Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Enfoques alternativos sobre Libia (y la revolución árabe)

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En las últimas semanas han circulado numerosas notas, artículos y declaraciones del campo de la izquierda, con interpretaciones de los levantamientos en Túnez, Egipto y más recientemente en Libia. A grosso modo, de la lectura de esos trabajos -muchos se pueden leer en sitios de Internet dedicados al pensamiento crítico, pero también de los partidos de izquierda- es posible distinguir dos líneas de interpretación principales. Por un lado, la que sostiene que en el mundo árabe se está desarrollando una revolución de contenido obrero y popular, que está en tren de barrer a los regímenes dictatoriales y pro-imperialistas, y podría profundizarse en un sentido socialista. Esta visión -que defienden algunos grupos trotskistas- exalta no solo los logros democráticos, sino también el “poder de las masas sublevadas” y el “avance hacia su autoorganización”, que no podrían controlar los poderes establecidos. El criterio de esta interpretación pasa por el eje “confrontación entre todas las clases dominantes, por un lado, y las masas trabajadoras y oprimidas por el otro”. La segunda corriente, mucho más extendida, interpreta el conflicto en términos del “imperialismo (y sus agentes, insertos en los países árabes) enfrentando a las naciones oprimidas, y sus gobiernos”. Dado que en “Reflexiones sobre la revolución en Egipto” me centré en el primer tipo de enfoques, en esta nota presento los argumentos por los cuales tampoco acuerdo con la segunda línea. Paralelamente ofrezco mi interpretación (que de todas maneras ya había adelantado en la nota sobre Egipto).

Antes de entrar en el asunto, señalo que estas diferencias suscitan enfrentamientos enconados en la izquierda. Es que las cuestiones que se debaten están lejos de ser neutras, o “académicas”. Por caso, si Kadhafy manda disparar contra los manifestantes, unos pueden “mirar para otro lado” porque en el fondo están convencidos de que es “un mal necesario para frenar al imperialismo”; y otros denunciarán que “estamos ante el asesinato del pueblo por el dictador”. Es imposible que ante diferencias tan abismales no se exacerben los ánimos, y suban de tono los calificativos. Por eso son frecuentes acusaciones del tipo “usted objetivamente está con el enemigo”, y que el debate termine bloqueado. El problema de fondo es que estamos ante diferencias ideológicas, que se ponen al rojo vivo en una coyuntura de alta tensión de la lucha de clases . Por eso, no se trata de que haya compañeros “traidores”, o que deseen el triunfo “del enemigo”. En estas coyunturas afloran las convicciones profundas, y éstas no cambian de la noche a la mañana. Frente a esto, solo me cabe apelar a que cada cual tenga la máxima honestidad intelectual posible; y ofrecer mis propios argumentos.

La interpretación “nacional”

La interpretación de las rebeliones árabes en clave “nacional”, o de “imperialismo/naciones oprimidas”, ha sido planteada, de manera muy sintética, por Chávez, Castro y Ortega, y desarrollada, con matices y rectificaciones parciales, por muchos compañeros. Chávez y Castro plantearon la línea fundamental: en Libia está en juego la defensa nacional frente a un ataque encubierto del imperialismo. Y esta directriz interpretativa se extiende al resto de los procesos árabes.

En este marco, el análisis pasa entonces por determinar si los dictadores o regímenes derribados, o que están siendo cuestionados, son “agentes” o “personeros” del imperialismo, o por el contrario, tienen algún rasgo de “anti-imperialismo” (por débil y vacilante que sea). La cuestión de las libertades democráticas, en esta óptica, juega un rol muy secundario, como contenido del enfrentamiento (aunque no en la superficie). Así, por ejemplo, la caída de los gobiernos en Túnez y Egipto, en principio, no ofrece problemas para muchos partidarios de la interpretación “nacional”. Es que en estos países, sostienen, habrían caído “personeros del imperialismo”, con la consecuencia de que EEUU y Europa disminuyen su presencia en la zona. Sin embargo, continúa el argumento “nacional”, el enfrentamiento en Libia sí es problemático. Es que a pesar de que en los últimos años Kadhafy se había abierto a los negocios con los capitales y gobiernos de EEUU y Europa, no es tan sencillo catalogarlo como un “personero” de Washington. Después de todo, es un amigo de la revolución venezolana, y es defendido por Fidel y Ortega. Y tradicionalmente estuvo enfrentado -durante muchos años- o semi distante -en el pasado más reciente- de las potencias occidentales.

Por lo tanto, si bien la falta de democracia pudo haber alimentado la rebelión en Libia (a partir de Túnez y Egipto), el problema central en este país, sostiene el argumento «nacional» es que EEUU está operando para quedarse con todo. La gente pobre y los trabajadores que están luchando contra Kadhafy, y apoyan a la rebelde Coalición Nacional Libia, si bien tienen legítimas aspiraciones a la democracia, están siendo manipulados por los agentes infiltrados del imperialismo. La democracia es la forma bajo la cual se avanzan los intereses del imperialismo, y sus agentes. El contenido, definido por el propósito oculto, es el intento del imperialismo de apoderarse de las riquezas de Libia. Los trabajadores y los pobres son instrumentados por líderes que quieren imponer un gobierno títere de EEUU y Europa. Este es el núcleo del discurso “nacional centrado” en relación al Libia.

Dentro de este esquema general, hay por supuesto matices. Por ejemplo, algunos no derivan de lo anterior la necesidad de apoyar “mecánicamente” a Kadhafy. Así, en Argentina, muchos intelectuales de izquierda (incluso marxistas) se cuidan de llegar a estos extremos, que los pondría en una posición algo incómoda (en Venezuela o Cuba sería más sencillo). Sin embargo, se abstienen de cuestionar el apoyo de Castro y Chávez a Kadhafy. O de decir que están a favor de que triunfe la rebelión. “Khadafy es un sangriento dictador, pero… “. Paralelamente, ponen el acento en que EEUU está preparando una intervención a Libia, para quedarse con el país. Y sostienen que “el plan imperialista” es dividir a Libia, separando la zona del Este, dominada por los rebeldes, para implantar un gobierno favorable a los intereses de las compañías petroleras. Así se adelantan argumentos para justificar un ataque en toda regla -de indudable contenido “anti-imperialista”- contra Benghazi y otras ciudades sublevadas. No faltó incluso quien comparara (una analista internacional en la TV estatal) la situación en el Este de Libia con la de Santa Cruz en Bolivia. “Son dos zonas en las cuales los agentes del imperialismo y la derecha quieren hacerse fuertes”, sostuvo.

Por este motivo tampoco en el discurso “nacional” se dice palabra sobre el empleo por parte de Khadafy de mercenarios para atacar a su pueblo. Sin embargo, si los rebeldes solicitan cualquier tipo de apoyo, son tachados de “títeres del imperialismo”. En términos del esquema “nacional”, es lógico: un mercenario de Malí, que asesina libios sublevados, realiza una acción “objetivamente” anti-imperialista. Pero un país europeo que haga llegar un cargamento de municiones a los sublevados, realiza una intolerable intromisión en la dignidad nacional de Libia. Y los que acepten las armas serán “agentes de la CIA”, aunque sea la única forma que tengan de defenderse de los ataques armados de sus enemigos. En definitiva, el régimen de Khadafy debería tener, en los hechos, vía libre para ahogar en sangre a esta rebelión “infiltrada por el enemigo”. “Lo sentimos mucho por los pobres libios que han sido engañados”, viene a decir el argumento. “Pero la lucha contra el imperio es un objetivo superior, frente al cual algunos miles de muertos carecen de significación histórica”.

