Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Competencia «a lo Marx» y monopolio (II)

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Rolando Astarita [Blog]  Marxismo & Economía El paro general del jueves(Continúo aquí la nota anterior).

Tendencia a la concentración y contratendencia

Uno de los errores más difundidos es la idea de que la tendencia a la concentración y centralización del capital debía llevar al sistema capitalista a un punto de cambio cualitativo, a partir del cual el monopolio comenzara a prevalecer por sobre la competencia; ese punto, se dice, habría sido alcanzado a fines del siglo XIX. A partir de entonces la competencia habría pasado a un segundo plano. Sería el desenlace natural del impulso a la concentración y centralización del capital (tendencias analizadas por Marx en el capítulo 23 del tomo 1).

El problema con esta visión es que peca de unilateral y mecánica. Lógicamente, no se puede negar que en algún momento el sistema capitalista desemboque en el dominio de los monopolios, pero lo cierto es que hasta el presente la centralización del capital avanzó desplegando tendencias contradictorias. Es que a la par que avanzan la concentración y centralización, también aumenta el número de capitales que entran en competencia. “El incremento del capital social se lleva a cabo a través del incremento de muchos capitales individuales. Presuponiendo que no varíen todas las demás circunstancias, los capitales individuales -y con ellos la concentración de los medios de producción- crecen en la proporción en que constituyen partes alícuotas del capital global social. Al propio tiempo, de los capitales originarios se desgajan ramificaciones que funcionan como nuevos capitales autónomos. (…) con la acumulación del capital crece en mayor o menor medida el número de capitalistas” (Marx, 1999, t. 1, p. 777).

La realidad es que constantemente surgen nuevas ramas de producción donde se generan nuevos capitales. También se incorporan países en los que se desarrolla el capitalismo, dando lugar a la formación de nuevos capitales que compiten en los mercados mundiales. Pero además, en las ramas ya instaladas, el cambio tecnológico con frecuencia favorece la aparición de capitales que presentan batalla exitosamente a los antiguos, especialmente si éstos deben soportar altos costos para mandar a desguace equipos y máquinas obsoletas. Por eso, se trata de dos tendencias, a la centralización y concentración, por un lado, pero también al surgimiento de nuevas unidades del capital. Como resultado, la ley del valor opera a escala cada vez mayor. En la medida en que los capitales crecen por la concentración y centralización, tienen más poder para incursionar en nuevos mercados. Y constantemente aparecen nuevos competidores, adquiriendo la lucha competitiva dimensiones mundiales.

Un caso ilustrativo

Mucha gente piensa que debido a la alta concentración del capital -ramas donde un puñado de empresas controla el 70% u 80% de las ventas- los precios deberían fijarse, después de todo, por acuerdos. Sin embargo, el hecho es que en el capitalismo contemporáneo las guerras de precios siguen siendo, por lo menos, tan relevantes como en el siglo XIX, cuando reinaba la “libre competencia”. Aunque muchas veces se intentan acuerdos para estabilizar precios, en el mediano plazo vuelve a emprenderse la lucha competitiva por medio de abaratamiento de las mercancías. Incluso en construcción de aviones comerciales, una rama que está altamente concentrada (dos empresas concentran toda la producción, aunque ahora parece estar asomando alguna otra en los nichos de aparatos menores), los precios no se estabilizan. Presento un ejemplo que tomo de mi libro Valor, mercado mundial y globalización, y que es característico. “En la rama de las telecomunicaciones, en EEUU, hacia finales de la década de 1990 las ganancias de las empresas caían, producto de la baja de precios y la sobrecapacidad. La tasa de retorno sobre activos había pasado de un 12,5% promedio en 1996 al 8,5% en 2000. La guerra de precios era particularmente aguda en las comunicaciones de larga distancia: entre 1996 y 2000 los precios habían caído aproximadamente un 10%. (…). A pesar de la baja de precios y las malas perspectivas de ganancias, las empresas no tenían otro remedio -debido a las barreras de salida- que seguir invirtiendo sumas enormes para enfrentar la guerra competitiva. Todo el poder de empresas como AT&T y MCI WorldCom no alcanzaba para estabilizar los precios. La lucha por los mercados era feroz también en Europa y Asia. (…) … hacia fines de los 90 los precios bajaban un 20% anual y existían fuertes presiones para que el estado (norteamericano) interviniera para frenarla. Las fusiones transnacionales para enfrentar esta situación también están a la orden del día. La guerra de precios continuó en los primeros años de los 2000″. Historias similares podemos contar en acero, transporte de cargas automotor, química, petroquímica, bancos, seguros, líneas aéreas, computadoras personales, semiconductores, hotelería, turismo, telefonía celular, automóvil, transporte de cargas marítimas, industria farmacéutica, y un largo etcétera. En todas ellas hay altísima concentración, y existen períodos de relativa calma. Sin embargo, en el mediano plazo, la competencia, entendida como “guerra entre los capitales”, termina prevaleciendo. Y esto se explica, en lo básico, con El Capital, y no con Hilferding, Mandel o Sweezy.

Rendimientos crecientes y monopolio

En la visión de Marx, a igual de lo que sucede en Adam Smith, el aumento de la escala de la producción da lugar a aumentos de productividad, esto es, existen los rendimientos crecientes a escala. Por lo tanto, en principio, es lógico suponer que las empresas más grandes, a igualdad de otras condiciones, tendrán más posibilidades de obtener plusvalías (o ganancias) extraordinarias. Alguno puede pensar que esto confirma la tesis del monopolio, pero no hay tal cosa. Es que las ganancias extraordinarias generadas por la escala de producción deben distinguirse de las ganancias de monopolio. Las primeras se obtienen cuando las empresas con mayor escala pueden vender por debajo del precio de producción; esto es, no surgen de un recargo, por dominio de mercado, sobre el precio de producción, como ocurre cuando existen precios de monopolio. Cuando hay economías de escala, el precio y la tasa de ganancia se explican por la teoría del valor trabajo; lo cual no sucede, como vimos, con el precio y la ganancia de monopolio.

