Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Imperialismo, petróleo y revolución en Libia

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La intervención militar de EEUU, Gran Bretaña, Francia y otros países contra Khadafy, ha merecido dos explicaciones principales desde la izquierda. En esta breve nota explico por qué las encuentro insatisfactorias. Empiezo con la primera, que se ubica en la interpretación “conflicto por apoderarse del petróleo libio”.

¿El objetivo es apoderarse del petróleo de Libia?

La primera de estas explicaciones, y la más extendida, dice que el objetivo de la intervención es apoderarse del petróleo libio; esto es, se trataría de una típica intervención colonialista. La tesis está en línea con la idea de que los rebeldes son dirigidos, o manipulados, por el imperialismo; que como tales constituyen la punta de lanza de una ofensiva neocolonial, y que Khadafy encarna la lucha por la soberanía y la independencia nacional de Libia. Desde este punto de vista, lo que está en juego es si el petróleo seguirá estando en manos de los libios, o pasará a ser propiedad de los nuevos colonialistas.

El problema que encuentro con esta explicación es que desde el punto de vista de los intereses más generales del capital de los países que están interviniendo, la cosa no parece tener sentido. Anotemos en primer lugar que para que haya apropiación del petróleo por las potencias, es necesario garantizar la ocupación militar, territorial, de Libia. Es la única manera de impedir que un eventual gobierno surgido de la rebelión contra Khadafy pueda continuar estando en posesión del petróleo. Esto implicaría que hay que desplegar en territorio libio decenas de miles de soldados de ocupación. Pues bien, se calcula que el mantenimiento de un soldado en terreno en países de Asia o África cuesta, en promedio, más de 500.000 dólares anuales. Antes de la invasión a Irak podía pensarse que EEUU no tenia idea de lo que podía costar una operación de este tipo, pero en 2011 sí hay conciencia. En las dos intervenciones de Irak y Afganistán, EEUU lleva gastados más de 1,1 billones de dólares. Ahora bien, EEUU no importa petróleo de Irak; sus principales proveedores son Canadá, México, Arabia Saudita, Nigeria y Venezuela, por orden de importancia (Irak no figura siquiera entre los 15 más importantes). Una primera pregunta: ¿para qué EEUU estaría dispuesto a gastar una suma colosal de dinero para apropiarse de un petróleo que, en última instancia, le resultaría más barato comprar en el mercado, y que además ni siquiera está importando en estos momentos? Algo similar puede preguntarse con respecto al resto de los participantes en la intervención. ¿Justifica económicamente (además de los costos políticos) embarcarse en una operación colonial, para robar el petróleo, que hasta ahora los europeos venían comprando a Libia? A lo que hay que sumar otra pregunta: ¿cómo hacen 10 países para repartirse ese petróleo, en caso de que puedan apropiárselo imponiendo un gobierno colonial? Y a esto habría que agregar la cuestión de por qué Alemania, Rusia o China han decidido “dejar hacer”, si se trata de una operación montada por sus competidores para saquear el petróleo libio. Pero además, ¿para qué comprometerse con los sublevados, si con Khadafy el capital occidental estaba haciendo buenos negocios?

Mi respuesta a estos interrogantes es que la tesis “se quieren apoderar del petróleo” no tiene sentido. Soy consciente de que al decir esto voy contra el sentido común del 90%, o más, de la izquierda, pero en estas cuestiones me interesa muy poco ser popular. Desde hace años planteo que actualmente el dominio colonial, esto es, la extracción del excedente mediante el saqueo y el pillaje, no es viable, por lo menos cuando se trata de países dependientes constituidos, con su propia clase capitalista. Ya cuando fue la guerra de Irak planteé, en oposición a casi toda la izquierda, que el centro de la cuestión no pasaba por una operación de tipo colonial, y que el objetivo no era apoderarse del petróleo. Los medios más lúcidos de la alta burguesía -por ejemplo The Economist– advertían antes de la guerra que era más barato seguir comprando el petróleo a Irak, que intentar arrebatarlo con una ocupación militar. Hoy esto ya no se cuestiona en las clases dirigentes de los grandes países industrializados. EEUU, Gran Bretaña y otras potencias saben que tienen que negociar con clases capitalistas locales -muchas de ellas con inversiones transfrontersas- y que la empresa colonial, esto es, el saqueo de riqueza por medios militares (lo que Marx llamaba exacción del excedente con medios extraeconómicos) no es factible, política ni militarmente. Por eso no se puede entender el contenido de la intervención militar en Libia con el esquema de las tesis “clásicas” de Lenin sobre el imperialismo. Es por este motivo también que la demanda de “liberación nacional” hoy ha perdido sentido para la mayoría de los países dependientes (discuto esta cuestión en Economía política de la dependencia y el subdesarrollo). La relación de explotación dominante y fundamental es la relación capital trabajo, y en torno a ella deberían ordenarse los análisis.

Intervienen para ahogar la revolución”

Sectores de la izquierda que tomaron partido por los rebeldes, considerando que se trataba de una lucha contra una dictadura -que conectaba con los levantamientos en Egipto y Túnez- sostienen que la intervención se realiza para ahogar la revolución en curso. Tampoco logro encontrar coherencia y sentido a esta interpretación. Por empezar, porque si se trata de ahogar a la revolución, nada más sencillo, barato y práctico que dejar hacer a Khadafy. Después de todo, cuando comenzaron los ataques aéreos sobre las fuerzas de Khadafy, las mismas ya estaban entrando en Benghazi, y al parecer con bastante éxito. ¿Para qué hacerlas retroceder? Por otra parte, bajo esta explicación la actitud del gobierno de Benghazi, de los que resisten a Khadafy armas en mano, y de la población de las ciudades sublevadas, es incomprensible. Es que debería admitirse que han pedido la intervención de las potencias para… que ahoguen la rebelión que están protagonizando. Sería una actitud suicida -solo explicable por alguna nueva tesis de “son marionetas del imperialismo, quien les lavó la cabeza- en la que además persistirían, saludando a quienes vienen a ahogar el movimiento. Por supuesto, es enteramente correcto y necesario denunciar la hipocresía de las potencias, que están apoyando a Arabia Saudita y al régimen de Barhein, que está masacrando a los que piden libertades, mientras dicen defender las libertades democráticas. Pero de aquí no se desprende que también en Libia hayan intervenido para ahogar el movimiento anti-Khadafy. Las situaciones no son siempre iguales.

El problema político planteado

De todas maneras la tesis “intervienen para ahogar la revolución” tiene una lógica política: es la única forma de decir que se está con los rebeldes, y al mismo tiempo pedir el inmediato cese de la intervención de las potencias (lo que está en la tradición de la izquierda mundial). Es que si se acepta que la intervención imperialista frena (en algún grado) el ataque de Khadafy contra Benghazi y otras ciudades rebeldes, y que esto puede dar aire a los sublevados para que tomen la contraofensiva, es imposible sostener que a los rebeldes no les asiste el derecho de pedir esa intervención. Por este motivo hay que sostener, aunque sea contra toda evidencia, que Khadafy y las potencias tienen el mismo objetivo, aplastar la rebelión. Por supuesto, desde el punto de vista concreto e inmediato, pedir que las potencias imperialistas frenen el bombardeo contra las posiciones de Khadafy equivale -dada su superioridad en armamento- a dar vía libre para que retome el control de todas las zonas sublevadas. Esto no se puede tapar con consignas del tipo “que los gobiernos árabes den armas a los sublevados”, y cosas por el estilo. Para alguien que está enfrentando en Benghazi a las fuerzas de Khadafy, ese tipo de “políticas concretas” son fuegos de artificio, pirotecnia verbal. Alternativamente, se puede sostener que es mejor que mueran aplastados por las tropas de Khadafy, antes de recibir ayuda militar imperialista. Una postura que parece sencilla de adoptar cuando se está a una prudente distancia de las tropas de Khadafy. Como puede verse, se trata de un problema político importante para todos aquellos que, desde la izquierda, tomamos partido por los rebeldes.

El objetivo de la intervención

Para poder avanzar, tengo que cuestionar otras ideas establecidas dentro de la izquierda. La primera de ellas es la que afirma que la única manera que tiene el capital para establecer un dominio estable y seguro para sus intereses en los países atrasados y dependientes, es mediante dictaduras militares. Esta es una vieja idea de la corriente de la dependencia -en los países atrasados solo son posibles dictaduras capitalistas, o el triunfo de la revolución socialista- que se ha demostrado falsa en muchos países y continentes. En América Latina y Asia se han establecido regímenes democrático-burgueses (con libertades recortadas, pero distintos de las dictaduras) que han garantizado condiciones “normales” para la explotación del trabajo. Hoy en Brasil o Chile, para citar dos ejemplos cercanos, los capitales transnacionales hacen buenos negocios, al amparo de regímenes democráticos que canalizan conflictos, o logran manejarlos, sin peligros para la estabilidad del sistema. Pues bien, el capital, los gobiernos de las potencias y las fuerzas capitalistas o pequeño burguesas del norte de África, son conscientes de que algo similar puede ocurrir en Libia, Egipto o Túnez.

Esto se combina con lo que hemos explicado en el primer subpunto. Actualmente las potencias saben que tienen que negociar con gobiernos de países dependientes que tienen raíces propias, y que su influencia en los negocios y la marcha de las cosas está mediada por estos gobiernos. Durante décadas muchos regímenes dictatoriales sirvieron para mantener la estabilidad, y hacer negocios (así como para contener las luchas de los palestinos). Pero en la medida en que estos gobiernos pierden legitimidad, en la medida en que son cuestionados por decenas o centenares de miles que se sublevan, las potencias no tienen problemas en soltarles las manos y encaminarse hacia regímenes más democráticos. Nunca hay que perder de vista que incluso la más amplia democracia capitalista sigue siendo una dictadura del capital. Ya antes de que comenzara la rebelión en el mundo árabe, analistas del establishment estadounidense reconocían que “los Mubarak y los Al Sauds” ya no influyen en el árabe medio, y que “el sentido de cuán débiles estamos (los EEUU) es un factor de cuán débiles están nuestros socios”, Mubarak y la familia gobernante en Arabia Saudita (la reflexión corresponde a Scott Carpenter, ex alto funcionario de Bush, actualmente en el Washington Institute for Near East Policy, y es recogida en The Economist, 1/01/11). En otras palabras, las potencias necesitan gobiernos con cierta capacidad de maniobra y legitimidad, y mantener las opciones abiertas. Por eso pueden tener interés en frenar una masacre, perpetrada por un régimen que se ha enajenado las simpatías de la mayoría de la población. En todo esto hay cálculos, realizados con todo cinismo, como corresponde a los que defienden al capital. En estos cálculos, pueden existir también errores de tiempos y posturas, que siempre tratarán de corregirse a posteriori.

Esto explica entonces por qué se han dado situaciones en las cuales las intervenciones de las potencias no han sido para colonizar, sino para canalizar tensiones o preparar el terreno para la emergencia de democracias burguesas con las que pudieran mantener buenos términos. No es cierto que siempre que las potencias meten sus narices en otros países es para implantar dictaduras militares. Alguna vez Lenin dijo que incluso la revolución de febrero de 1917 -que derribó al zar, una institución reaccionaria centenaria- había sido un “semigolpe de Estado”, en alusión a la participación de Francia y Gran Bretaña. En otra nota expliqué que la lucha de Castro en Cuba, contra la dictadura de Batista, tuvo la simpatía de EEUU. Existen otros ejemplos. Lo importante es entender que el capital y sus gobiernos tienen esta capacidad de adaptación. Es por este motivo que los rebeldes de Benghazi pueden recibir ayuda en su lucha contra Khadafy, sin por ello convertirse en agentes neocoloniales de las potencias. Es algo que está en la naturaleza del movimiento que han encabezado, un movimiento burgués -no hay ningún síntoma en su programa que apunte más allá de la propiedad del capital- que abre la posibilidad de algunas libertades democráticas. Según Gilbert Achcar, la fuerza política más destacada en la revuelta libia es la Juventud de la Revolución del 17 de Febrero, que defiende una plataforma democrática y reivindica el Estado de derecho, libertades políticas y elecciones libres. Por ahora, todo será aproximadamente del mismo tenor -en caso de que se impongan los rebeldes- de lo que podría estar sucediendo en Egipto.

Es en base a todo lo anterior que la solicitud de que se decretara la zona de exclusión aérea, no puede ser interpretada como una medida para entregar el petróleo, ni para que la intervención ahogara la sublevación. Dado que el movimiento rebelde por ahora es un movimiento democrático burgués -aunque participen masas trabajadoras, y eventualmente éstas avancen reivindicaciones propias- se da la circunstancia de que puede coincidir con el interés del capital internacional en que se instale alguna forma de régimen democrático, que dé mayores garantías al dominio del capital de lo que hoy ofrece un desprestigiado y desgastado Khadafy.


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Imperialismo, petróleo y revolución en Libia

Written by rolandoastarita

21/03/2011 a 17:27

61 respuestas

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  1. Sí, Rolo, Lenin dijo eso… como trofeo menor, pero también regañó a sus compañeros en «las tesis de abril» por haber entregado el poder a la burguesía…

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    josé

    21/03/2011 at 18:57

    • No entiendo bien qué querés polemizar. De todas maneras una precisión: la crítica de Lenin no fue «por haber entregado el poder a la burguesía», sino por el apoyo crítico al gobierno de coalición. Jamás a Lenin se le ocurrió que en febrero de 1917 el partido bolchevique hubiera estado en condiciones de tomar el poder.

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      rolandoastarita

      21/03/2011 at 19:16

    • Rolando, perdona que te diga una cosa pero, «EEUU no importa petróleo de Irak» esta es sólo una verdad a medias. EEUU sí saca petróleo de Irak, pero, lo más importante para EEUU es conseguir asegurarse las reservas energéticas. Existe un «Informe Cheney» según el que se diseñaron diversas estrategias para apoderarse de los recursos de Oriente Medio, África Occidental, Mar Caspio y América Latina (te ruego que lo mires) y la estrategia político-militar que implementaron para ello. Hoy en día EEUU está trabajando la zona de África Occidental con diversas potencias (Francia, GB, España…) y las oligarquías de aquellos países en el golfo de Guinea, por la pureza del crudo.
      Otra cosa, que dices, que no comparto, y es, el hecho de que cada soldado le cueste X a los EEUU… Eso también es cierto a medias. Es cierto que EEUU gasta muchísimo dinero público en mantenimiento militar ocupando un país, pero las corporaciones norteamericanas están haciendo un gran negocio allí, en forma de contratas. Es cierto que gasta dinero público, pero lo gasta en beneficio de sus empresas privadas; se podría decir que es una 2ª plusvalía de la que se adueña el capitalista yanqui, a través del Erario Público vía impositiva. Es decir, EEUU concibe la guerra como una inversión para sus empresas y corporaciones; eso le permite adueñarse del control de los recursos energéticos, «Estrategia Cheney», y por otra parte, consigue mejorar los resultados de sus empresas al tener que reconstruir lo previamente destruido por sus FFAA. El dinero con el que se paga la reconstrucción sale del pueblo de Irak. Esta es una verdad que tú omites, intencionadamente o no.
      Tus análisis dejan muchos flecos sueltos que no explicas y que dejan entrever una cierta tendenciosidad…

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      josé

      21/03/2011 at 21:11

    • Una cosa es asegurar el acceso a los mercados petroleros -un objetivo en el que coincide todo el capital en general, por eso se emprenden acciones en conjunto- y otra es establecer una relación colonial. Es un dato de la realidad (por encima de lo que digan informes que por otra parte no dicen lo que algunos quieren leer) que hoy EEUU, u otras potencias europeas, no mantienen una relación de explotación colonial con los países dependientes. La relación de explotació es de clase, no entre países (por lo menos en lo que respecta a los países dependientes, que son la inmensa mayoría del tercer mundo). La idea de que hoy dominan las relaciones coloniales, o semicoloniales, no se verifica. Comprendo que le cae como anillo al dedo a los nacionalistas de izquierda, para seguir presentando a «sus» burguesías como progresistas; seguir fomentando la conciliación de clases (en aras de la «unidad nacional antiimperialista»); y seguir apoyando dictaduras brutales, también con el cuento del «antiimperialismo».

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      rolandoastarita

      21/03/2011 at 22:41

  2. rolando
    entiendo bien tu explicacion pero no crees que es posible que con un gobierno democratico la empresa de petroleo y gas libia pasa a manos de la burguesia de otro pais
    No es lo mismo las ganancias de Petrobras en manos de la burguesia de Brasil que en manos de la burguesia de Inlgaterra y Holanda

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    Nicolas

    21/03/2011 at 21:21

    • No puedo predecir el futuro, no puedo adivinar si un nuevo gobierno en Libia en el futuro venderá o no la empresa de petróleo. El gobierno argentino de Menem vendió la empresa estatal de petróleo a Repsol, cualquier gobierno de un país dependiente podrá hacerlo o no. Lo que sostengo es que se trata de operaciones comerciales propias de países capitalistas. No es una relación colonial.

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      rolandoastarita

      21/03/2011 at 22:31

  3. Una explicación más acertada de lo que ocurre en Libia es la que da Thierry Meysand en Voltairenet.org
    http://www.voltairenet.org/article168984.html

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    josé

    21/03/2011 at 22:29

    • Leí esta nota. Además de repetir el argumento de los que apoyan a la dictadura de Khadafy (los sublevados en esencia son títeres de Washington), afirma cosas que ya son incomprensibles. Por ejemplo, sostiene: «Washington ha transformado esta insurrección en una guerra civil: los mercenarios africanos de la empresa israelí CST Global llegaron en auxilio de Khadafi». Esto es, los mercenarios de Khadafy que están atacando a los sublevados los mandó Washington. En verdad José, si a ti te convencen estos argumentos, no entiendo qué te puede atraer de seguir leyendo mi blog.

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      rolandoastarita

      21/03/2011 at 22:49

  4. Yo no te he hablado de explotación colonial o semicolonial. Ese es un término que yo no utilizo ni advierto a utilizar, y sin embargo, tú me atribuyes erroneamente. Todavía no me has dado explicación el porqué omites esa forma de enriquecerse de las empresas yanquis; y no sólo las contratistas comprometidas en una reconstrucción que el pueblo iraquí ha de pagar, sino también, las armamentísticas.
    Entonces, según tú, EEUU se embarcó en la guerra de Irak por amor al arte. Primero me dices que EEUU no se embarcó en la guerra de Irak por el petróleo, que, incluso, no es el país de donde saca más recurso; y luego, ante mi llamada de atención me reconoces que todo país imperialista tiende a asegurarse sus fuentes energéticas, ergo, EEUU fue a Irak a por el petróleo (y a la par, añado yo, para que sus empresas hicieran negocio en la reconstrucción).
    Yo entiendo que las cosas tienen demasiadas aristas y que pesan diversas corrientes y circunstancias internas y externas que conforman el escenario actual libio: desde intereses económicos, hasta políticos, geoestratégicos, etc… Lo que no entiendo es como tú, contrariando la dialéctica, adviertes sólo dos fuerzas en conflicto (olvidando el cúmulo de intereses en conflicto) y te refieres a los que no estamos de acuerdo contigo y tu visión unidireccional como marxistas nacionales, porque, supuestamente, según tu exclusiva opinión, estaríamos defendiendo a Gadafi (ya me dirás dónde).
    Contradicciones en la política yanqui o israelí o soviética (si me pones) ha habido muchas. El hecho de que haya habido dudas iniciales no le resta argumentos, como tampoco se puede negar que EEUU financiara y armara a los taliban contra los que ahora combate (claro, entonces eran muyaidines)

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    josé

    21/03/2011 at 23:15

    • Cuando discuto las tesis de los marxistas nacionales, no estoy criticando tu posición. Estoy criticando la posición de los que defienden a Khadafy con argumentos «liberación nacional». Segundo: con relación a Irak, critiqué la interpretación de que se trataba de una operación neocolonial, o colonialista. También la idea de que se hacía en beneficio exclusivo del capital anglo-sajón, o peor aún, de la fracción del capital ligada a los Bush. Tercero: el capital globalizado puede intentar asegurar sus fuentes de aprovisionamiento por vías neocoloniales (tesis que defienden muchos) o ayudando a estabilizar gobiernos burgueses, con raíces propias en los países (lo que implica que existe desarrollo capitalista en esos países, y que esas burguesías no son «marionetas»). Brasil (y Petrobras) pueden garantizar buenos negocios a los capitales europeos, yanquis o de cualquier otro país, sin que exista una relación colonial o neocolonial. Como explico en otra respuesta de estos comentarios, el enfoque que estoy defendiendo pone en cuestionamiento las viejas tesis de Lenin sobre el monopolio y el imperialismo. El fondo de mis diferencias con la interpretación usual de la izquierda de estos conflictos arranca de aquí. Como también se señala en estos comentarios, lo que sucede hoy en Afganistán (China es la principal inversora extranjera, por encima de EEUU) no se puede entender con los esquemas «operación colonialista». Lo planteo en una nota de este blog.

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      rolandoastarita

      22/03/2011 at 09:06

  5. No sé si la situación de Libia e Iraq son comparables. Entiendo mejor el caso de Iraq creo: la agresión contra Iraq estuvo motivada por tres razones:

    1. Su potencial de líder panarabista armado hasta las cejas. El panarabismo es, diría yo, el enemigo no. 1 del colonialismo neo-Europeo en la región, sobre todo de Israel.

