Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Ley de Say, Marx y las crisis capitalistas

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En esta nota analizo la crítica que me dirigió (también a José Tapia, con quien he publicado trabajos), el economista Fabián Amico, en el sentido de que defendemos la ley de Say (otros aspectos de las críticas de Amico en Teoría monetaria….). En opinión de Amico, afirmar que la economía está liderada por la inversión, o la acumulación, equivale a sostener que el crecimiento potencial de la economía está dominado por la ley de Say. Dado que la crítica de la ley de Say tiene mucha relevancia para las explicaciones sobre las crisis, la cuestión tiene interés más allá de la polémica circunstancial con este economista. Empiezo por algunas cuestiones elementales.

Ley de Say y coherencia lógica

La ley de Say, de 1803, en esencia sostiene que a una venta le sigue siempre una compra, de manera que la oferta genera su propia demanda. Say decía que cuando un productor termina un producto, su mayor deseo es venderlo, y cuando lo ha vendido no está menos apresurado en deshacerse del dinero que le proveyó la venta, comprando otro producto. Originariamente Say formuló su ley para ser aplicada al mercado de bienes, y luego Walras la generalizó al conjunto de los mercados (esto es, laboral, monetario y financiero). Lo importante es que, según la ley de Say, el sistema capitalista no podría generar de forma endógena crisis generales de sobreproducción. A lo sumo podrían existir crisis en determinadas ramas o sectores, debido a las desproporciones que son propias de toda coordinación basada en el mercado; pero no una crisis generalizada. Es lo que pensaba Ricardo, que adhería a la ley de Say; y lo que piensan los neoclásicos. Según éstos, las crisis solo pueden generarse por interferencias externas a la economía (típicamente, por las malas políticas gubernamentales). Si los mercados funcionan libremente, y siempre de acuerdo a la ley de Say, no puede haber crisis económicas. De manera que en principio la crítica de Amico se desbarata muy fácilmente: dado que tanto Tapia como yo hemos afirmado que las crisis de sobreproducción se generan de manera endógena, no podemos afirmar que la oferta siempre genera su correspondiente demanda. O bien Amico demuestra que no afirmamos que las crisis se generan de forma endógena; o Amico demuestra que la ley de Say afirma que en determinadas coyunturas la oferta no genera su demanda correspondiente. Pero Amico no tiene manera de demostrar ninguna de estas cosas. Comprendo que tenga muchas ganas de criticarnos, pero no se trata de “ganar” una polémica a cualquier costo, sino de entender la lógica y los argumentos, y discutir desde allí.

Si bien podría terminar aquí mi respuesta a la crítica referida a Say, vale la pena explorar un poco más el asunto. Es que existe una conexión entre la posición ante la ley de Say, las teorías del valor que se defienden, y las explicaciones de las crisis que se derivan de ellas. A fin de analizar el asunto, presento en lo que sigue la lógica que preside las dos grandes críticas que se hicieron a la ley de Say, la que se inscribe en la línea de Malthus-Keynes, y la de Marx. La primera da sustento a las posiciones de Amico sobre la demanda (y sus recetas de salidas a la crisis). La segunda plantea una lógica totalmente distinta. Veamos entonces la cuestión, tomándola en su perspectiva histórica.

Dos críticas a la ley de Say

Las críticas a la ley de Say derivan de las dos alternativas fundamentales que se plantean en el análisis económico cuando se analizan las posibles insuficiencias de la demanda. Una de ellas viene a sostener que al valor del producto (considerado en la totalidad de la economía) que se ofrece, le corresponde un poder de compra (o sea, un poder de demanda) equivalente. Esto es lo que se deriva de la ley del valor trabajo, tanto en Ricardo y Marx. El valor contenido en el lado de la demanda solo puede generarse en la producción, y por lo tanto al valor contenido en el producto necesariamente le debe corresponder un poder de compra equivalente. En consecuencia, si se asume la ley del valor trabajo, el crítico de la ley de Say deberá demostrar por qué, en determinada circunstancia, los agentes económicos (o algunos agentes económicos) deciden no ejercer ese poder de compra. Es lo que intenta Marx, como veremos luego, para explicar la posibilidad de las crisis capitalistas. La segunda crítica a la ley de Say pasa por decir que el poder de compra no es necesariamente igual al valor del producto ofrecido. Es la posición de Malthus y Keynes, y de sus seguidores, y entronca con la idea de que la ganancia no surge de la producción.

Esta visión distinta de la demanda puede seguirse en la polémica entre Ricardo y Malthus. Dado que Ricardo sostiene que el valor se genera en la producción, piensa que a la suma del valor ofrecido le debe corresponder, necesariamente, un valor equivalente por el lado de la demanda. En una sociedad de productores simples de mercancía, por ejemplo, el productor que empleó 10 unidades de trabajo para generar la mercancía A, tiene un poder de compra de 10 unidades de trabajo (en términos de valor). Debido a que Ricardo no veía ningún motivo para que alguien no quisiera ejercer ese poder de compra (Ricardo no tenía en cuenta el atesoramiento), concluía que en el sistema capitalista no podía haber un déficit general de demanda. En última instancia una economía “a lo Ricardo” está descrita por una matriz de insumo producto, en donde no hay problemas de realización. En Ricardo hay coherencia entre su teoría del valor y la no problematización de la venta; su teoría monetaria, donde el dinero es principalmente medio de cambio; y su adhesión a la ley de Say.

Malthus, en cambio, planteaba que los precios surgen de una suma de partes con distintos orígenes, y que la demanda juega un rol fundamental en la formación del valor. En su visión, el costo de la mercancía está representado por el salario, y a este costo se le agrega una utilidad que surge en el mercado. Por eso definía a las utilidades “como el exceso de valor de un producto por encima del valor de los anticipos, o de una cantidad de trabajo anticipado” (Malthus, 1946, p. 251). En consecuencia, en este enfoque la ganancia del empresario depende de que el producto se venda a un precio superior al costo; para lo cual es necesario que exista una demanda adecuada que permita que el precio de venta sea tal, que dé origen a la ganancia. Destaquemos que Keynes, en esencia, compartió esta postura de Malthus. Por lo tanto en este enfoque el beneficio no se corresponde con valor generado en la producción, y el precio se determina por la mutua relación entre la oferta y la demanda. Observemos que en Ricardo y Marx, si la oferta satisface la demanda existente, los precios coinciden con los valores, o en todo caso con los precios de producción. En Malthus y Keynes, en cambio, es vital una demanda lo suficientemente alta para que haya ganancia. De ahí que Malthus sostuviera que eran necesarios los consumidores improductivos, por lo menos para sostener la demanda cuando la clase capitalista estuviera ahorrando (véase el paralelo con las posiciones de Keynes). Pero aquí surgía la objeción central de Ricardo: ¿de dónde surge ese poder de compra de los consumidores improductivos? Malthus no tenía respuesta a esta cuestión porque no poseía una teoría del valor coherente que respaldara su posición. Pero éste es el quid de la cuestión que hay que responder. Bleaney (1977) lo explica con claridad: “La solución (a la falta de demanda) de Maltus, el consumo de los consumidores improductivos, que era descrita como si la demanda no emanara de alguna parte y no fuera un elemento del costo de producción de las mercancías, solo mostró una vez más cuán lejos de una concepción exacta del movimiento y las interrelaciones de la economía como un todo, y cuán lejos estaba de una solución real de las dificultades que exponía” (Bleaney, 1977, p. 72).

