Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Brasil, armamentismo y nacionalismo

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Por estos días los medios se hicieron eco del propósito del gobierno brasileño de continuar la Estrategia Nacional de Defensa, aprobada en 2008, bajo la presidencia de Lula. La END determinó, entre sus objetivos fundamentales, reactivar la industria militar y recomponer efectivos militares. Bajo su orientación, también se comenzó a diseñar el Plan de Articulación y Equipamiento de Defensa (PAED), que se extendería por los próximos 20 años, con un gasto de entre 30.000 y 35.000 millones de dólares. Entre sus iniciativas figura la construcción del primer submarino a propulsión nuclear, la adquisición de navíos de guerra, de vehículos anfibios, el desarrollo de una nueva aeronave y la compra de helicópteros. El programa contempla, además, la creación de un Centro de Defensa Cibernética, y el desarrollo de un vehículo lanzador de cohetes, entre otros aspectos.

Desde el punto de vista del pensamiento crítico, este avance armamentista de Brasil lleva a preguntarnos por la caracterización del status de este país en el mundo capitalista. Es que en la izquierda hubo dos caracterizaciones centrales de Brasil. Por un lado, se sostuvo que era un Estado semicolonial, a igual que sus pares latinoamericanos. Dado que un país semicolonial no goza de plena autodeterminación política, el actual plan armamentista podría interpretarse entonces como un paso en el camino de la liberación nacional. La segunda línea interpretativa fue formulada por Ruy Mauro Marini, y sostiene que Brasil, ya en los años 1970, había accedido al rango de un país subimperialista, y así se habría mantenido hasta el presente. La carrera armamentista sería una expresión de este fenómeno. El propósito de esta nota es examinar brevemente ambas caracterizaciones, y proponer una alternativa.

La tesis “Brasil semicolonia”

Hasta que aparecieron las tesis de Marini, Brasil fue considerado, por la mayoría de la izquierda latinoamericana, una semicolonia. La categoría “semicolonia” fue utilizada por Lenin para hacer referencia a países que tenían una limitada independencia política, debido a que los actos de sus gobiernos estaban sometidos a la jurisdicción extranjera. Por los tiempos en que escribía Lenin -principios del siglo XX- los casos típicos eran China, Turquía y Persia, que estaban parcialmente ocupados por las potencias coloniales. China, por ejemplo, había sido obligada, bajo presión militar, a liberar sus puertos, fijar topes a los derechos aduaneros de importación y permitir que los extranjeros tuvieran áreas residenciales y comerciales, por fuera de la justicia local. China también debió conceder plena libertad de navegación por sus ríos, y permitir el establecimiento de factorías extranjeras. Las potencias tenían tropas permanentemente destacadas en sus áreas, en el interior de China. La situación en Turquía y Persia eran similares. Es por esto que Lenin pensaba que las semicolonias estaban en un status muy próximo al de las colonias, y que, al igual que en estas, se imponía luchar por la liberación nacional. Esta significaba la conquista de la autodeterminación política y la constitución de un Estado soberano. Se trataba, por eso, del derecho a la existencia de un Estado separado (Lenin, 1914), del tipo del que había logrado Noruega al separarse de Suecia. Los países que tenían un Estado propio, y eran económicamente atrasados (en relación a los países más industrializados) eran considerados “dependientes”, siempre según la óptica leninista. Además de Noruega, ya mencionada, otros países que Lenin consideraba dependientes eran Argentina, Serbia, Bulgaria, Rumania, Grecia, Portugal y hasta Rusia. Todos ellos dependían económicamente del poder del capital financiero de los países burgueses “ricos”. A pesar de que las referencias son escuetas, pareciera que Lenin pensaba que eran explotados, de alguna manera, por los países imperialistas. Así, consideraba que Argentina era “una colonia comercial de Inglaterra” y Portugal “un vasallo” de Inglaterra, aunque tuvieran su independencia política formal. En cualquier caso, en estos países no estaría planteada la liberación nacional, ya que ésta es identificada, en Lenin, con la autodeterminación política. Es que la liberación nacional es concebida como una tarea democrático-burguesa, la obtención de la libertad formal. Romper con la dependencia económica de los países atrasados entraba en las tareas reservadas a una futura revolución socialista.

Aunque Brasil no es mencionado por Lenin -al menos hasta donde alcanza mi conocimiento- es claro que se ubicaría, a principios de siglo XX, como un país dependiente. Sin embargo, en los años que siguieron a la muerte del líder bolchevique, países como Brasil pasaron a ser considerados “semicoloniales”. Esto significaba que era necesario obtener una “Segunda Independencia”; la liberación nacional se ponía así en primer plano. En la visión más general (por ejemplo, la que prevaleció en la Tercera Internacional a partir de 1934) el dominio colonial, o semicolonial, impedía el avance al capitalismo de las periferias. La revolución democrático-burguesa se identificaba así no sólo con la independencia (“segunda independencia”, en el caso de América Latina), sino también con las posibilidades de desarrollo capitalista. La noción de “neocolonia”, surgida a partir de los procesos de liberación asiáticos y africanos en la segunda posguerra, fue una variante de la idea de “semicolonia”, más tradicional.

Semicolonia y carrera armamentista

El plan armamentista en que se ha embarcado Brasil parece poner en jaque -yo diría que de manera definitiva- a la caracterización del país como “semicolonial” (alternativamente, “neocolonia”). Actualmente Brasil está desarrollando tecnología militar propia, ha establecido acuerdos estratégicos con Francia para la construcción de submarinos y está en un plan de compra de aviones militares por un valor de unos 6000 a 8000 millones de dólares, por el que compiten EEUU, Suecia y Francia. Aunque la compra de aviones está demorada porque el gobierno brasileño está exigiendo que vaya acompañada de transferencia de tecnología. También está en negociaciones con Ucrania para la fabricación de cohetes y satélites. Esto sin mencionar que grandes empresas como Petrobrás, Embraer, Brasil Foods, Camargo Correa, JBS y otras, despliegan sus inversiones a nivel planetario. No hay forma de encajar todo esto en la noción “Brasil es una semicolonia”, dominada por el “imperio”. Pero la categoría “semicolonia” no solo no permite entender hoy a Brasil, sino tampoco su evolución. Es que si en los años 1920 a 1960, por caso, Brasil fue una semicolonia, y hoy ya no lo es, habría que preguntarse cuándo se produjo la “liberación nacional”, y cómo fue que ocurrió tan importante y singular episodio sin que nadie en la izquierda “nacional y popular” se haya percatado de que estaba ocurriendo. Lo cual debería llevar a preguntarse seriamente si no era más ajustada, e importante, la caracterización de “dependiente”.

La tesis de Marini

Tal vez consciente de los problemas que acarreaba la caracterización tradicional de Brasil como “semicolonia”, es que Ruy Mauro Marini va a proponer la noción de subimperialismo. Según Marini (1977), en las décadas de 1960 y 1970 se había producido una diversificación y extensión de la industria manufacturera a escala mundial, lo que daba lugar al escalonamiento y jerarquización de los países capitalistas en forma piramidal, y al surgimiento de potencias capitalistas medianas. El subimperialismo -Irán del Sha, Brasil, e Israel- era así el resultado de una creciente internacionalización del capital. En el caso de Brasil, y siempre según Marini, la entrada de la inversión extranjera directa, desde el fin de la Segunda Guerra, había fortalecido un centro de acumulación en ese país. Pero, las limitaciones estructurales de su mercado interno -que Marini explicaba por la sobreexplotación del trabajo- hacía imperioso impulsar las exportaciones manufactureras, y de ahí la necesidad de desplegar una política imperialista. En otras palabras, la lucha por los mercados externos subyacía al imperialismo. Esto daba lugar a una política expansionista relativamente autónoma, que se acompañaba, de una mayor integración de Brasil al sistema productivo mundial, bajo la hegemonía del imperialismo. El subimperialismo brasileño no era solo la expresión de un fenómeno económico, sino también el resultado del proyecto político definido por el equipo tecnocrático militar que había tomado el poder en 1964. Era una respuesta también al ascenso de las luchas de clases en América Latina. Marini subrayó entonces la intencionalidad ideológica del Estado militar brasileño, ya que había tenía el objetivo de transformarse en un centro desde el cual se irradiaría la expansión imperialista en América Latina.