    2. Los planes de USA para dominar el Golfo tras la Guerra Fría pasaban por una guerra y el paripé de la guerra de Kuwait sirvió a ese pretexto, fundándose las actuales bases de Bahrein y demás en aquel momento. Más tarde el auto-ataque del 11-S serviría para establecer bases en Asia Central, parte del mismo proyecto imperial.

    3. El clan Bush es ante todo un clan «empresarial» (oligárquico). Esto va más allá de la geopolítica de USA y es geopolítica de clanes oligárquicos capitalistas, mafias si quieres, en la que los estados, incluidos USA mismo, sirven al menos en parte a intereses privados concertados (como lo hacen con el Capitalismo en general). Los intereses de los Bush eran el petróleo primeramente (no tanto obtenerlo como que subiera de precio), también tienen intereses en la metadona, etc. No es tanto el interés privado de los Bush como a la facción de capitalistas que lideraban, el lobby petrolero, que incluye a la mayoría de las multinacionales más grandes, con ingresos mayores que el PIB de Suecia en muchos casos. Estamos hablando de grandes potencias sin territorio… y sin ciudadanos (sólo accionistas).

    [Para que os hagais una idea BP, Exxon, Shell y Saudi Aramco (2ª, 3ª, 4ª y 5ª multinacionales por ingresos según Wikipedia) tendrían conjuntamente ingresos brutos comparables al PIB de España, Australia o México].

    Como se compara Libia con Iraq?

    Con Sarkozy (super-sionista) liderando el ataque y Gadafi teniendo un discurso residualmente panarabista, yo me hubiese inclinado por decir que coinciden en el pto. 1 pero si Meyssan confirma que mercenarios israelíes están apoyando a Gadafi, entonces me parece que no. Hay evidentemente fisuras dentro del bloque imperial OTÁNico sobre que hacer con Gadafi (o les interesa extender el conflicto).

    En particular sería interesante entender porque Sarko está tan decidido a deponer (o al menos castigar severamente) a Gadafi.

    El punto 2 no se aplica porque obviamente esto no es una conspiración planeada durante meses, quizá años, como la trampa de la invasión de Kuwait o el 11-S, es algo que ha sucedido y a lo que los actores imperiales han respondido dinámica e incluso contradictoriamente.

    En el pto. 3 igual sí que hay sustancia, sobre todo porque Libia es un proveedor crucial de petróleo a Europa y el pastel se lo repartían primariamente BP (GB), Total (Fr) y muy especialmente ENI (It) (también Repsol y Shell… pero bueno).

    Curiosamente Italia ha posado en la foto y ha permitido el uso de sus bases integradas en la OTAN pero no ha tomado acción (al menos el mapa que vi hace horas no incluía ataques italianos: la mayoría eran franceses, y luego había daneses, británicos y algún otro). Es posible que al final del día sea un asunto entre Total y ENI, o quizá incluso simplemente exceso de carácter de Sarko… que todos sabemos que es un manducón y bravucón, muy estilo Putin pero más borde incluso.

    La verdad es que a mí me sorprende que hayan intervenido contra Gadafi, que lo hayan hecho de la manera que lo han hecho (muy agresivamente) y que el liderazgo no esté en USA sino en París (con marcado apoyo británico). Es una cosa rara, con sabor y De Gaulle y la ententé cordiale, con reminiscencias de la intervención Franco-Británico-Israelí en el Canal de Suez en 1956.

    Ahora que también tiene reminiscencias de las intevenciones casi imperativas en Bosnia y Kosovo. Sólo que allí no había petróleo, al menos no mucho.

    Por lo demás, estoy de acuerdo ‘grosso modo’ con el análisis de que el Imperio desea estabilidad, sea con dictaduras, dictablandas o democracias burguesas normales. Y además creo que se dan cuenta de que el Imperio no está en condiciones de mantener dictadores donde el pueblo no lo tolera. Para ellos es mejor ceder un poco que perder todo.

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    Maju

    22/03/2011 at 01:26

    • Sería conveniente comentarios un poco más resumidos. Tengo un análisis sobre las razones de la invasión a Irak en «Valor, mercado mundial y globalización». En mi opinión, lo que podemos llamar hoy imperialismo constituye un aparato político y militar, conformado por los Estados más poderosos (y Estados que colaboran) que busca garantizar las condiciones del libre mercado, movimiento de capitales y ganancias, etc., a nivel global, para el capital mundial. Desde ese punto de vista soy bastante escéptico sobre la tesis de que la operación en Irak fue realizada en interés del clan Bush (según interpreto, no es la causa fundamental en tu visión, pero convengamos que muchos pensaron que lo fue).
      Otro asunto (aunque no está del todo relacionado con tu comentario): a raíz de debates que tuve sobre Irak es que me vi más impulsado a revisar críticamente las tesis leninistas sobre imperialismo. Recuerdo que al iniciarse la agresión a Irak, discutí en una mesa redonda con un dirigente de un partido trotskista que auguraba que la invasión era el primer paso de un ataque en toda la regla de EEUU y Gran Bretaña contra Francia, Alemania y Japón; que en poco tiempo se desintegraba la OTAN y se fracturaba la ONU; y que se avecinaba la tercera guerra mundial. Cuando le dije que no veía nada de eso en el horizonte, me respondió que una nueva guerra interimperialista era inevitable, tal como había establecido Lenin en «El imperialismo…». Algunos años antes, en otra mesa redonda, otros dirigente de un partido de izquierda me acusó de «embellecer a la burguesía» porque sostuve que no estaba en la agenda una nueva guerra interimperialista. De nuevo el argumento había sido «Lenin dijo». Un punto clave de mi argumentación es tratar de explicar por qué desde hace siete décadas no ha habido conflictos armados entre las potencias. Hay que encontrar razones. Y hay que dejar de repetir como loros «Lenin dijo…».

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      rolandoastarita

      22/03/2011 at 08:58

    • Perdón por la longitud. Sé que tiendo a extenderme (hay muchos aspectos que tratar, sintetizar es difícil).

      Además me he perdido toda el debate porque se me olvidó suscribirme por correo. :(

      «En mi opinión, lo que podemos llamar hoy imperialismo constituye un aparato político y militar, conformado por los Estados más poderosos (y Estados que colaboran) que busca garantizar las condiciones del libre mercado, movimiento de capitales y ganancias, etc.»

      Para mí la diferencia fundamental entre hoy día y cuando Lenin escribió su obra, es que hoy hay un sólo imperio (NATO-plus o Imperio USA) y si queremos buscar potencias que pueden confrontar al estilo de Lenin, tenemos que mirar al BRIC. Sin duda la dialéctica China-USA está aproximándose a la circunstancia que en cierta manera causó la GM-I: que Alemania superó el PIB de Gran Bretaña. En términos reales (PPP) China superará el PIB de USA hacia final de la década – pero no sé si todo es tan comparable. Los otros BRIC son jugadores menores, al menos hasta donde alcanza la vista.

      Respecto a las potencias europeas, ya veremos porque la EU está por romperse cualquier día por razones monetarias y de explotación colonial interna (tiene «derecho» el centro de Europa a explotar a la periferia?) y sin la EU no hay Imperio (el único imperio de hoy día, el de USA) en Europa. Pero, mientras la EU sobreviva, Alemania y las demás potencias europeas serán vasallas de USA (ya que no son capaces de ser independientes en común).

      Yo más que mirar a un autor de hace cien años en este tema, tengo como referencia «Imperio» de Negri. No es quizá el mejor análisis pero al menos es un análisis de la situación actual (o de hace una década o así). Quizá haya otros autores pero esto es lo que yo he leído. La diferencia: sólo hay un imperio en consolidación activa y residuos centrífugos, no hay verdaderos «contra-imperios» más que en forma muy limitada.

      Además está el tema de la amenaza de holocausto nuclear, que impide guerras abiertas de escala inter-imperialista. Por ello China, la principal potencia imperial alternativa, usa sobre todo el subterfugio, el soborno, la acomodación… China no puede ir por ahí bombardeando «colonias» como hace el Imperio, pero puede comprar a los gobernantes que el Imperio pone en Kyrgyzstan o incluso en Iraq… o en España (quién compra deuda española?! haciéndole guiños a Alemania en el proceso?!).

      Alguien definía esto como un juego cruzado de ajedrez (el Imperio Occidental) contra el weiqi o go (China). En el weiqi se mata poco, es muy posicional, al contrario que el ajedrez.

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      Maju

      25/03/2011 at 19:11

  6. No había leído este artículo suyo, Rolando, el caso de Afganistán es muy ilustrativo de la prioridad que tienen las relaciones capitalistas por sobre las políticas/imperialistas: https://rolandoastarita.wordpress.com/2010/08/04/imperialismo-irak-y-afganistan/

    Creo que en él se responden algunas de sus dudas, José.
    Saludos.

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    Ezequiel

    22/03/2011 at 06:51

  7. He seguido sus análisis cobre los acontecimientos de Magreb y Oriente Medio. Si entiendo bien su razonamiento, se están produciendo ‘Revoluciones burguesas’ cuya fuerza motriz radica en la emergencia de nuevos sectores capitalistas que empalman con el descontento de las masas populares para con la dictadura y convergen en la conquista de la democracia capitalista. Dado que la democracia burguesa es una forma de la dictadura del capital, este régimen no sería incompatible con las prioridades imperialistas en la región y hasta funcional a la conservación de la paz social necesaria para la prosecución de los negocios privados, justificando, por ejemplo, la intervención en contra de Gadaffi y en defensa de la ‘Revolución burguesa’. A menos que estemos equivocados, una revolución burguesa (democrática) es la que se produce con objeto de liquidar las trabas políticas remanentes de un estado absolutista feudal.No se nos ocurre como una lucha contra una dictadura capitalista sea asimilable a una revolución de este carácter y si así fuere, nos interesaría saber cual es el rol que el proletariado debería jugar en ella. Debe luchar por su independencia política? ¿Debe promover y mantener el armamento generalizado e independiente de las masas en oposición al viejo régimen y la gran burguesía? Debe luchar por un gobierno revolucionario en oposición a los ‘Gobiernos de salvación nacional’? En síntesis. Debe ser la ‘revolución permanente’ su grito de guerra, o el mal menor de la democracia capitalista.
    Con toda sinceridad y espíritu de camaradería me interesaría su respuesta.

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    A.P

    22/03/2011 at 22:19

    • Ha habido en la historia revoluciones que solo afectaron a la superestructura política, y fueron burguesas (porque fueron dirigidas por la burguesía, con un programa burgués). Un ejemplo es la revolución de febrero de 1848. Marx la considera una revolución, y no fue proletaria; tampoco afectó a la estructura social francesa. Pero además es un hecho que ha habido revoluciones que no liquidaron «remanentes de un estado absolutista feudal», y fueron revoluciones burguesas. Un ejemplo es la revolución sandinista contra Somoza. La dictadura de Somoza no era feudal; el Estado era capitalista; los sandinistas impusieron un gobierno burgués, y no afectaron en absoluto la estructura social.
      En lo que respecta al programa y estrategia de un partido marxista, pienso que el eje siempre es luchar por la independencia de clase. En este respecto considero que es decisiva una correcta caracterización de clase del proceso. En segundo término, plantear claramente que con la instalación de un gobierno burgués continúa la explotación. Subrayo este punto: tanto Marx y Engels (en la famosa Circular a la Liga) como Lenin (en las Tesis de Abril) insisten en que es esencial «enfriar los ánimos», para combatir las «borracheras democráticas» que siguen a estos procesos. En tercer lugar, hay que rechazar toda forma de «apoyo crítico» al nuevo gobierno; forma parte de la idea de separar a los trabajadores de la burguesia. Recuerdo que después del triunfo de la revolución boliviana de 1952 muchos grupos trotskistas alentaron el «apoyo crítico» de la COB al gobierno del MNR. Este fue el comienzo del desastre. La burguesía se recompuso, y terminó atacando en toda regla al movimiento obrero.
      En cuarto lugar, las consignas y formas de organización concretas dependerán de las condiciones que existan en cada coyuntura. La cuestión del armamento tiene que ver con esto, como también si es posible avanzar a la formación de consejos, y en un programa que se plantee la posibilidad de luchar por el poder. En este punto no creo que haya recetas prefijadas.

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      rolandoastarita

      22/03/2011 at 23:58

    • Impecable tu respuesta acerca del carácter burgués de las revoluciones. Yo quería, a partir de tomar un comentario anterior, señalar algo.

      Efectivamente, EUA «no se embarca en guerras por amor al arte». Pero me parece que se ha magnificado una parte de la cuestión (que tal vez en el análisis de Rolo queda un tanto minimizada -por lo que para algunos puede parecer una omisión), me refiero al rol que jugó la “camarilla Bush” (no sé si es una definición acertada pero creo que se entiende de quienes hablo).

      Creo que Rolando acierta completamente cuando pone de manifiesto el carácter de las intervenciones guerreras, lo que se busca es garantizar los “derechos universales del capital”, ya que, “en la forma específicamente capitalista de extraer el excedente, la explotación ocurre por medios económicos. La violencia asegura la permanencia de esta relación.”

      Pero sin embargo no me parece que sea cierto que estas intervenciones se hacen “a pérdida”, por el contrario, creo que se ha montado toda una estructura y una forma de conducción capitalista del asunto mediante la cual lo que sería solo gasto o pérdida reviste otro carácter. Me parece dudosa la expresión de que, “se trata de un costo en plusvalía colosal para el capital”; más bien me parece que se trata de un colosal capital puesto en movimiento, y hasta me atrevería a arriesgar que se han transformado fondos públicos en capital (de las industrias de la guerra y las asociadas a ella). Si estoy en lo cierto, la mirada que magnifica estos intereses de la camarilla van en el sentido de la visión tradicional (imperialismo colonialista o neo colonialista) cuando en verdad lo que hay es una combinación de intereses propios y generales, combinación en la cual lo principal es lo segundo -establecer relaciones de mercado «normales»- (pero para la visión tradicional lo principal son las políticas de los “demonios de la ultraderecha”).

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      Eduardo

      23/03/2011 at 08:59

  8. Compañero Rolando. En efecto hubo en la historia revoluciones que no cambiaron en el acto las relaciones de propiedad y producción. La propia revolución francesa de 1789 que se inserta como un hito en el proceso de revolución democrático burguesa, solo derribó el régimen señorial, pero preservó la propiedad terrateniente y hasta ralentizó momentáneamente el desarrollo del capitalismo. Más aún, no tuvo ninguna ‘burguesía industrial’ como dirigente o sujeto político. Marx habló poco de ‘revolución burguesa’, pero se deduce que este era el carácter de la revolución de 1848, a la que, sin embargo calificó de ‘preludio de la revolución proletaria’ de lo que después se autocriticó. Pero estas ‘revoluciones políticas’ no pueden ser extirpadas del proceso de revolución demoburguesa cuyos remotos orígenes se remontan a la Edad Media y culminan en la Primer Guerra Mundial con la liquidación del absolutismo. Hablamos de ‘Revolución’ por que el poder pasa completamente, a través de sucesivos episodios, de las manos de la aristocracia a las de la burguesía y la transición hacia hacia relaciones de producción capitalistas modernas se impone.No es un mero cambio de formas de dominio en un estado de clase. El ejemplo de la Revolución Nicaraguense que usted cita no es un corolario tardío de la revolución burguesa,como no lo es la reciente caída de la monarquía en Nepal en que la orientación maoista del ‘camarada’ Prachanda (El terrible) mantiene a obreros y campesinos en el cuadro burgués. En nicaragua hubo una revolución por que el poder pasó transitoriamente a manos de la burguesía radical, que si bien mantuvo a su frente un gobierno burgués, retenía el monopolio de las fuerzas armadas. En todo caso, una revolución ‘Pequeñoburguesa’. Los acontecimientos de Túnez, Egipto o Libia, no ponen a estos países rumbo al capitalismo, ya son capitalistas en plenitud. Tampoco se perfilan claramente fracciones desarrollistas y mucho menos ‘democráticas’ por principio. Lo que hubo fueron levantamientos populares espontáneos que promovieron el reacomodamiento de las distintas fracciones nacionales e internacionales. Estos levantamientos, sin ser una revolución, no son factor inerte en la ecuación.Pero tampoco han promovido, o están cerca de promover el pasaje del poder de una clase a otra o entre fracciones de la burguesía que incentive el desarrollo capitalista autóctono en los marcos de la dependencia.En Túnez y Egipto, la rebelión popular por la libertad el pan y el trabajo no redundó en traslado del poder. Solo salieron de escena personajes odiados y las instituciones del régimen están incólumes. Tan solo hay en curso una modificación de la Constitución a refrendar y un llamado a elecciones. A lo sumo habrá un ‘cambio de régimen’ destinado a desactivar la lucha de masas que, por más que aliente objetivos democráticos, puede agarrar para otra parte. Es un peligro potencial que la burguesía mundial toma en cuenta muy seriamente. En Libia ocurrió una insurrección espontánea que alteró el equilibrio de poder entre los clanes burgueses.El clan Gadaffa monopolizaba el poder central y el reparto discrecional de la renta petrolera. Ello motivó en 1993 una conjura fallida del poderoso clan Warfalla que le costó decenas de linchamientos y miles de detenciones.Ninguna de las fracciones aspiraba a la democracia liberal. Todas son partidarias de negociar la tajada con el imperialismo. Todas son enemigas de la emancipación de los trabajadores y el democratismo revolucionario. Si triunfa el campo rebelde, a los insurrectos se les requerirá el desarme y que vayan a votar para que todo siga igual. Aún si estuviéramos frente a una revolución burguesa, lo indicado sería una lucha por la democracia política, el armamento generalizado y permanente de las masas y la lucha por un gobierno revolucionario, las únicas consignas consecuentes de la democracia. Defendiendo libertades irrestrictas para los proletarios, la democracia capitalista no debería ser pintada como como el triunfo de una revolución, sino, como la estrangulación del democratismo de las masas en el altar de la contrarrevolución preventiva, en connivencia con el imperialismo. Coincido en que el eje es la lucha por la independencia política del proletariado, pero, ubicarse en el campo de las rebeliones contra las dictaduras no significa apoyar la instauración de la democracia capitalista, sino entenderla como un mal menor frente a la represión directa y generalizada ejercida por las dictaduras.

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    A.P

    23/03/2011 at 16:45

    • Su texto me resulta bastante confuso. De todas maneras, si no lo interpreto mal, ustedes parten de un definición, a saber, hay revolución cuando el poder pasa, luego de varios episodios sucesivos, de manos de la aristocracia a la burguesía, y con ello cambian las relaciones de producción, que se transforman (o aceleran su transformación) hacia relaciones capitalistas. Dada esta definición, es fácil demostrar que no hubo màs revoluciones en todo país en que no se verificaran estas condiciones previas. Pues bien, yo no he tomado esta noción de «revolución» en mis análisis, sino una más acorde con la que manejó Trotsky, o tal vez Lenin. En cualquier caso, también aclaré que en muchos casos se trata de semirevoluciones-semigolpes, como caracterizó Lenin a febrero de 1917. También podemos hablar de sublevaciones. Siguiendo a Trotsky, podríamos decir que una revolución ocurre cuando los poderes instituidos pierden el control de la situación ante un levantamiento de masas (aunque si este levantamiento carece de dirección revolucionaria, terminará entregando el poder a fuerzas burguesas o pequeño burguesas). Dicho esto, lo importante es precisar su caracterización de clase. La revolución sandinista la caracterizo como una revolución burguesa (tambien puedo estar de acuerdo en que se inicia como una revolución pequeño burguesa, pero fortalece un Estado burgués; hoy Nicaragua no se distingue de cualquiera de sus vecinos centroamericanos). La revolución portuguesa de 1974 (podría caracterizarla también como un semigolpe) también la caracterizo como una burguesa, aunque no transformó ninguna estructura feudal, ni acabó con «el Antiguo Régimen». El movimiento de abril de 1931, que instala la república en España, fue caracterizado por Trotsky como una revolución (también diría que fue un semigolpe, etc.), pero su carácter fue burgués. Es posterior a la Primera Guerra mundial, por eso no entiendo cómo encajaría en su clasificación. La revolución alemana de 1918 no afecta a las relaciones de producción (Alemania era capitalista, su Estado era capitalista, la revolución burguesa ya se había producido «desde arriba»). No entiendo tampoco cómo encaja esto en su clasificación.
      Por supuesto, ninguna de esas fracciones burguesas que toman el poder quiere la emancipación de los trabajadores, o aboga por el «democratismo radical». Lo cual no significa que todas estén por manener el mismo régimen político.
      Por otra parte, decir que siempre la receta debe ser plantear el armamento generalizado del proletariado y la lucha por un gobierno revolucionario, me parece esquemático. Las consignas tienen que ver con la correlación de fuerzas, el estado de conciencia de las masas, el grado de organización política, y muchos otros factores. Llamar al armamento y a la luchar por el poder es llamar a la insurrección. Creer que esta es la receta «urbi et orbi» para ser revolucionario, es un error, y grave. Por ejemplo, luego de la caída de la monarquía española, Trotsky se opuso a la táctica de boicotear las elecciones a las Cortes -y por supuesto a llamar a una nueva insurrección- diciendo que solo llevaría al PC al autoaislamiento. Estaba hablando, por otra parte, de un partido con algo más de influencia de la que tienen la mayoría de los grupos marxistas en cualquier lugar del mundo. Sin embargo, en junio de 1931 escribía que «los obreros comunistas constituyen hoy una pequeña minoría en el país. No pueden de una manera inmediata tomar el poder. No pueden actualmente proponerse como tarea práctica la caída violenta del gobierno republicano-socialista. Toda tentativa en este sentido sería una aventura catastrófica. (..) Es necesario no limitarse a frases, mirar los hechos con los ojos bien abiertos; preparar decididamente la segunda revolución, la revolución proletaria. La tarea de los comunistas en el período actual consiste en ganar la mayoría de los obreros, de los soldados, de los campesinos». Para esto recomendaba «explicar pacientemente», etc. Tengo muchas discrepancias teóricas con los enfoques de Trotsky, pero al lado de sus actuales discípulos, era un gigante. Alguna vez Engels estableció una «regla», que sigue siendo enteramente válida: no hay que jugar a las insurrecciones. Sería bueno tenerla presente.