En Teorías de la plusvalía Marx plantea la cuestión en términos parecidos. Explica que en la teoría de Malthus “el valor de una mercancía es igual … al valor de los salarios que contiene la mercancía más un aumento de la ganancia sobre los anticipos, según la tasa general de ganancia. Ese aumento nominal del precio representa la ganancia, y es una condición para la oferta, y por lo tanto para la reproducción de la mercancía. Estos elementos constituyen el precio para el comprador, como cosa distinta del precio para el productor, y el precio para el comprador es el verdadero valor de la mercancía. Entonces surge el interrogante: ¿Cómo se realizará este precio? ¿Quién lo pagará? ¿Y de qué fondos se lo pagará?” (Marx, 1975, t. 3, p. 34). Carente de una explicación del origen del poder de compra que permita realizar las ganancia, Malthus no podía resistir la crítica de Ricardo. Ricardo argumenta que si los capitalistas disminuyen el consumo de los bienes de lujo, aumentan la inversión; de manera que contratan más obreros, y aumenta el consumo de bienes salariales, por lo cual la demanda no debe caer. Aclaremos que Ricardo, a igual que Malthus, pensaba que todo lo que se ahorraba, se invertía; los clásicos no distinguían el ahorro y la inversión como dos instancias separadas.

Una consecuencia de lo anterior es que, desde el punto de vista de la teoría del valor trabajo, si los consumidores improductivos son mantenidos con fondos del Estado, esos fondos solo pueden surgir de los impuestos que pagan los capitalistas. En consecuencia, no hay forma de generar poder de compra por fuera del valor generado en la producción. Antes de terminar el punto señalemos que la variante “obrera y popular” de la tesis subconsumista a lo Malthus sostiene que los problemas de demanda en el sistema capitalista surgen porque los salarios son bajos, en relación al valor (aunque por lo general se dice riqueza) creado. Frente a esto, el argumento de Ricardo era similar al anterior: si los salarios son bajos, las ganancias aumentan, por lo cual aumenta la inversión y se contratan más obreros. La demanda de dos obreros que ganan $60 cada uno es igual a la demanda de tres obreros que ganan $40 cada uno.

Marx y la ley de Say

Dada su defensa de la ley del valor trabajo, la crítica de Marx a la ley de Say no podía coincidir con la de Malthus. Marx pensaba que las ganancias, las rentas mineras o agrarias, los intereses y los salarios, se generan en la producción. Por lo tanto, en promedio, el poder de compra debe igualar al valor del producto generado. Lo cual impide recurrir a la fuentes de demanda “autónoma” cuyo poder de compra no derive del valor generado en la producción. En relación a que el problema de la demanda en el capitalismo se origina en los bajos salarios, Marx apuntaba que del conjunto del valor agregado, consistente en beneficios y salarios, los trabajadores solo pueden realizar la parte del producto equivalente a los salarios. Por eso, si la realización de la parte correspondiente a los beneficios dependiera de los salarios, el sistema capitalista no tendría viabilidad. En esencia, el planteo subconsumista es incoherente. En El Capital esta idea está expuesta en el tomo 2, en la sección en que Marx analiza la reproducción global del capitalismo. Del valor total arrojado al mercado, subrayamos, los salarios solo pueden realizar una parte; otra parte corresponde a la renovación del capital constante consumido, y otra al gasto de plusvalía. Por supuesto, en la medida en que los capitalistas decidan gastar sus ingresos, no hay problemas de realización. Este planteo ha llevado a algunos a pensar que Marx adhería a la ley de Say. Pero no hay nada de esto. En el capítulo 3 del tomo I de El Capital, al explicar las funciones del dinero, Marx plantea que no siempre a una venta le sigue una compra, ya que por alguna razón el vendedor puede preferir atesorar. Si esto se extiende a muchos sectores de la economía, tenemos una crisis. Por este motivo ya la escisión Mercancía-Dinero abre la posibilidad teórica de las crisis. Y con ello se cae la ley de Say. Luego, cuando trata la función del dinero como medio de pago, Marx vuelve a criticar la idea (contenida en la ley de Say) de que siempre se vende para comprar. Es que muchas veces se vende para pagar deudas, y esto no es menor durante una crisis. Insistimos, si por alguna razón quien ha vendido no ejerce el poder de compra, la venta no se realiza; si esa actitud se generaliza, tenemos una crisis de sobreproducción. El desafío entonces era explicar por qué, en determinadas coyunturas, podía producirse un fenómeno de atesoramiento generalizado. Todo el problema de explicar las crisis capitalistas, desde el punto de vista de Marx, reside en este punto. Es un error grueso (¿o mala fe polémica?) decir que los marxistas estamos de acuerdo con la ley de Say por el simple hecho de criticarla desde una postura anclada en la teoría del valor.

Algunas consecuencias

Lo anterior tiene consecuencias inmediatas para el análisis de las razones de las crisis. Es que si el valor agregado surge de la producción, y está compuesto por salarios y el conjunto de los beneficios (incluyendo la renta, y antes de impuestos e intereses), es necesario explicar por qué, en determinado punto de la fase alcista se debilita la demanda. El comportamiento de la demanda en la fase alcista del ciclo es clave. Las crisis no se inician porque haya un cambio autónomo de la oferta (esto lo pueden pensar los teóricos del ciclo real de negocios, pero no los marxistas) sino porque en algún momento la demanda se debilita. Pues bien, en este punto hay dos posibilidades: o bien el debilitamiento de la demanda viene por el lado de los asalariados, o viene por el lado del gasto de la plusvalía. ¿Puede originarse la caída de la demanda en los bienes salariales? Es altamente improbable. En la parte más alta de la fase de expansión del ciclo, la desocupación tiende a encontrarse en su punto más bajo; y el poder de negociación de los asalariados alcanza su nivel más alto. Aun admitiendo que los salarios no aumentan, no hay lugar para sostener que en ese momento los salarios se debilitan y generan la caída de la demanda. Tampoco existe evidencia de que se produzca algún giro hacia el atesoramiento por parte de los trabajadores. En consecuencia el centro de la atención debe ser puesta en el gasto de los ingresos de los capitalistas, y particularmente en los beneficios. Por eso, el giro desde la cima del auge a la crisis debe explicarse por el hecho de que en algún momento empiezan a surgir bolsones de atesoramiento de plusvalía ( fin de analizar el fenómeno en su pureza, consideramos ahora una economía cerrada). La crítica de la ley de Say, basada en premisas teóricas vinculadas a la ley del valor, enlaza con esta exigencia. Veamos entonces las alternativas.