Fortalezas y debilidades de la tesis

El planteo de Marini es muy rico, y da lugar a muchas “aperturas”. En la cuestión que nos ocupa, uno de sus puntos fuertes es que supera la visión, muy arraigada en la izquierda de los 60 y 70, que consideraba a la dictadura militar brasileña como un simple títere de Washington. Marini opinaba que, si bien el proyecto militar estaba integrado con el imperialismo, era relativamente autónomo, y esto se evidenciaba en las relaciones comerciales y diplomáticas. Por ejemplo, Brasil mantenía relaciones estrechas y privilegiadas con países africanos como Angola, a pesar de sus gobiernos izquierdistas enfrentados a EEUU y Sudáfrica. Y exportaba trigo a la URSS, desconociendo el embargo decretado por el gobierno de Reagan. Pero el planteo de Marini también tiene problemas. Es que además de los que encierra la noción leninista de imperialismo (la discuto aquí), está la dificultad de que no se termina de entender cuál es la especificidad que caracterizaría al subimperialismo. Esto se debe a que la lucha por los mercados es característica de todo capital, y a que todo Estado nacional defiende los intereses de “sus” capitales, con el objetivo de posicionarlos en la lucha competitiva. En este respecto no se entiende cuál era la particularidad de Brasil que lo elevaba, a los ojos de Marini, a la categoría de “sub-imperialismo”. Argentina, Brasil, Chile, países europeos, etc., pueden estar compitiendo por favorecer los intereses de sus empresas en Paraguay, por caso, sin que por ello todos deban considerarse “imperialistas” o “subimperialistas”.

Subrayamos, además, que la categoría de imperialismo, tal como la concibió el marxismo de principios de siglo, (y Marini parte de esta noción) estaba asociada a la idea de que el sistema funcionaba según leyes distintas a las que prevalecían durante el período llamado de la libre competencia (siglo XIX, principalmente). En particular, se pensaba que prevalecía la extracción del excedente de los países atrasados, por medios no económicos (robo y pillaje colonial, o semicolonial) por sobre la relación capital/trabajo. Pero nada de esto se podía detectar en las relaciones del Brasil de los años 1960 o 1970, con otros países. Menos todavía en la actualidad. Las relaciones que establecía, y establece, Brasil son propias de las que existen entre países capitalistas con diversos grados de desarrollo. Por caso, Petrobras o Brahma explotan a la fuerza de trabajo de Argentina en un nivel de igualdad con otros capitales, nativos o extranjeros. De la misma manera que lo hacen con la clase obrera brasileña los capitales argentinos, estadounidenses, o brasileños.

Ni semicolonia ni subimperialista

Como alternativa a los enfoques anteriores, mi propuesta es que hay que caracterizar a Brasil como un país capitalista que, por ahora, no habría dejado de ser dependiente. Por “dependiente” quiero significar una situación de predominio tecnológico, comercial y financiero de los capitales de los países más desarrollados (EEUU, Alemania, Japón en primer lugar), y de sus Estados. En este sentido es que se puede considerar todavía a Brasil un país dependiente. A pesar de que es la sexta economía a nivel mundial, su PBI por habitante está muy por detrás del de las potencias. Recordemos que el PBI por habitante brasileño en 2010 era de 10.900 dólares (calculado a paridad de poder adquisitivo), contra 47.200 de EEUU. Y su capacidad tecnológica es mucho menor que la de los países más industrializados. Los cambios fundamentales de la economía mundial, y las líneas directrices del avance tecnológico siguen siendo establecidas en los países centrales.

En base a lo dicho, sostenemos que el status actual de Brasil no se puede comprender con los esquemas tradicionales de la izquierda latinoamericana influenciada por el marxismo-leninismo. Frente a esto, la interpretación que proponemos se apoya en una idea que ya había planteado Marx con respecto a India. Marx pronosticaba que la entrada del imperialismo británico en India, además de generar devastación y retroceso de las fuerzas productivas (un hecho que confirman los estudios posteriores), terminaría generando, en el largo plazo, un capitalismo indio. Pensamos que esto se aplica a América Latina. A partir de su independencia de España y Portugal, la relación con las potencias de Argentina, Chile o Brasil, fue distinta de la que tuvieron las colonias, o las semicolonias. En este marco es que se desarrollaron capitalismos locales. Éstos cada vez más participaron en un pie de igualdad con los capitales extranjeros de la explotación del trabajo. Su participación en la “torta” de la plusvalía cada vez más estuvo determinada por las relaciones diferenciales de poder económico. Los factores extraeconómicos desempeñaron un rol cada vez menos significativo; o, en términos tal vez más precisos, no tuvieron un rol mayor que el que desempeñan en un país adelantado.

Por eso, con este enfoque, tampoco hay que recurrir a la noción de “subimperialismo” para explicar a Brasil. Su programa armamentista es propio de un país cuyos capitales participan de manera cada vez más significativa en la explotación globalizada del trabajo. El ascenso del capitalismo dependiente brasileño también se manifiesta en el terreno de las relaciones internacionales: su demanda de pasar a integrar el Consejo de Seguridad de la ONU; su posición con respecto a Cuba e Irán, enfrentada con la de Washington; o en sus diferencias con las potencias en temas como el calentamiento global. Nada de esto, enfatizo, se puede explicar con la noción de “semicolonia”. Y no es necesario introducir la categoría “subimperialismo”.

Consecuencias políticas

Lo anterior tiene consecuencias bastante directas para los análisis de los conflictos políticos y las luchas sociales. Por un lado, porque la noción de semicolonia pone en el primer lugar de las plataformas programáticas de la izquierda a la “segunda independencia”, e introduce un sesgo “nacional” en los análisis. Así, por ejemplo, las políticas de los gobiernos son interpretadas como “pasos hacia la liberación nacional”, o de “claudicación ante el imperialismo”; los gobiernos son caracterizados como “liberadores” (de la opresión imperialista) o “cipayos” (todavía se emplea la palabra); y en muchas oportunidades, el capital “nacional” es preferido al extranjero. Esta óptica infunde con su color particular todo el discurso izquierdista, y plantea como objetivo programático una cuestión carente de sentido. La autodeterminación política de un país como Brasil (o Argentina) es la natural a cualquier Estado capitalista.

