Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Sobre la estatización y el control obrero de los ferrocarriles

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En “comentarios” se me preguntó qué pienso de la renacionalización de los ferrocarriles argentinos, bajo control de los trabajadores y usuarios, que se propone desde varios sectores políticos. Dado que en otras notas ya he analizado estos temas, aquí ampliaré algunos argumentos, a la luz de lo sucedido en los ferrocarriles.

El enfoque de partida

La primera cuestión a subrayar, y es el eje de mi enfoque, es que el carácter progresivo de la estatización, o nacionalización, se define en relación al programa económico y social en que está inserta. Bajo el capitalismo, una estatización puede considerarse progresista si acelera o fortalece el desarrollo de las fuerzas productivas. Aquí, lo que subyace es la vieja idea de Marx y Engels, que el desarrollo de las fuerzas productivas mejora las condiciones sociales y materiales para la lucha por un cambio socialista. Esto significa que un régimen de propiedad estatal burguesa no es “en sí mismo” progresista. De hecho, el sistema capitalista en casi todos los países se desarrolló articulando en diversos grados el mercado la intervención estatal. Por eso, responder a la pregunta de en qué grado estas distintas combinaciones favorecen el desarrollo, exige estudios concretos de las situaciones concretas. No existe una respuesta “en general” (más discusiones aquí).

El estatismo en los ferrocarriles argentinos

Entrando ahora en el tema de los ferrocarriles argentinos, es imprescindible responder al discurso, que está circulando por estos días, que presenta como absolutamente opuestos al Estado (capitalista) y a las empresas (capitalistas). Según este relato, el Estado (o los ferrocarriles en manos del Estado) habrían funcionado de maravillas, hasta que en los noventa vino una ola privatizadora, impuesta “por los grupos económicos, el Consenso de Washington y el menemismo cipayo”, que barrió con todo y nos llevó al actual desastre. Se trata de un discurso muy conveniente al kirchnerismo, y se repite insistentemente. Por caso, la diputada Adriana Puiggrós, del Frente para la Victoria, afirma por estos días que todo el problema estuvo en las empresas concesionarias. La maniobra del Gobierno, de presentarse como querellante en la causa de la tragedia de Once, responde al mismo intento de establecer esta idea. El Estado con el pueblo, ambos víctimas del capitalismo codicioso e insensible. Pareciera que el Estado capitalista siempre habría impulsado el desarrollo de los ferrocarriles (además de «defender al pueblo»), y el capital privado hubiera sido el único responsable del atraso (y la explotación, etc.).

Pero esta historia no se sostiene cuando nos remontamos hacia atrás. Hay que decirlo con todas las letras: los ferrocarriles en manos del Estado, a fines de la década de 1980 y principios de los 1990, ya estaban en una situación calamitosa. No se cumplían horarios, el material rodante estaba deteriorado, también la infraestructura. La caída de la carga total transportada es una muestra de lo que decimos. En 1970 el sistema ferroviario argentino había transportado 22 millones de toneladas; en 1980 se había reducido a 16 millones, y en 1992 a 8,3 millones. Era el resultado de una larga decadencia -algunos dicen que se inició en 1958- conducida desde el Estado. Esta situación explica por qué la entrega de los ferrocarriles haya encontrado tan poca resistencia por parte de la población. Recuerdo que en 1995 el gobierno de Menem ganó las elecciones muy cómodamente, estando frescas aún las privatizaciones de ferrocarriles. Aquella política del menemismo fue aprobada por casi toda la clase dominante, y por buena parte de lo que hoy se reivindica del “movimiento nacional”. Subidos al carro privatizador, los Kirchner aplaudían las privatizaciones (ver aquí para más datos). Por esto mismo, es un acto de cinismo decir hoy que la principal razón de la tragedia de Once fueron “las políticas del neoliberalismo”, y callar quiénes, cómo y por qué estuvieron detrás de esas políticas. Pero además, esta historia demuestra que hay “vaivenes” que van desde el acento en el Estado al mercado, y viceversa; vaivenes que, de alguna manera, se suceden periódicamente.

La decadencia y postración a que habían sido llevados los ferrocarriles estatales también explica cómo fue posible que las concesionarias recuperaran pasajeros y cargas, sin hacer grandes inversiones. Por ejemplo, en el último año de administración estatal los ferrocarriles de conjunto transportaron 246 millones de pasajeros; en 1997 fueron 459 millones (aunque en 1965 habían sido casi 500 millones). Pero en materia de infraestructura la inversión siguió siendo muy débil; y el material rodante no se renovaba, apenas se mantenía o reparaba. Para colmo, por aquellos años se aceleró el cierre de ramales; cientos de pueblos quedaron aislados, una situación que ha sido denunciada reiteradamente. Además, miles de trabajadores fueron despedidos, y se cerraron o desactivaron talleres. La productividad (pasajeros y cargas transportadas por trabajador) aumentó sobre la base de una mayor explotación; no por incorporación de mejor tecnología.

Los 2000, nacionales y populares

Si pasamos ahora a los 2000, recordemos que fue el mismo Estado el que relevó a las empresas de la obligación de invertir, en medio de la “emergencia económica” provocada por la crisis de 2001-2. Y en los años que siguieron, no se renegociaron los contratos, y el Estado hizo la vista gorda. A partir de 2003, cuando se pone en marcha “el modelo productivo”, las cosas no variaron de fondo. Esto ocurrió en un período en que, supuestamente, estaban dadas todas las condiciones para desarrollar los ferrocarriles. En primer lugar, porque el Gobierno tuvo mucha injerencia en la actividad. Es necesario destacar que desde hace años las inversiones son responsabilidad directa del Estado, no de las empresas. Por eso, es intelectualmente deshonesto afirmar, como lo hace Adriana Puiggrós, y tantos otros militantes K, que el problema se reduce a las empresas ferroviarias.

Pero además, las empresas dependen de forma crucial de los subsidios del Gobierno, dado que las tarifas están congeladas. Por lo cual, el Estado tiene palancas muy concretas para presionar y controlar. Además, desde 2003 hubo mucho superávit fiscal, y existieron los recursos. Digamos también que en ferrocarriles predominó el capital nacional; no había que luchar contra los pulpos colonialistas imperialistas. En la rama estaba, y está, “nuestra” burguesía; nada del “empresariado oligárquico”, al estilo de la AEA. Y por último, el movimiento obrero organizado –léase la dirección sindical central- estuvo consustanciado con el proyecto nacional. Estaban dadas las condiciones óptimas para que desplegara el proyecto nacional, popular y productivista en ferrocarriles. La unidad Estado-burguesía nacional- movimiento obrero, más bonanza económica, más pueblo comprometido, ¿qué más? Sin embargo, los ferrocarriles argentinos continuaron estancados, cuando no en franca decadencia. No hay que hacerse el burro, y pretender que ahora todo la “culpa” es del empresario Cirigliano.

Evidencias inocultables

Lo anterior pone en evidencia, una vez más, que el estatismo burgués, en sí mismo, no necesariamente es la salida del atraso y la dependencia. Al respecto, hay muchos testimonios y evidencias disponibles. Por ejemplo, el informe sobre la situación del sistema ferroviario en el país, de la Auditoría General de la Nación, de 2008, que se ha citado repetidas veces en los medios. En el mismo se dice, por ejemplo, que Trenes de Buenos Aires no presentaba todos los planes de mantenimiento necesarios, ni daba respuesta a los pedidos de aclaración. También se señala falta de mantenimiento de los trenes, vías en mal estado, sistema de seguridad y frenado obsoletos y sin control, y formaciones que viajan con las puertas abiertas, a pesar de que está prohibido. La Comisión Nacional Reguladora de Transporte hizo advertencias similares. Todo esto para no mencionar las múltiples y reiteradas denuncias de trabajadores y delegados sindicales (opositores de la burocracia), de organizaciones defensoras del ferrocarril y de dirigentes políticos, como Pino Solanas o los del FIT. Además, desde hace mucho se está denunciando que trabajadores, e incluso personal jerárquico de las empresas ferroviarias, son sancionados cuando se niegan a sacar los trenes por el peligro que representan, o cuando formulan denuncias. Pero el Gobierno no amparó a estos trabajadores; por el contrario, a veces intentó eliminarlos del ferrocarril (el caso Sobrero). Organizaciones defensoras de los derechos humanos, alineadas con el Gobierno, tampoco abrieron la boca. Pareciera que el derecho a hablar y denunciar tiene límites muy precisos en el «modelo productivo transformador».

Por último, alguien todavía podría pensar que el problema se reduce a una falta de control del Estado sobre TBA. Sin embargo, donde el Estado está involucrado directamente en la gestión, las cosas no son muy distintas. En los ferrocarriles Roca y San Martín, donde el Estado participa de la administración (a través de la Unidad de Gestión Operativa Ferroviaria de Emergencia), la gente viaja tan mal e insegura como en el Sarmiento.

Inversiones estatales ausentes

En 2005 el discurso K decía que “2003 marcó el comienzo de un proceso de transformación y desarrollo del sistema ferroviario nacional” (sostenidos aplausos). Pero el balance es que hubo mucho discurso, pero pocas nueces. Sin pretensión de ser exhaustivo, menciono algunos casos notorios de promesas incumplidas: 1) la electrificación del ramal Constitución – La Plata, que demandaría una inversión de casi 1400 millones de dólares; 2) la remodelación de 50 estaciones y la compra de 200 unidades nuevas en el Roca; 3) el tren rápido de Constitución al aeropuerto de Ezeiza; 4) el tren bala Retiro -Rosario; 5) el soterramiento del Sarmiento; 6) el tren de alta prestación Retiro – Mendoza; 7) el cambio del sistema de señalamiento automático del Sarmiento (entre Once y Linieres el sistema es de antes de 1930); 8) la reactivación de los talleres de La Plata. Nada de esto se cumplió.

Por otra parte, las nueces fueron escasas, cuando no estaban podridas. Por ejemplo, se habilitaron los talleres de Tafí Viejo, con la promesa de que se generarían 5000 puestos de trabajo (discurso de la presidente). Hoy trabajan menos de 100 personas en esos talleres. También se compraron trenes a España y Portugal. Ricardo Jaime, cuando era Secretario de Transporte, acordó con España la compra de 500 unidades, entre coches y locomotoras usadas, que debían ser reparadas en Argentina. Llegaron unas 40 unidades, en pésimas condiciones, que están juntando óxido en Gerli y Chascomús. Algo similar ocurrió con material comprado a Portugal. Mejor suerte tuvieron los Talgo, que también se le adquirieron a España, y se utilizan para viajes a la costa atlántica. Y hay que mencionar la construcción de los vagones de doble piso, aunque se hicieron pocos; amén que se construyeron sobre estructuras viejas. No hay mucho más digno de mención.

Concentración del capital

“Es el barco del Pueblo contra el acorazado de los grupos económicos”, proclamaba hace algunos meses el hoy jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, a la militancia peronista y kirchnerista. Palabras más, palabras menos, fue uno de los mensajes más escuchados. La realidad, sin embargo, es que el Estado favoreció la concentración de grupos empresarios del transporte que ya venían enriqueciéndose desde los 90. Cometrans, el conglomerado en el que está integrado TBA, es representativo de lo que se hizo.

Cometrans se formó en 1991, y fue integrado por empresarios del autotransporte de pasajeros, para participar en las privatizaciones. Transporte Automotor Plaza (línea de colectivo 61/62), perteneciente a la familiar Cirigliano, fue líder de la operación. Con el tiempo, los Cirigliano asumieron el control del grupo. En 1993 Cometrans adquirió, por licitación pública, la Fábrica Militar General San Martín. Desde 1994 y hasta 2000, fue accionista de Metrovías, que explotaba las cinco líneas de subterráneos, el premetro y el ferrocarril Urquiza. Desde mayo de 1995 operó TBA. A lo largo de los 1990 adquirió las líneas de colectivos (de Buenos Aires) 143, 141, 140, 142, 36, 133, 124, 114 y 104. Desde abril de 1998 y hasta mayo de 2007, operó servicios de transporte público en Río de Janeiro. En diciembre de 1999 ganó la licitación para la remodelación de la estación Retiro, del Mitre. En los 2000 se siguió expandiendo: hoy emplea 17.652 trabajadores, posee 2599 buses y 1083 coches ferroviarios.

TBA es la empresa más importante del grupo. Opera las líneas Sarmiento y Mitre en el Gran Buenos Aires. Además, desde 2005 participa, junto al Estado, de la operación de la línea San Martín a través de la UGOFE. A mediados de 2007 el Gobierno Nacional sumó a la UGOFE la operación de las líneas Roca y Belgrano Sur. En 2011 Cometrans llevó adelante la renovación del servicio ferroviario internacional Argentina – Uruguay, y pasó a ser la operadora del “Tren de los Pueblos Libres” (que ya ha sufrido dos accidentes). También en 2011 comenzó a operar el tren de pasajeros “El Gran Capitán”, que une Buenos Aires con Misiones (Apóstoles). Este tren era administrado por Trenes Especiales Argentinos; en diciembre el gobierno de Corrientes rescindió la concesión a TEA, e inmediatamente el Gobierno Nacional puso a TBA al frente del servicio, mediante contratación directa. TEA denunció que había habido maniobras para desplazarla del servicio. Cometrans también continúa operando las líneas de transporte de pasajeros de corta distancia, ya mencionadas, y las de media y larga distancia Transporte Automotor Plaza, Plus Ultra Mercobus, Dumascat y El Rápido Argentino. Además, posee UpGrade, empresa dedicada al transporte de egresados. El transporte de colectivos recibe subsidios, de manera directa, y también a través del precio del gasoil. Por otra parte, y según datos del ministerio de Planificación Federal, sólo en enero pasado TBA recibió 76,9 millones de pesos. En defensa de estos subsidios se argumenta que las tarifas están muy retrasadas con respecto a la inflación de los últimos años.