Una posibilidad es que el ciclo sea interrumpido porque el Estado empieza a restringir el gasto, en tanto sigue cobrando impuestos. Pero en principio no hay razón teórica para que suceda esto; y menos de forma recurrente, y siempre en las fases alcistas. Además, no es lo que se comprueba empíricamente. Queda por lo tanto el gasto de plusvalía en bienes de consumo, y la inversión. Es en este punto donde las ganancias, y la tasa de ganancia, juegan un rol importante. En determinado momento las ganancias empiezan a debilitarse, y con un retraso, parece debilitarse la inversión. El proceso no es mecánico, y el retraso puede ser importante, pero es lo que indica la evidencia disponible. En algunos casos se nota muy claramente un debilitamiento de la inversión un poco antes de que la economía de conjunto gire hacia la crisis, como sucede en EEUU a mediados de 2000, preparando la recesión de 2001. A mediados de 2000 la inversión en nuevas tecnologías se estanca (todavía en la primera mitad de ese año crecía a una tasa de 15%), preparando el escenario de la recesión posterior. No se advierte una caída previa del gasto de consumo, aunque el giro hacia la recesión es acompañado de una caída rápida del gasto de bienes de lujo. De hecho, en todas las recesiones, la inversión es la variable que cae más rápidamente, seguida por el consumo de bienes durables. En este punto dejo anotada una cuestión que analizaré en una próxima nota. Fabián Amico, y otros economistas kichneristas han planteado (véase Amico, Fiorito y Hang, 2011) que la inversión no depende de las ganancias, sino del crecimiento esperado de la demanda y de la relación capital-producto. Pero si esto es así, no habría motivos endógenos para que ocurra una crisis; en una economía en expansión, ¿por qué va a debilitarse la inversión, si ésta depende de la demanda que se está expandiendo? El giro hacia la crisis permanece inexplicado.

Retomando la secuencia de la explicación “a lo Marx”, una vez que comienza a debilitarse la inversión se reducen las horas trabajadas y el empleo, comienza a caer el consumo salarial. Pero normalmente el consumo salarial es el que menos fluctúa. La característica dominante del pasaje hacia la recesión es una aguda “preferencia por la liquidez”. Los capitalistas tratan de hacerse de activos líquidos; en períodos inflacionarios, buscan refugios alternativos, como propiedad inmobiliaria, o en última instancia activos financieros indexados.

El mismo criterio -el centro de la historia está en la actitud de los capitalistas- debe aplicarse al inicio de la recuperación. Durante las crisis aumenta la desocupación y los salarios se estancan, o bajan. De manera que la recuperación de la demanda no se debe a una mejora del poder de compra global de los trabajadores; menos todavía se puede sostener que la recuperación se debe a que los trabajadores deciden empezar a gastar sus fondos líquidos atesorados. Por eso hay que explicar la recuperación por el gasto de la plusvalía, instrumentado por la clase dominante. Una posibilidad es el gasto estatal. De hecho, en muchas ocasiones el gasto estatal intenta reanimar la demanda durante una crisis. De todas formas, dado que la fuente del gasto estatal es el valor generado en la producción, el recurso es limitado. El gasto estatal puede actuar como un estímulo, pero debe empalmar con el aumento del gasto privado de la clase dominante. Anotemos de todas maneras que para el moderno partidario del gasto improductivo“a lo Malthus-Keynes”, esto no es así. Dado que ha postulado la existencia de una demanda cuyo origen no puede explicar (la ley del valor trabajo es prejuicio marxista, en su visión) va a sostener que la solución mágica pasa por más y más gasto estatal. A partir de aquí, surgen muchas divagaciones posibles sobre el “gasto autónomo”; discutí estas cuestiones en una nota anterior (véase Crisis, gasto… ).

La otra posibilidad para la recuperación es que en determinado momento, cuando los precios de los activos se han derrumbado, los que se han mantenido líquidos comiencen a entrar nuevamente al mercado. Por un lado, porque se realizan consumos postergados. Por otra parte, empieza a recuperarse la inversión. Aquí el malthusiano-keynesiano interrumpe, impaciente. ¿Para qué van a invertir los capitalistas, si tienen capacidad ociosa? Respuesta: por dos razones. Primero, capitalistas que se han mantenido líquidos pueden considerar conveniente comprar empresas y otros medios de producción o transporte que se han devaluado con la crisis; también en determinado punto entra dinero en el mercado accionario. Estas inyecciones de líquido son elementos reactivadores, y mejoran las condiciones del crédito de las empresas. En segundo término, se recuperan los inventarios. Así como en el inicio de la crisis los capitalistas tratan de bajar inventarios rápidamente, a los primeros síntomas de recuperación de la demanda, recomponen inventarios (éste fue un factor importante en la recuperación de la economía mundial a partir de mediados de 2009). Por supuesto, la fortaleza y perspectivas de la recuperación dependerán de los horizontes de rentabilidad que vean los capitalistas en el largo plazo.

La centralidad de la acumulación

La crítica de Marx a la ley de Say no solo enlaza orgánicamente con la ley del valor trabajo, sino también con el rol central que tiene la acumulación del capital. Puede gustarnos, o no, pero la realidad es que el poder de decisión último sobre la demanda no lo tienen los trabajadores, sino los capitalistas. Esto es una consecuencia del carácter antagónico de las relaciones de producción existentes. Los capitalistas tienen la propiedad privada del capital, en tanto los trabajadores solo poseen el valor de su fuerza de trabajo. El ciclo capitalista se inicia con un acto de compra, D-M, dinero que compra mercancías (fuerza de trabajo y medios de producción). Ese impulso inicial de la demanda no proviene del trabajo, sino del capital. El ciclo del trabajo es M-D-M, fuerza de trabajo-dinero-mercancía salarial. Por eso la posibilidad de gasto por parte de los trabajadores está subordinada a que el capitalista lance el dinero a la circulación, para que funcione como capital. En última instancia, el salario es una asignación sobre una parte de la propia producción de los trabajadores. No puede ser más que eso.

Naturalmente, explicar esto no significa acordar con la ley de Say, sino poner en evidencia que la clave de la demanda no pasa por los salarios, o los asalariados, sino por la decisión de gasto de los propietarios de los medios de producción. La afirmación de Amico de que defendemos la ley de Say es una tontería, que no resiste el menor análisis.