En cuanto a la categoría “subimperialismo”, nos lleva también al enfoque nacional, pero esta vez el mismo se desenvuelve en una cadena de eslabones, que va desde el imperio “máximo” hasta la región más pobre del planeta (un esquema caro a algunos teóricos de la dependencia, como André Gunder Frank). Así, si Brasil es subimperialista, y tiene fuertes intereses en Argentina, podría considerarse que Argentina es dominada por Brasil (por lo que estaría planteada una tarea de liberación nacional argentina con respecto a Brasil). Pero entonces los paraguayos o uruguayos tendrían todo el derecho a considerarse explotados u oprimidos por el subimperialismo brasileño, y también por el argentino (después de todo, la relación Argentina/Uruguay es, por lo menos, tan asimétrica como la relación Brasil/Argentina). Y así se podría seguir. Por ejemplo, muchos argentinos denunciaron al imperialismo de Finlandia, a raíz del conflicto por la papelera instalada en Uruguay. Aunque muchos uruguayos criticaron las ínfulas imperiales de Argentina, porque ésta les quería dictar qué y cómo producir. En cualquier caso, Finlandia sería imperialista con respecto a Uruguay; pero a su vez, un finlandés tendría el derecho a considerar a su país sometido a las potencias europeas, o a EEUU. De la misma manera, las disputas que tuvo el gobierno boliviano con Petrobrás por el precio de exportación del gas, deberían ser leídas como un conflicto contra la explotación nacional. Otro ejemplo: todavía hasta hace poco algunos partidos de izquierda griegos consideraban que su país era imperialista (se mantenían apegados a una vieja caracterización leninista del “imperialismo griego”). Pero con la crisis, el peso de la denuncia pasó a estar en el “imperialismo germano”, que impone los planes de hambre y ajuste. Aunque al mismo tiempo, se mantiene la caracterización de que el capital griego es imperialista con respecto a los países vecinos. En todas estas secuencias, la contradicción capital/trabajo pierde centralidad.

Desde el punto de vista que defiendo, en cambio, estos conflictos se interpretan como conflictos inter-burgueses, propios de países y Estados que defienden capitales con distinto poder económico. Una disputa por el precio del gas no es una lucha por la liberación nacional, sino por porciones de plusvalía (bajo la forma de renta o ganancia) entre fracciones del capital con diferentes colores nacionales. Cuando una empresa brasileña, finlandesa, alemana o estadounidense, hace un acuerdo con un capital argentino para establecer una planta industrial o comercial, las participaciones en la plusvalía futura se discuten y establecen siguiendo los criterios normales de cualquier negociación entre explotadores. No existe aquí explotación de la nación, sino del trabajo.

En conclusión, la divisoria central no pasa por los colores nacionales, sino por las relaciones de producción. Lo mismo se aplica al caso de las inversiones en Brasil, y en la inmensa mayoría de los países dependientes de América Latina. Es desde esta perspectiva que el avance armamentista de Brasil no debería interpretarse ni como un acto de “liberación nacional” (del imperialismo estadounidense), ni como una nueva vuelta de tuerca de su “subimperialismo”. Simplemente, es el reflejo del fortalecimiento relativo de un capitalismo que busca afirmarse en las guerras competitivas que se libran a escala mundial.

Textos citados:

Marini, R. M. (1977): “La acumulación capitalista mundial y el subimperialismo”, Cuadernos políticos, México, abril-junio.

Lenin, N. (1914): “The Right of Nations to Self-Determination”, en http://www.marxists.org/archive/lenin/works/cw/volume20.htm.


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Brasil, armamentismo y nacionalismo

Written by rolandoastarita

11/04/2012 a 10:23

37 respuestas

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  1. Comparto casi en un cien por cien, solo una cosa para acotar que creo que puede a ayudar a entender el papel del armamento como reafirmación soberana. Cuando habla de Argentina al independizarse de España, usted da a entender que paulatinamente la soberanía nacional es reconocida por el resto de los países, incluso potencias. Si bien esto es así, interpreto que en este proceso no deberíamos olvidar que por ejemplo Inglaterra y Francia reconocieron el derecho soberano de la Prov Unidas sobre la navegación de los ríos interiores luego del fiasco militar (también comercial) de Vuelta de Obligado, por poner un ejemplo concreto. O sea, el proto-estado nacional tuvo que reafirmar militarmente que esta era un área de acumulación que quedaba bajo su égida.

    Con respecto a Brasil y el presupuesto armamentístico, si bien es considerable la cifra que planean invertir en equipo, lo cierto es que el presupuesto militar de los cariocas es de unos 30000 millones por año, por lo que invertir en 20 años esa cifra en conjunto no hace más que confirmar una tendencia de largo plazo. La negociación que hay en torno a los aviones hizo que se me quemen todos los papeles respecto a la cuestión de la competencia y leyes de mercado, porque si no hubiese sido por la presión norteamericana los brasileros ya hubieran comprado Dassaults en Francia, hasta consideraban hace unos años comprar Mig o Sukhoi en Rusia, que ya quedó fuera de toda negociación al respecto. Lo que veo siempre que hay disputas por compras de armamentos es que si bien la calidad y prestaciones del producto es fundamental, las presiones políticas y el lobby juegan un peso muy fuerte, superior a cualquier otra negociación económica, esto genera problemas de interpretación, porque las explicaciones que se dan para que esto sea así nunca me han satisfecho. India está en una cuestión similar por la compra de aviones, parecido al caso brasileño.

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    Ilichito

    11/04/2012 at 13:58

  2. Me gustaría preguntarle cómo la lucha por porciones de renta, en la explotación de gas o petróleo o de cualquier recurso minero o agrícola entra en la puja general por porciones de plusvalía si la renta y la plusvalía tienen origen en procesos distintos. El enorme tamaño de la renta que obtiene Venezuela por la venta de su petróleo, por ejemplo, tiene poco que ver con la plusvalía o con una ganancia capitalista normal. Es resultado de que el petróleo, por múltiples razones, se cotiza muy alto en el mercado mundial en relación con su precio de producción o de costo. Una parte de esa enorme ganancia puede ser plusvalía pero la parte más importante es renta, es decir, un margen sobre el precio de costo que sale de los bolsillos de los consumidores mundiales beneficiando directamente al dueño del recurso. En un país como Venezuela, la lucha por una porción de esa renta sesga totalmente el real problema de las relaciones de producción.

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    mario

    11/04/2012 at 21:44

    • Tal vez nuestras diferencias están en que yo analizo el tema de la renta a partir de la teoría del valor de Marx. La he tratado con cierta extensión en mi último libro. Pero puede estudiarla directamente en el tomo 3 de El Capital.

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      rolandoastarita

      12/04/2012 at 08:41

    • Estimado Ilichito:
      Marx en su libro Salario Precio y Ganancia, (http://www.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/65spg/11.htm), capítulo 11. LAS DIVERSAS PARTES EN QUE SE DIVIDE LA PLUSVALIA, dice lo siguiente:
      «La renta del suelo, el interés y la ganancia industrial no son más que otros tantos nombres diversos para expresar las diversas partes de la plusvalía de la mercancía o del trabajo no retribuido que en ella se materializa, y brotan todas por igual de esta fuente y sólo de ella. No provienen del suelo como tal, ni del capital de por sí; mas el suelo y el capital permiten a sus poseedores obtener su parte correspondiente en la plusvalía que el empresario capitalista estruja al obrero. Para el mismo obrero, la cuestión de si esta plusvalía, fruto de su plustrabajo o trabajo no retribuido, se la embolsa exclusivamente el empresario capitalista o éste se ve obligado a ceder a otros una parte de ella bajo el nombre de renta del suelo o interés, sólo tiene una importancia secundaria. Supongamos que el empresario capitalista maneje solamente capital propio y sea su propio terrateniente; en este caso, toda la plusvalía irá a parar a su bolsillo.»
      Son los trabajadores de PDVSA los que producen la plusvalía. Si los trabajadores no producen los barriles de petróleo, no hay plusvalía, y por tanto no hay renta.
      Saludos

