Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Crítica al marxismo subjetivista de Kohan y Holloway

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Por estos días un lector me envió un mail preguntándome por mi posición frente a la crítica del profesor Néstor Kohan al marxismo “objetivista” y “determinista”. El tema está vinculado a la cuestión de si existen leyes objetivas, sociales, en el modo de producción capitalista. Kohan es un exponente de los marxistas que sostienen que no existen tales leyes objetivas. Ha escrito un libro sobre El Capital, de mucha influencia en Argentina y en América Latina, en el que defiende esta postura. John Holloway, a quien Kohan cita extensamente, tiene un enfoque similar. Mi punto de vista es muy distinto. En esta nota reproduzco un artículo que escribí en 2007, de crítica al libro de Kohan. Ahora he modificado el título y varios pasajes. El determinismo en el marxismo lo trataré más específicamente en otra nota, aunque la cuestión ya está contenida en la discusión sobre las leyes objetivas. Aquí va entonces el escrito.

En los últimos años se ha difundido una crítica a lo que se llama la lectura “tradicional” de El Capital. La misma afirma que la lectura tradicional conduce a interpretaciones “funcionalistas”, “objetivistas”, “mecanicistas” e incluso “burguesas” del capitalismo. Esta idea ha sido desarrollada por el profesor Kohan en El Capital, historia y método – una introducción (La Habana, 2004; las citas corresponden a este texto). El libro incluye un trabajo de John Holloway, en el que sostiene que “[l]a lectura tradicional [de El Capital] es una lectura funcionalista” (p. 435), que anula la fuerza crítica de la obra de Marx. Kohan, por su parte, advierte que El Capital no hay que leerlo “sin advertir todo lo que la exposición lógica presupone”. Con esto quiere decir que no hay que empezar por la primera línea del primer capítulo, y seguir por el capítulo dos, por el tres, etcétera, porque si hace esto el lector “se desbarranca inmediatamente y sin remedio” (p. 292; énfasis agregado), y está condenado a no ver las diferencias entre la “mano invisible” de Adam Smith y la posición de Marx. Según Kohan, hay que comenzar a leer el texto de Marx por el capítulo 24, y hay que estar prevenido contra las tentaciones de interpretación “mecanicista” y “objetivista”. En definitiva, Kohan y Holloway abogan por un marxismo “no objetivista”, que subraya lo subjetivo. Holloway resume la tesis de la siguiente forma: de acuerdo a la lectura tradicional, El Capital presenta un análisis de cómo funciona el capitalismo, según ciertas leyes de desarrollo. Pero sólo puede haber leyes, continúa Holloway, “en la medida en que el fetichismo está completo, en la medida en que las relaciones sociales están totalmente reemplazadas por relaciones entre cosas” (p. 435). Pero si es así, “si el fetichismo está completo, entonces no existe ninguna posibilidad de auto-emancipación de los negados, de los oprimidos” (ídem). En cambio, la lectura “no tradicional” de El Capital, que Holloway considera indispensable, muestra que detrás de las máscaras del fetichismo existe la fuerza del trabajo alienado, y el capital depende totalmente de “nuestro hacer” y de “su conversión en trabajo abstracto”. Kohan, de la misma manera, arremete una y otra vez contra los marxistas “objetivistas”. Por ejemplo, refiriéndose a las interpretaciones de la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, afirma que “la ortodoxia del marxismo” piensa que el capitalismo iría a un “necesario y fatal… juicio final”, lo que llevaría al paso automático a la sociedad comunista (p. 333).

En resumen, el tema es criticar toda lectura que quiera ver en El Capital un estudio de leyes objetivas de funcionamiento del capitalismo. Por ejemplo, y según el enfoque de Kohan y Holloway, el propósito de la ley del valor de Marx es explicar la posibilidad de las crisis, y “no comprender esto constituye una equivocación fundamental del marxismo funcionalista que termina incorporando a la teoría del valor de Marx en El Capital una visión infundadamente armonicista del orden social…” (Kohan, p. 361). Pensamos que este abordaje de la obra de Marx sólo se puede mantener a costa de a) una tergiversación de las categorías fundamentales; y b) una caricaturización de las posturas de lo que Kohan llama “marxismo objetivista”. Sostenemos también que esta lectura no ayuda a avanzar en la lucha teórica contra la ideología burguesa; y tiene consecuencias políticas graves.

Leyes objetivas, base de la política revolucionaria

A pesar de lo que digan los críticos de las lecturas “tradicionales” de El Capital, es un hecho que Marx sostuvo, una y otra vez, que existen leyes de funcionamiento del capitalismo. Por ejemplo, habló de la ley del valor, a la cual consideraba la “ley fundamental de la economía política moderna”, en tanto que “conexión interna y necesaria” entre el valor de las mercancías y los tiempos de trabajo socialmente necesarios. También habló de la ley general de la acumulación, de las leyes de la apropiación capitalista, o de la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia. Siempre se refirió a estas leyes como leyes “objetivas”. Por “objetiva” Marx entendía que son leyes que derivan de las relaciones sociales y del accionar de los seres humanos, pero que éstos no dominan. Por eso la cosificación de las relaciones sociales implica que se trata de un mundo social, pero que domina al ser humano.
Se trata entonces de leyes que gobiernan el funcionamiento del sistema, su reproducción, y que a través de su dialéctica interna encierran la dinámica de las crisis, del estallido de las contradicciones. Proporcionan por eso el campo para la acción revolucionaria, para la intervención de los explotados en la resolución definitiva de las contradicciones. De ahí que sea necesario conocer este aspecto sistémico del capitalismo, a fin de que la crítica llegue “al hueso” y se entienda que los males de la clase obrera no se van a acabar cambiando personajes o gobiernos, sino acabando con la propiedad privada del capital. Insistimos, para sacar esta conclusión hay que entender el aspecto sistémico, objetivo, reproductivo de estas leyes del capital. Pero precisamente esto es lo que niega la lectura de El Capital que propone Kohan, siguiendo a Holloway.

Por ejemplo, la ley del valor regula, como tendencia, las partes del trabajo total social que deben destinarse a la producción de diversos valores de uso. Este concepto es explicado en el capítulo 12 del tomo I de El Capital, donde se sostiene que las diversas esferas de la producción procuran mantenerse constantemente en equilibrio, en el sentido que cada productor debe producir un valor de uso que satisfaga alguna necesidad social. Por esta razón debe establecerse un nexo interno que articule estas diversas masas de necesidades, y este nexo interno es la “ley del valor”. Esta tendencia de las diversas esferas de la producción a mantenerse en equilibrio sólo se manifiesta, a su vez, como reacción contra el desequilibrio constante. O sea, la ley del valor actúa como una reguladora anárquica de la producción, con independencia de lo que los seres humanos puedan desear. Es una ley que se impone de forma objetiva social.

Cualquiera que tenga un mínimo de cultura en economía y lea esto en El Capital, se dará cuenta de que esta concepción está muy alejada de la teoría burguesa del equilibrio general. Pero también entenderá que la ley del valor de Marx no tiene como único objetivo explicar la posibilidad de las crisis, sino mostrar cómo en el capitalismo se comparan, distribuyen y regulan los tiempos de trabajo. Esto no quiere decir que Marx tuviera una concepción “armonicista” del sistema capitalista. Por el contrario, la ley del valor se fundamenta en una contradicción que es insalvable del sistema, la que existe entre el carácter social y privado del trabajo. Por lo tanto, lo que está mostrando Marx es cómo el sistema puede reproducir en escala ampliada esta contradicción a través de la acción de la ley del valor. Para lo cual debe establecerse cierta regulación, cierta ley interna del mercado. Constituye un planteo no dialéctico pensar que la existencia de la contradicción o del desequilibrio niega el momento de la identidad, de lo sistémico, de lo que se reproduce en escala ampliada. Es no entender el ABC del asunto.

De la misma manera, la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia trata de demostrar cómo, a pesar de la acción consciente de los capitalistas por elevar la tasa de ganancia, se produce una caída tendencial de la tasa de ganancia. Se trata de nuevo de una ley de funcionamiento, que revela el carácter contradictorio del proceso de producción capitalista. La caída de la tasa de ganancia precisamente se da porque existe una ley de la acumulación capitalista, que se manifiesta en ciertas regularidades tendenciales; por ejemplo, la tendencia al crecimiento de C/V. Lo importante es que estas tendencias operan en la realidad y en la historia del capitalismo. No se trata solo de especulaciones abstractas. En particular, las crisis se descargan como fenómenos objetivos, por encima de la voluntad de los participantes. Es absurdo que la quiebra de Lehman o de Bears, de Enron o World.com, las desvalorizaciones masivas de capital que se precipitan con las crisis, sean manejadas o preparadas por los mismos capitalistas. Son fenómenos objetivos-sociales.
En otros pasajes Marx todavía es más explícito, si se quiere, acerca del carácter objetivo de estas leyes, al tiempo que señala las contradicciones implicadas. Por ejemplo, en el capítulo 22 del tomo I de El Capital sostiene que el desarrollo de la producción capitalista convierte “en ley de necesidad” el incremento constante del capital invertido, y que la competencia impone a todo capitalista individual “las leyes inmanentes del régimen de producción capitalista de producción como leyes coactivas” (énfasis añadido). Lo cual encierra una crítica al capitalismo “humano” y “bondadoso”, con el que sueñan muchos utópicos. Incluso en ese mismo capítulo habla de una dialéctica “interna e inexorable” que hace que la ley de la apropiación, o ley de la propiedad privada, se transforme en su contrario, en la ley de la apropiación del producto del trabajo ajeno sin equivalente. Existe una dialéctica, esto es, una dinámica objetiva, que conduce al ahondamiento de la contradicción entre el capital y el trabajo, pero a través de un funcionamiento que es sistemático.

Ahora bien, ¿qué tiene que ver esto con el “armonicismo”, con la “mano invisible” de Adam Smith? Respuesta: nada, no tiene nada que ver. En Marx se trata de leyes objetivas, que operan a partir de contradicciones sociales fundamentales. En Smith no hay ni rastros de esto. Además, ¿por qué tiene que deducirse de este enfoque de Marx que el trabajo no tendría potencialidad revolucionaria, o que estamos ante un “fetichismo completo”, si precisamente siempre está presente en el planteo la contradicción y el conflicto? Contra lo que afirma Kohan, es evidente que las “lecturas tradicionales”, que advirtieron que El Capital plantea la existencia de leyes objetivas, no se equivocaron. Pero además, las consecuencias políticas que se derivan de esto, nunca estuvieron, ni están, mecánicamente determinadas. Es que al demostrar Marx que existen estas leyes, está diciendo que, en tanto subsistan las relaciones sociales de producción, habrá explotación, desocupación, y crisis económicas. Por lo tanto, este planteo constituye un poderoso llamado a la clase obrera para encarar políticas revolucionarias y para poner un tope a las ilusiones reformistas sobre lo que puede conseguir dentro del sistema capitalista. A la inversa, el planteo de que no existen leyes objetivas puede alentar proyectos utópicos y reformistas, esto es, la idea de que todo se puede cambiar con luchas y presiones dentro del sistema, porque ninguna posibilidad está descartada. Como veremos, más que en la existencia de leyes objetivas del sistema, este último fue el argumento central en que basaron sus orientaciones políticas la mayoría de las corrientes reformistas y reaccionarias dentro del movimiento obrero y socialista.

Tergiversan lo elemental

Los planteos de Kohan y Holloway solo se mantienen a costa de desconocer, de forma grosera, cuestiones elementales de la crítica marxiana de la economía política. Por supuesto, todo el mundo tiene el derecho a discrepar con tal o cual aspecto de la teoría de Marx; además, es claro que hay interpretaciones diversas sobre muchos pasajes, y también cuestiones que deben reexaminarse, a la luz de nuevos desarrollos teóricos, o de la evolución del capitalismo. Por caso, personalmente he planteado que con los supuestos que plantea Marx no se puede demostrar la caída tendencial de la tasa de ganancia, como lo demostró el teorema de Okishio. La lectura de Marx, o de cualquier otro autor, debe servir para interpretar la historia y el presente. La crítica y el espíritu moderadamente escéptico son esenciales. Sin embargo, esto no autoriza a decir cualquier cosa para que los textos encajen en lo que queremos que quieran decir. Pero esto es lo que hacen Holloway y Kohan, mediante el sencillo procedimiento de ocultar todo lo que no les conviene, e inventar libremente lo que se les ocurre. La cosa llega al extremo que ni siquiera aciertan en el concepto de capital. Y lo grave es que esto pasa por “alta teoría”, que supuestamente abriría el camino al estudio de Marx.

Por ejemplo, Holloway afirma que “lo que constituye valor y valor de uso es el trabajo humano” (p. 436). Sin embargo, la realidad es que el trabajo humano sin los medios y objetos de trabajo no puede constituir el valor de uso, como explica Marx, tanto en el capítulo 1 de El Capital, como en la Crítica al Programa de Gotha. La desposesión de los medios de producción permite al capital establecer su dominio sobre el trabajo. Pero Holloway está empeñado en exaltar el “poder del trabajo”, para poder concluir que el capital “depende” del trabajo. Está en su derecho, pero eso no lo autoriza a inventar citas de Marx. Es que Marx consideraba que eran los burgueses los que estaban interesados en “atribuir al trabajo una fuerza creadora sobrenatural”, para ocultar el hecho que el obrero, desprovisto de los medios de producción, solo podrá trabajar con el permiso del propietario de las condiciones materiales de trabajo. Por eso, Marx insiste en que “la naturaleza es la fuente de valores de uso… ni más ni menos que el trabajo, que no es más que la manifestación de una fuerza natural…” (Crítica al Programa de Gotha). Holloway, sin embargo, pone en boca de Marx la afirmación opuesta, para sostener en seguida que el capital depende totalmente del trabajo (p. 437). ¿Qué quedó en el camino? Pues que el trabajador depende de la voluntad del propietario de los medios de producción de comprar su fuerza de trabajo en el mercado. Esta es una cuestión objetiva –son relaciones de producción estabilizadas y reforzadas por el aparato político jurídico represivo- de la cual no se puede hacer abstracción a la hora de hablar del dominio del capital. Si se hace abstracción de esto, se cae en el voluntarismo político, sin bases materialistas. O se cae en la ilusión de que basta ser un rebelde – apagar el despertador y no ir a trabajar, como llega a proponer Holloway- para cuestionar el dominio del capital. ¿Qué trabajador real puede seguir este consejo? Ninguno, porque son abstracciones propias del que se ha abstraído de la realidad “objetiva” del modo de producción capitalista, del poder de la propiedad privada. Y esto se quiere hacer pasar por “espíritu revolucionario”, inspirado en El Capital.

Las afirmaciones de Kohan sobre Marx discurren por los mismos carriles de falta de rigurosidad que los de Holloway. Cuando le conviene, hace decir a Marx cosas que éste jamás ha dicho, y en temas que son cruciales. Así, sostiene que Marx dijo «en varias partes de su correspondencia, en la Contribución… y también en El Capital ‘yo descubrí esta doble dimensión del trabajo humano’ (p. 280). No sabemos en qué carta o lugar de El Capital afirmó semejante cosa. Pero en la Contribución a la crítica de la Economía Política señaló que Steuart establecía «una aguda distinción entre el trabajo específicamente social, que se manifiesta en el valor de cambio, y el trabajo real, que tiende a la obtención de valores de uso» (p. 43, edición Siglo XXI). Esto está muy alejado de la afirmación que Kohan atribuye a Marx. Lo menos que se hubiera esperado es que Kohan discutiera la afirmación de Marx sobre Steuart, y brindara alguna explicación de por qué afirmó lo que afirmó. Pero eso brilla por su ausencia. ¿Qué opinará Kohan de la afirmación de Marx sobre que la base de toda crítica es el rigor? Por otra parte, si hubiera examinado a fondo esta cuestión del trabajo abstracto, le hubiera sido bastante difícil probar que, en la teoría de Marx, el trabajo abstracto «es lo que otorga carácter de mercancía a los productos del trabajo» (p. 352). ¿De dónde saca Kohan este nuevo disparate? ¿No hay límites para este “marxista no objetivista”?

