Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Distintos enfoques sobre la globalización (1)

with 29 comments

Como he afirmado en otras notas, en el centro de mis diferencias con buena parte de la izquierda se encuentran las diferencias acerca de qué es hoy el imperialismo (ver la nota sobre el análisis crítico de las tesis leninistas) y sobre los desarrollos del capitalismo en las últimas notas. Aquí presento la primera parte de un capítulo sobre globalización que he preparado para un próximo libro en el que intervenimos varios autores.

La globalización está en el centro de los análisis y debates sociales contemporáneos. Entre las cuestiones más debatidas, está el propio significado de la globalización, sus causas -es producto de decisiones políticas, u obedece a alguna lógica económica; también si se trata de algo cualitativamente nuevo, y en qué sentido puede considerarse un fenómeno progresivo, o reaccionario. A fin de desarrollar luego nuestra posición acerca de algunos de estos problemas, comenzamos presentando el enfoque de los defensores y apologistas de la globalización; los datos acerca de la globalización, y las críticas de autores de la izquierda antiglobalización.

La noción estándar de la globalización

El término globalización empezó a utilizarse de manera generalizada en la década de 1980, en los medios de comunicación, las universidades y los ámbitos empresarios, cuando las transacciones internacionales, comerciales y financieras, comenzaron a hacerse más rápidas y fáciles, merced a los avances tecnológicos. Por eso el término está asociado a un fuerte aumento de los intercambios internacionales y de la integración de las economías. En esta línea, el FMI da una definición de qué es globalización que goza de generalizada aceptación en los medios de comunicación y académicos. Sostiene que la globalización es un proceso histórico, resultado de la innovación humana y del progreso tecnológico, y se refiere a la creciente integración de las economías alrededor del mundo, particularmente a través del movimiento de bienes, servicios y capitales a través de las fronteras. El FMI agrega que el término a veces también se refiere al movimiento internacional de gente (trabajo) y conocimiento (tecnología). Y que existen dimensiones más amplias de la globalización, que comprenden lo cultural, lo político y lo ambiental (IMF 2008). Esta caracterización a su vez se vincula con una explicación de sus causas. Se sostiene que en la base del proceso están operando las mismas fuerzas que operaron durante siglos a todos los niveles de la actividad humano, impulsando a los seres humanos a viajar e intercambiar. Es la vieja idea de Adam Smith, de la “propensión (de la naturaleza humana) a permutar, cambiar y negociar una cosa por otra” (Smith, p. 16).

Datos y el elogio de la globalización por la derecha

Algunas cifras nos pueden dar una dimensión de la magnitud que han alcanzado los intercambios de mercancías y los flujos transfronteras de capitales, e incluso de fuerza de trabajo. Entre 1980 y 2007 el valor del comercio mundial en bienes y servicios, como porcentaje del PBI mundial, pasó del 42,1% al 62,1% en 2007. Entre 1980 y 2006 la inversión extranjera directa (IED) aumentó del 6,5% del PBI mundial al 31,8%. En términos absolutos, el stock acumulado de IED casi se triplicó durante la década de 1980 y en la década siguiente se multiplicó por más de tres. Los flujos de IED en 2007 alcanzaban US$ 1,5 billones, de los cuales US$ 535.000 correspondían a los países atrasados. El stock de acreencias internacionales (mayoritariamente créditos bancarios) como porcentaje del PBI mundial aumentó de aproximadamente el 10% en 1980 al 48% en 2006. Y también se profundizó la mundialización de la fuerza de trabajo. Y el número de trabajadores extranjeros aumentó de 78 millones (2,4% de la población mundial) en 1965 a 191 millones (3% de la población mundial) en 2005. A partir de estos datos es que publicaciones como The Economist, Financial Times, Wall Street Journal, o de instituciones como el FMI o el Banco Mundial, sostienen que la globalización es ampliamente beneficiosa para el mundo. Así, por ejemplo, el FMI afirma que la globalización trae aparejada la integración de los países, el desarrollo de los países del tercer mundo y la mejora del nivel de vida de la mayor parte de la humanidad. Siempre según este enfoque, el crecimiento de los mercados globales habría promovido la eficiencia a través de la competencia y la división del trabajo; y la especialización permitiría que la gente se especialice en lo que mejor sabe hacer. Los mercados globales también posibilitaría que la gente se abastezca en mercados más grandes y diversificados. Lo que significa que tienen acceso a más capital, tecnología, a importaciones más baratas, y mercados de exportación más grandes. En este cuadro optimista, se admite que los mercados no necesariamente aseguran que los beneficios de la eficiencia incrementada lleguen a todos, y que aumentan las desigualdades. Pero aun considerando estos pasivos, sostiene el establishment económico, el resultado es positivo. Los seres humanos ahora tienen más acceso al conocimiento, muchas comunidades han reducido su aislamiento y muchos millones mejoraron su nivel de vida (el caso de China es el más citado). Por eso, si bien la globalización es inevitable -responde a impulsos humanos- no hay que lamentarse por ello.

Las críticas antiglobalistas de izquierda y derecha

Las posiciones de la corriente principal sobre la globalización han sido criticadas por autores antiglobalistas, tanto de izquierda como de derecha. Entre los más relevantes del campo de la izquierda podemos mencionar a James Petras, Paolo Giussani, Hirst y Thompson. Básicamente sostienen que si i por globalización se entiende la circulación de mercancías e inversiones, y la organización de la producción y las tecnologías a nivel internacional, habría que admitir que estos fenómenos siempre estuvieron presentes en el modo de producción capitalista, y por lo tanto la globalización no tiene nada de nuevo. Por ejemplo, Paolo Giussani, en la línea de pensamiento de Hirst y Thompson, afirma que el cociente entre el comercio mundial y el producto bruto creció a una tasa menor entre 1970 y 1994, que entre 1950 y 1970 (Giussani, 2000, p. 300). También sostiene que en términos de dependencia con respecto al comercio mundial, algunos grandes países de la OCDE, como Japón, Países Bajos y Gran Bretaña estaban incluso menos internacionalizados en la década de 1990 que en vísperas de la Primera Guerra. Giussani también plantea que los países subdesarrollados no aumentaron sus cuotas de exportación a nivel mundial. En 1950 representaban algo menos del 33% del total mundial, y en 1994 algo menos del 25%. Además, sigue Giussani con respecto a las multinacionales, su crecimiento es menos reciente de lo que generalmente se piensa, y no han perdido sus bases nacionales.