Por otro lado, Cometrans se dedica a la construcción y reparación de unidades ferroviarias y autopartes. De manera que el Estado, del que recibe los subsidios, es también su cliente. En esta división se encuentran Emprendimientos Ferroviarios (EMFER) y Tecnología Avanzada de Transportes (TATSA). EMFER se dedica a la construcción de material ferroviario y ha encarado trabajos para TBA y Metrovías, pero también para Acindar y Minera Alumbrera. TATSA fabrica minibuses. Además, está Baires Ferrovial, dedicada a obras de infraestructura vial; que, naturalmente, se ha visto beneficiada por muchos contratos realizados con el Gobierno.

Cometrans también integra el grupo Baires Comercial, que maneja los locales de la estación de Retiro del Mitre, que ya hemos dicho, remodeló Cometrans. Asimismo, el grupo posee SIG, Sistemas Integrados de Gestión, dedicada a tecnología aplicada al transporte. También pertenece a Cometrans la empresa Transmedios, dedicada al marketing y la publicidad en trenes, autotransporte de pasajeros y la vía pública; entre otros clientes, figura el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires. El grupo también se hizo cargo, por un tiempo, de Southern Winds, pagando los sueldos de los empleados, por pedido del ex Secretario de Transporte, Jaime. Y estableció negocios en Qatar, para participar en la importación de gas licuado promovida por el gobierno (aunque ahora la operación parece congelada). Por último, recientemente el grupo se metió en el negocio de la Televisión Digital Terrestre. Según La Nación (23/02/12), Corporate Corp., perteneciente a Cometrans, integró la Unión Transitoria de Empresas (una asociación de varias compañías) para fabricar una parte de los 1,2 millones de decodificadores a ser distribuidos por el Gobierno.

A lo largo de los años hubo varias denuncias contra el grupo, pero las investigaciones judiciales nunca llegaron a algún punto. Por ejemplo, en 1998 Página 12 denunció que Cometrans estaba pagando sobreprecios por la compra de material ferroviario de origen japonés. Años más tarde, hubo denuncias de asociaciones defensoras del ferrocarril, de que se estaban vendiendo maquinarias, tornos, raíles, materiales de rezago y durmientes sustraídos de talleres y depósitos en Victoria, o provenientes del levantamiento de vías. El Organismo Nacional de Bienes, del Estado, no dijo palabra. Recientemente se ha denunciado (Buenos Aires Económico 23/02/12) que TBA utilizó parte de los subsidios para comprar dólares y especular en el mercado cambiario. Este tipo de operaciones está bajo control del Banco Central, y hoy también de la AFIP.

Agreguemos todavía la cantidad de negociados en los que participaron tanto las empresas concesionarias como la burocracia sindical -con la complicidad de funcionarios del Gobierno- formando empresas contratistas, que sobreexplotaban trabajadores. Negociados que daban suculentas ganancias, y fueron defendidos con patotas y a los tiros (muerte de Mariano Ferreyra).

A la vista de estos hechos, debería admitirse, por lo menos, que el Gobierno tiene una extraña manera de luchar contra “los grupos concentrados”. Y es poco creíble el argumento (de la presidente) sobre que no se pudo controlar al grupo Cometrans porque tardó en implementarse la tarjeta SUBE.

Corrupción

La situación que acabamos de describir fundamenta el diagnóstico de mucha gente, que dice que la principal causa de la tragedia de Once -y de la postración de los ferrocarriles- es la corrupción. Más precisamente, se trataría de un trípode de corrupción conformado por el Estado, las empresas y las direcciones sindicales. En un plano más general, la corrupción es considerada una causa principal del atraso y el subdesarrollo.

Aunque el tema excede los límites de esta nota, cabe hacer alguna reflexión sobre esa tesis. Es que si bien la corrupción existe, y está muy generalizada, es necesario problematizar la vinculación “corrupción, entonces atraso y subdesarrollo”. En este respecto, es atendible el argumento de Chang (2009). En crítica a autores de la derecha, Chang demuestra que en muchos países conviven altas tasas de inversión con una extendida corrupción. Y sostiene que si los funcionarios, o los capitalistas corruptos, invierten lo producido por la corrupción en el mismo país, puede haber desarrollo. Habrá transferencias de la plusvalía (este término no lo emplea Chang) entre sectores de la clase dominante, sin mayores consecuencias.

Por supuesto, pueden hacerse algunas objeciones a este razonamiento. Por ejemplo, la corrupción aumenta los costos para los capitales privados, y por lo tanto puede afectar la rentabilidad; o trabar la competencia, etc. Sin embargo, la sustancia del razonamiento de Chang permanece: si los corruptos invierten, habrá reproducción ampliada del capital. De manera que la pregunta a responder es por qué los que se enriquecen con la corrupción no reinvierten productivamente en Argentina la plusvalía de la que se apropian. Lo que equivale a preguntar, de nuevo, por qué la clase capitalista no invierte. Ante esto, una respuesta bastante común en la izquierda es: “porque se trata de una burguesía lumpen”. Esta “lumpen burguesía (término utilizado por Paul Baran, y luego por Gunder Frank) despilfarra el excedente. Sin embargo, con esto no hemos avanzado mucho, ya que es lícito preguntarse por qué la burguesía de este país es lumpen. Si se responde “porque padece de una tara congénita, de tipo rentístico y especulativo”, estamos en la misma. De última, lo psicológico no explica el fenómeno social. Por eso, en mi opinión, no es una cuestión de carácter o personalidad, sino de condiciones económicas y sociales -algunos marxistas dirán “un marco social de acumulación»-, que llevan a reinvertir, o no, el excedente. El tema da para más, pero con esto solo quiero señalar la insuficiencia de la tesis “la causa principal del atraso del ferrocarril es la corrupción Estado-burguesía-burocracia sindical”.

Control obrero

La idea de que la corrupción fue la causa de la tragedia sustenta la demanda de estatización bajo el control de los trabajadores y los usuarios. Se piensa que así el Estado gestionará los ferrocarriles teniendo en cuenta los intereses de los trabajadores y los usuarios (en su mayoría gente humilde). En otras palabras, se podrían establecer islas en las que no prevaleciera la lógica del capital.

Esta demanda tiene, en mi opinión, un aspecto positivo, ya que plantea que la intervención del Estado, de por sí, no es la solución del atraso y de la falta de inversión. El problema, sin embargo, radica en que es imposible establecer el control obrero del modo de producción capitalista, y de su Estado (véase acá). Máxime cuando se pretende determinar los precios desde el gobierno, esto es, “manejar” la ley del valor. El problema es que, sencillamente, no se pueden establecer los precios desde el Estado. En otra nota he explicado por qué (ver aquí). La dificultad ya se ha puesto en evidencia en la experiencia reciente. Por caso, el gobierno congeló las tarifas ferroviarias, de manera que hoy, según las empresas, los ingresos por venta de pasajes apenas cubren el 30% de los gastos operativos. Pero… ¿quién determina estos costos y ganancias? En este punto se entra en una caja negra, en la que todo es posible. ¿Cuál es la salida que propone entonces la burguesía más “liberal”? (aunque nunca prescinde completamente del Estado). Pues liberar los precios a las fuerzas del mercado. ¿Qué propone el nacionalismo estatista? (aunque nunca prescinde del mercado). Controlemos con los funcionarios (si son de la Cámpora, mejor). ¿Cómo retruca la izquierda radical? Impongamos el control obrero. Pero sin vencer al capital, sin el poder político, esta “salida” no es viable. Un “control obrero” (que, además, se transforma, en las condiciones actuales, en colaboración de clases) no podría “determinar” los precios a voluntad. A duras penas podría intentarlo un Estado de los trabajadores, con un programa de transformación socialista; pero este escenario hoy no está planteado como posibilidad más o menos inmediata.

En conclusión, es necesario superar la idea de que la única manera de oponerse al capital es fortaleciendo al Estado capitalista. No hay que proponer soluciones utópicas, que conducen a callejones sin salida. Es importante discutir qué reivindicaciones y tácticas políticas son necesarias para enfrentar al capital y su Estado, pero teniendo presentes limitaciones que están impuestas por el modo de producción capitalista (es lo que se conoce, en la tradición del socialismo, como un programa mínimo).

Texto citado: Chang, Ha-Joon (2009): ¿Qué fue del buen samaritano? Naciones ricas, políticas pobres, Universidad Nacional de Quilmes.


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Sobre estatización y control obrero de los ferrocarriles

Written by rolandoastarita

28/02/2012 a 18:47

57 respuestas

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  1. Entonces que se deberia hacer en este caso concreto con tba.
    Ademas que se deberia hacer con el precio de los pasajes de colectivos y trenes y de los servicios publicos ya que no se puden seguir subsidiando, deberian subsidiarse a los mas pobres

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    Alicia

    28/02/2012 at 19:09

    • No es la función de los marxistas ponerse a aconsejar a los capitalistas (o al Estado) cuál es la mejor manera de administrar sus negocios. Acerca de los subsidios y salarios, mi postura ya lo he explicado en la nota, a la que también remito en ésta.

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      rolandoastarita

      28/02/2012 at 19:15

  2. El libro de Ha Joon Chang es sumamente interesante y muy aprovechable. Y es muy antiliberal. Se puede descargar en Scribd, recomiendo a todos que lo lean.
    Chang tiene una postura sobre las empresas públicas parecida a la de Astarita: existen en el mundo empresas públicas en diversos sectores económicos que funcionan bien y otras que funcionan fatal. Lo mismo que en el sector privado. Cita varios ejemplos para ilustrar su postura.
    Uno puede defender el sector público como eficiente, que promueve servicios de calidad a precios asequibles. En Europa, Francia sería el modelo, su economía planificada y fuerte sector público llevaron a Francia a superar a Reino Unido allá por 1980. Chang asegura que el abandono por Francia de su más estricto liberalismo la llevó a dar un gran salto económico.
    Pero los liberales pueden citar la economía inglesa que también tenía un fuerte sector público y fue en las 3 décadas siguientes a la II Guerra Mundial, una de las economía de la OCDE que menos creció.
    El debate privado/público, mercado/Estado es un poco falso, y no explica mucho. Son otros muchos los factores que intervienen en el buen funcionamiento de una empresa.
    De todas formas se echa de menos, como suele ser habitual en el blog propuestas alternativas a las posturas que se critican. Al menos Chang tiene claro cuál es el modelo…su propio país. Samsung for ever.

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    José Miguel

    28/02/2012 at 19:09

    • Mi «modelo» es una salida socialista. En tanto, bajo el sistema capitalista,ayudar en lo posible a toda lucha reivindicativa que permita mejorar algo las cosas. Pero hay que evitar ponerse a razonar «como estadistas» (viejo consejo de Lenin). Es un problema muy generalizado dentro de la izquierda.

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      rolandoastarita

      28/02/2012 at 19:17

    • gracias José por el dato.

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      Leonardo Sai

      29/02/2012 at 17:35

  3. Excelente trabajo Rolo. Los datos que aportas son muy útiles.
    Hace un par de días hablábamos con un compañero ferroviario sobre el tema que tocás en este artículo, y lo que el compañero aportaba (en resumen) es que esté en manos de quien esté el servicio los trabajadores deberían organizarse para acabar con el trabajo precarizado.
    Me parece un buen punto para empezar cualquier discusión sobre un programa a llevar adelante en el espacio y mucho mas concreto que una consigna vacía.
    Saludos.

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    Pablo F

    28/02/2012 at 19:47

  4. Rolando entiendo que la nota es eminentemente política y comparto el planteo. Pero te consulto algo que hace al ferrocarril dentro de la estructura económica. Tengo entendido que el medio de transporte en general más barato es el ferrocarril y que el transporte rodante (camiones, colectivos etc ) es mucho más caro. ¿Alguna vez tuvo el ferrocarril el peso del que se habla en el país? De ser positiva la respuesta ¿Cómo se explica la desmantelarían del ferrocarril como medio de transporte fundamental en la argentina? ¿La clase capitalista argentina no invierte en tanto clase y el tema del transporte ferroviario es un ejemplo claro? ¿En los países centrales el trasporte terrestre esta comandado por el ferrocarril? Me gustaría saber qué opinas.
    Saludos

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    Fede

    28/02/2012 at 20:34

    • Actualmente el ferrocarril representa solo el 3% del transporte general de Argentina. No tengo cifras, pero seguramente en 1950 o 1960, para mencionar dos fechas, la proporción debió ser bastante más elevada. No soy experto en el tema, pero por lo que conozco, hacia fines de la década de 1950, con el boom del automóvil, de la industria del cemento y el concreto, y del petróleo y sus derivados, se pasó a impulsar el transporte automotor, en detrimento del ferrocarril. El fenómeno fue mundial, pero en Argentina se expresó con fuerza en la política de Frondizi; coincidentemente, estaban aterrizando las primeras fábricas de automóviles, que por entonces eran estadounidenses. Desde hace unas décadas, también a nivel mundial, ha habido una revalorización del ferrocarril. A todas luces, es un medio de transporte menos agresivo con el medio ambiente, y más económico, al menos cuando se trata de cargas. Por ejemplo, gran parte del transporte de granos en Argentina se hace por camión (hay más de 100.000 unidades dedicadas a esto), lo que es mucho más oneroso. Muchos sectores de la propia clase dominante protestan por esta situación. Lo cual demuestra que las políticas de Estado no se adaptan de manera directa y plástica a las necesidades del capital «en general».

