Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Sindicato de policías, ¿consigna socialista?

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Por estos días, en “Comentarios”, me han preguntado qué opino sobre la demanda de formación de un sindicato de policías (también de gendarmes, prefectos, personal del servicio penitenciario). Dirigentes gremiales de la CTA y la CGT se han manifestado a favor de la idea; incluso ya hay un embrionario sindicato de la policía, que tiene el apoyo de Pablo Micheli. También algunos partidos de izquierda están reclamando, desde hace años, el derecho a la sindicalización de la policía. Naturalmente, el tema se ha puesto en primer plano con el conflicto de los gendarmes y prefectos. En esta nota presento algunas reflexiones sobre el asunto, y explico por qué entiendo que los socialistas no deberían apoyar la demanda.

Compañeros trabajadores que enfrentan el ajuste”

El argumento central de los dirigentes sindicales que abogan por la formación de sindicatos del personal de las fuerzas de seguridad, es que se trata de trabajadores que deben gozar de los mismos derechos que cualquier otro asalariado. En los partidos de inspiración marxista que defienden la idea, el argumento es un poco más sofisticado. Se sostiene que, si bien los policías y gendarmes forman parte de los cuerpos represivos del estado, provienen del pueblo y venden su fuerza de trabajo. Por eso, habría una contradicción entre el rol represivo del aparato del que forman parte, y el hecho de que son asalariados, con intereses y demandas comunes con el resto de los trabajadores. ¿Por qué no aprovechar esta contradicción y ganarlos para la causa de la clase obrera o del socialismo? Después de todo, dice el argumento pro sindicato, los gendarmes y prefectos están enfrentando el plan de ajuste del gobierno K, igual que otros asalariados. El movimiento tiene la misma progresividad de cualquier otra lucha de los trabajadores.

Más en general, y debido a la crisis capitalista, en muchos países los policías han comenzado a rebelarse. Para citar algunos ejemplos: en Portugal, el Sindicato Unido de la Policía planteó que estaría del lado de los manifestantes, porque “somos ciudadanos antes que policías”. En Grecia, a principios de septiembre, se llegó a un enfrentamiento entre policías en huelga y policías anti motines, porque los primeros querían impedir que los anti motines salieran de sus cuarteles para ir a reprimir manifestantes. En Inglaterra, la policía ha participado en manifestaciones y está amenazando con una huelga (que está prohibida) porque el gobierno ha adelantado un programa de recortes de salarios, despidos y aumento de la edad de jubilación de los policías. En Brasil, hubo huelgas en varios estados y en Río de Janeiro, por aumentos de salarios; en Bahía se produjeron choques de la policía con las fuerzas de seguridad enviadas por el gobierno. En Bolivia, hubo acuartelamientos y manifestaciones, por reivindicaciones salariales; en 2003 se produjeron violentos enfrentamientos con la guardia presidencial. En conclusión, sigue el razonamiento, no hay motivo alguno para no estar detrás de estos reclamos: son parte de la lucha general contra las políticas de austeridad y ajuste del capitalismo.

Antes que trabajadores, policías

El elemento de verdad que tiene el anterior razonamiento es que ubica correctamente la naturaleza de la protesta de los gendarmes, prefectos y policías en Argentina: es un movimiento por salario, y no un golpe de estado, como quieren presentarlo el gobierno, y sus partidarios.

Por otra parte, y más importante, es cierto que existe una contradicción entre la necesidad de la clase dominante de tener fuerzas represivas consolidadas, y las condiciones miserables en que mantiene al personal subalterno de esas fuerzas, en Argentina y otros países de América Latina. Sin embargo, y aquí está el nudo de la equivocación de los defensores socialistas del sindicato de policías, hay que decir que esta contradicción no puede resolverse, dentro del sistema capitalista, hacia el lado del pueblo, o del socialismo. Para ver por qué, recordemos que hace poco la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA expresaba muy bien el objetivo que deberían proponerse los gobiernos en materia de fuerzas policiales: “mejorar las condiciones de trabajo y la situación de estos funcionarios” para cumplir con su “servicio social”. Pero este “servicio social” tiene como componente fundamental la defensa de la propiedad del capital. Esta es la función que domina y determina el carácter del policía o del gendarme. Para utilizar una noción de Marx, por encima de su origen y del hecho de que sea asalariado, tienen una “existencia funcional”. Su función, como integrantes del cuerpo represivo, predomina por sobre todo lo demás. Por eso, al acompañar las demandas por mejores condiciones de trabajo y salariales de las fuerzas de seguridad, no se está fortaleciendo al trabajo frente al capital, como pretende el discurso reformista, sino se está contribuyendo al perfeccionamiento del aparato represivo. Dar buenos salarios a los policías, mejorar su equipamiento, levantarles la moral, es un objetivo de la clase dominante. Podrá tener dificultades presupuestarias para lograrlo, pero en la medida en que lo cumpla, mejora y aceita los mecanismos represivos. Y no hay manera de que el policía se acerque al trabajador, o al socialismo, por este camino. Es sencillo de entender: su existencia funcional determinará su actuación y postura en la lucha de clases.

Es interesante recordar que a principios de los años 1930, en Alemania, la socialdemocracia confiaba en que la policía detendría, en última instancia, a Hitler, porque los policías eran trabajadores, e incluso muchos eran socialistas. En oposición a esta idea, acertadamente Trotsky alertó que “el obrero, convertido en policía al servicio del estado capitalista, es un policía burgués y no un obrero”. Agregaba que esos policías se habían enfrentado muchas veces con los obreros revolucionarios, que nadie pasa por semejante escuela sin quedar marcado, y que “lo esencial es que todo policía sabe que los gobiernos pasan, pero la policía continúa” (Escritos sobre Alemania, enero de 1932). Pienso que la idea tiene vigencia. Después de todo, la naturaleza del estado capitalista, y de su policía, no han variado, y esto es lo que debería retener todo trabajador o militante. Además del desempeño en “función de la sociedad” (digamos, atrapar al violador serial que anda suelto por el barrio), las fuerzas de seguridad constituyen un pilar del dominio de clase. Los gendarmes que participaron del operativo X (espionaje a manifestantes y activistas); o los policías que balearon a los qom en Formosa, no son compañeros trabajadores confundidos, sino “policías burgueses”, que actúan según la naturaleza del organismo que integran.

Por supuesto, podemos suponer que en una coyuntura revolucionaria, una parte importante del personal de las fuerzas armadas pasará del lado de los trabajadores. Pero se trata de un escenario muy especial, -cuando los explotados “toman el cielo por asalto»- caracterizado por la ruptura del estado. En cualquier otra condición, no hay que hacerse ilusiones. La existencia de la policía depende de la existencia del estado capitalista y de las relaciones sociales de producción capitalista. Los policías no van a ser ganados progresivamente para las ideas del socialismo, o la causa de los trabajadores. Por eso, también es ingenua la propuesta -la adelantó un dirigente de izquierda- de que se forme el sindicato de policías o gendarmes, pero con el compromiso de que sus miembros no van a reprimir a los trabajadores. Estas promesas son papel mojado. La lucha de clases no deja lugar a estas ensoñaciones.

Lucha de clases y experiencia histórica

Seguramente muchos verán mi análisis como poco sutil y sofisticado; pero en estas cuestiones lo que importa es “el trazo grueso”, la divisoria de clases. Si se pierde de vista esta brújula, terminaremos en graves problemas. Y la discusión no es meramente teórica, tiene consecuencias prácticas, inmediatas. Relato una experiencia: en 1975 yo militaba en un partido trotskista, que se dio como orientación hacer trabajo político entre los policías. Como todos sabemos, era la época en que la Tiple A asesinaba a diestra y siniestra. Pues bien, recuerdo que una compañera me contó la siguiente experiencia: se presentó en una comisaría y reclamó su “derecho democrático” a vender la la prensa del partido entre los policías. ¿Por qué no iba a hacerlo, si se trataba de “compañeros trabajadores”? Por suerte, un oficial se apiadó de ella, y le aconsejó, de la mejor manera, que se fuera de allí, antes de que le pasara algo grave. Algunos dirán que es un caso extremo, pero lo importante es que expresa un error de caracterización.

La experiencia histórica también demuestra que el estado capitalista no se erosiona paulatinamente, y que los sindicatos policiales son perfectamente asimilables por el sistema. Incluso huelgas y movimientos bastante radicales, han sido absorbidos. Por caso, hubo huelgas de policías en Boston, en 1919, en Montreal, en 1971, en Nueva York, en 1971 o en Baltimore, en 1974. En EEUU, España, Italia y otros países adelantados, los sindicatos de policías funcionan desde hace años. No hay evidencia de que la policía de esos lugares tenga un comportamiento más democrático y considerado hacia los que “cuestionan” o los que considera “enemigos del sistema”. Un caso histórico famoso es el de las huelgas de policías en Inglaterra, de 1918 y 1919, que estallaron en medio de una intensa agitación revolucionaria, cuando los trabajadores llegaron a elegir consejos. Aquellos policías huelguistas fueron llamados los Bolshevik Bobbies. Pero el movimiento revolucionario decayó, y los policías fueron integrados perfectamente al estado. Como resultado, se estableció un sindicato, aunque sin derecho de huelga. A partir de allí, no representó un problema para el capitalismo; incluso, el sindicato se constituyó en un canal más o menos normal de negociación de las condiciones laborales de los policías. Un sindicato puede contribuir al logro de un aparato policíaco más eficiente, consolidado y con alta moral, que no deja de ser un reaseguro para el sistema de explotación. Podemos imaginar incluso un sindicato pidiendo asistencia psicológica, mejores equipos y compensación económica para los “compañeros” que tienen que reprimir manifestaciones obreras o, tarea aún más penosa, picanear a un detenido para obtener información. ¿Por qué no, si se trata de “trabajadores asalariados”? El absurdo al que se llega es revelador de la inconsistencia del planteo, desde un punto de vista socialista.

En conclusión, no encuentro nada progresivo en apoyar la demanda de un sindicato de policías o gendarmes. Habría que recordarlo, un trabajador puesto a policía, no es un trabajador, sino un policía.

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«Sindicato de policías, ¿consigna socialista?«

Written by rolandoastarita

06/10/2012 a 12:18

39 respuestas

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  1. hola Rolo, por ahí le erro, pero me parece que lo que hoy se está dirimiendo es la constitución de las ‘fuerzas de seguridad’ como actor político, un tema que sería más espinoso para la politica argentina; no se si ellos plantean un sindicato, lo que necesitan es una forma, veremos la que encuentran, abrazo

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    Marcelo R

    06/10/2012 at 12:31

    • Marcelo, un «planteo militar» exigiendo mayor incidencia política en las decisiones de gobierno no es un movimiento de suboficiales pidiendo aumento salarial.