Bibliografía:

Amico, F. (2011): “Izquierda y economía vulgar: Marx no tiene la culpa”, Revista Circus, 09/07/11, http://grupolujan-circus.blogspot.com/2011/07/izquierda-y-economia-vulgar-marx-no.html.

Amico, F.; A. Fiorito y G. Hang (2011): “Producto potencial y demanda en el largo plazo: hechos estilizados y reflexiones sobre el caso argentino reciente”, CEFIDAR, Documento de Trabajo Nº 35, enero.

Bleaney, M. F. (1977): Teorías de las crisis, México, Nuestro Tiempo.

Malthus, R. (1946): Principios de Economía Política, México, FCE.

Marx, K. (1975): Teorías de la plusvalía, Buenos Aires, Cartago.

Marx, K. (1999): El Capital, Madrid, Siglo XXI.


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Ley de Say, Marx y las crisis capitalistas

Written by rolandoastarita

30/08/2011 a 10:13

37 respuestas

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  1. Muy bueno el articulo, una explicacion clara.
    Esto me hace recordar la catedra Molle de Economia en la UBA!
    Saludos

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    Maloperobueno

    30/08/2011 at 13:33

  2. Hola, el problema que veo es cómo la tasa de ganancia y la masa de ganacias se debilitan en determinado punto del ciclo alcista, llevando a los empresarios a reconsiderar sus decisiones de inversión: hasta ese momento la demanda debe andar bien, a menos que ciertos sectores productivos no hayan entrado en la corriente de inversión generalizada prefiriendo atesorar, pero esto es inconsistente porque invirtiendo, es decir, atendiendo su demanda ganarían más. Otra cosa es que tuvieran problemas para hacerlo, por una u otra razón, pero sería algo fuera de la norma, casos excepcionales. Qué hace que la ganancia retroceda en medio de una espiral en la que aumentan el empleo, la compra de insumos y el reemplazo de equipos y maquinaria, dando a cada tanto impulso renovado a la demanda y justificando la reedición del gasto de inversión por parte de los empresarios. Cómo se explica la aparición de esos baches que hacen desconfiar a los empresarios de que en el futuro inmediato se repitan los buenos resultados, decidiéndose por recortar sus inversiones.

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    mario

    30/08/2011 at 17:23

    • Efectivamente, la cuestión que planteas es la más importante a resolver, y no creo que esté totalmente respondida hasta ahora. Wesley Mitchell, en su libro clásico Business Cycles and their Causes, afirma que «la búsqueda de beneficios es la gran fuerza conductora de la economía monetaria» y sostiene que la misma expansión genera la caída de los beneficios en cierta fase del ciclo, Principalmente porque aumentan los costos laborales, también los costos de materias primas, y en determinado punto se eleva el costo del crédito. «La prosperidad lleva a un aumento del costo de hacer negocios, un amento que amenaza con disminuir los beneficios», explica. Muchos años después, Sherman en Growth and Crisis under Capitalism apunta a lo mismo. Sigo trabajando en esto, y no tengo nada concluyente, pero por ahora la conclusión provisoria a la que llego es que estos factores señalados por Mitchell y Sherman son ciertos, pero no serían definitorios para explicar las grandes caídas (como 1930, 1974-5 y 2007-9 en EEUU). Estos factores inhiben las causas contrarrestantes de la caída de la tasa de ganancia, pero además ocurriría una fuerte sobreacumulación, o sobreinversión en la etapa previa, que estaría en el origen de las grandes caídas, y explicaría también lo prolongado de las depresiones, o los períodos de semi-estancamiento, o crecimiento muy débil (un escenario al que es posible que se encaminen EEUU y Europa, y en el que ya está Japón desde 1992). Es interesante notar que tanto en la década de los 20 como en los 90 en EEUU hubo una muy alta inversión, con aumento de productividad, y en ambos casos termina debilitándose la tasa de rentabilidad. Pero esto es provisorio. Pienso que son necesarios mayores estudios. Tal vez lo importante es tener claro en qué dirección buscar.

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      rolandoastarita

      31/08/2011 at 09:06

    • ¿Por qué, Rolando, es difícil encontrar grandes crisis (1873; 1930; la actual) que NO estén precedidas por mucha especulación financiera?. Veo aquí un gran indicio para resolver el problema.

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      oti

      31/08/2011 at 12:35

    • Pienso que la razón de fondo es que el crédito constituye una palanca necesaria para la acumulación del capital, y en determinado momento impulsa la sobreacumulación. Por esto es inevitable casi que las grandes crisis (que son de sobreacumulación de capital) estén precedidas por crisis financieras. No se puede desvincular lo financiero del capital industrial y comercial. Algo de esto he discutido en crítica de las tesis de la financiarización.

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      rolandoastarita

      31/08/2011 at 18:39

  3. Muy claro, en efecto. Algunos economistas que quieren salvar la ley de Say pero no pueden negar el atesoramiento, enchufan una teoría cuantitativa que equilibra todo.
    Supongo que Amico diría que estos economistas (austríacos) son en realidad marxistas encubiertos.
    Saludos.

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    Ezequiel

    31/08/2011 at 03:38

  4. Rolando, una consulta sobre un párrafo clave en la discusión sobre la caída de la demanda y el origen de las crisis:

    «Una posibilidad es que el ciclo sea interrumpido porque el Estado empieza a restringir el gasto, en tanto sigue cobrando impuestos. Pero en principio no hay razón teórica para que suceda esto; y menos de forma recurrente, y siempre en las fases alcistas. Además, no es lo que se comprueba empíricamente. Queda por lo tanto el gasto de plusvalía en bienes de consumo, y la inversión. Es en este punto donde las ganancias, y la tasa de ganancia, juegan un rol importante. En determinado momento las ganancias empiezan a debilitarse, y con un retraso, parece debilitarse la inversión. El proceso no es mecánico, y el retraso puede ser importante, pero es lo que indica la evidencia disponible.»

    ¿Se podría ampliar un poco la explicación sobre el rol de las ganancias y la tasa de ganancia? Entiendo que la tasa de ganancia presenta una tendencia a la baja, por la sustitución del trabajo humano (y por lo tanto, de la creación de valor) en la producción. Pero, ¿cómo se expresa en ciclos esta tendencia histórica?, es decir, ¿en qué momento y por qué los capitalistas ven afectadas sus ganancias y la demanda empieza a contraerse, cambiando la concavidad de la curva de producción?

