parte de la clase trabajadora, la destrucción del Estado burgués y la construcción de un necesario Estado obrero como paso de transición hacia el socialismo y el comunismo, una sociedad donde a largo plazo no habrá Estado por haberse superado las contradicciones y luchas entre las clases sociales

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    Alicia

    05/11/2012 at 16:21

    • Cuando digo socialismo hago referencia a ese «estado de transición» del que vos hablas, Alicia. De todas maneras no estaba hablando de la naturaleza del Estado, que eso es algo en lo que estoy de acuerdo con vos, si no del trato que debe recibir cierto tipo de propiedad privada; en este caso, la propiedad privada de un zapatero, por ejemplo, que trabaja solo y no posee ningún empleado.
      Vuelvo a formular la pregunta para dejarlo claro: ¿qué se hace con la propiedad privada del zapatero, ya sea en la dictadura del proletariado (etapa de transición) o en la sociedad comunista sin clases? ¿se le debe permitir conservar esa propiedad o hay que socializarla? y si hay que socializarla, ¿bajo qué parémetros? esto es, ¿cómo se socializa una propiedad que es trabajada por una sola persona y no está explotando, en el sentido económico del término, a nadie?

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      Bruno

      05/11/2012 at 18:00

    • Pienso que se trata de una pregunta muy importante. Una cosa es expropiar a una corporación gigante, donde el trabajo ya es social (y no tiene sentido que un trabajador se haga propietario de una parte de la línea de producción) y otra muy distinta cuando se trata de pequeños propietarios, productores de mercancías. En principio, pienso que un régimen de transición al socialismo debería intentar organizar a estos productores a través de cooperativas (la idea fue sugerida por Lenin, hacia el final de su vida, cuando tomó conciencia del problema). Pero no para hacer una fantochada de cooperativa, como hizo Stalin (se trató de una colectivización forzosa y terrible), sino en un sentido real. Solo con la experiencia se podrá llegar a vislumbrar la manera de avanzar hacia formas de cooperación y propiedad social.

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      rolandoastarita

      05/11/2012 at 22:49

    • Es equivocado pensar que existe un solo socialismo. Ya Marx y Engels en el Manifiesto Comunista se refirieron a varios socialismos. Los socialismos burocráticos, de corte stalinista, no es el único programa de socialismo. Personalmente me considero socialista y no me identifico con aquellos que consideran irrelevante el cómo se gobierna.

