Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Reflexiones sobre la crisis del euro (1)

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La crisis del euro brinda la oportunidad de analizar la relación la mundialización del capital y las políticas de los Estados, y el rol de la moneda; así como sobre la dinámica de las crisis financieras. En lo que sigue presento algunas reflexiones sobre el tema. Dada la extensión de la nota, la he dividido en dos partes. Aquí presento la primera.

Tipo de cambio, productividad y euro

Desde el punto de vista de la teoría del valor trabajo puede decirse que el trasfondo de la crisis del euro consiste en que la moneda única ha conectado espacios nacionales con productividades promedio muy desiguales. Es que el nivel más básico, o “estructural”, de determinación del tipo de cambio, está ligado a las productividades relativas. Como he analizado en otros trabajos, es esta determinación de fondo la que explica, por ejemplo, por qué los países subdesarrollados -atrasados tecnológicamente- tienden a un tipo de cambio real alto.

(Aclaración: en lo que sigue el tipo de cambio real es igual al tipo de cambio nominal multiplicado por el índice de precios externos, dividido por el nivel de precios internos. El tipo de cambio real mide así el poder de compra de la moneda en términos de canastas. El tipo de cambio nominal es el precio del dólar en términos de la moneda del país considerado. Por este motivo una suba del tipo de cambio real equivale a una depreciación, en términos reales, de la moneda bajo consideración).

El tipo de cambio alto implica que en los países atrasados los salarios son relativamente bajos (en términos de la moneda mundial, por ejemplo el dólar). De la misma manera, cuando una moneda se deprecia en términos reales, ello significa que determinada cantidad de horas de trabajo del país atrasado se traducen en la generación de menos horas de valor, en el mercado mundial, que antes de la depreciación. Dada la creciente internacionalización de la economía – la relación entre comercio mundial y pbi mundial pasó de poco menos del 16% en 1985 a 30% en 2008-, la competitividad relativa y el tipo de cambio real, cobran una importancia difícil de exagerar.

Por otra parte, y en un segundo nivel de determinación, el tipo de cambio se vincula a las variables económicas fundamentales. Estas son, por lo menos, la cuenta corriente; el estado de las reservas; el nivel de deuda externa (incluyendo su estructura temporal); las inversiones y su destino; la rentabilidad del capital; el crecimiento del país; las variaciones de las monedas de los socios comerciales principales; y tasa de interés. Por último, en un tercer nivel de determinación, encontramos los movimientos financieros especulativos. Según el punto de vista que defendemos aquí, la especulación no genera tendencias, pero se monta sobre éstas y las profundizan.

A partir de este esquema, podemos decir entonces que la contradicción básica del sistema del euro es que el euro ha unificado países con productividades muy desiguales, y ha estimulado movimientos en las variables macroeconómicas que agudizaron los desequilibrios. Sin que, por otro lado, hubiera posibilidad de accionar mecanismos políticos compensadores. Con este telón de fondo, los movimientos especulativos agudizaron el problema. Vemos la cuestión con algún detalle.

En lo que respecta a la productividad, hay una fuerte ventaja del capital germano (habría que agregar Países Bajos, Finlandia, parcialmente Francia) con relación a los países más débiles, en especial Grecia, Portugal y hasta cierto punto España e Italia. Esta diferencia estaba presente al momento del lanzamiento del euro y no se achicó en los años que siguieron. Italia y España experimentaron una pronunciada caída en el crecimiento de la productividad del trabajo entre 1999 y 2008; de hecho, en promedio, prácticamente no creció en ninguno de estos países. En Grecia, en cambio, se incrementó la productividad, pero no se achicó la brecha con Alemania. A su vez esta situación se vio agravada por la evolución de las variables macroeconómicas. Es que desde el lanzamiento del euro hubo una fuerte caída de las tasas de interés en los países más débiles, lo que alimentó booms de demanda -bienes de consumo y/o construcción residencial, según los casos- en Grecia, Irlanda y España. Lo cual empujó hacia arriba los costos salariales y los precios internos en relación con los otros países europeos, en especial Alemania, con sus efectos sobre los tipos de cambio reales.

Como consecuencia de estas evoluciones, no es de extrañar que en términos reales el euro se depreciara para algunos, y se apreciara para otros países. Entre el primer trimestre de 2001 y el tercero de 2008 el tipo de cambio real aumentó (lo que implica mejora de competitividad) para Alemania, Austria y Finlandia, en aproximadamente un 2% a 3% (véase Di Mauro et al, 2010, también para los datos que siguen). Sin embargo, se apreció en términos reales un 10% para el conjunto de la zona del euro, desde casi un 5% para Italia, al 14% para España y, en el extremo, 24% para Irlanda. Naturalmente, esto afectó las competitividades relativas, no solo con respecto a Alemania, sino también con respecto a otras partes del mundo. En este punto debe tenerse en cuenta que precisamente los países con menor desarrollo tecnológico relativo compiten con los países que más se concentran en la producción de tipo trabajo intensivo. Por ejemplo, Portugal es el país de la zona del euro con mayor grado de solapamiento con China en especialización exportadora (medida para 72 industrias), con más del 50%. Le siguen España, Italia, Grecia y Austria. No es casual que Portugal, Italia y Grecia fueran los que más porciones de mercado perdieran cuando estalló la crisis. El caso de Grecia lo hemos tratado en otra nota (ver aquí). El de Portugal también es ilustrativo. Con precios y salarios más altos, la liberación de las importaciones de textiles asiáticos en los 90 perjudicó de lleno a la economía; luego la entrada de China en la OMC aumentó la presión competitiva. Hoy los capitales exigen que se flexibilice el trabajo, y bajen los costos laborales, y se desregularicen los servicios. Algo similar se está pidiendo para Italia, el único país de la zona del euro que experimentó incluso una caída de su pbi por habitante en los 2000.