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      rolandoastarita

      28/02/2012 at 23:29

    • Algunas cosas para agregar. En nuestro país el ferrocarril nace de la iniciativa de empresas privadas (nacionales y extranjeras) y de la acción del Estado, para pasar luego a ser propiedad de empresas extranjeras, principalmente inglesas. Según los estudios, de este origen múltiple, surge el grave problema de las diferentes trochas, lo que impide que los trenes circulen por toda la red. A fines de los cuarenta, bajo el peronismo se nacionalizan el sistema de ferrocarriles, que estaba en una situación al borde del colapso (los equipos eran chatarra, también eran conocidos los descarrilamientos y fallas en el transporte). Schvarzer describe de manera bastante crítica la compra y el manejo que tuvo el Estado en este proceso (ver La industria que supimos conseguir). La cuestión es que la empresa «registró déficit desde el primer año de la estatización» y «siguió un sendero de deterioro en el que ya había entrado a mediados de la década del veinte». Julio Sevares parece ser conciente de estos problemas que arrastraban los ferrocarriles, pero destaca que con «el sistema ferroviario se desarrolló una serie de talleres de construcción y reparación y se generaron demandas para la industria local. Algunas de las actividades alcanzaron un buen nivel técnico y el país llegó a exportar material ferroviario» (ver El desastre ferroviario -y del transporte en general- como política de Estado). Según este mismo autor, la decadencia de los ferrocarriles comenzó cuando el gobierno de Frondizi da un vuelco a la política de transporte privilegiando el automotor. A partir de ahí, el ferrocarril fue perdiendo paulatinamente pasajeros y cargas a manos de los camiones y ómnibus. Luego, las transformaciones más importantes fueron las que se dieron en los noventa. En definitiva, desde mi punto de vista, los ferrocarriles en la Argentina siempre encontraron severas limitaciones dado el carácter atrasado o dependiente del desarrollo capitalismo. De acuerdo a la nota entiendo que el gobierno K nunca se propuso un cambio serio de política para mejorar el sistema. Esto significa que debemos proponer una política y un programa socialista, agradezco a Rolo por todos los argumentos que aporta para la discusión.

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      Omar

      01/03/2012 at 11:50

  5. Excelente artículo Rolando. Por fin un análisis que no busca cortarle las piernas a la realidad del movimiento concreto del capital en su actual fase y, en particular, en Argentina, para que calce con manuales mal editados o arengas que, a la hora de observar cómo se expresan las características nucleares del capitalismo en el país, parecen sortear desde la ‘pureza’ y en consecuencia, cómodamente, el duro derrotero de la construcción genuina de una alternativa política, de poder, desde los intereses de los trabajadores y el pueblo y su movimiento real.
    Espero que podamos encontrarnos en Buenos Aires un buen día. Soy el periodista Andrés Figueroa C., que te entrevistó en Santiago de Chile hace un tiempo. Ahora resido aquí.
    Entonces, un abrazo.

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  6. Compañero. Desde ya y como resulta evidente, me incluyo entre los varios compañeros interesados en su opinión. Respecto de las nacionalizaciones o estatizaciones, acuerdo con que no se las puede aprobar o combatir desde otra cosa que no sea el análisis concreto. Una cosa es la estatización por parte de un estado revolucionario comunal, otra por parte de un estado burocrático, otra por parte de un estado burgués. En esto, la diferencia cualitativa pasa por el carácter de clase del estado. A su vez, hay posicionamientos tácticos a según de las situaciones. El poder soviético convivió durante algún tiempo con la propiedad capitalista. Cuando la tensión se hizo insoportable, las palancas de mando fueron nacionalizadas. Revoluciones encabezadas por una burocracia político militar en su etapa ‘heroica’ efectuaron nacionalizaciones progresistas aún en los marcos de la negación de los más elementales derechos políticos para los subordinados. En cuanto a un Estado burgués, el rol respecto del desarrollo capitalista es factor importante, pero, no el único, puede haber nacionalizaciones de resultado dudoso sobre el desarrollo, pero que involucran beneficios para los trabajadores o que se dan en el marco de verdaderos enfrentamientos con el imperialismo, como medida defensiva en una guerra. En todo caso, no pueden considerarse como una panacea, o como alguna medida preparatoria del socialismo e inequívocamente beneficiosa, tal el punto de vista de los socialdemócratas de antaño, de un Jaurés, no de Marx o Engels, aunque en la actualidad, el primero sea moneda corriente entre las corrientes revolucionarias, con el aditamento del ‘control obrero’ o de ‘obreros y usuarios’. En el remoto caso que se diera una restatización de los ferrocariles aún sin atisbo alguno de control de los de abajo, la medida sería aplaudida por todo el arco de la izquierda, porque ‘en teoría’ implicaría una concesión forzada del gobierno y facilitaría la tarea de ‘preparar’ el control obrero, aunque entre la nacionalización y el control no medie ninguna dinámica permanente real. En otro plano, la complicidad del actual plantel estatal está bien escrachada por sus antecedentes, sobre todo en un país donde la memoria no florece tanto como la soja. Lo del trípode de la corrupción, es el caballito de batalla de la izquierda trotskista. Al poner el acento en la corrupción, velan el problema de fondo, que la corrupción, en distinto grado es rasgo funcional de la clase capitalista y su personal político y una administración estatal pura, no necesariamente la anula, es más, puede acentuarla, sin solucionar ningún problema. Se olvida que el estado no solo es el instrumento de la violenta opresión de los trabajadores, sino un aparato destinado a manejar un ‘capital social’ funcional al interés conjunto de la clase capitalista. Hasta es posible que la corrupción ‘progresista’ a lo Chang, no sea tan ajena al actual esquema. Progresan los conglomerados del transporte, progresan las cuentas bancarias de los políticos y burócratas y hasta tal vez progresen en forma raquítica las fuerzas productivas. Lo concreto es que este ‘progreso’ a los millones de trabajadores que usamos el tren, nos caga la vida y en este aspecto, hay que combatirlo. Por lo que expresé en anteriores post, coincido en que no hay que ponerse en consejero del gobierno. Pero hay que, modestamente y con humildad, darle , como socialistas, un consejo a los trabajadores y no solo generalidades. Que en el socialismo los trenes van a ser gratis y van a andar fenómeno ¿Quien lo duda? pero los trabajadores no quieren el socialismo (real) o les parece una utopía irrealizable, por consiguiente no se plantean ni siquiera remotamente esta perspectiva. Nada de lo dicho nos exime de propagandizar el socialismo, pero le resta efectividad en la solución de los problemas inmediatos. La restatización no va a cambiar las cosas. Coincido. El control obrero es una patraña en una situación no revolucionaria. Así es. Solo resta el ‘programa mínimo’. Ahí está el problema. Si las patronales solo persiguen el mayor lucro. Si el estado hace lo que quiere, por que no se lo puede controlar. Si del control obrero estamos a años luz, si a los tarifazos no se los puede enfrentar por que son un hecho inevitable y a lo sumo habrá que pelear (con sindicatos estatizados) por los puntos de incidencia en una paritaria. Si quemar trenes es reaccionario y desorganizante. Si hacer paros por cuestiones de seguridad enfrenta a gran parte de los trabajadores que quieren viajar ¿Que margen hay para un programa mínimo específico que no pase por declamar en vacío por la necesidad de un transporte eficiente barato y de calidad? Que se entienda bien. No lo estoy acusando de nada. Pero su excelente artículo carece de un remate político práctico. No pasa de una generalidad. No me ofrece una respuesta acabada, lejos estoy de requerirlo, pero siquiera una lumbre que indique los medios para luchar por esta reivindicación.
    Disculpándome por la extensión, le agradezco su paciencia y el esmero con que atiende las inquietudes de sus interlocutores.

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    AP

    28/02/2012 at 23:45

    • Es un poco aburrido estar repitiendo siempre lo mismo, pero entiendo que en buena medida enfrento una tradición que se ha acostumbrado a razonar desde el punto de vista de exigir «soluciones prácticas».
      Le doy el siguiente ejemplo: supongamos que usted trabaja en una empresa, es representante de los trabajadores, y exige un aumento salarial, digamos del 20%. Entonces la patronal le dice que no tiene suficiente dinero para dar ese aumento, pero lo invita a colaborar en encontrar soluciones prácticas, y le señala que, después de todo, sus teorías sobre la plusvalía y la explotación «carecen de un remate político práctico». Sospecho que rechazaría la propuesta de la patronal.
      Supongamos ahora que alguien estudia El Capital, y lee las partes en que Marx explica que la desocupación o las crisis son imposibles de eliminar bajo el capitalismo. Supongamos que esta persona le dice a usted que lo de Marx es brillante, pero que le falta un «remate político práctico», que diga cómo paliar, al menos, las crisis o la desocupación. De nuevo, sospecho que usted no acordaría con el crítico de Marx.
      Por fin, supongamos que alguien lee el famoso texto de Engels sobre la vivienda, donde éste, luego de analizar las variantes reformistas burguesas, llega a la conclusión de que «ninguno de los problemas fundamentales de la clase obrera tiene solución de fondo en el modo de producción capitalista». De nuevo, estamos ante esa falta de «remate político práctico».
      Le pido, por favor, que reflexione sobre estas cuestiones. Nuestro programa mínimo (digo, el programa del socialismo más o menos típico) defiende o exige salarios, sin ponerse a imaginar las formas en que los capitalistas puedan satisfacer la demanda. Exige seguros de desempleo, sin proponer planes económicos para eliminar las crisis. Exige un salario que cubra la vivienda, sin elaborar un remedo de la política de un ministerio de la vivienda burgués. Y así de seguido. Exigimos condiciones sanitarias, sin ponernos a administrar los hospitales o el sistema de salud. Exigimos transporte con la misma actitud, etc. Todo esto está en la esencia de la posición política frente al capital y su Estado.
      .

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      rolandoastarita

      29/02/2012 at 00:07

    • Vayan mis sinceras disculpas por el tedio. Lamentablemente, la mayor parte de la vida nos la pasamos repitiendo cosas. Puede ser que nuestro interpelado tenga los oídos tapados o el cerebro muy obtuso o como usted dice, este obnubilado por el peso de tradiciones y costumbres. También puede ser que los argumentos que se le presentan no sean adecuados al planteo. Yo no estoy hablando de la solución ‘concretita’ que nos exige siempre la izquierda que conocemos, ya sea, jugar al estadista o creer en los milagros. Siendo la política, en su acepción más general, la acción orientada a un fin, así este pueda ser promover una decisión de estado (que es, si no, un seguro de desempleo) intento promover una fuerza para conseguirlo, sobre la base de los métodos tradicionales de lucha del movimiento obrero y sobre los que, sin transgredir los principios puedan aportar en ese sentido. Sobre los ejemplos. Toda negociación salarial es una transacción que depende de la relación de fuerzas. Lo que opine la patronal sobre la explotación y la plusvalía, poco importa, lo importante es no tomárselo en serio y hacer un fin último de la negociación salarial. Las patronales siempre mienten y al decir de Moyano ‘pijotean’. El problema es con que fuerzas contamos para empujar al máximo la reivindicación. La lucha salarial es bien política y bien práctica, al punto que puede concluir con un trompazo de nocaut que termina estrellado entre los pechos turgentes de G. Camaño (una conocida anécdota). Lo mismo se hace extensivo al desempleo. Luchar por un seguro al parado es una política práctica válida, entendida como una medida que abarque al conjunto de los desocupados, tenga un monto que asegure la reproducción de la fuerza de trabajo y se actualice periódicamente. También lo fueron los primitivos piquetes del interior que mediante bloqueos de camiones y rutas impusieron la creación de empleos en la construcción. También las luchas defensivas que impulsaron la generalización de los planes de empleo (aunque el estado y las patronales consolidaran su posición estratégica) También lo fueron en contextos pre revolucionarios la imposición del pago de los salarios a los cesantes por la crisis (recomendación preferida de la Tercera Internacional). La vivienda. Decir que solo pasa por el salario acorde es insuficiente. En la actualidad, un trabajador con salario promedio, tendría que vivir del aire 5 años ahorrando para comprarse un departamento. A cuanto debería subir el salario? Seguro que ‘un poco más’ que el techo previsto, por eso se requiere exigir la construcción de viviendas ‘dignas’ de bajo costo y pagaderas en larga financiación. También denunciar y enfrentar la corrupción y clientelismo imperante en la distribución de las viviendas construidas por el estado, organizar la ocupación de viviendas ociosas o predios públicos abandonados con fines de especulación inmobiliaria, así fuera para terminar negociando con el estado una casa o en el peor de los casos un subsidio para alquilar. En otros contextos, comités de inquilinos se organizaron y sublevaron contra la suba abusiva de las mensualidades. y un largo etcétera. No quiero alargar excesivamente este escrito. No crea que no reflexiono sobre sus observaciones. Siempre las tomo en cuenta. Creo en la lucha por reformas, sin por ello ser reformista, no me propongo domesticar al capital y al estado. Pero creo que la lucha puede arrancar concesiones aún si esto implica sean mediadas por el enemigo de clase. Por política práctica, no entiendo el plan del reformador genial que seduce a las masas con el idilio del estado popular, sino, pasos concretos y propuestas que favorezcan la lucha por imponer concesiones. No le he pedido una fórmula mágica para resolver ipso facto el desastroso estado del trasporte ferroviario de pasajeros, pero si una política para imponer, desde el interés de los trabajadores, al estado, la patronal privada, a Dios o quien cuernos sea, una reforma. Nada nos exime de pensar y actuar para lograrla.
      De todos modos, gracias por la invitación a la reflexión. Es un buen tono que no abunda en estos tiempos.