Anoto que estos razonamientos ya los hemos visto en otras ocasiones. Por ejemplo, un sector de la izquierda consideraba que no había que alinearse, o al menos mantenerse neutral, en la ex Yugoslavia, frente al dictador Milosevic, aunque éste llegara al genocidio de pueblos, “porque detrás de esos pueblos que ataca Milosevic están las manos del imperialismo”. Naturalmente, los que cuestionamos este enfoque, también somos “agentes objetivos del imperio”.

Un punto de vista alternativo

El enfoque alternativo que propongo parte de un análisis general de la evolución del capitalismo, que he presentado en varios lugares (Valor, mercado mundial y globalización; Economía política de la dependencia y el subdesarrollo). Las ideas centrales son que en las últimas décadas hemos asistido a la mundialización (y profundización) de las relaciones de producción capitalistas, y que a raíz de este proceso, domina la contradicción entre el capital y el trabajo, y no la contradicción “nación explotadora/ nación explotada”, como suponen las tesis tradicionales del nacionalismo de izquierda. Esto significa que lo que prevalece en la actualidad son países con diferentes grados de desarrollo capitalista, en los que han surgido clases capitalistas con poder propio, que no están sometidas a relaciones de explotación colonial, o neo-colonial. Por esto mismo sus gobiernos no son meros “títeres” del imperialismo, aunque negocien con el FMI y Washington. Por esto también, el objetivo de las potencias no es establecer hoy ocupaciones coloniales, que por otra parte son prácticamente imposibles de sustentar. Naturalmente, en la medida en que existen diferencias de poder económico entre los capitales y los Estados que defienden esos capitales, habrá presiones políticas, diplomáticas, y de todo tipo para hacer prevalecer sus respectivos intereses. Pero se trata de relaciones complejas, mediadas por múltiples influencias, propias de países dependientes en lo económico, pero políticamente soberanos (soberanía formal, pero importante).

Ya hemos explicado, con respecto a Egipto, que en los últimos años, al calor de la entrada de capitales no provenientes de EEUU y Europa, se desarrollaron sectores burgueses con capacidad de maniobra relativa. Es un ejemplo (y hay muchos en el tercer mundo) de que no se pueden interpretar los cambios que están ocurriendo con la matriz “títere del imperialismo” reemplazado por “gobierno anti-imperialista” o “nuevo títere”, etc. Ni tampoco con la idea de que los “agentes de la CIA” son los que tienen la capacidad para imponer sus gobiernos, a voluntad, (y para colmo, en medio de levantamientos generalizados como el que está ocurriendo en Libia). Es un error pensar que los que están hoy al frente del gobierno en Benghazi, en el Este de Libia, solo pueden ser “personeros” de las empresas extranjeras, ya que no tienen capacidad alguna de maniobra. ¿De dónde se sacan estas cosas?

Por supuesto, si se producen cambios, y hay convulsiones, las potencias tratan de meter las narices, para preservar sus intereses y los negocios de sus empresas. Pero esto no significa que las potencias tengan capacidad para “expropiar” a voluntad estos procesos. Seguramente intentarán posicionarse de la mejor manera para renegociar. Los capitales extranjeros, y sus gobiernos, negocian con quien sea necesario para establecer las mejores condiciones para la explotación del trabajo, y es en función de esto que actúan. En este respecto, también aceptaron a Kadafi, cuando éste viró hacia una postura más amigable con los capitales extranjeros. El último informe del FMI elogiaba el crecimiento de Libia (más del 10% en 2010) y “los esfuerzos de liberalización y privatización” del gobierno. ¿Era por esto Khadafy un “títere” de los imperialistas? No, no lo era, simplemente actúa como cualquier capitalista de un país dependiente y atrasado, y toma medidas que considera favorables para los intereses de su fracción. En una nota de este blog mostré cómo la política de Evo Morales es aprobada por el FMI, y no por ello debemos concluir que ahora Evo es un “títere” del imperialismo (en última instancia, la interpretación “nacional” anda a los bandazos: los “revolucionarios socialistas” de buenas a primeras pasan a “títeres”, y viceversa, sin ton ni son). Dentro de estos marcos, por supuesto, habrá diferencias en estrategia y políticas de desarrollo, etc. Pero estas cuestiones no pueden interpretarse en clave “nacional”, porque lleva a incoherencias.

¿Cómo se aplica todo esto al análisis de las rebeliones en el mundo árabe, y en Libia en particular? La respuesta es que el peso del análisis cambia, ya que el foco no debe ponerse en las políticas de las potencias (que andarían poniendo y sacando “títeres”, contra la voluntad de los pueblos y en especial de sus clases dominantes), sino en las relaciones internas, en las fuerzas sociales propias, de cada país; y sus conexiones con el mundo árabe. Y para esto es necesario un análisis materialista, que supere las interpretaciones subjetivas y conspirativas (del tipo “el problema son los agentes infiltrados”).

La interpretación liberal burguesa más común de lo que está sucediendo en el mundo árabe viene a decir que los levantamientos y las revoluciones están impulsadas por la idea de libertad, que ya anduvo por el Este de Europa en 1989, y ahora llegó al norte de África, y zonas del Golfo. Por supuesto, hay un sentimiento de libertad, pero el mismo tiene bases sociales. Hay fuerzas pro capitalistas -sectores de las burguesías comerciales, la pequeña burguesía, incluso del gran capital nativo- que demandan la libertad de mercado, pero también injerencia en los asuntos públicos. También luchas entre fracciones de las clases dominantes por la apropiación de la renta, que no están “dictadas” por las potencias extranjeras. A esto se suma el descontento de los sectores populares empobrecidos. En Libia, una de cada cuatro familias viven sin ingresos regulares, y el desempleo es muy generalizado, como han señalado diversos especialistas. Por supuesto, es necesario realizar análisis concretos, pero lo que estoy pidiendo es otro enfoque global. Si en Egipto el ejército se mantuvo como un bloque, y garantizó un cambio del gobierno bastante ordenado para la clase dominante, y si en Libia el ejército se fracturó, la explicación de estas diferencias debe buscarse esencialmente en las diferentes estructuras sociales y políticas de estos países, y no en la acción de los “agentes manipuladores” de Washington o Bruselas.

Por esto también es un error pensar que por el hecho de obtener apoyo de tal o cual potencia los sublevados de Benghazi se convierten en títeres o agentes del país que los ayude. Existen muchos casos de colaboraciones de este tipo, que no derivaron en gobiernos o movimientos títeres; incluso a veces a los que ayudaron “les salió el tiro por la culata” (el caso Bin Laden con la CIA). Pero esto se puede entender si se capta que estamos ante fuerzas con fuentes de acumulación propias. No son meros “testaferros” del capital extranjero.

