Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Crítica desde Venezuela y control obrero

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En Venezuela existe un sitio de la web, laclase.info, que publica noticias y artículos de izquierda, del cual se pueden recoger interesantes denuncias acerca del régimen chavista, y sobre la situación de la clase obrera venezolana. El sitio es controlado por una organización trotskista, el Partido Socialismo y Libertad. Días pasados, un lector de este blog hizo llegar a laclase.info mi nota sobre los ferrocarriles, en la que critico la consigna del control obrero. Los compañeros de laclase.info le respondieron con un e-mail en el cual, entre otras consideraciones, afirman:

“….a un economicista sectario como Astarita le resulta totalmente extraña la consideración de la conciencia de los trabajadores en lucha y la necesidad de empalmar con la profundización de sus reivindicaciones al calor de la movilización. En general, es enemigo del método marxista de levantar consignas transicionales, esbozado por Marx en su Circular a la Liga de los Comunistas de 1850 y desarrollado por Trotsky en La Revolución Permanente y el Programa de Transición. Si exigimos un salario mínimo igual a la canasta básica, dirá ‘ello es imposible en un marco capitalista, en un país semicolonial, etc.’, si exigimos seguridad social universal, dirá lo mismo. Si planteamos la necesidad de que los trabajadores y los usuarios asuman el control democrático de los trenes, dirá que es utópico. ¿Y qué propone Astarita ante el problema de los trenes en Argentina? Resumiendo su artículo, sería ‘La nacionalización de los trenes puede (o no) ser un paso en la dirección correcta, sin embargo no debemos pedir que pase a control de los trabajadores y los usuarios, hasta tanto no impongamos un Estado obrero’. No propone nada”.

Dado que mucha gente de izquierda comparte este tipo de crítica, considero que puede ser de interés responder los “cargos” de laclase.info a través del blog. Por lo tanto, en lo que sigue intentaré aclarar algunas cuestiones referidas a las consignas transicionales, el marxismo y el programa reivindicativo. También hago algunas consideraciones sobre el método de discusión. Antes de entrar de lleno en el tema, aclaro que mis diferencias con la laclase.info no disminuyen un ápice mi simpatía para con la lucha que llevan estos compañeros. Es que en el “socialismo siglo XXI” del chavismo, ser socialista (real) entraña riesgos. El Partido Socialismo y Libertad ha sufrido persecuciones y represión, al punto que siete dirigentes obreros de esta corriente han sido asesinados por lo que se conoce como el sicariato sindical. La respuesta, entonces, se da en los marcos de mi solidaridad con laclase.info.

Marx, Trotsky y las consignas transicionales

De acuerdo a lo citado antes, laclase.info sostiene que el método de levantar consignas transicionales habría sido “esbozado” por Marx en su “Circular a la Liga de los Comunistas de 1850”, y desarrollado luego por Trotsky. Esto es, habría habido una continuidad esencial entre el método transicional de Marx (y Engels, ya que la “Circular” fue escrita por ambos), y lo que hizo luego Trotsky. Este habría “desarrollado” lo que estaba “esbozado” (o en germen) en Marx y Engels. Habría habido entonces una conexión directa entre las tácticas de Trotsky y los “clásicos”. Sin embargo, lo que no explica laclase.info es en qué sentido Marx y Engels “esbozaron” el método transicional, y en especial, por qué solo “lo esbozaron”. ¿Por qué no lo “desarrollaron”? Tampoco explican mis críticos por qué no lo “desarrolló” la Segunda Internacional, ni la Tercera (antes del ascenso del stalinismo). Ni por qué hubo que esperar hasta la década de 1930 para que a Trotsky se le ocurriera “desarrollar” el método transicional. Si este método es tan eficaz para el marxismo, ¿por qué solo quedó en “esbozo” durante tantas décadas? Además, ¿qué es lo que hizo que recién en 1930 se convirtiera en “el” método por excelencia para desplegar una política revolucionaria? Todas preguntas sin respuestas si enfocamos el asunto en los términos “Marx lo esbozó, Trotsky lo desarrolló”.

Por supuesto, el problema reside en que laclase.info encaró mal la cosa. Es que el “desarrollo” de Trotsky implicó cambiar el contenido mismo del programa transicional y de su agitación, con respecto a lo que habían concebido Marx y Engels. ¿Por qué? Pues, porque Marx y Engels nunca plantearon la agitación transicional de la manera que lo haría luego el trotskismo. Siempre, circunscribieron la aplicación de un programa de transición a un escenario en que la clase obrera tomara el poder, y pudiera aplicarlo desde el poder. En situaciones de extrema tensión revolucionaria, su posición parece un poco más ambigua (lo veremos infra). Pero lo cierto es que no aconsejaron una agitación transicional en un escenario de domino del capital «normal». En el Manifiesto Comunista incluyeron un programa de transición y aclararon que sería aplicado por la clase obrera en caso de tomar el poder. Jamás se les ocurrió que los comunistas debieran exigir a un gobierno capitalista la adopción de demandas transicionales, como hace hoy el movimiento trotskista. Tampoco pensaron que este tipo de consignas debiera agitarse de forma sistemática para “desatar” la revolución. La crítica de Engels a Heinzen (ver aquí) tiene como eje explicar por qué es un absurdo la agitación de demandas transicionales en situaciones de dominio normal de la clase capitalista. Trotsky, en cambio, sostuvo que los marxistas debían concentrarse en agitar una o dos demandas transicionales para promover movilizaciones que avanzaran “en escalera”, hacia la toma del poder. Esto lo aconsejó para una situación como la de EEUU en los 1930, bajo el gobierno de Roosvelt, y lo presentó como táctica privilegiada para todo el movimiento, a nivel mundial. Y así ha permanecido en las organizaciones que se reclaman de la tradición de la Cuarta Internacional. Esta generalización entonces implicó un “salto de cantidad en calidad”. De un programa concebido originariamente para una situación muy particular -la clase obrera en el poder- se pasó a un programa aplicado durante décadas, a escala planetaria, bajo todo tipo de regímenes capitalistas, y para colmo, a través de la agitación de unas pocas consignas. La “generalización”del método transicional, de que habla laclase.info, implicó un cambio cualitativo con respecto al abordaje de Marx y Engels. Era volver a la posición de Heinzen que había criticado Engels.

Lo anterior explica también por qué el programa que se encuentra en El Manifiesto Comunista es el único programa de transición “acabado” que encontramos en la obra de Marx y Engels. Contra lo que sugiere laclase.info, en situaciones de dominio normal de la clase capitalista, Marx y Engels no respaldaron la agitación transicional. Durante su actuación en la Primera Internacional no abogaron por un programa de transición Cuando en los años 1880 hubo una ola de agitación radical a favor de la estatización de la tierra en EEUU, Marx manifestó su desacuerdo con esa demanda y explicó que se trataba de una consigna transicional que, como se explicaba en el Manifiesto Comunista, “son y deben ser contradictorias en sí mismas” (Carta a Sorge, 20 de junio de 1881). Por eso rechazó la agitación de esas demandas en EEUU; no tenía sentido en una situación no revolucionaria. La Segunda Internacional, bajo conducción de Engels, continúa el mismo criterio. Luego de la muerte del compañero de Marx, el ala izquierda (Rosa Luxemburgo, Lenin, Liebcknecht) tampoco pensaron que fuera conveniente agitar consignas transicionales, bajo regímenes capitalistas, en situaciones no revolucionarias. No hay manera de ocultar estos datos.

La táctica de la Circular de 1850

Mis críticos de laclase.info señalan, sin embargo, que la “Circular de 1850” es una prueba de que Marx y Engels anticiparon, en ese texto, la agitación transicional que practican desde hace décadas las organizaciones trotskistas. Sin embargo, si leemos la Circular, y la contextualizamos, veremos que mis críticos no tienen razón. La Circular de marzo de 1850 fue escrita por Marx y Engels para discutir cuál debería ser la actitud de la clase obrera en la futura revolución que preveían, y que eventualmente sería dirigida por la pequeña burguesía. En el texto distinguen varias situaciones: a) en tanto se prolongara la coyuntura no revolucionaria; b) cuando estuviera cerca el triunfo de la revolución de la pequeña burguesía, con la clase obrera en armas; c) cuando la pequeña burguesía tomara el poder, y los obreros, armados, y estuvieran en condiciones de establecer sus propios “gobiernos de obreros revolucionarios”.

La primera cuestión a resaltar es que Marx y Engels no aconsejan la utilización de consignas transicionales en tanto se prolongara la coyuntura no revolucionaria. Lo cual está en consonancia con la crítica de Engels a Heinzen; o con lo que decía Marx en 1881 sobre las consignas transicionales. ¿Por qué laclase.info no registra esta circunstancia?

Pero tampoco aparecen las consignas transicionales en el proceso de ascenso de la revolución. En la Circular, lo que puede asemejarse a la agitación transicional trotskista, solo se contempla para el escenario (c). Se sostiene que en una situación en que los trabajadores estuvieran armados y organizados, deberían reclamar al gobierno de la democracia pequeño burguesa una serie de reivindicaciones radicales. Con esto, pensaban Marx y Engels, acelerarían la centralización de las fuerzas productivas (contra el federalismo pequeño burgués), y podrían radicalizar el proceso revolucionario. Por ejemplo, si los demócratas quisieran regular la deuda estatal, los trabajadores deberían exigir la bancarrota nacional; si los demócratas establecieran impuestos proporcionales, los trabajadores exigirían impuestos progresivos; si los demócratas pusieran impuestos progresivos, los trabajadores reclamarían impuestos tan altos, que el capital quedaría arruinado, etc. Son medidas que la clase obrera exigiría a un gobierno burgués (o pequeño burgués), en una situación revolucionaria y de doble poder. No se trata entonces de un programa a ser aplicado por la clase obrera (como sucede con el programa propuesto en el Manifiesto). Tampoco aparece la idea de que la clase obrera pudiera instrumentar esas medidas radicales, a través del control obrero, o de alguna otra forma. ¿Qué tiene que ver esto entonces con un escenario como el que existe hoy en Argentina?

Digamos asimismo que tampoco entre febrero y octubre de 1917 los bolcheviques agitaron un programa transicional, como a veces ha pretendido alguna tradición del trotskismo. El dato es significativo, ya que se trata de una situación con algunas similitudes con la que contemplaba la Circular de 1850. Las Tesis de Abril, de Lenin, que fijan lo fundamental de la política que aplicarían los revolucionarios, no contienen ninguna referencia a la táctica transicional. He analizado esta cuestión en mi Crítica del Programa de Transición, y remito a ella. Más significativo aún, la Tercera Internacional, en el período de alta agitación revolucionaria, no adoptó un programa transicional “urbi er orbi”, como luego haría el movimiento trotskista, a partir de los años 1930.

Por lo tanto, no es cierto lo que dice la clase.info, que “en general” los marxistas hayan utilizado ese método. Por supuesto, es perfectamente admisible hacer cambios y corregir lo que se considere equivocado. El problema, sin embargo, fue que: a) Trotsky nunca hizo explícito que estaba introduciendo un cambio de proporciones en la manera de hacer política; b) nunca explicó por qué consideraba incorrecta la crítica de Engels a Heinzen. Si lo hubiera hecho, habría ayudado a la clarificación de lo que estaba en juego, y a profundizar el análisis de la táctica y la política de los marxistas.

Las discusiones en base al principio de autoridad

Además de las inexactitudes históricas en que incurre laclase.info, existe otra cuestión importante. Se trata de la creencia de que “tengo razón porque lo dijo Marx”, o “porque lo dijo Trotsky”, etc. Esta manera de argumentar no sirve para nada. En el punto anterior he demostrado que Trotsky no tuvo el mismo criterio que Marx con respecto al programa de transición, pero con esto no he demostrado que Trotsky no tuviera razón. Lo único válido como argumento son las experiencias razonadas, los análisis y las conclusiones que se saquen. Si sostengo que Marx tuvo razón, y que su criterio (en lo fundamental) es válido hoy, lo hago solo sobre la base de razonamiento y experiencia práctica; no porque a priori Marx “deba” tener razón por sobre Trotsky. El principio de autoridad es propio de dogmáticos o religiosos. En mi vida militante he visto muchos debates (y he participado en ellos, mea culpa) que se encaraban como “guerras de citas”. Nahuel Moreno, un dirigente trotskista argentino ya fallecido, era un maestro en esto. En las polémicas que sostuvo con otros trotskistas (Ernest Mandel, Pierre Lambert, etc.) desplegaba interminables dosis de citas (principalmente de Trotsky), como si ello diera alguna fuerza a sus argumentos. Pero esto solo sirve para “ganar” discusiones entre gente que está acostumbrada a guiarse por la fe. Carece de todo rigor científico.

Conciencia y movilización

Mis críticos piensan que soy un “economicista sectario” porque me “resulta totalmente extraña la consideración de la conciencia de los trabajadores en lucha y la necesidad de empalmar con la profundización de sus reivindicaciones al calor de la movilización”. Sin embargo, en el centro de mi crítica a la táctica de la Cuarta Internacional está el problema de la conciencia, y su vinculación con las movilizaciones. Por supuesto, critico también el enfoque económico del trotskismo (su concepción de las fuerzas productivas, su tesis del estancamiento del capitalismo desde 1914, etc.), pero mi cuestionamiento no se reduce a esto. Lo que planteo es que detrás de la táctica trotskista hay una visión mecánica y lineal de cómo se desarrollan las movilizaciones, y evolucionan sus programas y objetivos. Es que las organizaciones trotskistas piensan que si agitan consignas que “parecen” soluciones fáciles (por ejemplo, reparto de las horas de trabajo, con igual salario, para acabar con la desocupación), las masas harán suyas esas demandas. Y que una vez iniciada la movilización, la misma subirá “por escalera” (reivindicaciones cada vez más elevadas), hasta desembocar en la lucha por el poder. Como podrá comprobar cualquiera que haya leído mi crítica, afirmo que las cosas no suceden de esta manera, y sostengo que en esto tienen mucho que ver los discursos de las clases dominantes, la ideología de masas, las expectativas acerca de qué se puede lograr dentro del sistema y también la capacidad de la clase dominante de otorgar concesiones, apaciguar o desviar las movilizaciones. Se puede estar a favor o en contra de mis argumentos, pero para refutarme habría que decir algo más que “usted es un economicista sectario”. Máxime cuando no se puede mostrar un solo caso en que el método que se defiende haya dado resultado en algún país (y se aplicó de todas las formas posibles, en todas las circunstancias, a lo largo de más de siete décadas).

Consignas elementales

Mis críticos afirman: “Si exigimos un salario mínimo igual a la canasta básica, [Astarita] dirá ‘ello es imposible en un marco capitalista, en un país semicolonial, etc.’, si exigimos seguridad social universal, dirá lo mismo”.

La acusación impresiona, pero lo cierto es que no pueden citar ningún pasaje en el cual haya dicho o escrito semejante disparate. Por el contrario, he afirmado que, en una situación no revolucionaria, es necesario luchar por un programa mínimo de reivindicaciones. Este programa mínimo está conformado por aquellas consignas que, en principio, se pueden lograr en los marcos del modo de producción capitalista. Un salario mínimo igual a la canasta básica, o un seguro de desempleo, son demandas típicas de tal programa. Por esta razón, además, no sólo he reivindicado este tipo de programa mínimo, sino también he afirmado que es equivocada la idea de que “cualquier reivindicación seria del proletariado y hasta cualquier reivindicación progresiva de la pequeña burguesía conducen inevitablemente más allá de los límites de la propiedad privada” (Programa de Transición). He explicado que reivindicaciones muy serias, tales como mejoras de salarios, seguros de desempleo, el voto universal o libertades democráticas formales, han sido conseguidas “dentro de los límites” de la propiedad privada. Por supuesto, bajo el sistema capitalista estarán bajo amenaza, o pueden retroceder, etc. Pero esto no niega que se pueden obtener conquistas. Más todavía, he criticado las ideas “estancacionistas” referidas a los países atrasados. Y he afirmado que en estos países pueden existir avances de las fuerzas productivas, y la clase trabajadora puede arrancar mejoras (puede verse mi crítica a Marini y otros autores de la dependencia, en mi último libro; también aquí). En definitiva, he sostenido exactamente lo opuesto de lo que mis críticos me atribuyen. Y lo hecho en oposición a lo que afirma el Programa de Transición, que ellos reivindican.

Control obrero y reformismo

En diversas notas he planteado que es imposible establecer el control obrero del capitalismo, y que todo intento de aplicarlo, en condiciones como las que existen hoy en Argentina, lleva a la colaboración de clases (ver aquí). También he explicado por qué Marx, Engels, Rosa Luxemburgo o Lenin, jamás plantearon el control obrero de la manera en que lo plantea el trotskismo. Incluso he recordado que el propio Trotsky sostuvo que el control obrero, en situaciones no revolucionarias, lleva a la conciliación de clases. Es que no hay manera de establecer un control obrero de forma más o menos duradera bajo el capitalismo. Por ejemplo, es imposible establecer el control obrero (entendido en sentido revolucionario) como para que se completen las inversiones necesarias en los ferrocarriles argentinos. En este respecto, comparto lo que decía Trotsky: “Si la participación de los trabajadores en la gestión de la producción ha de ser duradera, estable, ‘normal’, deberá apoyarse en la colaboración de clases y no en la lucha de clases. Tal colaboración de clases solamente puede llevarse a cabo a través de los estratos superiores de los sindicatos y las asociaciones capitalistas” (Trotsky, 1980, p. 31).

No puedo estar más de acuerdo. Si el control obrero no es establecido en base a organismos revolucionarios, dotados de poder frente a la clase capitalista, termina como tantas otras experiencias de “cogobierno” con el capital. Y este punto, central, es el que se oculta cuando se plantea, en las actuales condiciones de Argentina, el control obrero. Jamás se dice que el control obrero solo es posible si cambian bruscamente las relaciones de fuerza entre la clase capitalista y el trabajo. A fin de hacerlo aceptable, nunca se aclara que no se puede aplicar por vía gradual, reformista, del tipo “empezamos participando en la administración de la empresa, para después ir subiendo en reivindicaciones”. Sostengo que no se pueden sembrar ilusiones a la ligera sobre este asunto. Además, en ningún lugar ha ocurrido que la demanda por el control obrero haya llevado desde una situación no revolucionaria a la revolución, o a la creación de consejos de doble poder, o instancias similares. Más bien ha sucedido lo contrario: la demanda del control obrero ha sido asimilada, en múltiples ocasiones, por la clase dominante para desviar, amortiguar, cooptar dirigentes y llevar movilizaciones a la vía muerta de la colaboración de clases. Esta es mi posición sobre el asunto. Naturalmente, laclase.info se cuida de explicarla, para atribuirme una idea que jamás sostuve: afirma: “la posición de [Astarita] sería “La nacionalización de los trenes puede (o no) ser un paso en la dirección correcta, sin embargo no debemos pedir que pase a control de los trabajadores y los usuarios, hasta tanto no impongamos un Estado obrero”.

La realidad es que siempre he planteado que el control obrero puede establecerse si hay organismos tales como soviets o consejos de trabajadores, en armas y enfrentados a la burguesía. Lógicamente, este escenario puede darse antes de que la clase obrera llegue al poder. Pero además, en la frase citada existe un tema más fundamental, que se puede formular a través de una pregunta: el control obrero ¿se pide o se impone? La cuestión es clave. Si se pide el control a la clase dominante (de la misma manera que se pide, por ejemplo, un aumento de salario), tendremos un control en los marcos de la legalidad burguesa. En otras palabras, el Congreso sanciona una ley, o el Ejecutivo dispone algún decreto por el cual “concede” el control a los trabajadores. Sin embargo, si no hay situación revolucionaria, no hay otra manera de acercarse al control obrero que solicitándolo. Esto es lo que se está haciendo hoy en Argentina, ya que nadie piensa que se pueda imponer el control por vía de los hechos. Por ejemplo, a través de comités obreros que se hagan cargo de controlar, quebrando la voluntad de la clase dominante. Pero si el control se establece por vía de los mecanismos legales, ¿qué tiene que ver con la transición al socialismo? Nada que ver. El contenido de la consigna está dado por el contexto en que es agitada, y por las posibilidades concretas de instrumentarla. No hay que engañarse con palabrerío vacío.

Usted no propone nada”

Llego por último a “la” crítica que se hace a mi planteo. Ya la han formulado en algún sitio de organizaciones trotskistas. En este respecto, laclase.info no aporta novedades. En algunos casos, también se me hace el cargo de “propagandismo abstracto” porque no presento soluciones “para ahora”. Se afirma que formulo críticas al capitalismo, pero no doy soluciones a los problemas (al margen de remitir a las soluciones de un futuro socialismo).

La primera cuestión es que, en buena medida, mis críticos tienen razón. Efectivamente, sostengo que los problemas fundamentales del capitalismo, que afectan a la clase trabajadora y a las masas empobrecidas, no tienen solución dentro del sistema capitalista. Es que sería incoherente de mi parte defender el marxismo, y al mismo tiempo afirmar que es posible solucionar dentro del capitalismo los males que, según el marxismo, son inherentes al capitalismo. Para “bajarlo a tierra”: los marxistas decimos que en tanto exista el sistema capitalista, habrá explotación del trabajo. Pero entonces es absurdo que nos reclamen una solución al problema de la explotación… dentro del sistema capitalista. Algo similar ocurre con otras cuestiones. Por ejemplo, los marxistas decimos que es propio de la dinámica del capital que haya grandes crisis, y recurrentes. Entonces aparece algún crítico que nos pregunta: “pero… ¿qué solución propone usted ahora, para acabar con las crisis capitalistas?”. Cuando respondemos que no tenemos solución, responderá indignado “usted no tiene propuestas” y “es un propagandista abstracto”. Si explicamos que nuestra salida es el socialismo, nos dirá algo así como “muy bonito, pero muy lejano”. En definitiva, se nos está pidiendo que utilicemos El Capital para solucionar los problemas del capital. Lo mismo sucede con la desocupación. Explicamos que en tanto exista el capitalismo, la desocupación no va a desaparecer, pero entonces se nos critica porque no proponemos medidas para acabar con la desocupación capitalista. En el fondo, nos están solicitando que colaboremos con el capital para “encontrar soluciones”, en los marcos del sistema capitalista. Pero por esta vía se liquida el contenido crítico del marxismo.

El segundo problema de la crítica “usted no propone nada” es que en el fondo se me está pidiendo que apoye consignas y demandas sin importar si son lógicas, si están de acuerdo con la coyuntura o si conducen a algún lado. Lo importante, pareciera, es “decir algo”. Es un criterio que recuerda un viejo cuento ruso (lo cita Lenin), de aquel que ve pasar un entierro y grita “Espero que siempre tengan algo que llevar”. Es una idea que está muy instalada. Hace ya varios años discutía con un militante del partido Comunista sobre la consigna del impuesto Tobin (un impuesto a las transacciones cambiarias), y luego de explicar por qué pensaba que esa medida no arreglaría nada, me respondió que “lo importante es que la gente la reivindique”. Pero si esto es así, dejemos aquí mismo todo análisis científico sobre demandas, naturaleza del capital, lógica de la acumulación, etc. Para esto, da lo mismo cualquier consigna, la “igualación de las clases sociales”, la instalación del “bono del trabajo” en lugar del dinero, o el control obrero sobre el ejército, para mencionar solo algunos de los disparates que se han formulado a lo largo de la historia y que, por supuesto, no llevaron a ningún lado. La política y la táctica sustentadas en el marxismo no tendrían el menor fundamento científico.

Por último, y en tercer término, hay que decir que, como ya expliqué, sí propongo luchar por las reivindicaciones elementales. Por ejemplo, la exigencia de que en ferrocarriles no haya trabajadores precarizados, es una demanda elemental. También lo es exigir que se viaje seguro, o de manera más confortable. Los sindicatos pueden convocar a huelgas o manifestaciones exigiendo la mejora del sistema de transporte. La manera en que se resuelva, por supuesto, no es asunto de la clase obrera (después de todo, los medios de producción están en manos de la clase capitalista y de su Estado). Para explicarlo con un ejemplo sencillo: cuando los trabajadores exigen un aumento de salarios, están defendiendo el valor de su fuerza de trabajo. Cómo hace la clase capitalista para satisfacer esa demanda, no es un problema que sea incumbencia del trabajo. Algo similar puede decirse de los muchos asuntos en los que la clase capitalista trata de “enganchar” al trabajo (a través de su dirigencia gremial, a veces también política) al carro de la colaboración de clases. Un programa elemental, articulado con la crítica al sistema capitalista, y con el programa del socialismo (las soluciones de fondo que propone el marxismo), permite desplegar una estrategia política independiente de la clase dominante. En el fondo, cuando se hace esta crítica se está diciendo que si no se levanta alguna consigna transicional (para ser “impuesta”), no hay propuesta. Lo cual es, de nuevo, un absurdo. Se nos quiere hacer creer que a lo largo de la historia del socialismo no hubo propuestas hasta que apareció el Programa de Transición de la Cuarta Internacional. No hay manera de entender la historia del socialismo con semejante supuesto.

En conclusión, la crítica que me ha formulado laclase.info no tiene apoyo ni en la teoría, ni en la experiencia histórica. Además, falsea de manera grosera mis posiciones. Atribuirme la idea de que no es posible luchar por reivindicaciones elementales es, para decirlo de manera suave, un desatino. Por supuesto, todo el mundo tiene el derecho de decir “no contesto”, y se acabó. Pero si decidimos polemizar, no podemos atribuir cualquier idea a nuestro adversario político para “demostrar” que está equivocado. Esto solo sirve para echar humo y envenenar el ambiente.

Texto citado: Trotsky, L. (1980): La lucha contra el fascismo, Barcelona, Fontamara.


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Crítica desde Venezuela y control obrero

Written by rolandoastarita

07/03/2012 a 15:37

164 respuestas

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  1. Pero por favor! Cómo esperas superar el capitalismo si o es colectivizando las empresas, cómo trascender el estado capitalista si no es colectivizando la propiedad y socavándolo con la acción obrera? Y si no aquí, dónde? Y si no ahora, cuándo? Che Guevara te abofetearía por diletante y contrarrevolucionario, por comunista de sillón.

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    Maju

    07/03/2012 at 16:00

    • Además de utilizar la terminología típica del stalinismo (el que no está de acuerdo conmigo es diletante contrarrevolucionario, etc., etc.) habría que tratar de presentar algún argumento. Al Estado capitalista no se lo «trasciende» (bonita palabra!) con estatismo burgués (¿qué rayos tiene que ver con la «colectivización»? ¿No hay límites para los disparates?) ni con el «control obrero» legalizado en los marcos del Estado capitalista. ¡Bonita experiencia la de los «controles obreros» en los marcos de la legalidad burguesa! ¿Cuál te gusta más? ¿La del PC italiano colaborando con la explotación en la FIAT? ¿O la del Sindicato de Luz y Fuerza coadministrando la vieja Segba? Ah… estos no eran «comunistas de sillón».

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      rolandoastarita

      07/03/2012 at 16:06

    • Brillante Rolo, pueden objetarte que estamos en una situación revolucionaria ¿alguién se atreverá a publicarlo?

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      Omar

      07/03/2012 at 18:31

    • Rolo, me parece que Maju, conociendo sus posiciones por otros comentarios que leí en este blog, fue irónico.

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      Fernando

      07/03/2012 at 19:00

    • Igual me estoy confundiendo. Perdona si entiendo mal los detalles en discusión. Porque yo entiendo que control obrero es control obrero: la asamblea u otro órgano democrático de los trabajadores se hace cargo de la empresa. Esto es parte del proceso revolucionario y un paso en la toma del poder general por la clase obrera (puede ser el resultado pero casi mejor que sea parte de la revolución misma: no se valora tanto lo que te dan, quizá sin querer, como lo que se consigue luchando).

      En el peor de los casos puede acabar en una cooperativa o no sé pero no veo ningún mal a ir avanzando en la democracia económica, puesto que en eso consiste la toma del poder por la clase obrera.

      Dudo mucho que me puedas acusar de estalinista (si no me equivoco los estalinistas eran los que más gustaban de comenzar la casa por el tejado, esperando a la toma de poder en el estado, que si no fuera porque algunos como Mao o Castro se salieron del guión pseudo-ortodoxo, no hubiera ocurrido nunca). Si acaso me puedes tachar de anarquista, izquierdista o ignorante pero no de estalinista.

      Yo lo que entiendo en este artículo de todas maneras es que dices que lo único a lo que pueden aspirar los trabajadores es a ciertas concesiones «tradicionales» (salarios, condiciones laborales) pero nunca a al control de la empresa. Pero no sólo cuestionas que sea posible sino que incluso cuestionas que sea deseable.

      Por qué no va a ser deseable? Qué hay de malo en que una empresa sea colectivizada? Es comparable a lo de FIAT o la cogestión alemana (donde la propiedad permanece en manos de los burgueses?) Es acaso mejor que permanezca en manos burguesas?

      En el peor de los casos puede ser inútil o fútil pero la revolución se demuestra andando, no rezando a San Carlos Marx (metáfora por esperar la revolución futura en lugar de desarrollarla en lo posible y más allá de lo posible aquí y ahora) ni con mera teoría. Y he mencionado al Che porque no me lo imagino esperando a que en un futuro remoto haya una revolución, como un creyente que espera la resurrección en vez de vivir aquí y ahora, sino que fue ejemplo claro de que hay que intentarlo, porque aunque se fracase se triunfa, el único fracaso es no intentarlo.

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      Maju

      07/03/2012 at 22:09

  2. En mi opinión, el crítico venezolano es certero: Las objeciones de Astarita al programa de transición muestran sobre todo su incomprensión del concepto trotskista de la transición, ya que han sido elaboradas en base al la presuposición del normal funcionamiento del capitalismo (es decir: a partir de suponer lo contrario de las condiciones en las cuales y para las cuales el dicho programa fue formulado). Es por esto que ha recibido innumerables críticas, a las que sistemáticamente responde con una lógica tan incontestable como la de Lewis Carroll cuando ironizaba: “Si así fue, así pudo ser; si así fuera, así podrìa ser; pero como no es, no es. Esto es lógica”. Todo el sentido dialéctico que Astarita muestra en las discusiones sobre método, desaparece cuando encara la realidad social y política como si ésta pudiera contenerse en compartimientos analíticamente estancos. En fin, como sé que aquí este tipo de comentarios no son recibidas auspiciosamente, no redundaré en críticas que ya han sido muchas veces formuladas.

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    Vico

    07/03/2012 at 18:08

    • Aquí cada cual puede opinar como se le ocurra, con la única condición de que no se agreda personalmente. En cuanto a las premisas económicas y sociales del PT, las critiqué largamente en notas y en la Crítica al PT. Todo eso es un disparate, que no resiste el menor análisis. Pero de todas maneras, y como ya dije varias veces, con respecto a la gente que todavía cree que las fuerzas productivas están estancadas desde 1914, no veo manera de que ya pueda cambiar de opinión. En cualquier caso, el «sentido dialéctico» solo rinde frutos si se acompaña de una dosis de realismo (hay una realidad objetiva, por fuera de nuestras creencias, etc.).

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      rolandoastarita

      07/03/2012 at 23:47

    • Insistir en que la tesis estancacionista desde 1914 es una premisa necesaria de cualquier respaldo al programa de transición no es más que azotar a un hombre de paja. Nadie ignora, ni siquiera los trotskistas, que existió la recuperación general de postguerra («los 30 gloriosos»).
      Otra andanada «crítica» disparada al aire consiste en correlacionar la vigencia del programa de transición -o del empleo de consignas transicionales- a la existencia de una situación revolucionaria, cuando Trotski formuló su programa para una época, no para una situación (una situación revolucionaria, en todo caso, antepondría la consigna de la toma del poder a cualquier programa de reivindicaciones transicionales, es decir volvería anacrónico a este último). En consecuencia, cualquier crítica que se desee hacer al programa de transición, para ser seria, debería tener su punto de partida en una caracterización de la época actual (y no simplemente de la época de Trotski). Y no he sabido que Astarita haya realizado tal caracterización.
      En tercer lugar, hablar de la situación revolucionaria, de la existencia de soviets, del proletariado en armas, etc. en términos de hay o no hay, de está dado o no está dado, presupone un punto de vista pasivo, opuesto por el vértice al que debería asumir un militante revolucionario. De ahí mi cita de Carroll: entre lo que es y lo que no es, desde esta manera de razonar (y de hacer política) no se visualiza ni se procesa ni se impulsa transición dialéctica alguna. Y este es el meollo de lo que consideré una incomprensión palmaria del concepto trotskista de la transición: no se trata tanto de distinguir lúcidamente entre lo que es y lo que no es, entre lo que hay o está dado y lo que no hay o no está dado, sino de comprender y de desarrollar el pasaje de un término al otro.
      Para colmo, las incoherencias abundan en el planteo supuestamente crítico del programa de transición. Para dar sólo un ejemplo: por un lado la crítica «demuestra» que el control obrero resultaría o bien una fantasía irrealizable (¡controlar al capital!) o bien un planteo de colaboración de clases (siempre a partir de asumir acríticamente el normal funcionamiento del capitalismo), pero por otro lado el crítico recomienda luchar por un programa mínimo de reivindicaciones, algo que sí tiene que ser, ya sea bajo el normal funcionamiento del capitalismo o no, un planteo de conciliación de clases porque mantiene la conciencia del trabajador dentro de parámetros capitalistas: la defensa del valor de la mercancía que el trabajador pone a la venta.
      En fin, otro «pilar» de la crítica al PT consiste en afirmar que la estrategia de orientar las luchas hacia el primer escalón de la «escalera» transicional no funcionó jamás. Mi opinión es que, al contrario, éste ha sido el único modo en que las cosas han funcionado cada vez que han funcionado, y así puede ejemplificárselo suscinta y simplificadamente con el caso de la propia revolución rusa: A la toma del poder por la clase obrera se llegó por medio de reivindicaciones que aparentemente eran compatibles con el capitalismo -como el fin de la guerra, el reparto de la propiedad agraria, el sufragio universal, etc.- pero que, en la práctica, sólo podían alcanzarse superándo revolucionariamente al capitalismo. Las masas rusas no lograraron repartir la tierra -o, al menos, consolidar su reparto- sin antes establecer el gobierno obrero, pero las masas sólo llegaron a comprender la necesidad del gobierno obrero mediante la lucha sistemática por el reparto de la tierra (y por la paz, las libertades democráticas y otras reivindicaciones que cumplían, justamente, una función transicional).

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      Vico

      08/03/2012 at 11:38

    • Sus errores son tantos que se me hace difícil una respuesta sintética. Aunque mucho de esto ya lo he analizado en otros trabajos.
      Primera cuestión, sobre el desarrollo de las fuerzas productivas. Los trotskistas en este aspecto juegan a las escondidas. El problema es así: la premisa del PT, establecida por Trotsky, es el estancamiento del capitalismo. ¿Cómo se compatibiliza esto con el hecho real de que hubo desarrollo de las fuerzas productivas? En la Cuarta Internacional hubo dos respuestas. La primera, de Mandel, fue decir que había desarrollo de las FP, al menos en la posguerra. Pero esto debería haberlo llevado a revisar el PT. ¿Por qué? Pues porque afirmaciones como que en el capitalismo ya no serían posibles etapas reformistas, se caían a pedazos. Y esas afirmaciones, subrayo, están en el centro de la táctica transicional.
      La segunda respuesta fue seguir sosteniendo que había crisis. Por ejemplo, el Comité Internacional de la Cuarta «no mandelista», en los años 1960 seguía diciendo que la crisis económica de 1930 nunca se había cerrado. Luego, en 1974-5, decía que «ahora sí» había comenzado. Y así seguían pateando el asunto para adelante. De hecho, hoy hay grupos trotskistas que admiten que hubo desarrollo desde 1945 a fines de los 1960, pero que desde entonces ya hay estancamiento. Esto es, llevaríamos unas 4 o 5 décadas de estancamiento crónico. He demostrado que todo esto es un disparate, que solo se sostiene por la necesidad de seguir afirmando la vigencia del PT.
      Segundo, sostener que la lucha por reivindicaciones elementales, bajo el capitalismo, lleva necesariamente a la conciliación de clases, es otro dislate. Todo depende de en qué marco se ponga esa lucha. Esta es la crítica fundamental que hace Lenin al reformismo. Lenin decían que la lucha por reformas era demasiado seria como para dejarlas en manos del reformismo. ¿Usted piensa que lo hacía para fomentar la conciliación de clases? No, en absoluto, lo planteaba porque es necesario defender las conquistas elementales, y porque éstas siempre pueden ser el punto de partida de luchas mayores. Pero esto debía ser acompañado de la propaganda y la educación socialistas. En última instancia, es lo que planteaba Marx en Salario, precio y ganancia. También puede ver esto en lo que expliqué, en otro Comentario reciente, acerca de la política de la IC.
      Tercero, es esencial distinguir entre demandas mínimas y demandas transicionales. Las primeras son posibles de obtener bajo el régimen capitalista, en principio. Las segundas solo tienen sentido articuladas con todo un programa. Es la esencia del planteo de Engels a Heinzen. Es la razón por la cual Marx se niega a agitar por la estatización de la tierra en EEUU; o por consignas proudhonianas del tipo «acabar con la tasa de interés», etc.
      Cuarto, el criterio fundamental para discutir lo adecuado o no de una consigna tiene que ver con las condiciones en que se puede concretar. Es el criterio que tiene Lenin (que he reivindicado en la Crítica del PT), y es el que se pasa por alto generalmente. En el caso del control obrero, Lenin hace una pregunta fundamental. Dice, «si quiero controlar tengo que preguntarme con qué fuerza cuento para controlar». Lo mismo plantea ante otras consignas que parecen muy revolucionarias (un ejemplo, su posición con respecto a la abolición de la diplomacia secreta). Pero todo esto tiene incidencia muy actual. Ir hoy a los centros de trabajo a plantear que hay que luchar por el control obrero, y que para esto hay que organizar comités independientes de las patronales, que la enfrenten y le impongan el control, es no saber dónde estamos parados. Es no tener ni idea de lo que está sucediendo. Ningún marxista puede aplicar esta táctica.
      Quinto: solo al precio de confundir las consignas elementales (propias del programa mínimo) con las consignas transicionales, se puede decir que en Rusia de 1917 funcionó el método planteado por Trotsky en el PT. Tierra para los campesinos, Asamblea Constituyente, etc., son reivindicaciones propias del programa mínimo. Lenin ha precisado bien lo que es el programa mínimo: es el programa conformado por las consignas que en principio se pueden obtener bajo el capitalismo. Esto es distinto de un programa de transición. Por ejemplo, no hay manera de acabar con la desocupación repartiendo las horas de trabajo, en el sistema capitalista. Ésta es la diferencia. Por eso Marx y Engels defendieron la lucha por reivindicaciones elementales, bajo el capitalismo, pero criticaron la agitación de consignas transicionales en situaciones de dominio normal de la burguesía.
      Volviendo a 1917, lo que explicaron las Tesis de Abril fue que para conseguir esas reivindicaciones elementales (Asamblea Constituyente, paz, tierra) había que tomar el poder. Las Tesis no plantearon que había que centrarse en dos o tres consignas transicionales, para agitarlas insistentemente, a fin de que las masas llegaran al borde de la toma del poder. La táctica defendida por Lenin en esas Tesis fue opuesta a lo que recomienda Trotsky en el PT. Trotsky en el PT (y esto está muy claro en las discusiones con el Socialist Workers Party, cuando explica la manera en que debe hacerse la agitación) dice que hay que concentrarse en la reivindicación transicional (por ejemplo, reparto de las horas de trabajo hasta acabar con la desocupación), pero dejando en la indefinición la cuestión del poder. ¿Por qué? Pues porque piensa que hay que «arrancar» con algo que parece fácil ante las masas (pero los marxistas sabemos que es imposible de lograr en el capitalismo), para que lleguen al borde de la toma del poder. ESTO ES LO OPUESTO DE LA TÁCTICA LENINISTA DE 1917. Todo el peso de las Tesis de Abril es explicar que todo el poder tiene que pasar a los Soviets. La idea de «explicar pacientemente», de las Tesis; el peso en los propagandistas del partido; la política de no fomentar luchas parciales reivindicativas, está todo articulado por la misma directriz. ¿Qué tiene que ver esto con la táctica transicional? NADA.
      Subrayo: el método de la agitación transicional es concentrarse en pocas consignas (a lo sumo tres) para arrancar la movilización, sabiendo que de esas demandas algunas, por lo menos, jamás podrán ser cumplidas bajo el capitalismo.
      Por supuesto, los trotskistas siempre estuvieron muy interesados en que estas cuestiones no salieran a la luz. Siempre se manejó la simplificación «división entre programa máximo y mínimo es propia de la época reformista», y se pretendió que ya en 1917 se iba a una especie de «programa de transición». Para sostener este cuento, se disimulan las cosas. Por ejemplo, lo que dice Trotsky sobre la consigna de «fuera los ministros burgueses» no tiene punto que ver con la política de Lenin (una cuestión que ha traído muchos problemas tácticos ante gobiernos «socialistas»). Pero se ha mantenido la historia tal como la explicó Trotsky. Le planteo la siguiente cuestión: Trotsky dice, en el PT, que la fórmula del «gobierno obrero y campesino», entendida como la exigencia de que los socialistas revolucionarios y los mencheviques rompieran con los ministros burgueses, y tomaran el poder, jugó un rol de primer orden en la agitación bolchevique. Durante años me creí esta historia. Pues bien, cuando me puse a buscar dónde Lenin recomendó tal política (empezaba a intuir que no encajaba con su táctica), no la encontré por ningún lado. En las Tesis de Abril no figura la exigencia de ruptura con los ministros burgueses. En los numerosos escritos sobre agitación, el asunto no aparece. Solo hay un escrito en el que plantea que si los soviets, dirigidos por los mencheviques y SR, tomaran el poder, tendrían el apoyo de los bolcheviques. ¿Qué tiene que ver esto con la exigencia de renuncia de los ministros burgueses? Nada que ver. Pero esto no impidió que la Cuarta Internacional considerara «genial» la táctica de Trotsky (con resultados muy problemáticos en muchos países en que hubo gobiernos de frente popular).
      Por supuesto, todo esto explica también que ningún trotskista pueda explicar entonces por qué, por ejemplo, Lenin mantuvo la división entre el programa mínimo y máximo en 1917. Incluso en vísperas de la toma del poder, cuando Bujarin le propone reemplazarlos por el programa de transición, Lenin explica que en tanto haya capitalismo, habrá que mantener la división entre ambos programas. En su visión (que es la de la mayoría de los trotskistas) esto solo se podría explicar por «conciliacionismo» de clases. Claro que a las pocas horas de escribir esto, caía el Palacio de Invierno en manos de los bolcheviques.
      Todo esto lo he escrito y explicado muchas veces.

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      rolandoastarita

      08/03/2012 at 13:20

  3. Perdón, aclaro para no generar confusión: Tal vez alguién piense que en Argentina o en Venezuela o a nivel mundial hay una situación revolucionaria, por lo tanto se justifica la utilización de las consignas transicionales. Entonces, habría que discutir esa caracterización….

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    Omar

    07/03/2012 at 18:51

    • Yo sí entiendo que hay una situación pre-revolucionaria in crescendo a nivel mundial. La situación revolucionaria o revolución en sí misma… esa hay que hacerla (aunque yo diría que hay países como Nepal o Grecia en los que están en plena situación revolucionaria). Y como digo, ni Che, ni Mao (y no soy maoista pero está claro que Mao rompió el guión, lo mismo que Lenin y tantos otros), ni Marx mismo se quedaron sentados esperando, sino que trataron de hacer de la revolución obrera una realidad de acuerdo con su mejor entendimiento y sus posibilidades.

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      Maju

      07/03/2012 at 22:18

    • Lo del sillón es una chicana de bajo nivel, que ni vale la pena contestar. Sobre que existe una situación pre-revolucionaria in crescendo a nivel mundial, pues bien, es lo que están diciendo muchas corrientes trotskistas desde hace por unos 50 años (y a veces más). Son afirmaciones que se hacen contra toda evidencia. Cuando leo semejantes cosas, me encojo de hombros y ya no discuto. Sigan nomás…

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      rolandoastarita

      07/03/2012 at 23:41

    • Creo que lo que le he dicho a Sherman abajo vale para aquí. Excepto lo de que «lo que están diciendo muchas corrientes trotskistas desde hace por unos 50 años»…

      Hombre, no ha habido una crisis del Capitalismo mundial como la de ahora al menos desde los años 30 (y quizás nunca – yo la comparo con la crisis de finales del s. XVIII, que es la crisis del Antiguo Régimen), por lo tanto no se puede comparar. De todas formas sí que hubo situaciones pre-revolucionarias en los 60-70 (probablemente no se daban las condiciones objetivas pero las subjetivas sí que había), aunque a partir de los 80 la reacción toma el control de nuevo con la burbuja reaganista… hasta 2007-08, cuando el modelo reaganista-thatcheriano colapsa con su burbuja.

      Bueno colapsa… más bien llega a sus límites y se encuentra con la «necesidad» (por parte de la clase burguesa) de aumentar los índices de explotación directos (y palpables y sangrantes). Esto fuerza a la clase trabajadora a situaciones límite despertándola del letargo y abriendo sus ojos a la realidad de la explotación. No me parece que las élites burguesas sean capaces (ni quieran) reinventar el estado de bienestar y derechos laborales (un legado de la guerra fría y luchas pasadas), más bien quieren agudizar el programa reaganista-thatcheriano y demolerlos del todo. Pero la burbuja especulativa de crédito fácil en que se apoyaban se ha acabado.

      Esto crea o más bien desvela las contradicciones fundamentales, no sólo de la lucha de clases sino incluso las contradicciones económicas marxistas clásicas. Acaso no vemos hoy un colapso casi total de la demanda (sobreproducción) mientras las élites la destruyen más y más mediante sus intentos de arrebatar poder económico y general a la clase trabajadora? No sé si es una «condición» pero sin duda es una circunstancia que se espera que ocurra y que en cierto grado produzca las condiciones pre-revolucionarias, fase en la que aún estamos en la mayoría de los lugares.

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      Maju

      08/03/2012 at 06:06

  4. ¿Porque nunca mencionás al anarquismo entre las corrientes socialistas?

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    Fernando

    07/03/2012 at 19:30

  5. Será porque no tiene existencia en la realidad.

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    Pepe

    07/03/2012 at 22:16

    • Tiene existencia, tanto presente como pasada. No se puede ignorar.

      De todas formas a mí me interesa más el eclecticismo innovador de la Autonomía Obrera (o como ser marxista y anarquista a la vez y superarlos a ambos).

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      Maju

      07/03/2012 at 22:20

  6. situación revolucionaria: a) un proceso de organización independiente, b) de radicalización política, c) de creación de sus propios organismos de lucha, d) de masificación de las organizaciones de la izquierda revolucionaria ) e) de puesta en pie de organismos de poder, f) y de acciones revolucionarias no espontáneas sino organizadas: g) de insurrecciones armadas que peleen por el poder. Nada de esto pasa en el mundo hoy. A lo sumo revueltas o rebeliones

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    Sherman

    07/03/2012 at 23:35

    • Exceptuando parcialmente (g) todo eso se da en Grecia (por poner el ejemplo más claro). Además como distingues una acción revolucionaria espontánea de una organizada: cuando la bendice el listo de la cúpula del partido?

      Yo te digo que en Grecia hay una situación revolucionaria para el que quiera verla, incluso si la izquierda revolucionaria está fragmentada en al menos cuatro bloques, se ocupan prefecturas y hospitales, un millón salen a la calle y queman bancos, si hubiera elecciones ahora (y están prometidas para Abril, ya veremos) la izquierda a la izquierda de los socialdemócratas ganaría claramente.

      En Nepal los maoístas, como sabrás, llegaron al gobierno (otra vez) pero se enfrentan ahora al descontento de gran parte de la base que no quiere (legítimamente) disolver las milicias y quedarse con una revolución a medio hacer. En cualquier caso también hay una situación revolucionaria clara.

      En otros lugares yo hablaría de pre-revolucionaria porque la gente está aún tomando conciencia y organizándose, por ejemplo ocupando espacios públicos (y «privados» de empresa), impidiendo desahucios e incluso llamando a la primera huelga general en USA en décadas (y haciéndolo al margen de unos sindicatos que se han vendido hace mucho). O, en el caso de India, tienes una insurrección armada creciente, acompañada de huelgas (hubo una exitosa huelga general hace pocos días), bloqueos de carreteras, todo ello organizado por el PC maoísta/naxalita (mayormente).

      Y hay más. Y además la guerra de clase de arriba abajo se acentúa por momentos. En el llamado Norte Global, los y las trabajadoras que antes gozaban de un estatus razonable se encuentran en la calle sin nada casi de la noche a la mañana. Naturalmente esta gente no tiene una conciencia de clase clara ni es ideológicamente revolucionaria, pero están despertando a la realidad rápido. Y eso implica que las revueltas «espontáneas» que vemos hoy no van a desaparecer en la nada sino que casi inevitablemente deben de coagularse en un movimiento de clase más consolidado y capaz eventualmente de reemplazar al sistema capitalista.

      No sé en Argentina pero en el resto del planeta va a ser, está siendo ya, un década muy agitada y en mi opinión muy prometedora. Ya veremos en que resulta pero si no coges la ola, esta se va sin ti.

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      Maju

      08/03/2012 at 05:39

  7. Hago mía la pregunta de Fernando ¿Porque nunca mencionás al anarquismo entre las corrientes socialistas?

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    Daniel

    07/03/2012 at 23:59

    • ¿Porqué un marxista deberia mencionarlas? Que los anarquistas se ocupen de mencionarse entre ellos. No es que tengan demaciada relevancia.
      En lo personal he estado bastante tiempo en contacto con anarquistas de destinto pelaje y la mayoria de las criticas que aparecen en este y otros articulos del Prof. Astarita pueden aplicarse al anarquismo, por lo menos al actualmente existente, su «doctrina» anti-estado es puro verbalismo.

      En un aparte me parece excelente el articulo, actualiza y condensa muy bien cosas ya discutidas.

      Saludos.

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      Gerardo Daniel

      08/03/2012 at 07:43

    • ¿Porqué un marxista deberia mencionarlas? Sencillamente porque comparten luchas y muchos de los conceptos marxistas. Despues dicen que sectarios son los leninistas, los troskos, los… pero «ensuciar» NUESTRA teoria con mencionar, mencionar los anarquistas!!! A quién se le ocurriria?!

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      Fernando

      11/03/2012 at 12:22

    • Si no mencioné a los anarquistas es porque no conozco qué producen o qué sostienen acerca de los temas que he ido tratando en este blog. A lo largo de mi militancia no he tenido casi contacto con corrientes anarquistas. Con respecto a la división «clásica» entre marxistas y anarquistas, por un lado tengo una afinidad con la crítica del anarquismo a toda forma de burocracia. Pero por otra parte, estoy convencido de que su renuncia a la pelea por el poder, puede tener consecuencias graves para la lucha de la clase obrera. En este respecto, me ha impactado la lectura (hace ya varios años) de El eco de los pasos, de Juan García Oliver. En especial porque se trata de una experiencia revolucionaria vivida «desde adentro», y a través de la que fue, posiblemente, la máxima expresión de fuerza del anarquismo, al menos en la clase obrera: la España desde fines del siglo XIX hasta 1939.

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      rolandoastarita

      11/03/2012 at 12:56

    • Fernando. Decis:
      «Sencillamente porque comparten luchas y muchos de los conceptos marxistas»
      Bueno un porcentaje nada despreciable del Anarquismo no cumple en lo absoluto con eso.

      Lo demas ni siquiera vale la pena que te lo responda.

      Saludos.

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      Gerardo Daniel

      11/03/2012 at 15:42

  8. Se entiende que «las soluciones de fondo» que propone el marxismo plantean, en síntesis, la toma del poder político por la clase trabajadora con la doble finalidad de abolir la propiedad privada y sustituirla por la propiedad colectiva, entendida esta última no como una mera formalidad absorbida por el poder monopólico del estado sino como una figura no sujeta a regulaciones provenientes de su exterior, es decir, plenamente autónoma y representativa de todo el ámbito social. Sería la única manera de acabar con la explotación como posibilidad y como triste realidad.

