Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Capitalismo globalizado, imperialismo y militarismo

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A raíz de la nota sobre Corea del Norte, defensores de los regímenes stalinistas enviaron varias críticas a mis posturas en “Comentarios”. Entre ellas, hubo una que se repitió con cierta insistencia, que sostiene: a) usted plantea que la dominación colonial (también semicolonial o neocolonial) ha dejado de ser el método privilegiado de apropiarse del excedente; b) además, usted agrega que la explotación no ocurre entre países, sino entre clases, específicamente, entre el capital y el trabajo; c) por lo tanto usted no puede explicar por qué EEUU (y otras potencias) mantienen tantas bases militares desplegadas alrededor del mundo, o por qué sigue habiendo intervenciones armadas contra países. De manera que, según esta crítica, si la contradicción hoy se da entre el capital globalizado y el trabajo, el mundo es algo así como un paraíso del pacifismo burgués.

El problema aquí es que se piensa que, en última instancia, la explotación del trabajo no encierra violencia. Por supuesto, Marx explicó que la explotación capitalista ocurre por medios económicos. Esto es, dado que los trabajadores no poseen los medios de producción, están obligados a intentar vender su fuerza de trabajo en el mercado. Es desde este punto de vista que la extracción del excedente, bajo el capitalismo, no opera con medios político-militares, como ocurre en otros modos de producción, donde el trabajador es obligado, por medio de la coerción extra económica, a entregar el excedente (sea bajo la forma de trabajo forzado, de tributos, etc.). En el capitalismo los trabajadores son “libres” de ser explotados por el capital o… morirse de hambre. La coacción está dada aquí por las relaciones sociales de producción, asentadas en la propiedad privada del capital. ¿Significa esto que la violencia ha desaparecido? En absoluto. El Estado es la institución que, respaldada en armas y aparatos represivos (aunque no solo en ellos), se constituye en el garante último de la propiedad de la clase capitalista.

Es con este marco teórico que en “Valor, mercado mundial y globalización” defendí la vigencia de la noción de imperialismo. Transcribo entonces lo central sobre el tema:

“A lo largo de este libro hemos intentado mostrar cómo la extracción de excedente se da hoy, en lo esencial, no por coerción extraeconómica, sino a través del mercado y por la generación de plusvalía. Por lo tanto, hemos planteado que el antagonismo fundamental que anida en la economía mundial es entre el capital y el trabajo. De aquí se desprende que, si con el término “imperialismo” se entiende una forma internacional de extracción del excedente basada en la coerción extraeconómica, colonial o semicolonial; o la explotación de unos países por otros, el mismo no sería aplicable a la realidad actual. De la misma manera, el término tampoco sería adecuado si se busca denotar un sistema mundial en el que fuesen inevitables las guerras entre las potencias por nuevos repartos colonialistas del mundo. ¿Significa esto que la noción de imperialismo ha perdido sentido, como afirman muchos “globalistas”?

Pensamos que no, que el término conserva vigencia en la medida en que mantiene una carga crítica de la mundialización capitalista y del despliegue militar que conlleva, y si se lo adecua a la realidad del capitalismo mundializado. Es que lejos del mundo de la paz y tranquilidad que algunos auguraron a la caída del Muro de Berlín, la última década y media (aclaración: “Valor…” fue escrito en 2005) ha sido testigo de intervenciones militares, operaciones desestabilizadoras y bloqueos económicos contra regímenes que resisten “el orden mundial del capital”, y de muchos conflictos y tensiones por zonas de influencia. Cabe preguntarse entonces cuál es la razón de ser de esta violencia sistemática, si no están en juego, como sucedía a principios de siglo, el pillaje directo, la imposición de la empresa colonial y las guerras por arrebatar colonias a las potencias rivales.

La respuesta que podemos dar a este interrogante es que hoy se trata de garantizar las condiciones jurídicas, políticas y sociales para que la mundialización del capital, o sea, la subsunción bajo su mando de los recursos y las fuerzas productivas planetarias, se lleve hasta las últimas consecuencias. Esto es, si la ley del valor permite la obtención sistemática de plusvalías extraordinarias, entonces está en el interés del capital “en general”, y en particular de sus fracciones más internacionalizadas y poderosas, que la competencia opere de la forma más abierta y segura. La burguesía, dueña de estos capitales altamente concentrados, necesita que el planeta se conforme como un campo de maniobra en el que se despliegue a plenitud la dialéctica de los capitales en proceso de valorización. Para esto, reclama seguridad jurídica, desmantelar toda traba al movimiento transfronteras de los capitales y el desplazamiento de todo gobierno que se interponga en esos objetivos. El capital más internacionalizado y concentrado necesita, mediante la violencia y el despliegue del aparato técnico militar más sofisticado que haya conocido la historia, garantizar las condiciones para la explotación e imponerse en la guerra de la competencia. Estados Unidos y las potencias que lo acompañaron no invadieron Grenada, Panamá o Afganistán por las riquezas que directamente pudieran existir en estos lugares, sino porque sus gobiernos o regímenes no ofrecían garantías al despliegue mundial del capital altamente concentrado. Tampoco serían las riquezas de Corea del Norte las que están en la base del hostigamiento sistemático de este país, sino su postura “fuera de órbita” frente a la globalización y el mercado mundial. El objetivo central en Irak es garantizar los derechos plenos del capital en una zona vital, dadas las reservas energéticas; socavar a largo plazo a la OPEP; y establecer regímenes que garanticen esa libertad frente a las resistencias nacionalistas. En todos los campos las empresas más poderosas luchan por imponer la fuerza de su tecnología y su capacidad financiera y comercial.

Este programa ha sido expresado en múltiples ocasiones: en las reuniones anuales de Davos, en las conferencias y encuentros del FMI, del Banco Mundial, de la OMC, de la OCDE; en las reuniones y documentos de instituciones más discretas, como la Transatlantic Business Dialogue o la Business Investment Network, que agrupan a grandes corporaciones de Estados Unidos y Europa. A pesar de las diversas formulaciones, la exigencia siempre es la misma: desmantelar las reglamentaciones (ambientales, de sanidad, seguridad) y los elementos que puedan obstaculizar este despliegue. Los mercados deben funcionar a pleno para que las leyes de la concurrencia actúen también a pleno. La ideología que se enseña en las principales facultades de Economía del mundo -libre competencia, mercados walrasianos, teoría neoclásica- es funcional a este programa.

Varios ítems están en liza en esta tendencia hacia la plena libertad de acción del capital. Mencionemos la reafirmación de los acuerdos sobre la propiedad intelectual; las presiones por liberalizar los intercambios agrícolas; el Acuerdo General sobre comercio en servicios; los acuerdos bilaterales de inversiones; los acuerdos también bilaterales de tratamiento impositivo. (…). Bajo la presión de los capitales globalizados se afirma la existencia de un “derecho de intervención” y el giro ideológico y político hacia la “soberanía limitada”… de los Estados más débiles.