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      rolandoastarita

      24/03/2011 at 09:36

  9. Ante las afirmaciones vertidas en el anterior post, creo necesario responder brevemente a algunas cuestiones que su autor plantea respecto de las posiciones políticas de la izquierda, y que como de costumbre, son definidas por él desde una posición de «publicista sin partido», bastante bien aceptada en algunos círculos académicos.
    Como afirma con bastante claridad el autor, se intenta responder a la izquierda tomada de conjunto con dos afirmaciones. La primera, que la «ayuda» de los países europeos y de EEUU no tiene el objetivo de «quedarse con el petróleo de Libia». La segunda afirmación sostiene que las masas libias “tienen derecho a aprovechar la ocasión» de que sus intereses supuestamente coinciden con los del imperialismo, que “le soltó la mano” a Kadafi.
    Como primera impresión, uno puede decir que ambas afirmaciones “críticas” se desarrollan en posiciones políticas que podemos caracterizar, cuando menos, como “extremadamente pragmáticas”.
    En primer lugar, respecto de la cuestión de la intervención por el petróleo, es claramente una generalización simplificadora (que según afirma muy convencido, comprende al 90% de la izquierda) que no sólo busca sostener su posición de “intelectual crítico”, sino que intenta demostrar la tesis de que la teoría leninista, y en particular, el concepto de imperialismo, no sirve para caracterizar los procesos abiertos en Medio Oriente. Al afirmar que la dominación colonial no existe ya como se la conocía en el siglo XIX no está enseñando nada nuevo como pretende, ya que para los marxistas, más allá de las profundas diferencias que existen entre los grupos, estos países son “semicolonias” y no colonias, es decir, se considera la intervención imperialista como algo mediado por los Estados nacionales y la dinámica de las clases de cada país. Pero ante esto, el autor sólo obliga al lector a tener que elegir entre la posición pretendidamente simplificadora de la izquierda, y su posición, entre liberal y pragmática, de “permitir a las masas libias ejercer su derecho a pedir la intervención armada del imperialismo”.
    Dice Astarita al respecto: “Dado que el movimiento rebelde por ahora es un movimiento democrático burgués -aunque participen masas trabajadoras, y eventualmente éstas avancen reivindicaciones propias- se da la circunstancia de que puede coincidir con el interés del capital internacional en que se instale alguna forma de régimen democrático, que dé mayores garantías al dominio del capital de lo que hoy ofrece un desprestigiado y desgastado Khadafy.”
    Entonces, para Astarita, ante esta supuesta coincidencia, verdadero prodigio de la “realpolitik”, y dado el carácter democrático burgués del movimiento (caracterización hecha desde la vieja concepción etapista del morenismo, del cual Astarita al parecer sigue siendo deudor), la izquierda debe ser “realista” y debe abandonar toda pretensión de lucha política internacionalista por la clarificación para la acción revolucionaria del sentido de los procesos abiertos en Medio Oriente. Como dice el pretendido crítico, “ la demanda de “liberación nacional” hoy ha perdido sentido para la mayoría de los países dependientes”. Pero justamente, la negación de este problema es lo que está a la base del tremendo error político que denotan las líneas del autor. Más allá de las justificaciones de tal afirmación, desarrolladas en otros posts y al parecer en su nuevo libro, que parten de una idea de desarrollo del capitalismo (de sus fuerzas productivas) sin considerar las características particulares que adquiere este proceso bajo el imperialismo (tesis que busca demostrar discutiendo no con Lenin, sino sólo con las posiciones erróneas de Nahuel Moreno que hablaba de un estancamiento del capitalismo desde 1914), impresiona la ceguera del autor ante la profundidad y potencia de los problemas nacionales (que se han demostrado sólo pospuestos y en definitiva irresolubles para el capitalismo). Tal posición significa al menos no haber tenido en cuenta las verdaderas causas del estallido de estos procesos a partir de la débil e inestable superestructura política de estos países (determinada por su carácter semicolonial y el subdesarrollo de su clase capitalista nativa), cuestión que por otra parte, determinó la velocidad con que los levantamientos se extendieron por toda la región.

    Luego de ese gran abandono teórico y político, se entiende la deriva en la que incurre respecto del argumento del “derecho de las masas a pedir la intervención”. Huelga decir sin embargo, que el debate no tiene como objetivo definir si existe el “derecho” de las masas a elegir la intervención, sino de las opciones estratégicas correctas para que el proceso culmine en el cuestionamiento profundo de las relaciones capitalistas, que incluyen por supuesto al principal sostén de las mismas en los países atrasados que es la opresión imperialista. El hecho de que las masas libias, por desesperación ante el avance de las tropas de Kadafi, vean como una vía beneficiosa para lograr sus fines a la intervención armada de los países imperialistas, no habla de una paradoja, sino de una limitación de este gran movimiento espontáneo de las masas árabes. Es decir, existe innegablemente un déficit de dirección política, de claridad estratégica, y de una organización política que se imponga la realización de las tareas históricas, y de la planificación de tal realización (por ejemplo, el fundamental problema de la insurrección y la constitución del nuevo poder). Sí, por supuesto, hablo del partido revolucionario. Ahora bien, afirmar, como hace el autor quizás a modo de proyección, que la izquierda está en contra de la intervención imperialista simplemente porque está a miles de kilómetros, es algo que ya roza el cinismo, y que en realidad sólo serviría para sostener la idea de que no existe oposición posible y consecuente al accionar del imperialismo.
    Por supuesto que soy consciente que hablar de leninismo, de la necesidad de un partido, de la organización independiente de la clase obrera, es algo poco “popular” entre los “críticos del marxismo” (de o al marxismo, nunca queda demasiado claro). Pero en esto al menos coincido con el autor; no se trata de simpatías sino de política. Justamente, es imprescindible reconocer que existen sectores burgueses y pequeñoburgueses (agrupados algunos de los más influyentes en algunos sectores tribales) para los cuales una intervención imperialista podría ser beneficiosa al «abrir» el juego derrocando al bonaparte Kadafi. No comprender que la lucha política por el poder de la clase obrera dentro del “movimiento” policlasista es una necesidad actual de las clases trabajadoras para lograr sus intereses históricos, justamente lleva al autor a esta “política de lo posible” que llega al colmo de ver con buenos ojos incluso una intervención armada imperialista. Es inevitable pensar aquí sobre qué opinión le merecerán al profesor Astarita intervenciones imperialistas vestidas de humanitarias como la que se realizó ante los hechos ocurridos en Kosovo allá a fines de los ´90.
    Y así volvemos finalmente a la primera pregunta que se le cruza a uno por la mente cuando se leen las líneas del profesor Astarita: ¿Cómo es posible pensar desde el marxismo otro contenido para la intervención armada del imperialismo que la intención de aplastar a las masas sublevadas e imponer el orden imperialista? Justamente, la claridad respecto de esta cuestión es una guía ante la falsa impresión que da la tendencia a absolutizar, a aceptar las falsas dicotomías que impone la burguesía, como por ejemplo sería la de “estar con el imperialismo o estar con Kadafi”. De más está decir que lejos están los marxistas de no comprender, o al menos lo hacen mejor que los liberales académicos, la complejidad de las relaciones entre los países imperialistas y las semicolonias, dinámica que demuestra que la contradicción entre capital y trabajo no está de ninguna manera escindida (como dice Astarita en determinado pasaje del post)sino completamente integrada a la cuestión real, compleja y hoy, inmediata, de las luchas de liberación nacional que las masas oprimidas se plantean como tarea ante su enemigo la clase capitalista.

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    Lisandro

    23/03/2011 at 23:54

    • Solicito que las intervencione sean más breves. Algunas cuestiones. Primero, sostengo que la liberación nacional no está planteada para la mayoría de los paises atrasados dependientes. Por dos razones: a) por lo planteado por Lenin, esto es porque la liberación nacional solo puede entenderse como libertad política formal; b) porque no existe explotación económica de países como Argentina (y dependientes similares) por parte de las potencias. La liberación nacional es una consigna que hoy solo lleva agua al molino de la conciliación de clases, y al patrioterismo, aunque se vista de marxismo «radical».
      Segundo, el debate sí tiene como centro el tema de si los sublevados tienen derecho a pedir ayuda militar, dada la situación en que se encuentran. Este ha dio el punto de ataque de quienes quieren aplastarlos: dicen que hay que aplastar a los que pidieron ayuda, porque esto demuestra que son agentes del colonialismo.
      Además, y por supuesto, «si» tuvieran más y mejores armamentos que Khadafy; «si» tuvieran una dirección revolucionaria; «si» estuvieran organizadas en consejos obreros y populares; «si» hubiera habido insurrecciones posteriores en la retaguardia de Khadafy; «si » este no hubiera reconquistado ciudades; «si» las tropas de Khadafy no estuvieran a punto de tomar (sábado a la mañana) Benghazi, no existirían las limitaciones que hay ahora, y los que están en el conflicto estarían pensando en otras políticas. Pero todas estas condiciones no existen. Por eso digo que es muy sencillo decir, a miles de kilómetros de distancia que los sublevados no deben pedir ayuda de la ONU. Aquí el cinismo no está precisamente de mi parte.
      Tercero, y ligado a lo anterior. Ya que se toma el caso de la guerra en la ex Yugoslavia, pongo un caso concreto, similar al que ocurre ahora. Estamos en Srebrenica, con las tropas serbias a punto de entrar, y la ciudad «defendida» por los cascos azules (holandeses). La izquierda (que no está en Srebrenica) «exige» la retirada de la ONU, por ser el epítome de la intervención imperialista. Los habitantes de Srebrenica ruegan para que se queden. Los soldados holandeses se retiran. Victoria antiimperialista de la izquierda mundial. Las tropas serbias entran a Srebrenica, con el resultado de por lo menos varios centenares de fusilados entre la poblacioń civil. Resultado de la política «concreta».
      Cuarto: mi crítico insiste en que el único objetivo de la intervención imperialista es aplastar a los sublevados. Pero como ya expliqué, esto no tiene sentido. Si es por aplastar a los sublevados, lo más sencillo era dejar avanzar a las tropas de Khadafy, que el sábado ya estaban por tomar Benghazi.
      Quinto: una cosa es la estrategia del «posibilismo», y otra es negar que en política es vital entender lo que es posible. En una huelga cualquier huelguista mide hasta donde es posible continuar la lucha. En 1918 Lenin midió hasta donde era posible continuar una guerra con Alemania. En 1922 recomienda a la delegación bolchevique a la conferencia de Ginebra una política «posible» para Irlanda, que consistía en una paz burguesa negociada. Creer que tomar en cuenta lo posible es sinónimo de «claudicación», es solo ultraizquierdismo vacío, mero palabrerío.

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      rolandoastarita

      24/03/2011 at 01:09

    • Lisandro: esto es responder brevemente?
      Aparte, lo que es peor, con etiquetas gratuitas (profesor, academico, publicista sin partido)al oponente, que se repiten como una gimnasia inútil y redundante como la misa de los domingos.
      Vos no pretendes un dialogo, sino que simplemente denuncias al «publicista sin partido» que ataca al marxismo.
      Mi duda es: si los que no están en tu partido (o en uno de similares características al tuyo) «no son mas que publicistas sin partido» y ya están descalificados, por eso mismo, desde el vamos … por que te gastas en esa sarta de epítetos y fórmulas remanyadas?
      No estar en un partido politico no es un pecado… porque, amigo mio, no me venga a decir que lo suyo es un partido político …
      No seria más útil usar tu tiempo en darle tu tiempo a la construcción de una dirección de una dirección revolucionaria a las masas libias? vaya hombre… no pierda el tiempo…

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      roberto

      24/03/2011 at 09:46

  10. Me parece estupendo el articulo.
    Tal como exprese en un anterior comentario creo que estamos ante un levamntamiento promovido por sectores de la burguesia «nacional» (por decirlo de alguna manera) que buscan liberarse de un Estado burocratico que fue util en su momento pero que en estos momentos es un estorbo para su desarrollo.
    Hoy parte de la burguesía compite con el Clan Gadafi y su esqueleto funcionarial-militar para hacerse con contratas, representaciones y negocios.
    Incluso el papel bonapartista de Gadafi como «arbitro» entre las dos grandes tribus esta cuestionado ya que las relaciones ya no son feudales, como antaño, sino economicas entre las dos grandes áreas de influencia del país.
    No descubro nada nuevo cuando afirmo que algunos sectores de la burguesia buscan eliminar las dictaduras cuando estas ya no son utiles para sus beneficios y el aparato del Estado se convierte en un competidor para sus negocios.

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    antonio ortiz

    24/03/2011 at 14:43

    • Si se me permite un poco de humor (político)…

      Rolando dijo: «En una huelga cualquier huelguista mide hasta donde es posible continuar la lucha.»

      Error.

      Más acertado hubiera sido decir: «En una huelga cualquier huelguista [que no sea trotskista] mide hasta donde es posible continuar la lucha.»

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      Eduardo

      24/03/2011 at 22:06

  11. Considero positivo que el autor del post haya clarificado aun más su posición política ante estos hechos importantísimos a nivel mundial. Sin embargo, creo que el primer punto con que se responde, respecto de la duda del autor y de algunos académicos sobre validez o no de la teoría del imperialismo de Lenin, merece una discusión más extensa que la aquí se puede hacer. Sin embargo diré que el problema de la relación entre las luchas de liberación nacional es el de la forma política que toman las contradicciones generadas por el hecho del desarrollo desigual entre países que interactúan en el mismo mercado mundial.
    Pero volviendo al centro de esta polémica, creo que es fundamental la afirmación del autor sobre que el centro de la discusión es poder determinar si existe o no un “derecho” para las masas libias de pedir la intervención militar imperialista. Creo que es importante aclarar que desde este blog es imposible -y sería un craso error de incomprensión de lo que significa la lucha teórica, y la importancia de la discusión de los marxistas internacionalistas- si pensáramos que todo se debe a una “cuestión de prerrogativas”. En realidad aquí no discutimos “en contra” de lo que sectores de las masas libias expresaron la otra noche en la Plaza de la Liberación, sino en contra de quienes, a pesar de la mejor perspectiva que les da la distancia no desean analizar con detenimiento el significado de tamaña acción militar de los ejércitos imperialistas, y terminan considerando que deben apoyar unilateralmente las posiciones políticas tal como existen sin pretender desarrollar mediante el debate y la lucha política una posición revolucionaria que rompa con el sentido común y su pragmatismo. Por supuesto que seria difícil, aunque no imposible y no menos necesario, discutir sobre la estrategia correcta hacia la revolución socialista (queremos discutir eso, supongo) ya cercados por comandos militares, sin una organización armada eficiente, y sin una estrategia política clara que pudiese descomponer la disciplina del ejército burgués. Para los habitantes de Srebrenica no había ya tiempo, quizás tampoco lo había para los de Belgrado ante el bombardeo de la OTAN, pero repito por si cabe alguna duda que esas calamidades no son lo que alteran en este instante el juicio del autor del post. Que la celeridad con que se dieron los acontecimientos en Libia quizás no dejara muchas opciones no significa que los marxistas a nivel internacional no deban discutir y sacar lecciones que sirvan al proceso de conjunto, que no sólo abarca a Libia, sino a todo Medio Oriente e incluso a los países imperialistas. El internacionalismo de la clase obrera no es un mero adorno, es una tarea de caracterización, de lucha política y de acción para que la sangre lamentablemente derramada no sea en vano.
    Esto vale también para el punto cuarto de la respuesta. Creo que sólo se puede tomar la acción del imperialismo sin su significado si sólo se considera abstractamente el desarrollo de los hechos como dentro de una matriz meramente nacional. Si atendemos al hecho de que la situación mundial de crisis no afecta por separado anteayer a Túnez, ayer a Egipto y hoy a Libia, sino que es un proceso que afecta a toda la región y de ahí al mundo, podremos entender que el accionar del imperialismo busca con todas sus fuerzas restablecer el orden perdido. Contra la objeción simplista del autor en este punto, creo que es necesario considerar el hecho de que el “dejar hacer” del imperialismo a Kadafi fue parte de una misma idea pragmática: debilitar lo más posible a “los rebeldes” usando las fuerzas del ejército burgués regular para luego intentar controlar la situación dosificando las acciones de Kadafi por la presión del poder naval y aéreo imperialista. No considerar los intereses que las potencias imperialistas tienen directa (en el caso de los europeos) e indirectamente sobre la región es no querer ver la realidad, especialmente clara en un país cuya economía está tan deformada que es reducida a su mínima expresión de mero exportador de hidrocarburos.
    Finalmente, sobre el punto quinto, es necesario decir que por supuesto que los retrocesos tácticos son una necesidad, una herramienta muy importante de la política. Ahora, estos retrocesos son sólo posibles, válidos para una política revolucionaria, si existe una solidez estratégica. Tomando los ejemplos del autor: en una huelga, se puede retroceder tácticamente, mientras no se considere que, por ejemplo, el Estado a través de sus ministerios es realmente “un árbitro” en la lucha inmediata entre el capital y el trabajo. Se puede dar un resultado al conflicto puntual, pero sería criminal, o propio de una burocracia sindical, no dejar bien en claro mediante la lucha política contra el ala “conciliadora” que tanto la patronal como el Estado conspirarán contra los trabajadores, porque no se trata de la lucha con determinado patrón, sino una lucha contra su clase social y su Estado. Luego, respecto del ejemplo de Irlanda, hay que decir que no sirve como tal a los fines del autor, porque justamente, la complejidad y actualidad de las luchas nacionales como parte de las luchas revolucionarias a nivel internacional fue abstraída, sacando entonces al hecho de su contexto. En todo caso, como el autor hace –sorprendentemente- una cita de autoridad con Lenin, voy a remitirme a lo que éste último decía sobre la lucha de Irlanda por su independencia. Un proceso que, como el de Medio Oriente, estallaba en condiciones adversas y podía tomar rumbos complejos e incluso ser derrotado: “Es sólo mala fortuna el hecho de que los irlandeses se hayan levantado prematuramente, antes de que la revuelta europea del proletariado haya tenido tiempo de madurar. El capitalismo no está tan armoniosamente construido que haga que las diversas fuentes de rebelión puedan confluir inmediatamente por sí solas, sin retrocesos y derrotas. Por otra parte, el mero hecho de que las revueltas estallen en diferentes momentos, en diferentes lugares, y que sean de diversos tipos, garantiza un alcance amplio y profundo para el movimiento general; pero es sólo en los movimientos revolucionarios prematuros, individuales, esporádicos y eventualmente fracasados, que las masas ganan experiencia, adquieren conocimiento, reúnen fuerza, y llegan a reconocer a sus líderes reales, los proletarios socialistas, y en este camino se prepararan para la arremetida general, tal como ciertas huelgas, protestas, locales y nacionales, motines en el ejército, levantamientos de campesinos, etc., prepararon el camino para la arremetida general de 1905.”(Resumen sobre la discusión de la autodeterminación, 1916). Como bien dice Lenin, lo fundamental ante las derrotas a veces inevitables es adquirir conocimiento, ganar fortaleza y finalmente, hacer que la clase trabajadora reconozca sus verdaderos líderes en los revolucionarios socialistas.
    En síntesis, no podemos teorizar, discutir o propagandizar -con la ventaja de la perspectiva que da la distancia- como un “hecho afortunado” la intervención imperialista sobre Libia (que dicho sea de paso, no se hizo por votación de los libios sino por designio de los gobernantes imperialistas). La lucha de las masas libias no será ahora “posible” porque las bombas imperialistas caigan nuevamente sobre territorio africano, sino que en realidad será más dura aún. La discusión no se centra sobre un “deber ser de las masas libias”, sino sobre desde cuál estrategia los marxistas caracterizamos la situación mundial para preparar a la clase obrera para la acción y en particular, para que el proceso abierto en Medio Oriente no sea derrotado de forma definitiva por las burguesías nacionales y el imperialismo.