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      AP

      29/02/2012 at 01:46

    • Su último comentario aclara mejor su posición. De todas formas, sucede que acerca de las formas y tácticas concretas de lucha, estoy de acuerdo con un viejo criterio de Lenin: no se elaboran en gabinetes de intelectuales, ni en las direcciones de los partidos políticos (así sean de izquierda). Surgen de la propia actividad de la gente. Una política para imponer reivindicaciones depende de la correlación de fuerzas, de la iniciativa de la gente, y de otros factores que nadie puede determinar apriori. Alguna vez Marx escribió que los socialistas no bajamos del Olimpo con recetas de lucha; simplemente participamos en los combates, y explicamos por qué se lucha. El resto, lo deducirá la propia gente.
      Entiendo que es una manera muy distinta de abordar la cuestión de la que se acostumbra hoy.

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      rolandoastarita

      29/02/2012 at 09:36

  7. bueno rolo, mirá, de alguna manera sos critico pero por algo no puedes desenvolver una plataforma o «salida» política, me refiero en términos revolucionarios, te quedas en una suerte de espiral sin salida…dices «…es necesario superar la idea de que la única manera de oponerse al capital es fortaleciendo al Estado capitalista. No hay que proponer soluciones utópicas, que conducen a callejones sin salida. Es importante discutir qué reivindicaciones y tácticas políticas son necesarias para enfrentar al capital y su Estado, pero teniendo presentes limitaciones que están impuestas por el modo de producción capitalista (es lo que se conoce, en la tradición del socialismo, como un programa mínimo)…» seguro, es asi, el capitalismo es un sistema con sujetos, entre ellos la burguesía, su alma y espíritu (porque es dueña del capital, es decir timonea las relaciones sociales en lo que consiste)…
    quizás yo sea simplista y reduccionista, pero no dudo que afirmar como dices que el control del estado (como si fuera neutro) o aun con ciertas formas «participacionistas» o etc, es una entelequia, pero se trata de exacerbar las contradicciones y que estas atraviesen la conciencia, es decir la imposibilidad….hasta un punto, si se da, de quiebre….de que esto ya no va mas…tampoco pueden quienes dirigen….una disposición a probar otro curso posible (eso es una revolución con gérmenes o proyección socialista triunfante, no otra cosa)….en todo caso, lo que buscamos los revolucionarios es ayudar e impulsar ese punto de quiebre….¿ después? …no se, nada está tan claro habida cuenta de las experiencias y de este mundo…
    te parecerá quizás simplista, pero no obsta a las opiniones y análisis y propuestas y proyecciones, pero en el fondo la teoría creo nos da para eso, la revolución entendida como una subversión del aparato político de dominación (que no es lo mismo que la estructura o llámalo como quieras de dominación, ya se), desatar energías, ser parte en encauzarlas (desde donde se está)….en fin…
    digo, que en el fondo, es «revolú» sin quedarse en petardeos, decir que este sistema de ferrovias de transporte y cargas, por hablar de lo que hablamos, no da mas y no puede dar mas si no es con la condición de sacarse encima la lacra dominante (bajo la forma de burocracias, empresas de capitalistas amigos, la presencia del imperialismo, que está presente, etc) y que los trabajadores, la poblacion nos hagamos cargo…. es una proyección y un desafío….¿como?…no se, veamos….pero ellos ya no pueden ni dan nada mas positivo……¿nosotros?…los explotados, el pueblo?…tampoco se, pero nunca lo intentamos ni tuvimos a cargo ello……vale el intentarlo no?….las formas políticas, operativas, etc….no se….pero trabajemos hacia esa decisión…. en todo caso, si no hay salida, vale el intento por ese lado….ahhhh, me olvidaba, de paso, propugnemos el socialismo, sea una ideología o programa, pero no deja de ser un fin y una meta…
    de otra manera, nos quedamos en criticas de la imposibilidad, pero….¿que hacemos?

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    esteban

    29/02/2012 at 01:53

    • No es que no tenga «propuesta política», sino que presento otra propuesta distinta de la que se ha acostumbrado en el trotskismo o en las corrientes al estilo PC. Lo que propongo es un programa mínimo, de reivindicaciones que en principio se pueden lograr dentro de las relaciones de producción capitalista, y un programa máximo (que en estas condiciones es para la propaganda), que sería aplicado por un Estado y gobierno revolucionario. No es una «novedad». Se trata de la política que fue aplicada tradicionalmente por el marxismo, por lo menos hasta comienzos de los años 1920.
      Como he explicado en otras notas, en la izquierda dominan dos concepciones, opuestas a la que defiendo. La primera, es la política del tipo Programa de Transición, del trotskismo. He explicado en otras notas, y en la Crítica del Programa de Transición, por qué considero que es equivocada; también por qué esta táctica política fue rechazada por Marx y Engels, y luego por la Tercera Internacional. Aclaro, además, que defender una política con la idea de «vale el intento», es equivocado. Una táctica que lleva a un callejón sin salida, termina provocando desmoralización y frustración. Sería bueno sacar alguna enseñanza de lo que ha sucedido en la izquierda.
      La otra orientación que predomina es la stalinista, de revolución por etapas. Aquí, el programa mínimo se ha convertido en un programa de apoyo («crítico», siempre es «crítico») a alguna fuerza o gobierno del capital, al que se considera «progresista». Las reivindicaciones elementales se encuadran dentro de esta política. El programa máximo puede hablar de socialismo, pero lo que importa es el apoyo a las variantes progres del capital (en la realidad, cada vez se habla menos del objetivo socialista).
      ¿Qué hacemos? Lo que propongo es luchar por las demandas elementales. Se pueden arrancar reivindicaciones. Un ejemplo elemental: la movilización de 2001-2 consiguió arrancar una especie de seguro de desempleo (los Planes Trabajar). Pero hay que aprender a luchar sin hacerse ilusiones. No hay movilización, ni estrategia que permita eliminar las crisis, o el desempleo, o la explotación, dentro del sistema capitalista. Es cierto que por afirmar esto se me acusa de «no tener propuesta política». La acusación, en sí misma, desnuda en buena medida la naturaleza de las concepciones políticas que estoy criticando.

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      rolandoastarita

      29/02/2012 at 09:30

    • voy a meterme en esta conversación de manera humilde pues mi conocimiento no es muy elevado y parece ser una conversacion entre particulares( aunque no lo es) y solo quiero aportar al debate ya que en mi pais tanto trotskistas como otras muchas corrrientes revolucionarias enarbolan planteamientos como… ¿cual es la propuesta de nosotros? no todo puede ser critica o ¡¡la única salida al conflicto es la nacionalización del cobre bajo control de los trbajadores¡¡
      me parece que el argumento que usted esgrime en cuanto a exacerbar las contradicciones y que se atraviesen las conciencias…. es muy parecido al argumento que lenin esgrimía contra los llamados terroristas en el Que hacer…. es decir ¡no es posible exacerbar aun mas las contradicciones que tiene el modelo capitalista sera posible que colocando una bombita o un petardito o alguna consigna ultra revolucionaria podamos penetrar las conciencias y desencadenar una revolucion que esta imbricada en la conciencia rebelde del pueblo…. me parece compañero que es imposible con una consigna o dos sea ultra revolucionaria o seudo remecer las conciencias de los proletarios que han sido de manera practica explotados y humillados por siglos.

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      manuelmusica

      01/03/2012 at 04:52

  8. Lo de la «buena corrupción» (Chang) no tiene nada de extraño en un coreano porque Corea era considerada «un caso perdido» y «un pozo sin fondo» por los norteamericanos que gestionaban la ayuda a la dictadura militar surcoreana en los años sesenta y setenta. Y estaban poniéndose las bases del «milagro». No vamos a hablar de China actualmente.

    Lo que me parece imposible es que exista una «buena corrupción» cara a un marco socialista.Hace treinta años Norberto Bobbio ironizaba sobre los que veían en Italia la posibilidad de una «terza vía» , decía que el fraude fiscal existente ya evidenciaba la inexistencia de una cultura cívica digna de ese nombre en todos los estratos sociales y que el militantismo sindical no tenía nada que ver con una perspectiva socialista consecuente, «en Escandinavia quizá , pero aquí no». Recuerdo que estas cosas me enervaban pero ahora me parece que tenía mucha razón.A la vista están los hechos. No he conocido ningún buen delegado sindical que no fuese un buen trabajador, de los que «primero cumplen» como decía Marcelino Camacho, puede parecer a veces que es cosa secundaria , pero a la larga … Tampoco me imagino como se puede gestionar bien una cooperativa haciendo trampas o con coimas y tal..

    Me parece que las críticas al Programa de Transición y demás de Astarita son muy certeras pero eso de que no hay que tener recetas, dígalo Lenin o quién sea… Gerald Cohen llamó a este planteamiento erróneo de raiz hegeliana «la metáfora obstétrica en la concepción marxista de la revolución». Y añadió: «La historia del fracaso socialista muestra que los socialistas sí que necesitan escribir recetas, y no sólo, como sugiere esa misma historia, para saber que hacer con el poder, sino para atraer a las masas que creen , de modo muy razonable ,que más vale malo conocido.» Estoy de acuerdo con él.

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    Karl Mill

    29/02/2012 at 20:01

    • Si eso recetas, recetas…Y despues armamos un librito titulado «Revolution for Dummies», para que Cohen desde «el más allá» lo entienda y se ponga feliz porque ya no somos más hegelianos!!!

      Si algo sobro el siglo XX fueron recetas, de todo tipo y color. Pero leer no dogmaticamente a Marx para desde ahí interactuar con los trabajadores, de eso hubo bien poco. Fijese que escribo interactuar, porque a mi no me interesa atraer a nadie, el pensamiento critico no se construye por atracción. Porque lo que creen las trabajadoras es mucho más complejo que «más vale malo conocido…» Cada día que pasa le voy perdiendo más el respeto que le tenia a Cohen.

      Saludos.

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      Gerardo Daniel

      29/02/2012 at 23:14

  9. creo que el tema da para mas, rolo, por mas que hables de «cansancio» en repetir y demás…de alguna manera siempre hay y sigue habiendo esa cuestión de ordenes, porque es la realidad misma, digo lo del progra mínimo y máximo, creo que también lo de la «transición» también es cierto, no voy a poner nada en boca del León ni de sus manadas, pero es verdad que una huelga, con ocupación, de alguna manera, en germen, plantea la cuestión de la propiedad y del poder, es decir quien manda y decide en la fabrica, que, a su vez, es el espacio en donde deviene la relación social que llamamos capitalismo y que, en la esfera política consiste en el derecho de la propiedad de los medios de producción… de acuerdo, pero el problema es como proyectar la perspectiva política, que creo que estrategicamente no es solo el socialismo, sino el quiebre de esas relaciones y la instalación de otras relaciones de poder, lo que llamamos la revolución, a mi, vo hacia los sesenta, no me preocupa tanto cómo haremos el socialismo, mejor o peor, sino ser en mi praxis un avance hacia la ruptura y quiebres de este sistema enfermo y eso no es lo «máximo», sino lo creo posible…
    a ver si me explico, la distancia, dialecticamente hablando entre el progra mínimo y máximo es relativa y, en el fondo, es una cuestión diría subjetiva…
    un medico luchador ya muerto, medio anarco pero profundamente revolú me dijo (y me consta) que durante una huelga de salud (enfermeros y médicos pasajeramente unidos por lo «mínimo», aumento y pago de los salarios) en una asamblea planteo que ya que se enfrentaban a la gente pobre, los explotados, que necesitaban ese servicio y que tenían que «explicar» las razones de la lucha, mas las maniobras y aprietes del gob, etc….propuso, ya que el hospital estaba tomado, que se lo haga funcionar, pero no entren ni directores, funcionarios designados, etc… la gente, los explotados, que van alli entienden eso porque entienden y se mostraba asi la capacidad de los trabajadores de hacer andar algo, con la demostración y entenderse así con los otros explotados, en el fondo la cuestión era…el hospital anda porque los gestionamos y manejamos los trabajadores, uds ven y son parte de ello….entonces…¿es necesario ese aparato de dirección y gestión que nos expropia nuestra capacidad?…. que es el estado en el fondo?…. el socialismo, que es?…eso, ya se que mas complejo, pero si hacemos andar un hospital sin directores, jefes, etc…bueno, un campo, vos que sos campesino o trabajador, puede andar sin el propietario y su elenco de jefes?…una escuela, una empresa de transporte…eso es el estado nuestro, lo que hablo, el socialismo lo vemos acá, en chiquito, pero lo vemos, no es algo «máximo», sino «mínimo», la lucha por el salario, la perspectiva, todo va junto…
    ves rolando?…en una lucha por lo «minimo» aparece lo «maximo»…pero no lo entendieron, perdió la votación, ¿quienes lo cagaron y lo trataron de delirado? los que eran maximalistas y los minimalistas, eso si unidos para preservar el sistema de cosas, sea porque la lucha era por objetivos concretos, como dices, o porque no había solución si no era con el socialismo….
    eso es lo que no me convence de vos, tus criticas al recetario revolú de los troskos son ciertas, pero no leo criticas a esa perspectiva al pedo, ya demostrada históricamente, de la acumulación por las conquistas mínimas…