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      La duda metódica

      12/04/2012 at 18:44

    • Perdón, quise decir Mario

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      La duda metódica

      12/04/2012 at 18:48

    • Estimado Mario
      Siguiendo con lo de la renta petrolera, cuyo propietario es el Estado venezolano desde la nacionalización de la industria petrolera en el año 1975, en cada elección presidencial se enfrentan diversas fracciones de la burguesía autóctona por lograr las riendas del Estado. La renta es tan importante que el grueso de la burguesía venezolana se constituyó como tal gracias a la renta petrolera, mediante contrataciones, negociados, y todo tipo de prebendas, combinado todo esto, en sus inicios, con los capitales de las empresas petroleras multinacionales. Esta situación ha sido bien estudiada por un viejo dirigente de izquierda, Domingo Alberto Rangel. Siempre en un período presidencial aparece, gracias a la renta petrolera “distribuida” por el Estado un sector emergente de la burguesía. En el caso del régimen chavista, surgió un nuevo grupo, la llamada “boliburguesía”, o más correctamente la “chavoburguesía”. Lo de “boliburguesía” viene de Bolívar, nuestro prócer máximo. Este sector maneja ya miles de millones de dólares y es muy fuerte en varios sectores de la economía: bancos, seguros, alimentos, construcción, etc. Esta nueva burguesía está entrelazada, haciendo negocios con sectores de la “vieja” burguesía. El conflicto que existe ahora en Venezuela es un enfrentamiento interburgués, entre un régimen bonapartista burgués, apoyado en tres pilares: las fuerzas armadas, la burocracia del estado y la policía, régimen dirigido exclusivamente por un árbitro, un Bonaparte llamado Chávez, y una oposición dirigida por los sectores de la vieja burguesía que quiere volver a un régimen democrático-burgués, en donde las relaciones de producción y explotación capitalista se desarrollen en una forma más “normal”. Por estas razones no veo sesgos importantes, cualitativos, en las relaciones de producción en Venezuela, tal como usted afirma en su comentario.
      Saludos

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      La duda metódica

      13/04/2012 at 19:48

  3. Lo que se ve en este y en otros temas es una tendencia a pensar los temas actuales no solo con las categorías de siglos atras (lo que en si no sería errado) sino con las concluciones de actualidad a las que se llegaron décadas o siglos atras…
    Una pregunta: ¿En que sentido Brasil sería un país dependiente y no lo serían Italia, España o Canada? ¿O esos paises tambien serían dependientes? ¿La trasnacionalización del capital no plantea que pierden vigor (aunque no esten perimidos) los analísis o las categorías a nivel de Estado Nación?

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    Santiago

    11/04/2012 at 23:21

    • Pienso que hay toda la mayoría de los países son dependientes, en el sentido que he definido aquí (o en «Economía política del subdesarrollo y la dependencia»). Aunque las clasificaciones nunca pueden ser rígidas. Por ejemplo, el caso de Canadá siempre presentó problemas para los marxistas. Lo mismo sucede con Australia. A España e Italia se las ubicaba más fácilmente como «imperialistas». Personalmente pienso que deben de ubicarse hoy en algún rango intermedio entre los países «desarrollados» (que son los que marcan las direcciones del desarrollo tecnológico, disponen del poder financiero, etc.) y «dependientes».
      En cualquier caso, quiero precisar una diferencia que tengo con la noción más clásica de «país dependiente» (esto es, la noción de los teóricos de la dependencia, y de muchos marxistas). Por «dependencia» se entendía una relación de explotación económica entre países. Considero que hoy, al menos en el caso típico de dependencia (por ejemplo, la relación EEUU/Argentina) no hay explotación del segundo por el primero.
      La relación entre transnacionalización del capital y la vigencia del Estado-Nación, la he discutido con cierta extensión en Valor, mercado mundial y globalización. En términos generales, defino mi posición en oposición a dos posturas, polares. Una, la que sostiene un enfoque que llamé «globalismo extremo», que plantea que los Estados Nación ya pierden completa relevancia, que se ha formado una clase capitalista completamente transnacional. Un ejemplo de esta posición es Hardt y Negri; pero hay otros autores más profundos e interesantes que éstos, como Burbach y Robinson. La otra posición es la que sostiene que, en esencia, nada cambió. Un ejemplo es Petras. Pues bien, lo que planteo es que la transnacionalización del capital está lejos de ser completa, y por eso las referencias de los capitales a sus Estados sigue siendo importante (el gobierno de EEUU defiende a GM de manera distinta de lo que lo hace el gobierno francés, etc.). Pero hay un factor que sí es importante, que plantean los «globalistas», y es que la transnacionalización del capital introdujo un rasgo desconocido hasta ahora de imbricación entre los capitales. Entre otras consecuencias, esto explicaría por qué los conflictos y tensiones entre las potencias no ha vuelto a desembocar en una nueva guerra entre ellas. Una tesis que planteó hace años Arrighi, y me parece muy importante.

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      rolandoastarita

      12/04/2012 at 08:56

  4. En la sección fortalezas y debilidades de la tesis esta malo el enlase a la critica a la tesis del imperialismo, aquí:
    «Pero el planteo de Marini también tiene problemas. Es que además de los que encierra la noción leninista de imperialismo (la discuto aquí),»

    Muy interesante la nota.

    Saludos.

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    Gerardo Daniel

    12/04/2012 at 06:14

  5. rolando , hay alguna relacion entre este armanto de brasil y la creacion de la unasur? no solo es brasil en sudamerica que esta llevando un armamento ( ejemplo venezuela) en qeu se diferencian?.
    saludos.

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    rodrigo

    12/04/2012 at 10:09

    • Tendría que estudiar las diferencias. En una primera respuesta, diría que el armamentismo de Brasil es la expresión de un capitalismo en ascenso relativo (los llamados BRIC tal vez más Sudáfrica ganaron terreno en el mercado mundial con relación a EEUU, la zona del euro y Japón), en tanto que el armamentismo de Venezuela es la expresión de un nacionalismo estatista, relativamente debilitado (a pesar de la bonanza de los precios del petŕoleo). En el caso de Venezuela pareciera tener como objetivo no solo la defensa frente a eventuales ataques promovidos por otros países en alianza con EEUU, sino también la consolidación del frente interno. Creo que hay bastante diferencia con Brasil.

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      rolandoastarita

      12/04/2012 at 11:03

  6. Me meto en el tema que preguntaba Rodrigo. Coincido con lo que dice Rolo y agrego una cuestión, Venezuela compra armamento ruso casi exclusivamente (chino también pero menos), y resulta llamativo que en cada ronda de negocios por armamentos siempre hay algún acuerdo petrolero con transferencia tecnológica rusa, cooperación, financiamiento de operaciones… Puede ser que esto indique una intención de PDVSA de despegarse de la dependencia de la tecnología y los insumos estadounidense para pozos petroleros, además de la cuestión nacionalista y el peligro de las incursiones extranjeras, que de hecho hubo en los últimos años incursiones de la aviación norteamericana en Venezuela, para probar la capacidad de respuesta de los bolivarianos.

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    Ilichito

    12/04/2012 at 13:49

    • Estimado Ilichito
      No se que quiere decir sobre que PDVSA quiere despegarse de la dependencia de la tecnología y los insumos de EEUU para los pozos petroleros. Lo real es que no veo nada de estas intenciones por ningún lado. Le paso esta referencia -http://www.pdvsa.com/interface.sp/database/fichero/publicacion/1412/60.PDF-. Es un folleto titulado «Empresas mixtas al servicio del pueblo», donde PDVSA se considera feliz con la incorporación de empresas multinacionales de EEUU, Europa, Asia, a empresas mixtas con un paquete accionario del 40% -PDVSA se queda con el 60%-, en donde todo lo que hay es un gran negocio capitalista… y más nada. Eso si, estas empresas están «al servicio del pueblo». El cuento de siempre para justificar «honrados» negocios capitalistas. Por cierto, estas empresas mixtas significan también cierto porcentaje de «desnacionalización» de la industria petrolera venezolana. ¿Donde queda aquí el «nacionalismo» desaforado del régimen chavista?
      En cuanto a «incursiones extranjeras» e «incursiones de la aviación norteamericana en Venezuela», es un cuento chino del régimen chavista para cazar incautos. Las empresas petroleras «imperialistas», de EEUU y de Europa, están haciendo un gran negocio en el país. ¿Usted cree que los gringos son tan locos como para invadir a Venezuela en estas circunstancias?
      Saludos