Por otra parte, el capital alemán bajó los costos no sólo por avance tecnológico, sino también porque aprovechó las posibilidades de outsourcing que le abrió la caída de los regímenes stalinistas de Europa del Este. En estos países los salarios son bajos, las reglamentaciones laborales o ambientales son laxas o inexistentes, de manera que el capital se beneficia de una alta tasa de explotación del trabajo. Esta conjunción de factores favoreció la posición exportadora de Alemania, tanto hacia el resto de la zona del euro, como hacia el resto del mundo. Hoy es el mayor exportador de bienes después de China. La industria alemana provee esencialmente de equipos y máquinas al mundo, en primer lugar a China; una parte importante de ella está compuesta por medianas y pequeñas empresas, que constituyen la base social del apoyo a las políticas de Merkel contrarias a aumentar el auxilio financiero a los países en problemas. Finlandia y Países Bajos, por su parte, también mantuvieron fuerte productividad, gracias a tecnología. El caso de Francia es en algún sentido singular, ya que entre 1999 y 2008 no apreció su tipo de cambio en términos reales de manera significativa, y no compite en productos que se solapan con las exportaciones chinas. Sin embargo, perdió muchas posiciones en el mercado mundial.

Como resultado de lo anterior, en los últimos años Alemania, ha tenido superávits en cuenta corriente superiores al 5% del pbi. Austria, Bélgica, Finlandia, Luxemburgo y Países Bajos también tuvieron superávit. Pero España, Portugal, Grecia, Italia e Irlanda experimentaron déficit de cuenta corriente crecientes. Francia pasó de superavit moderado (2% en 2001) a déficit en 2011 (2%). Los déficits fueron financiados con las entradas de capitales; y el incremento del endeudamiento público, en el caso de Grecia. En estas condiciones, la crisis debía afectar de lleno a los países más débiles, precipitando las crisis de las deudas soberanas. Debe tenerse en cuenta que con la recesión inevitablemente aumentan los déficit fiscales. Esto sucede tanto porque baja la recaudación -al caer la actividad y las ganancias- como también porque aumentan gastos sociales más o menos automáticos (por ejemplo, seguros de desempleo). Pero en esas condiciones, se agravan también las condiciones para financiar los déficit, y aumenta la tasa de interés que se requiere de los gobiernos. Todo concurre entonces a que se desate una crisis de deuda, que a su vez repercute en el sistema financiero de conjunto, y de aquí reactúa sobre el resto de la economía. Puede verse entonces que la crisis del euro tiene raíces en problemas vinculados a lo que es la ley del sistema capitalista, a saber, que sobreviven los capitales que tiene éxito en la lucha competitiva -en última instancia, en la extracción de plusvalor- y los Estados que generan las mejores condiciones para que eso suceda.

La dinámica de la crisis financiera

La crisis de la deuda y financiera de la zona del euro estalló con fuerza en Grecia hace dos años, y desde entonces no ha dejado de agravarse. Después de los griegos siguieron Portugal e Irlanda, obligando a rescates de urgencia. Y en 2011 los problemas se extendieron a Italia, España, Bélgica e incluso Francia. El problema más agudo se presentó en Italia, donde la tasa de interés requerida por los inversores para prestarle al gobierno llegó, en julio, por primera vez al 6%. Italia posee la deuda pública más alta de Europa (y la tercera en el mundo): es de 1,9 billones de euros y equivale al 120% del pbi. En 2012 debe enfrentar vencimientos por unos 306.000 millones de euros, además de financiar su déficit. Naturalmente, en la medida en que aumenta la tasa de interés, el peso de la deuda se hace cada vez mayor, lo que incrementa el peligro de default. Lo cual golpearía de lleno al sistema bancario europeo, dado que muchos bancos tienen fuertes tenencias de bonos italianos en sus carteras. Aunque no se trata sólo de los bancos: las compañías de seguro, por ejemplo, tienen mucha deuda soberana y bancaria. Un colapso de los títulos los afectaría también de pleno.

Si bien después de julio la crisis tuvo un respiro, el progresivo estancamiento de la economía europea puso en primer plano la eventual caída de Grecia, con posibilidades de que repercutiera en otros países. Urgidos por la gravedad de la situación, el 27 de octubre Sarkozy y Merkel anunciaron un acuerdo para “salvar al euro”. Por el mismo se establecía que los tenedores de bonos griegos debían admitir una pérdida del 50%, y se imponían nuevas y más duras medidas de austeridad a Grecia. Además, las autoridades de la UE establecieron que el recorte de los bonos griegos no disparara los pagos establecidos por los contratos CDS (Credit Defautl Swap, una especie de seguro contra default). Pero esto aumentó la desconfianza hacia los títulos públicos de los gobiernos más endeudados, particularmente los bonos italianos. Paralelamente, George Papandreou proponía un referéndum en Grecia acerca de las medidas de austeridad. En una exhibición de convicciones democráticas, Merkel, Sarkozy y el resto de los gobiernos, y el establishment, pusieron el grito en el cielo. Los pueblos pueden votar presidentes, pero no tienen que opinar acerca de los temas que importan. Papandreou, lógicamente, se tuvo que ir de apuro, con los activos cayendo de nuevo en picada. En este clima, la tasa exigida al gobierno italiano pasó al 7%.