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    Martín

    31/08/2011 at 18:07

    • Algunos marxistas (por ejemplo Shaikh) sostienen que la tasa de ganancia debe caer de manera más o menos constante, por lo menos durante toda la fase larga de lo que ellos llaman el ciclo Kondratiev. Otros marxistas incluso sostienen que la tasa de ganancia está cayendo desde el siglo XIX, y sigue haciéndolo hoy (esta última es la versión más proclive a decir que el capitalismo ya está en descomposición). Hasta donde he estudiado, no puedo afirmar que la tasa de ganancia caiga de manera más o menos constante, a medida que progresa la acumulación. El problema es más complejo. El aumento de la productividad, que viene con el cambio tecnológico, puede generar abaratamiento del capital constante y del valor de la fuerza de trabajo. Desde el punto de vista más teórico, discuto estas cuestiones en la nota del blog dedicada al teorema Okishio. Sostengo que es correcto lo que sostiene el teorema Okishio, de que con los supuestos de Marx para formular la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, la tasa de ganancia no cae. Propongo modificar algunos de estos supuestos, referidos al cambio tecnológico (pienso además que son más realistas). Lo importante es que el teorema Okishio puede explicar por qué puede haber períodos de intensa acumulación, y la tasa de ganancia no cae. Por otra parte, en las notas «Tasa de ganancia y crisis en EEUU (1) y (2)» analizo más en concreto cómo se comportó la tasa de ganancia en los años anteriores al estallido de la crisis, y presento algunas hipótesis. En «Tendencia decreciente de la ganancia y autocrítica» también discuto sobre el movimiento de largo plazo.

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      rolandoastarita

      31/08/2011 at 18:56

  5. profesor. ES UNA PREGUNTA MUY TONTA pero la hago igual. ¿el capitalista marca la mercancia para venderla?o sea, el valor de produccion ¿Incluye un porcentaje que el productor le suma para hacerse de ganancia? porque no me queda claro sino de donde saca ganancia, porque si no lo marca lo unico que hace es cambiar la plata por solarios e insumos, cosa que no pasa… perdon por lo ignorante de la pregunta, y si esta ….¿en que parte del capital lo encuentro?? saludos

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    ilichito

    31/08/2011 at 20:14

    • Voy a arriesgar una respuesta, en base a que estoy leyendo El Capital.
      Dicho de manera simplificada (porque seguramente hay fluctuaciones y variantes), el precio de la mercancía está compuesto, hasta donde entiendo la teoria marxista, por la sumatoria del costo del trabajo invertido en producirla (salario; capital variable) y el costo de los materiales de producción (infraestructura, maquinaria, servicios de luz, etc, y materia prima; lo que constituye el capital constante). Ocurre que si para hacer un par de zapatos, se necesitan $40 de capital variable y $50 de capital variable, el precio de la mercancía (suponindo q estas se venden a su valor, es decir, a su costo; seguramente en la realidad haya situaciones en que se venden por encima de su costo) será de $90.
      Bien, el capitalista la vende a $90, ni más ni menos. Pero ¿de dónde sale la ganancia? De que al obrero no le paga los $40 que cuestan su trabajo, sino que le paga, digamos, $30. Esos $10 que no le paga, constituyen la representación monetaria del plusvalor. Esa es la explotación capitalista: no se paga todo el trabajo realizado, sino que se paga sólo una parte. Todos los obreros, en el sistema capitalista, no reciben jamás lo mismo que han producido, sino menos.
      Y como la competencia presiona a cada capitalista a vender más barato la misma mercancía, el salario del obrero es contínuamente reducido, para abaratar costos y poder sobrevivir a la competencia.
      Este es uno de los motivos por los que las industrias se están trasladando permanentemente de países del primer mundo a países con salarios más bajos, que es lo mismo que nivel de vida más bajos.
      Vuelvo a aclarar que es una explicación simplista, incompleta e insuficiente, pero me sirve para entenderlo; y espero que a vos te sirva un poco. La cantidad de variables en juego, hacen que explicar esto con más rigor científico, a mí no me sea posible en este momento.
      Pero si se lo toma como lo que es, una aproximación insuficiente, no hay problema.
      Saludos!

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      Juan Pablo

      31/08/2011 at 20:53

    • gracias juan pablo,hasta ahi la llevo bien, lo que pasa es que me parece que si por ejemplo generalizo en comerme una parte de la parte del capital variable que corresponde a la mano de obra tengo una crisis cada dos o tres años. o bien baja constantemente el valor de la fuerza de trabajo hasta un punto donde no alcanza a reproducir a la misma fuerza de trabajo.. en que capitulo de que todo esta el tema este?disculpa la molestia..

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      ilichito

      01/09/2011 at 02:55

    • En realidad el capitalista paga al obrero el valor de su fuerza de trabajo, no el valor del trabajo. De acuerdo a la concepción de Marx, el trabajo no tiene valor; genera valor, pero no puede tener valor. Es que el valor es tiempo de trabajo objetivado, pasado, en tanto el trabajo es actividad. Cuando la mercancía llega a la venta, el trabajo es pasado. El capitalista entonces adquiere una mercancía, la fuerza de trabajo. Como toda mercancía, tiene un valor de uso y un valor. El valor de uso consiste en el acto de trabajar; el valor está dado por el tiempo de trabajo de la canasta de bienes que sirven para la reproducción de la fuerza de trabajo. Dado cierto nivel de productividad del trabajo, se da la posibilidad de generar una plusvalía. Si el trabajador necesita 4 horas para generar el valor equivalente a la canasta salarial, y la jornada laboral es de 8 horas, generará un valor excedente equivalente a 4 horas. En otras palabras, el valor agregado en 8 horas se divide en el valor que repone el valor de los medios de subsistencia (4 horas) y la plusvalía (4 horas). Esto no aparece en la superficie; lo que aparece en la superficie es que al obrero se le paga por su trabajo, y que el salario es el pago del trabajo. Por este motivo Marx dice que el salario es la forma mistificada bajo la que aparece el valor de la fuerza de trabajo.
      Yendo ahora al valor de la mercancía, en principio está dado por el valor del capital constante circulante (por ejemplo, si se trata de la confección de camisas, por el valor de la tela, los botones, el gasto en electricidad, etc.) + la amortización del capital constante fijo (lo que entra por el gasto de máquina) + el capital variable (valor de la fuerza de trabajo) + la plusvalía. Precisemos que el grado de explotación del trabajo está dado por la relación entre plusvalía/capital variable.
      Ésta es básicamente la presentación de Marx en el tomo 1 de El Capital. En el tomo 3 introduce la cuestión de la tasa de ganancia. La tasa de ganancia es igual a la plusvalía que obtiene el capitalista en relación al capital invertido. La tasa de ganancia rige las inversiones del capitalista. Debido a la competencia, tiende a generarse una tasa media de ganancia entre las ramas. Pero entre las ramas existen distintas relaciones entre lo invertido en capital constante y en capital variable. Si suponemos que la tasa de plusvalía es igual entre las ramas, y si las mercancías se venden según sus valores, las tasas de ganancia entre las ramas serían muy distintas. Por este motivo Marx plantea que, producto de la competencia (los capitales fluyen hacia las ramas con tasa de ganancia más altas) se forma una tasa media de ganancia. Esto implica que los capitalistas «recargan» a sus costos de producción (capital constante + capital variable) una tasa media de ganancia. Analíticamente esta tasa media de ganancia es igual a la suma de todas las plusvalías/ la suma de todo el capital invertido. El costo + la ganancia media = precio de producción. Los precios de producción son los que rigen, como promedios. Podemos decir que se opera una redistribución de la plusvalía. Las ramas en las que hay mayor proporción relativa de mano de obra, generan más plusvalía que las ramas en las que hay menor proporción. Si las mercancías se vendieran a los precios que expresan directamente los tiempos de trabajo, las tasas de ganancia serían más altas en las ramas que emplean más trabajo relativo. Pero a causa de la competencia, se forma la tasa media de ganancia. Las ramas que emplean más mano de obra venden sus productos a un precio de producción menor a los valores, y lo inverso sucede con las ramas que emplean menos mano de obra relativa.
      Esto significa que los precios del mercado oscilan en torno a los precios de producción. Estas oscilaciones se deben a factores aleatorios, o a los cambios debidos a las oscilaciones entre la oferta y la demanda. Estas cuestiones son analizadas por Marx en los capítulos 8,9 y 10 del tomo 3. El tema se conoce como el problema de la transformación. En una nota sobre los sraffianos y la transformación, discuto esta cuestión. También de manera más extensa en el capítulo 3 de Valor, mercado mundial y globalización. Existe una muy amplia bibliografía sobre esto. Muchos atacaron a Marx diciendo que hay una contradicción entre el tomo 1 y el tomo 3 de El Capital, ya que en el tomo 1 los precios son directamente proporcionales a los valores, y en el tomo 3 aparecen los precios de producción. Mi consejo de todas maneras es que avancen de a poco; primero hay que conocer bien la teoría del valor, y cómo se genera la plusvalía. La teoría de los precios de Marx es más compleja de lo que generalmente se presenta.

