Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

¿Qué es capital ficticio?

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Rolando Astarita [Blog]  Marxismo & Economía El paro general del juevesEn varios escritos que circulan dentro de la izquierda, se define al capital ficticio como todo tipo de acreencia o título financiero; esto es, se lo identifica con los títulos (bonos, acciones) que proporcionan rentabilidad a quienes los poseen. Se sostiene que, a diferencia del capital real, el ficticio no constituye riqueza social, ya que los títulos no poseen valor intrínseco.

El objetivo de esta nota es precisar, en primer lugar, cual es la noción de capital ficticio en Marx, y en segundo término, presentar algunas conclusiones relacionadas con la idea de que sería posible salir de las crisis capitalistas, o solucionar los problemas fundamentales vinculados a la acumulación del capital, mediante inyecciones de capital ficticio.

La noción en Marx

La expresión capital ficticio fue introducida por Marx para designar aquellos activos financieros cuyo valor no se corresponde con algún capital real; el caso paradigmático son los títulos públicos. Es que cuando un gobierno emite títulos para cubrir sus gastos corrientes, el dinero que recoge no entra en algún circuito de valorización, y por lo tanto no es capital. Por eso Marx destaca que el precio del título no representa capital, o valor en proceso de valorización. Un pagaré o un bono del Estado solo dan a su propietario el derecho a participar de una parte de la plusvalía, bajo la forma de los impuestos que recaude el gobierno. Por otra parte, los valores de los títulos públicos pueden modificarse, según las oscilaciones de la tasa de interés, o según varíe la confianza en que el Estado podrá hacer frente a sus obligaciones. Estos cambios en los valores pueden, por lo tanto, no tener una relación directa con la acumulación del capital. Por ejemplo, la suba de los títulos del Tesoro de EEUU, desde mediados de la década de 1980, estuvo vinculada a la caída progresiva de la tasa de interés, a lo largo de casi tres décadas. La demanda internacional de los títulos -EEUU es considerado un refugio seguro para los capitales líquidos- explica en buena medida la caída de la tasa. Pero ese aumento del stock de títulos no tuvo como contrapartida un incremento del capital real. Incluso en períodos de crisis o incertidumbre, los precios de los bonos del Tesoro de EEUU continuaron en aumento, a contramano de lo que sucedía con muchos otros activos financieros, que caían al compás de la desvalorización del capital real.

La segunda variante del capital ficticio analizada por Marx es el capital accionario. Recordemos que una acción da derecho a participar en los beneficios de la compañía. En palabras de Marx, “la acción no es otra cosa que un título de propiedad, pro rata, sobre el plusvalor que se ha de realizar por intermedio (del) capital” (Marx, 1999, p. 601). Las empresas emiten las acciones para financiarse (la oferta inicial), y luego pasan a negociarse diariamente en el mercado. Por lo tanto, solo lo recaudado en la emisión inicial pasa a integrar el capital real de la empresa. Sin embargo, los precios de las acciones pueden despegarse (y es lo que sucede en la realidad) del valor del capital realmente invertido. Las ganancias realizadas, y las expectativas de mayores ganancias futuras, por lo general, generan olas de optimismo, que pueden llevar a que el precio bursátil de la empresa (esto es, el precio que debería pagar un inversor si quisiera adquirirla comprando las acciones) sea superior a su valor real (también llamado valor libros o contable), determinado por los costos de reposición de equipos, planta y capital circulante en existencia. Marx parece referirse a esta diferencia como capital ficticio. Esto es, si el valor de la acción se corresponde con el valor libro, no cabe hablar de capital ficticio. “Las acciones de compañías ferroviarias, mineras, de navegación, etc., representan capital real, a saber, capital invertido y operante en estas empresas, o la suma adelantada por los participantes para ser gastada como capital en tales empresas” (ídem). Marx aquí está diferenciando entre capital ficticio y real. Y subraya que en el caso del capital en acciones, el capital no existe dos veces, una como capital real, y otra como capital accionario. Pero esto no debe interpretarse como que el título no expresa capital real. Aunque si el valor de la acción supera al valor del capital real, podemos hablar de capital ficticio. Para expresarlo con un ejemplo, si el valor bursátil de la empresa es $1000, pero su valor contable, o de reposición real, es $400, el capital ficticio sería $600. Desde el punto de vista práctico, en los mercados se considera que existe sobrevalorización bursátil cuando la relación entre el valor bursátil y la ganancia anual de la empresa (lo que se llama price/earning) supera sus promedios históricos (que en Wall Street, por ejemplo, se ubican entre 8 y 10). El p/e indica el número de años que son necesarios para pagar, con la ganancia anual de la empresa, su valor bursátil. En vísperas del derrumbe bursátil de las acciones tecnológicas, de 2000-01, algunos p/e eran absolutamente “disparatados”, superando los 100 años. Se trataba entonces de un caso típico de crecimiento de capital ficticio.

Capital ficticio de los bancos y la propiedad inmobiliaria

Por extensión, Marx también consideró como una forma de capital ficticio a la mayor parte del dinero que figura como depósitos en los bancos, ya que los créditos concedidos por el banco no existen como depósitos. Si bien este aspecto del asunto no es tomado en consideración cuando se evalúa el capital ficticio, tiene interés darle cierta atención. Aquí lo importante sería no incurrir en “doble contabilidad”. Lo explicamos con un ejemplo. Supongamos que $100 que conforman un depósito son prestados por el banco a una empresa A, que los invierte en ampliar su capital fijo. Para el ahorrista, propietario del depósito, los $100 constituyen un “capital dinerario potencial”; pero en la realidad estos $100 solo existen como capital en proceso de valorización, y no deberían contabilizarse dos veces. Y si el banco invirtió el depósito en comprar títulos públicos, la acreencia solo es capital ficticio. Por otra parte, y esto tal vez sea más interesante, se dan los casos en que el activo del banco es “doblemente ficticio”, si se quiere. Sucede cuando al banco se le permite seguir cotizando el título a su valor nominal, aunque su valor de mercado esté muy por debajo. Pero si los precios de los títulos no se recuperan, el banco no puede evitar la pérdida.

Naturalmente, otra forma de capital ficticio es la que está relacionada con la propiedad inmobiliaria. Es que el precio de la tierra está vinculado a la tasa de interés (al bajar la tasa, sube el precio), y la propiedad inmobiliaria muchas veces está sometida a la misma lógica de cualquier otro activo financiero. De ahí las burbujas especulativas, y su posterior desplome. Como resultas de esto, a veces se puede asistir a una suba durante años de los precios de las propiedades inmobiliarias, esto es, del stock de “capital” (aunque en términos marxistas la tierra no es capital) invertido en las mismas.

Los títulos de deuda

A diferencia de los casos discutidos en el anterior punto, las acreencias que están en propiedad de los prestamistas no necesariamente representan capital ficticio. Supongamos un capitalista dinerario que presta $1000 a un empresario, el cual adquiere medios de producción y fuerza de trabajo para generar plusvalía. El título de deuda que posee ahora el capitalista dinerario representa capital real, esto es, valor en proceso de valorización; no es capital ficticio. Por supuesto, si estalla una crisis y el empresario no puede vender las mercancías, el capital se desvaloriza. Pero esto no cambia la naturaleza del asunto, ya que en última instancia, todo capital es pasible de desvalorizarse, y no por ello todo capital es ficticio. Por esta razón, Marx señala que el certificado de deuda “no representa capital meramente ilusorio, como en el caso de las deudas públicas”. Lo cual, hay que insistir en ello, tampoco significa que el capital exista dos veces, una bajo la forma del capital en funcionamiento (los $1000 invertidos), y la otra como valor del título. Pero lo importante es que en el caso del préstamo al capital productivo, a diferencia de lo que sucede con los títulos públicos, hay capital que se está valorizando, esto es, explotando al trabajo y obteniendo plusvalía. Por eso, es un error identificar sin más todo crecimiento del crédito (que implica crecimiento de todo tipo de papeles) con aumento del capital ficticio. Tampoco tiene sentido asimilar el crecimiento del crédito con estancamiento del capitalismo. El crédito es una palanca de la acumulación del capital, que a su vez es la forma social que adquiere el desarrollo de las fuerzas productivas. Esto no se modifica por el hecho de que el crédito también sea una palanca de la especulación y de la sobreacumulación (esta cuestión la trataré con más detalle en otra nota).

Los nocionales de los derivados

Actualmente existen instrumentos financieros que Marx no conoció, y que a veces se consideran también capital ficticio. Los más significativos son los nocionales, que subyacen a los derivados que se negocian en los mercados financieros. Para explicar qué es un nocional a los lectores no familiarizados, lo explicamos con un ejemplo sencillo, el de un swap de intereses de tasa flotante contra fija. El swap de intereses es un contrato realizado entre dos partes, por el cual una de ellas se compromete a pagar periódicamente una tasa de interés fija, y la otra una tasa variable, durante un lapso de tiempo establecido. Por ejemplo, A paga 4% y B paga Libor + 0,25%. Pues bien, el contrato se establece sobre un valor nocional de, supongamos, 1 millón de dólares, y las partes solo intercambian flujos en caso de que haya variación de la tasa (por ejemplo, si la tasa de interés variable ha subido 0,10 puntos porcentuales, B pagará a A 0,10% de un millón de dólares). Lo importante es que el nocional no tiene por qué ser necesariamente capital ficticio. B, por caso, puede ser un banco que ha prestado un millón de dólares a una empresa a tasa variable, y con el contrato se protege contra una eventual caída de la tasa Libor. Si la empresa que recibió el préstamo ha invertido productivamente el millón de dólares, no estamos en presencia de capital ficticio. Dada la dimensión de las sumas involucradas en los nocionales (los contratos en tasa de interés en 2011 implicaban nocionales por 500 billones de dólares, y cuando se incluían los contratos en tipo de cambio y los seguros contra default, o CDS, se llegaba a 648 billones), es necesario tener presente esta distinción. Lo importante aquí es saber en qué consisten estos activos. Por ejemplo, si se trata de papeles inmobiliarios inflados, estaremos ante un típico caso de capital ficticio; pero no siempre será así.