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    esteban

    01/03/2012 at 03:40

    • Los análisis en política son concretos. La posibilidad de establecer el control obrero (real, no la colaboración de clases disfrazada de control obrero) depende de correlación de fuerzas. También las posibilidades de hacer experiencias que demuestren en la práctica la posibilidad del socialismo. En la nota «La ilusión del doble poder» me refiero a esto último, el caso de las empresas recuperadas (que ya estuvo en la época de Marx). En los 70 participé en el Rodrigazo, y las luchas contra Mondelli, y en también hubo algunas experiencias de disputa de control de empresas; aunque solo en algunas grandes concentraciones, y en una escala realmente mínima (conocí bastante de esto, y no por los diarios). Pero de aquí a plantear como gran consigna que hoy es posible establecer el control obrero en Argentina, es un disparate. Ni a Trotsky se le ocurría semejante cosa (alguna vez planteó que la consigna del control obrero en situaciones no revolucionarias solo resulta en colaboración de clases). No hay que enredarse con palabrerío. Hay que partir del análisis de las relaciones de fuerza, y actuar en consecuencia. Lo mismo sucede con otras consignas transicionales, planteadas en situaciones de dominio «normal» del capital. No demuestran nada a nadie, solo generan confusión, o llevan agua al molino de algún reformismo utópico (podés consultar mi crítica a estas cuestiones en la Crítica del Programa de Transición, o en la nota sobre Engels y el arte de hacer política).
      La idea de que se pueden combinar consignas mínimas con consignas que llevan a la toma del poder en cualquier momento y lugar, es también un disparate. Esto no me lo contó nadie, lo he experimentado en años de militancia, tratando de aplicar esa táctica. Alguna vez un dirigente trotskista lo explicó muy bien con un ejemplo. Decía «supongamos que en una empresa hay una movilización contra un capataz; agitamos entonces la consigna de ‘fuera el capataz’, pero le agregamos ‘fuera el resto de los mandos de la empresa’. Cuando la consigna es tomada (la idea de la revolución permanente, transicional) planteamos otra más avanzada, que cuestiona el poder más directamente». Pues bien, las cosas no funcionan así. La lucha de clases no se desarrolla según ese esquema (que Trotsky explicaba a los militantes del SWP de EEUU). Lo que estoy discutiendo entonces es esto. Y cuando digo que este esquema es delirante, que nunca, en ningún lado, ha tenido éxito (y hace casi ocho décadas que se trata de aplicar, por infinidad de grupos en cantidad de países), me dicen «no tenés propuestas». Como si la única alternativa que hubiera a la táctica stalinista o socialdemócrata fuera esta «escalera transicional».

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      rolandoastarita

      01/03/2012 at 09:04

    • Esteban, no me queda claro tu planteo. Supongo que no coincidis con los troskos ni con el reformismo de tipo socialdemócrata. Pero adónde apuntás? tu idea es construir «islas socialistas» (por el ejemplo del hospital) y olvidarnos del Estado?

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      Omar

      01/03/2012 at 12:24

  10. Coincidiendo contigo, la propiedad estatal o pública no es lo mismo que común. No obstante, puede ser justo luchar contra una privatización solo en la medida en que esta sea el detonante un proceso de despidos, de endurecimiento de las condiciones laborales o de deterioro de los servicios públicos (que son una conquista parcial de la clase obrera aunque no socialista en absoluto).

    Te sugiero el texto de Pannekhoek:

    http://prol-dissidenten.blogspot.com/2010/05/propiedad-publica-y-propiedad-comun.html

    Por si te interesa.

    Ante todo un saludo socialista y un brindis por el marxismo basado en el estudio científico y no en dogmas sagrados.

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    Alberto Ezquerra

    02/03/2012 at 07:15

  11. Coincido en varias cosas con el texto de Pannekhoek (sobre todo en la reivindicación del consejismo), pero difiero en su caracterización de la ex-URSS como una forma de capitalismo de estado.
    Respecto al caso de las privatizaciones, con varios compañeros hemos discutido mucho este tipo de problema. A resumidas cuentas podría sintetizar así: hay que distinguir entre la defensa de los puestos de trabajo, condiciones laborales y salariales (programa mínimo, que no podemos abandonar) y por otra parte, la defensa de «nuestras empresas», «la empresa de todos», «del patrimonio nacional» (o sea del capitalismo estatal). Esto último nos lleva a repetir una política tradicional en el movimiento obrero que no permite el avance de la conciencia socialista. La confianza y la defensa del capitalismo estatal contribuye a consolidar una ideología burguesa nacionalista y de conciliación de clases. Los revolucionarios debiéramos seguir el consejo de Lenin, sobre la necesidad de trascender la lucha reivindicativa para dar paso a la denuncia del capitalismo y a la exposición de las ideas socialistas.

    Para discutir la política sobre un caso en concreto, te sugiero la lectura del siguiente artículo donde discutimos la actitud de los marxistas frente a la educación estatal:
    http://www.robertexto.com/archivo16/marx_educacion.htm

    Saludos.

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    Omar

    02/03/2012 at 18:27

    • Hola Omar. Interesante aporte, ahora mismo solo he podido hojearlo espero mañana poder leerlo en profundidad. Solo dos comentarios rápidos, no me parece que analice un caso en concreto. Y en varias partes me parece demasiado determinista, la educación reproduce es innegable pero no solo reproduce.
      Estoy de acuerdo con: «la denuncia del capitalismo y a la exposición de las ideas socialistas…» sin embargo en la actual coyuntura es un poco complicado hacerlo desmarcándose de la defensa de la educación estatal, sobre todo a nivel primario y secundario, ahí esta, me parece, la mayor debilidad del escrito, empieza hablando del sistema educativo todo y termina hablando de la universidad.
      Con otras partes del escrito estoy bastante de acuerdo.

      Saludos.

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      Gerardo Daniel

      03/03/2012 at 09:57

    • G.D.: lo que comentás el artículo que recomienda Omar no aporta mucho. Descís que el artículo (con el que acuerdo desde hace mucho tiempo) empieza con la educación en general y termina hablando de la universidad en particular… pero no veo que ésto le quite mérito al planteo fundamental … máxime si el artículo en cuestión se divide en dos partes, tituladas «Parte I: REFLEXIONES PARA UNA CRITICA MARXISTA A LA ESCUELA CAPITALISTA», y «Parte II: APUNTES PARA UNA POLITICA MARXISTA EN LA UNIVERSIDAD «. Distinto es como pasaba (y pasa) en algún partido trotkista en los que estuvimos en los que empezamos hablando del análisis de la desocupación en El Capital de Marx y terminamos planteando una ley que prohíba los despidos, reparta las horas de trabajo , y esas cosas.
      Produce o reproduce? (otro comentario adverso que planteas…) «…la sociedad dividida en clases» … Estoy convencido que la división de cualquier sociedad en clases jamás de los jamases fué producido por la educación. Y de lo que también estoy convencido, es de que esa división en clases DETERMINA la educación. Demasiado «determinista», ¿ cómo sería eso? que sería demasiado, poco, bastante suficiente o escasamente determinista?
      Este artículo traído a cuenta por Omar, fue muy importante en la revisión del marxismo que hacíamos los que en ese momento conformábamos la Liga Marxista.
      Previo a ese texto habíamos publicado, en la revista Debate Marxista, un artículo de Rolo sobre estatismo que resultó muy interesante a la gente de izquierda que solíamos contactar. En general todos estaban muy de acuerdo.
      Pero el texto sobre educación, creo recordar, fue el primero con el que percibí, que no solo con buenas ideas, buenas teorías y buenos análisis se llegaban a acuerdos con quienes charlábamos esas ideas que creíamos tan renovadoras.
      Se podían mover ciertos pilares que creíamos sagrados (el estatismo, el etapismo, el programa de transición, etc) pero la educación pública no. Como que no podía ser. Y entonces aparecían objeciones que parecían puntillosas pero terminaban siendo vaguedades, nada que se pudiera asir para reflexionar, y responder, si cabía una respuesta.
      Si el problema principal es que «en la actual coyuntura es un poco complicado hacerlo desmarcándose de la defensa de la educación estatal», y si esta objeción fuera suficiente para plantear que no podemos dejar de defender la educación pública … entonces todo lo que debatamos es tiempo perdido.
      Pero, si reflexionamos al respecto, sin temer a las conclusiones a las que lleguemos vamos a encontrarnos con que va a ser difícil plantearlas porque la mayoría del planeta piensa muy distinto , y en lo único en que vamos a poder apoyarnos es en que esas conclusiones explican mejor la realidad.
      Se trataría de ver que es más cierto … a que conclusiones teóricas, ideológicas y políticas llegamos y después, vemos cual es la mejor manera de plantearlo, si es difícil o si es fácil….. pero ese es otro tema.
      Saludos

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      Roberto

      03/03/2012 at 21:13

    • No estoy de acuerdo con el “reproductivismo educativo”, pero no niego que esta teoría haya hecho algunos aportes importantes (por ej. la crítica al argumento liberal sobre la “igualación social a través de la educación”). La discusión es con quienes niegan los condicionamientos objetivos que opera sobre el sistema educativo, y, políticamente, no cuestionan el rol del Estado en la educación (o sea, son estatistas). No sólo el sindicalismo tradicional plantea como eje estratégico la “defensa de la escuela pública”, sino también la izquierda con el argumento de la “progresividad”.
      Coincido que en la actual coyuntura esta discusión es complicada, pero eso no niega que podamos ir haciéndola con la gente más preocupada por revertir la crisis de orientación política que hay (y del marxismo político). Por supuesto, además, los marxistas no podemos ocultar nuestras ideas y propósitos más generales. Y sino ¿para qué estamos?

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      Omar

      03/03/2012 at 21:47

    • Como dije todavia no pude darle una leida en profundidad al texto. Sin embargo quiero hacerle un par de comentarios al compañero Roberto.

      Soy perfectamente conciente de que el articulo tiene dos partes. Que solo estas relacionados porque son «educación» las ligazones concretas no me quedan claras. Y por eso lo marque, en relación a lo que dije sobre que no me parecia concreto. Apuntaba solo a eso, a la cuestión de cúan concreto es.
      Sobre lo de la determinación, simplemente que escriben cosas como (por poner un ejemplo):

      «Sin embargo, entre los «progresistas» y los socialistas este derecho no es cuestionado, se acepta como un dato. La vindicación de la escuela estatal por parte de estos «socialistas estatistas» deja intacta -no puede ser de otra forma- a la familia actual y su derechos sobre el destino educativo de los hijos.

      Los marxistas debemos criticar todo esto, retomando la tradición del Manifiesto Comunista: reivindicar la educación social, la educación por parte de la sociedad. Al hacerlo desarrollamos hasta sus últimas consecuencias, cambiando su carácter, lo que ya está presente y es un hecho en la actual sociedad, esto es, ingerencia de ésta en la educación.

      Pero decís que destruimos los vínculos más íntimos, sustituyendo la educación doméstica por la educación social. Y vuestra educación ¿no está también determinada por la sociedad, por las condiciones sociales en que educáis a vuestros hijos, por la intervención directa o indirecta de la sociedad a través de la escuela, etc.? Los comunistas no han inventado esta ingerencia de la sociedad en la educación, no hacen más que cambiar su carácter y arrancar la educación a la influencia de la clase dominante. Las declamaciones burguesas sobre la familia y la educación, sobre los dulces lazos que unen a los padres con sus hijos, resultan más repugnantes a medida que la gran burguesía destruye todo vínculo de familia para el proletario y transforma a los niños en simples artículos de comercio, en simples instrumentos de trabajo (Marx y Engels, O.E. pág. 39).»

      Toman un texto de Marx y Engels en abstracto y lo trasladan mecanicamente (a esto me referia con determinista: MECANICAMENTE DETERMINISTA) sin tener en cuenta mediaciones concretas del sistema educativo argentino. Bien, resulta que «en abstracto» estoy totalmente de acuerdo, pero para la realidad del día a día de un trabajador de la educación argentino en el 2012 como yo, ese discurso de la educación social (con el que en abstracto estoy totalmente de acuerdo) resulta completamente utopico. Yo no puedo ir a una escuela a decirle algo así a mis colegas docentes. Como se lleva una postura así a la gente, cuando es la gente la que tiene que construir esa educación social y todavia no estan preparados para hacerlo.

      Estoy totalmente de acuerdo con que hay que difundir el «ideario marxista» pero me resulta muy dificil pensar como llevarlo a la practica, por eso tenemos que hacerlo entre todos, incluyendo a una gran parte de esa gente que piensa muy distinto. Y si encima nos vamos a quedar con discursos correctos pero sin bajarlo a condiciones concretas.

      Por poner un ejemplo, en el escrito esta practicamente ausente (o de forma superficial) la cuestion de la escuela privada/escuela estatal y la cuestión de la mercantilización del sistema educativo, eso es así porque los textos que manejaron son de un momento historico y geografico en el cual la escuela privada era practicamente inexistente. Eso hoy día, en argentina, es bien diferente. Ahí estan perdiendo un aspecto central de la complejidad social actual. No defiendo «a escuela estatal laica y única» pero afirmar :

      «De allí la consigna de todos los progresistas, de escuela estatal única, como remedio a los males de la educación.»

      Es totalemte superficial. Está la cuestión de que los movimientos populares no pueden tomar a su cargo la educación masiva de la población, hoy por hoy reclamar que el estado , burgues sin lugar a dudas, se haga cargo de una educación primaria y secundaria de «calidad» es progresivo, más allá de que esa misma educación vaya a reproducir una parte de la ideologia dominante. Y eso no implica decir en ningun momento que es igual para todos.

      No entiendo cuando escribe, en su comentario:

      «Si el problema principal es que “en la actual coyuntura es un poco complicado hacerlo desmarcándose de la defensa de la educación estatal”, y si esta objeción fuera suficiente para plantear que no podemos dejar de defender la educación pública … entonces todo lo que debatamos es tiempo perdido.»