Petras adopta una posición similar, pero en una perspectiva de más largo plazo. Afirma que si bien en los últimos años ha habido un aumento de la circulación y los capitales “están entrando en todas partes”, la “novedad misma de la globalización” debe ser cuestionada, ya que “la circulación y la producción extranacional… tienen una larga historia” (Petras, 2000, p. 21). Incluso afirma que hoy “somos menos globalizados que hace 300 años”, porque Estados Unidos y el Tercer Mundo surgieron “globalizados”, ya que nacen por el colonialismo. Lo esencial es que no habría habido cambios sustanciales en las relaciones internacionales. El incremento de los flujos internacionales de los últimos años es en última instancia coyuntural, ya que está asociado a la expansión de las economías capitalistas, y al ascenso al poder, en EEUU y otros países centrales, de fracciones del capital orientadas hacia la exportación. Una crisis abriría un período antiglobalizador, sostiene Petras, y el ascenso de fracciones orientadas a la producción para el mercado interno. Por otra parte, aunque ya no existen áreas precapitalistas o no capitalistas, continúa aumentando la concentración del poder en EEUU, y hay menos pluralidad en la economía mundial. Y tampoco habría algo nuevo bajo el sol porque desde que el capitalismo es capitalismo está incorporando zonas precapitalistas.

Por otra parte, desde esta postura también se rechaza la idea de que la globalización habría sido beneficiosa para los pueblos. Se sostiene que en realidad está acentuando la explotación, barriendo con las conquistas históricas de las clases trabajadoras de los países adelantados, y que no existe la tan mentada integración de los pueblos. Como afirma Petras (2000), no tiene sentido hablar de la globalización como un proceso de comunicación e integración, ya que solo hay dinamismo en algunas clases y algunas regiones, en tanto que otras están perjudicadas. A lo que debería agregarse que 100 millones de negros e indígenas murieron en el proceso “no como efecto de una integración sino de desintegración” (p. 22). Por este motivo Petras también cuestiona a Marx. Es que Marx y Engels consideraban que la creación del mercado mundial no solo era un inherente a la naturaleza del capital, sino también un fenómeno históricamente progresivo, ya que las fuerzas productivas estarían rompiendo las barreras nacionales y generando las bases para una nueva civilización. Consciente del problema, Petras plantea que Marx habría sido “demasiado optimista sobre los efectos a largo plazo del imperialismo como factor de progreso en la historia”. Por último, destaquemos que Petras sostiene que no hay nada de inevitable en la globalización, ya que se trataría de un fenómeno fenómeno reversible y cíclico, que depende de la intervención del Estado y del acceso al poder de una determinada fracción de clase, juega un rol central. Por este motivo, las fuerzas antiglobalistas pueden revertir el proceso. Esta idea de que la globalización es un hecho esencialmente político, también se ubica en un marco conceptual distinto del que encontramos en Marx.

Como adelantamos, también fracciones de la derecha afirman que la globalización constituye un mal. Según esta visión, los trabajadores de los países adelantados pierden sus empleos y las comunidades sus homogeneidades culturales y sus formas de vida. Por eso, frente a la globalización, estos sectores también reivindican lo nacional, y la defensa de las particularidades locales. Es el discurso de Le Pen, y similares, que ha penetrado en franjas importantes de la población europea, incluso entre trabajadores que en el pasado adherían a los partidos de izquierda.

Una visión alternativa

La explicación que presentamos es alternativa de las anteriores, porque se ubica en las tradiciones de Marx y Engels, y en particular porque tiene como punto de partida la crítica a la dialéctica del capital. Este punto de vista nos lleva a afirmar que la globalización consiste en la extensión planetaria de la relación capital/trabajo, y que como tal, constituye un fenómeno contradictorio (que dará lugar a una perspectiva crítica distinta de la antiglobalizadora de izquierda) y cualitativamente nuevo. Por eso también sostenemos que la globalización no se explica única ni principalmente por la tecnología, como pretende el FMI, sino por el despliegue de las relaciones sociales capitalistas. La tecnología constituye la base material que permite la extensión planetaria del capital, pero no es su causa impulsora. En definitiva, la idea que orienta este análisis es que cuando en la sociedad burguesa domina el capital, éste “debe constituir el punto de partida y el punto de llegada del análisis” (Marx, 1989, t.1, p. 421). Esto se aplica particularmente a la mundialización. Como también sostenía Marx, la tendencia a crear el mercado mundial “está dada directamente en la idea misma del capital” (ídem, p. 360). Es que el fin y la condición para la existencia del capital es la valorización del valor, y esto implica el impulso incesante a ampliar mercados, a subsumir bajo la relación del trabajo asalariado crecientes fuerzas humanas, y a absorber dentro de sí todo lo que le es exterior. La culminación de este proceso es la extensión a escala planetaria del modo de producción capitalista. Es por esta razón que el impulso a la mundialización está condicionado histórica y socialmente. Así como el capitalismo es el modo de producción que impulsa de la manera más frenética el desarrollo de las fuerzas productivas, también es el que genera el mayor impulso a la expansión planetaria. Por esta razón también, es un error pensar que las razones de la globalización son políticas -ascenso de tal o cual fracción de las clases dominantes de los países centrales, adopción de tal o cual estrategia política, etc.- o coyunturales. Lo cual no significa que las instancias políticas no incidan en los ritmos y en las evoluciones concretas. Por caso, las contradicciones entre las potencias entre 1914 y 1945, y la emergencia de la amenaza del socialismo, explican la contracción del mercado mundial, en particular en la década de los 30. Pero en la medida en que subsiste la relación capitalista, el impulso al desarrollo de las fuerzas productivas, y con él, a la expansión del mercado, termina por imponer sus derechos. Por este motivo, desde esta perspectiva, la crítica de la globalización es interna y consustancial a la crítica de la relación capitalista.