Capital ficticio y demanda durante el auge

Lo discutido hasta aquí sirve para explicar por qué el capital ficticio, por sí mismo, no puede solucionar los problemas fundamentales que están asociados a la acumulación. Sin embargo, alguna gente piensa que durante las fases de auge del ciclo económico, el aumento de capital ficticio bursátil o inmobiliario (esto es, el incremento de sus precios) genera nuevo poder de compra, lo que a su vez permite expandir la producción y por lo tanto generar más plusvalía. Por eso se piensa a veces que hay expansiones puramente “ficticias”. El razonamiento es que si el valor total de las acciones en el momento t es $1000, y en el momento t + 1 es $1200, el poder de compra se habrá incrementado en un 20%. De manera que las burbujas tendrían el efecto milagroso de generar más y más plusvalía. Pero de nuevo, esto es ilusorio. Se puede decir que en estos casos estamos ante un típico fenómeno de “fetichismo” del capital: el valor parece crecer y crecer por la sola acción de inversores que compran más y más acciones (o tierras), sin intervención del trabajo humano. La ley del valor trabajo “a lo Marx” parece caerse. Pero no hay tal cosa. La valorización bursátil (o de la tierra) no puede generar nuevo poder de compra. Para ver por qué, supongamos que A ha invertido $20 en acciones, y al cabo de un cierto tiempo las mismas se han valorizado un 50%. Entonces A decide vender, a fin de adquirir un bien de consumo. Cuando A vende las acciones, tiene un poder de compra de $30, pero el comprador de las acciones ha resignado el mismo poder de compra. No hay inyección nueva de valor, cuando se considera el asunto desde el punto de vista global. Algo similar ocurre con la inflación de los precios de la tierra.

Naturalmente, esto no significa que el crecimiento del capital ficticio no pueda incidir en la acumulación. Una forma en que afecta a la acumulación es que el crecimiento de los precios bursátiles puede favorecer el financiamiento de las empresas, ya sea porque éstas utilizan los títulos como colaterales para obtener préstamos y ampliar la producción, o bien porque emiten nuevas acciones para ampliar su capital en las mejores condiciones. Desde el punto de vista del consumo, está lo que se llama el “efecto riqueza”, que consiste en que los inversores pueden sentirse más confiados para aumentar el gasto cuando se valorizan sus tenencias.

Por otra parte, el crecimiento del capital ficticio también genera las condiciones para que aumente la especulación, para que se desaten “manías inversoras” y se desarrollen todo tipo de fraudes y estafas que, por regla, terminan en gigantescas catástrofes y quiebras.

Las crisis y el capital ficticio

La inflación de capital ficticio tampoco puede sacar a las economías de la crisis. Si se trata de las acciones, lo característico es que ya con el inicio de las crisis sus precios se derrumben. Esto es, el viraje hacia el descenso económico va acompañado por el colapso de enormes masas de capital ficticio.

En cuanto a los títulos públicos, su crecimiento no puede solucionar las cosas durante la crisis. Para ver por qué, supongamos que en una economía ha caído la demanda (los capitalistas no reinvierten la plusvalía, y el desempleo se está incrementando). El gobierno decide entonces inyectar gasto público, financiado con la colocación de títulos; éstos son comprados con plusvalía (los asalariados no compran títulos). Supongamos que el Estado recoge así $1000, con los que paga subsidios a desocupados o salarios a los empleados estatales. Esta inyección activa la demanda de bienes por $1000 (los desocupados o los empleados consumen bienes). Sin embargo, si la acumulación capitalista no se recupera, en la siguiente ronda hay que volver a inyectar gasto fiscal para sostener la demanda. Y además, hay que pagar los intereses por los bonos colocados en la primera ronda. Por eso, la recuperación de la demanda por esta vía tiene alcance limitado. Además, si la economía continúa en crisis, y crece el stock de deuda del gobierno, lo más probable es que los capitalistas dinerarios comiencen a exigir una tasa de interés cada vez más alta para seguir prestando. La cuestión de fondo es que el gasto del Estado es financiado con plusvalía que está generada por el trabajo productivo, y en tanto éste no se reactive, los problemas seguirán agravándose. El gasto fiscal puede ayudar a reactivar la demanda, pero no es la solución del problema. En este respecto hay que destacar la importancia de no caer en el fetichismo financiero, o del Estado y sus posibilidades de evitar, o solucionar, las crisis capitalistas. El gasto estatal no puede constituir nunca una fuente autónoma de demanda, dado que los impuestos solo son una fracción de la plusvalía generada por el trabajo asalariado. Vinculado a esta cuestión, también hay que aclarar que la emisión monetaria (por ejemplo, para monetizar un déficit fiscal) tampoco es salida, ni significa incremento de capital ficticio, sino la simple desvalorización del signo monetario. Pero por esto mismo no impide la desvalorización del capital, ni constituye una fuente de demanda adicional. Por ejemplo, supongamos que se está en una crisis, en que hay mercancías sin vender, y que el gobierno emite dinero para financiar gasto, de manera que las mercancías se venden. De esta forma se impide que bajen los precios de estas mercancías, y por lo tanto que no se desvalorice este capital mercancía. Pero esto ocurre al costo de la desvalorización del capital dinero. Por supuesto, se puede sostener que es preferible una desvalorización por vía de la inflación, que la deflación. Pero lo importante es que la inyección no frena la caída de los valores.

Subrayamos, solo si se reanuda el gasto de plusvalía (esto es, si baja el atesoramiento), habrá una reactivación genuina de la demanda. Por ejemplo, desde el estallido de la crisis en 2007 los bancos centrales han aumentado sus balances al comprar principalmente deuda soberana y deuda de bancos. Según el FMI, estas compras fueron financiadas con expansión de la base monetaria, que aproximadamente se duplicó, en términos de porcentaje del PBI, entre 2007 y 2011. Se ha calculado que hoy habría unos 15 billones de dólares en títulos y préstamos de muy dudosa calidad, en poder de los bancos centrales (Winter, 2012). Se trata de una inmensa masa de capital ficticio, que no tiene contrapartida en la riqueza ni en el capital real, y que por sí misma no ha logrado, ni logrará, sacar a las economías del estancamiento.

En conclusión, el capital ficticio no tiene las propiedades “mágicas” que muchos le asignan. Su incremento no puede sostener por sí mismo la acumulación del capital, ni sustituir la producción de plusvalía. Por eso mismo, las gigantescas masas de “papeluchos” creados desde 2007 no han salvado al modo de producción capitalista de la crisis.

Textos citados:

Marx, K. (1999): El Capital, México, Siglo XXI, tomo III, vol. 7.

Winter, R. (2012): Largest Central Banks Now Hold Over 15 Trillion in Fictius Capital, The Wall Street Examiner, 27 January.


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¿Qué es capital ficticio?

Written by rolandoastarita

20/05/2012 a 18:18

52 respuestas

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  1. Buenas
    Rolo, como siempre otro gran articulo
    2 preguntas
    1 aproximadamente cuales vendrian a ser los primeros antecedentes del capital ficticio
    2 por curiosidad cuantos idiomas sabes
    Como siempre
    Gracias

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    Leandro

    20/05/2012 at 22:01

    • Tendría que buscar en libros sobre historia económica acerca de cuándo aparecen las primeras formas de capital ficticio. Sí se puede afirmar que por lo menos en el siglo XVII fenómenos como la sobrevaloración ficticia de títulos eran ya una realidad, como lo muestra el caso de la especulación con los tulipanes.
      Acerca de la pregunta de cuántos idiomas sé, no me gusta mucho hablar de cosas personales en el blog. De todas maneras, habría que precisar qué es «saber» un idioma. Por ejemplo, puedo leer francés, pero no lo hablo, y leo con mucha dificultad el italiano y el alemán. En definitiva, de los idiomas extranjeros, con el que me siento más cómodo es con el inglés.

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      rolandoastarita

      20/05/2012 at 23:14

  2. Estimado profesor
    Últimamente estuve leyendo a Reinaldo Carcanholo sobre el asunto del capital ficticio y las ganancias ficticias, que encuentro coincidente con su enfoque en lo esencial, particularmente su tesis de que el capital ficticio formaría una especie de «esfera» completamente separada del ciclo del valor, del ciclo del capital real.
    No obstante, he creido entender en los escritos del profesor Carcanholo que desde su punto de vista la ganancia ficticia tendría una naturaleza contradictoria real/ficticia, desde puntos de vista particular/social, que para él sería la clave (dialéctica) para la comprensión de su verdadero y real efecto sobre el ciclo de acumulación real capitalista. A mí personalmente me parece un enfoque muy revelador y de mucho recorrido. ¿Conoce Vd. este enfoque?¿Qué opinión le merece?

    Gracias

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    escaiguolquer

    21/05/2012 at 18:55

    • Conozco el trabajo de Carcanholo. En general no coincido con su tesis de financiarización. Hay bastantes diferencias entre lo que estoy planteando y sus tesis.