Ni siquiera el concepto de capital

Pero el colmo de los desatinos es no entender qué es capital para Marx… en un libro dedicado a El Capital. Escribe Kohan: «[e]l capital es trabajo muerto… porque es trabajo pretérito» (p. 279). Pues bien, Marx no dice esto. Marx dice que el valor es trabajo pretérito, no el capital. Es imposible que el capital sea trabajo muerto. El dinero con que el capitalista paga el salario del obrero encarna valor, trabajo muerto. Pero una vez que se ha realizado la operación D – F de T, el capitalista ya no dispone simplemente de valor (o sea, de trabajo muerto), sino de «una mayor cantidad de trabajo que el necesario para reemplazar el valor de la fuerza de trabajo» (El Capital tomo 2, cap. 1). Por eso, en ese mismo capítulo Marx dice que la actividad productiva de la fuerza de trabajo (o sea, el trabajo vivo, no muerto) tan pronto se pone en combinación con los medios de producción, pasa a formar parte del capital productivo. Esta idea la repite en el capítulo 8 del mismo tomo. Durante el proceso de trabajo el capitalista no consume los medios de consumo del obrero, sino su fuerza de trabajo en acción. Esto significa que durante el proceso de trabajo el capital variable existe bajo la forma de trabajo vivo. Si el capital fuera “trabajo muerto”, como dice Kohan, no podría ser “valor en proceso de valorización”. Precisamente, el trabajo muerto (valor) se valoriza mediante la incorporación de su opuesto, el trabajo vivo, al proceso productivo. Y en esto reside la contradicción interna del capital. Pero Kohan no problematiza ni discute estas cuestiones. Simplemente escribe: “Marx dice que el capital es trabajo muerto”. No acompaña su afirmación de referencia alguna a la obra de Marx. No es tampoco una afirmación ambigua, porque luego insiste en que el capital es trabajo “pretérito”, “cristalizado”, “cosificado”, “solidificado”, mientras que la actividad humana es algo presente. Kohan presenta la oposición de manera rígida, como si en la contradicción no debiera haber también unidad, identidad. Pero… ¿cómo existe el capital variable durante el proceso de trabajo si no es bajo la forma de trabajo vivo? Kohan no da respuesta a esta pregunta que alude a la cuestión central que le ocupa, la relación entre la objetividad y la subjetividad en la relación capitalista.

 Incoherencia

Kohan sostiene que si se sigue el orden de lectura propuesto por Marx el lector está condenado a no ver las diferencias entre la “mano invisible” de Adam Smith y la posición de Marx. De ahí que proponga iniciar la lectura por el capítulo 24. Es un absurdo. ¿De dónde saca Kohan que si se empieza por el capítulo 24 se entiende la crítica a la “mano invisible” de Smith, pero si se empieza por el capítulo 1 “se está condenado” a no entenderla? De ser así, habría que concluir que ninguna persona que llegó al capítulo 24 luego de haber pasado por los 23 capítulos previos, entendió El Capital. Hubo que esperar a que Kohan empezara por el capítulo 24, para que iluminara a la humanidad acerca de dónde reside el secreto de la crítica marxiana a Smith. Es que todo aquel que hubiera llegado al 24 por el camino tradicional, ya no tenía manera de entender que había que haber empezado por el 24, porque estaba “desbarrancado”. ¿Cómo hizo Kohan para empezar por el 24, para darse cuenta de que si no empezaba por ahí, se desbarrancaba? Misterio. ¿Cómo sabe que no hay otra lectura científica empezando por cualquier otra parte, y siguiendo lecturas “a los saltos”? Otro misterio. Pero convertir a El Capital en Rayuela da para escribir sesudos tratados dedicados a descalificar a todo aquel que no accedió a la llave del entendimiento: empezar por el capítulo 24. Toda esta docta tontería, naturalmente, no merecería siquiera tratamiento, si no fuera porque semejantes dislates se siguen explicando en cátedras y cursos, como si fueran “ciencia revolucionaria”.

Crear “muñecos de paja”

La falta de rigurosidad de Kohan se extiende al tratamiento que dispensa a los autores que critica. Para dar un caso, citemos la ley de la tasa decreciente de la tasa de ganancia. Sobre esta ley se ha discutido mucho durante años, en particular a partir de la crítica de Okishio y de los neoricardianos. Pero Kohan no menciona estas polémicas; no examina las respuestas de los marxistas “ortodoxos”, ni penetra en los argumentos. Ni siquiera menciona los problemas que pueda haber en la ley. Sin embargo, acusa a los marxistas que analizaron o discutieron la ley, de ser “objetivistas” y partidarios de la tesis del colapso automático del capitalismo. Recordemos que entre esos marxistas encontramos a Mandel, Dumenil, Levy, Shaikh, Freeman. ¿Cuál de estos autores defendió alguna vez la idea de un fin “automático”, de un día de “juicio final” inevitable del capitalismo a partir de la acción de esta ley? Ninguno. Aunque todos piensan que la ley es objetiva (en el sentido de objetividad que hemos discutido antes). En lugar de examinar sus posiciones, Kohan les atribuye una estúpida tesis que, por supuesto, no defienden. Construye así un “muñeco de paja”, que luego puede quemar fácilmente.

Comprensión y crítica ideológica

El problema es que desconociendo estas polémicas, pasando por alto las dificultades teóricas, e inventando categorías, no se avanza un milímetro en la comprensión del capitalismo contemporáneo, ni en la crítica de la ideología dominante. No basta con repetir “El Capital es un arma de lucha”, que estamos en contra del sistema capitalista, y que todo otro planteo le hace el juego a la burguesía, porque en última instancia nos lleva a examinar cómo funciona el sistema capitalista, y sus leyes objetivas. Es un discurso que sólo convence a los convencidos. Repetir que el dinero es una categoría recorrida por la lucha de clases, como hace Holloway, no responde a los que dicen que la teoría monetaria de Marx es anticuada. Ni ayuda a comprender las cuestiones monetarias reales de hoy. La teoría burguesa ha elaborado, y mucho, desde que Marx escribió, y estas elaboraciones convencen a mucha gente. La teoría neoclásica, el keynesianismo, los kaleckianos, influencian –de manera directa o indirecta- sobre millones de seres humanos. Esto hay que encararlo con argumentos. La cuestión afecta a la lucha ideológica en el sentido más propio del término, esto es, en el sentido en que lo planteó Engels. Hoy mucha gente reconoce que el capitalismo genera miseria, que hay desocupación y hambre, pero cree que estos males pueden explicarse y remediarse a partir de teorías heterodoxas (esto es, no-neoclásicas), dentro del sistema. Esta influencia hay que contrarrestarla con algo más que decir «viva el Che y El Capital«. La necesidad de responder a la teoría burguesa, o a variantes heterodoxas burguesas o reformistas, obliga a profundizar en las categorías de Marx, y a mejorar los análisis. Por ejemplo, cuando se profundizaron y ampliaron las críticas a la transformación de valores a precios de El Capital, la respuesta de muchos marxistas fue algo así como “tenemos razón porque Marx lo dijo”. Pero con esto, por supuesto, no se contestaba a los que se basaban en las soluciones de la transformación “a lo Bortkiewicz”. Hubo entonces que entrar en la argumentación específica de esas soluciones y criticarlas desde su lógica interna. Y esto a su vez permitió profundizar en la comprensión de la teoría del valor y los precios de Marx. Todo esto es imposible de encarar desde las interpretaciones “libres”, carentes de cualquier rigurosidad, “a lo Kohan o Holloway”.

El marxismo como ciencia, y consecuencias políticas

El enfoque que estoy cuestionando se sustenta, en última instancia, en la idea de que basta con tener una postura política correcta para tener el método correcto. Es algo común en algunos sectores de la izquierda. Se piensa: “mi método está garantizado a partir de que tengo una política correcta”. Una afirmación que es incoherente, porque ¿cómo sé que tengo la política correcta, si para tenerla necesito el método correcto, y éste sólo me es proporcionado por la política correcta? La posición política puede ser una condición necesaria para tener un método correcto en el análisis del capitalismo, pero no es condición suficiente, ni nos da la clave del método de Marx. Si así fuera, ya hubiera habido gente antes de Marx que hubiera encontrado “la clave” del método; después de todo Marx no fue el primero en oponerse al capitalismo. Esta es una cuestión que me separa del criterio que defiende una parte de la izquierda, que considera que basta proclamarse revolucionario para estar habilitado a defender cualquier postura a la ligera. Pareciera que muchos se sienten autorizados a ello en nombre de “los ideales de la clase obrera y el socialismo”, rechazan la “teoría estéril”, y enfatizan que lo importante es la lucha. Una idea que niega que el marxismo haya constituido una ruptura con el “socialismo sentimental, utópico y zopenco”, y se asuma como ciencia. Acertadamente Engels, en carta a Lafargue, de 1883, escribía: “Marx protestaría contra el “ideal político, social y económico” que usted le atribuye. Cuando se es “hombre de ciencia” no se tiene ideal, se elaboran resultados científicos y cuando se es otro diferente, hombre de partido, se combate para ponerlos en práctica. Pero cuando se tiene un ideal, no se puede ser hombre de ciencia pues se tiene un partido, tomado por adelantado”.

Esta cuestión está, y estuvo, en el centro de las mayores divisiones en el campo de la izquierda. No es casual que Bernstein acusara, durante los debates en la Segunda Internacional, a Rosa Luxemburgo de “teoricista estéril”, y afirmase que “el movimiento es todo”. También el tema estuvo en el centro de la polémica de Lenin con el economicismo. Y así siguió la temática “anti-teoría” hasta hoy. La práctica se erige en el criterio supremo de verdad, considerándose “práctica”, de hecho, un pragmatismo oportunista, no guiado por teoría alguna. A partir de negar la existencia de leyes objetivas en el capitalismo, a partir de postular que todo lo resuelve “la voluntad y la lucha” y minusvalorar el momento del análisis (porque el marxismo sería “grito de guerra”), se abren las puertas para cualquier política reformista, y en última instancia para una adaptación “rebelde” –individualista- al sistema. El desprecio de las constricciones objetivas estuvo en la base de planteos reformistas, utopistas, nacionalistas y hasta reaccionarios dentro del movimiento socialista. Los casos de Bernstein, del economicismo, son clásicos. Como también lo fue el proyecto stalinista de construir el socialismo en un solo país, al margen de las restricciones objetivas que imponía el atraso tecnológico (¡el trabajo por sí solo no genera valores de uso!). Aquí no había “objetivismo”, sino voluntarismo nacionalista. No es casual tampoco que el maoísmo también haya recusado al “economicismo” y al “objetivismo”, y haya pretendido construir el socialismo a fuerza de “movilización revolucionaria”, con las consecuencias nefastas que están a la vista.

En conclusión, en el centro del debate con los críticos del marxismo “objetivista” está implicado el estatus de la teoría para la práctica política de los marxistas. Negar que existan leyes sociales objetivas, inventar categorías a gusto, sin el menor rigor, postular que todo depende de “actitud revolucionaria”, solo lleva al callejón sin salida del reformismo burgués (rebelarse apagando el despertador, y pavadas semejantes). La teoría sin práctica es estéril, pero la práctica sin teoría no constituye el camino para el éxito de los movimientos obreros y socialistas. Y la elaboración teórica exige rigurosidad y atención a los argumentos. En una palabra, exige ciencia. Es un mensaje central para la clase trabajadora y los socialistas, que se desprende de la obra de Marx, y en primer lugar de El Capital.


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Crítica al marxismo subjetivista de Kohan y Holloway

Written by rolandoastarita

03/08/2012 a 14:48

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62 respuestas

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  1. Saludos.

    Tengo una inquietud respecto a la sección «Ni si quiera el concepto de capital». Ahí usted afirma que «Marx dice que el valor es trabajo pretérito, no el capital», ahora, Marx en El Capital (Tomo 1, cap.4) afirma que «El valor adelantado originariamente no solo, pues, se conserva en la circulación, sino que en ella modifica su magnitud de valor, adiciona un plusvalor o se valoriza. Y ese movimiento lo transforma en capital» (p.184).

    Para el caso del capital constante, este en su calidad de valor, jamás se intercambia por trabajo vivo, sino que el trabajo (en su condición de actividad concreta) lo transfiere a la mercancía producida. Siendo este el caso, ¿el capital constante sería «trabajo pretérito» o «trabajo vivo»? A mi parecer sería siempre trabajo muerto que es transferido a la mercancía producida.

    Si un valor debe conservarse y valorizarse para transformarse en capital, ¿esto no implica que el capital de hecho sea una combinación entre trabajo muerto (el que se conserva) y trabajo vivo (el que permite la valorización) antes que exclusivamente lo uno o lo otro?

    Gracias

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    John Cajas Guijarro

    03/08/2012 at 16:26

    • El capital constante es capital variable que cambió de forma. Es como si fuera un elástico que el capital variable tensó y que va entregando su fuerza poco a poco en cada nuevo momento del proceso productivo. El capital -en toda su completud- no puede ser sino algo vivo ya que no puede, en cuanto capital, sino autoreproducirse y ampliarse.

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      Eduardo

      03/08/2012 at 20:39

    • El capital constante es trabajo pretérito. Por eso transfiere su valor de modo constante a la mercancia en producción. Pero el capital constante solo es tal en tanto es parte del capital productivo, es decir en tanto entra (o esté por entrar) en relación con el capital variable, y se produce una valorización. El algodón para producir remeras por sí solo no se valoriza, por lo tanto POR SÍ SOLO no es capital. Es capital en tanto esté en espera de ser incorporado al proceso productivo.
      Eduardo, usted confunde capital constante con capital fijo. Todo capital fijo es constante, pero no todo constante es fijo.

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      Gus

      06/08/2012 at 12:30

    • Todo depende de todas maneras de qué se entienda por «izquierda tradicional». El PC tomó partido por la Unión Democrática, y luego aplaudió a la Libertadora (repaso algo de eso aquí). Pero hubo corrientes del PS, del trotskismo e incluso del PC que pasaron al peronismo, o lo apoyaron. También estuvieron los trotskistas que se opusieron a la Libertadora, y criticaron fuertemente a la Unión Democrática.

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      rolandoastarita

      06/08/2012 at 12:38

    • En ningún modo dije que el capital constante se valorice solo, por el contrario, lo que digo es que todo capital, como auténtico capital, o sea, capital en acción, constituye la interacción de trabajo vivo y tabajo muerto; pero hago la salvedad de afirmar que el llamado «trabajo muerto» en realidad es trabajo vivo pretéritamente creado, al que solo cabe llamarlo trabajo muerto en contraposición a la acción humana que produce en el momento presente.

      Lo que creo más importante es entender que se trata de dos momentos de lo mismo y no de dos cosas totalmente distintas u opuestas, como si el llamado «trabajo muerto» fuera algo caído del cielo y no fuera en verdad también una creación del quehacer humano; va de suyo que las materias primas por si solas tampoco constituyen capìtal, sino que forman parte de este una vez fueran extraidas, cosechadas o recolectadas por mano de obra humana.

      Todo el capital constante -incluído el fijo- es capital creado pretéritamente por el capital variable.

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      Eduardo

      06/08/2012 at 14:41

    • Creo que esta última respuesta suya ha sido erróneamente insertada. Estimo que su intención era hacerlo en la discusión sobre el peronismo de izquierda.

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      Vico

      06/08/2012 at 13:37

  2. Muy interesante el articulo, lei el libro entero y plantea cosas como «es nuestra vision de El capital» yo creo que el objetivo nuestro es tratar de interpretar lo que marx dijo y si eso es correcto o no. un planteo siempre me interesó y quería saber si es así o usted que piensa, Kohan dice que cuando marx se refiere a la inversion de Hegel no es invertir la materia por la idea, sino que esa inversión es la subordinación de la historia a la lógica (abstracto- concreto). esto es así? es una idea de él? que piensa de Dusel? gracias.