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      rolandoastarita

      06/10/2012 at 12:45

  2. para vos entonces se termina solucionando con un aumento?

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    Marcelo R

    06/10/2012 at 13:52

  3. Coincido totalmente con tu análisis sobre las «fuerzas del orden» capitalista. Como decís la función es garantizar la propiedad privada, lo que lleva, inevitablemente, a la represiòn del movimiento obrero. Esto es absolutamente incompatible con un planteo socialista.
    Alberto Guilis

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    Alberto Guilis

    06/10/2012 at 14:43

  4. Compañero Rolando. Una nota precisa y necesaria acerca de un problema que con frecuencia a desorientado a la izquierda. El policía no es un trabajador sino un funcionario del estado capitalista. Su función específica es velar por la preservación de la propiedad privada de la clase capitalista y su derecho a la explotación. Esto no cambia ni siquiera en condiciones revolucionarias. Lo que puede ocurrir bajo la presión de las masas insurrectas es una fragmentación y que sectores o individuos rompan con la institución y entreguen las armas por temor o impotencia para reprimir. El policía no es un híbrido, mitad obrero, mitad agente de la burguesía. Es un mercenario que, aún proviniendo en la mayoría de los casos, del proletariado, se vende al estado para salir de la clase trabajadora y lumpear con chapa. El atractivo de esta función estriba en la estabilidad laboral, prebendas de diverso tipo, acceso a la corrupción institucional -que es el atractivo básico que huele la mayoría de entre la lacra que se incorpora- y carta blanca para el abuso de poder. En el caso de Argentina, no se registran antecedentes históricos de negativa a la represión. En los setenta algunas organizaciones planteaban ‘la policía tiene dos caminos, unirse con el pueblo o ser sus asesinos’. Pues bien. Fueron sus asesinos y no podía ser de otra manera. Sus reclamos salariales son los de un casta corporativa que quiere vender sus servicios a un precio más alto, haciendo valer su rol como miembro del gran parásito estatal. Se jubilan a los 49 años con el 82% después de haber vivido de garrón y luego, si no curraron lo suficiente como para establecer algún negocio, formar parte de la amplia franja de zánganos mantenidos por el aporte de los trabajadores, con la opción de volver a ser convocados eventualmente, con más razón en momentos de ‘inseguridad’. Esta situación se hace extensiva a otros países. El ejemplo de Bolivia que usted citó es sintomático. Una huelga policial coincidente con la ‘Guerra del agua’ que esbozó algunos signos de confluencia. Bastó que el gobierno asesino de Sánchez de Losada otorgara por necesidad un aumento del 50% para que la fuerza, ayer ‘aliada’ saliera a reprimir a sangre y fuego, con decenas de muertos y cientos de heridos. En el caso de Argentina, las organizaciones trotskistas siguen divididas frente a la opción de apoyar los reclamos salariales de los uniformados y su sindicalización. En un extremo tenemos al PTS que se plantó rotundamente en contra y en el otro el MST que con Ripoll al frente fue a llevar su solidaridad a los suboficiales, con un amplio abanico centrista en el medio, según funjan de furgón de cola de Moyano o la CTA. Es una política oportunista que baja la guardia de los trabajadores frente a la represión. La excusa es la de siempre, hacer propaganda entre las fuerzas armadas, como si estuviéramos frente a un ejército de leva, contagiado por el fermento revolucionario. La inquietud de Marcelo R. no la entiendo en su exacta dimensión. Creo entender que se refiere a una opción golpista embrionaria, que es por el lado que usted le responde. Si es así no estaría de acuerdo. Pero también puede entenderse por el lado de las manijeadas conspirativas asociadas a las internas políticas, que es el trasfondo que el PO observa tras del levantamiento ‘salarial’ de prefectos y gendarmes.

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    AP

    06/10/2012 at 16:40

    • Hola AP, lo que trato de sugerir es que no estamos frente a un simple reclamo laboral (aunque es la base expresa del movimiento) ni ante un proto-golpe, sino quizás ante una situación nueva donde las fuerzas de seguridad se intentan consolidar como un actor con reconocimiento en el juego político. Y me parece que lo que sucede expresa procesos propios que se dan en esas fuerzas. Saludos.

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      Marcelo R

      07/10/2012 at 11:23

    • No veo cómo un movimiento de suboficiales, con reivindicaciones salariales, pueda intentar actuar como «un actor con reconocimiento en el juego político». El caso típico de esta forma de actuación de las FFAA fueron los «planteos militares»; por ejemplo, los que le hacían a Frondizi. Las cúpulas militares hacían tal o cual planteo, de corte netamente político (por ejemplo, sobre el reconocimiento de Cuba, sobre el plan económico, etc.). Para esto, la cadena de mandos tenía que estar intacta; algo que no sucede en el actual episodio.

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      rolandoastarita

      08/10/2012 at 09:13

  5. «….un trabajador puesto a policía no es un trabajador, sino un policía» esta frase encierra una idea fundamental, a mi entender, y es aquí donde tomo distancia del compañero AP. El policía que proviene de la clase trabajadora no es ninguna lacra ni nada que se le parezca (no necesariamente es eso), elige de entre las opciones laborales que tiene y se hace cana. Lógicamente, antes de ingresar a la fuerza puede que sea un trabajador aunque no de los que tienen una clara conciencia de clase o al menos una formación teórica que le permita darse cuenta de la detestable función que ha de cumplir.Una parte considerable de ellos se convertirá en una lacra, sin dudas, otros buscarán una zona «moralmente aceptable» dentro de la fuerza o le escaparán a la parte más sucia del trabajo (aquí habría que ampliar, pero creo que se entiende). Es decir, no debemos confundir la función social de la institución con lo que los miembros de la misma creen que desempeñan dentro de ella, lo cual no niega que como parte infinitesimal del aparato lo están representando, pero sin dudas me parece injusto poner en un lugar tan bajo al trabajador que se hace milico. De hecho, en las charlas que he podido mantener con canas allegados se ve muy claro tanto las estrategias que emplea a institución con los diferentes tipos de agentes, por dar un caso, a los más viejos de la suboficialidad los mandan cuando hay que contener, a los más jóvenes los mandan cuando hay que meter palos, porque están con la cabeza recién lavadita, tienen todo el afrecho etc. Lo cual tampoco niega que los más sanguinarios sean canas vejestorios, que son los que mejor representan los fines profundos de la institución y sí, en este caso son claras lacras sin dudas.

    Finalmente, totalmente de acuerdo con el análisis de Rolando, no tiene nada de progresivo que las fuerzas de seguridad tomen estatuto sindical, por la razón de que mientras el Estado sea capitalista le va a encontrar la vuelta para garantizarse la lealtad de quienes lo defienden, en caso de que no tenga suficiente para ofrecerles, seguro que antes se tiene que haber pasado por un proceso de ascenso revolucionario (tal vez una instancia de poder dual) como para que ni siquiera pueda lograr cohesión en sus mecanismos tradicionales de represión.

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    Ilichito

    07/10/2012 at 06:06

  6. Compañero Ilichito. Respeto tu posición. Es posible que el calificativo sea indiscriminado y la expresión teñida por el odio, aunque, también por la experiencia. En mi vida he conocido varios casos de jóvenes que se unieron a alguna fuerza del estado en base a una idealización de la función, discordante con la realidad. Lo que se, es que, en estos casos, si su fibra moral se mantiene intacta, se terminan yendo pronto o los van. Un amigo de la infancia se metió en la federal para seguir la tradición familiar. El viejo era un vigilante ‘de los de antes’ de pasar muy modesto y quería que su hijo fuera oficial. El gordo era más bueno que el pan, un poco duro de entendera pero con un corazón de oro. A los tres años tuvo una crisis. No pudo aguantar el verdugueo. Hoy está felizmente casado. Puso una pequeña agencia de turismo y aunque se fundió en 2001 y perdió la casa, sigue para adelante y no se arrepiente. Otro. Se metió en la aeronáutica. Salió como oficial y peleó en Malvinas con destacado valor. Al volver lo trompeó a un comodoro. Terminó con una baja deshonrosa y privado de la jubilación. Se había casado con el intendente de la fuerza. Un chorro y felón de primera que hoy tiene empresas de informática en Miami. Se le pudrió todo cuando pasó a ser un simple trabajador que no podía garantizar el estatus. Hoy rearmó su vida y es un simple vendedor de una empresa. Si mal no recuerdo, hasta prestó testimonio en casos de secuestros y apropiación de niños. Pero si duran, la cosa cambia. El medio los condiciona, y puedes ver, como, con el paso de los años, de manera sorda e imperceptible se van haciendo a imagen y semejanza del medio. Te podría contar cientos de historias más, pero no quiero aburrirte. Que te quiero decir. No todos son una lacra desde chicos. Pero la fracción del total es muy pequeña y arrollada por la marea de los que si lo son. En cuanto a los jóvenes que hoy se meten en alguna fuerza. He citado algunas razones básicas. Pero hay muchas más, todas engarzadas en torno a la línea de menor esfuerzo y el dinero fácil, sin importar a quien joder. Podrán no tener conciencia de clase, como no la tienen la mayoría de los trabajadores, pero saben muy bien donde, en que se meten y porqué. Se puede aducir que la mayoría son pobres ignorantes, con mentes muy limitadas. De hecho, en Uruguay, por ejemplo, se limitaba la incorporación de aquellos elementos cuyo I.Q superara demasiado el borde que separa la debilidad mental de la normalidad. Pero la ignorancia, o una mente obtusa no sirven para excusar que, lo sepan o no, transigen la línea de clase para vivir bajo la protección y el encubrimiento de un aparato de represión. No viven en una burbuja. Por otra parte, el contingente de elementos descompuestos que se vuelca, no es menor. La juventud en busca de un lugar bajo el sol no puede ser idealizada. Conozco cientos de casos de ladronzuelos, trapaceros, matones de esquina y pichones de garca de todo pelo y laya, que terminan en alguna fuerza. Si no les da para trabajar de sol a sol por dos chirolas o para vivir de jeta, prendidos de algún puntero y tampoco tienen huevos para robar, se hacen polizontes. Si van recomendados, hasta se les borran antecedentes y se le omite la rinoscopía. Y si no se meten en alguna barra brava para pegarle a los trabajadores a cargo de la burocracia o la corporación política. La policía es la primera línea de combate de la burguesía frente a la resistencia social. Los que allí se meten no son carmelitas descalzas. Podrán no ser unas luminarias, pero tampoco son ingenuos desorientados en busca de trabajo.
    Compañero. Espero que me disculpes el excurso y también si me excedí al generalizar. Es que, ultimamente, al calor de algunos ataques aviesos que está sufriendo este blog, se me está asomando el Hyde. Le tengo que ajustar el freno.
    Saludos.