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      rolandoastarita

      05/11/2012 at 22:53

  15. Compañero Haydn. Le agradezco haberse tomado el trabajo de responderme y en el mismo tono fraternal le acerco algunas observaciones adicionales. Es verdad que Marx y Engels también especularon con la posibilidad de una revolución pacífica en los Estados Unidos (no conocía los de los Países Bajos) pero fueron apreciaciones hechas para circunstancias históricas determinadas y planteadas como excepcionales. El nudo argumental es la debilidad del aparato represivo y la expectativa (desmentida por los hechos) de las organizaciones sindicales pudieran ser la base organizativa de un partido obrero revolucionario. Pues bien. Esas circunstancias ya estaban perimidas hacia fines del siglo 19 y principios del 20. En la actualidad no tienen razón de ser. El militarismo y la organización burocrática del estado se han desarrollado infinitamente y los sindicatos degeneraron en herramientas subordinadas al estado capitalista. De todos modos,es conveniente recordar con precisión los límites de aquellas afirmaciones y no la caricatura legalista y pacifista que los revisionistas hicieron de ella.Es verdad que Marx dijo en los años setenta del siglo XIX que en países como Estados Unidos y Gran Bretaña “los obreros pueden alcanzar su objetivo por medios pacíficos”. Pero al mismo tiempo subrayó que esta posibilidad era una excepción. Dijo: “Pero incluso si así fuese, debemos reconocer también que en la mayoría de los países del continente la fuerza debe servir como palanca de nuestra revolución.” (Congreso de la Haya) Dijo además:
    “La burguesía británica siempre se manifiesta dispuesta a aceptar la decisión de la mayoría mientras dispone del monopolio del sufragio. Pero, créame, en cuanto se vea en minoría sobre problemas que considera vitalmente importantes, tendremos aquí una nueva guerra de los poseedores de esclavos.” (Declaraciones a The World) Nada que ver con lo que planteará el revisionismo. Escuchemos a Bernstein: El capitalismo puede “desarrollarse hasta convertirse en socialismo” pacíficamente. El sistema político de la sociedad capitalista moderna “no hay que destruirlo, sino desarrollarlo”, y que “ahora se puede, con la ayuda de votaciones, manifestaciones y otros medios semejantes, realizar las reformas que habrían requerido una revolución cruenta cien años atrás”. Una vez que la clase obrera conquiste “el sufragio universal e igualitario, se logrará el principio social que es condición básica para la emancipación” Además “llegará el día en que ella [la clase obrera] sea tan fuerte por su número y tan grande por su importancia para toda la sociedad, que se puede decir que el palacio de los gobernantes no podrá resistir más a su presión y se derrumbará medio voluntariamente”.
    Lenin contestó: “Los bernsteinistas aceptaron y aceptan el marxismo con excepción de su aspecto directamente revolucionario. Consideran la lucha parlamentaria no como uno de los medios de lucha que se utiliza particularmente en ciertos períodos históricos, sino como la forma de lucha principal y casi la exclusiva, que hace innecesarias la ‘violencia’, la ‘toma’, la ‘dictadura’.”
    Kautski decía que bajo la democracia burguesa “ya no cabe la lucha armada para la solución de los conflictos de clases” y que “sería ridículo… predicar un trastorno político violento” Atacó a Lenin y al Partido bolchevique motejándoles de “partera que, con impaciencia, recurre a la violencia para forzar a una mujer preñada a parir a los cinco meses en vez de a los nueve”.También y esta es famosa:
    “… la meta de nuestra lucha política sigue siendo la que ha sido hasta aquí: conquistar el Poder del Estado ganando la mayoría en el parlamento y hacer del parlamento el dueño del gobierno.” Dijo además:
    “La república parlamentaria -tenga o no como jefe a un monarca al estilo inglés- es, a mi juicio, la base de donde brotan la dictadura proletaria y la sociedad socialista. Tal república es nuestro ‘Estado del futuro’, hacia el cual debemos tender.”
    Censurando a Kautsky, Lenin dijo con su habitual estilo polémico: ‘Solo los bribones pueden creer que el proletariado debe primero conquistar la mayoría en las votaciones realizadas bajo el yugo de la burguesía, bajo el yugo de la esclavitud asalariada, y que sólo después debe conquistar el Poder. Esto es el colmo de la estulticia o de la hipocresía, esto es sustituir la lucha de clases y la revolución por votaciones bajo el viejo régimen, bajo el viejo Poder….Esto es ya el más puro y el más vil oportunismo, es ya renunciar de hecho a la revolución acatándola de palabra.”
    En mi opinión Lenin es más fiel al posicionamiento esencial de Márx y Engels sobre la transición revolucionaria que lo que lo fueron los revisionistas que se oponían a la revolución violenta, y su pensamiento se ha hecho cada vez más actual en este punto. Revolución pacífica en algún punto de un futuro indeterminado. No se la puede negar a priori. Pero confiar en esta posibilidad y peor aún, basar la estrategia revolucionaria, en la proyección de una especulación desmentida por más de un siglo de lucha proletaria, es, en mi opinión, totalmente inconsistente.
    En retrospectiva, pienso que Engels, hacia el final de su vida, se deslizó un poco por la pendiente del oportunismo que tanto había criticado. Las declaraciones hechas a ‘Le Figaro’. Si bien se palpan los condicionamientos tácticos que moderan la expresión, son un muestrario de impresionismo hacia el crecimiento electoral y la perspectiva de ganar al ejército ‘desde adentro’ a través de una mayoría socialdemócrata que inhiba la represión y tapice el camino hacia el poder con un mínimo de violencia. En todo caso, estas especulaciones fueron ahogadas en sangre, con la decapitación de la revolución proletaria veinte años después.
    En cuanto al estalinismo. A partir de Jruschev (se pueden poner innumerables citaciones) se codifica la vía electoral al poder y no por ello se deja de hablar de estalinismo. El ritmo de este ‘revisionismo’ es variable en los satélites e incluso en los ‘estalinismos anti moscovitas’ que desarrollan sus particularidades y en algunos casos una plena integración al estado burgués. El proceso de socialdemocratización da un salto con la caída de la URSS. Los ex estalinistas se hacen socialdemócratas y estos últimos liberales progresistas con alguna dosis residual de estatismo.
    Lo último. No concuerdo con que no se deba rechazar la vía legal. Una cosa es utilizar los medios legales, parlamentarios u otros para fomentar la organización revolucionaria del proletariado y otra sostener que es posible acceder al poder por medios legales. Es un hermoso deseo, pero choca de frente con la dura realidad. Trotski tenía un dicho: Al león se le mata con la bala. A la pulga se le aplasta con las uñas. Al parlamentario socialdemócrata se le liquida con un empujoncito nomas. Mi experiencia teórica y práctica, que no necesariamente ha de ser la suya, me indica que es una ilusión.
    Hay que destacar que Lenin era capaz de distinguir la democracia burguesa de la dictadura, pero como dos formas de la dictadura de clase. Así también lo veía Marx y no necesariamente menos represoras. El grado de ‘libertades’ de que goza la clase obrera es una medida de su cuestionamiento revolucionario al sistema y en general una concesión que se otorga cuando las cabezas están cortadas y se hace posible una represión preventiva de menor intensidad.
    Un saludo.