Libertades democráticas

Por lo explicado hasta aquí, considero que el contenido de estos movimientos es democrático y capitalista. Esto es, soy contrario a caracterizarlos como “obreros y socialistas” (remito de nuevo a la nota sobre Egipto), pero por el otro lado no acuerdo en medir su progresividad según la vara “nacional o personero de los yanquis”. En Túnez, Egipto (o en Libia si cae Khadafy) habrá gobiernos con más o menos vinculaciones con las potencias occidentales (o de otros países), y en este respecto no hay que ilusionarse con grandes cambios. ¿Qué se logró entonces?

Lo que se ha logrado es una conquista de libertades burguesas. En Benghazi, y otras ciudades sublevadas, ahora mismo la gente está viviendo una “primavera democrática”. ¿Es esto progresivo? La línea “nacional” no dice palabra, porque esto no entra en su “radar”. Para este enfoque, es secundario el tema de las libertades, frente al hecho de si hay “títeres”, o no, del imperio en el gobierno. La interpretación “revolución socialista”, por el contrario, exalta hasta las nubes lo logrado, borrando de hecho las limitaciones de clases. Pienso que una interpretación marxista correcta explica el logro, sin dejar de destacar que se trata de un logro burgués (democracia capitalista), y que siempre será recortada. Pero no por ello hay que negar que permite mejorar las condiciones para la crítica, la propaganda, la agitación, la organización de los trabajadores. Para el intelectual occidental que goza de relativas libertades democráticas, esto puede parecer irrelevante. Pero no lo es para gente que por primera vez, en décadas, puede decir lo que piensa. Ya escucho al que me dice “pero es una libertad burguesa”. Sí, es burguesa, pero es progresiva frente a una dictadura.

Por otra parte, en la medida en que los desarrollos capitalistas subyacentes a los procesos sean más profundos, habrá más probabilidades de asistir a una diferenciación de clases en el seno de la revolución “democrática”. Es lo que sucedió, de forma incipiente, en Egipto, con la ola de huelgas que se desató no bien cayó Mubarak. En otros lugares posiblemente esta diferenciación sea más atenuada. En cualquier caso, subrayo, las libertades democráticas ofrecen mayores posibilidades. Lamento que muchos intelectuales argentinos, ubicados en la línea “nacional” de interpretación, pasen por alto esta circunstancia, cuando su propia experiencia debería haberles inducido a mirar con otros ojos lo logrado en el norte de África. La “progresividad” del régimen bajo Alfonsín con respecto al de Galtieri no la medimos por el grado en que uno haya sido más o menos anti-imperialista, sino por las libertades burguesas logradas. Si Benhazi es bombardeada, y se ahoga en sangre a la ciudad, no habrá que saludar el hecho como una “derrota de la maniobra imperialista para dividir a Libia”, sino como una derrota de un movimiento democrático y burgués. Pienso que es el ABC de los análisis políticos.


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Enfoques alternativos sobre Libia (y la revolución árabe)

Written by rolandoastarita

04/03/2011 a 12:28

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32 respuestas

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  1. EN MOMENTOS DE «MOVILIZACIÓN SOCIAL» ES DONDE SE ABREN LAS POSIBILIDADES PARA LOS REVOLUCIONARIOS PARA ACTUAR Y QUE ESE PROCESO NO SEA «DESVIADO» DEL NORTE DE LA REVOLUCIÓN OBRERA Y SOCIALISTA. ES VERDAD QUE LAS CONDICIONES SOCIALES CAMBIAN PARA EL PUEBLO Y SON MAS FAVORABLES EN UNA DEMOCRACIA BURGUESA QUE EN UNA DICTADURA BURGUESA… EN TODO CASO, NO TENDRÍAMOS QUE CARACTERIZAR, DE QUE SI, LOGRAN DESVIAR ESTOS PROCESOS DE REVOLUCIONES, SI LOGRAN DESVIARLOS A DEMOCRACIAS BURGUESAS, NO SON REVOLUCIONES, SINO EN TODO CASO «CONTRAREVOLUCIONES POR MAS QUE SEAN DEMOCRATICAS?? PORQUE SE ESTARÍA LLENDO A ESENARIOS DONDE NO CAMBBIA EL CARACTER DE CLASE DEL ESTADO… NO ESTOY DE ACUERDO CON EL CONSEPTO MORENISTA DE «REVOLUCION DEMOCRÁTICA». CREO QUE ES UNA JUSTIFICACION «IDEOLÓGICA» QUE LO UNICO QUE INTENTA ES JUSTIFICAR LAS NUEVAS REVOLUCIONES TOTALMENTE DESACTUALIZADO. PUES, SE DEMUESTRA CON ESTOS HECHOS QUE LAS RAVOLUCIONES TRADICIONALES HAN VUELTO, QUE LA ETAPA DE CRISIS GUERRAS Y REVOLUCIONES SIGUE VIGENTE Y QUE SOLO HACÍA FALTA ESPERAR A QUE EL PROCESO HISTÓRICO DE LOS ACONTESIMIENTOS LO DEMUESTRE.

    ¿QUE ES LO QUE HACE EL CAMIO CUALITATIVO? LA INTERVENCION DE UN PARTIDO REVOLUCIONARIO QUE TENGA UN PROGRAMA Y UNA ESTRATEGIA CORRECTO PARA QUE ESTOS MOVIMIENTOS DE MASAS NO SEAN DESVIADOS, A CONVENIENCIA DE LOS CAPITALISTAS, (TANTO LOS NACIONALES COMO LOS IMPERIALISTAS, INCLUYENDO LA OPOSICION BURGUESA) A UNA TRANCICION A LA DEMOCRACIA. PARA QUE DESPUES HAYA GENTE QUE OPINE, QUE FUE UNA «REVOLUCION DEMOCRATICA». UNA CONSEPCION TOTALMENTE «ETAPISTA» DE LOS PROCESOS REVOLUCIONARIOS… LO QUE IMPLICA (A MI MODO DE VER) LA IMPOSIBILIDAD DE LA SUBERSION DE LAS RELACIONES SOCIALES, NO SOLO EN UN PAÍS (PORQUE NO SOY NACIONALISTA) SINO EN EL MUNDO ENTERO…

    SALUDOS REVOLUCIONARIOS.

    UNA CAMARADA.

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    UNA CAMARADA

    04/03/2011 at 14:04

    • Te pediría que escribas los comentarios con minúscula. Con respecto a la noción de revolución, pienso que es conveniente continuar con la tradición del marxismo. Esto es, podemos considerar que existen «revoluciones» que no cambian el carácter de clase del Estado. Un ejemplo lo tenemos en la caracterización de la revolución en Francia de febrero de 1848. Marx la considera una revolución, que no cambia el carácter de clase del Estado. Abre una etapa democrática, que luego terminará, al cabo de algunos años, en el golpe bonapartista. No por esto, de todas maneras, Marx considera el proceso de febrero de 1848 como una «contrarrevolución». Si metemos este enfoque, armamos un lío conceptual mayúsculo. Por otra parte, conozco el planteo de Nahuel Moreno sobre revoluciones democráticas, de contenido «socialista». En mi opinión, es un disparate, pero no se deriva del empleo por Marx de la categoría de «revolución».