Ley objetiva y monopolio

Es muy importante tener en cuenta que la ley del valor es objetiva y social. Es un producto de la acción de los seres humanos, pero éstos no la dominan. Marx expresa esta idea cuando dice que la ley del valor se impone, durante una crisis, de la misma manera que se impone la ley de gravedad cuando a alguien se le cae la casa encima. Con esto está diciendo que los movimientos de los precios (y por lo tanto de las ganancias) no pueden manejarse a voluntad. La teoría del fetichismo de la mercancía explica, en esencia, por qué es así. En cambio, en la base de la tesis del monopolio subyace la creencia de que los monopolios dominan los precios en lugar de ser dominados por ellos (ver Hilferding, 1963, p. 226). Hilferding era consciente del giro que esto significaba con respecto a El Capital. “Cuando las asociaciones monopolistas eliminan la competencia, eliminan con ella el único medio con que pueden realizar una ley objetiva de precios. El precio deja de ser una magnitud determinada objetivamente; se convierte en un problema de cálculo para los que lo determinan voluntaria y conscientemente; en lugar de un resultado, se convierte en un supuesto; en lugar de algo necesario e independiente de la voluntad y conciencia de los participantes, se convierte en una cosa arbitraria y casual. La realización de la teoría marxista de la concentración, la asociación monopolista, parece convertirse así en la eliminación de la teoría marxista del valor” (p. 257). Aquí Hilferding capta muy bien las consecuencias de lo que ha planteado. En lugar de una ley objetiva, reinan lo arbitrario y casual.

Las consecuencias se hacen sentir en la manera de enfocar la economía de conjunto. Es que ahora, las uniones monopolistas logran “la organización del dominio económico”, de manera similar “a las organizaciones estatales de dominio” (ídem, p. 229). Shaikh anota este rasgo: según el enfoque “prevalece el monopolio”, el capitalismo moderno “está, en última instancia, regulado por relaciones de poder entre los monopolistas, los trabajadores y el estado” (Shaikh, 1991, p. 52). Las crisis económicas, desde esta perspectiva, dejan de ser fenómenos objetivos, y pasan a ser el resultado de los manejos de los monopolios. En la perspectiva “a lo Marx”, en cambio, las crisis no ocurren porque haya una conspiración de “grupos económicos” dedicada a manipular precios y ganancias, sino porque estallan las contradicciones objetivas del sistema. Se trata de abordajes completamente distintos.

Competencia perfecta e imperfecta

Contra lo que muchas veces se piensa, la competencia que describe Marx no tiene punto que ver con la competencia perfecta de los neoclásicos. La tesis neoclásica de la competencia perfecta supone que existe una única función de producción; que no hay ganancias extraordinarias; que ninguna empresa influencia en el mercado; que no hay rendimientos crecientes a escala y que los mercados siempre se equilibran. La competencia “a lo Marx” no tiene nada que ver con esto. Es una verdadera guerra entre los capitales. Se desarrolla a través de la competencia tecnológica, las guerras de precios y los flujos de inversiones, y los capitales que no pueden sostenerla, se desvalorizan y desaparecen. Por eso, es un error pensar que la preeminencia de la competencia implica que rige la competencia perfecta.

Por otra parte, la competencia de la que habla Marx tiene poco que ver con la llamada competencia imperfecta (también llamada monopólica u oligopólica). Digo “poco” porque habría un punto de contacto: la idea de que una o varias empresas pueden influenciar en los precios del mercado. Recordemos que en el esquema de Marx, la empresa innovadora influye en el precio de mercado, principalmente porque obliga al resto a encarar el cambio tecnológico. Sin embargo, por fuera de esta coincidencia, los enfoques son muy distintos. En la tesis de la competencia imperfecta domina la idea de que los vendedores pueden controlar el precio, con acuerdos o formaciones de carteles. La competencia ocurre por diferenciación del producto y campañas de propaganda y marketing, que distorsionan la homogeneidad del producto. La competencia por abaratamiento del producto, esto es, la guerra de precios, no tiene relevancia. De forma característica, en los textos maduros sobre monopolio de los marxistas del siglo XX, (Mandel, 1969; Baran y Sweezy, 1982), la guerra de precios ha sido reemplazada por los acuerdos y la fijación concertada de los precios. En Mandel, incluso, el mecanismo de formación de la ganancia es muy distinto del presentado por Marx.

La guerra de precios tampoco figura en los manuales usuales de “Economics” que tratan la competencia imperfecta. En El Capital, en cambio, la competencia por abaratamiento del producto es central. Y este tipo de competencia sigue siendo clave para entender cómo opera el mercado mundial. Hay acuerdos y períodos en los que la guerra de precios se aquieta, pero una y otra vez vuelven a lanzarse ofensivas cuando tales o cuales capitales obtienen ventajas tecnológicas sobre sus competidores, o se sienten tentados a tomar mercados. Se inician entonces “carreras” de inversión y disminución de costos, que llevan a la sobreinversión, y a la sobreproducción, con las consecuencias de presiones deflacionarias en los mercados. Para presentar solo un ejemplo, la presión bajista de precios en el mercado mundial de semiconductores, de mediados de los años 1990 (que subyació a la crisis asiática) se explica por este mecanismo de guerras competitivas.

Aclaraciones accesorias

Es importante destacar que cuando Marx plantea que la ley del valor gobierna los precios, y la dinámica del capitalismo, no está diciendo que la ley rija de manera “pura”, “incontaminada”. Las estafas, manipulaciones, negociados con el estado, imposiciones manu militari (colonialismo), acompañaban al capitalismo del siglo XIX como una sombra. Y la competencia no era tan plena como muchas veces se supone. Es que en la medida en que los costos del transporte se mantenían altos, existía una alta protección, de hecho, para muchas industrias y empresas. Precisamente, la caída de los costos del transporte, con la introducción del barco a vapor, el telégrafo y el mejoramiento de los ferrocarriles, agudizó la competencia en las décadas de 1880 y 1890. Esto estuvo en la base de la acelerada formación de los carteles y trusts que vieron Hobson, Hilferding, Lenin y otros. Pero estas medidas atenuaron una competencia que se había convertido en un grave problema, no la eliminaron. Como señalan Duménil y Lévy (1996), la competencia fue, por lo menos, tan fuerte en el siglo XX como a mediados del siglo XIX. No hay motivo para afirmar que este escenario haya cambiado. Dada la internacionalización del capital, la caída de los costos de transporte, el avance de las telecomunicaciones, y el tamaño gigantesco de las corporaciones, la competencia adquiere dimensiones planetarias. Parece muy difícil sostener que tiene un rol relativamente menor que en el siglo XIX.