Lo anterior permite comprender entonces por qué es necesario entender la globalización como un fenómeno cualitativamente nuevo. En este respecto, dos corrientes dentro del pensamiento marxista han puesto el énfasis en ello. Por un lado, la corriente conocida como de la “internacionalización del capital”, que sostiene que en los últimos años se ha internacionalizado el capital productivo, y que ésta es la culminación de un proceso histórico que pasó por las fases previas de la internacionalizacón del capital mercancía y del capital dinero. Estos autores subrayan que es necesario adoptar un punto de vista transnacional en el análisis económico y social. Por otra parte, la corriente que he llamado “globalista”, también afirma que se ha producido un cambio cualitativo en las últimas décadas, de la misma entidad y trascendencia que la Revolución Industrial, o el ascenso del capitalismo monopólico a fines del siglo XIX. Burbach y Robinson (1999), exponentes de esta línea de pensamiento, sostienen que la globalización constituye “un giro de época”, y que asistimos a la emergencia de una nueva fase del capitalismo, la transnacional. En oposición a los que afirman que no hay nada nuevo porque el capitalismo siempre fue global, Burbach y Robinson sostienen que estamos ante un cambio sustancial, marcado por la transnacionalización de la producción y de la propiedad del capital, y el consiguiente ascenso de una burguesía transnacional. Crecientemente se integran el “norte” y el “sur”, desaparecen las posibilidades de desarrollos autárquicos de los países, y con ello también se borran las diferencias entre el “primer mundo” y el “tercer mundo”. Incluso las instituciones estatales nacionales, siempre según este enfoque, están siendo reemplazadas por instituciones supranacionales, que corresponden al nuevo carácter del capital. En un sentido parecido abordan el tema Hardt y Negri. La diferencia más importante entre los autores “globalistas” y los partidarios de la tesis “internacionalización del capital” es que los últimos plantean que el Estado sigue teniendo vigencia. De todas maneras, y a pesar de estas diferencias, ambas corrientes subrayan que la mundialización del modo de producción capitalista constituye un cambio cualitativo.

Nuestro punto de vista comparte lo esencial de estos planteos, en especial con la tesis de la internacionalización del capital. Si bien la noción aceptada comúnmente de la globalización, del FMI y otras instituciones del establishment, destaca el incremento de los flujos de capitales, mercancías y trabajo, pasa por alto sin embargo el cambio ocurrido a nivel de las relaciones de producción. Es que la forma en que se extrae el excedente económico es lo decisivo para la conformación de un modo de producción, y éste es el rasgo característico, la diferencia específica, de la actual globalización, con respecto a lo que podría considerarse un mero incremento cuantitativo de los intercambios. Cuando el FMI afirma que en última instancia la globalización consiste en el mismo proceso de extensión de los mercados iniciado “hace siglos”, desde las aldeas a la economía mundial, se ubica en una perspectiva circulacionista, y no permite ver lo específicamente nuevo del fenómeno, que es la generalización planetaria del modo de extraer el excedente, o sea, la relación capital-trabajo. En palabras de Bina y Yaghmaian, “el capital global no es la suma algebraica de los capitales nacionales, moviéndose constantemente a lo largo del planeta de un país a otro, sino una relación de producción orgánica, supranacional” (1991, p. 111).

Capitalismos del tercer mundo y ex regímenes stalinistas

En base a lo anterior sostenemos que uno de los fenómenos más relevantes de las últimas décadas es el surgimiento de clases capitalistas con raíces propias en los países atrasados y en países que hasta hace poco eran no capitalistas. Ya no estamos ante el clásico “hombre de paja”, del agente o títere del capital extranjero, sino ante una clase que participa, desde una posición relativamente independiente, en el mercado mundial. Si bien las grandes potencias -y en primer lugar EEUU- siguen teniendo una considerable ventaja tecnológica, en poder financiero y en capacidad militar, es un hecho que en el tercer mundo se han desarrollado fuerzas productivas capitalistas. La tesis de la escuela de la dependencia, que sostenía que en el tercer mundo el desarrollo capitalista estaba bloqueado, y que sus burguesías eran “semioprimidas” o “semiexplotadas” por el capital internacional, o estaban condenadas a mantenerse en estado raquítico, no se ha verificado. Por el contrario, parece haberse cumplido el pronóstico de Marx, cuando sostenía que si bien la entrada de los ferrocarriles ingleses en la India generaban devastación y sufrimiento, a largo plazo también darían lugar a la formación de un capitalismo indio. Es lo que ha sucedido en India, y en muchos otros países del tercer mundo. Todo parece indicar -véase Bairoch, 1982- que efectivamente la entrada del capital en el tercer mundo provocó primero una extendida desindutrialización y retroceso. Todavía en 1830 el tercer mundo (incluyendo en él a Japón) tenía aproximadamente el 63% del potencial manufacturero total del mundo, contra el 37% de Europa y Norteamérica. En 1913 los países desarrollados tenían el 92,5% de la producción manufacturera mundial, contra solo el 7,5% del tercer mundo (Bairoch, 1982). Pero desde mediados del siglo XX (en muchos países desde los 30) la situación comenzó a modificarse. En Asia y América Latina, surgieron capitales nativos -en algunos casos al calor de Estados “socialistas”, como en China. Las intervenciones militares, la dominación colonial, la entrada de capitales extranjeros, generaron violencia y avasallamiento, fueron factores de pillaje y desolación, pero también generaron impulsos para el desarrollo de fuerzas capitalistas locales, que conformaron el sustento de gobiernos con capacidad de resistencia y de autonomía frente al dominio imperialista. No se puede entender el proceso de descolonización sin esta base material, social. Pero por eso mismo la violencia dejó de ser el medio fundamental para la extracción del excedente.