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    bermarr

    03/08/2012 at 23:15

    • Jamás Marx sostuvo que la historia se subordinaba a la lógica. Es increíble que se pueda plantear algo así. En «Economía política de la dependencia y el subdesarrollo» discuto esta cuestión. Si la historia se subordinara a la lógica, habría que pensar, por ejemplo, que la aparición del capitalismo estaba implicada en alguna ley lógica. Marx explicó que no buscaba establecer alguna ley suprahistórica. Cito un pasaje de Marx, que cité en mi libro: «… sucesos notablemente análogos pero que tienen lugar en medios históricos diferentes conducen a resultados totalmente distintos. Estudiando por separado cada una de estas formas de evolución y comparándolas luego, se puede encontrar fácilmente la clave de este fenómeno, pero nunca se llegará a ello mediante la llave maestra universal de una teoría histórico-filosófica general cuya suprema virtud consiste en ser suprahistórica».
      Acerca de la inversión materialista de la dialéctica de Hegel, comento el tema aquí. A Dussel lo leí hace muchos años, y ahora no lo tengo muy presente.

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      rolandoastarita

      03/08/2012 at 23:47

  3. Saludos de nuevo.

    Por pura coincidencia luego de escribir el comentario que publiqué encontré un texto de Marx en el Tomo I de El Capital (es coincidencia pues de hecho estoy usando El Capital para mi tesis que trata sobre otros temas y de repente encontré este texto) que dice lo siguiente: «el capital tiene un solo impulso vital, el impulso de valorizarse, de crear plusvalor, de absorber, con su parte constante, los medios de producción, la mayor masa posible de plustrabajo. El capital es trabajo muerto que solo se reanima, a la manera de un vampiro, al chupar trabajo vivo, y que vive tanto más cuanto más trabajo vivo chupa» (Marx, 1867, cap.8, pp.279-280). No estoy seguro si esta frase sea suficiente como para afirmar que, según Marx, el capital es trabajo muerto, pero al menos, como de costumbre, plantea más dudas.Se entendería que el capital es a un vampiro como el trabajo vivo es a la sangre, es decir, lo que entiendo de esta frase es que el capital es trabajo muerto que absorbe trabajo vivo, pero que no es trabajo vivo. El vampiro es un vampiro, no la sangre que «chupa». En todo caso es mi interpretación de una frase y quizá puede ser parcial. Se la dejo como inquietud. Una buena noche.

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    John Cajas Guijarro

    03/08/2012 at 23:36

    • El capital es valor que se valoriza; la cita está en línea con lo que plantea Marx, el trabajo muerto (en la forma de los medios de producción) subordina al trabajo vivo. El capital variable, en el proceso de producción, existe bajo la forma del trabajo vivo. Por esto el capital es una unidad de opuestos; es valor (trabajo muerto, objetivado, pasado) que se valoriza, que tiene automovimiento. Aquí la comprensión dialéctica es esencial. No es casual que Marx presente el capital a partir de una fórmula, D-M-D’. Es la idea de la una pluralidad subsumida en la unidad, y de una unidad cuya naturaleza está en esa pluralidad. El capital está compuesto de dinero, medios de producción, fza de trabajo en actividad, mercancía, dinero. Pero todos estos es mantienen bajo la unidad de la valorización del valor, que es el designio interno y la fuerza motriz del movimiento del valor.
      Así, este valor que se valoriza es sujeto del proceso, sólo se valoriza a través de la pluralidad, de la metamorfosis del dinero en m. de producción y f. de trabajo, etc. En este proceso el valor (trabajo muerto) es mediado por «su otro», el trabajo vivo, al que incorpora y subsume durante el proceso de trabajo; sin que por ello el trabajo vivo deje de ser «el otro» del capital, a la vez que es idéntico a él, porque el capital variable sólo existe en el proceso productivo bajo la forma de actividad, de trabajo vivo. Se ve por esto que el capital es la verdadera universalidad, el principio que determina sus momentos. De esta manera se autodetermina, se contiene a sí mismo y se reproduce, conteniendo la negación de sí mismo en sí. El concepto hegeliano de sujeto está implicado aquí (no es casual que Marx recurra a esta noción). También el concepto de vida de Hegel, que alude a la universalidad que se contiene a sí misma, que se produce a sí misma, y por lo tanto es sujeto.
      Observemos este pasaje de Hegel: «La sustancia viva es, además, el ser que es en verdad sujeto o, lo que vale tanto, que es en verdad real, pero sólo en cuanto es el movimiento de ponerse a sí misma o la relación de su devenir consigo misma» (Fenomenología del espíritu). No se puede captar este «automovimiento», esta relación en devenir de la cosa consigo misma, si se reduce el capital a trabajo muerto, pasado. La idea de Marx del capital como proceso es que el capital solo es real en cuanto movimiento de ponerse a sí mismo, y que al hacerlo, se media consigo mismo y por esta mediación se valoriza, se incrementa. Esta mediación es negación: el valor en su forma universal (dinero) es negado, metamorfoseándose en sus formas particulares, desplegadas en opuestos (medios de producción/trabajo muerto y fuerza de trabajo en actividad), en capital mercancía. En este sentido deviene «otro en sí mismo», aunque no pierde su identidad en la diferencia. Pero así como niega su unidad originaria, niega a su vez ésta y se repliega sobre sí mismo, volviendo a la forma dinero. Es «la igualdad que se restaura» (Hegel). Solo en cuanto este devenir, en cuanto proceso, el capital es. Es a través de este automovimiento que el capital se convierte en la potencia económica que domina la sociedad actual. Discuto algo de este movimiento dialéctico, pero referido al dinero, aquí y aquí. Insisto, reducir todo esto a decir «el capital es trabajo muerto», es andar por las nubes.

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      rolandoastarita

      04/08/2012 at 00:13

  4. Me parece correcto afirmar que «el capital es una unidad de opuestos; es valor (trabajo muerto, objetivado, pasado) que se valoriza, que tiene automovimiento», pues entra en consonancia con el método dialéctico. Entonces el capital es una unidad de contrarios, que si bien parte como trabajo muerto (dinero) solo puede volverse capital al momento que una parte de ese trabajo muerto deviene en trabajo vivo (al momento que el monto del capital variable es pagado al trabajador y este pone en movimiento su fuerza de trabajo), y ese trabajo vivo entra en contradicción con el otro componente del trabajo muerto (el capital constante) para terminar siendo un nuevo trabajo muerto (D’) que para continuar existiendo como capital requiere nuevamente devenir en su contrario (trabajo vivo) por medio del proceso de acumulación.

    Así, entiendo que decir que el capital es exclusivamente trabajo vivo o trabajo muerto es incompleto, y más bien debe entenderse al capital como la unidad dialéctica de ambos. Gracias por la respuesta y por las referencias que las revisaré lo antes posible.

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    John Cajas Guijarro

    04/08/2012 at 01:23

  5. me parece que lo de » el capital es trabajo muerto» tiene que ver con una definición estricta de capital, como medio d producción que esta apropiado por la clase capitalista, y es puesto en movimiento en el proceso de producción-valorización por el trabajo vivo. Yo creo que intenta enfatizar el papel del trabajo vivo en la produccion del trabajo muerto o pretérito, y su enfoque como trabajo genérico, y que deberá dejar de ser capital variable alguna vez. Claro que no apagando el despertador (estoy seguro que el compañero Kohan no piensa eso) sino a través de la revolución social. Esto quizás esconde el papel de la «madre» de la producción» que es la naturaleza, y los medios de producción o trabajo muerto (lo objetivo). Para mi es un intento de mostrar el poder “potencial” de los trabajadores. Hay que aclarar que en vigencia del capitalismo es el trabajo muerto el que domina el proceso de producción aunque algún asalariado se le ocurra apagar el despertador. Esto hasta la revolución, que es un acto subjetivo, más vale decir, de conciencia, condicionado por esas leyes que descubrió Marx en sus estudios y que es imprescindible conocer para tener posibilidad de éxito.
    El embate de Néstor es contra los que se dicen marxistas porque leyeron el capital y andan esperando que TODAS las condiciones de una revolución se den “objetivamente” para poder saludarla o condenarla en algún artículo. Los guevaristas (entre otros) piensan que los revolucionarios tienen mucho que hacer por el advenimiento de muchas (que no todas, y esto aclarado por el propio Che) de las condiciones. Interpreto que es un llamado al compromiso y al esfuerzo revolucionario. No creo que Kohan plantee que las revoluciones puedan hacerse a antojo ni por los trabajadores, mucho menos por los revolucionarios. Y compa, ya que no estas con lo de hacer muñecos de paja, cuidate vos también de no caer en esa.
    Muy agradecido por los aportes de tu blog
    tato

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    tato

    04/08/2012 at 03:01

    • Alguna aclaración: primero, asimilar el capital con los medios de producción no es una «definición estricta de capital», sino una definición (y por lo tanto una noción) equivocada. Si planteamos esto no sé de qué manera se puede plantear la crítica a la noción neoclásica de capital (que lo identifica con los medios de producción).
      Segundo, es un error plantear mal los conceptos porque queremos enfatizar tal o cual aspecto político. Precisamente esto es lo que critico en la nota. Para poner de relieve el poder transformador y revolucionario del trabajo no es necesario mandar cualquier verdura cuando tratamos del capital (y para colmo, caer en nociones afines a los neoclásicos). Pero además, la idea de que durante el proceso de trabajo la fuerza de trabajo viva es capital variable tiene una importancia política enorme, porque pone el énfasis en la sujeción, dominación, subordinación, del trabajo al capital. Es de este reconocimiento que sale la consigna de acabar con la propiedad privada del capital. Es a partir de aquí que se pone en evidencia la pavada (teórica y política) de pensar que la rebelión pasa por apagar el despertador. Hay que pensar, por otra parte, cuál es la lógica política que termina llevando a un teórico como Holloway a plantear algo así (y a un montón de gente a considerar que se trata de «alta teoría»). Como decía con acierto Lenin, hay que encontrar las raíces teóricas de los problemas.
      Tercero, una cosa es llamar al compromiso y al esfuerzo revolucionario, y otra muy distinta es sostener que no hay leyes sociales objetivas. Marx o Engels tenían un fuerte compromiso con la lucha de la clase obrera, y no por eso negaban la existencia de leyes objetivas. Esta cuestión está en el centro de los problemas que atravesó el marxismo en el siglo XX. Lo planteo en la nota. La elaboración de una táctica política correcta solo es posible si se entiende contra qué luchamos. Marx pensaba que El Capital (fruto de 40 años de trabajo) era la mejor herencia que le dejaba a la clase obrera. ¿Por qué? ¿Acaso porque pensaba que había que renunciar al compromiso de lucha? No, era la mejor herencia porque es necesario que conozcamos las leyes que rigen al capitalismo, tanto para la lucha ideológica, como política. En la nota sobre peronismo de izquierda, por caso, planteo que uno de los problemas que tuvimos en los 60 y 70 (y hasta hoy) fue no haber comprendido la manera en que los países dependientes se insertaban en la mundialización del capital. Como éste, podría citar muchas otras cuestiones, también vitales. Entender no es renunciar a ningún compromiso. Pero es imprescindible. Si no fuera así, cualquier teoría crítica del capitalismo (por ejemplo, la de muchos socialistas utópicos, la del anarquismo, etc.) sería apta. Pero en este caso, ¿para qué molestarse en estudiar cuestiones del valor, la reproducción del capital, las leyes de las crisis, el Estado, etc.?
      Cuarto: prácticamente todo el libro de Kohan está destinado a combatir la idea de que existen leyes sociales objetivas. He afirmado que esto equivale a no dejar piedra sobre piedra de la crítica científica al capitalismo. Es una vuelta de hecho a las nociones del socialismo utópico. Kohan repite, subrayo, una y otra vez que no hay leyes objetivas. ¿Cómo se puede decir que he falseado su pensamiento, y que he construido un muñeco de paja con su posición?
      Por último, en la nota planteé que voy a escribir más adelante acerca del determinismo. Aquí solo adelanto lo siguiente: del hecho de que la economía, o la sociedad, no sea asimilable a un sistema mecanicista, no se debería desprender que no hay determinación y leyes objetivas. El determinismo mecanicista no es el único determinismo que existe. Cuando subrayo, por caso, que el concepto de vida de Hegel está implicado en el concepto de capital de Marx, estoy tratando de mostrar que hay una lógica de lo viviente (tomo la expresión de Bensaid), que «es una forma de lógica compleja que domina las lógicas simples de la mecánica y de la química». Esto, por supuesto, es muy distinto de decir que no hay leyes objetivas.

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      rolandoastarita

      04/08/2012 at 09:07

  6. Compañero Rolando. Como militante he conocido y practicado casi todas las variantes del voluntarismo. Pero, en base a la amarga experiencia, aprendí (creo) a valorar la importancia de guiar la voluntad en virtud de la razón. No subestimo la importancia de elan revolucionario, sin el cual no hay preocupación teórica transformadora. pero de ahí a negar la existencia de leyes objetivas en el funcionamiento de los sistemas sociales, hay un largo trecho. No leí el trabajo de Kohan sobre el Capital, que, por lo que usted expone, no parece muy riguroso. Se que es tenido por materia de culto por parte de numerosos compañeros de orientación guevarista. Sospecho que ello responde a al evidente conexión con el revolucionario, entendido como ‘catalizador’ de la revolución y paradigma de la mutación moral, que interviene para crear las condiciones subjetivas del cambio social. En cuanto a Holloway, nunca fue santo de mi devoción, ni como historiador, ni como filósofo. Según tengo entendido, en aras de rechazar la cosificación vulgar del capital, lo plantea como una ‘perversión’ de las relaciones humanas, como una ‘praxis social’ en que el poder de la minoría dominante, no depende, en lo fundamental, de estructuras funcionales, de una lógica objetiva subyacente y condicionante del comportamiento humano, sino, del desapoderamiento ingénuo de los dominados. De ahí salen esas cosas como ‘apagar -imagino que- masivamente, el despertador’ (También podría ser: amordazar los gallos-tapar el sol con espesos cortinados etc.) En aras de subrayar que el trabajo es la fuente vital de la valorización del capital y ello confiere a la clase productora la potencial facultad de interrumpir el proceso, parece sacar la conclusión que el juego intersubjetivo, el es deus hacedor de lo real y todo lo que atañe a la fisiología sistémica, un derivado inerme. De allí la banalización de las ‘leyes objetivas’. Bastaría romper con el mal hábito del pensamiento rutinario de ir a trabajar en provecho ajeno, para que se esfume la ilusión. El capital, sería un simple mal entendido y no una fuerza social autónoma, poderosa, con una dinámica propia y compulsiva, reforzada por el poder armado del estado, sujeta a una lógica de desarrollo material que deviene de la propiedad privada de los medios de producción y el metabolismo social mediado por la producción e intercambio generalizado de mercancías, es decir, de magnitudes de valor social. Como conclusión, creo que vale la pena recordar una vez más, que los hombres hacen la historia, pero no en razón de su libre albedrío, suprema abnegación o romántica fantasía, sino, en condiciones materiales dadas, en las cuales se encuentran presentes tendencias de desarrollo que apuntan a superarlas. El capitalismo es un sistema contradictorio que recrea inevitablemente, las condiciones de su superación, sin alcanzarlas por el mero impulso de la necesidad objetiva extrañada de la acción de los hombres. Reside en ellos, en su fracción revolucionaria, la posibilidad de descubrirla para conducirla a término. No es un sistema cerrado. Mucho menos un equilibrio dinámico inmutable. No creo que usted se equivoque, cuando afirma que la adopción de fines revolucionarios, no suplanta una base teórica firme.