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      rolandoastarita

      21/05/2012 at 23:21

    • Amplío un poco mi respuesta. Aunque no me resulta sencillo seguir los razonamientos de Carcanholo en la cuestión de capital ficticio, en principio veo que tenemos enfoques bastante diferentes. Por un lado, yo no adhiero a la idea de que hoy el capital ficticio «domina» al capital real. No entiendo bien en qué sentido puede «dominar»; el capital real sigue siendo la clave de la dinámica del capitalismo. En segundo término, no coincido en considerar como capital ficticio a todo capital pasible de ser contabilizado por duplicado. Por este camino Carcanholo incluye en la categoría de capital ficticio el valor de las acciones, aun cuando coincidan con el valor de la empresa; o los títulos de deuda que puedan actuar duplicarse como garantías, etc. En tercer lugar, su concepto de ganancias ficticias también me parece problemático. Carcanholo sostiene que las ganancias ficticias pueden crecer al margen de la producción de plusvalía. No veo que esto pueda ser así, en la medida en que esas ganancias ficticias se quieran hacer efectivas, esto es, pasar a la forma dinero (que es la encarnación última del valor). Pero en tanto sigan siendo ganancias «ficticias» (esto es, aumento de precios en asientos contables), solo pueden incidir muy marginalmente en la acumulación. Y no se trata de una cuestión menor, porque Carcanholo plantea que las ganancias ficticias contrarrestan la caída de la tasa de ganancia. De nuevo, y en base a lo que explico en la nota, no entiendo cómo puede ocurrir esto. Incluso hay que anotar que la destrucción de los valores bursátiles (que Carcanholo considera globalmente como capital ficticio) es uno de los mecanismos que opera en la crisis y permite recuperar la tasa de ganancia.

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      rolandoastarita

      22/05/2012 at 09:41

    • Desde luego, no son cuestiones menores, y son de rabiosa actualidad (desde hace ya décadas). Por eso me interesa tanto el asunto, desde la constatación de que es un tema endiabladamente complicado y coincido con ud. en que no acabo de comprender bien el enfoque de Carcanholo.
      No obstante, me parece que no puede desecharse, precisamente porque si todos estamos de acuerdo en que existen las ganancias ficticias, resulta desconcertante que estas puedan tener la más mínima relevancia en la economía «real». Como ud. dice, hablamos nada menos que de contrarrestar la caida tendencial de la tasa de ganancia (por supuesto, sólo momentáneamente y para posponer el problema engordando para el futuro la bola de nieve), según Marx la ley más importante del conocimiento científico de la economía capitalista.
      El caso es que coincido con ud. en que no se entiende que algo «ficticio» y por definición «separado de lo real» pueda tener semejante influencia. Eppur si muove!! El hecho es que las ganancias especulativas tienen, de hecho, influencia y en nuestros tiempos no es pequeña. Lo importante, entonces, es comprenderlo, y me parece un buen camino el de Carcanholo, al mencionar que la mera apariencia es parte de lo real, que la comprensión dialéctica puede ser la forma de comprender esto. También me parece que mostrar el camino no es recorrer el camino, y que su explicación está muy lejos de ser completa. Más bien es poco explicativa.
      Pero como él dice, no debemos contentarnos (¡no podemos!) con una noción intuitiva de capital ficticio y ganancia ficticia. Es necesario comprender esto en profundidad: no basta calificar de fetichista (y desechar) cualquier análisis de los efectos de las ganancias ficticias en el proceso de acumulación y reproducción. Si la ganancia ficticia no puede desembarazarse, desligarse, del valor, de la plusvalía (igual que el equivalente general, el dinero), porque es su única y necesaria sustancia subyacente, eso no quiere decir que (igual que ocurre con el propio dinero) los mecanismos de transmisión y difusión causa-efecto concretos (que son los que deberíamos comprender con profundidad) puedan causar efectos muy reales y tangibles, aunque por supuesto temporales y condicionados en última instancia por la acumulación, la explotación del trabajo y la creación y (quizá incluso más importante en este asunto) circulación de la plusvalía.
      En cuanto al «dominio» del capital ficticio, según lo entiendo se refiere a las luchas de intereses contrapuestos, de contradicciones entre distintas fracciones de la clase capitalista, que por otra parte desde que Lenin y otros analizaron el imperialismo conocemos que son fracciones «funcionales» porque en lo personal, al poner nombres y apellidos, son siempre los mismos perros con distintos collares, aunque puedan diferir en los porcentajes de «mezcla».

      saludos

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      escaiguolquer

      23/05/2012 at 05:26

    • Como puede comprobar, se trata entonces de enfoques muy distintos, el que sostiene Carcanholo, y el que defiendo en esta nota. Ahora bien, en toda argumentación hay que evitar el razonamiento circular. Sostengo que la ganancia ficticia no puede contrarrestar la caída de la tasa de ganancia, debido precisamente a que se trata de una ganancia ficticia. El argumento de fondo está en la teoría del valor trabajo (la plusvalía solo surge del trabajo productivo, etc.). No entiendo cómo esto se puede refutar afirmando que de todas maneras las ganancias ficticias actúan como contratendencias de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia. No encuentro argumentos teóricos para esta afirmación, ni empíricos. Sobre esto último, la caída de la tasa de ganancia que lleva a la recesión de 2001 en EEUU comienza a ocurrir en 1997, sin que mediara nada particularmente llamativo con respecto al capital ficticio. En todo caso, éste seguía aumentando (las valorizaciones bursátiles seguían en ascenso, en particular). Sin embargo, la tasa de ganancia comenzó a descender. No se puede afirmar que el aumento de la valorización bursátil, o el incremento del stock de bonos estatales, incide de manera unívoca, y positiva, sobre la tasa de ganancia. En cualquier caso, los que sostienen esto deberían reformular la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, incluyendo este fenómeno entre las causas contrarrestantes.
      Con respecto al dominio del capital financiero sobre el capital productivo, se trata de una vieja tesis de Hilferding, que repitió Lenin. Más precisamente, la formularon como dominio del capital bancario sobre el industrial, por vía del crédito bancario e integración de los representantes bancarios en los directorios de las empresas. Al margen de que esta tesis reflejaba un fenómeno muy parcial (el crédito bancario era predominante en Alemania, pero no en EEUU o Inglaterra, donde el financiamiento ocurre tradicionalmente por vía del mercado de capitales,principalmente), no encuentro evidencia empírica acerca de ese «dominio». Para ponerlo a través de un ejemplo práctico, no se puede afirmar que IBM, GE, Coca Cola o Google estén «subordinadas» al Citi o Bank of America. Tampoco se comprueba que las ganancias del sector financiero hayan sido, en promedio (esto es, a través de las últimas décadas), sistemáticamente más elevadas que las de las empresas productivas. La tendencia a la igualación de las tasas de rentabilidad opera para todas las ramas. Por último, en todo esto existe otra discusión de fondo, que es la idea, que defienden partidarios de la tesis de la financiarización, de que los movimientos especulativos financieros permiten, por sí mismos, dar lugar a la valorización del capital.

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      rolandoastarita

      23/05/2012 at 09:30

    • No quisiera desviar la discusión del asunto principal más de lo imprescindible, pero hay un detalle en el que discrepo: según lo entiendo yo, lo que Lenin señaló como una de las características de la etapa imperialista era que el capital-productivo y el capital-a-interés confluyen en una sola élite dentro de la clase capitalista, el «capital financiero», de modo que, en la práctica, no se puede distinguir entre IBM, GE, Coca Cola o Google por un lado y Citi o Bank of America por otro lado, calificando a unos como capital industrial y a otros como capital financiero: todas estas corporaciones formarían parte de conglomerados industrial-financieros, del «capital financiero» con intereses tanto en la explotación directa del trabajo (creación de plusvalía) como en su extracción mediante actividades financieras (capital a interés) o especulativas.
      salud.

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      escaiguolquer

      28/05/2012 at 05:17

    • En su libro sobre el imperialismo Lenin habla repetidas veces del «dominio de una oligarquía financiera», o «dominio del capital financiero». Cuando presenta los ejemplos de esta dominación (esto es, cuando «baja a tierra» la idea), se refiere a la forma en que los bancos, a través del crédito y las participaciones accionarias, tienen el control de la industria. Se puede ver con mucha claridad en los casos que cita de Francia y Rusia. Es la misma idea de Hilferding, con quien Lenin acuerda en este punto. Dice Hilferding (en El Capital Financiero) que «una parte cada vez mayor del capital de la industria no pertenece a los industriales que lo emplean. No pueden disponer de este capital más que a través del banco, que frente a ellos representa al propietario. … Llamo capital financiero al capital bancario, esto es,capital en forma de dinero, que de este modo se transforma realmente en capital industrial» (pp. 253-4, edición Tecnos). Subrayo, ésta es la noción que mantiene Lenin. Es «fusión» pero con predominancia del capital bancario.
      De todas formas, más importante que interpretar «correctamente» a Lenin o Hilferding es el hecho de que esta idea haya permanecido. La tesis de la financiarización hace eje en el dominio de las finanzas sobre el capital industrial. Según Chesnais y sus seguidores, o los editorialistas de Le Monde Diplomatique, así como para una gran parte del pensamiento «nacional y popular» (kirchneristas de izquierda incluidos) los problemas y dificultades no derivan de las relaciones de producción capitalistas, sino del dominio de las «altas finanzas». La consigna es «domar a los mercados»; de ahí también las propuestas del impuesto Tobin, de los controles, etc. También en esto arraiga la tesis del dominio del accionista sobre los directorios de las empresas (esto es, «rentistas cortadores de cupones, desinteresados en la producción versus capitalistas productivos, etc.).