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    AP

    06/11/2012 at 02:45

  16. Compañero Rolando y Diego, Disculpen la extensión del último post. Recién veo que es un choclo.
    Gracias.

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    AP

    06/11/2012 at 02:46

  17. Lamento no haber podido responder con la celeridad debida a AP. Por un lado señala que la propuesta de toma de poder de forma gradual y relativamente pacífica es inviable dadas las condiciones realmente existentes entre ellas la burocratización de los Estados y la capacidad armamentística de los ejércitos nacionales.En Engels y Marx la tendencia es más al revés, el primero escribía en la introducción a «Las luchas de clase en Francia»:

    -«No hay que hacerse ilusiones: una victoria efectiva de la insurrección en la lucha de calles, una victoria como en el combate entre dos ejércitos, es una de las mayores rarezas… hasta en la época clásica de la lucha de calles, la barricada tenía más eficacia moral que material… Por lo demás, las posibilidades eran ya en 1849 bastantes escasas. La burguesía se había colocado en todas partes al lado de los gobiernos, la «cultura y la propiedad» saludaban y obsequiaban a las tropas enviadas contra las insurrecciones. La barricada había perdido su encanto; el soldado ya no veía detrás de ella al «pueblo», sino a rebeldes agitadores, a saqueadores… Además, desde entonces, han cambiado muchísimas cosas, y todas a favor de las tropas… En cambio, del lado de los insurrectos todas las cosas han empeorado».

    -«La ironía de la historia universal lo pone todo patas arriba. Nosotros, los ‘revolucionarios’, los ‘elementos subversivos’, prosperamos mucho más con los medios legales que con los ilegales y la subversión».

    La aprobación de la vía gradual y relativamente pacífica (recalco lo de relativamente) lejos de ser una circunscripción concreta y limitada a países y épocas determinadas termina haciéndose extensiva progresivamente a ojos de Marx y sobre todo de Engels. Es observable esta evolución desde la publicación del Manifiesto del Partido Comunista (1848) hasta la serie de declaraciones explícitas de Marx y Engels sobre la viabilidad y concurrencia del método gradual y electoral como la declaración de Marx en 1870:

    «Sabemos que es necesario tomar en cuenta las instituciones, costumbres y tradiciones de los diversos países; y no negamos que existen países como Estados Unidos, Inglaterra y, si fuese familiar con sus instituciones tal vez podría incluir a Holanda, donde los trabajadores pueden obtener sus metas por medios pacíficos».

    Aquí dan 2 argumentos para defender la necesidad de optar por esta vía:
    1-Por un lado precisamente la militarización y burocratización hace inviable un enfrantimiento directo en los países más avanzados.
    2-A ello se une que el avance del capitalismo implica también (bien a corto plazo o a largo) la introducción de derechos civiles y políticos que permiten este tipo de participación.