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      rolandoastarita

      01/09/2011 at 08:59

    • Creo que en el capítulo XVII (o por ahí, depende de la edición) del Tomo 1 de El Capital, Marx explica la diferencia entre el pago al trabajo y el pago a la fuerza de trabajo.
      http://www.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/capital1/17.htm

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      Ezequiel

      01/09/2011 at 05:43

    • Una respuesta en el tono de la de Juan Pablo; precaria tal cual mis conocimientos de El Capital

      El mercado reconoce un valor, un tiempo de trabajo socialmente necesario, por cada mercancía. Por encima de eso la mercancía no se realiza, no se vende.
      Para producirla el capitalista reune capital constante (insumos, mat. primas, energía, maquinas, herramientas, etc.) que se trasladan -en proporción a lo consumido- al valor en el mercado. Pero también se utiliza trabajo humano, que se paga por su valor, por lo que cuesta producirla (esto tiene un mínimo fisiológico). Si sacamos del medio el cap. constante en la explicación (pues aparece en ambos lados de la ecuación), tenemos por un lado el valor de la fuerza de trabajo (que tiene que ver con lo que cuesta producirla), que es menor al valor que el mercado aprueba por la mercancía. la diferencia es plusvalía.
      PD: no es una pregunta tonta, no hay que pedir perdón ni permiso para preguntar algo tan importante. Tené en cuenta que la mayoría de los «marxistas» vernáculos no sólo no lo saben… sino que ni siquiera se lo preguntan. Y esto último es lo peor

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      roberto

      01/09/2011 at 07:02

    • Ilichito te dejo la cita que pedías, perdón por la demora. Ya te pasó unos de los lectores un link con otro de los aspectos del problema, éste que te paso creo que es el principal en el que describe de dónde surge el plusvalo: capítulo V, «Proceso de trabajo y proceso de valorización», Volumen 1, Tomo I, de El Capital, edición Siglo XXI. Es el primer capítulo de la sección tercera, de la pág. 215 a la 240.
      Más específicamente, desde la 226 a la 240; en caso que le quieras dar una leída rápida, con los reparos que eso tiene.
      Espero te sirva, y suerte!

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      Juan Pablo

      03/09/2011 at 14:38

  6. Compañero Rolo. Acuerdo con el contenido general de su nota. Estoy leyendo el trabajo de F, D’Amico que aparece en la bibliografía. Mi cultura en materia de literatura económica es limitada, pero pocas veces he visto un intento tan ‘docto’ de reverenciar a Marx refutando la esencia de su pensamiento. Tras la excusa de atacar sus interpretaciones ‘vulgares’, mediante la confusión permanente y formuleos ‘ad hoc’ no demuestra nada, salvo lo que quiere ‘demostrar’. Me gustaría preguntarle al economista kirchnerista D’ Amico, algo tan simple como, como obtiene la conclusión que por que los salarios suban en la fase alcista del ciclo económico, ello demuestra que el capitalismo no sale de la crisis desvalorizando la fuerza de trabajo, sino mediante estímulos exógenos (exógenos a las leyes del sistema?). Me llamó la atención la teoría de D’Amico acerca de la ‘histéresis’ aplicada a la economía, sobre todo cuando rechaza la ‘entropía’ de la, ley del valor, suplantándola por la ‘demanda agregada’, surgida ab extra de la producción, es decir, el deus ex machina al que recurren todos los keynesianos como panacea frente a la crisis.
    Saludos.

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    AP

    31/08/2011 at 23:50

  7. Profesor, me parece simple el planteo. La ley de Say es un mecanismo que explica, o mejor dicho suple la falta de explicación de un hecho contable: que el ingreso es igual al gasto. Si uno afirma que la inversión que crea capacidad depende de la rentabilidad normal (vs. por ejemplo que sigue al producto si se cubre la ganancia mínima), como parece desprenderse de su afirmación (ud. dijo que de toda crisis se sale empeorando los salarios), implícitamente uno está concediendo que los empresarios crean nueva capacidad sin importar cuál es el nivel de utilización actual. Ergo, «parece» una ley de Say porque los empresarios crean oferta sin que haya una demanda previa.

