Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

¿Qué fue la URSS? (2)

with 143 comments

En esta segunda nota sobre la URSS critico la tesis que sostiene que fue un régimen proletario burocrático (o un Estado obrero burocratizado), y doy las razones por las cuales pienso que se debería caracterizar a la Unión Soviética como un tipo de régimen burocrático, no obrero y no capitalista, que fue el resultado de una transición al socialismo bloqueada.

Tesis Estado obrero burocrático

La idea de que la URSS fue un régimen proletario, pero burocrático, fue desarrollada por Trotsky y el movimiento trotskista. El planteo de Trotsky es bastante complejo, y aquí solo presento un esbozo del mismo.

Trotsky comienza distinguiendo entre la dictadura del proletariado, o Estado obrero, y el socialismo, en el sentido que lo hacía el marxismo clásico, y por lo tanto rechaza la tesis de Stalin, de que la URSS había entrado en la fase del socialismo. En la medida en que en la URSS existía un poderoso Estado represivo, y tensiones y diferencias sociales, afirmaba Trotsky, no podía hablarse de socialismo. A partir de aquí, presenta un análisis del surgimiento de la burocracia sustentado en las categorías marxistas. Se inspira en la idea -de Marx y Engels en La ideología alemana– de que el desarrollo de las fuerzas productivas es una premisa necesaria para eliminar a las clases sociales, porque de lo contrario solo se generalizaría la indigencia, y volvería todo lo anterior. Pero ese desarrollo estaba ausente en los comienzos del régimen soviético. Encerrado en sus fronteras, y con una economía atrasada, se generaron así las condiciones para que el Estado, controlado por una casta, se apropiara de la parte del león de lo producido (Trotsky, 1973). De aquí también que el socialismo en un solo país fuera inconcebible; era necesario superar el desarrollo capitalista, y esto solo podía ocurrir en una escala internacional.

Por otra parte Trotsky recuerda que ya Marx había previsto que bajo el régimen de la dictadura del proletariado, e incluso en la primera fase del comunismo, seguirían en pie las normas de distribución burguesas (a cada cual según su trabajo). Por lo tanto, en una sociedad de escasez y penuria extrema, como era la soviética en la década de 1920, había tensiones y disputas por la riqueza disponible, lo que generaba las condiciones para que la burocracia adquiriera un papel creciente, en tanto árbitro y agente distribuidor de la riqueza (Trotsky, 1973). A partir de esta función, y montada sobre las relaciones de producción estatizada, pero también sobre las relaciones de distribución burguesas, la burocracia pudo apropiarse del excedente. Y para defender esta apropiación eliminó la democracia obrera, reprimió a las tendencias revolucionarias (también en la Internacional Comunista) y armó un formidable aparato de represión contra la propia clase obrera. Sin embargo, sostiene Trotsky, a pesar de ese rol políticamente contrarrevolucionario, la burocracia tenía una función dual, ya que por un lado defendía y consolidaba normas de distribución burguesas, pero por otra parte no podía sostenerse sin defender el fundamento social de la URSS, que era la industria nacionalizada. En consecuencia la burocracia tenía un “carácter burgués” (Trotsky, 1937), pero jugaba un rol progresivo en la medida en que conservaba las relaciones de propiedad estatales. Por eso también consideraba que el aparato stalinista, a pesar de sus ataques a la clase obrera, “mantiene un significado progresivo como guardián de las conquistas sociales de la revolución” (Trotsky, 1933). En el Programa de Transición contempló la posibilidad de que frente a intentos restauracionistas del ala “de derecha” de la burocracia, los trotskistas podrían realizar una alianza táctica con el ala stalinista, para defender la propiedad estatal.

Por otra parte Trotsky veía probable que se acentuaran las tendencias pro capitalistas de la burocracia, o por lo menos de alas significativas de ella; y hacia el final de su vida planteó que la burocracia explotaba a la clase obrera (véase Trotsky, 1939). Sin embargo, en el Programa de Transición (de la Cuarta Internacional, de 1938) puso el acento en la eliminación de los “privilegios” y de la “aristocracia soviética con sus grados y condecoraciones”, sin hacer mención a que hubiera alguna relación de explotación. En ningún escrito encontramos desarrollada, ni sistematizada, la idea de “explotación”. En este punto precisemos que los seguidores de Trotsky, o por lo menos muchos de ellos, consideraron sin embargo que la burocracia soviética tenía un carácter de clase proletario. “La burocracia soviética es obviamente todavía una burocracia obrera”, escribía Mandel a fines de los 80 (Mandel, 1988, p. 171, nota). Nahuel Moreno, un dirigente trotskista argentino importante, también participaba de esta idea (el tema tiene consecuencias sobre la caracterización de las burocracias sindicales en países capitalistas, pero no lo podemos tratar aquí).

Con respecto a la naturaleza del Estado soviético, continuaba siendo, a los ojos de Trotsky, un Estado proletario. Afirmaba que “… el régimen que preserva la propiedad expropiada y nacionalizada a los imperialistas es, independientemente de las formas políticas, la dictadura del proletariado” (Trotsky, 1937). Por este motivo, al mismo tiempo que sostenía que la burocracia era un órgano burgués, introducido en el Estado obrero, planteaba que la clase obrera era “la clase dominante”. Esto lo llevó a sostener que la dominación del proletariado se ejercía a través de una casta cuya carácter de clase era burgués. Trotsky no veía contradicción en esta tesis. Explicaba que en la historia se habían dado estos casos; por ejemplo, la monarquía semi feudal prusiana había llevado adelante un programa en beneficio de la burguesía (ídem).

A su vez, frente a los que planteaban que la burocracia era una clase social, Trotsky respondía que en la medida en que no fuera propietaria de los medios de producción, no podía conformar una clase. También rechazó la idea de que la URSS no fuera un régimen ni obrero ni capitalista, con el argumento de que era imposible que hubiera una tercera posibilidad. Aunque, también hacia el final de su vida, sostuvo que si la clase obrera soviética se demostraba incapaz “de tomar en sus manos la dirección de la sociedad”, podría desarrollarse “una nueva clase explotadora a partir de la burocracia fascista bonapartista” (Trotsky, 1971, p. 10). En ese caso, afirmaba, “habría que considerar en retrospectiva que la URSS no habría sido un régimen transicional al socialismo” (ídem; énfasis agregado). Preveía que si se produjese una derrota de proporciones, podría surgir una sociedad de explotación “no obrera, no burguesa, o colectivismo burocrático” (ídem, p. 38).

Desde el punto de vista del método de análisis, Trotsky siempre enfatizó que en tanto no se aboliera la estatización, no se había producido un cambio cualitativo en la naturaleza del régimen social iniciado con la revolución de Octubre de 1917.

Necesidad de revisar esta caracterización

Para desarrollar la crítica a esta concepción, partamos del problema que dejó planteado Trotsky: si la clase obrera soviética se demostraba incapaz de tomar en sus manos la dirección de la sociedad, podía desarrollarse una burocracia explotadora (“fascista bonapartista”), y en ese caso habría también que reconsiderar, en retrospectiva, la caracterización de la URSS que el mismo Trotsky defendía en los treinta. Hasta donde alcanza mi conocimiento, el movimiento trotskista de conjunto jamás reflexionó sobre esta cuestión; pero merece examinarse. Es que Trotsky aquí deja abierta la posibilidad teórica de que hubiera una burocracia explotadora (distinta de la clase capitalista), en un régimen distinto de la dictadura del proletariado. Por otra parte, aplica un criterio político para esa re-evaluación en retrospectiva, a saber, que la clase trabajadora se mostrara capaz, o no, “de tomar la dirección de la sociedad” después de la guerra. Y abre la posibilidad de que hubiera un régimen social que debería definirse utilizando una doble negación, “no obrero y no capitalista”, planteando con ello una nueva categoría, “colectivismo burocrático”, para designar esa eventual explotación burocrática. Con esto destaco -frente a algunos que son “más papistas que el Papa”- que en Trotsky encontramos, en estos últimos escritos, un esfuerzo por captar la complejidad de un proceso que, cada vez más, no se dejaba encasillar en las categorías habituales.

Pero además es importante preguntarnos qué sucedió en la URSS durante y después de la guerra, con la clase obrera y el poder político. Durante la guerra, porque cuando se produjo la invasión de Hitler a la URSS, las tropas nazis fueron saludadas como “liberadoras” por los primeros pueblos soviéticos que encontraron. Este hecho es histórico, y llevó a que el régimen de Stalin acusara a pueblos enteros de colaboracionistas con los nazis, anulara sus repúblicas socialistas autónomas (o regiones), y deportara a cientos de miles de personas, entre 1943 y 1945, hacia regiones remotas de Asia. Es significativo que en el trotskismo, casi no se hablara de cómo podía encajar esa actitud de pueblos soviéticos ante los ocupantes nazis, con la caracterización de la URSS como “Estado obrero”.

Por otra parte, y con respecto a la situación posterior a la guerra, el régimen permaneció, por lo menos, tan ajeno al control de los trabajadores como al momento en que Trotsky escribía sobre la URSS. Sin embargo, en el trotskismo la caracterización de la URSS se mantuvo invariable. Incluso la Cuarta Internacional consideró que la burocracia soviética había cumplido -aunque con métodos burocráticos- un rol históricamente progresivo en Europa del Este, al extender las estatizaciones, y con ellas, los “Estados obreros burocráticos”. Se consideraba entonces que estos países estaban, de alguna manera, en transición al socialismo.

De todas maneras dentro del trotskismo hubo excepciones, siendo la más significativa la de Natalia Sedova Trotsky (viuda de Trotsky), quien renunció a la Cuarta Internacional, en 1951. En su carta de renuncia, Natalia Sedova sostuvo que la revolución ya había sido destruida por el stalinismo; que en la Unión Soviética se había consolidado una aristocracia tiránica y privilegiada; y que esto constituía el desenlace del curso hacia la derecha, que había descrito Trotsky. También planteó que el rol del stalinismo en Europa del Este no había sido progresista y revolucionario, sino reaccionario, ya que había ahogado en sangre a los pueblos que se levantaron a la caída del nazismo. Lo central, en la consideración de Sedova, era que el poder de los trabajadores había sido completamente liquidado, y por lo tanto la URSS no podía identificarse con un estado obrero (ver Sedova Trotsky, 1951). Aquí la estatización no es condición suficiente para definir la existencia del poder obrero estatal, ni para afirmar que estemos frente a una sociedad en transición al socialismo.

Sin embargo, fue la manera en que cayó la URSS la que puso de la forma más clara la necesidad de repensar la caracterización. Es que ante los acontecimientos de fines de los 80 y principios de los 90 los pronósticos y categorías que manejaban los trotskistas estallaron por los aires. En este punto presento mi experiencia personal, ya que hasta 1990 milité en el trotskismo (mi ruptura se produjo en buena medida a raíz de estas cuestiones).

Cuando a fines de los años 80 los trotskistas comenzaron a introducir en la URSS y Europa del Este los escritos de Trotsky, estaban convencidos de que los trabajadores, apenas los leyeran, se sentirían identificados con ellos. Por aquellos tiempos (fines de los 80, principios de los 90) reinaba el mayor de los optimismos en las filas de casi todas las organizaciones que se reclamaban de la tradición de la Cuarta Internacional. “Se restablece la conexión histórica con el movimiento obrero soviético”; “los trabajadores soviéticos van a defender las conquistas de la Revolución de Octubre”; “es imposible que vuelva el capitalismo a menos que la burguesía mundial aplaste a los trabajadores en una guerra civil abierta”; “las dos Alemania no se podrán unificar, a menos que haya una guerra a escala europea entre los Estados”, fueron algunas de las tantas afirmaciones que se hicieron por aquellos días. Todo coronado con la idea de “llegó la hora del trotskismo”, porque “el proceso revolucionario en la URSS indica que las masas trabajadoras retoman el curso de su acción histórica, independiente de la burocracia”. ¿Cómo podía ser que las masas trabajadoras no defendieran a “su” régimen de las fuerzas que buscaban la restauración capitalista? Incluso había grupos que estaban esperanzados en que la fracción “centrista” de la burocracia defendiera las “bases sociales” de la URSS.