Por otra parte, tampoco hay que confundir la existencia de espacios nacionales de valor, que se conectan a través de los tipos de cambio y las tarifas aduaneras, con el monopolio. El punto es importante, porque alguna gente piensa que no hay competencia, y sí monopolio, cuando un mercado nacional está protegido por el tipo de cambio, o por las tarifas aduaneras. Por supuesto, si esto fuera así, habría que concluir que en el sistema capitalista nunca hubo competencia: entre los años 1850 y 1880, considerados el epítome de la libre competencia, EEUU y Alemania eran fuertemente proteccionistas. Y hoy, en la medida en que subsisten tarifas, devaluaciones competitivas, etc., la situación seguiría siendo más o menos la misma. De manera que las leyes discutidas en El Capital no habrían tenido nunca validez. Pero se trata de un error. La ley del valor, y las leyes de la acumulación, no dejan de operar en los mercados nacionales; y pueden explicar las formas en que estos mercados se conectan a través de los tipos de cambio. Por supuesto, se trata de relaciones complejas, en las que inciden los diferenciales de productividad, las leyes de formación de precios de producción, y las relaciones comerciales y de movimientos de capitales que se establecen entre estos espacios nacionales (trato estos asuntos en Valor… y en Economía política de la dependencia…). Pero no se explican por simple manipulación arbitraria de precios (o tipos de cambio) de los monopolios.

En la naturaleza del capital

Por último, es necesario vincular la competencia con la naturaleza del capital. Al respecto, está bastante generalizada la idea de que la competencia sería un rasgo que podría existir como no existir en el sistema capitalista. Pero la competencia es inherente al capital. En los Grundrisse Marx se refiere a este aspecto del asunto. Explica que los economistas nunca analizan la competencia, a pesar de que la conviertan en el fundamento de la producción capitalista. Solo la conciben “negativamente”, como “negación de monopolios, corporaciones, disposiciones legales, etc.” (Marx, 1989, t. 1 p. 366). Sin embargo, la competencia no se puede definir solo por la negativa, debe ser algo en sí misma. ¿Qué es entonces? Es la naturaleza del capital: “Por definición, la competencia no es otra cosa que la naturaleza interna del capital, su determinación esencial, que se presenta y realiza como acción recíproca de los diversos capitales entre sí; la tendencia interna como necesidad exterior. (El capital existe y solo puede existir como muchos capitales; por consiguiente, su autodeterminación se presenta como acción recíproca de los mismos entre sí)” (idem).

¿Qué significa esto? Pues que el capital como universal en sí es una realidad inerte y abstracta; solo tiene contenido concreto a través de los capitales singulares, y es a través de éstos, de su interacción recíproca, que tiene vida, automovimiento. La razón más profunda es que la distribución de los instrumentos de producción, y la distribución de los miembros de la sociedad entre las distintas ramas de la producción determinan el carácter y la articulación de la producción capitalista. “Considerar a la producción prescindiendo de esta distribución que ella encierra es evidentemente una abstracción vacía”, apunta Marx en la “Introducción a la crítica de la economía política”. Por eso, si se elimina el fraccionamiento de los medios de producción, no hay mercado ni valor (ni ley del valor), pero entonces tampoco capital (que es valor en proceso de valorización). Por eso también, el carácter anárquico de la regulación por medio del mercado y de la ley del valor es inherente al modo de producción capitalista, es la expresión de su naturaleza profunda.

En conclusión, soy de la idea de que es necesario revisar de raíz la tesis del monopolio, que ha dominado en la izquierda desde principios del siglo XX, y hasta el presente. Por supuesto, para mucha gente eso equivale a poco menos que una “traición” a los dogmas establecidos. Pero lo que debería importar no es la defensa de un dogma, sino entender la realidad. Es imposible abordar el análisis del capitalismo contemporáneo sin poner en el centro de su dinámica la lucha competitiva por abaratamiento de productos y cambio tecnológico. Lo cual equivale a reconocer la vigencia de las leyes de la formación de precios (precios de producción, regulación anárquica, etc.) y de la acumulación del capital “a lo Marx”. Desde el punto de vista político, las consecuencias también son importantes. Entre ellas, el enfoque que proponemos subraya la centralidad de la contradicción capital – trabajo en los fundamentos del capitalismo contemporáneo, en contraposición a los análisis populistas izquierdistas, que ponen el énfasis en la oposición “monopolio – pueblo”, y similares.

Textos citados:
Baran, P. y P. Sweezy, (1982): El capital monopolista, México, Siglo XXI.
Duménil, G. y D. Lévy (1996): La dynamique du capital, Paris, Presses Universitaires de France.
Hilferding, R. (1963): El capital financiero, Madrid, Tecnos.
Mandel, E. (1969): Tratado de economía marxista, México, Era.
Marx, K. (1980): Contribución a la crítica de la economía política, México, Siglo XXI.
Marx, K. (1989): Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) 1857-1858, México, Siglo XXI.
Marx, K. (1999): El Capital, México, Siglo XXI.
Shaikh, A. (1991): Valor, acumulación y crisis, Bogotá.

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Competencia ‘a lo Marx’ y monopolio (II)

35 respuestas

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  1. Muy buen análisis! Pero creo que la gente de izquierda esta a años luz de entender nada de lo que Usted publicó. Sino preguntele a Kicillof que el reloj le atrasa 70 años.

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    Bwana

    19/10/2012 at 12:41

    • Discrepo con Kicillof, pero de todas maneras en el tema monopolio y formación de precios, creo que no está atrasado. Repite las trivialidades del pensamiento burgués reformista de toda la vida. La inflación se debe a los «formadores de precios» (los «grupos concentrados») y punto. Por qué Venezuela y Argentina tienen los dos índices de inflación más altos, habiendo tanta gente empeñada en la lucha «contra los grupos concentrados», vaya uno a saber. A esto le llaman ciencia. Naturalmente, todo condimentado con algún pasaje de Prebisch, o Keynes, sacados de contexto.