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    Juan

    01/09/2011 at 08:27

    • Primera cuestión, no comparto la idea de que la igualdad entre ingreso y gasto es un hecho contable. Es un «hecho contable» en los manuales de Macro (al precio de considerar las existencias de mercancías no vendidas = inversión), pero no en la perspectiva de la teoría de Marx (ni en la realidad). El planteo de que en determinado momento del ciclo los capitalistas no gastan sus ingresos de plusvalía está en el centro de la explicación de las crisis, y también de la crítica de Marx a la ley de Say. De ahí la diferencia entre poder de compra y ejercicio de ese poder de compra (o gasto).
      Segunda cuestión, es un hecho que la inversión depende de la rentabilidad, aunque no es el único factor. En varios trabajos expliqué que la inversión depende también de otros factores. Por ejemplo, la inversión puede estar impulsada por presiones competitivas. He planteado que éste puede ser una de las causas que en determinado momento llevan a la sobrecapacidad; por ejemplo, a partir de 1997 la tasa de ganancia en EEUU se está debilitando, pero la inversión recién cae (y de manera abrupta) en la segunda mitad de 2000. En mi último libro, Economía política de la dependencia, presento una función de inversión en la que la tasa de ganancia es la variable más importante, pero no la única. Esto puede explicar por qué, por ejemplo, hoy la tasa de rentabilidad en Argentina es, en términos generales, más alta que en los 90, pero la inversión sigue siendo relativamente débil. Las empresas multinacionales en promedio tienen rentabilidad más alta, pero la inversión extranjera no es más elevada, etc. De todas maneras, todos estos factores no deben hacernos olvidar que la tasa de rentabilidad (los empresarios la pueden medir por los márgenes de ganancia o la rentabilidad sobre capital invertido) es una variable clave a la hora de decidir las inversiones. Este hecho está registrado en las revistas de negocios, en los «journals» sobre management y en los cursos sobre negocios. No se puede ignorar todo esto para sostener, contra viento y marea, que la inversión solo depende de la evolución del ingreso y de la relación entre capital y producto. Por supuesto, no solo los marxistas plantean que la rentabilidad es una variable fundamental de la inversión. En última instancia, también la idea está en Keynes (la eficiencia marginal del capital), en los clásicos, en muchos neo-schumpeterianos.
      En tercer lugar, hay que intentar seguir el razonamiento del interlocutor para no obligar a repetir los argumentos. Esto se aplica a mi explicación de cómo se produce la recuperación. En la nota explico que la recuperación de una economía que cayó en recesión, o depresión, no puede provenir de los salarios. En otras notas y artículos brindé más razones de por qué no sucede, y pruebas empíricas. En la nota también digo que la recuperación debe provenir del gasto de plusvalía. Pero explico que este gasto no puede consistir en inversiones destinadas a aumentar la capacidad, porque si hay recesión, no se aumenta la capacidad. Vos entonces me decís que estoy concediendo que los empresarios crean nueva capacidad sin importar cuál es el nivel de utilización. Esto es, me criticás atribuyéndome una idea que explícitamente rechazo. Repito lo que dije en el artículo: si hay mucha capacidad ociosa, no se gasta plusvalía en aumentar capacidad. Ahora bien, dicho esto, ¿por qué hay que pensar que el único gasto de plusvalía consiste en inversión destinada a aumentar la capacidad? En la nota explico que hay otras salidas para la plusvalía, que pueden impulsar los pasos iniciales de la recuperación de la demanda. Entre ellas, planteo que existe la inversión en inventarios, y doy datos sobre este ítem en relación a la recuperación de las economías desarrolladas después de mitad de 2009. ¿Por qué no consideraste este argumento? Por supuesto, podés estar en contra; pero mi argumento es éste, no el que a vos se te ocurre atribuirme.

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      rolandoastarita

      01/09/2011 at 09:56

    • «si hay mucha capacidad ociosa, no se gasta plusvalía en aumentar capacidad». Ok, pero entonces rentabilidad normal más alta (si bajan los salarios por ejemplo) no implica más inversión; rentabilidad efectiva si (que está precedida por un aumento de la demanda), pero es otro rollo.

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      Juan

      02/09/2011 at 23:54

    • Decís: «rentabilidad normal más alta (si bajan los salarios) no implica más inversión». No entiendo qué querés significar con «normal», pero con esta afirmación no tengo discrepancias. No siempre el aumento de la rentabilidad genera aumento automático de la inversión. Por ejemplo, en EEUU, entre 2002 y 2003 aumentó mucho la rentabilidad, y sin embargo la inversión se mantuvo débil, por lo menos hasta el primer semestre de 2004. De la misma manera, la rentabilidad de las empresas estadounidenses aumentó fuertemente por lo menos desde inicios de 2009, y la reposición de inventarios (primera forma de inversión que se recupera) comenzó meses más tarde. Sin embargo, esto no niega que: a) durante las crisis los salarios se estancan o bajan; la remuneración de los asalariados baja; b) las crisis actúan como mecanismos que restauran la rentabilidad de las empresas; c) el estallido de la crisis es precedido por el debilitamiento y caída de la rentabilidad; d) la salida de la crisis es antecedida por mejoras en la rentabilidad y entre los factores que contribuyen a esa mejora de la rentabilidad, están la contención de salarios y los aumentos de ritmos de producción (en el blog presenté datos sobre esto, referida a la crisis de EEUU).
      De manera que la cuestión de fondo es ésta: la recuperación de las crisis nunca se produce a partir de la recuperación del gasto salarial. Esto es imposible. Parte entonces de la recuperación del gasto de la plusvalía.

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      rolandoastarita

      03/09/2011 at 14:13

  8. ¿No parece ocurrir que la debacle se desencadena en el momento que los capitalistas perciben que la burbuja financiera no puede seguir expandiéndose, y, por lo tanto, se corta el crédito?

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    oti

    02/09/2011 at 13:52

  9. Keynes ha hecho una parodia de la Ley de Say. Muchos profesores repiten los errores de Keynes en sus trabajos. Si interesa la Ley de Say, sugiero la lectura de este artículo: http://myslu.stlawu.edu/~shorwitz/Papers/Say%27s%20Law-Elgar.pdf

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    Adrian Ravier

    29/10/2011 at 12:49

  10. Una falaz pero muy extendida explicación de las crisis económicas es que se produce más de lo que los agentes económicos pueden comprar. La mejor y más sintética refutación de esta errónea teoría se ha leído hasta la fecha a Irving Fisher en Booms and Depressions. Le basta con un párrafo:

    “¿Cómo puedo saber si existe sobreproducción de bienes? Pues porque hay más mercancías a la venta de las que el público comprará. ¿Y por qué no las comprará el público? Pues porque no tiene dinero suficiente. ¿Y por qué no tienen dinero suficiente? Porque no lo están ganando. ¿Y por qué no lo están ganando? Porque no están produciendo: ¡los trabajadores y las máquinas se encuentran ociosas!”. Pero, si la no producción es el problema, ¿por qué llamarla entonces sobreproducción?

    En efecto, los defensores de la teoría de la sobreproducción caen en el error de sugerir que el problema es la falta de empleo, pero ¿empleo para qué? ¿Para producir todavía más? Al final, hemos de regresar a la Ley de Say: la manera de comprar mercancías es ofrecer mercancías. Por consiguiente, el problema no puede ser nunca que producimos demasiado de todos los bienes, sino demasiado de algunos (viviendas) y demasiado poco de otros (mercancías exportables, materias primas…). Es decir, no sobreproducciones generalizadas, sino sobreproducciones parciales y sectoriales: las malas inversiones que tan bien describe la Escuela Austriaca.