Ya en la década de 1970 había claras manifestaciones de que los países más importantes del tercer mundo (Brasil, México, India, entre otros) estaban en vías de desarrollo capitalista. En 1981 la tasa promedio de inversión de los países subdesarrollados era mayor, en porcentaje del PBI, que la de los países adelantados; y la producción manufacturera de los países atrasados estaba destinada a satisfacer principalmente sus mercados internos y el consumo masivo, y no las exportaciones o el consumo de la alta burguesía (Schiffer, 1981). Signo inequívoco que estábamos ante un proceso de reproducción ampliada del capital “a lo Marx”. Y el proceso continuó en las décadas que siguieron. En los países en que dominaban los regímenes stalinistas hoy rige el modo de producción capitalista (salvo en Corea del Norte). En todo el tercer mundo avanzó la industrialización; las privatizaciones de empresas públicas profundizaron los desarrollos capitalistas, y el disciplinamiento a la ley del valor; las aperturas comerciales operaron en el mismo sentido. En el agro se acentúa la desintegración de la producción familiar campesina, y en extensas zonas se asiste a un proceso de proletarización, o la aparición de formas de transición a la producción capitalista. Alternativamente, millones de pequeños productores campesinos se subordinan al capital comercial y a las grandes industrializadoras de alimentos, y por su intermedio al mercado mundial. Hoy prácticamente toda la humanidad “está absorbida, en mayor o menor grado, en la trama de la explotación capitalista, o sometida a ella” (Hardt y Negri, 2002, p. 52). Polemizando con posiciones como las de Petras y Giussani, Hard y Negri señalan que “muchos teóricos contemporáneos se muestra reacios a reconocer que la globalización de la producción capitalista y su mercado mundial representan una situación fundamentalmente nueva y un cambio histórico significativo” (2002, p. 23). Este es el fenómeno cualitativamente nuevo que desaparece en la visión de Petras y similares.

Esto explica también que hayan surgido, en el tercer mundo y en los países donde había regímenes stalinistas, capitales con capacidad para expandirse en el plano internacional, incluso en los países adelantados. En 1990 los países subdesarrollados tenían solo el 5% de los flujos de IED y el 8% del stock de IED. En 2006 la IED desde los países atrasados alcanzaba el 14% del total mundial, y 13% del stock de IED (The Economist, 12/01/2008). Si bien no tienen la fuerza de las compañías de EEUU, Europa o Japón, algunas empresas del tercer mundo se han convertido en gigantes mundiales. Empresas occidentales como Jaguar y Land Rover ahora están en posesión de Tata Group de India. Huawei Technologies y ZTE de China son la segunda y quinta productoras mundiales de equipos de telefonía móvil, según ingresos. Bimbo, de México, es la productora de pan más grande del mundo; JBS de Brasil, es el mayor productor de carne del mundo; United Company Rusal, de Rusia, es la productora de aluminio más grande del mundo. En las 500 de Fortune Global, de 2010, figuran 7 empresas de Brasil, 46 de China, 1 de Finlandia, 8 de India, 2 de Irlanda, 1 de Malasia, 2 de México, 1 de Polonia, 6 de Rusia, 1 de Arabia Saudita, 2 de Singapur, 10 de Corea del Sur, 8 de Taiwan, 1 de Tailandia, 1 de Turquía y 1 de Venezuela. Son 98 entre las 500 empresas más grandes del mundo (clasificadas por ingresos). Como referencia, señalemos que Estados Unidos tiene 139 y Japón 71.

El capital como totalidad mundial

Es importante tener presente que todavía hace unas décadas atrás las relaciones económicas entre las regiones estaban determinadas por el capital mercantil, y la explotación del capital se combinaba con formas de extracción del excedente a través del pillaje, el colonialismo y el intercambio desigual con formaciones no capitalistas (a partir de posiciones de monopolio, o semimonopolio). Hoy, en cambio, es la totalidad del modo de producción capitalista la que infunde su tonalidad a los particulares; el excedente no es producto de la acumulación “originaria” (esto es, del empleo de la violencia directa para su extracción); la clase obrera es reproducida por el capital mundializado; cada vez más el trabajo es subsumido realmente al capital a escala planetaria; las burguesías de los países atrasados extraen plusvalía principalmente de sus clases obreras; todos los capitales están sometidos a la coerción de la competencia (lo que implica que rige la ley del valor trabajo); y a partir de esta dialéctica asistimos a una polarización creciente entre la acumulación de riqueza en un polo, y pobreza -relativa o absoluta- en el otro.

Es dentro de este marco marco conceptual que nuestra posición tiene diferencias con el globalismo extremo, y se acerca al enfoque de la corriente de la “internacionalización del capital”. Es que el globalismo “a lo Hardt y Negri” afirma que en este proceso se borran las diferencias entre el “primer mundo” y los países atrasados, que los Estados son reemplazados por las instituciones supranacionales, y que las burguesías nacionales se funden en una única clase transnacional. La realidad es que hoy los Estados están lejos de desaparecer, las empresas los siguen teniendo como referencia, y las diferencias de desarrollo y poder económico entre los países más adelantados y los más atrasados, lejos de achicarse, han continuado aumentando (como ha reconocido el propio Banco Mundial). Pero lo importante es entender que estas diferencias se generan desde la dialéctica del valor y del capital, esto es, a partir de la explotación del trabajo por el capital, y el despliegue de las leyes de la acumulación capitalista.

Bibliografía

Bairoch, P. (1982): “International Industrialization Levels from 1750 to 1980”, Journal of European Economic History, vol. 11, pp. 269-333.

Bina,C. y B. Yaghmaian, (1991): “Post-war Global Accumulation and the Transnationalisation of Capital”, Capital & Class, Nº 43, pp. 107-129.

Burbach, R. y W. L. Robinson, (1999): “Globalization as epochal Shift”, Science & Society, vol. 63, pp. 10-39.

Giussani, P. (2000): “¿Hay evidencia empírica de una tendencia hacia la globalización?” en J. Arriola y D. Guerrero (eds.), La nueva economía política de la globalización, Zarautz, Gipuzkoa, Universidad del País Vasco, pp. 299-321.