      Le agradeceria que aclarace, me gustaria comprender acabadamente lo que plantea.

      Disculpen la extención del comentario.

      Saludos.

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      Gerardo Daniel

      04/03/2012 at 00:42

    • Gerardo: lo que quise decir es que si la complicación en el planteo marxista del problema de la educación es suficiente para no hacerlo, para que romperse la cabeza en el tema. sigamos defendiendo la educación pública y listo. Pero acepto que me salio una frase rebuscada para decir algo que debió expresarse mas sencillo..
      Agrego algunas cosas: pensando en términos históricos lo novedoso no es la educacion privada, sino la estatal… lo digo por tu frase
      «Por poner un ejemplo, en el escrito esta practicamente ausente (o de forma superficial) la cuestion de la escuela privada/escuela estatal y la cuestión de la mercantilización del sistema educativo, eso es así porque los textos que manejaron son de un momento historico y geografico en el cual la escuela privada era practicamente inexistente.»
      La estatizacion de la educación en Argentina, de fines del siglo XIX, y su desarrollo en el siglo XX avanza sobre escuelas no-estatal, las cuales no eran todas reaccionarias y católicas.
      Pero vayamos al problema, que a mi entender, es mas importante: ¿le explicamos esta idea a un docente de la Argentina 2012?
      Por que no? cuando luchamos por salario, explicamos el problema de la explotación o pedimos un «salario justo» (entonces habría una tasa de explotación justa?)?
      Podemos pedir más y mejor escuela (estatal o no) sin dejar de dar nuestra opinión de lo que ella es en el capitalismo. No voy a repetir todos los argumentos del texto de referencia, pero creo que es legítimo reclamar más educación burguesa ante la opción del analfabetismo o la educación deficiente. Pero planteado así es una cosa y hacerse un defensor de la educación pública es otra. (creo que en esto vamos acordando con Gerardo)
      ¿No ocurre algo parecido con el reclamo de más salario? ¿No es más correcto plantear más salario explicando y denunciando al capitalismo y la explotación, que hacerlo diciendo que no está en un «nivel justo»?
      En el tema de la educación pública, no hay que perder de vista que el capitalismo argentino hace mas de un siglo que viene destinando recursos de todo tipo para solventarla ideológica y materialmente. Ideológicamente es sostenida de punta a punta por todo el ideario burgués como el ámbito de donde surge el progreso, la igualdad, etc… Y , evidentemente, se ha asentado con la fuerza del prejuicio la idea de que no hay nada mejor que la educación pública, al punto que no lo discute ni la izquierda.
      Esta solo recurre al mito (en el sentido de aquello que es irreal pero es un sentimiento de masas) de la «educación pública» porque moviliza.
      Con respecto a si son ideas abstractas o no … siempre partimos de las ideas más abstractas para ir pensando lo concreto. La idea de la educación pública tiene sus pilares teóricos, abstractos y el artículo los somete a critica.
      Estoy de acuerdo con Omar en que esto, hoy por hoy, sólo se puede discutir con compañeros con inquietudes por el rearmado de las herramientas teóricas del marxismo. Pero coincidamos que en general todos los temas que son tratados en éste blog tienen esa suerte.
      Para peor es por demás de crítico el tema de la organización … no hay ámbito donde discutir estas cosas y ver cómo, aunque sea por ensayo y error, se puede ir planteando entre compañeros interesados e ir acumulando fuerzas en pos de extender el planteo. Gerardo, Omar (que también es docente) y algún otro más, con esos planteos, no durarían lo que dura un carnaval en cualquiera de las miles de organizaciones sindicales o políticas existentes.
      saludos

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      Roberto

      04/03/2012 at 08:42

  12. El texto propuesto por Omar cala profundo. En mi opinión va en contra de una idea muy extendida dentro de la militancia de izquierda. Este texto toca un punto delicado y lo hace de un modo acorde a la tradición de Marx y de la tercera internacional. El tema de la defensa de la educación pública es una bandera muy difícil de relativizar dentro de los círculos de izquierda. Es un tema como el de la vivienda que trata Engels, es muy difícil relativizar el tema de la «vivienda propia» dentro del “marxismo”. El tema es que uno lee ese texto magnifico de Engels y advierte que el eje de la propuesta del marxismo es muy diferente. Es más, dicho texto hasta nos advierte que dicha consigna es muchas veces contraproducente para la clase obrera.
    En mi opinión el no advertir este tema tiene que tener una razón .¿Cómo explicamos que la defensa del carácter publico de la educación haya penetrado tanto en el pensamiento marxista? Dicha razón no la deberíamos atribuir a una especie de mala lectura de los padres fundadores del marxismo. No sé la respuesta y me parece importante encontrar las causas de este flagelo en la izquierda. Es importantísimo ver donde nos equivocamos pero no menos importantes es indagar porque nos equivocamos.
    Parte muy pequeña de la respuesta podría tener que ver con que la izquierda tiene un ámbito de militancia muy restringido como producto de una derrota histórica de la clase trabajadora. Y el ámbito de militancia está vinculado a la esfera del Estado (salud, educación etc).Es más gran parte de los militantes de izquierda y sobre todo las nuevas generaciones trabajan en el Estado. La izquierda no puede hacer pie en el ámbito privado y cuando ha podido militar en desocupados por ejemplo su relación con el estado es por demás delicada.
    Saludos

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    Fede

    04/03/2012 at 01:21

    • Fede,

      Partiendo de esto que decís, «Es importantísimo ver donde nos equivocamos pero no menos importantes es indagar porque nos equivocamos», me parece que apuntás bien, pero quiero matizar algo, no creo que se trate en lo esencial, de «mala lectura de los padres fundadores del marxismo», y menos aún de que «la defensa del carácter publico de la educación haya penetrado tanto en el pensamiento marxista». Por el contrario, el pensamiento imperante no ha sido penetrado por el marxismo sino por otras ideologías, más que «malas lecturas» hay muy escasas lecturas de Marx y Engels y proporcionalmente muchas lecturas de malos traductores o divulgadores que tergiversan más de lo que divulgan. Una cosa es lo que escribieron Marx y Engels y otra las interpretaciones de sus «discípulos». En definitiva, se puede llegar a considerar que el marxismo ha sido penetrado cuando en realidad ni siquiera se lo conoce.

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      Eduardo

      04/03/2012 at 11:13

    • Gerardo: “decías no pude darle una leída en profundidad al texto”, tal vez sea el motivo de una confusión que creo que hay de parte tuya. En el artículo de “Marxismo y Educación”, se dice que «arrancar la educación a la influencia de la clase dominante», es una meta sólo alcanzable si se acaba con el sistema de propiedad privada y con el Estado capitalista. Es un planteo que no lo inventamos nosotros, por eso citamos el Manifiesto. Incluso, si te fijas en ese mismo texto vas a ver que al final figura la consigna de “Educación pública y gratuita” (también “centralización en manos del Estado de todos los medios de transporte”!!), como una medida que debía ser puesta en práctica por la clase obrera cuando conquiste el poder político.
      Actualmente las posibilidades revolucionarias no son inmediatas -en el Manifiesto eran “inminentes” y casi no le erraron-, pero eso no significa que este planteo no tenga ningún valor político-estratégico (al menos para los que pensamos que hay que transformar revolucionariamente la sociedad). Una resistencia que renuncie a la idea de revolución es condenarnos a una lucha “de Sísifo” en los límites del capitalismo. (A propósito, la discusión entre el reproductivismo educativo y los teóricos de la resistencia creo que puede ser muy valiosa si logramos vincularla con ésta sobre la relación entre resistencia y estrategia revolucionaria). Respecto al tema de las mediaciones tiene un extensión que no puede desarrollarse acá.
      FEDE pregunta “¿Cómo explicamos que la defensa del carácter publico de la educación haya penetrado tanto en el pensamiento marxista?” A mi lo que me preocupa es la debilidad teórica y política. El problema fundamental es que la práctica está siendo guiada por teorías ajenas al marxismo, y eso hay que revisar.
      Bueno, disculpen si lleve la discusión hacia otro tema.

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      Omar

      04/03/2012 at 12:51

  13. Compañero Rolo. Compañeros del blog. Me permito apartarme por un momento de la discusión para formular una pregunta. Acabo de enterarme que ‘La Cámpora’ llama a poner a boicotear toda difusión del libro homónimo de Laura Di Marco, periodista de La Nación. Si alguien ha leído el libro, solicitaría una valoración y también saber si justifica semejante encono.
    Gracias.

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    AP

    04/03/2012 at 11:15

  14. Hubo una asamblea de 600 trabajadores del Sarmiento que planteaban el control obrero, de hecho lo votaron y se movilizaron por esa consigna. Está planteada esta discusión entre los trabajadores, por lo menos del Sarmiento

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    Sherman

    04/03/2012 at 11:15

    • Tal vez esta votación de los ferroviarios del Sarmiento se pueda interpretar como que es posible establecer el control obrero del capitalismo. Si 600 trabajadores del Sarmiento votaron el control obrero, ¿por qué no va a ser posible? Pues bien, vuelvo a afirmarlo: no es posible. Las razones las he explicado en otras notas. El hecho de que muchos trabajadores piensen que es posible controlar al capital, no agrega ningún argumento a favor de la posibilidad de controlar al capital (y al mercado).
      Soy consciente que al afirmar esto estoy yendo contra una creencia muy establecida en la izquierda, a saber, que es posible controlar el mercado y el capitalismo en beneficio del pueblo.

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      rolandoastarita

      04/03/2012 at 11:34

    • Si 600 trabajadores del Sarmiento votaron el control obrero eso demuestra -entre otras cosas- lo maleable que es la mente, la conciencia, sobretodo en medio de circunstancias disparadoras.

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      Eduardo

      05/03/2012 at 17:32

  15. Una cooperativa o una empresa estatal casi siempre son mejores que las empresas privadas en donde la lógica de la rentabilidad impera al 100%….menos para los ejecutivos que cobran comisiones desorbitadas.
    Cuando Telefónica en España era pública tenía más empleados que trabajaban en mejores condiciones que ahora. Ahora muchos trabajan para empresas de Telefónica como era Atento cobrando una porquería de sueldo como pasa con los teleoperadores/as. No digamos las Cooperativas de Mondragón que lo último que hacen es despedir trabajadores incluso cuando hay una crisis fuerte.
    Yo no veo la polémica por ningún lado, empresas públicas y cooperativas SÍ, y siempre SÍ. Son la mejor alternativa. No serán perfectas pero sí mucho mejores que la mayoría de las empresas capitalistas.
    El problema es que muchos marxistas creen que el problema no es la propiedad sino el mercado y quieren una economía tipo PARECON, sin mercados, como en la URSS, pero con consejos o asambleas. Yo creo al igual que Trotsky que hoy por hoy una economía moderna y compleja no puede funcionar sin mercados. Lo que no significa tampoco que éstos deban considerarse una especie de dioses a los que rendir pleitesía. Todo en su justa medida. Pero los mercados son necesarios y tienen sus virtudes. Hoy por hoy nuestro modelo debe caminar hay un sector público fuerte en sectores clave como la banca, transportes o energía, cooperativas y empresas privadas en todo lo demás. Es el modelo que tenían en mente Bujarin y Trotsky para la URSS a fines de los años 20 (decir que el primero era procapitalista y el segundo apostaba por una industrialización a marchas forzadas como Stalin es insostenible, véase la biografía de Bujarin escrita por Stephen Cohen) y desde entonces, aunque con matices, la cosa ha evolucionado en esa línea, con modelos como los de David Schweickert basado en cooperativas, el de John Romer, y un largo etc.
    A lo que habría que añadir la cuestión del Peak Oil o Peak Everything porque los recursos se agotan. El petroleo en Argentina se agotará en los próximos años, con independencia del nivel de inversión, o de si YPF es de Argentina, España o de un consejo montonero. Para esta cuestión tiene ideas interesantes Tim Jackson en Prosperidad sin crecimiento.

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    José Miguel

    04/03/2012 at 11:56

    • Es claro que discrepamos, y seguramente no nos pondremos de acuerdo. De todas formas, algunas precisiones.
      Primero, en la evaluación de la progresividad de la empresa estatal siempre incluyo en qué medida afecta al desarrollo de las fuerzas productivas. Ejemplo: una empresa estatal puede tener muchos empleados, pero bajísima productividad y bajísima calidad de los productos, de manera que redunde en perjuicio del resto de la población. El problema con esto es que hay un punto en que se hace insostenible. Un ejemplo fue lo que sucedió con el capitalismo estatal argentino (puse el caso de los ferrocarriles). Aunque no era un régimen capitalista, también puede valoer el ejemplo de la URSS (hacia los 1980 el crecimiento se agotaba por estos problemas).
      Segundo, cada vez más las empresas estatales se someten a la lógica del mercado. Entre otras cosas, utilizan trabajo precarizado y sobre explotado, a la par del capital privado. Un ejemplo personal: he trabajado 7 años para el Estado con contratos precarios (sin pago de vacaciones, seguridad social, etc.). Un ejemplo muy reciente: en Sidor, Venezuela, me acaba de llegar la información, después de 2 años de estatizada, se denuncia que hay unos 12.000 trabajadores contratados y precarizados. Ejemplos como éste hay muchos en Argentina y otras partes del mundo.
      Tercero, es inexacto afirmar que Trotsky pensaba que una economía moderna no puede funcionar sin mercado. Lo que planteó Trotsky es que el mercado no puede abolirse por decreto. Pero sostenía que en un régimen socialista el mercado tendería a desaparecer. Se puede estar de acuerdo o no con esta apreciación de Trotsky, pero no se puede atribuirle una idea que jamás sostuvo.
      Cuarto: No tiene punto de comparación lo que son hoy las economías capitalistas con lo que fue la economía soviética de los 1920. Por eso tampoco tiene sentido tratar de aplicar las ideas de Trotsky o Bujarin al análisis de las economías contemporáneas. La problemática de B y T estaba vinculada a las cuestiones de la transición, en un régimen que se consideraba proletario y que, en principio, luchaba por el socialismo.
      Por último, no sé quiénes son los marxistas que piensan que «el problema» no es la propiedad sino el mercado.