Es con este objetivo que el gobierno de Estados Unidos y sus aliados no vacilan en asesinar a cientos de miles de personas y en provocar las más terribles devastaciones y sufrimientos a muchos otros millones de seres humanos. Si en los orígenes del capitalismo fue necesario bombardear Cantón con cañoneras británicas y ocupar Hong Kong para obligar a China a abrirse al comercio externo, hoy también se está dispuesto a intervenir militarmente o presionar de la manera que sea, con el fin de que todos acaten el orden mundial regido por la ley de la valorización del capital. Fue la política aplicada frente a los sandinistas en Nicaragua o Kadhafi en Libia. Es la táctica del “garrote y la zanahoria” que también se intenta con Cuba, Corea del Norte y otros países. Esto explica por qué la intensidad de la acción imperialista y el despliegue militar no han cedido con la globalización. Sólo en las dos últimas décadas Estados Unidos intervino militarmente en Grenada, Libia, Panamá, Irak, Somalia, Haití, Afganistán, Sudán y Yugoslavia. Aun cuando en los años que siguieron a la primera Guerra del Golfo redujo sus gastos militares, estos nunca bajaron de los 250.000 millones de dólares. Y en 2004 rozaban los 500.000 millones. Es el gasto más grande en su historia. Washington ha puesto en marcha, además, un plan para desarrollar la producción de bombas atómicas de baja intensidad. Esto implica el propósito de utilizarlas efectivamente en guerras, a diferencia de lo que sucedió durante la Guerra Fría, cuando la construcción del arsenal atómico tenía un carácter disuasivo. A la vista de estos desarrollos, parece imposible coincidir con la idea de que “en la base del desarrollo y la expansión del imperio hay una idea de paz”, y que su “naturaleza” sea la paz (Hardt y Negri, Imperio, p. 152).

Es desde esta perspectiva entonces que puede comprenderse y debe mantenerse, en nuestra opinión, la noción de imperialismo. Podemos definir al imperialismo como la política -y el aparato militar e institucional que la acompaña- destinada a garantizar “los derechos universales del capital”. Las instituciones internacionales (FMI, BM, BIS, OMC, OCDE, Consejo de Seguridad de la ONU), las alianzas militares -en primer lugar la OTAN- y los Estados más poderosos, conforman esta estructura que se corresponde con el capital globalizado. A ella se pliegan las burguesías de los países subdesarrollados que logran insertarse, con mayor o menor éxito, en la globalización. Este “primer corte” en la noción del imperialismo debe articularse con la determinación nacional y geopolítica. Esto significa que en este despliegue cada capital, y su Estado de referencia, buscan posicionarse de la mejor manera frente a la competencia. De ahí que, si bien comparten intereses estratégicos, cada capital intente obtener las mejores condiciones -políticas, diplomáticas- para avanzar en la explotación del trabajo. Pero en este marco se despliegan tensiones geopolíticas y choques de intereses de las potencias entre sí, y de éstas frente a los gobiernos y Estados más débiles, a favor de “sus” capitales. Los dos aspectos de la globalización, internacional y nacional, se expresan entonces en la dinámica del imperialismo hoy.

El imperialismo se puede concebir así como un producto genuino de las tendencias profundas del capitalismo mundializado: tendencia a la centralización y concentración de los capitales; a la subsunción real y creciente de la mano de obra bajo su mando; a la mercantilización de todos los valores de uso y su producción bajo condiciones capitalistas; a la competencia mediante el cambio permanente de las fuerzas productivas, que provoca crisis de acumulación por caída de la tasa de ganancia. Esto exige que los Estados más poderosos actúen como “policías del mundo” en defensa de los derechos a la explotación del trabajo. Esto es tanto más necesario en la medida en que la polarización entre las clases, el disciplinamiento por medio del mercado, la competencia y las diferencias de ingresos se exacerban y provocan un aumento de las tensiones sociales a nivel mundial. Se trata entonces de un mundo en que la polarización entre el capital y el trabajo se profundiza, en que las leyes de la acumulación -y de las crisis- operan de manera más abierta y que, por lo tanto demanda una respuesta de las fuerzas del trabajo sustentada en la solidaridad internacional” (pp. 357-61).


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Capitalismo globalizado, imperialismo y militarismo

Written by rolandoastarita

02/05/2012 a 10:22

22 respuestas

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  1. Me parece erróneo sacar de la noción de imperialismo lo que para Lenin era uno de sus dos rasgos centrales, es decir la existencia de múltiples imperialismo, lo cual te lleva a excluir la posibilidad de nuevos enfrentamientos entre la potencias. La mayor interdependencia económica crea la posibilidad de mayores y más intensos, no menores, conflictos. Obviamente, no en cualquier momento, no cuanto todo marcha más o menos bien, pero sí cuando las relaciones estructurantes de la economía global (lo que queda de Bretton Woods, la arquitectura financiera global, una serie de instituciones donde los intereses de EEUU tienen un peso preponderante, por sólo nombrar algunos aspectos) se muestran disfuncionales. Es algo que hace ya un tiempo viene ocurriendo con el ordenamiento que acompañó la ofensiva neoliberal (que a su vez buscó capear los problemas creados por el fin del boom de posguerra), pero la crisis desatada con la quiebra de Lehman Brothers (que contiene para mí múltiples episodios y es erróneo dar por terminada con el fin de la recesión, la double Dip de Gran Bretaña, la sitaución actual de Europa y los nuevos rasgos de desaceleración en los EEUU están ligados a los sucesos que la crisis de la subprime inició) aceleró esta “disfuncionalidad” de las relaciones internacionales imperantes. Eso, si de algo sirve la historia, no se resuelve sin grandes choques.
    No me queda claro si las consideraciones que vos hacés, de la asociación del poder económico y militar que es lo que crea las condiciones para que sean operativas en todo el mundo las ventajas del capital más concentrado, se traducen en una articulación de un programa para la revolución socialista en los países “dependientes” (en particular me parece más preciso semicoloniales, porque habla también de ciertos rasgos del régimen político) que integre cuestiones nacionales-antiimperialistas, democráticas y socialistas, o no. Si no hay esta integración me parece equivocado.
    Por último, noto una cierta inconsecuencia entre lo que acá decís de que los Estados más poderosos actúan como “policías del mundo”, y tu posición en Libia. Si hay un lugar donde claramente estaban las fuerzas de la OTAN actuando como policías del mundo era allí; los argumentos “humanitarios” eran la excusa para hacer pie en Medio Oriente y contener (y liquidar) el ascenso de masas en la región, permitiendo a lo sumo algunos cambios “democráticos” que no cuestionen lo estructural (que es que no el capital “en general”, sino el capital de los Estados más poderosos, ha garantizado el control de posiciones estratégicas, como los recursos petroleros, en la región, “asociándose” con las burguesías locales). Esta “big picture” no puede estar ausente en los análisis concretos, particulares, como el de Libia. Creo que la experiencia a casi un año de asesinado Kadhafi, muestra bastante lo chapucera que era la defensa “democrática” que podía esperarse del Consejo Nacional junto a las tropas de la OTAN.