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      La duda metódica

      12/04/2012 at 19:39

  7. Duda Metódica, lo que digo no niega que los negocios de PDVSA no sean típicos casos de negocio capitalista, ni afirmo que su función social sea elevar el estándar de vida de los venezolanos, tampoco que el nacionalismo sea algo bueno o que en el caso chavista sea una defensa del trabajador nacional ni nada de eso, creo que eso se sobreentiende. Tampoco niego, si bien no los nombro, los capitales yankees, franceses, etc, lo que digo es que me resulta llamativo el hecho de que en los negocios por armas que hacen con los rusos van de la mano con inversiones en petróleo. Tampoco significa que tengan preferencia en el negocio petrolero, pero sí en la compra de armas, y me preguntaba si esto estaría relacionado con un intento de desprenderse de los yankees en tecno porque es larga la tradición que tienen de cortarte los insumos cuando sos un obstáculo para el normal desarrollo de los tratados, etc. Es bien sabido que el mayor comprador de su petroleo es justamente EEUU, pero tal vez interpretamos distinto la nocion de nacionalismo, que yo lo equiparo un poco a la noción marxista del 18 Brumario de «Bonapartismo».
    Y en el tema de la defensa, en ningún momento que yo sepa, los Estados Unidos han negado las denuncias de violación del espacio aéreo, si lo han hecho haría bien en desazname. Creo que más allá de los matices que el chavismo le de a la cosa, no es descabellado pensar en una intervención en caso de que hubiera posibilidades de éxito, por lo que comprar baterías antiaéreas y cazas interceptores (que es lo que compra Venezuela junto con armamento del tipo «policía militar» «contarinsurgente») tiende a disuadir a pontenciales enemigos. Por último, un dato no menor, el hecho de que instalen radares y baterías antiaéreas en cerrcanías de bases petroleras y la compra de armamento capaz de defender las plataformas off shore algo me indica a mi, tal vez a usted solo le parezca ruido para la tribuna, pero yo no vería por qué complicarse la vida con tanto gasto e instalaciones para simplemente «aparentar». Como le decía, creo que en el caso particular, ese armamento defiende al capital allí instalado y garantiza que el negocio no se vea perturbado,y que el capital extranjero que quiera invertir allí lo haga en las condiciones que establece ese Estado, Sin armamentos, disminuiría la capacidad de control fáctico sobre los recursos. En qué y cómo usan luego las ganancias es otra cuestión.
    Bueno, no me extiendo más porque no es directamente el tema de la nota.

    Saludos.

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    Ilichito

    13/04/2012 at 02:03

  8. Compañero Rolo. Acabo de leer la nota y me parece interesante en múltiples aspectos. Entiendo que usted cuestiona la noción de Lenin sobre el Imperialismo como una ‘etapa superior del capitalismo’ si por esta se entiende una modificación cualitativa en el funcionamiento del sistema que suprime la competencia y por ende colapsa la ley del valor. No voy a discutir aquí su crítica a los fundamentos de la teoría del
    imperialismo (tengo que volver a leerla y estudiarla mejor) pero doy por descontado que usted reconoce la
    existencia de naciones imperialistas, haciendo de su rasgo distintivo la presión política sobre las naciones periféricas y la ocasional intervención militar en salvaguarda de sus intereses. Coincido en que el rasgo político y militar es definitivo, aunque la ‘economía concentrada’ que se exprese pueda no ser necesariamente la del del dominio y acuerdo oligopólico permanente asentado en el reparto de esferas de influencia blindadas a la competencia económica. En este marco, rescato su insistencia en el traspaso de la mayoría de la periferia colonial y semicolonial al estatus de la ‘dependencia económica’. Es un cambio histórico innegable. También su insistencia en que países como Brasil, Venezuela o Argentina rompieron tempranamente con su condición colonial y de ahí en más transitaron a la esfera de la dependencia primordialmente económica ( y me expreso de ese modo para remarcar que la dependencia económica ni puede dejar de implicar en cierto grado una subordinación política de intensidad fluctuante) Me da la impresión que, en sus propios marcos conceptuales, usted cuestiona la categoría de ‘subimperialismo’ como estadio intermedio establizado de una transición inconclusa y no por que descarte el surgimiento de nuevas potencias imperialistas como posibilidad teórica. Brasil se perfilaría en ese sentido, como un país todavía dependiente y aún no imperialista. Mucho más que una nación atrasada, menos que una potencia comparable a los centros hegemónicos mundiales. En nuestro medio (hasta donde llega mi conocimiento) no abundan organizaciones que definan al Brasil como subimperialismo, pero los hay más audaces. Siempre me llamó la atención la teoría del grupo de Petroni acerca del ‘Imperialismo Brasileño’ a cuyo nacionalismo ‘reaccionario’ debería oponerse un nacionalismo ‘progresista’ deber al que han faltado sucesivos gobiernos burgueses de esta mancillada patria. Por supuesto, quedaría en manos de la izquierda arrebatarles de algún modo la bandera. El planteo de ‘Segunda Independencia’ entraría en sintonía con esta idea de apoderarse del fervor nacionalista para redirigirlo en función de intereses socialistas. Hoy ha caído bastante en desuso en la mayoría de los grupos trotskistas por su evidente contenido capitulador y sugerente de alianzas policlasistas por la salida del atraso y en pos de la industrialización, pero, sobretodo por las demoledoras críticas que se le han formulado a lo largo de los años, ya sea, desde la teoría de la revolución permanente o desde un enfoque de resolución plena de las tareas democrático burguesas en países dependientes no semicoloniales, como Brasil o Argentina. Por mi parte, considero que el concierto de los países dominantes en la arena internacional, que se ha mantenido inalterable desde la Primer guerra Mundial, no será necesariamente eterno. China se perfila como un contendiente a futuro, tal vez en el marco de un ‘eje’ con Rusia, pero no se descarta la posibilidad por el momento remota, de un ascenso de Brasil al rango imperialista. La tendencia al armamento puede ir en ese sentido, aunque tal vez mediada por una reafirmación de la hegemonía regional. Por supuesto, en el presente estado de cosas, me parece risueño decir que (Como hace Petroni) los gobiernos K son agentes del modelo neocolonialista brasileño y le venden la nación. Por otra parte, la ubicación de países como Brasil o Argentina en el cuadro de las semicolonias me resulta retrógrada. Es la piedra fundamental sobre la que se construyen políticas de ‘defensa nacional’ izquierdista, en torno a causas como Malvinas. Reconocer que Argentina no se acerca ni en figuritas a un rol ‘subimperialista’ o más bien ‘protoimperialista’ como Brasil, no implica la inversa de caracterizarla como semicolonial. El ‘colonialismo’ financiero o la profusa extranjerización de empresas, no trascienden al plano específico del imperialismo que es el robo y pillaje o la imposición de condiciones por la amenaza de represalias militares. Va de suyo que por ningún concepto excluyo la posibilidad de conflictos de liberación nacional o la recreación de escenarios aún en países de independencia formal pisoteada, algo que poco tiene que ver con la realidad actual de este país. Hace un tiempo, los muchachos de la revista ‘Barcelona’ que se caracterizan por un un filoso humor, hicieron una estupenda mofa de las paradojas del nacionalismo. En el marco del conflicto por las papeleras, denunciaba un ex presidente oriental, se barajó la posibilidad de guerra contra la opresión Argentina. La ojiva balística para enfrentarla habría sido un conocido embutido charrúa de peligroso nombre.
    Gracias.

