Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Caso Sobrero: ¿exigimos la renuncia de Fernández?

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El martes 4 Rubén Sobrero y Leonardo Portorreal fueron excarcelados, pero continúan imputados en la causa por la quema de los trenes. Por ahora, Sobrero y Portorreal no pueden salir del país, ausentarse de sus domicilios por más de 48 horas y deben presentarse una vez por mes en el juzgado. Esto a pesar de que se evidenció que se trató de una causa armada. El propio juez ahora trata de despegarse del asunto, sugiriendo que fue víctima de una maniobra de la policía (por lo que decidió entregar la investigación a la Secretaría de Inteligencia). Una excusa estúpida para disimular el papelón. Por su parte, el gobierno mantiene silencio, después de haber respaldado al juez cuando mandó detener a Sobrero y Portorreal.

Ante este escenario, algunos dirigentes de la izquierda están exigiendo las renuncias del Jefe de Gabinete, Aníbal Fernández y del juez Yalj, así como la apertura de los archivos de la SIDE y la formación de una comisión investigadora, independiente y con plenos poderes, que eche luz sobre cómo se armó la causa y también sobre las relaciones entre el Gobierno y la empresa. Christian Castillo, dirigente del PTS y candidato a vicepresidente por el FIT, formuló este reclamo. Esta clase de demandas son muy comunes en la izquierda. Es que parece “lógico” que si el juez X y el ministro Y estuvieron a la cabeza del escándalo, exijamos sus renuncias. Y si sospechamos que la SIDE nos está vigilando, reclamemos por la apertura de sus archivos y el despido de los funcionarios involucrados. También parece lógico que todo esto lo haga alguna “comisión con plenos poderes”. Todo entonces es muy “lógico”…. pero en un mundo en que no existiera el poder del Estado, la lucha de clases y el dominio del capital. Es que en el mundo concreto en que vivimos, pienso que estas demandas no llevan a ningún lado; y son funcionales a la propaganda que tiende a presentar todo como producto de errores de personas. El sistema en sí no es el problema, lo que fallan son las personas, viene a decir el mensaje subyacente. Aquí habrían actuado mal un juez y un jefe de gabinete, de manera que hay que reemplazarlos; por este camino, podría llegarse a un Estado más democrático, más tolerante, etc. El foco de la atención está puesto en los personajes.

La renuncia del fusible

La idea que defiendo es opuesta a la anterior. Sostengo que la crítica debe apuntar al fondo del problema, porque el ataque a Sobrero no es producto del odio personal de Aníbal Fernández a los “troskos”, sino el resultado de una orientación del Estado en defensa del capital. Fernández se puede haber equivocado en su instrumentación, y es posible que en algún momento sea reemplazado, debido a su manifiesta ineptitud para la tarea. Pero es ineptitud en la defensa de los intereses de la clase dominante; no se lo desplazará por defender al capital -y atacar a la izquierda- sino por hacerlo mal. El cambio no modificará las cosas de alguna manera sustancial.

Destaco que este enfoque del problema puede parecer novedoso, pero no lo es. Hubo una tradición en la izquierda que hacía eje en la denuncia y la crítica del carácter de clase del Estado, y desestimaba por inconducentes las demandas centradas en el cambio de “figuritas”. En este respecto quiero recordar la posición de Lenin en 1917, cuando se dio un caso que parecía habilitar la típica demanda “que renuncie el ministro”. Contextualizo el tema: en abril de ese año se filtraron informaciones sobre tratativas secretas con los aliados del Ministro de Relaciones Exteriores, Milyukov, para continuar la guerra. Inmediatamente estallaron manifestaciones en Petrogrado; los manifestantes -entre los que había muchos bolcheviques- pedían la renuncia de Milyukov y la publicación de los acuerdos diplomáticos secretos. Como resultado de la presión, renunció el ministro, aunque los tratados no se dieron a luz. Mucha gente que estudia la Revolución Rusa pasa por alto que en ese episodio hubo una voz discordante en la izquierda. Esa voz fue la de Lenin. Contra el sentido común imperante, Lenin argumentó que un cambio de personas no hacía ninguna diferencia, y solo alimentaba falsas ilusiones. Escribía: “Todo el gobierno provisional es un gobierno de la clase capitalista. Es un asunto de clases, no de personas. Atacar personalmente a Milyukov, demandar, directa o indirectamente, su renuncia, es una comedia estúpida, ya que ningún cambio de personalidades cambiará algo en la medida en que no cambien las clases que están en el poder” (Íconos contra cañones, frases contra el capital” O. C. t. 24). Y al hacer el balance de la crisis, señalaba: “Las manifestaciones comenzaron como demostraciones de soldados bajo la consigna contradictoria, equivocada y carente de efectividad de “Abajo Milyukov”. ¡Como si el cambio de personas o grupos pudiera cambiar la sustancia de la política!” (“Lecciones de la crisis”, ídem).

Al margen de las situaciones políticas tan distintas -en Argentina no está en curso una revolución, como sí lo estaba en 1917 en Rusia- rescato el enfoque de Lenin, anclado en un criterio materialista. Lo central es retener que las orientaciones políticas fundamentales de los Estados y gobiernos no dependen de las personas a cargo, sino de las fuerzas políticas y sociales que los mismos expresan, y los sustentan. Son estas fuerzas las que establecen los escenarios en los que actúan los personajes. El empeño de los ideólogos del capital está puesto en disimular este hecho, y exaltar al “héroe”.

Destaco también que el reclamo de renuncia del ministro Fernández no me parece “neutro”, sino perjudicial. Es que no sólo plantea un objetivo que no representa progreso alguno, sino también lleva agua al molino de los que quieren hacernos creer que hoy “la lucha por el cambio” (vaya a saber uno qué es ese “cambio”) pasa por disputarle “a la derecha” espacios de poder en el futuro gobierno K. Desde el enfoque que estoy planteando, estas intrigas de palacio sólo darán lugar a cambios cosméticos. ¿O acaso alguien puede ilusionarse de que las cosas cambiarán para los militantes “a lo Sobrero” porque en lugar de Fernández esté Garré, o De Vido, o algún dirigente de La Cámpora? Algo similar podemos decir de la renuncia del juez Manuel Yalj. Todos estos funcionarios no son más que fusibles del sistema. En última instancia, cuanto están muy quemados, pueden ser reemplazados; con lo cual se salvan las apariencias, e incluso se difunde la idea de que el Gobierno y el Estado son “sensibles” a los reclamos populares. Es la vieja política de cambiar algo para que todo siga igual.

Archivos y comisiones investigadoras

Con el mismo criterio analizo el reclamo de apertura de los archivos de la SIDE. ¿Quién puede creer que la clase trabajadora puede obligar a publicar los archivos reales de los servicios de inteligencia del Estado capitalista? Es más fácil tomar el poder político, que lograr semejante cosa. El Estado capitalista es un organismo del capital, cuya función esencial es defender las relaciones sociales existentes. Para cumplir este cometido, necesariamente mantiene una amplia red de vigilancia y montañas de datos sobre los elementos díscolos, posibles subversivos del orden del capital, críticos, etc. En este punto puedo brindar un ejemplo personal. En 1976 estuve detenido-desaparecido durante 24 días en Superintendencia Federal; fui dejado en libertad, pero en 1977 volvieron a buscarme (felizmente sin éxito); en 1982 volví a ser detenido, pero esta vez en forma más o menos “legal” (aunque incomunicado y sin posibilidad de llamar a un abogado). El “cargo” siempre fueron mis ideas y militancia socialista. Pues bien, el hecho es que todavía en la actualidad, cada vez que voy a tramitar un pasaporte, me lo retienen con el argumento de “hay antecedentes”. ¿Cuáles? Los de la época de la dictadura. Incluso en 2009 estuve a punto de perder un viaje por esta retención. Esto, a pesar de toda la propaganda oficial sobre los derechos humanos (1976-1983; la triple A y otras yerbas no se indagan). El tema es que aunque lograra que no me hostiguen con los antecedentes al ir a retirar mi pasaporte, mis antecedentes seguirán en poder de los organismos de inteligencia. Pueden decir que borran listas, pero no les creo palabra. El aparato de represión contra los socialistas y críticos del sistema, seguirá intacto, en tanto continúe vigente el dominio del capital.

Por otra parte, de nuevo es interesante ver qué decía Lenin, a propósito del reclamo de publicar actas y acuerdos diplomáticos secretos: “… nuestra línea no puede consistir en exigir del gobierno la publicación de los tratados. Esto sería una ilusión. Exigir esto a un gobierno de capitalistas es lo mismo que exigirles que descubran sus trampas comerciales” (intervención en la Conferencias del POSDR (b) de Petrogrado, t. 24 O. C.). Encuentro esta idea totalmente aplicable a los archivos de los aparatos de inteligencia estatal en Argentina, y en cualquier otro país capitalista.

Naturalmente, todo lo anterior también se aplica a la exigencia de la comisión investigadora. Es casi elemental que para investigar a los organismos del Estado, y sus relaciones con los empresarios, habría que tener poder. Poder para llamar a declarar; para detener gente; para entrar en los recovecos del aparato estatal -en particular de las fuerzas represivas- y también para meterse en las empresas. Pero este poder hoy no existe en la izquierda. Siempre que planteamos una consigna tenemos que preguntarnos cuáles son las condiciones en las cuales las podemos aplicar. Investigar las conexiones del gobierno, con sus fuerzas represivas, y los grupos económicos, y los negociados mutuos (a lo que habría que agregar las conexiones con la burocracia sindical, por lo menos), equivale poco más o menos a establecer el control del pueblo y la izquierda sobre el Estado y la clase capitalista. ¿Qué sentido tiene esto? La política tiene que partir del análisis de las relaciones de fuerzas existentes. Es necesario hacer un análisis materialista. De lo contrario, se alientan ilusiones, y la política se ubica en las nubes.


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Caso Sobrero: ¿exigimos la renuncia de Fernández?

Written by rolandoastarita

06/10/2011 a 13:28

45 respuestas

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  1. He leido su post y estoy de acuerdo con el fondo de la cuestion.
    La renuncia de Fernandez no cambia la causa de la persecusion a los trabajadores, la cuestion de fondo es justamente esta politica de persecusion y no sus ejecutores.
    Como bien dice,es una cuestion de clase y de intereses, pero difiero en que la exigir la renuncia de Fernandez sea negativo, opinion todo lo contrario, si bien la renuncia de un funcionario no va a hacer caer un plan o una politica, es resultado de la lucha y del reclamo por lo mocos de dicho funcionario,lo que genera un desgaste y tambien-como se ha visto-diferencias y hasta criticas de aliados al Gobierno por la persecusion judicial.

    En otro parrafo ud afirma: «Naturalmente, todo lo anterior también se aplica a la exigencia de la comisión investigadora. Es casi elemental que para investigar a los organismos del Estado, y sus relaciones con los empresarios, habría que tener poder. Poder para llamar a declarar; para detener gente; para entrar en los recovecos del aparato estatal -en particular de las fuerzas represivas- y también para meterse en las empresas. Pero este poder hoy no existe en la izquierda. Siempre que planteamos una consigna tenemos que preguntarnos cuáles son las condiciones en las cuales las podemos aplicar

    Que la izquierda no tiene poder , no es causal de bajar los brazos y exigir al Estado Burgues, la marcha del pasado lunes es una forma de luchar, se tenga o no poder, con la simple bandera y la convicción de construir un frente nacional y revolucionario-solidario- que represente a los trabajadores y la izquierda.