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      rolandoastarita

      28/05/2012 at 09:04

  3. Gracias Rolando por la respuesta
    Te pido mil disculpas por la pregunta de los idiomas
    Te pregunto, si mientras un Estado este en una posicion economica de privilegio por ejemplo Alemania puede emitir
    deuda publica sin limites(si lo quisiera hacer no?) o tiene alguna especie de limite.
    Te lo pregunto por que por ejemplo cada dos por tres el gobierno de la provincia de BSAS emite deuda.

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    Leandro

    21/05/2012 at 21:06

    • No hay manera de que algún Estado pueda emitir deuda sin límite. La deuda hay que pagarla con plusvalía, que el Estado recoge mediante impuestos (a veces hacerlo por vía de lo que se llama el impuesto inflacionario). Precisamente porque la deuda no puede crecer sin límites es que periódicamente hay grandes defaults de las deudas públicas. Como comento en una nota, la historia del capitalismo está plagada de estos quiebres (aquí).

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      rolandoastarita

      22/05/2012 at 09:44

  4. Rolando, decís: «Se ha calculado que hoy habría unos 15 billones de dólares en títulos y préstamos de muy dudosa calidad, en poder de los bancos centrales (Winter, 2012). Se trata de una inmensa masa de capital ficticio, que no tiene contrapartida en la riqueza ni en el capital real, y que por sí misma no ha logrado, ni logrará, sacar a las economías del estancamiento».

    La idea y práctica de los administradores de los sistemas monetarios y financieros no es acaso que esas deudas se paguen. Para eso existen los salvatajes financieros y, su contrapartida lógica, los ajustes presupuestarios y la austeridad fiscal que imponen? ¿Esto quiere decir que se está pidiendo a la economía real que pague esas cuentas?

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    oti

    22/05/2012 at 23:23

  5. Creo que a la coincidencia sobre que “no se entiende” tal o cual afirmación de Carcanholo, subyace cierta oscuridad acerca de qué es lo que no se entiende y por qué no se entiende. Doy mi punto de vista al respecto.

    En mi opinión, se entiende perfectamente que Carcanholo asume que la ganancia ficticia no es estrictamente ganancia en el sentido de que no representa producción real de plusvalor. En este sentido, entiendo que no hay desacuerdo entre él y Astarita.
    Dicha ganancia, cuando se produce, sólo puede resultar -según Carcanholo- de una TRANSFERENCIA de valor desde ahorristas débiles (no capitalistas) hacia especuladores capitalistas. Ello podría, efectivamente, contribuir a levantar una caída de la tasa de ganancia de los capitalistas así beneficiados. Pero, establecido este punto, lo que no queda claro -o lo que “no se entiende”- es el mecanismo por medio del cual se verificaría tal transferencia. No obstante, creo que todos somos concientes de que, efectivamente, las burbujas especulativas (y su final pinchazo) en muchos casos han vehiculizado transferencias de valor desde pequeños ahorristas (jubilados, por ejemplo) hacia grandes especuladores capitalistas.

    Otra cuestión en la que Carcanholo y Astarita parecen coincidir, es en la idea de que la especulación no produce valor y de que cuando una ganancia ficticia se intercambia por valor real todo lo que hay es un cambio de manos del valor real y no una transformación de lo ficticio en real.
    Carcanholo y Astarita parecen también apreciar coincidentemente que la especulación puede llevar -y lleva- a que se movilicen capitales dinerarios (resultantes de la explotación real, de trabajo real, etc.) que de otro modo permanecerían sin invertir (contrarrestando así las tendencias recesivas). Claro que, como es notorio, parece necesario que se movilice una masa muy importante de capital ficticio para movilizar una masa relativamente reducida de capital real (lo que pone de manifiesto los límites intrínsecos del recurso, y sus consecuencias explosivas). De modo general, esto habla de la preexistencia de una dificultad o de un límite en el proceso de reproducción del capital, aún si dicha dificultad no se está traduciendo inmediatamente en un decremento del producto ni aún en una declinación de la tasa de crecimiento (ni aún en la de la tasa de inversión, etc.).

    Por otra parte, no veo qué sentido tiene negar que si un capital se contabiliza dos veces, ello supone una cierta “ficcionalidad” del capital así contabilizado.

    En cuanto a la dominación del capital real por el ficticio, estoy de acuerdo con que no es una expresión clara (ni, menos aún, correcta). De hecho, dicha expresión parece en contradicción con mucho de lo que Carcanholo explica con más claridad.
    Quizás sea un modo retórico de poner de relieve el hecho que señalé más arriba: la inmensa proporción de capital ficticio que debe ponerse en movimiento (un movimiento puramente especulativo, desde luego) para incentivar la movilización real de un mucho más reducido monto de capital real.

    Finalmente, el desvío de la discusión hacia el tema del capital financiero, Hilferding, etc. creo que es nada más que eso: un desvío (al que subyace quizás un diferendo sobre cómo se define al capital financiero). Creo que, en beneficio de la claridad, no conviene mezclar los tantos.

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    Vico

    23/05/2012 at 12:47

    • Tres aclaraciones: a) una transferencia de valor desde ahorristas o pequeños productores a cualquier tipo de capital implica aumento de ganancia, y por lo tanto incide positivamente en la tasa de ganancia. Pero no es esto lo que está implicado en el concepto de ganancias ficticias. Ejemplo: el aumento del capital bancario por aumento en la valorización de activos implica una ganancia ficticia, pero no tiene nada que ver con transferencias. El problema de fondo, de todas formas, es de qué manera la valorización ficticia del capital se puede traducir en valor (esto es, monetizarse). Aquí es donde empiezan verdaderamente los problemas, y se demuestra por qué el aumento del capital ficticio no puede contrarrestar la caída de la tasa de ganancia.
      b) El tema de la doble contabilidad no altera las leyes de la tasa de ganancia. Pero la cuestión más importante no es ésta, sino la idea de que un título pueda actuar muchas veces como «capital». Doy el ejemplo de los «repo», que son actualmente muy utilizados en el crédito. Un repo es una operación por la cual el prestatario entrega en garantía un título, por un acto de venta con acuerdo de recompra a un cierto precio. Ese título no puede seguir actuando como garantía de otros préstamos (a no ser que haya alguna estafa, que no se me ocurre bien cómo puede ocurrir). Por esta razón no parece tener mucho significado esta forma de inflación de capital ficticio.
      c) La tesis de la financiarización (a la que adhiere Carcanholo, Chesnais, y tantos otros) tiene como pilar la idea del dominio del capital financiero sobre el capital industrial. En este respecto es la continuación de la vieja tesis de Hilferding, que repitió Lenin. Es conveniente conocer siempre las tradiciones teóricas; y también entender por qué ya en aquella época esa tesis no era correcta. Agrego todavía: los datos de Lenin sobre la hegemonía del «cortador de cupones» (rentista dinerario parasitario) parecen corresponder al período entre fines del siglo XIX y principios del XX. Es curioso que se trata del período que luego los marxistas caracterizarían como todavía del capitalismo relativamente progresivo. Desde 1915, por lo menos, el «rentista cortador de cupones» pierde influencia y peso económico creciente, porque sufre una profunda desvalorización de sus capitales. El caso típico se da en Inglaterra, y es registrado por Keynes, en los 30 (alimentando su falsa idea de la tendencia a la «eutanasia del rentista»). La idea de que el capital bancario o financiero domina al capital industrial o productivo es hoy un lugar común de la mayoría de la izquierda.

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      rolandoastarita

      23/05/2012 at 13:41

  6. hola Rolando
    Creo que hay que distinguir esto ultimo con datos
    La mayoría de las empresas tiene entre sus principales accionistas al capital financiero.
    Eso no significa un dominio o que el capital financiero tenga mayor tasa de ganancia.
    El nivel de entrelazamiento de directorios es de los mas bajos en los últimos cien años.

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    Alicia

    23/05/2012 at 14:59

    • Con respecto a esta cuestión, también soy crítico del enfoque que tienen los defensores de la tesis de la financiarización. Al menos, de la postura de Chesnais y otros autores que ven una contradicción entre los accionistas (capital financiero) y los directores de empresa (algo así como los representantes del capital productivo). Sostengo que existe una unidad sustancial, por sobre las diferencias. El capital accionario no puede valorizarse al margen o por fuera de la generación y realización de plusvalía de la empresa. He planteado este asunto en un texto sobre la financiarización; lo podría presentar en una próxima nota.