Sin embargo, nada de esto sucedió. La burocracia de conjunto viró hacia el capitalismo, no hubo guerra civil (obreros contra restauracionistas) en la URSS, las Alemania se unificaron sin conflictos armados mundiales… Por supuesto, lo más inesperado fue la reacción de los propios trabajadores soviéticos ante las caracterizaciones de la Cuarta Internacional. Recuerdo que a comienzos de 1990 compañeros trotskistas me decían que el punto que más conflicto generaba en las reuniones con los trabajadores era la caracterización del régimen como “obrero”. “¿Qué tiene que ver esto con nosotros?”, era la pregunta infaltable. Personalmente participé en discusiones -aunque en Budapest- con activistas que se consideraban a sí mismos “socialistas”, y no podían admitir que se tratara a esos regímenes de “proletarios” (por más que adjuntáramos el adjetivo “burocrático”). En cuanto a la salida política, lo más a la izquierda que llegaban era a concebir un socialismo “a lo Suecia” aplicado en el Este. El sentimiento era generalizado. La cuestión también se combinaba con la discusión sobre el carácter de clase de la burocracia gobernante, ya que no había manera de convencer a los trabajadores de que la dirigencia soviética era “proletaria”, como afirmaban muchos dirigentes de la Cuarta Internacional.

Naturalmente, este pensamiento generalizado en la clase trabajadora se reflejó en la manera en que avanzaron las privatizaciones, junto al estímulo al capital privado. La resistencia fue mínima, a pesar de lo que quieren hacer creer algunos, que ven “revoluciones obreras en ascenso” a cada paso. Apenas hubo entrega de los “vouchers” (o bonos) a los trabajadores, como último tributo formal a la propiedad “socialista”. Pero era una cortina para disimular que las empresas estaban cayendo en manos privadas. Nadie se engañaba, en el fondo. Desde los últimos años del régimen había empresas que estaban siendo privatizadas (bajo la cubierta de las cooperativas), sin que el proceso encontrara alguna resistencia apreciable de parte de la clase obrera. Además, después de 1990 se abrían nuevos emprendimientos, con libertad para la contratación de mano de obra. La “amarga verdad” era que los trabajadores no identificaban a la industria nacionalizada con el poder obrero. Hubo guerras, pero nacionalistas (como en la ex Yugoslavia); no hubo guerra de clases en el Centro y Este de Europa por imponer, o impedir, el avance del capitalismo. La tesis de que la URSS era un Estado proletario, aunque burocrático, no resistió la prueba de los acontecimientos. Algo fallaba, y de manera esencial.

Estatización y Estado obrero

Tal vez la falla fundamental del enfoque trotskista sobre la URSS consiste en haber identificado mecánicamente la existencia de la estatización (utilizo los términos estatización y nacionalización como sinónimos) de los medios de producción con una relación de producción socialista, o proletaria. Se pensaba que la estatización generalizada era socialista porque impedía el desarrollo del capitalismo. Sin embargo, la realidad es que impedir que prospere el capitalismo no equivale mecánicamente a impulsar la transformación de la sociedad en dirección socialista. Recordemos al respecto que el objetivo del socialismo es que los productores directos administren los medios de producción, y se eliminen las formas burguesas de división del trabajo, en particular la división entre trabajo manual e intelectual. Y la nacionalización de los medios de producción, en sí misma, no genera impulso alguno hacia la socialización. Solo adquiere un sentido socialista si es un momento en el desarrollo hacia el socialismo; en otras palabras, encierra la posibilidad de iniciar el tránsito al socialismo, pero por sí misma no decide la evolución ulterior. Por este motivo un Estado obrero no se puede definir como tal a partir de la mera existencia de la estatización de los medios de producción.

Es cierto que el Estado soviético mantuvo durante décadas la estatización, impidiendo la vuelta al capitalismo. Sin embargo, no solo mantenía la estatización, sino también luchaba -en oposición a los trabajadores y las corrientes críticas de izquierda- por impedir el avance hacia la socialización. Y sobre esta base se erigió un sistema de extracción del excedente generado por los productores directos. De manera que la URSS, bajo el régimen burocrático, no estaba en transición al socialismo. No existía impulso económico alguno que llevara a la socialización, y el poder político bloqueaba cualquier tipo de transición. Pero un Estado que impide la transición, no puede ser considerado un Estado proletario (o una dictadura proletaria), cuyo contenido se define precisamente por el hecho de que impulsa la transición al socialismo. Si bien Trotsky tenía razón al afirmar, en polémica con sus críticos, que la política es “economía concentrada”, sin embargo pasó por alto que esa “economía concentrada” no se limitaba a la relación de producción estatizada, ya que también incluía la política estatal destinada a bloquear el avance hacia la gestión colectiva.

Estas consideraciones también permiten responder otro de los argumentos de Trotsky, la posibilidad de que en la URSS la burocracia hubiera sustituido a la clase obrera, a la manera de lo sucedido en Alemania en el siglo XIX. Esta tesis sería aplicable al caso soviético si el poder estatal hubiera, de alguna manera, favorecido el desarrollo y profundización de las relaciones socialistas. Pero no es lo que sucedió. Más en general, puede decirse que no existe automatismo económico que genere la socialización, y por lo tanto es imposible que haya transición al socialismo por fuera de la aplicación de un programa que conscientemente se plantee esa meta.

Cambio cualitativo y transición bloqueada

Otro de los argumentos favoritos de Trotsky, frente a los que sostenían que la URSS ya no era, en los años 30, un Estado proletario, consistía en señalar que no se había producido un cambio cualitativo en las relaciones de propiedad. Pero desde el abordaje que estamos proponiendo, en cambio, sí se advierte que hubo un cambio de tipo cualitativo, en el sentido del retraimiento de la actividad de los trabajadores, y el avance de la burocracia, que estabiliza una relación de explotación. Ya en sus últimos años de vida Lenin anotaba con preocupación la manera en que se había desarrollado la burocracia (por ejemplo, en enero de 1923 escribía que el aparato estatal “representa en su mayor parte una supervivencia del antiguo aparato”), y en ocasión de la discusión sobre los sindicatos y la NEP, había caracterizado al Estado como “proletario, con deformaciones burocráticas”.

Sin embargo, en los años posteriores lo que eran “deformaciones” adquirieron características orgánicas, y el aparato estatal se enfrentó, con represión abierta, a las fuerzas que pugnaban por la socialización. En especial, entre el período de la colectivización forzosa y la terminación del llamado Tercer Proceso de Moscú, en 1938, ocurrieron cambios tan profundos, que generaron un abismo social entre los productores directos y la burocracia. Se trató de una catástrofe humana, de proporciones colosales, que implicaron la ruptura de la alianza de los campesinos con el régimen; la muerte de millones de personas; la eliminación de la vanguardia revolucionaria y crítica; la extensión del terror entre la clase trabajadora (por cualquier falta menor en el trabajo, o discrepancia, se podía terminar en un campo de trabajo forzado); y el consiguiente reforzamiento de la burocracia como un grupo explotador. Para tener una aproximación a lo sucedido, digamos que cálculos realizados luego de la caída de la URSS, utilizando la apertura de los archivos del régimen, y estadísticas censales, dan como resultado que entre 1930 y 1936 habría habido en la Unión Soviética 8,6 millones de muertes no explicadas, que se deben atribuir a la colectivización, al hambre y la industrialización forzada; de ellas, 2,8 millones corresponderían solo a la colectivización. Por otra parte, 1,1 millones serían las muertes por el Gran Terror de 1936-1937 (Rosefielde, 1996). En aquellos años se eliminaron dirigentes y militantes del partido, de los sindicatos, los soviets, el ejército, y líderes en todo tipo de actividades del arte y la ciencia. Según el informe Kruschov al XX Congreso del PCUS, de los 139 titulares y suplentes del Comité Central elegidos en 1934 (esto es, ya bajo completo dominio del aparato stalinista), 98 fueron ejecutados, principalmente entre 1937-8; en tanto, 1108 delegados de los 1966 delegados al XVII Congreso fueron detenidos bajo la acusación de crímenes contrarrevolucionarios. Estos cataclismos, esta represión sistemática, no fueron solo para consolidar “privilegios”. Por eso los trotskistas que se preguntan cuándo se produjeron los cambios cualitativos, tienen en estos acontecimientos la respuesta. El cambio del carácter de clase del Estado (dejó de ser proletario) se produjo a través de una violenta y masiva represión, desatada contra la clase obrera y su vanguardia revolucionaria y crítica. No hubo una caída pacífica de la dictadura del proletariado; aunque esa caída no dio paso directamente a un régimen capitalista, sino a una transición bloqueada.

Un régimen social burocrático, no capitalista y no proletario

En base a lo explicado hasta aquí, puede entenderse por qué coincido con la idea de que la URSS fue un régimen de tipo burocrático, que no puede ser considerado obrero, pero tampoco capitalista. Esto suscita la objeción de cómo es posible que un régimen no sea ni obrero, ni capitalista. Mi respuesta es que sí, que pueden existir regímenes que no se dejan encasillar en las categorías habituales, en particular cuando se trata de sociedades en transición, ya sea porque combinan de forma compleja diversos modos de producción, o porque dan lugar a nuevas combinaciones. Es por este motivo también que la primera aproximación al fenómeno a través de la doble negación, “no obrero y no capitalista”, es válida, y ya ha sido utilizada en el marxismo. Por ejemplo, Engels aborda el colonato, que se extendió en los territorios del Imperio Romano en disolución, sin encasillarlo en “esclavismo” o “feudalismo”. Los colonos, explica, no eran esclavos, pero tampoco campesinos libres, ni siervos feudales (Engels, 1975). De esta manera intentaba dar cuenta de un fenómeno novedoso, que solo al cabo de muchos años daría feudalismo. También Marx, cuando analiza las formas precapitalistas, distingue entre las primitivas comunidades de los romanos, los germanos y las comunidades de la India, según el grado de disolución de los nexos privados, y el grado en que había desaparecido la propiedad común de la tierra, y se había desarrollado la propiedad privada. Todas ellas contuvieron formas híbridas, en diferentes grados de evolución (Marx, 1989). La Unión Soviética, tal como resultó de una transición bloqueada, tampoco puede definirse como “obrera”, ni como “capitalista”.

¿Explotación o “privilegios”?

La discusión sobre si la URSS era un régimen proletario, o una formación burocrática específica, enlaza con el tema de si había explotación, o solo “privilegios burocráticos”. Hemos visto que en sus últimos escritos Trotsky plantea la posibilidad de que la burocracia explotara a la clase obrera -“de forma no orgánica”,  sin ahondar en qué significaba esto- pero en el Programa de la Cuarta Internacional, no hizo mención al tema, y el peso está puesto en los “privilegios” de la burocracia. Sin embargo la diferencia entre “privilegios” y “explotación” no es menor. Lo vemos con un ejemplo. Supongamos una cooperativa, en la que un grupo de trabajadores (digamos el 5%) goza de 5 minutos más de descanso, en las pausas diarias, que el resto, sin causa que lo justifique. Podemos decir que esos trabajadores gozan de un “privilegio”, pero no explotan a sus compañeros. Si en cambio esos trabajadores pasan a gestionar la empresa, y producto de esa “gestión”, se apropian de un ingreso ocho o nueve veces mayor que el resto de los trabajadores; y si además, para defender sus puestos, se arman y reprimen a quienes los cuestionan, ya no hablaremos de “privilegios”, sino de una extracción sistemática de excedente. En algún punto de la evolución entre el primero y el segundo escenario se ha producido un cambio cualitativo, y lo que era una diferencia “de cantidad” dentro de la misma clase de los productores, pasó a ser una diferencia cualitativa entre los que trabajan, y el grupo que se apropia del plustrabajo de los primeros. Observemos que legalmente la propiedad de los medios de producción puede seguir siendo colectiva, pero ahora hay explotación, y existen dos grupos socialmente diferenciados, si bien esa diferencia no se deriva de la relación de propiedad legal.