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      rolandoastarita

      04/03/2012 at 12:32

    • Coincido con Rolo sobre el tema de las empresas estatales. Respecto a las cooperativas, «hay cooperativas y cooperativas». Por ejemplo una cosa es COTAR y el Banco Credicoop y otra la realidad de empresas recuperadas constituidas luego de la crisis del 2001. En COTAR estamos hablando de una empresa que hasta hace poco fue denunciada por «vaciamiento» por otra empresa más grande que se la «comió» (también cooperativa): SANCOR. Allí hubo despidos, y sus trabajadores cobran salarios por debajo de convenio y no se le abonaban cargas sociales. El CREDICOOP prácticamente no se diferencia en nada cualquier otra empresa donde impera el 100% de rentabilidad capitalista.
      Por último, digamos que la ley del valor, la existencia de la propiedad privada y el Estado capitalista ponen un límite a cualquier experiencia de cooperativa, control obrero o actividad sindical. Hagámosnos algunas preguntas sencillas:¿cómo evitar la competencia? ¿cómo evitar la explotación del trabajo?… Aunque apoyasemos alguna que otra experiencia de «economía social», debe quedar claro que no podemos renunciar a la destrucción del modo de producción capitalista, y ésta es la explicación más importante que hoy en día deberíamos dar.

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      Omar

      05/03/2012 at 20:31

  16. Y que podríamos proponer, pensando en esta idea de programa mínimo para el caso de los ferrocarriles? Se me hace muy difícil pensar como intervenir políticamente. Por la negativa está claro, no podemos controlar al capital y a su estado. Pero por la positiva? Quedaríamos en la propaganda?
    Milité un tiempo en el trotskysmo y la «lógica» del control obrero es automática, de manual.

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    Sherman

    04/03/2012 at 14:01

    • Fuera T.B.A. y que el estado se haga cargo a través de un organismo autárquico dirigido por un directorio de diversas vertientes, podría ser una agitación de algo progresivo dentro del sistema. La propaganda de tal salida debería plantear desde el vamos los límites de la propuesta y escaparle a la idea de control obrero dentro del sistema.

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      Eduardo

      05/03/2012 at 17:45

    • Hay alguna necesidad de elaborar alguna propuesta de gestión de los trenes para pasadomañana?
      Qué tiene de concreto proponer qué cosa para gestionar porciones de la sociedad capitalista?… es de marcianos y así nos ven…
      No se entiende que antes de buscar soluciones descabelladas, es mucho más importante mostrar, demostrar y explicar que hay problemas que la sociedad capitalista resuelve precariamente o NO puede resolver… y precisamente por eso existe la necesidad de superarla.

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      Roberto

      05/03/2012 at 19:45

    • Compañero Eduardo, compañeros del Blog. Tal vez en forma equivocada, me pareció que que el tema se estaba agotando. Es evidente que hay una buena cantidad de gente preocupada por encontrar propuestas que ayuden a los trabajadores a orientarse frente a la situación. En la discusión con el compañero Rolando coincidimos en que propaganda socialista y programa mínimo son vertientes indispensables frente a las condiciones concretas que enfrentamos. Como ya ocurrió otras veces, el compañero explicitó su negativa a discutir ‘tácticas’, posición que nace de una convicción metodológica, según lo interpreta, solidaria con Marx y Lenin. Personalmente, estoy de acuerdo con que las consignas de lucha surgen de las masas e incluso con que ‘no se puede llamar a la acción más que en el lugar mismo de la acción, y no se puede exhortar a la acción a los demás, sin dar el ejemplo, uno mismo y en el acto’. Pero, también estoy de acuerdo en que esto no exime al partido (o los partidos u organizaciones revolucionarias con algún peso de masas) de formular un programa positivo de acción. Es cierto que en la situación concreta de Argentina, cualquier partido dista mucho del nivel crítico necesario para que la iniciativa de las masas y la orientación programática y política de las organizaciones revolucionarias puedan fundirse, pero, en mi opinión, ello no obsta que se desarrollen iniciativas prácticas destinadas al esclarecimiento y la movilización en pos de objetivos, aunque, en la presente etapa, solo puedan asumir la forma de presión política. Se ha mencionado en este blog, el plenario de unos 500 compañeros ferroviarios que terminaron votando la restatización de los ferrocarriles bajo control obrero. Me parece que, en realidad, los compañeros votaron desarrollar una lucha por este objetivo. Estatización burguesa y ‘control obrero’ son términos incompatibles y mutuamente excluyentes que solo alientan confusión. La estatización burguesa es una reforma, en la cual, los trabajadores conscientes solo pueden participar, y bajo los mayores peligros, cuando se los invita. El control obrero, en cambio, es una medida revolucionaria indisociable de la existencia de poder obrero, a nivel de ramas de la producción o territorial, lo que se entiende solo en condiciones de ‘poder dual’, necesariamente destinado a resolverse en forma más o menos rápida, con el triunfo o la derrota. Ello no quita que el ‘control obrero’ no pueda ser propagandizado, explicando las condiciones de su aplicación, con lo cual se disponen de herramientas de propaganda que no se circunscriben a la mera apelación a la ‘dictadura del proletariado’ y el socialismo como solución genérica a todos los males. Debemos criticar la inconsistencia del planteo del plenario de ferroviarios (y de sus mentores de izquierda- de hecho- la izquierda solo dirige y en el marco de alianzas plurales, solo a una pequeña fracción honesta y combativa) pero no es posible hacerlo, so pena de pasar como unos perfectos pedantes, sin una alternativa de lucha. Personalmente, no estoy demasiado convencido de que una restatización burguesa sea garantía de mejora, ni siquiera en el plano de la estabilidad laboral o el fin de la tercerización. Una coogestión hoy estaría mediada por la burocracia, a menos que las fracciones clasistas no logren expulsar a la burocracia, lo que es bastante improbable en el caso de sindicatos estratégicos y bajo el presente estado de agitación de la mayoría de los ferroviarios y el movimiento obrero en general. De todos modos, este objetivo sería imprescindible bandera de lucha para conferir un mínimo de progresividad a alguna forma de administración conjunta, frente a la cual se debería explicar muy claramente su carácter de reforma, de mal menor frente a la situación actual. En mi opinión, deben predominar los planteos negativos. Es correcto agitar, frente a la negligencia y dolo evidentes, que caiga la concesión. También no veo problema en presionar por castigo a los verdaderos responsables por los muertos y heridos (empresa-estado-burocracia) aclarando las limitaciones de la justicia burguesa y que las cosas no van a cambiar de fondo por que rueden algunas cabezas. La denuncia al rol cómplice de la burocracia en la condición de los trabajadores y el pésimo estado del servicio, es indispensable para reforzar la lucha por la renovación sindical, aspecto central para lograr mejoras tanto bajo una administración privada, como estatal. En el plano práctico inmediato, sería muy importante una campaña de esclarecimiento sobre el público usuario, vinculada a lograr apoyo para futuras medidas de lucha que puedan adoptar los compañeros ferroviarios combativos y sobre todo, amplificar las movilizaciones, factor que, si adquiere masividad, se ha demostrado como elemento efectivo de presión sobre el poder político, al cual, no se puede ‘controlar’ para que vire al socialismo, pero si presionar para que tuerza determinados rumbos y morigere algunas de las peores prácticas, forzado por las expectativas electorales o por el temor a que los estallidos de bronca puedan empalmar con ideas ‘subversivas’. Como conclusión y que me perdone el compañero Rolando, hay que tener un plan de lucha por el objetivo ‘mínimo’, caso contrario, nuestro rol es declamativo, del tipo, ‘esto es lo que hay que conseguir y después, que se las arreglen ellos’. Una observación final. En la última respuesta que me proporcionó el compañero Rolando, nuevamente volvió sobre su afirmación de que el método que propugna (división entre programa máximo y mínimo) se interrumpió abruptamente hacia 1920. Critica al PC por mantener esta división, pero claudicando de manera oportunista al enemigo de clase, con lo cual lo correcto habría sido ‘etapismo sin oportunismo’. En otros escritos ya le he hecho notar que esto no es así. La división entre programa mínimo y máximo fue mantenida de modo ‘principista’, por ejemplo, por la izquierda germano holandesa e italiana, desde hace 90 años, sin éxito alguno en influencia de masas, es más, derivando en una diáspora y fraccionamiento infinito. Sería interesante que alguna vez trabajara una posible explicación al respecto.
      Gracias y disculpen por la extensión.

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      AP

      06/03/2012 at 13:23

  17. En la tradición marxista – y más en general socialista- la alternativa a las formas de producción capitalista se ha orientado por analogía con dos desarrollos institucionales que son , primero las cooperativas -en algún momento de la vida de Marx hasta un tercio del sector textil inglés eran empresas propiedad de sus trabajadores- y segundo en una interpretación del proceso de integración vertical de empresas visto como un retroceso de la competencia en la función de coordinación a favor de una cooperación directa; las empresas ya no actuaban como promotoras de mercados enfrentadas unas a otras, sino que «planificaban» , se repartían el mercado.

    Con matices lo segundo está en Engels , en el modo en que Kautsky en el programa de Erfurt interpreta la cartelización de la industria alemana, en el Lenin de «El estado y la revolución» cuando dice que en el socialismo «todos los ciudadanos se convierten en empleados y obreros de un cártel del pueblo entero» . A partir de «El capital financiero» de Hilferding con la idea de que la monopolización resulta en la supresión de la libre competencia , esta tesis : la socialización – el desarrollo de la división del trabajo inducida por el desarrollo de las fuerzas productivas- prefigura o posibilita la «socialización» – expropiación de los capitalistas- se generaliza.El «éxito» de la industrialización soviética añade más leña al fuego, así hasta prácticamente los años ochenta del siglo pasado.Las lecturas izquierdistas que se hicieron de obras como la de Galbraith habrían sido imposibles sin estas presuposiciones.

    Se ha de recalcar que Marx ,que conoció el desarrollo de la gran empresa en los ferrocarriles , interpretó la separación moderna entre propiedad y gestión como una prefiguración de la obsolescencia de la clase capitalista pero sin duda la tesis de la monopolización como supresión de la competencia no es marxista. El patrón de este blog ha escrito muy bien sobre ello.

    También es cierto que la centralidad del trabajo asociado no desapareció ni entre los herederos de la Tercera Internacional – ahí está el caso yugoslavo- ni del socialismo no-marxista serio – ahí está el Plan Meidner en Suecia-.

    Sin embargo lo que hay que destacar en nuestro presente ,lo que hoy conocemos bastante bien, son lo que Arrow llamó «los límites de la organización » es decir, que aunque a priori no podamos determinar hasta donde puede llegar a suprimirse el mercado, la coordinación no-mercantil vía organización puede llegar a producir efectos fetichistas , por decirlo con Marx, tan intensos o más que los producidos por la competencia en los mercados.

    El valor de lo que dice José Miguel me parece que pasa por esto.

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    Karl Mill

    04/03/2012 at 15:51

  18. Yo no veo ningún beneficio en la corrupción, esa teoría de Chang me recuerda al libro de Bernad Mandeville, » La fabula de las abejas», o a la falacia de las ventanas rotas. La corrupción nunca genera beneficio, aparte de los costes ocultos, por mucho que se reinvierta ese dinero siempre va a haber un quebranto de capital. En un país más desarrollado la corrupción se puede notar menos, pero esto es otro tema.

    La corrupción es síntoma de descomposición de un sistema, se ejerce desde el poder con la connivencia de este o parte de este, através del acceso privilegiado a recursos ajenos, normalmente públicos, y con una flagrante ausencia de transparencia. Por lo tanto es un problema claramente sistémico, el sistema facilita la corrupción y suele ser benigna o incluso fomenta la impunidad en la persecución de este delito.

    Así encontramos varios puntos clave en la corrupción, donde incidir:

    – Poder/ acceso a recursos ajenos sin apenas control .
    – Falta de transparencia
    – Impunidad.

    Sobre la estatalización de sectores estrátegicos, mi posición es el apoyo siempre. Por mucho que le demos vueltas, nunca será igual la sanidad o la educación, privada o pública. Obedecen a lógicas distintas, y casi todas las Constituciones recogen como principio el interés común y una serie de derechos sociales fundamentales, por mucho que el Gobierno que gestione estos servicios sea burgués debe ceñirse a este marco, almenos teóricamente, aunque en la práctica lo que haga es menoscabar recursos para estos servicios hasta hacerlo deficitarios y después privatizarlos vendiéndolos a sus amiguitos. Pero siempre hay la opción de tomar el poder y gestionar esos servicios de otra forma., y aunque no fuera así siempre va a ser mejor el servicio público que el privado, porque el público tiene básicamente unos costes, pero el privado además de los costes busca maximizar beneficios, el privado además no garantiza la universalidad del servicio, da peores prestaciones y precios más caros, e incluso ni garantiza que este mejor gestionado.