Pero una tasa en alza equivale a bonos en baja. En estas circunstancias es frecuente que se pongan en acción mecanismos “aceleradores” de la crisis, por los cuales cada variable que empeora afecta negativamente a las otras, y viceversa. Se trata de procesos acumulativos, que evolucionan con una dinámica que hasta cierto punto es independiente de la voluntad de los actores. Es que, en primer lugar, la caída de los precios de los bonos significa el deterioro del activo de los bancos, y esto afecta a las inversiones que el banco realizó con su capital y a las que hizo tomando dinero en los mercados de dinero, o con los depósitos. Más en general, la recesión, aunada a la crisis de la deuda, aumenta la desconfianza en el sistema bancario de conjunto, lo cual lleva a su progresivo debilitamiento, agudizando los problemas. Por ejemplo, los bancos griegos han estado perdiendo depósitos durante meses. Lo mismo ha sucedido con los depósitos en Irlanda, que estuvieron cayendo desde 2009. Esto explica que durante los últimos meses los bancos de Grecia, Irlanda y también Portugal, hayan recurrido a la ventanilla de redescuento del BCE. En Italia, algunas grandes empresas también estuvieron moviendo depósitos.

Iliquidez y acelerador

En este cuadro no es de extrañar que aumenten los costos y las dificultades para conseguir fondos. Por un lado, porque muchos bancos reducen el fondeo hacia otros bancos, ya sea para reducir los riesgos de crédito, o hacerse de liquidez por precaución. Los préstamos entre bancos representan aproximadamente la cuarta parte del total del financiamiento del sector bancario (IMF, 2011). En segundo lugar, instituciones como compañías de seguros, fondos de pensión y fondos del mercado de dinero, que representan aproximadamente un quinto del financiamiento de los bancos, también restringen la provisión de fondos. De hecho, los fondos del mercado de dinero de EEUU han reducido fuertemente el fondeo a los bancos de la zona del euro (ídem). Precisemos que estos fondos monetarios, o money market funds prestan a corto plazo, y se consideran muy seguros, ya que por ley el valor de sus activos no puede ser menor que el de sus pasivos (esto se expresa diciendo que el valor del activo neto no puede ser menor a un dólar). Fitch Ratings calcula que de los 2,6 billones de dólares que manejan estos fondos, más de un tercio está invertido en deuda de empresas europeas. En consecuencia, una quiebra financiera puede ocasionar que no puedan devolver un dólar por cada dólar invertido. Lo cual, con toda probabilidad, llevaría al retiro masivo de fondos, afectando a los mercados de corto plazo de los cuales dependen las empresas de EEUU para pagar salarios y comprar insumos. Los bancos estadounidenses también se verían fuertemente afectados.

Ante el aumento de las dificultades para fondearse, aumentan las tasas que deben cobrar los bancos, y se incrementan las dificultades de empresas y de consumidores para conseguir créditos, o para renovar los créditos. De ahí que también las empresas empiecen a priorizar la liquidez, y restrinjan sus gastos de inversión. Lo mismo sucede con los consumos de bienes durables, y en general con todos los consumos que se pueden postergar. Lo cual agrava la recesión; que a su vez empuja hacia abajo al sistema bancario y financiero.

Pero desde el punto de vista de la dinámica financiera, el panorama todavía se complica porque con la caída de los títulos se producen los llamados “margin calls”, esto es, el llamado a reponer garantías. Es que habitualmente los títulos, en particular los gubernamentales de poco riesgo, se utilizan como colaterales para muchas operaciones. Por ejemplo, si un banco necesita un préstamo, puede entregar títulos como colaterales, y pagar una tasa más baja. Sin embargo, en la operación le piden un margen, sea en títulos, o en efectivo. El problema es que cuando caen los valores de los títulos, quienes han prestado dinero, o los corredores que actúan a cuenta de los prestamistas, pueden emitir un margin call, por el cual llaman a los prestatarios a aumentar la garantía, o en caso contrario, a liquidar su posición. Si los prestatarios no aumentan el margen, los corredores, y en general los prestamistas, liquidarán los títulos en el mercado. Pero en la medida en que esto se repite en muchos puntos, se desata un efecto cascada: se liquidan masivamente títulos, lo que hunde más los precios, provocando nuevos margin calls. La caída es en espiral. Desde noviembre, en particular, los margin calls han aumentado por todos lados.

A su vez, al aumentar la incertidumbre y la desconfianza, los bancos y otros inversores tratan de deshacerse de los títulos afectados y se pasan a otros que consideran más seguros; por ejemplo, venden los bonos italianos para comprar títulos alemanes o del Tesoro de EEUU. Además, aumenta el costo de los contratos Credit Default Swap; hacia mediados de año los CDS bancarios de la zona del euro habían aumentado al 4% (esto es, 400 puntos básicos), en linea con el aumento de la tasa de las deudas soberanas. Todo contribuye a que se profundice la caída de los activos, y suba todavía más la tasa a la que toman prestado los gobiernos con más deudas; lo cual impulsa al alza el resto de las tasas, entre ellas, las que pagan los bancos por los depósitos o por obtener préstamos en el mercado monetario. Paralelamente, y a consecuencia de lo anterior, se hunden los precios de las acciones bancarias. En septiembre la cotización bursátil de los bancos de la UE había declinado más del 40% (FMI, septiembre 2011). Desde entonces continuó cayendo. Esto hace más problemática la recapitalización de los bancos; las acciones de muchos bancos europeos están por debajo de los valores libros, o contables. Con este panorama, no es de extrañar que muchos reclamen al Banco Central Europeo que actúe como prestamista de última instancia, inyectando liquidez. Pero el BCE se niega (ver infra).