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      rolandoastarita

      04/03/2011 at 14:19

    • La revolución no será posible sin una buena ortografía.

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      Airdish Number

      04/03/2011 at 14:33

    • Por lo de la falta de ortografía para la revolución: La chicana de un academicista, supongo. Un academicista que para mi sorpresa desconoce el nivel de analfabetismo que había en Rusia allá, por 1917.

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      Esa Hereje Insoportable

      06/03/2011 at 05:31

  2. Muy bueno, Rolando. Aunque el mérito de la nota es el enfoque, como ya ha señalado, me gustaría saber cómo hace uno para informarse mejor en estos casos, no sé a qué fuentes recurrir, entre tantas contradicciones.
    Saludos.

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    Ezequiel

    04/03/2011 at 14:35

  3. Muy buen escrito. No estoy al tanto de la situación arabe, pero coincido con el enfoque general que defendes y no me parece menor el problema. Me llamo la atención el ejemplo que colocas al final del articulo, el de Galtieri y alfonsin…¿consideras que en ese caso puntual fue una movilización popular la que puso fin a los gobiernos dicatatoriales? Por que en mi opinión el fin de la dictadura en argentina fue producto de una «retirada» propiciada por el Capital para reestablecer su forma de gobierno optima q es la «democracia burguesa». Es decir, más alla de las movilizaciones q hubo, los militares ya habian cumplido su tarea y el gobierno de alfonsin vino a ser como la realización y consumación de la derrota de la clase trabajadora dentro del proceso revolucionario abierto a fines de los 60.
    Perdón si me fui del tema. Un abrazo

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    daniel

    04/03/2011 at 14:49

  4. Creo que tu enfoque es correcto. Aunque hay elementos de clase en esta proceso revolucionario pan-árabe (y quizá de algunos vecinos como Irán o Yibuti), que se manifiestan en forma de huelgas, de organización sindical, incluso de motivaciones profundas (inmenso paro y explotación), la revolución hoy por hoy al menos es burguesa.

    Lo que no está mal del todo desde un punto de vista marxista (el sistema burgués es transicional, en teoría al menos, hacia el socialismo). Pero además yo entiendo que hay lucha obrera a través de los procesos burgueses a menudo. Los burgueses nunca han hecho una revolución, siempre fueron los obreros, los burgueses (como la burocracia en otras ocasiones) tomaron el liderazgo, la gestión de la post-revolución.

    Además las luchas de clase dentro del régimen burgués ofrecen a éste alternativas organizacionales (que la burguesía por sí no puede crear ni siquiera imaginar) que reemplazan a los residuos del antiguo régimen, sobre los que también camina el Capitalismo en su orgía de corrupción descodificadora.

    En este sentido, lo que los trabajadores y trabajadoras (la lucha antipatriarcal es central) consiguen incluso en los procesos burgueses, prefigura la sociedad post-capitalista, la sociedad obrera socialista o comunista. No hay por tanto contradicción en conseguir democracia representativa (partiendo de dictadura) o libertad de expresión (partiendo de represión) o derecho de huelga y sindicación… por muy limitadas y «burguesas» que estas conquistas sean. Son conquistas obreras necesarias (incluso si insuficientes) dentro de la realidad ineludible del Capitalismo hegemónico y prácticamente universal.

    Por supuesto a mi la danza de los imperios me la repanfinfla un poco bastante. Está desde luego bien que haya equilibrios estratégicos que, como bien dices, permiten ciertos márgenes de maniobra… pero no son el quid de la cuestión.

    Además poner todos los huevos en la cesta de Gadafi cuando evidentemente va a ser derrotado y va a ser derrotado porque no es genuinamente revolucionario sino una deformación de corte fascistoide, como el estalinismo, es estúpido.

    Fidel ya chochea y pertenece a otro tiempo y ciertamente que últimamente dice bastantes tonterías como predecir «guerras mundiales» que no parecen que vayan a ocurrir… Ortega está también ya algo viejillo y se puede entender que vea Gadafi en términos de los años 80 del siglo pasado… Pero lo de Chávez como que no tiene mucho perdón y se basa, creo, sobre todo en motivaciones geopolíticas, como la «amistad» con la teocracia fascista iraní.

    Cuidadito con estos «amigos» que, aunque sean nacionalistas/anti-imperialistas, no son mejores que los tiranos que apoya Washington en otros lugares. Seamos realistas sobre lo que realmente son.

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    Maju

    04/03/2011 at 14:49

  5. Muy buen enfoque. No creo que las posturas de Castro y de Ortega sean por «chochear o estar viejillos»…Tuvieron posiciones similares en décadas pasadas frentre a procesos parecidos o ante la posibilidad de avanzar con la revolución en Centroamérica…

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    Armando

    04/03/2011 at 21:26

  6. La independencia de muchos estados africanos estuvo inspirada, en buena parte de los años 60, en la Revolución Bolchevique de 1917, y tiene buena dosis de lo que Trotsky teorizó acerca de la revolución permanente y los desarrollos históricos «per saltum». También, es obvio que las revoluciones no se producen de la misma manera en todos los sitios y ha de aprovecharse y adaptarse a las especialidades y posibilidades de cada lugar. Esos aspectos especiales deben ser analizados para saber con certeza qué es lo que está pasando y, seguramente, muchos de ellos se nos escapan, por las informaciones que nos llegan a nosotros. Mi pregunta: De lo dicho por Rolo, parece deducirse la doctrina del etapismo, como paso previo a la futura revolución socialista, pero, ¿puede ser que se dé una revolución «per saltum»?. Recuerdo a todos que los desarrollos históricos no se han producido en el mundo de la misma manera en todas las partes del planeta. Hay muchos sitios donde el feudalismo no ha existido o, donde se ha pasado del salvajismo a una sociedad de tipo burgués… Esa es mi reflexión.

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    José

    05/03/2011 at 07:19

    • José, en realidad con este comentario planteas todo un tema, que exigiría una discusión especial. Solo señalo tres cuestiones. La primera es que deberíamos distinguir entre el «etapismo» como programa político, del hecho de que en la realidad suceden las revoluciones en etapas. Si es lo primero, los marxistas postulan un programa mínimo de revolución democrático-burguesa radical, que favorece el desarrollo capitalista, y un programa máximo, para una etapa superior, de revolución socialista. Fue la política de Lenin hasta 1917, y luego fue adoptada por la Internacional Comunista, bajo Stalin, (para la revolución china en los 20, y generalizada en los 30, luego de la etapa ultraizquierdista). La otra cuestión es que, objetivamente, y al margen de lo que defiendan los marxistas, ocurren revoluciones democráticas (en el sentido de dar lugar a democracias burguesas).
      La segunda cuestión, que se relaciona con la anterior, es que habría que precisar cuál es el contenido de las revoluciones «democráticas». Históricamente en el marxismo se asoció al paso del feudalismo al capitalismo (alternativamente, es la revoluciòn que barre los «resabios feudales»); y también, referida a los países atrasados, la revolución que logra la autodeterminación nacional (acaba con la relación colonial y semicolonial) y abre el desarrollo capitalista en el agro (típicamente se concibe como una revolución que acaba con los terratenientes parásitos, ausentistas, etc.). La cuestión es preguntarse si en la actualidad, por lo menos para la mayoría de los países atrasados (para no hablar de los adelantados), está planteada una revolución «democrática» en estos términos.
      El tercer tema es el análisis de la teoría de la revoluciòn permanente de Trotsky. En mi opinión, lo que tiene de original esta teoría (original en el sentido que se diferencia de lo planteado por el marxismo clásico) está equivocado. Lo que coincide con los planteos del marxismo clásico -por ejemplo, la afirmación de que la edificación socialista sólo se concibe sobre la base de la lucha de clases en el terreno nacional e internacional- es correcto, en mi opinión, pero no es original. El problema grave es que la adhesión a las tesis de la revolución permanente, a las que Trotsky dio validez «urbi et orbi» «para la etapa de «decadencia del capitalismo», llevó al movimiento trotskista a problemas teóricos y políticos insolubles cuando tuvo que enfrentarse a procesos revolucionarios del siglo XX como el de China, Argelia y otros movimientos de liberación del tercer mundo. Es claro que esto no se puede desarrollar en un «comentario».