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    mario

    08/03/2012 at 00:35

  9. Compañero Rolo. Compañeros del Blog. Por lo que se ve, el tema del ‘control obrero’ y las consignas transicionales sigue dando tela para cortar. No he leído el artículo completo de los compañeros venezolanos, pero por las citas que usted ofrece, me parece que están obsesionados más por endilgarle un mote, que por una lectura exhaustiva de sus posiciones, lo que les hace perder objetividad. Como usted ya sabe y lo expuse infinitas veces en este blog, no comulgo con que ‘El programa de transición’ (o mejor deberíamos decir ‘un programa de transición’) sea convertido en una receta omnisciente y omnipotente para fabricar una revolución. Si creo que un todo articulado de consignas transicionales puede cumplir su rol de ‘puente’ en verdaderas situaciones revolucionarias, para movilizar a las grandes masas, cuando estas, por propio impulso, ya están haciendo una revolución en los hechos, y una vanguardia comunista destacada, pero aún minoritaria, necesita abrirse paso a la dirección. Creo que nadie en su sano juicio, puede plantear que en un país como Argentina se está viviendo una situación semejante. Pienso que este concepto, pese a las apariencias, puede hacerse extensivo a un país como Venezuela, aunque, al mismo tiempo, sostengo que hay diferencias importantes en la dinámica de la lucha de clases. Lo de Chávez es un ‘bonapartismo sui géneris’ en serio, aunque su base de maniobra no sea el conjunto del movimiento obrero. Hasta donde llega mi conocimiento, lo que impulsa el régimen a través de la UNT es la ‘cogestión’ es decir, una forma de institucionalizar la colaboración de clases. Naturalmente, sin que podamos hablar de una situación revolucionaria, esto responde al hecho que existe una radicalización desde abajo que es preciso conducir a la vía muerta. En la medida que no surjan consejos obreros orientados a la independencia de clase (lo que no puede desligarse del progreso de partidos autenticamente revolucionarios) las iniciativas derivarán (como bien lo había explicado Trotski) en cogestión liderada por la burocracia del sindicato, atada umbilicalmente al estado capitalista. Casos testigos, son Invepal y Alcasa. La propaganda por el ‘control obrero’ debe partir de discriminar su específica diferencia con la ‘cogestión’ y debe tomar como punto de partida para la agitación, el reemplazo de la burocracia sindical chavista por una dirección auténticamente clasista y más aún la aparición generalizada y pujante de consejos o comités de fábrica o empresa. Coincido con muchas de sus críticas al Programa de Transición, pero , me parece que no puede olvidarse que, en la secuencia dinámica del mismo, el viejo maestro introduce una clave que con frecuencia ha sido olvidada. El ‘Control obrero’ , las expropiaciones, la nacionalización de la banca, son antecedidas por ‘la aparición generalizada de los Comités de fábrica’ (por cuyo surgimiento se debe luchar, incluso en contra de los sindicatos) que introducen la existencia del poder dual en la producción y vaticinan la apertura de una situación pre-revolucionaria o directamente revolucionaria. Sin la presencia de este requisito, las principales consignas subsiguientes son letra muerta. Siempre me pareció que la abrumadora de las organizaciones trotskistas ‘olvidó’ o minusvaloró esta cuestión. De todos modos, la cuestión decisiva pasa por no confundir los tantos, la ‘cogestión’ ‘gestión o autogestión’- que en realidad nunca es pura, sino se realiza al amparo de la ley y el estado de derecho- son reformas (que pueden ser recomendables como tales en ciertos casos) y no medidas revolucionarias, como el control obrero si lo es. Esta diferencia, se impone a tal grado, que incluso en nuestro medio, organizaciones hiper trotskistas como el PTS hablan en sus prensas de ‘restatización de los ferrocariles bajo gestión obrera’ (y si es mediada por una buena bancada parlamentaria-mejor¡). No puedo extenderme más, pero para finalizar, quería dejar planteadas, con todo respeto, dos observaciones metodológicas. Para el compañero Maju. Mi experiencia me indica que, en una polémica, no es bueno dejarse llevar por actitudes intempestivas. No creo que sea un estalinista, tal vez tenga algo de anarquista (yo también) pero de seguro nada de ignorante. Hay que plantear argumentos, como lo hizo en sus segunda intervención, estudiando cada tema y afilando la crítica. Lo afirmado por el compañero Rolando es materia de discusión y ninguna blasfemia al credo de quien fuera. El problema de la ‘democracia económica’ y de la ‘autonomía obrera’ son cuestiones que merecen ser discutidas. Para el compañero Vico. Decir que el PT fue estructurado para condiciones anormales de funcionamiento del capitalismo, es lo mismo que nada decir, si no concretizamos que se entiende por ello. Ejemplo. La Tercera Internacional explicaba que la consigna de ‘Gobierno obrero’ podía tener un resultado desestabilizador en cierto contexto y neutro o incluso contraproducente en otros. Se pueden citar muchos otros, por supuesto el del ‘Control Obrero’. Por último. No me parece que alguien deba afirmar que no amplía sus puntos de vista por que no resultan auspiciosos para los lectores de este blog. Creo que no es así. A mi me interesan y personalmente, tratando de no ofender a nadie, he afirmado pilas de cosas ‘poco auspiciosas’ que en otros marcos habrían terminado (y terminaron) de forma muy distinta. Lo último. Para el compañero Pepe. No subestime a otras corrientes revolucionarias, por pequeñas o débiles que sean sus fuerzas. Estoy seguro que no piensa así y esa chicana furtiva solo se le escapó por intemperancia.
    Muchas gracias por la atención.

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    AP

    08/03/2012 at 01:34

  10. Buenas…
    Astarita, si no me equivoco, Marx cortó biela en 1883, y usted cita un escrito y su posición en el 86 ¿es un escrito póstumo?

    Yendo al tema de debate, lamento que algunos de los más clarividentes y asiduos comentaristas del blog acusen de intelectual de sillón a una persona que en años anteriores supo patear calles y poner el pecho justamente en una época donde aparte de ganas había que tener los de la gallina para militar y hablar de socialismo. Esa militancia de sillón, entonces, le valió ser detenido y torturado, por lo que creo que antes de criticar tenemos que tratar de conocer la historia de la persona a quien achacamos supuestos vicios intelectualoides.
    Otra cosa que me llama la atención es que otro de los lúcidos haya achacado a Astarita de no conocer acabadamente el Programa de Transición, al menos tómese el trabajo de leer la nota correspondiente y criticar allí.
    A todos nos pasa que nos entran las ganas de hacer y salir a poner el pecho, romper algo al menos para sacarnos las ganas de luchar en «hechos concretos», pero es complicado cuando no hay siquiera atisbo de partido revolucionario con cuadros, programa claro y realizable, etc, y que los que hay (al menos es mi impresión) desgastan la energía de sus cuadros en vez de prepararlos y orientarlos en la militancia efectivamente socialista, que busque concienzudamente el socialismo. Es cuantión de tratar de construir ese espacio, ese partido, ojalá seamos muchos los grupos de 10 gatos locos que estamos en esa vía…

    Lo que sí, me parece estaría bueno que Astarita estuviese trabajando en un proyecto de esos, que nos avise por el blog y nos convoque, a lo mejor nos puede convencer mejor en un plenario, y allí nos veremos cara a cara y veremos también quiénes salen a la cancha a lo Che.

    Saludos.

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    Ilichito

    08/03/2012 at 04:56

    • Gracias por avisarme del error. Ya mismo lo corrijo. La carta a Sorge es del 20 de junio de 1881. Aprovecho para citar el pasaje (lo traduzco del inglés). Se refiere a Henry George, y escribe Marx: «Su dogma básico es que todo estaría muy bien si la renta de la tierra se pagara al Estado. (Usted encontrará también este tipo de pago en las medidas transicionales contenidas en el Manifiesto Comunista). Este punto de vista originariamente pertenecía a los economistas burgueses; fue avanzado primero… por los primeros seguidores radicales de Ricardo, inmediatamente después de su muerte. (…) Nosotros mismos, como ya lo mencioné, adoptamos esta apropiación de la renta de la tierra por el Estado como una de muchas otras medidas transicionales que, como se es señalado en el Manifiesto, son y deben ser contradictorias en sí mismas. Pero la primera persona en deducir la panacea socialista de este desideratum de los economistas burgueses radicales de Inglaterra, en declarar este procedimiento como la solución de los antagonismos contenidos en el actual modo de producción, fue Colins, belga de nacimiento, en un tiempo oficial husar de Napoleón…» (Letters on ‘Capital’, Marx – Engels, New Park Publications, 1983).

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      rolandoastarita

      08/03/2012 at 08:40

    • Que conste que desearía retirar lo de «comunismo de sillón». No esperaba que se tomara tan a pecho pero al criticar desde un PdV teórico a una demanda real de los trabajadores organizados (demanda que desde luego suena a revolucionaria) y pedir que en cambio se conformen con demandar un aumento de sueldos, la verdad es que está invocando ese cliché (o el de socialdemocráta bersteiniano, no sé cual es peor). Yo sólo le he dado nombre pero es evidentemente la idea que la crítica de los venezolanos implica y que la posición de Rolando parece escenificar.

      No quiero ofender personalmente a nadie, mucho menos a Rolando (quien por supuesto tiene todo el derecho a su opinión y además es tan amable de dejarme expresarme en los comentarios de su blog). Pero es que mí, desconociendo su historia personal, no se me ocurre otra cosa: a quién le cabe en la cabeza cuestionar las demandas reales de los trabajadores, demandas de control obrero ni más ni menos, por una especulación teórica?! A mí desde luego no.

      Por cierto que para currículos revolucionarios la Presidenta de Brasil, Rousseff – pero ahora toca ser socialdemócrata tirando a liberal parece. Por sí solo no es la garantía de nada: igual has estado luchando décadas y un día te miras al espejo te ves las canas y piensas: no se puede conseguir. Yo creo que hay mucha gente que le pasa eso (algunos se venden, otros se deprimen, otros se convierten en posibilistas pseudo-pragmáticos), y que conste que no me parece que sea el caso de Rolando en absoluto – pero desde luego que pasa.

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      Maju

      08/03/2012 at 09:52

    • «¿A quién le cabe en la cabeza cuestionar las demandas reales de los trabajadores, demandas de control obrero ni más ni menos, por una especulación teórica?». Respuesta: a mí se me ocurre. Digo y escribo lo que pienso, y pido argumentos razonados (basados en la experiencia y en la lógica), y no argumentos de autoridad, así se trate de un «clásico» (Marx, Trotsky o quien sea), o así se trate de la opinión mayoritaria, de los trabajadores, o de quien sea. Estoy cansado de escuchar esto de «usted no tiene derecho a opinar frente a la autoridad de tal o cual». Así se han tapado siempre a los críticos, a los que piensan distinto. También estoy cansado de aquellos que exhiben «galones» (en mi historia militante hice tal cosa o la otra) para creerse con mayor autoridad para imponer sus opiniones. Sobre esto, se puede consultar lo que le respondí a Hebe Bonafini, y sus partidarios, cuando querían acallar mis críticas (por su reivindicación de Ben Laden).
      En relación a la actitud del marxismo en este tema, lo que planteo tampoco es novedad. Muchas veces se ha dado este intento de callar el pensamiento cuestionador apelando a «lo dicen los obreros», o también con «lo dice porque no quiere militar», o «no quiere luchar», etc. Doy algunos ejemplos: en los inicios de su actividad, Marx y Engels eran descalificados («los intelectuales de Bruselas») por los líderes tradeunionistas ingleses, porque supuestamente no conocían las necesidades de la clase obrera. Luego fueron acusados de «no querer luchar» por negarse a intervenir con una fuerza armada en la Revolución alemana de 1848. A partir de mediados de 1850 Marx y Engels soportaron el mismo cargo cuando dijeron que no había revolución en un plazo más o menos inminente. Por supuesto, también hay quien acusa a Marx porque desaconsejó el levantamiento parisino que llevó a la Comuna.
      Pero hay más en la historia del socialismo. Rosa Luxemburgo era acusada por los líderes reformistas sindicales alemanes (alineados con Bernstein) por «demasiado teórica» y no comprender las necesidades de la clase obrera. Por supuesto, los marxistas no se privaban por esto de decir lo que opinaban. Lenin o Rosa Luxemburgo, por caso, se enfrentaron al sentimiento de millones de obreros cuando estalló la Primera Guerra. Los líderes patriotas, en cambio, «respondían a las bases». En la URSS, después de la muerte de Lenin, la Oposición de Izquierda perdía, en las asambleas obreras, frente a Stalin y su programa de construir el socialismo en un solo país. No por esto dejó de decir lo que tenía que decir (y los stalinistas acusaban a los oposicionistas de «intelectuales alejados de la clase obrera»). Y así podría seguir. Millones de obreros apoyaron a la socialdemocracia o al stalinismo, y no por esto teníamos todos que aplaudir, o consentir. Yendo al control obrero, si pienso que ese control obrero inevitablemente se transforma en colaboración de clases, (en una situación no revolucionaria, como la que hay en Argentina hoy) pues bien, lo digo así me tiren encima todas las votaciones del mundo.
      Acerca de las piruetas de muchos izquierdistas, escribí en la nota «Militancia probada y capital». Coincido en que muchos se dieron vuelta. Pero de aquí hay un trecho muy grande a pensar que todo el que cuestiona está del lado del enemigo.
      Por último, en todo esto no se juega solo un debate teórico, intelectual. Aquí está en juego también entender por qué hemos sido derrotados (vengo de la generación de los 60 y 70). Lo he planteado muchas veces: no es que faltaron ganas de luchar y empuje. Hubo mucha militancia, mucho esfuerzo y sacrificio. Faltaron análisis claros, comprensión de lo que estaba sucediendo (empezando por la correlación de fuerzas) y profundización en las tácticas políticas. Algún día trataré de escribir sobre esta experiencia, que viví muy «de adentro» (por ejemplo, en las Coordinadoras de lucha de los 70).

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      rolandoastarita

      08/03/2012 at 10:34

  11. ¿Cuando ha funcionado el Programa de Transición de Trotsky en la práctica? Nunca, lo cual no quiere decir que no funcione en el futuro, pero lo dudo bastante, no solamente no creo que funcione sino que en vez de educar al proletariado en la necesidad de tomar el poder y construir una sociedad socialista les lleva a una confianza en el Estado Burgués y les confunde en un tema básico como es la diferencia entre propiedad pública y propiedad común; entre capitalismo de estado y socialismo.

    Veamoslo así: el obrero conservador o no concienciado no se planteará realizar esas reivindicaciones pues le paracen irrealizables y por lo tanto tenderá hacia el individualismo o a otras formas de proteccionismo estatista tipo New Deal o a lo peor fascistas. Y de ahí las simpatías de la clase obrera hacia el Partido Demócrata, sus consignas a fin de cuentas les parecían más realistas que las de Trotsky, que no dejaban de ser socialdemócratas.

    Por otra parte, al obrero más concienciado le creará confusión sobre el tema de la toma del poder y la transición al socialismo, se le crearán ilusiones sobre un capitalismo de estado (eso si bajo «control obrero») y su marco estrechamente nacional y no en la necesidad de aumentar la conciencia socialista e internacionalista y la organización de la clase obrera para que de una forma consciente supere las categorías económicas capitalistas (explotación, asalariado, etc.)

    Pero bueno, me puedo equivocar, por que los trotskos siempre se creen infalibles y no ahorran en calificativos «cariñosos» para quien no crea en sus recetas.

    Salud y Socialismo Internacional

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    Alberto Ezquerra

    08/03/2012 at 08:15

  12. rolando , quiero saber que opinion tiene usted entorno a la cuestion del programa en relacion a lo siguiente: 1- que opinion tiene sobre las tesis de pulcayo, influenciadas por el PT?, , 2- que quiso de decir trotsky en el PT con la siguiente frase : en dicho Programa, recuerda que «La Cuarta Internacional no deja de lado el programa de las viejas reivindicaciones ‘mínimas’ en la medida que hayan conservado al menos parte de su fuerza vital». y 3- tengo entendido , si me equivoco corregime, en el tercer congreso de la tercera internacional se planteo un conjunto de reivindicaciones transitorias con el fin de que las masas avanzacen en su maduracion y comprension de la necesidad de luchar por la conquista del poder?.
    saludos!

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    rodrigo

    08/03/2012 at 10:54

    • Respondo brevemente: a) las tesis de Pulacayo son votadas en un congreso obrero. Esto significa que se llega a su aprobación mediante propaganda. No mediante el método de la agitación de una o dos consignas transicionales, que recomendaba Trotsky. Es significativo, además, que durante la revolución boliviana de 1952 la agitación transicional no impidiera la consolidación del gobierno del MNR;
      b) Trotsky plantea que hay que conservar las consignas mínimas, pero articuladas siempre con las demandas transicionales. De ahí que planteara la cuestión del «puente» entre el programa máximo y mínimo. Ese «puente» son las consignas transicionales. La base teórica es la caracterización de que no se puede lograr ninguna conquista seria en los marcos del capitalismo (estancamiento de las fuerzas productivas). He criticado este razonamiento, y forma de hacer política, en varios textos, pero principalmente en la Crítica al PT. He planteado también que en ningún lado este «puente» funcionó para llevar desde las reivindicaciones elementales a la toma del poder, como pensaba Trotsky que sucedería.
      c) La Tercera Internacional nunca votó un programa de transición.El Tercer Congreso hace hincapié en el frente único y en la lucha por reivindicaciones elementales y concretas de las masas (había importantes influencias ultraizquierdistas en la IC). Se sostiene que esta agitación debe estar combinada con la denuncia del capitalismo. «De todos los sucesos, grandes o pequeños, [los comunistas] deben sacar siempre las mismas conclusiones revolucionarias fundamentales e inculcarlas en las masas obreras, por poco preparadas que éstas sean» (Tesis sobre táctica). Es muy interesante que la IC en este congreso plantea que reivindicar la socialización o nacionalización de las ramas más importantes de la industria, «como lo hacen los partidos centristas, es embaucar a las masas populares». Critica la idea de que se le pueda quitar poder a la burguesía por ese medio (al pasar, estas ideas se han disimulado durante mucho tiempo en los medios «revolucionarios», al menos en América Latina). También sostiene que el control obrero no debe reclamarse «como un sistema de organización burocrático de la economía nacional bajo el régimen del capitalismo, sino de la lucha contra el capitalismo conducida por los soviets industriales y los sindicatos revolucionarios» (¿qué tiene que ver esto con solicitarle al Estado burgués que conceda el control obrero, sin que siquiera exista el embrión del más mínimo poder obrero?). Agrego que el Cuarto Congreso discutió, a propuesta de la delegación italiana, la adopción de un programa de transición. No fue aprobado.

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      rolandoastarita

      08/03/2012 at 12:28

  13. Es inevitable que existan tensiones entre lo que queremos que ocurra y lo que ocurre. Lo que queremos que ocurra no puede ser nunca igual a lo que ocurre fuera de nosotros. Personalmente me ha costado mucho (en muchos aspectos aún me cuesta mucho) aceptar que esto es así, pero comprendo y puedo obtener evidencias de que es así; e incluso entender que menos mal que es así. El punto está en buscar qué es más productivo para la comprensión de uno, qué es más productivo para el fortalecimiento de uno mismo: o negar y tapar con la mano el fracaso real de determinada posición/acción adoptada, es decir, persistir en el fracaso por evitarse el reconocimiento incómodo del error (lo que en lugar de fortalecernos, nos debilita; es simultáneamente un fortalecimiento aparente y un debilitamiento real); o reconocer que uno se equivoca con mayor o menor frecuencia (el que no se equivoca nunca, no puede existir, porque no entra en relación con nada distinto de él) y, de la mano de este reconocimiento, intentar comprender donde estuvo el «error» para aprender del mismo, evitar repetirlo y potenciar la relación con lo que uno actúa.
    Que fulano diga: «esto fue un error por esto o por esto, y si se repite el mismo intento en similares condiciones es probable que vuelva a fracasar», no significa necesariamente «no hay que luchar, no hay que seguir intentando modificar las condiciones de la vida humana». Puede significar eso, pero también que hay que luchar de otra manera.
    Cabría la crítica de «diletante» si se dijese que hay que abandonar todo intento. Pero no creo que alguien que comparte sus análisis económicos y un lugar de debate abierto, esté abandonando la lucha. Al contrario, yo creo que trabaja desde una trinchera distinta, quizá mejor ubicada, quizá no, dependiendo del juicio de cada uno. Yo pienso que no puede haber una transformación social radical, el establecimiento de la producción humana al servicio del propio hombre, si no hay individuos transformadores, y no puede haber individuos transformadores si, además de voluntad, no tienen una comprensión de lo que quieren transformar (además, ¿cómo pueden querer transformar algo que no comprenden? Quizá por sentirlo hostil, lo que es muy válido y es muchas veces el primer paso; pero si otros han avanzado en la comprensión conciente de esa situación hostil, ¿porqué no esforzarse por comprenderla y potenciar la propia acción y comprensión?).
    La divulgación e incentivo del estudio de los autores originales, y su contraste con la situación real, es para mí LA práctica revolucionaria. No puede estar ausente, y actualmente es, lamentablemente, MUY marginal. Los partidos comunistas de cualquier índole, no se ocupan de difundir la obra y estimular el estudio de los autores originales, que paradójicamente dicen representar. Lo único que hacen es propaganda, quizá con buena intención, quizá sólo para que sus dirigentes vivan «sin trabajar». Lo que menos quieren sus dirigentes es que los militantes piensen por sí mismos, porque así cuestionarían las directivas unilaterales que les llegan, y se convertirían en «contrarrevolucionarios». Es como si «los socialistas» en general no confiásemos en que las personas piensen por sí mismas, algo realmente contradictorio. Eso es realmente el anticomunismo, comunismo que se anula a sí mismo, porque atrofia al individuo productor de comunismo, y así atrofia, niega al comunismo mismo. Es el comunismo (aparente, porque el real no puede comportarse así) que fracasa por sí mismo, no por el capital solamente. No se puede ser derrotado si uno no es derrotable en sí mismo. Cuando fulano me derrota es porque han prevalecido sus virtudes y mis defectos por sobre sus defectos y mis virtudes.
    Los obreros no necesitamos en primer término que haya alguien que nos organize; lo que necesitamos es antes que nada comprender porqué producimos bajo estas condiciones. La comprensión y el entendimiento nos abren el campo, a todos, de la acción decidida por uno mismo, la acción no ciega, no sólo institntiva, sino potenciada por el conocimiento. Tiene muchas más posibilidades de éxito. Si los obreros en general, si el conjunto de obreros comprendiéramos qué es lo que traba el desarrollo del hombre para el hombre, por nosotros mismos nos organizaríamos, por propia decisión, por propia necesidad y por propia fuerza, porque la comprensión de las cosas nos genera la necesidad de actuar sobre ellas. En lugar de burocracias activas y bases pasivas tendríamos personas activas que no necesitan una burocracia que las organice, lo que no significa que no necesiten organización.
    Y yo creo -con las disculpas de Rolando- que Rolando pertenece a ese sector aún minoritario de la izquierda (pero en el que hay muchos activistas que pujan por la divulgación y el propio entendimiento, quizá no tan conocidos pero sumamente estimulantes y con diversidad de posturas también) que puja por estimular en primer término la intención de comprender por uno mismo lo que ocurre, y como para mí ese es el principal (aunque no el único) acto transformador, estoy en la misma vereda que todos aquellos que buscan eso, porque para mí es la praxis más adecuada.
    Saludos

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    Juan Pablo

    08/03/2012 at 13:26

  14. El Link al google doc está roto. Agradecería si lo reparan para poder descargar el documento.

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    Gabo

    08/03/2012 at 18:05

  15. Veo varios problemas en la exposición de argumentos que se realizan en este artículo y que trataré de explicar lo mas sintéticamente posible:
    1)- No se puede comparar los programas de la I y la II Internacional de la época de Marx y Engels con los programas de la III y la IV Internacional sencillamente porque dichos programas fueron elaborados para distintas épocas del capitalismo. Por ejemplo, en la época de la I Internacional, el capitalismo: ¿necesitó de guerras mundiales para salir de sus crisis? No, y es por ello que no tiene ningún sentido pretender contraponer a Marx y Engels contra Trotsky (o Lenin), justamente porque la existencia de una guerra mundial como necesidad del capital para terminar con la crisis y volver a recuperar su ciclo de acumulación fue fundamental a la hora de elaborar una caracterización de la época imperialista y un programa político revolucionario (de hecho, la guerra y la revolución rusa fueron cruciales para que Lenin rompiera con la II y creara la III Internacional). A mí siempre me impresionó cómo en los diferentes trabajos de Astarita se ignora por completo la cuestión de la guerra mundial cuando pretende criticar a Trotsky, cuyo mérito fue justamente preveer que las contradicciones del sistema capitalista tendrían consecuencias como el fascismo y la salida de la crisis mediante una nueva guerra mundial. Es por ello que frente a esta situación Trotsky pensaba que los revolucionarios debían dotarse de un programa alternativo al stalinismo: el Programa de Transición. Sin embargo, los análisis de Rolando pasan por alto tamaña cuestión y solo se concentran en mostrar como evolucionaron los ciclos de acumulación capitalista. Que el capitalismo haya retornado su ciclo de acumulación sobre la base de haber exterminado 80 millones de vidas, pareciera ser poco relevante en los escritos de este autor.
    2) – No es cierto que todo el trotkismo sostenga que las fuerzas productivas dejaron de crecer desde 1914, 1930 o 1970 de la misma manera que tampoco es cierto que Trotsky pensara algo similar. Hay numerosos artículos de Trotsky en los que analiza el vigoroso crecimiento de las fuerzas productivas de EEUU en la década del 20´, al mismo tiempo que señala los problemas que tendría este país cuando no pudiera venderle todo lo que produce a Europa (que sí empezaba a mostrar problemas de estancamiento). Luego sostendría en el Programa de Transición de1938 que efectivamente las fuerzas productivas habían cesado de crecer (y por ello vendrían las calamidades antes citadas, predicción en la que tuvo razón). No obstante, es cierto que luego de la posguerra (con Trotsky ya muerto) algunas corrientes trotskistas como la de Lambert y Moreno continuarían sosteniendo dogmáticamente que las fuerzas productivas habían cesado de crecer tal como Trotsky había sostenido en 1938, sin embargo, otras corrientes también trotskistas como la de Mandel sostendrían que las fuerzas productivas sí estaban volviendo a crecer. En la actualidad sucede lo mismo, las corrientes morenistas y lambertistas (o ex lambertistas como el PO de Argentina) continúan sosteniendo esta idea del estancamiento mientras que otros trotskistas como A. Callinicos del SWP británico lejos de toda posición estancacionista proponen “pensar la historia simultáneamente como un progreso y una catástrofe” siguiendo la dialéctica del Manifiesto Comunista (véase: Theories and narratives: Reflections on the philosophy of history). Partidos como el PTS de Argentina también sostienen que luego de la II Posguerra las fuerzas productivas crecieron dándole la razón a Mandel. Desde luego, si reconocen esto, está bien discutir por qué consideran entonces que sigue teniendo actualidad el Programa de Transicion (tal como lo señaló el propio Astarita en diferentes oportunidades). Pero partir desde aquí en la discusión es una cosa bien distinta a salir a decir que Trotsky y TODO el trotkismo son una suerte de fanáticos estancacionistas que sostienen que el capitalismo está estancado desde hace décadas. Tal cosa no puede tener otro objetivo que tratar de ridiculizar a quienes se reivindican en esta tradición, caricaturizarlos para “ganar debates”. En este sentido invito a Astarita a que sea coherente con su propia máxima: “si decidimos polemizar, no podemos atribuir cualquier idea a nuestro adversario político para “demostrar” que está equivocado”.
    3)- Hay una contradicción lógica en el planteo de Astarita, porque por un lado sostiene que las tácticas del trotskismo “no movilizan a la clase obrera” y en cambio sus posturas políticas sí estarían acordes a la situación material del país y de la conciencia obrera. Pero en diferentes lugares de trabajo, como el caso de los ferrocarriles, se puede ver que sí hay trabajadores trotskistas que agitan programas y consignas mediante las cuales organizan a la vanguardia obrera, sin ir mas lejos, en el ferrocarril Roca durante el año pasado lograron el pase a planta permanente de 2800 trabajadores tercerizados. En el ferrocarril Sarmiento hay reconocidos dirigentes trotskistas como el Pollo Sobrero que nuclean un importante sector antiburocrático y clasista. En cambio: donde están los obreros que conforme a la situación material y subjetiva que Astarita caracteriza reivindican las tácticas que él propone? Hasta donde alcanza mi conocimiento no existen tales sujetos. Entonces: ¿tiene algún sentido proponer líneas políticas que luego ningún sujeto social llevará a cabo? Es que tal forma de pensar la política no es más que idealismo puro. O peor aún: si uno rastrea qué corrientes políticas han hecho caracterizaciones similares a las de Astarita constituyéndose en oposición sindical de la izquierda trotskista, podrá verse que dichas corrientes terminaron bajo la dirección política de corrientes burguesas (caso del MST que está en Proyecto Sur y marchó con el campo, caso Beto Pianelli que se fue con la burocracia K de Yasqui). Por supuesto, no responsabilizo a Rolando de las prácticas de estas corrientes políticas y desconozco si en algún momento tuvo algún tipo de cercanía con las mismas, pero sí es notorio señalar cómo esta lógica política sin sujeto que él propone ha terminado por aportarle argumentos a corrientes burguesas que se oponían a la izquierda, al Programa de Transición, a la necesidad de partido, etc. Cualquiera que haya asistido a alguna charla de Beto Pianelli podrá escuchar “el Programa de Transición es letra muerta”.
    4)- Cuando existen corrientes clasistas que luchan en sus lugares de trabajo, levantando una política de independencia de clase, bajo el método asambleario de autoorganización, en la perspectiva de formar un partido revolucionario que derribe el capitalismo y con ese contenido agitan consignas de control obrero; no tiene ningún sentido acusarlas de estar llevando a cabo una política de “colaboración de clases”. Es una imputación grosera y falsa. Si la lucha de los trabajadores se da con el contenido político antes mencionado (independencia de clase, método asambleario, unidad de filas obreras, etc) podríamos decir que esta lucha es una guerra de posición en el sentido que lo exponía Gramsci (y no en el sentido que muchos oportunistas lo han utilizado), guerra de posición que les permite avanzar políticamente en la medida que las condiciones objetivas impiden todavía una guerra de maniobra que permita la toma del poder. Esto significa que el proletariado conquista sectores estratégicos de la economía poniéndolos bajo su control, evitando la ingerencia directa de patronales y siendo estos lugares trincheras fundamentales para organizar huelgas o una futura insurrección.
    5)- Como reflexión en un sentido general, creo que la actual crisis capitalista no desecha (como propone Astarita) sino que vuelve a poner de manifiesto la necesidad de consignas transicionales si se quiere superar el capitalismo. Esto no significa que de antemano se pueda agitar cualquier cosa ni que en todos los países sea lo mismo. Por ejemplo, no es lo mismo agitar un Programa con consignas transicionales en la Argentina actual que en Egipto o Grecia donde hay una crisis muy profunda, del mismo modo que también hay que discutir puntualmente en cada caso –y no de manera mecánica- cuáles serían las consignas correctas que deberían levantarse en función de la dinámica que tenga el proceso en cada país.

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    Juan Pablo

    08/03/2012 at 20:04

    • Primero, la comparación es sobre un método para abordar la política. Esto explica las diferencias no solo entre Marx y Trotsky, sino también entre el abordaje de Lenin y Trotsky en una situación revolucionaria, como fue la de 1917. En segundo lugar, acerca de las crisis y guerras, el problema remite a la cuestión del imperialismo, que he analizado en Valor, mercado mundial y globalización. Pero hay algo más: es precisamente ante la Segunda Guerra que el programa de Transición alcanza las cumbres del absurdo. Concretamente, Trotsky propone el control obrero del Estado norteamericano «para hacer la guerra contra Hitler a la manera de los obreros y campesinos». Esto no tiene que ver «con la época histórica». Son dislates que conectan con una forma de pensar la política. No hay manera de justificar semejantes cosas.
      Acerca del estancamiento de las FP, hay demasiado material escrito, que no pueden barrer debajo de la alfombra. Por supuesto, cada tanto tienen que reciclar el asunto y admitir que «hace 20 años se desarrollaban las FP, pero ahora no». Claro que hace 20 años decían más o menos lo mismo: «Hace 20 años se desarrollaban las FP, pero ahora no». Y así van «tirando». Recuerdo ahora mismo a un partido trotskista argentino que, a comienzos de 1998 invitaba a la militancia a asistir «en tiempo real» al derrumbe del capitalismo. Todo esto lo he tratado en otras notas. El problema de fondo es que el PT está basado en el supuesto de que las FP están estancadas.
      Tercero, se me presenta el argumento de que no tengo razón porque la izquierda, y los obreros de izquierda, no están de acuerdo con mis posiciones. Pues bien, siempre he dicho que soy marginal dentro de la izquierda. Muy poca gente está de acuerdo con lo que propongo. La conclusión que saca usted es que, dado que nadie me lleva el apunte, mejor no siga planteando lo que pienso. Pues bien, no voy a dar ese paso. Digo lo que pienso sin considerar si es popular o no; o si cae bien o mal entre el público de izquierda. Además, si lo mío es tan irrelevante, puede dejar de leer este blog. ¿Para qué molestarse con alguien que es absolutamente marginal, e insiste en ideas a las que nadie presta atención?
      Por último, en todo esto no podía fallar el «todo aquel que está en desacuerdo con el trotskismo y el PT termina aportando argumentos a las corrientes burguesas».Si Beto Pianelli, de subtes, dice que el PT es letra muerta, y si además se pasó al kirchnerismo, esto demuestra que todo aquel que critica el PT es funcional al kirchnerismo, o a la burguesía. Ergo, gente como Astarita es funcional al capitalismo, etc. Confieso que argumentos de semejante calibre intelectual me dejan sin ganas de seguir argumentando.

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      rolandoastarita

      09/03/2012 at 00:10

    • Es interesante analizar respuestas como la del profesor Astarita ya que constituyen un reflejo acerca de por qué muchas veces resulta tan difícil desarrollar una discusión democrática en la que se confronten diferentes posturas y pueda al menos dejar abierta alguna síntesis, probable conclusión o mínimamente una clarificación de posiciones. Ante un planteo en el que realizo una lectura que polemiza con sus posturas aportando argumentos y visiones distintas, el autor de la nota responde:
      a)Que quiero acallar sus planteos porque no estoy de acuerdo con su postura (como si tal cosa pudiera hacerse por el solo hecho de polemizar en un blog).
      b)Que debo dejar de leer su blog (y por ende no emitir opiniones contrarias a las del profesor Astarita. Es curioso que plantee esto la misma persona que renglones antes se victimiza diciendo que querían callar sus opiniones).
      c)Que yo estaría tergiversando sus posturas para acusarlo de kirchnerista (cuando explícitamente sostuve que 1)- no lo responsabilizaba de que algunos dirigentes como Pianelli hubieran utilizado argumentos suyos para oponerse a la izquierda trotskista primero y pasarse al kirchnerismo después y 2)- que desconocía si Pianelli o el MST tuvieron con Astarita algún tipo de cercanía política).
      Dado que esta forma de discutir en general suele invitar a una escalada de chicanas y tergiversaciones liquidando toda posibilidad real de debate, me concentraré en lo importante. Al fin y al cabo, cada lector sacará sus propias conclusiones.
      1° Efectivamente, hay una diferencia de método entre Marx-Engels y Lenin-Trotsky que desde mi punto de vista no están bien aclarados en su nota y por ello puse mi anterior comentario. Ahora bien, sostener que las diferencias estriban en el método a la hora de pensar la política tampoco nos termina de decir mucho, el tema es explicar a qué se debe tal diferencia de método. Y justamente la diferencia entre estos clásicos del marxismo se debe a que sus respuestas políticas están inscriptas en diferentes épocas del capitalismo. A tal punto fue diferente la cosa entre unos y otros que mientras que Marx sostuvo que la revolución se llevaría a cabo en las economías con máximo desarrollo del capitalismo, Lenin por el contrario sostendría que se realizaría en sus eslabones más débiles. En tal sentido, las posturas sobre la construcción de un partido proletario también es distinta en Marx y en Lenin, al igual que la adopción de una estrategia por parte de Lenin abandonando la idea de pensar la política solo desde la intervención táctica. Estas diferencias no pueden pensarse por fuera de la época imperialista, por fuera de la época de crisis, guerras y revoluciones.
      Respecto a “el control obrero del Estado norteamericano” creo que eso se debió a errores de predicción de Trotsky sobre el curso de los acontecimientos y a la imposibilidad de haber podido crear una Cuarta Internacional con capacidad de dirección política alternativa al stalinismo (problema que a diferencia de Lenin, Trotsky tuvo que afrontar en su lucha contra el fascismo, el imperialismo y contra el estado obrero degenerado que hacía tiempo había abandonado toda perspectiva de internacionalización de la revolución). Ahora bien, este tipo de cuestiones no nos deben hacer caer en el viejo truco “de la parte por el todo” para concluir que Trotsky y el trotkismo solo plantean disparates o que Trotsky se distanciaba radicalmente de Lenin. Es interesante la carta que el viejo bolchevique A. Joffe (amigo de Lenin y Trotsky) le deja a Trotsky antes de suicidarse sosteniendo que “políticamente siempre tuviste la razón desde 1905 y varias veces te dije que el mismo Lenin me dijo que tú y no él tenías la razón en 1905. Uno no miente ante la muerte… algún día el partido lo reconocerá, igual que la historia”. Lenin además sostendría en su testamento que Trotsky era “el hombre más capaz del actual Comité Central”. Todo esto, ¿implicaba entonces que había diferencias muy grandes entre estos 2 revolucionarios o que sus diferencias eran más bien de matices o sobre temas puntuales? Me inclino más bien por lo segundo.
      2° He presentado una breve explicación sobre las corrientes que al interior del trotskismo sostuvieron posiciones estancacionistas diferenciándolas de aquellas que, por el contrario, sostuvieron que las fuerzas productivas sí continuaron creciendo en la posguerra o luego de los 70 (incluso al costo de haber sido consideradas liquidacionistas por gente como Nahuel Moreno). He citado a reconocidos teóricos del trotskismo como Mandel y Callinicos que sostuvieron esta posición e incluso a partidos de izquierda como el PTS de Argentina que abrevaron en los análisis de Mandel sobre la posguerra. ¿Por qué se empeña usted en atribuirle a todo el trotskismo posiciones estancacionistas? Bueno, si el argumento es que en realidad no dicen la verdad cuando escriben que las fp crecen y que mienten para “ir tirando”, creo que “argumentos de semejante calibre intelectual” impiden cualquier discusión seria.
      3° Usted plantea atinadamente: “El problema de fondo es que el PT está basado en el supuesto de que las FP están estancadas”. Efectivamente; ¿y cuándo es que se traban las fuerzas productivas con las relaciones sociales de producción en el sistema capitalista? Cuando hay crisis capitalistas. Y en la actualidad hay una crisis capitalista que entonces amerita volver a discutir el Programa de Transición, no para utilizarlo de manera mecánica ni dogmática ni para ser aplicado de igual manera en todo tiempo y lugar (así como tampoco diciendo que es un mero “disparate”). Creo que es algo que –en términos generales – puede aportar alguna utilidad para pensar la mecánica política en tiempos de crisis y ante posibilidades revolucionarias. Desde luego, digo esto como reflexión general, hay discusiones puntuales sobre las que no tengo acuerdo en que se apliquen consignas transicionales (por ejemplo: en el tema del reparto de las horas de trabajo que aquí se citó).
      4° No tengo acuerdo con usted en que su posición sea marginal dentro de la izquierda. Considero que su posición es unipersonal, pues no conozco a ningún partido, agrupación o colectivo –aunque más no sea de intelectuales- que levante el programa que usted ha planteado, por tanto es imposible verlo en acto y ver si tiene o no alguna posibilidad de desarrollo o acierto. Tal cosa solo podría probarse si está mediada por corrientes políticas que lo lleven a la práctica, de lo contrario, solo queda en el plano de las ideas. Este comentario no tiene por motivo acallar su posición como usted me ha imputado ni tampoco ningunearla, sino poner de relieve un problema que ha atravesado al marxismo desde años: el divorcio entre teoría y práctica.
      Saludos.

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      Juan Pablo

      13/03/2012 at 01:26

    • Primero, no le he dicho que abandone el blog. Les estoy pidiendo que intenten intervenciones más breves. Este no es un espacio para publicar notas. Trato de evitar que «copen» el blog y lo desvirtúen.
      Segundo, repito que no puedo estar respondiendo a cada rato las mismas cosas. Por ejemplo, sobre Mandel. Según usted, es un ejemplo de «no catastrofismo». Pues bien, en los años 1970 Mandel diagnosticó que la única manera en que el capitalismo podría salir de la «larga fase depresiva de 25 años» en la que había entrado sería a costa de una nueva guerra mundial entre las potencias, que ocasionarían cientos de millones de muertes, y de la implantación de regímenes peores que el fascismo, que aplicarían lobotomías a escala masiva a millones de personas. Por supuesto, el mercado mundial se contraería (un diagnóstico muy apto para entender la globalización). Solo a este precio se recuperaría el capitalismo. Pero si lo hiciera, la siguiente crisis sería todavía más profunda, de manera que los costos de la recuperación serían mayores. Todavía a comienzos de los 1990 Mandel mantenía lo central de esta caracterización. Este pronóstico fue aceptado por muchos militantes en todo el mundo. ¿Cuál era la crítica que se hacía a Mandel a comienzos de los 80 en Argentina? Pues que era demasiado optimista. Esto no me lo contaron, lo viví. Ahora bien, si a esto usted no lo considera «catastrofismo», y si usted considera que con este diagnóstico los marxistas podíamos entender lo sucedido en los últimos 30 años, confieso que me quedo sin argumentos. Como les he dicho muchas veces a los trotskistas, llega un punto en que la cosa «no da para más».
      Tercero: pedir el control obrero del ejército de EEUU en 1940, dadas las condiciones existentes, no es un error de «predicción». Trotsky plantea que es la respuesta que debía dar el SWP frente a la coyuntura. Sigo sosteniendo que es un disparate, casi lunático. Aclaro, además, lo siguiente: la posición de Trotsky era que los socialistas debían argumentar (véase sus recomendaciones de cómo enfrentar juicios) que estaban dispuestos a combatir contra Hitler, «pero no a la manera de Petain». Trotsky sostuvo que ésta era una continuación de la política de Lenin durante la Primera Guerra. Se puede, por supuesto, discutir si la política de Lenin de la PG era aplicable a la SG. Pero es un error grave sostener que el derrotismo (política de Lenin) pasaba por ayudar a hacer bien la guerra contra la otra potencia. Este es otro de los graves problemas de la historia del trotskismo que nunca se aclararon.
      Cuarto: no hay fundamento a sostener que debido a que hay crisis, cobra vigencia el PT. Ya expliqué esto muchas veces. Por supuesto, a Marx o Engels jamás se les ocurrió sugerir siquiera que los socialistas debían enfrentar las crisis agitando consignas transicionales. Engels no lo planteó siquiera ante la crisis iniciada en 1873; crisis que en su momento fue considerada de una gravedad cualitativa.
      Quinto: el divorcio entre la teoría y la práctica no está dado por el hecho de que las ideas del socialismo, o del marxismo, sean minoritarias. Lo explico con un ejemplo sencillo. Supongamos que A explica en un texto el origen de la plusvalía siguiendo la teoría de Marx, y que el folleto es rechazado por la inmensa mayoría de los trabajadores. Supongamos que B explica en un folleto que no hay explotación en la medida en que los trabajadores reciban un salario «digno», y que, como decía Perón, si el trabajo se apropia del 50% del valor agregado, estamos ante una justa distribución de la riqueza. El folleto de B es ampliamente aceptado por los trabajadores. Para el sentido común (bastante acomodaticio) es natural deducir que A ha divorciado la teoría y la práctica. Máxime si A sostiene que la única manera de acabar con la explotación es a través del socialismo. Para el sentido común, ¿qué prueba mayor de divorcio entre la teoría y la práctica, si después de todo el socialismo no se construyó en ningún lado? Comprendo, sin embargo, que usted no pueda entender este ejemplo. Usted repite el mismo cargo que siempre hizo el reformismo a los marxistas. Es interesante que Bernestein acusara a R Luxemburgo de «teórica divorciada de la práctica de los sindicatos». ¿Por qué? Pues porque RL no era «práctica» (más o menos lo mismo que le reprochaba Lasalle a Marx). Sí, se necesitan dirigentes y militantes «prácticos». Así le ha ido al socialismo con tanta gente «práctica».
      Por último, efectivamente, ningún partido, agrupación o colectivo de la izquierda está de acuerdo con mi posición. Es una realidad. Solo algunas personas coinciden (por eso tampoco es «unipersonal»). Pienso que la mejor definición es que se trata de una posición marginal.

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      rolandoastarita

      13/03/2012 at 09:24

    • Agregado a la respuesta anterior: usted insinúa que éste no es un espacio de discusión democrática. Le aclaro que éste no es un blog para que cada cual publique notas. Son las reglas del juego. Está explicado aquí.

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      rolandoastarita

      13/03/2012 at 09:45

    • Agregado 2 a lo anterior: al «catastrofismo» con respecto a los países industrializados, debemos sumar el que hubo con respecto a los países atrasados. La tesis de Mandel (compartida por casi toda la izquierda, teoría de la dependencia incluida) fue que el desarrollo capitalista en la periferia estaba bloqueado. Puede verse, en este respecto, su crítica a Bujarin, porque éste pensaba que el modo de producción capitalista tendía a devenir universal. De nuevo, son temas que traté extensamente. Pero los trotskistas (y el tercer mundismo en general) no se dan por enterados.

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      rolandoastarita

      13/03/2012 at 10:23

    • Discúlpeme que me entrometa por esta ventana, pero me llamó particularmente la atención la mención del compañero Pablo sobre la marginalidad de ‘sus ideas’, cuestión que usted ha ratificado en repetidas oportunidades. El compañero le espeta que sus posiciones no solo son marginales, sino ‘unipersonales’ (Con lo cual procura remarcar su carácter de intelectual asilado de la lucha de clases y la militancia práctica, una especie de ‘bicho raro enjaulado’ como si esto fuera un argumento para descalificar tales ideas) y usted le contesta que no, que son solo ‘marginales’ por que hay algunas personas que coinciden con ellas, pero no hay ni partidos, ni agrupaciones, ni colectivos de izquierda que las compartan, con lo cual le da la razón en cuanto a que no han sido aún sometidas a la prueba de la práctica. No me sorprende el ninguneo por parte compañeros que pertenecen o simpatizan con organizaciones de izquierda reconocidas, pero sí que usted desmerezca que hay agrupaciones que levantan (y desde hace muchos años) posiciones que, cuando menos, tienen importantes puntos de contacto. Como ya lo expliqué en otras oportunidades, por una cuestión de honestidad intelectual. jamás he hecho en este blog referencias directas de autoría, personal o de organización y pienso mantenerlo así, pero quisiera, con toda modestia, dejar sentado que tanto Juan Pablo como usted se equivocan. Si usted piensa que ‘sus ideas’ son un todo sistemático cerrado de ‘teoría’ ‘programa’ y ‘estrategia’ que considera patrimonial, no podría más que darle la razón, pero, si en cambio, considera que pertenecen al amplio campo crítico del estalinismo y el trotskismo, desde una alternativa que se pretende de izquierda, que tiene una mirada estratégica distinta sobre la correlación histórica de fuerzas, sobre el desarrollo capitalista, sobre la caracterización de situaciones y como debe ajustarse la política a ellas etc. etc. no puedo más que disentir. Muchas de ‘sus ideas’ han sido formuladas antes de que usted las hubiera pensado y más aún, puesto en práctica y aunque los resultados, por las razones que fueran han sido magros, no se las puede desconocer, como no se puede desconocer el esfuerzo práctico de cientos de militantes puesto en esta batalla. Con lo dicho, no quiero ofender a nadie, pero, me parece que no solo hay individuos aislados, sino grupos, para nada anónimos (tal vez sí de internet) con larga trayectoria de militancia práctica que comparten la herejía de oponerse a los mitos y credos instalados. Si usted (y Juan Pablo-si me facilita el como) me permite acercarle un programa, me gustaría enormemente conocer sus críticas, aclarando que, parafraseando al Padrino, ‘nada personal, es solo política’.
      Gracias por la atención.

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      AP

      13/03/2012 at 16:50

    • Juan Pablo: «donde están los obreros que conforme a la situación material y subjetiva que Astarita caracteriza reivindican las tácticas que él propone?», no es un argumento. Como tampoco lo sería afirmar lo contrario, «si todos comen mierda entonces debe ser bueno». ¿No te parece?

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      Eduardo

      10/03/2012 at 02:01

  16. Hace más de 35 años me pregunto ¿Cuál es la fórmula, el método, para que las masas obreras y campesinas se alcen en rebelión y hagan uso de su fuerza para tomar el poder político? Desarrollo un trabajo de organización y concientización en uno de los distritos más pobres de Limas y mi desazón es muy grande cuando descubro que todavía hay mucha gente que vive en condiciones de extrema pobreza y, no obstante, todavía añoran a Fujimori. Es moralmente muy duro luchar en condiciones en que convocas (mediante el frente de defensa) a la población a una movilización de protesta por los cobros abusivos del servicio de agua potable por parte de la empresa estatal y solo acuden 30 personas de un distrito de 300 mil habitantes. Pero eso era antes. Ahora ya movilizamos a 300 personas y seguimos creciendo. Seguiremos creciendo, es indudable. Pero, ¿hasta dónde llegaremos con todo esto? El 10 de febrero se movilizaron 70 mil personas en la capital para rechazar el proyecto minero de oro de la Newmont en Conga (Cajamarca) y para decirle a Ollanta Humala que es un estafador político. El programa de todas estas movilizaciones y luchas es reivindicativo (lucha económica), actualmente. ¿Cómo hacer para que todo esto termine en un alzamiento revolucionario de las masas? ¿El PT podría ser la clave para este objetivo?
    Después de 1917 se produjeron alzamientos revolucionarios que llegaron al poder como en China, Cuba, Vietnam, Corea, Nicaragua, Nepal, etc. Nos podría ilustrar, camarada Rolando, el papel que jugó el PT en todos estos procesos. ¿Tal vez me este olvidando de algún proceso revolucionario que llegó al poder donde los lineamientos del PT fueron decisivos?
    En todo este tiempo, lo que he llegado a comprender es que la lucha política revolucionaria no es una continuación directa de la lucha económica. En determinados periodos, la lucha económica es lo único que puedes hacer y debes hacerlo. En el curso de ella se pueden formar células comunistas, dirigentes políticos de las masas; se pueden elevar los niveles de organización y conciencia política de las masas; permite la agitación y propaganda revolucionarias entre las masas y puede llevar a una agudización de la lucha de clases. Al calor de la lucha económica el partido del proletariado puede foguearse y fortalecerse.
    Un alzamiento revolucionario del pueblo con perspectivas a capturar el poder no puede darse al margen de una situación revolucionaria. La situación revolucionaria es un hecho objetivo, producto de la dinámica de las contradicciones de la sociedad, donde las crisis económicas y políticas juegan un papel fundamental. La acción de la vanguardia política y la lucha de las masas pueden condicionar esta situación revolucionaria, en el sentido de retardarla (con tácticas erradas) o acelerarla (con tácticas correctas), pero no pueden crearla.
    Las condiciones de una situación revolucionaria no significan necesariamente el triunfo de la rebelión. Egipto nos da una muestra de una rebelión espontanea de las masas y sin dirección proletaria dentro de los marcos de una situación revolucionaria. En esas condiciones es imposible la captura del poder por los explotados. Para que el proletariado se corone en el poder es necesario un plan militar de la vanguardia política, cuyos primeros elementos pueden estar ejecutándose incluso en el periodo prerevolucionario. Declarada la rebelión, el plan militar lo decide todo. Su diseño debe tomar en cuenta las particularidades del país, las potencialidades de las masas en sus distintos sectores, una correcta política de unidad de todos los sectores explotados y participantes de la rebelión, un correcto diagnóstico de los aspectos revolucionariamente más fuertes y más débiles del campo popular, etc. El correcto diseño del plan militar decidirá la suerte de la revolución.