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    AP

    07/10/2012 at 14:47

    • AP: Todo bien compañero, me ha quedado muy clara su postura, un abrazo también para usted.

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      Ilichito

      07/10/2012 at 19:28

  7. Compañero Marcelo. Le agradezco la precisión. Entiendo que las altas jerarquías de las fuerzas de seguridad se posicionen dentro del juego político, más aún cuando estas fuerzas han sido un pilar de la política represiva del kirchnerismo. No es descabellado pensar que estén utilizando estos reclamos como punta de lanza para presionar en pos de mayor incidencia en la vida civil y mayor cuota presupuestaria y de poder, pero no estoy seguro de que este fenómeno represente algo nuevo. Habrá que ver como se desarrolla el asunto. Hasta ahora se anotaron un round.
    Saludos.

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    AP

    07/10/2012 at 17:39

  8. Tengo conocidos que forman parte de fuerzas de seguridad y me parece correcto remarcar que la gran mayoría de quienes ingresan a estas fuerzas lo hacen por que no tienen otra salida. No es casualidad que la gran mayoría provenga de provincias del norte del país o de las zonas más vulnerables del Gran Buenos Aires. Por esta razón me hace ruido eso de “policías burgueses”. Tampoco entiendo bien cuando dice «los sindicatos policiales son perfectamente asimilables por el sistema». Sin embargo, me parece que los sindicatos de cualquier tipo son «perfectamente asimilables por el sistema».
    De todas maneras me parece un tema muy complejo por las contradicciones que se dan entre su condición de trabajador en relación de dependencia y el formar parte del aparato represivo que defiende los intereses una clase de la cual no forman parte.
    Los trabajadores de la educación también están al servicio del estado capitalista. Sin embargo, su función es ideológica y no represiva. Tal vez por eso tengan un mayor margen de acción para romper con esa tarea que el sistema les asigna.

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    German

    07/10/2012 at 17:40

    • Germán. El origen de quienes integran las fuerzas de seguridad no hace a su carácter de clase. El hecho de que sean asalariados en relación de dependencia, tampoco. En la nota se explica que existen casos definibles por su función social. Tal es el de las fuerzas de represión. Los policías son cancerberos del sistema, sin importar su extracción, rango o condición económica. Los sindicatos son asimilables por el sistema. Totalmente de acuerdo. Pero ese no es el punto. La cuestión a dirimir es si la sindicalización de la policía puede acarrear algún beneficio a la clase trabajadora o la perspectiva del socialismo. La experiencia histórica indica que no. Las reivindicaciones corporativas de los integrantes de esta casta se procesan siempre en beneficio de la burguesía. En la pirámide policial, por sus condiciones de existencia, hay un amplio estrato asimilable a la clase trabajadora, sin que por ello le pertenezca. Un sector afín a la clase media y una interesante porción de jerarcas con un estandar de vida típicamente burgués y fuertemente entrelazado con la clase capitalista. La mayoría de los altos rangos (y no tanto) se hacen explotadores, por medio del capital acumulado a fuerza de coparticipar del delito. Protección. Trata de blancas. Drogas. Secuestro extorsivo. Apriete político. Robo de automotores y reducción de autopartes y todos los curros ‘regulados’ que se le puedan ocurrir. Los destinos a comisarías se ‘venden’ en razón de la recaudación estimada. En la fuerza es común el dicho ‘Los de abajo reman, los de arriba roban’ y los de abajo ‘reman’ para llegar a robar o por lo menos, recibir las migajas. Toda la estructura es perfectamente consciente de esta situación. O el que va a buscar un sobre, a amenazar a un denunciante, a aplicar un apriete por encargo, torturar un detenido o reventar una movilización, no sabe lo que hace. La tortura se aplica en forma sistemática en comisarias con mayor saña, sadismo y racismo cuanto más pobre e inerme sea la víctima, convenientemente disfrazada (cuando salta la ficha) bajo el rótulo de apremios ilegales. Un proverbio alemán dice ‘A quien Dios da oficio, también da entendimiento’. Hay una responsabilidad colectiva y el uso hace al miembro. No me parece que no haya otra salida. En cuanto a los docentes. Hay una tentación de llamarlos ‘policías con guardapolvo blanco’ puesto que una de sus funciones es formar la mente de los párvulos en los cuños de la subordinación simbólica a la clase dominante disfrazada de patria, hogar, Dios y hoy, culto a la democracia y el ‘nunca más’ que en realidad será ‘muchos más’ toda vez que los intereses de la burguesía sea vean amenazados. Pero esa es una parte de sus funciones. La otra es calificar la fuerza de trabajo para que sea más eficiente como pasto para la explotación y contribuir por esta vía a la génesis de la plusvalía. Los docentes de la escuela pública son trabajadores improductivos, pero trabajadores al fin. Podrán tener en su mayoría una conciencia sindicalista y comportarse como borregos electorales de la burocracia y cada gobierno de turno, pero no salen a reventar a otros trabajadores en huelga al toque de deguello ni ejercen el monopolio de la violencia organizada para quebrar la resistencia de los de abajo. No son maestros en el arte de la picana, la cachiporra y el submarino seco. No rellenan el sueldito revendiendo ravioles de secuestro o cobrándoles el arreglo a los degenerados que le meten el paco a los pibes pobres. Hay una diferencia notable.
      Gracias y discúlpeme la crudeza.

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      AP

      07/10/2012 at 22:34

    • En realidad no tengo una posición formada sobre la sindicalización de estas fuerzas. Yo defiendo a las personas no a las instituciones. La pelicula «El Bonaerense» describe bien como la institución corrupta puede transformar a un tipo inocente en una persona con conductas y acciones como las que describís.
      Al comienzo de mi acomentario dije que tenía conocidos en fuerzas de seguridad. Uno de ellos tenía ya una familia, trabajaba y estudiaba en la universidad. Al perder el trabajo no pudo seguir estudiando y para mantener a su familia ingresó a Gendarmería. Estoy seguro que no tomo esta decisión porque le gusta reprimir protestas sociales.
      En conclusión, sobre el tema de si «la sindicalización de la policía puede acarrear algún beneficio a la clase trabajadora», después de releer y analizar el artículo, estoy de acuerdo con vos y con Rolando. En lo que no estaba de acuerdo era en algunosde los calificativos utilizados.

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      Germán

      08/10/2012 at 19:09

  9. Fe de erratas. En mi contestación a Ilichito. Donde dice ‘se había casado con el intendente de de la fuerza’ debe decir, con la hermana del intendente de la fuerza. Me comí dos palabras y lo dejé como un precursor del matrimonio gay. El flaco es incuestionablemente hetero. Pensándolo en clave psicoanalítica, fue un lapsus. En realidad, se casó con la guita del intendente de la fuerza.

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    AP

    07/10/2012 at 20:49

  10. Rolando, quería preguntarte si este análisis, también se corresponde para el caso de los que trabajan en seguridad privada. Entiendo que también su rol es proteger la propiedad. Pero también es cierto que sus condiciones de trabajo son algo diferentes. También, para entender mejor la respuesta, me gustaría que que definas si en este último caso, este trabajo genera valor. No provengo de las ciencias económicas, espero que se entienda cuál es mi duda. Gracias, un abrazo.

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    Nicolás

    07/10/2012 at 23:27

    • Existen muchos casos híbridos, que posiblemente no sea sencillo encasillar en una u otra categoría. Una parte de los que trabajan en seguridad privada no ejercen tareas de represión sobre la clase obrera o la izquierda (el caso del que vigila un barrio). Pero sí los que integran el personal de seguridad de una empresa. Se puede considerar que generan valor (sobre trabajo productivo, lo discuto aquí).

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      rolandoastarita

      08/10/2012 at 09:21

  11. Compañero Germán. No era mi intención ofenderlo a usted, ni a ningún conocido suyo que pueda haber tomado ese camino por una cuestión de supervivencia, lo que puede hacerse extensivo a otros ejemplos personales. Lo que digo es que me resisto a creer que no exista otra opción y que, si bien no todos entran con la vocación de reprimir(pero sí un buen contingente) a la larga o más bien a la corta -desde el entrenamiento- se hacen conscientes de esa función y de como se la aplica en la práctica. Si duran es por que no le surgen contradicciones morales o priorizan su conveniencia personal. En mi experiencia, los casos en que se han manifestado conflictos de este tipo, son más bien reducidos y ligados a una influencia externa, de tipo político o educacional y no a reivindicaciones corporativas. Por otra parte, pese a que, de la boca para afuera digan laburar como locos, y le tengan asco al huelguista, el piquetero que corta un calle o el ‘joven, morocho y de barrio suburbano’ son bastante conscientes del hiato que los separa del mundo del trabajo. Una anécdota. Hace años estaba haciendo una refacción en la casa de un suboficial de la brigada de explosivos de la bonaerense y el sujeto, frente a un problema técnico que estaba discutiendo con un compañero de trabajo, nos hizo una sugerencia competente. Demostrando cierto orgullo nostálgico, me dijo: Sabe, maestro, en un tiempo yo también laburé¡
    Saludos.

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    AP

    08/10/2012 at 22:20

    • AP, creo que en algo estamos de acuerdo: «son la instituciones (Policia, Gendarmería, Prefectura, etc) las que de alguna manera van transformando a los jovenes que ingresan en estas fuerzas». Después habría que estar en los zapatos de cada uno para saber porque siguen cuando reciben ordenes de reprimir. Sin embargo, yo me resisto a creer que un «buen contingente» ingrese a una fuerza por que le guste «romper cabezas de trabajadores». Incluso no hace falta ser policia para eso (recordemos la represión a los docentes de Santa Cruz por parte de la UOCRA) y tampoco creo que sea la única actividad que plantee dilemas morales (de la misma forma el trabajador de un curtiembre puede ser consciente que su trabajo contribuye a generar sustancias y residuos contaminantes que afectan la vida a miles de personas).
      Igual está todo bien y me parece que, aunque no parezca, en general estamos de acuerdo. Tal vez yo sea demasiado idealista y confie demasiado en la buena fe de las personas.