    Que hariamos en futuros casos, si tenemos otro funcionario que se dedica a fogonear persecusiones a trabajadores, nos quedamos en donde estamos pensando en que «no tenemos poder»?

    Saludos

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    Maloperobueno

    06/10/2011 at 14:24

    • Tratemos de entender el argumento del interlocutor, y no tergiversar. Jamás dije que había que quedarse de brazos cruzados ante un ataque. Lo que sostengo es que no hay que plantear consignas que son absurdas. Pedir el control obrero (o popular) del Estado capitalista es un absurdo. Una demanda puede triunfar como producto de una lucha popular, y sin embargo no significar avance alguno.

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      rolandoastarita

      06/10/2011 at 15:15

  2. Coincido con el contenido del escrito. Estoy totalmente de acuerdo en que pedir la renuncia de ministros y consignas por el estilo son erroneas. Pero ¿qué se podría hacer o que consigna podría ser la más acertada desde la perspectiva de la clase trabajadora?¿Qué se podría hacer para responder este ataque de la clase capitalista?
    Saludos

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    dani

    06/10/2011 at 19:24

    • Me da asco Aníbal Fernández, me hace acordar a que también me daba mucho asco los voceros de Menem. Las figuras cambian, pero continúa lo esencial, o sea el dominio del capital. Para mi esto que traigo de manera anecdótica encierra una cuestión clave: que el dominio de la burguesía es cada vez más impersonal. Suena muy abstracto pero pienso que ayuda a pensar la realidad. Rolo lo expresa mejor en un análisis concreto: «los funcionarios no son más que fusibles del sistema» y saca las debidas conclusiones políticas. Pero ¿por qué la política revolucionaria debe reducirse al uso de consignas?. ¿Acaso Marx y Engels se la pasaron discutiendo «consignas para la acción»? Lenin hablaba de organizar denuncias políticas en base a la experiencia de la relación entre las clases, cuestionaba al economicismo y la política que se reducía a «la promesa de resultados tangibles». Paradójicamente, Lenin incluso en medio de la situación revolucionaria en Rusia de 1917 decía que lo mas importantes era explicar y explicar. El problema es que especialmente el trostkismo hace todo un eje de su intervención a la aplicación de consignas transicionales («comisión investigadora con plenos poderes…», ante la crisis capitalista: «Abrir los libros de las corporaciones económicas, y establecer el control obrero», etc.). Esta metodología se plantea en todos los lugares y ante múltiples situaciones sin lograr obtener el efecto esperado: convertirse en alternativa de dirección. Tampoco pasa desapercibido que esta política es el corolario de una caracterización catastrofista de la situación económica o política («crisis del régimen político y de los partidos tradicionales», se habla de crisis del «bonapartismo con faldas»). Conclusión: hay que revisar los análisis y las formas de hacer política, opino que en este blog hay varios artículos que pueden servirnos para repensar estos temas. Por supuesto, no se trata de «quedarnos pensando» pero tampoco habrá práctica revolucionaria sino nos guiamos por una teoría revolucionaria.

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      Omar

      07/10/2011 at 00:10

  3. En una primera lectura el artículo me pareció bastante acertado en general -y en algunos particulares, estupendo-, pero por otro lado me parece que el hecho de exigir la renuncia de un ministro podríamos tomarlo como una medida reformista, vamos, como «pararle un poco la mano» al gobierno, nada más, pero tampoco nada menos. Sembrar demasiadas expectativas en un cambio de figuritas es, como correctamente has señalado en el artículo, equivocado, pero exigir -y eventualmente lograr- la renuncia del funcionario que está siendo la avanzada contra el clasismo, ¿no tendría el valor de una batalla ganada?, batalla parcial, eso sí, pero batalla al fin. Seguro que la explotación no terminará así, pero tampoco veo que el camino se haga más largo por pelear por cosas parciales, por reformas. De alguna manera sería como decir, ustedes (el gobierno, los capitalistas) tienen la fuerza y nosotros no estamos por ahora en condiciones de discutirles su poder, pero todo tiene un límite, vamos, ese funcionario se ha extralimitado y queremos que lo saquen, sí, sabemos que no ha sido un exceso propio de él, que él actúa por cuenta vuestra y que si ahora tienen que quitarlo no es porque tengan pensado cedernos su poder (de clase), pero igual les exijimos el fin de estas avanzadas y la mejor forma de simbolizar el cambio (la reforma) es con la renuncia del ministro ejecutor (de vuestra política). El eje es no sembrar la falsa idea de que cambiando la figurita ya hemos hecho el 90 por ciento de la revolcuión y que solo falta el asalto final. Teniendo esas precauciones, me parece que la batalla por la renuncia del funcionario puede ser progresiva.

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    Eduardo

    06/10/2011 at 22:58

  4. «Al margen de» dice R.A. para justificar un comparacion que considero ridicula.

    Yo digo, «al margen de» que la renuncia de A.F. no resolvera el problema «capital», si es una batalla ganada que aporta a la escuela de guerra de la cual nos valemos los revolucionarios para, en un salto dialectico de cantidad en calidad, llegar a tomar el poder para transformar la sociedad… al margen

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    Marcelo Morigi

    07/10/2011 at 00:19

    • ¡Bien!
      Queda claro que conoces los libros sagrados de tu secta.

      En fin con estos «revolucionarios»…

      Saludos.

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      Gerardo Daniel

      07/10/2011 at 08:40

    • No estoy de acuerdo con la respuesta de Gerardo Daniel, creo que o contestamos con argumentos o no contestamos… no hay ninguna obligación o imperativo moral al respecto.
      Pero eso al margen.
      Vaya un ejemplo: el de Colhor de Melo en Brasil. Hubo movilizaciones exitosas en cuanto a su deposicion, sin embargo no significó ningún avance ideológico desde el punto de vista de marxismo … aquí se quiso imitar con el «fuera Menem» … y la verdad que no aportaba nada a interpretar mejor las contradicciones de la sociedad… estas políticas (consignas) sólo aportan al recambio burgués, y la gimnasia que aportan a la lucha es inútil.
      Por qué más y más y más ideología burguesa va a dar el salto en calidad para plantearnos un horizonte de superación del capitalismo… no lo entiendo.
      Ante consignas de «fuera fulano», a los marxistas sólo nos cabe explicar que para lo único que sirve es para fomentar las ilusiones en el recambio democrático burgués

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      roberto

      07/10/2011 at 10:26

    • ¡Mi respuesta iba a eso! Las sectas no usan argumentos. eso en si es un argumento. Tengo demaciados años discutiendo con la clase de limitados que recitan dogmas como para molestarme en hacer otra cosa que remarcar que son limitados que recitan dogmas.
      Al margen, estoy de acuerdo con su ejemplo.

      Saludos.

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      Gerardo Daniel

      07/10/2011 at 21:50

  5. El problema, creo yo, radica en la generación de lo que en algún momento Rolando llamó «falsas ilusiones». Inducir a la clase obrera a luchar por una reforma (en este caso la destitución de Anibal F.) que, a fin de cuentas, no tendrá ningún impacto en las relaciones sociales del sistema capitalista es, cuando menos, poco sincero. Poco sincero porque el que induce a esa lucha sabe que su desenlace no cambiará nada en términos sustanciales.

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    Alejandro

    07/10/2011 at 02:00

    • No sólo no permite avanzar, sino que además se trata de consignas que desmoralizan. Recuerdo que en los años 90 en Jujuy estallaban movilizaciones de manera recurrente con la demanda «que renuncie el gobernador». Las luchas eran tan intensas que se lograba el objetivo. El gobernador renunciaba y venía otro, con lo que apaciguaba por un tiempo las cosas… hasta que volvía a estallar otra lucha, de nuevo por la renuncia del gobernador. Así continuó la cosa, y las movilizaciones se fueron desgastando. Recuerdo haber discutido esto con activistas y militantes en Jujuy, allá por los fines de la década. Ellos mismos admitían que la lucha por cambiar el fusible «gobernador» había desembocado en un callejón sin salida. Por aquella época comencé a estudiar mejor el asunto, incluso indagando en las tradiciones del marxismo. Es interesante señalar que en la política marxista (aconsejada por Marx, Engels, Lenin, Rosa Luxemburgo, Liebknecht, Bebel, etc.) a nadie se le ocurría centrar las reivindicaciones en pedir las renuncias de ministros, gobernadores o presidentes. Había una clara conciencia de la necesidad de dirigir la crítica a las cuestiones de fondo. Esta tradición se perdió. La demanda «que renuncie Fulano» está a la orden del día. A Marx nunca se le ocurrió pedir la renuncia del primer ministro británico para «avanzar» en la solución de los problemas de la clase trabajadora, o para «educar» en la conciencia socialista. Por supuesto, Marx no se mareaba con fórmulas dialécticas («salto de la cantidad en calidad») mal aprendidas.

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      rolandoastarita

      07/10/2011 at 09:33

  6. Compañero Rolo. Coincido con el planteo. Exigir renuncias está bastante de moda. En las presentes condiciones, exigir la renuncia de A. Fernández y el juez interviniente, resulta bastante risueño. Es un gesto ampuloso, pero estéril. Un intento de ponerse a la izquierda de Pino Solanas que, de palabra, propone el juicio político, mediante los mecanismos ordinarios de la democracia capitalista. La izquierda no tiene ni la fuerza parlamentaria para impulsarlo, ni la fuerza en las calles para imponerlo. Resta en pié la cuestión de como este tipo de planteos refuerzan la confianza en la autodepuración (espontánea o por la presión de llamamientos lanzados al viento) del sistema. Personalmente, creo que responde a varias necesidades. La primera es cumplir con el rito de las consignas transicionales (Llamamos a luchar por la renuncia de un ministro-las masas lo toman y se movilizan- el ministro renuncia- este resultado ya no alcanza para aplacar a las masas en lucha y van por más- por ejemplo, que renuncie CFK) como usted dice, un absurdo total. La segunda es diferenciarse del reformismo, proponiendo una variable terminológica más radical. La tercera y más importante, pretender instalar la imagen de una izquierda ‘con autoridad’ que no se va con chiquitas e impone ‘exigencias’, aunque estas sean desestimadas por el enemigo de clase, dada la inanidad de las fuerzas que representan. Lo importante es generar un efecto de ‘amplificación de imagen’ que contribuya a la performance electoral futura. Explicar hasta las últimas instancias la naturaleza de la represión capitalista, bajo cualquiera de sus formas, no contribuye a este objetivo. La excusa es la de siempre. Hay que buscar propuestas que las masas ‘entiendan’, total se las puede llevar a la revolución engañadas. Lo que el sentido común impone, en este caso, es que, quienes se ‘equivocaron’ se aparten. Si es por las apelaciones ‘tonantes’ de C. Castillo u otro referente de izquierda, mejor ¡Así es como lo hacen los líderes¡ Lo de las ‘comisiones investigadoras’ está en sintonia, aunque, empeora el asunto. Habrá que evocar los espíritus de Dracón , Solón y Clístenes (Que sería una buena fórmula) para encabezar la cruzada democrática contra la Side. Para abrir los archivos, hay que eliminar a quienes los custodian. Presupone la revolución. Pero claro, hay que ir de a poco. La futura bancada de izquierda podrá consolarse con presentar proyectos de esta naturaleza, adornados con palabritas como ‘disolución’ etc.
    Nada de lo dicho presupone no luchar contra la represión estatal, bajo cualquiera de sus formas y así se viene haciendo. Frente a la detención arbitraria de delegados obreros, se impulsan medidas de fuerza. Se ponen en pié movilizaciones exigiendo su liberación. Se efectúan campañas solicitando la solidaridad del movimiento obrero internacional. Se busca ampliar el frente de lucha por el reclamo elemental a otras fuerzas sociales que se dicen defensoras de los derechos obreros y civiles. No hay nada nuevo, ni mucho por inventar. No creo que a nadie se le ocurra formar un comando para liberar a los presos o ir a quemar los tribunales. Ni siquiera ‘escrachar’ a A. Fernández o el Juez Y. y menos en campaña electoral.
    Los planteos que discutimos son solo una coreografía con que se pretende investir la lucha de aristas revolucionarias. Entre los propios dirigentes de izquierda, donde no se puede negar la inteligencia necesaria, no creo que haya nadie que se tome en serio los propios llamamientos altisonantes. Si en algún momento, a consecuencia de los constantes enroques que efectúa la burguesía se producen las tan deseadas renuncias, queda el recurso de proclamar ‘triunfamos’.
    Un saludo.