Pues bien, con las adecuaciones correspondientes, el ejemplo ayuda a comprender el carácter de la URSS, donde la situación se asemejaba -por lo menos desde los años 30- al segundo escenario. La burocracia explotaba sistemáticamente a la clase obrera, a pesar de que no existía la propiedad privada de los medios de producción, porque lo hacía a través del Estado. Pero entonces no hay manera de considerar a ese Estado como “proletario”, ni a la burocracia como parte de la clase obrera. Por este motivo, y siguiendo una larga tradición de autores de izquierda, nos inclinamos por considerar a la Unión Soviética como una forma de sociedad burocrática, en la cual los productores directos eran explotados a partir del dominio del Estado por la burocracia.

Sin embargo, cuando afirmamos esto, se nos responde que no estamos dando una definición precisa de clase. “¿Estamos ante relaciones de producción capitalistas, o socialistas?” se nos pregunta. La respuesta es que no son capitalistas, pero tampoco socialistas. En la URSS los medios de producción eran “de todos”, legalmente, pero sobre esta base se levantó un régimen de explotación. La relación de explotación por lo tanto está definida por la oposición Estado burocrático (que se apropia del excedente) / trabajadores directos (que producen el excedente). Afirmar que de esta manera la relación de explotación no está definida, no tiene sentido. Recordemos que incluso Marx contempló la existencia de explotación a través del Estado, en las llamadas formaciones asiáticas. En El Capital sostiene que en las entidades comunitarias primitivas, donde prevalecía el sistema de tributos, es “el Estado que percibe tributos el que es propietario, y por ende vendedor del producto” (Marx, 1999, p. 417, t. 3). El excedente era apropiado colectivamente por la burocracia, y los campesinos poseían la tierra solo en la medida en que eran miembros de la comunidad. Pues bien, el régimen soviético tiene alguna semejanza con esto, en el sentido que a pesar de que la apropiación del excedente no es privada (en las sociedades divididas en clases típicas, esclavismo, feudalismo, capitalismo, la apropiación es privada), la misma existe, y hay explotación.

Lógicamente, si se acuerda en que éste era el contenido del régimen, buscar cuál es la forma de expresar ese contenido se convierte en una cuestión de importancia secundaria. Hemos visto que Trotsky adelantó la expresión “colectivismo burocrático”; otros hablaron de “Estado burocrático”, o “régimen burocrático”. Si estamos de acuerdo en el contenido, no veo problemas en adoptar alguna de estas expresiones, o similar.

Interludio: el análisis de Christian Rakovsky

Son muchos los autores que plantearon que la URSS era una formación burocrática específica. En lo personal, he sido muy influenciado por la lectura de Füredi (1986). Pero en este “interludio” quiero presentar el análisis de Rakovsky, quien en una fecha tan temprana como 1928 advertía que se estaba produciendo un cambio en el régimen social en la URSS. Rakovsky fue un revolucionario búlgaro, presidente del Soviet de Ucrania en 1918, líder de la República Soviética de Ucrania, embajador por la Unión Soviética en Inglaterra y Francia, y militante de la Oposición de Izquierda, en la década de 1920 y 1930.

La primera cuestión a destacar es que Rakovsky planteaba que la posibilidad de que la clase obrera pudiera conservar su rol dirigente en el Estado, dependía de su nivel de “actividad”, y alertaba que ya para entonces (1928) se asistía al declive “del espíritu de actividad de las clases trabajadoras”; que había una creciente indiferencia de los trabajadores hacia el destino de la Unión Soviética y pasividad ante los abusos crecientes de la burocracia. Agregaba que “… lo que constituye el mayor peligro es precisamente la pasividad de las masas (una pasividad aún mayor entre las masas comunistas que entre las masas no comunistas) hacia las manifestaciones sin precedentes de despotismo que han surgido”. Más adelante, explicaba la forma en que surgía la burocracia. Sostenía que cuando la clase obrera toma el poder, una de sus partes se convierte en agente de ese poder. Por lo tanto surge la burocracia. Dado que en un Estado socialista la acumulación capitalista está prohibida para los miembros del partido dirigente, la diferenciación comienza por una diferencia de funciones, y luego se convierte en una diferencia social. Los comunistas que disponen de muchos más bienes que los trabajadores, agregaba Rakovsky, están separados por un abismo de las masas. Las funciones han cambiado tanto a los dirigentes, antiguos revolucionarios comunistas, que “no solo objetivamente, sino también subjetivamente han dejado de ser parte de la misma clase trabajadora”. Si esto ya ocurría en 1928, qué decir de la situación una década más tarde, después de la colectivización y los grandes Procesos de Moscú. El mismo Rakovsky cayó víctima de las purgas stalinistas, y fue fusilado en 1941.

La burocracia, ¿una clase social?

Una importante cuestión que se ha discutido entre los partidarios de caracterizar a la URSS como una formación burocrática, es si la burocracia constituía una clase social. Esta debate se combinó, en algunos autores, con las perspectivas históricas de la URSS. Con respecto a este aspecto, algunos autores pensaron que el capitalismo y la URSS evolucionaban hacia una nueva forma social, en que prevalecerían los tecnócratas estatales y directores de empresas, y que la burocracia sería una nueva clase, a nivel mundial. Por ejemplo Bruno Rizzi, que fue militante trotskista, sostuvo en los treinta que la URSS y Alemania (bajo el nazismo) eran regímenes nuevos, no obreros y no capitalistas, y que esto abría una nueva forma de evolución histórica (ver Rizzi, 1980). Esta idea estuvo viva durante mucho tiempo, bajo diferentes formulaciones. La caída de los regímenes “socialistas”, el viraje al capitalismo, y la mundialización del capital (caracterizada por la propiedad privada) de los últimos años, explican que esta perspectiva perdiera actualidad.

Pero el debate más importante es acerca de si la burocracia soviética constituyó una clase. Djilas (1958), Sweezy (1979), Voslensky (1981), entre otros, sostuvieron que si bien no se podía asimilar a la clase capitalista, la burocracia llegó a conformar una clase social. Füredi (1986), en cambio, plantea que no puede caracterizarse como una clase. Si bien en lo personal tiendo a coincidir con Füredi, de nuevo lo importante es ponerse de acuerdo en qué queremos significar cuando hablamos de “clase”. Esta cuestión, hasta donde alcanza mi conocimiento, no está del todo resuelto en el marxismo, a pesar de su centralidad en la teoría de Marx. En cualquier caso, si se entiende que la existencia de explotación en beneficio de algún grupo social es condición suficiente para determinar la existencia de una “clase”, deberíamos concluir que la burocracia soviética conformó una clase social. De la misma manera, deberíamos considerar a la burocracia del modo de producción asiático como una clase social. El enfoque alternativo, en cambio, dice que no es suficiente la existencia de la explotación para hablar de clase social, ya que es necesario tomar en consideración la existencia, o no, de la propiedad (eventualmente la posesión) de los medios de producción y/o de la fuerza de trabajo. Por este motivo es que tal vez Marx no haya hablado de conflicto de clases, o enfrentamientos de clase, cuando se refirió al modo de producción asiático, aunque pensaba que existía explotación. De todas maneras, y al margen de lo que escribió Marx sobre ese antiguo modo de producción, lo importante es preguntarse cuál es la relevancia de que existieran, o no, relaciones de propiedad en la URSS. La respuesta que se puede dar a esta cuestión tiene que ver con el modo de acceso de la burocracia al excedente, y la inestabilidad que derivaba de ello. Como ya hemos señalado en la discusión sobre la tesis del capitalismo de Estado, el burócrata accedía al control de los medios de producción a partir de su lugar político en el partido y el Estado; su permanencia estaba condicionada a ese hecho, así como el acceso de su descendencia a esa posición. Sobre esto escribía Isaac Deutscher, a mediados de la década de 1960:

“… de lo que carece esta llamada nueva clase es de propiedad. Sus miembros no poseen ni medios de producción ni tierra… no pueden ahorrar, invertir ni acumular riqueza en la forma duradera y expansiva de bienes industriales o cuantiosos valores financieros. No pueden legar riqueza a sus descendientes, es decir, no pueden perpetuarse como clase. (…) La propiedad siempre ha sido la base de cualquier supremacía de clase. (…) … la dominación burocrática no se apoya en nada que sea más estable que un estado de equilibrio político. Esta es -a la larga- un fundamento de dominación política más frágil que cualquier estructura establecida de relaciones de propiedad, consagrada por la ley, la religión y la tradición” (Deutscher, 1973, pp. 60-61).

También Kerblay y Lavigne (1985) señalaban que los apparatchiks no poseían ningún bien público propio, y las ventajas que disfrutaban estaban atadas a sus funciones, y por lo tanto eran precarias. Es importante destacar que la reproducción social de esta dirigencia operaba centralmente a través del acceso de sus hijos a los institutos prestigiosos que abrían la posibilidad de ascender en la jerarquía. El capitalista, en cambio, posee poder económico propio, al margen de que ocupe o no un puesto político, y en tanto conserve la propiedad de los medios de producción, sus herederos tienen asegurada la pertenencia a la clase dominante. La posición del burócrata soviético era distinta; sus hijos solo podían pertenecer a la nomenklatura en tanto tuvieran éxito en la carrera política. Esto explica que hacia el final del régimen aparecían formas de apropiación privada mediante las cuales los burócratas de la más alta jerarquía trataban de asegurar su posición como clase. Por este motivo es que nos inclinamos a coincidir con los autores que sostienen que, si bien vivía de la explotación, la burocracia no llegó a conformarse como una clase social. En cualquier caso, si en oposición a este enfoque hubiera acuerdo en que basta la existencia de explotación para definir a una clase, podría aceptarse, pero siempre debería tenerse presente esta diferencia con la situación de las clases explotadoras que se basan en la propiedad privada.

Dinámica del régimen

Si bien en estas notas nos centramos en la caracterización del régimen soviético, concluimos con algunas consideraciones sobre su dinámica. Como hemos señalado en la nota anterior, en la Unión Soviética la propiedad estatizada se combinaba con otras formas económicas, de naturaleza híbrida (el caso de las cooperativas agrarias), que daban lugar a acumulación de riqueza que no podía convertirse en capital. Inmersa en un mundo capitalista, la URSS y otros regímenes similares no tenían posibilidad alguna de desarrollar una forma de producción “burocrática” en el largo plazo. El desarrollo extensivo, y el fracaso de pasar a un crecimiento intensivo, sustentado en la tecnología y la productividad del trabajo, impulsaron de manera creciente a estimular las formas proto o pre capitalistas, que parasitaban en los intersticios de la economía estatizada. Por este motivo, el bloqueo de la transición al socialismo, a partir del triunfo de la burocracia, no llevó a una sociedad estática. Lentamente se fueron preparando las condiciones para la restauración del capitalismo. En este respecto tenía razón Trotsky, cuando negaba viabilidad histórica a la burocracia.

Digamos por último que en tanto en la URSS existía un régimen de explotación, una revolución de los trabajadores con contenido o programa socialista, no podía tener solo un carácter político. No se trataba solo de eliminar privilegios, y restaurar los mecanismos de dominio democrático de los productores. La revolución debería tener un contenido social, consistente en acabar con las relaciones de producción burocráticas (esto es, de explotación) y abrir el camino hacia una reorganización socialista. Sin embargo, dada la ausencia de algún programa de este tipo que fuera asumido por la población, la crisis final del régimen y la caída de la burocracia solo podía dar como resultado la restauración del capitalismo; como sucedió en los años 90.

Bibliografía citada:

Deutscher, I. (1973): La revolución inconclusa, Buenos Aires, Abraxas.

Djilas, M. (1958): La Nueva Clase, Buenos Aires, Sudamericana.

Engels, F. (1975): El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, Obras Escogidas, t. 2, Madrid, Akal.

Füredi, F. (1986): The Soviet Union Dmystified. A materialist analyis, Londres, Junius.