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      Germán

      09/10/2012 at 15:37

  12. Coincido plenamente Rolo con tu posición. Desde el marxismo es insostenible la defensa de los prefectos y gendarmes.
    El trabajo es trabajo abstracto, gasto de energía en general, pero también es trabajo especifico orientado a un fin. En su primer aspecto los prefectos pueden ser igualados a cualquier obrero. En su segundo aspecto, el trabajo específico orientado a un fin produce cabezas rotas de obreros manifestándose. Están social y políticamente enfrentados a los intereses de los trabajadores.

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    aristides

    09/10/2012 at 12:33

  13. Dos extractos del boletín de Correpi de claridad meridiana:
    ‘Entre el 18 y el 21 de septiembre, se desarrolló en Buenos Aires, el “2º Encuentro Regional Sobre el Marco Orientativo Estratégico para la Policía Internacional de la ONU” en el que se analizaron las pautas de seguridad para las operaciones de paz…..En Buenos Aires se reunieron representantes de las fuerzas represivas regionales (EEUU, Chile, México, Colombia, Brasil, entre otros). La fuerza anfitriona fue la Gendarmería Nacional. Este encuentro forma parte de una iniciativa del Departamento de Operaciones de Mantenimiento de la Paz de la ONU. Se llevó a cabo en el Hotel Melliá y finalizó con una visita al Centro de Capacitación para Operaciones de Paz (CENCAOPAZ) de Gendarmería Nacional Argentina.
    La principal finalidad de la Policía Internacional al llegar a un país invadido (al que denominan “huésped”) es pacificar el escenario post-conflicto y reconstruir una policía nacional para asegurar la represión interna sin intervención de las Naciones Unidas. Entre las principales preocupaciones de los participantes, fue la unificación de la doctrina de las diferentes fuerzas, para que cada vez actúen en forma más coordinada y unificada. Es así que el Gobierno de los Derechos Humanos usa a la Gendarmería Nacional, para que se forme junto a otras fuerzas, en la represión de situaciones de conflicto social agudo, para contribuir a la reconstrucción de la hegemonía del estado capitalista, en aquéllos lugares en que ésta se vea cuestionada. Se trata de la misma fuerza que despliega en todos los barrios del conurbano (Operativo Centinela), en los trenes, y en los barrios pobres del Sur de la Ciudad (Operativo Cinturón Sur), para ejercer el control social sobre el pueblo pobre. Sea con el clientelismo, para cooptar, o con la represión, para controlar, nadie manda una fuerza “pacificadora” (disciplinadora deberían decir) si no hubiera nada que pacificar.’

    ‘Mientras tanto, en Grecia, esta semana las fuerzas de seguridad mostraron que saben muy bien que su papel es primordial para sostener el sistema de explotación, y que lo piensan hacer valer. Ante el anuncio de posibles ajustes en su sueldo, la Federación de Sindicatos de Policías de Grecia amenazó al gobierno con negarse a reprimir las frecuentes protestas de trabajadores.
    No se trata –como seguramente se entusiasmará algún distraído- de que se nieguen a reprimir por “solidaridad de clase”. Todo lo contrario. Son desclasados que, aunque cobren un sueldo por vender su fuerza de trabajo, tienen tan claro que su rol es disciplinar al pueblo trabajador, y que esa misión es estratégica para los poderosos, que los extorsionan con dejar de hacerlo para conservar sus privilegios.’

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    AP

    09/10/2012 at 20:47

  14. Compañero Rolando. Quería pedir disculpas públicamente por el énfasis puesto en el tema, que se manifestó en reiteradas intervenciones. Es que la cuestión merece un gran debate en la izquierda y ya es histórica en el trotskismo.
    Gracias.

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    AP

    09/10/2012 at 21:06

  15. Dejo este texto de la agrupación Razón y Revolución sobre este tema, con el cuál discrepo casi en su totalidad: http://www.razonyrevolucion.org/ryr/index.php?option=com_content&view=article&catid=129:novedadesprincipal&id=2138:el-conflicto-de-las-fuerzas-represivas-y-las-tareas-de-la-izquierda Rolando, me gustaría conocer tú opinión del mismo, ya que en un párrafo hacen alusión a tus posturas aquí planteadas (con las que acuerdo) y me parece que de alguna forma son claramente tergiversadas…Saludos.

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    Armando

    13/10/2012 at 22:03

    • Ya me habían consultado por mail acerca de esta crítica. Este grupo escribe: «Decir, como la Correpi, Rolando Astarita, el PTS o el MAS, que la función hace a la “naturaleza” de clase es hacer retroceder el análisis social a una etapa pre-marxista. La pertenencia de clase se establece en vista de las relaciones sociales, no a partir de la directiva que la burguesía imprime a cada rama de actividad». Este es el argumento. Se trata de una simplificación esquemática. Con ese argumento, el director de una empresa no pertenecería a la clase capitalista si no es dueño de los medios de producción. Marx, en cambio, consideraba que pertenecía a la clase capitalista, aunque no fuera dueño de los medios de producción. Explica: «… la ganancia empresarial le corresponde al capitalista operante inclusive cuando es no propietario del capital con que opera…» (El Capital, t. 3, p. 486).
      Marx ubica al director de la empresa en la clase capitalista a partir de la función que ocupa en la explotación. Es una función derivada de la propiedad privada, pero el personaje puede no ser propietario. Luego Marx explica que el trabajo de explotar es cualitativamente distinto del trabajo explotado. En cambio, los que sostienen que el empresario no pertenece a la clase capitalista porque no es dueño de los medios de producción, piensan que ambos trabajos son idénticos en cuanto trabajo. La realidad es que entre ambos tipos de trabajo hay una relación de antagonismo, que prima sobre la identidad. Esto ubica al empresario en la clase capitalista, a partir de su función, y no porque sea propietario de los medios de producción. Por eso Marx dice que es un error presentar el trabajo del empresario «como meras funciones laborales».
      A raíz de algunos comentarios, aprovecho para señalar que, de la misma manera, no es lo mismo el trabajo estatal dedicado a reproducir las condiciones materiales de la fuerza de trabajo (salud, educación públicas) que el trabajo dedicado a reprimir a la fuerza de trabajo. Hay una relación de antagonismo entre ambos tipos de trabajo, que es inherente a la naturaleza del trabajo de reprimir a la fuerza de trabajo, en aras de defender al capital. De nuevo, es un error presentar el trabajo del que reprime como «meras funciones laborales». Es un trabajo que deriva del carácter antagónico de la relación social.
      Podemos ampliar: el presidente de la Nación, sus ministros y altos funcionarios del Estado, pertenecen también a la clase capitalista aunque no sean propietarios de medios de producción, porque la función esencial de su trabajo es dirigir el aparato estatal.

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      rolandoastarita

      13/10/2012 at 23:09

  16. Compañero Rolando. A raíz de la sugerencia que le hizo el compañero Armando acabo de leer la nota. No se si usted tuvo tiempo de leerla completa, pero no tiene desperdicio. Parece ser que el estado es una especie de Frankenstain, un cacho obrero, otro burgués, otro que baja y se pierde. El problema no es el ‘brazo ejecutor’ sino, el cerebro (La clase capitalista) Los empleados estatales son todo lo mismo. ‘Clases auxiliares’ según dice que Márx dice. Lo de la función es asunto menor. La existencia de una situación revolucionaria no es precondición de una ruptura de las fuerzas armadas. Esto puede ocurrir bajo cualquier circunstancia. Incluso en 2001 (cuando los obreros ocupados no movieron un dedo y luego la burguesía tuvo que cooptar a los obreros que no movieron un dedo-Sartelli dixit-) hubo fractura: El policía ‘piquetero’ de D’ Elía. Trotski era un trastornado y más la izquierda que le da bola. Hay que agitar por la sindicalización a secas y el encuadre en las Centrales sindicales, para que tengan contacto con la ‘ideología obrera’. Que las Universidades se llenen de ‘obreros policías y gendarmes’. Exigir una cláusula de ‘no represión’ sería una utopía por que llevaría a la ruptura con su función. Entonces, programa mínimo. Buenos salarios, por que si no ‘se lumpenizan’. De remate y como gran genialidad, un programa para exigir a las centrales sindicales, que, no es, ni más ni menos que el que levanta todo el arco de la izquierda trotskista. Los que no la ven, es por que están imbuidos de los prejuicios ‘focaultianos’ que abundan en los medios pequeñoburgueses y sectarios que frecuentan. Esta izquierda ‘sectaria’ no ve la doble función de las fuerzas represivas. Ayudar a las embarazadas. Proteger a los civiles de un asalto en el colectivo etc. y se deja llevar por todo lo otro. Y bueno. Nadie es perfecto. Cierta izquierda ampara más al chorro que al laburante. Dejo estas pinceladas sueltas para despertar interés en la lectura de la nota. De verdad se lo merece. El profesor Sartelli ya me había sorprendido en su momento cuando vaticinaba la fatal derrota de Cristina y el vendaval de votos a la izquierda para el que la izquierda se debía preparar con partido único o por lo menos un frente aguerrido que aspirase al 10%. Su balance postelectoral fue algo como ‘se me escapó la tortuga’ y ‘La culpa la tiene el FIT que es un flan’. Pero esto es un poco más fuerte.

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    AP

    14/10/2012 at 01:19

    • Sí, leí el resto de la nota, pero me pareció tan burdo y superficial, que decidí comentar solo lo que pretende ser un argumento teórico. Pero tampoco le dediqué mucho tiempo. Alguna gente se ofende por esto (me acusa de «ningunear» autores o grupos), pero no obedece a una descortesía, sino a la necesidad de aprovechar el tiempo de la mejor manera. No puedo estar siguiendo a todos, ni respondiendo todo. Tomo las cuestiones que me parecen que más pueden hacernos pensar, o ayudan a avanzar en el conocimiento. Con un agregado: trato de evitar a los grupos o autores que se la pasan insultando a todo el que discrepa con ellos.

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      rolandoastarita

      14/10/2012 at 09:42

  17. Compañeros. Acabo de leer el pronunciamiento de los sindicatos policiales ante la medida encabezada por prefectos y gendarmería. Muy interesante el llamado dirigido a la población, expresado en el punto:6º) Solicitar a la comunidad toda la solidaridad que siempre hemos tenido y volver a reivindicar que “La inseguridad tiene solución si se respetan los derechos de los trabajadores que estamos encargados de brindarla”. Diría. A confesión de partes. Relevo de pruebas. En otras palabras. Que nos den lo que queremos y salimos a meter bala.