Caída de los valores y los bancos

De todas formas, la inyección de liquidez no evitaría la desvalorización de los activos, ni los problemas que enfrentan los bancos ante esta perspectiva. El problema de la capitalización de los bancos parece grave, aunque nadie sabe con certeza cuánto habrá que recapitalizar. The Economist (15/10/11) calcula que con una recuperación de la deuda griega del 30%, y en un escenario económico adverso en 2012, los bancos europeos deberían proveerse de alrededor de 150.000 millones de euros, para tener un ratio de capital con respecto a los activos (ponderados por el riesgo) del 8%; las disposiciones establecidas dicen que para julio la ratio debería subir al 9%. Los bancos griegos serían, naturalmente, los más afectados. Pero también los sistemas bancarios de Gran Bretaña, España, Alemania y Francia tienen serios problemas y estarían necesitando entre 18.000 y 26.000 millones de euros cada uno. En el caso de España, el problema grave no es el stock de deuda soberana que poseen los bancos, sino los créditos a los desarrolladores inmobiliarios, muchos de ellos incobrables. A comienzos de 2011 se calculaba que eran unos 323.000 millones, que equivalía al 31% del pbi; con los créditos a la construcción, la cifra llegaba al 42% (The Economist, 15/01/11). Esta situación afecta entonces a la deuda pública española, y ésta a su vez afecta a las tasas a las que se pueden fondear los bancos.

Como resultado de lo descrito, hay bancos europeos muy comprometidos. Entre ellos, el Royal Bank of Scotland, Deutsche Bank y Société Générale. Algunos bancos deberían recoger capital por un valor equivalente a entre un cuarto y la mitad de sus actuales valores de mercado. Por eso, algunas entidades están vendiendo ramas o sucursales de fuera de la zona europea para hacerse de capital. Por ejemplo, Santander vendió su unidad en Colombia por 1160 millones de dólares. Deutsche Bank y KBC de Alemania están considerando desprenderse de partes de sus negocios. Pero con esto las ganancias se verán afectadas, ya que los bancos se desprenden de las partes más rentables. Ganancias en baja significa que habrá menos disponible para provisionar por la desvalorización de los activos. Pero por otro lado, vender activos se ha convertido en una manera de hacerse de capital, dada la caída que han tenido los precios de sus acciones (una explicación de cómo ha jugado esto, junto al apalancamiento, en la crisis de Lehman, aquí). Además, a fin de mejorar sus ratios de capital, los bancos reducen los préstamos.

En la medida en que se endurecen las condiciones del crédito, se agravan los problemas para las empresas; lo cual hace más difícil la devolución de los créditos tomados; lo cual vuelve a repercutir sobre los balances bancarios. Y como dijimos, todo esto potencia la caída de la demanda, y con ello la recesión. Por supuesto, si el euro finalmente se hunde, los problemas derivados de la desvalorización masiva y la ruptura de contratos se multiplicarán. En ese caso, un escenario del tipo de la Gran Depresión, sería factible.

Textos citados:

Di Mauro, F.; K. Forster y A. Lima (2010): “The Global Downturn and its Impact on Euro Area Exports and Competitiveness”, European Central Bank, Occasional Paper Series 119, October.

IMF (2011): Global Financial Stability Report, September.


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Reflexiones sobre la crisis del euro (1)

20 respuestas

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  1. Me parece un buen principio de análisis (a ver como es la parte II, etc.), me gusta. Sobre todo en los primeros párrafos he reconocido los elementos de mi propio análisis[en] «amateur», pero que es difícil encontrar en casi ninguna parte a pesar de su obviedad.

    En el caso de los autores en inglés quizá sea «normal» (aunque no muy honesto), ya que un euro demasiado fuerte favorece a las economías del Reino Unido y USA, tanto en el comercio internacional como en los aspectos de especulación financiera, concentrados en estos dos estados. En el caso de los comentaristas en lengua alemana (que acaparan la sección de economía de Euronews, por ejemplo), quizá también pueda responder a un «interés nacional», ya que Alemania, como bien dices se beneficia de un euro «fuerte» (caro). Pero lo que no entiendo es que la mayoría de los comentaristas económicos del resto de Europa, en particular del sur, sea por lo general tan ignorante de este tema crucial: un euro algo más débil (se ha apreciado c. 50% respecto al dolar desde su punto más bajo en 2000 ó 2001) sería un euro mucho más equilibrado.

    En lugar de eso, lo que nos cuentan son historias sobre la hiperinflación de los años 20 en la Alemania de postguerra (ojo: no de post-crisis!) Es un timo neocolonial en el que las élites políticas del sur de Europa han sido captadas, no se sabe muy bien cómo, para vender a sus pueblos, e incluso a sus burguesías, a las maniobras especulativas del Norte de Europa. Nadie dice la verdad o casi nadie: sólo nos hablan de deuda (en España es menor que en Alemania, por no hablar de Bélgica o Dinamarca, pero no parece importarles) y austeridad.

    Y esto nos lleva al segundo aspecto que es el de la demanda imposible de la reducción de salarios. En el Estado español la gente está cobrando sueldos que apenas sobrepasan el precio de alquiler de vivienda en muchos casos. Se pretende que trabajen por menos que lo que cuesta un alquiler (por no mencionar la luz, el agua, la comida, la ropa…) pero, al contrario que en Alemania y demás economías centrales, aquí no hay apenas vivienda pública (y ni soñar en gastar más en eso ahora precisamente). Hay una «contradicción táctica» que nunca se menciona: el estado del bienestar se traduce en parte en subsidios sobre los salarios (si no tienes que pagar al médico, puedes ingresar un poco menos, si la vivienda te sale al 30% de su precio de mercado, puedes ingresar mucho menos) mientras que la no explosión catastrófica de la burbuja inmobiliaria (masiva en España, inexistente en Alemania) es un obstáculo a la rebaja de los salarios.

    Nadie dice que hay que reventar la estancada burbuja inmobiliaria (los precios siguen por las nubes, aunque tiendan difusamente a bajar) o que haya que incrementar el estado de bienestar para poder bajar los salarios estilo alemán. Sólo se enfatiza la austeridad presupuestaria.