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    Benito

    09/03/2012 at 06:03

    • Yo tampoco tengo la respuesta a su interrogante. Lo que he tratado de plantear es, en primer lugar, que no superamos el actual estado de conciencia política en la clase trabajadora agitando consignas transicionales, como pretende el trotskismo. Y he planteado que históricamente el socialismo se hizo fuerte combinando la lucha económica, política y teórica, o ideológica. Pero a partir de aquí, pienso que es necesaria la elaboración colectiva, el intercambio de experiencias y el intercambio entre militantes. Sí puedo afirmar que no es cierto que en Argentina, hoy, la clase obrera está asumiendo la tarea de establecer el control obrero (en el sentido que lo planteaba Trotsky, esto es, como poder dual). Los conflictos son por reivindicaciones elementales; la burocracia sindical domina en la inmensa mayoría de los grandes centros laborales (y en los establecimientos pequeños y medianos la mayor parte de las veces no hay siquiera organización sindical alguna). Además, la inmensa mayoría de la clase trabajadora vota a partidos que son enemigos del socialismo (las fuerzas socialistas nunca superan el 5% de los votos).
      Con respecto a situaciones revolucionarias, no pueden ser «generadas» por pequeños grupos (muchos piensan que con suficiente agitación de consignas, sería posible «despertar» a la gente). Por otra parte, puede haber situaciones revolucionarias, y revoluciones, que no necesariamente apunten al socialismo. El caso de Egipto, y otros países árabes, me parece ilustrativo. El sentimiento predominante era a favor de alguna forma de democracia capitalista. Por eso también he considerado que fue un error (muchos lo mantienen) caracterizarlas como «revoluciones socialistas de contenido». El carácter de clase de una revolución se define por el programa y las direcciones que defienden esos programas.
      Por último, efectivamente, muchas veces nos encontramos con sorpresas que nos «bajan» a la realidad. Al respecto, cuento esta experiencia: entre mediados de 1975 y marzo de 1976 hubo intensas movilizaciones obreras en empresas y gremios muy importantes de Buenos Aires, y otras ciudades del interior (como Rosario). Incluso surgieron organismos de coordinación entre los activistas y dirigentes antiburocráticos de muchas de estas empresas. Las movilizaciones eran contra los planes de ajuste del gobierno de Isabel Perón. Por entonces, muchos pensábamos que de alguna manera nos estábamos aproximando a la revolución. El tema es que el 24 de marzo de 1976 se produjo el golpe. ¿Cuál fue la reacción en la clase obrera? La respuesta es dura: la mayoría de los trabajadores recibió el golpe con cierto beneplácito, por lo menos. Esto no me lo contó nadie, lo viví en carne propia. Recuerdo que yo había estado amenazado por las bandas parapoliciales (Triple A) y la burocracia sindical, y los compañeros del trabajo me decían que con el nuevo gobierno militar, ya no debería temer por mi vida. Sé positivamente del caso de una gran empresa de la zona Oeste del Gran Buenos Aires donde grupos de trabajadores incluso compraron sidra para brindar. Recién unos días después, cuando la dictadura anunció su programa económico (entre otras cosas, creo recordar que anunció que no habría aumentos de salarios), comenzó a cambiar el estado de ánimo. Esta experiencia me hizo reflexionar mucho sobre las tácticas políticas y nuestra actividad como socialistas.
      Repito, no tengo las respuestas a todos estos problemas. Pero lo primero que estoy pidiendo es que dejemos de marearnos con fraseología exaltada, del tipo «ascenso de masas y situación revolucionaria (o pre-revolucionaria) objetiva». Dado que he militado muchos años en el trotskismo, es allí donde he visto estas cuestiones de manera muy aguda. Pero posiblemente se hayan dado en otras tendencias políticas. El pimer paso para superar un problema es reconocerlo.

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      rolandoastarita

      09/03/2012 at 13:47

    • A mí me parece que la fase disciplinaria del Capitalismo (el Fordismo o subsunción formal del trabajo en el capital en frase de Marx) se ha quedado atrás y hoy día «soluciones» autoritarias como (el golpe militar del 76 o similares) son, si no imposibles, mucho más difíciles. Lo que se ha visto (y aún se ve) en el mundo árabe es que las dictaduras están de capa muy caída (y si es así así en el mundo islámico, la región más idológicamente reaccionaria del planeta, seguramente, entonces es así unviversalmente).

      Cuando discuto la situación griega siempre observo que la «solución» militar no es posible (aunque se intente meter miedo con su fantasma). Y a medida que pasa el tiempo se ve que es así: que la izquierda revolucionaria crece y la derecha se erosiona.

      Me puedo equivocar pero creo que estamos cada vez más inmersos en una situación de capitalismo avanzado (y ahora también en grave crisis) con clase obrera muy avanzada (y conectada… pero sobre todo muy harta o bien por el paro o bien por abusos que cada vez se perciben como menos tolerables y también por la cada vez más evidente hipocresía política burguesa).

      Lo que pasa en Argentina y algunas otras zonas de América Latina es que la crisis aún no ha salpicado allá, entiendo yo. Pero si tomas el pulso en Europa o USA, o incluso India, China, Mesoamérica… yo creo que estará claro que la situación es mucho más inestable y la «temperatura social y política» se calienta por momentos. Lo que hemos visto en el 2011 era impensable en el 2009 – en el 2010 ya se olía algo con la huelga general francesa, las protestas estudiantiles británicas y alguna incipiente protesta griega pero creo que a tod*s nos ha sorprendido no sólo las revueltas burguesas, de momento burguesas (por algo se empieza) árabes sino la dimensión inesperada de las protestas no sólo en Grecia sino en el estado español y los EE.UU. (y yo no perdería de vista a la India y China, que allí también hay muchas contradicciones, con su colonialismo interno insoportable, y la cosa se calienta).

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      Maju

      09/03/2012 at 15:27

  17. hola
    perdon que me desvie del tema
    quiero saber su saber sobre dos cuestiones
    primero por que la clase burguesa dio golpes y creo el terrorismo de estado en casi toda latinoamerica en la decada del 70
    y segundo si como dijo en el caso de Libia y Siria en Iran deberia intervenir la OTAN?
    y en el caso de Irak estuvo de acuerdo?

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    Alicia

    09/03/2012 at 15:51

    • No puedo responder la primera pregunta aquí. En todo caso, remito a la nota que escribí sobre el América Latina y el catastrofismo. Con respecto a lo segundo, me opuse a la invasión de la OTAN en Irak. Y defendí el derecho de los sublevados contra Kadhafi a pedir ayuda a la OTAN. Las razones las expliqué en muchas notas. Sigo manteniendo esa posición. Agrego: prácticamente toda la izquierda «nacional» y el stalinismo estuvieron a favor de Kadhafi, y en contra de los sublevados. Chávez, Fidel Castro y Ortega, en primer lugar. Como ahora están a favor de la dictadura de Siria. Defienden la masacre del régimen. Volviendo a Libia, la mayor parte del trotskismo, a partir del momento en que los rebeldes pidieron y obtuvieron la ayuda de la OTAN, pasaron a caracterizar al movimiento como «punta de lanza del colonialismo». De esta manera, estas organizaciones trotskistas (por caso, el PTS, pero también otras) pasaron a estar a favor de la derrota de la rebelión. Esto porque Libia se transformaba en una colonia de las potencias, si triunfaba la rebelión. Yo sostuve que la ayuda de la OTAN no cambiaba la naturaleza de la lucha contra Kadhafi. Por supuesto, ahora hay que preguntarse, ¿existe hoy en Libia una relación colonial? Si fuera así, habríamos visto un cambio en la relación con las empresas petroleras occidentales. La realidad es que el nuevo régimen mantuvo, hasta ahora, los contratos firmados por Kadhafi (¿no era que la intervención era para apropiarse del petróleo con medios colonialistas, que no se podían imponer con Kadhafi?). También el gobierno anunció que los nuevos contratos se discutirían recién después de convocada la Asamblea Constituyente (elecciones programadas para mitad de año). ¿Es este una acto propio de una colonia? ¿Cómo se explican estas cosas con la caracterización «los rebeldes fueron la punta de lanza del colonialismo de Occidente, que iba por el petróleo?
      Por último, muchos combatientes contra la dictadura de Siria han pedido ayuda a las potencias. Esto, en mi opinión, no los transforma en «agentes del colonialismo». Mantengo mi caracterización de los procesos de Siria y Libia como partes de un todo mayor, que sacudió (y sigue haciéndolo) al mundo árabe.
      POR FAVOR, ESCRIBÍ TUS COMENTARIOS SOBRE EL PROBLEMA EN LOS ARTÍCULOS CORRESPONDIENTES. ES NECESARIO QUE HAYA CIERTO ORDEN EN EL BLOG.

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      rolandoastarita

      09/03/2012 at 18:45

  18. Rolando, una situación «no revolucionaria» puede, positivamente hablando, significar muchas cosas no necesariamente contrarias a la clase obrera, a no ser que se interprete que «no revolucionaria» es lo mismo que «contrarevolucionaria».

    ¿Es suficiente, cuando se habla de una situación, definirla en términos negativos?

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    oti

    09/03/2012 at 16:23

  19. Prof. Astarita:

    Me resulta sorprendente hasta qué punto sus propias intervenciones confirman mi caracterización sobre la índole antidialéctica de la manera en que viene considerando el tema. Pero antes de hablar de eso, señalaré como primer punto que su insistencia en cuestionar aquellos que considera supuestos necesarios del programa de transición (por caso, la “pudrición” permanente del capitalismo desde 1914) llamativamente no tiene correlato en un igual cuestionamiento de los supuestos que conlleva la distinción entre programa mínimo y programa máximo que usted mismo sostiene (aunque, quizás, no del todo explícitamente).
    Según yo lo entiendo, la distinción entre programa mínimo y máximo corresponde a tiempos en que todavía la forma democrático-constitucional del estado burgués estaba lejos de consolidarse como norma mundial, y por eso el conjunto de reivindicaciones asociadas a la lucha por los derechos democrático-burgueses de las masas tendía naturalmente a ser considerado por los socialistas desde una concepción etapista: en una primera etapa se consumaría la conquista de derechos democrático-burgueses, la república democrática, etc., y, más tarde, en una segunda etapa, llegaría el turno de la revolución socialista.
    Por contraste, el programa de transición se asocia naturalmente con la idea central de la revolución permanente, tal como la concibió Trotski: las aspiraciones democráticas de las masas y, más en general, todas las cuestiones de contenido burgués históricamente pendientes, según esta perspectiva sólo podrían conquistarse definitivamente mediante la implantación de un gobierno obrero apoyado por las mayorías explotadas. A su vez, esta concepción se derivaba de una caracterización más general sobre el agotamiento del capitalismo a escala mundial, agotamiento que en mi opinión no habría que reducir exclusivamente a la tesis de que las fuerzas productivas cesan de desarrollarse (quizás pueda retomar este punto más adelante, si la intervención no se hace demasiado larga).
    Asumo que usted no acuerda con los supuestos tanto del PT como de la RP, pero mientras su desacuerdo no se sostenga sobre una caracterización concluyente de la época actual (esto es: ¿nos hallamos en una etapa de progreso o de declinación capitalista?) esta discusión en particular (sobre la vigencia o no del PT) falla por el eje y me parece gratuito prolongarla.

    Un segundo punto: No trato de barrer bajo la alfombra las pasadas posturas lambertistas del trotskismo argentino, pero tampoco es aceptable su pretensión de barrer bajo la alfombra todas las declaraciones más o menos públicas donde estos mismos trotskistas han admitido que después de la segunda guerra mundial existió una notoria recuperación capitalista. Esta hecho plantea una serie de problemas teóricos -de periodización histórica y demás- que, hasta donde sé, ni los trotskistas ni usted han resuelto de modo concluyente. No obstante, ello no exime a nadie de responder la pregunta sobre la índole de la actual etapa, cosa que -acertadamente o no- los trotskistas han hecho pero, hasta donde sé, usted no.
    En este punto, mi postura es que en la medida en que nos encontremos en una época de declinación capitalista (que, como mencioné, no debería explicarse exclusivamente en términos de un parate absoluto del desarrollo de las fuerzas productivas), el programa de transición debe mantener completa vigencia.

    Retomo ahora el punto que señalé al principio: encuentro acusadamente antidialéctica su pretensión de distinguir “esencialmente” entre reivindicaciones mínimas o elementales y reivindicaciones (o demandas, o consignas) transicionales. Lo primero que me saltó a la vista es el contraste entre el modo de argumentación que utilicé yo y el que utiliza usted: Yo dí un ejemplo histórico que, aunque suscintamente, muestra cómo funcionaron determinadas consignas o reivindicaciones en un proceso revolucionario determinado, históricamente fechado (y lo que pretendí mostrar es que funcionaron transicionalmente). En lugar de tomar en cuenta mi ejemplificación histórico/política, usted se limitó a trazar una distinción abstracta entre conceptos, una distinción “esencial” según sus propias palabras. Este rasgo de su proceder es lo que encuentro acusadamente antidialéctico: Es como si ante el señalamiento de que un cubito de hielo al derretirse ha formado un charco de agua, usted respondiera con una lección sobre la distinción entre los conceptos unilaterales de sólido y de líquido.

    Intentaré explicarme un poco más o, si me es posible, un poco mejor: En mi opinión, el carácter transicional de una reivindicación no reside en el contenido conceptual de la reivindicación considerada en sí misma, sino en su relación con una situación (y por las dudas aclaro: el programa en general se referencia en la época, objetivamente determinada; en cambio cada ocasional consigna debe referenciarse en la situación que, por definición, contiene tanto componentes objetivos como subjetivos). Las ataduras formalistas que usted mismo se autoimpuso lo conducen a sostener algo que en realidad es conceptualmente inadmisible: que las reivindicaciones mínimas o elementales no necesariamente conllevan un sentido de conciliación de clases. En realidad, lo hacen por definición. ¡Por eso son elementales o mínimas! Se considera reivindicaciones elementales o mínimas aquellas que se supone realizables bajo el capitalismo (o sea, que suponen la continuidad de la dominación del capital) e, incluso, se las supone realizables más o menos inmediatamente.
    Pero, en todo caso, si dichas reivindicaciones pudieran adquirir un sentido tendencialmente revolucionario o socialista, sería porque están funcionando de modo transicional. El abandono de la dialéctica le impide a usted pensar correcta y consecuentemente incluso aquello mismo que ya está pensando. No debe, pues, trazarse una frontera estática entre compartimientos analíticamente estancos como los que “corresponderían” a las reivindicaciones elementales por oposición a las reivindicaciones transicionales.
    Resulta incluso llamativo -por decir lo menos- que usted considere que, por caso, el reparto de la tierra es una reivindicación “elemental” (aún cuando varios ejemplos históricos muestran que, para ser lograda, esta reivindicación de contenido capitalista exigió una revolución de carácter anticapitalista) y, en cambio, considere usted que el reparto de las horas de trabajo sería, por su naturaleza -¿o porque figura en el programa de transición?- “transicional”, cuando más o menos recientemente se había reducido a siete horas la jornada de trabajo en la Francia burguesa (lo que conlleva más o menos explícitamente una redistribución de las horas de trabajo). En realidad, por su contenido, tanto el reparto de las horas de trabajo como el control obrero son reclamos todavía burgueses, porque no excluyen por principio el dominio del capital sino, por el contrario, lo suponen (al menos en lo conceptual). De otro modo, en lugar de “reparto de las horas de trabajo” estaríamos hablando de “planificación socialista del proceso productivo”, y en lugar de “control obrero” estaríamos hablando de “gestión obrera” (aunque esta última, si se la considera como algo parcial, tampoco excluye conceptualmente la dominación del capital).

    Sigo explicándome: Que una reivindicación, más o menos “radical”, asuma un contenido progresivo o conservador no depende del contenido de dicha reivindicación aisladamente considerada sino, por un lado, de la situación y el época en que se la plantea y, por otro lado, de la perspectiva o la estrategia dentro de la cual se la plantea. Hay aquí un juego (dialéctico) de tensiones que no debe ser pasado por alto a la hora de valorar estrategias en la lucha de clases.
    Tomando, entonces, su argumento sobre realizabilidad e irrealizabilidad dentro del capitalismo, debo señalar lo siguiente: Realizabilidad e irrealizabilidad dependen siempre de una correlación de fuerzas, correlación que siempre está sujeta a fluctuaciones eventuales (y por esto es importante la estrategia transicional: para prever y resistir -hasta donde nos sea posible- las fluctuaciones en sentido regresivo). Pero, además, encuentro estéril -y adialéctico- hablar de dicha correlación al margen de la acción o, más exactamente, al margen de su vinculación con una u otra reivindicación lanzada al curso de la lucha de clases. Sería definitivamente paralizante dar por sentado de antemano que existe o no la correlación de fuerzas capaz de sostener una consigna que se sabe oportuna y/o correspondiente a una situación.
    Voy a un ejemplo: actualmente hay una conciencia popular muy extendida de que el control de los ferrocarriles no puede permanecer en manos de quienes lo ejercen actualmente (el capital y el estado burgués) sin que ello cueste vidas de usuarios. En oportuna sintonía con esta conciencia, cientos de trabajadores ferroviarios en asamblea han votado a favor del control obrero. ¿Cuánto más hay que especular sobre la correlación de fuerzas que posibilitaría realizar dicha consigna, en vez de someterla a la prueba de la acción?

    Tomo ahora su argumento por el lado opuesto: el de las reivindicaciones elementales, más o menos inmediatamente realizables. Y lo tomo, además, aplicando un razonamiento análogo al que aplicó usted para impugnar el reclamo contra los impuestos al consumo o al salario.
    Supongamos la reivindicación mínima de un aumento salarial. Ingenuamente considerado (que es el modo en que usted parece considerarlo) se trata de una reivindicación elemental, mínima, compatible con el dominio del capital no solo formalmente o de derecho sino también en los hechos, en la práctica. Si asumimos que el capitalismo marcha viento en popa, será factible lograr dicho aumento (el pleno empleo y el constante aumento de la demanda aconsejan al capitalista ceder una fracción relativamente menor de sus siempre crecientes beneficios), pero entonces la reivindicación carecerá de todo contenido anticapitalista. Por el contrario, reforzará la idea de que pueden lograrse mejoras indefinidamente dentro del sistema capitalista.
    Si, en cambio, el capitalismo no marcha tan bien, viéndose forzado el capitalista a conceder el aumento salarial, inmediatamente lo trasladará a los precios de sus productos que, más o menos directamente, deberán pagar los trabajadores de otras empresas y/o de otras ramas de la producción. En la medida en que el aumento salarial no se limite a un caso aislado sino que tenga alguna extensión (y estimo que tal es la idea dentro de este debate) tendrá como consecuencia la carestía que, a su vez, suscitará reclamos de aumento salarial en las restantes ramas de la producción, aumentos que se traducirán en el encarecimiento de los correspondientes productos, encarecimiento que a su vez anulará los aumentos salariales inicialmente conquistados. Esta secuencia muestra que, cuando el capital se encuentra en una época caracterizada por las dificultades para reproducirse, la única manera de que una reivindicación elemental o mínima sea realizable y, especialmente, asuma un contenido progresivo (desde el punto de vista de los socialistas) es insertando dicha reivindicación dentro de una perspectiva transicional (como sería, digamos, vincular el reclamo de aumento con el control popular de los precios, luego con el control obrero de las cuentas empresariales, etc. etc. etc.). Una vez más se hace visible el sentido paralizante (y antidialéctico) de la distinción “esencial” entre reivindicaciones elementales o mínimas y reivindicaciones transicionales.

    Para terminar, querría poner de relieve mi resistencia a encarar la discusión desde una perspectiva filologizante, que dependa de un análisis palabra por palabra del programa de transición escrito por Trostki a fines de la década del ‘30. Por el contrario, estoy tratando de poner sobre la mesa una concepción más genérica del concepto y la estrategia trotskistas de transición, en el espíritu que, según lo entiendo yo, inspiraba a Trotski en el momento que le tocó vivir y, también, en que le tocó morir.
    Pido disculpas por la extensión de mi post. Espero que como compensación se aprecie la voluntad de clarificación con que fue escrito.

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    Vico

    09/03/2012 at 16:31

    • Ante todo, le pido un poco de prudencia en la extensión. En todo caso, escriba un artículo, lo publica, y lo discuto si lo creo conveniente.
      Haré algunas aclaraciones, aunque varias cuestiones ya las he tratado en otros escritos. Otras las ampliaré en futuras notas.
      Primera cuestión: no es cierto que la división entre programa máximo y mínimo haya correspondido a la etapa en que no estaban consolidados regímenes democrático burgueses. Precisamente Lenin explicaba que en tanto existiera el capitalismo (esto es, contemplaba la eventualidad de la consolidación de una democracia burguesa en Rusia) sería necesaria esa división.
      Segundo, efectivamente, la teoría de la revolución permanente, en lo que tiene de específico, la considero equivocada. Trotsky planteó que la realización de las tareas democrático burguesas exigía, a partir de la época imperialista, el triunfo de la dictadura del proletariado. Esto se combinaba con su idea de que ninguna reivindicación democrática seria se podría obtener bajo el capitalismo en la época del imperialismo monopolista. Combinado con la idea de que la democracia burguesa incluso en los países adelantados, se derrumbaba. De ahí que pensara que inevitablemente Roosevelt fracasaría con el New Deal; que en EEUU la burguesía se inclinaría al fascismo; que en Alemania no podría renacer la democracia burguesa (habría soviets antes que una Asamblea Constituyente). Todo esto se transmitió al trotskismo. Por ejemplo, Nahuel Moreno sostenía, en los años 1980, que en Sudáfrica solo podría acabarse el aparheid con el triunfo del socialismo. Semejantes pronósticos y diagnósticos equivocados no se pueden disimular hablando de «dialéctica».
      Tercero, la idea de que estamos en la época de decadencia del capitalismo también la he criticado. En los últimos 100 años hubo un importante desarrollo de las fuerzas productivas. También lo hubo en los últimos 50 años, y en los últimos 30. Las cifras de crecimiento de las economías capitalistas han sido, por lo menos, tan altas como las que hubo entre 1890 y 1914, período considerado por el trotskismo de «desarrollo de las FP». Lo mismo puedo decir del crecimiento de la inversión fija, de la productividad, incluso de los niveles de vida de las masas (por caso, expectativa de vida, nivel de educación). Todo esto lo puse por escrito en notas del blog y otros trabajos.
      Aquí viene entonces el problema del programa. Trotsky explica que la división entre el programa máximo y mínimo se correspondía con la época de ascenso del capitalismo, de desarrollo de las FP. Pero que a partir de la entrada en la época de decadencia, y al margen de alguna mejora muy coyuntural, no se podrían obtener ya mejoras. Esta es la premisa. Ahora bien, si tomamos el período 1890-1914 (etapa reformista, según Trotsky) y lo comparamos con el período 1945-1970, veremos que en el segundo hubo, por lo menos, un desarrollo tan elevado de las FP (y extensión de conquistas reformistas) como en el primero. Esto no se tapa hablando de dialéctica. Y si se reconoce, hay que poner en cuestión muchas cosas en el trotskismo. Pero así podría seguir con otros períodos históricos, y procesos que abarcan continentes enteros.
      Cuarto: es complicado polemizar, desde mi aislamiento y marginalidad, con toda una corriente que está empeñada en tapar con uñas y dientes los desaciertos. Pero lo cierto es que cada poco tiempo tengo la misma experiencia. Empiezo con mi primer «golpe». Militaba en el MAS, y corría el año 1986. Nahuel Moreno me invita al Comité Central porque se iba a discutir la situación económica mundial. Mi caracterización en ese momento era que la economía de EEUU atravesaba, desde fines de 1982, un crecimiento débil. Fue lo que planteé en esa reunión. Moreno planteó que EEUU estaba «en crisis crónica en su fase aguda». Yo sostuve que si ésta era la caracterización cuando la economía crecía el 3%, no había manera de entender qué era una crisis. Moremo no estuvo de acuerdo, y TODO el CC le dio la razón. Hoy, muchos de los que estuvieron en esa reunión, dirigen grupos trotskistas. Nunca, ninguno de ellos, me insinuó siquiera que yo pudiera haber tenido razón.
      Paso unos años. A partir de inicios de 1990 sostuve que en el Este de Europa y la URSS todo apuntaba a la vuelta del capitalismo. Todavía recuerdo como si fuera el día de hoy que, estando en Londres, discutiendo con un caracterizado grupo trotskista (venía del grupo Healy) me decían que en la URSS no podía triunfar la restauración porque «el capitalismo está en decadencia».
      Paso ahora a los años 1990. Cuando ocurrió la crisis asiática, un caracterizado dirigente trotskista, Altamira, invitaba a la militancia a «asistir en tiempo real al derrumbe del capitalismo». Cuando en una reunión en la que participaban otros trotskistas dije que consideraba que no habría derrumbe por causas puramente económicas, fui tachado casi de contrarrevolucionario. Lo mismo me dijeron cuando sostuve que no había necesidad de una guera mundial para que el capitalismo saliera de la crisis asiática y rusa (al pasar, hace poco alguien escribió en el blog pretendiendo que el capitalismo ahora solo podía salir de las crisis mediante guerras mundiales interimperialistas; apliquemos esto a la crisis de 1974/5, a la de 1980/2, a la de 2007/9).
      Nadie revisa nada, por supuesto. Y cuando señalo estos problemas, se me dice «pero nadie es estancacionista». A veces me pregunto si no hay mala leche en las discusiones.
      Sigo: cuando fue la segunda invasión a Irak, un partido trotskista, ahora integrante del FIT, sostuvo que era el primer paso a una guerra mundial entre las potencias, pronosticó que se rompía la OTAN, y que en seguida también se quebraría la ONU. Esto lo planteó, en una mesa redonda, en Quilmes, un dirigente de ese partido (luego lo abandonó). Hay compañeros que todavía se acuerdan. Ese dirigente, por supuesto, sigue dando «cátedra» por el mundo.
      Paso un poco: estamos en la crisis de 2001. Caracterización unánime es que en Argentina la crisis es «sin salida». Critiqué esta posición, por lo que nuevos improperios: «apologista del capitalismo», «quebrado que no quiere hacer nada», etc.
      Cuando a fines de 2002 y principios de 2003 empecé a decir que había recuperación, que se había entrado en la fase alcista de un ciclo, de nuevo la acusación «apologista del capitalismo».
      Paso un poco: a fines de 2009 y principios de 2010 sostuve que había recuperación de la economía mundial (a pesar de la crisis europea). En 2010 la economía mundial creció el 5%. Sostengo que no se puede entender la economía argentina de estos dos últimos años (y los votos que obtuvo K) al margen de esto. Pero de nuevo, inútil. Por supuesto, siempre se pueden tapar estos dislates hablando de «la dialéctica», y acusándome de no entender «dialéctica».
      Quinto, decir que el capitalismo ha desarrollado las FP no implica negar las crisis. Por el contrario, un enfoque dialéctico elemental nos permite entender que el mismo desarrollo de las FP genera las crisis de acumulación. He explicado esto largamente en notas en el blog. Puede ver las notas de crítica a Trotsky sobre el desarrollo de las FP, y acerca de las discusiones del derrumbe. No puedo repetir a cada rato lo mismo.
      Sexto, no es cierto que cualquier consigna se pueda imponer con «correlación de fuerzas». La consigna de acabar con la desocupación repartiendo las horas de trabajo no se puede lograr bajo el capitalismo. No hay correlación de fuerzas,dentro del sistema capitalista, que permita imponerla. Hace unos años discutí con un francés que había lanzado la consigna de «fuera el dinero», y promovía el trueque. Le explicaba que no había correlación de fuerzas, que permitiera imponerla. Marx criticó a Bakunin por lanzar consignas «ilógicas». Esto porque eran imposibles de imponer en tanto se mantuvieran las relaciones de producción capitalista. No son problemas de «relación de fuerzas». He explicado este asunto en artículos sobre la lógica del capital, y la relación con el reformismo. Si dentro del capitalismo se pudieran imponer consignas como acabar las crisis (los benditos planes de obras públicas bajo control obrero), acabar con la desocupación (reparto…), etc., entonces el socialismo no haría falta. Todo sería cuestión de «correlación de fuerzas». La discusión con muchos reformistas (o reformismo voluntarista) sobre la objetividad de la ley del valor trabajo, tiene que ver con esto. Extendiéndome, no era cuestión de «correlación de fuerzas» construir el socialismo en un solo país. Decir esto no es desconocer la dialéctica. Solo hace falta comprender algunas cuestiones fundamentales de cómo es la dialéctica del capitalismo. Por supuesto, si no se comprenden estas cosas, no se puede entender por qué Marx dice que las consignas transicionales «son contradictorias en sí mismas», y por qué no dice lo mismo del reclamo de aumento de salarios, por ejemplo. Marx y Engels lo dicen para remarcar que las consignas transicionales, tomadas de forma aislada, no pueden imponerse en el capitalismo. Solo tienen sentido si se articulan unas con otras (es lo que enfatiza Engels). Pero para imponer entonces de conjunto este programa, hace falta la toma del poder.
      Séptimo, no se trata de analizar «palabra por palabra» el PT, sino de los conceptos que contiene. Por ejemplo, el PT sostiene que la inflación, las crisis y la desocupación son «organizadas» por los grandes monopolios bancarios. Esto está dicho en un programa que fue aprobado y defendido por todo el movimiento trotskista durante décadas. Ahí se está diciendo que la crisis del 30 (cayó la tercera parte de los bancos de EEUU) fue organizada por el propio capital. Para decir esto, por supuesto, no hace falta estudiar El Capital. Todo sería una gran conspiración de los poderosos banqueros, según este enfoque. He criticado esta concepción (que aflora a cada rato, dicho sea de paso) y miran para otro lado. ¿Ahora van a decir que también hace falta «dialéctica» para entender su sentido «profundamente materialista»? Ya a esta altura no sé si me están cargando. ¿Qué decir de alguien que defendiera el programa de Gotha de las críticas de Marx con el argumento «usted está analizando las palabras que están escritas»? Pues si van a usar estos argumentos, entonces no escriban programas, ni documentos. Es el argumento perfecto para ser inmune a toda crítica. Ah… por supuesto, me falta «comprensión dialéctica».

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      rolandoastarita

      09/03/2012 at 18:25

    • Vuelvo a pedir disculpas por la extensión de mi anterior post, que no repetiré ahora. Me quedo con la sensación de que nuestras argumentaciones no se corresponden o no se reciprocan cabalmente y, en consecuencia, no creo que tenga sentido abundar.
      Sólo quiero hacerle la siguiente petición: que me responda si cuenta usted con una caracterización de la época actual, o una caracterización de la actualidad con sentido de época (por supuesto, poniendo usted mismo los límites cronológicos que considere pertinentes de acuerdo al sistema de periodización que usted mismo adopte, por las razones que usted mismo explicite) y, en caso afirmativo, cuál es esa caracterización.
      Creo que esto debe ser la piedra basal de cualquier discusión como la que venimos manteniendo aquí. Muchas gracias.

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      Vico

      10/03/2012 at 11:44

    • Mucho de esto lo he discutido en otras notas. La idea de que debe darse una caracterización «de época» se relaciona con una imagen que está instalada, según la cual el capitalismo tiene una infancia, adolescencia, una edad adulta y por fin entra en la etapa de senilidad. Por este motivo tantos trotskistas insisten en que el capitalismo está en su fase «senil». Un cuerpo «senil» ya no tiene fuerzas, no se puede expandir. De ahí también la idea de que solo sobrevive con fascismo, que todo es decadencia, etc. Por supuesto, nunca encontré una explicación teórica de por qué suceden estas etapas, y en particular, de por qué entra, en determinado momento, en su etapa «senil». Algunos han querido explicarlo por una evolución a largo plazo de la tasa de ganancia; pero no hay evidencia empírica que la sostenga. Otros, con la tesis del monopolio (explicación de Trotsky en 1940). Yo no tengo esa caracterización. La expansión del capitalismo entre 1880 y 1914 no fue cualitativamente superior a la que hubo en los últimos 30 años. A su vez, estas expansiones provocan crisis crecientes.
      Por último, yo creo que los argumentos sí se corresponden. Esto es, cualquiera que examine el intercambio que hemos tenido puede comparar posiciones y decidir. No estamos ante «paradigmas indecidibles», como hubiera pretendido alguno. Por lo demás, voy a publicar próximamente una nota en la que voy a volver a mostrar cómo el trotskismo tuvo una visión totalmente catastrofista y estancacionista en los últimos 30 o 40 años. Sostengo que no hay manera de encajar los pronósticos y diagnósticos que se hicieron en los 1970 y 1980 con lo que sucedió (mundialización del capital, desarrollo de las fuerzas productivas, estabilización de democracias burguesas, etcétera).

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      rolandoastarita

      10/03/2012 at 14:23

    • Prof. Astarita:
      Hace varias intervenciones viene usted respondiendo más a ideas que usted mismo da por supuestas, que a los argumentos que expresamente se le presentan.
      Doy un ejemplo: Al requerimiento que se le hizo de caracterizar la época, usted respondió descalificando la metáfora biológica -que yo no postulé en ninguna de mis intervenciones- según la cual el capitalismo sería (como) un organismo que nace, crece y finalmente perece. Pero no hay por qué suponer que toda caracterización de épocas históricas debe asentarse sobre la metáfora biológica. Yo no dije tal cosa en ningún momento y expresamente dejé abierta la elección del criterio que usted decidiera emplear para proponer su propia periodización y caracterización.
      Otro ejemplo: rechaza usted mi observación de que nuestras argumentaciones no se corresponden o no se reciprocan cabalmente, a partir de la suposición de que mi observación se apoyaría en la postulación de “paradigmas incompatibles” subyacentes a nuestras intervenciones (idea que usted rechaza). ¡Pero no tiene por qué ser ésta la única causa que impide que dos personas puedan entenderse! Lo llamativo es que usted mismo no se atiene a su propio argumento, porque cuando rechaza responder a mi requerimiento de caracterizar épocas históricas a partir de la descalificación del “paradigma etario” -la idea de que el capitalismo tiene “edades”- usted mismo está asumiendo que a nuestra discusión subyacen paradigmas no compartidos (es decir, asumiríamos presuposiciones-marco diferentes).
      Aplicando su mismo “método”, yo podría “atacar” su (supuesta) “tesis” de que “el capitalismo es inmortal”, dando tal “tesis” por supuesta -y no sería del todo insensato- a partir de “razonar” que si un sistema social no pertenece a la clase de entidades que nacen, crecen y luego deben morir, en consecuencia debe ser inmortal, etc. No obstante, no estoy interesado en tomar este camino, porque “ganar” una discusión como ésta es algo bastante alejado de mis verdaderas preocupaciones.
      Por último: Su respuesta no deja claro si rechaza usted directamente la existencia de épocas del capitalismo (esa impresión da en un principio) o si admite usted que puede periodizarse históricamente el capitalismo y caracterizarse sus épocas históricas con algún criterio diferente al que propone la metáfora biológica (esto parece vagamente sugerido más adelante). Si este último es el caso, de todos modos no da usted ninguna indicación sobre cuál debería ser, a su juicio, el criterio correcto para periodizar y caracterizar las épocas del capitalismo.
      En resumidas cuentas: Usted responde de modo ambiguo (por no decir confuso) y evade el punto en cuestión de un modo que casi parece deliberado. Como consecuencia de ello, he sido clarificado sobre las perspectivas que puede abrir esta discusión: Ninguna. Sin embargo, como no habría podido alcanzar esta clarificación sin sus réplicas, le quedo agradecido.
      Saludos

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      Vico

      11/03/2012 at 12:44

    • Tratemos de «no embarrar la cancha». La discusión que hago sobre el estancamiento de las FP es con el trotskismo. La metáfora biológica fue empleada por Trotsky, la siguen empleando hoy muchos trotskistas (es una constante en Altamira, por ejemplo) y de conjunto el trotskismo que no la emplea, por lo menos, la deja pasar. Por eso la critico. Esa metáfora es reveladora de la verdadera naturaleza del pensamiento de Trotsky y del trotskismo. No es casual. Es por este motivo que cuando un trotskista me pide que defina «la época», lo hago por oposición a esta metáfora (como usted sabe, en la negación hay determinación).
      Segundo, la discusión sobre épocas y las fuerzas productivas. El problema con esto es que el trotskismo parte de definir «la época» que arranca en 1914 como de «decadencia y estancamiento». Iríamos entonces por un siglo. Frente a esto, he criticado, la idea de que hubo una «época» de libre competencia, seguida de otra «época» de dominio del monopolio. También he criticado la idea de que la tasa de ganancia baja secularmente. Por lo tanto no hay razones teóricas (no se dan otras) para explicar por qué puede haber un estancamiento secular.
      Paralelamente he demostrado que, empíricamente, la idea del estancamiento secular no se sostiene. También he demostrado que la tesis del trotskismo (por ejemplo, de Nahuel Moreno en los años 80) de que el mundo se dirigía a la Tercera Guerra mundial, que habría regímenes fascistas y sistemas de apartheid generalizados, no se verificaba. También he planteado que en los últimos 20 o 30 años asistimos a un cambio cualitativo, pero dentro del sistema capitalista, que es la mundialización de este modo de producción (y la internacionalización de la producción, siguiendo una idea que no es mía). Pero no le he llamado «época». Por otra parte, tampoco tengo claro cuál es la periodización que puede ser más aceptable. Por ejemplo, se podría hablar de la «época del capitalismo comercial», pero también fue la «época de la manufactura». Y la «época de la Gran Industria» sería tan dilatada, que llevaría a muchos problemas.
      Por otra parte, he planteado que hay que hablar de períodos largos, de crecimiento más o menos estable, y períodos de convulsiones, crisis, incluso guerras (por ejemplo, de 1914 a 1945). Este término, «períodos largos» es el que empleé en Valor, mercado mundial y globalización. También hablé de períodos en los que ni había «boom», ni «crisis crónica», sino crecimientos débiles, y surcados por profundas crisis. Esto en oposición a la visión de «ondas largas». Pero no utilicé «época», para no confundir con la manera en que lo usa el trotskismo. En todo esto, seguí una vieja indicación de Marx, (en El Capital): primero hay que entender qué sucede, o de qué se trata la materia, y luego vemos qué nombre le ponemos. Por supuesto, todo esto no tiene nada que ver con alguna tesis de que el capitalismo sea inmortal. Aunque esto me lo cargan los trotskistas, más o menos sistemáticamente.
      De todas maneras, cualquiera puede comparar lo que afirmo y lo que afirman los trotskistas, y hacerse una composición de lugar. Yo a usted lo entiendo perfectamente. Es el razonamiento que he escuchado durante décadas. Y sostengo que cualquiera que lea este intercambio, y conozca los textos, puede decidir con qué está de acuerdo.

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      rolandoastarita

      11/03/2012 at 13:42

    • Esta última respuesta suya repite muchas cosas que ya había dicho. Valoro especialmente lo siguiente: «he planteado que hay que hablar de períodos largos, de crecimiento más o menos estable, y períodos de convulsiones, crisis, incluso guerras». Sin embargo, sigue sin decir una palabra sobre las características de la época actual (o el período, o la etapa, etc., no intento inducir una terminología determinada). Lejos de embarrar la cancha, estoy tratando de contribuir a despejarla de hojarasca y, especialmente, de que contribuya usted en el mismo sentido.
      Saludos.

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      Vico

      11/03/2012 at 14:54

    • La «época» es la del modo de producción capitalista, esto es, del modo de producción regido por la ley del valor, en que predomina la relación de trabajo asalariada, y dominan las leyes de la acumulación capitalista «a lo Marx». Estas características de la época las he discutido en cantidad de trabajos. Con el agregado que sostengo que solo en los últimos 20 o 30 años el modo de producción capitalista adquirió dimensión planetaria. Ahora bien, es con esta caracterización que el trotskismo está en desacuerdo. Y aquí viene el asunto de la «senilidad».

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      rolandoastarita

      11/03/2012 at 15:01

    • Su respuesta a mi pregunta sobre su caracterización específica sobre la época (o el período, o la etapa) actual, dentro de la historia del capitalismo, resultó ser: “Estamos en la época capitalista”. Una (no)respuesta como la que usted me dio, en definitiva equivale, propiamente, a decir que no hay -o que usted no distingue- épocas históricamente diferenciadas (o períodos, o etapas) dentro de la historia del capitalismo.
      No obstante, vuelve usted a cometer la incoherencia de diferenciar -casi de pasada- los últimos 20 o 30 años pero, una vez más, sin establecer por ello una caracterización de época, período o etapa. Es decir: sin que la distinción deje de ser ociosa y conduzca a alguna clase de conclusión (política e histórica). Ya no sé si me está cargando o, simplemente, está decidido a evadir la pregunta a toda costa, a evitar toda respuesta «comprometedora» (como si la ciencia consistiera en evitar errores que desprestigien al científico, y no en una sucesión de intentos de acercarse a la verdad).
      Desde mi punto de vista (y creo que desde el punto de vista de cualquiera) su caracterización (o, más bien, su no-caracterización) dejaría a los socialistas sin base objetiva para determinar intervenciones políticas históricamente definidas, que respondan adecuadamente a las diferencias manifestadas por el desarrollo capitalista desde sus orígenes hasta el día de hoy. Esta es una barbaridad tan manifiesta que, sean cuales fueren los errores de quienes han propuesto periodizaciones históricas del capitalismo, esos intentos más o menos erróneos inevitablemente parecen preferibles a su «capitalismo sin épocas» (que, no puedo dejar de decirlo, lo pone a un paso de sostener la inmortalidad del capitalismo). Esta no-caracterización suya explica, a su vez, la naturaleza abstracta (cuando no reaccionaria) de sus opiniones e intervenciones políticas. En consecuencia, no veo sentido a continuar mis intervenciones dentro de este debate en particular. No obstante debo agradecerle haber contribuido a una clarificación -sobre sus posturas- muy por encima de la que hubiera creído poder esperar. Saludos.

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      Vico

      12/03/2012 at 13:07

    • Es cansador explicar a cada rato lo mismo. Sostener que se mantiene el modo de producción capitalista regido por las leyes «a lo Marx» se opone a todo lo que plantea Trotsky (y Lenin) sobre la época del capitalismo monopolista. A ustedes, los trotskistas, les parece una «barbaridad» que yo no reconozca un «cambio de época» hacia 1900, con la supuesta hegemonía del «monopolio». Pues bien, no lo reconozco porque creo que no existió ese cambio de «época». Esto es lo esencial del pensamiento de Trotsky que explicaría «la época de la decadencia del capitalismo». Esto habría cambiado el funcionamiento del capitalismo.
      He criticado esta idea (apoyado en otros marxistas que la criticaron antes). La tesis del capitalismo monopólico la considero equivocada. Pero todo el planteo de una nueva «época» se basó en esto, como he discutido en Valor…
      Ahora bien, si sostengo que las leyes que explican la acumulación y crisis del capitalismo son básicamente las que consideró Marx, no tengo por qué hablar de una nueva «época», como lo hace el trotskismo (y como hasta cierto punto lo hizo el leninismo). Más aún, considero que los que no tienen bases teóricas para entender el capitalismo actual son los que defienden la tesis del predominio del monopolio. Las razones ya las he explicado. Lo que también he planteado es que esas leyes, esa dinámica del capital, adquirió dimensión global recién en las últimas décadas (por la mundialización del modo de producción capitalista).
      Por supuesto, sostener que las leyes que rigen hoy el comportamiento del capitalismo son básicamente las mismas que las que analizó Marx, no me lleva a sostener que el capitalismo es imperecedero. Pero sí a sostener que no hay derrumbe del capitalismo por causas puramente económicas, en tanto se mantengan esas leyes. Todo esto lo he explicado en el blog, en libros, en artículos. Nunca me han podido responder algo coherente. Cuando muestro las barbaridades que han dicho los trotskistas sobre el asunto (por ejemplo, en el PT, sobre las crisis organizadas por los bancos), miran para otro lado. Por último, la tesis del estancamiento es básica para el PT y las consignas transicionales. Por este motivo las defienden con uñas y dientes. En esto a ustedes, los trotskistas, no les importan ni los datos (los he presentado en abundancia) ni la teoría (¿por qué razón teórica a partir de 1914 debía comenzar la nueva «época» de decadencia definitiva?).
      Acerca de mis opiniones políticas abstractas, sinceramente lo felicito: para usted es concreto llamar a los trabajadores, en las condiciones actuales de Argentina, a establecer el poder dual para implantar el control obrero. Pero es «abstracto» el que plantea (como sostengo que hay que hacer) la necesidad de un programa defensivo, en torno a reivindicaciones elementales, y en unidad de acción con toda fuerza «reformista».

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      rolandoastarita

      12/03/2012 at 23:48

    • Dejando de lado (a esta altura ya no puedo hacer otra cosa) un nutrido conjunto de inexactitudes y atribuciones indebidas (y toda una serie de asersiones suyas que lejos están de seguirse unas de otras), me limitaré a comentar su siguiente afirmación: «sostengo que las leyes que explican la acumulación y crisis del capitalismo son básicamente las que consideró Marx, no tengo por qué hablar de una nueva ‘época'».
      Este argumento no tiene ninguna fuerza, porque una cosa no se sigue de la otra, y un ejemplo bien pedestre puede ponerlo de relieve: Las «leyes que explican» la vida de una persona desde su nacimiento hasta su muerte son las mismas, y eso no impide en absoluto que podamos caracterizar épocas, períodos, etapas o edades diferenciadas dentro de la vida.
      Sin entrar a la cuestión de la vigencia del monopolio (o de cierto tipo de vigencia del monopolio) entre 1900 y 1945, que creo que usted asocia demasiado mecánica o rígidamente con la «tesis» (más bien sesentista) de que con la hegemonía del monopolio las leyes del capitalismo según las comprendió Marx habrían perdido para siempre toda vigencia histórica, me hago eco del señalamiento de Marx sobre que la discriminación histórica debe basarse no en lo que permanece constante a través de los cambios (enfoque asbtarcto) sino en lo que varía. Este criterio -diría que elemental- usted lo pasa por alto olímpicamente.
      Todavía más que la caracterización de épocas (o etapas, o períodos, o como quiera considerarlo), es importante establecer criterios para determinar el carácter progresivo o declinante de dichas épocas (o etapas, o períodos, o como quiera considerarlo). De ninguna de sus intervenciones surge, siquiera por asomo, un criterio para establecer esto y, ni hablar, un mínimo intento de determinar si actualmente no encontramos en una curva (o fase, o período, o como le venga en gana llamarlo) de progreso o de declinación capitalista. A todo esto puede usted darle todas las vueltas del mundo, pero ello no dotará de fertilidad a sus disquisiciones enciclopédicas, aún si en algún punto son certeras o, incluso, cuentan con mi acuerdo (¿en qué momento defendí yo las teorías del monopolio a la Sweezy? ¿en qué momento defendí la tesis estanacionista de Lambert?).
      Creo que no hace más que subestimar e incluso maltratar a sus interlocutores. Es una lástima.

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      Vico

      13/03/2012 at 11:56

    • Me encanta la manera en que usted se va en abstracciones. Su consigna parece ser meter palabrerío para ocultar los problemas y pasar por alto las dificultades. «Sin entrar en la cuestión de la vigencia o no del monopolio». Pero la prevalencia del monopolio es el centro de la explicación de Trotsky de por qué el capitalismo había agotado sus posibilidades históricas. Es a partir de aquí que sostiene que «la ley del valor ya se niega a rendir sus servicios», y se estanca el avance tecnológico. Si esto era cierto, la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia «a lo Marx» no podía operar. Pero esta ley está en la base de la explicación de Marx sobre la dinámica del capitalismo. Y esta ley opera porque hay competencia; además, es una manifestación del desarrollo de las FP. No es casual que Trotsky no haga siquiera mención a toda esta problemática. Todo esto, por supuesto, a usted le resultan «disquisiciones enciclopédicas». Ya conozco esta argumentación brutal. Cuando no tienen argumentos, acusan al oponente de ser «demasiado teórico» (demasiado enciclopédico).
      Acerca del criterio para determinar el carácter progresivo de un modo de producción, también lo he explicado. El capitalismo es progresivo con relación a los modos precapitalistas porque desarrolla las FP. Y esto no es ninguna «abstracción». Marx en el siglo XIX, pero Lenin también a principios del siglo XX (y hasta su muerte) consideran que la entrada del capitalismo en el «tercer mundo» cumple un rol progresivo. Es la famosa sentencia de Marx sobre los ferrocarriles ingleses, que también he citado en este blog. Habría que esperar a los congresos de la IC de 1928 y 1934 para «decretar» que la entrada del capitalismo en los países atrasados ya no cumplía un rol progresivo. Esto fue aprobado por Trotsky. Esta tesis continuó vigente durante décadas. Fue la base del tercermundismo nacionalista, de las tesis de la dependencia, de la visión de los trotskistas sobre el estancamiento permanente del tercer mundo, de la idea de Mandel y Amin sobre «el desarrollo bloqueado al capitalismo» en los países atrasados. Escribí, además de artículos, todo un libro explicando estas cuestiones. Pero todo ni lo tiene en cuenta.
      Por último, me dice que lo maltrato. Pero es que usted, o no escucha, o se hace el que no escucha. Fíjese lo que escribe: De ninguna de sus intervenciones surge, siquiera por asomo, un criterio para establecer esto y, ni hablar, un mínimo intento de determinar si actualmente no encontramos en una curva (o fase, o período, o como le venga en gana llamarlo) de progreso o de declinación capitalista. Pero si he afirmado que si hay acumulación hay desarrollo de las FP. Por eso, he afirmado que en los últimos 30 años hubo desarrollo del capitalismo, no solo en profundidad, sino también geográfica (entrada al Este de Europa, la URSS, China). ¿Cómo voy a pensar que el capitalismo ha estado declinando en estas últimas décadas? SE EXPANDIÓ. Se desarrollaron las FP. Por supuesto, las FP se estancan y retroceden durante las crisis. Pero no hubo crisis permanente, sino una intensa acumulación. El mercado mundial se desarrolló. Es una expresión más del desarrollo de las FP. Estoy explicando esto a cada rato, y usted me dice que no soy claro. ¿Cómo quiere que se lo diga?

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      rolandoastarita

      13/03/2012 at 15:10

    • Me acusa usted de «brutalidad» (?) pero debo decir que ha sido usted quien truncó «brutalmente» mi frase sobre el monopolio: ¡omitió las parentéticas, una sobre la data sesentista de la teoría del monopolio y otra con una salvedad sobre «CIERTO dominio del monopolio» -que aludía a los regímenes colonialistas de la primera mitad del siglo XX-, y recortó también mi especificación cronológica del alcance de mi propia observación -entre 1900 y 1945-!.
      No voy a enredarme en una porfía en la que, por lo que veo, usted se ofusca cada vez más.

      Paso también por alto una miríada de cuestiones -y hasta de ofensas- porque su última intervención al menos me da un buen trozo de tela para cortar: Si lo entendí correctamente, en virtud de la expansión cosntante de las fuerza productivas durante las dos o tres últimas décadas, está caracterizando usted que actualmente el capitalismo se encuentra en una fase de expansión (o sea de, de progreso en términos capitalistas).

      No puedo dejar de señalar que el modo (verdaderamente abstracto) en que usted plantea las cosas, hace parecer que tal progreso ha sido constante, como si usted hubiera reemplazado (antidialécticamente) la tesis lambertista del estancamiento capitalista permanente por una tesis del progreso capitalista permanente (lo cual se manifiesta nítidamente en su afirmación de que no cabe hablar de épocas del capitalismo -o etapas, o períodos, etc.- históricamente diferenciadas).
      A este respecto, el forista Juan Pablo hizo un señalamiento, que creo muy certero, de hasta qué punto su interpretación falsea los hechos, llevándolo al extremo de ignorar que, a cierta altura del siglo XX, fueron las dificultades del capitalismo para seguir expandiéndose las causantes directas de -ni más ni menos- dos guerras mundiales, y también las causantes menos directas de -ni más ni menos- varias revoluciones proletarias, empezando por la rusa.

      Creo, entonces, que su caracterización pierde por el camino un conjunto decisivo de mediaciones, pero -corríjame si me equivoco- saco en limpio lo siguiente: Usted sostiene que actualmente el capitalismo se halla en una etapa (o una fase, o un período, como más le guste) de auge (!).
      Si lo entendí correctamente y ésta es su idea (que le pido ratifique o rectifique) desde luego estoy en decidido desacuerdo por razones que si viene al caso desarrollaré, aunque creo que perfectamente podría dejar ese aspecto en manos de los foristas Álvaro o Juan Pablo, cuyas intervenciones me parecen muy bien orientadas y dignas de un respeto mayor al que usted les ha concedido (al menos, a mí me lo han suscitado).
      Saludos.