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    AP

    07/10/2011 at 12:34

  7. Al comienzo de los comentarios hubo dos preguntas importantes «¿Qué se podría hacer para responder este ataque de la clase capitalista?» Lo elemental y urgente o inmediato era luchar por la libertad de Sobrero, cosa que se logró de modo precario. La otra pregunta «¿qué se podría hacer o que consigna podría ser la más acertada desde la perspectiva de la clase trabajadora?» mi conclusión es que no debieramos distraernos con consignas que nos desvían del cuestionamiento al Estado y de la democracia burguesa. Lo interesante del caso Sobrero es que a partir de la libertad obtenida del compañero se abrió objetivamente una discusión pública sobre varios temas (la judicialización de la protesta, los problemas sociales derivados del estado de los ferrocarriles, la complicidad o el rol del estado ante las privatizadas, etc). Así pues continúa nuestro desafío: o insistimos con el consignismo (de efectividad dudosa o mas bien desmoralizante) o acompañamos nuestras luchas parciales con una lucha política e ideológica que nos permita mejorar nuestras posiciones en una etapa adversa al movimiento obrero.

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    Omar

    07/10/2011 at 14:03

  8. Algo parecido paso en Venezuela, cuando el gobierno mete preso al dirigente sindical Ruben Gonzalez, lider del sindicato de la Ferrominera, en el estado Bolívar. Dicho dirigente fue apresado por pedir la firma del contrato colectivo de Ferrominera, una empresa del Estado venezolano que procesa mineral de Hierro de los ricos yacimientos de la mesetas de Guayana en el estado Bolívar. La movilisación permanente de los trabajadores lograron su liberación un año despues. Ruben es miembro del partido «Patria Para Todos», de izquierda, antes al lado del gobierno y hoy an la oposición, debido a la política antiobrera del gobierno de Chavez. Muchos sindicalistas venezolanos siguen presos, algunos por denuciar la corrupción imperante en las empresas estatales de aluminio y en SIDOR (Siderurugica del Orinoco). Recomiendo, humildemente, la máxima movilización del movimiento obrero argentino. El hecho es grabe, y crea un precedente de autoritarismo gubernamental antiobrero. Por lo espuesto, muchos nos distanciamos del gobierno de chavista; y debo decir que Chavez, hoy día, perdio el apollo del movimiento obrero, genuinamente clasisita , de Venezuela.

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    abdel

    08/10/2011 at 01:52

  9. -Me disculpan me voy a explayar-
    ¿porque no presentar una acusación contra la empresa y al menos obligar a un fiscal a investigar la relación del estado en la refuncionalización de los ferrocarriles? Eso si es politica, no solo declamar sino actuar en consecuencia. Nada de expectativas, solo una ACCIÓN POLÍTICA CONCRETA.
    Si ellos nos judicializan a nosotros, ¿porque no hacemos lo mismo nosotros con ellos? Seguro de que a los Fernandez no les gustaría aparecer como imputados en una causa de asociación ilicita o administración fraudulenta en los medios. ¿Que diría Victor Hugo?¿diría algo?
    – Un Ej: yo tenia un tipo que se dedicaba a lo mismo que yo, que me hacia competencia desleal en el trabajo, no satisfecho con eso, se le ocurrió meterse con mi vida y mi negocio. Entonces descubrí que el suegro era abogado, contraté al socio del estudio jurídico del suegro del tipo, para un par de trabajos administrativos, mientras le tiré la lengua y le baje linea, le explique quien era yo, de que vivía, y porque defendía mi trabajo. también le explique que si el no me ayudaba con este asunto, iba a tener que pasar a otro terreno, que no le convenía a nadie. Ademas de conseguirme un abogado mas pulenta, etc.
    ¿Fin del problema? – Si – o quizás – no – pero el tipo ya no puede usar ese camino para joderme la vida.
    – Claro que yo preferiría no tener estos problemas, o que no existieran los abogados, pero como dijo Karl Marx – Tesis sobre Feuerbach [VIII] * La vida social es, en esencia, práctica. Todos los misterios que descarrían la teoría hacia el misticismo, encuentran su solución racional en la práctica humana y en la comprensión de esa práctica._ La practica humana a la que se refiere, es centralmente «la acción politica» entendida como, acción humana interesada y consciente. (Claro que los tipos que apenas se atreven a reordenar sus prejuicios cada vez que encuentran que no entienden lo suficiente como para decir algo importante, seguramente pensaran que soy un sectario, por citar a Marx, o algo por el estilo, ¿quien sabe?, a mi me importa digamos, uno, dos, o quizás tres carajos. Esa actitud setentista autoritaria-totalitaria, está completamente en decadencia como sus cultores. Los años no otorgan autoridad, sino apenas experiencia, y casi nunca de buena calidad.
    Sobrero salio de la cana, y bancó al juez, no porque le crea nada, sino porque tiene mucha calle.
    No se trata de depositar expectativas en el estado o en la justicia del sistema, sino de exponerlos ante la opinión publica, opinión publica que hoy está absolutamente a merced, del espectáculo televisado de la politica.
    Puesto que lo que en realidad ha sucedido, es que este caso tuvo exposición masiva atraves de la tv, tanto que para llenar minutos y para desplazar el tema de la atención del consumidor de basura masiva,, PUSIERON LA CACHUCHA de una mina en Prime Time. .
    Señores al respecto diré, que las causas de desapariciones y violaciones de derechos humanos solo se metieron en la agenda de la politica cuando los organismos se metieron en la programación de los medios, con los escraches, y los recitales, los juicios, etc. Aprendamos las lecciones, es necesario mantener una actividad publica dentro de la superestructura, para dar la batalla ideológica y politica en todos los espacios. No se puede renunciar a hacer politica, aún dentro de los margenes de la legalidad y la institucionalidad capitalista.

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    Volar Libremente

    09/10/2011 at 22:16

    • Solo dos cosas, ¿Qué acusación contra la empresa propones?,
      «los Fernandez no les gustaría aparecer como imputados en una causa de asociación ilicita o administración fraudulenta en los medios»
      Ah tenido causas por cosas peores y no han tenido ningun problema.

      Más allá de esto no le encuentro logica a tu argumentación.

      Saludos.

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      Gerardo Daniel

      09/10/2011 at 22:51

  10. Me parece auspiciosa la discusión que RA propone a través de este artículo, ya que toda la izquierda -en un sentido amplio- debe poner en discusión los programas y respuestas políticas de los partidos políticos revolucionarios que intervienen en la realidad. Ahora bien, yendo a los planteos del artículo veo en principio 2 problemas metodológicos:
    1)- La deshistorización de planteos políticos a partir de tomar citas de autoridad (de Lenin en este caso) de indudable contundencia pero siendo extrapoladas a la actual situación política Argentina (totalmente distinta) para decir que los planteos de C. Castillo son incorrectos. Tal ejercicio de comparación histórica carece de sentido si miramos la realidad de la Rusia de 1917 y la Argentina actual. Más aún, esta analogía va contra aquello que el propio artículo –paradójicamente- reclama cuando sostiene que: “La política tiene que partir del análisis de las relaciones de fuerzas existentes. Es necesario hacer un análisis materialista”. Es que RA trae a colación afirmaciones que Lenin realiza en un contexto de guerra y revolución, pero la Argentina: ¿está en una situación política de guerra y/o revolución como para que se puedan utilizar en forma mecánica las elaboraciones de Lenin? No, claramente no. No obstante, RA conciente de este problema trata de resolverlo sosteniendo que: “Al margen de las situaciones políticas tan distintas -en Argentina no está en curso una revolución, como sí lo estaba en 1917 en Rusia- rescato el enfoque de Lenin, anclado en un criterio materialista. Lo central es retener que las orientaciones políticas fundamentales de los Estados y gobiernos no dependen de las personas a cargo, sino de las fuerzas políticas y sociales que los mismos expresan, y los sustentan”. Esta salvedad no resuelve el problema, ya que es cierto que Lenin utiliza un criterio materialista para analizar el contexto histórico en el que interviene y a partir de eso elabora respuestas políticas, pero RA no (si así fuera hubiera optado por hacer una caracterización y dar alguna respuesta política concreta en lugar de limitar su artículo en citas a Lenin). Pero al margen de esto último, el problema sigue siendo el mismo, esto es; la no contextualización. Para ser más claro: en Rusia había un proceso revolucionario en curso, con un desgaste del régimen político gobernante y un partido bolchevique con capacidad de hegemonizar a la clase trabajadora y el campesinado. Es decir, el partido de la clase obrera estaba en una situación ofensiva contra el poder dominante. En la Argentina, por el contrario, la vanguardia obrera se encuentra en una situación defensiva (por ello el ataque a Sobrero y el procesamiento de miles de luchadores sociales), con un régimen político que se ha ido relegitimando luego de la crisis del 2001, con fortalecimiento de una variante burguesa como el kirchnerismo que acaba de recibir más del 50 % de los votos y en contexto de crecimiento económico muy importante en 8 años. En tal sentido, la renuncia del Ministro Fernandez y del Juez no sería sólo la renuncia de una persona, sino una victoria táctica –pequeña y parcial, desde luego- contra este ataque del capital sobre el trabajo. Algo que, lejos de producir “ilusiones” en nuevos ministros o dirigentes de la burguesía, impactaría positivamente en la vanguardia obrera que se autoorganiza y resiste en su lucha contra el capital. Por lo tanto, con la renuncia de un ministro no sólo se evitaría el avance del capital sobre el trabajo en su forma aparente, sino que también se afectaría lo que expresa esa apariencia (el poder del capital).
    2)- Otro problema metodológico que encuentro en este trabajo es que se aísla esta respuesta política ante una situación concreta del programa general que poseen los partidos de izquierda que integran el FIT, sustentados, entre otras cosas, en pilares elementales como la independencia de clase. Por ejemplo, RA sostiene que se “lleva agua al molino de los que quieren hacernos creer que hoy “la lucha por el cambio” (vaya a saber uno qué es ese “cambio”) pasa por disputarle “a la derecha” espacios de poder en el futuro gobierno K.” Por el contrario, lo que demuestra a las masas la lucha de los trabajadores clasistas como Sobrero es todo lo contrario, que al kirchnerismo se lo enfrenta NO ocupando espacios de poder dentro del gobierno junto con La Campora, Scioli y otros sino que se lo enfrenta desde una posición de independencia de clase. Ésa es la lección que deja esta intervención política, excepto que sólo nos limitemos a mirar lo que hace el enemigo y los oportunistas con apariencia de izquierda en lugar de sacar las debidas lecciones que el sindicalismo de base brinda cada vez que sale a las calles o lleva a cabo una huelga.