    Así pues la vía insurreccional solo sería viable aceptando en primer lugar la imposibilidad fáctica del Estado para pode ejercer la represión de forma sistemática y completa por un lado y por otro aceptar una categorización a lo Clausewitz (la guerra como extensión de la política) y en ese sentido encaja Lenin,pero no como regla universal extensible sino como producto de un contexto muy determinado.No quiero que mi visión se vea como una crítica «visceral» a Lenin,entiendo que hablar a toro pasado es más sencillo pero no estimo conveniente pretender la «estandarización» de las líneas de actuación en base al canon leninista.

    El problema del «estalinismo» es más complejo que una mera evolución mecánica de una posición a otra. Entre otras cosas porque resulta bastante complejo hablar del fenómeno del «estalinismo» en un contexto en el cual no se encuentran ni Stalin ni sus partidarios (si exceptuamos a Albania y China).

    En último lugar discrepo totalmente con que Marx coincidiese con la visión de Lenin en ese sentido. Efectivamente las entendían como dictadura de clase (y habría que aclarar el concepto de dictadura tal y como lo emplea Marx) pero a diferencia de Lenin no los ecualizaba, muestra de ellos es su apoyo a los burgueses liberales en Alemania incluso por encima de los llamados «socialistas de Estado» como Lasalle frente a la Monarquia militarista y autoritaria del Kaiser Guillermo.

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    JHaydn

    10/11/2012 at 10:25

    • Y también añado que sostuvo una postura similar con respecto a la situación de Francia (durante la Monarquía de Napoleón III).

      Saludos.