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    Alvaro

    02/05/2012 at 12:46

    • Seré breve porque las cuestiones que plantea ya las he respondido o analizado en otros textos.
      a) Mi posición no la saco de la noción de imperialismo de Lenin. Precisamente soy crítico de esa noción, como analicé aquí. Por supuesto, utilizar el término «imperialismo» no implica coincidir con Lenin (el propio Lenin utilizó el término en un sentido distinto al que se acostumbraba en su época).
      b) Al revés de lo que dice usted, pienso que la transnacionalización del capital puso un cierto techo a los conflictos interimperialistas. La tesis es de Givanni Arrighi, y me parece correcta. Sirve para explicar por qué, por ejemplo, hace casi 7 décadas que no hay guerras entre las potencias. Lenin pensaba que la única manera en que se volviera a repartir el dominio colonial era mediante nuevas guerras interimperialistas. Pero esto no ha sucedido así. Hoy, por ejemplo, las inversiones de China están desplazando a EEUU en muchos países africanos, y esto sucede sin que mediara una guerra para permitirle entrar en el continente.
      c) No advierto que a raíz de la crisis económica europea haya tendencias a una nueva guerra mundial entre las potencias. Las tendencias a la guerra deberían estar operando ahora, y esto no se ve por ningún lado. Al respecto, estoy un poco cansado de la gente que hace pronósticos, y después no revisa nada. Recuerdo cuando estalló la segunda invasión a Irak el pronóstico de grupos y algunos intelectuales, de que era el inicio de la tercera guerra mundial (ofensiva de EEUU e Inglaterra contra Francia, Alemania y Japón; vaticinaron que se quebraba la ONU y la OTAN, etc.). Es hora de pensar si no hay algunos criterios equivocados en todo esto.
      d) Ya he explicado en otros textos (ver por ejemplo «Economía política de la dependencia y el subdesarrollo», o la nota sobre Brasil) que considero que en países como Argentina no está planteada ninguna liberación nacional. Este es otro de mis puntos de diferencia con casi toda la izquierda argentina, y latinoamericana. En otras palabras, no me siento parte, de ninguna manera, del «movimiento nacional».
      e) No veo ninguna inconsecuencia entre mi posición sobre Libia y el análisis acerca del imperialismo, sino todo lo contrario. Como he explicado en otras notas, la democracia burguesa es el régimen más seguro de dominación del capital (al revés de lo que piensa el sentido común izquierdista). Esto explica que puedan existir intereses de las potencias (pero no solo de las potencias, también de otros países capitalistas) por apoyar movimientos democráticos burgueses en países atrasados. Es lo que sucedió en Libia. Como he explicado muchas veces, sostengo que el haber pedido ayuda de la OTAN no convirtió a los rebeldes en «agentes del neocolonialismo». De hecho, hoy en Libia rigen los mismos contratos petroleros que existían en época de Kadhafi. Los mismos serán revisados por la Asamblea Constituyente, próxima a elegirse. No son medidas propias de un país colonial. El pronóstico de que con el triunfo de los rebeldes Libia se transformaba en una neocolonia, no se ha verificado. De nuevo, todas estas evoluciones pienso que no se pueden explicar con el enfoque leninista tradicional de imperialismo.

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      rolandoastarita

      02/05/2012 at 13:52

    • Compañero Alvaro. Repasando de memoria (corríjame si me equivoco) los cinco rasgos del imperialismo enunciados por Lenin, encontramos 1) Substitución de la libre competencia por el monopolio 2) formación del capital financiero por la fusión del capital bancario y el industrial 3) Predominio de la exportación de capitales sobre mercancías 4) Reparto del mundo entre potencias 5) Substitución de la democracia por formas dictatoriales. No voy a detenerme en comparar cada una de las cuestiones, pero, en lo concerniente a la existencia de distintos imperialismos o potencias, hoy el mundo no está ‘repartido’, a lo sumo hay áreas de influencia, constantemente perforadas por la competencia. Latinoamérica sigue siendo el ‘back yard’ de los EEUU, pero empresas de todo origen compiten por los mercados. Sin ir más lejos, Repsol ha sido ‘expropiada’ al 51% para sentarse a discutir con petroleras norteamericanas una potencial reprivatización de parte del paquete, y esto no sería posible A) Si hubiera mundo repartido B) Si la existencia de imperialismos descartara arreglos económicos C) Si Argentina fuera una semicolonia , es decir, un país cuya soberanía política se encuentra fuertemente recortada (lo que, en razón del país ‘dependiente’ que es, no implica soberanía absoluta o negociación en completo ‘pié de igualdad’ dado su peso económico escaso y militar insignificante) En lo que respecta a la interpenetración de capitales excediendo las cabeceras imperialistas del estado nación, no veo como esta contribuya al mayor grado de enfrentamiento. Coincido con usted en que una abrupta recaída en la crisis, puede exacerbar las pujas de reparto, pero es solo una posibilidad, también puede acentuar una mayor explotación conjunta. Tendría que llegarse a un límite muy extremo (no descarto para nada la posibilidad de un crack mundial) o ser acompañado de un fuerte alza de la resistencia obrera que se proyecte a la arena revolucionaria, pero esto último también fortalecería la tendencia de la burguesía mundial a cerrar filas como una ‘masa reaccionaria’ por lo menos, hasta que el peligro haya pasado. En esto, es jodido ver un camino de única mano. En cuanto a la articulación de un programa para los países ‘dependientes’ no veo muchas posibilidades de articulación o combinación que no se traduzca en mezcolanza ecléctica. No es lo mismo hablar de independencia o soberanía en Argentina que en Afghanistán o Iráq que fueron convertidos en protectorados militares. En el primero hay dependencia económica y una soberanía política proporcional a la existencia de un estado capitalista autónomo y fuerzas armadas propias, no ejércitos de ocupación, aunque, como decía Arciniegas en los 60, puedan haber fungido de esa manera en determinadas coyunturas. La extranjerización de la propiedad al 50% o más no cambia la cuestión. Por ello, las tareas nacional democráticas están bastante consumadas en muchos de los países de la periferia, aunque puedan persistir rémoras que solo resolverá la revolución socialista. Nada niega que la intervención imperialista pueda recrear tareas democráticas en el futuro. Ejemplo: Hablar de ‘segunda independencia’ en un país como Argentina o cualquier país que no tenga una soberanía política efectivamente cuestionada, es un despropósito. El ‘antimperialismo’ es , desde el vamos, anticapitalismo y lucha por el socialismo. En países que antaño adquirieron soberanía e independencia política y que hoy son pisoteados por el imperialismo, la ‘causa nacional’ puede ser una formulación episódica y no un nudo corredizo al cuello del proletariado. Liberación nacional a través de la revolución proletaria. Bien explícito y en un frente militar sin subordinación incondicional a fuerzas burguesas y pequeñoburguesas. Ejemplo: Coordinación de tareas militares con fuerzas comunistas antimperialistas y nasseristas contra el invasor en Irák. Sobre la cuestión de Libia, hemos polemizado duro con el compañero Astarita, pero, sinceramente no veo la inconsecuencia que usted señala. Se podrá estar de acuerdo o no con la caracterización y las tareas planteadas, pero sería extraño encontrar inconsecuencia lógica en un hombre con un gran calibre de pensamiento sistemático. En mi opinión, a menos que se puedan encontrar pruebas de una gran conspiración previa, cosa que algunas corrientes, no solo estalinistas, sino, dentro del campo trotskista pretenden haber hallado, se estuvo en presencia de un alzamiento parcial de masas que hizo colapsar, por lo menos en Cirenaica el poder represivo del régimen, esto empalmó con una fracción surgida del riñón del Gadaffismo que vio la oportunidad de desplazar al Rais. Una puja interburguesa, puesto que, si bien de base tribal, la naturaleza del estado es capitalista. El giro proimperialista de Gadaffi encontró sucesores bien predispuestos en contendientes al poder apropiación de la renta petrolera. El imperialismo y el CNT, aplicaron la táctica de ‘cabalgar los tigres’ y en forma más o menos rápida lograron disciplinar el fermento popular, que al principio, incluso encontró apoyo del proletariado inmigrante. Por ello, si bien al principio era correcto celebrar el levantamiento y tomar partido por el bando ‘democrático’ es decir por las masas insurrectas contra el dictador, en el plano político se hacía imprescindible la denuncia de todos los bandos en pugna, incluído el imperialismo y el llamamiento a autodefensa del proletariado y la lucha por la revolución proletaria, no la democracia en abstracto. Pero insisto, esta es mi opinión. Lo que plantea el compañero Astarita es enteramente coherente con su visión del asunto. El levantamiento en Libia es parte inescindible del proceso de ‘revoluciones políticas democráticas’ que sacude Oriente Medio. Al imperialismo, no le interesa tanto la defensa a ultranza de regímenes amigos (Como Palmerston que decía: Inglaterra no tiene amigos ni enemigos permanentes, solo tiene intereses permanentes) sino que puede asimilar convenientemente la democracia política (y hasta preferirla y promoverla) en tanto esté seguro que sus intereses estén garantizados. Dado que en Libia no existen ni trazas de revolución proletaria, que permiten tercera opción, ante las fuerzas reales en pugna, la democracia, aunque deba pugnarse por la independencia de clase, incluso con apuntalamiento imperial, puede ser un ‘mal menor’, puesto que, libera a las fuerzas de producción del corsé de un capitalismo de estado retrógrado y a las masas populares de una dictadura despótica, facilitando la ulterior organización independiente del proletariado. Es una posición ‘realista’ y ningún motivo de escándalo que como tal merece ser discutida. Los que, por el contrario, demuestran inconsecuencias, son el cúmulo de organizaciones que primero agitan ‘Abajo Gadaffi’ por que, del otro lado está el pueblo y llaman a gobiernos burgueses a que rompan relaciones con el gobierno Libio (considerándolos potenciales aliados) y luego, cuando comienzan a llover las bombas del imperialismo coaligado, con predominio de Francia, los siniestros dromos cruzan el aire y los ‘Apaches’ entran a sangre y fuego en las plazas de Misrata, se acuerdan que el imperialismo está del otro lado y llaman a los insurgentes a rechazar la intervención que se ubica en su mismo campo, despreciando todos los preceptos del arte militar, en aras de que no ‘condicionen a la revolución’. Me quedo con Achcar que, por lo menos, intentó establecer una diferencia entre ‘apoyar’ y ‘no rechazar’ tratando de circunscribir ‘a lo Cobos’ la cuestión a impedir una carnicería y apelar al imperialismo para que no avasalle la justa causa del pueblo. Si otorgamos al levantamiento Libio el carácter de revolución democrática o popular y no nos equivocamos de campo, no se hubiera podido prescindir. Prescribir abstinencia de las bombas aliadas es inconsecuencia, no la de Astarita. Si hubieran existido fuerzas comunistas en Libia (o trotskistas si se quiere) no habrían temido a la ‘inconsecuencia’ por supervivencia elemental del proletariado. Ese, es el único elemento que yo reivindico, por lo demás, oposición revolucionaria en las palabras y en los hechos a cualquier fuerza no proletaria.
      gracias y disculpas por la intromisión.