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    carlx

    10/12/2012 at 20:46

  11. Rolando hace poco he empezado a revisar «Los Fundamentos teóricos del Marxismo» de Tugan Baranovsky (uno de los llamados marxistas legales) y me ha surgido una duda ¿Es posible extrapolar como hace Tugan (o al menos esa es mi impresión) la ley de Say a la circulación de Captial? ¿En tal caso la acumulación del Capital no llegaría a ser ad infinitum?

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    JHaydn

    26/02/2013 at 18:55

    • Hay bastante confusión con este tema. Sucede que Tugan Baranovsky utiliza los esquemas de reproducción de Marx para demostrar que el sistema capitalista podría acumular sin fin, incluso reduciendo el número de trabajadores. Aclaremos que en los esquemas Marx trata de demostrar cómo el sistema no tiene, en principio, un problema de insuficiencia se demanda. Esto porque a un valor generado en la producción le corresponde un poder de compra equivalente; si la clase capitalista gasta entonces la plusvalía, no hay motivos para que el proceso de acumulación, producción y venta se interrumpa. Esto ha llevado a algunos a interpretar que Marx adhería a la ley de Say. Sin embargo, al estudiar la evolución de la tasa de ganancia Marx introduce un elemento endógeno de crisis: la acumulación lleva a la caída de la tasa de ganancia, lo que lleva a la caída de la acumulación (o de la inversión), generándose un problema de demanda, y crisis. He discutido esta cuestión en crítica a economistas K (ver aquí, por ejemplo).

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      rolandoastarita

      26/02/2013 at 20:48

  12. La ley de Say existe por el solo hecho de que si uno tira en paracaidas a 20 tipos a una isla, sin que tengan nada, van a tener que producir antes de consumir. Y si las relaciones son libres y voluntarias, las mercaderías producidas necesariamente van a generar su propia demanda.

    No existe eso de consumir antes de producir. La historia de la humanidad empezó sin nada, sin ninguna mercancía fabricada para consumir.

    Como bien dice Ayn Rand: «Todas las falacias del socialismo han sido refutadas hasta el hartazgo. Pero ellos quieren implementar su pensamiento pseudo-científico de la manera que les gusta a ellos: como sea y al costo que sea.»

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    Guido

    28/08/2013 at 21:38

    • Ley de Say, paracaídas, consumo, historia de la humanidad, falacias del socialismo, hartazgo, como sea y al costo que sea…
      Si alguien encuentra alguna coherencia a este galimatías lógico, por favor me avisa. Gracias.

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      rolandoastarita

      28/08/2013 at 23:23

    • Si, yo le aviso. Le quise decir que su idea de la ley de Say está equivocada. No existe eso de que «la producción depende de la demanda». Es exactamente al revés.

      Y tampoco existe eso de que «las crisis son culpa de la sobreproducción». Son siempre culpa de consumir por encima de lo que uno realmente está produciendo, y así lo demuestra la historia.

      Deje de venderle humo a la gente, que bastante caro les sale a los contribuyentes argentinos, y vaya a estudiar economía en vez de escribir las pavadas que escribe siempre. Por ejemplo, puede ir a leer «La Acción Humana» de Mises, que se nota que nunca en su vida la leyó.

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      Guido

      05/02/2014 at 07:31

    • No se entiende a quién está criticando.

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      rolandoastarita

      05/02/2014 at 11:36

    • ¡Interesante!
      Cuando leí: «Si, yo le aviso» pensé bueno finalmente va a argumentar algo.
      Pero no…
      ¡La nada, la nada más completa y absoluta!
      Ni un argumento pequeñito…
      Y eso que tuvo más de 4 meses. En fin…

      Saludos

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      Gerardo Daniel

      05/02/2014 at 11:51

  13. La tasa de ganancia y que dejen de invertir para mi cumple varios factores, no hay que buscar solo uno. A veces se dan uno o veces varios.
    – Recursos naturales (el coste de sacarlos y la dependencia de la economía de estos).
    – Intervenciones gubernamentales con impuestos.
    – Fluctuaciones del valor de la moneda en el mercado de divisas.
    – Reducción de la ganancia porque los sueldos van subiendo por tener mayor fuerza con menos desempleo.

    Y claro está, que entre estos factores se relacionan entre si.

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    Adrian

    10/10/2014 at 09:39

  14. http://www.miseshispano.org/2017/05/keynes-y-la-ley-de-say/

    Say no decia que la oferta crea su propia demanda, fue una tergiversacion de Keynes, probablemente al mal entenderla. Solo pueden haber sobreproducciones sectoriales, si hay sobreproduccion de sillas, eso supone una escasez de madera y clavos (suponiendo que estos sean sus componentes), esto seria asi segun la ley de Say, para ofertar debo demandar y para demandar debo ofertar. Espero su respuesta

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    Yair

    05/05/2018 at 04:07

    • Este año se va a reeditar mi libro «Keynes, poskeynesianos y keynesianos neoclásicos», en el que hice varias ampliaciones. Entre ellas, incluí un nuevo capítulo dedicado a la ley de Say. Ahí discuto la famosa definición de Keynes; también el sentido de la crítica de Marx a la ley de Say, y las dos interpretaciones tradicionales que se hicieron de la ley, la que la considera una identidad (de hecho, el intercambio sería un trueque), y la que la considera una igualdad. Tengo la intención también de tratar estas cuestiones en el blog, en 2 o 3 notas. En particular, me interesa tomar distancia del enfoque keynesiano (o keynesiano-bastardo) que plantea una especie de «ley de Say al revés». Esto es, la idea de que toda demanda crea su correspondiente oferta. También destacar que mucha de la crítica de Marx a la ley no es porque lo que dice sea totalmente incorrecto (por ejemplo, que si el consumo supera permanentemente a la producción, la economía es inviable), sino porque es una banalidad. Aunque a la vista de lo que hacen o dicen muchos keynesianos, hoy es necesario recordar algunas de esas «banalidades».

      Tengo mucho trabajo pendiente, pero espero cumplir esta publicación antes de agosto o septiembre.

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      rolandoastarita

      05/05/2018 at 08:02

    • La reedicion tambien es de la Universidad de Quilmes?

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      Sergio

      17/10/2018 at 14:25

    • Sí, es de la UNQ. Cuando salga lo voy a anunciar en el blog.

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      rolandoastarita

      17/10/2018 at 15:00

  15. Profesor Astarista, es posible leer su nuevo capítulo sobre la ley de Say en algún medio? Es un tema que recientemente me llama poderosamente la atención.

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    horstext

    16/10/2018 at 02:53

    • No lo publiqué en ningún lado. Mi intención es subirlo en una serie de notas al blog. Debo hacerme tiempo, tengo muchas notas postergadas.

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      rolandoastarita

      16/10/2018 at 09:10


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