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      rolandoastarita

      24/05/2012 at 09:02

  7. Un gran artículo, una gran reflexión. Enhorabuena por su blog, es usted un maestro.

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    Paco Piniella

    24/05/2012 at 14:04

  8. He puesto una recomendación en mi modesto blog, saludos.
    http://piniella.blogspot.com.es/2012/05/recomendando-un-blog-rolando-astarita.html

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    Paco Piniella

    24/05/2012 at 14:26

  9. Compañero. Es muy interesante el aporte, puesto que cumple con una doble función, por un lado, tomar distancia del absurdo burgués que atribuye a la circulación la milagrosa virtud de generar valor, por otro, de la tesis bien instalada en la mayor parte de la izquierda, que el capitalismo ha experimentado una metamorfosis financiera irremisible, que algunos definen como un estadio definitivamente especulador y parasitario, con todas las connotaciones estancacionistas conexas. De todos modos, son innegables las credenciales financieras de la presente crisis, cuya vorágine arrastra la economía real y se proyecta hacia una recaída o una etapa de prolongado estancamiento. La crisis financiera, de la que hemos visto numerosos antecedentes en el pasado reciente, estalla cuando la rentabilidad financiera y la expansión de toda la bóveda de papeles representativos de valor, ya no puede ser sostenida por el crecimiento de la rentabilidad que puede garantizar genuinamente la economía real o productiva de plusvalía arrancada a los trabajadores. Los límites pueden ser eludidos por largo tiempo, pero tarde o temprano acaban en el desplome. Es lo que estamos asistiendo. Ahora bien, se plantean varios interrogantes. Uno de ellos es el de la magnitud de la expansión ficticia y si esta representa un cambio cualitativo respecto de épocas pasadas del capitalismo. También si es un fenómeno permanente y derivado de alguna tendencia de largo plazo más profunda en el desarrollo capitalista. Sobre lo primero. Ya le he preguntado en otras ocasiones por una estimación fiable de la magnitud, dado que existen mediciones muy dispares, entiendo que en razón de que se puede considerar como capital efectivamente ficticio, vale decir, totalmente emancipado de conexión con los circuitos de valorización. Su respuesta, si mal no recuerdo, fue que no había efectuado cálculos en ese sentido, por ello, no puedo guiarme más que con aproximaciones efectuadas por otros economistas. En rasgos generales, las estimaciones van desde 4 veces el PBI mundial a diez veces el mismo. En cualquiera de los casos, una cifra impresionante. Según un estudio aparecido en Der Spiegel , acompañado de un gráfico de subconjuntos apto para el público profano, tomando como base un PBI mundial al 2010 de 63 billones de dólares, por bienes y servicios reales, la masa accionaria en circulación se sitúa en 84 billones, lo cual no dista demasiado de la duplicación ‘frente al espejo’ de la que hablaba Márx y , por supuesto, un ‘ficticio’ no completamente emancipado de lo real. Donde si se observa un despegue astronómico es en la masa de derivados financieros que supera los 600 billones de dólares y ni que hablar del conjunto de transacciones monetarias que supera los 800. Concentrándonos en el segundo círculo, estamos en presencia de un fenómeno nuevo que parece no tener precedentes. Ya no es una imagen en el espejo, sino, espejos enfrentados que reflejan al infinito. No soy un experto en historia económica, pero soy consciente de que existen precedentes de tales inflaciones ficticias de magnitud similar, que incluso analizó el propio Márx, pero no podemos perder de vista la escala, alcance planetario y duración de este fenómeno de autoreproducción virtual. Ya no estamos hablando de tubérculos de tulipán que valían lo que un cabriolet con 4 caballos y luego menos que una cebolla. Es la economía mundi la que tiembla bajo de una monstruosa arquitectura de papeles con peso específico pétreo, sobre la plusvalía realmente disponible. Ciertamente el rescate bancario de los últimos tiempos, cuyo monto supera en 20% del PBI mundial y representa una hipoteca de 1900 dólares, a levantar por cada ciudadano del mundo, unos 6000 dólares por cada proletario, absorbió parte de la toxicidad, mediante inyecciones de liquidez, pero a cambio de una translocación del problema que deberá ser resuelto en la arena de la explotación y no abole que una ingente masa de toxinas, todavía mucho mayor, resten transitando por el circuito. Una desvalorización abrupta y compacta sigue siendo una perspectiva muy posible en el futuro.
    En lo que respecta a los orígenes de la esta mega crisis financiera (con impacto real) resta por demostrar su conexión con una crisis cíclica más profunda. Hoy no creo que se la pueda vincular fácilmente a un fenómeno de sobrecapitalización o sobresaturación de capital crónico, con la consiguiente caída de largo plazo en la TG, puesto que esta premisa debería ser demostrada previamente, pero me cuesta entender como una ‘plétora’ de capital (que, según se deduciría, esta en la base de la expansión financiera) pudo surgir de un periodo de auge y ascenso de la TG que duró por lo menos hasta el 2004, a menos, que en el surgimiento de la misma, no hayan operado otros factores que estimularon la tesaurización y preferencia por el capital líquido.
    Disculpe la extensión y gracias.

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    AP

    25/05/2012 at 16:00

  10. Sea cual sea el volumen del capital ficticio, mientras éste no sea creado por plusvalía (y no lo es) no puede ser causante, agravante o aliciente para las crisis, más que de un modo marginal, acelerando o atrasando el momento en que cesa la inversión y empieza la crisis, pero de ningún modo puede transformarse en «causa».

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    Eduardo

    26/05/2012 at 02:41

    • Compañero Eduardo. Su comentario es muy sucinto y de seguro a causa de ello no me queda claro el eje de su divergencia, si es que la hay. Si mal no lo entiendo, usted plantea que la crisis depende en lo fundamental de la economía real, es decir, creadora de valor y plusvalor. Sobre esto no tengo objeción y no es otra cosa lo que he dicho. Sin embargo, es lícito preguntarse por la conexión que la hipertrofia de las finanzas pueda tener con los ciclos de acumulación, máxime cuando se evidencia un salto en las últimas décadas. Se ha esgrimido con frecuencia el argumento que el gigantismo financiero sin precedentes está asociado a una tasa de ganancia debilitada en la esfera productiva que no logra recomponerse substancialmente desde la crisis de principios de los setenta , factor que promueve un vuelco hacia el circuito dinerario con todo el correlato de parasitismo, especulación e ingenierías financieras sofisticadas que parecen obrar el milagro de la multiplicación de los panes y los peces. Astarita se ha encargado de demostrar con cifras que desde ese punto de arranque hasta hoy, existió un fuerte auge en el medio que posibilitó el despegue de la TG por bastantes años, con lo cual, pone en tela de juicio la teoría de la crisis larga o de estancamiento con crecimiento débil, como la llamábamos antaño. Si bien, las cifras no fueron tan impresionantes como las del boom de postguerra (si mal no recuerdo, solo lograron igualarlas o superarlas ligeramente en los EEUU por unos 5 o seis años y a nivel mundial algo más de la mitad) una conclusión de sentido común pareciera ser la retracción o freno a la expansión ficticia, pero la realidad es que el globo festivo siguió creciendo, con desplomes parciales que no pararon la inflación de valores artificiales hasta el actual. Ahora bien. Entiendo que no se descarta la posibilidad de una crisis financiera pura, pero lo que tenemos bajo análisis hoy es una crisis financiera que empalma y potencia de un modo más que marginal con una crisis del ciclo de acumulación de las economías centrales, con independencia de la duración, intensidad, punto de quiebre que podamos asignarle al ciclo de crecimiento de los noventa. La incógnita sigue siendo, en mi opinión, como explicar el origen de la ‘plétora de capital’ , sin recurrir a una LTDG operando en largo plazo y una exacerbación financiera que no pase exclusivamente por el arbitrio o dotes de premonición de los capitalistas. En definitiva, explicar fehacientemente la causa efectiva (o concurso de causas) de la crisis real y la causa (o concurso de causas) de una expansión financiera que en la escala del colosal desarrollo adquirido por el capitalismo, no tiene precedentes, en tanto que, si bien ficticia en cuanto a capital respaldado en valores realmente creados, reclama el concurso de plusvalía real generada en la producción, para la satisfacción de su voracidad.
      Gracias por su acotación.

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      AP

      27/05/2012 at 19:47

  11. No planteé una divergencia; en todo caso quise subrayar el hecho de que las crisis siguen obedeciendo a causas económicas, y el despliegue financiero lo que puede hacer es llevar plusvalía de un sector a otro y de unas clases a otras. Para pensar: tal vez haya que contabilizar en la tasa de ganancia de las empresas los ingresos obtenidos a través de herramientas financieras.

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    Eduardo

    27/05/2012 at 22:42

    • Coincido totalmente. No tengo presente cuanto incide la diversificación financiera en la tasa de ganancia de la empresas vinculadas a la esfera productiva. En realidad, también me resultaron sorprendentes los datos que presentó Rolando en cuanto a que la tasa de las empresas financieras (En el caso de los EEUU) no se distancia tanto de las no financieras. Hay datos muy discordantes en circulación. No tengo una estimación de cuanta plusvalía esté absorbiendo de conjunto la ‘plutocracia financiera’ (Como algunos le llaman).
      gracias por la aclaración.

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      AP

      28/05/2012 at 02:33

  12. Estoy de acuerdo en muchas cosas que se dicen en el artículo, pero no con algunos conceptos económicos, en concreto algunos conceptos monetarios.

    No veo como puede calificarse a lo que llaman «capital ficticio» como si quiera un tipo de capital, cuando se trata de una deuda. Las monedas actuales son lo mismo que un bono o una letra, solo que más liquidas. Son pasivos, pasivos bancarios (depósitos) a los que se les otorga ciertos privilegios legales.

    Que alguien pueda incrementar su posición de liquidez que no de ahorro (por ejemplo los chinos) a causa de que otros deterioren su posición de liquidez endeudándose (EEUU o Europa) no implica que en términos netos se haya ahorrado y por tanto que la cantidad de capital haya aumentado.

    El capital son bienes presentes como un molino, el conocimiento, el oro o el trabajo desempeñado. Los bienes presentes no son deuda, no son el pasivo de nadie.

    Creo que estaremos de acuerdo en el capitalismo consiste en la acumulación de bienes presentes. En el ahorro y la inversión y no lo contrario: El endeudamiento y el consumo, típicos del paradigma Keynesiano y Neoliberal que ha dominado occidente durante los últimos 80 años.