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      AP

      03/05/2012 at 01:43

    • Por favor, comentarios más cortos. No son artículos. Se desvirtúa esta sección con estas notas.

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      rolandoastarita

      03/05/2012 at 08:48

  2. Rolando
    En su articulo esta la explicación de porque se interviene o invade países, no esas pseudoteorias de petroleo.
    Aunque dos casos particulares que se encuadran en su análisis pero tiene una particularidad son Irán y Corea del Norte, en el segundo país no es posible una intervención directa ya que tiene Armas nucleares y en Irán es su causa a una Posible intervención en un futuro cercano. Ya que los países centrales potencias desarrollados imperialistas en su sentido no pueden permitir que un país hostil a los intereses del capital ( si Israel o si Pakistán en un conflicto regional con India) desarrolle un arma nuclear.

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    Alicia

    02/05/2012 at 15:05

  3. Astarita, gracias por el lúcido análisis, cuyo marco en general me parece equilibrado.

    Entonces uno de los matizes que pones en el concepto de imperialismo es que, en lugar de pillaje directo por fuerza extraeconómica, hay intervención militar (extra-económica) que ayuda a todos los capitales y no solamente al capital cuyo «Estado de referencia» a sacar más plusvalía, ¿es así?

    Una duda: si hay opción contínua por la intervención extra-económica, ¿por qué ésta no se podría extender hacia conseguir un marco con sueldos medios/precariedad más acentuados de lo que sencillamente la diferencia de productividades apuntaría en distintos marcos nacionales con similaridad de seguridad jurídica?(¿por definición?).

    Otra duda: en el intento de una propuesta política alternativa hacia el socialismo, ¿crees que hay que acumular fuerzas hasta que haya tanta o hasta que la situación sea tan insostenible como para ir de una vez en contra de TODO el capital?

    Por fin, y esto es apenas para preguntar sobre perspectivas a medio o largo plazo: hay análisis que plantean 1)una cresciente alianza «Sino-Rusa», que podría contar quizás con Irán, 2)el gasto en armamento viene en gran aumento en los últimos años particularmente en Asia; 3) Estados Unidos viene retomando una reestructuración en la región, demostrando presencia y rodeando China.

    En que forma esta coyuntura creéis que podría impactar en el nível de conflicto en la región?