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    lisandro

    24/03/2011 at 17:57

  12. Considero positivo que el autor del post haya clarificado aun más su posición política ante estos hechos importantísimos a nivel mundial. Sin embargo, creo que el primer punto con que se responde, respecto de la duda del autor y de algunos académicos sobre validez o no de la teoría del imperialismo de Lenin, merece una discusión más extensa que la aquí se puede hacer. Sin embargo diré que el problema de la relación entre las luchas de liberación nacional es el de la forma política que toman las contradicciones generadas por el hecho del desarrollo desigual entre países que interactúan en el mismo mercado mundial.
    Pero volviendo al centro de esta polémica, creo que es fundamental la afirmación del autor sobre que el centro de la discusión es poder determinar si existe o no un “derecho” para las masas libias de pedir la intervención militar imperialista. Creo que es importante aclarar que desde este blog es imposible -y sería un craso error de incomprensión de lo que significa la lucha teórica, y la importancia de la discusión de los marxistas internacionalistas- si pensáramos que todo se debe a una “cuestión de prerrogativas”. En realidad aquí no discutimos “en contra” de lo que sectores de las masas libias expresaron la otra noche en la Plaza de la Liberación, sino en contra de quienes, a pesar de la mejor perspectiva que les da la distancia no desean analizar con detenimiento el significado de tamaña acción militar de los ejércitos-de-los-países-desarrollados (bueno, ejércitos imperialistas), y terminan considerando que deben apoyar unilateralmente las posiciones políticas tal como existen sin pretender desarrollar mediante el debate y la lucha política una posición revolucionaria que rompa con el sentido común y su pragmatismo. Por supuesto que seria difícil, aunque no imposible y no menos necesario, discutir sobre la estrategia correcta hacia la revolución socialista (queremos discutir eso, supongo) ya cercados por comandos militares, sin una organización armada eficiente, y sin una estrategia política clara que pudiese descomponer la disciplina del ejército burgués. Para los habitantes de Srebrenica no había ya tiempo, quizás tampoco lo había para los de Belgrado ante el bombardeo de la OTAN, pero repito por si cabe alguna duda que esas calamidades no son lo que alteran en este instante el juicio del autor del post. Que la celeridad con que se dieron los acontecimientos en Libia quizás no dejara muchas opciones no significa que los marxistas a nivel internacional no deban discutir y sacar lecciones que sirvan al proceso de conjunto, que no sólo abarca a Libia, sino a todo Medio Oriente e incluso a los países imperialistas. El internacionalismo de la clase obrera no es un mero adorno, es una tarea de caracterización, de lucha política y de acción para que la sangre lamentablemente derramada no sea en vano.
    Esto vale también para el punto cuarto de la respuesta. Creo que sólo se puede tomar la acción del imperialismo sin su significado si sólo se considera abstractamente el desarrollo de los hechos como dentro de una matriz meramente nacional. Si atendemos al hecho de que la situación mundial de crisis no afecta por separado anteayer a Túnez, ayer a Egipto y hoy a Libia, sino que es un proceso que afecta a toda la región y de ahí al mundo, podremos entender que el accionar del imperialismo busca con todas sus fuerzas restablecer el orden perdido. Contra la objeción simplista del autor en este punto, creo que es necesario considerar el hecho de que el “dejar hacer” del imperialismo a Kadafi fue parte de una misma idea pragmática: debilitar lo más posible a “los rebeldes” usando las fuerzas del ejército burgués regular para luego intentar controlar la situación dosificando las acciones de Kadafi por la presión del poder naval y aéreo imperialista. No considerar los intereses que las potencias imperialistas tienen directa (en el caso de los europeos) e indirectamente sobre la región es no querer ver la realidad, especialmente clara en un país cuya economía está tan deformada que es reducida a su mínima expresión de mero exportador de hidrocarburos.
    Finalmente, sobre el punto quinto, es necesario decir que por supuesto que los retrocesos tácticos son una necesidad, una herramienta muy importante de la política. Ahora, estos retrocesos son sólo posibles, válidos para una política revolucionaria, si existe una solidez estratégica. Tomando los ejemplos del autor: en una huelga, se puede retroceder tácticamente, mientras no se considere que, por ejemplo, el Estado a través de sus ministerios es realmente “un árbitro” en la lucha inmediata entre el capital y el trabajo. Se puede dar un resultado al conflicto puntual, pero sería criminal, o propio de una burocracia sindical, no dejar bien en claro mediante la lucha política contra el ala “conciliadora” que tanto la patronal como el Estado conspirarán contra los trabajadores, porque no se trata de la lucha con determinado patrón, sino una lucha contra su clase social y su Estado. Luego, respecto del ejemplo de Irlanda, hay que decir que no sirve como tal a los fines del autor, porque justamente, la complejidad y actualidad de las luchas nacionales como parte de las luchas revolucionarias a nivel internacional fue abstraída, sacando entonces al hecho de su contexto. En todo caso, como el autor hace –sorprendentemente- una cita de autoridad con Lenin, voy a remitirme a lo que éste último decía sobre la lucha de Irlanda por su independencia. Un proceso que, como el de Medio Oriente, estallaba en condiciones adversas y podía tomar rumbos complejos e incluso ser derrotado: “Es sólo mala fortuna el hecho de que los irlandeses se hayan levantado prematuramente, antes de que la revuelta europea del proletariado haya tenido tiempo de madurar. El capitalismo no está tan armoniosamente construido que haga que las diversas fuentes de rebelión puedan confluir inmediatamente por sí solas, sin retrocesos y derrotas. Por otra parte, el mero hecho de que las revueltas estallen en diferentes momentos, en diferentes lugares, y que sean de diversos tipos, garantiza un alcance amplio y profundo para el movimiento general; pero es sólo en los movimientos revolucionarios prematuros, individuales, esporádicos y eventualmente fracasados, que las masas ganan experiencia, adquieren conocimiento, reúnen fuerza, y llegan a reconocer a sus líderes reales, los proletarios socialistas, y en este camino se prepararan para la arremetida general, tal como ciertas huelgas, protestas, locales y nacionales, motines en el ejército, levantamientos de campesinos, etc., prepararon el camino para la arremetida general de 1905.”(Resumen sobre la discusión de la autodeterminación, 1916). Como bien dice Lenin, lo fundamental ante las derrotas a veces inevitables es adquirir conocimiento, ganar fortaleza y finalmente, hacer que la clase trabajadora reconozca sus verdaderos líderes en los revolucionarios socialistas.
    En síntesis, no podemos teorizar, discutir o propagandizar -con la ventaja de la perspectiva que da la distancia- como un “hecho afortunado” la intervención imperialista sobre Libia (que dicho sea de paso, no se hizo por votación de los libios sino por designio de los gobernantes imperialistas). La lucha de las masas libias no será ahora “posible” porque las bombas imperialistas caigan nuevamente sobre territorio africano, sino que en realidad será más dura aún. La discusión no se centra sobre un “deber ser de las masas libias”, sino sobre desde cuál estrategia los marxistas caracterizamos la situación mundial para preparar a la clase obrera para la acción y en particular, para que el proceso abierto en Medio Oriente no sea derrotado de forma definitiva por las burguesías nacionales y el imperialismo.

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    lisandro

    24/03/2011 at 22:24

    • Vuelvo a solicitar un poco de síntesis. Es una cuestión de respeto. Se trata de comentarios, no de artículos. El que quiera escribir artículos puede dirigirse a los blogs de los partidos políticos con los que simpatiza, o en los que milita, o enviar artículos a sitios especialmente destinados a ser foros de discusión. Al margen de esto, por supuesto que es necesario realizar análisis generales, de los movimientos en el norte de Africa, de sus causas, de las estrategias socialistas, etc. Pero lo general no anula lo particular, y lo singular. El caso que se ha dado es este: las tropas de Khadafy están por entrar en una ciudad tomada por los sublevados, tienen amplia superioridad militar, y la perspectiva es que perpetúen una masacre. Los sublevados piden ayuda militar a la ONU, y las potencias empezan a bombardear a las tropas de Khadafy. Un sector de la izquierda exige que ese bombardeo cese inmediatamente. Los sublevados piden que siga, porque en ello les va la vida. Además de todos los análisis estratégicos, ¿nos unimos al sector de la izquierda que pide que cesen los bombardos? ¿O decimos que los sublevados tienen el derecho a pedir que no cesen? Ese es el problema que he planteado. No veo que mi crítico lo responda, a pesar de escribir, escribir y escribir.

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      rolandoastarita

      24/03/2011 at 23:53

    • Atendiendo a su pedido sólo le dirè que su pregunta ya está respondida. Pero si quiere, se la hago mas corta: en realidad su pregunta esta mal planteada, no es una cuestiòn de elegir «el mal menor». Creo que ya estamos dando vueltas en círculos. Saludos

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      Lisandro

      25/03/2011 at 02:09

    • Entiendo: cuando los sublevados piden que no cesen los bombardeos a las tropas de Khadafy, les respondemos que su pedido está mal formulado, y que razonan en círculo, porque no tienen que elegir el mal menor (que la OTAN bombardee a las tropas de Khadafy). Admiro su sentido de lo concreto.

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      rolandoastarita

      25/03/2011 at 09:53

  13. Compañero Rolo. Lamento si el anterior texto le pareció confuso. En todo caso, ello es de mi entera responsabilidad. Estos post escritos de un tirón, son como un borrador sin corregir y solo los grandes pensadores tienen la virtud de plantear sus ideas en el acto mediante oraciones epigramáticas y cristalinas. Pese a ello, creo que su respuesta rescata los ejes principales, aunque, en mi opinión desfigura algunas cuestiones, lo que es normal en todo tipo de polémica y debe ser corregido en aproximaciones sucesivas. Usted cuestiona mi criterio de revolución democrático burguesa como un apriorismo (quizás no erróneo, pero, por lo menos restrictivo) en el cual pretendo hacer encajar el mundo de las revoluciones. Por empezar,es estimulante que no tenga un punto de vista cerrado sobre la Revolución Nicaraguense, aunque sea un reconocimiento a medias, es síntoma de actitud sana en la discusión. Pero lo que me parece francamente inadmisible es que utilice la revolución alemana de 1918 como argumento en mi contra. La Revolución alemana de 1918 encaja y encaja precisamente por que fue una revolución proletaria grande como una montaña, decapitada la traición de su dirección y un golpe de derecha que terminó proclamando la república sobre el cadáver humeante de los consejos obreros. Nada de revolución democrático burguesa. Todo de contrarrevolución ‘democrática’.
    Hay un problema que subyace a nuestra discusión y es el de la revolución ‘política’ es decir aquella que usualmente se interpreta como sinónimo de cambio violento de gobierno o régimen institucional. Usted invocó a Lenin en defensa de su definición que rehabilita tales ‘revoluciones políticas’ en nuestra época. Pero fue precisamente Lenin quien afirmó, nada menos que en las ‘Tesis de abril’ que: ‘El síntoma primero, principal y básico de una revolución es el traspaso del poder de las manos de una clase a la de otra, tanto en el sentido estrictamente científico del término, como, en el político práctico’. ‘Febrero’ era una revolución burguesa, por que el poder pasó de las manos de la aristocracia zarista a las de la burguesía. ‘Octubre’ lo fue por que el poder pasó de la burguesía a la clase obrera. Igualmente, se puede estar en contra de la definición de Lenin. No comparto el criterio de autoridad. Pero yo creo que es verdadera. Trotski invocó el criterio de Marx sobre las ‘revoluciones políticas’ (y sociales-agrego-) aplicadas a acontecimientos del siglo XIX, para justificar su planteo de ‘revolución política proletaria’ en la URSS, pero eso presuponía una lucha de fracciones en una misma clase que poco después de la entronización estalinista, es difícil de demostrar. Por el contrario, lo que yo sostengo es que frente a procesos relativamente actuales, como los que tenemos bajo la lupa, lo que presenciamos son ‘cambios de régimen’ que se producen mediante la estrangulación de sublevaciones populares, mediante el engaño organizado, que no descartan la represión de tendencias que se perfilen como radicales, ni la estabilidad de los nuevos gobiernos o regímenes. Es decir más bien ‘semigolpes’ que revoluciones burguesas. El caso de Egipto es sintomático. En términos prácticos, se consumó (por el momento) un ‘golpe suave’ en el que un movimiento espontáneo, puede empalmar con un recambio proimperialista en un remedo de las ‘revoluciones de colores’. Por supuesto, el estado de ánimo de las masas se hizo más consciente de su fuerza y es un hecho que la movilización de masas que logró una grado más alto de libertad política viene potenciando la lucha reivindicativa del proletariado en una relación que explicó muy bien R. Luxemburg.
    No puedo extenderme más sobre estos aspectos en este post. Solo le menciono que cuando hablo de armamento permanente de las masas y gobierno revolucionario y por supuesto, partido independiente de la clase obrera, no me refiero a consignas directas, sino, a una orientación estratégica, en contra de un planteo etapista, más aún si estuviéramos en medio de una ‘revolución democrático burguesa’.De todos modos, le agradezco el consejo de no ‘jugar a la insurrección’. Para su tranquilidad, le confieso que no tengo por el momento pensado llamar a insurrección alguna, sobre todo después de volver del acto de 24 de marzo. Por último, aunque no quiero referirme por el momento a los contenidos, quiero resaltar que me parece demasiado agresiva la crítica del compañero Lisandro y también que se lo quiera mandar al ‘Frente Libio’ como castigo.

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    AP

    25/03/2011 at 02:42

    • Por su respuesta me doy cuenta de que tenemos diferencias importantes. El tema parte de cómo se precisa el carácter de clase de revoluciones (o sublevaciones, semirevoluciones, etc.). Traté el tema en la nota sobre el levantamiento de Egipto. Discrepo con la idea de que una revolución se caracteriza como «proletaria» por el hecho de que ella tengan una participación importante, o aun decisiva, los trabajadores (incluidos consejos de trabajadores y soldados). La revolución de febrero de 1917 fue una revolución burguesa, aunque hayan sido los trabajadores la fuerza central que derribó al zar. ¿Por qué burguesa? Por el programa y la dirección que se impuso. El gobierno que salió de esa revolución fue burgués, y tenía el consentimiento de la mayoría de la clase trabajadora rusa. Por este motivo Lenin, o Trotsky, caracterizaron a la revolución de febrero como burguesa. En este respecto, un dirigente trotskista argentino, Nahuel Moreno, dio un giro fundamental cuando pasó a considerarla una revolución «proletaria inconsciente». A partir de esto metió un lío terrible de categorías en sus seguidores.
      Pues bien, yo estoy a favor de aplicar el criterio de Lenin, o Trotsky, a la revolución de noviembre de 1918 en Alemania. Los trabajadores y marineros jugaron un rol vital en la caída de Guillermo II, pero el gobierno de Friederich Erbert, que toma el poder, es un gobierno de la burguesía, que mantiene intacto el aparato del Estado y toda la vieja burocracia, etc. Es por este motivo que existe una analogía (de clase) entre la revolución de noviembre alemana y la de febrero rusa. De la misma manera que Trotsky consideró que la revolución de abril de 1931 en España (tengo mis dudas de si deberíamos considerarla «revolución») no era proletaria, sino burguesa. Nahuel Moreno, en cambio, caracterizaba febrero 1917, noviembre aleman 1918, abril español 1931, revolución nicaragüense 1979, etc. como revoluciones «proletarias»; por eso también sus discípulos piensan que en el mundo árabe ahora hay revoluciones «proletarias» por todos lados. Yo pienso lo opuesto.

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      rolandoastarita

      25/03/2011 at 10:51

    • Agregado: olvidé señalarle otra cuestión importante. Usted utiliza el criterio (siguiendo un pasaje de Lenin) de que el poder pase de manos de una clase a la otra, para definir si estamos en presencia de una revolución. Pues bien, los marxistas siempre consideraron que en noviembre de 1918 se había producido una revolución. Pero… ¿la consideraron una revolución acaso porque el poder pasó de manos de una clase a manos de otra clase social? El régimen de Guillermo II era un régimen burgués; el Estado era capitalista. Si decimos que en 1918 el poder pasó de manos de una clase a la otra, deberíamos concluir que el gobierno surgido de la revolución era proletario. Por supuesto, ningún marxista coincidiría con esto (al menos, Lenin, R. Luxeumburgo y los spartaquistas, Trotsky, consideraron al gobierno de Ebert como burgués). Sin embargo, insisto, caracterizaron que había ocurrido una revolución. Por otra parte, el hecho de que la clase obrera ceda el poder a la socialdemocracia de derecha (esto es, a la burguesía), no le da a la revolución un carácter proletario. Friedrich Erbert fue reconocido por el «soviet» de Berlin. Y sii los consejos obreros ceden el poder a la burguesía, el carácter de la revolución no es proletario. También en febrero de 1917 los obreros cedieron el poder a la burguesía. Este hecho no indujo a Lenin a cambiar la caracterización de clase de la revolución.
      Volviendo a la revolución de Alemania de 1918, el problema central era que los dirigentes de derecha y de «centro» de la socialdemocracia tenían influencia. Ejemplo: en Hamburgo, pocos días después de haber proclamado la disolución del Estado, el Consejo de obreros y soldados de la ciudad restableció la administración burguesa y el Senado. Rosa Luxemburgo escribía en ese momento que los trabajadores estaban dejando escapar el poder de sus manos. Los socialdemócratas defendían la propiedad del capital hablando de «socialización» y diciendo de palabra que respondían a los soviets. Algo muy similar a lo que hacían los mencheviques y SR en febrero y marzo de 1917 en Rusia. Por supuesto, Lenin no se dejaba confundir, y jamás pensó que estuviera en presencia del triunfo de una revolución proletaria, sino de una revolución burguesa.
      Aclaro además que sostener que en febrero de 1917 (o en noviembre de 1918 en Alemania) triunfó una «contrarrevolución», es un disparate mayúsculo. Es que ya no habría manera de entender proceso alguno. Por caso, si las tropas del Zar hubieran aplastado a la sublevación, diríamos que triunfó la contrarrevolución; pero si consideramos que la derrota del Zar también es sinónimo de triunfo de la contrarrevolución, estamos en un lío conceptual (y político).

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      rolandoastarita

      25/03/2011 at 12:58

  14. Parece ser que nuestras diferencias siguen centradas en torno al problema de la caracterización de las revoluciones. Dado que la revolución proletaria implica el ejercicio del poder por los trabajadores, naturalmente, en tanto estos no tomen el poder, todo cambio de gobierno instaurado en el derrocamiento violento del poder de turno es una ‘revolución’ imputable a otras clases, aún cuando este se sirva de las masas populares como carne de cañón de sus propósitos. Cuando afirmo que la Revolución alemana del 18-19 fue una revolución proletaria decapitada por su dirección y aplastada por un golpe de derecha, obviamente, no postulo que una revolución obrera haya triunfado, ni que el gobierno surgido de la misma no haya sido burgués. Si tomamos la proclamación de Weimar como coronación de la ‘revolución desde arriba’ de la transformación burguesa de Alemania, estamos autorizados a hablar del triunfo de una revolución, precisamente por que la influencia directa de la aristocracia guerrera Junker fue desplazada del poder, aunque, luego se pactara inmediatamente la colaboración en el aplastamiento de los obreros y soldados revolucionarios, con lo cual se comprueba que la ‘revolución’ puso el poder total en manos de la burguesía. Con ello, reconozco que es exagerado el planteo de que ‘nada hubo de revolución burguesa’. Pero esta ‘revolución burguesa’ cuya dirección socialdemócrata no ambicionaba, le fue impuesta por el temor a la revolución proletaria que se desarrollaba, cuyo epicentro era la revolución proletaria de Octubre en Rusia y que inspiró el levantamiento de grandes fracciones del proletariado alemán que derivaron en insurrecciones armadas y formación de soviets, cuya presencia aterrorizó a la burguesía y a sus sirvientes socialtraidores. Fue la existencia de este ‘doble poder’, al igual que en Rusia, el que señalizó la presencia amenazante de la dictadura revolucionaria de los obreros, es decir, de la revolución proletaria en la ‘Revolución democrática’ y que en Rusia contaba con un partido revolucionario desarrollado y en Alemania no, lo que volcó en su contra la transición. La instauración de la democracia parlamentaria, no fue el producto pacífico de la entrega voluntaria del poder a la burguesía, por parte de los socialtraidores, con el apoyo de las mayorías, sino de un proceso que requirió el aplastamiento de la vanguardia de la revolución y por consiguiente de una verdadera contrarevolución sobre la fracción avanzada del proletariado, que , no solo precedió la República, sino, dio lugar a un período de 5 años de insurrecciones y seminsurrecciónes proletarias, hasta su aplastamiento. Naturalmente, no estamos hablando de una contrarevolución monárquica, que retrotrajera las cosas al punto de partida. Cuando se conocieron las noticias del levantamiento alemán, la dirección bolchevique lo tomó como el principio de una revolución obrera en un país adelantado cuyo triunfo era vital para la supervivencia de la Rusia soviética.
    En palabras de Radek:’Es el principio de la revolución mundial’ (Entiendo que se refería a la revolución proletaria¡) Pero no solo los bolcheviques reconocían el rostro de la revolución. También sus enemigos ‘Tanto Ebert como Scheidemann y los líderes de los sindicatos insisten una y otra vez al canciller para obtener la marcha del Kaiser: «…. se trata de la lucha contra la revolución bolchevique que asciende, siempre más amenazante, y que significaría el caos. La cuestión imperial está estrechamente ligada a la del peligro bolchevique. Es necesario prescindir del emperador para salvar al país. Esto no tiene absolutamente nada que ver con ningún dogmatismo republicano.. «. La cita es del dirigente derechista Konrad Haenisch. y obraban en consecuencia. Víctor Serge en su libro «El año 1 de la Revolución Rusa» cita las memorias del general Grener, muy significativas: «… concertamos (el alto comando y los jefes socialdemócratas) una alianza contra el bolchevismo… Conferencié todos los días con Ebert. Mi objetivo era arrancar el poder a los soviets de los obreros y los soldados. Proyectábamos hacer entrar en Berlin diez divisiones. Ebert estaba de acuerdo con nosotros…. Los independientes y los soviets exigieron que las tropas entrasen sin armas. Ebert consintió en que entrasen bien armados. Trazamos un plan detallado de acción en Berlín…».
    De cualquier modo, sería muy interesante que me señalara los pasajes donde Lenin o Trotski caracterizan a los sucesos de 1918-19 como revolución democrático burguesa. Sinceramente no los tengo bien presentes. Gracias por la atención.