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      Vico

      13/03/2012 at 17:35

    • Lo que he criticado es la tesis de que a partir de principios de siglo el monopolio adquiere la suficiente hegemonía como para cambiar la forma de funcionamiento del capitalismo. Esta teoría es fuente de innumerables errores. Es esta teoría la que subyace a la explicación de Trotsky de por qué la decadencia del capitalismo. Es esta teoría la que subyace a la idea de que los grandes bancos organizan las crisis, la desocupación y la inflación. Esto es lo que se ha afirmado, con independencia de que se hicieran «reservas» sobre que el monopolio «no es total». Traten de no discutir como abogados, apelando a alguna letra chica. Traten de explicar por qué es que en el PT se afirma lo que se afirma sobre las crisis organizadas por los monopolios, y NADIE dentro del trotskismo la ha cuestionado. ¿Cómo se explican estas cosas? ¿Cómo se explica que a la hora de tratar las causas de la supuesta decadencia secular del capitalismo, Trotsky solo se base en la tesis del monopolio? Nada de eso se responde, pero cuando cuestiono, me tratan de meter en una discusión sobre si dijeron «cierto» grado de monopolio, o no. Lo que dijo el movimiento trotskista (y en esto acompañado por stalinistas, tercermundistas varios, etc.) es que el grado de monopolio fue los SUFICIENTEMENTE ELEVADO como para cambiar la dinámica del capitalismo. Es penoso tener que estar despejando cada dos pasos el terreno de chicanas de «letra chica», por el solo hecho de que quieren defender a capa y espada el dogma del PT.
      Por otra parte, lo que dije es que desde 1982 hasta 2008 el capitalismo, de conjunto, experimentó una fuerte expansión. Sobre esto presenté muchos datos. Por supuesto, los trotskistas dijeron que no hubo expansión. Esta es una diferencia fundamental. Naturalmente, es mala fe polémica decir que hubo progreso constante. He afirmado que hubo zonas enteras que cayeron en el estancamiento, como América Latina durante dos décadas, o Japón, durante más o menos el mismo lapso. También hubo grandes crisis, como la asiática y la rusa. También he dicho que la crisis 2007/9 fue la mayor desde la Gran Depresión. Y también he sostenido que actualmente hay un crecimiento débil (por eso no puedo sostener que HOY esté en «auge»), y que es posible que se desate una Gran Depresión si finalmente quiebra el euro. Esto es lo que he afirmado.
      Aquí entonces hay diferencias fundamentales de diagnóstico. He afirmado que con el esquema de «capitalismo en decadencia» no se puede explicar las tasas de acumulación que ha tenido el capitalismo en Asia, en primer lugar, pero también en países como Brasil o Rusia, en la última década. No hay manera de explicar cómo es posible que hayan surgido grandes multinacionales de los países atrasados. Aquí es donde han fracasado las tesis estancacionistas, que no solo han defendido ustedes, sino también el tercermundismo nacionalista, la teoría de la dependencia, y tantos intelectuales marxistas. La crítica del capitalismo no pasa por negar lo que sucede.
      Por último, es natural que usted esté de acuerdo con los foristas que son trotskistas. Todos repiten lo mismo, desde hace años, y tienen la misma perspectiva.

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      rolandoastarita

      13/03/2012 at 20:05

    • Difícilmente pueda acusárseme a mí -que huyo de las citas, paso por alto montones de frases objetables y trato de concentrarme siempre en los aspectos genéricos- de discutir explotando alguna “letra chica”.
      De todos modos, me alegro de que la discusión pueda proseguir en un tono más tranquilo.
      Me siento obligado a advertir que, para responderle, deberé extenderme más de lo deseable. Pero no encuentro ninguna alternativa mejor, ni creo que tenga sentido escribir un artículo independiente de cara a un intercambio cuya lógica es intrínsecamente dialogal. En todo caso, queda en sus manos evaluar si se publica o no mi intervención.

      En mi opinión, y por eso quise pasar el punto por alto, la discusión sobre el monopolio -o, más exactamente, sobre las características del monopolio entre 1900 y 1945, que llevaron a Lenin y a Trotsky a su caracterización (terminal) de la época- sólo deberían ser discutidas después de establecer una correcta periodización histórica, un asunto de alcance mayor que usted buscó resolver mediante la postulación (abstrayente) de que toda la época (¿desde 1800 hasta hoy?) habría sido homogénea: una época “capitalista sin aditamentos”.
      No obstante, luego usted mismo atenuó la homogeneización que había postulado, primero diferenciando la “mundialización” de las dos o tres últimas décadas y, después de que yo le atribuí sustituir la tesis del estancamiento permanente por la del progreso permanente, agregó que cabe diferenciar también períodos de estancamiento. Esto hace pensar que, contrariamente a su anterior apreciación, sí sería correcto -e incluso crucial- establecer épocas o períodos diferenciados dentro de la historia del capitalismo, por más que ciertas leyes generales hayan mantenido continuidad a lo largo de toda ella.

      Continúo razonando a partir de ítems que usted asumió expresamente: En primer lugar, mencionó usted una serie de períodos de estancamiento, relativamente recientes y siempre locales. Luego agregó a ello la actual perspectiva de una «gran depresión» y, con esto último, rechazó la idea de que actualmente el capitalismo esté en auge. Así vemos cómo los períodos diferenciados que usted hizo salir por la puerta están volviendo a entrar por la ventana.
      A raíz de ello, surgen dos cuestiones diferenciadas: por un lado, la identificación histórica completa de los períodos de estancamiento y, por otro lado, la cuestión de cómo caracterizar la perspectiva actual.
      En relación a lo primero: ¿No reconoce usted períodos de estancamiento anteriores a la década de los ‘80, incluso mucho más extendidos que los que mencionó? Encuentro extremadamente llamativo que usted haya hecho oídos sordos a mi comentario -que reproduce aproximadamente uno anterior de Juan Pablo- sobre que la causa de las guerras mundiales fue la dificultad del capitalismo para continuar su reproducción por mecanismos normales, económicos. Esto habla de la existencia de un período histórico signado por una fuerte tendencia al estancamiento e, incluso, por el estancamiento mismo. ¿O usted considera que la masacre mundial de tantas decenas de millones de personas tuvo causas puramente superestructurales?
      En cuanto a la otra cuestión, la de la perspectiva actual: Resultan sorprendentes las premisas y el método empiristas a partir de los cuales usted conjetura -y sólo conjetura- la eventualidad de una “gran depresión”, que marcaría el fin de la expansión capitalista, aunque usted no aventura ninguna caracterización sobre el alcance (¿histórico? ¿coyuntural?) que debería tener dicha depresión. Simplemente parece usted pensar que, si las estadísticas lo dicen, habrá dejado de haber expansión y pasará a haber depresión: “Si así fue, así pudo ser; si así fuera, así podría ser; pero como no es, no es. Esto es lógica”. Todo dependería de una mera medición de “datos”. Después de todo ¡hay que ser científico, y no actuar como los fabuladores charlatanes trotskistas! ¿No es cierto?
      Encarar la cuestión de un modo tan empirista como el suyo, estableciendo las tendencias a partir de datos estadísticos (o peor: a partir de sólo ciertos datos estadísticos), equivale a ignorar cuestiones como por qué o de dónde surgiría, de repente, una reversión de la tendencia económica verificada, según usted, a lo largo de tres décadas (o nueve décadas, si empezamos a contar desde la recuperación de postguerra). Hablo de identificar causas, y hacerlo con algún grado de concreción histórico/social, no mediante una apelación meramente genérica a las leyes establecidas por Marx.

      Redondeo mi propio bosquejo interpretativo: Lejos de defender la tesis del estancamiento permanente (tanto como de defender la del progreso permanente que, según usted, apoyarían las estadísticas) considero que han existido épocas, etapas o períodos claramente diferenciados a lo largo de la historia del capitalismo.
      En mi opinión, cuando Lenin y Trotski caracterizaron el período que les tocó vivir como terminal, o juzgaban que el desarrollo del monopolio estaba en contradicción con las leyes de la reproducción capitalista tales como Marx las había concebido, no estaban haciendo más que verificar condiciones empírica y lógicamente verdaderas… ¡para ese período!
      En el terreno empírico, no puede negarse la existencia del “crash” del ’29, o del estancamiento prolongado que siguió a dicho “crash”, por considerar sólo los elementos más sobresalientes (sin embargo, en ningún momento de esta discusión usted se dignó distinguir este período tan significativo por sus características más sobresalientes). Tampoco cabe negar que, en el terreno lógico, existe una indiscutible contradicción entre el monopolio y la “libre” competencia, contradicción que Marx no tuvo inconveniente en admitir (sin embargo, usted sólo se limitó a poner de relieve que, si el capitalismo aún existe, tiene que ser porque el monopolio en definitiva no aniquiló las leyes de desarrollo del capitalismo tales como Marx las concibió). Por supuesto que estas dos observaciones, útiles para “desinflar” las imputaciones que usted dirigió a Lenin y a Trotski, no bastan para resolver el tema y no dan completa cuenta de las caracterizaciones de Trotski o de Lenin (quien, de todos modos, sostuvo explícitamente que los monopolios no liquidaban la competencia entre capitalistas sino que daban a esta una nueva forma).

      Finalmente, la catástrofe capitalista que Lenin y Trotski juzgaban definitiva no lo fue, pero esto no significa que jamás haya existido tal catástrofe. Hubo, efectivamente, un derrumbe económico del capitalismo que, no pudiendo superar las trabas que bloqueaban su reproducción por vías normales, exclusivamente económicas, se vio llevado al terreno “superestructural” de la confrontación militar (la competencia entre capitalistas bajo su nueva forma, tal como sugería Lenin). Y ello, dos veces. Este recurso “extraeconómico”, de resultados “a priori” inciertos (ya que la guerra no sigue leyes como las que rigen la reproducción del capital) terminó determinando, después de atravesar bastantes imponderables, la superviviencia del capitalismo y el reestablecimiento de condiciones para su reproducción normal durante toda una nueva etapa histórica, de características muy diferentes a la anterior (por ejemplo, tuvo lugar la “descolonización” en masa). Nada de estancacionismo, entonces.
      El caso es que la curva ascendente de la postguerra alcanzó un parate a principios de los setenta y, si bien es cierto que a partir de los ’80 hubo sucesivas recuperaciones, éstas tuvieron un sesgo diferente a las del auge de postguerra y ello autoriza a pensar que el capitalismo había ingresado, nuevamente, en un período claramente diferenciado del anterior: Durante el auge de postguerra, el desarrollo capitalista se asoció con el pleno empleo y el crecimiento constante de la demanda y el consumo masivo, se masificaron un conjunto de productos y tecnologías que en el período precedente habían estado acotados a una elite acomodada y, en consonancia con ello, se produjo un salto cultural general (en términos de educación, “beneficios sociales”, etc.). Nada de esto, sino todo lo contrario, caracterizó las expansiones desde Reagan en adelante, expansiones que además no alcanzaron nunca niveles como los del auge de la postguerra. Las expansiones reaganianas y post-reaganianas se instalaron en una pendiente regresiva, por más que las estadísticas mostraran crecimiento, y ello porque dichas recuperaciones capitalistas se basaron de modo predominante en el incremento de la explotación absoluta (mientras que el auge de postguerra se basó en el incremento de la explotación relativa). Como consecuencia de ello, los niveles del salario, el empleo y el consumo iniciaron una tendencia declinante que fue compensada mediante el recurso sistemático al crédito, al endeudamiento. Esto, a su vez, fue posible debido a innovaciones que, tras el fin de la segunda guerra, impidieron la repetición directa de “pinchazos” como el de 1929, y facilitaban la formación y perduración de “burbujas” especulativas. Entre dichas innovaciones debe mencionarse, en primer lugar, la modificación de los sistemas monetarios (y del SMI). Y, ya mucho más adelante (recién cuando empezó la declinación), la invención de la “contabilidad creativa” y de novedosos “instrumentos financieros” que, como por arte de magia, convertían ficticiamente pasivos en activos. Esto dio lugar al crecimiento de un capital ficticio cuyo “valor” terminó por decuplicar al del capital productivo, real, (cuya evolución, aunque no demasiado fielmente, expresan las estadísticas a las que usted es tan afecto). En semejante contexto ¿cómo esperar extraer una conclusión sobre el estado del capitalismo sólo a partir de las estadísticas industriales? Y esto no es ninguna novedad: incluso la forista Maju, en una de sus intervenciones, puso de relieve que las fuerzas motrices de la expansión de la industria de la construcción (y de tantas otras, agrego yo) es de naturaleza enteramente especulativa. En resumen: la generación colosal de valor ficticio (es decir: irrealizable) al tiempo que el mantenimiento artificial del consumo en base a la expansión sistemática del crédito -como compensación, justamente, de la baja del consumo originada en la prevalencia de la explotación absoluta de la fuerza de trabajo- manifiestan tendencias contrarrestantes -y por lo tanto secundarias- que deben ser interpretadas como un signo inequívoco de la tendencia declinante del capitalismo, en lugar de reconocer a esta última recién cuando sus consecuencias de superficie se manifiestan empíricamente, en último término. Ello es porque pienso, como lo hacía Marx, que una “ciencia” que, en lugar de delinear los nexos internos que explican los fenómenos, se limita a reproducir estos últimos, apegándose fielmente a ellos (y, encima, después del hecho consumado) no es ninguna ciencia.

      En fin: mi último punto es insistir en que sólo a partir de una correcta periodización histórica y a partir de caracterizar al momento presente como inserto en un período de declinación capitalista, adquiere algún sentido relevante la discusión del programa de transición formulado originalmente por Trotski, cuya vigencia genérica yo sostengo sobre la base de la periodización y la caracterización que bosquejé más arriba.

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      Vico

      14/03/2012 at 16:44

    • Vuelvo a solicitar que tengan algo de prudencia, no se trata de enviar artículos. Desvirtúan esta sección. Escriba un artículo, lo publica, y en todo caso, si deseo lo respondo. Pero no se puede seguir así. ¿En los blogs de los partidos trotskistas se deja publicar notas enteras, bajo la forma de comentarios?
      Algunas cosas breves: Sobre la periodización, las hay por todos lados, y para todos los gustos en el marxismo. Además, están las que se refieren a zonas del planeta (por ejemplo, cuando se habla de la ISI en América Latina); están las que pretenden que hubo algún cambio en las relaciones entre las fracciones del capital (por ejemplo, las tesis de la «financiarización», ahora de moda); están los que hablan de las ondas largas, etc. Algunas me parecen correctas (por ejemplo, acuerdo con la idea de la ISI), otras no (por caso, la financiarización). También están las periodizaciones sobre los grandes períodos de mucho crecimiento, o poco, o depresión; esto lo traté en «Valor, mercado mundial y globalización», en la crítica a los ciclos Kondratiev. También allí di una explicación de por qué pienso que no hubo nuevas guerras entre las grandes potencias desde 1945, y sí las hubo en el período 1914-1945. No voy a repetir aquí esto. Sí sostengo que las leyes que explican la Gran Depresión del 30 no son cualitativamente distintas de las que explican la crisis iniciada en 1873 o la crisis 2007. Es en este respecto que tengo diferencias mayúsculas con los trotskistas. Sostengo que todas estas crisis se entienden, en lo sustancial, con las leyes de la acumulación «a lo Marx». En este respecto, no veo ninguna necesidad de establecer que estas crisis ocurren en «épocas» cualitativamente distintas. Aquí tengo una gran diferencia con Trotsky y los trotskistas. Trotsky explica la crisis del 30 por leyes que obedecen a una «época» del capitalismo que se regiría por leyes de acumulación distintas de las explicadas por Marx. Por eso el hincapié en la cuestión del monopolio. Éste es el punto a discutir en torno a la periodización entonces. No hay que irse por las ramas. Sucede algo similar a la discusión con los que defienden la tesis de la financiarización. A ellos también les pregunto en qué sentido fundamental deben cambiar las leyes del funcionamiento del capitalismo para hablar de una «época» distinta. Todo eso no niega la existencia de períodos, etc.
      Subrayo un aspecto metodológico: primero hay que definir en qué consiste el cambio cualitativo que permitiría hablar de un cambio en las leyes del funcionamiento. Si se encuentra que ese cambio se produjo, es lícito hablar de una nueva época, en el sentido que lo hicieron Lenin o Trotsky. De lo contrario, se trata de diferentes fases o períodos de mayor o menor crecimiento, de mayor o menor internacionalización, o de tal o cual característica, pero que no alteran la dinámica subyacente. Por ejemplo, mi explicación sobre por qué las dos grandes guerras y por qué no hubo nuevas guerras interimperialistas no «demanda» establecer una nueva «época» a partir de 1945. ¿Por qué? Pues porque sostengo que no hubo un cambio cualitativo en las leyes de la acumulación. ¿Estoy diciendo con esto que son iguales? No, no le estoy diciendo, precisamente estoy afirmando que algo cambió, (que no tiene que ver con lo superestructural), que explica por qué no hubo guerras. Al pasar, anoto que los trotskistas, siempre tan obsesionados por las «épocas» no prestan la menor atención a estas diferencias; de ahí que sigan viendo a cada rato guerras interimperialistas «inminentes». Mandel las preveía para el período 1975-2000; Moreno en los 80 decía que EEUU ya estaba preparando la Tercera Guerra, y así podría seguir. ¿De qué les sirve esa bendita caracterización de «época», si no pueden entender siquiera estas cuestiones?
      Con respecto al desarrollo o no de las FP en el período 1980-2008: el criterio fundamental es preguntarse si mejoraron las condiciones materiales y sociales que constituyen las premisas del socialismo, o disminuyeron. Este es el problema central. Trotsky, por ejemplo, pensaba que a raíz del estancamiento, esas premisas se debilitaban. Yo sostengo que se reforzaron, tanto si se miden entre 1914 y 2012, como si se miden en los últimos 30 o 40 años. Aumentó en términos absolutos y relativos la clase obrera mundial; aumentó la productividad; aumentó el capital fijo; se extendió y profundizó el mercado mundial. No puedo volver a explicar todas estas cuestiones a cada rato. Le paso las referencias, en todo caso. He criticado las tesis de la financiarización (que dice que desde 1982 todo fue «especulación parasitaria financiera») en una nota que está en mi página web, y en el libro sobre crisis que se publicó en España (El Capitalismo roto). Soy muy crítico de esta tesis a la que es tan afecto el populismo de todos los colores. También en el blog algunas referencias aquí. Acerca del colapso del capitalismo, aquí. Acerca de Trotsky y FP, aquí. Sobre globalización, aquí y aquí.

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      rolandoastarita

      14/03/2012 at 18:51

    • Yo no expresé ninguna adhesión a las tesis del «parasitismo» financiero. Solamente mostré algunos hechos indiscutibles. Por ejemplo, señalé la actual existencia de una gran masa de valor irrealizable, ficticio, diez veces superior a la del valor del capital real. Y consideré tales hechos no como una «perversión» del funcionamiento «legítimo» del capitalismo (y, en consecuencia, susceptibles de «regulación», como sostienen los populistas) sino como la manifestación de tendencias contrarrestantes de la más primaria tendencia declinante (y, en consecuencia, como una confirmación de la tendencia que buscan contrarrestar). Y, aún suscintamente, creo haber explicado por qué. Así que no creo adecuada su respuesta, que parece un intento de rastrear a cuál de los discursos que usted tiene pre-clasificados respondería mi post. ¿Debo explicitar que, más allá de mis personales simpatías, no soy militante de ningún partido trotskista?
      Me damanda usted que «primero defina en qué consiste el cambio cualitativo que permitiría hablar de un cambio en las leyes del funcionamiento» (completo yo: las leyes del funcionamiento de la acumulación capitalista), y luego agrega: «Si se encuentra que ese cambio se produjo, es lícito hablar de una nueva época.»
      Justamente, entra otras cosas yo hablé de cambios en la forma de explotación de la fuerza de trabajo, hablé del pasaje de la extracción de plusvalía relativa a la extracción de plusvalía relativa como marca que distingue las recuperaciones reaganianas y post-reaganianas de las recuperaciones de la curva ascendente de la postguerra. ¿¿Usted leyó lo que escribí??
      Sus demás consideraciones no me parece que tengan que ver, siquiera lejanamente, con nada que yo haya dicho.

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      Vico

      14/03/2012 at 19:54

    • Estoy un poco cansado y en el post anterior, en referencia a las recuperaciones reaganianas y post-reaganianas, puse: «hablé del pasaje de la extracción de plusvalía relativa a la extracción de plusvalía RELATIVA», cuando debería haber escrito «hablé del pasaje de la extracción de plusvalía relativa a la extracción de plusvalía ABSOLUTA».
      Por favor, si le es posible corrija este mamarracho. Si no, publique este nuevo post a título de FE DE ERRATAS. Mis disculpas y, desde ya, mi agradecimiento.

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      Vico

      14/03/2012 at 20:02

    • Sí, lo leo, pero no puedo responder todo lo que usted dice, porque me llevaría un libro aclarar las cosas. Se mete en todo, opinando con una ligereza que llaman la atención. Primero, hay que partir de datos, de estadísticas. Usted afirma:
      Las expansiones reaganianas y post-reaganianas se instalaron en una pendiente regresiva, por más que las estadísticas mostraran crecimiento, y ello porque dichas recuperaciones capitalistas se basaron de modo predominante en el incremento de la explotación absoluta (mientras que el auge de postguerra se basó en el incremento de la explotación relativa). ¿De dónde saca esto? He mostrado datos del crecimiento de productividad de la industria de EEUU en los 90. Lo he citado en notas en el blog.
      Luego dice: Como consecuencia de ello, los niveles del salario, el empleo y el consumo iniciaron una tendencia declinante que fue compensada mediante el recurso sistemático al crédito, al endeudamiento. De nuevo, ¿qué datos tiene? Busque en el blog, muestro cómo creció el consumo en EEUU, a pesar de la baja de salario (crítica a la tesis subconsumista). No menciona la evolución de la inversión en los 90 (que llevó a la sobre-inversión). Además, el crédito «compensa» a partir de los 2000, no en los 90. Y compensa impulsando la sobreacumulación en la construcción (no es mera acumulación de «papelitos»).
      Luego se mete con el capital ficticio, pero sin señalar qué tiene que ver con la acumulación (porque ni se dio cuenta que había acumulación). El crecimiento del capital ficticio, en sí mismo, no significa mucho (como ya lo demostró, muy bien, Marx). Y a todo este lío conceptual, tengo que desentrañarlo y explicarlo. Y para colmo aguantar admoniciones suyas sobre lo empírico y lo teórico, porque le digo que hay probabilidades, pero solo probabilidades, de que haya una Gran Depresión.
      Mire, paro aquí, lea lo que quiera o lo que pueda, y siga con lo suyo nomás. Eso sí, cuídese de las estadísticas, a ver si en una de esas recibe un baño de «realismo epistemológico».

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      rolandoastarita

      14/03/2012 at 20:51

    • En algo debo concederle la razón: Me expresé mal cuando escribí que, en las recuperaciones reaganianas y post-reaganianas “los niveles del salario, el empleo y el consumo iniciaron una tendencia declinante que fue compensada mediante el recurso sistemático al crédito, al endeudamiento”. En esa frase, yo había querido referirme al consumo procedente del empleo y el salario, no al consumo en general. Éste último -eso pretendí decir- fue sostenido mediante el llamado “endeudamiento de las familias”, es decir mediante créditos al consumo de las capas medias más o menos acomodadas (algo que consideré compensatorio y, en consecuencia, implícitamente regresivo). Dicho fenómeno de ninguna manera comenzó recién en el 2000, como dijo usted (supongo que a partir del malentendido que generó mi propia formulación defectuosa). No estoy, pues, sosteniendo una “tesis” estrictamente subconsumista. Más bien estaba dando por sentado que, si hubo recuperación y crecimiento (y, en consecuencia, hubo la “acumulación” cuya existencia -según usted- yo simplemente “desconocería”) tiene que haber existido un nivel de consumo que permitiera la realización del valor producido pero, como señalé, dicha realización “exitosa” de un valor incrementado fue acompañada por la generación de una masa mucho mayor de valores ficticios, irrealizables. Lejos de considerarlo en sí mismo, el desarrollo creciente de capital ficticio fue caracterizado por mí como una consecuencia directa de las premisas extremadamente limitadas a partir de las cuales tuvieron lugar las recuperaciones de los ’80 en adelante (lo cual se refleja estadísticamente en el hecho de que jamás se alcanzaron los picos del auge de posguerra). Si la inversión capitalista fue derivando crecientemente hacia procesos especulativos, si el consumo debió ser artificialmente mantenido, ello habla de dificultades muy marcadas -aunque latentes- para la reproducción del capital.
      En cuanto al incremento de la explotación absoluta de la fuerza de trabajo a partir de Reagan, no se me pasa por la cabeza que alguien pueda negar tal hecho (se produjo una extensión sistemática de las jornadas de trabajo, la caída generalizada de los salarios reales, la liquidación de las formas indirectas del salario, etc. etc. etc.). Creo que el peso de la prueba en este caso no debe caer de mi lado.
      Lo que sí cabría discutir -y se lo discute, naturalmente- es que dicho incremento de la explotación absoluta haya sido la premisa más fuerte de las recuperaciones a partir de los ’80, ya que nadie ignora que hubo innovación tecnológica. Pero no veo manera de evaluar sólo mediante estadísticas si la innovación tecnológica es o no la causa principal de una expansión económica, sin verificar si dicha innovación volvió innecesaria o al menos inconveniente la extracción de plusvalía absoluta (o, si por el contrario, no lo hizo), para no hablar del desarrollo creciente del «desvío» especulativo (que señala la inviabilidad de que la inversión productiva se desarrolle a una escala históricamente significativa).
      Pese a sus sarcasmos acerca de mi falta de “realismo epistemológico”, insistiré una vez más en que las estadísticas no dictan las hipótesis científicas, sino que son éstas últimas las que sesgan en uno u otro sentido la lectura de las estadísticas (e, incluso, la elección y/o depuración de las estadísticas que se consultará). Es claro que usted no está aplicando el método marxista al análisis del capitalismo- ello, al parecer, lo reserva usted para los debates «puramente filosóficos»- sino que acude a empirismo rasante, que corre detrás de los hechos consumados. Pero para conocer los hechos una vez que sucedieron, no veo la necesidad de teoría ni de ciencia alguna.
      No deja de tener su gracia que lo que usted dijo sobre las periodizaciones históricas (que podría diseñarse una diferente para cada gusto) se aplique tanto o más cómodamente a los usos que admiten los datos estadísticos.

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      Vico

      16/03/2012 at 12:35

    • «La antidialéctica, es una reafirmación o una redundancia, vico?»

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      desde el fondo gritan

      09/03/2012 at 21:50

  20. Rolando:

    He sido vuestro alumno en una materia que Ud. dicta en la FCE.

    El mensaje o bien la pregunta es un tanto “conciliador” entre ambas posiciones:
    1) Es incompatible levantar consignas que partan de necesidades reales pero bajo la severa advertencia a las masas de que las mismas no serán posible si no se derrota al capitalismo y se instaura un gobierno socialista.
    2) Luego ¿no sería necesario esbozar cómo serían las medidas que tomaría un gobierno socialista, aunque ahora no estén “maduras” las condiciones, al menos para contrastar con las administraciones capitalistas, para que el discurso marxista no constituya una abstracción?.

    Muchas gracias por permitirme participar.

    Atentos saludos

    José S.

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    José S.

    09/03/2012 at 16:46

    • Una organización perfectamente puede propagandizar las medidas que propondría si la clase obrera toma el poder político. No veo muy factible sostener una consigna diciendo que es imposible de lograr en el capitalismo, pero que de todas maneras llamamos a movilizarnos por ella, aunque ahora no podamos acabar con el capitalismo. Las cosas que planteamos tienen que tener coherencia. Aclaro: es por este motivo que, en conversaciones con sus partidarios, Trotsky les aconseja que no planteen que la demanda de acabar con la desocupación repartiendo las horas de trabajo solo se podría lograr arrebatándole el poder a la clase capitalista. El consejo de Trotsky es que hay que concentrars en la demanda en sí misma, para que la gente se movilice, y llegue luego a la conclusión de que debe tomar el poder. Esto es lo que digo que fracasa, una y otra vez.

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      rolandoastarita

      09/03/2012 at 18:31

    • Mides la expansión en Proucto Global Bruto? Consideras los servicios «producción»? Es expansión la burbuja inmobiliaria? La burbuja del crédito? No te parece que hay una crisis real muy seria en el Norte Global (y otras zonas), apenas maquillada por las estadísticas? Dónde está esa expansión después de 2008? Algunas zonas periféricas (Asia Oriental, India, América Latina – a donde se ha trasladado la mayoría de la producción industrial/real a expensas del Norte/Centro Global) aún ganan algo porque exportan al Centro pero a medida que el Centro se desinfla (y está pasando ahora mismo), la demanda decrece. Por eso China se digna en financiar a Europa: para que le sigamos comprando cosas, ya que es su mayor mercado con diferencia).

      Además hay problemas medioambientales tan grandes y globalizados que da igual lo que diga la economía, que al final sólo es contabilidad de cupones y anotaciones en el debe y el haber (y por lo que he descubierto gracias a ti, la economía marxiana también lo es, lamentablemente): el planeta no da más de sí: el consumo y por tanto la producción general no pueden seguir creciendo… a no ser que se cambie radicalmente el paradigma económico, lo que implica acabar con el capitalismo (tampoco es posible un eco-fascismo porque fascismo es capitalismo y el capitalismo es destructor parasitario del medio ambiente).

      Creo que vives en una burbuja tan teórica que no eres capaz de ver la realidad. Esto se cae a pedazos y todo lo que puedes proponer es socialdemocracia y esperar a un futuro remoto!

      No es una propuesta aceptable: se me caería la cara de vergüenza si mis sobrin*s (ya que no tengo hij*s) supieran que su miseria (predecible si esto no se cambia ya) es culpa de que yo no luché, de que me resigné y encima me escudé en Marx para no ser un revolucionario ya mas.

      Este es mi último comentario y última lectura en este blog. Chau.

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      Maju

      10/03/2012 at 15:09

    • Estas cosas ya las respondí y discutí. Sobre servicios, está la discusión sobre trabajo productivo. Sobre la expansión del capitalismo en los últimos 30 años, están los textos de crítica a la tesis del estancamiento. Subrayo, o se refieren a los datos y argumentos que he presentado, o no vuelvo a lo mismo. Agrego: creo que haces muy bien en no leer más este blog.

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      rolandoastarita

      10/03/2012 at 15:54

  21. Rolando

    En este artículo haces referencia a un trabajo tuyo: Crítica del Programa de Transición.

    En la búsqueda que hice en Internet, encontré dos versiones de este trabajo.

    Uno se encuentra en la siguiente página web: http://es.scribd.com/doc/62036527/Critica-del-Programa-de-Transicion-Rolando-Astarita.

    La otra versión está en esta página web: http://www.ultimorecurso.org.ar/drupi/node/233. Allí utilizas el seudónimo de Osvaldo Garmendia.

    Comparando los textos me di cuenta que el trabajo más completo es el que está en scribd. El problema de scribd es que es un lío bajarlo desde esa página web.

    Dada la importancia de este trabajo para la discusión que se está dando en muchos artículos de tu blog, ¿Tu no crees que sería conveniente publicar nuevamente este trabajo en tu blog para facilitarle a tus lectores el acceso a este artículo?

    Sería importante que lo publiques también en Kaosenlared, en donde ya tienes un espacio.

    Muchos lectores de tus artículos te lo agradecerán.

    Saludos

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    ladudametodica

    10/03/2012 at 00:13

    • Desde la página de inicio pusimos un link a la CPT, no está muy visible pero lo podés encontrar en el menú de navegación de la derecha, al fondo.
      http://goo.gl/Gx6g8 es un pdf de unos 9 megas, un escaneo de la vieja Debate Marxista.

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      astadiego

      10/03/2012 at 08:54

  22. Hola Rolando:
    Antes que nada, quiero aclarar que el motivo de este comentario es dar cierta continuidad (y en cierto modo poner “fin” o al menos “larga pausa”) a un comentario anterior mío que lamentablemente no he podido rastrear en este multiverso de la herramienta blog, donde la cuestión “en red”, aun con todo lo beneficiosa que es, nos lleva a veces a perdernos en hilos… como la mosca en la de la araña. En ese comentario prometía yo volver sobre el asunto (control obrero, transición, etc.) después de leer su “Crítica al Programa de Transición” y tener una posición más, o mejor, definida y “estudiada”.
    Sólo quiero decir que ese momento no ha llegado y seguramente va a tardar bastante en llegar: 1) porque sigo estudiando, leyendo, etc, el tema, que me interesa mucho –claro que es central–; 2) porque todo esto está supeditado a mis tiempos disponibles, 3) porque lo que diga y afirme no puede estar (para mi gusto y necesidad) desgajado de lo que realice/cemos con el Espacio Rosa Luxemburg; 4) porque la respuesta-en-proceso (quiero decir: aunque no cerrada para siempre) debe ser lo suficientemente convincente, en principio, para mí mismo, y no estoy en condiciones de tal cosa.
    Entonces: quería confirmarle que me parece de utilidad encarar esta discusión, pero el marco del blog me parece engorroso, aunque virtuoso por el alcance.
    Quería comentar que me parece fundamental encontrar esa metodología transicional que Trotsky ya definió de una manera y que sus seguidores aplicarán bien o mal, vaya uno a ver cada caso.
    Como estos comentarios no deben ser muy largos, sí quiero decir que me sorprendió la referencia a Rosa Luxemburg en sus últimos comentarios, ya que Rosa, en 1918, lo que hace es dar forma concreta a ese abandono definitivo de la distinción entre programa mínimo y máximo, pero su afirmación (la de Astarita) a que: “En el fondo de esta cuestión está la relación entre reforma y revolución, que discutió el marxismo. Yo soy partidario de la respuesta que dieron Rosa Luxemburgo y Lenin a esta cuestión. En la medida en que tenga tiempo voy a ir escribiendo sobre el problema en el blog”… un poco me parece que confunde cosas “parecidas pero diferentes”: una cosa es la posición de Rosa frente a “reforma O revolución” (donde de todos modos sí el corazón es la cuestión del programa y sus razones de ser y sus puntos) y otra cosa es el abandono o no del programa “mínimo-y-máximo”, así como, en relación con todo esto, otra cosa a debatir o tener en cuenta es la posición de Rosa sobre la huelga de masas o huelga política de masas (léase insurrección e intervención política revolucionaria). Entre otros temas ejes que se enlazan a todo esto.
    Resumiendo: como me encuentro en estado “de aprendizaje”, toda afirmación tajante de temas complejos de mi parte me parecería pedante o descolocada. Pero quiero terminar afirmando que el problema de las transiciones, consignas de transición, etc., tienen que ver, usted bien lo sabe, con el problema de la “distancia” o “desigualdad” entre ser y conciencia, entre organización y momento de la lucha, etc. Por eso todo esto es de la mayor importancia.
    Dicho sea de paso, y para terminar: el tema de la discusión mediante citas de autoridad: es prácticamente imposible discutir ciertas cosas sin citas fundamentales. Por otro lado, cualquiera podría sacarles las comillas a lo que está diciendo (en verdad citando de los “clásicos”) y estaríamos en la misma milonga. Lo interesante es ver qué se tiene de nuevo para decir, y saber que ni las épocas (la historia) ni los asuntos están “cerrados” para siempre. Ni Marx ni Engels ni Lenin ni Trotsky ni Rosa eran de los que dejaban las cosas “cerradas para siempre”, eso sí tratando de no convertirlas en excusa para la mera charlatanería, que no debe ser lo nuestro.
    Sigo estudiando y tratando de hacer lo que me he propuesto hacer. Un saludo cordial. Alberto a. http://www.rosaluxemburg.com.ar

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    Alberto a. Arias

    10/03/2012 at 11:07

  23. Rolando,
    Comparto estos artículos que leí hace un tiempo de organizaciones de izquierda críticas del trotskismo, me parece que concuerdan en ciertos puntos con lo que planteas.

    Communist Voice de Estados Unidos.
    http://www.communistvoice.org/30cTrotsky.html

    Ex League for the Revolutionary Party de Suecia
    http://www.communistvoice.org/FRPevaluation.html

    Estos últimos tras 12 años militando bajo las banderas del trotskismo, deciden romper con él…en ese documento hacen un balance crítico.

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    Félix

    10/03/2012 at 16:12

  24. Como en otras ocasiones en que Astarita discute con los marxistas clásicos, apela a un cierto grotesco para expresar las posiciones con las cuales discute. Esto se ve por ejemplo cuando contrapone la agitación de consignas transicionales a la combinación de “la lucha económica, política y teórica, o ideológica”. Como si el Programa de Transición (PT de acá en más) excluyera dicha combinación. Esta contraposición es falsa. El PT se opone a la vieja separación férrea entre programa mínimo y programa máximo. La oposición a esta separación tiene que ver con las consecuencias del cambio de época para la articulación entre táctica y estrategia revolucionarias. Los cambios bruscos que caracterizaron la época imperialista desde su origen (aún antes de la segunda guerra mundial) pusieron muchas veces de forma casi repentina al proletariado de Europa y de varias naciones coloniales ante combates decisivos. La definición de la época como de crisis, guerras y revoluciones apunta a este carácter convulsivo, ante lo cual no iba más una práctica política como la de la socialdemocracia, cuya distinción entre ambos niveles de programa establecía en realidad un abismo entre su práctica por un programa mínimo y el horizonte (lejano e indefinido) del programa máximo. Para la socialdemocracia “la labor estratégica se reducía a nada, se disolvía en el “movimiento” cotidiano con sus consignas sacadas de la táctica cotidiana” (Stalin. El gran organizador de derrotas, “Táctica y estrategia de la Internacional Comunista”). Entonces, tenemos que partir de ahí, el PT condensa la experiencia de articulación de táctica y estrategia para la época imperialista, en la que, a diferencia de la época en la que se desarrolló la socialdemocracia, los cambios brucos en la situación pueden marcar un rápido pasaje de un momento “defensivo” en el cual el eje deba ponerse en “reivindicaciones parciales” (Trotsky en “¿Y ahora?”, Introducción de Stalin. El gran organizador de derrotas) a un momento en que esté planteada la lucha por el poder. Trotsky mismo nunca deja de distinguir que hay momentos específicos en los que “lo que debe estar a la orden del día no es ya la insurrección, sino la unificación de las masas mediante reivindicaciones parciales en batallas defensivas contra un enemigo que ha tomado la ofensiva, la creación de puntos de apoyo en los sindicatos, etc”. En ningún momento deja de considerar la existencia de momentos específicos donde lo que se impone son reivindicaciones parciales, pero no establece una separación tajante entre estos momentos y aquellos en los que se puedan plantear al proletariado batallas ofensivas. Astarita cita a los primeros congresos de la IC, y por ejemplo la política discutida para Alemania cuando en el III congreso se caracteriza que Europa entró en un momento de estabilización, donde se lanza entonces la política de frente único para conquistar a las masas, como paso previo para la conquista del poder. Que no por casualidad fueron Trotsky y Lenin quienes estuvieron a la cabeza de esta política. ¿Te parece que es sostenible afirmar que el PT tiene una lógica opuesta a las lecciones de táctica y estrategia de los primeros congresos de la IC? Yo creo que al contrario, el PT busca sintetizar la experiencia alcanzada casi dos décadas después, cuando a las lecciones de las revoluciones rusas, la guerra mundial, y la primer revolución alemana se sumaban la de la revolución china, España, el ascenso del fascismo, y el avance en la burocratización de la URSS. El programa, para Trotsky –sin perjuicio del uso que hayan hecho del PT distintos grupos, como el MAS de Nahuel Moreno- no era una condensación de consignas para seleccionar dos o tres que movilicen, sino una serie de consignas articuladas que parten de una síntesis de las lecciones estratégicas que había dado de la lucha revolucionaria, y su “puesta a punto” en un momento muy específico, donde se veía que el mundo marchaba hacia una guerra mundial que, siguiendo la máxima de Lenin, podría transformarse en guerra civil y revolución, y para la cual el proletariado mostraba una formidable crisis de subjetividad, de dirección revolucionaria.
    Por otro lado, coincido con Vico en que “Insistir en que la tesis estancacionista desde 1914 es una premisa necesaria de cualquier respaldo al programa de transición no es más que azotar a un hombre de paja”. Trotsky mismo, nunca habló de un estancamiento general de las fuerzas productivas para el período entreguerras, aunque sí afirmó que el mundo capitalista no podía progresar en bloque. Las “desigualdades” del desarrollo eran un factor de primer orden que veía en las tensiones interestatales, y que aventaban cualquier perspectiva de armonización de las disputas imperialistas por la vía pacífica. Es de notar que Trotsky, en el período convulsivo de los años ’20, señalaba que “no se puede excluir la posibilidad de un nuevo período de progreso capitalista ‘general’ en los países más avanzados, dominadores y animadores. Pero para eso el capitalismo tendría que saltar previamente inmensas barreras en el dominio de las clases y en el de las relaciones entre Estados: aplastar por largo tiempo la revolución proletaria, reducir
    definitivamente a China a la esclavitud, derribar la República de los soviets, etc” (Trotsky, “Crítica al programa de la Internacional Comunista” de 1928). Siguiendo esta línea, creo que lo que debe discutirse, en todo caso, para plantear si el PT mantiene actualidad o no, es si cambio la época. Es decir si las condiciones de recomposición del capitalismo en la posguerra cerraron el ciclo histórico de “crisis, guerras y revoluciones” y abrieron otro nuevo. Yo creo que no. Luego de la segunda guerra mundial, estas condicionantes previstas por Trotsky (consideradas muy improbables en su batalla en ese momento por una corrección en el rumbo de la internacional comunista) sólo se dan parcialmente, y se abre un debate entre distintos grupos del trotskismo sobre si se entra o no en una nueva época histórica (que es por ejemplo lo que sostiene Mandel cuando habla de neocapitalismo). Un primer punto que echa sombra sobre cualquier planteo de “nueva época” es que la propia recomposición del capitalismo se dio sobre una geografía mucho más acotada que el campo dominado previamente por las relaciones capitalistas, y en los años siguientes sufriría nuevas expropiaciones. Además, las “condiciones materiales” que la enorme destrucción de las fuerzas productivas había creado para relanzar la acumulación capitalista, necesitaron para concretarse de la inestimable la colaboración del estalinismo para frenar la iniciativa revolucionaria de las masas en Europa occidental. Sólo así se crean las condiciones para una etapa de “progreso capitalista” que es parcial, porque va de la mano de la expropiación de la burguesía en un tercio del planeta. Si son erradas las tesis estancacionistas defendidas por el SWP, Nahuel Moreno, Pierre Lambert, y el catastrofismo del PO, también lo es ver que la recomposición del capitalismo no cambió la época histórica.
    Por lo que plantea Astarita y varios otros comentaristas, sobre el supuesto error del PT que habría impedido que los trotskistas dirijan procesos revolucionarios en la segunda mitad del Siglo XX, en realidad las revoluciones triunfantes, tanto China, como Cuba permitieron comprobar la actualidad de la teoría permanentista de la revolución y del PT. Contrario a la voluntad de las direcciones de ambos procesos, sólo avanzar en un sentido de revolución socialista, expropiando a la burguesía y a los terratenientes (“de contragolpe” como diría Guevara en Cuba, como medida defensiva contra el Kuomitang en el caso de Mao) se pudo conquistar el triunfo de la revolución. El transcrecimiento de revolución nacional y democrática en revolución socialista fue la única vía para evitar la derrota. La mecánica permanentista asociada al PT se mostró correcta. La evaluación que hace Astarita de la historia del siglo XX es sumamente equivocada, cuando plantea que “reivindicaciones muy serias, tales como mejoras de salarios, seguros de desempleo, el voto universal o libertades democráticas formales, han sido conseguidas ‘dentro de los límites’ de la propiedad privada”. Sí, en algunas ocasiones se consiguieron, pero en todos los casos, lo el que menciona de la lucha contra el Apartheid, fue sólo a costa de luchas durísimas, con importantes rasgos de radicalización (pensemos en la lucha de los afroamericanos en los EEUU) y en buena medida debiendo aceptar un fuerte “vaciamiento” de las aspiraciones originales.
    Ahora, esto no puede significar aplicación general de todo el PT en cualquier momento. Esto, puede haber sido la interpretación de algún grupo trotskistas, pero en ningún momento es este el sentido en que fue elaborado el PT ni todo el trotskismo cae en esta lógica. El PT está pensado para un momento abierto de crisis, guerras y revoluciones, es el programa para la conquista del poder por parte del proletariado. Las aplicaciones sólo pueden ser parciales si hablamos de un momento que no es de crisis revolucionaria o pre-revolucionaria. Pero aún en los momentos más estables, como mostró la historia del Siglo XX, no existe una muralla entre el momento de las reivindicaciones parciales y el momento de la lucha por la conquista del poder, y por lo tanto, aunque su aplicación sea parcial, la lógica de consignas transicionales mantiene plena validez aunque su aplicación sea parcial. Entre el momento preparatorio y el momento de los combates decisivos no puede pensarse una distancia abismal como la que se planteaba en tiempos de desarrollo de la socialdemocracia europea. En ese sentido, la falta de dialéctica señalada por Vico, creo que es un punto central en todo el razonamiento de Astarita, que lo lleva a defender una lógica fuera de época. También considero correcta la crítica a la postura de defender que son correctas las demandas mínimas, pero son equivocadas las transicionales porque pueden ser reabsorbidas por el capitalismo. Este planteo lógicamente no tiene sentido.
    En el caso particular del control obrero, desde ya que no puede desligarse de la lucha por el desarrollo de organismos como los consejos de fábrica u otras instancias de dualidad de poder al menos a nivel de fábrica. Pero esta conexión no está ausente. En el caso por ejemplo del Ferrocarril urbano en la Argentina, existe un cuerpo de delegados, que es de hecho quien ha tomado esta reivindicación, y que está integrado por varias corrientes que pelean por extender las organizaciones de base. Y se plantea como una perspectiva a imponer mediante la lucha y movilización, y no como algo a ser obtenido mediante leyes y reglamentaciones.
    Pero más allá de este ejemplo, me interesa plantear el caso de control/gestión obrera que se dio en la Argentina en la crisis de 2001. Recordemos, meses antes de diciembre de 2001 un lock out patronal dejó a los trabajadores de Zanón en la alternativa de aceptar la maniobra patronal u ocupar la fábrica y ponerla a producir. Recordemos que en ese momento se había logrado la recuperación de la comisión interna por una lista clasista, que también había ganado para entonces la conducción del sindicato. La organización lograda por la interna de un importante activismo, creando ciertos rasgos de doble poder fabril, permitió poner en discusión el control obrero, y preparar las condiciones para avanzar hacia la gestión obrera como respuesta al lock out patronal. Creo que la política tomada en esta lucha, y las peleas dadas contra variantes más integradas al régimen tomadas en otras fábricas (las del abogado Luis Caro, Murúa de IMPA, etc) están en la base del importante avance político que mostro una buena parte de los trabajadores de Zanón. Pero más allá de esto, y cediendo un poco a la tentación contrafáctica, pregunto ¿qué hubiera pasado si la economía mundial no ingresaba en 2002 en un ciclo de recuperación con boom en los precios de los commodities? ¿Podemos decir que el ejemplo del control/gestión obrera en Zanón ligada a una orientación política protoclacista no hubiera sido un puntal para desarrollar la intervención política de amplios sectores obreros frente a la crisis capitalistas, ligando las tomas de fábrica y control obrero con un programa más de conjunto (sí, en la lógica de PT) en lucha contra las salidas más burguesas de aceptas la quiebra, indemnización, etc, bien en los marcos del régimen? Con este ejemplo contrafáctico trato de ilustrar una posibilidad, para nada improbable, en la cual se puede ver cómo la lógica del PT, criticada por Astarita, puede justamente permitir el desarrollo político del proletariado creando condiciones para volver realizable lo que para Astarita parece descartado de plano, que es superar los marcos del capitalismo.

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    Alvaro

    11/03/2012 at 11:01

    • También le solicito un poco de síntesis, estos son «comentarios». Si desea publicar artículos, hágalo en otro lado.
      Seré breve en la respuesta, porque la mayor parte de estas objeciones ya las he respondido, y en otros casos constituyen groseras tergiversaciones de mi crítica al PT.
      Primero: jamás sostuve que Trotsky desaconsejara la agitación de consignas elementales. Lo que he criticado es la idea de que la agitación de esas consignas deben articularse con las transicionales.
      Segundo: sobre el estancamiento del capitalismo, ya escribí mucho. La idea de que la única salida del capitalismo es el fascismo; que no hay posibilidades de conseguir ninguna reforma o mejora seria en los límites del capitalismo, etc., están conectados a esto. Textos como «Conversaciones con Nahuel Moreno», de los 80, en los que planteaba que EEUU ya estaba embarcado en la preparación de la Tercera Guerra Mundial, y pronosticaba que se generalizarían regímenes del tipo apartheid sudafricano y fascistas por todo el mundo, porque el capitalismo estaba en decadencia, son producto de esta visión (este texto se presentaba a la militancia como el «legado» de Moreno).
      Tercero: la idea de concentrarse en dos o tres consignas, y no plantear la cuestión del poder, está explicada por Trotsky en sus conversaciones con el SWP, precisamente para debatir cómo debía aplicarse el PT. Esto lo he citado cantidad de veces; también he explicado que esos textos formaron a generaciones de trotskistas. Si quieren mentir, ocultar o desconocer textos, pues bien, pueden seguir haciéndolo. Son decenas de militantes repitiendo siempre lo mismo. Pero la realidad es que esos documentos de Trotsky están, son accesibles a cualquiera que quiera consultarlos. De la misma manera que no se puede venir a decir que en la IC se aceptara el método transicional, o cosa por el estilo. Como no tienen manera de negar que Lenin se opuso, en octubre de 1917, esto es, en plena crisis del sistema capitalista y ascenso revolucionario, a eliminar la división entre programa máximo y mínimo. Claro que como no tiene manera de negarlo, lo ocultan.
      Cuarto: esta discusión sobre el PT y las consignas transicionales se baja a tierra cuando lo pensamos aplicado a la realidad de la Argentina de hoy. En la nota «La ilusión del poder dual» demuestro que la gestión de empresas recuperadas por los trabajadores no tiene nada que ver con el control obrero (entendido como consigna transicional, que plantea el problema del poder).
      Pero además, no hay gran empresa en la que hoy se pueda pensar siquiera en formar comités de trabajadores para imponer a la patronal el control obrero (esto es, control emanado de un poder independiente de la clase). Esto lo he charlado además con activistas y militantes sindicales. No hay manera de poner en práctica semejante consigna. Esas cosas están muy bien para decirlas en la prensa partidaria, o tal vez en alguna asamblea estudiantil. Pero son completamente impracticables en la realidad que se vive hoy en las empresas, donde incluso presentarse a candidato a delegado, con un programa antiburocrático o de izquierda, tiene riesgos (despidos, represalias, ofensivas de la burocracia). Que la situación es como lo estoy presentando se demuestra también en las intervenciones en los grandes medios de los dirigentes trotskistas: el control obrero se presenta siempre de una manera reformista, como si fuera una medida pacífica, que podría ser hasta «concedida» por el Estado (por esto también se hacen los burros cuando pregunto si el control obrero se solicita o se impone). Cuando hablan por TV (donde hay que tomar en cuenta, en algún grado, la conciencia colectiva) nunca queda claro si el control obrero que defienden tiene alguna diferencia con el programa de «control obrero» que criticaba Rosa Luxemburgo. Y que después aplicó en tantos lados la burocracia. Esto no es «traición»; simplemente refleja el hecho de que la consigna transicional no es aplicable en la actual situación. Es que el control obrero de la producción, agitado en situaciones no revolucionarias, solo tiene aplicación práctica en sentido reformista, «a lo Bernstein». De la misma manera que lo tiene el control obrero del Estado, o del ejército. Al respecto, recuerdo Trotsky llegó a plantear, en el PT, el control obrero del ejército de EEUU para ir a la guerra contra Hitler. Querer justificar semejantes disparates reformistas hablando de la «época de la descomposición del capitalismo» y de la «evolución política del proletariado», y querer hacer pasar esto por «la síntesis superior de la experiencia histórica del marxismo», es casi un insulto a la inteligencia.

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      rolandoastarita

      11/03/2012 at 11:52

    • Demasiado largo y sobretodo confuso.

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      Eduardo

      11/03/2012 at 18:59

    • Mi comentario era -por si quedó alguna duda, porque quedó abajo de la respuesta de Rolando- referente al brulote de Alvaro.