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    manuelgar

    05/06/2012 at 16:55

    • Veo en el comentario aspectos muy interesantes que me parece necesario tener en cuenta en el asunto: la oposición ahorro-inversión vs. deuda-consumo, o la constatación de que en un sistema de dinero-deuda bancario, cada aumento de liquidez tiene una contrapartida en un incremento de deuda.
      Al final, parece que esto debe ponerse en relación con el asunto de la doble contabilización para arrancar el análisis de la categoría «capital ficticio», esté bien o mal elegido el término «capital» para ella.
      No obstante, quisiera hacer una pequeña puntualización sobre un aspecto muy accesorio: no es capital el conocimiento o «el trabajo desempeñado», sólo lo son las mercancías en que se «materializa» el valor excedente al valor que repone el capital constante y el capital variable, la plusvalía, en la medida en que no se converte en consumo (improductivo) del capitalista. Entre esas mercancías, naturalmente, se incluye el dinero, capital-dinero = depósito de valor mientras no se produce una nueva compra de capital productivo (fuerza de trabajo y medios de producción).

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      escaiguolquer

      06/06/2012 at 04:58

  13. Bueno, yo entiendo como capital todo aquello que ayuda a generar nuevas mercancías. Herramientas o bienes de equipo como puede ser un molino, un horno o un tractor. El trabajo desempeñado sería un bien presente, efectivamente no sería un bien de capital. El conocimiento yo si lo considero un bien de capital. Creo que es más valioso la invención del tractor y saber como construirlo, que simplemente tener un tractor. Pero esto es una opinión particular mía poco relevante respecto al punto que quiero resaltar.

    Me gustaría destacar una parte de su comentario: «…..Entre esas mercancías, naturalmente, se incluye el dinero, capital-dinero…..»

    ¿Realmente el crédito es una mercancía? Si ese capital-moneda es crédito, no creo que quepa calificarlo como mercancía (bien presente).

    La definición de crédito es intercambiar bienes presentes por bienes futuros (yo te doy 1 tonelada de trigo hoy a cambio de que tu me entregues 1 tonelada de naranjas en 6 meses) El crédito solo quedará zanjado si a su finalización me entregas un bien presente como son las naranjas. Si me entregas 100 dólares, que son un pasivo bancario, el crédito no finaliza. Simplemente cambia el deudor, pasas de ser tu a ser el banco o el Estado.

    No es de extrañar que si las teorías económicas vigentes aceptan que la deuda que se utilice como moneda tiene capacidad cancelatoria del crédito como si fuese un bien presente, pues acabemos sumergidos bajo inconmesurables montañas de deuda, que precisamente acumulan bancos y Estados.

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    manuelgar

    06/06/2012 at 16:56

    • Pues tienes (si me permites el tratamiento más cercano) toda la razón respecto al dinero, y el crédito-deuda: dudoso poder considerarlo mercancía y, si es «necesario» no sería en todo caso una mercancía como las demás. Yo (y reconozco que es una mera intuición) me inclino más bien a pensar que el dinero no es una mercancía en absoluto.
      Pero respecto a lo otro, el conocimiento no puede ser capital porque no «se gasta». El capital sólo es trabajo muerto que se gasta en la producción de nuevas mercancías, y al consumirse (productivamente) se computa junto con el trabajo vivo, puesto que el coste para la sociedad de esa mercancía (el valor) es un total de tiempo de trabajo (por supuesto, social y abstracto) y en ese total hay trabajo vivo y trabajo muerto. Pero el eventual trabajo consumido para obtener un conocimiento ya no hay que volverlo a emplear: si es necesario un tractor por cada millón de toneladas de X, cada tonelada de X debe incluir en su valor el tiempo necesario para obtener una millonésima de tractor, porque hay que producir tantos tractores como sean necesarios para seguir produciendo X. Pero ni una sola brizna para reponer el conocimiento de como construir un tractor, porque no se gasta, no hay que reponerlo.
      Por eso las infraestructuras (en su mayoría), el conocimiento y otro montón de «cosas» que requieren trabajo social (humano) no son capital, igual que no lo es la luz del sol, el terreno o la gravedad terrestre, por muy imprescindibles que sean para ciertas (todas!) las producciones. Si no hay trabajo social (humano) que reponer, no hay valor, y por ello no hay capital.

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      escaiguolquer

      07/06/2012 at 07:43

  14. Bueno, yo me referiá al conocimiento que tiene propietario en exclusiva (la fórmula de la coca cola, o ser el único que sabe construir un tractor), pero esto quizá sea así desde un punto de vista capitalista, pero no Marxista. Evidentemte el conocimiento público si sería un bien libre. igual que la luz del sol o el oxigeno.

    De todas formas en cuanto a la moneda lo importante es distinguir entre bien presente (mercancía) y bien futuro (pasivo u obligación de un tercero):

    Particularmente creo que la propuesta monetaria más clara que ofrece la ciencia económia a dia de hoy es la de http://www.carlosbondone.com. La moneda (medio de cambio) puede ser dinero o crédito, pero solo la moneda que es un bien presente es dinero. La moneda-crédito por mucho que sea medio de cambio (moneda) siempre será un crédito.

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    Manuelgar

    07/06/2012 at 11:48

    • Un par de puntualizaciones (sólo un año y pico despues ;-)

      En este contexto no se puede oponer «marxista» y «capitalista» porque «el marxismo» es la explicación de qué es y cómo funciona «el capitalismo» (repito, en este contexto).
      Yo creo que la propuesta monetaria más clara de la ciencia económica hoy en día sigue siendo la de Marx: el dinero no es más, ni es menos, que la forma externa, necesaria, social, del valor.
      El dinero tiene su propia dinámica, que consiste, cada vez más, en independizarse del «mundo de las mercancías» el dinero es, cada vez más, crédito. Pero al final no es más que «portador de valor» y por ello la «creación de dinero» no puede separarse más que provisionalmente de la creación de valor. Y las costaladas son inesperadas e inexplicables… a no ser que estemos provistos del marxismo para conocer sus conexiones ocultas, esenciales, con el valor, con el tiempo de trabajo abstracto.

      Volviendo al ejemplo del tractor, efectivamente es típico, no que haya un único conocedor de cómo se construye un tractor, sino alguien que es capaz de imponernos a los demás su «derecho» a ser el que tiene la exclusiva de usar un conocimiento: la «propiedad intelectual» (patente en este caso).
      Eso es como la tierra o los impuestos: no constituyen valor (gasto de trabajo) sino un «derecho» a apropiarselo

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      escaiguolquer

      26/06/2013 at 09:58

  15. maestro segun entendi en la primera parte del escrito menciona a la emicion de titulos soberanos como ejemplo de capital ficticio; sin embargo en la ultima parte usted agrega que estos deben ser capitalizados mediante explotacion del trabajo no constituiria en tal caso de valorizacion c un ejemplo de capital real

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    manuelmusica

    19/06/2012 at 00:58

  16. Cuando le hablaba de la desorientación que me embarga a la hora de interpretar la posición de Marx frente a la Ley de Peel, me refiería a…. «ESTO», profesor:

    «Lo discutido hasta aquí sirve para explicar por qué el capital ficticio, por sí mismo, no puede solucionar los problemas fundamentales que están asociados a la acumulación. Sin embargo, alguna gente piensa
    que durante las fases de auge del ciclo económico, el aumento de capital ficticio bursátil o inmobiliario (esto es, el incremento de sus precios) genera nuevo poder de compra, lo que a su vez permite expandir la producción y por lo tanto generar más plusvalía. Por eso se piensa a veces que hay expansiones puramente “ficticias”.»

    Cuado Marx machaca a Peel (en artículos de periódico) y destroza a estos teóricos monetaristas basados en la tradición de Hume y Ricardo sobre la relación entre cantidad-de-dinero en circulación y precio-de-mercancías(en El Capital)……….. está propiciando que el Capital ficticio destruya al capital marxiano…¿porqué no lo entendió así Marx? cuando dedica páginas y páginas a denunciar esa monstruosidad que es el capitalficticio en la misma obra.

    S.O.S

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    ERS

    03/04/2013 at 20:31

  17. Profesor, tengo algo que decir, lo cual se desprende de una duda que me ha generado el texto:
    Si bien solo el verdadero poder de compra y la inversión necesaria para reproducir el capital se desprende del gasto de plusvalía, las preguntas que uno podría hacerse son: ¿ podría el Estado reactivar la economía aumentando el recaudo y el gasto publico? ¿Cual es el nivel de gasto de plusvalía para reactivar la economía? Si el Estado cuenta con empresas productoras de bienes y servicios ¿ Podría el Estado aumentar la inversión productiva por medio de sus empresas y fabricas estatales y por ende reactivar la economía?
    ¿Prodria el gasto de inversión del Estado reemplazar el gasto de inversión del sector privado?

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    alfonso

    05/04/2013 at 20:22

  18. Profesor Astarita, veo una inconsistencia grave en su concepción económica entorno al concepto de capital ficticio. Yo estoy en la tesis de Escaicolquer (que está basada en Carcanholo).

    Comenta usted que, «Por un lado, yo no adhiero a la idea de que hoy el capital ficticio “domina” al capital real. No entiendo bien en qué sentido puede “dominar”; el capital real sigue siendo la clave de la dinámica del capitalismo». Pero cómo no ve que el capital ficticio domina al capital real….supongo que el capital real es el capital-de-producción de mercancías…

    Cómo no ver eso!…si usted al inicio de su ensayo afirma correctamente que el capital ficiticio está constituido por entre otros: «todo tipo de acreencia o título financiero; esto es, se lo identifica con los títulos (bonos, acciones)…» Y no ve usted que en la Economia actual domina el concepto de Capital ficiticio sobre el de Capital de producción, tanto cuantitativamente como cualitativamente:

    1.- el dinero es sobre todo: deuda, o préstamo a interés. Es decir dinero-gas o dinero-como-crédito (concepción de los neochartistas sobre el dinero).
    2.- la oferta monetaria es en un 90%? …dinero-deuda o capital-a-préstamo
    3.- el Capital ficticio domina la economía Nacional e internacional de los Estados: la emisión de deuda publica sobre el Pib es descomunal.
    4.- el dinero que fluye en el circuito de la economía de producción no es comparable al dinero que fluye como «título de deuda» en los mercados financieros globales.
    podría seguir pero…no hace falta.