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    AP

    27/03/2011 at 04:29

    • Muchas acciones de la burguesía mundial se debieron al temor que les inspiró la revolución rusa. Esto no autoriza de todas maneras a caracterizarlas como de «naturaleza proletaria». Insisto en que las revoluciones, movimientos, instituciones, se deben caracterizar por los programas y las relaciones sociales que defienden (o atacan). Los trabajadores peronistas pensaban que en los años 40 habían puesto en el poder a «su» gobierno, pero se trataba de un gobierno burgués. Los trabajadores de Solidaridad en Polonia pensaban que la subida al poder de Walesa equivalía al poder obrero, etc. En cada caso, además, podemos decir que sobrevolaba en las clases dominantes el temor al comunismo. Con respecto a la caracterización de los sucesos de 1918-19 en Alemania, ahora mismo no tengo tiempo de buscar los pasajes (no estoy abocado al tema, y tengo mucho trabajo). De todas maneras, dos pistas de lo que recuerdo de memoria, para que pueda buscar. Primero, recuerdo que Lenin tuvo esperanzas en los primeros días en que había triunfado una revolución proletaria. Parece que el primer «golpe de realismo» lo tuvo cuando la Rusia soviética, hambrienta, envió algunas provisiones a Alemania, en solidaridad, y el gobierno de Erbert las rechazó, para pedir ayuda a EEUU. Esto puede dar una idea de la confusión que puede haber habido en las primeras horas. Segundo, estoy casi seguro de que en un texto Trotsky dice que noviembre de 1918 fue el febrero ruso. Pero no puedo recordar ahora donde está ese pasaje

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      rolandoastarita

      27/03/2011 at 10:14

    • En Lecciones de Octubre
      http://www.ceip.org.ar/permanente/Leccionesdeoctubre.htm Trotsky establece una débil o suave analogía «febrerista».

      «La revolución de Febrero hubo de perjudicar notablemente el antiguo aparato, y era incapaz de renovarlo y consoleidarlo el gobierno provisional que lo había heredado. Así, pues, entre febrero y octubre no funcionaba más que por inercia burocrática el aparato estatal. Las provincias estaban habituadas a sumarse a Petrogrado: lo habían hecho en Febrero y de nuevo lo hicieron en Octubre. Era nuestra ventaja mayor la de que preparábamos el derrocamiento de un régimen que aún no había tenido tiempo de formarse. La extrema inestabilidad y la falta de confianza en sí del aparato estatal de Febrero facilitaron de modo singular nuestro trabajo, manteniendo la firmeza de las masas revolucionarias y del partido mismo. En Alemania y Austria hubo una situación análoga después del 9 de noviembre de 1918. Pero allí la socialdemocracia tapó las brechas del aparato estatal y contribuyó al establecimiento del régimen burgués republicano que ni aún ahora puede considerarse un modelo de estabilidad, pero que cuenta ya seis años de existencia, a pesar de todo. Por lo que atañe a los demás países capitalistas, no tendrán esta ventaja, es decir, esta proximidad de la revolución burguesa y la revolución proletaria. Hace largo tiempo que han llevado a cabo su revolución de Febrero.»

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      Eduardo

      27/03/2011 at 18:25

    • Hombre, una revolución es un derrocamiento del poder de turno por (principalmente) el accionar del pueblo. Dependiendo del liderazgo/objetivos de ese proceso revolucionario podemos caracterizar a las revoluciones de burguesas o proletarias. Pero esto no es lo que define al hecho revolucionario en sí, sino a su dirección y circunstancias.

      Por lo que hemos aprendido, puede haber revoluciones contra regímenes supuestamente proletarios. Esto es sin duda debido a que regímenes «proletarios» sin derechos humanos, civiles y políticos (conceptos estos creados a través de la dialéctica de clases también) representan una revolución mutilada, incapaz de sobrevivir y de satisfacer a la clase que dice representar.

      En este sentido el autoritarismo dentro del campo socialista es autodestructivo y por lo tanto (involuntariamente?) contra-revolucionario. Hay un factor que Marx no alcanzó a comprender que es la burocracia. Trotsky tuvo que enfrentarse a este concepto pero no sé si llega analizarlo con toda la profundidad que requiere.

      Yo diría que en el capitalismo, las burocracias son generalmente (pero no siempre) sometidas por el capital por mecanismos «de mercado» (corrupción y chantaje). En un auténtico sistema proletario, las burocracias estarían bajo el control de la democracia directa obrera pero en los sistemas de corte leninista (o quizá estalinista?) la burocracia se convierte en autónoma porque no existe un poder obrero real que la controle mediante democracia directa efectiva.

      Por eso es muy importante entender que, además de la lucha central de por la democracia económica (abolición de la propiedad tal y como la conocemos), existen otra serie de luchas paralelas en la dialéctica de clase que a veces han avanzado más rápido dentro del campo capitalista. Por qué? En alguna medida porque el campo capitalista podía ofrecer esas conquistas (también proletarias) como propaganda anti-comunista y en alguna medida porque la clase obrera en los países desarrollados está generalmente más avanzada, más madura (Marx dixit).

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      Maju

      27/03/2011 at 14:52

  15. A estas alturas es posible que muchos compañeros que lean su blog consideren ociosa esta confrontación de opiniones. Yo , por el contrario (supongo que al igual que usted, por la atención que le ha prestado al tema) considero al problema de que es una revolución y cual es su carácter, un asunto de cardinal importancia para el desarrollo de la política revolucionaria. La revolución alemana es solo un campo de prueba para el método de análisis y caracterización. Los estudios sobre la misma son escasos y respecto de trabajos recientesm hay un texto de Pier Broue que parece arrojar mas luz sobre el asunto. Es un periodo histórico que parece haber querido ser arrojado al olvido y frecuente objeto de valoraciones interesadas, lo que no excluye necesariamente la imparcialidad. Estoy seguro de que el impacto inicial de los hechos en los principales dirigentes bolcheviques los inclinó a caracterizarla como el comienzo de la revolución proletaria. Para Lenin, en palabras de Krupskaia, ‘fueron los días más felices de su vida’.No estoy tan seguro de que la analogía con el Febrero ruso esté presente en Trotski, o sea producto de una historiografía posterior, pero puedo equivocarme, nuestra memoria, por más elefantiásica que sea, puede jugarnos malas pasadas. Como sabemos, hasta la memoria es política. Las pistas que me ha dado son útiles para la búsqueda. De todos modos le señalo que me parece reduccionista condicionar la actitud de la burguesía a la presencia del fantasma gaseoso del comunismo. Creo que, con independencia de la derrota, la revolución proletaria tuvo una presencia real en los acontecimientos y subordinó la contradicción parcial que la burguesía (a través de el ala derecha y el amplio centro de la socialdemocracia) pudiera haber tenido con el viejo régimen. Igualmente, ello no obsta que, mediante el análisis de los cambios que finalmente se imponen no podamomos hacer una caracterización de clase del producto de una revolución aunque, en ciertos casos, esté presente una contradicción interna. Nadie discute que el gobierno de Perón era burgués y más aún, ningún subproducto revolucionario, dejémosle eso a las fantasías de las usinas demagogicas kirchneristas para consumo de ignorantes. Tampoco el gobierno de Solidaridad, que, lejos de una revolución proletaria, era una expresión postrera de la contrarevolución capitalista. Para ir a los fenómenos que hoy son objeto de debate en la izquierda, es decir, los levantamientos en los países árabes, no veo en ellos el comienzo de una revolución proletaria. Pero tampoco una revolución democrático burguesa, a menos que consideremos que tal revolución sea entendida como un mero cambio en las formas de gobierno o ciertas modificaciones en el aparato institucional, en que, la burguesía se alza con el botín y el proletariado gana un medio adicional para la lucha revolucionaria y (tal vez) algunas reformas económicas. Algo más parecido a un ‘cambio de régimen’ preventivo que evita la posibilidad de una ulterior radicalización. Según parece, en la historia había quedado algo de los irresolutos democráticos vinculados a la puesta en pié de estados democrático burgueses parlamentarios que son la envoltura más propicia para el desenvolvimiento del capital. Ese ‘algo’ que con frecuencia los marxistas hemos dado por difunto, parece haber estallado y, como no puede ser de otra manera en circunstancias históricas en que las fuerzas revolucionarias del proletariado son insignificantes, será resuelto en beneficio de la clase dominante a menos que el instinto revolucionario del proletariado y su creatividad, junto con la intervención de fuerzas marxistas no determinen otra cosa, lo que es altamente improbable, pero, en mi modesta opinión no condiciona la intervención, directa o a la distancia, con una política de principios. Dado que usted ha sido esquivo por razones de prudencia a lo que en términos grotescos podríamos llamar ‘bajar línea’ para estos procesos, no me queda más que deducir en razón de su teoría general. Vivimos un mundo en que la excrecencia de la superestructura imperialista está en involución frente a una expansión de un capitalismo oligopólico competitivo en la arena económica. Esto no excluye confrontaciones militares puntuales o por fuerzas interpósitas, pero sí deroga indefinidamente la perspectiva de guerras mundiales. (Esta posibilidad fue entrevista por Lenin en ‘La bancarrota de la Segunda Internacional’ que no negó apriori la posibilidad, abstracta en ese momento, de superimperialismo)y tampoco el desarrollo intenso de la periferia, al punto de generar nuevas potencias en liza. En estos marcos, la política de sujeción colonial y expoliación por medios ‘extraeconómicos’ se tornaría irrelevante y el propio imperialismo podría ver con buenos ojos la implantación de gobiernos de corte democrático proclives a la penetración del capital extranjero y el desarrollo de capitalismo autóctono asociado. Esta estrategia se vería favorecida por la conciencia democrática espontánea de las masas frente a la opresión y la ausencia de ‘peligro comunista’ a la vista y justificaría posicionamientos marxistas de apariencia paradojal, como la ubicación en el campo de levantamientos independientes que, sin embargo, reciben apoyo de fuerzas imperialistas (caso Libia) o empalman con un cambio de régimen ordenado (caso Túnez-Egipto). La función de los marxistas, en cuanto a política práctica, dentro de estas ‘revoluciones democráticas’ y dada la conciencia imperante y ausencia de cuestionamiento por izquierda, sería la de impulsar la conquista de la democracia capitalista para ganar un medio para la lucha comunista ulterior, de la cual nos hallamos separados por una etapa de experiencia con la democracia imposible de determinar en su extensión, pero que, dadas las circunstancias concretas, excluye un ritmo permanente. Le aclaro que con esta interpretación no estoy excomulgando a nadie. Por experiencia propia se muy bien lo que representa enfrentar perros rabiosos fanáticos o defensores de la mano que les da de comer. Solo pretendo clarificar a los efectos de discutir con argumentos y en términos racionales, por lo que le requiero la paciencia de señalarme si hay fallo en la exegesis de su pensamiento. Sus observaciones pueden serme de mucha utilidad a los efectos de elaborar un mesaje revolucionario hacia los trabajadores y perfeccionar mi propio pensamiento político así sea, parcial o totalmente contradictorio con el suyo. Disculpe la extensión del texto. No hay otra manera.

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    AP

    27/03/2011 at 15:30

    • Usted me dice que en la revolución alemana de 1918 «la revolución proletaria tuvo una presencia real en los acontecimientos». Coincido con esto, si entendemos que hubo «elementos» de revoluciòn proletaria, en particular por el surgimiento de consejos obreros. Lo mismo podemos decir de febrero ruso de 1917: «la revolución proletaria tuvo presencia real en los acontecimientos». Pero a la hora de caracterizar la revolución de febrero rusa, los marxistas la caracterizaron como una revolución burguesa. Pienso que el mismo criterio debería aplicarse a la de noviembre del 18 en Alemania. Las razones las di en otras respuestas.
      Vayamos ahora al término «revolución democrática». Depende de qué entendamos por esto. Si por «revolución democrática» entendemos un programa radical burgués (de tipo jacobino), podríamos decir que hubo pocas en la historia. Incluso si tomáramos el programa de los bolcheviques de 1905 para la revolución democrática, me animo a decir que nunca se dio tal programa en una revolución burguesa. Ahora bien, Lenin decía con razón que «hay revoluciones democráticas y revoluciones democráticas». Esto es, pueden introducirse algunas reformas democráticas, por ejemplo, si acaban con una dictadura. Pienso que si tenemos una correcta caracterización de clase, si precisamos que generan democracias limitadas, etc. la cuestión se resuelve. Lo que me preocupa es que no se advierta que estas revoluciones pueden traer cambios de regímenes políticos, y que hay que tener en cuenta ese cambio. Pongamos el ejemplo de la revolución de febrero del 17 en Rusia. Fue una revolución burguesa, que no cumplió en absoluto con el programa democrático burgués fundamental, entregar la tierra a los campesinos y llamar a la Asamblea Constituyente. Sin embargo el régimen surgido en febrero era democrático en lo político, en oposición al zarismo. Entender esta diferencia es importante. Cuando se produce el golpe de Kornilov los bolcheviques lo enfrentaron, siendo conscientes que al hacerlo sostenían al gobierno de coalición (Trotsky dijo que lo sostenían como la soga sostiene al ahogado, pero frente a ultraizquierdistas remarcó que lo sostuvieron). Esta táctica se puede entender porque los bolcheviques distinguieron regímenes burgueses. Y ese cambio de régimen había sido un producto de febrero.

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      rolandoastarita

      27/03/2011 at 18:34

  16. En efecto, hay ‘revoluciones democráticas’ y ‘revoluciones democráticas’, del mismo modo que hay una distancia grande entre un concepto abstracto y una realidad concreta. La revolución democrática ideal que concibieron los clásicos no se dió en pocos casos, sino, que, no se dió en ningún caso. Solo hubo experiencias que se acercaron a este concepto de construcción imaginario, respecto del cual, las sucesivas revoluciones democráticas mostraron un progresivo envilecimiento devenido del hecho que el proletariado comenzaba a proyectar su sombra amenazante en el proscenio de la historia. Hay infinitas gradaciones desde el modelo jacobino al cambio concertado de régimen sin revolución, que se diferencian ente si como el día de la noche. A su vez, hay una diferencia entre la forma más inconsecuente de revolución democrática y un cambio de régimen operado por la burguesía en ausencia de revolución y en situación de dominio histórico afianzado del capital y larga experiencia con la democracia burguesa. Latinoamérica fué testigo de cambios de este tipo, por los cuales dictaduras en bancarrota atenazadas por la movilización popular dieron paso a una restauración democrática sin revolución. Argentina fue uno de ellos. Otro caso pueden ser las ‘revoluciones de colores’ orquestadas por el imperialismo y que le dieron resultado en varios países de la ex orbita soviética. Distinto es el caso de los países árabes sacudidos por rebeliones populares, en que el levantamiento espontáneo de las masas no resulta promovido por fuerzas burguesas, sino, aprovechado con un doble propósito, garantizar la estabilidad política futura y los negocios privados. Por fuera de que les llamemos o no ‘revoluciones democráticas’, su carácter es burgués y el grado de democracia política que se logre no es indiferente para los revolucionarios, del mismo modo que no lo sería en ausencia completa de revolución. Evidentemente, si bien idénticos en su naturaleza de clase, continuidad que los marxistas debemos explicar y de la que debemos partir para nuestra estrategia, no es lo mismo una dictadura capitalista militar o fascista que una democracia capitalista. Esta realidad condiciona nuestra táctica y tareas políticas inmediatas, pero, de modo tal que no entren en colisión con nuestra estrategia comunista.
    Lenin, a la cabeza de los bolcheviques reivindicó una estrategia democrática jacobina en la revolución democrática, que permitiese alcanzar los más elevados resultados posibles en beneficio del proletariado. Entre ellos, la libertad política como tarea central. Para lograrlo, postuló conquistas proletarias que dieran efectividad a estas libertades, que, en los hechos demostraron ´ser incompatibles con la democracia burguesa y que, por tanto, trascendían forzosamente a la lucha por la revolución proletaria. Convencido por la realidad concreta y no por fórmulas preconcebidas, esto lo llevó a la lucha directa por el poder proletario total. Cuando estas condiciones no están presentes, o indebidamente desarrolladas, la lucha por la conquista de libertades políticas sigue siendo objetivo de lucha. Si ya existen deben ser defendidas. Pero ello no las hace equivalentes a la conquista o defensa de la democracia capitalista. Sigue siendo necesario luchar por garantías reales para su cumplimiento, que no pueden ser más que expresiones de poder proletario. Una cosa es el frente unido para la conquista de tales libertades (explicando que los revolucionarios queremos la dictadura y democracia obrera y no la democracia capitalista) y otra el frente político por la ‘conquista de la democracia’. Pero esto es mi opinión. Resta por saber que opina usted en general y en el particular de los casos que tenemos bajo análisis.

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    AP

    28/03/2011 at 02:03

    • Respondo muy breve porque estoy con mucho trabajo, y daría lugar a más desarrollo. Algunos matices de diferencia con lo que afirma. Primero, pienso que en América Latina también hubo una mezcla de movilización, cambios deseados por EEUU y las potencias, y cambios deseados por la propia clase capitalista (o buena parte de ella) al interior de los países. Esto es, la caída de las dictaduras no de debió solo ni exclusivamente a movilizaciones populares que las acorralaran. Además, todo en el marco de una crisis económica creciente (ligada a la crisis de la ISI en toda América Latina). Segundo, pienso que en las rebeliones árabes existe también un factor de descontento de sectores más o menos amplios de la clase capitalista y de la pequeño burguesía. Algo de esto planteé con respecto a Egipto. Más en general, en casi todas estas revoluciones existen estos factores. Lenin decía que febrero de 1917 había sido «un semigolpe de Estado» y señalaba la participación de Inglaterra y Francia. Trotsky decía que en 1931 la burguesía española se había desprendido de la monarquía, y caracterizaba el episodio de abril como una revolución. Tercero, pienso que en el programa democrático de Lenin no solo figuraba la conquista de la libertad política como tarea central, sino la revolución agraria, por lo menos en el mismo plano. Lo curioso de esto último es que el programa de 1905 demandaba acabar con la propiedad privada de la tierra, una reivindicación que ninguna revolución burguesa cumplió, por lo menos hasta donde conozco. Cuarto, pienso que siempre que luchamos por libertades dentro del sistema capitalista, luchamos por libertades formales. Mientras exista la propiedad privada del capital, las libertades no pueden ser sino formales. Pero esto es sinónimo de democracia burguesa (= dictadura del capital). Trotsky se refirió a esta cuestión en polémica con sectores ultraizquierdistas, en relación a España. Los ultraizquierdistas se negaban a reconocer que la lucha del Frente Popular contra Franco era la lucha de la democracia burguesa contra el fascismo (o sea, entre dos regímenes burgueses). En septiembre de 1937 Trotsky escribía «… la guerra civil en España sigue siendo, pese a todo, un hecho de importancia capital. Hay que tomar este hecho tal como es, es decir, como lucha armada entre dos campos sociales sublevados, en uno de los campos por la democracia burguesa, y en el otro por el fascismo abierto». Cito esto no para presentar un argumento de «autoridad», sino simplemente porque acuerdo y me parece que está muy bien expresado, tratándose de alguien que defendía un programa por el desarrollo de la revolución socialista.
      Por último, ya que varias veces le dije en este intercambio que en mi opinión el criterio correcto para definir el carácter de clase de una revolución es su dirección, y quién toma el poder, le transcribo un pasaje, también de Trotsky, que fue punto de partida para varias reflexiones (subrayo de nuevo, no lo hago con el afán de imponer criterio de autoridad alguno; en todo caso pongo bien en claro que la idea no es mía). En «La revolución española y sus peligros» (mayo 1931) Trotsky escribía: «El carácter del régimen social, y por consiguiente, de toda revolución, está determinado por el carácter de la clase que detenta el poder». Este criterio se opone por el vértice al que luego planteó Nahuel Moreno y hoy siguen muchos de sus discípulos.