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    Rodrigo E. S. Borges

    02/05/2012 at 18:08

  4. Compañero Rolando. Yo no he tenido aún oportunidad de leer el libro que aparece citado. En realidad, no he leído ningún libro suyo, lo cual, a esta altura, hasta me parece irresponsable. Voy a tratar de remediar a la brevedad. El fragmento que transcribe me parece esclarecedor de su posición, aunque en rasgos generales, por medio de sucesivas polémicas había deducido el contenido que expone. Si partimos de la apreciación de Marx por la cual la competencia engendra el monopolio y este, a su vez, la competencia, en una síntesis que no es fórmula, sino, movimiento, salta a la vista que la dialéctica derivada responde a una identidad de opuestos respecto de la cual, no es posible absolutizar cada uno de los momentos en particular más que en forma analítica. En conclusión, se puede decir que, las situaciones de monopolio (oligopolio) son una transición que deriva a la competencia, en un nivel mayor de concentración y cohesión de los capitales y esta competencia no excluye, ni puede excluir situaciones transitorias de monopolio. Un escenario necesariamente plural dado que, según nuestro maestro, el capitalismo no puede existir más que como guerra permanente de capitales entre sí. Una concentración suprema del capital apagaría el fuego de la competencia y sin esta se colapsaría el impulso interno del sistema al proceso de autovalorización que se manifiesta como producción por la producción misma. A su vez, la guerra de reparto entre las fracciones del capital ( conflicto no antagónico) es la expresión del antagonismo profundo emanado de la contradiccón fundante entre el capital y el trabajo por la apropiación del plusproducto socialmente engendrado. La competencia es el medio a través del cual los capitales enfrentados compulsan y se imponen una mayor extracción de plusvalor a los explotados. Por consiguiente, la competencia trasciende cualquier situación de monopolio permanente, sea este, económico (acuerdo de precios) o de dominio territorial. Resta por ver como esta dinámica se ha reflejado en el desarrollo real del capitalismo. Lenin asistió un momento de la dinámica en que, por lo menos en Alemania y EEUU se consolidaban tendencias al monopolio y a la obtención de superganancias derivadas de la apropiación colonial, pero, en mi humilde opinión, absolutizó esta tendencia transitoria al punto de caracterizarla como un cambio interno, irreversible, un punto de maduración que planteaba la irrefrenable mutación de la competencia económica en impulso bélico en que los armisticios solo serían intervalos cortos (10 o 20 años) ‘semipacíficos-semiviolentos’ entre guerras mundiales. Esta dinámica se confirmó hasta 1945. Su progenie fueron revoluciones proletarias estranguladas y guerras nacionales emancipadoras, factores que cambiaron profundamente el escenario mundial. Como se sabe, Lenin difirió profundamente con Junius (R. Luxemburg) en la posibilidad de guerras nacionales insurrecional emancipadoras o guerras revolucionarias del proletariado. Eran factibles y viables. Para Junius, toda guerra nacional daba lugar al posicionamiento de potencias enfrentadas, es decir, derivaba en guerra interimperialista y esto no ocurrió. El impulso a la guerra interimperialista, se vio mediatizado por la entrada en liza de otras fracciones del capital y del proletariado que erosionaron el dominio colonial y semicolonial. La recuperación económica de los principales pilares del sistema, abrió paso al predominio de una larga etapa de competencia económica apuntalada por el intervencionismo militar que llega hasta hoy. Que quiero decir con esto. No una, sino, dos tendencias básicas, anidan en las entrañas del capitalismo imperialista. Aferrarse a la predicción de guerras mundiales a ‘fecha fija’ (Trotski habló de una inevitable tercera guerra mundial, si el capitalismo salía airoso de la segunda- Bórdiga la pronosticó para principios de los setenta, coincidiendo con la recesión sincronizada que ocurrió etc.) es unilateral, pero, descartar su posibilidad mediante una teoría del ‘neolimperailismo’ coaligado en aras de remover trabas a la movilidad de capitales y a la competencia económica, también. Me apresuro a deducir que usted dirá que no descarta ninguna posibilidad teórica. Pero, siguiendo con su razonamiento, mano a mano se consuma la tarea de limpiar el mundo de trabas a la libre competencia, mano a mano se conforman precios de producción mundializados y se eliminan interferencias políticas indeseadas, las tendencias bélicas se debilitan, a menos que el proletariado no agudice su lucha y se planteen guerras contarrevolucionarias en gran escala. Caso contrario ‘paz e impuestos’ como decían los romanos, paz y explotación en nuestro caso. Insisto en aclarar que no este último el escenario que usted retrata en su trabajo, pero sería la consecuencia lógica del despliegue final de la tendencia predominante. Pienso que puede haber obstáculos en este curso. Uno de ellos puede ser la imposibilidad de sostener la TG a expensas de cambios tecnológicos, derive de la competencia misma o de la resistencia o límite físico de los explotados. Si la torta se achica, la pelea se incrementa. Lo que hoy son pujas por el posicionamiento relativo de los capitales, pueden convertirse, bajo estas condiciones en enfrentamiento directo por jirones de plusvalor. No creo un retroceso hacia áreas blindadas de explotación. Las ruedas de la historia dificilmente vuelven hacia atrás. Finalmente, dado que este es un tema que da para mucho más y no quiero incurrir en el abuso (ya bastante) su teoría me parece una confirmación tardía de la premisa económica de Karl Kautsky sobre el imperialismo y aclaro, para conocimiento de los lectores no avezados que esto no entraña juicio peyorativo, ni fue el motivo decisivo de su actitud de renegado que Lenin fustigara sin piedad (Kautski se mantuvo firme en las resoluciones de Basilea hasta 1914-es decir- convertir la guerra imperialista en guerra civil ) Para Kautski el imperialismo era la tendencia expansiva del capitalismo industrial a anexarse áreas agrarias o atrasadas, en los marcos de una poderosa tendencia al desarrollo, aunque hibridara esta tendencia en una perspectiva de ‘crisis final’ inevitable, heredada del catastrofismo que impregna el programa de Erfurt. Veía en ella los ‘gérmenes’ de un superimperialismo pacífico, que, sin embargo no ahorraría represión y calamidades a la clase obrera. Sería interesante que alguna vez se encarara un análisis crítico del folleto ‘El camino al poder’ de 1909. Solo está disponible en alemán y yo conozco 30 palabras teutonas, así como las críticas que le efectuó no solo Lenin sino la gran Rosa. Lo último, la teoría kautskista del superimperialismo (encarnada en la supremacía de los EEUU) reaparece en el ámbito trotskista por medio del FCM (Frente Contrarevolucionario Mundial) una Santa Alianza reaccionaria promovida por el ‘alza revolucionaria de las masas’ , fenómeno ‘imparable’ que aún hace estragos en la concepción de miles de compañeros y alentado por direcciones infatuadas. El repudio a esta desafortunada combinación ha contribuido al desdén con que se ha tratado la teoría kautskista (estúpida al decir de Lenin) pero no tanto a la hora de confrontar con un largo periodo de hegemonía superimperialista, o de acuerdo entre potencias para la explotación conjunta, de destino incierto.
    Otra vez, disculpen por la extensión.

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    AP

    02/05/2012 at 23:20

    • Compañero AP, son muy interesantes sus opiniones, de hecho, lo veo muy bien formado. Simplemente, y sin ánimo de criticar por el hecho mismo de hacerlo, sería muy bueno que tratare de resumir un poco sus posiciones, o más bien, ponerlas en forma más oredenada, dado que es gustoso leer sus aportes, pero la lectura es un tanto trabada. De todos modos, bienvenidas sean sus intervenciones, muy superiores a cualquiera que pueda llegar a hacer yo. Veo que en algún sentido usted trata de que no se le malinterprete y en ese afán, su escrito se extiende,por mi parte, no lo voy a malinterpretar,sé que su animación es de enriquecer siempre el debate, aportar y ampliar.
      Finalmente, muy interesantes los últimos posts de Astarita, y sigo a la espera de una reedición de «Valor…» que ayer lo busqué en la Feria del Libro pero está agotado hace tiempo.

      Saludos.

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      Ilichito

      03/05/2012 at 06:59

  5. Rolo, no he leído tanto a Lenin como a Trotsky, y además hace tiempo que no lo hago; mi pregunta es: si tu crítica a su posición -la de Lenin- abarca también al momento en que Lenin la formuló o si -en cambio-, la centrás en quienes sostienen las mismas posturas aún cuando la contradicción principal volvió a ser la misma que antes de cuando Lenin escribió sus tesis sobre el mperialismo. No sé si me explico… podría plantearse de otro modo: la tesis leninista sobre el imperialismo, ¿estuvo errada o, en cambio, fue correcta, pero solo por un período?, se podría agregar, para el caso de que respondieras que fue correcta en aquel momento, si la teoría de Lenin era adecuda para el momento pero «cerrada», es decir, que no estaba pensada como coyuntural sino como algo que no tenía vuelta atrás.

    Saludos.

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    Eduardo

    03/05/2012 at 01:39

    • Discuto sobre la tesis leninista en esta nota. En el planteo originario de Lenin hay un problema básico, que es su idea del dominio del monopolio (la idea era generalizada en la izquierda, no solo marxista) y que este dominio cambiaba, en algún sentido fundamental, las leyes del capitalismo (la ley del mercado dejaba de tener fuerza, etc.). Esto introducía una dicotomía teórica, entre por un lado las leyes «a lo Marx», y por el otro las leyes del monopolio. En mi opinión, Lenin nunca termina de resolver los problemas que derivaban de aquí; aunque pareciera, por lo que afirma en los últimos años de su vida, que esperaba volver a estudiar el tema (llega a decir que la Tercera Internacional no podía escribir un programa porque no conocían suficientemente la economía mundial). El problema es que luego de su muerte en la izquierda el tema no se debatió ni problematizó. Quedó congelado. Las tesis sobre el monopolio y el imperialismo convivían con «El Capital», aunque nunca este último se pudo poner en consonancia plena con las tesis sobre el monopolio. A esto se agregó la caracterización de la Tercera Internacional, entre 1928 y 1934, sobre el estancamiento permanente de la periferia por la entrada del capital extranjero. Además, la idea de Lenin sobre los países dependientes (y que en éstos no estaba planteada la liberación nacional) también fue dejada de lado. Se la reemplazó por la tesis de la liberación nacional para todo el tercer mundo. Así se llegó a los problemas que enfrentó la corriente de la dependencia (y en realidad casi todo el marxismo) para explicar las evoluciones hacia el capitalismo del tercer mundo en los últimos 30 o 40 años.