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    AP

    04/08/2012 at 21:38

  7. Rolando, podes identificar otros autores que compartan tu enfoque, o sea sigan tu misma linea de pensamiento?
    Saludos

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    Leandro

    05/08/2012 at 23:39

    • A veces encuentro algunas coincidencias parciales; de todas maneras, tengo que reconocer que estoy muy aislado. Lo mío es muy marginal, casi nadie dentro de la izquierda está de acuerdo con lo que planteo.

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      rolandoastarita

      06/08/2012 at 08:28

  8. Sea como activistas o como teóricos, me parece que el problema crucial es cómo distinguimos entre lo subjetivo y lo objetivo y cómo reconocemos la relación entre ambos; es decir, cómo concebimos la actividad humana. En lo general, Marx plantea explícitamente el problema con especial énfasis en «Ad Feuerbach» y desarrolla un poco más detenidamente su propuesta en «La Ideología alemana». Sin duda, «El Capital», aunque circunscrito a un tipo de actividad humana particular –pero la fundamental– y durante un periodo histórico delimitado –pero el de mayor desarrollo de esa actividad hasta entoces–, es el fruto de su investigación más exhaustiva al respecto (no sólo en los capítulos dedicados al proceso de trabajo y a la cooperación, aunque ahí la cosa se destaca más directamente). Otras de sus obras (Las luchas de clases en Francia, etc.) estudian otras formas de la actividad humana y desarrollan otros aspectos de su propuesta sobre cómo comprenderla. Pero su concepto de práctica quedó sin alcanzar el grado de articulación conceptual que alcanzó el de trabajo. La división entre los marxistas –unos acusados de «objetivistas» y otros de «subjetivistas»– puede entenderse mejor sobre esta base, incluso los excesos que se cometen en una dirección y en la otra y que se alimentan mutuamente. Aunque es fácil que en estos excesos juegue un papel decisivo tal o cual «pragmatismo» o «oportunismo», me parece que el problema principal a resolver (al menos en lo teórico) sigue siendo el de la falta de una articulación conceptual más justa del concepto de práctica en Marx; «más justa», en particular, respecto al papel tanto de lo subjetivo como de lo objetivo y respecto a su relación. Sin ello, podemos parafrasear a Marx y decir: «el subjetivismo (o el objetivismo) no es sino la expiación de los pecados oportunistas del objetivismo (o del subjetivismo)».

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    Javier

    06/08/2012 at 00:09

    • Para ubicar el rol del individuo en la sociedad hay que empezar por reconocer que existen leyes sociales y objetivas. Esta es la idea que encierra la cuestión del fetichismo de la mercancía (o del capital, etc). Ya que menciona las Tesis sobre Feuerbach, me parece importante llamar la atención sobre la 3era tesis. En esa tesis Marx no se opone a la teoría materialista que dice que los hombres son producto de las circunstancias. Nacemos heredando determinadas fuerzas productivas, y en medio de relaciones sociales determinadas. Nadie puede abstraerse de ello (un trabajador asalariado no deja de serlo por apagar el despertador, etc.). Pero al mismo tiempo que Marx reivindica esa tesis del materialismo, critica al materialismo «a lo Feuerbach» porque «olvida que las circunstancias se hacen cambiar precisamente por los hombres». Aquí toma distancia del materialismo contemplativo, mecanicista, que era el único materialismo conocido en 1845. Pero no por esto dice que hay que dejar de lado al materialismo. Está postulando un nuevo materialismo. Subrayo: si no entiendo que existen condicionamientos objetivos, no podré cambiar las circunstancias con la práctica. Esta cuestión estuvo en el meollo de muchos problemas que enfrentó la izquierda. Menciono uno de los más importantes: el programa de construir el socialismo en un solo país, y para colmo atrasado.

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      rolandoastarita

      06/08/2012 at 08:47

  9. Compañero Astarita, quizá la duda que le planteo encaja «con calzador» en relación a este artículo. Es en relación con la ley del valor. Mi hipótesis es que no solo el trabajo produce plusvalía (siendole solo pagado un salario, que constituiría el capital variable): algunos elementos del capital constante también producirían plusvalía (aunque no tengo muy claro quien «paga», supongo el empresario que compra por ejemplo la máquina, claro). Me refiero en particular a la maquinaria, sobre todo si es alta tecnología. Marx se limita a considerar que el capitalista adquiriría integramente el valor «contenido» en este elemento de capital constante, que se repartiría progresivamente en cada uno de los productos como un capital constante.

    Marx argumenta que el valor de esta maquinaria (o cualquier capital constante) es en última instancia trabajo acumulado (sería trabajo «muerto») proviniente de los trabajadores que han producido la máquina, la cual incluría a su vez el trabajo para producir todos los productos intermedios que forman parte de esta máquina.

    Pero resulta que la maquinaria aporta su parte proporcional de valor (como capital constante) en tanto que valor de uso. Y con ese valor de uso puede ser el de producir un trabajo superior o muy superior al trabajo acumulado en su producción; en esa medida se podría decir que el valor de uso de la máquina es una propiedad emergente, la constutución de la máquina entera le confiere una capacidad de producción de valor que sea superior a la suma de las partes.

    Sea por ejemplo un generador electrico. El trabajo muerto que incluye, que en última instancia se remite a horas y horas de trabajo de obreros de su fábrica y de otras que elaboran sus componentes (imanes, bobina de cobre, ejes y componentes mecánicos, etc.) sea considerado por ejemplo A y si sumamos la plusvalía acumulada A’. No obstante, este generador puede desarrollar un trabajo B, a lo largo de su periodo de funcionamiento, que sea superior a A’.¿Y de donde proviene esa «nuevo tipo de plusvalía» producida por la máquina?. ¿Del trabajo intelectual para diseñarla, que quizá no consideramos anteriormente?. Incluyámoslo también, pero no modificaría en lo fundamental el razonamiento. Ese nuevo A’, quizá seguiría siendo inferior a B. Mi conclusión, es que ese «nuevo tipo de plusvalía» (la llamo así pues es diferente de la creada por el trabajador) es una propiedad emergente (utilizando la nomenclatura característica de la teoría de sistemas) de un «todo superior a la suma de las partes».

    Otra cosa es que, por supuesto, siempre será necesario un «trabajo vivo», que ponga en funcionamiento ese «trabajo muerto» que la máquina contiene en potencia.

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    Alberto Ezquerra

    06/08/2012 at 13:31

    • «Pero resulta que la maquinaria aporta su parte proporcional de valor (como capital constante) en tanto que valor de uso. Y con ese valor de uso puede ser el de producir un trabajo superior o muy superior al trabajo acumulado en su producción; en esa medida se podría decir que el valor de uso de la máquina es una propiedad emergente, la constutución de la máquina entera le confiere una capacidad de producción de valor que sea superior a la suma de las partes.»

      Esto parece un galimatías, y no por defectos gramaticales u ortográficos. Que la introducción de una tecnología superior incremente la productividad del trabajo humano no es un descubrimiento de último momento, sino la condición normal para que dicha tecnología sea incorporada al proceso de producción. El valor de uso de cualquier medio de producción consiste, precisamente, en multiplicar la capacidad productiva del trabajo vivo, pero no se vé qué podría tener que ver ello con que un medio de producción produzca plusvalía. No se entiende de qué modo una cosa podría seguirse de la otra.
      Tampoco se entiende qué tiene que ver la posible proporción entre los valores que expresan por un lado el incremento de productividad (y de la producción, naturalmente) debido al empleo de un medio y, por el otro lado, el trabajo erogado en la producción del medio en cuestión. Otra vez, un «non sequitur».

      Por lo demás, el incremento de productividad originado en la aplicación de tecnología no es un aumento de la plusvalía. Esta última sólo se incrementa al reducir el tiempo de trabajo necesario para producir las mercancías que integran la canasta salarial (o bien por reducción compulsiva del salario, o por extensión compulsiva de la jornada de trabajo, cuando se trata de incremento de la explotación absoluta).

      . . . . . . . .

      Aparte de esto, considero muy interesante e importante el tema del artículo central (cuyas vinculaciones con los problemas del método y la dialéctica marxistas me parecen insoslayables), y me gustaría desarrollar los desacuerdos que tengo tanto con Kohan como con Astarita, pero todavía no se me ocurrió una manera sintética de hacerlo.

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      Vico

      06/08/2012 at 14:38

    • Hay varios problemas aquí. En primer lugar, la introducción de la maquinaria se justifica para el capitalista innovador si permite ahorrar más trabajo pagado que el trabajo invertido en producirla. Esto es importante porque está poniendo en evidencia el carácter capitalista de la utilización de la máquina. En una sociedad socialista se justificaría económicamente la introducción de la maquinaria si su costo es menor que el trabajo vivo que desplaza. En la sociedad capitalista solo se justifica si su costo es menor que trabajo pagado que desplaza. Esta cuestión la tuve muy en cuenta cuando hice una simulación numérica de cómo podía actuar la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, respetando el hecho de que el capitalista innovador debía recibir una plusvalía extraordinaria.
      Ahora bien, el problema que plantea usted es si la máquina no puede generar valor al aumentar la productividad. Esto es imposible. Si la máquina se introduce en toda la industria, permitiendo aumentar la productividad, baja el valor del producto final, porque hay menos trabajo vivo incorporado a cada unidad de producto (la parte que repone al capital fijo aumenta). Si la máquina es adoptada por un capitalista innovador, en tanto en el resto de la rama se mantiene la misma tecnología anterior, el capitalista innovador recibirá una plusvalía extraordinaria. Esta plusvalía extraordinaria se debe a que el trabajo que emplea la máquina más avanzada pasa a ser trabajo potenciado. Genera más valor por unidad de tiempo porque está aplicando una tecnología superior al promedio. Esto continuará en tanto el precio de venta esté determinado por las empresas que emplean una tecnología promedio más atrasada que la que utiliza el capitalista innovador. Quisiera llamar la atención sobre la importancia del concepto de plusvalía extraordinaria, y de trabajo potenciado, que le está asociado. Aquí no hay traslado de plusvalía desde alguna rama o empresa más atrasada. El trabajo potenciado genera más valor por unidad de tiempo que el trabajo que emplea tecnología promedio.
      Agrego: Esta cuestión está en la base de la explicación de Marx de la renta diferencial de la tierra (con la diferencia de que aquí está tratando con tierras de diferente productividad, en lugar de máquinas de diferente productividad). No entender esto ha llevado a algunos profesores marxistas criollos a decir verdaderas burradas sobre la renta de la tierra. No solo las dijeron, escribieron eruditos tratados sobre la renta, con esas burradas como base.

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      rolandoastarita

      06/08/2012 at 16:10

  10. Me disculpo por ciertos errores gramaticales que quizá dificulten la comprensión; la proxima vez repasaré el contenido antes de publicar. Solo un comentario adicional: indudablemente el trabajador o equipo de trabajadores que participa en el trabajo de diseño de nueva maquinaria tendría en este esquema una aportación muy cualitativa; pero tampoco sería la cuestión reivindicar como propiedad de una capa de tecnócratas esa nueva capacidad de creación de valor. En última instancia, se trataría de reivindicar de forma más explícita el caracter social de la producción.

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    Alberto Ezquerra

    06/08/2012 at 13:43

  11. Rolando, en la respuesta de las 14,38 que Vico responde a Alberto Ezquerra, el primero dice que cuando se da una prolongación de la jornada de trabajo se estaría operando un incremento de la productividad. Esta cuestión me generó siempre el interrogante de si en efecto sucede esto, puede que en la contabilidad de una empresa en particular se vea mejorada la ecuación costo-beneficio pero en términos sociales la productividad sigue siendo la misma, es decir, lo único que aumentaría es la cantidad del producto sin que haya habido un incremento de la potencia del trabajo. Es más, hasta podría ocurrir un descenso de la potencia del mismo si la jornada laboral se hace demasiado extensa. ¿Es válido ese razonamiento? ¿Qué pasa en una economía como las del Sudeste Asiático que pagan poco por la mano de obra, son competitivas pero no necesariamente productivas? Esto suponiendo que inviertan menos que el promedio, desde luego, lo cual no siempre es así.

    Por otro lado, en su comentario último, usted menciona la cuestión de que no existe un traslado de plusvalía entre ramas o empresas menos productivas hacia aquellas más eficientes porque el trabajo potenciado genera más valor que el trabajo promedio. ¿Qué pasa con las empresas cuya productividad está por debajo incluso del promedio de la rama? ¿Es equiparable al caso de una renta diferencial A, B, …con varias escalas de generación de valor?

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    Ilichito

    06/08/2012 at 20:47

    • Acerca de la productividad. En la tradición de Marx (y en general en muchas corrientes no neoclásicas) utilizamos como unidad de medida de la productividad la producción de valores de uso por unidad de tiempo de trabajo (el enfoque neoclásico lo trato aquí).
      De todas maneras precisemos que Marx utiliza el término productividad para referirse al aumento de la generación de valores de uso que se logra con cambio tecnológico; los marxistas por lo general lo hemos usado en este sentido. Sin embargo, también puede haber aumento de la producción de valores de uso por unidad de tiempo si se eleva la intensidad del trabajo. En la práctica muchas veces es difícil o imposible de distinguir cuánto del aumento de la producción por unidad de tiempo se debe a cambio tecnológico, y cuánto a intensidad (por ejemplo, una máquina más productiva puede exigir también mayor intensidad del trabajo). Pero desde el punto de vista analítico es importante. El aumento vinculado a cambio tecnológico se relaciona con la plusvalía relativa, el otro con la absoluta (como explica Marx, la plusvalía absoluta siempre está relacionada con un mayor desgaste de la fuerza de trabajo). En cualquiera de los casos, se puede ver que la prolongación de la jornada de trabajo no afecta a la producción de valores de uso por unidad de tiempo.
      Voy ahora al tema de las transferencias de valor. Aquí hay que distinguir lo que sucede dentro de la rama, de lo que sucede entre ramas. En la teoría de Marx las transferencias de valor ocurre entre ramas, desde las ramas con composición orgánica de capital más baja, hacia las ramas con composición orgánica más alta (comp. org. es la relación capital constante/trabajo vivo). Esto es por el mecanismo de la competencia tiende a generarse una tasa media de ganancia. Sin embargo, dentro de la rama no existe transferencia de valor desde las empresas más productivas a las menos productivas. Las que utilizan tecnología superior a la modal generan más valor por unidad de trabajo que las que utilizan tecnología promedio. Una última aclaración: para comparar productividades tenemos que hablar de una misma producción. No tiene sentido decir que la rama que produce heladeras es más productiva que la que produce hierro.

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      rolandoastarita

      07/08/2012 at 08:47

    • Ilichito, lo que yo había dicho no fue que la productividad puede incrementarse por prolongación compulsiva de la jornada (o disminución compulsiva del salario real, etc.). Dije que la plusvalía puede ser incrementada por esos mecanismos. Pudo haberse confundido porque lo dije indirectamente, por medio de un anafórico.

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      Vico

      07/08/2012 at 12:48

  12. ¿Esa transferencia de valor se da hasta que las ramas igualan su tasa de ganancia ( con matices por supuesto, no va a ser exactamente igual la tasa)? Una ve que se equilibran las transferencias de valor entre ramas deberían detenerse. Disculpe que dé tanta vuelta en el mismo tema, pasa que según alguna bibliografía marxista que he leído, esas transferencias serían perdurables en el tiempo, no hasta la igualación de las tasas de ganancia.

    Desde ya, muchas gracias.
    Un saludo.

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    Ilichito

    07/08/2012 at 11:35

  13. Kostas Papaioannou, en una antología sobre Marx y el marxismo, dice lo siguiente: «El beneficio capitalista proviene únicamente de la plusvalía y todo el esfuerzo del capitalista consiste en buscar aumentar la plusvalía, bien directamente alargando la duración del trabajo (plusvalía absoluta), bien indirectamente acrecentando la productividad del trabajo (plusvalía relativa)».
    ¿Esto es incorrecto, a tenor del último comentario del profesor Astarita?
    Un saludo y gracias de antemano.