Kerblay, B. y M. Lavigne (1985): Les Soviétiques des annés 80, Paris, Armand Colin.

Mandel, E. (1988): “Producción de mercancías y burocracia en Marx y Engels”, en AA.VV., Repensar a Marx, Madrid, Editorial Revolución, pp. 145-192.

Marx, K. (1999): El Capital, Madrid, Siglo XXI.

Marx, K. (1989): “Formas que preceden a la producción capitalista”, en Elementos Fundamentales para la Crítica de la Economía Política (Grundrisse) 1857-1858, t. 1, pp. 433-479 México, Siglo XXI.

Rakovsky, C. (1928): “The ‘Professional Dangers’ of Power”, en www.marxists.org.archive/rakovsky/1928//08/pordanger.htm.

Rizzi, B. (1980): La burocratización del mundo, Barcelona, Península.

Rosefielde, S. (1996): “Stalinism in Post-Communist Perspective: New Evidence on Killings, Forced Labour and Economic Growth in the 1930s”, Europe-Asia Studies, vol. 48, pp. 959-987.

Sedova Trotsky, N. (1951): “Resignation from the Fourth International”, en www.marxists.org.archive/sedova-natalia/1951/05/09.htm.

Sweezy, P. (1979): «¿Transición al socialismo o transición socialista?», AAVV, Acerca de la naturaleza social de la Unión Soviética, México, Universidad Autónoma de Puebla, pp. 167-169.

Trotsky, L. (1973): La revolución traicionada, Buenos Aires, Yunque.

Trotsky, L. (1971): In Defense of Marxism, Londres, New Park Publications.

Trotsky, L. (1937): “Not a Workers and Not a Bourgeois State?” en www.marxists.org/archive/trotsky/works/index.htm.

Trotsky, L. (1939): “The Bonapartist Philosophy of the State”, en www.marxists.org/archive/trotsky/works/index.htm.

Voslensky, M. (1981): La Nomenklatura. Los privilegiados en la URSS, Buenos Aires, Abril.


Descargar el documento:
[varios formatos siguiendo el link, opción Archivo/Descargar Como]
¿Qué fue la URSS? (2)

Written by rolandoastarita

01/03/2011 a 18:24

Publicado en General

Tagged with , , ,

143 respuestas

Subscribe to comments with RSS.

  1. Rolando, la sociedad soviética era una sociedad en expansión. Me explico; desde los ambientes conservadores se apunta que toda sociedad organizada es una sociedad clasista. Yo no estoy de acuerdo con ese punto de vista de la burguesía -obviamente-, porque las sociedades de clase son mucho más cerradas (en lo que a mí me dio tiempo a percibir en el Este por diversas fuentes, incluida la propia experiencia). Aparte de la diferencia fundamental de la propiedad de los medios de producción, que en la sociedad de la URSS no existía o era de todos, a través del Estado. Sin embargo, como digo, era una sociedad abierta, sin los límites que uno se puede encontrar en la actual sociedad.
    En una sociedad de clases, como esta, veo que los miembros de la clase dominante se ocupan de sí mismos, incluyendo a su ámbito familiar más o menos reducido, dándose un alto grado de nepotismo y consiguiendo lo mejor para ellos mismos (mejores puestos, plazas de altos funcionarios, etc,…). En una sociedad en expansión, como la soviética, no recuerdo haber observado eso, ni tampoco me lo ha transmitido la experiencia familiar ni la de los amigos de allí. Esto último se corresponde con el hecho de que la economía soviética era una economía en expansión hasta casi sus últimos años, que yo sitúo en la época de gobierno de Gorbachev. Pues bien, en una sociedad así, la política social exclusivista o clasista (como ocurre en la cultura occidental) no da resultados ni perdura durante mucho tiempo. Por eso, los intentos más o menos disimulados de asimilar la sociedad de clases occidental con la sociedad soviética son burdos y no se sostienen por la vía del razonamiento más mínimo. En la sociedad soviética, como corresponde a una sociedad abierta y economía en expansión, el hijo de un obrero, aún en el supuesto de que no partiera del mismo nivel que el hijo de un funcionario, no era una diferencia tan insalvable como la que aquí se aprecia. De hecho, siempre estudiábamos en las mismas clases, en lo que yo viví allí. Existía una mayor fluidez social y no era extraño que los hijos de los obreros alcanzaran puestos de alta responsabilidad en la burocracia y en las fábricas como ingenieros técnicos. Es más, las diferencias salariales entre la burocracia y los obreros no alcanza los niveles que aquí en España, donde existen grandes diferencias salariales.
    Quiero decir, en definitiva, que la sociedad soviética era mucho más permeable, o por lo menos, yo nunca percibí esas diferencias que veo aquí.
    Respecto a la deriva que tomó la clase trabajadora del Este cuando cayeron los gobiernos comunistas y la indiferencia que mostraron, todavía no me puedo explicar cómo pasó, qué pasó para llegar a eso y que no hicieran nada… Seguramente tienes mucha razón cuando dices que determinadas personas arriba vieron lo que se venía encima y fueron tomando lo que era de todos para posicionarse y partir con posición de ventaja al resto (como si de una apropiación originaria de medios de producción se tratara) con Parestroika de Gorbachev. Hoy en día mis compatriotas lo consideran un traidor y existe la nostalgia por haber dejado escapar una oportunidad para un mundo más justo y mejor. Yo achaco todo lo que ocurrió a una falta de control obrero de las fábricas y de la política. Y, por supuesto, también hizo lo suyo el mundo capitalista por acabar con URSS.
    Un saludo Rolando y demás.

    Me gusta

    José

    01/03/2011 at 22:19

    • Aunque debo pensarlo mejor, te diría que no me convence el criterio (si no te interpreto mal) «sociedad en expansión con movilidad social = sociedad sin clases», e inversamente «sociedad sin movilidad social = sociedad de clases». En EEUU, durante la época de la expansión hacia el Oeste, había mucha movilidad social, y era una sociedad clasista. Sí acuerdo en que en la URSS hubo mucha movilidad social, derivada en buena medida de las muy altas tasas de crecimiento, que se prolongaron hasta mediados de los 60 (aunque en disminución desde los 50; hay problemas con las estadísticas, pero esto es otra cuestión). Esa alta tasa de crecimiento permitió una movilidad social muy grande, lo que también contribuyó a la legitimidad del régimen. Esto es, el stalinismo no se basó solo en represión (aunque la hubo y a escala masiva, como planteo en la nota). Hace años leí un libro de un disidente soviético, ingeniero de minas, «El consenso organizado» (perdí el libro y tendría que buscar el nombre del autor), del que se me quedó grabado el siguiente episodio. Decía el autor que provenía de una familia campesina, muy humilde, y que su madre adoraba a la Virgen y a Stalin, a pesar de que había perdido a buena parte de su familia en la colectivización forzosa. ¿Por qué? Pues porque sus hijos habían llegado a ser ingenieros, algo que era imposible de concebir para los campesinos, oprimidos durante siglos.
      Ahora bien, esto no niega que esos ingenieros, u obreros calificados que dejaban atrás su origen campesino, fueran explotados por la burocracia. Esto es, puede haber movilidad social, y explotación. Por supuesto, queda planteada la pregunta de si la existencia de explotación en la URSS implicaba que la burocracia conformaba una clase social.
      Acerca de la caída de la URSS, no se puede explicar por «traiciones». En última instancia, ¿cómo es posible que un «Estado proletario» se derrumbe por la traición de una persona, o de un grupo? Cuando dices que en la URSS no había control obrero de la economía y de la política, creo que estás apuntando al centro del problema. Pero eso implica admitir que no era un régimen «socialista» o «proletario».

      Me gusta

      rolandoastarita

      02/03/2011 at 09:20

    • Jose, si no es molestia me gustaria que aclarases que entendes por sociedad abierta y por sociedad en expansión. Y si los tenes a mano referencias y/o enlaces que sustenten tu afirmación de que la economia sovietica era una economia en expansión.

      Desde ya muchisimas gracias.

      Me gusta

      Gerardo

      02/03/2011 at 09:23

  2. Rolo me gusto bastante la nota, y definitivamente da muchos elementos para reflexionar, lo que no me cierra es que si el estado es burocratico la burocracia no sea una clase.
    Por ejemplo si la clase burguesa se ve amenazada por la emergencia obrera reacciona como un todo, lo que no acontecio en la URSS apesar de que para algunos sectores de la burocracia la desaparicion de la misma significaba perder su posicion priveligiada y para otro sector significaba la consolidacion de los privelegios a traves de la propiedad privada, tal ves sea esto a lo que Trotsky se referia como explotacion no organica.
    saludos

    Me gusta

    hola

    02/03/2011 at 04:34

  3. Perdon por lo incoherente del comentario anterior.
    Quise decir cuando la restauracion capitalista en URSS se llevo a cabo la burocracia no actuo unificada de hecho aunque menores hubo intentos de evitar que la restauracion se llevara a cabo como el alzamiento del ejercito en Moscu, y otro secto las alento y se puso al frente del proceso incluso derrotando los intentos del ejercito por evitar la restauracion capitalista, eso me da para pensar de que no habia un Estado Burocratico.

    Me gusta

    hola

    02/03/2011 at 05:03

  4. Hola. Me encanta tu análisis de la URSS, que trasciende incluso la crítica trotskista (que ya de por sí es bastante buena). Por supuesto me parece muy correcto que la URSS acabe siendo simplemente un episodio más del llamado «modo de producción asiático» (cuyo epítome es irónicamente africano: el Egipto faraónico) sin embargo parece fallar un análisis de cómo el MPA fue transicional e instrumental en la acumulación primigenia post-neolítica, y como por tanto el MPA en la URSS fue también transicional e instrumental en la acumulación de capital en ese país, y presumiblemente en otros como China, en forma alternativa a los designios de las antiguas aristocracias locales – que fueron destituidas por ineficientes y «traidoras» en la acumulación nacional de capital probablemente (habría que introducir por tanto la variable nacional tan importante en el desarrollo de otras burguesías, como se ve en el ejemplo mencionado del II Reich, pero también en otros casos: Francia, Italia, Turquía incluso…)

    Nos encontramos con que el sistema estalinista (y variantes) favorece una acumulación nacional de capital, independientemente de que aún no exista una burguesía nacional (sustituida por una burocracia, como en el MPA, mutatis mutandi). Esto sería un tema interesante a analizar, entiendo, porque no se puede negar que el sistema estalinista ha ayudado inmensamente al desarrollo de la capacidad productiva de Rusia/URSS y China (especialmente) dentro de la dialéctica imperialismo-nacionalismo pero no realmente dentro de la dialéctica burguesía-proletariado, que ha sido circunvalada por medio de este MPA sui generis.

    Ahora bien, me gustaría considerar si la burocracia no tiene ciertas posesiones, quizá inmateriales, pero no por ello menos importantes (sobre todo en una época como la actual donde gran parte de la acumulación ocurre en el ámbito de la propiedad intelectual). Es decir: la (sub-)clase escriba o sacerdotal (que no otra cosa es la burocracia) posee de hecho unos conocimientos (y redes socio-políticas) y resortes de transmisión de esos conocimientos (y redes) a sus descendientes que son equiparables en gran medida a la propiedad de bienes materiales existente en el feudalismo (tierra) o capitalismo (máquinas).

    Al final las máquinas que la URSS se llevó de Alemania tras la II Guerra Mundial, se oxidaron en Rusia porque no había gente que supiera cómo hacerlas funcionar. El conocimiento es una forma de propiedad o al menos posesión aunque, por su carácter inmaterial, que puede ser copiado (no es escaso salvo si se restringe el acceso como en los ‘numerus clausus’ o la ley Sinde).

    De acuerdo con Negri, por ejemplo, en la moderna fase de «subsunción real del trabajo en el capital» (o Toyotismo) se caracteriza por la capitalización del conocimiento en gran medida y por tanto en una dialéctica acentuada en este plano más inmaterial de la lucha de clases entre una burguesía que quiere apropiarse de las ideas y ciencia de otros y esos otros, trabajadores cualificados, personas educadas, inteligentes y creativas, que demanda el autocontrol de esta producción intelectual.