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      rolandoastarita

      05/03/2011 at 10:46

    • Rolando, me gustaría que, cuando te sea posible, te explayes más extensamente acerca de por qué considerás equivocadas las tesis de la revolución permanente planteada por Trotsky (más allá de muchas cosas que le has criticado en varios textos del blog). ¿Diferenciás la teoría de las tesis? ¿Objetás su lógica? Un saludo.

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      Armando

      05/03/2011 at 21:56

    • Tendría que desarrollar lo básico en alguna nota. No lo puedo explicar en una nota. Aquí solo planteo que el problema estriba en la concepción global de Trotsky sobre el desarrollo capitalista en los países periféricos, y ya estaba presente en sus análisis sobre Rusia, a partir de 1905. Trotsky pensaba que el desarrollo de un capitalismo ruso estaba bloqueado. En este sentido tiene una visión opuesta a la de Lenin (ver sus trabajos sobre el desarrollo del capitalismo en Rusia). Por eso Lenin siempre tiene presente que Rusia evolucionaba hacia transformaciones democrático-capitalistas, que podían ser realizadas «a la manera prusiana» (en un extremo), o con una «dictadura democrática (por su contenido burgués) de obreros y campesinos»; o por alguna combinación intermedia de éstas. Trotsky tuvo razón en su polémica con Lenin en un punto: esa «dictadura democrática de obreros y campesinos», con el programa que proponían los bolcheviques (abolición de la propiedad privada de la tierra, milicias, guerra revolucionaria en Europa) solo podía concretarse a través de una dictadura del proletariado. Sin embargo, su análisis de la evolución del capitalismo ruso era equivocado. Trotsky pensaba que si no triunfaba la revolución obrera y campesina, bajo dirección del partido revolucionario marxista, no habría posibilidad de que Rusia llegara a la democracia burguesa. Lenin, en cambio, llega a admitir que incluso el zarismo desarrollaba capitalismo (ver su evaluación, por ejemplo, de las reformas de Stolipin, y la diferencia con Trotsky). De aquí se derivan muchas diferencias políticas y tácticas. Por ejemplo, Lenin es muy consciente de la capacidad de influencia del liberalismo ruso (expresión de esas fuerzas capitalistas en ascenso). Incluso interpreta que la posición de los mencheviques es expresión de esa influencia. El famoso «error» de Trotsky en su evaluación del menchevismo tiene que ver con el hecho de que consideraba a la burguesía liberal «una completa nulidad histórica». En este análisis, subrayo, no tenía en cuenta las fuerzas sociales «internas» de Rusia que daban lugar a esa burguesía. Llega a escribir que la burguesía liberal rusa no ejercía ninguna influencia cultural sobre la clase obrera (pienso que es difícil entender cuestiones ideológicas con este enfoque). Luego del triunfo de la revolucion, extiende este análisis al conjunto de los países atrasados. De ahí que sostenga que las reformas agrarias, o la liberación nacional (acabar con el colonialismo), solo podría lograrse mediante la toma del poder de la clase obrera, dirigida por partidos revolucionarios, al frente de la nación oprimida. Lógicamente, si la burguesía rusa no era capaz de acceder a la democracia burguesa, ¿qué se podía esperar de Africa, América Latina, Asia? Por supuesto, todos estos análisis generaron un lío terrible para los trotsksitas. No hubo manera de encajar la historia del siglo XX en este esquema.

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      rolandoastarita

      06/03/2011 at 09:37

    • Buena cuestión José. Yo diría que el feudalismo no es una etapa necesaria para el desarrollo del capitalismo, de hecho algunos de los lugares donde el capitalismo (y la sociedad burguesa en general) se desarrolló antes y con más vigor evitaron el feudalismo en gran medida: Inglaterra, Suiza, País Vasco…

      Pero estas sociedades lo que mostraban era una anticipación burguesa. Si acaso yo buscaría una revolución «per saltum» de corte socialista como dices donde hay anticipación socialista. Pero eso me parece más propio de Latinoamérica o China quizá que del Mundo Árabe.