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    Pedro

    07/08/2012 at 12:32

    • En mi opinión, es correcto. Tal vez con una precisión: KP se refiere al aumento de la productividad que afecta, directa o indirectamente, el valor de los medios de subsistencia de la clase obrera. Es obvio que el aumento de la productividad en la rama «yates de lujo» no altera la plusvalía relativa.

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      rolandoastarita

      07/08/2012 at 14:01

  14. El problema de la subjetividad (es decir, del semianalfabetismo marxista que predican supuestos marxistas) dejó, deja y seguirá dejando montones de cadáveres proletarios.
    Marx ya había combatido a los «marxistas» lasalleanos y a otros. Lenin a muchos marxistas de la segunda internacional (antes de la carnicería interimperialista de 1914-18). Trotsky a varios contendientes que se reclamaban «oposicionistas de izquierda» y a veces «trotskistas». En los 60-70 aparecieron varios subjetivistas (varias expresiones marxistas del mayo del 68, maoistas de varios pelajes, guerrilleros «impactados» por la experiencia burguesa de Guebara-Castro, Toni Negri y la corriente «operaria», etc.). Ahora es Holloway, pero también el siempre presente Petras y otros que reivindicaron la payasada pequeñoburguesa del cristiano zapatista «Marcos» y el guiso recocido de los «nuevos movimientos sociales» («foro social de porto alegre/san palbo/marte/anarres/islas azores/maldivas», los movimientos «espontáneos» contra el G-20 y/o el G-8 y/o el FMI y/o el banco mundial, y toda una serie de movimientos «populares» -por lo tanto, no proletarios- como el «movimiento de los indignados» español, entre otros).
    Quisiera señalar otro antecedente subjetivista: la del semianalfabetizado en términos marxistas Antonio Gramsci (primero mussolinista cuando estaba en el partido socialista y Mussolini contaba con el apoyo de Lenin y otros bolches, estalinista a partir de 1923 y hasta 1926, y siempre antibordiguista, es decir, antimarxista).
    Considero que la mejor interpretación de El Capital la hizo el italiano Amadeo Bordiga: remito a los lectores a su obra.
    Saludos comunistas,
    Fernando.

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    Fernando.

    07/08/2012 at 12:32

    • A ver, yo puedo creer que Negri, Petras, Gramsci, yo y cualquiera pueda equivocarse! Pueden tener lecturas que con el tiempo se muestran erroneas. O incluso en el momento de hacerlas. Eso es indiscutible pero de ahí a considerarlos «semianalfabetos marxistas» hay una distancia, personalmente creo que se puede aprender algo de todos ellos (¡si lo incluyo a Negri!), a condición de abandonar el esquematismo mental que lleva a clasificar a las personas en «semianalfabetos-alfabetizados».
      Por supuesto en una determinada coyuntura uno puede disentircon alguien, pero escribir :

      «la mejor interpretación de El Capital la hizo el italiano Amadeo Bordiga»

      no me resulta convincente, con todo el respeto que me merece Bordiga.

      Seria buenisimo, ya que domina el tema aportace algo para los que no lo dominamos, digo Gramsci y Bordiga estaban en la misma organización y más allá de enfrentarse en más de una ocación hasta donde sé se respetaban mutuamente, a un nivel que usted no tiene para con Gramsci por ejemplo. Estoy convencido de algunos errores que cometio Gramsci pero de ahí a calificarlo de mussolinista porque mussolinni estuvo en el PS en su juventud es ridiculo. A menos que tenga algun argumento que no haya dado a favor de eso. En cuyo caso estaria encantado de leerlo.

      De hecho estoy bastante convencido de que Gramsci no estaria de acuerdo con varias cosas que escribio Kohan, de la misma forma que Kohan no esta de acuerdo con varias cosas que dice Holloway. Pero a pesar de creer que todos ellos estan equivocados en aspectos centrales, no los caracterizaria jamas como semianalfabetos. En lo personal aprendi bastantes cosas tanto de Gramsci como de Kohan, hasta el punto que eventualmente llegue a la conclusión de que se equivocaban en ciertas cuestiones. Y aunque paresca simple yo conoci la obra de Astarita gracias a Kohan, y eso ya es algo.

      Pienso que el tema no pasa por quién leyo mejor a quién sino por saber rescatar los aspectos positivos en el pensamiento de cada cual, y saber detectar los argumentos erroneos. El socialismo, comunismo, la revolución o como quieran llamarlo no tiene ni tendra que ver completamente con lo que cada uno de nosotros lleva dentro de su cabeza. Por eso es todo algo tan dificil.

      Saludos.

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      Gerardo Daniel

      07/08/2012 at 19:18

    • Si es cierto que «El problema de la subjetividad … dejó, deja y seguirá dejando montones de cadáveres proletarios», entonces, ¿no se concluye de ahí que es un verdadero problema y que todo marxista debe tratar de resolverlo?

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      Javier

      08/08/2012 at 01:42

  15. Interpretamos el mundo material mediante ideas, que no están en ningún reino platónico sino en nuestros cerebros, en los textos, en la red … Es decir la comprensión, la elaboración teórica, la conciencia etc. se están mostrando mucho más importantes de lo que podrían pensar Marx o Engels; ¡Que no es que no lo tuviesen en cuenta!. Pero es que con el tiempo se va viendo que es mucho más importante todavía. O quizá, en el fondo, estoy hablando de mi mismo y mi propia interpretación del marxismo, de joven lo veía todo más sencillo y más mecánico y pensaba que las previsiones de Trotsky sobre la «revolución mundial» se cumplirían como una profecía.

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    Alberto Ezquerra

    08/08/2012 at 04:33

  16. Fernando, ¿en base a qué caracterizas al guevarismo (o por lo menos a la experiencia cubana) como una corriente burguesa y la metés en la misma bolsa que el Foro de San Pablo? Por otro lado, respecto de tus comentarios sobre Gramsci y Bordiga, en tanto este último sería «el único marxista», deberías recordar que fue el propio Lenin el que le dijo que la línea del PCI que se ajustaba a la de al IC era la que defendía el bloque de Gramsci y califico a Bordiga de izquierdista.
    Creo que deberías afinar un poco más la crítica en términos teóricos y no símplemente «prender el ventilador» e insultar a todos lo revolucionarios que vos no considerás marxistas.

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    Nacho

    08/08/2012 at 12:43

    • Nacho, no dije que Bordiga es «el único marxista». Explicito: el mejor análisis «no subjetivista» («objetivista») sobre el libro I de «El Capital» (de paso: fue el único libro al que Marx le dio su visto bueno para que sea publicado: los restantes libros de «El Capital» fueron editados/corregidos/interpretados -por lo tanto, manipulados- por Engels) es el que hizo Bordiga, cuando escribió una seguidilla de artículos correlativos y que sucesivamente fueron publicados en la revista italiana «Prometeo». En castellano, fueron compilados como «Elementos de la economía marxista» y las sectas bordiguistas cada tanto se encargan de poner esos textos en circulación. Bordiga (a diferencia de Trotsky y sus epígonos contemporáneos y posteriores), apenas se publicaron en alemán los borradores de «El Capital» (los Grundisse) en 1939, los estudió, así como luego también leyó críticamente el llamado «capítulo VI, inédito» de El Capital (en castellano, por lo que sé, no hace muchos años que se conoció, a través de una traducción de la editorial Siglo XXI de México). La extraordinaria lectura teórica del marxismo y en particular de «El Capital» en términos «no subjetivistas», le permitió a Bordiga hacer en 1960 un análisis materialista sobre las causas del «exterminio» de fuerza de trabajo gitana, judía, etc., por parte de los nazis (el trabajo se lo conoce en castellano como «Aschwitz o la gran coartada»: de paso: es un brillante artículo «antifascista» y «antialiado», cuando TODAS las corrientes marxistas -la trotskista incluida- estuvieron implicadas -algunas más activamente, otras no tanto- en el bando «antifascista», que era «el mal menor» según «argumentaban»…) y dos años antes, en 1958, aplicando la ley de la tendencia decreciente de la tasa de la ganancia predice -¡con exactitud!- que en 1975 estallaría una nueva crisis de sobreproducción capitalista (como todo marxista «objetivista», no dejó margen para que la «lucha de clases» entre por la ventana de la Historia y calculó, sobre la base de datos macroeconómicos, un nuevo ciclo de desarrollo de las fuerzas productivas). Sobre Gramsci, reafirmo que fue estalinista (¡él fue uno de los que lideró la destrucción de la izquierda italiana, aprovechando el acecho del fascismo sobre Bordiga y la izquierda partidaria! -Bordiga cayó preso en 1923 y a partir de ese año, hasta 1926 que Gramsci cayo preso, Gramsci, junto a Palmiro Togliatti y otros dirigentes, comenzó el proceso de estalinización del partido italiano-), mussolinista cuando Mussolini defendía la «neutralidad operante» ante el estallido de la primera guerra mundial en el PSI y es uno de los inspiradores intelectuales del posestructuralismo de tipo foucaultiano-deleuziano (corriente ideológica a la que habría que calificar como «anarquista de ultraderecha», sin dudas…) que en la práctica política concreta se manifiesta en «construir contrapoder» (en alianzas estratégicas con sectores no proletarios, donde el proletariado está subordinado en términos políticos, «de poder», precisamente), «establecer alianzas entre los sectores ‘subalternos'», etc. La cantinela se manifiesta en las prácticas políticas de Marcos y su «ejército zapatista de liberación», en los «foros sociales» donde van corrientes burgueses afines a Lula Da Silva y Evo Morales, ecologistas y payasos varios, etc., etc., etc… Lo último sobre Gramsci: su obra y figura es reivindicada por varias corrientes marxistas (maoístas, trotskistas, et. al.) y juzgado críticamente por su práctica política (su pobre práctica política) y teórica (a muchos creyentes marxistas les legó unos «cuadernos de la cárcel» que requieren hacer una exégesis y una eiségesis, así como hacen los creyentes cristianos con la biblia), en términos históricos, sólo por los bordiguistas de todo pelaje…

      En cuanto a la calificación de Lenin, en «El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo», no fue taxativo en su carga contra el PSI y la línea táctica de Bordiga de propiciar la «abstención electoral»; el mismo Bordiga, que corría por izquierda a Lenin y su «centralismo democrático» reivindicando un «centralismo orgánico», mantuvo la «disciplina partidaria internacional» y acató seguir en Italia la línea mayoritaria impuesta por los bolcheviques.

      Por último: el guevarismo fue una «corriente» burguesa (por lo tanto, no proletaria), por sus métodos (guerrilla como herramienta político-militar estratégica), objetivos (no destruir el Estado burgués para construir uno proletario en la perspectiva de avanzar hacia el comunismo -recordemos: comunismo=destrucción de las clases sociales=abolición del Estado-) y clase sobre la que se apoyaba (el campesinado). Y, de paso, el «guevarismo» demostró clara y burdamente que fue fue en todo y para todo una corriente afín al «subjetivismo» (claro que, como se desprende de lo que dije anteriormente, Guevara no era marxista, por lo tanto no se le puede aplicar la etiqueta «marxista subjetivista»).

      Saludos comunistas,
      Fernando.

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      Fernando.

      08/08/2012 at 20:53

  17. Bordiga tenía una visión mesiánica del marxismo que le llevó a afirmar que éste era INVARIABLE. O por ejemplo, que la clase obrera solo seguía existiendo en la medida que existía su Partido Comunista internacional. Por otra parte, su ultraleninismo le llevaba a defender que la Dictadura del Proletariado era equivalente a la dictadura del partido y que este debía defenderla incluso por la fuerza contra secciones de la clase obrera. Sinceramente, un camino que lleva al desastre.

    Luego tuvo el mérito de luchar contra el estalinismo, pero bueno lo que el defendía….

    También presumía mucho de hacer predicciones «científicas»: la crisis de los 70 no solo sería una crisis sino el principio de una revolución mundial. También predijo que los estalinistas harían una «confesión de capitalismo», es decir reconocerían que su sistema era una forma de capitalismo de estado, si bien esta confesión no se produjo y en su lugar la caída del estalinismo fue difundida como la del «comunismo».

    Cambiar el sistema no es fácil, no dudo de la honestidad de Bordiga, pero sus soluciones esquemáticas y ultrapuristas no creo que marquen el camino.

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    Alberto Ezquerra

    09/08/2012 at 04:10

    • Alberto, señalé unos textos de Bordiga que reivindico y recomiendo leer/releer. No me parece correcto, como método de discusión política, hablar de personas (en este caso «Bordiga» como un todo, un monolito monolítico hombre-pensamiento-acción). Por eso intento no apelar a Bordiga como «hombre y cita de autoridad». Y en consecuencia no hablé/hablo (mejor dicho: trato de no hablar) de Bordiga «hominem», pues no me interesa reivindicar a personas (tampoco reivindico a Marx como persona: considero que el proletariado no necesita crear mitos individuales, infalibles: no necesita de mártires ni de «santos»: reivindico la praxis política y la praxis teórica de los individuos, es decir, lo que dejaron «vivo» en la historia para su reapropiación colectiva).
      Pero ya que te centraste en «Bordiga», expreso que su trayectoria política desde el PSI, pasando por su papel dirigente en el cofundado PCI (a comienzos de 1921), hasta el enfrentamiento a Stalin y la defensa de Trotsky en el plano internacional así como la oposición a Gramsci-Togliatti quienes seguían las instrucciones de Moscú (es decir, año 1926, de la camarilla burocrática dirigida por Stalin), es reivindicada por mí. Fue un marxista ortodoxo que luchó contra los falsificadores del marxismo (Gramsci-Togliatti-Stalin,etc.) y contra los actualizadores revisionistas/reformistas del marxismo (Kautsky-Tasca-Bujarin, etc.). Cuando Bordiga salió de la cárcel del fascismo, se negó a volver a militar activamente y no participó decididamente en la diáspora bordiguista que comenzó con dos sectas y prosiguió con la propagación de nuevas capillas (algo parecido a lo que ocurrió/ocurre en el trotskismo). Pero siguió pensando, elaborando y publicando trabajos. Algunos de estos trabajos los reivindico, otros no.

      En cuanto a la «invariancia» que señalaste: Bordiga y el bordiguismo hablan de «invariancia histórica del marxismo» en el sentido de que consideran al marxismo, como doctrina científica-política, útil para toda una etapa: el marxismo nació con el proletariado industrial moderno, es decir, cuando al mismo tiempo (dialéctica del amo y del esclavo) nacía el capitalismo (y por lo tanto la clase capitalista) como modo de producción y formación económica dominante en el mundo; mientras haya capitalismo habrá proletariado, de ahí la «invariancia histórica del marxismo»: una guía teórica-política para emancipar al proletariado del capitalismo; esto significa que el marxismo no es «eterno» (no existía en la época medieval o en el modo de producción asiático precisamente porque no había proletariado ni capitalistas: es «histórico», no «suprahistórico», «eterno», no existe desde siempre y existirá por los siglos de los siglos). La palabra «invariancia», por otro lado, es usada adrede: el marxismo,como doctrina, no es una teoría en permanente «evolución» y «actualización», de ahí el combate contra el revisionismo (expresión de las presiones burguesas y pequeñoburguesas al interior de la teoría marxista, es decir, proletaria) que ataca la doctrina y el método del marxismo. Bordiga y el bordiguismo son claros: El Capital por un lado (con su explicación de la «lógica del capital», su «determinismo objetivo») y el Manifiesto Comunista por el otro (donde la «lucha de clases», el «determinismo subjetivo» en el sentido de que puede tener un resultado favorable al proletariado en la lucha abierta contra el capital y los capitalistas una vez que están dadas las condiciones materiales para hacer la revolución social -«cuando los de arriba no pueden y los de abajo no quieren», parafraseando a Lenin-) constituyen el núcleo «central» de la doctrina «invariable» del marxismo. Y así como en el Manifiesto Comunista Marx delimitó al «socialismo científico» del utopismo, el obrerismo, el libertarismo-mutualismo proudhoniano, nacional-comunistas, etc., Bordiga y los bordiguistas combatieron en su momento a los que consideraban revisionistas (stalinistas, trotskistas, maoistas, etc.), en el sentido de que consideraban/consideran que MODIFICAN con su praxis política y su praxis teórica a la teoría marxista (en su «núcleo duro», digamos). En este sentido, yo digo: Kohan y Holloway MODIFICAN la doctrina científica del marxismo. Y en este sentido dije/digo que la mejor lectura «no subjetivista» la hizo Bordiga. Los principios estables del marxismo son para todo un largo proceso, es decir, para todo el periodo que dura el capitalismo como etapa histórica: en este sentido Bordiga usaba la expresión «invariancia histórica del marxismo».