    El resultado es desastre anunciado. Y me niego a creer que los que definen las políticas desde Goldman Sachs, etc. no saben que es lo que pasa, aunque los comentaristas económicos estén en el limbo.

    Salud.

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    Maju

    17/12/2011 at 21:43

  2. Compañero. Me parece que su nota acierta en el orden de las prioridades analíticas. La crisis del euro es, muy posiblemente, el mayor factor desestabilizador del sistema capitalista al día de hoy. Involucra problemas bastante complejos en especial, cuando queremos delinear una posible prognosis. Acuerdo con que un derrumbe completo del euro podría llevar a las puertas de una nueva depresión mundial y me parece que el ‘condicional’ empleado no es un recurso para no quedar mal parado si los hechos lo desmienten. Es un desenlace sumamente probable, aunque no inevitable, del que todavía nos separa el potencial fracaso de baterías ajustadoras que se lanzarán sobre la fuerza de trabajo europea. En mi opinión la ‘crisis del euro’ aflora con toda fuerza en los marcos de la crisis general con epicentro en los EEUU, que acentúa las devaluaciones competitivas, dentro de un contexto en que los aumentos de productividad se encuentran sofrenados en los principales países desarrollados. Esta situación agudizó los problemas matriciales de una unidad monetaria aplicada a un área de productividades heterogéneas, sin la existencia de un banco central que opere como ‘prestamista de última instancia’ y sin unidad fiscal y, por supuesto, política. Es decir, una política monetaria de ‘estado nación’ sin estado nación. El contexto de su creación, bajo la égida de un Alemania fortalecida por la unificación (desmintiendo, de paso, los pronósticos agoreros de izquierda, respecto que el ‘Anschluss’ desataría el hundimiento) fungió como medio para la expansión financiera y comercial sin trabas, privilegiando la posición dominante del país eje y secundariamente de Francia, al drenar plusvalía hacia el centro y estimular a la periferia, denominada sureña (denostada como partidaria de la ‘dolce vita’) al endeudamiento y el déficit presupuestario, de cuyo costo hoy todos quieren lavarse las manos. Dado que el Fondo de socorro creado se ha demostrado del todo insuficiente y el efecto dominó amenaza seriamente al conjunto, parece ser que, a la larga, no habrá ‘salida’ que no pase por el eurobono impulsado por EEUU, Gran Bretaña y Francia, a los efectos de pasarle la factura al gigante teutón. Hasta el momento, la respuesta es negativa. Están sondeando la repercusión del ajuste, que ya dejó en el camino varios gobiernos. Me parece que, de todos modos, la mutualización de las pérdidas se perfila como inevitable, aunque al precio de la pérdida de soberanía de los países más débiles del área, una especie de protectorado a cargo del BCE y el FMI, para ‘monitorear’ (con todo el correlato de recorte, privatización, elevación de la edad jubilatoria, jaulas salariales y por supuesto, represión) el ajuste necesario para sostener el capital a expensas de una mayor explotación de la fuerza de trabajo. Un escenario que no promete ser pacífico y lineal. Aunque el desarrollo las fuerzas políticamente revolucionarias, en su estado actual, no pueda garantizar una salida anticapitalista de fondo, la resistencia espontánea puede entorpecer los planes. La gran incógnita sigue siendo el prolongado letargo que impide la emergencia de una clase obrera revolucionaria.
    Gracias.

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    AP

    18/12/2011 at 16:34

    • Yo diría que ya hay recesión (al menos por el concepto que yo aprendí allá en los 80: crecimiento claramente por debajo de 2%, que entonces se consideraba un mínimo necesario – ahora si no es -2%… bromeo un poco, claro). En cualquier caso, le llamemos recesión o estancamiento profundo y persistente la situación económica de Europa es malísima ya y sin visos de recuperación debido a la excesiva fortaleza del euro.

      Por otro lado no creo que el euro se caiga, al menos sin una crisis política profunda previa, porque sería la primera moneda que «colapsa» sin perder primero gran parte de su valor de cambio en los mercados internacionales. Hoy el euro es tan fuerte en términos de cambio como lo era al principio de la crisis. Cuando vea al euro cerca de la paridad con el dólar y cayendo, entonces me creeré que hay riesgo para la moneda – de momento sigue sobrevalorada y ese es el origen de los problemas de la Europa no germánica.

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      Maju

      18/12/2011 at 20:59

  3. no entendi la cuestion de que el euro se revaloriza en algunos paises y baja en otros. podría explicarse mejor esta cuestión y los porqués?? saludos

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    ilichito

    19/12/2011 at 02:16

    • Hay que tener en cuenta el tipo de cambio real. El tipo de cambio real es igual al tipo de cambio nominal, multiplicado por los precios del exterior, dividido por los precios internos del país. La unidad de medida es en términos de canastas de bienes. Supongamos que el tipo de cambio nominal sea $4/us$, que el nivel de precios en EEUU sea us$100 por X canasta de bienes, y que el nivel de precios en Argentina sea $300 por la misma canasta X de bienes. Esto significa que el tipo de cambio real será 1,33 canasta de Argentina/canasta de EEUU. Si el tipo de cambio real baja, significa que se hace más barata la canasta de EEUU en relación a la canasta argentina (por lo tanto, se favorecen las importaciones y pierden competitividad las exportaciones). Si aplicamos esto a Europa, cuando analizamos el tipo de cambio real entre los países de la zona del euro, debemos contar que el tipo de cambio nominal es siempre 1. Por lo tanto, el tipo de cambio real entre los países de la zona del euro depende de la relación de precios. Si los precios de Grecia, por ejemplo, aumentan en relación a los precios de Alemania, el tipo de cambio real para Grecia disminuye, bajando en consecuencia su competitividad. Si Grecia sale del euro, vuelve al dracma y devalúa, aumentará el tipo de cambio real.