    Sin entrar en este tema de la fase del Capitalismo en la que estamos, creo que esto ilustra cómo el conocimiento, quizá incluso más que los objetos, es un terreno central de la dialéctica de clases, aunque más difícil tanto de evaluar como de apropiar.

    Salud.

    Me gusta

    Maju

    02/03/2011 at 06:57

    • De todas maneras mi posición no es que la URSS haya sido un episodio más del MPA. Utilicé el ejemplo del MPA para mostrar cómo hubo sociedades en la historia en las que existía explotación, con propiedad común de los medios de producción. Sin embargo por su posición histórica (inmersa en el mercado mundial capitalista), desarrollo de las fuerzas productivas, la forma principal de producción (industria), no es posible, en mi opinión, asimilar sin más a la URSS con el MPA. Por este motivo subrayo su especificidad histórica, que deviene del bloqueo de una transición al socialismo (esto es, de la derrota del Estado obrero). Planteadas así las cosas, el estudio del MPA sirve para pensar. No es casual que la burocracia stalinista haya condenado la idea del MPA, casi como si se tratara de un concepto contrarrevolucionario.
      Acerca del poder del conocimiento, abre otro campo de debate. Es cierto que el conocimiento en los orígenes de la burocratización cumplió un rol importante. Ya en los primeros años después del triunfo del 17, hubo que empezar a conceder muchos privilegios a personal calificado, ante la desesperante falta de conocimientos. Hay muchos testimonios sobre esto. A partir de la función que desempeñan, adquieren fuerza material; y con esa fuerza material protegen su posición, etc. Es lo que en parte señala Rakovsky. Pero también Deutscher, Carr y otros.
      Sin embargo no siempre hay una relación directa, o constante, entre conocimiento y poder. Es complicado generalizar, en mi opinión, aunque esto daría lugar a otro tema. Solo doy un ejemplo. El conocimiento del oficio otorgó un poder de hecho al trabajador, frente al capital, durante períodos importantes. Sin embargo el sistema capitalista tendió a despojar de ese poder al trabajador, para subsumirlo a su dominio (como explica Bravermann).
      Esta historia se repite una y otra vez. La producción «en masa» de ingenieros, técnicos, profesionales diversos, etc. por el capitalismo le permite abaratar esa fuerza de trabajo calificada (esto es, el conocimiento forma parte de la fuerza de trabajo), y termina generando su propia provisión de mano de obra barata, que subsume al capital. Alguien que genera programas de computación, por ejemplo, y está muy calificado, puede estar subsumido al capital, y generar plusvalía, etc. Tiene conocimiento, pero no tiene el poder para no ser explotado.

      Me gusta

      rolandoastarita

      02/03/2011 at 09:38

  5. No, Rolando; evidentemente, me he expresado mal. Yo soy más partidario de la opinión de Deutscher, que apuntas en tu post. Yo quería decir que había una mayor movilidad social, por contraponerlo a esas opiniones que he leído en alguna parte de que existían clases igual que en Occidente; algo con lo que yo no estoy de acuerdo. No es lo mismo la sociedad estamental que la de clases, como no es lo mismo la sociedad de clases a la sociedad soviética, que bien puede definirse como colectivismo burocratizado; sí, yo creo que esto es lo que mejor definió aquella sociedad.
    Me hace gracia lo de la virgen y Stalin; quizá se deba a eso que el genial Gramsci llamó, «el sentido común», como un conglomerado acrítico de ideas y doctrinas, religión, etc,… acrítico y heterogéneo.
    Y en cuanto a la visión que tienen hoy de Gorbachev y otros políticos de la época es la de haberlos traicionado. En parte, también es mi punto de vista, pero yo lo achacó más a esa falta de control obrero, a que en un momento dado, el proceso de socialización se estancó y pervivió estancado, degenerando al fin y al cabo.
    Un saludo Rolando, y muy amable por tu contestación.

    Me gusta

    José

    02/03/2011 at 11:43

  6. Muy interesantes los artículos sobre la urss. En general estoy de acuerdo. En este post, sin embargo, no me convence la afirmación de que el terror estalinista es una ofensiva anti-socialista, o cuyo fin fuera separar o limitar a las fuerzas socialistas. A mi manera de ver, la violencia represiva se «explica» por la propia marcha de la industrialización planificada rusa, y no con eliminar la vanguardia obrera. De hecho, la «oposición de izquierda» hundida en la sociedad rusa vio esa política como propia. Después de todo, era el programa de Preobrazhenski. En la violencia de las purgas stalinistas está además el viejo antiburocratismo bolchevique. No me extiendo más.

    Me gusta

    Fabian

    02/03/2011 at 12:02

    • Son varios los temas que sería interesante profundizar. De todas maneras me limito a una observación ahora. El programa de Preobrazhenski no habría sido compartido por toda la Oposición de Izquierda. Incluso Trotsky parece haber tomado distancia de la política que proponía con respecto al campesino.

      Me gusta

      rolandoastarita

      02/03/2011 at 13:51

  7. Fabian, incluso diría, que buena parte de lo que se llamó terror estalinista fue una elaboración de la propaganda occidental. Nunca llegaremos a saber qué hay de cierto sobre todo aquéllo pues hay una buena dosis de manipulación. Ha llegado a haber campañas de intoxicación descubiertas como la llevada a cabo por el gobierno Yuschenko ensalzando la figura de Bandera (un auténtico criminal del ejército insurgente de Ucrania), o falsificando y presentando fotografías de la Gran Depresión americana o de fusilamientos de población civil por los blancos en la guerra civil como fotografías del supuesto Holodomor en la inauguración de un museo en Kiev, etc,…
    Particularmente, pienso que la colectivización fue algo necesario para proveer de abastos a las ciudades y un avance hacia el socialismo, con sus errores (que no voy a disculpar, en la medida en que los hubiera) pero con sus indudables beneficios para la mayoría; de no haberse procedido a la colectivización, millones hubieran muerto de hambre, y eso, es algo que no se debe permitir.

    Me gusta

    José

    02/03/2011 at 13:22

    • José, estoy de acuerdo en que puede haber mucha exageración occidental, pero de todas maneras los datos más terribles sobre el exterminio de opositores surge de fuentes soviéticas. Un caso notorio es el libro de Anton Antonov Ovseyenko, “The Time of Stalin”, que se publicó en Occidente en 1982 (no he tenido acceso al libro, pero se han citado sus datos muchas veces). Anton es hijo del revolucionario ruso Vladimir Antonov Ovseyenko, quien había dirigido el ataque al Palacio de Invierno, ocupó puestos dirigentes en la revolución, y luego fue fusilado por Stalin. El mismo Anton Antonov pasó 12 años en los campos de concentración, y fue liberado en 1953.
      Pues bien, A. Antonov Ovseyenko utilizó para su investigación materiales de la investigación sobre los crímenes de Stalin, ordenada por Kruschov, en 1954, que no se habían publicado. Según sus cálculos, entre 1935 y 1939 fueron arrestadas 18 millones de personas, de las cuales 7 millones fueron ejecutadas y 2,8 millones murieron en el exilio. En la nota he presentado un trabajo que afirma que estos datos son exagerados; pero en cualquier caso, el número de gente llevada a los campos se cuenta por millones; y por lo menos son cientos de miles los que fueron ejecutados. Subrayo, surgen del propio aparato. Oficialmente se reconoció, luego de la muerte de Stalin, que en 1953 había más de 2 millones de personas en los campos.
      Por otra parte, dices que la colectivización evitó millones de muertes por hambre. Al margen de que el argumento contrafáctico es complicado (“si no hubiera ocurrido X, se hubiera producido Y”); y también al margen de que hay explicaciones alternativas al famoso argumento “los campesinos se están levantando (en 1927) contra el régimen” (Bettelheim, en su segundo tomo de la Lucha de clases en la URSS tiene una historia bastante coherente, y alternativa a la versión oficial), el hecho es que durante la colectivización realmente murieron millones. También aquí posiblemente haya habido exageraciones. Por caso, Alec Nove pensaba que podía ser correcta la cifra de 8 millones de campesinos. Hoy se considera que la cifra es mucho menor (lo cito en la nota). Pero se sigue hablando en órdenes de “millones”. Todo esto surge del estudio de los datos censales.
      Por último, doy algunas otras cifras, para que se vea la magnitud del exterminio de los viejos revolucionarios. El Comité Central del partido, elegido en 1925, tenía 106 miembros; de ellos, 80 murieron fusilados por la represión. De los 121 miembros del CC de 1927, 96 fueron ejecutados, De los 138 del CC de 1930, 111 fueron ejecutados. Si esto pasaba con las más altas jerarquías, incluso con aquellos que eran partidarios de Stalin (ejemplo el CC de 1930), podemos tener una dimensión de hasta dónde llegó la represión.

      Me gusta

      rolandoastarita

      02/03/2011 at 15:53

    • ¿Si la dirección soviética no se hubiera propuesto la industrialización forzada y acelerada hubiera habido represión en cualquier grado que fuese?

      Me gusta

      oti

      02/03/2011 at 17:20

  8. Es que se ha hablado tanto del tema… y luego, han aparecido tantas cosas que contradecían lo dicho; etc, que todo parece, como bien dices, ¿»exagerado»?, no lo sé, pero sí parece que «manipulado» ¿interesadamente?. Que no es cuestión de cifras, que me parece que cuando hay alguien que muere en un campo o es fusilado es deplorable… Y en la medida que haya ocurrido esto, yo no lo voy a disculpar, porque iría contra mis propias convicciones políticas y humanas, que es todo aquello por lo que lucharon nuestros antepasados y por lo que tenemos que luchar generaciones futuras. Pero también he visto manipulación en esto, y parece que, interesadamente o no, el tema siempre suele derivar en lo mismo. Nadie repara en el costo en vidas humanas que supuso la industrialización inglesa; fue un auténtico holocausto no reconocido nunca, y sobre lo que apenas sí se ha hablado y escrito. O los genocidios llevados a cabo por los EEUU, implicados en la destrucción de URSS y en golpes de estado y represión en todo el mundo.
    Pero, en fin, creo que estoy entrando en el «y tú más» y ese discurso no me gusta, no es racional ni humano. Prefiero tomar lo positivo de cada caso, de Stalin y de Trotsky entre otros muchos incluido tú, Rolando, y, sobre eso, aprender a hacer futuro, un futuro digno para todo ser humano. Lo mismo que digo que la Revolución bolchevique le debe mucho a Trotsky, digo que el socialismo le debe mucho a Stalin. Trotsky fue injustamente tratado en URSS, lo mismo que Stalin lo ha sido en occidente. Y, sobretodo, los horrores y las injusticias padecidas no tienen disculpa posible, en su caso, ni amparo jurídico y moral.
    Y todos también somos conscientes de que el movimiento obrero no puede seguir dividido por todo este tema. Y el tema está lo suficientemente envenenado como para saber quién dice toda la verdad o hasta dónde es cierto lo que se dice y qué parte es verdad y cuál manipulación. Y así, nos podemos pasar discutiendo todo el día durante días, meses y años… Sabes… leí el libro de Roy Alexandr Medviédev. Luego resultó que gran parte de lo que dice el libro está manipulado. ¿A quién creer?. Yo creo en el socialismo, en el marxismo, y esa es la conclusión a la que he llegado: marxismo como guía, materialismo dialéctico como método de análisis de la realidad y materialismo histórico para la explicación de los acontecimientos históricos.
    Perdonad que haya intervenido tantas veces. Un saludo a todos.

    Me gusta

    José

    02/03/2011 at 16:56

    • José, no hay problema con intervenir varias veces. Además, estoy convencido de que el socialismo se va a reconstruir con el aporte de todos los compañeros. Si pienso también que tenemos que estudiar los problemas que enfrentó el socialismo, porque va a ser la única manera de recomponer fuerzas. En realidad escribí estas notas porque surgió en el blog la cuestión de la naturaleza de la URSS, No imaginaba la repercusión y debates que iban a suscitar. Es una señal que el tema no es «viejo»; es actual, nos cruza por todos lados.