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    AP

    14/10/2012 at 16:47

  18. IS polemiza con el reformismo del profesor Astarita y del PTS como se merecen….

    Sobre las huelgas policiales, la sindicalización, las FFAA y los socialistas revolucionarios

    Por Miguel Sorans, dirigente de la UIT-CI

    La huelga de gendarmes y prefectos, en Argentina, por reclamos salariales, y el apoyo a sus reclamos y al derecho a formar sindicatos realizada por Izquierda Socialista, entre otras organizaciones, ha generado una nueva polémica en la izquierda marxista. Este debate no es nuevo en la izquierda internacional, ya que hay corrientes como la que encarna el PTS-Fracción Trotskista, que se vienen oponiendo a toda huelga policial o de otras fuerzas en cualquier país del mundo donde ocurran. Como hicieron sus pequeños grupos afines de Brasil y Bolivia, quienes, con argumentos similares, se opusieron a la huelga de los bomberos de Río (Brasil), y a la huelga de policías de bajo rango de Bolivia. Ambas huelgas fueron reprimidas por los gobiernos de centroizquierda de Dilma Russef y Evo Morales.
    Es un debate muy importante porque hace a la estrategia revolucionaria y a cuestiones que siempre el marxismo debatió y adoptó posiciones. El marco lo dan las resoluciones de la III° Internacional y las experiencias revolucionarias del siglo XX.
    Consideramos que el cuestionamiento a intervenir con una política de clase en las huelgas policiales, va contra la tradición del marxismo revolucionario.

    1) La cita de Trotsky, usada por PTS a través de su dirigente Christian Castillo, y el profesor Rolando Astarita, sobre Alemania de los años 30 contra la policía, no corresponde a un caso de huelga policial o de bomberos, o de rebeliones salariales o por reivindicaciones de la base y cuadros medios militares. Su utilización es la negación del método marxista. Con citas mal usadas se puede pretender demostrar cualquier cosa. Trotsky, cuando se refiere correctamente al rol represor y burgués de la policía alemana: “el obrero, convertido en policía al servicio del Estado capitalista, es un policía burgués y no un obrero”, está polemizando con la socialdemocracia alemana, cuando ésta se negaba (1932) a movilizar a la clase trabajadora contra el avance político y de las bandas fascistas de Hitler y del partido nazi. La socialdemocracia, que apoyaba el régimen burgués del momento, argumentaba que se lo iba a parar con la policía y en los marcos de la constitución y la justicia burguesa del gobierno y el régimen. Argumentaba a su favor, diciendo que la mayor parte de la policía era de origen “obrero” y afiliados a la socialdemocracia. (Ver La lucha contra el fascismo en Alemania, Capitulo “La socialdemocracia”, Editorial Pluma, 1973, pág. 93 y siguientes). Polemiza y denuncia una política traidora y reformista que consideraba a la institución policial como “progresiva”, mientras desmovilizaba a la clase obrera alemana. Su consigna era “estado intervén”. Es lo opuesto a nuestra postura, la de los verdaderos marxistas. En ningún momento reivindicamos a la “policía” ni a la institución burguesa represora Gendarmeria o Prefectura. Apoyamos los reclamos salariales de la base y cuadros medios contra los altos mandos y el gobierno burgués de turno.

    2) El PTS y el profesor Astarita, van contra toda la tradición del marxismo y de nuestros maestros Lenin y Trotsky. PTS -que reivindica ser un partido revolucionario-, no cumpliría con las 21 condiciones de la III° Internacional, que en su punto 4 señala: “El deber de propagar las ideas comunistas implica la necesidad absoluta de desarrollar una propaganda y una agitación sistemática y perseverante entre las tropas. Donde la propaganda abierta sea difícil a causa de las leyes de excepción, debe desenvolverse ilegalmente; negarse a ello sería una traición a las exigencias del deber revolucionario, y por consecuencia incompatible con la afiliación a la Tercera Internacional”. El punto es una condición clara y excluyente para ser de la internacional, porque se considera traición. Esta resolución es del II° Congreso, encabezado por Lenin y Trotsky.

    3) El argumento de que no se los puede apoyar porque “no son trabajadores” es desmentido por la resolución de la Tercera Internacional. Es evidente que la Tercera no consideraba ni argumentaba que la agitación había que hacerla porque eran trabajadores, partía que eran las fuerzas represivas del estado burgués. ¿Por qué entonces recomendaba esa agitación sistemática? Porque consideraba que era parte de la estrategia revolucionaria tener una política para intentar dividirlas o paralizarlas para cuando llegara el momento de una insurrección obrera y popular. Se basaban en la experiencia revolucionaria.

    4) El argumento de que solo en situaciones de insurrección proletaria o de masas se puede tener una agitación y política para actuar sobre las fuerzas represivas, es falso. El punto 4 de la Tercera no pone esa condición.

    5) Lenin planteaba, en los acontecimientos revolucionarios de 1905, que había que apoyar los reclamos salariales y de mejoras en el servicio que reclaman los soldados y los marineros de las fuerzas armadas zaristas. “Los soldados de San Petersburgo quieren mejor rancho, mejor vestuario y mejor alojamiento, reclaman aumento de los haberes” […] “No es posible permanecer al margen de la lucha de todo el pueblo por la libertad. Quien muestre indiferencia ante esta lucha, apoya de hecho los desmanes del gobierno policiaco” (ver Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática, julio de 1905)

    6) El argumento de que apoyar mayores salarios es igual a apoyar un fortalecimiento del aparato represivo, es tan ridículo como decir que Lenin, al apoyar los reclamos salariales de los soldados y marineros del régimen zarista, era un traidor que ayudaba a que el aparato criminal zarista se fortaleciera para seguir asesinando al proletariado y a los campesinos rusos.

    7) También Trotsky señalaba -en polémica con los pacifistas y reformistas que veían la imposibilidad de enfrentar al poder burgués por sus fuerzas represivas y su poderoso armamento-, “detrás de cada máquina hay hombres, ligados por relaciones no sólo técnicas sino también sociales y políticas” (¿A dónde va Francia?, Pluma, 1974, página 37). O sea, decía que con una política correcta se podía ganar o paralizar a sectores de esas fuerzas represivas.

    8) El PTS hace tiempo da cursos sobre Clausewitz, uno de los mayores teóricos del arte militar. Pero olvida una de sus enseñanzas más importante, que gustaba citar Trotsky en ese trabajo y otros. Que la guerra civil es la continuación de la política por otros medios. Es evidente que cuando se llega al borde de una guerra civil o de una insurrección, que enfrenta la represión de las fuerzas represivas, es vital tener una política más radical hacia la base de esas fuerzas (incluida la autodefensa obrera), para dividirlas o paralizarlas, incluido apoyar sus reclamos salariales u otras reivindicaciones. Pero ¿por qué esa política es inválida cuando todavía no hay guerra ni insurrección, si, según Clausewitz, ésta es la continuación “de la política por otros medios”? En tiempos de “paz” hay que tener esa política preparatoria, como aconsejaba la Tercera, y no esperar a una insurrección o al comienzo de una guerra civil. Parte de esa preparación es hacer esa agitación política propagandística y parte de ella es buscar profundizar, con políticas correctas, las divisiones coyunturales o muy excepcionales que se provocan en las fuerzas represivas del régimen burgués, como lo son las huelgas salariales que, objetivamente, van contra las normas burguesas básicas, que son no reclamar, acatar los mandos, ni usar los métodos del movimiento obrero como las huelgas o los intentos de formar sindicatos. En ese marco apoyar las huelgas policiales, de bomberos o de otras fuerzas militares, es correcto, a condición de no reivindicar a la institución burguesa represiva y de unirla a las luchas de la clase trabajadora.

    9) Las huelgas policiales o de fuerzas semejantes se dan justamente en momentos de gran tensión social de un país. Las primeras que se conocieron fueron en Inglaterra de 1918-19, en donde surgieron los primeros sindicatos, barridos por el imperio británico. El profesor Astarita, da como prueba de que no tiene sentido proponer sindicatos policiales ni apoyar sus huelgas, porque después de esa huelga histórica y de tener un sindicato, la policía británica no cambió y siguió reprimiendo. El detalle que le falta, a este pseudo erudito del marxismo, es que el gobierno imperialista británico cesanteó y dio de baja a más de mil policías de aquella heroica huelga. Las huelgas policiales de 1918-19 eran parte de la oleada obrera revolucionaria pos revolución rusa. Que haya huelgas policiales y surjan sindicatos (como los que existen en Francia y otros países de Europa) no hace cambiar el carácter de las fuerzas represivas de un estado burgués, que solo se puede hacer cuando triunfe una revolución socialista y surja un estado obrero que las disuelva. Hoy las huelgas policiales son comunes en Gran Bretaña, en toda Europa y el mundo, en medio de la agudización de la crisis social capitalista. No se conoce un caso de que hayan sido rechazados por los trabajadores cuando se han sumado a la lucha. A su vez, esos mismos policías son repudiados y enfrentados cuando reprimen a los trabajadores y a la juventud. Es la realidad, con todas sus contradicciones. Querer reemplazarla por esquemas y citas mal empleadas, no sirve más que para alejar a los trabajadores de una verdadera política de clase y revolucionaria. Y favorecer, objetivamente por su infantilismo, al gobierno y al régimen capitalista de turno, como el gobierno peronista de Cristina Kirchner, que también cuestiona las huelgas policiales y de los gendarmes. Por otro lado, al no apoyar y repudiar estos reclamos, se abandona la pelea estratégica de buscar dividir o neutralizar a sectores de las fuerzas represivas, una de las tareas claves de la clase trabajadora y de los socialistas revolucionarios.