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    AP

    14/04/2012 at 01:58

    • Estimado AP
      Sin duda, la caracterización correcta del imperialismo, el armamentismo y el nacionalismo, tiene una importancia política primordial, por lo menos hoy en Venezuela.
      Desde que asumió Chavez el poder la mayoría aplastante de la izquierda venezolana e internacional apoya al régimen chavista en forma incondicional. Basta revisar las páginas web Rebelión, Kaos en la red, Aporrea, entre las más nombradas, para confirmar esta apreciación.
      Es que el grueso de la izquierda nacional e internacional considera que la contradicción fundamental en Venezuela es la de IMPERIALISMO/NACION y no la de CAPITAL/TRABAJO.
      Lo más increíble es que numerosos grupos que se reivindican trotskistas están apoyando o apoyaron al régimen chavista. Aquí están, por ejemplo, el grupo de Alan Woods, grupos que vienen del morenismo (MST en Argentina) y otros de menor importancia. No concuerdo con Usted entonces que esta visión haya “caído en desuso” en la mayoría de los grupos trotskistas. Aquí hay grupos trotskistas que rompieron con el régimen chavista y su crítica ahora es levantar las banderas del VERDADERO antiimperialismo y el VERDADERO nacionalismo, planteando en forma implícita la “Segunda independencia”. En otras palabras, no es una crítica teórica de fondo.
      Creo que Rolando tiene profunda razón cuando pone en el tapete la crítica a la teoría del imperialismo de Lenin. La verdadera contradicción a nivel mundial, aquí y ahora, es la de CAPITAL/TRABAJO, no la de IMPERIALISMO/NACIÓN. En otras palabras, y hay que decirlo sin miedo a las descalificaciones, la teoría de Lenin sobre el monopolio, en la actualidad, es incorrecta.
      Tal como argumenté en un comentario más arriba, caracterizo al régimen chavista como un régimen bonapartista burgués. Quizás esta caracterización influyó en los grupos trotskistas en su apoyo al régimen chavista por la caracterización que hizo Trotsky del régimen bonapartista de Lázaro Cárdenas: bonapartismo burgués “sui generis”, por lo de la nacionalización petrolera. Lo de “sui generis” por considerar Trotsky que Cárdenas representaba a la burguesía nacional mexicana “oprimida” por el imperialismo. Cuestión con la que Rolando no concuerda, fundamentando su posición con sólidos argumentos teóricos y empíricos. Estoy de acuerdo con esta posición
      Saludos

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      ladudametodica

      14/04/2012 at 12:38

    • AP, un comentario con respecto a esta frase: «doy por descontado que usted reconoce la existencia de naciones imperialistas, haciendo de su rasgo distintivo la presión política sobre las naciones periféricas y la ocasional intervención militar en salvaguarda de sus intereses…». Si el rasgo distintivo del imperialismo fuera la «presión política» sobre las naciones de la periferia, deberíamos hablar de «imperialismo» desde que el capitalismo existe. Todo Estado ejerce alguna suerte de presión política sobre los Estados más débiles. Argentina ejerce presión política sobre Paraguay o Bolivia, etc. Por este motivo pienso que el tema demanda más debate y análisis. Lo he tratado en Valor, mercado mundial y globalización, y de nuevo en algunas notas del blog.

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      rolandoastarita

      14/04/2012 at 15:29

  9. Rolando,

    Disfruté leer tu texto. El penúltimo párrafo está muy bueno. Me gustaría añadir que Brasil también ya participa de la ‘acumulación por despojo’ (accumulation by dispossession) enfatizada por Harvey:

    http://marx21.com/2012/03/01/brasil-tambem-entra-no-jogo-mundial-da-acumulacao-por-despossessao/

    saludos brasileros,
    Tomas

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    Tomas Rotta

    14/04/2012 at 09:21

  10. Gracias a duda metódica por aclarme la imbricación entre plusvalía y renta, también revisé el capitulo 11 del último libro del profesor Astarita y, bueno, la explicación es coincidente. Lo que siempre me ha confundido de este problema es que los trabajadores de PDVSA que producen la renta petrolera son unos pocos miles. Ya sé que PDVSA cuenta con unos setenta mil empledos, pero los que tienen que ver directamente con la actividad extractiva son muchos menos, creo que unos quince o vente mil. De su esfuerzo se beneficia o se ha beneficiado en términos de gasolina barata y muchos otros subsidios, abundante empleo público, educación universitaria gratuita, etc un país de casi treinta millones de habitantes y sin embargo el capitalismo venezolano es precario, el boom de los últimos años no ha podido contrarrestar una larga caída en los niveles de inversión pública y privada que viene desde fines de los años setenta. Cómo es que la renta no ha podido apuntalar un capitalismo más sólido.

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    mario

    14/04/2012 at 21:43

    • Brevemente, comento 4 cuestiones. Primero, en el petróleo la renta diferencial puede ser muy grande. El precio del barril de petróleo que cotiza en Nueva York está determinado por los pozos de menor productividad, que es el de Texas. Las diferencias de rendimiento entre pozos son muy grandes. Segundo, un tema que he planteado también con respecto a la renta de la tierra, pero que se «agrava» en el caso del petróleo, es que no hay manera de encajar aquí la renta absoluta (esto es, renta del pozo menos eficiente). Es una cuestión que hay que investigar. Tercero, siempre hay que tener en cuenta que la renta diferencial es valor generado en la producción del petróleo (alternativamente, en el agro, en la mina, etc.). Es un disparate, y mayúsculo, sostener que consiste en transferencia de valor desde otros sectores, como plantea el profesor Iñigo Carrera, y ha repetido buena parte de la izquierda. He señalado esta cuestión repetidas veces (ver aquí), pero nadie responde, y el disparate sigue corriendo. Cuarto, una de las cuestiones más interesantes es que la renta petrolera de los países subdesarrollados en buena medida no se reinvierte productivamente. Lo de Venezuela es ilustrativo, pero ha sucedido con otros países petroleros.