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      rolandoastarita

      28/03/2011 at 09:13

    • Nunca entenderé cómo opera la memoria, pero lo cierto es que hace un rato me vino a la mente, de golpe, dónde había leido la caracterización de Trotsky sobre la revolución alemana de noviembre (Trotsky dice octubre) de 1918. Está en el artículo «La revolución que se arrastra» (23 de abril de 1919), publicada en «Los cinco primeros concresos de la IC», tomo I, (Buenos Aires, Pluma, 1974, pp. 61-65). Escribe Trotsky: «A comienzos de octubre (1918) tuvo lugar en Alemania una revolución «de febrero». Dos meses después, el proletariado estaba atravesando sus «Jornadas de Julio», es decir, participando en el pimer enfrentamiento abierto entre las fuerzas burguesas conciliadoras e imperialistas, sobre una nueva base ‘republicana'».
      La comparación con la revolución rusa es sistemática en este pasaje. Nadie duda, además, que los bolcheviques caracterizaron la revolución de febrero de 1917 como una revolución burguesa. Lo cual está en la lógica de la concepción leninista del asunto.

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      rolandoastarita

      28/03/2011 at 10:28

    • Además, cito de memoria, Lenin llegó a decir con la NEP (es decir: después de la consolidación revolucionaria) que quizá no habían logrado realizar una revolución proletaria en Rusia pero que al menos sí que habían realizado una revolución burguesa.

      En toda la teoría marxista hay una ambivalencia respecto al sistema burgués capitalista, que por un lado se ve como motor de cambio y progreso y por otro como algo aún muy imperfecto a superar. Hoy día, siglo y medio después, damos el sistema burgués por asumido en muchas partes del mundo… pero ciertamente no es el caso en Arabia Saudita por ejemplo.

      En algunos países periféricos (desde Rusia a China pasando por Cuba o Mozambique) se ha intentado obviar el estadio burgués pero quizá no sea tan fácil obviarlo y, al menos en algunos de estos casos, ha reclamado su rol con cierta fuerza. Quizá no se pueda hacer una genuina revolución proletaria contra un régimen feudal? La teoría y la práctica parecen haber convergido en este tema a pesar de los esfuerzos titánicos y admirables por superar estas limitaciones teóricas en el campo de la realidad.

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      Maju

      28/03/2011 at 11:24

    • Tal vez uno de los textos más claros al respecto es el escrito «Con motivo del 4º aniversario de la Revolución de Octubre» (Lenin, Obras Escogidas t. 6). Afirma «Hemos llevado a cabo como nadie lo hizo, la revolución democrático-burguesa». Luego enumera algunas de las tareas democráticas: acabar «las principales manifestaciones, supervivencias del régimen de servidumbre en Rusia», la monarquía, las formas de propiedad y usufructo de la tierra, la situación de la mujer, la religión y la opresión de las nacionalidades. Y agrega más adelante: «Pero a fin de consolidar para los pueblos de Rusia las conquistas de la revolución democrático burguesa, debíamos ir más allá, y así lo hicimos. Resolvimos los problemas de la revolución democrático-burguesa sobre la marcha, de paso, como ‘producto accesorio’ de nuestra actividad principal y verdadera, proletario-revolucionaria y socialista. Hemos dicho siempre que las reformas son un producto accesorio de la lucha revolucionaria de clases».

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      rolandoastarita

      28/03/2011 at 14:33

    • Gracias por precisarme la referencia, Rolando.

      Ya que estamos con esto, yo iría un paso más allá entrando en un terreno que no todos los marxistas (o socialistas revolucionarios en general) tienen claro, entiendo, que es el tema de la naturaleza de las llamadas «libertades burguesas».

      En ‘El Anti-Edipo’, Deleuze y Guattari, explican entre otras cosas que el Capitalismo, como fuerza esquizoide decodificadora que es no puede crear estructuras sociales o valores éticos como éstos, a menudo tomando prestado elementos del antiguo régimen, como la religión, el estado o la misma idea de obligación moral (tan ajena al espíritu depredador del Capital, cuya doctrina última, bien expresada por Reagan, es «la avaricia es buena»).

      Partiendo de esto, yo me he visto obligado a preguntarme de dónde emanan entonces los valores democráticos y humanistas que se describen a veces como «libertades burguesas». Y la única respuesta que encuentro es que son producto de la dialéctica de clases (o de la dialéctica multifacética cuya expresión principal es la de clases). Salvo que aceptemos que el Capitalismo es capaz de forjar valores humanos/humanistas, que yo creo que no (no se corresponde con la naturaleza oportunista, despiadada, decodificante y amoral de esta fuerza socio-económica), tenemos que admitir que todos estos elementos de construcción social post-feudal, desde las primeras formas republicanas burguesas como las que podemos encontrar en Francia (y en Norteamérica?) a fines del s. XVIII, son un producto del proletariado. En Francia en particular es bastante claro puesto que es ante todo una revolución de sans-culottes, proletarios, a pesar de que la dirigencia es burguesa (girondinos, jacobinos y finalmente bonapartistas).

      Esto es algo que se observa también en las revoluciones árabes de hoy día, con un activismo mayormente proletario pero una dirigencia burguesa. Esto es debido a la falta de condiciones objetivas y, sobre todo, subjetivas (conciencia de clase). Pero aún así el espíritu de clase obrera impregna en alguna medida a las revoluciones, empujando a la sociedad un paso más adelante cada vez (o quizá, parafraseando a Lenin: dos adelante para poder compensar el inevitable paso atrás que conlleva el asentamiento post-revolucionario).

      Lo suelto porque es algo que llevo rumiando desde hace algún tiempo. Aunque sin duda merece una discusión aparte.

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      Maju

      28/03/2011 at 15:23

  17. Compañero Rolo. Entiendo perfectamente y respeto, que sus ocupaciones le resten tiempo para la atención de estas confrontacione de opinión. Pese a ello celebro el esfuerzo que hace para intentar contestar todas las observaciónes que surgen respecto de sus posiciones. Creo que con la cita que ha presentado se puede demostrar que la analogía de la revolución alemana del 18 con el febrero ruso está presente en Trotski. De momento no he podido leer el trabajo completo, pues no dispongo del texto. Es que, sin dudar de afirmaciones rotundas contenidas en pocas líneas, me gusta leer en el contexto general. Considero correcta la afirmación en la medida que precisamente, ambos procesos manifestaron el entrelazamiento de dos revoluciones de diferente carácter de clase, una de las cuales triunfó sobre la otra, con resultados inversos. En mi opinión, en el caso de ambas revoluciones, tomadas de conjunto y no como episodio puntual, la contradicción principal y determinante se dió entre burguesía y proletariado, algo más que la presemcia de ‘elementos de revolución proletaria’. Por supuesto,dadas las evidencias que tenemos, no propongo que este análisis de ‘revolución doble’ pueda hacerse extensivo mecánicamente a las sublevaciones o insurrecciones que sacuden a varios países árabes. La cita de Lenin con que ha precisado la observación de la compañera Maju, reconoce que en un país como Rusia, las tareas democrático burguesas tenían un peso enorme y que, fue precisamente la revolución proletaria la encargada de consolidarlas, pero, no en si mismas, sino, por medio de su superación. La consolidación de los derechos civiles como envoltura política del capital, no habría hecho más que cercenar la posibilidad, concretamente existente, de revolución proletaria y por ende, debilitarlas. Por supuesto, Lenin no negaba que las tareas democráticas no hubieran podido ser resueltas por la burguesía postrando al proletariado. En ‘Dos tácticas’ visualiza dos maneras de resolución. La Jacobina y la pactada, pero en este último caso, con resultados incompletos, mutilados, monstruosos, un figurón de revolución. Este concepto, está presente en la teoría de la revolución permanente de Trotski y sus tesis segunda y cuarta. Para Trotski, la revolución democrática (entendida como la resolución de sus presupuestos formales) pasa por la dictadura del proletariado.La revolución rusa, según la cita que usted mismo ha presentado, se encargó de confirmarlo. De cualquier modo, Lenin no descartó que bajo la égida de la burguesía no pudiera conformarse luego de un largo proceso de luchas y concesiones, una aproximación substancial. Determinar el grado era tarea para los historiadores. Sobre la cuestión del carácter de una revolución. No hay duda de que si la burguesía dirije una lucha conforme sus objetivos o si se apropia de los frutos, mediante el engaño o la violencia, imprime sus sello a esta. La revolución es de los vencedores y estos determinan su futuro y con frecuencia reescriben su pasado, intentando borrar toda huella de la gesta independiente de las clases subalternas. En este decurso, toda reforma profunda es casi siempre, el subproducto de una insurrección abortada de las masas proletarias. Creo que Lenin alguna vez lo expresó de este modo y si no fue así, debería haberlo hecho. Bien por que Maju siga rumiando aunque no sea vaca, sino, de seguro una espléndida mujer. En otro plano, la comparación que efectuó con Latinoamérica no pretendía ser un análisis exaustivo de estos procesos, sino, solo un ejemplo. Coincido con usted en que sus causas excedieron el cuestionamiento popular. Cayeron por accidente múltiple y sus señalamientos amplían en buen grado. Sobre la cuestión de la democracia en lucha contra el fascismo. Una cosa es ubicarse en el campo de la República contra el fascismo y otra es subordinarse al frente popular o convertir a la república democrática (o democracia capitalista como forma de gobierno) en el objetivo de máxima para el proletariado. Esta diferencia cobra particular vigor em países de larga experiencia democrática, donde la restauración de la democracia capitalista, frente a una interrupción de facto, se comporta como la estrangulación de la lucha del proletariado. En sus escritos sobre Alemania, Trotski abogó por el frente único con los obreros que querían la democracia, pero dejó bien en claro que los comunistas peleabamos por la instauración de la dictadura del proleriado y esto debía estar claro aún en esta intancia de lucha unida.
    Por ejemplo, no creo que para tumbar a la dictadura en Argentina, los revolucionarios debíamos suplantar las consignas negativas (Abajo la dictadura) por consignas como Asamblea Constituyente o la restauración del parlamento democrático. Las libertades políticas de expresión, reunión, organización etc. sí podían ser escindidas del régimen de dominación de la burguesía y puestas en la perspectiva del poder obrero, aunque ello no sucitara la movilización revolucionaria de las masas. Lo mismo puede hacerse en Repúblicas parlamentarias basadas en el fraude permanente, la proscripción parcial, la cooptación y la represión sistemática, caso Túnez o Egipto. Frente unido por la libertad política (lo que significa impedir la represión) y las reivindicaciones económicas de las masas (lo que significa cuestionar el grado de explotación) pero no necesariamente desde el programa de la burguesía. Vale decir, gobierno elegido entre los candidatos del capital. todo ello, me impide coincidir con usted en que el frente único debe darse por la instauración de la democracia. Es posible que usted piense, que en la situación de retroceso mundial de las fuerzas socialistas genuinas y atraso político del proletariado, en condiciones que el capitalismo no está herido de muerte (caracterización que yo sostengo) la participación de las masas proletarias, por más fuerte y arrojada que sea su lucha, en cambios de régimen capitalizados por la burguesía, no da para más que lo que su necesidad inmediata de dicta, es decir, el relajamiento de soga de la opresión y la explotación. Pero aún así, no coincido en que este deba ser el programa de lucha que le propongamos los revolucionarios.

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    AP

    02/04/2011 at 02:05

    • Muy breve. Primero, pienso que la teoría de la revolución permanente de Trotsky, en lo que tiene de original (su aspecto «internacionalista» tenía muchos antecedentes en el marxismo) está equivocada. No lo puedo desarrollar aquí, pero es lo que pienso. Acerca de si es lícito que los marxistas participen en acciones en unidad con fuerzas burguesas o pequeño burguesas «por la restauración de la democracia», o por la defensa de un régimen democrático. En este punto coincido con Trotsky, cuando respondía a algunos críticos ultraizquierdistas, por sus posiciones acerca de España. Por ejemplo, cuando los bolcheviques enfrentaron al golpe de Kornilov, de hecho defendieron la continuidad del Gobierno Provisional, esto es, un régimen democrático burgués, frente al peligro del triunfo de un régimen dictatorial bonapartista. Cuando Trotsky decía que los marxistas debían enfrentar al golpe militar de Franco, y no abstenerse en la lucha entre la República y el fascismo, aplicaba el mismo criterio. En 1937, polemizando con los que sostenían que en España la lucha era entre el «socialismo y el fascismo», Trotsky explicaba que había que partir de los hechos (no de lo que quisiéramos que sucediera, sino de lo real existente) y esta realidad era que había una lucha «entre dos campos subyugados, en uno de los lados, por la democracia burguesa, y en el otro por el fascismo abierto». Luego recordaba que los bolcheviques no fueron neutrales entre Kerensky y Kornilov, y que «aceptaron el mando oficial mientras no fueron lo suficientemente fuerte para derribarlo (a Kerensky)». Otra cuestión es, por supuesto, no tomar responsabilidad política por la dirección politica burguesa; y preparar «las premisas políticas» de la revolución socialista. Pero esto no puede hacerse si no se parte de reconocer cuáles son los bandos en un conflicto.

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      rolandoastarita

      02/04/2011 at 09:31

  18. Compañero Rolo. Me parece importante se precisión acerca de que considera errónea la Teoría de la Revolución permanente de Trotski. Yo pienso lo contrario, pero no puedo juzgar su afirmación por que desconozco los argumentos. En el momento que usted encare una exposición sistemática de los mismos, considero enteramente lícito discutirlos. Rescato las comparaciones históricas que ha efectuado, basandose en escritos de Trotski, en el sentido que desde el punto de vista de la acción del proletariado la diferencia entre fascismo (o bonapartismo militar) y democracia burguesa es importante. En efecto, en una confrontación de este tipo, el proletariado asume campo militar, por que en ello está en juego la supervivencia de sus mejores elementos y las prerrogativas que haya podido conquistar, aún cuando estas no sean jalones directos de su propia victoria como clase, sino, el arma de doble filo de las libertades políticas, pero insisto en que esta unidad de acción no debe dejar ni sombra de duda que pueda inducir a las masas proletarias a confiar en el Frente popular, ruso, español u otra forma actualizada, ni someterse a su mando. En el caso de la intentona Kornilovista, está probado que esta se dirigió más contra la probabilidad de un levantamiento promivido por los bolcheviques, que contra el gobierno de Kerenski, al cual, por el contrario, pretendía salvar. Los bolcheviques declararon públicamente que su aplazamiento de la preparación de la toma del poder por los soviets, no constituía apoyo político al gobierno provisonal,siendo, para todos los que pudieran pensar con sentido, su ‘disciplinamiento militar’ una formalidad táctica. Al golpe lo paró la guardia roja a la que Kerenski le pidió la escupidera. Tirar contra Kornilov, apoyados en el hombro de Kerenski, para arreglar las cuentas con el inmediatamente después. Todos contra Kornilov. Etc. no fueron mas que consignas episódicas(y necesarias) orientadas por el objetivo estratégico de la toma del poder por los soviets. La real política del frente unido era ‘sostener a Kerenski, como la soga sostiene al ahorcado’. Lo mismo dijo Trotski respecto del Golpe de Sanjurjo en España. Resulta obvio que estas tácticas no pueden ser trasplantadas mecánicamente a otros escenarios concretos. El marxismo o su estrategia revolucionaria no es repetición mecánica de fórmulas.Lo que sí se rescata, es la ubicación en el campo del proletariado revolucionario, que, en estos casos coincide con el campo de la democracia. En los ejémplos citados, la democracia política conquistada (y su defensa) es parte de una lucha inacabada de las masas. Para usted, la lucha por la democracia política, por la conquista de libertades políticas para el proletariado son sinónimo de la lucha por la implantación de un estado democrático burgués. Si una vez establecido, estas libertades son suprimidas, la lucha se transforma en pelea por la reimplantación de dicho estado ‘de derecho’. No es la abolición de la dictadura, sino, la implantación de la democracia capitalista el objetivo de la acción unitaria. Para mi, en cambio, el objetivo positivo de la lucha (mientras combatimos juntos contra la dictadura) es la libertad política como medio para la abolición de la dictadura capitalista. Esto debe ser explicado mediante la propaganda amplia, con independencia que no existan condiciones para la insurrección. La instauración de la república parlamentaria era el objetivo de la socialdemocracia que, en el fondo, aspiraba a la obtención del socialismo por la vía del sufragio universal. No digo que usted comparta esta concepción reformista, pero la justificada insistencia en tomar en cuenta las condiciones concretas, puede llevar a que el ‘frente único’ por la democracia capitalista, sea entendido como un objetivo político ‘realista’ para la clase obrera y por tanto, excluyente de la posibilidad de una propaganda revolucionaria amplia. Insisto, para que quede claro. No estamos discutiendo la necesidades de acciones comunes con fuerzas pequeñoburguesas, obrero-reformistas o incluso burguesas (mientras no sean pactos espurios o meras declaraciones) para abatir a las dictaduras. Pero alló termina la cosa. La defensa de regímenes o gobiernos es otra cosa. Sinceramente, no me veo, ni a usted tampoco, defendiendo al gobierno de CFK de los ataques ‘golpistas’ de la derecha. Si alguna vez, estos ataques cobraran vigor real, yo los combatiría, no desde la defensa del gobierno ‘surgido de la urnas’, sino desde la necesidad de destruir a los golpistas por los métodos de la revolución proletaria y sin brindar apoyo político al gobierno. Tampoco me veo bajo la disciplina militar de ‘La Cámpora’ la FTV o la Juventud Sindical Peronista en defensa de las Instituciones burguesas, como otrora hiciera el pope del ‘trotskisno argentino’ Nahuel Moreno, que usted ha citado varias veces en esta polémica.
    Allende los mares, comparto el criterio de que el proceso en curso en Libia, forma parte de una ‘totalidad’ que debe orientarnos a la hora de, si es posible, tomar lugar en la contienda. En Libia aconteció una sublevación popular real, que fue detonante del conflicto de poder. Esta sublevación ocasionó el colapso de las fuerzas del órden, la desderción masiva de soldados y autoarmamento popular. También se formaron ‘Comités populares’. Pero estos fenómenos fueron rápidamente canalizados hacia la regimentación bajo una dirección que, si bien representa todavía una incógnita, tiene un contenido predominantemente burgués, que inviste con su carácter al alzamiento espontáneo. Las figuras públicas que integran el CNT son ex funcionarios gadaffistas que en algún momento tuvieron fricciones con el régimen. Los 18 restantes son, según se cree, prominentes jefes tribales de dudosa vocación democrática y mucho dinero. Si bien, el comando de las fuerzas armadas (que en realidad son grupos de elite que intentan controlar a improvisadas milicias)recayó primero en un general que se había exiliado en EEUU, hoy reside en un ex jefe de inteligencia que, en el marco de la completa clandestinidad es bastante independiente del CNT y ha comenzado a trabajar con agentes de la CIA con que fragua las operaciones.
    Sin embargo, aún esta perspectiva descarnada que se perfila no autoriza para desvirtuar el carácter de masa del levantamiento y las aspitaciones libertarias de los combatientes. De momento, el campo insurgente sigue siendo progresivo respecto de los carniceros de Gadaffi. Un triunfo de este, más allá de la purga de algunos opositores, desataria una venganza sin ley sobre los sublevados en su mayoría, jovenes y proletarios. Las peores consecuencias las pagarían los de abajo. En el peor de los casos, el campo rebelde sería un ‘mal menor’ respecto de la dictadura verde y a los revolucionarios no nos resulta indiferente. El apoyo imperialista que posibilitó la supervivencia del campo rebelde, tembién debe ser visto dentro de una totalidad. Aún no hay claridad sobre el ‘juego estratégico’ de las potencias. W Clark declaró que Libia se encontraba dentro de los 7 estados que los EEUU pretendían conquistar para afirmar su dominio erosionado. Pero ello no significa necesariamente una repetición de la segunda campaña que sometió Iraq al dominio proconsular de los EEUU, para luego dara paso a una democracia formal sostenida en las armas aliadas y que hoy masacra a los huelguistas en las calles. Libia no puede necesariamente mirarse en ese espejo, pero es una posibilidad que no debe descartarse. La intervención se parece más bien a la primer campaña en que los EEUU alentaron el levantamiento de la minoría chiita, para, cuando este se produjo, traicionarlo y sostener a Hussein en el poder para evitar males mayores, con la consecuente secuela de masacres. La Zona de exclusión aérea, más que al derrocamiento directo de Gadaffi o a apresurar una contraofensiva rebelde, apunta probablemente a ganar tiempo, a la espera de que se produzca el ‘Efecto Milosevic’ quien después de 20 días de intensos bombardeos que produjeron una carnicería entre la población local, tiró repentinamente la toalla. Mientras tanto, se fortalecen los elementos del futuro estado burgués al interior del campo rebelde, destinados a apagar todo fermento de independencia de las masas populares.En ello cuadra la formación del reciente ‘gabinete de emergencia’. La intervención directa o indirecta de potencias en un conflicto local no siempre ha traído en la historia el aplastamiento de una lucha independentista. Esto puede hacerse extensivo a una lucha intestina en que un bando contiene progresividad. El mejor ejemplo (salvando las distancias históricas) es la propia independencia de los EEUU. La victoria militar de las 13 colonias fue más bien el producto de la lucha entre la armada Francesa y la Británica que obra de los maltrechos ejércitos de G.Whashington. No por casualidad este asumió como presidente en la fecha simbólica de la convocatoria de los Estados Generales en Versalles.
    Respecto de la incursión aérea que tan duras polémicas ha generado, sería sencillamente estúpido enfrentarla desde la táctica militar. En efecto, quienes desde su cómoda poltrona se dedican a asimilarla a una invasión deberían reconsiderar el campo en el que se han ubicado ‘militarmente’ según la consabida metáfora. Si en Libia hubiera una revolución, proletaria o de otro tipo, la ausencia de esta incursión hubiera determinado su liquidación militar. Si existieran fuerzas marxistas revolucionarias en Libia con sentido de la autoconservación habrían preferido la hiel a la cicuta. Pero es más fácil predicar agua y beber vino. Aún así su deber habría sido poner en claro que las ‘bombas democráticas’ no son el arma de la emancipación de los explotados y oprimidos. Como decía Napoleón, hay que desconfiar de los libertadores con bayonetas. No es posible sub contratar al imperialismo para llevar a cabo la revolución, sea esta proletaria o ‘democrática’. La intervención debía ser políticamente estignatizada como una maniobra que, imponiendo circunstancialmente en bien, prepara el mal. Pero no hay posibilidad de efectuar este distingo si no se asume públicamente el punto de vista de los intereses del proletariado, no solo en la lucha futura, sino, en la presente. Si mañana la incursión se convierte en ocupación para instalar la ‘democracia’ en Libia entre vítores populares, con la promesa de retiro una vez consumado el objetivo,entonces, ¿habría que apoyarla? Yo creo que no. Pero esta debería ser la conclusión lógica de quienes afirman que hay que luchar por la conquista de la democracia. Una cosa es aceptar el hecho dado y otra es convocar la presencia de la ‘gallina protectora’ sobre los indefensos polluelos. Es la consecuencia de pensar que puede haber convergencia entre los intereses del imperialismo y las burguesía dependientes con los de los explotados y oprimidos. La instauración de la democracia formal a ‘cualquier precio’ con el argumento de que no puede haber nada peor que Gadaffi, puede deparar ingratas sorpresas.
    Me gustaría que usted me explique si es viable el frente unido con los ejércitos imperialistas por la conquista de la democracia. Por que, si es así, entonces, retrospectivamente habría que resuscitar el frente antifascista, que, precisamente el citado Nahuel Moreno alabó mediante su teoría de la ‘revolución democrática’. De seguro usted recuerda que este despropósito teórico (inspitado en las tesis del IKL trotskista durante la segunda guerra mundial) y según I.Deustcher, de las palabras postreras de Troski grabadas en un dictáfono, lo llevó a considerar progresiva la intervención de los ejércitos aliados. Otro tanto puede decirse de su teoría de la progresividad de que el ejército argentino exporte la democracia a Chile. Le presento estos argumentos despojado de toda pretensión ofensiva. Es un debate entre revolucionarios en que no ahorramos ‘fuego graneado’ en pos de la verdad. Yo ya estoy viejo y cansado para ir a luchar a libia por la libertad y la revolución proletaria.