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      rolandoastarita

      19/10/2012 at 14:05

  2. Sin duda, hay varias cosas para reconsiderar en la “tesis del monopolio”. La primera de ellas es identificar sin matices todo lo elaborado por los marxistas “clásicos” sobre imperialismo y monopolio, sin considerar los diversos -y nada desdeñables- matices que aparecen entre ellos. La segunda, es cierta costumbre de leerlos como si las tesis de todos fueran sin más las del capital monopolista de Baran y Sweezy. Sin embargo, al hacer esta “revisión”, se corre el riesgo -creo Rolando que caés en él- de hacerlo desde un punto de vista que sea materialista pero no muy histórico (fuera del hecho de señalar que la competencia no era “perfecta” ni en el siglo XIX ni lo es en el XX, y que “la competencia fue, por lo menos, tan fuerte en el siglo XX como a mediados del siglo XIX”, lo cual desde varios puntos de vista se puede considerar cierto, pero no nos permite captar los contornos peculiares de la época imperialista). Un mérito de varios teóricos del centro y la izquierda de la socialdemocracia de comienzos del Siglo XX es analizar las transformaciones en la estructura del capital, y problematizar sus implicancias para las relaciones entre las clases (incluyendo entre ellas las relaciones entre los múltiples capitales en la esfera de la competencia). Podemos reconocer algunos problemas teóricos en los casos de Hilferding y Bujarin, pero no podemos negar que efectivamente había algo nuevo para incorporar en el análisis marxista, que debe pensar el capitalismo como un sistema histórico, con un nacimiento, una evolución y -inevitablemente aunque no necesariamente para mejor, depende de lo que podamos hacer- una declinación y decadencia.
    El debate a veces se puede “tontificar” un poco, sobre todo si no partimos de interesantes reelaboraciones del problema que se han dado, como es por ejemplo el trabajo de Richard Bryan “Monopoly in Marxist method”. Vos planteás que que la competencia en Marx no tiene nada que ver con la competencia neoclásica, pero “olvidás” decir que justamente por la estructura de la ley del valor en Marx, y las múltiples relaciones que involucran la guerra de capitales que vos señalás (guerra que se da en todos los puntos de la circulación entre capitales de distintas ramas productivas, y no sólo en la esfera de la realización entre productores de la misma mercancía), tranquilamente podemos admitir la existencia de distintos aspectos monopolistas sin deslizarnos la la conclusión de Hilferding (y de Seezy y Baran, pero no de Lenin) que es “que los monopolios dominan los precios en lugar de ser dominados por ellos”.
    También otros autores, como Harvey, han aportado también a un análisis concreto, señalando cómo existen fracciones del capital más inclinadas hacia el monopolismo, y otras menos, y que en la relación entre ellas se configura la dinámica general en distintos momentos. Algo que nos recuerda un poco a la sentencia de Trotsky cuando trata este mismo problema: “El capitalismo ha sido incapaz de desarrollar una sola de sus tendencias hasta el fin” (El marxismo y nuestra época). El propio Lenin tiene una visión similar, en el mismo texto que incorpora el análisis de los monopolios, y por eso afirma que lo que caracteriza al desarrollo capitalista es la desigualdad, que altera de forma recurrente el balance de fuerzas (difícilmente esta tesis sería conciliable con el monopolismo absoluto que se le achaca, que está en Hilferding y también en Bujarin, con quien Lenin polemiza sobre este punto).
    Decir que se mantiene la vigencia de la ley del valor no quita que el resultado de la (sí, contradictoria y no unilateral) concentración y centralización produce resultados para los cuáles no alcanza con decir que se puedan “explicar desde El capital” (aunque esto sea en buena medida cierto) porque de lo que se trata es de teorizar las consecuencia históricas, concretas a las que estos cambios dan lugar. Vos criticas algunos aspectos que pueden producir una “abstracción vacía”, pero tendés a destilar otra abstracción igual de vacía. ¿En qué sentido digo esto? En el de que podemos estar de acuerdo en que la evidencia no apoya la idea de que el capital más concentrado y centralizado logre una tasa de ganancia sistemáticamente más elevada que el capital menos concentrado (aunque sí se caracteriza por una estabilidad mayor de la tasa a lo largo del tiempo, sometida a menos fluctuaciones). Sin embargo, sí hay profundas implicancias de la concentración y centralización, sobre todo si queremos pensar las relaciones entre nacionales y el desarrollo desigual (y combinado), tendencia en la cual el surgimiento de grandes corporaciones es un elemento muy importante. Como plantea un trabajo reciente: “los ‘puestos de mando’ de la economía mundial están casi completamente ocupados por firmas provenientes de los países de altos ingresos, cuyos principales clientes son la clase media global. En muchos sectores, dos o tres firmas concentran más de la mitad de los ingresos por ventas. […] el desafío que enfrentan las firmas de los países en desarrollo es mucho mayor de lo que parece a primera vista. No sólo afrontan grandes dificultades para ponerse a la par de los integradores de sistemas líderes, la parte visible del “iceberg” de la estructura industrial. También deben competir con las poderosas firmas que ahora dominan casi todos los segmentos de las cadenas de oferta global, la parte invisible del “iceberg” que yace bajo el agua” (Peter Nolan y Jin Zhang, “Global Competition after the financial crisis”, New Left Review 64, July-August 2010). Es cierto que permanentemente, ante la tendencia a la concentración y centralización se da la contratendencia que representa la aparición de nuevos capitales en ramas ya existentes o en otras nuevas. Sin embargo, no menos cierto es que los capitales más concentrados se encuentran en muchos casos con ventajas para ir incrementando su dominio sobre nuevas esferas, y que, como bien plantea Mandel, hay una tendencia a que los nuevos procesos de acumulación originaria operen en beneficio de los grandes capitales ya consolidados, que van avanzando sobre nuevas esferas de valorización. Reconocer la vigencia de la ley del valor, contra las tesis equivocadas del monopolismo (que hoy son un poco pegarle a un “hombre de paja”) no exime de incorporar estas cuestiones.
    Una política de clase, que reconozca la centralidad capital-trabajo, no puede más que enriquecerse de realizar un análisis concreto de la estructura concreta del(os múltiples) capital(es) en su fase actual, para lo cual los trabajos de los marxistas de las primeras décadas del siglo XX son una referencia insoslayable.