      Por último, para evitar malos entendidos,chicanas y polémicas estériles: el marxismo, al ser una ciencia histórica, procesa y da respuesta a los fenómenos históricos que van surgiendo. En este sentido, Lenin tomó nota del «imperialismo» y así «actualizó» la doctrina marxista. En ese entonces Kautsky-Plejanov, en nombre de la «pureza» doctrinal marxista, lo atacaron diciéndole que tergiversaba al marxismo. Lenin, como sabemos, desnudó la torpeza de la corriente política que expresaban esos dos hombres demostrando que no sólo apoyaban sino integraban coaliciones burguesas (y la historia terminó dándole razón a Lenin y no al «renegado» Kautsky: los socialdemócratas, desde el Estado burgués, ahogaron en sangre al proletariado alemán y mataron a mentes brillantes como Rosa Luxemburgo, entre otras). Pero Lenin, en su «actualización» doctrinaria, mantuvo el «núcleo duro» de la doctrina marxista. Lo mismo podríamos decir de Trotsky: su teoría del desarrollo desigual y combinado «actualizó» la doctrina marxista: Marx vivió cuando el capitalismo estaba en Europa y escribió en consecuencia (era un hombre «histórico», no «religioso», «profético»), aunque vio que la valorización constante del capital llevaba al capitalismo a su expansión territorial, a diseminarse y dominar el mundo; Trotsky anotó los problemas de su época e hizo una «actualización doctrinaria», pero manteniendo el «núcleo duro» de la doctrina marxista, la «invarianza», para decirlo en términos bordiguianos. Lo de «núcleo duro» lo tomo tal como lo desarrolla Michael Burawoy en «Dos métodos en pos de la ciencia: Skocpol vs. Trotsky» (editorial Prometeo, Buenos Aires), quien se basa en la metodología de los programas de investigación científica propuestos por Lakatos para aplicarlos a la sociología histórica: recomiendo su lectura, que mucho tiene que ver con lo que se discute en este post.
      Saludos marxistas,
      Fernando.

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      Fernando.

      09/08/2012 at 12:49

  18. La cuestión es delimitar que es el «nucleo duro». ¿Por que la teoría de Lenin sobre el imperialismo es la actualización «correcta»? Hay otras teorías sobre el imperialismo como la de Luxemburgo, la del Partido Socialista de Gran Bretaña (que tiene puntos en común con la que defiende Rolando Astarita)…

    Me interesa el libro de M. Burawoy que me propones ya que se basa en lakatos. La cuestion es que sabiendo que la ciencia tiene un método pero muchas veces admite interpretaciones y resultados provisionales erróneos, me defiendas lo de la «invarianza». Que se lo digan a Einstein con su constante cosmológica, la calificó como el gran error de su vida y en la actualidad algunos autores plantean reintroducirla, para explicar la expansión acelerada del Universo. Lo triste es que en muchos entornos marxistas se vea la discrepancia como una desvíación o una influencia de la ideología burguesa, yo creo que se tendría que rectificar esta metodología: errare humanum est.

    Un saludo.

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    Alberto Ezquerra

    09/08/2012 at 14:54

    • Desde ya: no es que porque Lenin lo dijo la actualización sea «correcta», pero en su «actualización» no se pasó con maletas a las filas de la burguesía, como hizo, por ejemplo, Bernstein: la actualización de Bernstein (y en parte la del último Engels, no vamos a negarlo…) despojó al marxismo de su razón de ser, volvió al marxismo «una teoría y praxis pasada de moda», para decirlo con otras palabras. Hilferding, Luxemburgo y Lenin no se cerraron en el dogmatismo de negar lo que dieron en llamar «imperialismo» y hacer de cuenta como que aún estaban en una etapa anterior del capitalismo ni revisaron al marxismo para convertirlo en una «pieza de museo». Kautsky, Bernstein, Plejanov, Martov y otros, en cambio, «actualizaron» o bien «momificaron» el marxismo para quitarle su esencia y se convirtieron en agentes (conscientes o no) de la burguesía. En este sentido, no es «errar humanum est», pues no eran académicos universitarios sin influencia en el movimiento obrero: sus posiciones fueron tomadas por partidos políticos con larga tradición proletaria, por sectores de vanguardia y, en muchos casos, por el amplio movimiento de masas (esto último ocurrió, por caso, en Alemania de la mano de la socialdemocracia primero y el estalinismo después). Mientras Lenin intentó hacer una revolución socialista, Kautsky estuvo enrolado en una corriente política que administró el Estado burgués…

      En cuanto a mi defensa de la «invarianza», creo que algunos trabajos de Bordiga mantuvieron el «núcleo duro» del marxismo (tanto en la praxis como en la teoría). Pero es mi opinión personal, claro está. El bordiguismo cometió muchos menos errores que el trotskismo, por ejemplo. Claro que cualquiera podría decirme: «claro, si son tan sectarios que no intervienen en la lucha de clases, ¡así cualquiera mantiene la «invarianza» y los principios los mantiene a salvo!». Pero ese es otro cantar y tiene que ver con caracterizaciones políticas concretas, que exceden los comentarios que estamos haciendo en torno al post de Astarita.

      Saludos.

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      Fernando

      09/08/2012 at 16:37

  19. Fernando, es cierto que Gramsci apoyo el ala estalinista del PCUS y que cometió errores, pero en sus escritos, por lo menos hasta donde llega mi conocimiento, sostiene la existencia de leyes objetivas en sentido marxista. Por otro lado, fue el comunista más consecuente en la lucha por organizar el movimiento revolucionario para la toma del poder, ya que él siempre se ocupó de plantear que la construcción de organismos de doble poder solo tenía sentido si se tenia por objetivo derrocar a la burguesía. Más tarde vinieron las famosas lecturas autonomistas que se ocuparon de tergiversar el planteo de Gramsci. Respecto de su «mussolinismo», no es cierto, ya que Mussolini planteaba algo así como una neutralidad activa frente a la guerra, lo cual dejaba abierta la posibilidad de apoyar la misma. Gramsci, en un principio apoyo la neutralidad plena, al igual que el resto del PSI. Luego Mussolini viró al fascismo. Pero deberías aclarar que este último era miembro del PSI al igual que Gramsci, caso contrario, parece que tu intención es decir que Gramsci era fascisa. Sería como decir que Lenin era estalinista porque Stalin estaba en el partido Bolchevique.
    Respecto del guevarismo -aunque no me hago cargo con este comentario de todos los que se reivindican tales- sino, particularmente, de la experiencia cubana. No concuerdo con caracterizarla de «experiencia burguesa». En todo caso, se basó en el sujeto mayoritario y más activo que encontraron en Cuba: el campesino pobre. En ese sentido, creo que es una muestra de la necesaria plasticidad de pensamiento que exigen las tareas de la revolución. Por otro lado, es necesario tener en cuenta que fue un proceso que fue evolucionando en su concepción ideológica, pero que finalmente se declara socialista.
    Tampoco se de donde sacaste que no se propuso destruir el estado burgués, cuando fue lo que se intento, aunque podemos discutir los resultados, siempre teniendo en cuenta que Cuba es una isla en todo sentido. Respecto de la táctica guerrillera, en el caso de Cuba demostró ser correcta, es un hecho histórico. Sí podría criticarse, por ejemplo, qué fue a hacer el Che a Bolivia y los intentos de «exportar» la experiencia cubana.
    Finalmente, el Che, era y se reconocía marxista.
    Saludos,

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    Nacho

    09/08/2012 at 16:33

    • El Che era un burguesito aburrido que se fue a hacer turismo aventura y jugó a hacer la revolución. La intención del «M-26» era sacar a un dictador burgués para instaurar una dictadura democrática burguesa. La realidad de la lucha de clases los llevó a expropiar y ahí se acabó la cantinela. Guevara era un analfabeto en términos marxistas y está explicitado en sus «cuadernos» y «diarios». De «socialista», cero. De marxista, «menos cero». En cuanto a «sujeto… campesinado pobre»: en el capitalismo no hay grises: es burgués o es proletario. Cuba no fue proletaria nunca. Decís «el Che, era y se reconocía marxista»: las personas no se juzgan por lo que piensan de sí mismos sino por sus actos… Creo que es el ABC del marxismo, verdad?
      En cuanto a Gramsci, ya dije todo lo que considero justo sobre su trayectoria política y teórica: nunca fue marxista. En filosofía, se nutrió del idealista Croce; en materia «político-sindical», reivindicó al sindicalista revolucionario (a la Sorel) Labriola… etc…
      No coincidimos, lamentablemente.
      Saludos marxistas y comunistas,
      Fernando.

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      Fernando

      09/08/2012 at 23:33

  20. Compañero Fernando. En sus últimas intervenciones ha vertido un gran número de críticas, algunas las comparto y otras no. No me propongo, por el momento, entrar en cada una de las cuestiones. Solamente le quería señalar una observación. Ernesto Guevara es una figura histórica de una talla inmensa, respecto de la cual, sin claudicar en la crítica a los que considero sus errores, profeso un gran respeto. Si me permites tutearte, te diría que tus palabras alusivas fueron poco felices. Con independencia de su extracción social o del espíritu aventurero propio de la juventud, el Ché no jugó a hacer la revolución. Fue un idealista estoico que, al contrario de lo que dices, se jugó la vida por hacer la revolución. Renunció voluntariamente a un promisorio futuro burgués e incluso, una vez que triunfara la revolución en Cuba, a la cómoda vida de un burócrata. Buscó incesantemente un camino hacia la izquierda, que lo llevó al ostracismo primero y al sacrificio heroico después, en pos de la liberación de las masas oprimidas y explotadas del mundo entero. Baste recordar: ‘Revolución socialista o caricatura de revolución’. Caracterizar si clasificó en los estandares del marxismo es una cuestión relativa. En todo caso, fue marxista a su manera. Que tenía una formación deficiente. No hay duda. Que sobrestimó las posibilidades del esfuerzo colectivo de las masas en la transición socialista, tampoco. Que se propuso subrogar el papel del sujeto revolucionario consciente en una vanguardia que se planta en lucha sin cuartel hasta vencer o morir. Quien se animaría a contradecirlo. Pero su idealismo incorruptible fue un ejemplo imperecedero de actitud revolucionaria que trasciende los tiempos y no se marchitará jamás. Es la llama que avivamos en la juventud, no para conducirla por los caminos del martirio, sino, del programa genuino del proletariado.
    Gracias por tu atención.

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    AP

    10/08/2012 at 00:56

    • AP (y también a Gerardo Daniel, Nacho y Alberto Ezquerra): pido disculpas si en mi afán polémico ofendí. Intervengo polémicamente porque este espacio no es un foro de «minutas» virtuales donde intercambian militantes «revolucionarios» ni es un ámbito de ponencias académicas. Reivindico la palabra «polémica», en el sentido de que extremo las posiciones para llamar la atención por la negativa/positiva, sin matices: de lo contrario, no intervendría aquí y militaría en alguna secta (donde intervendría por escrito cada dos años, es decir, para cada «precongreso», el único momento en que circulan las «minutas» y se discute un poco) o me abocaría al marxismo académico (aprovechando así las credenciales universitarias que no muestro).
      Gramsci-Negri-Holloway-Guevara son para mí falsificadores del marxismo: creo haber sido claro por qué y es por eso que los metí en la misma bolsa (nuevamente: «en mi afán polémico»).

      AP, decís que Guevara «Fue un idealista estoico que, al contrario de lo que dices, se jugó la vida por hacer la revolución (…) Buscó incesantemente un camino hacia la izquierda (…) su idealismo incorruptible fue un ejemplo imperecedero de actitud revolucionaria que trasciende los tiempos y no se marchitará jamás.»
      Hay muchos que se incineraron con «actitudes revolucionarias»: no me conmueve. Uno de los problemas del Che fue que tenía una deficiente preparación intelectual (para hacer y liderar una «revolución socialista») y que, justamente, era «idealista» (palabra que remarcaste por lo menos dos veces en tu defensa crítica del Che) y no «materialista».
      Extremo mi posición polémica: no dudo en calificarlo como un «chanta». Su supuesta «actualización marxista» (la vanguardia que, desprendida del proletariado, hace guerrilla rural en un mundo cada vez más urbano e industralizado -esto intentó convertirlo en «norma» al escribir, a las apuradas, un manual sobre la «guerra de guerrillas»-, la apología de la «socialización de la miseria» -que es lo que se hizo en Cuba y pretendía hacer en Congo y Bolivia-, creer que la «voluntad» -la subjetividad- puede «crear condiciones» y hasta «vencer» -sin tener en cuenta las limitaciones estructurales, «objetivas»-, etc., etc.) es antimarxista.
      Mi crítica a la práctica política y teórica de Guevara va en el mismo sentido de las palabras finales de Astarita vertidas en este post: «La teoría sin práctica es estéril, pero la práctica sin teoría no constituye el camino para el éxito de los movimientos obreros y socialistas. Y la elaboración teórica exige rigurosidad y atención a los argumentos. En una palabra, exige ciencia. Es un mensaje central para la clase trabajadora y los socialistas, que se desprende de la obra de Marx, y en primer lugar de El Capital.»
      Guevara, lo digo por si alguno no lo sabe, leyó El Capital después de que triunfó la «revolución» cubana (a fines de 1960 el estalinista Anastasio Mansilla dio un seminario de lectura de «El Capital» en Cuba, donde Guevara y Castro allí intentaron leer esa obra por primera vez -luego, Castro confesaría que nunca terminó de leer el Libro I porque le resultaba «demasiado difícil»-) e hizo la «revolución» a pura «práctica sin teoría» (sus «escritos» los hizo mientras «hacía la revolución» y posteriormente, cuando era burócrata de «industria»). Vaya paradoja: la de un ignorante en términos marxistas que con su práctica y su «teoría» dio impulso a movimientos «marxistas revolucionarios» que ataron como la sombra al cuerpo a miles de «honestos idealistas» a un porvenir sin venir.
      Creo que Guevara hizo «práctica sin teoría» y que su «elaboración teórica» no fue rigurosa, para nada científica.
      Saludos,
      Fernando.

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      Fernando.