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      Eduardo

      11/03/2012 at 20:04

  25. Compañero Rolo. Desde que comencé a interesarme por este blog he manifestado en repetidas oportunidades mi posición respecto de la naturaleza del ‘control obrero’. El CO es una medida revolucionaria cuya efectividad emana de la instauración, así fuese parcial, de poder obrero en oposición frontal a cualquier forma de colaboración de clases. Plantear el CO en el marco de la reivindicación de una estatización capitalista es disfrazar con fraseología pseudorevolucionaria una cogestión o participación en la administración. Presentarla como una conquista revolucionaria es una abierta impostura. Desde hace más de una década me vengo enfrentando en el terreno militante a esta mescolanza ecléctica. Como lo marcaron a fuego las resoluciones de la intersindical Roja, CO y estatización burguesa son términos mutuamente excluyentes. Hago esta introducción para evitar confundir a cualquier compañero que se asome por primera vez a este blog. Si violentar el precepto sagrado de la ‘estatización burguesa bajo control obrero’ me pone fuera del trotskismo, me tiene sin cuidado. Dicho esto, creo que, todavía, restan muchas cuestiones para discutir. Respecto de las consignas transicionales, si mal no recuerdo, su posición inicial afirmaba que la aplicación de un programa transicional tenía como pre requisito la toma del poder por la clase obrera (la conquista del poder político en el sentido del Manifiesto Comunista) aunque también afirma que puede aplicarse bajo una situación revolucionaria aguda de tipo insurreccional (respaldada por los obreros armados, en sentido Engelsiano) o de poder dual. Mi visión de la cuestión es que las reivindicaciones parciales y transitorias son efectivamente útiles en periodos revolucionarios (Volveré sobre esta cuestión) en los cuales, pese a los flujos y reflujos de la lucha, el poder obrero, en sus múltiples manifestaciones es una realidad y no una caricatura sectaria, vale decir, las fantasmagóricas ‘situaciones revolucionarias crónicas ‘ a las que nos tiene acostumbrados la izquierda trotskista. Una situación revolucionaria, es un período relativamente corto de tiempo, en el cual las clases básicas se enfrentan a muerte. Es, para el organismo social, como una fiebre de 41 grados. No puede mantenerse indefinidamente. O se muere o se mejora. La Tercera internacional enfrentó un periodo semejante, en mi opinión, imbuida de una concepción de catástrofe final, aparentemente confirmada por los horrores de la guerra, el crack económico, la cesantía masiva. La premisa económica de la Tercera era la declinación definitiva (pese a cualquier recuperación parcial). No es de extrañar entonces que con esta premisa (de hipotética inspiración engelsiana, codificada por su más destacado discípulo-K.Kautski- ya desde el Programa de Erfurt) otorgara un papel destacado a las reivindicaciones parciales y transitorias. Dado que Lenin tuvo siempre una posición circunspecta respecto de los debates sobre el derrumbe (No se puede dar una respuesta definitiva a un problema especioso) que reafirmó a través de su célebre (No hay premisa económica del derrumbe, al capitalismo hay que derribarlo) no es de extrañar su reticencia a la adopción del PT ‘urbi et orbi’. Si bien Trotski suscribe la Tesis leninista del derrumbe ‘político’ del capitalismo, en mi opinión, hereda y reproduce gran parte del legado de la Tercera en materia de caracterización del periodo largo abierto con la Primer Guerra Mundial y la Revolución de Octubre. Volví a leer las tesis del Tercer y Cuarto Congreso del los cuales, el PT parece en buena medida un remedo del método, aunque, en el primer caso, operando sobre una situación revolucionaria real y no una proyección futurista o una vaga y cuestionable ‘situación pre revolucionaria mundial’ una especie de transición efímera de una sola mano hacia la revolución, que es la caracterización base del PT. Aquí tengo una duda importante. Rolando, usted dice rotundamente que la Tercera Internacional mantuvo la división entre programa mínimo y máximo. Pero lo que se lee en las Tesis sobre táctica es el ‘rechazo al programa mínimo socialdemócrata’ siendo reemplazado por un conjunto de reivindicaciones parciales y transitorias dirigidas resueltamente contra las bases del edificio de dominación burgués. El Cuarto Congreso ratifica, aseverando el rechazo al proyecto de reemplazar ‘los objetivos revolucionarios’ por las reivindicaciones transitorias (no el Programa mínimo) y codifica el uso concreto y prudente de las consignas transitorias frente a cada lugar y situación. Desconozco la propuesta exacta de la delegación italiana, pero intuyo que dificilmente propusiera el reemplazo de los objetivos de máxima por consignas de transición. No se si estoy leyendo con el lente equivocado, pero lo que interpreto literalmente es eso y no lo que usted afirma. Sobre el CO, la Tercera es terminante en ligarlo a la existencia de soviets industriales y Comités de Fábrica. Trotski se expresó innumerables veces en el mismo sentido. No recuerdo la formulación exácta del PT , la voy a releer, prima facie, si mal no recuerdo, liga la apertura de los libros comerciales al control ejercido por los Comités de Fábrica, pero el planteo se desgaja de la perspectiva revolucionaria inmediata, para derivar en ‘gestión obrera’ encargada de ir socavando desde adentro el sistema por largos años . El planteo siempre me pareció confuso y contradictorio. La ‘gestión obrera’ no es planteada como una reforma, en algunos puntos periféricos en quiebra, sino, como una larga lucha de acumulación para erosionar desde adentro. Se pierde de vista que la ‘gestión’ no es independiente del estado y por consiguiente lima las aristas revolucionarias del impulso obrero, más que al sistema. Se han citado varios ejemplos históricos. Yo mismo he citado el caso de varias empresas en Venezuela estranguladas por la cogestión, pese al hecho que la izquierda trotskista (En especial la CMI de A. Woods) se la pasa ponderando que los obreros tienen el poder real. Un ejemplo conspicuo de como la ‘cogestión’ puede, lejos de ir minando el poder burgués, estrangular una tendencia a la ocupación masiva de establecimientos capitalistas, para institucionalizarlos, es Argelia en la década del 60. Habría que conocer bien la situación de Venezuela, pero está claro que hay que explicar a fondo la diferencia entre CO y Cogestión y oponerlos, si las fuerzas independientes del movimiento obrero lo permiten. Ello no quita que, si la situación es enteramente desfavorable a una perspectiva de clase, no pueda apoyarse una nacionalización cogestionaria, en la medida que se la precise como una salida obligada frente al vaciamiento o cierre patronal y se desarrolle una intensa propaganda auténticamente socialista cuyo eje sea la autoorganización clasista y no la confianza en el nacionalismo burgués ‘de izquierda’.
    Disculpe la extensión y gracias.

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    AP

    12/03/2012 at 00:09

  26. Rolando, para responder breve a lo que planteás. Lo que yo sostuve es algo muy distinto a “el estancamiento del capitalismo”. Vos no contestas a la visión que yo estoy planteando, de un desarrollo parcial (o también podríamos decir “con muchas contradicciones”) de las fuerzas productivas desde la posguerra, y, luego de la crisis de los ’70, una recuperación que en un sentido muy distinto también planteó otras contradicciones a partir de los años ’80, y que están fuertemente enraizadas -a mí entender- en los orígenes de la crisis global que terminó de estallar con la caída de Lehman, cuyas consecuencias se siguen desarrollando aunque desde 2010 no hay recesión global. No se puede despachar esta caracterización como si fuera lo mismo que una visión de “estancamiento desde 1914” o algo así.

    Sobre el primer y tercer punto de tu respuesta. Yo veo el problema de confundir niveles de discusión. En el PT, el programa de acción está pensado como una cadena de consignas que parten de responer a lo que está planteado por la situación objetiva y buscan mostrar cómo, en un momento en que se agudizan las contradicciones capitalistas, las aspiraciones de las masas, las necesidades más inmediatas de la lucha, sólo pueden triunfar si se articulan con el objetivo estratégico de la revolución proletaria, conclusión a la que apunta el conjunto articulado de planteos del PT. Es un programa dirigido a armar a la vanguardia del proletariado, para conquistar a las masas para la revolución socialista, partiendo de su nivel de conciencia. Según si la situación es más o menos revolucionaria o prerrevolucionaria, el PT como conjunto articulado puede ser menos o más propagandístico.

    Pero la lógica del programa nunca es sacar “dos o tres consignas” y agitarlas aisladamente, sin relación al objetivo estratégico como usted plantea. Es necesario distinguir que el nivel del programa para la revolución y el de la agitación política. Son niveles distintos, específicos, y la mayor o menor distancia entre ambos depende de la situación política, aunque obviamente entre las consignas de la agitación y el programa hay una relación estrecha de lógica. Confundir esto es dar una jerarquía desproporcionada a la agitación socialista, desligándola de la tarea preparatoria fundamental que es forjar la vanguardia revolucionaria en la estrategia para la toma del poder; aunque algunos grupos trotskistas tiendan a la tarea de agitación en primer plano desligándola de esta, es incorrecto ver que esta sea la lógica del PT. Las agitaciones puntuales que se hagan sobre la base del programa, que por definición son “pocas ideas para muchos”, el programa como conjunto articulado no puede desplegarse, aunque las consignas que se agiten sí deben ser la base para que la experiencia política en la movilización por dichas consignas conduzca a la conclusión de que es necesario derrocar al régimen capitalista e imponer la dictadura proletaria. La articulación sí se puede desarrollar y explicar hacia los sectores de vanguardia. Son entonces dos niveles distintos de la discusión. Podemos discutir a este nivel si plantear control obrero es correcto o no, o con qué consideraciones puede plantearse, pero no es lo mismo que discutir ni la lógica ni la actualidad del PT.

    Sobre Trotsky y su “control obrero del ejército”, entiendo que te referís a la política militar proletaria. Creo que esta es otra discusión, un poco metida “por la ventana”, que puede ser correcta o no peropoco afecta la discusión del PT y el control obrero como se viene dando. Más allá de esto, creo que esta política militar proletaria apuntaba, como señala el historiador Al Richardson a que “aquellos trabajadores que creían de manera equivocada que estaban luchando contra el nazismo y el fascismo y querían preservar las organizaciones de la clase obrera se les podía plantear el armamento de la clase obrera, por la instrucción militar de sus propios oficiales y demás. Esto es sólo un aspecto. Esta política por un lado era para poder entrar en contacto con la conciencia de la clase obrera en ese punto, y por el otro lado, para prepararse para cuando se produjera el giro a la izquierda al final de la guerra, momento en el cual se esperaba que se planteara la cuestión del poder. De esta forma los trabajadores ya tendrían sus instituciones militares, como las Guardias Rojas en Petrogrado en 1917, y luego podrían hacer el intento de tomar el poder”. Esta política no la saca Trotsky de la nada, es similar a la que propone Lenin en 1916. Para no extenderme con citas, cualquiera puede comprobarlo leyendo el texto «El programa militar de la revolución proletaria».

    Para terminar. El problema de la manera en que encaras la discusión de control/gestión obrera en la argentina, es que no queda claro si para no caer en el “reformismo”, los obreros debieran sencillamente haber abandonado las fábricas en 2001, en vez de buscar, como en el ejemplo que yo menciono, desarrollar un programa clasista (sí, apoyado en la lógica del PT) y apuntar a empalmar con la crisis social más extendida que en ese momento se venía desarrollando, dando un programa que ligara la resistencia a los despidos y la desocupación con el desarrollo de instancias de poder dual a través de las unidades de producción y otro conjunto de medidas de una respuesta obrera a la crisis. En momentos como este el planteo de control obrero y eventualmente la ocupación y puesta a producir cuando la patronal aduzca quiebra, ligándolo siempre a una política de organización, responde a la situación de crisis apuntando a evitar una mayor descomposición de las fuerzas del proletariado, y apunta a desarmar la gran herramienta de la clase capitalista para descargar los costos de la crisis sobre la clase trabajadora, la desocupación. Sobre que para esta perspectiva “no hay gran empresa en la que hoy se pueda pensar siquiera en formar comités de trabajadores para imponer a la patronal el control obrero (esto es, control emanado de un poder independiente de la clase)” me parece un pronóstico que no se condice con la creatividad mostrada particularmente por la clase obrera argentina en lucha con el capital y con la burocracia sindical; las coordinadoras tuvieron base en muchas de las grandes fábricas del país en los ’70, no hay razón para pensar que el proceso no pueda darse, de hecho hoy vemos en varios lados sectores de sindicalismo combativo, “antiburocrático” en algunos casos, que incluso enfrentando las medidas policiales de la patronal y la burocracia ha logrado hacer pie en varias grandes empresas. No hay que descartar que la “anomalía argentina” señalada por Adolfo Gilly hace unas décadas siga adquiriendo una gravitación creciente en próximos años.

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    Alvaro

    12/03/2012 at 13:53

  27. Mire Álvaro, como supongo que Rolando debe estar cansado de tener que responder (y repetir) siempre más o menos lo mismo -a mí me irrita bastante- y que le tergiversen sus críticas, le recomiendo que lea con atención y cuidado su CPT (incluidos los Apéndices). También le sugiero la atenta lectura de los textos referidos al desarrollo de las FP y las bases materiales para la revolución socialista. El link lo puede abrir abajo -al costado- del blog. Saludos

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    Armando

    12/03/2012 at 20:50

    • Jejeje…
      Apoyo el comentario de Armando. Y hay varios otros que deberian meditar sobre el punto tambien.

      Saludos.

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      Gerardo Daniel

      12/03/2012 at 22:31

    • Sí, efectivamente termina siendo cansador, porque no se responden las cuestiones.
      Por ejemplo, he presentado cantidad de datos demostrando que no hay manera de sostener que el desarrollo del capitalismo en los últimos 50 o 60 años haya sido más débil que en el siglo XIX. No responden a los datos, pero me acusan de «apologista del capitalismo».
      He demostrado (lo han hecho otros marxistas) que la tesis de la hegemonía del monopolio (desde principios del siglo XX) es equivocada, y por lo tanto continúa vigente la ley del valor, y las leyes «a lo Marx». No responden al argumento, pero me acusan de sostener que el capitalismo es eterno.
      He demostrado que el PT se equivoca al sostener que ninguna reforma seria (democrática o económica) se puede conseguir «en la época del imperialismo monopólico», y he presentado cantidad de pruebas que lo desmienten. No responden a los argumentos, pero me acusan de «etapista» y «confiar en la democracia burguesa».
      He sostenido que es una ilusión reformista pretender establecer el control obrero sobre el Ejército, como planteó Trotsky en el PT, y he explicado que va en contra de la naturaleza del Estado burgués. No responden al argumento, pero me acusan de «no tener política» y ser «abstracto» (como si lo «concreto» fuera controlar el Pentágono con delegados obreros «revolucionarios»).
      Planteo que hoy la consigna de establecer el control obrero (basado en las masas sublevadas, organizadas y armadas) es un desatino ultraizquierdista, que no tiene nada que ver con la situación de la clase trabajadora, ni con el país. No responden, pero de nuevo soy acusado de «teórico abstracto». Y así podría seguir. Todo esto para no hablar de los análisis históricos (lo que dijeron cuando cayó la URSS debe figurar en Guiness de los disparates en materia de diagnóstico político). Pero nunca se hará un balance claro, porque siempre los equivocados fueron los otros.

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      rolandoastarita

      13/03/2012 at 00:10

  28. Compañero Alvaro. Hasta donde llega mi memoria, la mayoría de las organizaciones trotskistas reconocen que hubo etapas de crecimiento económico luego de la Primer Guerra Mundial (con especial énfasis puesto en el ‘boom’ de postguerra) pero no desarrollo de las fuerzas de producción. El argumento esgrimido es una versión ‘sui génersis’ de la naturaleza de las fuerzas productivas. Astarita ha demostrado esta cuestión en numerosos trabajos, reivindicando una caracterización marxista (compartida por el propio Trotski) sobre que son las fuerzas productivas y su desarrollo. En Argentina, Nahuel Moreno, planteaba en su momento que el crecimiento en flecha de la postguerra, era un fenómeno excepcional y breve que no alteraba la tendencia declinante en el desarrollo del capitalismo. Pero luego, vendría la crisis sin fin. Años más tarde y frente a la innegable evidencia de periodos de desarrollo, organizaciones herederas de si legado teórico fueron corriendo la cota un poco más adelante. El agotamiento del ‘boom’ de los noventa, dando paso a la reciente crisis, sí estaría marcando esta vez que el capitalismo periclita. En mi opinión, estas evaluaciones sobre las potencialidades del capitalismo, se inscriben en la larga tradición o teoría de la decadencia, que, reconocimiento más o menos del desarrollo de las fuerzas de producción, lo insertan en una teoría de catastrofismo económico, resulte de este, el socialismo triunfante o una barbarie neoesclavista. La teoría de la decadencia, de raíz Kautskiana, cobró renovado brío en la década del treinta y es tradición compartida por el movimiento trotskista y comunista de izquierda. Al parecer, sin ella, el socialismo no tendría razón de ser. Es cierto que el trotskismo reconoció periodos de desarrollo, pero desarrollo, conservando el marco de la decadencia general de las fuerzas de producción y es esto último lo que habría que demostrar. No es ‘estancamiento desde 1914’ (absoluto) pero sí relativo al auge de fines del siglo 19 y principios del 20. Sobre la lógica del PT. El Programa de Transición fue concebido como un conjunto articulado de consignas que conducen, por la experiencia, a la necesidad de la toma del poder. Cierto. Pero toma como base la existencia de una situación pre revolucionaria, cuyo tránsito a la la izquierda pretende acelerar. Es concebido como un programa para la acción y no para la propaganda, presumiendo que, en condiciones pre revolucionarias (de aguda crisis, inminencia de guerra mundial, surgimiento de tendencias fascistas, de incremento de la autoactividad de las masas) estas serán tomadas y conducirán por la experiencia práctica a los umbrales de la toma del poder. Es cierto que Trotski escribió el Programa con miras al surgimiento de situaciones revolucionarias (‘en las que adquirirá candente actualidad’) pero ello no obsta criticar la inversión metodológica efectuada. Para Trotski, el programa empuñado por una pequeña vanguardia (bajo condiciones específicas como las que retrata) puede generar ‘la realidad’ y no, partiendo de esta (en forma concretamente precisada) estimular tendencias de desarrollo existentes. Que le quiero decir. El programa está abonado con una dosis euforizante de impresionismo y voluntarismo, algo que, en mi opinión, el movimiento potenció hasta el absurdo, incluso hasta volverlo contra los principios imperecederos legados por el propio maestro. La lógica de un programa de transición solo es válida en una situación revolucionaria. Aplicarla en otro contexto o extirpar consignas solo puede conducir al oportunismo. No puedo extenderme ahora sobre sus observaciones acerca del ‘control obrero sobre el ejército’ o la PMP, pero desde ahora le señalo una cuestión. El planteo es similar al de Lenin, pero similar no significa igual y mucho menos idéntico en esencia. La PMP fue un error oportunista que se lleva de patadas con las ideas fundamentales sobre la guerra que se avecinaba escritas por el propio Trotski, como la IV y la Guerra, el Manifiesto de alarma, etc. Fue un intento aventurero de conciliar la política revolucionaria con el defensismo patrio imperante en la conciencia de las masas del frente ‘democrático’. Me parece que usted, con todo el respeto que merecen sus posiciones, abrevó demasiado en los dichos de Al Richardson, o los artículos apologéticos del PTS, que ha leído tan bien que hasta transcribe parrafadas textuales. En otra intervención amplío el punto y también sobre la cuestión de las empresas tomadas en Argentina. No quiero que nuestro anfitrión se caliente y nos eche a patadas (es un chiste¡). Muchas gracias por su atención y la de los lectores del blog.

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    AP

    12/03/2012 at 22:53

  29. Compañeros. R. Astarita se ha cansado de presentar el problema del ‘control obrero del ejército americano’ postulado por Trotski poco antes de su asesinato. Como es dado suponer que varios de los lectores de este blog defienden ‘in toto’ el legado del trotskismo, resulta inexplicable que no se abra una polémica seria al respecto. La actitud no pasa de repetir algunos lugares comunes y mirar para otro lado, a la espera que la cuestión quede en el olvido. En mi opinión, el problema reside en que la abrumadora mayoría del movimiento trotskista no ha investigado a fondo su propia historia u oculta los problemas deliberadamente. Me parece que hay culto al principio de ‘infalibilidad’ que cada vertiente atribuye a su propia corriente como interprete apostólico autorizado de cada palabra del maestro. Hasta donde he podido leer, Astarita solo se ha remitido a conectar falacias como la que discutimos con la lógica transicional malconcebida que impregna el PT. Pero es conveniente recordar algunas cosas más. Por empezar, la analogía con la política militar preconizada por Lenin. El artículo citado por el compañero Alvaro (para justificar la PMP) y que con frecuencia es referido por el PTS para ‘cerrar’ la discusión tras la autoridad de Lenin, es muy claro en torno a la posición revolucionaria frente a la guerra imperialista, en línea con la posición que adoptará Trotski en sus documentos fundamentales, incluido el PT. Pero Lenin no plantea la utopía de que es posible ‘controlar’ al ejército burgués. Lenin enfrenta al ‘desarme’ propuesto por los pacifistas e incita a los obreros a no rechazar las armas que el enemigo les confiere para llevarlos a la matanza, pero se pronuncia por la formación de una milicia proletaria, por la formación de ‘asociaciones libres’ que exijan al estado instructores preparados. Más allá de que esta formulación de Lenin me parece cuestionable, esto es distinto a reclamar que el estado capitalista ponga en pié escuelas de instrucción en colaboración estrecha con los sindicatos. Trotski planteaba que continuar una política no era repetir, pero fue más allá de los límites. Bajo esta táctica se deslizaba la idea que era posible ir a combatir al fascismo sin que hubiera una revolución en los EEUU. La PMP fue escasamente puesta en práctica por la Cuarta Internacional, pero sus resultados fueron funestos por el impulso revisionista que encerraba. Pese a que la agitación de la misma por J. Cannon le valió ser encarcelado luego de los juicios de Minneapolis (aunque en ello también pesó la labor sindical que desarrollaba el SWP) la PMP fue duramente criticada por Schatman y por Grandizio Munis, cuyas cartas, pese a ser miembro del secretariado internacional fueron ignoradas. La PMP generó enorme confusión en las filas de la Cuarta y contribuyó al curso errático de la misma durante la guerra, que pese a enormes ejemplos de heroísmo y agitación del derrotismo revolucionario, abrió las puertas a la capitulación a la defensa nacional en Francia y sobre todo en Inglaterra, donde el SLP de Grant encontró la excusa perfecta para alinearse con el propio ejército imperialista. La política de aquellos años fue asquerosamente falsificada por esta corriente (Militant) con la excusa de la exigencia al Partido Laborista que rompa con la colaboración de clase e impulse un gobierno obrero. Pero, mientras tanto, defensa de la patria ‘democrática’. Ahí va un fragmento ejemplificador de un discurso de Grant de 1942 ‘Tenemos un ejército victorioso en el Norte de África y en Italia, y yo digo, sí Viva el Octavo Ejército, por que es nuestro ejército. Uno de nuestros compañeros habló con personas que recibieron cartas de soldados que muestran su completo descontento. Sabemos de incidentes ocurridos en el ejército, en la marina, que no fueron reportados y nosotros no podemos reportar. Es nuestro Octavo ejército que ha sido esculpido, puesto a prueba y organizado con el objetivo de cambiar la cara del mundo. Esto se aplica también a las otras fuerzas aliadas..’ Este discurso fue realizado con ocasión de la victoria sobre los alemanes e italianos en Egipto, pero, a diferencia de lo sostenido por Grant, el Octavo ejército no estaba combatiendo al fascismo, sino defendiendo al Imperio Británico. El ‘glorioso’ Octavo Ejército fue el que desarmó a los partisanos italianos y masacró a los comunistas griegos. (El extracto fue tomado de documentos de la Spartacist League) Si bien, todo estos ni puede imputarse a Troski, es ineludible la responsabilidad de sus errores, tal vez motivados por la necesidad de poner en pié, con desesperado afán una nueva vanguardia frente los tremendos acontecimientos que se cernían sobre la clase obrera.
    Gracias por la atención.

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    AP

    13/03/2012 at 12:04

  30. Rolando, no voy a volver sobre puntos que no fueron respondidos por vos: lo que dije sobre la clase obrera argentina y la posibilidad de aspectos de dualidad de poder fabril y su ligazón con las implicancias que puede tener para plantear control obrero, sobre el desarrollo del capitalismo.
    Sobre las condiciones de las “reformas”, el PT no afirma que no pueda haber ninguna reforma democrática, pero sí sostiene que estas sólo pueden obtenerse subproducto de luchas duras y con aspectos de radicalización, y que en la mayoría de los casos esta reforma es en realidad un “aborto” de los objetivos más radicalizados que al menos algunos sectores de masas tienen como aspiraciones o las desarrollan mediante la lucha. La experiencia de la segunda mitad del siglo es consistente con este planteo, como planteé en mi primer comentario. Esto está lejos de “no responder”.

    Yendo al supuesto “control obrero del Estado”que plantearía la Política Militar Proletaria, es una ridiculización lo que decís. Tampoco plantea, como sostiene AP, la utopía de que es posible controlar al ejército burgués. Lo que Trotsky planteaba era entrenamiento militar y manejo del armamento independiente mediante comités de obreros y campesinos, escuelas militares para formar oficiales elegidos entre los trabajadores, y la formación de una milicia popular que sustituyera al ejército permanente. Su punto de partida era la perspectiva de transformar la guerra imperialista en guerra civil, y se enmarcaba también dentro de una posición de derrotismo revolucionario. Buscaba dialogar, para desenmascar, las ilusiones democráticas de los obreros que iban a luchar contra el fascismo. Veamos lo que dice Trotsky en el “Manifiesto de Emergencia” aprobado por la IV Internacional: “No queremos permitirle a la burguesía que lleve a los soldados sin entrenamiento o semientrenados a morir en el campo de batalla. Exigimos que el estado ofrezca inmediatamente a los obreros y a los desocupados la posibilidad de aprender a manejar el rifle, la granada de mano, el fusil, el cañón, el aeroplano, el submarino y los demás instrumentos de guerra.”. Comparemos esto con lo que Lenin planteaba en 1916 en “El programa militar de la revolución proletaria”: “no somos partidarios de la milicia burguesa, sino únicamente de una milicia proletaria. Por eso, ‘ni un céntimo, ni un hombre’, no sólo para el ejército regular, sino tampoco para la milicia burguesa […] Nosotros podemos exigir que los oficiales sean elegidos por el pueblo, que sea abolida toda justicia militar, que los obreros extranjeros tengan los mismos derechos que los obreros nacionales […] Y además, que cada cien habitantes de un país, por ejemplo, tengan derecho a formar asociaciones libres para aprender el manejo de las armas, eligiendo libremente instructores retribuidos por el Estado, etc. Sólo en tales condiciones podría el proletariado aprender el manejo de las armas efectivamente para sí, y no para sus esclavizadores, y los intereses del proletariado exigen absolutamente ese aprendizaje”. Pregunta, ¿en qué se diferencia esto con la política de Trotsky que para Astarita es “control obrero del Estado”? ¿Son sólo similitudes como dice AP? No lo creo, la lógica es sustantivamente la misma: contra el pacifismo, bajo la hipótesis de que los sufrimientos de la guerra y la rapacidad de los objetivos imperialistas desenmascararía las ilusiones democráticas, Trotsky tomaba la realidad de la guerra y apostaba a intervenir allí y “ganarse a la mayoría para la idea de transformar la guerra en una lucha por su emancipación socialista”. Considero errada la afirmación de AP de que «bajo esta táctica se deslizaba la idea que era posible ir a combatir al fascismo sin que hubiera una revolución en los EEUU». Aunque sin dura para Trotsky «»la lucha contra la guerra supone la lucha contra el fascismo», consideraba que era una iluisión librar la lucha contra el fascismo bajo las banderas democráticas del imperialismo yanqui y apostaba a que la propia experiencia en el campo de batalla llevaría a las masas obreras a estas conclusiones. Pero para llegar a estas conclusiones era necesaria una política que además de agitar denunciando los objetivos imperialistas de los bandos en conflicto apelara al desarrollo de militacias y entrenamiento militar independiente. Era la expresión concreta de la política de Lenin de «transformar la guerra imperialista en guerra civil revolucionaria» en las condiciones históricas de la Segunda Guerra.

    AP, respecto del desarrollo de las fuerzas productivas, remitís a lo que dijeron algunas organizaciones trotskistas y concluís que todos son estancacionistas. Pero en este intercambio yo planteo otra visión, que no es de estancamiento de las fuerzas productivas desde 1914. Ni Rolando ni vos parecen tomar nota de esto. Dicho esto, convengamos que la recuperación de la posguerra estuvo atada a un fenómeno bastante “excepcional”, la enorme destrucción de la guerra y la colaboración del estalinismo, así como la recuperación a partir de los ’80 se apoyó en la derrota del ciclo de revoluciones iniciado en el ’68, en las “contrarreformas” sociales que aumentaron la participación del capital en el ingreso, y en medidas que alimentaron los desequilibrios que se tradujeron en numerosas crisis durante el período, hasta llegar a la crisis de Lehman, la más severa y extendida desde la posguerra, y que sigue propudiendo consecuencias. Rolando habla mucho de la renuencia de otros a los “análisis históricos”, pero cuando uno expone un análisis de este tipo para salir de una dicotomía simplista “desarrollo/ no desarrollo” de las fuerzas productivas lo despacha con el rótulo “estancacionista”.

    Sobre el PT, por lo que planteás AP, insisto, es el programa de una época, no de una situación, si hay situación revolucionaria es más propagandístico y sólo puede pretenderse aplicaciones para la acción puntuales, donde la intervención apueste a objetivos limitados y al desarrollo político de un sector de vanguardia obrera. Respecto de la supuesta “inversión”, no es tal. Trotsky sintetiza las conclusiones de las revoluciones rusas y de Europa; las masas aprenden a traves de su experiencia, y avanzan hacia la conclusión de que es necesario el derrocamiento revolucionario del régimen mediante las lecciones que van sacando de las luchas que parten de lo que está objetivamente planteado. El PT busca empalmar con este proceso de aprendizaje y desarrollarlo. Vos aducís voluntarismo, que la vanguardia “puede generar ‘la realidad’”, pero esto sólo sería así si no hubiera una situación revolucionaria sino que se pretendiera crearla.

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    Alvaro

    13/03/2012 at 15:33

    • De nuevo, pido prudencia en la extensión. Respondo brevemente acerca de Lenin, Trotsky y la posición ante la guerra.
      Primero, el enfoque general de uno y de otro es completamente distinto. Trotsky plantea que hay que hacer un buen entrenamiento militar, bajo control de los trabajadores, «para hacer la guerra contra Hitler, no a la manera de Petain, sino de los obreros y campesinos». Esto es, Trotsky plantea que hay que entrenarse bien para ir a la guerra contra Alemania (el consejo es a los jóvenes americanos).
      Lenin, por el contrario, escribe un artículo polemizando con los socialdemócratas que levantaban el desarme y planteaban rehusarse a ir a la guerra. Lenin dice que hay que entrenarse militarmente, pero para enfrentar a la burguesía, y en primer lugar, a la PROPIA burguesía. Es para esto que recomienda entrar al ejército. No para «hacer bien» la guerra contra otra potencia, sino para volver las armas contra la burguesía rusa (y la clase obrera de cada país debía razonar así, diciendo «mi principal enemigo es mi burguesía, el mal menor es la derrota de mi país»). No es cuestión de amontonar citas. Es cuestión de contextualizar, de entender dentro de qué perspectiva cada cual está escribiendo lo que escribe.
      Segundo, Lenin dice que los socialistas ya no deben levantar el programa de milicia burguesa, que era propio de la revolución democrática (programa mínimo). Por eso plantea un programa de la revolución proletaria (que es el título de la nota). El programa que presenta es el que cumplirá la revolución proletaria. Comprende la exigencia de la elección popular de oficiales, abolición de toda ley militar, iguales derechos para los trabajadores nativos y extranjeros, la libertad para formar milicias, con instructores pagados por el Estado. Dice que solo cuando se aplique ese programa, habrá entrenamiento en interés de los trabajadores, y no de los explotadores. E inmediatamente demuestra que está pensando esto en relación a una situación revolucionaria, o de doble poder; esto es, tiene que haber poder de la clase obrera para aplicarlo (armas que no son «concedidas» por la burguesía, toma de una ciudad, etc.). Cito el pasaje, porque es precisamente el que usted pasa por alto. Dice Lenin: «La Revolución rusa mostró que cada éxito del movimiento revolucionario, aun un éxito parcial como la toma de cierta ciudad, de cierta ciudad industrial, o el ganar a alguna sección del ejército, inevitablemente empuja al proletariado a cumplir este programa» (énfasis agregado).
      En otras palabras, es el programa que se verá llevado a cumplir el proletariado en una revolución. ¿Me puede decir qué diablos tiene que ver esto con la situación de EEUU en 1940? ¿Dónde había siquiera el germen de un doble poder? ¿Dónde secciones del ejército ganadas por el empuje revolucionario, o ciudades tomadas por la clase obrera insurreccionada, como sí había sucedido en 1905 en Rusia (la referencia que está tomando en cuenta Lenin)?
      Las consignas adquieren contenido de acuerdo a la situación política general en que son lanzadas. Plantear en EEUU, en 1940, que había que formar comités de obreros para que dirigieran el entrenamiento militar (al pasar, todos los aspectos técnicos y militares del entrenamiento no lo podrían dirigir los trabajadores, sino los militares del ejército de EEUU), solo podía tener aplicación «práctica» bajo la forma de colaboración. Aclaro, de fondo es el mismo problema que he discutido sobre plantear el control obrero de la producción en situaciones no revolucionarias.
      Volviendo al tema de la SG y la posición de Trotsky, recuerdo que, para colmo, se precisaba que ese entrenamiento era para «hacer bien la guerra contra Hitler». ¿Qué tiene que ver esto con el derrotismo de Lenin de la PG? Nada que ver.
      Por último, sobre citas: en primer lugar, no es cuestión de citar sin ton ni son. Hay que entender de qué se está hablando. Esta manera de citar solo sirve para tratar de ganar discusiones. Segundo, insisto con algo que ya he explicado. Por demostrar que la política de Trotsky en la SG no fue igual a la de Lenin en la PG (al pasar, tampoco lo fue en la PG), no he demostrado que Trotsky no tuviera razón. Trotsky no tuvo razón porque era un desatino completo pensar que, bajo el dominio del Estado capitalista (en un regimen que gozaba, por lo demás, de amplio apoyo popular), era posible establecer algún tipo de control obrero sobre el entrenamiento militar, o cosa por el estilo.

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      rolandoastarita

      13/03/2012 at 16:41

    • Quería hacer algunas consideraciones sobre la Política Militar Proletaria. Rolando, vos criticas que “amontonar” citas no alcanza, pero haces decir a las que acá circulan cosas distintas a las que estas plantean. Tanto Trotsky como Lenin desarrollan frente a la guerra imperialista un programa que apunta hacia la independencia de clase de los trabajadores y la organización militar y entrenamiento independiente. Tanto en Lenin, como en Trotsky, el planteo es “’ni un centavo, ni un hombre’, no sólo para un ejército permanente sino incluso para una milicia burguesa, inclusive en países como EEUU, Suiza, Noruega”.

      Vos propones una diferencia de “enfoques” entre Lenin y Trotsky, pero esta manera de plantearlo denota un método que, a falta de un nombre mejor, podríamos llamar de “descenso de lo concreto a lo abstracto”. Sí, hay puntos que distinguen el planteo de Lenin y el de Trotsky, pero estos no son de “enfoque”; en ambos casos se parte de la realidad de la guerra, considerando que no está en los marxistas revolucionarios paralizar esa maquinaria una vez que se ha puesto en marcha; en ambos la línea estratégica es “trasformar la guerra imperialista en guerra civil”. Lo que sucede es que si, para Lenin, la guerra fue en su conjunto interimperialista, dándose en ese marco algunos episodios de guerras “justas” pero que no cambiaban el carácter global de la misma como guerra de rapiña, la segunda guerra tiene una caracterización más compleja. Podríamos decir que de «contenido» comprendía dos grandes guerras en una: una interimperialista (que incluía como contrapartida guerras nacionales de liberacion en los paises coloniales y semicoloniales para los que habia que levantar un programa de liberacion nacional) y otra de Hitler contra la URSS. De «forma” tenia un aspecto democrático, dado por el hecho de que era un alianza de las naciones donde no se habia liquidado la democracia burguesa; y eso daba pie a la ideología que la presentaba como una guerra de «democracia contra fascismo”. Esto era sólo una «forma», no un contenido. Por empezar porque no hay «regimen» mundial, es decir no hay ni puede haber «forma del estado» en el mundo, sino relaciones de fuerzas entre distintos Estados. Y para seguir porque era utilizado para encubrir los objetivos imperialistas de las potencias “democráticas”. Entonces, si tenemos una misma lógica en Lenin y Trotsky, de “trasformar la guerra imperialista en guerra civil revolucionaria”, las condiciones son distintas. Aunque los trotskistas fueron los primeros en denunciar en intento de transformar la guerra en una guerra de regímenes (ver por ejemplo la declaración de Trotsky “¿Quien es el responsable de haber comenzado la segunda guerra mundial?” del 5 de setiembre de 1939, dos dias despues de la declaración de guerra de Francia e Inglaterra a Alemania), no pasaron por alto que muchos militantes obreros, en los EEUU, expresaban en su patriotismo un confuso odio al fascismo, que era explotado por los imperialistas yanquis, que mediante una gigantesca propaganda buscaban transformarlo en una base de apoyo para la guerra. Tomando en consideración eso y el carácter forzado de la movilización bélica, el planteo de la PMP buscaba “enfrentar a los militaristas en su propio terreno”, planteando que en la lucha contra el fascismo el proletariado tiene que tener su programa independiente, y no suspender la lucha por sus intereses y su liberación como clase explotada. Podríamos decir, que es la “traducción”, al terreno de la guerra mundial, de la política de frente único para luchar contra el fascismo, sin renunciar en ningún momento, como vos y Eduardo afirman, a la lucha contra la propia burguesía. Parecen subestimar en sus planteos que, aunque subordinado, ingresaba como factor a considerar en la política de los revolucionarios hacia la guerra, las legítimas aspiraciones obreras de derrotar al fascismo, a las que había que responder evitando a la vez caer en las redes del imperialismo y de la paz civil, como había hecho la socialdemocracia en la primera guerra, y volvió a hacer en la segunda. No es casual, como citan los propios críticos de la política de la PMP en este blog, que detuvieran a militantes del SWP durante la guerra, esto es porque justamente la PMP no tiene nada que ver con la paz civil ni con “hacer la guerra a Hitler” de la mano de los imperialismos democráticos. Trotsky ya había planteado en 1934, y lo sostuvo posteriormente, que si bien los revolucionarios siempre tenían el deber de defender la democracia contra su gobierno, en ningún caso podía ser cuestión de repetir la traición social demócrata, al apoyar a “su” imperialismo contra el imperialismo extranjero.

      Rolando, vos afirmás, que Lenin en su planteo tenía en vistas el doble poder, mientras que Trotsky le exige al Estado burgués el desarrollo de una milicia independiente, y entonces el segundo sería colaboracionista, y el primero no. Pero Lenin dice, reitero la cita: “Nosotros podemos EXIGIR que los oficiales sean elegidos por el pueblo, que sea abolida toda justicia militar, que los obreros extranjeros tengan los mismos derechos que los obreros nacionales […] Y además, que cada cien habitantes de un país, por ejemplo, tengan derecho a formar asociaciones libres para aprender el manejo de las armas, eligiendo libremente instructores retribuidos- POR EL ESTADO, etc”. La exigencia apunta también al Estado burgués ¿Pero, acaso, como plantea Rolando, se puede hablar acá de que Lenin tiene en mente un doble poder? Permitime que te recuerde, el soviet dirigido por los bolcheviques, en 1917, no EXIGIÓ, directamente DISPUSO, la organización militar independientes. El planteo de Lenin no parte de una consideración abstracta de un doble poder cuando hay una situación de paz civil por la guerra (más endeble que en los países donde se produjo la traición abierta de la socialdemocracia, pero que de todos modos se hizo sentir con una masiva movilización en apoyo de la guerra), y que para 1916 aún no se había difuminado. Además, Lenin explícitamente habla de EEUU, de Suiza, de Noruega. ¿Qué antecedente de doble poder podía haber para plantear eso? Igual que el planteo de Trotsky ante la Segunda Guerra, Lenin parte de la realidad, busca “enfrentar a los imperialistas en su propio terreno”, sólo que en este sentido la PMP del primero es más concreta para apuntar a elevar la conciencia y la lucha de la clase obrera al nivel de la dualidad de poderes y así sentar las bases para los choques revolucionarios decisivos. Acuerdo con otra cosa que vos decís, “hay que entender de qué se está hablando” antes de sacar de la galera los soviets de 1905. La única apelación a la historia es para decir que no había trazos de doble poder en EEUU en 1940; tampoco los había en 1916.

      Tanto Lenin, como Trotsky, planteaban un programa pensando en la revolución que sería subproducto de la guerra. Su “política militar” apostaba a dividir al ejército, a descomponer esta institución fundamental del Estado bajo el peso de la hegemonía del proletariado revolucionario. Vos decís que el planteo es de “colaboración”, nuevamente mostrando que la dialéctica para vos queda en los artículos sobre Marx y Hegel, pero no en la comprensión de la dinámica algebraicamente trazada por Trotsky. Si el Estado, como postulaba Engels, es, en última instancia, un grupo de hombres armados, y si además, las mismas fuerzas armadas son la más rígida, más burocrática de las estructuras controladas por cualquier clase dominante, la lucha por la destrucción del control capitalista sobre las fuerzas armadas es esencial en la lucha por el poder, más aún en tiempos de guerra. Por eso la importancia de la formulación de reivindicaciones democráticas y revolucionarias, junto con la denuncia de la naturaleza de la guerra.

      Por último, otra ilustración de esta línea de principios que se oponía al guerrerismo y al oportunismo socialdemócrata, fue la confraternización impulsada entre los soldados de ejércitos enfrentados. Si durante la Primera Guerra había habido episodios espontáneos de confraternización, durante la Segunda Guerra se trató de una política decidida de los trotskistas. Esto compone una misma línea estratégica, opuesta por el vértice al oportunismo y la subordinación a los imperialistas, pero también a la renuncia a intervenir con una política independiente.

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      Pablo

      15/03/2012 at 00:12

    • Vuelvo a solicitar que los comentarios sean más cortos. Ya no sé cómo pedirlo. Insisto, en todo caso escriba un artículo y lo publica. Respondo solo la cuestión referida al artículo de Lenin sobre el programa militar, y la diferencia con lo que plantea Trotsky. Dejo de lado, con esto, otros problemas. No puedo tratar todo. Sin embargo, el problema que discuto aquí atañe directamente a lo que he cuestionado sobre la manera de hacer política del trotskismo.
      Ante el estallido de la PG, las recomendaciones de Lenin a la socialdemocracia son: encarar una «propaganda generalizada», que incluyera al ejército, dirigida a los trabajadores, «por la revolución socialista y la necesidad de armas, no contra sus hermanos esclavos asalariados de otros países, sino contra sus gobiernos y partidos burgueses». La necesidad de organizar grupos ilegales en los ejércitos de todas las naciones «para llevar adelante esa propaganda en todas las lenguas». Desarrollar una lucha sin piedad contra el patriotismo. Apelar a la conciencia de los trabajadores «contra la traición de los líderes oportunistas de la Segunda Internacional». Lanzar la consigna inmediata por repúblicas en Alemania, Polonia, etc. y por una República de Estados Unidos de Europa. Desarrollar una lucha contra el zarismo y por la revolución en Rusia, así como por la autodeterminación de las naciones oprimidas, y el programa democrático (tierra).
      Como puede verse, no hay aquí ni el menor rastro de pedir o exigir al Zarismo la organización de milicias, bajo control de los trabajadores, o algo por el estilo. Por supuesto, para el criterio común del trotskismo, se trata de una política «abstracta», ya que no presenta consignas para la movilización inmediata. No hay nada aquí que aluda siquiera a la «escalera transicional». No se deposita la menor ilusión de que con métodos «democráticos» se pueda parar la guerra, o cambiar su contenido, en tanto haya gobiernos burgueses-imperialistas. ¿Qué tiene que ver esto con exigir al gobierno burgués instrucción militar bajo control de los trabajadores, o cosas por el estilo? Por ejemplo, Lenin hasta consideraba absurdo exigir a los gobiernos imperialistas que abolieran la diplomacia secreta. Decía que si la naturaleza del gobierno es ser imperialista, no tiene sentido exigirle que deje de ser imperialista.
      Esta posición Lenin la mantiene a lo largo de todo el resto de sus artículos y notas. El artículo sobre el programa de la Revolución Proletaria, al que usted hizo alusión antes, se inscribe dentro de esta perspectiva. Cuando dice «demandamos», «exigimos», etc. se está refiriendo a qué demandan los socialdemócratas (bolcheviques) en el curso de una revolución proletaria. Por eso Lenin dice que es el programa que comenzó a aplicarse en el curso de la revolución de 1905. Se puede observar que es todo un programa, no son consignas aisladas. Hay una coherencia en el planteo. Por supuesto, es la misma coherencia que encontramos cuando, en Abril de 1917, llama a «explicar pacientemente» la necesidad de tomar el poder, y no se le ocurre avanzar mediante la movilización por consignas transicionales, «a lo PT».
      Veamos ahora qué plantea Trotsky frente a la SG. Primero, pone énfasis en la agitación de consignas. Es la idea de «ayudar a las masas con criterios, consignas y reivindicaciones transitorias» para distinguir. A partir de aquí, levanta consignas que son una mezcla de utopismo y reformismo. La primera, es la de «referendum». Luego vienen consignas del tipo «no al programa de armamentos, sí a programas de trabajos de utilidad pública». Lo vincula a «abolición de la diplomacia secreta», y la exigencia de «instrucción militar y armamento de los obreros y campesinos bajo control inmediato de comités de obreros y campesinos»; además «creación de escuelas militares para formación de oficiales salidos de las filas de los trabajadores y escogidos por las organizaciones obreras» y «sustitución del ejército permanente por la milicia popular». Son todas consignas a agitar, en el sentido de la táctica transicional que recomienda a sus partidarios. Esto es, la agitación de las consignas (que parecen «lógicas») llevará al proletariado a plantearse el poder. Todo esto, naturalmente, con la idea de «queremos hacer la guerra contra Hitler no a la manera de Petain, sino de los obreros y campesinos».
      Escribo esto y sospecho que a usted no lo voy a convencer de nada. De todas maneras, me parece interesante presentarlo y que cada cual se forme su opinión.

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      rolandoastarita

      15/03/2012 at 09:23

    • Dos cosas. Primero, una cuestión metodológica. Para tratar de sacar algo en limpio en estos comentarios creo que hay que tratar de ser ordenados y de limitar los puntos en debate. Se pueden cuestionar globalidades pero es preferible ejemplificar solo con uno o dos puntos y restringirse a ellos. Un buen ejemplo de lo que propongo es circunscribirse (al menos momentáneamente- al asunto del tema militar.
      Alvaro afirma que los planteos de Lenin y el de Trotsky son similares. Astarita plantea que son opuestos. Alvaro dice: «Lo que Trotsky planteaba era entrenamiento militar y manejo del armamento independiente mediante comités de obreros y campesinos, escuelas militares para formar oficiales elegidos entre los trabajadores, y la formación de una milicia popular que sustituyera al ejército permanente», y presenta esta cita de Trotsky: «No queremos permitirle a la burguesía que lleve a los soldados sin entrenamiento o semientrenados a morir en el campo de batalla. Exigimos que el estado ofrezca inmediatamente a los obreros y a los desocupados la posibilidad de aprender a manejar el rifle, la granada de mano, el fusil, el cañón, el aeroplano, el submarino y los demás instrumentos de guerra.’” [El enfatizado es mío]. Sigue Alvaro: «Comparemos esto con lo que Lenin planteaba en 1916 en ‘El programa militar de la revolución proletaria'»: ‘Nosotros podemos exigir que los oficiales sean elegidos por el pueblo, que sea abolida toda justicia militar […] Y además, que cada cien habitantes de un país, por ejemplo, tengan derecho a formar asociaciones libres para aprender el manejo de las armas, eligiendo libremente instructores retribuidos por el Estado, etc.'» Hay que reconocer que en apariencia podrían estar diciendo lo mismo. Entonces Alvaro pregunta: » ¿en qué se diferencia esto [que decía Lenin]con la política de Trotsky que para Astarita es “control obrero del Estado”?
      Se diferencia al menos en dos cosas. 1. En los contextos, y 2. A quién se le exige.
      1. Contextos: Si se lee bien, resulta que Trotsky pretende que los obreros vayan a la guerra interimperialista… bien entrenados; con entrenamiento militar para derrotar al facismo. Por su parte Lenin pretendía que los obreros vayan a la guerra… contra su propia burguesía. Aquí tenemos una diferencia que no es menor.
      2. Trotsky levanta la exigencia a la burguesía dominante. Lenin, en cambio, afirma que, «La revolución rusa ha demostrado que todo éxito, incluso un éxito parcial, del movimiento revolucionario — por ejemplo, la conquista de una ciudad, un poblado fabril, una parte del ejército — obligará inevitablemente al proletariado vencedor a poner en práctica precisamente ese programa», y para mayor abundamiento (en el mismo párrafo, al comienzo): «no somos partidarios de la milicia burguesa, sino únicamente de una milicia proletaria. Por eso, ‘ni un céntimo, ni un hombre‘, no sólo para el ejército regular, sino tampoco para la milicia burguesa, incluso en países como los Estados Unidos .
      No solo se trata entonces de contextos distintos sino que están diciendo cosas distintas -aunque para que eso quede claro no hay que perder de vista los contextos.
      ¿Estás de acuerdo, Alvaro?

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      Eduardo

      13/03/2012 at 18:35

    • Para reforzar, si se quiere, el argumento de Eduardo, apunto que existe una íntima relación entre «a quién se exige» y «para qué se exige». No es lo mismo demandar al Estado A que entrene militarmente a los trabajadores bajo control de las organizaciones obreras, a fin de hacer la guerra contra el Estado B, que demandar al Estado A para que entrene militarmente a los trabajadores bajo control de las organizaciones obreras, a fin de destruir al propio Estado A. La segunda demanda es a todas luces absurda. Es el tipo de consignas que Marx consideraba lógicamente absurdas. También Lenin se refirió en estos términos a este tipo de demandas. Naturalmente, se pueden discutir las tácticas de Lenin, pero debería admitirse, por lo menos, que poseía un cierto sentido de la coherencia. Por eso es que su programa de armar a la clase obrera para destruir al Estado capitalista está concebido para ser ejecutado por la revolución obrera (ciudades que caen en poder de la clase obrera, ejército fracturado y tropas que pasaron al lado de la revolución, etc.). No se le exige al Estado capitalista que colabore en el entrenamiento de los trabajadores a fin de que los trabajadores estén capacitados para destruir al Estado capitalista.
      La exigencia de entrenar militarmente a los trabajadores (con supervisión obrera, etc.) para ir a hacer «bien» la guerra contra otro Estado, y para colmo en una situación no revolucionaria, como la que existía en EEUU a fines de los 30 y principios de los 40, se ubica entonces en un plano muy distinto.

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      rolandoastarita

      14/03/2012 at 12:22

  31. FE de ERRATAS: al final de mi último comentario, donde dice «Sobre el PT, por lo que planteás AP, insisto, es el programa de una época, no de una situación, si hay situación revolucionaria es más propagandístico» debe decir «si NO hay situación revolucionaria es más propagandístico».

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    Alvaro

    13/03/2012 at 16:03

    • Vale. Se había sobrentendido. De paso, le solicito amablemente una aclaración sobre el último párrafo. Usted dice que solo habría voluntarismo si no existiera una situación revolucionaria. ¿Había una situación revolucionaria en EEUU en 1938? ¿Había siquiera un estadio próximo? ¿La hay en Argentina? Amerita otra fe de erratas o es un lapsus?