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    AP

    04/04/2011 at 01:28

    • Por favor, le vuelvo a solicitar comentarios más breves. Esta sección no es para enviar artículos. Acerca de la teoría de la rev. perm. en parte su pregunta se responde con mi crítica a la idea (contenida en el Prog. de Trans.) de que no hay posibilidades de reformas democráticas o sociales en los límites del capitalismo. Esta idea es incorrecta, y está en la esencia de la teoría de la rev. perm. Hace un tiempo alguien me hizo la pregunta sobre qué opinaba sobre esta teoría, y le respondí:
      «No lo puedo explicar en una nota. Aquí solo planteo que el problema estriba en la concepción global de Trotsky sobre el desarrollo capitalista en los países periféricos, y ya estaba presente en sus análisis sobre Rusia, a partir de 1905. Trotsky pensaba que el desarrollo de un capitalismo ruso estaba bloqueado. En este sentido tiene una visión opuesta a la de Lenin (ver sus trabajos sobre el desarrollo del capitalismo en Rusia). Por eso Lenin siempre tiene presente que Rusia evolucionaba hacia transformaciones democrático-capitalistas, que podían ser realizadas “a la manera prusiana” (en un extremo), o con una “dictadura democrática (por su contenido burgués) de obreros y campesinos”; o por alguna combinación intermedia de éstas. Trotsky tuvo razón en su polémica con Lenin en un punto: esa “dictadura democrática de obreros y campesinos”, con el programa que proponían los bolcheviques (abolición de la propiedad privada de la tierra, milicias, guerra revolucionaria en Europa) solo podía concretarse a través de una dictadura del proletariado. Sin embargo, su análisis de la evolución del capitalismo ruso era equivocado. Trotsky pensaba que si no triunfaba la revolución obrera y campesina, bajo dirección del partido revolucionario marxista, no habría posibilidad de que Rusia llegara a la democracia burguesa. Lenin, en cambio, llega a admitir que incluso el zarismo desarrollaba capitalismo (ver su evaluación, por ejemplo, de las reformas de Stolipin, y la diferencia con Trotsky). De aquí se derivan muchas diferencias políticas y tácticas. Por ejemplo, Lenin es muy consciente de la capacidad de influencia del liberalismo ruso (expresión de esas fuerzas capitalistas en ascenso). Incluso interpreta que la posición de los mencheviques es expresión de esa influencia. El famoso “error” de Trotsky en su evaluación del menchevismo tiene que ver con el hecho de que consideraba a la burguesía liberal “una completa nulidad histórica”. En este análisis, subrayo, no tenía en cuenta las fuerzas sociales “internas” de Rusia que daban lugar a esa burguesía. Llega a escribir que la burguesía liberal rusa no ejercía ninguna influencia cultural sobre la clase obrera (pienso que es difícil entender cuestiones ideológicas con este enfoque). Luego del triunfo de la revolucion, extiende este análisis al conjunto de los países atrasados. De ahí que sostenga que las reformas agrarias, o la liberación nacional (acabar con el colonialismo), solo podría lograrse mediante la toma del poder de la clase obrera, dirigida por partidos revolucionarios, al frente de la nación oprimida. Lógicamente, si la burguesía rusa no era capaz de acceder a la democracia burguesa, ¿qué se podía esperar de Africa, América Latina, Asia? Por supuesto, todos estos análisis generaron un lío terrible para los trotsksitas. No hubo manera de encajar la historia del siglo XX en este esquema».
      Por otra parte, si luchamos por libertades democrático formales, luchamos por una democracia burguesa (Trotsky también tuvo que aclarar esta cuestión). Segundo, por supuesto esta lucha se plantea en enfrentamiento a regímenes dictatoriales, fascistas, etc. Esta lucha no implica renunciar a la independencia política de clase (como también se ocupa de explicarlo Trotsky, tambien Lenin). Tercero, el tema del frente unido, o unidad de acción, con fuerzas burguesas, es táctico, y depende de la situación concreta, de la relación de fuerzas y las necesidades. Por supuesto, nada dice que no se puedan establecer unidades de acción con fuerzas burguesas imperialistas. En la lucha de la República española contra el golpe militar de Franco, de hecho se estableció una unidad de acción (los revolucionarios estaban en el mismo frente militar que los republicanos burgueses). Esto a pesar de que la República no habia liberado a las colonias africanas, por ejemplo. Además, si la República hubiera recibido ayuda militar de Inglaterra o Francia, habría sido de hecho también una unidad de acción ampliada a lo internacional. De la misma manera, ¿era correcto luchar contra la ocupación nazi en Francia, en 1940? Pienso que sí. Pero en ese caso los revolucionarios hubieran estado en unidad de acción con fuerzas burguesas imperialistas. Una posición alternativa hubiera sido «me da lo mismo que continúe la ocupación o no, porque defiendo el socialismo, etc.». No sé si esta sería su postura.

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      rolandoastarita

      04/04/2011 at 09:02

  19. Disculpe la extensión del anterior post. Le agradezco bautizar como ‘artículo’ a un soliloquio polémico imperfecto. Muy puntual. Coincido con que importantes reformas han sido obtenidas sin revolución proletaria. En el medio hubo una guerra mundial y una fuerte recuperación del capitalismo. No creo que ello invalide la médula de la Teoría de la revolución permanente y sus tesis. Sobre la cuestión de los frentes. Hasta ahora yo conocía el Frente único proletario y el Frente único antimperialista. Ahora usted me habla, bajo ciertas circunstancias, de ‘unidad de acción’ con fuerzas imperialistas, entiendo que, democráticas. No se si se refiere a una episódica coincidencia en un mismo campo de batalla o a una subordinación en un Frente militar conducido por la burguesía y por la conquista de la democracia, lo cual representa un programa político. No coincido que esa haya sido la recomendación de Trotski para el caso de España. La línea maestra de Trotski para España era desarrollar la guerra contra el fascismo y a la par la revolución proletaria en el propio campo como única forma de triunfo, lo que resultó confirmado por la negativa y coherente con la orientación de la Revolución permanente. En el caso que nos ocupa. Frente a la hipótesis de que el imperialismo intervenga directamente para implantar la democracia en Libia y tome Irípoli, solo, o con la ayuda de fuerzas locales y el beneplácito de la población que los acoja como libertadores ¿Debemos apoyar esta ‘unidad de acción’ o sinergia y llamar a deponer las armas y cambiarlas por la papeleta electoral? ¿O por el contrario, debemos llamar a profundizar la lucha por una democracia social que nos enfrente con la dirección burguesa del conflicto?
    Respecto de su duda acerca de mi postura acerca de la ocupación nazi. Por supuesto que era correcto luchar y eso lo aprendí de mi padre que efectivamente lo hizo en el ejército partisano. Pero ello no significaba 1) Subordinarse al comando aliado, que, hasta último momento tendió la mano al ocupante para evitar la revolución obrera. 2) Que la intervención del Ejército imperialista ‘democrático’ fuera el mal menor, dado que, la segunda guerra mundial no fue un ‘conflicto de regímenes’ (Democracia y dictadura frente al cual se pudiera elegir) sino, una guerra imperialista donde el enemigo principal está en casa. Donde hasta las últimas instancias se impone el ‘derrotismo por ambos bandos’, donde la obligación del obrero y el campesino en armas es volver el fusil contra la propia burguesía. Donde la orientación debe ser transformar la guerra en revolución proletaria 3) La única ‘unidad de acción’ permisble con las fuerzas imperialistas es la coyuntural unicación en el mismo campo de batalla. Cualquier otra cosa es ‘bloque antifascista’.
    Muchas gracias por su atención. En la izquierda mundial hay un gran lío respecto de los procesos que tenemos bajo análisis, y este modesto intercambio puede ir en el sentido de algún esclarecimiento.

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    AP

    05/04/2011 at 01:47

    • Primero, si se reconoce que hubo avances democráticos o reformistas en los países atrasados, sin el triunfo de la dictadura del proletariado, las tesis de la RP están invalidadas. Las tesis son taxativas al respecto. Trotsky insiste en su libro sobre la RP que ni en Europa habría siquiera democracia sin revolución socialista. Sostiene también que la emancipación nacional (tarea burguesa que implica el autogobierno) de las colonias y semicolonias no puede lograrse más que con la dictadura del proletariado. Estas ideas son las que terminan generando un lío terrible en el movimiento trotskista de la posguerra.
      Segundo, en una lucha en conjunto con otras fuerzas, la subordinación militar a un mando conjunto es inevitable, al menos en tanto no haya capacidad para establecerse de manera independiente. Es lo que explica Trotsky con respecto a España. Otra cosa es la independencia política; tener un programa independiente, explicar pacientemente que la clase trabajadora no fusiona su programa, etc. «Golpear juntos, banderas separadas», vendría a ser la táctica. Plantear que un pequeño grupo de revolucionarios, por ejemplo, desarrolle acciones militares por las suyas, con prescindencia de lo que decide la dirección reconocida por las masas, es absurdo, y solo puede llevar al aventurerismo. Esto se aplica a cualquier acción, no solo a los enfrentamientos armados. En la lucha contra las dictaduras militares argentinas hemos participado en manifestaciones convocadas por fuerzas democráticas reformistas, y los marxistas eramos una minoría. En esas condiciones nos subordinábamos en lo operativo a la dirección que convocaba (por ejemplo, había que respetar el lugar de convocatoria, medidas de seguridad dispuestas, etc.), y a la par podíamos desarrollar propaganda, explicar, etc.
      Tercero, sobre Libia, ya lo he explicado en las notas. Defiendo el derecho de los sublevados a pedir armas, o ayuda militar. Ayer leí un reportaje a un sublevado que pedía armamento pesado para enfrentar a Khadafy. Decía que no tenían manera de resistir con las armas que poseen ahora. Sostengo que esto no transforma a este sublevado en un «agente del imperialismo». Sostengo que es muy fácil negarle el derecho a armarse cuando no se enfrentan las balas.
      Cuarto, sobre la guerra contra el nazismo. En lo que respecta a «subordinarse al comando militar aliado», ya lo he respondido antes en general. Pero de manera más práctica: en los 40 la Cuarta Internacional apenas tenía algunos pocos miles (como mucho) de militantes en Europa, dispersos en los frentes de guerra (incluidos los que estaban enrolados en el ejército americano). Es absurdo pedirles que desarrollaran «una política militar independiente del comando aliado». O yo lo estoy entendiendo mal, o usted (perdóneme la franqueza) ha perdido el sentido de las proporciones.
      Por último, y también referido al tema de la lucha contra los nazis, pienso que este punto merece una discusión precisa. Personalmente nunca me convenció la política que planteó Trotsky frente a la guerra (el llamado «programa militar»). En primer lugar porque me parece utópico, irrealista (en última instancia, postuló el control obrero sobre el Pentágono). En segundo término, porque Trotsky planteó que era una nueva aplicación de la táctica derrotista que había desarrollado Lenin en la Primera Guerra, cuando en realidad era muy distinta; esta identificación conducía a confusión. Por supuesto, si hay «derrotismo por ambos bandos» la cuestión es muy sencilla. Pero ya vimos que, por caso, había que luchar contra la ocupación nazi en Francia y otros países. De la misma manera, le pongo este caso. Los aliados sabían de los campos de concentración, y jamás bombardearon las líneas férreas que conducían a ellos. Supongamos sin embargo que hubieran decidido emprender acciones militares para impedir el envío de gente a los campos. ¿No era lícito ayudar a esas acciones? Otro caso: supongamos que los aliados hubieran podido emprender acciones militares para liberar al gheto de Varsovia. ¿No era lícito colaborar? Yo pienso que sí, pero esto no entra en la táctica del derrotismo. Pienso que Trotsky estaba advirtiendo este problema. Para clarificarme, no sé qué piensa usted de la táctica de Trotsky ante la guerra. ¿Está de acuerdo?

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      rolandoastarita

      05/04/2011 at 09:04

  20. Compañero Rolo. Ante todo, no hay ninguna franqueza que deba ser perdonada. Entablamos un intercambio de opiniones y reivindico que seamos directos. En ello no veo ningún motivo de ofensa. Pero vayamos por partes. En primer lugar, lo que dice el Programa de Transición es que ninguna reforma de importancia puede ser obtenida sin revolución socialista. Esto se reveló falso. La derrota de la revolución y la salida de la crisis posibilitaron una nueva etapa de ascenso del capitalismo (la más fuerte en su historia) y esta, por el terror de la revolución pasada y por la presión de la lucha obrera presente, efectó importantes concesiones. Ello también fue posible por que durante un lapso prolongado la baja composición orgánica devenida de la incineración en masa de capitales en la guerra, posibilitó que los adelantos tecnológicos estimularan la productividad y brindaran márgen para la elevación de los salarios y los seguros sociales sin afectar la tasa de ganancia. Esta posibilidad fue entrevista por Trotski hacia el final de su vida. En un artículo escrito poco antes de ser asesinado, consideró factible una hipótesis alternativa a la declinación histórica de la civilización. Si la Revolución proletaria resultaba derrotada, el capitalismo podía experimentar una recuperación sostenida, hasta el adevenimiento de una ‘Tercera Guerra mundial’ , esta sí devastadora. Pero los Trotskistas no tomaron en cuenta esta posibilidad, sino, hasta mucho después, y aún así permanecieron aferrados al dogma de la declinación o descomposición histórica del capitalismo, por lo que, el programa no fue corregido. Trotski advirtió a sus seguidores que el programa tomaba como base una serie de factores específicos (Aguda crisis económica- inminencia de guerra mundial-disposición revolucionaria en las filas del proletariado- surgimiento del fascismo-colapso de la internacional comunista bajo el peso muerto del estalinismo) pero que si la situación cambiaba, el programa debía ser cambiado. Sus seguidores, encerrados en una ortodoxia estéril, ignoraron esta advertencia y si ‘corriegieron’ lo hicieron mal, oponiéndose a la línea de principios involucrada en el programa. Pero ello, en mi opinión, no invalida la teoría o las tesis de la Revolución permanente que nos hablan de una resolución ‘integra y efectiva’ de las tareas democráticas. Puede argumentarse que este modo de razonar, toma como referencia una abstracción, una idea ‘pura’ que nunca puede ser alcanzada y que, por tanto, es solo una logomaquia. Pero, por solo citar un ejemplo, usted mismo afirmó en este espacio, que hasta donde llega su conocimiento, ninguna revolución burguesa ha resuelto integramente la cuestión agraria. Yo creo que, de modo reformista, la burguesía ha logrado una aproximación substancial del comjunto de las taras democraticas en muchos países, pero con un resultado imperfecto y en ciertos casos, lábil y transitorio. La cuestión de que la ‘Revolución democrática’ pasa por la revolución proletaria, sin resumir todos los planos de aplicación de la Teoría de la revolución permanente, está ligada en gran medida al concepto de que es una ‘revolución democrática’ y cuales son sus alcances, es decir, lo que hemos estado discutiendo a lo largo de este intercambio de ideas. De todos modos, coincido en que el movimiento trotskista, absolutizando el ‘diktat’ del maestro, se negó a ver la realidad y esto conllevó a una enorme confusión.
    En otro plano, por supuesto que la táctica es ‘Golpear juntos y marchar separados’ evitando ‘Marchar juntos y ser golpeados por separado’. Pero en el caso de la lucha contra la dictadura procesista no veo que hubieran posibilidades de subordinación militar a las fuerzas democráticas con influencia de masas, por que estas no estaban comprometidas en ningúna forma de acción militar contra la dictadura. En todo caso, podríamos decir que quienes emprendieron acciones armadas contra la dictadura pudieron ser unos aventureros. Pero esa es otra discusión que habría que precisar. Donde sí se verificó una subordinación militar a una dirección que ‘influenciaba a las masas’ por medio del terrorismo de estado, las despariciones y torturas, fue en el caso de la Guerra de Malvinas, donde el grueso del trotskismo vernáculo se ofreció a prestar apoyo bajo su mando, con el telón de fondo de consignas etapistas como ‘Primero Tatcher-después Galtieri’ que le cubrían el flanco izquierdo a la dictadura. En tercer lugar, nadie niega el derecho de los sublevados libios a armarse o a pedir armas. Pero parece ser que estas no llegan, en parte por el bloqueo impuesto por la ONU. Parece ser que la Otan quiere mantener el monopolio de las armas para llevar la democracia a Libia y los propios dirigentes rebeldes se acaban de quejar, por que ni siquiera esto está haciendo bien, dado que deja desangrar a los libios en Misrata. Lo mismo hacían los aliados respecto de las fuerzas partisanas. No creo que su observación implique crítica a mis posiciones. Por supuesto, es fácil negar el derecho a armarse cuando no se enfrentan las balas. Pero, aunque un tanto más digno, también es fácil decirles que lo hagan cuando no se enfrentan las balas y lo único que proporcionamos es una solidaridad moral. Otro aspecto. lo único que usted ha dicho es que en la Segunda guerra mundial, todo aquel que no se subordinara al comando aliado era un aventurero. Ergo, caundo este presidió el desarme, había que seguir subordinado. Estoy en contra de ello y de la concepción que lo anima. No tengo noción exácta de cuantos trotskistas había dispersos en los frentes de guerra. No sabía que hubiera disueltos en el ejército americano. Sí sabía que los había en la flota mercante. Los mismos que introdujeron clandestinamente la ‘Carta a la juventud’ de Trotski en la URSS. Muchos fueron muertos por los servicios estalinistas en Odessa. Cientos había en Grecia, bajo las ordenes de Peliopolius, y enfrentaron armas en mano a las tropas británicas de Alexander y a los agentes del estalinismo.¿subordinación al mando aliado? No me parece muy apropiado. Por último. La política de Trotski hacia la guerra está codificada en documentos como ‘La guerra y la internacional’ y sobre todo el manifiesto de emergencia de la Cuarta frente a la guerra imperialista. La línea que emerge es el derrotismo revolucionario y la defensa militar de la Urss y la lucha emancipatoria de las colonias. En la letra es irreprochable. Pero en su traducción a la táctica fué un desastre, fué La política militar proletaria (PMP) y en esto Trotski tuvo una gran responsabilidad política que sembró confusión en las filas de la Cuarta Internacional. Por su intermedio, Trotski sugirió que era factible proponer o ejercitar el ‘control obrero'(sic) sobre el ejército americano sin que se hubiera dado una revolución proletaria triunfante en EEUU. Este impulso revisionista fué tomado de parabienes por parte de la sección británica que se encolumnó tras de ‘su propio ejército’. También la sección francesa se dividió y su bien muchos compañeros dieron muestras de heroismo y ejemplo de internacionalismo proletario llamando al derrotismo entre las fuerzas alemanas, por lo que fueron aniquilados por la Gestapo, otros recayeron en la defensa de la República, bajo el influjo de la Teoría de la revolución ‘democrática’ que sacrificaba el programa derrotista a la defensa incondicional de la democracia impulsada por los aliados. La PMP fué criticada inicialmente por Schatman que defeccionó luego de la Cuarta y más tarde su crítica fue retomada por algunas fuerzas trotskistas, en el seno del SWP, que luego dieron orígen a la Spartacist league. También algunas otras corrientes pequeñas dentro del movimiento trotskista coinciden con esta crítica, lo que, por supuesto no las exime de otros errores garrafales. En efecto, Trotski deformó la estrategia del derrotismo revolucionario de Lenin. La ocupación nazi no justificaba cambio en esta estrategia. Los ejemplos que usted pone no la afectan. Si los aliados hubieran hecho lo que no hicieron, esto no justificaba apoyo ni subordinación política o militar, solo ‘aprovechamiento’ para fines revolucionarios. Del mismo modo que hoy, el bombardeo aliado solo es un hecho que debe ser aprovechado por que, circunstancialmente y por su propio interés, favorece la supervivencia de la insurrección. No puedo extenderme aquí sobre la cuestión de los levantamientos del guetto. El primero fue dejado desangrar por los soviéticos, que nada hicieron por impedir la carnicería ejecutada por la Wermatch. El guetto contaba con ingentes comunistas polacos y Stalin venía de entregar al partido comunista poláco entero y miles de judios a los alemanes en el marco de los protocolos secretos del pacto Molotov Ribentropp. Los aliados también lo dejaron desangrar, como siempre han hecho con todo aquello que huela a insurrección proletaria.
    Discúlpeme la extensión. No quiero hartar a usted o los lectores de este blog. Esperando su respuesta, creo que es momento de darle un descanso a la discusión y retomar en otro momento o por otros medios. También hay que esperar que se desarrollen los acontecimientos. Gracias.