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      rolandoastarita

      03/05/2012 at 09:41

    • Eduardo, en su libro Rolo reivindica la caracterización del imperialismo de Lenin frente a otras interpretaciones (digo porque esto ahora él no lo aclara). Para mi Lenin intentó dar una explicación de la guerra imperialista, o sea realizó un análisis histórico que en lo fundamental no se equivocó. El problema es que al intentar dar una explicación de la esencia económica del fenómeno no derivó su análisis del Capital de Marx. Como buen materialista busca dar una explicación económica del imperialismo, pero se basó más en Hilferding y Hobson que en una reelaboración de la obra de Marx. Y ahí habla de monopolios, etc por más que ahora se lo quiera ocultar. Coincido en lo demás con todo lo que plantea Rolo

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      Omar

      03/05/2012 at 17:19

  6. Dos cosas. Ante todo me disculpo nuevamente por la extensión de los últimos post. Me parece que estoy abusando de la amplitud de este blog. A diferencia de otros, no hay un límite fijo de espacio, para no coartar el derecho de expresión y esto facilita el dejarse llevar contando con la tolerancia amplia que existe y que, a lo sumo, termina en periódicos tirones de oreja. Pese a que ya soy bastante mayor, tengo que seguir aprendiendo a moderarme. El compañero Ilichyto apunta bien con su crítica. Tocar cualquier tema que involucre un dogma instalado, es peligroso, dada la cultura instalada que permanentemente proyecta al plano del cuestionamiento moral. Por eso hay que abundar en explicaciones accesorias que hacen pesado un escrito. Por otra parte, tengo la pésima costumbre de escribir respuestas ‘de un tirón’ dadas las limitaciones de tiempo, que en general publico sin corregir, las que, ‘por la positiva’ podrían ser expuestas de manera más sintética. Voy a tratar de mejorar el asunto. Por último, quiero que quede en claro una vez más, por si alguna duda cupiere, que nunca fue mi intención entrar en competencias estériles de prestigio, ni ‘publicar notas’. No tengo un ‘aparato’ que defender, tan solo ideas y una causa que puede encontrar expresión efímera de lo más variada. Pero el calibre y la ‘confictividad’ de los temas que toca el compañero Astarita es tal, que a veces se hace muy dificil polemizar sin exponer argumentos extensos. Este espacio es un gran hallazgo para muchos compañeros y una enorme contribución para fertilizar el yermo terreno en que se ha convertido la teoría del marxismo militante.
    Gracias.

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    AP

    03/05/2012 at 10:45

    • Estoy seguro de que no pretende «copar» ni escribir notas encubiertas. De todas maneras lo que sucede es que cuando los comentarios son tan largos, se termina desvirtuando la sección. Incluso desde el punto de vista de la cantidad de gente que puede leer sus aportes, el escribir tan largo lo perjudica. Algunos lectores del blog me dicen que les cuesta seguir las polémicas que se dan en Comentarios, y que muchas veces saltean aquellos que son demasiado largos.

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      rolandoastarita

      03/05/2012 at 11:27

  7. Rolando, ¡avisémosle ya a todos los Zbigniew Brzezinski y Kissinger del mundo que no se gasten, que Lenin estaba equivocado!
    Ahora en serio, creo que tu planteo hace abstracción de la formidable concentración de fuerzas y recursos que concentran permanentemente las “sordas” (a veces no tanto) disputas geopolíticas, que incluyen naciones “emergentes” de todo tipo, pero en buena medida se concentran en la relación entre potencias. La raíz de estas tensiones se encuentra en la relación contradictoria, con rasgos “antagónicos” que se produce entre potencias cuyos capitales se disputan el dominio de recursos estratégicos (incluyendo fuerzas de trabajo en terceros países que puedan explotar), obviamente sin caer en poner este antagonismo en igual status que la contradicción capital trabajo.
    Creo que tenés una “versión” de la historia desde la posguerra que se salta la pregunta central: “cómo” fue que no hubo conflictos interimperialistas. No creo que la transnacionalización del capital sea la respuesta, de hecho por más que muchas empresas tengan capital de variados orígenes, son pocas las que pueden calificarse de verdaderamente transnacionales. La crisis puso bastante en evidencia este basamento territorial no superado, mostrando qué empresas se jugaba a salvar cada país.
    Y bueno, ahí entra la cuestión de cómo se salió de la guerra, la clara superioridad norteamericana. La tesis de Arrighi, que vos traes a colación, no pasa por alto que un problema central para que haya un ordenamiento relativamente “pacífico” (con muchas “”) que no de lugar a conflictos entre potencias, es que una domine. Bueno, eso se dio desde la posguerra. En los ’70 empezó a entrar en crisis con la recuperación de Alemania y Japón, pero desde entonces los EEUU fueron ganando una serie de batallas (el plan Volcker y Reagan para estabilizar, los Acuerdos Plaza que se encuentran en las raíces de la dura crisis de Japón desde fines de los ’80, reafirmarse como superpontencia en la guerra del Golfo, haber logrado mantener el dominio del dólar y a la vez un creciente endeudamiento sin mayores problemas, por sólo nombrar algunos hitos) que les permitieron mantenerse como potencia dominante, a la vez que impulsar la reorganización “neoliberal” de la economía. Todo esto fue el producto de un activismo considerable, políticas de contención y subordinación, y no un resultado automático de una “transnacionalización”.
    Hoy el rol de EEUU está amenazado (por no decir golpeado sin remedio), y no hay canditado a reemplazarlo. Es decir, un escenario parecido al que el capitalismo vivió desde principios del Siglo XX hasta la segunda guerra mundial, con la diferencia de que entonces había dos potencias que se disputaban reemplazar a Inglaterra, y hoy no la hay. Decir que los EEUU fue reemplazado pacíficamente por China porque este último país lo desplazó en alguna inversión en algún país de África es cortar una película que se está desarrollando. Yo no digo que “a raíz de la crisis económica europea haya tendencias a una nueva guerra mundial entre las potencias”, sino que desde Lehman se catalizaron tendencias que ya venían desarrollandose, a golpear el conjunto de las relaciones económicas mundiales, empezando por el rol de los EEUU en el mundo, geopolítica y económicamente. Tampoco digo que el conflicto sólo involucre potencias, evidetemente China, o los BRICS de conjunto no van a estar excluidos.
    Si vos no ves las tendencias a la guerra, te invito a poner en google “carrera armamentístia en Asia» y tal vez te cambie un poco el panorama.
    Me doy cuenta que no sacás tu noción de imperialismo de Lenin, pero justamente creo que en tu noción falta algo fundamental que está en Lenin (lo mismo que falta en Kautsky, y en Hilferding también). Te digo de paso, en en texto que linkeás sobre Lenin, creo que hay una imperdonable confusión, que es homologar la teoría del imperialismo a una teoría del monopolio. Cualquiera que lee tu texto y no conoce a Lenin, se lleva la idea de que de todo lo que habla el “ensayo popular” de Lenin es de monopolios. No se si vos ya te convenciste también de eso, pero aunque Lenin integra en su teoría una visión sobre la concentración y centralización que conduce al monopolio (pero más matizada de la de Hilferding), su teoría es MÁS (mucho más) que una teoría del monopolio. Un punto central, que hace su teoría superior a la de Kautsky, es plantear que el desarrollo desigual conduce a balances cambiantes de fuerzas y por lo tanto replantea las relaciones entre las potencias, recreando conflictos. Que EEUU haya podido y sabido administrarlos hasta el momento, no hace que Kautsky haya tenido razón.
    De conjunto, me parece que las contradicciones del capital quedan separadas en tu análisis de las cuestiones como la relación entre los Estados, cuando en realidad están estrechamente interconectadas. Por eso por ejemplo Harvey habla de una relación contradictoria entre la acumulación de capital y el poder territorial; creo que esto va en el mismo sentido que Trotsky cuando consideraba como central la contradicción entre fuerzas productivas internacionalizadas y fronteras nacionales. La relación entre los Estados reconoce sus propios conflictos específicos, pero aparte se ve afectada por los efectos que tienen las contradicciones entre las clases en el dominio de cada Estado sobre su territorio, no son esferas separadas, y en tu análisis esto no se ve.
    Sobre tu punto “d”, me parece un poco contradictorio decir que hay una “policías del mundo” que defiende las relaciones capitalistas, y sostener que no va a haber que desarrollar un programa antiimperialsita como parte de la pelea por la emancipación social. Me parece que nuevamente se disocia la esfera económica y política, porque esta “policía” también defiende las ventajas para sus capitales en los países dependientes (reafirmando no sólo las ventajas que ya tiene por su mayor productividad, sino arrancando aún mayores concesiones y garantías), pero sobre todo que se abstrae de los problemas que va a tener que enfrentar la revolución socialista.
    Por último, vos decís “en Libia rigen los mismos contratos petroleros que existían en época de Kadhafi”. Es exactamente lo que quiero decir. La OTAN apoyó, con bombas y todo, a los “democráticos” (con muchísimas “”””””) a condición de garantizar los contratos ya firmados por Kadhafi. Podemos imaginarnos lo escrupulosamente que “serán revisados por la Asamblea Constituyente”.