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      AP

      13/03/2012 at 17:21

    • Primero que nada, AP, la situación nacional no puede analizarse aisladamente, como método. Preguntar por un país u otro ilustra ciertas inclinaciones nacionales que resultan un poco extemporáneas. En el análisis histórico, Trotsky veía que la derrota de la revolución española sacaba de la escena la amenaza de las masas, de la revolución, permitiendo marchar a la guerra. Pero sería la guerra la que prepararía nuevos ascensos revolucionarios, y en preparación a ese escenario trabajaron y definieron un programa los trotskistas. Este pronóstico, Rolando olvida siempre mencionar, se mostró correcto en buena parte de Europa. La tajante afirmación de que había una “situación no revolucionaria” de Rolando, es otra muestra de una vocación de no meter la dialéctica en los análisis históricos. Leyendo las intervenciones se comprueba que Vico tiene razón y que Astarita solo deja la dialéctica para las discusiones de teoría abstracta, en términos de análisis histórico y estrategia política actúa con un pensamiento evolucionista antidialéctico.

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      Alvaro

      14/03/2012 at 22:36

    • «Leyendo las intervenciones se comprueba que Vico tiene razón y que Astarita solo deja la dialéctica para las discusiones de teoría abstracta»

      ¡Hilarante!
      Cuando no se quiere entender no se entiende y cuando se quiere leer cualquier cosa se lee cualquier cosa.

      Alvaro, Vico esta haciendo el ridiculo, al igual que usted, si tuviesen un poco de humildad se llamarian a silencio.
      No necesito escribir más.

      Saludos.

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      Gerardo Daniel

      15/03/2012 at 06:38

  32. Un agregado. Si no hay situación revolucionaria, el PT es más propagandístico. Pero el PT es un programa eminentemente para la acción. Si se lo formula de modo propagandístico, se lo debe conectar explicitamente con la toma del poder por los trabajadores y no, a lo sumo, con vagos y nebulosos ‘Gobiernos de trabajadores’ que dejan la puerta abierta a la posibilidad de una salida electoral. ¿Donde figura esta conexión explícita en la propaganda de la izquierda trotskista? Si fuera así ¿A quien movilizaría de modo inmediato?
    Desde ya, gracias por responder.

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    AP

    13/03/2012 at 17:29

  33. Dejo el comentario aquí porque la página no me permite seguir el hilo de la discusión que venía sosteniendo con el profesor Astarita.
    1)- Mandel nunca fue catastrofista y usted lo sabe, de hecho, en un artículo suyo titulado “Fuerzas Productivas y el Programa Trotskista” ud. dice: “sería importante reexaminar con atención la posición de Trotsky, ya que presenta ciertas ambigüedades que han dado lugar a que tanto los defensores de las tesis del estancamiento permanente, como Mandel, partidario de la posición contraria, lo hayan citado a su favor” ¿Como es la cosa? Usted primero dice que Mandel era de la «posición contraria» al estancacionismo catastrofista y resulta que ahora me viene a decir que Mandel era catastrofista? Hay que ser serios cuando se discute, sobre todo sabiendo que trotskistas como Mandel tuvieron que dar una dura batalla contra la corriente de Nahuel Moreno (en la cual ud. militaba) que lo acusaba de liquidacionista por sostener que las fuerzas productivas estaban creciendo luego de la posguerra. Es más, discutiendo contra las tesis estancacionista y siguiendo la dialéctica del Manifiesto Comunista sostuvo en su libro “El capitalismo tardío” que “el capitalismo no puede sobrevivir sin revolucionar incesantemente los medios de producción”. Argumentos de este tipo podría citarle muchos, pero se haría muy largo. Por otra parte, Mandel luego tuvo el mérito de pronosticar con precisión la gran crisis económica de 1974-75. Esta crisis no tuvo como salida la forma de una guerra mundial (en eso sí se equivocó como ud. señala), pero sí hubieron 300 guerras de liberación nacional en todo el mundo, no vino Hitler pero se implantaron dictaduras de tipo fascistas (basta pensar en Latinoamérica, en Videla, Pinochet, Stroessner, etc), que no practicaban lobotomías (cosa que nunca leí de Mandel, pero démoslo por cierto) pero picaneaban y desaparecían gente tirándola al río. De esa manera se recuperó el capitalismo, imponiendo encima lo que luego conocimos como neoliberalismo, atacando las condiciones de vida de la clase trabajadora, subiendo el desempleo, haciendo caer el salario real y otros beneficios sociales. Esto fue lo que pasó, y tal cosa no vuelve a Mandel en un catastrofista defensor del estancacionismo. Y sí, los costos de recuperación fueron muy grandes. Por otra parte, la idea de que “la siguiente crisis sería todavía más profunda” no corresponde al supuesto “catastrofismo” de Mandel, sino a concepciones del propio Marx. A este respecto, cuando Marx explica en los Grundrisse cómo vuelven a crecer las fuerzas productivas luego de las crisis sostiene que “Con todo, estas catástrofes regularmente recurrentes tienen como resultado su repetición en mayor escala, y por último el derrocamiento violento del capital”. Claramente, su insistencia en que todo el trotskismo es catastrofista y que Trotsky sostiene que hay un estancamiento desde 1914 “no dan para más”.
    2)- Sí hay fundamentos para decir que debido a que hay crisis, empieza a cobrar vigencia el PT, precisamente porque en una crisis económica los factores políticos se convierten en los determinantes para una salida revolucionaria o contrarevolucionaria. Esta es la base del planteo de Trotsky, por eso las corrientes catastrofistas (no todo el trotskismo como usted dice) sostuvieron dogmáticamente que las fuerzas productivas seguían estancadas y entonces con ello fundamentaban siempre que lo político determinaba todo. Por otra parte, el trotskismo no se dedica sólo a la “agitación de consignas transicionales”, se dedica a hacer una experiencia con la clase obrera en la lucha de clases y a luchas salariales, contra la precarización, etc. Luchas como las del subte, la de ferroviarios, las de alimentación, la de ceramistas, la de docentes, etc son un reflejo de ello.
    3)- Nunca dije que el divorcio entre teoría y práctica estuviera “dado por el hecho de que las ideas del socialismo, o del marxismo, sean minoritarias”. Su divorcio de la práctica está dado porque no ha organizado ninguna corriente, partido u organización alguna que ponga en práctica los programas políticos que ud. elabora. ¿Quién va a llevar adelante todas sus propuestas? ¿Por qué es legítimo criticarle al trotskismo “que no moviliza” –aunque sí a sectores de vanguardia- y no es legítimo preguntárselo a usted? En política no alcanza con que “algunas personas sueltas estén de acuerdo conmigo”. Por otro lado, no soy reformista ni pienso que usted sea lo mismo que R. Luxemburgo, tengo sentido de las proporciones. Por último: yo no reivindico la práctica aislada de la teoría de la misma forma que tampoco reivindico la teoría aislada de la práctica.

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    Juan Pablo

    13/03/2012 at 23:55

    • Primero, usted afirmó que Mandel no tuvo una visión catastrofista. Yo le demostré que a partir de los años 1970 Mandel adopta un enfoque catastrofista. Usted me refuta citando un texto en el que yo reivindico que Mandel haya reconocido que hubo desarrollo de las FP, en los países industrializados, entre 1945 y 1970. Cualquiera que piense un minuto verá que no hay contradicción entre ambas posiciones. Pero lo más importante de todo esto es que los escritos de Mandel sobre las ondas largas constituyeron «la» teoría de la Cuarta Internacional, Secretariado Unificado, con el que se encaró el período abierto en 1974-5 (algunos dicen, abierto a fines de los 1960). Esta visión no permitió entender la evolución del capitalismo. Es lo que he afirmado, una y otra vez. Es muy difícil discutir con gente que argumenta: «Usted no tiene razón en afirmar que Mandel no tuvo una visión catastrofista a partir de los años 1970 porque usted mismo reconoce que Mandel no fue catastrofista en 1962» (cuando publicó el Tratado…). Son estos argumentos los que agotan, porque parecieran destinados a echar humo. Por supuesto, lo anterior se combina con lo afirmado por otras corrientes trotskisas. Nahuel Moreno sostuvo, en los 1980, que el mundo avanzaba hacia regímenes de tipo apartheid-fascistas. Esto fue aceptado y aplaudido por miles de trotskistas. Las organizaciones trotskistas agrupadas en el Comité Internacional planteaban, también en los 1970, que se venían regímenes fascistas en todo el mundo, y nuevos regímenes coloniales. Sobre el tercer mundo los pronósticos fueron todavía más estancacionistas, si se quiere. TODOS compartieron la visión tercermundista estancacionista, que ya estaba presente en la IC, a partir de 1934. Esto es, Mandel, Moreno, Lambert, Healy.
      Segundo, he demostrado que no hay fundamentos para decir que la agitación de consignas transicionales cobra vigencia por el solo hecho de que haya una crisis. Esto fue un invento de Trotsky, y no ha funcionado en ningún lado. Durante la crisis de 1930, en EEUU, con un partido trotskista relativamente fuerte, como el SWP, la agitación de consignas transicionales no provocó puente alguna hacia las masas. Tampoco sucedió en Europa. Ni ocurrió en ninguna otra gran crisis. Con el hundimiento argentino de 2001, habiendo aquí fuertes partidos trotskistas, consignas como el control obrero y reparto de las horas de trabajo, no generaron la menor movilización. Sí lo hicieron consignas elementales, como un subsidio para los desocupados. He explicado las razones de por qué las cosas no funcionan como ustedes dicen que tienen que funcionar. Aclaro, el mismo Trotsky era consciente de que para la agitación de consignas transicionales no basta con que exista crisis, o estancamiento. Por eso también conectó el PT a lo que veía como un estado de ascenso del movimiento de masas («millones de trabajadores en todo el mundo se vuelcan a la revolución», escribe en el PT, en 1938). Por supuesto, esta caracterización también estaba equivocada. A fines de los 30 había retroceso del movimiento obrero y socialista en casi todos los países adelantados. Todo esto lo he argumentado, pero a ustedes los tiene sin cuidado. Tampoco sacan conclusiones de lo que ha sucedido. Insisto con la pregunta: ¿en qué episodio de crisis económica, en algún lugar del mundo, a lo largo de las últimas siete décadas, la agitación de consignas transicionales desató algo siquiera parecido a las movilizaciones que preveía Trotsky que desataría («Conversaciones sobre el PT»)? El marxismo no es un recetario para repetir dogmas. Es una teoría para analizar e interpretar hechos, y actuar en base a ello.
      Tercero: Yo no critico al trotskismo «porque no moviliza». Jamás he sostenido esto (he explicado esto en otros escritos, no quiero repetir esto de nuevo). Además, Marx y Engels durante muchos años estuvieron completamente aislados. Cuando hablaban de «nuestro partido», se referían a ellos dos. Nadie llevaba adelante sus propuestas. Lasalle utilizaba esto para decir que era una prueba de que estaban equivocados. Yo no saco esa conclusión, por razones que ahora no voy a explicar. ¿Por qué critico entonces al trotskismo en relación a que no moviliza? Respuesta: lo critico porque Trotsky y los trotskistas afirmaron que agitando consignas transicionales (concentrándose en una o dos) desatarían movilizaciones «en escalera», que terminarían en la toma del poder. Ante esta afirmación (que ha orientado la práctica de los trotskistas), he planteado que las cosas no funcionan de esta manera. Además, he planteado que en condiciones no revolucionarias, esa agitación induce a confusión, por lo menos. Con esto no quiero decir que los marxistas puedan «generar» o «provocar» las movilizaciones de masas. En cuanto a la relación entre teoría y práctica, coincido en que deben ir unidas. Pero con esto se resuelve poco. El gran problema es qué teoría, y qué práctica son las correctas.

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      rolandoastarita

      14/03/2012 at 09:26

    • 1° No hace falta que me cite a las corrientes catastrofistas (Lambert y Moreno) para reforzar sus argumentos, puesto que ya he dicho que discrepo con las mismas. Además, quien aplaudió los diagnósticos de estas corrientes fue usted, no yo.
      2° Efectivamente, yo sostuve que Mandel no fue catastrofista y lo sigo sosteniendo. En principio, no he descontextualizado su cita dado que usted en su trabajo está haciendo un balance general acerca de por qué a partir de ciertas lecturas de Trotsky existieron corrientes que adoptaron posiciones castastrofistas y por qué hubo corrientes como las de Mandel que adoptaron una postura contraria a la de éstos (pues las diferencias entre ambas corrientes no se deben solo a cuestiones de época -1945/1970 o 1970 en adelante-, sino fundamentalmente a métodos de análisis, tal como demostraré más abajo). Más aún, en ese mismo trabajo usted prosigue trayendo a colación un pasaje en el que Mandel para discutir contra los catastrofistas recurre a la cita de un texto de la III Internacional de Trotsky que sostiene lo siguiente: “Después, cuando se haya establecido con grandes vicisitudes una nueva división del trabajo durante 15, 20 o 25 angustiosos años, tal vez podría darse una nueva época de ascenso capitalista”. Entonces, si Mandel (y naturalmente Trotsky) sostienen que el capitalismo se puede recuperar luego de una angustiosa crisis, ¿Dónde está su catastrofismo? ¿Dónde está su “estancacionismo permanente”? Es más; ¿cómo usted puede atribuirle a Trotsky la idea de que desde 1914 la economía estaba estancada si el propio LT sostiene la hipótesis de que el capitalismo se puede recuperar? Otro ejemplo, Trotsky en su trabajo “¿Hacia el socialismo o hacia el capitalismo?” escrito en 1925 se refiere a la India sosteniendo: “En la India las fuerzas productivas se desarrollan a pesar de los dolores de la opresión nacional.” De nuevo le pregunto: ¿de donde saca ud. que Trotsky sostenía que las fuerzas productivas estaban estancadas desde 1914 si en 1925 escribe explícitamente que en la India las fp se desarrollan? Del mismo modo, en otro comentario anterior también argumenté que Trotsky sostenía que en la década del 20´ las fp crecían en EEUU. Por lo tanto, ¿por qué se le quiere atribuir a Trotsky la idea de que el capitalismo estaba estancado desde 1914? Solo conozco dos posturas que le atribuyen esto a Trotsky: los catastrofistas y Astarita.
      Pero volvamos a Mandel y a la crisis de los 70´ En primer lugar, hay que aclarar lo siguiente: Mandel se distancia teóricamente en toda la línea de los fundamentos estancacionistas (o sea del catastrofismo) porque sostiene que a)- el capitalismo se puede recuperar luego de una crisis (como cité antes). b)- En “El capitalismo tardío” de 1972 sostiene que “las leyes fundamentales del movimiento y las contradicciones inherentes al capital no sólo continúan operando, sino que de hecho encuentran su expresión más extrema en el capitalismo tardío. c)- siguiendo a Marx sostiene que “el capitalismo no puede sobrevivir sin revolucionar incesantemente los medios de producción” d)- interpreta que las grandes luchas sociales y políticas del proletariado no podían entenderse producto del crecimiento del desempleo y la miseria (como creía Moreno), sino a partir “de una nueva fuerza del proletariado, nacido de su reforzamiento numérico, cultural y cualitativo, resultado de un cambio en la relación de fuerzas entre las clases, resultante, precisamente, del crecimiento y no del estancamiento de la economía capitalista”. Y esto Mandel no lo responde entre 1945 y 1970, sino que se lo responde a Moreno en 1981! (véase Quatrième Internationale n°3, 38). e)- por último, efectivamente Mandel sostiene que se vendrá una crisis (en 1974-75) y acierta! Como dije antes, no acierta en que se vendría una nueva guerra mundial, pero sí acierta en que la crisis tendría consecuencias catastróficas para la clase obrera (como tmb cité antes, hubieron 300 guerras de liberación nacional, dictaduras de tipo fascistas -Videla, Pinochet, Stroessner, etc-, desapariciones, torturas, neoliberalismo, etc. Implica todo esto que Mandel fuera catastrofista? Absolutamente no. Una cosa es abrevar en los fundamentos del catastrofismo (estancamiento permanente, aumento progresivo de la miseria, de la desocupación, etc) que tal como he demostrado en los puntos anteriores, no era el caso de Mandel, y otra cosa es predecir que una crisis capitalista tendrá consecuencias catastróficas para la clase obrera. O a alguien le cabe alguna duda que la crisis de los 70´ trajo consecuencias catastróficas para las masas obreras? Obviamente, Astarita no ha respondido absolutamente nada a estos planteos. Incluso otros compañeros también le citaron el caso de las 2 guerras mundiales que asesinaron a millones de personas, que destruyeron un tercio del capital mundial (datos de la 2° Guerra), pero para este autor “no hay nada cualitativo” en estos desarrollos capitalistas que metabolizaron sus crisis de esta forma.
      Más allá de todo esto, hay que recordar que la discusión comenzó porque me opuse a la afirmación de que todo el trotkismo era catastrofista. No sólo demostré que Mandel no lo era, sino que también cité a teóricos como Callinicos y a corrientes como el PTS que no han tenido esta postura y son trotskistas.
      3° Sobre el PT me parece interesante la discusión que ud. plantea, aunque como planteé antes hay aspectos con los que no tengo acuerdo. Por lo tanto, creo que ha llegado un punto donde los argumentos se bloquean y la discusión puede terminar siendo circular. 4° Coincido en que hay que discutir “qué teoría, y qué práctica son las correctas” pero no termina de quedar claro qué sujeto social llevaría adelante sus programas y propuestas. ¿No sería más fácil que usted reconociera que ha realizado elaboraciones teóricas pero no ha trabajado en crear alguna corriente o partido capaz de llevarla adelante? Me parece que eso se constata en la realidad, no hay que recurrir a los clásicos del marxismo para percibir esto.

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      Juan Pablo

      15/03/2012 at 00:22

    • Bien, si para usted no hay diferencia entre «agravamiento de las penurias de las masas» y «guerra mundial con cientos de millones de muertos y regímenes fascitas que hacen lobotomías a escala de millones», no tengo mucho que decirle. Si para usted se entiende lo que sucedió en los últimos 30 años con el pronóstico «el mercado mundial se contraerá»; y si para usted se comprende lo que sucedió en el tercer mundo con la tesis «el desarrollo capitalista en la periferia está bloqueado», tengo menos para decirle. Esto por no mencionar a todos los grupos trotskistas argentinos que mantuvieron caracterizaciones similares en los últimos 30 o 40 años.
      Lo de Trotsky lo he discutido en este blog. Por supuesto, Trotsky y los trotskistas siempre dijeron que «en ciertos países» y en «ciertos períodos» podría haber desarrollo de las FP. Pero a nivel mundial y general, estas retrocedían. ESTE FUE EL PUNTO ESENCIAL DEL PT, Y ES LO QUE HE DISCUTIDO. Se lo presento así: Trotsky pensaba que, en términos generales, al decrecer las FP, se debilitaban las condiciones materiales y sociales para la revolución socialista. Esto sucedía a nivel mundial, al margen de recuperaciones parciales. La «línea general» del desarrollo, a pesar de sus altos momentáneos o locales, eran descendente. Esto significaba que la clase obrera a nivel mundial se reducía; que el mercado mundial tendencialmente se contraía; etc. Detrás de esto estaba, además, la idea de que si ello no sucedía, el programa bolchevique de la toma del poder habría estado equivocado. He discutido esto en el blog y en otros trabajo.
      Por último: he explicado en muchos lados que en mi opinión el sujeto social de la revolución es la clase obrera. Mis polémicas sobre FP tienen mucho que ver con esto: el desarrollo de las FP ha generado una clase obrera socialmente poderosa. Las condiciones materiales y sociales para la revolución hoy son mejores que en 1914 (también que en 1930 o en 1970). Acerca de la actividad militante que he desarrollado, no voy a discutirla aquí con usted.

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      rolandoastarita

      15/03/2012 at 09:55

  34. Es un debate con muchos temas y realmente no pretendo estar al nivel de las tantas intervenciones que hay. Pero sí me interesa dejarles unos textos para que revisen sobre la «Política Militar Proletaria» que Trotsky planteó ante la Segunda Guerra Mundial. Digo que sería interesante que los visitantes del blog los lean, porque en este espacio hay una visión errónea y caricaturesca de la misma.

    http://www.ceip.org.ar/160307/index.php?option=com_content&task=view&id=133&Itemid=63

    http://www.ceip.org.ar/160307/index.php?option=com_content&task=view&id=135&Itemid=63

    Agradezco de antemano la atención que puedan prestarle a estos textos y desde ya ¡recomiendo su lectura!

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    Pai Mei

    14/03/2012 at 23:24

  35. Alvaro, quedó pendiente la cuestión militar…

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    Eduardo

    15/03/2012 at 00:03

  36. Estimado Gerardo Daniel:
    Contrariamente a lo que ud dice, yo estoy aprendiendo mucho con las intervenciones de Vico, Alvaro, Juan Pablo etc, que no coinciden con las afirmaciones del profesor Astarita.
    Creo que queda bastante claro que (no se porque motivo), el profesor pierde la objetividad cuando se Trata de analizar las posiciones de Leon Trotsky y en mi modesta opinion acude a tergiversaciones bastante burdas.Esa forma de «hacer politica» (o discutir ideas) no es recomendable ya que incurre en los errores que el propio Astarita endilga a toda la izquierda.

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    Julio Arguello

    15/03/2012 at 10:06

    • Todos los pasajes que he citado de Trotsky se pueden comprobar. Decir que estoy tergiversando las citas es una agresión. Solo busca agraviar y desacreditar, sin presentar pruebas. Lo desafío a que me presente una cita de las posiciones de Trotsky que haya sido falseada por mi parte.

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      rolandoastarita

      15/03/2012 at 11:49

  37. Estimado compañero Alvaro. Su esfuerzo por defender determinadas convicciones es admirable pero vano. Por otra parte, si bien le agradezco que me haya respondido (De modo intercalado en su respuesta a Astarita y luego directamente) me parece que al final se va por las ramas. Si me disculpa el tono, hay que dejar de esquivarle a la jeringa y frente a preguntas directas, dar respuestas directas. Yo le he preguntado su usted considera que había una situación revolucionaria en los EEUU a fines de los treinta, o en la Argentina de hoy y usted me hace el ole y remite a que en la inmediata postguerra surgieron situaciones revolucionarias en parte de Europa. Trotski solía decir que ‘Confundir el presente con el futuro es peligroso en gramática, pero más peligroso en política’. El hecho de que se dieran levantamientos obreros, sobre todo en Italia y en Grecia que evidenciaron una voluntad revolucionaria, no puede esgrimirse como argumento justificar la agitación de un programa en situaciones previas donde los obreros eran conducidos masivamente a la carnicería imperialista. Usted no me responde. Por ejemplo, no se puede desconocer que en Argentina hoy no existe una situación revolucionaria (Como no existió en 2001 y ni siquiera en los setenta) apelando al argumento de las potencialidades futuras, especialmente, cuando estas no se manifiestan ni siquiera en gérmen. El programa de acción debe ser adecuado a la situación realmente existente y cambiado, si esta varía. También afirmé que si el programa de Transición puede ser usado para la propaganda se lo debe conectar explícitamente con la toma del poder y usted no me ha respondido si está o no de acuerdo. Por último, las observaciones sobre el sentido dialéctico de tal o cual individuo no pasan de una apreciación subjetiva redundante. Lo que a mi me parecería bien, con todo respeto, es que, apelando a su sentido dialéctico y sin fugar por la tangente, me responda lo que efectivamente le pregunto. Desde ya, gracias por responder.

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    AP

    15/03/2012 at 10:34

  38. Al forista AP :sobre el movimiento obrero (norte) americano:
    hay consenso en los historiadores del movimiento obrero americano que desde 1937 el New Deal comenzaba a fracasar que estaba volviendo la recesion y que la industria solo se recupero con la politica armamentista de EE.UU desde 1939 en adelante,que se pareparaba para la segunda guerra mundial.
    Por si le quedan dudas le transcribo una cita de una historiadora del mov. obrero sobre la situacion en el 1937 por lo que no me resulta raro lo que dice LT en el P de Transicion en 1938 al menos sobre los EE.UU.

    Las huelgas con ocupaciones de fábrica

    Por otro lado, junto con la formación del CIO, se desplegó una nueva irrupción de la combatividad obrera. Entre los veranos de 1936 y 1937 estalla una epidemia de huelgas con toma de fábrica en los bastiones más concentrados del capital (General Motors, U.S. Steel, General Electric y Chrysler) que retoma los métodos y experiencias más radicales de 1934. Como dice Davis: los trabajadores “lanzaron una ofensiva sostenida que no tiene paralelo en la historia de EE.UU. por su creatividad táctica, así como por la demostración del poder de los trabajadores unidos en la industria moderna”.[41]

    Esta oleada de huelgas combinó varios elementos convulsivos, por un lado, la toma de las plantas, la paralización de las máquinas y los piquetes de defensa que cuestionaron objetivamente el poder de la patronal y la propiedad capitalista. Como cuentan los trotskistas: “Precisamente en esta coyuntura, en 1936, se desarrolló un arma inaudita y no esperada de lucha sindical que cambió tanto los planes del CIO como el curso del movimiento obrero. Éstas fueron las huelgas con tomas de fábrica. No se prestó demasiada atención a los huelguistas en la industria del caucho en el invierno de 1935-36, que un reportero apodó sit-down (sentadas) porque los trabajadores se sentaban en sus máquinas en protesta por sus demandas hasta que hubiera un acuerdo. A partir de que cincuenta hombres en una sección, clave de la producción, lograron paralizar una planta completa de diez mil trabajadores, las sit-down dieron a los trabajadores una nueva conciencia de su poder, ya que le costó a las empresas mucho dinero y trajo enormes y favorables resultados a los conflictos. Después de casi 100 sit-downs en Akron, Ohio (la mayoría de ellas muy exitosas) la idea ganó terreno”.[42]

    En segundo lugar se pusieron en pie verdaderos comités de fábrica, que unificaron el poder de los obreros calificados y no calificados, nativos y de procedencia extranjera, forjando nuevos dirigentes e instituyendo los métodos de democracia obrera de asambleas y acción directa. Como dice Daniel Guerin: “Quizás el secreto de este éxito reside en el hecho de que los dirigentes de la huelga eran trabajadores surgidos muy recientemente de la base y que aún no habían tenido tiempo de diferenciarse de ella respirando el aire viciado de las alturas. Pues la huelga no fue dirigida por dirigentes sindicales infatuados de su persona y su poder, como Lewis, ni por burócratas stalinistas del tipo de Foster. Los jefes del movimiento estaban hechos de la misma pasta que cada uno de los muchachos que les habían dado el mandato de llevarlos a la victoria”. [43]

    Por último, la dirección de estos procesos también se combinó con la alianza de algunos sectores de la izquierda, por un lado el estalinismo, que estaba ganando peso en los sindicatos del CIO, los socialdemócratas, el grupo de Lovestone[44] y los trotskistas.[45]

    De este modo, se desarrolla una oleada de huelgas que impulsan este nuevo método. “El flujo y reflujo de la oleada de huelgas con tomas de fábrica se desarrolló con intensidad hacia mayores convulsiones. Un grupo de mensajeros aquí, meseros en otro lado, trabajadores del acero, oficinistas, trabajadores automotrices, incluso estudiantes, usaban esta arma de las huelgas con tomas de fábrica para conseguir concesiones de sus superiores.”[46] Entre las que se destacan está la huelga de Goodyear de 1936, que llegó a sostener un piquete de once millas de largo a 9 °C bajo cero, la huelga de General Motors en el invierno de 1937 extendiéndose a todos los sectores, incluso en 1937 se impulsan 477 huelgas que afectaron a 400.000 trabajadores.

    La huelga de más trascendencia fue la de la industria automotriz en Flint, Michigan, donde se tomaron dos fábricas claves de la industria, la Fisher Body N°1 y N°2. En la segunda, la patronal cortó la calefacción y el ingreso de víveres, para quebrar la huelga. Cuando intentaron interceptarlos, se mezclaron en una violenta batalla, donde los asaltantes de la patronal fueron rechazados. En enero de 1937, se firmó una tregua con la mediación del gobernador. Cuando iban a abandonar la fábrica, se enteraron que la General Motors los iba a traicionar. En solidaridad y para fortalecer la lucha, se intentó tomar también la fábrica de Chevrolet. Como la patronal y la policía estaban en guardia, utilizaron un engaño para poder ingresar. Primero irrumpieron en la fábrica N.° 9 y cuando se concentraron allí todas las fuerzas represivas, un grupo de 400 obreros ingresaron en la fábrica N°4, cuya importancia era superior, logrando que el gobernador retrocediera en la represión y que el 11 de febrero de 1937 se reconociera el Sindicato del Automóvil como representante único de los trabajadores.

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    Luis Alberto Martinez

    15/03/2012 at 12:50

    • Compañero Luís Alberto. Celebro su aporte. Por fin se le entra al estudio histórico concreto de las situaciones. Las citas que usted presenta son del historiador marxista Mike Davis, aunque sería bueno precisar el texto. Hasta donde llega mi conocimiento, el consenso historiográfico reside en caracterizar al periodo que va desde 1932 hasta 1937 como de fuerte ascenso sindical y político, con cuatro huelgas generales y tres tomas de grandes fábricas (Hay un extenso estudio en castellano de Aurora Bosch) aunque sin romper la tradicional dicotomía del movimiento obrero norteamericano entre cuestionamiento reivindicativo y alternativa política antisistémica. Personalmente (aunque debería estudiarlo mejor) no creo que hubiera una situación revolucionaria cuando fue escrito el PT, ni en período previo, aunque puede admitirse que existieron grandes luchas que insinuaron un curso pre revolucionario, precozmente estrangulado. Sobre el periodo, existen un cúmulo de documentos internos del SWP que merecen ser estudiados. De todos modos, en mi opinión, este ascenso no habilitaba definir a la situación mundial como pre revolucionaria (categoría incluso, un tanto elástica y ambigua) ni mucho menos pontificar un programa transicional ‘para una época’. Menos aún investir de este carácter crónico a la situación mundial ‘per sempre’. En otro plano. Si mal no recuerdo, Guerin, que aparece citado, fue crítico de la politica militar preconizada por la Cuarta. Reitero. Muy interesante aporte. Gracias.

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      AP

      15/03/2012 at 14:19

    • Quiero hacer una simple acotación. A las preguntas directas hay que dar respuestas directas, siempre que… esas preguntas directas sean pertinentes.
      Si quienes defienden el PT sostienen que éste no se formuló en virtud de una situación (revolucionaria) sino de cara a toda una época (de declinación capitalista), es perfectamente legítimo desdeñar una pregunta, que dado el contexto, resulta capciosa o desviante.
      A lo largo de una etapa de declnación capitalista cabe esperar la aparición de situaciones revolucionarias, pero el PT se plantea en referencia a la primera en general y no a las segundas en particular (por lo demás, las precisiones históriográficas que brindó más arriba un forista muestran que existía para el período una clara tendencia hacia la radicalización obrera y, en consecuencia, hacia situaciones que podían volverse revolucionarias en la medida en que el capitalismo continuara en declianción). El PT se planteó para contribuir a generar la conciencia y la situación revoucionarias a partir del reconocimiento de la tendencia objetiva, general, de la época.
      Se puede, si así se lo desea, discutir la caracterización trotskista de la época, lo que no es correcto es insistir en hacer pasar la discusión sobre la vigencia o la validez del PT por la existencia o inexistencia puntual de una situación revolucionar en tal o cual lugar del planeta, como viene insistiendo en hacer AP desde su primer post.

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      Vico

      15/03/2012 at 15:17

  39. Eduardo, estaba escribiendo algo aparte, pero creo que lo que dice Pablo contesta bastante en el mismo sentido, así que prefiero no abundar. Las objeciones que haceRolando a lo que plantea Pablo, vuelven a mostrar una vocación de mezclar niveles, programatico, propaganda, agitación, etc. Las tareas que define de agitación planteadas por Lenin sólo se diferencian de las de las que tomaron los trotskistas porque en este último caso fueron aún más decididas, logrando llevar a la práctica, como sostiene Pablo, la confraternización. ¿Alguien se imagina que una agitación que lleve hacia la confraternización puede estar desligada de una propaganda «por la revolución socialista y la necesidad de armas, no contra sus hermanos esclavos asalariados de otros países, sino contra sus gobiernos y partidos burgueses»? Es una confusión forzada de niveles para meter una contraposición que no existe. Lo mismo cuando busca distinguir el horizonte estratégico, en ambos casos es el del desarrollo del poder dual para la revolución, sólo que los contornos y la urgencia están más claros en el planteo de Trotsky, que contaba con la ventaja de la experiencia de la primera guerra, y no sólo intuía sino que preveía la revolución a la salida de la guerra.
    La «exigencia» que estaría supuestamente en uno sí y en otro, ya Pablo deja claro que no los distingue, pero bueno, Rolando acá también hace «abstracción» en su respuesta. Aclaramos, en Trotsky esta «exigencia» es una combinación de propaganda y agitación para la acción en pos de minar el poder del Estado, «desmoralizando». Cuando Rolando pone que Trotsky decía «hacer la guerra a Hitler», había un componente que Trotsky reconocía legítimo en las aspiraciones de las masas obreras de enfrentar el fascimo, y con eso buscaba abrir un diálogo planteando una perspectiva política independiente. Como digo, Eduardo, acá no hay una distinción de la línea estratégica, que es «transformas la guerra imperialista en guerra civil». No es el abandono a hacer la guerra a la propia burguesía, como vos decís. Me parece correcta la comparación con el frente único contra el fascismo que plantea Pablo; cuando los trotskistas proponen ese frente, no es para defender en términos absolutos la democracia burguesa contra el fascimo, como un fin en sí mismo, sino porque la democracia -y la derrota del fascismo- permite mejores condiciones para la revolución. Acá sí hay una diferencia con Lenin, pero es de las condiciones históricas, no de línea estratégica.

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    Alvaro

    15/03/2012 at 13:04

    • De nuevo confundiendo los problemas. Existe una diferencia abismal entre decir: «la formación de milicias obreras y el armamento solo puede ser logrado por la revolución obrera, por el doble poder», a decir: «exigimos instrucción militar y armamento bajo control de los trabajadores», SIN ACLARAR QUE ESTA CONSIGNA SOLO ES POSIBLE DE LOGRAR TOMANDO EL PODER.
      Es el mismo problema que ya he planteado con el control obrero, con el tema de los impuestos, con la consigna de «acabar con la desocupación repartiendo las horas de trabajo». Lenin pone el acento en explicar que demandas de este tipo exigen tener PODER. Por eso solo son posibles en situaciones de doble poder (soviets, ciudades tomadas, ruptura del ejército), o directamente bajo el gobierno obrero. Esto no lo oculta, lo dice abiertamente.
      Pero esto es lo que desaconseja Trotsky. Cuando sus partidarios del SWP le preguntan por esta cuestión, Trotsky aconseja concentrarse en una o dos consignas transicionales, sin especificar qué relación tienen con el poder. Su argumento es que lo que importa es que la gente se movilice, porque luego van a tomar conciencia del problema del poder. Y esto mismo es lo que hacen hoy las fuerzas trotskistas. Presentan el control obrero SIN decir que solo es posible aplicarlo, en sentido progresista, SI la clase obrera tiene poder (organización de consejos, armamento, etc.). No aclaran que solo es posible aplicarlo SI hay una revolución. Planteo esto una y otra vez, y miran para otro lado. Nadie se hace cargo. Por supuesto, es la misma lógica la que rige la agitación de los trotskistas durante la Segunda Guerra.
      Todo esto sin perjuicio de dejar señalado que Trotsky metió otras confusiones. Pero ahora me interesa que quede clara la diferencia entre hacer propaganda por un programa transicional y la pretensión de llegar a la toma del poder agitando algunas consignas transicionales, en la esperanza de que se desate la «escalera» de movilizaciones, hasta la toma del poder. Esto último es lo que no ha funcionado nunca. Por supuesto, no pueden decir que estaba la experiencia del bolchevismo. Lenin no levanta ningún programa de agitación transicional ante la Guerra. Tampoco lo hace en las Tesis de Abril. La Tercera Internacional no adopta este tipo de programa transicional para la agitación. Es por esto que el planteo de Trotsky aparecerá como una novedad en los 30.

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      rolandoastarita

      15/03/2012 at 13:25

    • Rolando, primer problema, el texto de Lenin no dice lo que vos planteás, pero bueno, ya veo que a esta altura es imposible evitar que te esfuerces en hacer decir al texto otra cosa distinta en pos de contraponerlo con Trotsky. Creo que para quien pueda leer sin anteojeras, las citas provistas, y el destacado que hace Pablo, están suficientemente claros.
      Respecto de tu insistencia en que Trotsky «aconseja concentrarse en una o dos consignas transicionales, sin especificar qué relación tienen con el poder», no es porque opine sencillamente que «lo que importa es que la gente se movilice, porque luego van a tomar conciencia del problema del poder». Nuevamente ridiculizás, en todo caso, si este punto se hace popular y moviliza (en una situación donde en realidad ya había fuertes luchas y movimientos de desocupados por el problema del desempleo, la consigna lanzada apunta a unir a ocupados y desocupados y dar a estos últimos una perspectiva más clara de luchar por la vuelta al trabajo) necesariamente impulsa organización y permite acelerar la experiencia política (para Trotsky la mayor actividad clasista del proletariado desataría como respuesta acciones fascistas), y al calor de esta experiencia se puede desplegar el conjunto del programa y perspectiva política. No es una mágica «escalera» donde uno lanza consignas de agitación en un periódico y ya está, como vos (y pensándolo bien, tal vez algún grupo) pareces entender. Se busca dar una orientación política reevaluando permanente los efectos de las consignas lanzadas, y donde se tiene presente en todo momento el conjunto articulado del programa. La consigna de agitación que pueda jerarquizarse dentro del programa articulado, lanzada más ampliamente y con la apuesta a organizar sectores que aún no vean la perspectiva estratégica de derrocar a este sistema, nunca puede ir desligada de «explicar pacientemente» a los sectores de vanguardia, que es en los momentos preparatorios una tarea fundamental para la construcción de partido revolucionario.
      Por otro lado, vos juzgás si funcionó o no, haciendo caso omiso de que en el caso particular de la PMP que pone Pablo, y yo repito, de que fue la política de los trotskistas (basada en la agitación y propaganda a partir de su programa, ¡el PT!) la que permtió la confraternización.
      Hacer un balance más amplio sobre si funcionó o no la agitación transicional, sería pretender hacer un balance del trotskismo exclusivamente por su programa. Es decir, como si ni las condiciones históricas (entre ellas el fortalecimiento del estalinismo después de la segunda guerra, su colaboración contrarrevolucionaria en Europa Occidental y el «tercer mundo» cuando fue la descolonización, etc), y los problemas de estrategia más generales (cómo imponer el programa que se levanta, lo cual justamente no es reducible al programa) no tuvieran importancia. Encarar las cuestiones de esta forma, es otro ejemplo de «descenso de lo concreto a lo abstracto», que no tiene otro fin que cerrar discusiones recurriendo a la (falseada) prueba de la historia.

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      Alvaro

      17/03/2012 at 12:56

    • Bueno, por fin estamos admitiendo que la consigna transicional ustedes (siguiendo a Trotsky) la agitan sin especificar que solo se puede aplicar con poder, desde el poder, y con un programa articulado. No he ridiculizado. Es lo que están planteando, y lo que ha planteado Trotsky. Es la razón de por qué el socialismo jamás agitó las consignas transicionales de esta forma, en situaciones no revolucionarias. Ahora, además, ya se admite que vale lanzar la consigna «si este punto se hace popular y moviliza». Claro que con este criterio, Marx debería haber apoyado la demanda de estatización de la tierra en EEUU, ya que era un reclamo «popular» y movilizaba. Y así podríamos seguir. Lo fundamental, de todas maneras, permanece: en una situación como la actual, ir a las empresas a plantear que como tarea es necesario establecer el control obrero, tomando las empresas e imponiéndolo al capital, es no tener idea de qué relación de fuerzas hay. ¿O ustedes piensan que estamos en una situación de «superioridad indiscutible del trabajo sobre el capital»? ¿De dónde sacan las caracterizaciones?
      Por último, sostener que el método de la agitación transicional ha funcionado, pues bien, creo que va contra toda evidencia. Pero aquí, dejaría que hable la experiencia de miles de militantes trotskistas que trabajaron bajo esta orientación, durante decenas y decenas de años.

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      rolandoastarita

      17/03/2012 at 13:21

    • Agregado: sostener que el método del programa transicional tuvo resultado porque en algún lugar hubo confraternización de tropas, bueno, ya es un argumento traído completamente de los pelos. Sobre esto, he tenido oportunidad de hablar con viejos trotskistas que militaron durante la SG, en Inglaterra. Me decían que lo más que podían hacer era algo así como exigir refugios antiaéreos para los barrios pobres, y poco más. En EEUU el programa militar de Trotsky no tuvo casi repercusión. Por supuesto, se estuvo muy lejos de acercarse siquiera a la toma del poder en algún lado. Cuando leo argumentos de este tipo, pues bien, ya me da la impresión de que no vale la pena seguir mucho esto.

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      rolandoastarita

      17/03/2012 at 13:31

    • Por si todavía no queda claro. Ante la Segunda Guerra, Trotsky aconseja lanzar consignas que aparecen como «realizables», en principio. «Referendum», «Ningún dinero para armamentos», «Instrucción militar bajo control obrero», etc. Subrayo, la idea aquí es que estas demandas sean tomadas, que las masas se movilicen detrás de las mismas, porque subyace la táctica del «proceso» o «escalera» transicional.
      Ante la Primera Guerra, Lenin dice «Nuestra consigna es guerra civil». Puede verse que no se trata de una consigna para movilizar en lo inmediato. Aclara en seguida: «No podemos ‘hacerla’, pero la predicamos y trabajamos en esa dirección». Y todavía precisa: «Nadie se aventurará a garantizar cuándo y hasta qué punto se verificará esta prédica en los hechos, no se trata de esto. (…) Lo importante es trabajar en esa línea. Solo ese trabajo es socialista y no chovinista. Y sólo el rendirá frutos socialistas, frutos revolucionarios» (Carta a Shliapnikov, 31 octubre 1914).
      Aquí el acento está puesto en explicar una línea que no es «aplicable» en lo inmediato. «Guerra civil» no es una consigna para convocar a movilizaciones en lo inmediato, viene a decir Lenin. Es una forma de hacer política muy distinta de la que están acostumbrados los trotskistas. Para ellos, esto es «propagandismo puro», es «abstracto», porque no hay manera de arrancar una movilización (en octubre de 1914) bajo el lema «Guerra civil». Por supuesto, es mucho más «práctico» convocar por «Ni un hombre ni un centavo para el gobierno burgués»; «Referendum», «Abolición de la diplomacia secreta», «Instrucción militar bajo control obrero» (esta última, en especial es «fácil» si se agrega «para hacer bien la guerra al enemigo»).
      Como he explicado en otras notas, respuestas, etc., la línea de Lenin ante la PG está en consonancia con su táctica en 1917. Esto es, situaciones altamente conflictivas, no lo lleva a adoptar la táctica «proceso-transicional».

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      rolandoastarita

      15/03/2012 at 14:23

  40. Otra cosita. Hay algo que me resulta un poco falso de la discusión. Rolando critica a Trotsky la PMP, pero, dado su posicionamiento en Libia, no resulta forzado inferir que si se enfrentara «la democracia» de EEUU (imperialista agrego yo, pero entiendo que Rolo no) contra una hipotética potencia de régimen fascista igual de imperialista, tomaría abiertamente posición por el primero, en defensa del segundo. Tal vez no en general, pero sí si alguna «matanza» de algún dictador justificara la matanza igual de severa de las bombas (y la hidden agenda de los negocios petroleros y control geopolitico que va junto). Desde esta posición, debería criticar a Trotsky haber mantenido la línea de «transformar la guerra imperialista en guerra civil», y no (o no sólo ni centralmente) por su PMP, y por lo mismo debería reconocer que su política tendría no sólo algunos puntos distintos de la de Lenin, como en el caso de Trotsky, sino que sería opuesta por el vértice.

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    Alvaro

    15/03/2012 at 13:06

    • No voy a discutir ahora Libia. Acerca de la posición ante la SG, lo único que he afirmado es que la postura de Trotsky no fue la del derrotismo de Lenin. Desde hace mucho tiempo me pareció preciso aclarar esta cuestión, porque Trotsky presentó su política como la aplicación del «derrotismo». Lo que afirmé es que en el trotskismo nunca se aclaró esta cuestión.

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      rolandoastarita

      15/03/2012 at 13:30

  41. Profesor Astarita:
    uds tiene bastante experiencia en la izquierda como para saber que no hay nadie que «tergiverse» cambiando las citas.la forma mas comun es descontextualizarlas y sobre todo acumular citas despectivas de distintos periodos sobre un autor para desprestigiarlo.
    Me parece raro que ud que (por lo que veo en distintas respuestas a los post) acusa a todo el mundo de «tergiversar «(y no precisamente por cambiar las citas) se ofenda porque yo (y otros por lo que lei) lo acusen a ud de hacer lo mismo que critica.
    De todas maneras revisando sus posiciones veo que uds comenzo con una critica del programa de transicion, luego una revision de la teoria de la revolucion permanente y ahora critica hasta la ultima coma dicha por LT en su vida.
    Su objetivo es una lucha no clara con la izquierda argentina que (para mal o para bien) es predominantemente Trotskista. En eso uds pone el mismo celo que los viejos militantes de la «fede» , que se estudiaban los manuales «antitrotskistas» » sovieticos, llenos de citas descontextualizadas de la lucha politica entre Trotsky y lenin , para demostrar que el primero era un infiltrado que» solo habia confundido a lenin nada mas que en el periodo del 17 al 23″…En fin…

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    julio Arguello

    15/03/2012 at 17:18

    • Primero, las citas de Trotsky las he puesto a lo largo de numerosos trabajos, entre ellos la crítica al PT y notas del blog. Si me dicen que he tergiversado, me tienen que señalar dónde y cuándo no he contextualizado correctamente. Segundo, he hecho una crítica al PT, pero también a muchas otras posiciones del trotskismo: caracterización de la URSS, tesis del estancamiento de las FP, tesis de la revolución permanente. Se trata de una crítica global al trotskismo. No empecé ayer esta crítica, la comencé en 1990, cuando empecé a cuestionar la tesis sobre el estancamiento de las FP.
      Mi objetivo, además, no es una «lucha contra la izquierda argentina». Mi objetivo es criticar y combatir al sistema capitalista. Mis críticas a la teoría económica burguesa son públicas. Mis críticas al stalinismo también son públicas, y las he hecho en repetidas ocasiones. Así como a toda forma de frente populismo, al nacionalismo y el estatismo burgués. Pongo, efectivamente, mucho celo en ello. Al respecto, es digno de notar que los stalinistas, y similares, siempre se quejaban de que los trotskistas «ponen demasiado celo en criticarnos, en lugar de criticar a la derecha.» Era el argumento que usaban los stalinistas para «demostrar» que los trotskistas eran «divisionistas», «enemigos de la izquierda», etc. ¿Qué respondían los trotskistas? Pues que era necesario clarificar las posiciones y combatir la política stalinista porque llevaba a desastres.
      Pues bien, ahora veo que los trotskistas aplican la misma receta frente a mis críticas. ¿Qué le respondo? Le respondo que es necesario combatir la política del trotskismo, porque lleva a la militancia a un callejón sin salida. Por supuesto, reconozco que el trotskismo jugó un rol progresivo frente al stalinismo, al haber criticado a la burocracia soviética, y las estrategias del frente popular, principalmente. Pero esto lo hizo desarrollando una teoría, un enfoque global y una política profundamente equivocadas, que esterilizaron los esfuerzos de miles y miles de militantes. Su punto culminante (en realidad, es lo que me llevó a la ruptura, y a comenzar a revisar las cosas) fue haber saludado, como avance de la revolución socialista, la restauración del capitalismo en la URSS y el Este de Europa. Alguna vez escribí que de semejantes desastres teóricos y políticos, es muy difícil volver. Lo cierto es que cientos, por no decir miles de compañeros, dejaron la militancia ante semejantes cosas.
      Aclaro, además, que muchos de esos desastres fueron acompañados con métodos terribles, burocráticos, que buscaban callar, por todos los medios, a los opositores. Lo que escribí aquí lo he vivido, en buena parte, en organizaciones trotskistas. Ese método burocrático, en mi opinión, está vinculado a una concepción de partido, y de la actividad que debe hacer, que también he criticado.

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      rolandoastarita

      15/03/2012 at 20:35

  42. Profesor Astarita:
    Permanentemente en todos sus escritos se nota a primera vista la intencion de denigrar a Trotsky a traves de una logica peculiar, como uds sufio agravios de alguna organizacion que se reclamaba trotskista (a 40 años o mas de la muerte de Trotsky) , ud ha emprendido una cruzada para desprestigiar…a Trosky .No conozco ningun libro ni escritos en este blog suyo donde ligue sistematicamente la teoria o la politica del propio Trotsky a los metodos burocraticos que denuncia.Es como denunciar a Marx por los errores 8y horrores) de sus discipulos, (y en el caso de los trotsksitas ninguno, ni los peores, estuvieron por participar en carnicerias imperialistas y asesinatos de revolucionarios como los que le costaron la vida a Rosa Luxemburg.
    la desmesura de sus criticas a organizaciones que -hayan sido lo burocratica que hayan sido- nunca contaron con ningun estado como conto el stalinismo para reprimir a disidentes, y fueron derozmente reprimidas por capitalistas, nazis y stalinistas, lo pinta a Uds de cuerpo entero. Lamentablemente ha perdido tod sentido de las proporciones historicas.
    Responde como decia Leon Trotsky «por los golpes que recibio en la nariz», y como decia el propio LT «pobre el revolucionario que responde de esa manera».
    El afirmar que como mucha gente abandono el trotskismo ¿no porque se inicio un periodo de reaccion? que dura hasta hoy, sino solamente porque algunos (no todos ) grupos que se reivindicaban trotskistas saludaron la restauracion confundiendola en un principio con la revolucion politica habla mas de Ud que de los errores de sus oponentes por grandes que hayan sido
    Uds no puede hacer la menor ligazon – por ej , con la revolucion traicionada, donde Trotsky da dos hipotesis de restauracion: una de guerra contrarevolucionaria como la que hicieron los nazis y otra que la burocracia enfrentada a la competencia capitalista que desorganizaria la economia de sus estados (y de no mediar revolucion politica , se intentaria transformar en clase dirigente de la forma que lo hizo (luego que la segunda guerra mundial le diera una sobrevida) Todo esto no le dice a uds nada.
    Yo no tengo nada mas que decir, su blog en el terreno politico es de un subjetivismo extrema y todo lo interesante que tienen sus observaciones sobre dialectica (por lo que me interese en su blog) se pierden en pol itica en un resentimiento feroz que lo hace perder- como escribi arriba- toda objetividad.
    ojala uds pudiera reflexionar, pero seguramente redoblara la apuesta y me acusara de «trotskista stalinizado» y de todas las cosas con que acusa a los que intervienen en su blog contra sus analisis sesgados contra uno de los grandes clasicos marxistas del siglo XX.
    Por mi parte no tiene el menor sentido para mi seguir interviniendo aqui.