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      JHaydn

      10/11/2012 at 10:28

    • Compañero Haydn. No concuerdo para nada con las conclusiones que extrae. La militarización y la burocratización no hacen inviable el enfrentamiento directo y mucho menos la necesidad de una revolución violenta. Lo que posponen indefinidamente es la posibilidad de una revolución protagonizada por una minoría impreparada y propensa a la ofensiva intempestiva que no toma en cuenta la relación de fuerzas en el plano políticomilitar. Engels critica el fetichismo de la insurrección ligada a la táctica de barricadas sin abandonar la perspectiva de una insurrección de masas organizadas y preparadas frente a los golpes de la reacción que se desataría ante la amenaza del crecimiento legal del partido obrero. Lo que sugiere, por lo menos en el texto que usted cita, del cual recomiendo a usted compañero y a los lectores en general, un análisis exhaustivo, es que en determinados países, como Alemania, la ampliación de los derechos civiles, son un medio para la acumulación de fuerzas con miras al combate decisivo, que, inevitablemente, sobrevendrá. El oportunismo reformista, será quien, precisamente, abusará de la ‘Introducción a la Lucha de Clases en Francia’ para hacer quedar a Engels como un vulgar pacifista adorador de las virtudes omnipotentes del sufragio universal, de lo cual este protestará enfáticamente. Veamos. La «Introducción» a la obra de Marx «Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850» la escribió Engels para una edición aparte del trabajo, publicado en Berlín en 1895.
      Al publicarse la introducción, la Directiva del Partido Socialdemócrata de Alemania pidió con insistencia
      a Engels que suavizara el tono, demasiado revolucionario a juicio de ella, y le imprimiese una forma más
      cautelosa. Engels sometió a crítica la posición vacilante de la dirección del partido y su anhelo a ‘obrar
      exclusivamente sin salirse de la legalidad’. Sin embargo, obligado a tener en cuenta la opinión de la
      Directiva, Engels accedió a omitir en las pruebas de imprenta varios pasajes y cambiar algunas fórmulas.
      Bernstein utilizó esa introducción para defender su táctica oportunista. En carta a Lafargue del 3 de abril
      de 1895, Engels manifiesta como Bernstein ‘me ha jugado una mala pasada’. ‘En mi introducción a los
      artículos de Marx sobre la Francia de 1848 al 50 ha escogido lo que pudiera servir para defender la táctica
      hostil a la violencia y pacífica a toda costa; esta táctica, que el mismo ha predicado con tanto cariño, y
      más hoy que se preparan en Berlín las leyes de excepción. Pues esta táctica la recomiendo solamente para Alemania en la época actual, y todavía con grandes reservas. En Francia, en Bélgica, en Italia y en
      Austria no debe seguirse íntegramente; en Alemania puede ser mañana inaplicable’.
      Indignado, Engels insistió en que su introducción se publicase en la revista «Neue Zeit». Sin embargo, se publicó en ella con los mismos cortes que hubo de hacer el autor en la antes mencionada edición suelta.
      El texto del prefacio de Engels fué ocultado con tanto celo que se publicó íntegro por primera vez en la URSS en el año 1930 en el libro de Carlos Marx «Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1849».
      La declaración de Márx de 1870 en cambio, su está ligada a la endeblez del aparato represivo en circunstancias históricas determinadas y no al hecho que su fortaleza liquide la necesidad de la toma violenta del poder por la inevitable reacción frente a los avances del proletariado. El desarrollo legal es solo una mediación aprovechable para lograr la extensión de la conciencia y organización socialista, no un medio para pasar incruentamente de una dominación de clase a otra. De todos modos, no solo hay que llevarse de lo que Márx y Engels dijeron. Hay que mirar la realidad histórica. La clase obrera alemana nunca hubiera podido llegar al poder instaurando la dictadura del proletariado, por medio de la mayoría electoral. Por el contrario, fueron las vanas ilusiones constitucionalistas y democráticas, las que tapizaron el camino de su derrota, bajo la influencia de su dirección oportunista. La vanguardia obrera revolucionaria fue aplastada por la república que había contribuido a salvar. La obtención de un gobierno socialdemócrata no significó la dictadura proletaria, sino, la defensa incondicional de la dictadura de la burguesía por una dirección traidora. Si la Socialdemocracia alemana hubiese realmente defendido los intereses de la emancipación obrera no habría podido acceder al poder más que a través de una insurrección revolucionaria del proletariado. Márx y Engels no pudieron prever semejante degeneración oportunista y de haberla visto la habrían fustigado sin piedad. La evolución ulterior es conocida. La vía pacífica al socialismo, no resultó otra cosa que la máscara reformista de la dictadura de la burguesía.
      Finalmente, el apoyo de Márx a la burguesía liberal fue previsto en la medida de que esta operase decididamente contra la reacción y bajo un esquema de ‘revolución permanente’ que asegurase, para una etapa histórica de inmadurez de las condiciones objetivas para la revolución proletaria, la completa independencia política de los obreros y hasta la formación de un poder dual armado, tal como se desprende de la famosa Circular de 1850. Algo que tiene poco que ver con un esquema gradual y pacífico de tránsito al socialismo mediante la papeleta electoral.
      Con sinceros deseos de que considere estos argumentos.