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    Alvaro

    03/05/2012 at 12:07

    • Le pido un poco de mesura en el largo de los comentarios. Por otra parte, trate de entender lo que se le está diciendo. Por ejemplo, afirma: «Decir que los EEUU fue reemplazado pacíficamente por China porque este último país lo desplazó en alguna inversión en algún país de África es cortar una película que se está desarrollando». No dije que el rol de EEUU fuera «reemplazado por China», sino que China desplazó a EEUU de muchos países africanos como primer inversor. También está el hecho de que en Afganistán el primer inversor terminó siendo China, y no EEUU, después de años de ocupación americana. Sostengo que esto no se puede entender con el esquema clásico de imperialismo. La explicación «no hubo guerras porque existía la URSS» ahora ya no se sostiene. Hubo dos guerras mundiales cuando la URSS era vista todavía como un peligro por el capitalismo, y no hay guerras entre las potencias, ni preparación hacia ella, cuando la URSS desaparece (y ya van más de dos décadas). Por supuesto, si usted quiere mantener contra viento y marea el esquema de Lenin, pues bien, puede hacerlo, pero a costa de desconocer los hechos. Ya lo he discutido en otros textos.
      Por otra parte, jamás sostuve que la transnacionalización del capital haya eliminado las tensiones, el armamentismo, las presiones de todo tipo. He criticado esta tesis de los «globalistas» (de derecha o izquierda) e incluso registré una cantidad importante de tensiones y enfrentamientos. Por eso planteé que estas tensiones oscilan entre «pisos» y «techos»; no llegan a desembocar en guerras mundiales. También he criticado la tesis del super-imperialismo.
      Sobre el anti-imperialismo: si no encuentro que Argentina sea explotada por las potencias, no tengo por qué levantar el «anti-imperialismo». Por eso no soy nacionalista. Por otra parte, cualquier país capitalista apoya a un movimiento democrático burgués con la condición de que éste mantenga los negocios del capital. No entiendo qué novedad es ésta. El capital en general prefiere el método democrático de dominio que las dictaduras, siempre que sea posible establecerlo. Por eso en América Latina la instalación de democracias burguesas no cambió la explotación del trabajo (incluso puede decirse que en muchos lados la acentuó). Lo mismo sucede con la caída de dictaduras en otros lugares. Por supuesto, esto no me lleva a decir que me es indiferente que exista una democracia burguesa o una dictadura. Ya expliqué esto en otras notas de este blog, en oposición a lo que sostienen grupos trotskistas, stalinistas y muchos ultraizquierdistas.

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      rolandoastarita

      03/05/2012 at 12:22

  8. Rolando, sos vos y no yo el que mezcla los tantos con lo que decís de China. La teoría de Lenin no dice nada preciso sobre que puede ocurrir en un país cualquiera una potencia en ascenso desplaza en peso relativo las inversiones que tiene otra potencia en dicho país. No creo que de la teoría de Lenin pueda deducirse que cuando un país le está ganando a otro en inversiones extranjeras en una serie de países se va a una conflagración bélica. Sencillamente, Lenin no buscó predecir el futuro, y este es un aspecto en el que sí hubo cambios en relación a la manera en que las potencias se disputaban las áreas de influencia en tiempos de Lenin. Pretender que esto hace perder relevancia a la teoría de Lenin o le hace perder actualidad es pintar una interpretación bastante tonta de lo que el libro de Lenin, y más en general las teorías del imperialismo intentan plantear.
    Después, Rolando, parece que te embalaste con algún casette de respuesta, yo no mencioné a la URSS en ningún momento, aunque seguramente podría agregarse. Yo señalé algunos otros aspectos que explican por qué las contradicciones interimperialistas no alcanzaron un nivel de enfretamiento bélico (aunque sí ha habido intensas disputas comerciales y conflictos diplomáticos) pero no por eso desaparecieron. Vos le ponés un «techo», pero eso parece más una expresión de deseos que algo con fundamento sólido. No voy a repetir lo que ya dije, remito a mi comentario anterior respecto de este punto.
    Después, por lo que veo, homologás “anti-imperialismo” y nacionalismo. Pero incluso sólo hecho que vos planteás, de que hay una “policía del mundo” para defender el orden burgués, debería tener alguna consecuencia en algún aspecto antiimperialista para la revolución obrera y socialista. Aunque el imperialismo fuera sólo eso ¿cómo puede la clase obrera enfrentar a esta “policía del mundo” y emanciparse sin incluir en su estrategia medidas para enfrentarla? Y bueno, esto me lleva nuevamente a Libia. Sin duda, para nadie “es indiferente que exista una democracia burguesa o una dictadura”, por eso todos los Trotskistas apoyamos la lucha contra las dictaduras, en particular contra Kadafhi. Pero no invitamos a la “policía del mundo” a instalarse en nuestra sala. Salir del paso homologando anti-imperialismo con nacionalismo es ubicarse en el terreno de un pretendido internacionalismo sumamente abstracto, que más bien es el reverso opuesto por el vértice de un genuino internacionalismo, que busque integrar el conjunto de las luchas nacionales, obreras, y socialistas en un programa de la revolución internacional, que enfrente al capitalismo/imperialismo en todo el globo.