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    julio Arguello

    15/03/2012 at 22:42

    • Primero, yo critico a Trotsky porque considero que sus teorías (enfoque económico, teoría de la revolución permanente) y táctica política son equivocadas. Si a esto usted lo considera «denigrar», pues bien, mala suerte.
      Segundo, en la vieja revista «Debate Marxista» Nº 6 vinculo la práctica política que recomienda Trotsky (el partido debe focalizarse en agitar 2 o 3 consignas de manera unificada) con una serie de características de los partidos trotskistas que siguen esa práctica.
      Tercero, cuando critiqué lo que he vivido, me he referido a los métodos de debate y discusión, al ahogo de posiciones críticas. Jamás planteé que se emplearan métodos del tipo «campos de concentración». Pero sí he vivido, y he visto, cómo se aplicaban métodos que apuntaban a quebrar moralmente compañeros disidentes; campañas para desacreditarlos y desprestigiarlos personalmente, y cosas por el estilo. Esto no me lo contaron. Y hay mucha gente que dejó la militancia por estas cosas. Esto también hay que ponerlo en balances, y hay que explicarse por qué estuvieron tan extendidos en el trotskismo. No sólo aquí, también en otros países.
      Cuarto, los errores cometidos ante la caída de la URSS llevaron a la desmoralización a cientos, por no decir miles de compañeros. Las caracterizaciones estallaron por los aires, y no había explicación de ningún tipo para lo que pasaba. La idea de que la revolución política estaba en marcha, que el capitalismo no podía volver a la URSS sin que mediara una guerra civil abierta contra la clase obrera, etc., se mantuvo contra viento y marea durante años. Recuerdo que todavía en 1991 y 1992 discutía estas cuestiones con el trotskismo.
      Quinto, por supuesto Trotsky admitía que el capitalismo podría llegar a volver a la URSS sin encontrar resistencia de los trabajadores. Por eso afirmó que si eso llegara a suceder, debería revisarse en retrospectiva la caracterización de la URSS como Estado obrero. Esto lo recordé muchas veces a los grupos trotskistas durante aquellas discusiones. Todavía ahora lo planteo. Solo unos pocos revisaron la caracterización de la URSS.
      Sexto, en todo esto no hay «resentimiento». Tengo mis convicciones, y las pongo por escrito con mis argumentos. Tampoco ando indagando en las causas psicológicas que llevan a un oponente a pensar de esta o la otra manera. Analizo documentos fundamentales de Trotsky, que constituyen al movimiento trotskista (el PT, las tesis de la revolución permanente, los análisis sobre la URSS) y encuentro problemas teóricos y políticos por todos lados. Los planteo y discuto, en medio de una tormenta de insultos de los trotskistas: «intelectual diletante» «cruzado contra el socialismo», «apologista del capitalismo», «quebrado», «teórico abstracto», y semejantes. A esto se suma un incesante afán por confundir: si sostengo que la tesis del estancamiento secular de las FP es equivocada, me acusan de sostener que el capitalismo es eterno. Si planteo que la situación política obliga a tácticas defensivas y unitarias en Argentina, me acusan de «sindicalista reformista». Si sostengo que es progresiva una lucha por acabar con una dictadura como la de Khadafi, recibo el cargo de «apologista de la democracia burguesa y frentepopulista». Y así podría seguir. De todas formas, voy a seguir escribiendo lo que me dicta mi conciencia.
      Séptimo, en todo esto hay, además, un aspecto dogmático de su parte, y de los trotskistas, que me parece importante destacar. Usted considera casi «un crimen» que se critique a «un clásico» como Trotsky. Pues bien, lo voy a espantar un poquito más: también he criticado la tesis de imperialismo y monopolio de Lenin, por ejemplo. Y he explicado por qué pienso que la ley de la tendencia decreciente no se cumple según las premisas que planteó el propio Marx. También le podría decir que soy bastante crítico de la posición que tomaron los bolcheviques frente a Kronstadt, o la represión de corrientes de izquierda en el partido Comunista ruso. Esto es, digo lo que pienso y espero argumentos. No me guío por principios de autoridad, sino por argumentos que me parezcan lógicos y evidencias empíricas.
      Por último, comprendo perfectamente que no quiera seguir leyendo este blog. Me parece natural y lógico.

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      rolandoastarita

      15/03/2012 at 23:38

  43. Compañero Vico. Acabo de leer su acotación sobre la pertinencia de mis preguntas al compañero Alvaro. Para cualquiera que conozca el trotskismo (y yo milité unos cuantos años en el) está claro que el PT se asocia a una época de declinación. La famosa ‘época de crisis-guerras-revoluciones’. En consecuencia, a menos que la clase obrera se asfixie bajo la bota de una dictadura sangrienta, hay programa de transición para rato. Mi pregunta se asocia al hecho que el compañero Alvaro publicó una ‘fe de erratas’ donde introducía una negación que alteraba el sentido del concepto, pero, no rectificó el concepto que solo habría voluntarismo si no existiera una situación revolucionaria y se pretendiera crearla (mediante la agitación de consignas transicionales -agrego-) con lo cual le enmienda graciosamente la plana al criterio de agitación permanente de consignas transicionales. Le pregunté si era un lapsus del discurso y no contestó. Por ello me vi forzado a preguntarle si había una situación revolucionaria (o estadio muy próximo) en EEUU hacia fines de la década del treinta. o en la Argentina de hoy. Naturalmente, si el programa de transición es una receta eterna para la época, la pregunta es irrelevante y nunca hay posibilidad de ‘voluntarismo’. Dado que el compañero Alvaro afirmó que en una situación ‘no revolucionaria’ el PT adquiere un tinte de propaganda (para esclarecer a la vanguardia) le pregunté si es que, asumiéndolo como propaganda no se debía conectar el programa con la necesidad de la toma del poder y, de ser así, por que las diferentes agrupaciones trotskistas no lo hacen , sino, a lo sumo, rematan con un etéreo ‘Gobierno de los trabajadores’ que , con la excusa de ser asequible a las masas, deja la puerta abierta a la interpretación de que este surja de medios costitucional parlamentarios y no de la insurrección victoriosa de las masas proletarias. Tampoco me contestó. ¿Le parecen tan impertinentes mis preguntas directas? Dado que usted dice que es lícito discutir sobre caracterización de situaciones, aspecto que es independiente de la necesidad de agitar un programa transicional permanente (para toda la época) le formulo a usted las mismas preguntas (a excepción de lo de EEUU, puesto que afirma que había una situación pre revolucionaria) ¿Existe hoy una situación revolucionaria en Argentina? De no haberla, y como dice Alvaro (En una hipotética situación no revolucionaria) hace falta la propaganda sobre el PT ¿Por que no se conecta con la toma del poder? ¿Será por que Argentina es solo un reflejo distorsionado de un mundo en llamas y la revolución está latente? Discúlpeme la evidente ironía, pero es que los que tenemos décadas de militancia sobre la espalda, desconfiamos un poco de categorías como la ‘Declinación permanente’ ‘La situación revolucionaria (o pre) crónica’ ‘La clase obrera invicta-por que no hubo aplastamiento ‘físico’, y un largo etcétera de despropósitos, lo cuales, usted con sus cabales conocimientos de dialéctica, puede, o no suscribir. Pero, como en muchas situaciones de la vida, para sacarse la duda, hay que hacer preguntas ‘impertinentes’. Gracias por su atención.

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    AP

    15/03/2012 at 23:01

    • Dos nuevas acotaciones: Creo haber aclarado que yo no creo que exista completa continuidad de período desde 1914. De hecho, noté que todos los trotskistas o filo-trotskistas que intervinimos en este debate admitimos la existencia y la importancia del auge de postguerra (lo digo por su ironía de que, a partir de la caracterización, hecha por Trotski en su tiempo, de una época de guerras y revoluciones, «habría PT para rato»).
      En segundo lugar, aunque no puedo ni debo contestar por Álvaro, creo que se entiende perfectamente lo que quiso decir: Como comenté, una época de declinación capitalista debe estar salpicada de distintas situaciones, revolucionarias y no revolucionarias. Como las consignas transicionales son para toda la etapa de declinación capitalista, dichas consignas asumirán un rol más concreto o inmediado en situaciones revolucionarias o pre-revolucionarias y más abstracto o mediato en situaciones no revolucionarias, etc.
      En cuanto a lo que creo que verdaderamente quería usted preguntar: la ligazón de cada consigna puntual con el fin último de la estrategia revolucionaria (el gobierno obrero), me parece que Álvaro dio una lección muy lúcida sobre que el carácter más o menos explícito que adquiere dicha vinculación depende de la proximidad o la distancia del auditorio concreto al que el partido revolucionario se esté dirigiendo en cada caso. Obviamente, uno no dice lo mismo en una conferencia a la que asisten trabajadores positivamente interesados en conocer la estrategia revolucionaria, que cuando hace un volanteo agitativo en las calles de un barrio donde cuenta con influencia limitada o nula.
      Por ejemplo, es posible que un trabajador despolitizado que jamás se había planteado el control obrero de su empresa, no esté en condiciones de distinguir de antemano cuándo dicha consigna puede asumir un sesgo burocrático y cuándo uno revolucionari. Pero que ese trabajador todavía despolitizado reflexione y se apropie de dicha consigna, y la impulse y contribuya a imponerla aún sin hacer esos distingos, no deja de ser un progreso que lo situa práctica y no especulativamente en una meseta más alta, donde sí deberá encarar como un problema práctico y no en los papeles el sentido (burocrático o clasista) que debe asumir la consigna del control obrero.
      La pretención de que hay que decirle todo, desde la A a la Z, a quienes no han manifestado interés en ello, es propia de «revolucionarios» alejados del trabajo práctico entre las masas tales como éstas realmente existen.

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      Vico

      16/03/2012 at 11:30

    • Compañero Vico. Está claro que el trotskismo (o ‘filotrotskismo’ -sería interesante que alguna vez me explique que significa y en que consiste desde el punto de vista militante) no reconoce una ‘completa’ continuidad desde 1914 hasta hoy. Hay acontecimientos grandes como una galaxia que no pueden ser desconocidos so pena de caer en el descrédito total. Todo el arco del trotskismo reconoció el ‘boom de posteguerra’ pero, para explicarlo como un fenómeno ‘excepcional’ que no alteraba el carácter declinante de la época. Por consiguiente, sostienen que hay una continuidad esencial en toda época. Sobre esta premisa, asientan la vigencia de un programa transicional. O sea, PT ‘de aquí a la eternidad’ ‘PT para rato’. Tal vez usted no sea trotskista, sino, solo ‘filotrostkista’ y por consiguiente tenga una interpretación alternativa. pero, por el momento, no aparece. Usted ‘no puede ni debe constestar por Álvaro’, pero, en los hechos lo hace (y no hay problema). El punto es que el compañero ha escrito que solo habría riesgo de ‘voluntarismo’ si el PT fuera agitado en situaciones revolucionarias, con lo cual, se cae a pedazos la idea peregrina que un programa de transición debe abarcar toda una época. Por supuesto, introduce una válvula de escape. En tales situaciones se puede hacer propaganda para la vanguardia. Pero el PT fue concebido como un ‘puente hacia las masas’ , como un programa eminentemente de acción, no para consumo de la vanguardia. Suponiéndo que se deba hacer propaganda por el PT, le he dicho, y replico aquí, que para que esta propaganda tenga valor, se la debe conectar explícitamente con la necesidad de la toma del poder o con el hecho que los trabajadores tengan poder efectivo para aplicarlo y no con vagos ‘Gobiernos Obreros’. Pero no es esto lo que la izquierda trotskista hace, por que, por más que hable de propaganda, en realidad pretende dirigirse a las masas suscitando la acción inmediata. Por eso se ve forzada a inventar situaciones revolucionarias o pre revolucionarias crónicas, que solo existen en su cabezas, pero, dado que estas tienen un carácter ‘esotérico’ para las masas reales, remata el todo con una propuesta de poder reformista y falsa. Usted dice que en una situación no revolucionaria, el PT adquiere un carácter ‘más abstracto’. La realidad es que se convierte en una completa abstracción y por ello no convence ni moviliza a las masas. Si pequeñas fracciones se movilizan por ellas, a la larga, no terminan colocadas en una ‘meseta mas alta’ sino, se incorporan al partido como seguidores de sus ficciones sectarias o caen en la frustración y la demoralización. Esto no debe entenderse como el llamado a la pasividad. Existen circunstancias globalmente no revolucionarias en las que, sin embargo, es progresivo llamar a apropiarse de una fábrica o empresa para garantizar la continuidad del trabajo, pero no hay necesidad de investir a esta lucha de un carácter de ‘control obrero’ que efectivamente no tiene. Decir la verdad, no es contraproducente. Trotski decía que ‘solo la verdad es revolucionaria’. Un viejo proverbio toscano reza ‘Hay quienes dicen siempre lo verdadero, pero jamás por entero’. Omitir parte de la verdad es mentir. Mentimos al enemigo de clase, jamás a los trabajadores. A las masas no se las lleva a la revolución engañadas. Por último. Decir que quienes no suscriben nuestros métodos de ‘movilizar por engaño’ son ‘revolucionarios’ (es decir diletantes) es una chicana vieja para desacreditar a quienes no piensan como uno, dado que para muchas organizaciones de izquierda ‘Quienes no están conmigo, están en contra mío y quien conmigo no recoge, deparrama’. En mi caso, me resbala, tengo pleno contacto con ‘las masas’ , soy un trabajador manual, milito, activo, convezo, aprendo, de otros trabajadores. No me la paso elucubrando en un Comité Central como mover los peones ni especulando con espectaculares crecimientos electorales. Discúlpeme el tono, pero, no acostumbro subestimar a nadie, ni tratarlo de ‘revolucionario de café’ por que no coincida conmigo, menos aún sin conocerlo. Igualmente protesto de los calificativos imprudentes que se han aplicado al compañero Astarita.
      Gracias por su tiempo.

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      AP

      16/03/2012 at 14:54

    • A ver, AP, estas mezclando las cosas. Antes que nada, tanto las aportaciones de Vico como de Luis Alberto me parecen correctas. Hay algo que ni Rolando ni ud parecen querer aceptar, el programa es primero que nada la síntesis de determinadas lecciones estratégicas, una condensación de objetivos centrales y medios para alcanzarlos. Esto es distinto que la agitación de dicho programa. Rolando y ud lo mezclan permanentemente. Por la lectura que ud hace de mi respuesta. Ud afirmaba que la lógica del PT es voluntarista, a lo cual le contesté que lo voluntarista sería opinar que una serie de consignas lanzadas a las masas pueden ponerlas en movimiento e iniciar una situación revolucionaria. Esta caricatura es parecida a la que hace Rolo, y se parece más a las distintas variantes de «electrizar a las masas» que ciertas corrientes políticas aventureras han tomado (putchistas, foquistas, etc), pero no al trotskismo. El PT y la práctica de los marxistas revolucionarios busca empalmar con el auge de las masas, orientándolo con su programa y teniendo política para el desarrollo de organismos de poder obrero. Entender esto como una «negación» es ridículo, sencillamente lo que digo es que si no hay esta situación el programa entendido como conjunto tiene rasgos más propagandísticos, no está planteado desplegarlo plenamente en una serie de consignas articuladas que apunten hacia la toma del poder. Ahora, la «propaganda sobre el PT» no es declaraciones, ni pronunciamientos, que es el único nivel en el que AP y Rolando parecen pensar. Y claramente incluye formulaciones mucho más concretas que «Gobierno de trabajadores», no sólo de los objetivos (dictadura del proletariado para empezar a construir la sociedad comunista), sino de los medios para alcanzarlos (la insurrección). Confundir la formulación popular de «gobierno de los trabajadores» que suele ser formar parte de la agitación, con la propaganda, es mezclar peras con manzanas. Ahora, esta formulación popular para referirse a la dictadura del proletariado, tampoco se plantea de forma suelta, aislada, sino ligada al conjunto de iniciativas que llevaría adelante, y es este planteo conjunto lo que en ningún momento podría permitir que se confunda con un gobierno «de trabajadores» de tipo Lulista u otra variante en los marcos constitucionales. De todos modos, esta es otra discusión, que no tiene absolutamente nada que ver con el PT, ni con su actualidad, y que daría para discutir largo rato.
      Respecto de la situación, ud parece muy apurado en querer cerrar el ascenso que ud mismo define como «sindical y político» en el año 37. Ahora, ¿realmente le parece que de un año a otro, sin mediar grandes derrotas y con una situación social que volvía a endurecerse, este movimiento habría desaparecido? ¿qué habría pasado, se fueron todos a sus casas? Este tipo de afirmaciones sueltas hacen muy difícil un debate serio. El movimiento no se detuvo en los años siguientes, en las discusiones del trotskismo norteamericano y los debates sobre tácticas (como Partido de Trabajadores) podemos la continuidad de estos rasgos de radicalización política de amplios sectores.
      De todos modos, como le decía, Trotsky era el último en engañarse con la situación. La derrota de la revolución española había despejado el camino hacia la guerra, y en buena medida las tareas que realiza son preparatorias para la intervención en las revoluciones que él opinaba se producirían como subproducto de la guerra.

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      Alvaro

      17/03/2012 at 12:21

    • A ver Alvaro, trate por una vez de atenerse a las críticas que se han hecho. El punto de crítica es la agitación del control obrero, entendido como consigna transicional, en una situación no revolucionaria. He afirmado que en esas condiciones la consigna lleva al conciliacionismo y la colaboración de clases. El propio Trotsky ha especificado que «el control solo se concibe en el caso de una superioridad indiscutible de las fuerzas políticas del proletariado sobre las del capital». Esto es, el control obrero puede y debe figurar en un programa del socialismo, pero no es una consigna para agitar en el sentido de «aplicación ya», en cualquier circunstancia. Más precisamente, hoy en Argentina, donde de ninguna manera podemos hablar de superioridad de la clase obrera sobre el capital, no hay manera de aplicar semejante consigna. Y ustedes, los trotskistas, están jugando a las escondidas con el tema. No aclaran que la instrumentación de la consigna solo es posible en situaciones de revolución (¿en qué otra situación puede haber «superioridad indiscutible» del trabajo sobre el capital?). Por eso decía Lenin «Sin poder, el control no es más que una frase pequeñoburguesa que frena la marcha de la revolución».
      Es la misma idea de Engels, cuando afirma que las consignas transicionales «solo son posibles porque detrás de ellas está todo el proletariado puesto de pie, apoyándolas con las armas en la mano». Si no están estas condiciones, querer movilizar por las consignas transicionales, o bien es voluntarismo puro (la gente no le presta atención, porque intuye que no hay manera de concretarlas) o bien se aplican en sentido reformista. Esta es la esencia del problema que estoy planteando. ¿Qué tiene que ver todo esto con hablar del carácter histórico del programa, con la «condensación de objetivos», etc., etc.?
      Además, la crítica que he hecho a Trotsky es que en el PT no plantea que las consignas transicionales deben presentarse aclarando a la gente que solo son aplicables desde el poder. ESTO ES LO QUE SE OCULTA PERMANENTEMENTE. Y esta es la clave del problema. Es el propio Trotsky el que dice que no hay que poner el problema en el primer plano. A sus partidarios les explica: «… nosotros no hablamos sobre la revolución social, sobre la toma del poder por la insurrección, la transformación de la sociedad capitalista… Lleva (el PT) al lector solo hasta el umbral. Es un programa de acción desde hoy hasta el comienzo de la revolución». Esto es, se trata de un programa para la acción, para que las masas tomen las consignas transicionales, se movilicen por ellas, sin plantear que solo se pueden aplicar desde el poder, y de manera articulada.
      De aquí el método de agitación que recomienda Trotsky: da el ejemplo de la consigna por la escala móvil de las horas de trabajo y salarios, y explica: «Creo que podemos concentrar la atención de los trabajadores en este punto. Naturalmente, éste es solo un punto (…) Pero las otras consignas pueden agregarse en la medida en que se desarrolle la situación…» ¿Qué es esto sino la «táctica proceso», en la que insiste el movimiento trotskista desde hace casi ocho décadas?
      A continuación, Trotsky explica que la consigna se presenta COMO SOLUCIÓN A LA CRISIS. Textual: «Lo presentamos como una solución a esta crisis». Esto es, se presenta como «remedio». ¿Para ser aplicada por quién? Si la clase obrera no está en el poder, ¿a quién se le iba a exigir la escala móvil de salarios y horas de trabajo, hasta acabar con la desocupación? Al capital y su Estado. A esto Trotsky le llama «el programa del socialismo, pero presentado de manera muy simple y popular». Es decir, la aplicación de la demanda transicional se exige al capitalismo.
      Como ya he explicado, se trata de puras abstracciones. Esto que quiere parecer «concreto», está «en la Luna». No tiene bases materiales ni sociales. En última instancia, se termina exigiendo al Estado burgués que aplique medidas de transición al socialismo, y para colmo aisladas. Y a esto se le llama «el programa del socialismo» puesto de manera popular. Por supuesto, esta táctica no tiene punto que ver con lo que fue la tradición del marxismo.

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      rolandoastarita

      17/03/2012 at 13:06

    • Compañero Alvaro. Me parece que a esta altura del debate está claro que tenemos puntos de vista irreconciliables. Es obvio que usted comparte las intervenciones de Vico y Luis Alberto, del mismo modo que, en sus rasgos fundamentales yo comparto las intervenciones de Astarita, que se adelantó en responderle aunque entre nosotros no exista la más mínima vinculación. En una polémica, es natural que ello ocurra. Sin embargo, le acerco algunas precisiones desde mi óptica personal. Que ‘programa’ y ‘agitación del programa’ son cosas distintas ¿Quien lo duda? El punto es que, el medio o la forma aplicada para la difusión del programa, no pueden alterar su contenido fundamental. Nuestro objetivo es el socialismo. Nuestro método la revolución proletaria. Esto es lo que hay que expresar a través de la agitación y la propaganda y no substituirlo por una serie de llamamientos a la acción a través de los cuales, por la ‘experiencia’ (de su imposibilidad) los trabajadores llegarán a los umbrales de la toma del poder. Yo no hago ninguna caricatura de sus posiciones. Por el contrario, es usted el que las retuerce como si fueran de goma para hacerlas encajar en el molde. Usted reconoció muy claramente que agitar consignas transicionales en una situación no revolucionaria es voluntarismo y que, bajo tales circunstancias hay que hacer propaganda sobre determinadas consignas del programa, para que, si no pueden tomarlas las masas, al menos impacten sobre un sector de la vanguardia, con lo cual olvida su propio axioma de que el PT es un todo articulado de consignas y un programa ‘de acción’ para que sea tomado por las masas. Pero ahora sale con que solo habría voluntarismo si se pretendiera crear la realidad, es decir, a partir de cualquier situación promover la revolución por insistentes y repetitivos llamados de acción. Pero es eso, lo que en la práctica hacen las organizaciones trotskistas, procedimiento sistemático en cuyo socorro ‘inventan’ situaciones revolucionarias o pre revolucionarias por doquier. Estos dislates han acumulado tanto descrédito en la vanguardia, a lo largo de décadas, que, en los últimos tiempos han forzado a las direcciones de los partidos y teóricos creadores a nuevos inventos y formulaciones vergonzantes que tratan de encubrir la subyacente conciencia del carácter predominantemente reformista de sus planteos. En la definición de las situaciones ahora está en boga la ‘transición’ (De que a que?) dejando picando la idea que estamos navegando entre las fluctuaciones de una revolución latente. Frente al desastroso estado de los servicios ferroviarios de pasajeros, casi el el conjunto de la izquierda trotskista se pronuncia sin ambages por la ‘nacionalización bajo control de obreros y usuarios’ y no explica en absoluto la verdadera naturaleza del ‘Control Obrero’. ¿Es esto propaganda consecuente? No. Es la agitación aislada de una consigna transicional para que las masas la tomen, aquí y ahora y a través de la ‘experiencia’ arriben a la conclusión de que el ‘Control Obrero’ necesita de una revolución en marcha. Obsérvese que el PTS introduce una válvula de escape y plantea la ‘Nacionalización bajo gestión de obreros y usuarios’ como presintiendo lo inaplicable del planteo originario y pretendiendo disfrazar con juegos de palabras el planteo predominante que no encaja con la realidad y se remite a una reforma en la cual, a lo sumo, los sectores combativos pueden tener una mayor participación en la administración del servicio nacionalizado en coexistencia con la tutela del estado capitalista. No puedo extenderme más. No le puedo aplicar el ‘Control Obrero’ al Blog de R. Astarita por que no tengo ese poder y no puedo apelar más que a su tolerancia, amplia por cierto, para seguir esta discusión. Por último, nada de lo dicho implica cuestionamiento a la voluntad revolucionaria, abnegación y tenacidad con que miles de compañeros trotskistas, honestos y combativos desarrollan su tarea de organización y esclarecimiento y en ello espero reciprocidad de clase. Lo que aquí estamos discutiendo es el programa de acción y los medios más efectivos para lograr la acumulación de una vanguardia revolucionaria lo suficientemente amplia y perdurable que, alcanzado el punto crítico esté en condiciones de orientar el alzamiento de las masas a la revolución y la toma del poder Gracias por su atención.

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      AP

      18/03/2012 at 16:39

  44. Sigo mi discusión con el profesor Astarita por aquí, dado que la web no me permite responderle a su anterior comentario.
    1° Le pido que no tergiverse mis posiciones con abordajes generales y metiendo por la ventana temas a los que no hice referencia, cualquiera que haya leído mi anterior comentario verá que yo no he dicho que “no hay diferencia entre agravamiento de las penurias de las masas y guerra mundial con cientos de millones de muertos”, lo que he dicho es que si bien no hubo una “tercera guerra mundial”, sin embargo, existieron 300 guerras de liberación nacional, que si bien no hubo “lobotomías a escala de millones” existieron miles de desaparecidos, torturas de las más inimaginables, vuelos de la muerte. De hecho, no puedo dar datos de la cantidad de muertos en este tipo de Guerras porque – hasta donde conozco-en muchos casos no hay registros (ejemplo: caso de las guerras en África). En otros casos como el de Argentina, Chile o Uruguay lo que hay son cálculos estimativos (30.000 desaparecidos en un caso, 3.000 en otro, etc) pero a ciencia cierta tampoco se sabe. Entonces no hubo sólo “penurias para las masas”, el capitalismo para continuar sus ciclos de acumulación requirió de toda esta barbarie. Resulta extraño que un marxista supuestamente defensor del leninismo no incorpore estas cuestiones a sus análisis (al pasar, no sé de donde saca que yo sostuve que “el mercado se contrajo durante 30 años” o que “el desarrollo capitalista estuvo bloqueado en la periferia”). Pero bueno, si para usted todo esto no es relevante para estudiar el capitalismo, no puedo hacer nada al respecto.
    2° Me alegra que empiece a retroceder en su posición de que “para Trotsky las fuerzas productivas estaban estancadas desde 1914” y que ahora empiece a decir “Trotsky y los trotskistas SIEMPRE DIJERON que en ciertos países y en ciertos períodos PODRÍA HABER DESARROLLO DE LAS FP”. No es del todo correcta esta afirmación porque ya antes he citado un texto de Trotsky en el que éste reconoce que el capitalismo -a nivel general- se puede recuperar de sus crisis, pero de todas maneras, considero un avance que usted empiece a abandonar su postura inicial. Pero agrego otro error teórico en su planteo, usted dice LT pensaba que “en términos generales, al decrecer las FP, se debilitaban las condiciones materiales y sociales para la revolución socialista”.
    Esto no es lo que dice LT, esta es la lectura que hacen los catastrofistas de LT (y es paradójico que usted diga lo mismo que ellos, sólo que por razones contrapuestas: ellos para justificar el estancacionismo, usted para ridiculizarlo).
    Cuando LT dice que las fuerzas productivas se estancan, lo que está diciendo es que
    “Ya los nuevos inventos y mejoras fallan para elevar el nivel de la riqueza material” (Programa de Transición). ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que todavía hay avances técnicos y nuevos inventos pero que éstos ya no pueden ser asimilados en el marco de las relaciones sociales capitalistas. Justamente esto es lo que sucede en las crisis capitalistas, sobra capacidad instalada de las fábricas, sobran bienes que no se pueden vender, etc. Y es en estos momentos donde la revolución se vuelve una necesidad, porque las fuerzas de producción no pueden desenvolverse en los límites del régimen social que las contiene.
    En esto Trotsky no cambia un ápice las concepciones que Marx sostiene en el Prólogo a la “Contribución a la crítica de la economía política”.
    3° Ya sé que usted piensa que “el sujeto social de la revolución es la clase obrera” Mi pregunta era qué sujeto concreto está llevando adelante su propuesta política, porque me extraña que alguien elabore programas políticos aislado de los sujetos concretos que lo llevarían adelante. Está claro que los trabajadores no van a militar su programa político sólo porque hayan leído una nota suya. La ligazón entre una cosa y otra se logra a través de partidos, corrientes, etc (independientemente de su tamaño).

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    Juan Pablo

    16/03/2012 at 00:28

    • Primero, hay una diferencia cualitativa entre «guerras entre las potencias» con cientos de millones de muertos, a guerras de liberación nacional. Mandel lo que sostuvo fue que solo al precio de una Tercera Guerra mundial, con cientos de millones de muertos, y regímenes fascistas generalizados, se saldría de la crisis. Evidentemente, las guerras de liberación nacional (Vietnam, Angola entre las más importantes) no pudieron haber contribuido a la salida de la crisis. Esto sin contar que, en términos relativos, no se pueden comparar con lo que hubiera sido una Tercera Guerra mundial. Es aburrido discutir a este nivel, pero veo que tengo que hacerlo.
      Segundo, y más importante: Siempre he discutido la tesis del estancamiento de las FP a partir de la afirmación de Trotsky de que podía haber recuperaciones parciales. ¿Usted cree que es la primera vez que debato este problema? Siempre fui consciente de que el trotskismo afirmaba esto, porque yo mismo sostuve ese argumento. Alguna vez lo expliqué: en realidad llegué a la conclusión de que la tesis de Trotsky estaba equivocada después de haber pasado unos 15 años tratando de demostrar que era correcta. En esos intentos, por supuesto, muchas veces repetí ese argumento. Pero en esto traté de ser coherente, no de jugar con palabras. Se lo explico con algún detalle.
      El argumento viene en dos moldes: el primero dice que si bien puede haber períodos de expansión, las crisis posteriores anulan ese desarrollo, de manera que, en el largo plazo, la economía mundial sigue estancada, o en retroceso. La segunda dice que una región se desarrolla, pero a costa del atraso o estancamiento de la otra. Por ejemplo, en los 50 y 60 se decía que el primer Mundo se desarrollaba, pero a costa de estancar al Tercer Mundo. En Trotsksy encontramos los dos argumentos, pero con mayor peso en el primero. Es la idea de Trotsky de la curva básica del desarrollo capitalista, sobre la que vuelve varias veces a lo largo de los años 20 y 30. Pues bien, ninguna de estas vías permite defender la tesis del PT. Por eso he criticado AMBAS versiones de la tesis del estancamiento.
      Al respecto, he presentado argumentos teóricos (¿cuál es la razón por la cual a partir de 1914 la curva básica debería ser descendente?) y empíricos. A los primeros, no se me respondió jamás. Con respecto a los segundos, se me respondió que «lo suyo es empirismo» (por ejemplo, la respuesta que me dio una organización trotskista inglesa, en 1991; pero todavía sigue). También he criticado las «redefiniciones» que ha dado el trotskismo sobre FP («la principal FP es el hombre»). Y he demostrado que, incluso tomando los índices de desarrollo humano, la curva básica no es descendente, sino ascendente desde 1914 a la fecha. Nada de esto se me ha respondido. También he demostrado que el criterio de evaluación de FP de Trotsky era «a lo Marx», esto es, medir la evolución de la acumulación, en especial de capital fijo. He demostrado que es el criterio con que evalúa el desarrollo de las FP en la URSS, y que ese criterio no es el que aplica el trotskismo al capitalismo, por la sencilla razón de que «no le dan las cuentas». Todo esto está en notas de este blog y artículos. Con abundantes datos y material. Nunca han respondido. Tampoco, por supuesto, lo responde usted ahora.
      Por último, voy a lo de Mandel. Mandel tiene dos trabajos fundamentales. El primero es el Tratado de economía marxista, donde efectivamente parece salir de una posición estancacionista (aunque al precio de «comprar» la teoría del monopolio, con afirmaciones asombrosas sobre tasa de ganancia, precios, mercados, que he criticado en otro lugar). El segundo trabajo fundamental, y es el que más ha influido en los últimos 30 años, ha sido El capitalismo tardío. Pues bien, este trabajo representa, de hecho, una vuelta a la idea de Trotsky de «la curva básica descendente», solo que expresado a través de la tesis de las ondas largas de 50 años. Es que si la única forma de salir de la crisis larga iniciada en 1974/5 era a través de una guerra mundial con cientos de millones de muertos, y lobotomías a escala mundial, se puede decir que la crisis anulaba completamente todo lo avanzado antes. Pero además, Mandel sostenía que si a ese costo todavía habría una recuperación, la siguiente crisis larga (andaría por el 2025) sería todavía peor. Con lo cual habría que contar que ya nos estaríamos quedando sin población en el planeta (o al menos, sin personas con las neuronas sanas). Pero con esto ya casi no habría posibilidad de capitalismo. En cualquier caso, dos o tres «rondas» semejantes, y aquí no queda nada. En definitiva, es la misma idea de Trotsky: la curva básica es descendente, se va a la barbarie concebida como otro régimen social, etc. En mi primer trabajo de crítica a la tesis estancacionista de las FP tenía una evaluación más positiva de la obra de Mandel, en especial de su posición no catastrofista, porque tuve en cuenta al Tratado. Con los años, y viendo los efectos que tenía El capitalismo tardío, llegué a la conclusión de que este texto (junto a «Las ondas largas») confundió, y mucho. Le recuerdo que todavía a comienzos de los 90 Mandel seguía sosteniendo que el capitalismo seguía en la fase larga recesiva, y que lo más probable seguía siendo una salida de esa crisis por el camino «duro». ¿Cómo se podía entender la dinámica del capitalismo desde 1984 con esta visión? Imposible. Pero esto impregnó la mayor parte de los análisis (no solo de los trotskistas; también del tercermundismo, de los stalinistas, y de muchos otros). Aclaro, también, que el estancacionismo de Mandel con respecto al Tercer Mundo encajaba en esta visión global. Tuvo, por supuesto, consecuencias nefastas.
      Vuelvo ahora a un argumento que me cansé de presentar ante los trotskistas. El tema es así: si la curva básica de desarrollo es descendente, esto quiere decir que las condiciones sociales y materiales para el socialismo hoy son peores que en 1914 (o que en 1950, o en 1980). Es la concepción que tenía Trotsky (repetidas veces afirma esto). Pero si esto es cierto, entonces tendrían que demostrar que la clase obrera hoy es más débil, relativa o absolutamente, a nivel mundial, que hace 30, 60 o 100 años. Tendrían que demostrar que el mercado mundial es más chico. Tendrían que demostrar que los medios de producción son menores (Marx dice que el mejor índice del desarrollo de las FP es la acumulación de capital fijo).
      Esta es la conclusión profunda que se deriva de la posición de Trotsky. Es esto lo que he criticado, con cantidad de datos, y planteando el asunto, además, desde el punto de vista teórico. No tienen respuestas para estas cuestiones.
      Por último, también he discutido la relación entre el famoso Prólogo de la Contribución, y las posiciones de Marx de El Capital, así como la evidencia empírica sobre el tema. No puedo repetir todo a cada rato.

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      rolandoastarita

      16/03/2012 at 09:24

    • No estuve entrando al blog en estos días y recién veo su respuesta e incluso la nueva nota que publicó. Dejo un par de reflexiones al respecto:
      1)- Nuestra discusión comenzó por la atribución que ud. le hace a todas las corrientes trotskistas y al propio Trotsky de ser estancionistas o catastrofistas, imputándole a Trotsky haber sostenido que las fp no crecían desde 1914 e imputándole a Mandel la tesis estancacionista. Le he demostrado con varios argumentos y citas bien precisas tanto de Trotsky como de Mandel que esa caracterización es totalmente incorrecta y que incluso confunden, porque según su parecer no habría ninguna diferencia entre Trotsky, Mandel, Moreno y Lambert. Según su parecer, tampoco habría diferencias hoy en día, entre los partidos que integran el FIT, que sobre este tema tienen discrepancias. Del mismo modo, algunos planteos muy interesantes que hace el trotskista A. Callinicos superando las visiones catastrofistas de la historia para ud. tampoco significan nada ya que escapan a su esquema caricaturesco. Pues bien, opino que tal cosa no contribuye ni siquiera a entender qué diferencias hay en la actualidad dentro de la izquierda trotskista, ni muchos menos permite sacar conclusiones en qué se erró y en qué se acertó (antes o ahora). Pero en fin, si su postura es seguir escribiendo artículos que insistan con que todos los trotskistas son estancionistas no puedo hacer nada por evitarlo, excepto ver como se baja el nivel un debate que puede ser llevado a cabo con mayor seriedad.
      2)- Pienso que lo sucedido con las guerras de liberación nacional sí contribuyó a que el capitalismo se vuelva a estabilizar. En los casos en que los países atacados triunfaron (por caso Argelia, Vietnam) se contribuyó a que el capitalismo se vuelva estabilizar por el rol que jugaron las direcciones políticas de esos procesos, puesto que luego de haber llevado a las masas campesinas a la guerra no apostaron por llevar adelante ningún tipo de medida socialista ni mucho menos a internacionalizar la revolución. Todo esto, naturalmente le dio aire al imperialismo para recuperarse. Por otro lado, en los países donde se perdieron dichas guerras (por caso América Latina) allí la contribución a la recuperación capitalista fue más clara; se instalaron sangrientas dictaduras que liquidaron todo tipo de resistencia (obrera, guerrillera, etc) permitiendo instaurar lo que luego conocimos bajo el nombre de neoliberalismo. Tal vez por ello Perry Anderson sostuvo en alguna oportunidad que el neoliberalismo tenía lugar y fecha de nacimiento: Chile en 1973, con el golpe de Pinochet. Estas derrotas son cruciales para entender por qué un sistema que entró en crisis se pudo recuperar. Y discutirlo en estos términos es sumamente relevante porque lejos de ser un problema de “aburrimiento”, lo que pone sobre el tapete es la diferencia entre una visión marxista y las visiones de la historiografía burguesa que aíslan todos estos procesos de guerra de la recuperación capitalista. Asimismo, decir todo esto no implica coincidir con la errónea lectura que hicieron algunas corrientes trotskistas que a partir de estos hechos sostuvieron que en todas las décadas subsiguientes siguió predominando la política por sobre la economía.
      3)- Tanto Trotsky como Mandel nunca sostuvieron que una guerra mundial anulara todo el crecimiento que le antecedía. De hecho, como argumenté antes, a Mandel se lo acusó de “liquidacionista” por haber sostenido que el capitalismo tuvo un fuerte crecimiento y desarrollo de las fp luego de la 2° Guerra Mundial. Sí son correctas algunas críticas que usted señala en torno a los problemas que trajo la teoría de las ondas largas, la imposibilidad del desarrollo capitalista en el “tercer mundo”, etc, pero de eso no se deduce que haya una visión “estancacionista”. Como argumenté antes, no es lo mismo ser catastrofista (abrevando en una serie de ideas propias de esta corriente trotsksita) que sostener que el capitalismo tiene crisis catastróficas (cosa que también sostenía Marx).
      No todo el que predice que se viene una crisis o que se viene una contracción del mercado puede ser tildado de estancacionista, las contracciones o las crisis son hechos objetivos del capitalismo (y en el caso de la crisis del 74-75 Mandel acertó). Esto es importante tenerlo en cuenta, porque sino se acusa a todo el mundo de “catastrofista” por decir que se viene una crisis. De hecho, éste fue el latiguillo que ud. utilizó para acusar a los marxistas (que lejos están de ser trotskistas) que en el 2005 decían que se venía una crisis capitalista. Luego de que se viniera la crisis en el 2008 y teniendo en cuenta que la actual situación le dió la razón a aquellos marxistas ¿sigue considerando usted que son estancacionistas? Ahora que ud. también reconoce la crisis ¿también se volvió catastrofista?
      4) Esta idea de que “la principal FP es el hombre” y que en capitalismo el hombre está cada vez más degradado por la miseria y el desempleo es algo que sostuvo Nahuel Moreno, no Mandel. Ya le he citado anteriormente un pasaje en el que Mandel dice que las grandes luchas sociales y políticas del proletariado no podían entenderse producto del crecimiento del desempleo y la miseria sino a partir de “una nueva fuerza del proletariado, nacido de su reforzamiento numérico, cultural y cualitativo, resultado de un cambio en la relación de fuerzas entre las clases, resultante, precisamente, del crecimiento y no del estancamiento de la economía capitalista”. Por supuesto, si usted lo quiere pasar por alto porque no encaja en sus “esquemas estancacionistas” no hay nada que pueda hacer yo.

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      Juan Pablo

      19/03/2012 at 23:59

    • No puedo estar aclarando a cada rato las cosas. Primero, la tesis básica de Trotsky, y que es el fundamento del PT, es que la curva básica del desarrollo capitalista es descendente. ¿Qué quiere decir esto? Pues que si bien hay recuperaciones, en el largo plazo las mismas no superan los niveles alcanzados en 1914. Esta fue la tesis de Trotsky, que repitió una y otra vez. La curva básica del desarrollo de las FP era plana, o descendente. Una versión apenas distinta de esto es decir que el desarrollo posterior a una crisis puede superar, a nivel mundial, el promedio anterior, pero la nueva crisis anulará el desarrollo. Esta última es la versión de Mandel del estancacionismo, a través de sus tesis de las ondas largas. Por eso Mandel reconocía que había habido desarrollo en la posguerra, durante 25 años pero sostenía que la fase descendente ahora duraría 25 años, con guerras nucleares provocando centenares de millones de muertos, y lobotomías a escala masiva. De manera que en 1990 andaríamos peor que en 1945.
      Volviendo a Trotsky, y el PT, la tesis de la curva básica descendente fue el fundamento para hablar de una la «época de decadencia del capitalismo», abierta en 1914. También fue la base, según Trotsky, que daba sustento material al programa bolchevique de la toma del poder. Todo esto lo he discutido. He demostrado que las razones teóricas dadas por Trotsky son equivocadas. He planteado que el trotskismo no tiene una teoría para explicar por qué la curva básica ha de ser descendente (a no ser que tomemos como «teoría» algún gráfico que pretende que la tasa de ganancia está cayendo desde 1800). También he explicado que no hay manera de sostener la idea de la curva básica descendente con datos empíricos. No solo para el período 1914/2012, sino tampoco para los últimos 40, 30, o 20 años. Todo esto, por supuesto, no lo puedo escribir en un «Comentario». Tengo más cosas que hacer, y remito a lo que escribí en notas y artículos.
      Por supuesto, no es cierto que haya calificado de «catastrofista» a quienes afirman que en el capitalismo hay crisis, o que habrá crisis, o que las crisis son inevitables. Atribuirme esa idea solo lo puedo explicar por una necesidad de enturbiar y confundir. Lo que sí he afirmado es que es un error decir que hay crisis mundial cuando la economía mundial crece al 3%, 4% o 5%. Sostengo que no se puede entender la crisis de 2007/9, y su dinámica, si no se comprende que hubo una expansión, y muy fuerte, del capitalismo en los últimos 25 o 30 años. Esto es lo que han negado ustedes, sistemáticamente, y en todas las variantes (incluyo a los mandelistas). Más precisamente, en 2005 afirmaba que mi crítica a las tesis de las ondas largas de ninguna manera significaba negar que habría crisis, y muy profundas, en el futuro. Lo que sí sostenía es que los pronósticos de Mandel, y del resto del trotskismo, no se habían verificado en el último cuarto de siglo. Nunca dije otra cosa. Incluso me refería a la burbuja financiera: «En los últimos años se asiste a una nueva alza de los precios inmobiliarios. En EEUU, Gran Bretaña, España, Australia, Irlanda, Países Bajos, Dinamarca y otros países desarrollados los precios alcanzan, en 2005, niveles históricos record, alimentados por las bajas tasas de interés. … También hay alzas en Sudáfrica, China y zonas de India. Se trata de una típica burbuja financiera… muchos inversores… continúan invirtiendo en la compra de casas para alquilar, aunque pierdan dinero con ello, porque piensan que los precios van a seguir subiendo. Pero un alza de las tasas de interés… puede desatar un proceso deflacionario y la pinchadura de la burbuja, con importantes desvalorizaciones» (Valor, mercado mundial…). Agregaba «Cuando sobreviene la crisis, todos los valores inmobiliarios son afectados», y comparaba este escenario con Japón 1992.
      Naturalmente, tampoco atribuí a Mandel la tesis «la principal FP es el hombre». De todas maneras, si puse tanto énfasis en discutirla es porque fue la tesis a la que adhirieron las organizaciones trotskistas más importantes de Argentina.
      Bien, no puedo seguir aclarando a cada paso las cosas que me quieren atribuir. Es cansador. Sin embargo, rescato algo de esta polémica: me confirma en la decisión que he tomado ya hace algunos años, de no concurrir a debates orales o mesas redondas con el trotskismo. Cuando se debate por escrito, las cosas quedan asentadas, y de alguna manera la catarata de tergiversaciones puede frenarse. Pero en un debate oral, si se anotan 10 o 15 personas a decir «Usted niega que pueda haber crisis capitalistas», «Usted sostiene que el capitalismo es eterno», «Usted acusó a X de catastrofista porque X dijo que puede haber una crisis en el futuro», etc., no hay manera de aclarar nada. He vivido esto en polémicas que tuve en mi vida militante, en el trotskismo. Ahora las veo reproducidas, aunque por escrito. Hace un tiempo me habían invitado, de una organización trotskista, a alguna mesa redonda, y en principio había aceptado (no se concretó por problemas míos de trabajo). Ahora ya sé qué voy a responder a la próxima invitación. En este sentido, reconozco que me han hecho un favor.

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      rolandoastarita

      20/03/2012 at 12:59

  45. Aun no termine de leer todo el intercambio que sucito este articulo, pero quería dejar mis primeras impresiones acerca de la interpretación que hace Rolo del programa de transicion y de la consigna de control obrero..

    1. lo que intenta plantear el PdT, no para los años 30, sino para toda una epoca, es superar la separación entre demandas minimas y maximas (no me voy a extender en este punto que creo que otros ya lo desarrollaron). La idea central es como superar la contradiccion entre las condiciones historicas maduras para la revolucion y el atraso de la conciencia del proletariado acerca de su «mision» histórica.
    2. Esas consignas no llevan necesariamente a la revolución, sino que son demandas que tienden a cuestionar el comando capitalista en las fabricas (apertura de los libros, control obrero, comites de fabrica, reparto de las horas) o del estado (milicias de autodefensa, soviets), al contrario de las demandas mínimas en las que se espera del capitalista o del estado que resuelva tal o cual problema.En este sentido es un error la interpretacion dice que hace Astarita de que se le pide al Estado burgués que tome tal o cual consigna del programa de transición. Es justamente todo lo contrario a la lógica de las demandas minimas que reivindica Rolo.
    3. De la posición que sostiene Astarita acerca del control obrero, se desprende que el fenómeno de la ocupación y administración obrera de las fábricas, que se dio durante 2001 y algunos años después, generarían expectativas en la conciliacion de clases o en que se puede resolver el desempleo en los marcos del capitalismo cooperativista…Habría estado en contra de plantear entonces para el conjunto de los trabajadores que tomaran las fábricas para defender sus puestos de trabajo ante el cierre masivo de fabricas, o lo hubiera aceptado como un hecho consumado…Creo que Astarita jamas se plantea los problemas prácticos a los que se enfrentan los trabajadores…Pero pregunto: estuvo bien o mal que los trabajadores siguieran (conscientes o no) al programa de transición al plantear el control obrero y la expropiación de las fábricas que cerraban en 2001? Es bien conocida las distintas perspectivas que se plantearon en el movimiento de las cooperativas (zanon y brukman planteando los limites del cooperativismo y necesidad de una organizacion política, y las cooperativas agrupadas en torno a IMPA y el abogado Luis Caro). Ahora bien, pretender que la experiencia de zanon y el resto de las fábricas recuperadas desencadenen una revolución o atacarlo por no hacerlo sería pura pedantería.
    4. El argumento de que el PdT le exige al estado o a tal o cual capitalista que adopte estas medidas no tiene ningún fundamento. Estas medidas «transiscionales» ponen el acento, al contrario de las demandas minimas, en desarrollar una practica de independencia de clase ante peleas parciales. Creo que el planteo de Astarita, por el contrario, intenta superar con propaganda abstracta la brecha existente entre la madurez de las condiciones objetivas de la revolución y la conciencia. Bajado al terreno práctico, su planteo sería rebajar el programa a las demanas minimas que el capital puede resolver dentro de sus propios marcos condenando de antemano cualquier intento de que los trabjadores avancen un solo paso más de ese programa mínimo. Es decir, en la práctica sería nada más y nada menos que el programa de la socialdemocracia y propaganda general sobre los limites del capitalismo.
    5. En ningun lugar del PdT dice que la suma de las consignas trnasicionales llevarian a la revolucion o constituyan una aritmetica de consignas que desencadenan un movimiento de masas, o que conforman los peldaños de una «escalera hacia el poder» (interpretacion que hace astarita tomando alguna idea de Nahuel Moreno). Ciertamente el programa de transición fue escrito en visperas de las segunda guerra mundial, y en un período enormemente convulsivo de la lucha de clases. Sin embargo, la lectura de Astarita de que esas consignas transicionales llevan en sí mismas a que los trabajadores tomen conciencia de la necesidad de tomar el poder confunde lo esencial del programa (escrito para toda una epoca, para superar la separacion de demandas minimas y maximas), con las recomendaciones especificas hechas por LT para el momento q se vivia.
    La situación revolucionaria y la existencia del movimiento de masas es un supuesto en el PdT, sin embargo eso no quita que determinados puntos del programa de transición no conserven fuerza vital, como por ejemplo el control obrero en situaciones como la del 2001 en Argentina (parentesis: Rolo dice que el programa de transicion no se aplico ni tuvo exito en ningun lugar, lo cual me parece un enorme error o un lapsus. La revolución rusa fue la gran escuela de estrategia revolucionaria para la clase obrera internacional sobre la cual Trotsky, nada menos que el «organizador de la victoria», escribe sus conclusiones…el soviet, el comite de farbica, las milicias de autodefensa, el gobierno obrero y campesino, por nombrar algunas, estan extraidas de esa experiencia)
    6. Yendo al ejemplo actual del ferrocarril, el control obrero serviría para abrir los libros, denunciar los manejos de la empresa, la burocracia sindical, y el gobierno y poner en evidencia que no hay salida para el problema del sistema de transportes bajo un gobierno capitalista, sin poner ni por un segundo expectativas en que la administración obrera del ferrocarril bajo el capitalismo puede ser una salida de fondo, y sería un gran punto de apoyo para ampliar las posibilidades de organizar una vanguardia con influencia política sobre sectores de masas, tarea preparatoria fundamental en un momento que aun no es revolucionario.
    7. Lo que plantea Astarita de que control obrero o gestion obrera es necesariamente conciliacion de clases, en todo tiempo y lugar, sin considerar nada mas que «la consigna» es un razonamiento teleologico. Con la misma lógica se podría decir que una revolución socialista en el ambito nacional esta condenada a conciliar con el imperialismo.
    Astarita considera los problemas de la lucha de clases de manera abstracta, y mecanica, como si intentara deducir matematicamente el resultado de una «consigna», y pasando por alto el proceso vivo de la lucha de clases, del proletariado y sus direcciones, etc.