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      Maju

      05/03/2011 at 10:51

  7. Lo planteaba en el sentido de que en muchas ocasiones una cosa es la teoría y otra la realidad de los acontecimientos históricos. Ciertamente, en 1917 ocurrió lo que Marx simplemente había medio insinuado para el supuesto realmente extraño de que en la atrasada Rusia semifeudal y autocrática se diera un movimiento revolucionario. Esa hipótesis que esbozó Marx, casi imposible de concebir en la realidad, fue la que terminó triunfando.
    Marx hubiera previsto que la revolución se produjera en un país como Inglaterra, con un capitalismo muy desarrollado y una gran clase obrera.
    Quiero decir, que todo el mundo puede ver el desarrollo alcanzado por el capitalismo occidental, sin embargo, Occidente parece ser el lugar donde menos señales hay de que se produzca un estallido social; en parte, puede deberse al desarrollo alcanzado explotando las ex-colonias y países del tercer mundo, lo que permite la existencia de una aristocracia obrera en Occidente. Por eso planteo esto, porque quizá es el momento de plantearse la cuestión de que los movimientos obreros que surgen fuera de Occidente, en las ex-colonias, tienen un fuerte componente de lucha de liberación nacional, pues sus oligarquías están corrompidas y en connivencia con las ex-metrópolis o directamente con el imperialismo, de tal modo que la lucha en ellos adquiere una doble dirección, una lucha nacional emancipadora (para liberarse del imperialismo)y dirigida contra el imperio y sus oligarquías nacionales conniventes, y de otra, una lucha emancipadora de clase, que debiera dirigirse contra los anteriores más su burguesía nacional.
    En Occidente vemos el ejemplo de que el imperialismo ha hecho todo lo posible por cuadrar el círculo y hacer aparecer un bipartidismo intrascendente para los intereses del imperialismo, con un partido democristiano que englobe hasta los sectores más reaccionarios de la sociedad y, limitado por la izquierda por un partido (ya no voy a decir socialdemócrata) social-liberal. De tal modo que las clases populares para evitar que salga la derecha democristiana, muy de derechas, aglutina su voto en un partido social-liberal que lleva a cabo la misma política económica que el democristiano y que sigue manteniendo a las mismas élites en el poder (de la que, por cierto, ellos cada vez forman más parte) con los mismos privilegios ostentados hasta en épocas dictatoriales; pocos cambios hay en este sentido. Esta situación produce frustración en las clases populares que termina por transformarse en apatía política y sensación de que todo está hecho, de pensamiento y política única, y tan sólo se trataría de elegir a un tecnócrata que nos lleve por el único camino posible. Visto así, se hace muy difícil que en aquellos países que tienen unas fuerzas productivas muy desarrolladas (como había previsto Marx) se lleve a cabo una revolución socialista. Sólo quedaría la posibilidad gramsciana de ir estableciendo una guerra de trincheras, para tratar de crear una conciencia obrera atrayéndose a los sectores de la inteligencia hacia sí. Y aquí es donde entra en juego el bloqueo ejercido por los medios de comunicación y las amenazas al intelectual en cuestión.
    Por otro lado, visto el bloqueo de la clase obrera occidental, se plantean estas luchas en países árabes que fueron colonias occidentales y que, de alguna manera, continúan con una política bloqueada por la metrópoli o el imperio que ha venido a recoger el testigo. El imperialismo, no va a tratar de soltar esta cuestión, y, de un modo u otro, juega a doble carta: 1) Por un lado, mantiene el apoyo a dictaduras que, si bien no les acarrea una buena imagen, al apoyarlas públicamente, son las únicas fuerzas por el momento capaces de mantener los intereses imperialistas en la zona; 2) por otro, y en la medida que vaya surgiendo la posibilidad, tratarán de apoyar movimientos democrático-liberales que sirvan para tomar el relevo de futuro garantizador de esos intereses y, a su vez, ofrezca una mejor imagen de las relaciones exteriores del imperio.
    Y yo pienso que esto es lo que está haciendo en la zona EEUU, y para lo que ha empeñado la labor de las estaciones de inteligencia de la zona y, por supuesto, la intervención militar, llegado el caso. De tal modo que, si gana el dictador, EEUU volverá a ganar al tener a un gobernante que ofrece garantías a sus intereses (aunque no le guste que sea un dictador) y, si ganan los movimientos rebeldes propiciará un sistema que promueva al poder a los lideres más acordes a los intereses imperialistas.
    La cuestión es que es muy difícil estar con unos u otros porque no se ve un claro movimiento revolucionario al que apoyar; un movimiento revolucionario que se oponga a lo uno y a lo otro. Es decir, no veo en los insurgentes un claro movimiento revolucionario y emancipador en todos los aspectos.
    En qué medida beneficiará que haya libertades burguesas en esos países. Bueno… para empezar se tratará de una libertad un tanto extraña, tal cual tenemos en Occidente, porque ya sabemos que la libertad occidental casi reduce exclusivamente a la de mercado y poco más. Y, desde luego, para nada más cerca de una revolución socialista, y sí, en cambio, una sociedad más controlada por los poderes. Poco margen queda para la improvisación y tendremos que plantearnos nuevas estrategias, que diría Gramsci. Parece muy difícil que, en Occidente, se plantee una lucha revolucionaria bajo la dirección de un partido como ocurrió en Rusia 1917. ¿Qué hacer, en estos casos?

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    José

    05/03/2011 at 14:36

  8. Con todo el rollo que he soltado se me había olvidado lo más importante, y es que, dada la situación que se vive en Occidente, parece que lo más idóneo será apoyar los movimientos claramente revolucionarios allí donde se produzcan, aunque sus fuerzas productivas no estén tan desarrolladas, porque, entre otras cosas, si se dejan de apoyar estos movimientos por una cuestión teórica, se corre el peligro de que no se produzcan nunca porque en Occidente se ha llegado a alcanzar tal grado de desarrollo que, no sólo se han desarrollado las fuerzas productivas, sino también, las técnicas de control social sobre la población que eviten los futuros estallidos sociales. Aunque… todo tiene un límite. Salud.

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    José

    05/03/2011 at 14:52

    • Yo pienso que en Occidente se está llegando a una situación muy crítica en las que las condiciones objetivas existen pero fallan las subjetivas (conciencia y organización). Esto es, por lo que entiendo, totalmente esperable dentro de los parámetros del análisis de Marx, ya que al entrar en la crisis de sobreproducción la población trabajadora de las regiones privilegiadas, está acostumbrada a que le solucionen más o menos los problemas pero con el tiempo tiene que darse cuenta de que aquello se acabó.

      Pero claro, más apretón y más rápido sufren en «las colonias» y eso es lo que está causando el «reventón» árabe entre otras razones.

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      Maju

      05/03/2011 at 16:50

    • Creo que en buena medida la clase trabajadora occidental disfrutó de una situación privilegiada desde el final de la IIª GM para evitar la expansión del comunismo en el resto de Europa, y también, como resultado del expolio que se llevaba a cabo en los países del tercer mundo. Este relativo bienestar occidental acomodó en buena medida a la clase obrera occidental. Ahora que no existe el enemigo soviético, tan poderoso, el imperio no siente la necesidad de mantener ya una clase obrera privilegiada; de hecho, ha ido deslocalizando la industria asentada en Occidente llevando la producción a países con menos costes laborales, y claro, la resultancia de todo ello es que la clase obrera occidental ha perdido poder adquisitivo y derechos, e incluso, la costumbre de reivindicar; todo ello unido a un fuerte aparato de ideología hegemónica en todos los ámbitos (político, judicial, periodístico,…). Incluso, la CIA cuenta con una potente colonización en la sociedad occidental, en los partidos políticos (incluso de izquierda) y sindicatos de clase, en asociaciones, medios, políticos… Occidente constituye una sociedad muy vigilada por el imperialismo, pero, no obstante, es posible cualquier cosa. Salud.

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      José

      05/03/2011 at 18:42

    • Huy José!, me perdí bastante con todas tus intervenciones. También me parece que lo que hay que hacer es apoyar a los movimientos revolucionarios, aunque no entiendo el comentario “aunque sus fuerzas productivas no estén totalmente desarrolladas” ¿Es que acaso esto no queda claro si tomamos al capitalismo en su totalidad y no perdemos de vista el desarrollo desigual y combinado existente? Esclareceme esto, porque, en serio, me re contra perdí.
      Saludos

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      Esa Hereje Insoportable

      06/03/2011 at 06:05

    • EHI, si tomamos en cuenta todo el capitalismo en todo el mundo, como conjunto, es obvio. Si, tenemos en cuenta que, en la práctica las revoluciones se vienen dando dentro de países o, a lo sumo, regiones (pero sin pretensión de constituir una unión entre los distintos movimientos, como parece ser), entonces, puede acontecer que haya países que no tengan un capitalismo muy desarrollado ni una clase obrera muy fuerte pero que hayan tomado el camino de la revolución, a pesar de que, llegados a la toma del poder, haya que desarrollar esas fuerzas productivas que garanticen el bienestar general (ejemplo clásico: Rusia, 1917). Salud.