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    Alvaro

    19/10/2012 at 12:54

    • Usted dice: «Podemos reconocer algunos problemas teóricos en los casos de Hilferding y Bujarin, pero no podemos negar que efectivamente había algo nuevo para incorporar en el análisis marxista, que debe pensar el capitalismo como un sistema histórico, con un nacimiento, una evolución y -inevitablemente aunque no necesariamente para mejor, depende de lo que podamos hacer- una declinación y decadencia». Lo «nuevo» sobre lo que se incorporó, y critico, es la tesis de la formación de precios de monopolio y de ganancias de monopolio como rasgo distintivo del capitalismo contemporáneo. Se postuló que EN ESTE PUNTO hubo un cambio CUALITATIVO con respecto al siglo XIX. Habría sido tan importante que justificó calificar como «nueva» a la etapa del capitalismo. Eso es lo que critico.
      Negar que haya existido ese cambio cualitativo, por supuesto, no significa negar la evolución histórica. No hay que ser dogmático. Negar que en lo esencial los mecanismos de formación de precios en en siglo XX siguieron siendo como los señaló Marx (esto es, precios de producción, tendencia a la igualación de la tasa de ganancia, competencia por abaratamiento de mercancía) no implica negar la existencia de cambios históricos.
      Para ponerlo de manera más clara: fenómenos como el intercambio desigual o deterioro de los términos de intercambio, los he analizado en mis libros desde la teoría de formación de precios «a lo Marx», sin ninguna apelación a la tesis del monopolio. También tipo de cambio. Es un enfoque muy distinto del que defiende la tesis de monopolio. Puede comparar, por ejemplo, con la explicación de Prebisch del DTI. Prebisch explica el fenómeno, en esencia, por monopolio (me refiero al trabajo de 1949). Amin acepta esa explicación, diciendo que el único error de Prebisch fue no llamar a las cosas por su nombre, monopolio. Ojo, no estoy hablando de un fenómeno episódico sino de algo que se pensaba sistemático, la caída tendencial de los términos de intercambio de las materias primas. Decenas de marxistas leyeron a Amin y no encontraron nada particular en esa afirmación. Como puede ver, se trató de una visión sistemática. Todavía hoy, prevalece. ¿Cuántas críticas teóricas se hicieron de abordajes semejantes? Y no estamos hablando de cosas menores, son teorías y posiciones que aludían a problemas centrales que se debatían en torno al subdesarrollo y la dependencia. ¿Cómo explica usted esta ausencia de cuestionamiento a las explicaciones «a lo Prebisch o Amin» sobre DTI?
      Lo mismo sucede con las explicaciones de inflación «a lo Kicillof» y demás economistas burgueses. Son explicaciones que se repiten, una y otra vez, sin que se vaya nunca a la crítica teórica de fondo. Se trata de una divisoria de enfoques que afecta a las elaboraciones teóricas y los análisis.
      Algo similar ocurre con la tesis de que la renta de la tierra proviene de imposición monopólica de precios, e implica una transferencia de valor desde la industria, etc. ¿Cuántos marxistas repitieron esa tontería? ¿Cuántos confundieron alegremente renta diferencial con ganancia por dominio monopólico? ¿Cuál es la raíz teórica de semejantes posturas?
      Todo esto no se puede disimular hablando generalidades sobre cambio histórico. Estamos ante un enfoque (el de monopolio) que ha influenciado en el marxismo. No es casual que las explicaciones de Baran y Sweezy sobre monopolio casi no hayan sido cuestionadas. Y no se trata solo de ellos, también Mandel y su «Tratado de economía marxista». No es casual que los planteos que hace Mandel en este libro sobre el monopolio hayan permanecido sin atención. Se aceptaban como normales. De la misma manera que la explicación de Trotsky sobre la decadencia del capitalismo (en El pensamiento vivo de Marx). Es una explicación (vulgar) de la decadencia por la existencia del monopolio, que anula la competencia por cambio tecnológico. ¿Qué tiene que ver esto con las guerras competitivas por cambio tecnológico y abaratamiento de precios? Pero esto es lo que está en el fondo de la discusión. No se puede disimular el problema. Entiendo que muchos quieran disimular estas cuestiones, porque no tiene ningún interés en revisar los problemas teóricos y políticos implicados. Pero con esto no ganan nada.

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      rolandoastarita

      19/10/2012 at 13:48

  3. El caso del cartel de cemento en las décadas anteriores en la Argentina o el monopolio de Microsoft
    Estos si son casos de fijar precios por oligopolios?
    Como usted bien dice no es la mayoría
    Pero en algunos análisis marxistas como Victor Perlo o Menshikov, se dice que el entrelazamiento de directorios y de accionistas hace que se formen grupos de interés, como el grupo Rockefeller en alguna época que controlaba ( esta es la palabra clave) varias empresas que supuestamente competían
    como se explica esto?

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    Alicia

    19/10/2012 at 16:08

    • El caso de la Standard es precisamente uno de los que presento en mi libro Valor, mercado mundial y globalización para mostrar cómo en determinados momentos el propio estado interviene a favor de fracciones del capital que puedan estar siendo perjudicadas por monopolios. Cuando hablamos de ley del valor trabajo no estamos diciendo que actúe de manera pura. Lo pongo con otro ejemplo: en el marxismo hacemos el supuesto de que la tasa de ganancia entre ramas se iguala, o tiende a la igualdad. Pero sabemos que esto en la práctica solo opera por medio de aproximaciones, con constantes desequilibrios. De la misma manera que podemos suponer que las mercancías se venden por sus precios de producción, aunque hay muchos factores que hacen que los precios de mercado oscilen alrededor de esos centros de gravitación. Pues bien, entonces viene un esquemático y nos dice que no podemos hablar de competencia, precios de producción o igualación de la tasa de ganancia, porque en la práctioa las mismas siempre están siendo perturbadas. ¿Qué nos queda? Nada, solo observar lo aleatorio y parlotear sobre «análisis concretos».

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      rolandoastarita

      19/10/2012 at 16:25

  4. ¡Excelente trabajo marxista clásico! Estos elementos deberían hacer reflexionar a la izquierda para retomar una real visión y postura marxiana y de enfrentamiento y lucha efectiva y de clase contra el capital. Saludos.

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    Armando

    19/10/2012 at 20:45

  5. que son los diferenciales de productividad

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    Manolo

    19/10/2012 at 23:02

    • Productividad se refiere a la producción de valores de uso por unidad de tiempo de trabajo. Si en la empresa A se producen 2 bienes X por hora de trabajo, y en la empresa B se produce 1 bien X por hora de trabajo, decimos que el trabajo en A es más productivo que en B. En el mercado, a través de los precios, se comparan tiempos de trabajo, esto es, productividades. Una discusión y crítica sobre los conceptos de productividad que utiliza la economía neoclásica la realizo aquí (tal vez sea más accesible para los estudiantes de economía)

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      rolandoastarita

      20/10/2012 at 08:55

    • GRACIAS ROLILLO
      ENTENDÍ
      ERA LO QUE YO CREÍA EL PROBLEMA AVECES PARA LOS PROFANOS COMO YO ES EL LENGUAJE TÉCNICO

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      Manolo

      20/10/2012 at 14:26

  6. Muy buenas las dos notas rolo! me gustaría si en algún momento puede dedicar un post al asunto de la inflación, intentando dejar en claro cuales son los problemas (teóricos y empíricos) de las visiones que la atribuyen al nivel de concentración de algunos ramos importantes como por ejemplo el de alimentos, el siderúrgico, el cementero, etc. y cuál es la posición que usted defiende al respecto para el caso argentino. Sucede que decir que la inflación se debe al poder de mercado de algunos grandes pulpos se ha vuelto hasta casi una explicación de sentido común, sobre la cual se hace necesario discutir. (espero no estar pidiendo algo sobre lo que ya ha trabajado, pero no encontré en el blog una nota al respecto). Saludos
    Rodrigo