      11/08/2012 at 20:41

  21. Compañero Rolando. Dado que la discusión se ha desviado un poco del eje, aprovecho para preguntarle sobre el problema de la transferencia de valor y en línea con lo que ya habíamos discutido en la nota sobre intercambio desigual. Si bien coincido con usted en lo que respecta a que las transferencias de valor se producen entre ramas, por medio del movimiento de capitales que afluyen hacia las ramas de menor composición orgánica y más alta rentabilidad, resultando en una nivelación de la tasa de ganancia (En un equilibrio dinámico inestable) no dejo de ver cierta contradicción en el famoso capitulo X del Capital. Allí Marx rinde cuenta de la naturaleza de las plusvalías extraordinarias que obtienen transitoriamente los capitales innovadores, situándolas en la categoría de la ‘plusvalía relativa’ que surge del abaratamiento del obrero, digamos, ‘por pieza’, que permite aprovechar la existencia de ‘valores sociales medios’ imperantes en la rama, para obtener un valor adicional que ‘potencia’ el trabajo involucrado. En el citado capítulo y en otras partes del capital, Marx afirma que la fuerza productiva del trabajo (que incide en la producción de mas valores de uso en la unidad de tiempo) no altera la magnitud del valor producido que se distribuye en un mayor número de mercancías que disminuyen su valor individual aunque contengan más plusvalía apropiada por el innovador que ha logrado prolongar el trabajo excedente a expensas del necesario, aún si el coste salarial medio se mantiene inalterado. Marx parece sugerir que este surplus value surge de las posibilidades transitorias de realización y no de que el trabajo más productivo genere ‘per se’ un mayor valor que la media. Por supuesto, este valor no puede surgir de la circulación, por lo cual, la retribución adicional que el innovador obtiene por su mercancía a más bajo precio, debe surgir de la potenciación ‘retroactiva’ del trabajo, lo cual ha inducido a pensar en alguna forma de transferencia vía mercado de la plusvalía generada en toda la rama. En todo caso y dado que algunos autores han señalado la existencia de una contradicción real y no meramente expositiva en el pensamiento de Marx, me interesa conocer su parecer en cuanto a como congenian las afirmaciones aparentemente contradictorias. Me inclino a pensar que lo que aumenta la mayor productividad es el plusvalor contenido en una masa de valor que tendencialmente disminuye y se refleja en la baja de los precios de las mercancías ocasionada por la competencia, que se presupone dominante y libre de barreras monopólicas, dado que el efímero aumento del valor del innovador, desaparece cuando los competidores adoptan la tecnología más productiva. Es un aspecto de profundas implicancias. En teoría, el mejor aprovechamiento del trabajo por vía tecnológica, se presentaría como un continuo solo limitado por las consecuencias sociales devastadoras del desplazamiento de trabajo vivo en que se funda la producción de valores, entre ellas, una crisis de subconsumo. Si el trabajo potenciado puede generar cada vez más valor, en vez de menos, asfixiando, en cierto punto, la plusvalía, el límite del capitalismo estaría dado solamente por la automatización absoluta. Mientras exista una partícula de trabajo del único ‘obrero universal’ la expansión del valor y plusvalor estaría garantizada. Va de suyo que esto, comparado con la realidad, es pura ciencia ficción, pero no afecta el fundamento. Volviendo al problema del trabajo potenciado. Si se toma en cuenta toda la rama, hay quienes afirman la teoría de la transferencia en base a que lo que unos ganan (innovadores) otros lo pierden, puesto que el juego es de suma cero, con lo cual, el valor adicional, no sería valor nuevo creado, sino redistribución vía mercado, en otras palabras, una ‘apariencia’ de que se ha creado más valor real en la producción, cuando en realidad, el mayor equivalente dinerario obtenido, solo se expresa como una expansión transitoria de la plusvalía. Me interesaría si aquí, o en alguna nota, no solo por mi, sino, en beneficio de los lectores menos familiarizados con el tema, puede explicar con más detalle el asunto.
    Gracias Rolando.

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    AP

    10/08/2012 at 11:33

    • Veo un problema de interpretación (luego analizaré la lógica que tiene el asunto). Usted dice: «Marx afirma que la fuerza productiva del trabajo (que incide en la producción de mas valores de uso en la unidad de tiempo) no altera la magnitud del valor producido que se distribuye en un mayor número de mercancías que disminuyen su valor individual aunque contengan más plusvalía apropiada por el innovador…». Pues bien, cuando Marx dice (todos los pasajes son del cap. X t. 1 El Capital) que la jornada laboral de la fuerza productiva duplicada genera el mismo nuevo valor que antes de la innovación, se está refiriendo a lo que llama «el valor individual» de la mercancía. Pero es claro que el valor no es una categoría individual. Lo que quiere expresar Marx es que se está refiriendo al valor de la mercancía si imperase la nueva tecnología. Por eso, inmediatamente agrega: «El valor individual de esta mercancía se halla por debajo de su valor social…». Esto porque el valor social está determinado por el tiempo de trabajo social. Y luego sigue: «El valor real de una mercancía, sin embargo, no es su valor individual, sino su valor social, esto es, no se mide por el tiempo de trabajo que insume efectivamente al productor en cada caso individual, sino por el tiempo de trabajo requerido socialmente en su producción». Aquí Marx está precisando que el valor REAL no es el valor individual, sino el social. Esto es, el valor individual es una abstracción; es el valor que existiría teóricamente, si se hubiera adoptado la tecnología nueva en toda la rama.
      La plusvalía extraordinaria entonces surge de la diferencia entre el valor social y ese valor «individual» (insisto, que no es «real»). ¿De dónde sale entonces la plusvalía extraordinaria? No puede salir de la circulación. Tampoco por transferencias desde las empresas menos productivas. Aquí es donde muchos marxistas meten un lío terrible. Subrayo, la comprensión de la renta diferencial de la tierra se explica por este mecanismo del trabajo potenciado.
      Por otra parte, Marx no deja lugar a dudas de que el trabajo potenciado es aquel que crea más valor que el trabajo medio: «El trabajo cuya fuerza productiva es excepcional opera como trabajo potenciado, esto es, en lapsos iguales genera valores superiores a los que produce el trabajo social medio del mismo tipo». O sea, explícitamente, sostiene que GENERA MÁS VALOR que el resto del trabajo de la rama.
      Por último, y al margen de lo que escribió Marx, el planteo es coherente con la noción de valor que se ha explicitado en el capítulo 1. El valor es una relación social, está determinado por los tiempos de trabajo socialmente necesarios. Y aquí, es esencial la productividad promedio, o modal.

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      rolandoastarita

      10/08/2012 at 12:45

  22. El concepto o categoría ”ley” aplicado a las ciencias sociales, en especial a la economía política es completa y absolutamente inoperante. Este es el núcleo del debate contemporáneo alrededor de la doctrina Marxiana. Esa aproximación determinista es evidente en Engels. Las propias ciencias naturales sufrieron una profunda re formulación después de la irrupción de nuevas corrientes de pensamiento, a partir de la incorporación de tecnología que permitió desarrollar aproximaciones al conocimiento empírico, como la de la teoría del Caos o ”Dependencia Sensitiva de las Condiciones Iniciales”. Seguir insistiendo con la comprensión mecánica de la dinámica capitalista, es una practica anti marxista. Anti dialéctica.

    Alan Woods escribió algunas cosas al respecto.

    Woods: http://volarlibremente.blogspot.com.ar/2011/12/alan-woods-dos-libros-fundamentales.html

    Espero que sepa usted entender, que no es mi intención desacreditar sus opiniones, o en todo caso valorar la importancia o no de su polémica con Kohan.

    En fin sobre Holloway:aquí le dejo: Enrique Dussel. Un dialogo con John Holloway…

    http://volarlibremente.blogspot.com.ar/2012/06/enrique-dussel-dialogo-con-john.html

    Saludos a usted.

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    elsudamericano

    11/08/2012 at 04:12

    • Todos los aportes son valiosos, siempre y cuando primero se aprenda a leer, y eso no parece ser el caso cuando se escribe:

      «Seguir insistiendo con la comprensión mecánica de la dinámica capitalista»

      Lo que esta ausente completamente el los escritos del prof. Astarita.

      Saludos.

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      Gerardo Daniel

      11/08/2012 at 13:07

    • Es una manera muy fácil de «refutar»: le asigno al interlocutor que quiero criticar cualquier tontería. Por supuesto, plantear que existen leyes sociales no es sinónimo de avalar el determinismo mecanicista aplicado a las ciencias sociales. Sostener que los precios de las mercancías (reproducibles) están gobernados por los tiempos de trabajo socialmente necesarios, implica afirmar que los precios no son arbitrarios. Lo cual, insisto, no significa afirmar que están mecánicamente determinados por los tiempos de trabajo. Pero afirmar que no existe determinación de los precios por ley alguna, implica caer en la superficialidad «a lo Pareto». Todo esto es elemental.

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      rolandoastarita

      11/08/2012 at 14:36

  23. En mi último comentario a un comentario de AP recordé que Ernesto Guevara había leído El Capital por primera vez luego de «triunfar» la «revolución» cubana (mi fuente era un artículo de Hugo Blanco). Pues bien, buceando por internet, encontré un link donde -una vez más- se dice lo que recordé. La fuente es… ¡Orlando Borrego entrevistado por el mismísimo Néstor Kohan! Cosa’e’mandinga che!

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    Fernando.

    11/08/2012 at 21:02

  24. Creo que lo que dice Fernando sobre el Che es correcto; lo cual no cuestiona que fuera honesto, pues si se dejó una cartera ministerial para jugarse la vida sin duda era más coherente que un Bresnev, un Gromiko y compañía. Pero el problema es que para ser un auténtico socialista hay que tener un teoría científica para transformar la realidad; el simple voluntarismo moral no puede transformar la realidad en un sentido positivo, es más puede suponer un retroceso.

    Mi idea es que si partimos del punto de partida de Marx: crear un proyecto socialista con bases científicas, hemos de adoptar una actitud de cuestionamiento y estudio permanente; ya que es así como funciona la ciencia. Eso supone cuestionar incluso a Marx o Engels, cuando investigaciones más elaboradas o nuevos datos cuestionan sus afirmaciones. Por supuesto, también el cuestionador el cuestionable, es el avance programático y práctico el que con el tiempo ira asentando un mayor consenso. En ese sentido, creo que estamos en una crisis de insuficiencia de teoría revolucionaria (o al menos efectiva, es decir con influencia real). Esa crisis afecta a la capacidad de los nuevos movimientos de masas para dar respuestas: 15-M, primaveras arabes, etc.

    Por supuesto que esa teoría no la tengo, pero me desespera que muchos marxistas sinceros sigan basando sus perspectivas en la exégesis de textos clásicos y el posterior encaje de los datos en el marco anterior. ¡Cuantas veces he oído pronosticar el fin del capitalismo!. Por ejemplo, con la crisis de los Tigres asiáticos.

    En este contexto, el punto de partido de Holloway o Kohan de dar al trabajo de Marx un valor meramente alegórico me temo que no aporta gran cosa, por no decir que simple confusión.

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    Alberto Ezquerra

    12/08/2012 at 06:24

  25. Compañero Rolando. Le agradezco su observación. Por lo que me explica, complementado con la lectura de otros autores, entiendo que el pasaje aludido del capítulo X está en consonancia con la afirmación (el aumento de la productividad produce el mismo valor) del capítulo 1 del libro primero, es decir, es un supuesto constructivo de tipo teórico asimilado a la formación de un TTSN intrasectorial, no de la empresa individual. Adoptando este criterio, la contradicción aparente se disuelve. El trabajo concreto de una u otra empresa, empleado en la producción de la misma mercancía, se expresaría en más o menos respecto de la media social intrasectorial. De valor involucrado en el conjunto de las mercancías producidas por la rama, las empresas serían responsables en función de su productividad. La empresa más productiva, fijará un nuevo precio de referencia, como precursora del nuevo TTSN al que deberán adaptarse los competidores, si es que no quieren perder la cuota de mercado o vender a perdida o con una plusvalía menguada. El menor valor producido por los rezagados, hallaría su contraparte en el mayor valor generado por el o los innovadores, hasta que se la productividad se torne homogénea y la plusvalía extraordinaria desaparezca. En el caso de la renta agraria diferencial, la productividad extraordinaria de la tierra ubérrima sería la causa y no ‘transferencia’ intrasectorial alguna. La traslación de este mecanismo a la esfera de la competencia inter sectorial, con la formación de los verdaderos valores-precios de producción, adecuados al verdadero y definitivo TTSN que rige los intercambios conforme la ley del valor, determinaría la distribución final de la plusvalía global. Autores como Marzoa, Guerrero o Nieto Ferrández, extienden el principio a la competencia inter sectorial, negando los fenómenos de transferencia incluso en esta esfera, lo que, por supuesto, excluye en términos teóricos la existencia de precios de producción heterogéneos, interferencias estatales, fenómenos de monopolio.
    Gracias por su siempre atenta intervención y ayuda.

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    AP

    12/08/2012 at 15:01

  26. Compañeros Fernando y Alberto. Por si alguna duda cabe. Yo no soy guevarista. Solo siento una identificación moral con todos aquellos revolucionarios que demostraron una gran coherencia entre las ideas que profesaban y su compromiso práctico, más allá de cualquier sacrificio personal. Creo que E. Guevara lo demostró a manos llenas y por eso, lo critico con respeto. En ese sentido, calificarlo como un ‘chanta’ es solo un recurso polémico, en mi opinión, inadecuado. Coincido en que la formación teórica es un aspecto de primer orden en quien se postula como dirigente de una vanguardia revolucionaria, sobre todo, la que se reclama heredera de Márx. Por fuera de la incidencia de la formación en la orientación práctica del Ché y en su producción ‘teórica’, el reportaje citado por Fernando es elocuente en lo que atañe al esfuerzo de profundizar en el conocimiento. Por lo que allí se dice, el Ché no solo pasó del primer libro del Capital, sino, bajo la guía de Mansilla y junto a otros compañeros, lo estudió integramente. Mucho más de lo que puede decirse de numerosos dirigentes ‘proletarios’ (incluidos varios que conozco). El Capital, publicado en folletos fue más del consumo de los obreros avanzados de su época que de los dirigentes. A excepción de Kautski, los principales funcionarios de la socialdemocracia no pasaron ya del primer libro, sino, de la tapa. Cuando había polémicas, decían, ‘dejemos que los profesores discutan’. Los obreros que protagonizaron la Comuna, leían la historia de la Revolución Francesa, cuyas páginas ‘olían a sangre’, no como ahora, en que, según estudios oficiales, el 52% de la población trabajadora es analfabeta funcional.
    El Ché, también leyó a muchos otros marxistas, entre los que se incluyen Lenin y Trotsky y numerosos contemporáneos. Hizo un gran esfuerzo. Para más no le dio la vida, sometida a los ritmos de su imperativo moral. Es evidente, que de allí no surgió una síntesis superadora. Tal vez a nosotros, menos atolondrados, nos vaya mejor en el intento. Personalmente, reivindico la unión del idealismo moral con el materialismo crítico y no me causa el menor rubor. No han sido muchos en la historia quienes lograron fundir de modo fructífero ambas facetas del revolucionario integral y mucho menos sin que las facetas se terminen devorando mutuamente, por eso se suele decir que la pasión y la razón son dos viajeros que nunca posan en la misma morada, cuando uno llega el otro parte. Pero bueno. Aquí termino.

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    AP

    12/08/2012 at 16:49

  27. Lo cito: «Pero afirmar que no existe determinación de los precios por ley alguna, implica caer en la superficialidad “a lo Pareto”.

    Quiero aclarar que nunca dije eso. Lo aclaro sinceramente.

    Al menos mantengan sus propios criterios. «Es una manera muy fácil de “refutar”: le asigno al interlocutor que quiero criticar cualquier tontería» .

    Yo no le adjudico al señor Astarita una «comprensión mecánica de la dinámica capitalista» Pero si a muchos de los comentaristas de este post. No tengo ningún interés en detenerme en eso es una completa perdida de tiempo.

    A lo que realmente me refiero, y que es el núcleo de la opinión del autor de esta nota es a que es FALSO de absoluta falsedad, que la política revolucionaria pueda ser delineada siguiendo un modelo «científico». La revolución no es un linea recta. ¿entonces solo se interpreta lo que desea discutir?.

    De todos modos: a lo que realmente me refiero, es a dos modos, dos formas de aproximarse al conocimiento empírico. Uno es el modelo determinista. El otro, el de la teoría del Caós, o «dependencia sensitiva de las condiciones Iniciales» y este otro modelo científico es el que, desde mi punto de vista, mejor se ajusta a la lógica dialéctica en el estudio de las sociedades contemporáneas.

    http://volarlibremente.blogspot.com.ar/2011/10/causa-y-efecto-determininacion-y-caos.html

    Por otro lado, Les recuerdo señores,que el deber fundamental de un revolucionario es hacer la revolución. Debray y Althusser, (no ha existido una lectura mas mecánica, determinista y antimarxista que esa) leyeron y escribieron bastante sobre «como leer el capital » ¿que revolución hicieron esos sujetos?