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      rolandoastarita

      19/12/2011 at 09:03

    • Compañero Rolo. Aprovecho su respuesta para plantearle algunos interrogantes adicionales. En primer lugar, no se si el ejemplo referido a Argentina se aproxima a la realidad actual o es solo arbitrario. Es sabido que estos ocho años de crecimiento (e inflación acumulada) han elevado el tipo de cambio real, usted mismo afirmaba en otra nota que la competitividad ganada con la devaluación, prácticamente se había evaporado. En conexión con ello, quería preguntarle algo sobre lo que siempre tuve dudas. Según yo lo entiendo, lo que determina el tipo de cambio real es la proporción relativa de precios tomados de conjunto, con independencia de la paridad teórica establecida. Esta relación puede variar según se comparen diferentes ‘cestas de bienes’ . Si hablamos de una canasta de bienes referidos al consumo de las masas trabajadoras, hoy Argentina parece tener precios relativos más altos que EEUU, especialmente cuando se encuadran en relación a las diferencias salariales. La pregunta específica es como se computa esa ‘canasta de bienes’, toma en cuenta todos los bienes o prioritariamente la producción complementaria respecto del emisor de la moneda patrón? ¿Por el contrario, involucra solo la comparación con los países con que se mantiene el comercio prioritario? De paso, aprovecho para preguntarle por una cuestión más de fondo. También según yo lo entiendo, el valor real de la moneda en largo plazo está determinado por la productividad nacional media (creo que usted lo llama determinación estructural) aunque en corto plazo pueda mantenerse artificialmente una paridad teórica asentada en la disponibilidad de dólares en reserva que puedan respaldar la emisión monetaria. Lo que yo creo es que si bien modificar la paridad teórica mediante devaluaciones mejora la competitividad, este mecanismo monetario no es sustentable en el tiempo, no solo por las presiones salariales en aumento y la inflación por recalentamiento que produce la expansión económica, la elevación del costo de las importaciones etc. sino por la gravitación de la ley del valor, que no puede ser sorteada al infinito, aún si se cuentan con ventajas comparativas. Creo que es el problema cíclico de Argentina que puede hacerse extensivo a muchos países subdesarrollados.
      Gracias y disculpe la extensión de las preguntas.

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      AP

      19/12/2011 at 14:33

    • No entiendo a qué le llama «paridad teórica establecida». El tipo de cambio real depende del tipo de cambio nominal y de la relación de precios internos y externos. En cuanto a cómo se compara la canasta de bienes, la respuesta es que solo puede ser aproximada. Se pueden seleccionar algunos bienes fundamentales para comparar. Por ejemplo, cuánto sale el kilo de pan o el alquiler de un departamento de determinado tamaño en dos ciudades comparables, etc. The Economist compara con la hamburguesa McDonald. Acerca de la dinámica de devaluaciones, inflación, y períodos con tipo de cambio alto y bajo en Argentina, lo he tratado en Economía política de la dependencia, en dos capítulos.

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      rolandoastarita

      20/12/2011 at 08:36

    • Bien, resulta que esta parte del artículo me confunde un poco :» ….Como consecuencia de estas evoluciones, no es de extrañar que en términos reales el euro se depreciara para algunos, y se apreciara para otros países. Entre el primer trimestre de 2001 y el tercero de 2008 el tipo de cambio real aumentó (lo que implica mejora de competitividad) para Alemania, Austria y Finlandia, en aproximadamente un 2% a 3% (véase Di Mauro et al, 2010, también para los datos que siguen). Sin embargo, se apreció en términos reales un 10% para el conjunto de la zona del euro, desde casi un 5% para Italia, al 14% para España y, en el extremo, 24% para Irlanda. Naturalmente, esto afectó las competitividades relativas, no solo con respecto a Alemania, sino también con respecto a otras partes del mundo….»

      O sea, no veo el problema para Italia, Grecia o España en que su tipo de cambio real se valorice (entiendo que sería lo mismo que decir «se desvaloriza la moneda» o «sube el TIPO DE CAMBIO REAL»¿¿es así o nada que ver??) más que el tipo de cambio de Alemania, porque es una mejora de la competitividad. O bien, donde dice «….Sin embargo, se apreció en términos reales un 10…(….)» ¿debería decir «….Sin embargo, se depreció en términos reales un 10…(…)» ? ¿o sigo equivocado? Como se notará, probablemente tengo un embrollo (o vacío) conceptual en torno a el tema «cambio real vs valor de la moneda» y similares…

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      ilichito

      20/12/2011 at 02:17

    • Entiendo que induzca a confusión, porque la suba del tipo de cambio, en términos reales, significa que la moneda se deprecia, esto es, mejora la competitividad. En términos relativos, intra zona, Alemania, Austria y Finlandia mejoraron su competitividad (tipo de cambio real aumentó); en términos relativos también Italia, España, Grecia vieron disminuida su competitividad (tipo de cambio real bajó). Cuando se considera la zona del euro de conjunto, ahora hay que tomar en cuenta el tipo de cambio nominal (euro/dólar; euro/yen, etc.). En este caso hubo una pérdida de competitividad aún mayor para los países más débiles.