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    Alvaro

    03/05/2012 at 13:44

    • La tesis de Lenin es que serían inevitables nuevas guerras interimperialistas porque: a) los países capitalistas desarrollados no podían sobrevivir sin la periferia (mercados, materias primas); b) porque el mundo ya estaba repartido entre las potencias, y nuevos repartos solo serían posibles con nuevas guerras imperialistas. Esto es lo que no se verifica actualmente (y desde hace décadas). Lo de China en África es un ejemplo. Lo de la URSS fue la explicación clásica de por qué no hubo guerras interimperialistas, al menos dentro del trotskismo. No hay muchas otras. Si las tensiones no llevan hoy a una nueva guerra entre las potencias, hay que tratar de explicarlo. La tesis de Arrighi me parece la mejor. Lo que planteo ha pasado ya algunas pruebas. Recuerdo cuando discutí con un dirigente del PTS, en una mesa redonda, cuando la segunda invasión a Irak. Su pronóstico era que se trataba del primer paso en una escalada que llevaba a la guerra mundial. Otros intelectuales dijeron algo parecido. Yo planteé que no había nada de esto. Las tesis tienen que servir para entender lo que pasa.
      Acerca del imperialismo: ya expliqué en qué sentido entiendo que se debería o podría usar esta noción. En mi análisis la estrategia para enfrentarlo es anticapitalista. Es la estrategia del internacionalismo, que pregonó Marx. Cuando la burguesía alemana colaboró con la francesa en aplastar a la Comuna, el problema no era de «anti-imperialismo vs imperialismo», sino de capital y trabajo. Sostengo que hoy no están planteadas cuestiones de «liberación nacional» (al menos en países como Colombia, Argentina, Brasil, Malasia, etc.).
      Equiparo anti-imperialismo con nacionalismo porque efectivamente, en todo esto está metida la idea de que es necesaria la «segunda independencia» o lograr «la liberación nacional». Los análisis están en consonancia con esto. Por caso, hablan del «saqueo imperialista del país»; se refieren en primera persona del plural al petróleo o las riquezas («nuestro petróleo»); razonan en términos de soberanía y «cipayos» (Menem es «cipayo», etc.). Mi concepción es opuesta a todo esto. No apoyo ninguna de estas formulaciones. No levanto la bandera de la liberación nacional porque no considero que el país sea explotado.
      Por último, no todos los trotskistas apoyaron la lucha contra Kadhafi. Hubo corrientes trotskistas que plantearon que a partir del pedido de ayuda a la OTAN los rebeldes eran la punta de lanza del colonialismo. Si esto era así, lo progresivo era apoyar a Kadhafi (si Libia se transformaba en colonia por el triunfo de los rebeldes, la caída de Kadhafi era un retroceso para el pueblo libio). Los que tuvieron esa caracterización, además, ahora deberían demostrar que Libia tiene un status cualitativamente distinto, con respecto a las potencias, que el que tenía con Kadhafi.
      Por supuesto, hubiera sido muy deseable que los rebeldes hubieran podido derrotar a Kadhafi con sus solas fuerzas. Pero no todo es posible. Como he demostrado hasta el hartazgo, está lleno de movimientos democráticos o nacionalistas que pidieron ayuda a potencias imperialistas. El propio Trotsky sostuvo que la República Española tenía el derecho de pedir ayuda a Inglaterra y Francia, y denunció a éstas por no brindarlo. Hoy, los sirios que luchan contra la dictadura, han pedido ayuda internacional. Esto no los convierte en agentes coloniales de nadie.

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      rolandoastarita

      03/05/2012 at 14:50

  9. Interrogantes:

    1) ¿Los actores que operan en la globalización son Estados o clases sociales? ¿No serán clases sociales que utilizan a los Estados? El concepto de «poder» refiere a las clases sociales

    2) ¿Es posible hablar en el capitalismo de Estados “nacionales”?

    3) ¿Es posible hablar dentro del capitalismo de «clases sociales nacionales»?

    4) ¿Cómo se relaciona 2) y 3) con 1)? ¿Puede haber una “clase social nacional” dominante en un Estado?

    5) ¿Qué clase social sostiene al llamado «capitalismo global»? ¿Se trata de las «burguesías nacionales» en general sumadas o amalgamadas?

    Si 2) y 3) son negativas y 4) y 5) también, no queda más remedio que considerar al «imperialismo» como la política de una clase social que habrá que identificar concreta y empíricamente en función de los recursos productivos, comerciales y financieros que controla, más allá del velo de las nacionalidades nominales.

    Si los capitalistas son personificaciones de categorías económicas –el capital- como decía Marx, hay que buscar cuál es el capital que da poder al imperialismo y en virtud del cual controlan a los Estados, a las FF.AA, los servicios secretos, las agencias de noticias y propaganda, etc., etc. y sin el cual, ningún poder tendrían. Este análisis no podría ser segmentado en partes o nacionalidades más que didácticamente puesto que los recursos y resortes controlados por la burguesía imperial no pertenecen a ninguna nacionalidad en particular en virtud de ese control.

    Lo que propongo que se piense es en el carácter global de las acciones del capital que, personificado en una oligarquía, deja huellas impresas en toda clase de escenarios locales del mundo, lo que no significa que la adscripción local (“nacional”) de la huella borre el carácter global de la acción.

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    oti

    04/05/2012 at 12:47

  10. ¿Profesor las guerras estimulan la economía? ¿No sería esta la explicación para las guerras de intervención o como esto se une a su análisis? Despues de todo la industria mas grande es la de las armas.

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    alfonso

    23/04/2013 at 16:49

    • El rol de la industria armamentista en la acumulación lo discuto aquí.
      Con respecto al rol de las guerras, por supuesto una guerra colonial puede dar beneficios económicos, si lo saqueado es superior a lo invertido en la empresa colonial. Hay que tener en cuenta que no siempre es así. Pero en general, las guerras no favorecen la acumulación del capital. La Primera y Segunda Guerra Mundial significaron, globalmente, un retroceso en la acumulación del capital. La guerra de Vietnam se convirtió en una sangría para EEUU (y Japón creció a altas tasas en la posguerra, sin tener industria de guerra). Así siguen los ejemplos.

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      rolandoastarita

      25/04/2013 at 12:02

  11. Muy de acuerdo. Después leo los comentarios, primero posteo algo.

    La vieja noción de imperialismo está atada a la concepción de colonialismo: potencias que usan fuerzas económicas y militares para robarle los recursos a otros países y mantenerlos en el subdesarrollo. No es el caso del mundo de hoy. En el mundo de hoy no estamos colonizados por tal o cual potencia, sino por el Capital.

    Es mucho más adecuada la definición de Rolando del imperialismo como la política -y el aparato militar e institucional que la acompaña- destinada a garantizar “los derechos universales del capital”. EEUU actúa como la policía del mundo, el gendarme del capital. No como un ladrón que roba para sí mismo.

    Creo que es útil la analogía con un país. Si hay una nueva ofensiva contra FaSinPat (ex Zanón) y las decisiones represivas o de boicot económico contra FaSinPat son tomadas desde la Casa Rosada, no se puede hablar de un imperialismo de Buenos Aires contra Neuquén. Es una acción del Estado nacional argentino actuando como capitalista colectivo, imponiendo la relación capital/trabajo en todo su territorio.

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    Danilo Castelli

    26/08/2015 at 16:39

  12. «Como lo demostramos en este libro, el capitalismo ha destacado ahora un puñado (menos de una décima parte de la población de la tierra, menos de un quinto, calculando «por todo lo alto») de Estados particularmente ricos y poderosos, que saquean a todo el mundo con el simple «recorte del cupón».»

    Esto lo dijo Lenin en el prólogo a las ediciones francesa y alemana de «El imperialismo…», escrito en 1920, sin el yugo de la censura zarista a la que tuvo que adaptarse el texto de 1916. Y creo que sirve para graficar lo lejano que está ese concepto de imperialismo a nuestra realidad.

    Lo que yo veo desde Argentina es que el «saqueo» no lo hace EEUU o China, lo hacen empresas transnacionales como Monsanto, Cargill, Chevron y Barrick Gold. El Estado que asiste a ese saqueo es el argentino: creando condiciones jurídicas y políticas para privilegiar a estas empresas, vender como desarrollo el modelo funcional a estas empresas, reprimir la resistencia popular a estos planes.

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    Danilo Castelli

    02/09/2015 at 17:34


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