    Deseo que sigan ustedes en perfecto estado de salud.

    ¡Hasta la victoria siempre!

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    Diego

    13/08/2012 at 07:52

    • El eje de la crítica al marxismo subjetivista es porque niega que existan leyes sociales. En la nota planteo que existen leyes sociales, que Marx estudia en El Capital y en otros trabajos. En la nota también se plantea que para tener una política revolucionaria es necesario partir de esta realidad. Lo cual no implica afirmar que la política o la táctica deba ser «una línea recta». Muchas veces en este blog he criticado las políticas linealmente abstractas. Pero esto es muy distinto de afirmar que no existen leyes, o que no debemos partir del análisis de las circunstancias. He puesto los ejemplos del stalinismo y del maoísmo, con sus proyectos de construcción del socialismo en un solo país (pero puedo citar muchos otros) de las consecuencias que trae desconocer el aspecto científico, la importancia de la teoría y del análisis, para fundar la acción.
      Por otra parte, es un error identificar la existencia de leyes sociales con el determinismo laplaciano, y pretender establecer una oposición rígida entre todo tipo de determinación y la teoría del caos.
      Cuando el marxismo establece que existe una lógica objetiva, no está negando la existencia del caos determinista. Lo explico con un ejemplo sencillo: cuando afirmo que la relación capitalista implica necesariamente la relación de explotación, implica afirmar que la explotación no es un fenómeno aleatorio en el capitalismo. En términos de Tony Smith, equivale a afirmar que las estructuras fundamentales a ser cambiadas son explotadoras por naturaleza y no pueden convertirse en no explotadoras por manejos de ningún tipo (esto es, con manejos al estilo socialismo utópìco, o apagando el despertador). En la afirmación que estoy haciendo hay necesariedad, esto es, existen relaciones necesarias, en tanto subsista la propiedad privada del capital. Es por esto también que puede haber acción revolucionaria; si el futuro fuera completamente imprevisible, no podríamos conocer las consecuencias de nuestro accionar, y estaríamos condenados a la impotencia. El futuro no es imprevisible, aunque es incierto (porque la sociedad no está regida por la mecánica determinista). En el mundo laplaciano, si conocemos las condiciones iniciales, podemos predecir el futuro y retroceder al pasado; el mundo, en esa concepción, es un gigantesco mecanismo de relojería. La teoría de Marx está muy alejada de esto, por supuesto. Pero de allí hay un abismo a afirmar la negación de leyes sociales. Cuando se analizan los sistemas complejos se reconoce la existencia de bifurcaciones, de procesos no lineales, de causas que no siempre generan los mismos efectos, la ausencia de linealidad histórica y la irreversibilidad (casi todo esto se puede aplicar como crítica a la economía neoclásica, dicho sea de paso). Este pensamiento también integra la incertidumbre y el azar. Todo esto pone en evidencia que es infantilmente reductivo (¿o es una maniobra polémica de su parte?) sostener que existen solo dos formas de aproximarse al conocimiento empírico, el modelo y el de la teoría del caos.
      Por último, no veo qué sentido tiene criticar a alguien porque leyó y escribió sobre el capital, y no «hizo» una revolución. Es curioso cómo se repiten los argumentos. Es el tipo de crítica que hacían los tradeunionistas reformistas a Marx y Engels en 1847 (los «teóricos de Bruselas», como los llamaban despectivamente). El argumento continuó hasta nuestros días. Aquí hay una idea fundamental: tratar de rebajar el rol de la teoría, despojar a la política revolucionaria de base científica. Es la cantinela de toda la vida con la que muchísimas direcciones de partidos de izquierda buscaron ahogar a los críticos, a los que pensaban y cuestionaban. También fue el argumento con el que tantos se pasaron «al otro lado». El oportunismo siempre ensalzar una práctica sin teoría. Es una visión opuesta de lo que defiendo en este blog.

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      rolandoastarita

      13/08/2012 at 09:32

  28. Un buen día a todos
    A mi parecer la necesidad de comprender las principales leyes que en cierta forma «guían» a la sociedad (tal vez al estilo de Virgilio en la obra de Dante) es fundamental incluso para reconocer en qué momento realmente es plausible una revolución. Por ejemplo, es en base al conocimiento de la lógica que se encierra detrás de las crisis (la cual recuérdese es estudiada por Marx en El Capital, Tomo I, cap.3) que uno puede comprender la mayor o menor factibilidad de la existencia de movimientos tales como «ocupemos Wall Street», los cuales eran quizá «impensables» en la edad de oro del capitalismo, cuando la asignación ideal de valor no estaba tan descarriada como hoy en día. Ahora claro que tales leyes no tienen por qué seguir la lógica de los equilibrios generales de Walras y demás afines (que explícitamente se basan sobretodo en la mecánica newtoniana) pues hoy en día ni la misma física mantiene leyes estrictamente «mecanicistas» (recordar la mecánica cuántica por ejemplo). El conocimiento de la realidad social exige el estudio de sus leyes, las cuales por su propio carácter dialéctico son caóticas, entendiendo por caótico un sistema del cual conocemos sus condiciones iniciales pero desconocemos los resultados micro finales, lo cual jamás implica desconocer los resultados macro finales. Por ejemplo en la termodinámica –la cual en la actualidad sirve de fundamento para la construcción de modelos económicos por parte de ciertas corrientes modernas, las cuales aunque todavía no logran alejarse por completo de la teoría ortodoxa, ya son una crítica a la idea del equilibrio mecánico, ver p.ej. la obra de Fukuyama- podemos conocer la situación micro y macro iniciales, pero al final lo único que podemos “predecir” es el macroestado al cual llega un sistema (mientras que a nivel micro estamos en una situación de “máxima entropía” donde el número de posibilidades, dígase las combinaciones de partículas al interior de un gas, es el máximo posible).
    Obviamente que los fenómenos sociales no son aleatorios, pero su carácter caótico me atrevo a justificarlo desde el momento en que conocemos las distintas tesis y antítesis presentes en la realidad social, pero las síntesis si bien podemos comprenderlas a nivel macro (una crisis de sobreproducción, la desproporcionalidad, la caída tendencial de la tasa de ganancia, las crisis financieras) a nivel micro tienen diversas particularidades que ya no son comprensibles únicamente con la teoría “general” (el colapso de las dot.com en el 2000 o de las hipotecas subprime en el 2008 o la actual crisis del euro). Pero en todos estos casos es indispensable el estudio teórico, especialmente para evitar en lo que hoy en día penosamente es visible (al menos en mi país): un sinfín de micro-movimientos de izquierda cuyos miembros “de base” duras penas habrán visto El Capital (algunos parece que ni siquiera han visto la portada del libro) pero que por ser “de izquierda” sienten que están haciendo algo bueno, luego incluso empiezan a participar políticamente en elecciones y cosas afines para finalmente exigir alguna reforma dentro del sistema y nada más (eso que aparte varios “dirigentes”, algunos muy conocedores de la teoría de Marx, otros no, son bastante conscientes de la praxis al punto que usan a las “bases” sin bases para satisfacer intereses concretos de algún grupo de poder y de esa forma llenarse los bolsillos).
    A quienes no consideran a la teoría como principal fundamento de la revolución les pregunto: ¿cómo refutar a la corriente ortodoxa desde Marx? ¿Cómo terminar con la enorme difusión que hoy en día posee el mainstream en la enseñanza? ¿Cómo formar un verdadero pensamiento crítico marxista si en vez de fomentar el estudio y la praxis consciente solo se fomenta un movimiento “inercial” de las bases de los grupos “de izquierda”? ¿Cómo entender las debilidades del capitalismo si ni siquiera lo conocemos? Creo que hasta en términos militares es necesario conocer con claridad algunos aspectos estratégicos que provienen de alguna reflexión, es decir, de alguna “teoría”, no se diga si la guerra no es contra un solo ejército, sino contra el sistema que gobierna y controla prácticamente a todos los ejércitos, es decir, contra el capitalismo, que en su expresión yanqui invadió Afganistán e Irak. Si ni siquiera tenemos armas reales del mismo nivel que semejantes ejércitos, ¿no es acaso el conocimiento nuestra mayor arma? Dejo la pregunta en el aire.
    Saludos

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    John Cajas Guijarro

    13/08/2012 at 12:21

    • Simplemente resumes mis mismas inquietudes. Hay un vacío teórico que es todavía mayor cuando nos referimos a las bases. Se actúa en base al voluntarismo personal o a la opinión, más basada en la fe personal que en una sólida comprensión. El estudiar y comprender tanto el sistema, como sus posibles alternativas es imprescindible para transformar la sociedad.

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      Alberto Ezquerra

      14/08/2012 at 04:22

  29. Diego:
    Las leyes marxianas del capital y del capitalismo, bien lo dijo Astarita, no deben entenderse como un caso de determinismo laplaceano. Se trata de un tipo de determinismo diferente. En qué y por qué es diferente, son temas que merecen una discusión por sí mismos. Pero es claro que Kohan no opone al supuesto determinismo lapleaceano de los marxistas objetivistas otro «modelo» igualmente fisicalista (como hiciste vos con la teoría del caos y con el indeterminismo originado en los casos de inseparabilidad de condiciones iniciales). Lo que Kohan opone al determinismo fisicalista es un principio no fisicalista, no físico: la voluntad, por ejemplo, o la conciencia. Opone sustancialmente objeto y sujeto, porque para él la única función de la ciencia en lo relativo a la vida social, es ocultar el carácter radicalmente libre del sujeto, que así aliena su naturaleza esencialmente revolucionaria, autónoma (de ahí la valoración que hace Kohan de Hegel, para quien la esencia del hombre es su libertad, y su destino la realización de esa libertad).
    El marxismo no opone al determinismo físico ningún otro modelo fisicalista, le opone la dialéctica, que tiene por objeto específico lo social-humano (al decir esto me acerco uno paso a Kohan: considero que la dialéctica como método científico tiene su aplicación genuina o primaria en el campo de la vida social, y no en las ciencias naturales). Tal como yo la entiendo, la dialéctica toma lo social como especificidad constituida por un entrelazamiento peculiar de dos órdenes heterogéneos. Así, el concepto de valor es el de una sustancia que se constituye a partir del entrelazamiento de conceptos pertenecientes a dos órdenes heterogeneos preexistentes: utilidad/necesidad por un lado y trabajo/producción por otro. Al primero Marx lo llamará «natural» y al primero «social». En realidad ambos órdenes son sociales, pero sus niveles de existencia social los enfrentan como órdenes heterogéneos. El método para comprender la compleja legalidad de esta sustancia cuya identidad deriva de la diferencia y de la oposición, es conocido como dialéctica.

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    Vico

    13/08/2012 at 12:24

    • Vico: me parece acertado tu señalamiento para con Diego. Pero -y aquí vuelve a surgir un tema ya debatido en este espacio- sucede que cuando decís la dialéctica es sólo para lo social me parece que te acercas tanto a Kohan como Diego. De acuerdo a tu opinión ¿Los intentos engelsianos fueron erróneos? Te pregunto porque, desde mi opinión, Engels es un buen antídoto de voluntarismo e idealismo.

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      daniel

      14/08/2012 at 11:57

    • Que la dialéctica tenga por objeto de análisis y conocimiento «sustancias» sociales, no la convierte en una variante del voluntarismo o el subjetivismo, ya que la dialéctica (de Marx) no consiste en defender la centralidad de la conciencia y la libertad humanas contra toda imposición de leyes científicas, sino que es el método adecuado al conocimiento científico de la vida social, especialmente para quienes pretenden alcanzar un conocimiento de conjunto, y no un montón de fragmentos incongruentes.
      Veo poco en común entre la aplicación que hizo Marx del método dialéctico y la postulación engelsiana de leyes dialécticas-naturales, leyes que Engels formuló con insistencia, ejemplificó en abundancia y divulgó pródigamente. Pero no las construyó mediante ningún método riguroso, ni crítico. Como sucedió con aquella primera versión del manifiesto comunista, los textos científico-filosóficos de Engels más que cercanos a la ciencia me parecen cercanos al catecismo (que, dicho sea en su defensa, fue un género secularmente exitoso en el campo de la enseñanza). En mi opinión, la dialéctica marxiana no es otra cosa que el método empleado por Marx en El Capital, y empleado con especial concentración en su primera parte.
      En consecuencia, «buscar antídotos contra el voluntarismo político» no hace al quid de la cuestión científica. Si la comprensión y el conocimiento científicos fallan por su base, difícilmente la acción política pueda marchar bien. Y, en mi opinión, fallan por su base tanto quienes asumen que la vida social está sujeta a un determinismo en todo semejante al determinismo físico, como quienes asumen que la vida humana no puede estar sujeta a determinismo alguno, si es que ha de ser vida «humana» en algún sentido «radical» de la palabra.
      El determinismo propio de la vida humana social, o al menos de ciertos aspectos esenciales de ella, no puede comprenderse adecuadamente con las herramientas conceptuales «laplaceanas», puramente causales, fisicalistas. Sí puede comprendérselo -al menos en ciertos aspectos esenciales- mediante el método dialéctico de Marx.
      Si se comprende que la «lógica» dialéctica expresa lo que hay de necesario o de universal en el peculiar entrelazamiento de órdenes heterogéneos que es propio de la vida social humana (el signo -convencional, lingüístico- puede ser considerado un caso crucial de este tipo de entrelazamiento), se entiende por qué la extensión de la dialéctica al campo de las ciencias naturales queda excluida, al menos en primera instancia: Porque el objeto del conocimiento natural -físico- no es un ente de razón, es exterior a la conciencia, pertenece por entero a otro orden que ella.
      Sin embargo, quizás la separación entre ambas clases de ciencias no deba plantearse de modo absolutamente tajante: Actualmente hay razones para conjeturar que la ciencia natural podría considerarse algo así como un caso límite de la ciencia social, aquél caso extremo en que los rasgos inalienablemente subjetivos del conocimiento asumen su expresión mínima.
      Vale decir que la discusión sobre si la dialéctica se aplica a la naturaleza o sólo a la vida social, debe partir de lo que es la dialéctica, y no debe partir de un manojo de ideas -dogmáticamente postuladas- sobre qué son la naturaleza y la vida social. Hacer esto último equivale a declarar la completa falta de necesidad -la irrisoriedad- del método dialéctico. Y, en fin, para entender qué es la dialéctica, hay que analizar el método que Marx empleó en El Capital, identificando sus principales características (tanto las «hegelianas» como las «empiristas»). Espero haber bocetado, entre este post y el anterior, lo que considero más esencial al respecto.

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      Vico

      14/08/2012 at 17:39

  30. Vico acuerdo con tu planteo. Y resalto lo siguiente: «los textos científico-filosóficos de Engels más que cercanos a la ciencia me parecen cercanos al catecismo (que, dicho sea en su defensa, fue un género secularmente exitoso en el campo de la enseñanza). En mi opinión, la dialéctica marxiana no es otra cosa que el método empleado por Marx en El Capital, y empleado con especial concentración en su primera parte.»
    Saludos.

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    Fernando

    15/08/2012 at 09:52

  31. Los marxistas hasta ahora siguen atados al hegelianismo que entro de contrabando y nunca salio, donde la dialectica se impuso al materialismo.
    1. La unidad y lucha de contrarios, es decir el nucleo ontologico de la filosofia marxista, y que es considerada una «ley universal» no tiene nada de ley ni de universal.
    2. Los marxistas defienden tanto la dialectica considerando que sin ella el marxismo se quedaria sin su nucleo revolucionario.
    3. Siguen apelando como escolasticos mediavales, recuriendo a citas de los clasicos para fundamentar una hipotesis en lugar de contrastaciones empiricas.

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    Carlos Gonzales

    21/07/2014 at 00:47

    • Todo afirmaciones. ¿No se le escapa un argumento ni por accidente, no?

      Saludos.

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      Gerardo Daniel

      21/07/2014 at 09:51


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