    Cuando se crea un colegio concertado o privado, este suele buscar su ubicación donde va a tener un beneficio seguro, además reciben exenciones fiscales y subvenciones de todo tipo, pero jamás se hará cargo de la educación en pueblecitos y aldeas o barrios pobres donde sepa que va a ser deficitario ¿ A quién le deja esta misión? Pues al sector público.

    Y lo mismo pasa con la privatización del agua, la electricidad, etc.

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    Carlos

    07/03/2012 at 06:16

    • Dos observaciones: a) La referencia a Chang de la nota no tiene el sentido de sostener que la corrupción sea beneficiosa (más bien sostengo que puede debilitar el desarrollo), sino demostrar que no puede ser la explicación del atraso de las fuerzas productivas. La idea de que es la razón del atraso está muy extendida, desde la derecha a la izquierda.
      b) No existe evidencia empírica de que siempre las empresas gestionadas por el Estado capitalista generen más desarrollo que las gestionadas por el capital privado. Sobre estas cuestiones existen muchos datos (al pasar, por estos días he recibido abundante material acerca del estancamiento que padecen grandes empresas venezolanas, estatizadas por el chavismo, como es el caso de Sidor). Por supuesto, de aquí tampoco debería desprenderse que en general el capital privado siempre genera más desarrollo de las fuerzas productivas. Tampoco que un régimen con extendido capitalismo de Estado sea, en general, más progresivo; el ejemplo del régimen de Franco, en España, es uno de los tantos que pueden darse. Para peor, la idea de que el capitalismo de Estado nos acerca, de alguna manera, a la socialización, ha llevado a la colaboración de clases con la clase capitalista. En este respecto, pienso que tenían razón Marx y Engels cuando no encontraban en sí mismo progresivo el capitalismo alemán del siglo XIX (fuertemente estatista) con respecto al capitalismo inglés. La crítica al régimen capitalista debe ser tanto al Estado como al capital privado.

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      rolandoastarita

      07/03/2012 at 09:30

  19. Una puntualización Sr. Astarita, con Franco igual que con el Rey Sol, el problema es que el Estado era él, y su camarilla. Yo hago referencia a Estados que sean almenos teóricamente reflejo de la voluntad popular y donde sea posible la alternancia en el poder y Estados que se ciñen a un marco Constitucional que en gran parte está influenciado por las luchas obreras y la amenaza comunista ( algo que ya vemos en los testimonios de Bismarck), en cuanto a derechos sociales, laborales, y donde toda la riqueza de la nación está supeditada al interés común.

    Entiendo su postura, como una absoluta desaparición del trabajo por cuenta ajena, conllevando por tanto la desaparición de la explotación capitalista. No sé si actualmente, o a medio plazo esto es factible, y que problemas conllevaría en la práctica, ni me parece que la mayor parte de la población proyecte un escenario de este calibre. Por eso no desdeño para nada las pequeñas conquistas, que se traduzcan en mejoras para las clases populares, aunque no cuestionen en el fondo el sistema.

    Un cordial saludo.

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    Carlos

    07/03/2012 at 11:07

    • Pienso que ni teórica, ni prácticamente, los Estados capitalistas «reflejan» la voluntad popular. Por otra parte, efectivamente, soy enemigo de toda forma de explotación, así se dé a través del Estado, o del capital privado. Tampoco desdeño las conquistas que puedan lograrse bajo el sistema capitalista. Pero también pienso que para obtener esas conquistas hay que mantener la independencia del Estado. Y es necesario criticar el discurso que dice que los trabajadores «deben sacrificarse» en aras del «Estado de todos».

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      rolandoastarita

      07/03/2012 at 11:26

  20. De todas formas, aunque volvamos al pensamiento fuerte, y los riesgos que conlleva, cada vez estoy más convencido de que el parlamentarismo burgués, caerá preso de sus propias contradicciones y errores ontológicos. Las economías mixtas, y la cohabitación de partidos con planteamientos antagónicos, a quien favorece es al capital y a los partidos liberales o socioliberales, que através de su poder financiero y de su control de los medios, terminan por tomar los Parlamentos y todas las instituciones, acelerándose cada vez más el fenómeno de puertas giratorias entre empresa privada y Política , legislando a su favor, y ya directamente implosionando cualquier atisbo democrático como estamos viendo en Grecia o Italia, donde se han colocado representantes de la alta banca no sometidos a las urnas, al viejo estilo de la República romana.

    Leyendo la obra de Joaquín Costa de principios del siglo XX, Oligarquía y caciquismo, las similitudes con la situación actual en España, son sorprendentes.

    Un saludo.

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    Carlos

    07/03/2012 at 11:20

  21. Me gustaria rolando que en algun articulo desarrolles la idea de propaganda como Lenin la pensaba. Muchas veces en la izquierda se toma la propaganda solamente como charlas, cursos, etc

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    Sherman

    07/03/2012 at 11:54

  22. Mas adelante leeré el artículo, ahora quería felicitar a Diego por la foto elegida para ilustrar la nota. Muy perspicaz y sintetizadora.

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    Gus

    10/03/2012 at 00:34

  23. Rolo, ¿qué piensas de la educación pública y su defensa?

    Respecto a las movilizaciones estudiantiles que se dieron el año pasado acá en Chile, éstas estuvieron cargadas ideológicamente por la dicotomía educación estatal/privada – Estado/Mercado, abanderándose el movimiento (y obviamente con la conducción y estímulo de la mayoría de las organizaciones de izquierda) por la educación estatal sin mayor crítica al Estado como educador. Obviamente aquí entran todas las mistificaciones respecto a un Estado «neutral» y por sobre la lucha de clases (así como también tuvo su rol la ilusión de «eliminar las diferencias sociales» mediante una «educación de calidad para todos», etc.).

    Pero por otro lado, los pocos que reconocen el carácter necesariamente capitalista del Estado, creen de todas maneras que se debiera luchar por la educación estatal, pues supuestamente ésta sería más «permeable» a la presión estudiantil y popular en general (por ej. en la lucha por contenidos críticos, mayor injerencia estudiantil, etc.). Si bien lo encuentro complejo, hasta ahora no hallo razones para que se sostenga ese argumento: hay, por ejemplo, casos de universidades privadas en que los estudiantes pueden votar por el rector…más allá de lo insuficiente que pueda resultar esto en términos de «democratización», lo cierto es que no hay ninguna universidad estatal (o tan pocas que ni me he enterado) en que ésto se haya logrado.

    Otro argumento que esgrimen es que si exigimos la gratuidad mediante aportes fiscales directos a las instituciones, ésta no puede ir dirigida a instituciones de educación superior privadas. Obviamente en parte aquí entra ésa idea del Estado neutral- de intereses colectivos «nacionales» / propietario privado con intereses propios. Pero también está el hecho de que a pesar de que esté prohibido el «lucro» en la educación universitaria, una parte no menor de las instituciones lucra, retirando el excedente a través de las inmobiliarias y servicios de los cuales también son propietarios.Esto los lleva a plantear que el Estado no puede estar financiando el lucro en la educación, ni directa ni indirectamente (como por ejemplo con becas y créditos para sus estudiantes).Pero al mismo tiempo resulta que la mayoría -más del 70%- de los estudiantes de la educación superior estudia en el sector privado (y ciertamente la mayoría de los jovenes más populares y precarizados). Obviamente plantear así la lucha no debe resultar muy popular para todos éstos estudiantes (que es como decirles que no luchen por mejores condiciones de estudio hasta que llegue el socialismo o hasta que la izquierda estatista se salga con la suya y gane un sistema de educación superior estatal con capacidad para cubrir toda esa matrícula).

    También me causa resquemor el cómo se plantea la consigna de no al «lucro» en el movimiento estudiantil. Si bien conlleva también muchos efectos negativos, al mismo tiempo -viendo los datos- me da la impresión de que justamente ha sido la apertura al capital en la educación la que ha contribuido a la masificación de la educación superior (dejando de ser de una «élite»). Además, tengo mis dudas de si se puede acabar con el «lucro»/»mercantilización» en tal o cual esfera de la vida…como si el capitalismo pudieramos ir transformándolo de raíz poco a poco y espacio por espacio.

    Otra cosa: parece que puede darse cierta tensión entre la función educativa de calificar a la fuerza de trabajo y la acumulación de capital. Hace poco los dueños/controladores de una universidad privada se llevaron toda la plata (via inmobiliaria) sin siquiera pagar los sueldos de sus trabajadores (y habiendo invertido en el último periodo muy poco en la universidad misma)…al punto que el mismo rector llegó a entrar en conflicto con los dueños. Obviamente esta no podría ser la regla en el sector privado, pues si no invierten en infraestructura y personal a mediano y largo plazo no crecen ni ganan más; además menos podria ser la regla el que no paguen los sueldos porque ahí derechamente perderían a sus trabajadores y estudiantes. [http://ciperchile.cl/2012/05/31/universidad-del-mar-renuncia-del-rector-deja-en-evidencia-como-opera-el-lucro-en-la-educacion-superior/]

    No sé, hasta ahora pienso que como movimiento estudiantil se puede y debe luchar por gratuidad, becas de mantención, infraestructura, democratización, mayor acceso, «calidad», etc., al margen de si la propiedad es estatal o privada (con o sin lucro). Aunque ciertamente es una postura bastante impopular…
    Me gustaría saber qué piensas al respecto (y el resto de los que comentan acá).

    Saludos
    (ignoro si resultó demasiado extenso, de ser así, disculpa)

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    Felix

    11/06/2012 at 03:37

    • No tengo demasiados elementos para opinar sobre las luchas estudiantiles en Chile, pero en principio sí coincido en que habría que distinguir entre la reivindicación de la gratuidad de la enseñanza, y el rol del Estado. Por lo general, efectivamente, hay una posición de buena parte de la izquierda acrítica con respecto a este segundo problema. Sobrevuela el prejuicio de que el Estado es «neutro», y que de alguna manera es más permeable a las posturas críticas. Pero no hay tal cosa, todo depende de las relaciones de fuerza, del carácter del régimen imperante. En Argentina, para poner un ejemplo, ya antes del golpe militar de 1976 la Universidad de Buenos Aires había sido copada por ultra-reaccionarios y fascistas, que se dedicaban a eliminar a todo izquierdista. Más en general, los programas y contenidos de estudio se adaptan, de manera más o menos ajustada, a los marcos ideológicos funcionales al capital; en especial, esto sucede en las carreras más vinculadas con los negocios del capital (administración de empresas, abogacía, ingeniería; en sociología, por caso, es más factible que haya espacio para los «disidentes» y críticos del sistema). Debería plantearse esta crítica al Estado en su función de educador. En este sentido es interesante señalar que se ha borrado de la tradición de la izquierda la experiencia de la Internacional de los Trabajadores de la Educación, que estuvo vinculada a la Tercera Internacional, después de la Revolución Rusa. Esta organización planteó críticas a la educación burguesa estatal, demistificando su contenido. También reivindicó la tradición de las escuelas dirigidas por sindicatos y organizaciones de izquierda, que en Francia, por ejemplo, fueron muy fuertes. Precisamente, uno de los objetivos que se buscó con la ley de educación única y obligatoria, fue desarmar estas experiencias; a la par que se anuló la autonomía de las escuelas católicas para dictar sus programas, se anularon los programas de estudio dirigidos y elaborados por la izquierda.
      Por último, todos los datos parecen indicar que efectivamente hubo una masificación de la enseñanza universitaria, al menos en muchos países de América Latina. En muchos países más del 20% de los jóvenes entre 18 y 25 años están cursando alguna forma de educación terciaria. La producción de mano de obra calificada entonces es masiva. Esto ha abaratado el costo de la fuerza de trabajo para el capital; egresados con títulos de licenciados, realizan tareas muy descalificadas. Los hijos de la burguesía, y los que prometen ser «cuadros», terminan sus trayectorias educativas en los cursos de posgrado (doctorados, masters), en especial en las universidades de más prestigio.

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      rolandoastarita

      11/06/2012 at 12:02

  24. Acabo de ver la intervención del diputado Néstor Pitrola en el Congreso, presentando el programa de restatización integral de los ferrocarriles, como alternativa obrera al plan propuesto por el gobierno nacional. El plan gubernamental es calificado como de reprivatización, es decir, la tan mentada ‘restatización trucha’ que vienen atacando con vehemencia el Partido Obrero y otras fuerzas integradas al FIT.
    Esta vez, el proyecto propuesto propone estatizar bajo ‘gestión de los trabajadores’ (lo que se inserta en un ‘plan económico’ instrumentado por un ‘gobierno de trabajadores’). Esta sería la única vía para lograr el ‘desarrollo y la industrialización nacional’ la cual, a lo largo de los tiempos, solo habría sido defendido por la clase obrera.
    Destaca el rol colonizador de China, que viene a ocupar el rol de la vieja Gran Bretaña y la acentuación de la dependencia de los repuestos extranjeros e incluso de la mano de obra que atentaría contra las fuentes de trabajo ‘nacionales’ vale decir, de los argentinos.
    No se si leíste el proyecto, o te lo han comentado, Rolando. Me gustaría conocer tu opinión al respecto y también, si tuviste el gusto de escucharlo, sobre el discurso en cuestión, tan afecto a la etapa de ‘Parlamentarismo caliente’ que atraviesa la lucha de clases en Argentina.

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    AP

    08/04/2015 at 22:58

  25. hola rolo
    no entiendo porque si la carga ferroviaria es mas barata que el camion y mas segura. Existio un concenso general en varios paises no solo argentina de privatizarlo que concluyo con el achique del sistema a favor del camion. Cual es la logica?

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    Alicia

    19/04/2015 at 01:27


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