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    Juan Pablo

    09/10/2011 at 23:50

    • Encuentro varios problemas en la crítica de Juan Pablo. Primero: no señala que en la nota rescato un criterio de Lenin que ha sido silenciado durante años, y especialmente en la tradición trotskista. No se trata de un problema de descontextualización, sino simplemente de ocultamiento, ya que se refiere a la manera en que se ha presentado la posición bolchevique durante la crisis de abril de 1917. Concretamente, en su «Historia de la Revolució Rusa» Trotsky sostiene que la posición de los bolcheviques fue pedir la renuncia de Milyukov, acompañada de la exigencia de la renuncia de todos los ministros capitalistas. No explica que Lenin no tuvo esta postura. Y esta versión del asunto quedó asentada de esta forma en la tradición trotskista (y de otras corrientes de izquierda). ¿Por qué no se comienza explicando esto? Además, ¿por qué se ocultó esta información? ¿Por qué nunca se explicó en las filas trotskistas cuál fue la posición de Lenin? Algo similar ocurre con la consigna de publicación de los tratados secretos.
      Segundo: en el texto remarco que los contextos históricos son diferentes, que en Rusia había una revolución en curso, y que en Argentina estamos muy lejos de eso. Ahora bien, dicho esto hay que preguntarse en qué afecta a la comprensión de la consigna. La respuesta es que el hecho de que en Argentina no exista, ni remotamente, una revolución, da más argumentos en contra de las consignas que ha planteado el PTS en torno al asunto Sobrero. ¿Por qué? Pues porque si ni siquiera con el poder de soviets de obreros y soldados, en una situación revolucionaria intensa, era posible obligar a que el Estado publicara sus acuerdos secretos, ¿por qué va a lograrse en Argentina, cuando ni remotamente se tiene ese poder? ¿O acaso piensan que con algún diputado electo en el Parlamento (lo máximo que podría lograr el FIT ahora), y algunas manifestaciones, van a lograr semejante cosa? Claramente, no hay ninguna posibilidad. La historia hay que estudiarla, no para copiar mecánicamente fórmulas políticas a situaciones distintas, sino para derivar enseñanzas a partir del análisis de diferencias y semejanzas (la semejanza está dada por las características más profundas de los Estados y los regímenes capitalistas). En este sentido, remarco además que el argumento de Lenin no pasa por el hecho de que hubiera una situación revolucionaria, o no, sino por señalar que es propio de la naturaleza del Estado no dar a conocer sus tratados o acuerdos secretos. No es un tema atado a la coyuntura, sino a la mecánica del poder de clase.
      Tercero: lo que estoy rescatando del texto de Lenin es un criterio con el que se piensa la política, que está ausente hoy en la izquierda. El criterio consiste en preguntarse siempre en qué condiciones concretas se puede aplicar la consigna que se agita (o propagandiza). Y esta pregunta no puede eludir el tema clave de cuestionarse con qué fuerzas se cuenta para aplicarla.
      Cuarto: también en el terreno de lo metodológico, el criterio con que Lenin elabora su política es tomando en cuenta los efectos de determinada consigna sobre la conciencia política, sobre la ideología. Y el hecho de que se alienten ilusiones en el recambio de fusibles no desaparece (por el contrario, puede reforzarse) precisamente por la ausencia de una situación revolucionaria. El avance de la conciencia «por pequeñas victorias» sobre el capital y su Estado que postula Juan Pablo, no se da de esa manera. Los «pequeños logros», cuando no son logros reales (porque no mejoran en nada la posición de la clase obrera) solo crean desánimo, y refuerzan el poder del Estado. Sobran los ejemplos históricos. Ya en otra respuesta puse el ejemplo de las movilizaciones populares en Jujuy, en los 90, cuando derribaban gobernadores, que eran reemplazados por otros gobernadores, que hacían más o menos lo mismo que los anteriores, para volver a ser reemplazados por otros, etc. ¿En qué terminó la historia? Pues en el desánimo y la desorientación. Hoy en Jujuy el dominio del capital no está más débil que en resto del país. Lo mismo podemos decir de otras experiencias, como Ecuador; o lo sucedido en Argentina. Por este motivo he explicado ya que históricamente el marxismo tampoco planteaba (en situaciones «normales» o de crisis social) como consigna el recambio de figuritas en el Estado. Nadie se hacía ilusiones de que eso permitiera avanzar algo.
      Quinto: el planteo de Juan Pablo contiene una incoherencia lógica. Por un lado, sostiene que en Argentina no hay situación revolucionaria. Pero por otra parte sostiene que la exigencia de renuncia del ministro, apertura de archivos de la SIDE, etc, se justifica porque se vincula al programa general del FIT. Pero el programa del FIT es un programa concebido para una situación altamente revolucionaria. Solo en una situación de ese tipo se puede entender que se plantee, como consigna inmediata, implantar el control obrero, como está haciendo el FIT. Esto es, se trata de un programa para iniciar la transición al socialismo, y se sostiene que tal programa puede ser aplicado ya mismo. De manera que el argumento de Lenin sería más aplicable a una situación como la que presupone la idea de que es posible aplicar ya mismo un programa de transición al socialismo. Pero por otra parte Juan Pablo debe reconocer que en Argentina no existe ninguna situación revolucionaria. Con lo cual debería reconocer que agitar por el control obrero, y cosas parecidas, es un disparate. Recuerdo que el propio Trotsky decía que agitar por el control obrero en una situación no revolucionaria solo llevaba al reformismo (después de todo los burócratas sindicales en muchos países utilizaron ese slogan para participar de la conducción de negocios capitalistas). Todo esto es incoherente. Y es la principal razón por la que no apoyo el programa ni la política del FIT.

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      rolandoastarita

      10/10/2011 at 09:23

    • Estimado Juan Pablo, en tus los «problemas» que marcas yo encuentro dos problemas;

      El primero de mala lectura, la referencia a Lenin en el texto no es ni una cita de autoridad ni busca plantear una especie de: » como Lenin hizo esto hagamoslo nosotros», simplemente esta a los fines de mostrar que otra linea dentro del marxismo es posible.

      El segundo es aceptar la visión cuasi-mitologica que del movimiento trabajador tiene el troskismo en la argentina, tu frase:

      «lejos de producir “ilusiones” en nuevos ministros o dirigentes de la burguesía, impactaría positivamente en la vanguardia obrera que se autoorganiza y resiste en su lucha contra el capital.»

      ¿Qué evidencia tenes de esto? El troskismo, más allá de cuestiones de coyuntura viene desarrollando ese tipo de practicas desde hace años. Un poco de pensamiento critico nos lleva a la reflexión de que es necesario cambiar esas practicas dado el nivel de raquitismo politico de la izquierda argentina. Por supuesto podemos sentirnos bien con nosotros mismos llenandonos la boca de «vanguardias obreras» pero eso a la realidad no la afecta.

      Finalmente, escribis:

      «Por el contrario, lo que demuestra a las masas la lucha de los trabajadores clasistas como Sobrero es todo lo contrario, que al kirchnerismo se lo enfrenta NO ocupando espacios de poder dentro del gobierno junto con La Campora, Scioli y otros sino que se lo enfrenta desde una posición de independencia de clase.»

      Nadie discute aquí a Sobrero, eso esta más que claro en las notas sobre el tema y en los comentarios, lo que esta en discución es si tiene algun sentido teorico y politico agitar la consigna por la renuncia de politicos puntuales. Seria bueno que nos ciñamos a lo que esta en debate, porque de lo contrario, en general, termina degenerando.

      Saludos

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      Gerardo Daniel

      10/10/2011 at 09:30

  11. Compañero Rolo. No creo que sea necesario reafirmar que acuerdo con el criterio metodológico defendido en su nota. A lo sumo podemos discutir sobre cuales son las razones que determinan una orientación que apunta al ‘cambio de figuritas’: ‘Lógica transicional’ ‘Errónea apreciación de la relación de fuerzas’ o simple ‘Golpe de efecto mediático’. Lo dicho, sin entrar en la cuestión de la ‘disolución’ de la Side o las fuerzas de represión , que entran en el terreno del despropósito total. El pilar represivo del estado capitalista no son los ‘Sea Monkeys’. Lo que me parece cuestionable es que se le achaque a Trotski una falsificación de los hechos o el ninguneo de las posiciones de Lenin. Recurriendo a la lectura de ‘Historia de la Revolución Rusa’ no se puede sacar la conclusión de que Trotski afirme que los bolcheviques levantaron como ‘línea’ la consigna de ‘Abajo Miliukov’ o que la posición de Lenin se asimilara a esta. Por consiguiente, si hubo ‘ocultamiento de los hechos’ este procedimiento pertenece a una historiografía posterior o a una lectura poco objetiva al servicio de justificar determinadas posiciones políticas, revistiéndolas de una aura ‘revolucionaria’ y apelando a la despolitización imperante. En el capítulo sobre las ‘Jornadas de Abril’ lo que Trotski dice es que surgió una movilización de masas armadas de soldados contra el intento de proseguir con la guerra. Que esta gozó de la simpatía y desató la irrupción de una buena cantidad de trabajadores. Que los bolcheviques que intervinieron en ella, trataban de trasladar la consigna al plano de ‘Abajo el Gobierno provisional’. Hasta donde alcanza mi conocimiento, no hay versiones que indiquen que esto no fue así o que el Partido Bolchevique se moviera armado de una línea insurreccionalista prematura orientada desde su dirección. No encuentro prueba de que Trotski apoyara esta línea, pese al destacado rol que cumplía en el Soviet de Petrogrado o de que la defienda en su ‘Historia..’. Más aún, en el balance de la posición bolchevique, que presenta al final del capítulo, sostiene que quienes activaron en el levantamiento prematuro, representaban una ala ultraizquierdista en el partido. Que el partido estaba aún sumido en la confusión desde el ‘shock’ que significaron las ‘Tesis de Abril’ y marchaba hacia su próximo Congreso. Que la línea defendida por Lenin era ‘Explicar pacientemente’ a los efectos de que una importante fracción del proletariado pasase del lado bolchevique y que cada vez más dirigentes bolcheviques, incluido Stalin, se pasaban silenciosamente al punto de vista de Lenin, desechando la posibilidad de ‘controlar al Gobierno Provisional’ o depurarlo de sus elementos más reaccionarios. La cuestión era reunir la masa crítica para tumbarlo con posibilidades de éxito.
    No veo que por parte de Trotski haya ocultamiento o defensa de una línea blanquista o de cambio de figuritas. Lo invito a releer el capítulo y comentar sus conclusiones. Por otra parte, no tengo presente en Trotski otros precedentes que puedan avalar políticas de recambio burgués, como las que tenemos bajo análisis. Por otra parte, lo que el PTS ha reclamado, con la anuencia tácita de los compañeros que integran el FIT, no es tumbar a A. Fernández, mediante la movilización popular. Se ha limitado a ‘exigirle la renuncia’ como consecuencia de su ineptitud moral para ejercer la función pública de modo acorde con los preceptos democráticos y el imperio del estado de derecho. Falta que se sume al pedido de ‘interpelación’ con la ‘bancada de izquierda’ que todavía no tiene.
    Dado que se suscribe la teoría de la ‘mano negra ‘ del gobierno, detrás de la causa, por que no exigir la renuncia de todo el gabinete o del gobierno mismo? Pero una cosa es ‘exigir renuncias’, por más metodológica o tácticamente incorrecto, con 30.000 soldados armados y cientos de miles en las calles y otra bien distinta es hacerlo desde unos pocos miles de compañeros de izquierda, entre los que me cuento, puestos en una movilización pacífica que exige el objetivo ultradefensivo de la liberación de los compañeros presos. Bajo una situación como la que atravesamos, el llamado al cambio de figuritas es doblemente ‘estúpido’ al decir de Lenin (dado que lo dijo Lenin no se puede objetar el término ni ofenderse¡) En un plano más prosaico de la discusión ¿Quien puede creerse seriamente que el planteo de C, Castillo es un llamado a la insurrección? ¿Quien puede creerse seriamente, siquiera, es un llamado a echar a Aníbal Fernández mediante la movilización obrera y popular? Son ampulosidades, poses grotescas, para amplificar la imagen y poco más que eso.
    Gracias.