    Por otro lado, comenta que: «Carcanholo incluye en la categoría de capital ficticio el valor de las acciones, aun cuando coincidan con el valor de la empresa; o los títulos de deuda que puedan actuar duplicarse como garantías, etc» Pero, precisamente esas acciones del capital social de empresa, en cuanto son puestas en el mercado financiero como emisión de títulos de deuda, dejan de pertenecer al capital-de-producción o real, para convertirse en «dinero-deuda» o capital-a-préstamo y son por supuesto capital-ficticio.

    O es que esos títulos-de-deuda en tanto acciones de una empresa, ¿no tienen un llamado valor-técnico, que no coincide para nada con el valor de la empresa en cuanto máquina de producción de mercancías o servicios?. No hay pues ninguna diferencia entre deuda emitida por los Estados y la deuda emitida por una sociedad de capital de producción para entrar en el mercado bursátil y así financiarse. En ambos casos el capital es un título-de-deuda o la titulación del capital-a-préstamo.

    Está claro, que el Capital Ficticio domina al Capital-de-producción (real).

    Pero además hay que ver como cuando el Capital Ficticio domina el enfoque teórico (concepto cualitatitvo de qué es el dinero como financiación) y práctico (cantidad de oferta monetaria como dinero-deuda) de la Economía…cuando sucede ese cambio de paradigma entonces ya no podemos pensar en términos (como muy bien dijo Marx y ustedes los marxistas no quieren ver) de dialéctica capital-trabajo. Habrá que pensar a partir de ahora sin dialéctica….como capital-sin-la mediación-de-la producción …como el Maestro Marx ya definió.

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    ERS

    27/06/2013 at 05:12

    • Y sino dígame cómo explicar: los esquemas de deuda tipo Ponzi o las crisis epilépticas del capital ficicio por ejemplo los «flash-crash», con la vieja teoría dialéctica del capital-trabajo o capital real…..?

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      ERS

      27/06/2013 at 05:23

    • Quiero dejar aparte su último comentario porque entiendo que es un desliz de las prisas por acabar el comentario (a mi también me ocurre): el «maestro marx» nunca definió semejante cosa que vd. dice (y que si lo relee despacio, verá que es una barbaridad)

      Yendo al fondo del asunto, cada vez estoy más convencido que la diferencia esencial entre el enfoque de Carcanholo (qepd) y de Astarita se basa en un diferente uso del término «dominio», que también lleva a sus (de vd.) discrepancias.
      Vd, siguiendo a Carcanholo, habla de «dominio» en términos de acción, incluso diría en términos políticos, de qué decisiones toma «el capital», de quién toma las decisiones con qué criterios. Ambos (Carcanholo y vd.)tienen la vista puesta en la práctica generalizada (mas generalizada que en otros momentos aunque siempre existente en el capitalismo) de la búsqueda de apropiación de plusvalía mediante la especulación, por encima de su apropiación en el curso de actitidades productivas, de creación de plusvalía. Y yo estoy de acuerdo (lo he visto a mi alrededor de primera mano) que más y más capitales productivos se han desviado a la especulación. Pero para empezar es que eso ha existido siempre, y durante «el neoliberalismo» solo ha habido una diferencia de intensidad, no una «nueva tendencia». Además, para que nos sirva de perspectiva, incluso el «capital productivo» es solo una máquina de apropiación de plusvalía que no producen, puesto que por definición ésta la crean solo los obreros (productivos).
      El enfoque del profesor Astarita, que yo comparto (y creo que Carcanholo también aunque con ese énfasis en la operativa), es que ese «dominio» es humo, puesto que no hay ganancia sin plusvalía, por la sencilla razón de que la ganancia es plusvalía distribuida. Así, se pueden hacer todos los artificios que se quiera con el capital ficticio, y se hacen, y se puede especular todo lo que se le permita (y hoy en día vivimos una burbuja encima de la burbuja), pero al final la ley del valor se impone. Quizá sea más propio decir, entonces, que es la producción de valor y plusvalía, el trabajo abstracto socialmente necesario no pagado, el que «domina».
      Pero creo que son dos usos diferentes del término «dominar», pero la base es la misma: la teoría marxista del valor trabajo, y no son por tanto antagónicas.

      No obstante, donde creo que sí hay diferencia (aunque también operativa y no esencial) es en el reconocimiento implícito de Carcanholo a la existencia de una «nueva fase» del capitalismo, la financiarización, que como término sustituye al prematuramente anciano de «globalización» (la obsolescencia prematura es señal de baja calidad). Astarita se opone a esto y en este sentido estoy plenamente de acuerdo: el capitalismo es el mismo «de toda la vida».

      En lo que si discrepo del profesor Astarita es en que entiendo que niega, o al menos minimiza, la influencia del capital ficticio en el proceso de creación de plusvalía, en el proceso de acumulación, y eso creo que no puede hacerse, porque estoy de acuerdo con vd. en que los movimientos del dinero, que no tiene valor intrínseco pero es su representante general y privilegiado, arrastran a todo el sistema económico en cuanto que el capital-dinero es su alfa y su omega.
      El hecho de que sea el valor, y el plusvalor, el que «domina» la acumulación no impide que, por el camino, la artificial, falsa y provisional independencia del dinero y del capital ficticio cause enormes destrozos.

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      escaiguolquer

      27/06/2013 at 08:41

    • «Ambos (Carcanholo y vd.)tienen la vista puesta en la práctica generalizada (mas generalizada que en otros momentos aunque siempre existente en el capitalismo) de la búsqueda de apropiación de plusvalía mediante la especulación, por encima de su apropiación en el curso de actitidades productivas, de creación de plusvalía». No, está equivocado. En lo que a mí respecta, no tengo la vista puesta en «la práctica generalizada de la apropiación de plusvalia por medio de la especulación». Me parece una cuestión menor para explicar la dinámica del capitalismo. Las razones las expliqué en notas y en mis libros. Como usted efectivamente dice. niego que el capital ficticio genere plusvalía. Mi enfoque teórico se basa en la teoría de Marx. Pienso que sigue siendo válida la idea de que el valor (y por ende, la plusvalía) es generado por el trabajo productivo.

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      rolandoastarita

      27/06/2013 at 09:45

    • lo sé, profesor.
      Siento que haya habido un malentendido: cuando decía «vd.» me refería a ERS, al que estaba contestando. Cuando me refería a vd, Rolando, lo hacía como «el profesor» o «Astarita».

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      escaiguolquer

      28/06/2013 at 04:45

  19. Señor Escaiquolquer como puede echarme encima semejante crítica a mi comentario:
    «Está claro, que el Capital Ficticio domina al Capital-de-producción (real).Pero además hay que ver como cuando el Capital Ficticio domina el enfoque teórico (concepto cualitatitvo de qué es el dinero como financiación) y práctico (cantidad de oferta monetaria como dinero-deuda) de la Economía…cuando sucede ese cambio de paradigma entonces ya no podemos pensar en términos (como muy bien dijo Marx y ustedes los marxistas no quieren ver) de dialéctica capital-trabajo. Habrá que pensar a partir de ahora sin dialéctica….como capital-sin-la mediación-de-la producción …como el Maestro Marx ya definió.»

    Cuando dice usted que:
    «Quiero dejar aparte su último comentario porque entiendo que es un desliz de las prisas por acabar el comentario (a mi también me ocurre): el “maestro Marx” nunca definió semejante cosa que vd. dice (y que si lo relee despacio, verá que es una barbaridad)».

    Sepa Escaicolquer que no fue ningún lapsus, fruto de la premura o de la imprecisión. Fue una cosa consciente.

    Fíjese: que dice Marx:

    «Para la economía vulgar, que pretende representar el capital como fuente autónoma del valor, esta forma es naturalmente un maná llovido del cielo, una forma en que ya no es posible identificar la fuente de la ganancia y en la que el resultado del proceso capitalista de producción –separado del proceso mismo- adquiere una existencia EMANCIPADA.»

    «En la forma del capital productor de interés esto aparece directamente, SIN LA MEDIACION del proceso de producción y de circulación. El capital aparece como fuente misteriosa y autóctona de interés, de su propio incremento.»

    «Bajo la forma del capital a interés, se mantiene en pie solamente esta determinación, SIN LA MEDIACIÓN del proceso de producción ni del proceso de circulación. En el capital y la ganancia vive todavía vive todavía el recuerdo de su pasado, aunque muy oscurecido por la diferencia entre ganancia y plusvalía, la ganancia uniforme de todos los capitalistas –la tasa general de ganancia- que hace del capital una cosa oscura y un misterio.»

    «Es, por tanto, el interés, y no la ganancia, lo que aparece, así, en cuanto tal, en cuanto la simple propiedad sobre el capital, como la creación de valor que del capital emana; es decir, como el ingreso creado por el capital e inherente [a él]. Bajo esta forma es, pues, como los economistas vulgares lo conciben también. En esta forma SE ESFUMA TODA MEDIACION y se redondea y se culmina la forma fetichista del capital, como la representación del capital-fetiche. Esta forma surge necesariamente cuando SE DESGLOSA la propiedad jurídica del capital de su propiedad económica y la propiedad y la apropiación de una parte de la ganancia afluye, bajo el nombre de interés, a un capital en sí o al propietario de [un] capital totalmente desglosado del proceso de producción».