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      rolandoastarita

      20/12/2011 at 08:31

    • El problema es que el coste de la vida aumenta, el «suelo salarial» se vuelve rígido o incluso empuja hacia arriba y esto aumenta los costes de producción. El resultado es que la típica empresa textil de Portugal ya no puede competir en el mercado internacional (y ni siquiera en el europeo gracias a la OMC) y tiene que cerrar. Esto naturalmente ocurre no con una sino con muchas empresas, resultando en pérdidas de producción industrial notables; que el producto industrial de un estado caiga 16% (España, Grecia) en cinco años es muy mala señal, pero es que no son sólo los «PIGS», porque Francia perdió el 8%, exactamente como Portugal.

      Si bien el «centro» (más bien «norte» de hecho) de la UE, sobre todo Alemania, compite sobre todo con productos de alto rendimiento, deseando por tanto un euro caro y fuerte que pueda comprar materias primas y componentes baratos (fuera de la UE mayormente), esta moneda tan fuerte está destruyendo las economías menos hiper-especializadas del sur (pero incluso de Francia también) y, lo que es peor, ha creado una trampa, ya que salir tampoco es posible (o puede ser incluso más costoso, implicando corralitos, crisis internacionales profundas, etc.)

      La única opción que les queda a los estados del sur de Europa es tomar el control del euro (y si Alemania quiere irse que lo haga). Esta opción no estaba sobre la mesa hasta ahora pero, por lo que he leído, el candidato de del PS francés a la presidencia, Hollande, sí que parece, al menos como discurso electoral, querer poner a Berlín en su sitio y exigir una política monetaria que sirva a todos. Ya veremos porque igual luego es como Obama y traiciona cada promesa que hizo (sin embargo el PS francés en el pasado realizó a veces políticas más bien radicales y de relativa vanguardia, como la reducción de jornada o la nacionalización de la banca).

      Lo que es alucinante es la falta de liderazgo político en el sur de Europa. Ya veremos a ver que pasa en Grecia, donde la izquierda de la izquierda parece tener mucho apoyo hoy día, pero en estados como Italia o España no hay nadie que le diga a Berlín: «hasta aquí».

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      Maju

      20/12/2011 at 12:37

    • Maju, lo que usted plantea en definitiva es una devaluación del euro respecto del dólar. Mas allá del debate sobre la efectividad de esta política y de las dificultades para llevarla a cabo, cabe señalar que no creo que la paridad euro/dólar dependa fundamentalmente de los intereses exclusivos de Alemania. Porque el precio de la moneda no puede ser manejado a gusto por los Estados, aunque quieran. Quizás en la segunda parte del artículo Astarita hable un poco de la relación del euro con otras monedas fuertes.

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      Gus

      21/12/2011 at 05:48

    • Lo que yo digo, y es bastante obvio, es que el euro se ha apreciado frente al dólar (y en consecuencia frente a casi toda otra moneda, sea el yuan, el real, la libra o el rublo) y se ha apreciado mucho en estos últimos años, con desastrosas consecuencias, sobre todo después de 2007.

      … «el precio de la moneda no puede ser manejado a gusto por los Estados, aunque quieran»…

      Devaluar siempre es posible: sólo hay que «darle a la maquinita» (lo que además da al estado recursos para invertir, aunque sea como mera fuerza sustituta del capital privado en fuga). El contrapunto es inflación pero la inflación no es tan terrible siempre que no se desboque, lo que es realmente terrible es el estancamiento productivo, que causa paro crónico, pérdida de ingresos para el estado, e incluso deflación quizá (pérdida de valor de los productos, causando pérdidas a los empresarios y por tanto debilitando la economía en general).

      Lo más curioso es que con todo lo que se habla de un supuesto «colapso del euro», la monedita apenas ha perdido fuerza en comparación con el dólar y cía. Y esto, entiendo yo, es debido a las políticas «germánicas» del BCE, que hacen todo lo que está en su mano para que el euro no se devalúe.

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      Maju

      21/12/2011 at 10:26

    • Dos cuestiones. La devaluación es efectiva siempre que los precios y salarios no aumenten en la misma proporción que lo hace el tipo de cambio nominal. En segundo término, en la medida en que hay crisis, riesgo de default, caída de las inversiones o del superávit de cuenta corriente, las monedas tienden a caer. En el largo plazo el dólar, por ejemplo, ha perdido valor con respecto a otras monedas; por este motivo en la relación euro/dólar, la desvalorización del euro con respecto a otras monedas (ejemplos real, franco suizo, dólar australiano) no se pone en evidencia.

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      rolandoastarita

      22/12/2011 at 08:21

    • Entiendo que tanto la depreciación del dólar como la fortaleza del euro son decisiones políticas estratégicas. En el caso del dólar, que se beneficia inmensamente de ser la moneda de referencia mundial, la devaluación ha sido intencionada con dos objetivos: (1) reducir la inmensa deuda pública de USA (que está toda emitida en dólares, un lujo que pocos estados se pueden permitir: controlar el valor de la moneda en la que emite su deuda – prerrogativa del hegemón imperial) y (2) la llamada «quantitave easing» o inyección monetaria, que en principio pretende dinamizar la economía pero es muy controvertida, ya que los beneficiarios directos son los grandes bancos, que apenas han reinvertido esa lluvia de dólares.

      En el caso de Europa, cabría pensar en dos tendencias hipotéticas: (1) hacer hasta cierto punto como China o Gran Bretaña y haber devaluado el euro de forma controlada a lo largo de los años, sobre todo a partir del estallido de la crisis, para que no se acumulase tanta diferencia a favor poder adquisitivo del euro (que es bueno para comprar pero malo para vender – y el que no vende hoy, no puede comprar mañana) o (2) hacer como se ha hecho en realidad: mantener el euro muy fuerte casi a toda costa. La primera tendencia es lo «normal»: lo que se ajusta a las necesidades de casi todos los estados y sus economías, ya que la estratificación de la competencia es cada día menor (economías como la española compiten más al nivel de China que el de Alemania o USA, por no hablar de la competencia incluso más comparable con estados fuera de la Eurozona como Polonia o Corea del Sur); si el hegemón devalúa apenas queda otro remedio que devaluar.