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    Rodrigo

    20/10/2012 at 01:05

    • Sí, deriva de la idea de que los monopolios deciden los precios a voluntad. ¿Por qué el precio del petróleo estaba a 10 dólares hace 10 años y ahora está a 100 dólares? Respuesta: porque los monopolios decidieron que estuviera a 10 dólares hace 10 años y a 100 ahora. ¿Por qué la soja estaba a 200 dólares en 2003 y ahora a 550 dólares? Respuesta: porque los monopolios decidieron que estuviera a 200 dólares hace 10 años, y a 550 ahora. Y así pueden seguir indefinidamente. Cuando se aplica a Argentina, el absurdo de la tesis salta a la vista. Kicillof dice que la culpa de la inflación la tienen los grupos formadores de precios. Pues bien, si esto es así, ¿por qué no se controla a los grupos formadores de precios, y se acaba con el problema? Según los economistas del plan Fénix, hay 1000 empresas formadoras de precios. Si los precios se pueden administrar, no sería tan difícil enviar 2000 veedores del Estado a estas empresas para que controlen los precios y frenen la inflación (contando incluso con una ganancia «razonable», como quiere el doctor Kicillof). ¿Por qué no se hace? Además, extrañamente, Argentina y Venezuela son los dos países con mayor inflación en América Latina. Son los dos países en los cuales los gobiernos están más empeñados en la lucha contra los monopolios. De manera que deberíamos concluir en que, o bien estos gobiernos son particularmente ineptos para combatir monopolios (y el resto de los gobiernos latinoamericanos particularmente exitosos y hábiles), o bien que Argentina y Venezuela tienen una tara congénita llamada «la mayor concentración monopólica del continente», que explica la alta inflación. Los mismos razonamientos podríamos aplicar en retrospectiva, por ejemplo si se quiere explicar por qué en Argentina hubo inflación en los 80, por qué no la hubo en los 90, etc. O por qué a nivel mundial en los 70 hubo mayor inflación que en los 80 y 90, etc. La tesis hace agua en la explicación histórica y general, y también para los casos particulares. YPF acaba de aumentar los precios, redondeando una suba del 35% en lo que va del año. «YPF acorta la brecha de precios con sus competidores», dice la empresa estatal. ¿Se trata de una novedosa manera de combatir la inflación generada por los » «grupos económicos formadores de precios»? Además, ¿no era que las ganancias de Repsol eran muy altas, y todo se solucionaba redireccionándolas hacia la inversión productiva?

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      rolandoastarita

      20/10/2012 at 09:13

  7. ¿Disculpe profe, me podría decir que abrevia con «DTI»?

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    Esteban

    20/10/2012 at 02:46

  8. Muy bueno.

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    Jorge

    20/10/2012 at 11:23

  9. Hola rolando
    perdon que vuelva a insistir
    Que piensa usted de los grupos de interes
    Aquellos grupos alrededor de una o varias entidades financieras con entrelazamiento de directorios y accionario en diversas empresas financieras o de otro tipo que le permite a traves de estos medios el control parcial o compartido con otros grupos de interes
    En el libro de Menshikov – Millonarios y Management – Estructura de la Oligarquía Financiera en EE.UU.
    ( de la decada del 60 , el mas actual sobre este tema que lei) cita por ejemplo al grupo Rockefeller donde su centro es el Banco Chase manhattan bank y sus empresas ademas de las petroleras son decenas de empresas de servicios e industriales ( las familias que controlan el grupo no son solo los rockefeller sino varias mas)
    En la actualidad los accionistas estan mas entrelazados que nunca el problema es que son fondos mutuos privados como BlackRock etc y el nivel de entrelazamiento de directorios bajo muchisimo( esto para el caso de EE.UU)

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    Alicia

    20/10/2012 at 18:43

    • Sí, existen muchos grupos con intereses entrelazados, que ejercen el control sobre muchas empresas a través del control de paquetes accionarios significativos.

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      rolandoastarita

      21/10/2012 at 09:41

  10. El problema es que se plantea una correspondencia unívoca entre «competencia», «guerra de precios», etc. con mejoras tecnológicas, aumento de la productividad y escala. Pero hay tantas circunstancias en que esa correspondencia no se da, que aquello no puede ser generalizado como ley. Hay una enorme gama de circunstancias, recursos y estrategias para que un capital pueda tener la supremacía sobre otros, entre las cuales aquella correspondencia es una entre tantas.

    Marx creyó en la necesidad de plantear que haya una fuerza objetiva (competencia) que esté más allá de la voluntad individual del capitalista y que posibilite el «progreso» (mejoras tecnológicas, productividad, etc). Quizás la idea de «progreso» que opera, implícitamente, entre los personificadores del capital es que el «progreso» es igual a la lucha por mantener la supremacía de su capital y que aquello que planteaba Marx para lograrlo constituye uno de los tantos medios disponibles.

    A mi juicio, una actitud, si se quiere, epistemológicamente sana no solo entre los marxistas sino entre todos los que quieren avanzar en el conocimiento de la sociedad, debiera considerar a la ley del valor como un supuesto del que debería probarse su rango de validéz y sin identificarla como la autora del capitalismo, sino como uno de los elementos que reproduce su estructura.

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    oti

    21/10/2012 at 11:37

    • Oti, no sé que quiere decir identificar a la ley del valor trabajo (LVT) como la «autora» del capitalismo, pero reconozcamos que es central. Si la gran mayoría de la fuerza laboral no estuviera constreñida a vender su fuerza de trabajo entonces no habría sistema capitalista sino alguna otra cosa.

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      Eduardo

      21/10/2012 at 12:10

    • Eduardo, la estructura capitalista (Modo de Producción Capitalista -MPC), en los términos más rigurosos posibles dentro de la problemática marxista, consiste en una combinación de relaciones según la cual hay: 1) unión entre individuos-agentes y medios de producción que los agrupa como burguesía; y 2) separación entre individuos-agentes y medios de producción que los agrupa como clase obrera. 1) También tiene una separación: la que se da entre burguesía y fuerza de trabajo; y 2), por su parte, también tiene una unión: la de los obreros (al ser desposeídos: rotura de la unión previa al capitalismo de los productores con sus medios de producción) con su fuerza de trabajo. Entonces tenemos una doble relación que contiene, también, una doble relación.

      Marx dice, con toda claridad, que estas relaciones son independientes de la voluntad de los hombres, lo que no significa negar que la historia de la práctica humana las haya hecho, pero, una vez hechas, ya los capitalistas ni los obreros pueden elegir, puesto que si los capitalistas quieren producir mercancías para ganar dinero deben comprar fuerza de trabajo, y los obreros, por su parte, al estar separados de los medios de producción, si quieren sobrevivir, deben venderla.

      La LVT, me parece a mi, Marx la hace intervenir para describir los mecanismos de funcionamiento y reproducción del MPC cuya estructura fue dada, no la hace intervenir para crearla, sino para describirla cómo funciona una vez creada. El mecanismo del reloj no implica las condiciones de posibilidad de la existencia del reloj.