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      rolandoastarita

      15/04/2012 at 09:29

  11. Compañero de ‘Ladudametódica’. Su crítica va en el sentido que gran parte de la izquierda sigue considerando la posibilidad de una lucha antimperialista en conjunción con fuerzas burguesas y en en el marco de una puja de naciones. Yo no lo desmiento. Lo que afirmé en mi anterior reflexión es que el planteo de ‘Segunda Independencia’ entendido como consigna directa, referida a la ‘independencia
    económica’ ha caído bastante en desuso. Estoy hablando de la formulación explícita de un planteo etapista
    y conciliador. Usted se refiere bien al fondo de la cuestión, cuando habla de la ‘visión’, que gran parte de la izquierda tiene sobre la opresión nacional, que sigue viva tras de planteos implícitos. Pero la consigna en sí ha tendido a desaparecer de la agitación de muchos grupos que otrora la levantaban con fruición, sobre todo en el campo del trotskismo. De todos modos, puedo estar equivocado, pero la consigna en sí, que antes era emblemática, desde hace bastante tiempo no resuena como antes. Por lo expuesto no creo que tengamos diferencias sustanciales sobre este punto. En el caso del régimen chavista, coincido en que la
    mayoría de la izquierda mundial se ha prosternado a veces de modo ostentoso y otras veces de manera
    más disimulada, en general arguyendo comportamientos tácticos frente a un fenómeno de masas. Hace
    algunos años, polemizando con una prestigiosa dirigente dirigente morenista que recién llegaba de un viaje por Venezuela, esta compañera me decía que las intenciones de Chávez respecto del socialismo no eran importantes, lo que realmente contaba era el poderoso empuje de las masas. Chávez iría donde las masas determinaran (o lo empujaran a ir) y por supuesto, no había condiciones para la construcción de un partido de independencia de clase. Sería un divorcio suicida respecto del caudal espontáneo que moldearía la conducta del líder y los destinos de la revolución en marcha. Otro (proveniente del cepo comunista) se lamentaba que no tuviéramos en Argentina un líder como Chávez ( En ausencia se terminó conformando con Néstor y Cristina). Que le quiero decir. No es solo el problema de la ‘contradicción principal’ aunque esté en el paquete. Creo que el compañero Rolando apunta bien cuando critica las tesis del ‘subdesarrollo’ Aunque no he leído su libro, me formo una idea por distintas intervenciones en este blog y deduzco que el afierramiento a una concepción petrificada de ‘Imperialismo’ ha impedido ver los cambios y el desarrollo intenso de la periferia que hoy incluso se plantea como ‘contrapeso’ a la crisis de los países centrales. En los marcos estancacionistas el ‘desarrollo económico’ pasó a ser una tarea ‘democrática’ a tal grado que numerosas corrientes incorporaban la ‘industrialización’ al plafón de consignas emancipatorias. Para estalinstas y nacionalistas de izquierda, una etapa, en la revolución por etapas. Para Trotskistas, un agregado a las consignas de dinámica permanente. Semejante razonamiento, no podía más que conducir al planteo de una nueva independencia, que esta vez ya no sería la de los padres fundadores de la patria que agenciaron la independencia formal, sino, económica, conscientemente burguesa para unos, inconscientemente socialista para otros, aunque, en realidad fuera, de socialistas inconscientes. En otras palabras, un esquema de cambio en alianza con la fracción progresista (es decir, desarrollista, de la burguesía). En lo concerniente al balance teórico de la teoría de Lenin sobre el imperialismo (que es una matriz presente, con distintos cursos políticos, en las corrientes herederas del bolchevismo, incluido su hijo ilegítimo, el estalinismo) no tengo una posición acabada. Me parece plausible la aproximación crítica del compañero Rolando, que lo entiende como una absolutización de tendencias derivadas de una situación consolidada de monopolio y mercado mundial repartido. Pero tengo que estudiarlo mejor. En realidad, como ya lo insinué en otro post, creo que tendría que estudiar a fondo la dialéctica entre competencia y freno monopólico a la misma, en su expresión concreta a través de la historia económica del capital, tarea que, por el momento me excede. Por supuesto, coincido en que un escenario de bloqueo perpetuo de la competencia es incompatible con el funcionamiento del sistema e incomparable con el desarrollo real, dando por resultado una tendencia ineluctable al agotamiento por medio de repartos bélicos condenados tout court al colapso final y el holocausto o la irrupción redentora de la revolución. Una concepción muy cara a numerosos compañeros con los que hemos estado polemizando. Por último, si me permite, quería aprovechar esta respuesta para referirme a la acotación de Rolando. Es cierto que la ‘presión política’ no alcanza para definir al imperialismo. No fue una expresión muy feliz (ayer estaba extenuado¡) aunque se matiza en lo esencial que sí está referido, que es el intervencionismo militar de las potencias en apoyatura de sus corporaciones nacionales en expansión. El punto es que si derogamos la definición de imperialismo como ‘la política expansionista del capital financiero asociada a una maquinaria bélica nacional’ puesto que el ‘capitalismo monopolista’ (u oligopolista) es una ficción o solo un fenómeno transitorio, nos quedamos sin definición de imperialismo, o tal vez, nos quedamos sin imperialismo y debemos reemplazar el concepto por algo que defina mejor lo que existe o lo que ya no existe y ha sido suplantado por otra cosa, como, la competencia económica secundada por puntuales intervenciones militares a las que se debe colocar razón específica. Coincido en que hay que seguir estudiando la cuestión de la ‘presión política’ ejercida por las potencias. No alcanza para ser ‘opresión’ y no solo por una letra, pero también hay que entender que no es pura competencia económica derivada de las magnitudes relativas de capital y productividad diferencial. Es amenaza de represalias comerciales y en ocasiones, también militares. LLegado el caso, si los intereses encontrados son muy fuertes, el imperialismo aparece.
    Gracias por su paciencia y disculpen la extensión.

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    AP

    15/04/2012 at 00:23

    • Estimado AP
      Acabo de leer este artículo: Argentina: Hay que echar a Repsol y al resto de las petroleras para que el Estado vuelva a tener el control del petróleo y el gas (http://laclase.info/internacionales/argentina-hay-que-echar-repsol-y-al-resto-de-las-petroleras-para-que-el-estado-vuelv), en donde José Castillo (El Socialista- Izquierda Socialista) escribe lo siguiente sobre la «nacionalización» de YPF, fecha 16/04/12, «Así, una empresa integrada -YPF-, que combine racionalmente exploración con extracción y refinación, que garantice el abastecimiento interno y exporte el remanente, que vuelva a servir para el desarrollo regional, podrá, efectivamente, ser un puntal para nuestra segunda y definitiva independencia.»
      Es como dije más arriba, en muchos grupos trotskistas sigue vigente la contradicción fundamental IMPERIALISMO/NACION. Y para más ñapa Izquierda Socialista plantea de frente el control obrero de YPF.
      Saludos cordiales

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      ladudametodica

      17/04/2012 at 10:36

  12. Compañero Rolando. En relación a su respuesta sobre renta petrolera. Hace tiempo leí su respuesta a Iñigo Carrera, que estaba vinculada al problema de la renta agraria (creo que en ‘Realidad Económica). Sinceramente, me pareció una respuesta magistral. Uno de esos textos que a uno lo dejan satisfecho. Siempre busqué alguna réplica del profesor en cuestión, sobre todo, después que a usted lo acusaron de
    ‘decir barbaridades’ sobre la renta agraria. Pero jamás la hubo. En relación al petróleo. Hace rato que no estudio el tema, pero creo que la renta absoluta sería inaplicable por que, si bien lo entiendo, está ligada al monopolio absoluto del producto, lo que no se condice con la realidad. Igualmente tendría que ponerme a leer sobre el asunto. Prima facie, me parece que en la formación de los precios internacionales intervienen varios factores, incluídas las decisiones políticas que influyen en los volúmenes de extracción. De todos modos, estoy tocando de oído. Tengo que retomar el tema con tiempo.
    Gracias.

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    AP

    15/04/2012 at 10:54

    • Acerca de mi crítica a la posición del profesor Iñigo Carrera sobre renta, lo interesante no es solo que nunca respondió, sino que tampoco abrieron la boca todos los marxistas que decían estar de acuerdo con IC. El tema es importante, aplaudieron la tesis de IC durante años, y cuando mando una crítica, se llaman a silencio. Todavía estoy esperando alguna respuesta, pero hasta ahora, nada, miran para otro lado.
      En cuando a la renta absoluta, Marx no la explica por un poder de monopolio sobre el mercado, sino por la diferencia en composición orgánica, y por supuesto, el monopolio de la propiedad de la tierra. Trato el tema en «Economía política del subdesarrollo y la dependencia». Marx pensaba que la composición orgánica del capital en la agricultura era menor que en el promedio de la economía. Ya en su época esto no era muy convincente con respecto a la minería. En la actualidad, parece casi inaplicable a la agricultura, y por supuesto, a la minería y extracción de petróleo. Es interesante señalar que el propio Marx pensaba de todas maneras que la existencia o no de renta absoluta era una cuestión empírica, y que podía variar con la evolución histórica.