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    AP

    10/10/2011 at 15:14

    • Empiezo con el tratamiento de Trotsky del episodio de la renuncia de Milyukov. El problema central es que en la Historia de la Rev. Rusa la única polémica que menciona es contra los que levantaron un planteo de «insurrección ya», cuando no estaban dadas las condiciones para ello. En ningún momento hace mención siquiera a la posición de Lenin, de que la renuncia de Milyukov no llevaba a ningún lado. ¿Por qué? No tengo la respuesta, pero lo cierto es que no lo menciona. Y el tema es importante porque, insisto, la pelea no fue solo ni principalmente con el blanquismo. Pero hay otra cuestión metida en todo esto. Se trata de la consigna «Abajo los 10 ministros capitalistas», que según Trotsky, habría sido clave en la política de los bolcheviques. En varios escritos Trotsky vuelve sobre este tema, como si fuera una táctica central. Por ejemplo, en “Problemas de la Revolución Española” (24 junio 1931) plantea que los bolcheviques lanzaron la consigna de “Abajo los 10 ministros capitalistas”, y que esta demanda jugó un rol fundamental. Esto quedó además grabado a fuego en la memoria de los trotskistas; muchas veces se ha mencionado. Pues bien. ¿usted ha encontrado esta consigna en los escritos de 1917 de Lenin? Debería repasar los textos, pero hasta donde me alcanza la memoria, no recuerdo haberla visto en ningún lado. Por lo menos en intervenciones decisivas de Lenin, el asunto no aparece. En las Tesis de Abril no está; en su discurso ante el Congreso de los Soviets, de junio, tampoco la encontramos. Como tampoco la vemos en la crisis por la renuncia de Milyukov, ni luego, cuando se va del gabinete Guchkov. En junio de 1917 Lenin consideraba que con la salida de Milyukov y Guchkov del gobierno, los partidos mayoritarios de los Soviets se habían transformado virtualmente en los partidos de gobierno, y caracteriza que ese gobierno estaba atacando a la clase obrera y su vanguardia. Considera que la alianza entre mencheviques y SR era de hecho un bloque gobernante. ¿Qué sentido podía tener entonces la consigna de «Abajo los ministros capitalistas»? Lenin dice entonces que esos partidos, los mencheviques y SR, ya eran los responsables de la situación. Responsables por mantener a los ministros representantes de la burguesía contra-revolucionaria, por la continuación de la guerra. No veo dónde pide que despidan a los ministros de la burguesía. Otra cosa es que en algunos discursos Lenin plantea que si los Soviets toman el poder, aunque estuvieran dirigidos por los mencheviques y los SR, recibirían el apoyo de los bolcheviques, en contra de los capitalistas. Pero esto es bastante distinto de decir que uno de los ejes de la agitación fue «Abajo los ministros capitalistas». Insisto, no quiero entrar a juzgar las razones por las cuales Trotsky presenta las cosas de la manera que las presenta. Lo único que afirmo es que cuando leo la obra de Lenin, hay políticas que no son como parece derivarse de lo que cuenta Trotsky.

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      rolandoastarita

      10/10/2011 at 19:04

    • Compañero. En su respuesta al compañero J. Pablo usted sostiene que Trotski afirmó en ‘Historia..’ que los blocheviques pidieron la renuncia de Milukov acompañada de la consigna ‘abajo los ministros capitalistas’ y eso no es así. Si tiene razón en cuanto a que la posición de Lenin sobre la primer consigna no aparece referida. Respecto de la consigna ‘Abajo los 10 ministros capitalistas’ creo que, efectivamente,Trotski le asigna un rol desmesurado en la agitación bolchevique. La consigna aparece en pancartas, junto a ‘Abajo la guerra’ y ‘Todo el poder a los Soviets’ en la manifestación de masas del 18 de junio. De la lectura de documentos no queda demasiado claro de donde surge el planteamiento de esta consigna y cuanto peso tuvo en la agitación bolchevique. Parece empalmar con la consigna estratégica que preside todo el período, que es ‘Todo el poder a los Soviets’ y con el planteamiento táctico de desafiar a los concliadores a que ‘asuman todo el poder’ en posición de ruptura con la burguesía, pero es poco probable que surgiera de Lenin. Yo tampoco recuerdo ninguna mención e su más que prolífica obra. I. Deustcher, en ‘El profeta armado’ hace una mención a que aparece en el periodo en que la Interdistrital se fusiona con el P.Bolchevique y que cuando se discute la política hacia el inminente levantamiento juniano, Lenin resigna su propio documento, por no resultar demasiado convincente en favor de la posición de Trotski. Pero eso es solo una referencia. No demuestra demasiado. Es probable que la consigna solo fuera aceptada como una forma popular de acelerar el proceso de desenmascaramiento del Gobierno en forma enteramente subordinada a la cuestión de ‘Todo el poder a los Soviets’. De momento, y a falta de un estudio más exhaustivo, son solo especulaciones. Igualmente, estoy en todo de acuerdo que esto quedó ‘grabado a fuego’ en la mente de muchos Trotskistas y fue convertido en una suerte de consigna permanente. Ahora no lo recuerdo muy exactamente, pero las proyecciones en la Revolución Española que Trotski hizo de esta consigna (que también tendría que revisar) fueron tomadas por N. Moreno para justificar posiciones políticas bastante cuestionables respecto de otros procesos. Ej. ‘Gobierno Sandinista sin capitalistas’.
      Le agradezco contestar sobre este punto que tal vez a muchos compañeros pueda parecerle poco importante. Creo que sí lo es si queremos analizar la política con criterio científico.
      PD. Hay un intento de responder a su crítica por la pluma del compañero Diego Lotito, aparecida en el Blog del PTS. Sinceramente, me pareció bien que se hayan dignado responder. En forma y contenido, discúlpenme los lectores, me dio por las pelotas. Va más allá de los presupuestos de la crítica y es un ataque sectario en toda la línea a los que reivindicamos una política centrada en decir la cruda verdad a los trabajadores, por más amarga que esta sea. Deslindando toda responsabilidad por su parecer, ya le he contestado lo que pienso al respecto y hasta creo haberme quedado corto. Como ya ocurrió, de seguro habrá contra respuestas y las estoy esperando con ganas.
      Gracias.

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      AP

      11/10/2011 at 11:42

    • Al responder comentarios muchas veces cito de memoria, y es posible entonces que haya confundido la consigna de junio con la de abril. De todas maneras lo fundamental es preguntarse por qué Trotsky le da tal importancia a la consigna «Abajo los ministros capitalistas», en tanto ni siquiera aparece en Lenin. O por qué Trotsky no menciona siquiera la posición de Lenin ante el pedido de renuncia a Milyukov. Pienso que hay una conexión entre ambas cuestiones. Observe que la posición de Lenin ante la crisis de abril implicaba enfrentar de alguna manera la idea que tenían los obreros y soldados (seguramente habría muchos bolcheviques entre ellos) de que era necesario pedir la renuncia de Milyukov. Observo otra cuestión: en el razonamiento de Lenin acerca de las consignas, siempre está presente el criterio de preguntarse por las condiciones concretas en que se pueden aplicar. Es ese criterio el que lo lleva a decir que es absurdo exigir que el Estado ruso renuncie a los tratados diplomáticos secretos. En la obra de Trotsky este criterio se ha borrado; incluso en alguna oportunidad sostuvo que no había que preguntarse por las condiciones de aplicación de una demanda, sino simplemente si ésta era necesaria. Lo cual es un disparate. Gran parte de las diferencias con el PTS y otros grupos pasa por este punto. En los próximos días voy a responder a la crítica del PTS (estoy con mucho trabajo). De todas maneras, el hecho de que hayan debido recurrir a la descalificación personal más que a la refutación de mis argumentos, pone en evidencia que están en una posición polémicamente débil.

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      rolandoastarita

      11/10/2011 at 12:32

  12. Rolando, acá observo que el PTS te responde. Pero, lamentablemente para un intercambio de ideas, en forma muy «virulenta»: Propagandismo, sectarismo y política revolucionaria (una polémica con Rolando Astarita) http://www.ips.org.ar/?p=3775. A mi juicio esta respuesta expresa una total incomprensión del problema que planteaste y de los elementos señalados en el texto (aparte de sostener como fuera su posición política o de llegar a tener que -eventualmente- reconocer un error), posiciones con las cuales estoy de acuerdo. Saludos.

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    Armando

    10/10/2011 at 17:59

  13. Gran nota, la misma izquierda, que en alguna coyuntura represiva, exige «el desmantelamiento del aparato represivo del Estado».

    La misma izquierda, que confunde los objetivos tácticos con los estratégicos. Porque carece de una estrategia de poder para la argentina.

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    Pochìn.