Hardt, M. y A. Negri (2002): Imperio, Buenos Aires, Paídóis.

IMF (2008): “Globalization: A Brief Overview” May, Staff

Marx, K. (1989): Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) 1857-1858, México, Siglo XXI.

Petras, J. (2000): Globaloney (La globalización de la tontería), Buenos Aires, Antídoto.

Schiffer, J. (1981): “The Changing Post-War Pattern of Development: The Accumulated Wisdom of Samir Amin”, World Development, vol. 9, pp. 513-537.

Smith, A. (1987): Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones, México, FCE.


Descargar en formato Word
Distintos enfoques sobre la globalización (1)

29 respuestas

Subscribe to comments with RSS.

  1. El problema es conciliar esto: 1) «el capital global no es la suma algebraica de los capitales nacionales, moviéndose constantemente a lo largo del planeta de un país a otro, sino una relación de producción orgánica, supranacional (1991, p. 111)»

    con esto: 2) «…es el surgimiento de clases capitalistas con raíces propias en los países atrasados y en países que hasta hace poco eran no capitalistas. Ya no estamos ante el clásico “hombre de paja”, del agente o títere del capital extranjero, sino ante una clase que participa, desde una posición relativamente independiente, en el mercado mundial».

    Porque si es verdad 1) no hay 2) solo manifestación de 1) en distitos escenarios locales del mundo.

    Estoy plenamente de acuerdo con Bina y Yaghmaian, pero hay que asumir las consecuencias de eso que dice.

    Si eso que dicen es cierto (como me lo parece) hay que encontrar cuáles son las personificaciones de ese capital global «QUE NO ES LA SUMA ALGEBRAICA DE LOS CAPITALES NACIONALES». Es decir que esa personificación de ese capital no es ni la burguesía americana, ni británica, ni alemana, ni de ningún país en particular ni la suma de las particularidades.

    En la medida de que se profundice en esta línea, nos vamos a dar cuenta del significado de lo que es el imperialismo en tanto práctica de los imperios.

    Me gusta

    oti

    12/04/2011 at 10:38

    • La afirmación de que el capital global no es la suma algebraica de los capitales nacionales puede interpretarse de dos maneras. Una de ellas sería en el sentido globalismo extremo, esto es, que desaparecen las diferencias de desarrollos nacionales, se va a una homogeneización completa (desaparece la diferencia entre países adelantados y atrasados) y también los Estados nacionales y los espacios nacionales de valor (en los que incide el tipo de cambio, las fronteras, etc.). No descarto que en algún futuro se pueda llegar a algo así, pero lo cierto es que en estos momentos no veo tendencias a ello. Por lo menos en las próximas décadas todo apunta a que continuarán las diferencias entre países adelantados y atrasados (y parecen ahondarse entre los más adelantados y los más atrasados) y los Estados nacionales, etc.
      Pues bien, la afirmación sobre la «suma algebraica» también puede interpretarse en el sentido que el todo es más que la suma de las partes; que las partes están determinadas por la relación capitalista; que no se pueden explicar si no es en relación al modo de producción capitalista de conjunto (esto es, no hay que postular la tesis «articulación de los modos de producción» para estudiar el mercado mundial; discuto esto en mi último libro); y que sin embargo no desaparecen los particulares y los singuales. En otras palabras, aquí encaja muy bien la figura de la «totalidad concreta» hegeliana. He intentado explicar estas cuestiones (en Valor… o en Economía de la dependencia…») por ejemplo a través del análisis de como funcionan los tipos de cambio como articuladores y mediadores entre el mercado mundial y los espacios nacionales de valor.
      El hecho de que los países dependientes (digamos como Argentina) no sean explotados por los países adelantados, y que sus clases capitalistas se integren en la mundialización, explicaría por qué participan en intervenciones militares, o presiones diplomáticas, etc., junto a las potencias, contra los Estados o gobiernos que no se allanan a la lógica del capital mundializado. A diferencia de la empresa colonial, hoy se trata de garantizar los «derechos universales del capital»; en esto están comprendidos los capitales de los países dependientes.

      Me gusta

      rolandoastarita

      12/04/2011 at 18:01

    • Esa afirmación, sobre todo la parte que dice que el capital global es una «relación de producción orgánica, supranacional», a mi juicio refiere, por contraste, precisamente, a que la existencia de los estados nacionales es solo nominal o formal, ya que carecen de las atribuciones que necesitarían para serlo en forma real: control de la propia moneda, control de sus materias primas y control de su comercio exterior, todo ello enajenado por la dimensión supranacional.

      Los Bancos Centrales del mundo no responden ni siquiera a las constituciones formales de los países (caso USA con su Reserva Federal), sino a la manera que tiene la globalización de gobernar las monedas locales en función de los intereses globales.

      Creo que efectivamente hay una homogeneización completa en el sentido de que operan los intereses globales en pleno proceso de crisis global. Esto no quiere decir que esté vedado el resurgimiento de los Estados Nacionales, ya que, cuando lo haya, evidentemente no podrá la globalización mantener las características que ahora tiene en ausencia de ellos.

      No hay un sólo país del mundo que está libre de la crisis global, ni siquiera Argentina, cuyos inflados precios de sus bienes exportables son una consecuencia de la dinámica de dicha crisis. Algunos podrán afrontarla mejor, otros peor, pero todos están en el mismo barco hasta que resurjan las soberanías nacionales reales.

      Esta perspectiva mete el dedo en la llaga teórica del marxismo que siempre, desde su nacimiento, tuvo dificultades en entender la dimensión imperial/global de la realidad y su dialéctica con la dimensión nacional/local.

      El capitalismo siempre fue global o, mejor dicho, la historia humana siempre fue global, y ese modo de producción es uno de los tantos casos de esa globalidad.

      Me gusta

      oti

      12/04/2011 at 19:40

  2. No existe una única definición de “globalización”, porque globalización es un concepto multidimensional, dinámico y que depende también de visiones ideológicas. Pueden coexistir varias definiciones de globalización: cambian según el sustrato social, la orientación ideológica, el perfil profesional y la percepción subjetiva de quien intenta definir el fenómeno.
    Es de esperar que Rolando Intente encausarnos en el estudio y debate de las facetas políticas, económicas, sociales, culturales y tecnológicas de la discusión teórica de la globalización.