      Algunos pensarán que la LVT es una condición sin la cual no podría existir el MPC. Puede ser, no lo sé. Pero de lo que estoy seguro es de que sin las relaciones a las que hago referencia en el primer párrafo, el MPC no existiría.

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      oti

      21/10/2012 at 19:53

    • La ley del valor es más antigua que el capitalismo. En el análisis de Marx, rige ya en la sociedad mercantil simple, una sociedad de individuos que producen para el intercambio pero donde aún la fuerza de trabajo no se ha convertido en una mercancía como las demás. La ley del valor regula el intercambio de mercancías allí donde éste se ha vuelto general.

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      Vico

      22/10/2012 at 12:05

    • Lo importante para Marx es la forma en que se extrae el plusvalor. Y esa forma depende de cómo se combinan y relacionan los elementos de la estructura.

      Si existía una ley del valor anterior al capitalismo, obviamente, no explicaba ni aseguraba el funcionamiento del capitalismo.

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      oti

      22/10/2012 at 13:59

    • La ley del valor se aplica a la mercancía en la medida en que su producción e intercambio se han generalizado, y ello tanto en la sociedad mercantil simple como en la sociedad capitalista (ni un milímetro menos en la última que en la primera). Lo que introducen, en este contexto, las relaciones de producción propias del capitalismo, es la mercantilización de la fuerza de trabajo, y sirven para explicar no el valor sino la producción y extracción de plusvalía y el beneficio capitalista (esto es: la explotación capitalista de la fuerza de trabajo ). La fuerza de trabajo es el fundamento del valor de las mercancías, aún antes de convertirse ella misma en una mercancía.
      Lo que no termino de comprender es el carácter categórico de tus afirmaciones, que no se apoyan en la teoría marxista del valor (ni del capital, que es «valor que se valoriza a sí mismo»), ni en ningún otro argumento. Son simples afirmaciones que sacás de tu propia galera. No digo que no debas hacerlo, pero si el único aval de tus afirmaciones es tu propio magín, me parece que deberías ser un poco menos categórico.

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      Vico

      22/10/2012 at 14:19

    • Creía que el trabajo es el fundamento del valor de las mercancías, puesto que la fuerza de trabajo es lo que el capitalista compra a su valor. Creía, también, que la fórmula de Marx w = cc+cv+p constituye una forma propia del MPC y que hace referencia a lo que gasta el capitalista en maquinarias, salario y el excedente del que se apropia. Pero bueno, quizás uno esté equivocado.

      Lo que vos llamás «el carácter categórico de mis afirmaciones», si te referís a mi comentario 19:53, consiste en una mera formalización de las relaciones que especifican a la estructura capitalista. Esto no lo saqué de ningún lado más que de algunos textos de Marx.

      Si yo te digo que el capitalista es una personificación del capital al interior de las relaciones sociales que especifican al capitalismo y que las formas en que funciona y se reproduce el sistema son propias del sistema, me dirás que es una afirmación categórica y que «no se apoya en la teoría marxista del valor ni en ningún otro argumento?

      Pero he aquí que la teoría del valor de Marx depende de su teoría del MPC y no puede escindirse de ella.

      El capital no es el sujeto del capitalismo, es un elemento cuya combinación y relaciones con otros elementos, le infunden su naturaleza. El «valor que se valoriza a sí mismo» es una forma que depende de una estructura. La forma en que se extrae el excedente en una sociedad y su reprodución y funcionamiento dependen de las relaciones que especifican a cada modo de producción.

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      oti

      22/10/2012 at 22:41

  11. Rolo:
    Creo que habría que relacionar este debate sobre la formación de los precios (la ley del valor y el monopolio) con la acumulación primitiva o, según David Harvey, la acumulación por desposesión a lo largo de los dos últimos siglos. En este sentido, recomiendo, aunque tiene la limitación de que está expuesto en francés, el vídeo que acabe de publicar la página en este enlace:

    Sin duda te interesará lo que Jean Batou expone.

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    José Antonio

    21/10/2012 at 16:06

  12. hola rolando
    leyo este articulo

    Haz clic para acceder a c87bbfe5-0fc2-1fa3.pdf

    que piensa de ujna nueva forma de acumulacion basada en el conocimiento complementaria o superpuesta al industrial

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    Alicia

    22/10/2012 at 11:04

    • Gracias por el envío, no conocía este artículo. Se trata de ideas que tuvieron bastante difusión en los años 90. No las comparto, en líneas generales, pero es largo de explicar. Espero en el futuro poder tratarlo.

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      rolandoastarita

      23/10/2012 at 08:35

  13. Rolo, cuando planteas que las empresas con mayor escala pueden vender por debajo del precio de producción, ese precio de producción incluye el pv? O es precio de costo…. c+v. La preegunta quizas sea ingenua, pero justamente estoy, a duras penas, leyendo el capitulo I del 3er tomo donde creí entender la imposibilidad de los capitalistas de vender por debajo del pc porque esto significaria no reponer el capital desembolsado.

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    aristides

    22/10/2012 at 20:23

    • El precio de producción es el que surge de sumar al costo la ganancia media. Supongamos que la tasa media de ganancia es el 12%. Pues bien, el precio de producción será igual a (c+v) x 1,12. Por supuesto, se trata del precio de producción que rige cuando la oferta y la demanda se igualan, y está establecido por las empresas que tienen tecnología promedio en la rama. Las empresas con tecnología superior, o que son más productivas por tener economías de escala, obtendrán una ganancia extraordinaria.

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      rolandoastarita

      23/10/2012 at 08:23

    • Gracias Rolo. Entendí. Y muy bueno el artículo, de gran utilidad, incluso para neófitos como io. Abrazo.

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      aristides

      23/10/2012 at 10:16

  14. Una posición de monopolio significa la posibilidad de fijar precios y obtener superbeneficios (como se explicaría sino la legislación antimonopolio de los EEUU?) creando escasez.

    Usted admite que “no se puede negar que en algún momento el sistema capitalista desemboque en el dominio de los monopolios”, para inmediatamente cuestionar este dominio polemizando en torno a la existencia o no de guerras de precios. Una polémica poco constructiva del tipo yo veo el vaso medio lleno (de ley del valor) y otros los ven medio vacío.

    Pero monopolio significa mucho más. Significa poder.