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      José

      06/03/2011 at 10:18

  9. Ahora estoy viendo algo que me está ayudando a sacarme muchas dudas sobre el tema:
    http://www.tvpts.tv/spip.php?page=egipto
    (Es una charla-debate que se dio el viernes llamada TUNEZ, EGIPTO, LIBIA… UNA NUEVA “PRIMAVERA DE LOS PUEBLOS”)

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    Esa Hereje Insoportable

    06/03/2011 at 07:05

  10. José: No sé si me estoy dando a entender. Por supuesto que las revoluciones se vienen dando dentro de países con todas sus particularidades, pero me parece que tampoco hay que analizarlos con un aislamiento de laboratorio, como si éstos no participaran en la interrelación del resto del mundo, como si el capitalismo no fuese internacional, y nada de lo que pasara afuera influiría en un país o región por ser atrasado.
    Y advierto aquí más claramente las diferencias que tenemos, porque a mí si me parece que los movimientos tienen relación ¿No te parece que tienen una relación con la crisis financiera internacional? ¿Qué es posible que sean, en conjunto, “síntomas” del fin de un ciclo? ¿No pensás que quizás estos procesos revolucionarios, a pesar de ser distintos, se articulan aunque sea por el “contagio” subjetivo de los pueblos? ¿Qué hasta se puede ver mínimamente una pequeña repercusión, en México o Bolivia, por ejemplo?
    Saludos.

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    Esa Hereje Insoportable

    07/03/2011 at 03:09

    • EHI, si estoy de acuerdo con lo que dices; no sé por qué ves algo distinto en mis intervenciones a lo que tú dices. Sin duda, puede que yo me exprese mal al poner énfasis en ese aspecto, pero es obvio que las situaciones internacionales influyen, y las experiencias del pasado y de otros países, etc,… todo es dialéctica pura. Lo que yo digo es que no estamos, de momento, ante una revolución mundial; ni siquiera, creo, que ante una revolución socialista… La incertidumbre acerca de quién o quiénes están detrás de todo esto, la falta de un proyecto político alternativo y de una dirección política que, por el momento, no se descubre… (cuando esta dirección tiene que existir pues se ve que hay un mínimo, siquiera, de organización en las acciones militares) me hace sospechar.
      Pero sí, estoy muy de acuerdo en todo lo que dices. Un saludo para ti, también.

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      José

      07/03/2011 at 09:46

    • Bueno, quizàs es un poco de las dos cosas, Josè, porque yo tambièn me perdì bastante entre tantos comentarios y la costumbre que tengo de leerlos “a las corridas”.
      Saludos!

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      Esa Hereje Insoportable

      07/03/2011 at 17:05

  11. Rolando, estoy bastante de acuerdo con tu parcial respuesta a mi pregunta sobre tu crítica a la teoría de la revolución permanente de Trotsky. Es coherente con todo lo que venís planteando y desarrollando. Conozco las polémicas y esos textos que mencionás. He leído también que de aquí deriva tu oposición al programa de transición «para todo tiempo y lugar» y tu postura de volver a adoptar el programa mínimo y el programa máximo como estrategía política general.

    Ahora, ¿no creés que L.T. pudo posteriormente a la revolución rusa -al decir de Lenin- «combar la vara» exageradamente en la lucha política e ideológica contra el stalinismo -y dadas las terribles circunstancias que se vivían- y contra su teoría y programa de «socialismo en un sólo país» y de «revolución por etapas»? Es claro que Stalin y sus acólitos y esbirros se aprovecharon de esa herencia de Lenin (en los análisis teóricos sobre el capitalismo) para argumentar -aunque en forma manipulada y a su gusto- y llevar adelante una política reformista y de colaboración de clases con los frentes populares, por ejemplo (y otras variantes), con más autoridad…Cuando esto era una falsa política «leninista», obviamente. Pero lamentablemente, muchísimos lo creyeron…

    Sin dudas que el caso de España fue el más dramático, ya que con el argumento de que primero había que salvar a la República y a la democracia en la guerra civil, para recién después pensar en la revolución, lograron estrangular a esta…

    No olvidemos que en los manuales stalinistas se descalificaba y acusaba al trotskismo como «desviación» y corriente «pequeñoburguesa» y se citaban -tergiversados y fuera de contexto- muchas de las polémicas que habían tenido Lenin y Trotsky entre sí, y ambos con los mencheviques y otras corrientes, etc., así como elementos de análisis económico, para así «justificar» dicha etiqueta y caracterización. Digo esto por el momento histórico en que se desenvolvió la lucha de Trotsky -al interior y exterior de la URSS- contra la burocracia y su política y que quizás ello «atenúe» sus errores. Un saludo

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    Armando

    07/03/2011 at 20:41

    • Una precisión: mi crítica al método de hacer política y elaborar consignas que encierra el Programa de Transición es, hasta cierto punto, independiente de mi crítica a la teoría de la revolución permanente. Existen algunas conexiones. En particular la minusvaloración por parte de Trotsky del rol que cumplen los mecanismos democráticos y la ideología democrática en el dominio del capital. Observemos que en el Prog. de Trans. no hay política para que los marxistas den respuesta a esta cuestión. Esto porque Trotsky consideraba que la democracia burguesa estaba agotada, y que el capital no podía desplegar ninguna concesión democrática y reformista. Aquí hay una conexión con la teoría de la revolución permanente, que parte de la premisa de que las burguesías de los países atrasados no podían avanzar por el camino de las reformas democrático-burguesas. De todas maneras, subrayo, el método «transicional» tiene una lógica que hasta cierto punto es independiente de la teoría de la revolución permanente.
      Por otra parte, acuerdo en que había que criticar la estrategia de los Frentes Populares. No planteo que hubiera que suspender la critica a las tácticas «etapistas» de los partidos Comunistas. Lo que sostengo es que al desarrollar sus críticas Trotsky hace planteos y pronósticos equivocados, que finalmente desarman. Por ejemplo, su afirmación (en el Programa deTransición) de que ya no habría reformas democráticas serias en el mundo. ¿Cómo podía entender un trotskista el peronismo de los años 40 con esa tesis? El voto universal (incluido el femenino) se consiguió en casi todos los países después de finalizada la Segunda Guerra. Hubo países que hicieron reformas agrarias bastante profundas, sin que hubiera de por medio revoluciones dirigidas por socialistas. Y así podría seguir. Se podía y debía criticar la estrategia stalinista, sin caer en esta visión.

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      rolandoastarita

      07/03/2011 at 23:32

    • ¿Cómo es eso de que el programa de transición no tiene política para que los marxistas den respuesta a los mecanismos democráticos y la ideología burguesa? Me parece que la crítica que hace valdría para un programa de consignas máximas y no un programa dialéctico, de transición.
      El llamado “Programa de Transición” indica claramente que los marxistas tenemos que ponernos a la vanguardia de todas las luchas de la clase trabajadora luchando hasta por el derecho democrático más mínimo, pero sin dejar esclarecido que para acabar con todas las miserias a las que nos someten es necesario que los trabajadores tomen el poder. Por eso los trotskistas estuvieron y están en el conflicto del Roca, en Kraft, PepsiCo, y en todos los lugares donde nos sea posible. No existe tal “minusvaloración”, se tienen presentes las desviaciones que procura el capitalismo ante un proceso revolucionario, pero se sabe también que no se trata de tener una posición centrista ante esto; sino de proponerse tener preparado un partido dirigente con una estrategia revolucionaria para la llegada de las crisis en que la burguesía se encuentre debilitada, como lo es ahora, en plena crisis financiera internacional, en pleno fin de ciclo de la restauración burguesa.
      Ah, y por su pregunta sobre cómo podría entender un trotskista el peronismo de los años cuarenta, puede empezar con “Historia crítica del sindicalismo: De los orígenes hasta el Partido Laborista” de Hernán Aragón. A mí me ayudó muchísimo y además es muy didáctico!
      Saludos.