    Me gusta

    kowafer

    12/04/2011 at 14:17

  3. Como quedan países como Argentina, Colombia o Venezuela, que no han seguido la tendencia expansionista de México, Brasil o India. ¿Es que todo se explica por el tamaño?. ¿Del tamaño depende que unos se hayan colocado adelante y los otros sigan atrás en el marco de la corriente general?.

    Me gusta

    mario

    12/04/2011 at 18:33

    • No todo se explica por el tamaño, el caso de Corea del Sur es ilustrativo. De todas formas, más que un análisis de los casos, loq ue deseo resaltar es que Argetina, Colomiba o Venezuela son países dependientes con sus propias burguesías, con raíces propias, que no son explotados por el «imperio». La explotación es de clase. En mis libros demuestro que incluso la tesis del intercambio desigual no se aplica a la competencia intraindustria. Además, si agregamos que Argentina o Venezuela tienen fuertes ingresos por rentas agraria y petrolera, la tesis del intercambio desigual se desdibuja aún más.

      Me gusta

      rolandoastarita

      12/04/2011 at 19:57

  4. «Por el contrario, parece haberse cumplido el pronóstico de Marx, cuando sostenía que si bien la entrada de los ferrocarriles ingleses en la India generaban devastación y sufrimiento, a largo plazo también darían lugar a la formación de un capitalismo indio. Es lo que ha sucedido en India, y en muchos otros países del tercer mundo.»

    Si me disculpan la broma, entonces «¡Marx era imperialista!», diría (dice) un filósofo peronista argentino.

    Me gusta

    Ezequiel

    12/04/2011 at 19:09

    • Pues bien, casi invariablemente los nacionalistas de izquierda acusan a Marx de esto. También muchos teóricos de la dependencia, consideran lo mismo que Petras, que Marx fue «excesivamente optimista», y cosas por el estilo. Lo acusan de eurocentrista. Entre otras cosas, sostienen además que las leyes de la acumulación del capital no se cumplían en la periferia. Ver por ejemplo Marini, uno de los autores de la dependencia que más utilizó las categorías de Marx (por este motivo le dediqué dos capítulos a Marini en Econ. pol. de la dependencia y el subdesarrollo.

      Me gusta

      rolandoastarita

      12/04/2011 at 20:00

  5. …Y la entrada de los mismos ferrocarriles a Argentina, o de la Standard Oil a Venezuela, porqué no han dado lugar a la formación de sendos capitalismos nacionales?

    Me gusta

    mario

    12/04/2011 at 19:44

    • En Argentina hay un capitalismo nacional, dependiente, pero con raíces en la explotación de la clase obrera argentina; y con intereses en la explotación de la clase obrera de otros países. Un ejemplo (presento datos en mi último libro) es el capitalismo agrario argentino. Es desarrollo capitalista «a lo Marx», esto es, siguiendo las leyes de la acumulación clásicas. Por supuesto, se trata de capitalismos dependientes; pero no estamos ante colonias o semicolonias. Y la clase capitalista argentina no es «semioprimida» (como pensaba Trotsky o autores de la dependencia de las burguesías de los países atrasados) por el imperialismo. Participa en pie de igualdad (con la alicuota que corresponde al tamaño de sus capitales) en la tasa de explotación de la clase obrera.

      Me gusta

      rolandoastarita

      12/04/2011 at 20:06

  6. El escrito es excelente, y me aclara varias cuestiones…Ahora, Rolando, supongo que más allá de coincidir en este aspecto con Hardt y Negri -muy importante sin dudas-, ¿discrepás con ellos en su planteo político general de lucha contra el capital, su reconfiguración de categorias (tomo en cuenta que mencionás una gran diferencia en el artículo) como el concepto de multitud, etc., etc.? Saludos.

    Me gusta

    Armando

    12/04/2011 at 19:47

    • Sí, discrepo con Hardt y Negri en muchas cuestiones. En Valor, mercado mundial y globalización dediqué varias págs. a criticar su concepción globalista. Rescato sin embargo el hecho de que hayan advertido que estamos ante un fenómeno nuevo.

      Me gusta

      rolandoastarita

      12/04/2011 at 20:02

  7. De acuerdo con el artículo se entiende que la «globalización» es un fenómeno nuevo producto de la extensión de la relación capital-trabajo. La globalización está inscripta en el ADN del capital: «la tendencia a crear un mercado mundial» (Marx no era un profeta pero si un excelente científico que nos dio la clave para entender la dinámica del sistema). ¿Pero por qué ahora y no antes? Es necesario estudiar las condiciones históricas y políticas que lo hicieron posible. El artículo polemiza correctamente (en mi opinión) con Petras, pero cuando se refiere a la incidencia de las instancias políticas se da un ejemplo de 1930/45, cuando tal vez hubiese sido más apropiado haber hecho referencia al ascenso del neoliberalismo para explicar la globalización actual.
    Otra cuestión, aunque resulta acertado expresar que el mecanismo de extracción de excedente es esencialmente bajo la coacción económica de la ley del valor, siguen funcionando los mecanismos de «acumulación originaria» en casos puntuales como en la expulsión de campesinos de sus tierras, la apropiación de tierras de «pueblos originarios». En otros lugares Rolo hizo mención a esto último, pero en este artículo no me parece tan claro.
    Bueno, el artículo me parece excelente. Como es sabido mucho se ha escrito sobre este tema, pero no siempre se encuentra tanta claridad y agudeza para comprender lo esencial de este fenómeno.

    Me gusta

    Omar

    12/04/2011 at 20:16

    • Sobre esto me olvidé de preguntar qué importancia le da Rolando a la crisis de los 70 para explicar al neoliberalismo y la globalización como reacción ante la caída de la ganancia. Hasta ahora lo que he leído en otros lugares, considera a esto como el factor de mayor importancia, quedando, como ya dijo usted, las nuevas capacidades tecnológicas como una condición meramente necesaria.