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    AP

    06/04/2011 at 01:34

    • De nuevo, vuelvo a pedirle un poco de síntesis. Brevemente: sobre la teoría de la RP, si Trotsky hubiera escrito: «el cumplimiento de un programa democrático ‘hasta sus últimas consecuencias’ (del tipo Lenin 1905, que incluía abolición de la propiedad privada de la tierra, milicias y guerra revolucionaria internacional) solo puede cumplirse bajo un régimen proletario revolucionario, en alianza con los cmpesinos», no habría habido nada que objetar Sería la síntesis crítica a la fórmula leninista de «dictadura democrática de obreros y campesinos» de 1905. Hubiera sido un aporte, aunque bastante limitado (no hubo revolución burguesa en la historia que haya hecho eso). El problema es que Trotsky en las tesis de la RP dice más que eso. Y de ahí viene un lío terrible.
      Segundo, he mostrado en notas que subyace un análisis económico equivocado en Trotsky, que tiene que ver con cuestiones teóricas. Ejemplo, su explicación (basada en la idea de monopolio) de por qué las fuerzas productivas están estancadas lo llevaba a una visión de estancamiento permanente, que sería muy difícil de superar para sus seguidores.
      Tercero, cuando hablé de unidades de acción contra dictaduras en las que nos subordinábamos «en lo operacional» tenía presente manifestaciones y luchas contra la dictadura 1966-73. Hubo muchos de esos casos. Por otra parte, el subordinarse o no depende de relaciones de fuerza. Sostengo que los pequeños grupos trotskistas (o cualquier otro grupo revolucionario) no tenía espacio para no subordinarse al mando aliado (otra cuestión era la posibilidad de desplegar alguna propaganda, en condiciones de extrema clandestinidad). ¿Qué podía hacer algunos cientos de trotskistas en Francia, sin ninguna influencia en el movimiento de masas? ¿O en los ejércitos aliados? ¿Negarse a entregar las armas? Esto equivale a llamar al armarse contra el Estado. Pero este tipo de llamados no se pueden hacer en el aire.
      Cuarto, pienso que la politica de Trotsky ante la Segunda Guerra tiene poco que ver con el derrotismo, a pesar de que el el Prog de Trans formalmente la reivindica. La idea que preside su política es «hagamos la guerra contra Hitler no a la manera de Petain, sino de los obreros». Esto no tiene punto que ver con el derrotismo. Agrego: la política utópica (control obrero sobre el Pentágono) se combina con utopismo reformista. Plantear como consigna (en el Prog. de Trans) la demanda de un referendum sobre la declaración de la guerra solo podía (en las condiciones imperantes en EEUU) reforzar el poder del Estado para ir adelante con la guerra.

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      rolandoastarita

      06/04/2011 at 09:05

  21. Compañero Rolo. Quería tomar un descanso, pero la discusión es apasionante. Por su respuesta infiero que, al igual que yo, usted no coincide con la táctica política de Trotski para la Segunda Guerra mundial. Las razones esgrimidas pueden tener importantes elementos de contacto. Pero su punto de vista es dubitativo, lo que revela un aspecto teórico insuficientemente trabajado o una convicción irrevelada. Esta ‘duda razonable’ es la que lo lleva a afirmar en su anteúltimo post, que la identificación falsa entre la política de Trotski y el derrotismo de Lenin, aportó enorme confusión, pero que, la cuestión de la ocupación nazi, en cierto sentido, cambió las cosas, complicando un derrotismo revolucionario ‘fácil’. Con ello, sumado a los ejemplos que pone a continuación, se pueden derivar dos conclusiones básicas 1) Que la política que Trotski ‘contrabandeada’ bajo el rótulo de derrotismo era equivocada.2) Que la política genuina del derrotismo era inadecuada. Por consiguiente se abre la posibilidad de una tercera posición, híbrida, o radicalmente diferente y superadora. Este problema se derivaría del carácter ‘mixto’ de la guerra que involucraba tanto una guerra interimperialista (reaccionaria) como una de liberación nacional (progresiva). Este fue el enfoque que N. Moreno en sus escritos tardíos advirtió, para inclinarse,con dudas, pero con entusiasmo, hacia la primacía de la última sobre la primera y hundirse en el terreno cenagoso de la ‘guerra de regímenes’ como leiv motiv de la contienda mundial, sello teórico que venía arrastrando en toda su elaboración y termina siendo la impronta característica de su concepción terminal. Usted parece abrigar dudas sobre el carácter de la Segunda Guerra mundial, entendida como guerra interimperialista combinada con una guerra defensiva de la Urss. Yo, por el contrario, no dudo de esa caracterización ‘ortodoxa’ y considero que era perfectamente posible enfrentar al fascismo o nazismo desde una postura proletaria que no entrara en el juego de la defensa de la patria y la democracia capitalista. En su momento, he discutido contra posiciones de corrientes comunistas de izquierda que, si bien señalaban correctamente los defectos de la política troiskista (sin mencionar los aciertos heróicos de muchos de sus militantes) y se posicionaron firmemente en los hechos, como lo demuestra el testimonio histórico de su trabajo, por el derrotismo revolucionario, mantuvieron una actitud sectaria hacia la resistencia predominantemente comunista, por considerarla una pura correa de transmisión del imperialismo aliado y del soviético (capitalismo de estado imperialista). No puedo desarrollar aquí todo el problema, solamente le indico cual es mi postura básica sobre el mismo.
    No me termina de quedar claro cual es la suya. La segunda guerra, ¿era una guerra interimperialista o una ‘guerra de regímenes’?, ¿Era una guerra de ‘liberación nacional’ contra el nazismo como peligro contra la civilización humana.? Por último. Si Trotski estaba equivocado, pero había que combatir al fascismo, ¿Había que hacerlo a la manera de Petain? Si no es así ¿A la manera de quien?. O tal vez solo hubiera espacio para la propaganda, por que la revolución proletaria no estaba en la agenda histórica. No considero que este esquema sea trasplantable al caso Libio. Libia no es un país imperialista. He tenido ocasión de discutir esto con otros compañeros. Tampoco está detrás de sí el ‘Imperialismo bolivariano’.Es un país formalmente independiente (o sea-económicamente dependiente-) con fuertes lazos de interpenetración comercial y financiera con el imperialismo. En este país se ha suscitado una guerra civil entre campos burgueses, pero, en uno de los cuales anida una insurrección aún inconclusa contra la tiranía y las políticas liberales antiproletarias promovidas por la expansión mundializadora del capitalismo. En este caso, la intervención puntual del imperialismo no cambia el carácter de la contienda. Por el momento, no se justifica el derrotismo por ambos bandos, puesto que estos no son igualmente reaccionarios, a menos que en un futuro indeterminado se demuestre que en el bando rebelde la insurrección popular ha quedado reducida a una mera punta de lanza de una acción neocolonialista y la estructuración de una democracia vasalla apuntalada en las armas de la Otan. De todos modos, sigue pendiente mi pregunta. Si los rebeldes han recibido los bombardeos como una bendición del cielo (literalmente), y si en el marco de su deficiencia militar independiente (promovida por los imperialistas) no pueden enfrentar solos la contraofensiva de Gadaffi, ¿Deben promover esta tan particular ‘unidad de acción’ a la toma de Trípoli por los ejércitos imperiales? ¿Deben exigir luego que les entregue el poder libre de pelo y paja en razón de los principios democráticos que animan este ‘frente unido’? ¿estarán en condiciones de imponerse a los imperialistas cuando ni siquiera pudieron con el tirano? Es un problema muy complejo. Mi teoría es que el juego imperialista no puede resumirse en que ‘apoyan al bando rebelde’.Como dijo un alto mando militar estadounidense: Si los tres trillones anuales que gastamos en defensa no nos permiten aniquilar en un acto a la fuerza aérea libia; va siendo hora de que pensemos seriamente en devolver el dinero a los contribuyentes’.
    Gracias por la atención.

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    AP

    07/04/2011 at 01:22

    • Pienso que es equivocado discutir sobre tácticas si no se disponen de todos los elementos para en análisis de la relación de fuerzas y situación política. Sobre Libia lo que afirmé es que el pedido de armas o de defensa frente a los bombardeos no transforma a los sublevados en agentes del colonialismo, ni cambia el carácter de la sublevación. Esto frente a la izquierda que está abogando por un triunfo de Khadafy. Algo similar se aplica a qué política pudo haber adoptado un grupo marxista en la Segunda Guerra. Un grupo pequeño, sin inserción, no tenía manera de realizar la guerra «a la manera revolucionaria» (por ejemplo, llamando a la formación de soviets, al armamento de la clase obrera, etc.). Ni siquiera puede hacerlo muchas veces un partido con relativa influencia, porque también depende de circunstancias que son objetivas. Acerca del carácter de la guerra, estoy convencido de que fue una guerra interimperialista, pero también estoy convencido de que esto no agota el problema. Hace años, estudiando el asunto, había llegado a la conclusión de que la política de la Cuarta (o sea, de Trotsky) no era el derrotismo y que la consigna «hagamos la guerra contra Hitler a la manera de los proletarios» encerraba la idea de que en última instancia, había un «mal menor», la victoria de EEUU y sus aliados sobre Alemania. Frente a esto, la posición derrotista parte de la idea de que «los dos bandos son iguales, ya que ambos son imperialistas». Esto es, da igual que gane Roosevelt que Hitler. Durante un tiempo defendí este argumento, hasta que un amigo (parte de cuya familia murió en el gheto de Varsovia), me planteó el siguiente problema: «Supongamos que los aliados hubieran podidio armar una operación para liberar al gheto, pero que necesariamente implicaba la derrota de las tropas alemanas que lo custodiaban. ¿Los marxistas debían plantear a los soldados aliados que el mal menor es la derrota del ejército aliado en esa operación?». Confieso que esa pregunta me desarmó; mi posición hubiera sido favorecer en todo lo posible el triunfo aliado (por supuesto, siempre se puede decir que había otra alternativa, teórica, a saber, que los soldados alemanes se rebelaran junto a los soldados aliados, que todos confraternizaran y liberaran al gheto, metiendo presos a los mandos militares, etc., etc.). Pero dadas las relaciones de fuerzas concretas, ¿era válido el derrotismo?
      Pienso que hay cuestiones que deben, por lo menos, debatirse. Y aquí no valen las abstracciones. No tengo la respuesta a todos los problemas, ni pretendo tenerla. Pero pienso que es hora de tomar al marxismo como una guía para pensar la realidad, no como un dogma.

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      rolandoastarita

      07/04/2011 at 09:44

    • Disculpá Rolando pero la verdad es que no entiendo el problema:

      “Supongamos que los aliados hubieran podidio armar una operación para liberar al gheto, pero que necesariamente implicaba la derrota de las tropas alemanas que lo custodiaban. ¿Los marxistas debían plantear a los soldados aliados que el mal menor es la derrota del ejército aliado en esa operación?”.

      No me refiero al contenido en debate sino a que no entiendo la frase.

      Gracias de antemano y saludos.

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      Gerardo

      07/04/2011 at 23:17

    • El caso hipotético busca poner a prueba la política (defendida por Lenin en la Primera Guerra) del derrotismo. Esta política significa que en cada ejército los soldados apuestan a la derrota; consideran que la derrota de su propio ejército es el mal menor. De ahí el ejemplo.

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      rolandoastarita

      08/04/2011 at 08:28

    • «Pero su punto de vista es dubitativo, lo que revela un aspecto teórico insuficientemente trabajado o una convicción irrevelada».

      La Duda es la madre de la Ciencia. Machado por boca de su alter ego Juan de Mairena llamaba a preguntar y mantener la duda metódica y la curiosidad natural siempre abiertas.

      Yo desconfío automáticamente de los que tienen ideas demasiado claras y nunca dicen «no sé», «quizá», «puede ser», «ya veremos»… Lamentablemente algunos elementos en el campo marxista histórico derivaron a posiciones doctrinarias en las que la palabra «ciencia» se convertía en un pretexto para el doctrinarismo y el fanatismo. Su expresión favorita era «verdad científica» y su epítome seguramente fue ese friki soviético que mató a tanta gente por mera estupidez llegada demasiado alto: Lysenko.

      Yo automáticamente pienso que la gente que muestra tal exceso de «convicción» y carencia de dudas pertenece más al púlpito que al comunismo. Esto no es «rocket science» (ingeniería espacial – arquetipo de las ciencias exactas, al menos en inglés), esto es antropo-sociología, economía y sobre todo política.

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      Maju

      07/04/2011 at 09:58

  22. Compañero Rolo. Usted me ha preguntado que pensaba sobre la táctica de Trotski para la guerra mundial y yo se lo he contestado. No significa que esto sea la verdad absoluta. jamás creí que usted tuviera respuesta para todas las preguntas, ni siquiera lo supuse remotamente y ese criterio, ante todo, me lo aplico a mi mismo. Pero esto es un intercambio polémico y hay derecho a preguntar para no desarrollar debates en falso. La fórmula del ‘derrotismo revolucionario’ no agota todo el debate. Bien. Pero el derrotismo revolucionario no debe entenderse como como una orientación estrátegica válida en si misma, sino, por conexión con la transformación de la guerra interimperialista en guerra civil contra la burguesía. Así como ya he afirmado, siguiendo a Lenin y a Trotski, que hay guerras progresistas en que no se aplica (manteniendo en ellas objetivo de la revolución proletaria) hay situaciones concretas, aún en el marco de una guerra interimperialista, en que puede verse mediatizado. Ejemplo simple: Es dificil confraternizar de modo revolucionario con quien te arroja una bomba desde un avión a 1000 metros de altura. Trotski hizo referencias extensas a ello, ante preguntas de la comisión Dewey. Por ejemplo, dependiendo de la ubicación de la burguesía nacional o por la existencia de un estado obrero interviniente en la contienda (lo que, por supuesto, según sus propias palabras en 1937, no implica alianza o apoyo a las fuerzas beligerantes imperialistas aliadas) Trotski, en sus escritos fundamentales, caracterizó a la guerra como imperialista, pero no descartó que en ella hubiera fuerzas progresistas, como las luchas de emancipación de las colonias o la pelea del Estado obrero soviético por sobrevivir. Pero, tanto los fundamentos del ‘derrotismo revolucionario’, como las orientaciones tácticas legadas a la Cuarta Internacional sufrieron de vacilaciones y ambiguedades teóricas. De haber sobrevivido al curso de la guerra, es muy probable que hubiera rectificado. En otro plano, usted me pone ante una situación hipotética respecto del levantamiento del Ghetto. Yo lo coloco frente a la situación concreta de Italia en el período 1943-45, una insurrección obrera con sede en el triángulo industrial del Véneto-Piamonte, que se extiende por eleadas al resto del país y suscita la rebelión en las principales ciudades. En ella no hay solo un puñado de trotskistas, sino, existe el P.CInternazionalista con un centenar de militantes y un extenso trabajo clandestino de influencia en las principales fábricas. En paralelo hay una formación miliciana irregular voluntaria conformada por militantes comunistas, subordinada por medio de los Comités de liberación antifascista a los aliados y a la burguesía fascista pasada de campo a última hora. Esta formación, en su apogéo llegó a los 100.000 combatientes. Que debían hacer los marxistas? Apoyar a los aliados y a los ex fascistas transvestidos a democráticos? A los mismos que bombardeaban las ciudades insurrectas y no a los nazis reagrupados en el norte? O debían pelear simultáneamente en dos frentes, por la derrota de los aliados y sus agentes burgueses y por la defensa de la insurrección contra los nazis? Debían disolverse en las formaciones partisanas o llamar a que estas rompan con su dirección y se conviertan en milicias aliadas a los comités de fábrica y luchen por la revolución social?
    Con esto no quiero decirle que yo tengo el problema atado y bien atado. Pero si tengo conclusiones firmes.
    Sobre su hipótesis del Guetto. Yo hubiera luchado del lado de los insurrectos contra los nazis. Como alguna vez dijo Paul Mattick: Es una lucha imprescindible de los proletarios por sobrevivir. De haber existido una incursión aliada para favorecer la liberación, luego de su inmediata consumación la habría recibido con desconfianza y de existir condiciones, habría proseguido la lucha contra ella.
    Finalmente, una observación para la compañera Maju que no requiere de un escrito aparte. Confirmar una duda, no significa un acto de censura como usted quiere hacerlo aparecer mediante una cita sacada de contexto. Ello no significa considerarse dueño de la verdad. Soy partidario de la duda sistemática, pero me opongo a la incertidumbre perpetua o a no tomar una posición definida por la hipótesis de que en ella anide el error. Hay pocas cosas de las que no dudo, salvo que soy proletario, comunista, apátrida y ateo. No reconozco dios ni maestro. No puedo opinar con inteligencia acerca de sus experiencias psicológicas que ‘automáticamente’ la llevan a la desconfianza. Creo que, en este caso, es equivocada y lo lamento.
    De todos modos, gracias.

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    AP

    09/04/2011 at 03:53

  23. esto está bien clarito, Siempre y cuando haya petrolio en un país hay peligro de una invasión militar, ahora tenemos a, afganistan como corredor de oleoductos, y como pretexto, para seguir con Irak, Libia, yemen entre otros, Yo me pregunto, quién sigue? Ojalá no sea lo que Yo pienso, pero me imagino que sigue irán, pero está bien durito, tiene mucho armamento pero no se puede dudar. Ay petrolio y mucho interés, ojalá Rusia y china no los dejen, necesitamos a alguien como Rusia y china, para que nos defiendan de estos imperios, ellos crean a los terroristas y los combaten de mentiras, esto para hacer creer a la humanidad que ellos son los policías del mundo. Ojalá nunca invadan a nuestros hermanos venezolanos, por su petrolio, Dios nos guardé, por que invadir Venezuela es invadir América latina. Y de corazón digo, duele. Por que no invaden a corea del norte? muy claro, no hay petrolio ni dinero y está china a la pura par, que clase de mentiras y estrategias, en los momentos de la famosa lucha contra el terrorismo, Uribe se hizo bien aleado de Bush e incluyeron a las farc como una red terrorista, esto para acusar a Chávez de que apoyaba a las farc, Colombia tiene la doctrina de eeuu, esto para encontrar pretexto para poder invadir a Venezuela instalando bases militares en su territorio. Ojalá NUNCA se les ocurra a los gringos invadir a está nación hermana de todos los latinos americanos. Primero por su preciado petrolio que tanto lo quieren los gringos, y Colombia que se apunta a las maniobras de este imperio que poco a poco cae y ojalá caiga para Siempre. Yo no soy partidario de Hugo Chávez, ni de los gringos que tanto agreden a la humanidad, matan y siguen matando y justificando sur malditas maniobras, Dios nos guardé de estos imperios que tanto saquean al mundo. Francia y eeuu e Inglaterra ya se repartieron las riquezas de Libia y ya dieron sus petrolio a empresas francesas, da rabia que viendo noticias reales en plena querrá y gadafi que todavía no caía, reunión en Francia para repartirse de todo el botín Libio. Uuufff malditos imperios pronto pagaran todo lo que hacen al mundo.

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    Melvin Cárcamo

    07/07/2012 at 21:30

  24. Rolando
    estoy desarrollando una investigación sobre el islamismo y el sufismo, y en ese contexto me preguntaba si
    me puede recomendar algún texto de economía sobre los países de medio oriente y/o árabes.

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    Manuel

    17/08/2014 at 20:02


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