      La segunda en cambio corresponde a economías muy sólidas y de alta tecnología como la alemana, etc. Para este tipo de economía una moneda fuerte puede ser favorable, ya que compran materias primas y componentes baratos (fuera de la Eurozona), los ensamblan en productos con poca competencia y los revenden en un mercado de precios elevados donde la escasa oferta puede marcar oligopolísticamente los precios. Por ello (y no ninguna otra razón verdadera) Alemania y su bloque de estados pequeños (Holanda y Austria básicamente) quieren una moneda fuerte… y si el sur de Europa tiene que sufrir, que sufran!

      Es una opción que tiene el potencial de destruir a la Unión Europea y dejarla hecha jirones. A Alemania puede que le vaya bien pero al resto no y más pronto que tarde esto resultará en la implosión de la UE o en forzar al bloque alemán a aceptar una política económica común acorde a las necesidades de todos. Lo malo es que no se habla apenas de esto, lo que es indicativo de cuánto control ejercen ciertos poderes sobre los medios y en general la clase política, incluida la del sur del continente. Pero cada vez se masculla más y se tendrá que confrontar de forma clara. La esperanza (???) puede ser Hollande (que irónico que italianos y españoles estén a la espera de un liderazgo francés) – pero puede ser un parche e incluso puede exacerbar las tendencias «nacionalistas» alemanas y hacer quebrar a Europa a la altura de Estrasburgo y Bruselas (no creo que Bélgica sobreviviera a una nueva confrontación Franco-Alemana).

      Ya veremos.

      «la desvalorización del euro con respecto a otras monedas (ejemplos real, franco suizo, dólar australiano)»…

      Sabía lo del franco suizo, no lo del dólar australiano. Suiza tiene una economía parecida a la alemana y quizá sea también el caso de Australia. En cualquier caso son monedas de estados relativamente importantes pero más bien pequeños (Suiza tiene 7 millones de habitantes y Australia 20): estados como España, Portugal o incluso Italia compiten más con economías de nivel medio como China, Rusia, Polonia, Turquía… Es cierto que los sectores más avanzados quizá se beneficien como si estuvieran en Alemania pero incluso aquí en el País Vasco, que es el no va más en cuestión de «economía puntera» en el contexto del estado español, se ve una clara subservencia de las empresas alemanas (no sólo pero sobre todo): se hacen partes para «los alemanes», quizá partes que aún no hacen los chinos o los polacos… pero que sin duda te hacen los coreanos o los escoceses, que están fuera de la zona euro.

      Pero bueno la gran mayoría de empresas con potencial exportador en la economía de la península ibérica son textiles y así (relativamente baja tecnología)… y malamente pueden competir en los mercados mundiales con una moneda tan fuerte (estimo que está sobrevalorada un 30-40%).

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      Maju

      22/12/2011 at 12:11

  4. Nada que ver con la nota y los comentarios, pero no sabía donde expresar lo primero que se me vino a la cabeza cuando entré:

    ¡Al fin una página marxista que le pone onda y le da bola a la gráfica/estética!
    (y no hace el famoso copy&paste)

    Estudié Desarrollo Publicitario (lamentablemente!) durante años y no hay nada mas efectivo para llegar al pueblo que un buen diseño.

    Felicitaciones! Siga así Rolando.

    PD, Ahora me voy a tomar unos días para leer sus post.

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    Milló

    19/12/2011 at 20:39

    • Una aclaración necesaria: toda la parte gráfica y estética es mérito de mi hijo Diego.

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      rolandoastarita

      19/12/2011 at 23:34

  5. saludos, me gustaría saber por qué la tasa de cambio tiene relación con la rentabilidad del capital y las inversiones y su destino? Por otro lado, podría Europa depreciar el euro como forma de volver competitivos a los países de la periferia europea, como se beneficia Alemania de un euro fuerte?

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    Alfonso

    06/02/2013 at 16:35

    • Una caída del euro mejoraría la competitividad de las industrias europeas (significaría una redistribución del ingreso en favor del capital, desde el trabajo). En términos generales, una tipo de cambio alto (moneda depreciada en términos reales) favorece a las industrias productoras de bienes transables (esto es, sustitución de importaciones o exportadoras). Pero empeora la rentabilidad de las empresas que dependen de insumos o equipos importados, y a las multinacionales que producen para el mercado interno del país; el valor generado en el mercado interno se traduce en menos valor en términos de la moneda mundial. La situación inversa sucede cuando se aprecia la moneda. Estas modificaciones en el tipo de cambio pueden generar cambios bastante bruscos en las tasas de rentabilidad entre sectores, y por lo tanto en la inversión. La experiencia de Argentina en las últimas décadas es ilustrativa al respecto. Períodos de tipo de cambio alto (por ejemplo, 1981-90, luego 2002-10) son seguidos de períodos de tipo de cambio bajo (por ejemplo los 90, ahora se estaría entrando en otro, etc.) lo que provoca modificaciones abruptas en las tasas de rentabilidad y la dinámica de sectores (especialmente los que producen bienes transables y no transables). Discuto esto con cierta extensión, aplicado a Argentina, en Economía política de la dependencia y el subdesarrollo.

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      rolandoastarita

      06/02/2013 at 17:38

  6. Rolando, no se si es ésta la forma, pero quería preguntarle si usted me puede recomendar algún texto sobre la formación del Euro. Buscando por la web, sólo encuentro pappers que mencionan la «inevitabilidad de la globalización» y el «acercamiento regional».
    Saludos.

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    Lean

    20/06/2015 at 23:25


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