    10/10/2011 at 20:13

    • vamos, hablemos en serio, criticar a la izquierda que esta en los principales combates de la clase obrera, que gana comiciones internas y las hace clasista, la que expropia a los expropiadores como en zanon… un poco menos de critico de sofa y mas accion

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      bladymir

      10/10/2011 at 22:07

  14. todo muy lindo, datos historicos y demas llervas, una critica sin politica es como un plato sin comida… la comodidad de usted señor, me sorprende, no propone nada, solo dice lo que no hay que hacer… si sigo su lojica asta el fina , me quedo en casa y desde aca protesto para que no se persiga a los luchadores.
    demas esta decir que que la salvedad historica que hace deja mucho que desear, el partido bolchevique desarrollo antes de la revolucion de febrero , ciento de consicnas que con su lojica serian hasta contraproducente. el problema que tendria usted es que ya no tendria citas de lenin para argumentar a su favor.
    sebastian

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    bladymir

    10/10/2011 at 22:04

    • «bladymir»: me llevó mucho tiempo entender cuestiones como la que planteas, lo cierto es que toda persona tiene ciertas potencialidades y sería un desperdicio intelectual que una persona como rolando, estando en una edad donde la produccion intelectual es mas fructifera y con sus conocimientos, se pusiese a agitar pancartas en la calle. el sr astarita esta en otra etapa de la «carrera» militante, es la etapa del guia intelectual que aconceja y acompaña, y eventualmente llegado el momento puede pasar al plano de la actividad fisica, pero solo en casos extremos que el mismo como observador experimentado considere menester. esa tarea de meterse en las fabricas nos corresponde a los mas jovenes y a aquellos entrados en años que se han inclinado por la parte activa en su vida militante, cada cual ocupa su lugar, asi como la burguesia tiene un amplisimo cuadro de pensadores, nosotros tenemos que tener los nuestros, rolando creo que es uno de ellos. saludos, y pensalo, creo que algo de razon tengo.

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      ilichito

      11/10/2011 at 14:18

    • Gracias por el comentario. De todas maneras no me siento guía intelectual, más bien soy consciente de que mis ideas son bastante marginales. Tal vez solo aspiro a promover debates y nuevos estudios, que impidan que las nuevas generaciones (con mis 60 años soy de la otra generación) cometan los mismos errores que nosotros. Hago lo que puedo, en el terreno en el que creo que puedo rendir más. En este punto quiero hacer una observación: muchas veces me han hecho este cargo, de no ir a repartir volantes. Al margen de que hice eso durante muchos años (y otras muchas actividades militantes) el problema central que se esconde detrás de esa objeción es que hay en el fondo un desprecio por la teoría. En esto también existe una ruptura con viejas tradiciones del marxismo. El problema es que no se toma al marxismo como una ciencia. Si se tomara al marxismo como una ciencia, se vería la necesidad de dedicar mucho tiempo al estudio, a escribir, a la crítica teórica. Hay que tomar conciencia de que si hubo derrotas no fue porque no se pusiera militancia. Hubo mucha militancia, lo que faltó fue claridad, en los análisis y en la política. En este sentido, traigo el recuerdo de la última intervención de Lenin ante la Internacional Comunista. Termina esa intervención con un llamado a los delegados que hoy sería tachado de «intelectualismo pequeño burgués» por muchos. Lenin llama a los delegados a estudiar, y dice que si se hace eso, el movimiento será invencible (cito de memoria). Está diciendo esto en una situación mucho más convulsionada (en lo que respecta al movimiento revolucionario) que en el presente, y con tareas urgentes por delante. Sin embargo, llama a todos a estudiar. Lo hace porque sigue pensando, como cuando escribía dos décadas antes, que sin teoría revolucionaria no hay revolución. No entender esto, solo puede favorecer a la ideología de la clase dominante. Es lamentable que esto también se haya «olvidado».

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      rolandoastarita

      11/10/2011 at 20:07

    • ilichito; yo,… que vendría a ser la generación intermedia, voy a acordar con vos y voy a agregar algo más. No tenés idea de la cantidad de veces que he visto aplastar los espíritus críticos con el apodo de intelectual, intelectualoide, estudiante pequeño burgues y revolucionarios en pantuflas, abstracto, y demás descalificativos esgrimidos por mentes «concretas» que postulan que el problema de la clase obrera es que los revolucionarios no salen a agitar consignas «concretas» como el control obrero de los fondos de jubilaciones y pensiones (spot del FIT) o una comisión obrera que investigue el aparato represivo del estado burgués (sin mencionar el detalle de que el poder -y las armas- lo tienen los otros).
      Pero claro, el señor que es tan obrero … tan obrero… pero tan obrero, es tan concreto… que si la izquierda no supera su crisis es porque no grita lo suficientemente fuerte la consigna de la hora.
      Pero en la vida real, (no en nuestros deseos) no alcanza con un ¡siganme los buenos!
      Lo que pasa es que en el micro clima de las sectas, este tipo de «lógicas» provocan un éxtasis de autoaprobacion que no debe ser opacado por el pensamiento crítico, ni la mínima duda.
      Imaginémonos al jefe de la célula, el dirigente que escucha un alma solitaria que duda … que piensa que no es útil luchar por una ley que prohíba los despidos, o que plantee el control obrero del pentágono. Se juega su prestigio de dirigente en esa encrucijada, debe someter al díscolo, o si no es posible, lanzarlo al ostracismo. El método es siempre el mismo: se dirá que no está convencido, se apelará a su condición social, que no quiere hacer nada … cualquier cosa para esquivar el argumento y congraciarse con la mini audiencia.
      Pero la verborragia revolú no se detiene en detalles. Si los hechos no concuerdan con lo que piensan, pues «tanto peor para los hechos». Si la situación de la izquierda en el movimiento obrero es peor que hace 40 años, se ajustarán los datos, se dirán que hace 40 años la situación no era mejor porque no existía su organización, se tomarán notas UN conflicto obrero en cada una de las provincias, y cuando se llegue a 23 se dirá ¡el país está en lucha! … con muchas «!!!!!!» … cualquier indicador será útil para demostrar que la economía capitalista produce menos ahora que en 1914 (si…1914).
      El «dirigente» se sentirá satisfecho de su cosecha … la huelga se ha perdido, los obreros nos repudian por ultras, pero como la realidad es «contradictoria»… seguramente fue todo provechoso para la clase, hemos probado nuestro programa en la lucha de clases y ha salido airoso… La prueba son los 2 compañeros que han entrado a la organización!!!
      El dirigente construye así, EL partido revolucionario … porque, sépanlo, no hay otro que pueda colgarse tal adjetivo.
      El dirigente se rodea así de los que están «convencidos» de la línea, de los que no dudan, de los que prestos salgan a acusar de lo que sea a un crítico, de los que no la van en vueltas para salir a repartir el periódico que se reitera hasta el aburrimiento en victorias obreras aquí y allí, en lo heroico de tal cosa, en rojos fulgurantes, y figuritas del dirigente.

      Les dejo como consuelo (por eso de que mal de muchos…) un pequeño párrafo de Gramsci donde lidiaba con problemas parecidos:

      «Una de las más típicas manifestaciones del pensamiento sectario (es aquel por el cual no se consigue ver que el partido político no es sólo la organización técnica del partido político mismo, sino todo el bloque social activo del que el partido es el guía por ser expresión necesaria suya) es aquella por la cual se considera que siempre es posible hacer ciertas cosas, incluso cuando ha cambiado la «situación político-militar» Fulano lanza un grito…. todos aplauden y se entusiasman;el dia siguiente la misma gente que aplaudiò y se entusiasmò sintiendo aquel grito, finge no escuchar, se escabulle; al tercer dia la misma gente reprocha a Fulano, lo rechaza y hasta lo apalea y lo denuncia. Fulano queda anonadado, no entiende nada; Mengano que habìa ordenado a Fulano ( de lanzar el grito) reprocha a éste por no haber gritado bien o porque es un cobarde o un inepto, etc.Mengano està persuadido que aquel grito, elaborado por su eximia capacidad teòrica,tiene que entusiasmar y arrastrar , siempre, ya que en su cofradìa todos fingen todavìa entusiasmarse……»

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      roberto

      11/10/2011 at 22:30

    • Bueno me alegra que seamos unos cuantos los que pensemos, aproximadamente, de esta manera. Yo estuve en la duda de si responder a los comentarios de bladymir, en terminos semejantes. Aunque, para ser sincero, no lo hice pues me parece un derroche de energia en responder algo que no pasa de ser una provocación, y extremadamente berreta. Y no queria repetir mi comentario sobre los libros sagrados que hice un poco más arriba…

      Saludos

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      Gerardo Daniel

      12/10/2011 at 08:38

  15. Compañero Rolo. Estoy de acuerdo con lo que dice. Es algo que he venido balanceando con los años y me ha sido duro de tragar. Lenin tiene un sentido de lo concreto en política, que se revela muy superior, aunque no exento de errores. Aunque le parezca una blasfemia, también tengo diferencias importantes con Lenin. Como el mismo dijo una vez, no soy una máquina donde se inserta una pregunta y sale la respuesta correcta. Pero su método, muchas veces calificado de ‘pragmático’ permanentemente contiene la rienda de cualquier romanticismo revolucionario o aventurerismo. Por el contrario, Trotski, en muchas circunstancias parece ser presa de una pasión descontrolada que le obnubila el juicio y lo lleva a una retórica arrolladora y de apariencia plausible, pero débilmente anclada en las posibilidades reales. Es muy posible que este factor operase consciente o inconscientemente a la hora de retratar el trasfondo político de la Revolución y minimizar sus diferencias con Lenin. Respecto de las polémicas. No hay por que dejar todo lo que uno está haciendo y salir a contestar. A mi me sube la mostaza rápido, es un defecto que nunca pude controlar del todo. Corto y me voy a tomar un tilo.
    Gracias.

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    AP

    11/10/2011 at 17:03

    • Primero, no me parece ninguna «blasfemia» estar en desacuerdo con quien sea. Solo tenemos que ser fieles a nuestras convicciones intelectuales. Por otra parte, puede observar que he criticado la posición de Lenin sobre monopolios. Con respecto a que Lenin tiene un sentido más concreto que Trotsky para el análisis de los procesos históricos y sociales, creo que hay muchos ejemplos. Tal vez uno en los que mejor se puede ver esta diferencia es en el análisis de la Revolución de Febrero. En su Historia de la Rev. Trotsky nos hace emocionar. Hay un final de capítulo en que nos habla del zar de Rusia jaqueado por los peones ferroviarios, que es sublime. De conjunto, la descripción de la caída del zar es la de los obreros y soldados uniéndose para tirar abajo al régimen dictatorial. En Lenin el asunto es distinto. En marzo de 1917 se refiere al movimiento como una «semi revolución» y dice que fue también un semi golpe de Estado, promovido por Francia y Gran Bretaña. Esto es, Lenin incorpora al análisis el conjunto de las fuerzas. Parece más realista. En Lenin siempre hay una conciencia más aguda de la capacidad de la clase dominante de maniobrar, otorgar concesiones, desviar al movimiento, provocar cambios para sostener su dominio. A esto hay que agregar que Lenin tiene muy presente el peso de la ideología de la clase dominante en las masas. En Trotsky esto está muy diluido. Se puede ver claramente desde los escritos de 1905 hasta lo que escribe sobre EEUU. El error de Trotsky con respecto al menchevismo se relaciona con esta cuestión; un tema que analicé hace años, en algunos escritos sobre la cuestión del partido.