      Me gusta

      Ezequiel

      12/04/2011 at 21:42

  8. Compañero Rolo. Su enfoque alternativo sobre la globalización me parece útil en el sentido que contribuye a enfrentar algunos mitos instalados. Uno de ellos es el de la ‘explotación’ de los países periféricos (o sus burguesías) por los países metropolitanos o imperialistas. Este ‘quid pro quo’ confunde la expoliación que puede ejercer una burguesía sobre otra, con una relación que es inherente a clases antagónicas. Su consecuencia política es nefasta, puesto que, presupone una analogía y confluencia entre el ‘antimperialismo’ de la burguesía periférica (puja de reparto) con el antimperialismo revolucionario (como faceta de la lucha anticapitalista) que le corresponde al proletariado. Otro mito es el de la imposibilidad del desarrollo capitalista en la periferia. En efecto, numerosos países ‘subdesarrollados’ han mostrado un crecimiento formidable, al punto que se han plantado como contrapeso de la reciente crisis que afecta principalmente a Estados Unidos y Europa. No es de descartar que de entre ellos emerjan potencias contendientes equiparables a las cabeceras imperialistas históricas. El ejemplo más destacado es China, que ya se perfila en ese sentido, aunque no es el único. No comulgo demasiado con la teoría de la ‘convergencia’ por la cual los países desarrollados son el espejo del futuro de los subdesarrollados. Incluso la actual globalización, con toda su importancia, no ha reportado algo que se le parezca, más bien, pese a ella, la divergencia parece ser el rasgo predominante en la actual etapa. No estoy seguro de que lo contrario se imponga el futuro. El primer aspecto se reconoce en su trabajo. Creo que la globalización que vivimos desde hace unas décadas (correctamente entendida como extensión de las relaciones capitalistas de producción y cambio a expensas de de otros modos de producción) es la más poderosa en la historia del capitalismo entre las 6 o 7 oleadas que existieron. No estoy muy seguro de que represente un cambio cualitativo. Me parece prudente la toma de distancia de la teoría del ‘Imperio’ de Hardt y Negri. El imperialismo no es igual al de sus albores, pero no es superimperialismo (no puedo extenderme aquí sobre todo el asunto). Otro mito desactivado es el de las burguesías ‘crónicamente debiles’ exagerado hasta el absurdo por muchas corrientes de izquierda. Pero de ahí al ‘pié de igualdad’ hay una distancia grande. Creo que está mejor cuando habla de ‘relativa igualdad'(y no para la mayoría de los países -agrego-) puesto que la soberanía política formal, en tanto que tal, sigue condicionada por el núcleo de una dependencia económica real. Coincido en que la esquilmación de la periferia por métodos extraeconómicos ha retrocedido respecto de estándares pasados. Pero no veo que, en el estado actual del desarrollo desigual del capitalismo, la transferencia de plusvalor de la periferia al centro, condicionada por las diferencias de productividad, haya sido abolida. El mercado mundial no es aún homogéneo. Que yo sepa no existen precios de producción uniformes que den lugar a un intercambio equivalente. Usted ha hecho referencia a esta situación en determinadas ramas, pero no creo que pueda hacerse extensivo a países o áreas económicas. Por consiguiente creo que es lícito pensar que la tributación económica prestada por la periferia sigue siendo fuente de la dependencia y está en la base de la polarización que hoy se visualiza y sigue condicionado en distinto grado, la independencia política de muchos países. Ello no significa suscribir las tesis más extremas del subdesarrollo.
    P.D: Estoy interesado en leer su libro. No se donde conseguirlo. He leído varios trabajos teóricos sobre el problema del intercambio, también su polémica con el GPM español. Quisiera que usted me explique si la perecuación de la tasa de ganancia a nivel mundial es un fenómeno comparable e identificable con la que se opera a nivel nacional. Tengo un punto ciego sobre este problema.
    Gracias por la atención.

    Me gusta

    AP

    20/04/2011 at 01:28

    • Discuto estos problemas extensamente en «Valor…» y en mi último libro «Economía política de la dependencia y el subdesarrollo». El primero es difícil de conseguir por ahora, porque se agotó. El segundo lo está distribuyendo Prometeo, y según me han dicho, sí se puede conseguir. En «Valor…» insisto en que se ahondan las diferencias en el desarrollo entre los países más adelantados con respecto a los atrasados; pero esto no ocurre por transferencias de valor desde los atrasados a los adelantados (por lo menos, no se puede decir que es la causa principal). No puedo explicar aquí el tema, que es bastante largo. Solo planteo que en el caso de competencia intraindustria (caso distinto del estudiado por Emmanuel) la explicación de Mandel sobre el intercambio desigual es equivocada (Carchedi y Shaikh compartieron esa idea de Mandel). En «Economía política…» resumo brevemente el argumento, y también propongo una explicación, desde el punto de vista marxista, del fenómeno del deterioro de los términos de intercambio. Siempre el eje de mi explicación pasa por diferencias de productividad, y de generación de valor.

      Me gusta

      rolandoastarita

      20/04/2011 at 09:25

  9. Compañero Rolo. Le agradezco las referencias. Voy a ver si puedo conseguir sus libros. Los leeré e intentaré un estudio de los argumentos sobre el problema del intercambio desigual. Después le cuento las conclusiones.

    Me gusta

    AP

    20/04/2011 at 19:59

  10. Compañero Rolo. Me permito utilizar este espacio para hacer una aclaración. En el día de ayer, leyendo el blog de Atilio Borón encontré una interesante polémica de Maju con un anónimo y otros y me desayuné con que es un santo varón, vasco y con anteojos. Solicito disculpas formales al compañero por la confusión en su tratamiento. Como nadie me corrigió luego del primer post, y este medio es impersonal, seguí pensando que era una compañera la que intervenía. De paso, opino que es un excelente polemista con muchas agallas y conocimientos.
    Gracias.