    15 de octubre 2012

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    Ezequiel Fernandez

    16/10/2012 at 00:44

    • Respondo brevemente.
      Primero, una cuestión de método. Escribe mi crítico: «Con citas mal usadas (se refiere a la cita de Trotsky) se puede pretender demostrar cualquier cosa». Error. No pretendo «demostrar» nada. Una cita no demuestra. Creer que con citas «se demuestra» es propio de dogmáticos. El principio de autoridad no tiene ninguna validez científica. Por eso también el peso de mi argumento no es una cita. El mismo error se repite cuando se refiere a las condiciones de admisión de la Tercera Internacional. Mi crítico cita una de las condiciones de admisión, y concluye que «no cumplo» con las condiciones establecidas para ser militante. ¡Horror! He sido excomulgado. Con esto, por supuesto, no se demuestra nada.
      Segundo, otro problema de método. Trotsky en esa cita hace una caracterización social. Sostiene que un policía no es un trabajador. Se puede estar a favor o en contra de esta caracterización, pero es un error decir que se trata de una caracterización correcta para esa coyuntura porque se hacía en función de una necesidad política. Remarco: el argumento de mi crítico es que, dado que Trotsky criticaba a la socialdemocracia porque no movilizaba, podía hacer esa caracterización social de la policía. ¿Significa esto que si la crítica política era otra, la caracterización social debía cambiar? Esto es, si me conviene para «ganar» una polémica determinada, uso la caracterización social X del fenómeno A. Pero si me conviene para «ganar» otra polémica, ahora uso la caracterización Y del mismo fenómeno A. En definitiva, esto se adapta a las necesidades del cliente. ¿A esto se le llama ciencia y materialismo histórico? El tema es importante. Revela una manera de polemizar en la izquierda. Se apela, por un lado, al principio de autoridad para «demostrar»; y por otra, se afirma abiertamente que las caracterizaciones sociológicas se adaptan y subordinan funcionalmente a las necesidades de la lucha política. El error es doble.
      Tercero, jamás sostuve que el socialismo no debiera hacer propaganda entre las tropas. Yo mismo he hecho «la colimba», y en la medida de las posibilidades (corría el año 1972, de fuerte politización) con otro compañero (venía del maoismo) tratamos de discutir algunas cuestiones mínimas con nuestros compañeros. Nunca me arrepentí de eso (ahora mi censor tiene problemas con mis condiciones de «admisión» a la Tercera Internacional, y yo respiro un poco aliviado, parece que no me excomulgan). Ahora bien, qué tiene que ver la propaganda entre las tropas y los reclutas, con la formación de un sindicato de policía, vaya uno a saber. Pero todo vale para esta clase de polémicas. Cualquier cosa, con tal de desacreditar el argumento del oponente.
      Cuarto, jamás sostuve que solo en una situación revolucionaria se puede hacer agitación entre la tropa. Hay una larga tradición en el marxismo de propaganda y agitación entre la tropa. Lo que sí sostengo es que solo en una situación revolucionaria una parte de las fuerzas represivas puede ser ganada a la causa del pueblo. No existe la posibilidad de que el aparato represivo pase de a poco, y gradualmente, del lado de la clase obrera. Es este punto el que estoy criticando. Es por eso también que no es posible ganar a la policía sobre la base de la defensa de sus intereses corporativos. La razón es que el trabajo de reprimir a las fuerzas del trabajo, para defender el capital, es de una naturaleza completamente distinta del trabajo que es explotado por el capital. Por eso, ese trabajo de reprimir no puede modificarse gradualmente. Tampoco puede cambiarse su naturaleza defendiendo los intereses corporativos de la policía. Lo que demuestran las experiencias de los sindicatos policiales es que en ningún lado la naturaleza de esos aparatos se modificó de alguna manera sustancial por la acción de esos sindicatos. La experiencia histórica (van décadas) confirma lo que dice la teoría.
      Quinto, sostengo que no es una cuestión de «política correcta» el poder ganar para la causa del pueblo a los aparatos represivos, si no hay condiciones revolucionarias. La posibilidad de que se fraccionen los aparatos represivos ocurre cuando los soldados ven que del otro lado hay una fuerza social con poder suficiente para apoyarlos. Aclaro, al pasar, que es una ilusión pensar que se puede establecer el «control obrero» sobre el ejército burgués (o instituciones similares). Por ejemplo, pensar que el ejército de EEUU podía marchar a la Segunda Guerra bajo control obrero (como pedían Trotsky y los trotskistas) es un desatino. Eso no sucede en ningún lado, ni puede suceder.
      Sexto, es una tontería sostener que por negarse a levantar la consigna de sindicato de la policía, no queremos combatir al estado burgués.
      Por último, no sostengo que mi crítico sea un «traidor» por pensar lo que piensa. Lo conozco desde hace muchos años, y es un honesto y consecuente luchador y militante socialista. Pero sí pienso que está equivocado.

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      rolandoastarita

      16/10/2012 at 09:38

    • Compañero Ezequiel. No entiendo por que el planteo de Rolando Astarita o el PTS sería reformista. A mi, por el contrario, me parece que ‘reformista’ es el planteo que expone a continuación. Que es, si no, la sindicalización de las fuerzas de seguridad.
      Gracias.

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      AP

      16/10/2012 at 14:19

    • Pego respuesta que ayer envié al grupo desde donde recibí la nota del cro. Sorans. Lamentablemente no tengo forma acá de subrayar, pero bueno. Saludos

      Al paso:
      No es bueno discutir con citas por varios motivos. No somos «dogmáticos» que creamos en la «verdad revelada» de nuestros maestros revolucionarios. Utilizar citas por fuera del contexto en la que se escribieron lo más probable es que le cambien el contenido. Entre otros motivos.
      Pero como el compañero Sorans nos llena de citas hagamos una sencilla, primaria y elemental exégesis de las mismas, sin entrar en argumentos que ya fueron esgrimidos con creces por el PTS en los últimos dos números de La Verdad Obrera.

      “El obrero, convertido en policía al servicio del Estado capitalista, es un policía burgués y no un obrero”. Sorans contextualiza la cita correctamente: Trotsky polemizaba con la socialdemocracia (y el estalinismo) que, efectivamente llamaban a confiar en la policía para enfrentar a los fascistas, en vez de… (y esto es lo que el compañero ¿casualmente? omite) impulsar las milicias obreras. Ahora bien, lo que no dice Sorans si esa tajante afirmación de Trotsky, que no da lugar a equívocos, ¿es correcta o no lo es?. El obrero convertido en policía al servicio del Estado capitalista, ¿es obrero o es burgués? O en el ’32 en Alemania era burgués pero 80 años después en Argentina es un obrero…. ?

      Sigamos con citas. Sorans menciona el trabajo de Trotsky sobre Francia. En junio de 1934 Trotsky publica el «Programa de Acción para Francia». Leamos con detenimiento este punto (subrayados míos):

      10. Disolución de la policía, derechos políticos para los soldados.
      El gobierno arrebata centenares de millones de francos a los pobres, a los explotados, a gente de todas las condiciones para desarrollar y armar a su policía, sus gardes mobiles y su ejército; en otras palabras, no sólo para desarrollar la guerra civil, sino también para preparar la guerra imperialista. Los jóvenes obreros movilizados por centenares de miles en las fuerzas ar­madas de tierra y mar están desprovisto de todos sus derechos.
      Exigimos la destitución de los oficiales y suboficiales reaccionarios y fascistas, instrumentos del golpe de estado. Por otra parte, los obreros bajo las armas deberán conservar todos sus derechos políticos y estarán representados por comités de soldados, elegidos en asambleas especiales. De esta manera se conservarán en contacto con la gran masa de los trabajadores, y unirán sus fuerzas con las del pueblo, organizado y armado contra la reacción y el fascismo.
      Todas las policías, ejecutoras de la voluntad del capitalismo del estado burgués y de sus pandillas de políticos corruptos deben ser disueltas. Ejecución de las tareas policiales por las milicias obreras. Abolición de los tribunales de clase, elección de todos los jueces, extensión del juicio por jurado a todos los crímenes y delitos menores: el pueblo se hará justicia a sí mismo.»

      No es muy difícil leer que acá Trotsky hace una total distinción entre la base obrera y campesina movilizada obligatoriamente para integrar las FFAA de entreguerra (obreros que circunstancialmente están «bajo las armas» que deben «conservar» todos sus derechos políticos de su vida civil) y las policías. Para los primeros un programa democrático que sirva para romper la cadena de mandos y nutrir las milicias obreras. Para las segundas, disolución sin más.

      Comparar a una fuerza represiva totalmente profesionalizada Gendarmería o las policías, con ejércitos de millones de obreros y campesinos movilizados, es un verdadero dislate.

      Véase este cuadro: de estos ejércitos hablaban Lenin y Trotsky, ejércitos de masas donde más de la mitad de sus integrantes eran «movilizados» circunstancialmente para la guerra. Quien no tuviera una política activa para con esos obreros y campesinos armados por la misma burguesía para ir a la guerra, podría dedicarse a cualquier cosa menos a la revolución.

      EFECTIVOS MILITARES 1914-1918
      Países de la Entente
      Efectivos de los Ejércitos y la Reserva (1914) Fuerzas movilizadas 1914-1918
      Rusia 5,971,000 12,000,000
      Francia 4,017,000 8,410,000
      Gran Bretaña 975,000 8,905,000
      Italia 1,251,000 5,615,000
      Estados Unidos 200,000 4,355,000
      Japón 800,000 800,000
      Rumania 290,000 750,000
      Serbia 200,000 707,000
      Bélgica 117,000 267,000
      Grecia 230,000 230,000
      Portugal 40,000 100,000
      Montenegro 50,000 50,000

      Países de los Imperios Centrales
      Efectivos de los Ejércitos y la Reserva (1914) Fuerzas movilizadas 1914-1918
      Alemania 4,500,000 11,000,000
      Austria-Hungría 3,000,000 7,800,000
      Turquía 210,000 2,850,000
      Bulgaria 280,000 1,200,000

      ¿Qué tiene que ver ésto con las policías federal, provinciales o gendarmería? Son comparables los marineros revolucionarios del Báltico movilizados para la guerra (200 mil de ellos fueron parte de la constitución del Ejército Rojo) con los efectivos del Grupo Albatros de Prefectura?

      Sobre Clauwsewitz y «la guerra como continuidad de la política por otros medios». Evidentemente, más allá de la comprensión harto sesgada del teórico prusiano, el objeto sobre el cual Sorans se refiere (las policías y fuerzas profesionalizadas y sus huelgas) no tiene nada que ver las tropas obreras y campesinas movilizadas por millones para las cuales, insistimos, es clave tener una política permanentemente activa.

      Es Sorans tiene que demostrar, entonces, si los revolucionarios a los que cita apoyaron alguna vez demandas de las fuerzas policiales o las de un ejército profesionalizado.

      Y ya que estamos con citas, terminemos con Trotsky en extraordinaria «Historia de la Revolución Rusa» (subrayados míos): “La policía no tardó en desaparecer completamente del mapa; es decir, se ocultó y empezó a maniobrar por debajo de cuerda. Vienen los soldados a ocupar su puesto, fusil al brazo. Los obreros los interrogan, inquietos: “¿Es posible, compañeros, que vengáis en ayuda de los gendarmes?” (…) “Entre tanto, el desarme de los “faraones” se convierte en la divisa general. Los gendarmes son el enemigo cruel, irreconciliable, odiado. No hay ni que pensar en ganarlos para la causa. No hay más remedio que azotarlos o matarlos. El Ejército ya es otra cosa. La multitud rehúye con todas sus fuerzas los choques hostiles con ellos, busca el modo de ganarlo, de persuadirlo, de fundirlo con el pueblo.»

      salud,
      Guillo Pistonesi,
      15 de octubre de 2012

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      Guillo Pistonesi

      16/10/2012 at 14:59

  19. Compañeros. Recomiendo fervientemente escuchar las declaraciones de M.C.Verdú en 08-10-12-Prog Ctral-Maria del Carmen Verdu sobre caso Severo y juicio de Mariano Ferreyra. Claro. Terminante. Lapidario. Inapelable.
    Saludos

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    AP

    16/10/2012 at 14:13

    • Muy buenas las apreciaciones de Rolando, AP y Pistonesi. Por otro lado, este señor Sartelli cree que habla desde un pedestal, que dicta «cátedra» y que tiene «la verdad revelada»…¡Es vergonzoso! En cuanto a Sorans, debería entender que las diferencias de opinión o tácticas dentro del mismo espacio, no convierten a nadie en «traidor» o «contrarevolucionario»…¡Cuántos problemas de método y de ética! Saludos.