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      rolandoastarita

      11/10/2011 at 19:53

  16. No puedo creer que gente que la va de erudita en marxismo -no es mi caso- ponga en duda que Lenin haya sostenido el reclamo de que al gobierno de coalición renunciaran los diez ministros capitalistas.
    Y más increìble todavía me resulta que se quiera identificar el reclamo de renuncia de un funcionario capitalista en el marco de un gobierno netamente capitalista (como es el de Cristina Fernández de Kirchner), con el reclamo de que renunciaran todos los componentes capitalistas de un gobierno de coalición entre burgueses y socialistas, por más que el socialismo de los miembros de la coalición rusa debiera efectivamente ser puesto en tela de juicio.
    En realidad, obligar a gobernar por sí solos a los sedicentes socialistas, implicaba poner en el tapete la realidad de su voluntad socialista, no en los papeles sino ante los ojos de las propias masas.

    Antes de citar a Lenin, me gustaría señalar que lo que respaldaba la corrección del planteo (de renuncia de todos los ministros capitalistas) era la adhesión general de la clase obrera a esta idea, precisamente porque dicha clase confiaba en la autenticidad de la vocación socialista de mencheviques y eseristas.
    Y esta apreciación no es algo subjetivo, la misma clase obrera petersburguesa quiso expresar su confianza en los socialistas de la coalición y su desconfianza en los burguesas de la misma, mediante pancartas en la que terminó siendo una multitidinaria manifestación, prohibida por los mencheviques (o sea, por el gobierno de coalición) y defendida por los bolcheviques y la agrupación de Trotski. (Resumo muy de pasada, por demasiado conocida, la historia de la prohibición de aquella convocatoria lanzada por los bolcheviques, y de la ulterior realización de la manifestación bajo convocatoria menchevique, circunstancia esta última en la que los trabajadores exhibieron en sus pancartas las mismas consignas que constituían la peor pesadilla de los coalicionistas mencheviques: «abajo los diez ministros capitalistas»).
    La exigencia de renuncia a los ministros burgueses aparecía, entonces, como el modo más directo de contribuir a que las masas comprobaran, por experiencia propia, lo que los bolcheviques (pero sólo los bolcheviques) ya sabían: el carácter burgués del menchevismo y el eserismo, su papel de defensores de capital, de aliados incondicionales del personal político de la burguesía.
    Cito ahora a Lenin: «No reconocemos las resoluciones de los soviets como resoluciones justas, de un poder justo, mientras queden diez ministros burgueses contrarrevolucionarios…». (Proyecto de Declaración del CC del POSDR y del Buró de la Fracción Bolchevique, dirigida al Congreso de los Soviets de toda Rusia, con motivo de la prohibición de la manifestación). Cabe agregar que el reclamo de renuncia de los ministros capitalistas no era una consigna aislada, sino que los bolcheviques la acompañaban con otras como: «¡Abajo la contrarrevolución!», «¡Abajo los imperialistas «aliados»!», «¡Contra el desarme de los obreros!», «¡Todo el poder para los Soviets!», «¡Abajo los capitalistas!».
    El balance que Lenin hizo de aquella jornada, fue el siguiente: «El 18 de junio ha sido el escenario de la primera manifestación política que haya demostrado, NO POR MEDIO DE UN LIBRO O UN PERÍODICO, no por la voz de los jefes, SINO POR LA ACTITUD DE LAS MASAS MISMAS, cómo las diferentes clases piensan actuar para ahondar la revolución.»
    Se ha estado hablando, bastante gratuitamente me parece, del temperamento concreto de Lenin en cuanto a la intervención revolucionaria. En relación a ello me limitaré a decir que, si Lenin era concreto como estiman sus comentaristas, ello fue porque (a diferencia de algunos sedicentes marxistas que viven de citarlo y comentarlo) Lenin tenía muy en cuenta el real estado y la real conciencia de las masas, y por eso tenía también muy claro qué consignas y qué acciones podían representar un paso adelante para ellas.

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    Martin Argo

    11/10/2011 at 22:48

    • No puedo creer las piruetas que hace alguna gente para defender posiciones insostenibles. He afirmado que Lenin no planteó como consigna de agitación, en 1917, «Abajo los 10 ministros capitalistas». Esta consigna no figura en ninguna de las propuestas políticas de Lenin, consignadas en los documentos claves que fijaron la táctica y las consignas de agitación del partido bolchevique. No hay manera de sostener lo que dice Trotsky, que la consigna jugó un rol central en la agitación bolchevique. Por supuesto, siempre en la propaganda se puede decir que la presencia de tales o cuales ministros demuestra el carácter burgués o contrarrevolucionario de un gobierno. Yo mismo en algún escrito he dicho, por ejemplo, que Tomada es una muestra de la complicidad del gobierno con la burocracia sindical. Pero esto no significa que esté de acuerdo con exigir la renuncia de Tomada. Esto es elemental. Una resolución que dice que no reconoce una resolución como justa mientras que queden ministros burgueses contrarrevolucionarios, no es una consigna. En muchos pasajes Lenin escribe que la presencia de esos ministros capitalistas era prueba de la claudicación de los mencheviques y SR al capital; pero no por ello plantea que los bolcheviques debieran agitar la consigna de fuera esos ministros. Esto explica también que después de que Milyukov y Guchkov se retiraron del gobierno, Lenin considerara que los SR y mencheviques eran los únicos responsables. No hay ningún cambio fundamental en ese momento; ni tampoco, por supuesto, se desliza la idea de que la clase obrera hubiera logrado algo con la renuncia de M y G. Todo esto se puede ver en los escritos de Lenin de aquellos días:
      a) Ni en las Tesis de Abril, ni en los documentos centrales escritos en aquellos días por Lenin, figura la propuesta de que el partido bolchevique debiera agitar la consigna de Abajo los ministros capitalistas. Sencillamente, no figura.
      Veamos ahora algunos pasajes claves de lenin, todos referidos al Gobierno provisional, en el momento en que mayor era la presencia de los ministros burgueses:
      b) 18 de abril: “En tanto los capitalistas y terratenientes (Milyukov, Lvov, Guchkov) estén en el poder, la guerra continuará siendo capitalista… (…) Nuestra respuesta es: Poder en manos de los Soviets de Obreros y de diputados Soldados será el poder de la mayoría del pueblo… (…) Debemos de la manera más enérgica luchar por la confraternización en el frente….”.
      c) 20 de abril, denuncia que los mencheviques y SR se ataron voluntariamente al gobierno capitalista. No pide la renuncia de ningún ministro burgués.
      d) Resolución del CC del partido del 27 de abril, escrita por Lenin, sostiene que “cualquier cambio en la composición del presente gobierno (renuncia de Milyukov, el llamado a Kerensky, etc.) solo estaría imitando los peores métodos del republicanismo parlamentario burgués, que sustituye la lucha de clases por la rivalidad entre cliques y el recambio de personajes”.
      e) Conferencia de abril del partido, actitud ante el Gobierno Provisional: habla de reforzar los soviets, de organizar al proletariado, de ayudar a romper la confianza en el gobierno. En ningún momento se habla de exigir la renuncia de los ministros capitalistas.
      f) 15 de mayo, sobre la crisis política y renuncia de Guchkov, Lenin propone: “Un completo cambio de la política de los soviets, ninguna confianza en los capitalistas y transferencia de todo el poder a los soviets de obreros y soldados. Un cambio de personalidades no hará nada; toda la política debe ser cambiada. Otra clase debe asumir el poder… Todo el poder a los soviets, ninguna confianza al gobierno de los capitalistas”.
      g) 19 de mayo: “El experimento de colaboración de clases con el capital está ahora siendo realizado por los Chernovs y Tseretelis y por ciertas secciones de la pequeña burguesía, en una nueva, gigantesca escala, a nivel de toda Rusia”. No dice palabra sobre exigir la renuncia de ministros capitalistas.
      Puedo seguir, pero con esto basta. NO existió la pretendida agitación (ni sistemática, ni no sistemática) de la consigna «Abajo los 10 ministros capitalistas» en la táctica de Lenin. Por último, sigo sin entender por qué Trotsky no menciona en su Historia de la Rev. ni en otros textos los argumentos de Lenin de crítica a la demanda de renuncia de Milyukov. No entiendo tampoco por qué en el trotskismo esto nunca se señaló.

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      rolandoastarita

      12/10/2011 at 00:52

  17. En mi opinión, acá las piruetas corren por su cuenta.
    En primer lugar, y como creo haber sugerido ya, pasar de la crítica al reclamo de renuncia de UN INDIVIDUO (un «fusible» recambiable) de un gobierno netamente capitalista, a la del reclamo de renuncia de TODOS los componentes expresamente capitalistas de un gobierno de coalición, constituye una notable pirueta circense.
    Una segunda pirueta consiste en pasar de la cuestión más bien filológica de si Lenin acuñó o no de su propio puño y letra la consigna «abajo los diez ministros capitalistas», a la cuestión de si dicha consigna jugó o no un rol central en la agitación bolchevique.
    Quizás sea imposible demostrar lo primero, y sólo se pueda deducir el acuerdo de Lenin con la mencionada consigna a partir del proyecto de declaración y del balance que cité y, de paso, mostrar que no existió ninguna oposición por parte de Lenin a esa consigna.
    Lo que sí se puede demostrar es que la consigna del caso jugó un papel importante en la agitación bolchevique (y que, en consecuencia, Trotski no mentía al respecto, como Ud. afirma).
    Hasta donde sé, la procedencia bolchevique de aquella consigna -junto con otras que ya mencioné, y volveré luego sobre el punto- fue publicada cuatro días antes de la manifestación en el diario bolchevique Pravda, y eran las mismas consignas de la convocatoria bolchevique primeramente prohibida. No sólo han atestiguado esto conspicuos bolcheviques (por ejemplo la mujer de Lenin), sino que los mismos mencheviques lo han hecho.
    Por otra parte, aquella agitación bolchevique no oponía el reclamo del poder a los soviets a la exigencia de renuncia de los ministros capitalistas (y a otras consignas más, igualmente mixturadas, que quien sepa ruso podrá leer en la pancarta que figura en una famosa fotografía del acontecimiento). Por su parte, como dije, el balance que Lenin extrajo de aquella jornada fue más positivo que crítico.
    La naturaleza acrobática de su pirueta se revela en lo siguiente: si la consigna contra los ministros capitalistas no procedía del bolchevismo, cuando está claro que era opuesta a las que proponían los mencheviques y eseristas («confianza en el gobierno de coalición») y cuando tantos testigos afirman la procedencia bolchevique de la misma, entonces ¿de dónde procedía? ¿del vacío?
    Como se ve, el empleo de procedimientos talmúdico-filologizantes no dota de solidez a un argumento absurdo. Como consta en numerosas fuentes, en aquella manifestación de aproximadamente medio millón de personas, obreros en su mayoría, el 90% de las pancartas reclamaban la renuncia de los ministros capitalistas y el poder para los soviets (controlados por mencheviques y eseristas!, otro punto al que deberé volver), y sólo se pudo ver tres pancartas dispersas a favor de confiar en la coalición, una de las cuales directamente fue desgarrada por los manifestantes.
    Un aspecto interesante de la actitud de Lenin, que además explica por qué se yuxtapusieron consignas aparentemente heterogéneas, puede apreciarse en el proyecto de declaración que cité fragmentariamente. Allí Lenin enfoca su lente crítico en los propios soviets antes que en el gobierno de coalición: habla de la independencia que deben mantener los bolcheviques respecto del propio soviet, precisamente porque al soviet lo controlaban entonces los mismos que -como señala desde el principio Lenin- mantenían un gobierno de coalición con elementos capitalistas que no representaban nada en términos populares y a los que, sin embargo, no se atrevían a expulsar. Esto deja claro que, en ese contexto preciso, la consigna del poder para los soviets era tan «ilusoria» (espero que se capte el sentido de las comillas) como podía serlo la idea que los socialistas conciliadores expulsarían de la coalición a los ministros capitalistas. Conclusión: No por aparentemente ilusoria una consigna se convierte en inoportuna o carece de sentido didáctico (que es, en definitiva, lo que me interesaba demostrar).
    Por último, me cuesta creer que sostenga Ud. que la adopción masiva de la consigna contra los ministros capitalistas durante la multitudinaria manifestación del 18 de junio no representó ningún cambio fundamental en la situación, cuando prácticamente la totalidad de las expresiones intervinientes juzgaron lo contrario y el propio balance de Lenin es indicio claro de ello.
    En fin, no querría eternizarme en este foro, que en mi opinión está muy lejos de ser un terreno neutral para la discusión honesta. Al contrario, las calificaciones automáticamente sesgadas dejan ver la existencia de un -predecible en este contexto- cortejo de adeptos más o menos incondicionales (algo que, por lo demás, sucede en cualquier foro que represente una parcialidad dentro de la discusión). Solamente me propuse plantar bandera incluso en este terreno tan desfavorable. Pero, especialmente, no querría incorporarme al círculo de las discusiones internistas, discusiones filológico-doctrinarias «entre nos», y no de cara a un auditorio más amplio, más militante y, sobre todo, más directamente ligado a las luchas efectivas de los trabajadores.
    Saludos.