      Me gusta

      rolandoastarita

      02/03/2011 at 17:21

  9. A Gerardo; perdona, no había visto tu requerimiento de información. He empleado los términos «sociedad abierta» o «en expansión», quizá no correctamente, en correspondencia con una sociedad permeable o movilidad social, y el término «en expansión» correspondiéndole con el término de economía en expansión, en crecimiento. Pero es cierto que en la «era Breznev» la economía se fue ralentizando y se estancó y durante «era Gorbachev», cayó; que fue lo que yo viví.
    Pero, lo que yo quería decir con esos términos es que no se tenía el puesto asegurado por «ser hijo de» o por pertenencia de los padres a la burocracia, o, cuando menos, NO al nivel que he conocido en España -desconozco otros países-. Las personas en URSS podían perfectamente pasar del campesinado (abuelos) a la burocracia o a la tecnocracia (padres) o, ser obreros (nietos), o, viceversa. Hay que tener en cuenta que los medios de producción eran estatales, o bien, si se prefiere, de todos a través del estado, y que no había poseedores de medios de producción que es lo que identifica históricamente a la burguesía como clase social dominante distinta del proletariado. Y asimismo, hay que tener en cuenta que hasta «era Breznev», como he dicho, la economía URSS fue creciendo, lo que facilitaba esa movilidad. No sé si me explico bien. Salud, Gerardo.

    Me gusta

    José

    02/03/2011 at 17:25

  10. Rolando, conoces este articulo?
    El mito del Gulag
    R. Andreu
    Antorcha, núm. 10, enero de 2001
    http://www.forocomunista.com/t1024-gulags-mito-y-realidad

    Me gusta

    Nicolas

    02/03/2011 at 21:04

    • Intenté leerlo, pero no sé cómo acceder. Te pido si me lo puedes enviar por correo. De todas maneras, no entiendo por qué en el título se habla de «mito». ¿Qué se quiere decir? ¿Que es inventada la historia de los campos de concentración? Por supuesto, siempre se puede mentir. Los defensores de Hitler dicen que el Holocausto es un «mito», y como este podemos encontrar decenas de ejemplos.
      Sobre los campos de concentración stalinistas hay miles de testimonios, que provienen de corrientes de todo tipo, comunistas, anarquistas, oposicionistas de derecha, incluso stalinistas convencidos, caídos en desgracia, o campesinos y obreros que simplemente pusieron alguna resistencia. No se puede tapar el sol con la mano. No se puede borrar la historia.

      Me gusta

      rolandoastarita

      03/03/2011 at 09:21

    • ¿Es un chiste?

      Me gusta

      Eduardo

      05/03/2011 at 00:14

    • Parece escrito por Gila…

      Me gusta

      Eduardo

      05/03/2011 at 00:15

  11. Excelente artículo, Rolando. Estoy muy de acuerdo con lo que planteás. Saludos

    Me gusta

    Armando

    02/03/2011 at 21:54

  12. El socialismo no le debe nada a Stalin como tampoco a Chávez. En el caso de Venezuela, el PCV (comunista), no pasa de reconocer ciertas «desviaciones» al proceso, sin embargo, la realidad es que la burocracia chavista, incluidos los militares, hace y deshace a su antojo. Esta burucracia no explota directamente a nadie, usufructúa la renta petrolera; la explotación corre por cuenta del capitalismo de siempre, atado a la misma. En más de diez años de proceso, esto no ha cambiado en nada ni cambiará. El socialismo en Venezuela es una palabra vacía, sin ningún contenido que no sea la retórica más absurda, por irreal.

    Me gusta

    mario

    02/03/2011 at 23:07

    • Porqué mejor no analizamos qué elementos hay (si existen) para una transición al socialismo en vez de decir socialismo si o socialismo no?

      Llevamos 150 años de marxismo y a algunos todavía les cuesta ver las sociedades como fundamentalmente procesos que se desenvuelven contradictoriamente, dialécticamente.

      Pero para algunos, el marxismo sigue siendo «el marxismo-leninismo» de los manuales de la URSS.

      Me gusta

      Hernan

      25/04/2011 at 13:13

  13. el historiador ruso Zemskov da las verdaderas cifras sobre Stalin
    http://salsarusa.blogspot.com/2010/06/entrevista-viktor-zemskov.html
    y la mentira sobre la hamburna ucraniana
    http://www.rationalrevolution.net/special/library/tottlefraud.pdf
    por ultimo el mito del gulag
    http://www.nodo50.org/nucleoterco/docs/tex_mito_gulag.pdf

    Me gusta

    Nicolas

    03/03/2011 at 21:16

  14. Las evidencias parecen mostrar que las ideas de la dirección soviética acerca de cómo transformar la economía y la sociedad no solo estaban equivocadas sino que condujeron a represiones y sufrimientos terribles para importante parte del pueblo.

    Me gusta

    oti

    04/03/2011 at 11:45

  15. Pude ingresar a los links que nos sugiere Nicolás. Debo decir que me parecieron vergonzosos y lamentables intentos de falsear la historia para justificar y avalar a Stalin y a su régimen brutal de opresión y explotación, de parte de nostágicos del stalinismo. Creo que Rolando demostró e ilustró muy bien en su texto acerca de como funcionaba ese sistema. Saludos.

    Me gusta

    Armando

    04/03/2011 at 21:22

  16. José

    05/03/2011 at 06:36

  17. ¿Es que acaso nunca leyeron el libro «la restauración del capitalismo en la URSS» de Martin Nicolaus.
    La pregunta que propone el artículo no es original, lo dijo Mao y tambien Hoxha. Con el ascenso de Khruschev, se dió un proceso de restauración del capitalismo, que se puede ubicar en el periodo 1953-1965. Capitalismo que fue restaurado no por la burguesía destronada, sino por una nueva burguesía formada por burocratas que tomaron posiciones en el PCUS.
    Vamos, lo mismo ha pasado en China.
    La tesis, la puede expresar así. Hubo socialismo en Rusia y China sin embargo dado que el capitalismo persiste en el mundo y las contradicciones que existen en el mundo se reflejan en el Partido posiciones burguesas se reflejaron en el Partido. Así que mientras exista el capitalismo el peligro de restauración del capitalismo siempre existe.

    Me gusta

    anilloselficos

    07/03/2011 at 13:02

    • No lo creo así. Tal como se analiza aqui y en otras corrientes marxistas, el capitalismo no se restauró en la URSS por lo menos hasta 1986/87, con la ley de empresas que permitía la inversión privada (empresas mixtas). Que haya habido tendencias pro-mercado desde el Kruschevismo es cierto, y se intensificaron en 1960-70, pero yo lo creo debido a la creciente imposibilidad de seguir avanzando con un ritmo de crecimiento sostenido basado en una industrialización extensiva e hiperburocrática.

      En el maoismo y el stalinismo (o el ‘hoxhaismo’) veo esa visión perniciosa que reduce el análisis del derrotero soviético al dilema revisionismo-anti revisionismo, presentando a Khruschev como un restaurador liso y llano. Khruschev bien fué un stalinista de la primera hora, sólo que la propia estabilidad de la sociedad soviética en general y el dominio de la nomenklatura y el PCUS en particular, no podían continuar de forma más o menos sólida con la represión y el espionaje a los niveles exasperantes llevados adelante hasta 1953. El XX congreso puede haber sido todo lo revisionista que se pueda interpretar, pero creo que el ablandamiento de la represión interna extendió la vida de la Unión Soviética varias décadas más, entre otras cosas.

      Me gusta

      Hernan

      13/04/2011 at 17:35

    • Disminución de la «represión». Compañero, con Khrushchev la represión se internacionalizó, o ¿cuántas veces naciones no agredió, en los asuntos internos de cuántas naciones no se entrometió?. En cuanto a lo de Khrushchev estalinista, ¿qué obras de Estado hechas por Stalin no fueron desmontadas por Khrushchev?. Llamar a Khrushchev y a sus sucesores, continuadores de la obra de Stalin para hablar pestes de él, es un crimen repudiable de los Trotskistas.

      Me gusta

      anilloselficos

      17/04/2011 at 22:53

    • En primer lugar, aclaremos que opinar distinto no es cometer «un crimen». En segundo término, las políticas de la URSS hacia otros países no se modificaron, en lo esencial después de la muerte de Stalin. La política exterior soviética se siguió guiando por el principio de establecer un cordón de países, en los cuales se imponía la «sovietización», sin tomar en cuenta la opinión o la actitud de los obreros y campesinos de esos países.. Se puede ver en el pacto Hitler – Stalin en 1939, a partir del cual el Ejército Rojo invade Polonia oriental, Luego en la anexión de Lituania, Esonia y Letonia, en 1940. En solo un año fueron encarcelados, fusilados o deportados decenas de miles de opositores. En todo esto la opinión de los pueblos bálticos no contaba en absoluto. En esos países Moscú impuso un régimen muy represivo, de la misma manera que lo haría luego de la guerra en Europa central. Las represiones soviéticas de los alzamientos y rebeliones en estos países después de la muerte de Stalin se inscriben en la misma lógica política. ¿Acaso deberíamos creer que el levantamiento en Alemania Oriental de 1953, pocos meses después de la muerte de Stalin, se produjo porque la situación de los trabajadores alemanes empeoró en ese lapso?
      Pero además, ¿qué decir de la represión internacional lanzada por el aparato stalinista contra sus críticos de izquierda? Hay muchísimas pruebas de que la GPU y el aparato stalinista estuvieron detrás del asesinato y desaparición de decenas de militantes del POUM (al pasar, aclaremos que no era trotskista) y anarquistas. También del asesinato de trotskistas en Europa; y del asesinato del propio Trotsky en México. ¿Cómo se puede afirmar que Stalin no se metió en la guerra española, para estrangular a las alas más radicales de izquierda? Jesús Hernández, que fue dirigente del PCE, y ministro, lo admite abiertamente en «Yo fui ministro de Stalin». ¿Cómo se puede sostener que en los 30 la represión ya no estaba «internacionalizada»?

      Me gusta

      rolandoastarita

      18/04/2011 at 10:43

    • Desde luego Khrushchev NO era trosko. Sin duda hablar de estalinismo es apropiado cuando hablamos de Khrushchev y en general del aparato soviético post-Stalin. Incluso si se criticó a Stalin, su sistema no fue reformado (no podía serlo, hacía falta una revolución), la democracia de los soviets no fue restaurada, el régimen totalitario del partido único y el pensamiento único prosiguió, con los nefastos resultados que todos conocemos.

      Trotsky sería lo que fuera y se merecerá las críticas que se merezca pero desde luego no era el inspirador de Khrushchev, mucho menos su padrino político. Ese fue Stalin.

      Me gusta

      Maju

      18/04/2011 at 09:08

  18. Yo me pregunto, horrorizado -pero debo entender que la vida es un sinfín de sorpresas, agradables y no agradables-: ¿se puede considerar revolucionaria a una persona que hace del asesinato un herramienta política? De ser así, entonces necesitaría redefinir el término revolución: no es necesariamente positiva, sino que puede significar un amplio retroceso.
    ¿Alguien puede creerse, inducirse a creer, que Stalin y sus séquitos asesinaron a millones «por el bien de la revolución socialista»? Ahí se está queriendo ver lo que se quiere ver, y no lo que fue. Stalin y la burocracia hacían lo que hacían porque disputaban poder, poder para sí mismos, no para la revolución. Esto es válido para la parte asesina de la burocracia… la otra parte, fue asesinada.
    Ningún pueblo apoya una revolución para que después venga ésta a asesinarlo a los tiros.
    Ninguna persona tiene derecho a definir la continuidad o no de la vida de otras… que haya quien se arroje ese derecho, evocando razones revolucionarias, no cambia el asunto.
    Pero la humanidad aprende de su historia. Es muy difícil que vuelvan a surgir los nostálgicos del fascismo socialista de Stalin. El próximo comunismo -que espero que lo haya-, probablemente pueda superar ese tipo de escollos antihumanísticos, y recobrar la fuerza que le dio nacimiento: el humanismo.
    Saludos.