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      Armando

      16/10/2012 at 20:40

  20. Compañero Armando. La actitud pedante del profesor Sartelli es casi una marca registrada. De todos modos, los aires tonantes y sobradores son el excipiente del opio reformista y oportunista que destila. En cuanto a Sorans, no creo que hable explícitamente de traición, pero sí de negativa a la lucha, falta de espíritu ‘comunista’ el todo aderezado con la autoproclamación típica de la sectas oportunistas que justifican su propia falta de principios en supuestas desviaciones ultraizquierdistas. Estaba releyendo su intervención y no resiste el menor análisis. Invocar a la Tercera Internacional. La boca se te haga a un lado. La tercera insta a la agitación revolucionaria entre las tropas, a la agitación en todas las variantes de la dictadura del proletariado, en un momento que caracteriza como de guerra civil inminente. El dirigente en cuestión, en cambio, nos dice que hay que hacer ‘sindicalismo’ en una etapa de paz social y frente a cuerpos profesionales y a esto lo contrabandea como el legado de la Tercera en materia de agitación clasista. Son respuestas para consumo interno o dirigidas a analfabetos políticos.

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    AP

    17/10/2012 at 10:05

  21. Todo muy lindo, pero no contestaron los argumentos de RyR. Al contrario, reafirman lo que se sabe: la increíble incapacidad de gran parte de nuestra izquierda para tratar asuntos concretos y su religiosidad a prueba de balas: citas, citas y más citas de los Padres Eternos. Ay, ay, ay…

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    Juan Ledesma

    23/10/2012 at 11:18

    • Juan. Se podrá estar de acuerdo, o no, con lo respondido, pero no se puede decir que no hubo respuesta a los argumentos de RyR.

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      AP

      23/10/2012 at 12:16

  22. Dado que varios lectores se han mostrado solidarios con los argumentos de corrientes de izquierda que defienden al apoyo a las reivindicaciones de las fuerzas de seguridad y su sindicalización, quería sugerir a todos la lectura del boletín 676 de Correpi en que se desarrolla una respuesta en toda la línea a esas posiciones incluyendo algunos argumentos, en mi opinión, decididamente reaccionarios, que no se han tocado en este blog, léase: la defensa del lado bueno de la represión, efectuada por Ry R.

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    AP

    23/10/2012 at 20:19

    • Otra vez sobre la asonada de los desclasados.

      Como decíamos en la nota sobre los compañeros de la línea 60, poco después de finalizado el conflicto por los salarios, los gendarmes los desalojaron de la Panamericana.

      Es que los integrantes de las fuerzas represivas no son trabajadores, sino desclasados. Son aquellos que, proviniendo en su mayoría de la clase trabajadora, están dispuestos a matar en defensa de los intereses de los capitalistas, a cambio de una paga.

      Por eso, lejos estamos de confundir al perro con el amo. No los consideramos burgueses, sino perros guardianes de la burguesía.

      Su conciencia está determinada por su existencia. Ingresaron voluntariamente a una fuerza represiva, en la que se forman profesionalmente para vigilar, controlar y reprimir. Su vida está determinada por esta tarea y su subjetividad adaptada a la misma. Esta subjetividad se forma a lo largo del tiempo en cientos de hechos, desde la participación en torturas en comisarías, en hechos delictivos, hasta en la vigilancia en los barrios, con las lógicas detenciones arbitrarias de los pibes pobres, por portación de cara, y el consabido verdugueo que diariamente sufren millones de pobres en nuestro país.

      Luego, en cada hecho represivo que descargan sobre los trabajadores, muestran la imposibilidad de solidarizarse con quienes fueron, en algún momento, sus hermanos de clase.

      Ruptura de la cadena de mandos.

      Dentro del campo popular hay quienes creen, de buena fe, que el reclamo salarial protagonizado por los represores, puede provocar una ruptura en la cadena de mandos. Dentro del conjunto de estas organizaciones, no son pocas los que estigmatizan a otras organizaciones como la nuestra, con calificativos como sectarios, ultraizquierdistas, o infantilistas, por negar esa posibilidad.

      Suponer que los integrantes de las fuerzas represivas, que están preparadas técnica e ideológicamente para reprimir rebeliones populares, puedan romper con la ideología que los estructura, dentro de la cual está la cadena de mandos, por un recorte salarial, es cuanto menos ingenuo. Concluir que puedan llegar a solidarizarse con los trabajadores y negarse a reprimir, por el mismo motivo, roza el delirio.

      Quien no tiene escrúpulos para desarrollar todo tipo de acciones represivas, desde el verdugueo hasta la tortura y la muerte, pasando por la criminalidad policial, no abandona su puesto por un recorte de salarios. Mucho menos cuando sabe que es imprescindible para el mantenimiento del orden de esta sociedad de clases. En cambio, hace valer su importancia, para que rápidamente le solucionen el problema. Todo ello sin dejar de reprimir, sin dejar de saturar los barrios, sin dejar de vigilar. Lograr sus objetivos los reafirma en ese pensamiento y en el orgullo de la “labor” que llevan a cabo; los envalentona.

      Es más, este cambio en la subjetividad, por cuestiones reivindicativas, no sucede ni con los trabajadores que, con un 20% de desocupación votaban por Menem, o que votaron por Cristina Kirchner, aún cuando desde 2003, hasta la fecha, se dan la mayor cantidad de casos de gatillo fácil que afectan a sectores provenientes de la clase trabajadora.

      La sindicalización.

      Asimismo, creer que la sindicalización puede tener como efecto esa ruptura de cadena de mandos, o cuestionar la jerarquía verticalista, sigue siendo tan ingenuo como lo anterior.

      La sindicalización no cuestiona las estructuras verticalistas, ni es incompatible con ellas. Los trabajadores estatales están estructurados dentro de la jerarquía de la administración pública. De hecho, la jerarquía administrativa es uno de los fundamentos de la potestad disciplinaria. Sin embargo, ello no es incompatible con la agremiación de miles de trabajadores estatales.

      Por otra parte, es ignorar las experiencias de otros países. En España, por ejemplo, el titular del Sindicato Unificado de la Policía (SUP), ha justificado las represiones contra el movimiento de los indignados, la infiltración, el uso de policías encapuchados (Europapress, 26/09/2012), el actual tratamiento brutal a los independentistas vascos, y ha pedido mantener represión contra ETA, aún luego de anunciado el alto el fuego (Europapress 06/09/2010; 21/12/2011). En Grecia, además de que vienen reprimiendo las luchas contra el ajuste desde hace tiempo, el sindicato policial ha advertido a las autoridades del Estado, a título de amenaza, que se negarán a reprimir las protestas de trabajadores si se les reduce el sueldo (Boletín informativo nº 674). Ése es el trabajo que realiza el aparato represivo estatal. El trabajo de un mercenario.

      Además, desconoce que la sindicalización no es impulsada por miembros de la base de las fuerzas represivas. Al contrario, entre los principales impulsores se puede encontrar a más de un comisario. Valga el ejemplo de Edgardo Mastandrea, comisario retirado que se paseó por todo el arco político “progresista” durante la década del ’90, y parte de la primera década del siglo XXI, impulsando la sindicalización policial, y que cayó en desgracia cuando fue detenido y procesado por su participación en crímenes cometidos durante la dictadura.

      No tiene en cuenta, tampoco, la naturaleza de los reclamos que suelen enarbolar estas organizaciones autodenominadas sindicatos: mejor equipamiento (represivo) provisto por el Estado, mejores condiciones de trabajo (de ejercicio de la represión), o asistencia jurídica estatal por hechos de servicio (léase, asistencia jurídica gratuita cuando deben enfrentar acusaciones por gatillo fácil o tortura) son los más usuales (ver Boletín informativo nº 428 respecto de las “reivindicaciones” del sindicalismo policial español).

      La quiebra del aparato represivo.

      No desconocemos que, en determinado momento, ante las luchas del pueblo organizado, el aparato represivo se puede quebrar y hasta disgregar. Pero ello ocurre cuando estos desclasados se enfrentan a la violencia organizada del pueblo. Parafraseando a Roque Dalton, cuando los represores dejan de ver al pueblo como un montón de espaldas que huyen, y comienzan a verlo venir de pecho y con cada vez más fusiles.

      Lejos de estar en una situación como esa, las últimas elecciones muestran un fortalecimiento de la hegemonía burguesa, no sólo por la votación masiva por Cristina Kirchner, sino por el hecho de que el resto que votó, lo hizo también por otras variantes burguesas, más o menos reaccionarias. Lo demuestra también el hecho de que, pese a los continuos ataques represivos sobre organizaciones de trabajadores clasistas, que ya nos costaron varios compañeros muertos en los últimos años, no puede ponerse en pie un espacio de coordinación para combatir, siguiendo una política de frente único, esa misma represión. Ni hablar de organizar la autodefensa o de tener una política de seguridad común en las movilizaciones.

      Así, la política de las organizaciones que llaman a intervenir en el aparato represivo estatal, sea a título de agitar consignas por afuera, o a organizar a los mismos represores, en este contexto es grave. Por un lado, porque dan la falsa idea de que el aparato represivo puede ser reformado y se puede alterar su naturaleza sin combatirlo. Por el otro, porque pese a lo que se dice, no actúan en consecuencia. En los hechos, ninguna organización de izquierda tiene tal intervención, por lo que terminan llevando a cabo una política de disputa con otras organizaciones del mismo campo, corriéndolas por izquierda, pero sin tener una política que coincida con sus discursos.

      La técnica determina la táctica.