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      rolandoastarita

      15/04/2012 at 11:41

  13. Para el que esté interesado en el tema tengo dos libros digitalizados sobre el tema de la renta petrolera. Estos libros son muy importantes para entender la economía de los países petroleros, aunque no se esté de acuerdo con algunas de sus conclusiones.
    Uno es Teoría Económica del Capitalismo Rentístico. Economía; Petróleo, Renta, del economista venezolano Asdrúbal Baptista.
    El otro se titula La cuestión Petrolera de Bernard Mommer.
    Los dos libros se complementan, el de Baptista es la parte teórica y el de Mommer la parte histórica.
    Al que le interese este tema se los puedo enviar, con mucho gusto, vía email. Mi correo es: ladudametodica@gmail.com
    Saludos

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    ladudametodica

    15/04/2012 at 13:13

    • Aprovecho esta entrada para reconocer que usted tenía razón sobre un montón de grupos trotskistas. Yo también estuve rastreando. La vieja melodía de la ‘segunda independencia’ sigue gozando de buena salud. Como solía decir un viejo dirigente norteamericano. Nunca aprenderán.
      Gracias por ocuparse de rectificar el error.

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      AP

      17/04/2012 at 21:32

  14. Antes de nada agradecer el texto y debate, como siempre estimulantes, y pedirle a ladudametódica los textos sobre el tema de la renta petrolera. Mi correo es rodrigoesborges@gmail.com.

    Sobre el tema de Brasil, sub/imperialismo, unas preguntas iniciales:

    1) en cierto sentido la existencia de uno o más rangos entre colonia y país capitalista central no debería ser entendido como tan empírico como la de existencia de las naciones y su influencia extra-económica? Muchas veces me parece que en el debate de cual es la contradicción central se asume sencillamente que lo demás no existe o no importa. En otros términos, la línea de corte que define entre sencillez de la teoría y complejidad en lo real/concreto tiene que ser fija e inmutable?

    2) La segunda pregunta la relaciono al debate de plusvalía- sobreexplotación del trabajo (dejando claro sobre mi relativamente limitado conocimiento aún del debate de fondo político-teórico). Por un lado, hace unos años propuse una manera de comprobar o falsear en el plano empírico la hipótesis de sobreexplotación del trabajo, aplicándolo a Brasil de 1990-2005. Pero no he recibido ningún aporte, a parte de alguno que desestimó el concepto en sí por definición. Mi pregunta aquí es: os basáis simplemente que añadir una camada de complejidad invalidaria la teoría del valor? Como se comprueba esto? El mismísimo concepto no se construye y sostiene añadiendo camadas? O simplemente por no considerarlo central lo desestiman, dejando claro que más que describir la realidad compleja lo que importa es apenas la oposición directa capital/trabajo?

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    Rodrigo E. S. Borges

    01/05/2012 at 20:51

    • Disculpa podrías aclarar por que sobre:

      «Por un lado, hace unos años propuse una manera de comprobar o falsear en el plano empírico la hipótesis de sobreexplotación del trabajo, aplicándolo a Brasil de 1990-2005»

      Porque eso y lo que sigue no lo entiendo.

      Saludos.

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      Gerardo Daniel

      01/05/2012 at 21:15

    • Sobre mi propuesta «borrador», es un artículo de parte de un trabajo en el doctorado, que se puede ver en este enlace.
      En síntesis, en un índice comparativo de Brasil y una economía central (EEUU), intenté ver si la dinámica salarios-productividad era similar (negando la hipótesis), errática (lo que tampoco permitiría establecer la hipótesis), o con comportamientos distintos y duraderos en el tiempo.

      Si el comportamiento repetido fuese de mayor distancia entre aumentos de productividad /aumentos de salario para el caso brasileño, podría ser la traducción en el plano dinámico de algo apuntando hacia sobreexplotación.

      No sé si me explico, pero busco no extenderme demasiado en los comentarios, siguiendo la recomendación de Rolando. Si sigue el interés, puedo ir añadiendo más comentarios.

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      Rodrigo E. S. Borges

      02/05/2012 at 03:58

    • Desde luego que el abordaje sobre los datos fue bajo la óptica marxista

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      Rodrigo E. S. Borges

      02/05/2012 at 04:02

  15. Rolo

    ¿por que si el real paso de 1.54 en 2011 a mas del 3 en 2015 no se ve una inflacion alta como en argentina? segun su interpretacion la causa de la inflacion es la devaluacion

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    Ignacio

    03/09/2015 at 17:18

    • Primero, no he dicho que «en general» la causa de la inflación sean devaluaciones. Lo que he afirmado es que en Argentina las devaluaciones han sido los mayores disparadores de inflación. Para llegar a alta inflación y constante hace falta otros factores. Entre ellos, que haya un régimen monetario que permita el traslado a precios de la suba del tipo de cambio. Discuto esta cuestión en una larga nota, aquí y siguientes.

      De todas maneras, en Brasil la tasa anual de inflación pasó del 6,4% en diciembre de 2014 al 9,6% en julio de 2015. Este último es el valor más alto desde diciembre de 2003; es el quinto mes consecutivo de aumento. Esta aceleración de la inflación se da a pesar de un programa «de ajuste» que está intentando por todos los medios que la inflación no pase a precios. En particular, el gobierno ha aumentado la tasa de interés de referencia (SELIC) por siete veces consecutivas, llevándola al 14,25%. Es el nivel más alto en nueve años. Es claro que esta aceleración de la inflación, a pesar del «ajuste», no se puede explicar por «puja distributiva» (la tasa de desempleo está en ascenso) ni por monetización de déficit fiscal.

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      rolandoastarita

      03/09/2015 at 20:29

  16. Cual es su posicion con respecto al juicio politico de dilma? deberia apoyarse el NO? o no debe la clase trabajadora entrar en esta discucion?

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    juan

    17/04/2016 at 20:23

    • Pienso que la clase trabajadora no debería apoyar a ninguna de estas fracciones. No hay diferencias cualitativas entre el PMDB, el PT, o el PSDB. La crisis (caída del PBI del 4% anual en 20154 y 2015) se ha dado con el PT al frente del Gobierno, y el PMDB como su aliado. La respuesta a la crisis fue un plan de ajuste, instrumentado por el PT. ¿Qué tiene todo esto de progresista? Respuesta: absolutamente nada. Terminada la fase alcista del ciclo de materias primas, las llagas del atraso se muestran en toda su magnitud. El desastre de Petrobrás, los sobornos que recibió el PT de parte de sectores de la alta burguesía brasileña, el hecho mismo que el gobierno se haya mantenido en alianza con una formación oportunista y reaccionaria como el PMDB, todo pone en evidencia la naturaleza de este partido.
      Subrayo: la clase trabajadora debería romper con estas formaciones burguesas, tipo PT. La crítica tiene que ir a la raíz.

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      rolandoastarita

      17/04/2016 at 23:43

  17. Debería explicarse que es una pelea interburguesa y que la primera tarea es organizarse contra el ajuste?

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    Carver

    18/04/2016 at 14:59

    • Lo fundamental es la independencia de clase. La independencia de clase parte de caracterizaciones correctas de las fuerzas enfrentadas. Hay que caracterizar al PT como un partido burgués por su programa, orientación política y dirección. Es un partido burgués a pesar de que tiene una base obrera. La propaganda marxista debe demostrar la unidad profunda de clase entre el PT y el PMDB y el PSDB. Ninguna de estas fuerzas representa una salida progresista a la crisis para los trabajadores. El programa de ajuste de Dilma es un programa capitalista de salida de la crisis. Que la burguesía le haya retirado la confianza en cuanto a su capacidad para aplicar el ajuste no significa que Dilma, o el PT, representen un progreso para los trabajadores con respecto a la oposición.
      Subrayo que construir una alternativa independiente de los explotados tiene como primer paso hacer un análisis correcto de las fuerzas sociales en conflicto.
      Esta es una posición política, ideológica, general. No tengo elementos para opinar sobre las formas y métodos de lucha frente al ajuste y la crisis.

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      rolandoastarita

      18/04/2016 at 16:51


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