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    Martin Argo

    12/10/2011 at 11:30

    • Primero, yo afirmé que en los textos fundamentales en que Lenin establece la táctica, la consigna no figura. Usted no ha podido responder esto. Segundo, afirmé que Trotsky no menciona siquiera que Lenin criticó la consigna de Abajo Milyukov, y que no encuentro razones de por qué no la menciona. Usted no ha podido responder a esto. Tercero, he afirmado que los trotskistas jamás repararon en este asunto, y que no encuentro razones de por qué no lo hicieron. Usted no ha podido responder a esto. Cuarto, en todas las citas que presento, Lenin dice que un cambio de ministros no aporta absolutamente nada. Trotsky decía que la consigna de abajo los 10 ministros capitalistas era fundamental. Usted no puede explicar esta diferencia. Así las cosas, ahora su argumento es: en las manifestaciones los bolcheviques agitaron esa consigna. No tengo pruebas ni a favor ni en contra de esto, pero eso no altera lo central de mi argumento: Lenin no plantea esa demanda como un eje de agitación, ni de acción política.
      Ahora bien, aquí hay algo más, y tiene que ver con una concepción de partido, que no encaja en lo que estamos acostumbrados a ver. El partido bolchevique en 1917 era un partido con miles de militantes, y con corrientes y matices internos. Muchos comités decidían sus pancartas y consignas con relativa independencia. Es muy posible, por ejemplo, que muchos militantes bolcheviques hayan participado en las manifestaciones contra Milyukov con pancartas pidiendo su renuncia. Le comento algo que le parecerá muy extraño: en aquella época el partido bolchevique admitía tendencias y muchos matices en su seno. Hay muchos testimonios que muestran que más de una vez Lenin quedó en minoría; y que los comités del partido tomaban posiciones que no se correspondían exactamente con lo que decía la dirección. Esto hoy se ha perdido. Los grupos actúan de manera completamente homogénea, en la idea de que todos agitan al mismo tiempo una misma consigna. No era lo que sucedía en el partido bolchevique. Por eso es enteramente probable que algunos hayan agitado la consigna de Abajo el ministro tal, o abajo tantos ministros, por fuera de lo que planteara Lenin.
      Por otra parte, me parece muy bien que no se gaste en discutir en este blog con gente que es deshonesta, que se dedica a discusiones filológico-doctrinarias; que tiene un auditorio muy reducido; que dice cosas que no tienen nada que ver con las luchas de los trabajadores… En realidad me pregunto: ¿para qué perdió su precioso tiempo aquí? Y más en general, podría preguntarse, ¿para qué pierde alguien el tiempo respondiendo las notas de este blog?

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      rolandoastarita

      12/10/2011 at 13:19

    • Dejando de lado que no creo que sea la misma cuestión -como explicité ya DOS veces- reclamar en un caso la renuncia de UN ministro (dos, en realidad) y, en otro caso, reclamar la expulsión a todos los capitalistas del gabinete que ejercía el gobierno en Rusia; y dejando de lado que tampoco me parece la misma cosa discutir si Lenin escribió tal o cual consigna de su puño y letra, que discutir la conclusión que falsamente Ud. extrajo de ello, es decir: discutir si dicha consigna jugó o no un papel importante en una circunstancia (y es por haberlo señalado expresamente que omití responder cuestiones que en sí mismas estaban planteadas equívocamente), le concedo plenamente la razón en que no respondí a sus cuestionamientos puramente filológicos.

      Más bien me atuve a lo sustancial, que era si el reclamo de expulsar a los 10 ministros capitalistas de la coalición tuvo o no tuvo un papel central en la agitación bolchevique y si, además, representó o no representó un cambio de situación.
      Respondí afirmativamente a estas dos cuestiones que juzgo sustanciales, y creo haber dado elementos lo suficientemente contundentes a favor de mi apreciación, tanto que debió usted incorporar explicaciones adicionales de por qué, después de todo, los bolcheviques sí dieron un papel señalado a la consigna del caso.
      Para justificar su tropiezo, alega Ud. la descentralización de los procesos mediante los cuales la militancia bolchevique adoptaba sus consignas. Esto, desde más de un ángulo, daría mucha tela para cortar. Por ejemplo: ¿el valor político efectivo del bolchevismo -y, en consecuencia, su efectiva relevancia histórica- residía en lo que Lenin escribía o en lo que efectivamente hacía su masa militante? ¿Cuál fue la efectiva relación entre ambos? Pero, sobre todo: ¿Cómo es posible que la -según Ud.- anarquía en la adopción de consignas haya dado lugar a una homogeneidad tan notable? ¡Los testigos declaran que un 90% de los manifestantes se encolumnaba detrás de pancartas con las consignas que se señalaron! (Hay que decir, incluso, que en la foto de que disponemos la consigna por la expulsión de los ministros y la consigna por el poder para los soviets iban inscriptos en la misma pancarta).
      A éste último respecto, Ud. falsea la situación cuando dice que posiblemente «algunos hayan agitado la consigna de ‘Abajo el ministro tal, o abajo tantos ministros'». Dice Ud. que no le consta que tales consignas hayan menudeado en aquella manifestación, como afirma Trotski. Pero el caso es que yo mencioné fuentes.

      Desde mi perspectiva, ha sido Ud. el que no pudo responder acerca del balance positivo que Lenin escribió sobre aquella jornada, ni sobre el hecho de que, lejos de cualquier anarquía y descentralización en la elección de las consignas, éstas fueron publicadas en la Pravda, según hacen constar varias fuentes (por caso, N. Krupskaya y G. Walter).
      En fin, a la vista del desarrollo yo diría que fructífero de nuestra microdiscusión, no creo haber perdido el tiempo al dedicarle algo de tiempo.
      Muchas gracias, y saludos.

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      Martin Argo

      12/10/2011 at 14:54

    • Lo importante en una discusión es no desviarse del tema. Mi punto siempre fue el mismo: en los escritos de Lenin no figura la política de agitar la consigna que Trotsky dijo que fue clave en aquellos meses de 1917. No discuto si estuvo o no en las calles esa consigna, o si la agitaron manifestantes bolcheviques. Lo que sostengo es que no está en los documentos oficiales del partido, propuestos por Lenin. Entonces pregunto; ¿cómo es posible que haya sido una consigna clave (según Trotsky), que ni siquiera figura en los documentos esenciales en los que Lenin plantea la táctica, documentos que fueron votados por el partido?

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      rolandoastarita

      12/10/2011 at 16:17

  18. Hasta donde sé, el tema era más general (y, si hubiera que circunscribirlo como usted dice, sería en torno al reclamo de renuncia de Fernández y Yalj, y no en torno a una discusión bizantino-filológica interesadamente recortada por usted).
    Creo que debe reconocerse a cada interlocutor el derecho a considerar el tema desde la perspectiva que le parezca partinente a él, y no tratar de embretarlo en condiciones estrechas prefijados arbitrariamente (a menudo con la intención, explícita o no, de orientar la discusión en un sentido predeterminado o, en otros términos, de asegurarse la razón antes de empezar).
    Insisto, de todos modos, en que Pravda es un documento suficientemente sólido para probar tanto el carácter orgánico como la vigencia de aquella consigna (más pertinente incluso que los escritos de un dirigente máximo, a cargo de asuntos estratégicos antes que tácticos, o que las resoluciones de -digamos- un congreso partidario que por fuerza deben ser mucho más globales).
    Por lo demás, la parte de la discusión que versaba sobre la utilidad de la consigna y sobre su rendimiento, la importancia de sus efectos en la situación, así como otras cuestiones relacionadas, fue respondida basándome (si quería un documento orgánico y firmado por Lenin ahí lo tiene) en el balance que Lenin publicó de la manifestación del 18 de junio (supongo que usted lamentará la ausencia de toda consigna en él, pero yo celebro algunas de las ideas que allí se exponen y que usted -sus motivos tendrá- se niega a considerar).
    En fin, creo que tanto su postura como la mía ya quedaron suficientemente claras.
    Saludos.

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    Martin Argo

    12/10/2011 at 18:32

    • Perdón que insista, pero quiero que las cosas queden claras. En su primer comentario usted afirmó: «No puedo creer que gente que la va de erudita en marxismo -no es mi caso- ponga en duda que Lenin haya sostenido el reclamo de que al gobierno de coalición renunciaran los diez ministros capitalistas». Yo respondí esta afirmación basándome en la obra de Lenin que tenemos disponible. En esos escritos, que incluyen todos los textos principales, Lenin no plantea que deba agitarse esa consigna. Es lo que he escrito en las diferentes respuestas.

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      rolandoastarita

      12/10/2011 at 19:31

  19. Fuera de tema, el link «¿Qué es el capitalismo?» (a la derecha de la página) no funciona, no sé si es sólo en mi caso.

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    Ezequiel

    14/10/2011 at 11:40


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