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      AP

      10/11/2012 at 20:09

  18. Como corolario de esta discusión con el compañero Haydn, dejo para todos los lectores un notable fragmento, recientemente sacado del olvido, de la crítica al foquismo por la gran cabeza teórica uruguaya, Raúl Cariboni, aniquilada por la dictadura:
    De la revolución hace varios decenios que se habla mucho en estos países. Pero hacía tiempo que poco se hacía por ella en concreto. Nada se planteaba respecto a las formas concretas en que el proceso revolucionario se plasmaría. En general el vacío que este problema sin previsible solución dejaba, se rellenaba con el mito de la llamada «insurrección proletaria» concebida en términos de un levantamiento popular generalizado, con gente que salía en masa a la calle, barricadas, etc. Mito heredado del siglo pasado y que la Comuna de París de 1871, el Octubre soviético o el 18 de Julio catalán, concretándolo con realidades, contribuían a mantener vivo en la imaginación de la gente.
    No se trata de que insurrecciones de este tipo no se puedan hacer. No se trata de que sean, bajo cualquier condición, imposibles. El «cordobazo» de mayo del 69 y jornadas similares en Rosario, Tucumán y otras ciudades, muestran de manera más que suficiente y con ejemplos bien cercanos, que la era de las insurrecciones populares generalizadas, callejeras, está muy lejos de haber terminado. El problema es que la insurrección se convierta en mito, un mito cómodo, oportunistamente manejable, si se la aísla de la práctica política concreta, habitual y cotidiana. Y eso es lo que desde hace muchos años hacía y hace el reformismo. Eso es lo que hizo primero la social democracia de los viejos partidos socialistas, que terminó renunciando expresamente a la violencia, a la insurrección y a la revolución. Eso es lo que hicieron y hacen los neo-socialistas de los partidos comunistas que todavía hablan de revolución mientras hacen lo posible para que ésta no llegue.
    El reformismo ubica la insurrección en el cielo de los ideales inalcanzables. Exaltándola verbalmente trata -en los hechos- de impedir que se prepare. En ese desencuentro, en esa incoherencia entre su práctica política contrarrevolucionaria y su verbalismo sobre un desenlace insurreccional final, buscan fundamentar su eterna afirmación de que «faltan condiciones» cada vez que se intenta hacer avanzar el proceso de la lucha política, aplicando medios no incluidos en su muy limitado recetario. Este se limita básicamente a dos cosas: a) en el nivel económico de la lucha de clases, acción reivindicativa salarial, desarrollada con el mayor respeto por la «legalidad» burguesa y por ende pacífica; b) en el nivel político, parlamentarismo, electoralismo, como forma de capitalizar políticamente los resultados de la lucha económica. Confinando su práctica a todos los niveles dentro de los marcos cada vez más estrechos de la legalidad burguesa, el reformismo crea las condiciones para su integración cada vez mayor en el sistema. Obstaculiza y trata de impedir el desarrollo de las condiciones para la destrucción de éste.
    Es obvio que si el designio y el proyecto revolucionario no están presentes guiando la práctica cotidiana de la lucha a todos los niveles, nunca se procesarán las condiciones para un desenlace revolucionario. El sistema capitalista no será destruido siguiendo las reglas de juego que él mismo se da para asegurar su continuidad. Esa continuidad es la que contribuye a mantener quien se aviene a hacer sólo lo que la legalidad burguesa permite, o sea sólo lo que la legalidad manejada por la burguesía, recomienda que se haga. Por eso de la línea reformista sólo puede surgir un reformismo cada vez mayor, un retroceso cada vez mayor respecto del famoso desenlace insurreccional que posponen para un «momento oportuno» indefinible. Por eso no pueden formular, ni quieren hacerlo, ningún lineamiento estratégico-militar.
    Convirtiendo en mito la idea de la «insurrección proletaria», los reformistas la convierten en pretexto legitimante de su práctica contrarrevolucionaria, tan útil al sistema. Lejos de representar una alternativa opuesta a éste, apuntada a destruirlo, se convierte en la práctica diaria, en los hechos concretos y cotidianos, en una manera de «perfeccionarlo», de corregirlo en sus manifestaciones más extremas y visibles de injusticia.
    Importa insistir sobre esto, porque el mito de una inaprensible insurrección futura, súbita y milagrosamente surgida, sin que nadie la prepare, como final paradójico de una práctica ultralegalista, es la contrapartida de otro mito arraigado: el de la invencibilidad de la represión. «La revolución será posible cuando haya condiciones» dicen los partidos comunistas y con ellos todos los reformistas agregan «llegará entonces el día de la revolución». «Pero los que antes de ese día violen las leyes, empuñando las armas, serán fatalmente vencidos» afirman. Y a partir de ahí condenan siempre como «putchistas», «aventureros», «aprovechadores» a quienes no se resignan a transitar por la vía muerta electoral, esperando ese hipotético día en que la revolución baje milagrosamente del cielo idealista en que la recluye la charla barata de los capituladores.

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    AP

    10/11/2012 at 20:37

  19. Hola , me podria dar un ejemplo de hoy del trabajo enajenado ? , es decir de donde los trabajadores sean explotados y no se presenten sus derechos basicos , es para una tarea :) gracias.

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    Magali Jan

    21/06/2013 at 16:27

    • No entiendo qué pide. El concepto de trabajo enajenado de Marx no es sinónimo de ausencia de derechos. Por caso, los trabajadores de la línea una de montaje pueden estar sindicalizados y tener derechos básicos reconocidos (por ejemplo, a vacaciones pagas, seguro médico, etc.) y sufrir la enajenación del trabajo.

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      rolandoastarita

      21/06/2013 at 17:53


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