    «Para el economista vulgar, que pretende prestar el capital como fuente independiente de valor, de creación de valor, esta forma [representa], naturalmente, una [manera de] devorar que se ha descubierto, una forma en que la fuente de la ganancia es irreconocible y el resultado del proceso capitalista cobra existencia independiente, AL MARGEN de este proceso. En D – M – D´ aparece todavía [una] mediación. En D – D´ tenemos la forma CARENTE DE CONCEPTO del capital, la inversión y cosificación de la relación de producción elevada a su máxima potencia.»

    Esta forma (vulgar) de pensar el Capital , para Marx es una monstruosidad, pero aunque lo llame Ficticio, es tan real como el Otro. Lo único monstruoso (para Marx)….. es que no puede ser pensado dialécticamente.

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    ERS

    27/06/2013 at 20:22

    • Bueno, creo que ha citado muy acertadamente a marx para auto-criticarse.
      No veo como puede esa cita sustentar lo que vd. (ERS) mantiene. De hecho dice exactamente lo contrario, precisamente «pensando dialécticamente» y mostrando las raices del error de la economía vulgar y como se manifiesta.
      Creo que es un alegato magnífico de Marx para negar lo que vd. (ERS) mantiene: que «el Capital Ficticio [deba] domina[r] el enfoque teórico» o que «ya no podemos pensar en términos (…) de dialéctica capital-trabajo. Habrá que pensar a partir de ahora sin dialéctica….como capital-sin-la mediación-de-la producción».

      Por cierto, que lo que mantengo es que Carcanholo no incurría en ese error vulgar puesto que nunca se separa de la teoría del valor trabajo, aunque es cierto que por su énfasis en la operativa práctica del capital especulativo se desliza a explicaciones no muy científicas (incluso llega a hablar de los «deseos inconfesables del capital», o de imprecisiones al referirse a que el capital ficticio crece «demasiado»), desembocando en mantener la «tesis de la financiarización», una especie de «nueva fase» del capitalismo. Pero creo que nunca pensaba en un «cambio de paradigma» sino en una modalidad, unas formas diferentes, por unas mezclas diferentes de distintos componentes que existen en el capitalismo desde que éste existe.

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      escaiguolquer

      28/06/2013 at 05:02

  20. Ya le entiendo. El marxismo es como una droga.

    Yo es que soy «marxiano», pero no «marxista». A Althusser le pasó lo mismo.

    Si Marx no hubiera sido tan hegeliano (dialéctico) esa «oscuridad misteriosa y autóctona», o aquello «que hace del capital «una cosa oscura y un misterio», pudiera haberla pensado «a-dialécticamente». Marx lo ve (creo yo) pero no puede…aúnque sean genios, los grandes pensadores están emarcados en una trayectoria histórica del pensamiento: la tradición. Y en Marx, la tradición es la dialéctica.

    Marx , en síntesis, habla de dos «fetiches»: el del trabajo y el del capital.

    El fetiche del trabajo, se manifiesta en la producción y transacción de la «mercancía». El fetiche del trabajo explotado en la producción es la MERCANCÍA. Y este fetiche se explica gracias a un pensamiento dialéctico que permite «mediar» el Capital con el Trabajo (producción y comercialización). Es el fetiche de los «marxistas».

    El otro fetiche, que descubre Marx, es el del Capital Ficticio: el interés del capital-a-préstamo. El fetiche del Capital, que no necesita de su relación dialéctica con el trabajo (la producción y la comercialización) . Por eso en este segundo fetiche que descubre Marx, la mercancía desaparece el tablero de juego del pensar. Y es sustituida por el «interés financiero». Este será el fetiche de aquellos que como yo, nos vemos obligados a seguir a Marx, pero sin dialéctica. Éste es el fetiche de los «marxianos».

    Un saludo, Don Escaicolquer.

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    ERS

    28/06/2013 at 17:24

    • No veo en que nos ayuda todo esto a entender el mundo o cualquiera de sus partes. Ergo no me interesa

      salud

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      escaiguolquer

      29/06/2013 at 10:31

  21. Al principio del texto se afirma que Marx escribe: «el certificado de deuda no representa capital meramente ilusorio, como en el caso de las deudas públicas”.
    ¿dónde lo dice marx? por favor una cita….

    En caso de que lo diga literalmente, se puede interpretar de otro modo al que Ud interpreta: «no representa meramente»= no representa a un «capital que solo es ilusorio»…..sino que representa a un capital …..que es híbrido entre capital ilusorio+capital real….

    Es híbrido porque precisamente: la tasa de interés del capital-deuda está limitada por la tasa de ganancia del capital-tomado-para inversión en la producción. Esto no sucede para el capital de deuda publica (emisión inorgánica de dinero) o para emisión de acciones títulos de deuda de empresas en la bolsa.

    Porqué se expresa así Marx?. Porque no puede dejar en manos de la lógica del «capital ficticio» y de su «tasa de interés» la explicación del concepto de «capital deuda» en general. Por ejemplo, hay un capital-deuda que es descuento comercial que es deuda-comercial..y que Marx ya separa nítidamente en otro capitulo, del capital-deuda ilusorio (capital ficticio). Pero además, Marx quiere someter la jerarquí ontológica de la plusvalía sobre la tasa de interés.

    Sin embargo que exista (y se exprese) esa hibridez entre un naturaleza real y una ficticia, no conduce ni obliga teóricamente o especulativamente al propio Marx, a considerar que la naturaleza del «capital-deuda» (a excepción del descuento comercial de letras para transacciones de mercancías) sea un naturaleza ficticia= un automathon griego como en Aristóteles=un automatismo moderno en Marx. Es decir: un mecanismo de autogeneración diferencial sin necesidad de producción dialéctica. Pura levadura del capital.

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    ers

    08/11/2013 at 12:56

  22. CON ESTE TIPO DE DEBATES Y ACLARACIONES SE ENRIQUECE EL CONOCIMIENTO, SALUDOS PROFESORES.

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    Henry Jimenez

    11/10/2015 at 11:25

  23. Rolando podrías explicar un poco el significado de la frase «aunque en términos marxistas la tierra no es capital»?

    De paso: en algunos textos Marx plantea una diferencia entre «capitalistas» (arrendatarios) y «terratenientes» y en otros se plantea que los dueños de la propiedad de la tierra son burgueses. Cuál es la definición precisa?

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    JS

    15/10/2016 at 23:12

    • La tierra no es capital desde el punto de vista del marxismo (o sea, teniendo en cuenta la noción marxista de capital). Esto es, si bien para el terrateniente el dinero que ha invertido en la tierra es capital, no tiene nada que ver con el capital invertido en la agricultura, como precisa Marx. Por esta razón también hay que distinguir la renta del interés. Trato estas cuestiones en «Economía política de la dependencia y el subdesarrollo», capítulo 12. Dado que el tema excede el espacio de Comentarios, voy a dedicarle una nota.

      Sobre las categorías que emplea Marx, hasta donde alcanza mi conocimiento, considera a los terratenientes una clase distinta de los capitalistas, precisamente porque la tierra no puede considerarse capital. De todas formas, cuando el terrateniente es a la vez capitalista (como sucedía en Alemania en el siglo XIX) es válido decir que los dueños de la tierra son capitalistas.

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      rolandoastarita

      16/10/2016 at 10:19

    • Muchas gracias Rolando. Releí el capítulo 12 y lo pude entender mejor. Saludos!

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      JS

      16/10/2016 at 20:05

  24. Rolando. Disculpe si es una nota muy vieja en la que estoy comentando pero quería saber donde entrarían las monedas virtuales como el Bitcoin. Saludos.

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    Caro5

    14/07/2017 at 01:38

    • Tengo que estudiar el bitcoin, y necesito tiempo para eso, porque no logro entender bien cómo funciona, desde el punto de vista «técnico».

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      rolandoastarita

      14/07/2017 at 08:46

  25. Rolando, me gustaria saber tu opinion sobre dos temas…
    1_ Cuales son, ademas de la clase obrera, las clases presentes en la argentina? Entiendo quebajo la concepcion marxista ocupados y desocupados son obreros asi como los sub ocupados (puesteros, talleristas, etc) pero, tomando tu comentario de mas abajo, posees algun articulo especifico sobre esto?
    2_ Que opinion posees de la historiografia social de la argentina? Estoy estudiando historia y encuentro a walter benjamin sumamente interesante para plantear la historia desde las miradas de cada epoca
    Saludos.

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    SDPA

    15/07/2017 at 00:32

  26. Rolando; no existen en el sistema actual formas de extraer ganancias al asalariado; me refiero a mecanismos juridicos no vinculados a la ley del valor?
    Nichos, donde pueda extraerse ganancias que no encuentran su explicacion, en la plusvalia? , mas cerca de la logica del servilismo que la del capitalismo?

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    Fernando

    20/06/2020 at 14:09

    • Estoy seguro de que existen esas formas, pero no conozco estudios específicos, o cálculos de su importancia. Un ejemplo de esas formas son los punteros políticos que utilizan su poder para esquilmar a gente necesitada. Otro caso son los que participan de fraudes y estafas, por ejemplo usufructuando puestos de dirección en el Estado, o en sindicatos. Este tipo de sanguijuelas han coexistido con el modo de producción capitalista desde siempre. Otros casos son las formas actuales de esclavismo, que subsisten en países atrasados. Otro caso, aunque no sea en un país capitalista, es la exportación de trabajo esclavo (o prácticamente esclavo) por parte de los dirigentes de Corea del Norte.

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      rolandoastarita

      20/06/2020 at 15:02


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