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      Esa Hereje Insoportable

      08/03/2011 at 10:20

    • He criticado la metodología del Prog. de Trans. en otros escritos. No opino sobre la obra del señor Hernán Aragón, ni sobre lo que hacen los trotskistas en conflictos puntuales, sino acerca del PT. El punto de partida para dotarse de una política correcta, desde el marxismo, frente a la democracia capitalista y el reformismo, es tener un diagnóstico correcto. Pero esto no es lo que sucede en el PT. El PT diagnostica que «en la época del capitalismo en descomposición» no es posible ninguna reforma social sistemática, ni la elevación del nivel de vida de las masas. Afirma que cualquier reivindicación «seria» de la clase obrera, y hasta de la pequeña burguesía, lleva a traspasar los límites de la propiedad privada. Pues bien, con este diagnóstico estamos sonados. No es posible entender las políticas de Roosevelt en EEUU (Trotsky pronosticó que el New Deal fracasaría irremediablemente) ni, por ejemplo, el peronismo. Tampoco se puede comprender lo que sucedió en Europa en la posguerra. Es un hecho que a lo largo de los 25 años posteriores a 1945, por lo menos, el nivel de vida de las masas trabajadoras mejoró.Y hubo mejoras sociales. El problema es que todo el método «transicional» se basaba en esa supuesta incapacidad del sistema capitalista de otorgar la menor reforma o mejora. Sostengo que buena parte del error del trotskismo arranca de la tesis del estancamiento de las fuerzas productivas desde 1914, que he criticado en otra nota.

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      rolandoastarita

      08/03/2011 at 11:45

    • Compañera Hereje:
      Le recomiendo las siguientes lecturas de Astarita para entender su pensamiento y el otros marxistas que compartimos su visión.
      – FUERZAS PRODUCTIVAS Y EL PROGRAMA TROTSKISTA
      http://rolandoastarita.com/npFuerzasproductivastrotskismo.htm
      – Colapso final del capitalismo y socialismo
      https://rolandoastarita.wordpress.com/2011/01/03/colapso-final-del-capitalismo-y-socialismo/
      – Trotsky, fuerzas productivas y ciencia
      https://rolandoastarita.wordpress.com/2011/01/06/trotsky-fuerzas-productivas-y-ciencia/
      Saludos;
      JC

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      JuanCa

      08/03/2011 at 13:53

    • De acuerdo. Gracias por tus respuestas. Y para completar la explicación a la compañera «Hereje insoportable», de allí derivó el catastrofismo y la visión de las «crisis capitalistas sin salida», denominador común de casi todas las corrientes trotskistas (que organizaciones como el Partido Obrero llevan hasta hoy en día al paroxismo, como antes lo hizo el morenismo). Un saludo.

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      Armando

      08/03/2011 at 20:37

  12. Hola Sr Astarita, no sé, me parece que el problema no es el prog de trans., sino que una cosa es diagnosticar y otra es ser un brujo; y los diagnósticos dependen no sólo de las condiciones objetivas, sino también de las subjetivas; no estoy negando que el trotskismo haya cometido errores, pero no me parece que ellos emanen del programa sino justamente de la falta de aplicación del legado de Trotsky.
    Y con lo de la descomposición, ya le dije, el trotskismo no niega la posibilidad de una restauración burguesa. Sobre el ensayo de HA, yo no le voy a recomendar a usted “lea Milcíades o Moreno”, a mí me ayudó muchísimo para no pensar en abstracto la definición del peronismo como bonapartismo sui géneris; pero le prometo que voy a tratar de leer lo que haya escrito UD.
    Saludos!

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    Esa Hereje Insoportable

    09/03/2011 at 06:42

    • Coincido en que lo importante es diagnosticar las tendencias en curso; es imposible conocer el futuro. Pero para diagnosticar hay que partir de alguna teoría. Y aquí se plantea el problema del encuadre teórico que adoptó Trotsky. Pienso que sus errores de diagnóstico (acerca de la acumulación en los países subdesarrollados, su tesis sobre el estancamiento de las fuerzas productivas desde 1914, su interpretación de la crisis del 30 o el New Deal) arrancan, en lo fundamental, de una concepción sobre el capitalismo del siglo XX equivocada. Una concepción, que por cierto, tiene poco que ver con la teoría de Marx. Presento un solo ejemplo. En el Programa de Transición se afirma que los trusts financieros (principalmente los bancos) «organizan la vida cara, las crisis y la desocupación». Primera cuestión: se trata de un diagnóstico de lo que estaba sucediendo.
      Segunda cuestión: según esto habria que creer que la crisis de 1929-33 en EEUU, en la que quebró la tercera parte de los bancos y se evaporaron cientos de miles de millones en activos financieros, fue organizada por los mismos bancos.
      Tercero, y más en general, se trata de una explicación subjetivista y conspirativa (todo sería «organizado» por un puñado de bancos), que no permite entender la inflación, la desocupación ni las crisis. Además, si las cosas fueran como se afirma en el PT, ¿para qué preocuparse por la ley del valor trabajo, y su dialéctica (contradicciones objetivas del capital, etc.)? ¿Para qué indagar en la ley de la tendencia decreciente de la ganancia? Y así podría seguir.
      Lo más grave es que estas ideas están en el programa fundacional de la Cuarta Internacional. Hace décadas que las leen y estudian los militantes, sin que a nadie se le ocurra decir que se trata de disparates. Personalmente he señalado estos problemas del PT, y nunca obtuve respuesta.
      Por supuesto, además no basta decir «Trotsky se equivocó». Hay que analizar dónde están las raíces teóricas de esa equivocación, y qué conexión tiene con su concepción global. Insisto, no se trata de un texto ocasional. Y no se trata de cuestiones accesorias, sino de aquellas que están en el centro de las preocupaciones (crisis, desocupación, carestía).

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      rolandoastarita

      09/03/2011 at 08:52

  13. A juanCa: Gracias! La verdad es que se me hacía muy, muy lejana la idea de conseguir un libro de Astarita (en toda mi provincia sólo hay 2 librerías muy chiquitas, del tamaño de un cuarto más o menos). Si tengo la oportunidad, después le cuento qué me parecieron.
    Saludos también para Ud.

    Armando: Huy, bueno, disculpen ambos, me fijé recién en sus respuestas de ambos, pero puede tomar también la que hace ratito le dí a RA.
    Ah, y sobre el PO, no sé si es un buen ejemplo, ahora me tengo que ir a trabajar, pero me dejó pensando…en todo caso debería estudiar más sobre la historia del PO.
    Otro saludo.

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    Esa Hereje Insoportable

    09/03/2011 at 06:48


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