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    Emiliano

    16/03/2012 at 11:04

    • Vuelvo a solicitar alguna mesura en la extensión de los comentarios. Esto no es para que pongan artículos. Hay muchos blogs trotskistas para que puedan poner sus notas. Al escribir estos textos tan largos ustedes (no sé si a conciencia) están «copando» este espacio, y lo desvirtúan.
      Respondo puntualmente
      1. En mi Crítica del PT he criticado la idea de Trotsky de que agitando consignas transicionales se avanza en la conciencia. No se gana nada en la argumentación repitiendo que Trotsky pensaba que agitando consignas transicionales se avanza en la conciencia. Desde mucho antes de Trotsky el marxismo fue consciente de que las crisis o las penurias, por sí mismas, no generan conciencia socialista. Sin embargo, a nadie se le había ocurrido que el problema se superara agitando consignas transicionales. Por eso, lo de Trotsky aparece como una novedad, en los años 30. Pero en el trotskismo nadie explica por qué este método transicional debería ser útil, a partir de la crisis del 30, hasta el día de hoy, y en cualquier país. Es que el trotskismo agitó las consignas transicionales a partir de 1938 en todo momento y lugar, hubiera crisis o no, hubiera ascenso revolucionario o retroceso. Nunca se explica por qué esto debería ser así, ni por qué antes de los 30 el marxismo no lo hacía. ¿Acaso porque no se conocía lo que era una consigna transicional? La realidad es que se conocía. ¿Acaso porque no había convulsiones, crisis y revoluciones? A comienzos de los 20 las había, pero la IC no adoptó el método transicional. Pues bien, pasando todo esto de largo, los trotskistas «decretan» que a partir de 1930 hay un método infalible, de agitación de consignas transicionales. Y que este método se aplica tanto para la crisis del 30 en EEUU, como para el período peronista de los 1940, como para el período de la recuperación de posguerra en Europa o Japón, como para todo el Tercer Mundo, etc. Y el que no está de acuerdo, no tiene ninguna política para superar «la conciencia atrasada de las masas». ¿Qué lógica tiene todo esto? Ninguna.
      2. Sobre pedir al Estado. Tomemos una consigna central que plantea Trotsky, como «reducir las horas de trabajo hasta acabar con la desocupación». Fue una consigna para los 30, para los países adelantados. No había doble poder ni posibilidad de imponer de alguna manera, en los hechos, esa consigna en las empresas. Trotsky plantea que hay que agitarla, sin embargo. Dado ese contexto, es inevitable exigirla al Estado. Es la consecuencia natural de levantar una demanda transicional en una situación en que no existe poder. Con el agregado que la consigna es indefendible frente a las objeciones que pueden hacer los ideólogos de la burguesía (argumento de Engels frente a Heinzen). Lo mismo sucede con otras consignas. Por caso, referendum frente a la guerra, o ningún dinero para la guerra. Si la clase obrera no está en el poder, ¿quién va a convocar al referendum? ¿Quién va a desviar los dineros del presupuesto estatal a tal o cual lugar? Lo mismo sucede cuando la agitación en EEUU, en el siglo XIX, de la consigna transicional «estatización de la tierra». Solo se la podía poner en práctica desde el Estado (y combinada con todo el programa). Por eso Marx dice que es un desatino agitarla por fuera de estas condiciones. Lo peor es que Trotsky aconseja a sus partidarios que no planteen la cuestión del poder cuando hacen la agitación transicional. Por supuesto, estas cosas las he explicado una y otra vez, pero jamás responden los argumentos.
      3. Constituye una tergiversación completa de mis posiciones sostener que estuve en contra de la toma de empresas que eran abandonadas por sus dueños. Jamás sostuve semejante cosa. Sí planteé que hay una larga tradición en el movimiento obrero sobre este asunto. También recordé que ya Marx señalaba que después de una crisis siempre surgían este tipo de empresas cooperativas en manos de los trabajadores. Sostuve también que constituía una salida parcial a uno de los problemas que generaba la crisis. Pero al mismo tiempo afirmé que esto no es control obrero en el sentido que se planteó históricamente, esto es, como poder dual frente al poder del capital (sobre esto, ver aquí). El control obrero es un poder que surge en las empresas y se impone al poder de las patronales. En 2001 era imposible establecer el control obrero generalizado sobre la producción, el comercio y la banca. No había la menor condición para semejante plan.
      4. Sostener que por el hecho de dividir el programa en máximo y mínimo un marxista adhiere al reformismo socialdemócrata, es otro desatino. Es típico de la manera de discutir de los dogmáticos: «el que no está de acuerdo con el dogma del PT, no puede ser sino un contrarrevolucionario, etc». Es terrorismo verbal, y de bajo nivel.
      La realidad es que históricamente hubo muchas corrientes revolucionarias que plantearon la división entre programa máximo y mínimo. Lo presento con un ejemplo: Marx explica a los trabajadores que las luchas reivindicativas dentro del capitalismo tienen un límite, y aconseja no desgastarse en las mismas. Además, rechaza la agitación de consignas transicionales. ¿Significa esto que estaba en contra del socialismo? Es un absurdo. De la misma manera, cuando Lenin sostiene (en 1917) que en tanto haya capitalismo hay que mantener la división entre programa máximo y mínimo, ¿lo hacía porque era un «conciliador socialdemócrata»? Y cuando Engels planteaba que la lucha socialista se debía desplegar combinando la lucha económicas, política e ideológica (sin planteo alguno de agitación de consignas transicionales), ¿estaba acaso defendiendo una línea de conciliación con la burguesía? Todo esto es un absurdo, no resiste el menor análisis. El ala izquierda de la socialdemocracia reivindicaba esta posición, y lo mismo hacía Lenin. ¿Eran todos enemigos del socialismo? Agrego que el socialismo se fortaleció aplicando estas políticas.
      5. Aquí hay una suma de ocultamientos y falsedades. El PT estuvo acompañado de una discusión específica por parte de Trotsky de cómo debían aplicarse las consignas. Son las discusiones con el SWP, que influyeron fuertemente en todo el movimiento trotskista. Es allí donde Trotsky explica el método «proceso» o en escalera transicional. Sostiene que hay que concentrarse en pocas consignas (digamos 3 a lo sumo), que den soluciones a los problemas de las masas (por ejemplo, la demanda referida a la desocupación repartiendo las horas de trabajo). A fin de poner en movimiento a las masas, no hay que explicar que estas demandas solo se pueden cumplir tomando el poder. A medida que la movilización va avanzando, se van profundizando las consignas. Si el PT hubiera sido concebido como un programa a presentar para la propaganda (esto es, presentado como el programa que aplicaría la clase obrera una vez en el poder), no tendría ninguna especificidad. Lo específico del PT es que orienta a la agitación de demandas transicionales, y con el objetivo de arrancar movilizaciones (por supuesto, para esto no se puede agitar todo el programa). De ahí el cuidado que tiene Trotsky de explicar la manera de aplicar el PT.
      Naturalmente, estos consejos no quedaron en una reunión. Fueron la plasmación práctica de la concepción del PT que, como dice Trotsky, lleva solo hasta el borde de la toma del poder. Se trata de una concepción de cómo hacer política que introduce una ruptura y novedad en torno a todo lo conocido antes. Como he señalado repetidas veces, no es casual que en la Internacional Comunista no se haya adoptado un programa transicional (y menos «general»). No es casual que a nadie se le haya ocurrido plantear que Marx y Engels no tenían razón al haber desaconsejado la agitación de demandas transicionales, a fin de movilizar a las masas trabajadoras.
      Por otra parte, es otra burda tergiversación de mis posiciones atribuirme la idea de que el PT nunca se aplicó. He explicado que el PT es el programa a aplicar cuando la clase obrera toma el poder (o el programa que puede aplicar parcialmente desde organismos de doble poder, ciudades tomadas, etc.). Por lo tanto, si hubo situaciones en que la clase obrera tomó el poder, o estableció el doble poder, es lógico que haya aplicado un programa de consignas transicionales. Entonces, lo que he afirmado, una y otra vez, es que el método de la agitación de las consignas transicionales, recomendado por Trotsky, no funcionó en ningún lado, y que las razones de por qué no funciona, básicamente, fueron dadas por Engels, hace más de 150 años. Esto es, el famoso «puente hacia las masas», que parte de agitar consignas como «reparto de las horas de trabajo + control obrero», para desatar una movilización en ascenso, no funcionó en ningún lado. Es lo que he afirmado.
      6. Yendo al tema hoy de los ferrocarriles: decir que hoy se puede imponer el control obrero en sentido revolucionario, esto es, abrir los libros comerciales, indagar a fondo, establecer una contabilidad obrera, etc., es moverse con abstracciones. Es la plasmación «práctica» del método transicional que he criticado. ¿Cuál es el problema de fondo? Pues ya lo he explicado decenas de veces: como decía muy bien Lenin, cuando le venían con esto del control obrero, «para controlar tengo que preguntarme primero qué poder tengo». Puedo querer controla muchas cosas, pero si no tengo poder (en el caso del control obrero, implica organismos obreros independientes y en armas), no hay manera de controlar nada. Es palabrerío abstracto, como muy bien decía Lenin. Por este motivo, lo que parece «práctico» es en realidad, o bien una abstracción o, en caso de concretarse, solo puede hacerse bajo la forma de colaboración de clases. Es en este último aspecto que el propio Trotsky había advertido que instalar el control obrero en una situación no revolucionaria, solo lleva al colaboracionismo. Es curioso que los «prácticos», los que se pasan acusando a todo el mundo de «teoricismo abstracto», sean en la práctica concreta completamente «abstractos». En última instancia, agitar demandas transicionales cuando no hay condiciones, no es más que un agitativismo carente de fundamentos. Como decía Lenin, al agitar una consigna siempre hay que preguntarse por sus condiciones de aplicación. Pero este análisis concreto, jamás se hace en el trotskismo.
      7. Por supuesto, jamás he sostenido que el control obrero lleva al conciliacionismo en todo tiempo y lugar. Es una nueva tergiversación que se hace de mis posiciones. Si expliqué que el control obrero es una consigna transicional, por lo tanto estoy afirmando que puede jugar un rol muy importante en una revolución, esto es, cuando hay organismos obreros que toman el poder (o establecen un doble poder). Lo que sí he afirmado es que, por fuera de estas condiciones, lleva a la conciliación de clases. ´
      Por otra parte, mi crítica al PT no surge de ningún razonamiento «matemático» o «mecánico». He militado durante 20 años con este método y programa. Lo hice en períodos de ascenso y de derrota. En Argentina, pero también en España (durante el exilio). Estuve en varios grupos trotskistas, con diferentes filiaciones internacionales. He experimentado la «aplicación» del método recomendado por Trotsky de todas las maneras posibles, bajo múltiples circunstancias. He discutido con muchos compañeros de la vieja militancia, que también compartieron estas experiencias. Pero también con compañeros que hoy están en la actividad sindical. Es casi una falta de respeto (pero entiendo la necesidad de desacreditarme personalmente para ganar la discusión) sostener que lo mío solo es un producto de abstracciones, desligadas de la lucha de clases. Lo que planteo surge del análisis, de los argumentos razonados (reconozco aquí la influencia de Marx, Engels y Lenin en mi pensamiento), pero también de una experiencia vivida «desde adentro».

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      rolandoastarita

      16/03/2012 at 13:16

  46. Mientras daba una ojeada a la contratapa de la Prensa Obrera, leí algo que me hizo acordar, no sin sonreir, de aquella frase de Trotski que, con indignación y para escarnio, Astarita cita una y otra vez: aquello de que los bancos estaban organizando y fogoneando la crisis capitalista. ¡Cómo! ¿Acaso cabría conjeturar que los capitalistas sean tontos o suicidas? ¡De ninguna manera! (Mejor será pensar que el tonto y suicida era Trotski ¿no es verdad?).
    La nota de la Prensa Obrera dice que «a través de operaciones que involucraron a distintos bancos centrales y a dos operaciones posteriores del BCE, desde noviembre pasado se ha habilitado la emisión de un billón y medio de euros a cambio de títulos invendibles de los bancos privados, a una tasa de interés de menos del uno por ciento anual.» O sea que la banca privada ha transferido su bancarrota a la banca pública y, para rematar, dice la nota: «una parte considerable de ese dinero fue destinada por los bancos para comprar deuda pública de sus propios países, para hacer subir la cotización de los títulos, los cuales se encuentran en su mayor parte en poder de ellos mismos. De este modo mejoraron sus balances -y, por sobre todo, incrementaron su dependencia de una deuda pública que es impagable en cualquier estimación (por ejemplo, Italia). Es decir que el rescate de la banca ha agravado la bancarrota potencial de ella misma. Estas son las soluciones que el capital y sus Estados encuentran para esta crisis de conjunto. Los comentaristas festejan las subidas de las Bolsas, sin comprender que se producen de un modo completamente artificial y por una política que reproduce el mecanismo financiero que detonó, en primer lugar, la bancarrota hace casi seis años.»
    O sea que, después de todo, los bancos sí fogonean y preparan la crisis capitalista (y el mencionado no es el único ejemplo, y ni siquiera es el más escandaloso).
    Parece que la caracterización dialéctica de Astarita, según la cual el capital es contradictorio en sí mismo, tiene vigencia sólo en el terreno de la teoría pura. En cambio, para no distanciarse del «realismo epistemológico», se debe medir al capital de carne y hueso con la vara del empirismo y la lógica formal.

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    Vico

    16/03/2012 at 17:02

  47. Cro Rolando:
    Uds en una respuesta de arriba a un forista dice:»
    Usted considera casi “un crimen” que se critique a “un clásico” como Trotsky. Pues bien, lo voy a espantar un poquito más: también he criticado la tesis de imperialismo y monopolio de Lenin, por ejemplo. Y he explicado por qué pienso que la ley de la tendencia decreciente no se cumple según las premisas que planteó el propio Marx. También le podría decir que soy bastante crítico de la posición que tomaron los bolcheviques frente a Kronstadt, o la represión de corrientes de izquierda en el partido Comunista ruso. Esto es, digo lo que pienso y espero argumentos. No me guío por principios de autoridad, sino por argumentos que me parezcan lógicos y evidencias empíricas.»

    No creo que nadie se tenga que espantar de nada: Pero ud se dara cuenta que todos los temas que ud revisa son los que le dan base cientifica a un marxismo revolucionario teorico y practico.
    Con excepcion del ataque a la dialectica (que Berstein hacia consecuentemente volviendo a Kant).
    y viendo su posicion sobre libi, puedo preveer que la dialectica mas pronto que tarde tampoco » le cerrara».

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    Albert

    16/03/2012 at 17:57

    • Es su opinión. Yo considero que mucho de lo que he criticado ha de hecho llevado al marxismo a la situación en que se encuentra. Han reemplazado el internacionalismo por el tercermundismo nacionalista; la lucha de clases por el estatismo; la teoría del valor trabajo por una teoría de precios administrados por los monopolios; la contradicción capital/trabajo por la contradicción finanzas/pueblos, y así de seguido. Sí, efectivamente, estoy enfrentado a todo ese socialismo. Conozco perfectamente en qué posición me encuentro.

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      rolandoastarita

      16/03/2012 at 18:06

    • Totalmente de acuerdo.

      Saludos.

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      Gerardo Daniel

      16/03/2012 at 21:18

  48. 1. Participé, hace muchos años, en la toma de una fabrica que había quebrado. Los trabajadores la hicieron funcionar. Como estudiantes universitarios fuimos un grupo a apoyar. Explicamos a los obreros sobre el control obrero y los llamamos a cerrar filas y defender el control obrero de dicha fabrica. Un día, el presidente de la directiva, elegida en asamblea, nos llamo y nos dijo: “señores universitarios, si quieren apoyar a la fabrica tienen las puertas abiertas pero con la condición de que no hagan política”. Al poco tiempo nos enteramos que dicha directiva fue acusada de malversación de fondos.
    2. Me acuerdo de una discusión callejera hacia fines de los 70: “los obreros debemos luchar por el control de las fábricas” dijo un obrero. Otro replicó: “pero, compañero, eso es imposible actualmente”. “No se trata de que sea imposible o posible, se trata de crear conciencia en el obrero”. “Ah pues, entonces mejor hablemos directamente de la necesidad de la toma del poder por la clase obrera, para que tanto rodeo”
    3. Mediados de los 70: llevamos a una asamblea de pobladores de una barriada pobre de Lima una propuesta de plataforma nacional de lucha para que sea elevada a un congreso zonal de barriadas que agrupaba a los distritos pobres de la zona norte de Lima. El entusiasmo juvenil nos llevo a redactar un programa recontra radical o super transicional. La asamblea se llevo a cabo en un local de la iglesia y lo dirigió un cura muy progresista. La asamblea hizo leña con nuestro programa. El programa aprobado decía en su último punto: “todos estos reclamos del pueblo solo serán posibles con el favor de dios”
    4. Sin embargo, la pregunta es válida: ¿cuál es el método correcto para que la conciencia de la clase trabajadora pueda elevarse de un programa mínimo a un programa máximo, de lo reivindicativo a lo político? Si no es el método transicional, entonces ¿Cuál es el método?
    5. Si me irrogo el derecho de criticar algunos aspectos de la práctica y teoría políticas de militantes revolucionarios que se juegan la vida luchando junto a la clase trabajadora, debo tener la responsabilidad de hacer todos los esfuerzos posibles por proponer alternativas (y llevarlos a la práctica), sobre aquellos aspectos que considero incorrectos.
    6. Port experiencia vivida puedo decir lo siguiente.
    a. Ganarse la conciencia de los explotados de un determinado sector solo puede ser posible mediante el trabajo paciente, persistente y organizado de profesionales revolucionarios. Una vanguardia constituida con gente de mucha experiencia y habilidad para orientar acertadamente la lucha de lasas masas, de manera que sea capaz de ganarse el cariño y la gratitud de estas. Una vanguardia dotada de una línea revolucionaria cuya eficacia haya sido comprobada en los hechos, a través de la experiencia revolucionaria internacional. Una organización revolucionaria guida por una línea incorrecta solo terminara en el fracaso y repudiada por las masas.
    b. Las masas aprenden por experiencia propia. La mejor escuela es la lucha en las calles. Para que un explotado llegue a convencerse de la charla que le diste sobre el carácter de clase del Estado, será necesario que se enfrente directamente con las fuerzas represivas de ese Estado, por ejemplo.
    c. En muchas oportunidades tienes que recurrir a las reivindicaciones más elementales para que saques a la gente a protestar. Cuando estas protestas se agudizan como producto del deterioro de las condiciones materiales vida de las masas y de la labor política paciente y sostenida de la vanguardia, obligas a los reaccionarios a desnudar su verdadero rostro represivo y despótico.
    d. Las masas terminan, por lo general, reconociendo e identificándose con aquella organización política que siempre estuvo al lado de ellas en sus movilizaciones y protestas. Es probable que tengan que darse varios años de constante y persiste presencia de la vanguardia para que este reconocimiento y esta identificación pueda surgir.
    e. Sin embargo, no basta la presencia organizada de la vanguardia. Es necesario, además, que las masas se convenza de la acertada dirección de esta vanguardia; que como producto de las orientaciones de esta vanguardia ha logrado obtener algunas victorias y algunas conquistas en sus condiciones de vida. Incluso, puede haber usado inteligentemente la lucha electoral como tribuna de denuncia.
    f. De pronto una crisis inusual azota con furia a las masas. La vanguardia planifica su escenario nacional de lucha priorizando y concentrándose en aquellos lugares y sectores de masas donde se puede organizar un mayor golpe al enemigo de clase. De esta forma golpear al enemigo, una y otra vez.
    g. En estas condiciones estaremos en un escenario donde los de abajo ya no están dispuestos a vivir como están viviendo. Llegados a esta situación será necesario romper la unidad de los reaccionarios, estableciendo alianzas, pactos, artimañas, etc. todos los medios de lucha deben usarse hábilmente desde las protestas populares hasta la lucha electoral, desde las acciones de masas hasta las acciones de vanguardia. Provocada una seria fisura en la cumbre del poder reaccionario, se abrirán las puertas para la rebelión armada del pueblo.
    Saludos.

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    Benito

    17/03/2012 at 07:20

    • Tres observaciones. Primero, una consigna, por supuesto, puede servir para educar. Una consigna encierra una idea, y desde este punto de vista, la agitación puede centrarse en difundir una o dos ideas en amplios círculos de gente. Cuando Lenin dice, en 1914, «nuestra consigna es la guerra civil», plantea el tema en este sentido. Por eso es perfectamente lícito explicar que un gobierno de los trabajadores, o en todo caso, una revolución obrera, a través de los organismos de las masas, establecerían el control de la producción, junto a toda una serie de medidas. El problema surge cuando se quiere plantear una demanda del tipo «control obrero» para ser aplicada en una coyuntura no revolucionaria. Es aquí que, o bien la medida no es asumida por el movimiento, o si es asumida, solo se puede concretar con un contenido reformista. Es lo que muestra toda la experiencia histórica al respecto. El «control obrero» sobre las patronales, en las grandes empresas del capitalismo, en situaciones de dominio normal del capital, fue siempre realizado en el sentido de la colaboración de clases. Se confirma en este respecto lo que habían prevenido Lenin, Rosa Luxemburgo, y también Trotsky (aunque este último formuló la cuestión de manera más problemática, como he explicado en la Crítica del PT).
      Segundo, no es cierto que para el avance de la conciencia socialista los partidos marxistas hayan aplicado siempre el método de la agitación transicional. Más bien sucedió lo contrario. La idea de cómo trabajar en el movimiento de masas está muy bien explicada por Lenin el su famoso folleto ¿Qué hacer?. Pero también en la IC de los primeros años. Existió otra tradición que la que pretenden los trotskistas.
      Tercero, no basta con que una organización esté siempre al lado de las masas en las movilizaciones. He visto muchas organizaciones que estaban en todas las movilizaciones, difundían volantes sistemáticamente, intentaban vender su prensa, durante años y años, y cuando llegaba un período de ascenso, los activistas o dirigentes combativos que surgían, pasaban de largo. La cuestión, pienso, es más compleja.

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      rolandoastarita

      17/03/2012 at 10:42

  49. Rolo

    En estos momentos Venezuela es el paraíso del «control obrero». La gente de Alan Woods, trotskistas declarados, hasta tiene una web sobre este asunto: http://www.controlobrero.org .

    La gente de laclase.info ha tenido muchos problemas con esto. Les ha costado ubicarse. Desde hace dos años se dieron cuenta que las estatizaciones o nacionalizaciones de empresas solo servían para echar trabajadores y liquidar los convenios colectivos, y, por último, llevar a las empresas, a casi todas, a la quiebra. Y que el «control obrero» solo significa «obreros controlados».

    Lo de «obreros controlados» pasó a la luz pública gracias al dirigente sindical de Sintraferrominera, estado Bolívar, Rubén González. Este dirigente estuvo preso una año y medio por dirigir una huelga reclamando el cumplimiento del contrato colectivo. Lo condenaron luego a siete años y medio de prisión por este motivo. Debido a la movilización obrera lo dejaron en libertad. Este hombre era dirigente chavista y evangélico, una mezcla rara. El dijo que que el «control obrero» solo significaba «obreros controlados».

    El problema es que laclase.info todavía no ha elevado a un nivel teórico adecuado esta situación.

    El «control obrero» aplicado en Venezuela es una demostración de que esta consigna aplicada en situaciones no revolucionarias lleva, inexorablemente, a la conciliación de clases.

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    ladudametodica

    17/03/2012 at 12:33

    • Más que la duda metódica, lo tuyo es el método dudoso.
      Si los trabajadores venezolanos estaban convencidos de que el chavismo es una expresión de sus intereses, ninguna explicación «clasista», por largúisima que fuera, los iba a convencer de lo contrario. Lo que sí puede convencerlos es someter a la experiencia la consigna por el control obrero, por más limitada que sea la concepción que los trabajadores tienen de ella, aún si el control obrero recae bajo la tutela del chavismo. A partir de esta experiencia, y con el adecuado acompañamiento político de la izquierda clasista, los trabajadores pueden comprender, no teórica sino prácticamente, que el chavismo no expresa los intereses de su clase y, en consecuencia, no es materialmente posible que bajo la dirección del chavismo se realice efectivamente el control obrero. También les resultará accesible, ahora sí, la conclusión que deben extraer prácticamente: para hacerse realidad el control obrero debe quedar en manos de las organizaciones autónomas de los trabajadores.
      Si, en cambio, en lugar de elevar la consigna al plano de la experiencia -aún de una experiencia frustrante- el tema hubiera quedado en una batalla de consignas o de doctrinas, la mayoría de los trabajadores, ni siquiera aquellos directamente involucrados en el alcance de la consigna, no habrían llegado jamás a comprender que la dirección chavista es un obstáculo para la satisfacción de sus intereses ni habrían avanzado un paso en la comprensión de la necesidad de superar al chavismo para poder ejercer, ahora sí efectivamente, el control obrero.

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      Vico

      17/03/2012 at 17:01

    • Estimado Vico:

      Además de la respuesta de Rolo a su comentario, con la cual coincido totalmente, debo agregar que la gente de laclase.info, Partido Socialismo y Libertad, trotskistas, apoyó con todo al régimen chavista durante siete largos años (1999-2007).
      La teoría que tenían era la misma que usted destaca: había que acompañar a los trabajadores en su experiencia con el chavismo hasta que descubriera que no «expresa los intereses de su clase», además de afirmar que en ese período la clase obrera logró grandes conquistas, las cuales no las veo por ningún lado. En otras palabras, hicieron el clásico «entrismo».
      En el año 2007 se dieron cuenta que el asunto no funcionaba. De allí se produjo una división. Marea Socialista se quedó apoyando al chavismo. El resto, dirigido por un gran dirigente sindical, de gran honestidad y experiencia de lucha, Orlando Chirino, rompió definitivamente con el chavismo. Decidieron quedarse solos.
      Según su teoría, Lenin no debería haber planteado sus Tesis de Abril -ningún apoyo al gobierno provisional, explicar pacientemente-, sino que tendría que haber planteado «acompañar» a la clase obrera rusa para que haga su experiencia con el gobierno provisional.
      Por último, lo de duda metódica es para recordar siempre que no puedo dejar que se me «cristalicen» las neuronas. Milité muchos años en el trotskismo y salí de allí, lamentablemente, con las neuronas «cristalizadas».

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      ladudametodica

      17/03/2012 at 20:59

    • Estimado/a Duda:
      Francamente, elegir a Descartes como antídoto contra la cristalización de las neuronas o de las ideas no consiste precisamente en un voto materialista y, además, sugiere que no es demasiado lo que sabés sobre Descartes (al fin de cuentas… ¡No por nada elegí el nickname Vico, un enconado adversario del idealismo cartesiano que hacía de la existencia de Dios y la evidencia de su existencia -valiéndose para ello de un argumento medieval muchas veces recurrido- la premisa de todo conocimiento posible)!.
      En cuanto a las corrientes de izquierda que hacen seguidismo de Chávez o del «progresismo» burgés que sea, esto lo hacen con independencia de esgrimir o no la consigna de control obrero. Obviamente, las consignas que lance un seguidista programático del nacionalismo burgués, inevitablemente tendrán un contenido seguidista. Pero el seguidismo debe ser criticado como tal, sustantiva y no indirectamente (ya que esto último, como señalé, conduciría más a bloquear experiencias necesarias que a propagar delimitaciones y principios de clase). No es sobre la base de semejante perogrullada (el seguidismo de los segudistas) que se pueden discutir lo argumentos que sostuve.
      La explicación histórica del seguidismo de las primeras generaciones trotskistas (después de muerto Trotski, quiero decir) debe ser más global y, sobre todo, más seria de las que ensayan, demasiado tarde, quienes militaron durante un tiempo tan prolongado como decisivo en las filas de esas variantes seguidistas que, ciertamente, no llegaron a «cristalizarse» como trotskistas sino que se desviaron antes de llegar. Por ejemplo, no deja de ser llamativo que las virulentas críticas de Astarita al trotskismo, se vuelvan más virulentas justamente a partir del momento en que el trotskismo se va depurando de esas variantes seguidistas (en el caso de Argentina, el posadismo, el atajo de la izq. nacional y sobre todo el morenismo, donde Astarita militó largo tiempo aguantándose -ahí sí- verdaderaos mamarrachos teóricos y maniobras vergonzosamente seguidistas).
      En fin, todo bien con la «duda», pero -creo haber insistido en ello- me parece que el bache viene por el lado del «método» (a-dialéctico, en el caso de Astarita y, por lo que leo aquí, de algunos de sus simpatizantes).
      Saludos.

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      Vico

      20/03/2012 at 12:31

    • Sí, es lógico. Es el resultado de agitar este tipo de consignas. No hay manera de no caer en experiencias de colaboración de clases, o peores, como parece ser el caso de lo ocurrido en Venezuela.
      Alguno puede plantear, sin embargo, que hay que alentar estas experiencias para que la gente «haga la experiencia y aprenda». Pero con este tipo de razonamientos, se podría apoyar cualquier cosa. Si los trabajadores, por ejemplo, establecen el control obrero a través de la burocracia sindical, o aceptando el «monitoreo» del Estado, etc, solo los oportunistas pueden decir «hagan la experiencia, así aprenden». El rol de la lucha teórica y política es precisamente explicar (el famoso «explicar pacientemente»), por qué pensamos tal o cual cosa, aunque nos quedemos solos. Cuando los proudhonianos presentaban sus programas utópicos de abolición de la tasa de interés, o establecimiento del «banco social», Marx no aconsejaba a los trabajadores «hagan la experiencia», en la idea de «así aprenden con el fracaso». Cuando los reformistas «a lo Schmidt» pedían el control obrero de la producción, Rosa Luxemburgo no se dirigía a los trabajadores que confiaban en ese programa diciéndoles «hagan la experiencia», con el criterio de «así aprenden que no sirve». Cuando un sector de los mencheviques lanzó la consigna, en los años pre-revolucionarios, de «partido obrero», Lenin no dijo «hagamos la experiencia», sino explicó por qué esa consigna, de aplicarse, llevaría a un callejón sin salida. Cuando los trabajadores rusos y mucha gente bien intencionada pedía por la abolición de la diplomacia secreta, en Rusia de 1917, la posición de Lenin no era «hagan la experiencia, así aprenden lo inútil que es pedir esa consigna».
      Si cualquier consigna fuera buena «con tal de hacer experiencias», pues bien, no haría falta la ciencia para determinar el contenido de la agitación y la propaganda. En el fondo, se piensa que la crítica marxista «no sirve para la clase trabajadora». Sólo sería un juego de intelectuales.

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      rolandoastarita

      17/03/2012 at 17:50

    • Bueno, no voy a ponerme a discutir caricaturizaciones, como la de «hagan la experiencia y aprendan» (¡como si la militancia de izquierda se dirigiera desde afuera a los trabajadores, o como si acompañara estas experiencias sin hacer los señalamientos y delimitaciones políticos que emanan de su propio programa!).
      Y tampoco voy a ponerme a «cazar citas», pero en todo caso no es verdad que Marx nunca haya señalado que una serie de durísimas frustraciones (es decir, experiencias negativas y dolorosas) serían necesarias para que la clase obrera tomara conciencia lúcida de su papel histórico.
      Cualquier argumento o cualquier idea pueden ser retorcidos hasta hacerlas parecer un mamarracho (por ejemplo, identificar el reconocimiento de la necesidad de una experiencia por parte de las masas, con la defensa programática de la conciliación de clases). Yo mismo podría practicar algunas variantes de esta «estrategia argumentativa» con sus propias ideas pero, francamente, no veo para qué. Simplemente, si usted -o quien sea- considera que las experiencias pueden ser substituídas por conferencias, la única respuesta que considero apropiada es un encogimiento de hombros.

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      Vico

      17/03/2012 at 18:37

  50. Vico, tus últimos comentarios ya son de baja estofa. Nadie pretende reemplazar las experiencias de los trabajadores por conferencias. Así y todo te diría que hoy faltan verdaderos «tribunos populares» como decía Lenin. No hace falta que hagamos una guerra de citas, pero si te fijas cuando Marx decía que hacía falta una serie durísima de frustaciones para que la clase obrera tomara conciencia de su papel histórico lo decía frente aquellos que querían sustituir la acción de la clase obrera por la acción de pequeños grupos conspirativos («quieren poner la la voluntad como fuerza motriz de la historia»). Había problemas objetivos, derrotas y éstas no se revierten de la noche a la mañana. Tampoco era «espontaneísta», ni Marx ni Engels pensaban que la clase obrera por sí sola pudiesen tomar conciencia de clase. Hay que ser cauto con esto de acompañar las experiencias, recuerdo que en el morenismo llegamos a plantear apoyo a movilizaciones para pedir más seguridad en los barrios. Por supuesto nadie quería una sociedad más represiva, pero estaba la idea que la conciencia puede ir avanzando a través de «la práctica», o sea, en forma lineal a partir de la experiencia (y luego el partido daba el «toque final») entonces se justificaba el apoyo a cualquier tipo de movilizaciones como en ese caso. Por otra parte, te diría que la izquierda trotskista si «se dirige desde afuera» a los trabajadores, y es que en general tienen una actitud sectaria (tengo presente la experiencia de muchas luchas sindicales, estudiantiles -ahí ya casi no tienen límites para nada-, también la importante experiencia del levantamiento del 2001). Para mi la explicación principal tiene que ver con la misma lógica transicional. Con todo esto no pretendo descalificar a los compañeros trotskistas (comparto también muchas cosas y más de una vez nos damos una mano) mucho menos quiero «dar cátedra», pero opino que la metodología del Programa de Transición «huele mal», está podrida. Hay un fracaso muy grande de la izquierda, incluso una absoluta marginalidad, que lamentablemente a los trotksitas les cuesta mucho reconocer. Efectivamente, hará falta (y ya han pasado) muchos años de frustaciones y derrotas para que nuestra clase tome conciencia de sus objetivos revolucionarios. Debemos volver sobre cuestiones supuestamente ya saldadas, debemos retrotraernos sobre nuestros propios pasos y examinar a fondo nuestros errores de estrategia y tácticas…es la condición necesaria para la victoria en un futuro que espero no sea tan lejano.

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    Omar

    18/03/2012 at 13:14

  51. No me deja contestar arriba, así que sigo acá la respuesta al comentario del 17/3 a las 13:06.

    Rolando, vos decís que “la agitación del control obrero, entendido como consigna transicional, en una situación no revolucionaria”, “lleva al conciliacionismo y la colaboración de clases”. Esta afirmación tuya encierra una obviedad, que es lo que Mandel llamaba la “diálectica de las conquistas parciales”: evidentemente, toda conquista lograda, por más potencialidad revulsiva que tenga, si no se transforma en una palanca para un desarrollo político superior, si no es la base para apostar a nuevos objetivos en la lucha del proletariado por su emancipación, tienden a transformarse en fines en sí mismos, creando las bases para el conservadurismo que conduce a la conciliación de clases. Esto ocurre tanto con los sindicatos, con las comisiones internas, con el control obrero. Incluso puede suceder esto con la conquista del poder en un Estado si no se transforma en palanca para la revolución internacional porque la dinámica revolucionaria es derrotada en otros lugares.
    Esta dialéctica de las conquistas parciales opera tanto con las demandas mínimas, como con las transicionales, si el desarrollo hacia objetivos superiores se ve bloqueado, ya sea por la situación objetiva como por el conservadurismo de preservar las conquistas logradas como fines en sí mismos. Ahora, de esta obviedad, no creo que a vos Rolando se te vaya a ocurrir plantear que no hay que luchar por la organización de sindicatos, o de comisiones internas en situaciones no revolucionarias.
    Podemos aceptar que una consigna como control obrero no es igual, apunta al dominio en las fábricas, y en condiciones normales, de hegemonía del capital, este corresponde al capital. Ahora, acá está la cuestión fundamental, que Rolando evita poner en primer plano aunque es la base de su argumentación. Esta cuestión es el hecho de que, en la época actual, no existe un muro infranqueable entre situación no revolucionaria y situación pre revolucionaria. La agudización de las contradicciones de la época, ha hecho en numerosas situaciones girar la situación a una de calmo dominio burgués, a otra de fuertes crisis en las alturas y emergencia de los de abajo. En ese sentido, como preparación para combates decisivos, no queda claro por qué la clase obrera debería renunciar a todas las posiciones de fuerza que pueda conseguir para librar estos combates en las mejores condiciones, bajo el argumento de que “llevan al conciliacionismo”. ¿Es entonces mejor renunciar a imponer los límites al capital y la impugnación al dominio burgués que significa el control obrero bajo el argumento de que en situación no revolucionaria son armas de la conciliación? Sí, si al revés de lo que afirmamos más arriba, se opinara que no hay ninguna perspectiva de combates de clase generalizados que aguarde al proletariado. Si la revolución ha salido de la escena, mejor no plantear consignas que puedan apuntar más allá de los objetivos inmediatos de preservar las condiciones del proletariado, parece ser el razonamiento de Astarita. La falsedad de este tipo de razonamiento, digámoslo de paso, es que al enfocarse en los objetivos mínimos, reafirma su transformación en fines en sí mismos, pero a la vez, al contribuir a reafirmar una lógica posibilista (“no nos espera la perspectiva de cambiar este sistema social, debemos manejarnos en sus límites”) en momentos de crisis aguda fracasa incluso en imponer sus limitados objetivos (ya que a Rolando le gusta mucho mencionar textos de Marx como autoridad, le recuerdo en ese sentido lo que expone en Salario, precio y ganancia al respecto de la lucha por mejores salarios, que si los trabajadores no elevan hacia cuestionar el sistema salarial tienen las de perder ya que son la parte más débil). Pero si consideramos que no existe este muro infranqueable, y más aún si como en argentina en 2001 hay una aguda crisis y elementos de radicalización social y (en menor medida) política, y también en ejemplo de EEUU en el ’38 (nuevamente, yo se Rolando que te molesta traer la dialéctica al análisis histórico, y sacarla fuera de los límites de los textos de divulgación, pero me parece un poco unilateral llamar “no revolucionaria” a secas una situación como la descrita más arriba) un planteo como el de control obrero (o escala móvil de salarios en EEUU) puede ser palanca para el desarrollo de los gérmenes de poder dual y en ese sentido ser un elemento en el desarrollo de la situación hacia abiertamente revolucionaria, partiendo de los elementos objetivos que tienden en ese sentido. Pero claro, esto no tiene sentido en la división tajante entre situaciones revolucionarias y no revolucionarias que plantea Rolando. (Uno tiene la sensación, llegado este punto, que una situación sólo podría calificarse de revolucionaria para Rolando cuando la clase obrera ha tomado el poder. Sino, no era revolucionaria. Definición a prueba de errores e incertidumbres, aunque claro, de poca utilidad práctica. Hay un cierto fatalismo, que nos recuerda el de la dirección de la Internacional Comunista en 1924, cuando afirmaba “esperábamos la revolución alemana, pero no ha venido”, cuando resulta que la habían dejado pasar sin combate, asestando una de las más bochornosas derrotas en la historia del proletariado).
    Vos cuestionás a Trotsky porque plantea que no hay que poner el problema del poder en primer plano. Un cuestionamiento que parece ser izquierdista (no plantea el problema del poder), pero que viene de alguien que opina (no sé si en tiempos de Trotsky pero sin duda en la época actual) que la clase obrera no va a estar ante ningún “problema del poder” en un futuro, ni cercano ni lejano. Para Trotsky, en un momento donde aún no era de lucha abierta por el poder en EEUU pero sí había una enorme crisis social, se trataba de contribuir al desarrollo de la radicalización política que se venía dando planteando a las masas obreras objetivos inmediatos para luchar por una respuesta a sus aspiraciones (que partían de lo que estaba objetivamente planteado), en momentos en que el capital los único que les ofrece es una perspectiva de hundimiento. Suena gracioso cuestionarle que no pusiera en primer plano la cuestión del poder, cuando lo vos Rolo no decís es que la alternativa que podrías ofrecer es… decirles que el capitalismo es así, trae crisis y que en sus marcos no podemos aspirar a nada mejor. Comparto el encogimiento de hombros de Vico ante la propuesta de conferencias como substitución de la experiencia. Detrás de una fraseología izquierdista, por ejemplo cuando criticas que “se termina exigiendo al Estado burgués que aplique medidas de transición al socialismo”, en realidad está la convicción de que el dominio del capital es imbatible en el actual período, y a lo sumo puede lucharse por cuestiones mínimas (siempre que no venga crisis, ya que ahí el posibilismo del que se parte transforma las necesidades del capital ante la crisis en algo no sometido a impugnación). En ese sentido, considero equivocada la crítica de Juan Pablo: éste se centra criticar la falta de vinculación entre tu teoría una práctica determinada; más bien el hecho es que tu crítica a la tradición revolucionaria que mejor ha sobrevivido la prueba de la historia, pretende hacerse desde una postura izquierdista, pero lleva necesariamente a la conclusión de que no estamos ante una perspectiva de luchas decisivas para derrocar al capitalismo, visión escéptica que se apoya en una lectura parcial de la realidad del capitalismo en las últimas décadas.

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    Alvaro

    18/03/2012 at 16:13

    • Ya no sé cómo pedirlo. Este no es un foro «en general», donde cada cual pone sus notas. Estos son espacios para Comentarios. No creo que tengan derecho a «copar» esto con notas. ¿Por qué no escribe en un blog trotskista un artículo? A veces siento que quieren «copar». Tengan un poco de respeto. Ustedes son un movimiento con miles de militantes. Yo estoy solo. Solo tengo este espacio para expresarme, y poco más. Mantengo discusiones y críticas con el stalinismo, los nacionalistas tercermundistas, los K progres, los trotskistas, además de la derecha. ¿El propósito de ustedes es «ahogar» este sitio? Para colmo, para repetir más o menos siempre lo mismo, sin responder a nada (ahora es lo mismo fundar un sindicato, medida propia del programa mínimo, que aplicar una medida de transición al socialismo; ¿para semejante pavada utiliza todo este espacio?).

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      rolandoastarita

      18/03/2012 at 16:30

  52. Compañero. Creo que tiene toda la razón del mundo en su insistente pedido. Por mi parte me llamo a silencio, aunque a veces la tentación de polemizar es muy fuerte. En el caso de compañeros que pertenecen por entero al campo trotskista, creo que además, tiene que ver con que sus críticas, con independencia del respaldo numérico, son tomadas como una afrenta a determinados tabúes, cuya violación ‘entorpece’ el propósito de cada partido de convertirse en la ‘verdadera’ dirección de las masas. No se si el método es ‘copar’, pero si neutralizar por todos los medios. No se pueden limitar a ‘matar con la indiferencia’. Gracias.

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    AP

    18/03/2012 at 17:18

    • AP, más arriba ud realiza una reiterada tergiversación de lo que yo plantee. Dice que reconozco que » agitar consignas transicionales en una situación no revolucionaria es voluntarismo». Yo no digo eso, lo que digo que sería voluntarista, que es lo que ud platea en su comentario original, es que esto permita desatar una situación revolucionaria, caricaturización que hace ud y Rolando, quien por otra parte veo que prefirió no contestar nada de lo que pongo en mi último comentario, tildando de pavadas las únicas cosas que se digna a mencionar siquiera. El resto de las cosas que arriba plantea creo que ya están suficientemente aclaradas en mis comentarios.

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      Alvaro

      18/03/2012 at 20:14

    • Está bien Alvaro. Como usted diga. En una situación no revolucionaria hay que hacer propaganda por el control obrero amputando la cuestión de que poder habrá de aplicarlo. Por que mejor no lee el artículo de Trotski sobre que es el CO de 1931 y después me cuenta. Por lo que registro de este blog, Astarita es hombre respetuoso, lo que calificó de ‘pavada’ no es el conjunto de sus argumentos, sino, su igualación de un sindicato a una medida de transición al socialismo, para convertirlo en una chicana polémica.
      De todos modos, celebro el esfuerzo que hace por defender sus posiciones.

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      AP

      18/03/2012 at 22:24

    • Alvaro, tanto en tu comentario de las 16,13 del 18/03/12 como en este al que respondo, expresas tantas posiciones atribuidas a Rolando, que es lógico que no te responda ya a las mismas, dado que no se condicen con los argumentos esgrimidos por él. Comparás situaciones como la del 2001 en Argentina y el 38 en EEUU diciendo además que Rolando sostiene que en esos casos no hay nada distinto al actual momento que estamos atravesando ¿lees el blog a veces?¿o esta escrito en arameo?. O sea, en tu visión, Astarita no distingue ni crisis, ni momentos alcistas en la lucha de clase, etc. Lo que escribis demuestra dos cosas: que no leiste ni la mitad de las notas del blog, ni la cuarta parte de los comentarios de esta misma nota en que lo que decis incansablemente queda por demas respondido. Se sobreentiende a esta altura (ya desde el comentario 50 aprox) que no se van a poner de acuerdo porque parten de concepciones distintas, pero ni te das cuenta, porque leiste una o dos notas y crees conocer el pensamiento del autor(que a su vez expresa una posicion determinada a la hora del analisis). O bien te estas comportando como un terrible TROLL, que buscas el pelo al huevo para meter confusion y mostrar que la tenes mas larga.La serie de posiciones que atribuis a tu interlocutor como que no se puede mejorar nada en el capitalismo o el hecho de que es inacabable actualmente demuestra que tampoco entendes la realidad, que dice que en este momento por mas descontento y gente enfurecida, pauperizada o lo que sea que haya, no existe ni por asomo una direccion socialista capaz de canalizar la lucha, esa es la realidad que no alcanzas a captar, y te pone como loco que el autor trate de hacernos ver eso y que entendamos la necesidad de formar esa direccion socialista. Tal vez te enoja por el hecho de pertenecer a alguno de los partidos que se dicen capaces de tal cosa, pero no veo que lo sean en este momento ni de aca a diez años.

      Ya me extendi demasiado, pero tratemos de leer un poco el blog y los comentarios, dado que cuesta leer semejante cantidad de comentarios en los que se dicen tantas veces las mismas cosas y no aportan gran cosa al debate. Consideremos que el autor del blog no solo tiene que leer todo eso, sino que ademas ir respondiendo pacientemente a lo lenin una y otra vez a las mismas chicanas, por lo que el trabajo debe ser bastante tedioso.

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      Ilichito

      18/03/2012 at 22:26

  53. Creo que una de las cuestiones que se desprenden del debate es la vieja discusión sobre el desarrollo de las fuerzas productivas, las crisis y las condiciones objetivas para la revolución. Es decir, si consideramos el lado objetivo o subjetivo de las condiciones revolucionarias, o si siquiera tiene sentido realizar ésta distinción. Y creo que el debate, en cierto sentido, estaba dado en éstos términos, si para impulsar propuestas transicionales es necesario «esperar» las condiciones objetivas necesarias para la revolución, o una situación revolucionaria propiamente dicha, o si esas condiciones pueden crearse a través de la acción, la praxis revolucionario o lo que fuere, algo que estaría cercano al argumento de los trostkistas por lo que he leído, pero creo que en el caso de algunos de ellos, desde una posición más de vanguardia diríamos, o de guía de militantes esclarecidos sobre una masa obrera sin conciencia. Entonces el tema es si le concedemos a las condiciones objetivas una entidad propia sin ninguna relación con el accionar de hombres y mujeres o si por el contrario dejamos totalmente de lado aquellas condicionas para caer en un voluntarismo que puede acarrear consecuencias desastrosas. Podemos pensar, por supuesto, en una visión intermedia, generar espacios, relaciones, enseñanzas, experiencias y costumbres anticapitalistas cada vez más extendidas, no sólo ligadas a la militancia sino al accionar propio de cada día, que nos permitan aprovechar una situación favorable a la clase obrera en particular, pero bueno, es sólo una mínima opinión, no quisiera extenderme en un tema que da para larguísimo. Saludos.

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    Guille

    20/03/2012 at 14:14

  54. Compañero Vico. Me llamaron particularmente la atención algunos de sus planteos en respuesta a ‘La duda metódica’. Coincido en que no se puede derivar mecánicamente el seguidismo de la agitación de la consigna de Control Obrero, pero, dado que usted exige una explicación más global (del seguidismo de numerosas corrientes trotskistas) me gustaría conocer-de modo muy sucinto- en razón de las exigencias del blog, cual es la suya. Usted imputa el seguidismo a la primer generación de trotskistas, con lo cual, debemos suponer que existe una segunda generación ‘no seguidista’. En el caso de Argentina (aunque debiera hacerse extensivo al ámbito internacional, dado que hablamos de corrientes que fundaron secciones en otros países, nos habla del Posadismo y el Morenismo, afortunadamente en extinción, vertientes que no llegaron a ‘cristalizarse’ como ‘trostkistas’, sino, como una aberración desviada. Me podría dar algún ejemplo de corrientes (a nivel nacional o internacional) que se ‘cristalizaron’ como ‘trotskistas’? Entiendo que se refiere al ‘verdadero trotskismo’ es decir, aquel que revindica el legado prístino del maestro y, por ende, está exento de cualquier ‘seguidismo’. Me encantaría que con su habitual solvencia y amena prosa, me desasne sobre esta cuestión.
    Gracias.
    P.D: Moreno, en mi opinión y sin ánimo de ofender a nadie, un seguidista de manual, definía a la corriente ‘Política Obrera’ como un ejemplo de ‘Centrismo cristalizado’. Sin que lo dicho obnubile la sapiencia de su respuesta, ¿Que opina de esta definición? ¿Como encaja en su taxonomía de ‘generaciones’ o tipos de cristalización? De nuevo, gracias por su próxima respuesta.

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    AP

    20/03/2012 at 20:15

  55. Yo no soy Vico:
    pero modestamente me parece que el po y el pts (que afortunadamente hicieron el FIT) mas los grupos que conforman la CRCI y la FT-CI en diversos paises , son hoy corrientes que no son «seguidistas» en el sentido que uds lo afirma.
    Asi que humildemente en este punto estoy del acuerdo con Vico.

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    Alberto

    20/03/2012 at 22:15

  56. Disculpe Sr. Astarita, he leído con cuidado cada uno de sus comentarios. Soy venezolano, y estoy viviendo un proceso de transición en mi país. Llámenlo como quieran, pero es un proceso que tiene raíces Bolivarianas, y porque no decirlo también Marxistas. Seguro no es un Marxismo clásico, pero si tiene un tono bastante grande del mismo. Ahora, le pregunto, según su criterio, esta transición al Socialismo desde el Capitalismo puede hacerse en un Régimen Democrático? Porque ese es el camino que los Venezolanos hemos elegido en reiteradas ocasiones a través de elecciones. Estoy de acuerdo con usted en que la relación de trabajo se ha convertido en una colaboración de clases, pero eso solo sucede en la Empresa Privada, también debo decirle que la voz del trabajador cada vez esta más fuerte delante al patrono debido a las leyes que se aprueban cada día a favor de la clase obrera, si esto no es un avance, entonces que es. Me podría decir, según su opinión, cual sería la forma de ejecutar un verdadero control obrero en las empresas, claro pensando siempre en un régimen democrático, no en una dictadura militarista, que de seguro sería mucho más fácil.
    Gracias!

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    Alberto Reveron

    25/04/2012 at 23:38

    • No puedo responder en un comentario todos los problemas que plantea. Muchas cuestiones las he discutido en otras notas. Aquí solo quiero precisar que el hecho de que «la voz del trabajador sea más fuerte frente al patrón» no define una relación socialista, ni siquiera un avance hacia el socialismo (esto sin entrar a considerar si esto efectivamente está sucediendo en Venezuela). En Argentina, bajo el primer peronismo, la clase trabajadora avanzó mucho en representación sindical frente a las patronales (comisiones internas por empresas, delegados cada 30 o 40 trabajadores) pero esto no significó transición alguna al socialismo. Incluso permitió un mayor control del Estado sobre el movimiento obrero de conjunto (entre otras «compensaciones», hubo un ataque sistemático a los militantes de izquierda). Como puede ver, las cosas son un poco más complejas que lo que pretenden algunos relatos. Sobre el control obrero escribí en otras notas (por ejemplo aquí y aquí). Invariablemente el «control obrero» bajo el capitalismo implica alguna forma de colaboración de clases. Acerca del «socialismo siglo XXI», planteé mi posición aquí.
      No tengo muchos elementos sobre el proceso de Venezuela, pero por los datos que tomo de las propias fuentes oficiales venezolanas, deduzco que no solo no hay transición alguna al socialismo, sino que ni siquiera Venezuela está en camino de dejar atrás el atraso económico (escaso desarrollo de las fuerzas productivas, industria raquítica, fuerte dependencia tecnológica). Aquí lo esencial es qué se hace con la renta petrolera. Todo indica que Venezuela no ha cambiado sustancialmente el patrón de acumulación rentístico petrolero que ha sido característico de otros «socialismos estatistas», a lo largo de la historia. Algo de esto discuto aquí y aquí.

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      rolandoastarita

      26/04/2012 at 09:05

  57. Gracias por su respuesta. Leeré los artículos a los que usted hace referencia en el comentario. De todas formas, déjeme mencionar, que en ningún momento en mi comentario hable de avance hacia el socialismo en mi país. Ya quisiera yo que esto sucediera. Ahora, si hay una transición hacia algo que mejora la calidad de vida de los Venezolanos. Le recomiendo estudiar más a fondo el caso Venezuela. Gracias!

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    Alberto Reveron

    26/04/2012 at 13:05

  58. y la propuesta concreta es….ninguna.

    Cuando se le pide una propuesta no es para buscar una solución dentro del capitalismo; eso es parte de su prejuicio; lo que se pide es una propuesta simple y llana. Y como dice, si usted respondería —la solución es el socialismo — solo queda como una propuesta muy general in extremis, lo cual, no es propuesta alguna.

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    Kyon Sama

    10/12/2014 at 05:47

    • Si afirmo que mi propuesta no es reformar el capitalismo (ni un régimen burocrático stalinista «a lo Corea del Norte»), es claro que la alternativa que propongo es el socialismo (entendido como control y gestión efectiva de los trabajadores). Pero entonces usted me responde que la propuesta es demasiado «general». Sí, tan general como la propuesta original del marxismo (puede consultar El Manifiesto Comunista): abolir la propiedad privada de los medios de producción y avanzar a la gestión colectiva.

      La idea de que si los marxistas no agitamos consignas transicionales en todo momento y lugar (del tipo «control obrero y de la producción») no tenemos propuestas concretas, es una tontería, desmentida por la propia historia del movimiento socialista. La cuestión de la articulación entre programa máximo y mínimo, entre lucha ideológica, política y económica, la he explicado cantidad de veces (que por otra parte, no es un invento mío; insisto, está en la misma historia de la construcción del movimiento socialista).

      Por eso, se trata de DOS propuestas (en lo que hace a estrategia, programa, táctica) DISTINTAS. Con una precisión: plantear el control obrero dentro del capitalismo, bajo condiciones no revolucionarias, o insurreccionales, equivale a «buscar una solución dentro del capitalismo»… mediante la colaboración de clases. Por eso también, no sólo se trata de dos propuestas distintas, sino OPUESTAS.

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      rolandoastarita

      10/12/2014 at 10:06


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