    Hilferding, Lenin, … quizás no valoraron ajustadamente las consecuencias de la deriva monopolista ni su evolución posterior (que sería el tema de Dobb, Sweezy, …, vinculándolo al keynesianismo, es estancamiento y la financiarización) pero advirtieron un cambio cualitativo en la evolución del sistema capitalista en el que los monopolios nacionales adquirían un papel fundamental. Se estaba produciendo una especie de simbiosis entre el estado matriz y los monopolios nacionales. El monopolio se apoderaba de los mecanismos del estado para utilizarlo contra otros monopolios nacionales. A esta simbiosis se incorporaban sindicatos y partidos obreros (aristocracia obrera) que, a cambio de mejoras, colaboraban en el fortalecimiento de sus paladines nacionales. Frente a las crisis, la respuesta monopolista era el proteccionismo y el imperialismo.

    Una evidencia se escapa a muchos analistas de la evolución monopolista del sistema. Se contempla la monopolización “a la socialista”, es decir, según el tipo trust soviético en el que las operaciones desde la extracción de la materia prima hasta el producto de consumo final tienen lugar en el seno de la misma empresa (el caso de IBM durante el siglo XX). Según esto, monopolio en todos los sectores significará que toda la operativa productiva quedará englobada dentro de alguno de estos grandes monstruos corporativos fuera del alcance de la ley del valor. (Era la esperanza de Hilferding, Kautsky, …, que facilitaría la venida del socialismo)

    Pero la evolución no va por ahí. En “Deslocalización vs Subcontratación pretendí llamar la atención sobre la actual deriva monopolista. Los monopolistas, una vez asegurados por insalvables barreras de entrada (patentes, …) se desprenden de todas las operaciones no esenciales (subcontratación), que acaban sometidas de nuevo a una cada vez más despiadada ley del valor, reventando precios frente a un único y exigente consumidor monopsonista (u oligopsonista).

    Otro aspecto evolutivo a tener en cuenta es que en la actualidad (globalización) los monopolistas transnacionales han roto definitivamente el cordón umbilical y no guardan ningún respeto ni consideración por sus estados progenitores que han entrado en fase de degeneración. En la etapa actual, la lucha ya no es por el monopolio nacional (ya conseguido en casi todos los ámbitos) sino por el monopolio global. De ahí que, a pesar del avance imparable de la monopolización del sistema, la competencia íntermonopolista se haya exacerbado durante los últimos años (un monopolista nacional ya no está a salvo). Pero ello no implica que los monopolios sean “competitivos” per se (han dado premios Novel a economistas especialistas en la supuesta “competencia monopolista”). Cuando se alcanza una posición monopolista global (Microsoft) se acabó la competencia.

    En esta nueva singladura, frente a las crisis (vaticinadas por Sweezy, …) la respuesta ya no es el proteccionismo y el imperialismo a la antigua, pero tampoco el librecambismo a la antigua, sino un pseudo-librecambismo (patentes, copyright, …) de nuevo cuño trucado para someter y desarbolar cualquier tipo de estructura democrática que intente barrar el paso a los monopolios transnacionales (TPP y TTIP)

    https://en.wikipedia.org/wiki/Trans-Pacific_Strategic_Economic_Partnership
    https://en.wikipedia.org/wiki/Transatlantic_Trade_and_Investment_Partnership

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    CÁNCER CAPITALISTA

    21/11/2013 at 13:38

    • La tesis del dominio del monopolio no tiene evidencia empírica, ni fundamento teórico, como ya mostré en varios trabajos. No voy a repetir los argumentos, que por otra parte usted ni menciona. Solo agrego otra cuestión, que surge del análisis sobre derivados, cuestión sobre la que estoy trabajando ahora. El volumen alcanzado por los instrumentos derivados no se tendría sentido ni se podría explicar si las grandes corporaciones pudieran manejar, o al menos atenuar, las fluctuaciones de precios (incluyendo las fluctuaciones de tasas de interés). Es muy interesante que Hilferding haya notado esta cuestión.

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      rolandoastarita

      21/11/2013 at 13:47

  15. Si, según usted el «dominio» del monopolio no tiene evidencia empírica, porque esta tendencia generalizada en casi todos los sectores a conseguir posiciones de monopolio:

    http://www.motherjones.com/politics/2010/01/bank-merger-history

    1/4 del total del PIB mundial:

    Y esto sin tener en cuenta el control opaco que ejercen sobre sus subcontratistas (outsourcing): Transnational corporations use a variety of so-called “non-equity modes” (NEMs) of control to direct the operations of their partner firms.

    http://thesocietypages.org/socimages/2011/11/16/transnational-dominance/

    En cuanto al tema de los derivados financieros puede que le interese el siguiente planteamiento:

    La creciente «financiarización» es la otra cara de la externalización industrial y los flujos de capital relacionados.La una no podría existir sin la otra, y viceversa.

    Es la asimetría de las cadenas globales de valor la que permite desviar los enormes flujos de capital capturados por los monopolios en la esfera de la producción hacia la esfera de la intermediación y la especulación financiera que, a su vez, retroalimenta la concentración monopolista (fusiones y adquisiciones) y por tanto el progreso de la externalización.

    Es decir, el crecimiento exponencial de los derivados sería algo consustancial a la actual fase del capital monopolista.

    http://crisiscapitalista.blogspot.com.es/2013/02/monopolios-multinacionales.html

    Un saludo profesor, y no sea tan escueto contestando puesto que me interesan mucho sus opiniones.

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    Cáncer Capitalista

    21/11/2013 at 19:00

    • No puedo explicar a cada rato lo mismo. Le recomiendo que lea los argumentos ya presentados en otras notas. Ahora, muy brevemente: a) una cosa es que todo capital aspire a tener una posición monopólica, y otra es que se hayan establecido monopolios más o menos generalizados; b) no hay evidencia empírica de ganancias más elevadas en los sectore más concentrados; c) hay mucha evidencia empírica de la persistencia de la guerra de precios, hecho que no tiene forma de encajar la tesis del monopolio; d) si en la mayoría de los sectores existieran ganancias monopólicas, no podrían existir ganancias monopólicas.
      Con respecto a los derivados, estoy preparando un trabajo. De todas maneras, repito que si los precios fueran controlados por los monopolios, no habría razón para la existencia de los derivados (al menos, no con la magnitud que alcanzaron).

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      rolandoastarita

      21/11/2013 at 19:32

  16. Gran análisis y totalmente de acuerdo con la conclusión. Realmente, soy un marxista bastante desconocedor de los movimientos marxistas, pues siempre me he movido en ámbitos liberales, sobre todo en la facultad. Ni siquiera conocía esta tesis del monopolio, imagínate. En cualquier caso, me parece claramente insuficiente, como usted expone, y necesita de una revisión a fondo. Me alegra comprobar que se sigue trabajando por actualizar el pensamiento marxista, aunque algunos llamen revisionismo a la simple evolución. Se ha ganado un fiel lector. Un saludo.

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