    Me gusta

    AP

    23/04/2011 at 10:18

  11. buenas, llego tarde al debate pero tengo unas preguntillas:
    1) en definitiva, que es lo que diferencia la etapa globalizadora de las anteriores?(imperialismo por ejemplo)o sea, en concreto que seria lo que la hace distinta?
    2) por otro lado, el articulo y otros de sus escritos ya sean los libros o del blog plantean que por un lado nuestros paises son paises dominados pero a la vez han desarrollado burguesias independientes pero dominadas a la vez. lo que no logro entender es como funcionaria esta dialectica dominado-independiente a la vez.

    muchas gracias por su tiempo, que tengan un buen domingo

    Me gusta

    ilichito

    22/05/2011 at 04:50

    • En «Economía política de la dependencia y el subdesarrollo» discuto estos temas. Brevemente: a) entre 1880 y la Primera Guerra hubo un fuerte impulso globalizador, pero estuvo marcado por formas de extracción del excedente político-militares en el tercer mundo. El colonialismo fue su expresión más típica. Correspondió también a un período de fuerte caída de la participación del tercer mundo en las producciones manufactureras (Bairoch aporta mucha documentación al respecto). No es el caso actual. b) En contra de lo que afirman las corrientes de la dependencia y la izquierda nacionalista, sostengo que las burguesías de los países dependientes (como Argentina, Chile, Corea, etc.) no son dominadas políticamente, ni explotadas económicamente. Como cualquier burguesía, negocia y participa en la explotación del trabajo, y compite con otros capitales. En este marco existen diferencias de poder económico, que se evidencian en diferencias de fuerza política, diplomática, etc. Pero esto es lo que sucede con cualquier fracción burguesa, en cualquier país. Ejemplo: la burguesía italiana es, en general, más débil que la estadounidense, pero esto no significa que esté «dominada» por EEUU.

      Me gusta

      rolandoastarita

      22/05/2011 at 10:27

  12. Caro Profesor,

    Un gusto reencontrarle en su espacio. La última vez que nos vimos creo que fue en Málaga (soy el medio brasileño-venezuelano que ayudaba a organizar el congreso).

    Me gustaría preguntarle sobre intercambio desigual lo que sigue:

    – No le parece un falso debate el que el si existiera intercambio desigual automáticamente se anularía la ley de valor? No sería apenas una camada más de complejidad en torno a la determinación última por el valor? Como lo es la «camada» del tipo de cambio, o flujos monetarios tan volátiles e inestables?

    – Lo que le pasó a China no fue exactamente contrarrestar el Sistema Monetario Internacional con una política monetaria-cambiaria bastante distinta (cambio casi-fijo no sobrevaluado).

    Respecto a la «explotación de la burguesía dependente», me parece un poco un «falso» debate también. La (sobre)explotación podría recaer sobre el trabajador de la economía dependiente, cabiendo iguales o distintas partes a burguesías dependentes/centrales.

    Por fin, supongamos que a la misma productividad física en distintos países no le corresponden mismos sueldos a moneda común mundial… En su opinión esto es apenas irrelevante o temporal?

    Creo que la línea de defender que el proprio capitalismo «puro teórico» lleva al subdesarrollo es interesantes. Por que lo que sería un complemento (además de ello hay otros mecanismos de economía política que incrementan y mantienen aún más subdesarrollo) se trata como si fuese alternativo?

    Me gusta

    Rodrigo Borges

    02/06/2011 at 06:07

    • También es una alegría para mí volver a encontrarte, aunque sea por este medio. Con respecto a las preguntas, llevaría bastante responderlas y para algunas no creo que tenga una respuesta que siquiera me convenza a mí. De todas maneras, con respecto a la discusión del intercambio desigual, seguramente voy a publicar una nota en el blog sintetizando mi posición (que desarrollé en «Valor, mercado mundial y globalización» y en el último sobre dependencia). En mi opinión, el problema es que luego cuando se trata el intercambio desigual al caso de competencia intra-industria (el más general) los marxistas cometen el error de pensar que las empresas de los países atrasados, que emplean más mano de obra (por menor tecnología) generan más valor que las empresas de los países adelantados. El error parte de Mandel, y luego lo continúan Shaikh y Carchedi (aunque me han objetado que Shaikh no comete ese error; pero razona de la misma manera que Mandel en este punto). El problema con esto es que no hay manera de encajar semejante explicación en teoría del valor alguno. En mi opinión, en estos casos en los que Mandel, Shaikh y Carchedi ven «intercambio desigual», yo no encuentro motivo alguno para hablar de transferencias de valor; y esto surge de aplicar la teoría del valor trabajo de Marx.

      Me gusta

      rolandoastarita

      02/06/2011 at 12:29

    • Gracias por el comentario! Aguardaré la síntesis!

      Me gusta

      Rodrigo Borges

      02/06/2011 at 17:27

  13. (lo de la productividad física me refiero a un sector o cadena productiva)

    Me gusta

    Rodrigo Borges

    02/06/2011 at 06:09

  14. profesor: ¿es posible una reedicion de su libro «valor, mercado…..»? la verdad es que tengo muchas ganas de entrarle pero por lo visto esta kaput, ademas desde entre rios es bastante dificil conseguir cualquier tipo de libro sin que te fusilen la cabeza con el precio en el mejor de los casos… ¿hay alguna version digitalizada tal vez? saludos.

    Me gusta

    ilichito

    06/09/2011 at 15:50

    • Lo estuve postergando por diversas ocupaciones, pero voy a ir a hablar con el editor, porque ya son varios que me escribieron por esto. Gracias por tu interés.

      Me gusta

      rolandoastarita

      06/09/2011 at 17:43

  15. Buenas, Rolando.

    ¿Te animarías a redactar algún artículo sobre el TTIP?

    Me gusta

    Alí

    27/12/2015 at 08:29

  16. para ilichito, en este link se puede acceder al libro de rolando: http://talleresdelecturadeelcapital.blogspot.com.ar/
    saludos.

    Me gusta

    motoblues

    27/12/2015 at 14:36


Replica a AP Cancelar la respuesta