    Me gusta

    Juan Pablo

    10/03/2011 at 01:12

    • Escandalizarse ante el «asesinato» es muy ambiguo y potencialmente (y a menudo) hipócrita. Lo que es un «asesinato» según para quién para otro es una «ejecución» y para otro aún «autodefensa».

      El problema no es tanto matar sino a quién y por qué se mata. No «asesinarías» tú a Hitler, por poner un ejemplo clásico? Yo no me lo pensaría.

      Por supuesto en el caso de Stalin estamos frente a una situación de represión autoritaria y asesinato de disidentes y personas inocentes, a menudo trabajadores, y por tanto es un caso más próximo a lo que hacía Hitler que a matar a Hitler.

      Pero cuidadín con ir de más santo que dios por la vida, lanzando generalizaciones sobre el uso de la violencia: el derecho de autodefensa es básico.

      Me gusta

      Maju

      10/03/2011 at 10:46

  19. […] la URSS? (1)”, 20/02/2011, “Desocupación y resistencia obrera en la URSS”, 23/02/2011, “¿Qué fue la URSS? (2)”, […]

    Me gusta

    • esto de postear «avisos publicitarios» de artículos -a la manera del «ring-raje»- me esta dando un poco de verguenza ajena.
      Pero lo peor es que cuando vamos hacia el lugar indicado, nos encontramos con la vieja fórmula nacionalización=transición al socialismo.
      A Trotsky lo justifica la precocidad del fenómeno burocrático, primero, y luego las condiciones de aislamiento a las que se vió sometido. Pero luego de tantas décadas hay que ver que hay esquemas que ya no dan respuestas.
      ¿qué estado obrero era la Urss, que de ninguna manera se orientaba a la socialización? (anotemos de paso que con ese esquema sería más «socialista, obrera, etc.» la Urss de los juicios de moscú, que la de la NEP )
      ¿si la revolución que tenía que retomar la senda de octubre debía barrer no sólo con el staff gubernamental, sino también con toda la trama en que el estado se ramifica en la sociedad (cuadros medios, directores de empresa, estructuras políticas, culturales, sociales, etc.), y también con el ejército que lo sostenía… no hubiera sido una revolución social?
      Seguir planteando que el Estado de la Urss -esto es, el aparato político que condensa las relaciones sociales existentes- era obrero por la propiedad nacionalizada … y obviar que esa propiedad era monopolizada por la función burocrática (de paso: lo que le da preeminencia en la sociedad y los recursos para explotar al conjunto del proletariado), es repetir fórmulas que han caído por su propio peso.
      Plantear, como se hace en el artículo que se introduce por la ventada, que el problema de las «revoluciones políticas» de la ex Urss y otros estados de europa central y del este, es que los trotskistas no llegaron a dirigir los procesos, es realmente lamentable. ¿Alguien supone que si la clase obrera hubiera querido dirigirse hacia el socialismo, no hubieran salido dirigentes de su seno? ¿que no hubieran organizado partidos y estructuras por el estilo?
      La fórmula «cualquier lucha lleva al socialismo, sólo que las direcciones traidoras tuercen el rumbo», les llena cualquier duda al respecto.
      Ante tantas fórmulas que se repiten a lo largo de décadas, disculpen que me quede, ante tanto fenómeno nuevo, leyendo a los que dudan, a los que ponen en cuestión las verdades a las que habíamos llegado.

      Le gusta a 1 persona

      roberto

      25/04/2011 at 15:44

    • Además, es posible pedirle a estos «teóricos» tal como hace frecuentemente Astarita aquí y otros intelectuales, que respondan sin tirar choclos de citas de Trotsky?

      Que pobre y esquemática que es la elaboración teórica de estos partidos. Por suerte (sí, por suerte) nunca vamos a llegar al socialismo con ellos.

      Me gusta

      Hernan

      25/04/2011 at 16:50

  20. Dejo articulo del Nuevo Mas sobre la relaciones entre economia y regimen politico durante la transicion

    http://www.socialismo-o-barbarie.org/revista_22/081228_cuba_sobrev22_219.pdf

    Me gusta

    GERMAN

    25/04/2011 at 11:29

    • No soy avezado en las tesis del morenismo (si es que este partido sigue esa línea aún) pero fundamentalmente hay algo en la pág 223 que por fin veo explícitamente en un partido marxista: la prácticamente nula lucha de la clase obrera por defender a esos supuestos «estados obreros».

      Yo me pregunto ¿porqué el PO por ejemplo insiste en caracterizar todas las rebeliones de masas en los ex-estados donde la burguesía fué expropiada como «proletarias», en el sentido de barnizarla como levantamientos con dirección socialista-comunista?

      ¿Tan complicado es reconocer que en Europa del Este y la Unión Soviética la clase obrera luchó por demandas democráticas pero no fundamentalmente comunistas?

      Seguramente seré otro «cruzado» contra socialismo, vease:

      http://archivo.po.org.ar/edm/edm23/laclau.htm

      Saludos comunistas.

      Me gusta

      Hernan

      25/04/2011 at 13:19

    • Hernan, el Nuevo Mas no se considera «morenista» hoy. Rescatamos algunos rasgos valiosos, como la resistencia a las presiones guerrilleristas, pero de conjunto creemos que estaba equivocado. Dejo articulo en ocasion del 20 aniversario de su muerte, es la pagina 5, saludos.

      http://www.socialismo-o-barbarie.org/paraguay/070403_sob3.pdf

      Me gusta

      GERMAN

      26/04/2011 at 12:09

  21. Rolando estaría bueno que sigas con series de posts similares sobre los paises llamados socialistas, si es que te ponés a investigar en el futuro. (aunque sea para encender el debate)

    Me gustaría a mi particularmente, sobre Alemania Democrática en el caso del pasado o sobre la Cuba actual y la implementaciòn de la política del PCC, como análisis actual.

    Abrazo.

    Me gusta

    Di Pietro Hernán

    26/04/2011 at 22:47

    • No puedo seguir todos los casos, pero coincide tu comentario con el hecho de que estoy estudiando los materiales disponibles sobre la situación económica en Cuba. Es interesante comprobar que hay muchas similitudes con los problemas que enfrentaba la economía soviética. También los remedios propuestos por la dirigencia cubana (que en realidad vienen implementándose desde antes del sexto congreso del PC) tienen muchos puntos en común con los planes y reformas tendientes a introducir mecanismos y estímulos «de mercado» para superar la falta de productividad, la ineficacia burocrática, etc.

      Me gusta

      rolandoastarita

      27/04/2011 at 08:43

    • La misma noción de productividad es capitalista y está orientada al consumo, los mercados, el beneficio, la plusvalía (aunque también puede haber plusvalía reciclada hacia el desarrollo social sostenible, la mayoría no lo es).

      Una economía socialista no debería tener la productividad como objetivo, sino la felicidad. Y no es una frase hecha, sino el quid de la cuestión: para que queremos el socialismo? Para competir en los mercados mundiales (capitalistas) con los estados capitalistas desarrollados («corrupción» de la idea de socialismo en un capitalismo de estado desarrollista) o para transformar a la humanidad en algo mejor, más completo, donde la vida vuelva a ser tan satisfactoria como es posible para todos/as?

      La respuesta naturalmente es la segunda. Entiendo las motivaciones detrás del capitalismo de estado desarrollista pero llamémoslo por su nombre: eso no es socialismo, mucho menos comunismo: es capitalismo sin capitalistas para el desarrollo del capitalismo «nacional» (del estado-nación, no de la nación-pueblo).

      Me gusta

      Maju

      27/04/2011 at 08:55

  22. No estoy de acuerdo con considerar que la productividad sea un concepto capitalista. La productividad es la capacidad de producir por unidad de trabajo, de tiempo y de medios.

    El concepto de productividad, además, es inherente a la evolución. Considerando la cuestión en términos evolutivos los métodos más productivos van a desplazar tarde o temprano a los menos productivos.

    El triunfo de la productividad implica más tiempo para hacer más cosas, más necesidades satisfechas, una vida más larga, más sana y más libre. Si lo querés, «más feliz».

    Todo lo anterior, en una apreciación evolutiva, es decir, a largo plazo, no es desmentido por la polarización social no por las injusticias en general. La productividad del trabajo históricamente va creciendo y lo va a seguir haciendo. Un sistema que no triunfe en ese aspecto no puede desplazar a otros sistemas.

    Me gusta

    Eduardo

    27/04/2011 at 12:07

    • Pero yo creo que lo de Maju si bien tu critica está bien, está correctamente dirigido como objetivo. Hablando de la URSS, cuando recordamos a Kruschev con su «sobrepasaremos al capitalismo» como objetivo principal, con sus reduccionismos economicistas, como si el elevar la productividad y el nivel de vida traería automáticamente el comunismo.

      Ahí creo que Maju se acerca mucho a lo que pienso: el economicismo en el socialismo, el «productivismo» trae a largo plazo la restauración de la burguesía.

      ¿En qué medida un incremento de la productividad trae una vida más libre? No encuentro tal asociación automática. Es un reduccionismo como el que operaba en la Unión Soviética y Europa del Este.

      ENtiendo naturalmente que una fábrica automatizada es superior desde todo punto de vista (y mayor aún en el socialismo) que una fábrica con maquinaria obsoleta o con trabajo manual, dado que produce más en menos tiempo. Ahora, esto es básico, pero asegura por completo, bajo la propiedad socializada, la vía hacia el comunismo?

      No lo creo en absoluto.

      Yo sigo creyendo que la mayor «productividad» (y aqui uso el termino sin su acepción rigurosa) tiene que estar en la esfera del trabajo ideológico, en el modelar al hombre solidario, al comunista. Esa tarea que tanto insistía el Che y que se dejó de lado en Rusia, es uno de los mejores antídotos contra las tendencias restauracionistas.

      Me gusta

      Di Pietro Hernán

      27/04/2011 at 14:13

    • Estaba pensando en términos de productividad laboral mayormente, es decir producción por hora trabajada, que es como más se usa hoy día. En este sentido es un concepto idéntico a la extracción de plusvalía, provisto un salario real y una cualificación invariable.

      Existe también el aumento de productividad por mecanización, que quizá yo estaba obviando. Este tiene dos aspectos negativos: uno ya descrito por Marx (y antes que él por los Luditas) de generación de desempleo, de miseria – en lugar de reducir la jornada de trabajo, como sería lógico en el pensamiento de Marx (y aún más en el de su yerno, el Franco-Cubano Lefevre). El otro, lamentablemente ausente de la teoría marxiana troncal, es el de explotación del entorno, el de destrucción ecológica: la productividad ampliada de esas máquinas proviene casi invariablemente de la explotación ambiental, generalmente insostenible (podría hipotéticamente ser sostenible al menos en algún grado pero en cualquier caso el productivismo va contra la sostenibilidad y una relación armónica, viable, con la Pachamama).

      Existe finalmente un tercer elemento en la productividad que podemos considerar como no-dañino, puesto que es la misma cualificación del productor o productora: el conocimiento, tanto teórico como práctico. Este tipo de productividad, pero sólo éste, es sin duda evolutiva.

      Pero cuidado en todo caso con el uso simplista de la teoría de la evolución: en la realidad no siempre gana «el mejor»: incluso en el simplificado caso de las especies singulares (es decir, obviando las complejidades del ecosistema) se suele tender a equilibrios dinámicos en los que no hay una unidad adaptativa «perfecta» sino muchas imperfectas en equilibrio. Lo que me sirve hoy y ahora, mañana allá puede ser inútil o incluso llevarme a la muerte. Las circunstancias cambian y, por tanto, es mejor una «navaja suiza» de adaptaciones diversas que una adaptación monolítica «perfecta», que falla al primer cambio imprevisto.