      Esto, que quiere hacerse pasar como la palabra certera de la política revolucionaria, ignora una indicación de método, básica de los grandes revolucionarios: la táctica militar depende de la técnica militar. Ninguna organización de las que levantan estas posturas tiene un estudio de la técnica militar del aparato represivo estatal. Reducir la cuestión técnica al tipo de armamento sería de simplificar la cuestión. Ésta remite al tipo de preparación de la fuerza represiva, las hipótesis de conflicto que manejan, y cómo se organizan para enfrentarlas. Todo esto remite no sólo a la cuestión político–militar, sino también a la ideológica.

      Así, despreciando este tipo de cuestiones, algunas organizaciones han hasta levantado la condición 4ª, para la admisión de los partidos comunistas en la III Internacional, como justificativo de la necesidad de intervenir en las fuerzas represivas (“El deber de propagar las ideas comunistas implica la necesidad absoluta de llevar a cabo una propaganda y una agitación sistemática y perseverante entre las tropas. En los lugares donde la propaganda abierta presente dificultades a consecuencia de las leyes de excepción, debe ser realizada ilegalmente. Negarse a hacerlo constituiría una traición al deber revolucionario y en consecuencia incompatible con la afiliación a la III Internacional”).

      Se hace así una analogía apresurada. Se hace abstracción de que esas condiciones se establecieron en la etapa de la primera posguerra, luego del triunfo de la revolución rusa, en forma contemporánea a las revoluciones húngara, alemana y italiana, en una situación de agotamiento de la economía europea, de franca debilidad de los estados, y de la existencia de organizaciones que aglutinaban a millones de trabajadores, con una perspectiva de clase revolucionaria.

      Pero, además, también hace abstracción del tipo de ejércitos existentes en ese momento. Los ejércitos de los principales países eran organizaciones de leva forzosa. Su componente mayoritario era de soldados obreros y campesinos que habían sido obligados a alistarse para, transitoriamente, prestar servicios militares. Lejos de tratarse de hombres que hacían de la represión su modo de vida, las fuerzas armadas estaban sobrepobladas de hombres cuya existencia estaba determinada por el trabajo en la fábrica, en la ciudad o en el campo.

      Es decir que, este tipo de propuestas, ignora la indicación de método de estudiar las características del aparato represivo, para luego determinar qué tipo de táctica adoptar.

      Pero aún cuando no consideremos todas estas cuestiones, es decir, aún cuando nos neguemos a analizar la situación concreta en la que se propone actuar, los mismos revolucionarios explicaban cuánto había de rutinario en la concepción que pretendía que las tropas se pasarían de bando como consecuencia del trabajo realizado en ellas. Por el contrario, indicaban que, llegado el momento, habría que dar una lucha física por quebrar a las tropas, para que algunos sectores se pasen a las filas del pueblo (vgr. Lenin, Las enseñanzas de la insurrección de Moscú).

      En la actualidad no existen las organizaciones capaces de llevar adelante tal política.

      En cuanto al aparato represivo, en septiembre la Gendarmería Nacional fue anfitriona de un Encuentro Regional para la Policía Internacional de la ONU (UNPOL). La hipótesis para la que se prepara gendarmería es intervenir en un Estado con conflicto interno (rebelión popular), en lo que denominan como Operaciones de Paz. Esto es, invasión de fuerzas militares bajo mandato del Consejo de Seguridad de la ONU, tendiente a reprimir el conflicto, y a reestablecer una Policía Nacional, que pueda asegurar la represión interna sin intervención de las Naciones Unidas (Boletín informativo nº 674).

      Nuestras Fuerzas Armadas también realizan ejercicios conjuntos, con otros ejércitos americanos, con dirección de los Estados Unidos, en hipótesis de conformación de fuerzas multinacionales bajo mandato del Consejo de Seguridad, en Operaciones de Paz. Ejercicios conjuntos como el “Cabañas” son paradigmáticos.

      Asimismo, existe la política de utilizar locaciones militares de los países anfitriones, para encubrir bases militares yanquis, o de realizar misiones humanitarias para legitimar al ejército ante la población, al mismo tiempo que se hace reconocimiento del terreno y de la cultura en la que se intenta intervenir (“Plan Ahí” en la Argentina, o los Medrete’s, Beyond Horizons, entre otros, del Comando Sur).

      La colaboración de nuestras fuerzas represivas con el imperialismo yanqui y europeo es total. Miles de integrantes de estas fuerzas se han formado en los últimos años en cursos norteamericanos financiados por el Departamento de Estado (Ver en su página de Internet, Foreign Military Training).

      La principal hipótesis de intervención es siempre la represión de rebeliones populares mediante una fuerza multinacional dirigida por los Estados Unidos. Para esto se preparan diariamente nuestras fuerzas represivas. Y todo esto sin contar aquélla colaboración que no conocemos por ser clasificada.

      Por eso, el “andate zurda” que le gritaron a una dirigente de izquierda tiene un significado muy diferente al que le pudo haber gritado un trabajador de la burocracia sindical. La izquierda tiene un trabajo de años formando agrupaciones antiburocráticas que buscan arrebatarle los sindicatos a la burocracia. En cada rama de la producción, es posible encontrar núcleos de revolucionarios desarrollando esa tarea. Es lógico que un burócrata le grite eso a un dirigente de izquierda porque desarrollan una lucha todos los días por el control del gremio. No ocurre lo mismo en las fuerzas de seguridad, donde no hay trabajo alguno que pueda balancearse. El “andate zurda” no remite a un enfrentamiento cotidiano, pero también histórico en el seno de la clase obrera, sino a la preparación ideológica de la fuerza organizada para reprimirla.

      Plantear una política de intervención, desconociendo las características de la fuerza represiva es, por lo menos, irresponsable.

      Un poco de represión no está mal.

      Luego, hasta se han dado justificaciones que rayan con el pensamiento más reaccionario. Todo con el objetivo de lograr un convencimiento sobre la necesidad de militar a las fuerzas represivas.

      Así, hemos leído que se justificaba un tipo de represión estatal porque es la que se abate sobre el delito común, cuyo principal damnificado es el trabajador y su derecho de propiedad. En consecuencia, compañeros que se dicen revolucionarios, sostienen que esta represión no es mala. Si no es mala, ¿será que es una consecuencia adecuada al tipo de fenómeno que enfrenta?.

      Curiosamente, en esas notas no se plantea atacar las causas del delito, el capitalismo mismo, sino que se intenta justificar cierto grado de represión sobre la base de la existencia de delito. Nada que envidiarle a cualquier campaña de inseguridad de la burguesía. Decimos curiosamente, porque luego se sostiene que el “reciente” fenómeno de lumpenización de la fuerza represiva (criminalidad policial) tendría como causa los bajos salarios de los policías, por lo que en este caso sí se propone atacar esa supuesta causa, reclamando que se los aumenten. Véase cómo, respecto del delito que sería protagonizado por el pibe chorro, la represión sí está justificada, mientras que no se postula reprimir a los represores por la criminalidad policial. Como decíamos, un discurso que podría sostener cualquier burgués reaccionario.

      Además de reaccionario, es ignorante, porque la criminalidad no es, ni de lejos, un fenómeno reciente. En su momento, Rodolfo Walsh escribía en el diario de la CGT de los Argentinos, que la secta del gatillo alegre era la logia de los dedos en la lata, señalando correctamente la relación que existe entre la función represiva y la criminalidad policial (1968). Este fenómeno hasta se puede observar en películas como “Pandillas de Nueva York”, de Martin Scorsese, ambientada en 1865, en donde un irlandés, devenido en policía, va por las noches a los escondites de los pibes chorros de los “Five Points” a reclamar parte del botín. Pudo verse también en el robo de propiedades de algunos desaparecidos por parte de la jerarquía militar de la última dictadura. Luciano Arruga nos recuerda permanentemente quién organiza el delito en los barrios, para quiénes trabajan los pibes chorros, y qué les pasa cuando quieren negarse a trabajar para la policía.

      Ninguna colaboración.

      En el momento actual en el que se encuentran nuestras organizaciones, plantear algún tipo de colaboración entre el campo popular y el aparato represivo estatal es, en primer lugar, imprudente. Se abriría la puerta a un mayor conocimiento de parte de integrantes del aparato represivo de nuestras organizaciones. Permitirlo linda con lo criminal.

      En cambio, es necesario consolidar la colaboración entre organizaciones para hacer efectivo, en la realidad de la militancia cotidiana, el frente único. No para salir en forma espasmódica ante la represión de alguna lucha popular, sino para que ese frente único exprese una política de coordinación sistemática de defensa de todo compañero represaliado por luchar.

      Lejos de estar en una situación en la que debamos preocuparnos y distraer fuerzas en generar conciencia popular en el aparato represivo (algo que nosotros negamos que se pueda lograr actualmente), debemos generar conciencia antirrepresiva en el pueblo, para que no vea con naturalidad la saturación de fuerzas de seguridad en el territorio. Que no sea natural para nuestro pueblo que haya policías provinciales, municipales, federales, y de tipo militar, saturando con retenes de control el territorio. Debemos generar conciencia de que no es normal que nuestros barrios se hayan convertido en un gueto.

      Por eso es que constantemente decimos que, en este aspecto, no hay política de reforma, que la única política viable contra la represión es la que llama a organizarse y a luchar.
      http://correpi.lahaine.org/?p=1162

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      LGJP

      28/10/2012 at 16:58

  23. Compañero Rolando. Hoy escuché un dato que me pareció estremecedor. Hay fundadas sospechas de que más del 30% de la población carcelaria de Argentina, está presa a consecuencia de causas armadas, es decir, fraguadas por la policía y la corporación judicial a los efectos de proteger a su personal involucrado en la administración de actividades delictivas y toda la banda de lúmpenes que los secunda. Las víctimas predilectas son elementos con algún tipo de antecedentes menores y sin recursos para defenderse lo que les facilita la tarea de estigmatización y falsa imputación destinada a cubrir la responsabilidad institucional en la protección del delito. Si bien este ‘modus operandi’ no resulta nuevo y trasciende fronteras, me parece alarmante la cifra. Un elemento más en favor de caracterizar como plenamente consciente su función represiva, mercenaria y corrupta, abarcando a la abrumadora mayoría de sus integrantes. Llenar las cárceles de chivos expiatorios, para ‘cumplir la estadística’ y sostener el negocio no es más que el corolario de su función represiva principal, pero habla a las claras de una responsabilidad colectiva. Una revolución triunfante no podría más que decretar la ‘inversión de prueba’ para con los integrantes de estas fuerzas. Frente al lapidario apotegma ‘Aquí moran los que perdieron la dignidad’ se comprueba la veracidad del aforismo carcelario que con frecuencia lo corrige en furtivo trazo: ‘Y los guardan los que nunca la tuvieron’.

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    AP

    18/12/2012 at 00:11


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