      Es por esto último, entiendo yo, por lo que el Capitalismo (más dinámico y abierto a posibilidades diversas) «venció», de momento, al «Socialismo Real» en la Guerra Fría: por que no era rígido sino flexible. Eso es una lección que debemos aprender: hay que cultivar muchas variantes paralelas entrelazadas y ser flexible, no ser monolíticos, rígidos y cabezotas.

      «¿En qué medida un incremento de la productividad trae una vida más libre?»

      En la medida en que, en el rango bajo, un aumento de la riqueza (posiblemente creada por mayor productividad – o por menor explotación/desperdicio) crea felicidad (y por tanto estabilidad social, etc.) de forma desproporcionada. Sin embargo a partir de este aumento inicial la riqueza puede aumentar mucho y la felicidad no. Por eso la gente en Venezuela y en USA son parecido de felices, a pesar de que Venezuela es mucho más pobre en términos económicos convencionales (PIB, etc.) Sin embargo en Haití la gente está sometida a niveles de pobreza extrema que los hacen miserables.

      Por tanto hace falta una productividad X, que es más como la de Venezuela (curiosamente este país figura alto en muchos niveles de «happinomics», antes y después de computar el medio ambiente) que como la de USA.

      «… en el modelar al hombre solidario, al comunista».

      Haz un hombre (y mujer!) felices, satisfechos de su trabajo, de sus condiciones de vida (sin pretensiones pero sin necesidades), de su entorno (hermoso, viable), de su futuro… Haz un hombre y mujer orgullosos de su participación activa tanto en la producción (trabajo) como en la toma de decisiones (democracia participativa)… entonces tendrás la mejor barrera contra el liquidacionismo neoburgués.

      Ahora bien, manda a un millón a la calle (sin dejarles decidir) y estás asegurando que el sistema se hunde en poco tiempo. Cualquier élite, sea de ideología comunista o burguesa, debe proveer para ser respetada. Si no, se cae de su propio peso más pronto que tarde. Aviso para navegantes.

      Me gusta

      Maju

      27/04/2011 at 18:59

    • Ezequiel

      27/04/2011 at 19:40

  23. Hola Rolo,

    Ante todo, quería manifestar lo mucho que me gustó el artículo, como tantas otras veces, comparto lo que decís.
    Retomando el apartado «¿Explotación o privilegios?» me queda una duda. Sé que ya se habló mucho al respecto en todos los comentarios que han realizado los diferentes compañeros, pero necesito resumir, porque las redacciones largas me terminan confundiendo. Coincido con lo que planteás en relación a que la URSS viene a revestir una transición truncada del capitalismo al socialismo, en el cual la capa burocrática se termina conformado como una suerte de «clase» explotadora (perdón pero no encuentro mejor término que clase, sé que ya explicaste tu posición al respecto, y la entiendo, pero soy más partidaria de optar por la definición de clase a partir de la existencia o no de explotación, al menos para simplificar, siempre se pueden introducir las aclaraciones pertinentes al caso en relación a la estabilidad o inestabilidad de la posición social ocupada y a la posesión o no de propiedad privada) que se apropia el excedente producido por el proletariado. Comprendo lo que decís que no puede hablarse de que sea capitalismo propiamente dicho debido a que legalmente los medios de producción están en manos del Estado, y por ello, a través de él, pertenecen a toda la población. Ahora bien, por lo que veo mis lecturas no son tan abundantes ni mis conocimientos tan amplios como los de buena parte de las personas que han escrito comentarios aquí, pero aún así quiero retomar una categoría empleada por un compañero aquí (creo que fue Maju) ya que hace años que yo vengo empleando la misma cuando de hablar de la URSS/China/Cuba se trata, que es el concepto de capitalismo de Estado. ¿Es realmente muy desacertado emplear dicho término? Lo digo en el sentido de que la burocracia, a través de su rol de detentar el control del Estado (y siendo que los medios de producción se encuentran en poder estatal) explota al proletariado apropiándose del excedente producido… Es decir, si bien no es un capitalismo «formal» si se quiere, dado que la propiedad de los medios de producción no está en manos privadas, termina siendo un capitalismo de Estado porque es a través del Estado que la burocracia logra explotar y reprimir a los trabajadores… No sé si logro explicarme, ni si lo que digo tiene sentido o suena coherente, pero quisiera saber cuál es tu opinión al respecto. ¿Es muy errado entonces emplear el término propuesto?

    Me gusta

    María de la Paz

    28/04/2011 at 21:34

    • Si se define que un Estado es capitalista porque la burocracia extrae excedente a través de su dominio del Estado, dejamos de lado lo específico de la relación capitalista. La relación capitalista es «valor en proceso de valorización», a través de la explotación del trabajo asalariado. Pero para que haya valor en proceso de valorización, debe desplegarse el mercado. En la primera nota sobre la URSS explico por qué en la URSS no podía desplegarse el capital.

      Me gusta

      rolandoastarita

      29/04/2011 at 09:41

    • Tenés mucha razón en lo que me decís. El artículo que me mencionás lo encontré después de haberte enviado el comentario anterior, y considero que lo que argumentás allí es cierto. Yo solo preguntaba lo de esta categoría porque hace tiempo que vengo llamando así a la URSS, apoyándome solamente en el argumento que te dí, no sostuve nunca lo que afirman los autores que citás en dicho artículo; y como ya decía, solo empleé ese término de «capitalismo de estado» como para dar cuenta que seguían existiendo relaciones de explotación. Creo es en realidad es bastante complicado categorizar una sociedad en transición (más allá de que esa transición luego quede trunca o siga su curso «deseable») y al mismo tiempo, con sólo una categoría, poder reflejar toda la complejidad de la misma, bien mencionás lo escrito por Marx en las «Formen…» y lo desarrollado por Engels en «El origen de la familia…», lo cual va en ese sentido, y comparto.Pero al fin de cuentas, aún no logro encontrar un término que me permita caracterizar a la URSS (y demás «intentos de socialismo» que ha habido hasta ahora) que satisfaga mi intención de plasmar todo esto sin necesidar de andar explicando, supongo que siempre deberé ahondar en todos los elementos que observo en tales casos. O tal vez utilice la vieja categoría que venía empleando explicando todo esto, y que en realidad no es capitalismo por los motivos que ya me has argumentado y con los cuales coincido. No le encuentro solución, ya que al mismo tiempo llamarlo colectivismo burocrático, Estado burocrático o similar no sé hasta qué punto refleja el tema de la existencia de explotación de un grupo social sobre otro habiendo propiedad estatal de los medios de producción (en todo caso tal vez el término que más se ajusta es «colectivismo burocrático»…???). Es complicado y desde la escasísima lectura tengo encima me resulta muy confuso ponerme a debatir demasiado al respecto. Muchas gracias por tu pronta respuesta! Saludos!

      Me gusta

      María de la Paz

      29/04/2011 at 11:58

  24. hola que tal?, bueno la verdad muy interesante el articulo.En este momento estoy haciendo un trabajo sobre la burocracia y todos los procesos que con ella se relacionan y aun no entiendo si la burocracia en la epoca de la urss se considera como una clase social o no, si alguien puede despejar mi duda se lo agradeceria,
    saludos!

    Me gusta

    analia

    18/05/2011 at 19:23

    • analia, te recomiendo seguir ver todos los articulos y los comentarios sobre la urss en el blog… y verás que no es un tema cerrado. Rolando opina que no porque no se consolidan relaciones de propiedad privada. Rolando pone el ejemplo de las antiguas sociedades asiáticas donde no había propiedad privada pero habia explotación y siguiendo a Marx cuando analiza estas sociedades, no había clases.
      En mi opinión esto no es tan así tampoco. En primer lugar sobre las sociedades asiáticas antiguas, los estudios posteriores han abonado tanto las tesis de la existencia de clases como las que afirmaban lo contrario. Todas continuando las ideas de Marx.
      Por otro lado hay otros ejemplos en donde no hay propiedad privada (o no es determinante) y si hay clases sociales, como por ejemplo algunas de las multiples formas que adquirió el feudalismo en Europa.
      No vas a encontrar aquí una conclusión definitiva.
      No sé si Rolo tiene una posición categórica al respecto, lo que si creo es que al ser un fenómeno social tan particular, lo más importante es profundizar muy bien en su origen, desarrollo y transformación final. Cuestión que está aún más en pañales que tu preocupacion inicial.
      saludos

      Me gusta

      roberto

      18/05/2011 at 22:09

  25. Estimado rolando, leí el debate y lo que usted escribe y los demás ya lo presento un ultra conservador (antaño comunista) que se llama James Burnham. El libro al que me refiero es, según la traducción castellana; La revolución de los directores. La URSS no fue ni socialista ni capitalista fue una sociedad de directores.

    Me gusta

    gonzalo

    24/10/2011 at 12:49

    • Burnham empezó en el trotskismo y terminó en la derecha. Su posición de todas maneras es opuesta a la que presento aquí. Burnham en su libro “La revolución de los directores” parte de la idea de que el capitalismo está desapareciendo y que el socialismo no lo está reemplazando. Por eso sostenía que estaba surgiendo un nuevo tipo de sociedad planificada y centralizada, ni capitalista ni socialista. Esta sociedad sería controlada por los directores (managers) que eliminarían a la vieja clase capitalista y aplastarían a los trabajadores. Surgirían sociedades jerárquicas, dominadas por aristocracias (con capacidad de organización y talentos) y masas de semi-esclavos. Burnham pensaba que un tipo así de sociedad suplantaría al capitalismo. Pensaba que lo que sucedía en la URSS, la Alemania de Hitler eran exponentes de la marcha de la humanidad en esa dirección; pero también ya había síntomas en EEUU. Esto suponía pensar que esa sociedad tendría viabilidad histórica. Esta idea siguió vigente en muchos círculos, incluso la encuentro en los años 80 en algunos autores. En mi opinión, la incapacidad del régimen soviético para desarrollar las fuerzas productivas por encima del crecimiento extensivo, le quitaba viabilidad. Por otra parte, nunca compartí la idea de que exista una «contradicción» entre gerentes y accionistas, y que los primeros respondan a una lógica distinta de la que gobierna al capital de conjunto.

      Me gusta

      rolandoastarita

      24/10/2011 at 13:27

  26. Rolando, un poco por el costado de la cuestión central, ¿usted cree que el excedente que se usó para industrializar a la URSS en los 30 provino principalmente de la explotación del trabajo agrario o del trabajo urbano? Recientemente me enteré de esta dicotomía en la historiografía. ¿Qué puedo leer al respecto?
    Saludos.

    Me gusta

    Ezequiel

    02/12/2012 at 16:44

    • No tengo una respuesta a esta pregunta. En principio diría que el excedente salió tanto del agro como del trabajo industrial, pero no sé si hubo transferencia de excedente desde el agro a la industria. Esa cuestión estuvo muy presente en los años 20, en las discusiones entre la Oposición de Izquierda (Preobrayenski, Trotsky) y la línea bujarinista, y se manifestaba en las discusiones sobre el cierre, o la apertura, de las hojas de la tijera, esto es, los precios agrícolas en relación a los industriales. Hacia fines de la década, cuando la Oposición ya estaba derrotada, la discusión se da entre la llamada derecha (Bujarin, Tomski) y Stalin. En su propuesta original, Stalin plantea (1929) que era necesario imponer un tributo al campesinado para industrializar el país. Pero la colectivización forzosa se presenta como una medida destinada a aumentar el ritmo de crecimiento de la producción agrícola, aumentando la tecnificación y ampliando las unidades de producción. Esto hubiera demandado reinversión de excedente agrícola para aumentar la producción agrícola. Aunque aquí había un razonamiento circular (de hecho, también había aparecido en los debates de los 20) porque para proporcionar mecanización al agro había que desarrollar la industria a un ritmo acelerado, y esto parecía imposible si no había transferencia de excedente del agro a la industria. El desarrollo real, por otra parte, parecería haber sido bastante distinto: la colectivización forzosa produjo una caída muy grande de la producción, al menos en los primeros años. Y la productividad del campesino se mantuvo baja (la alianza obrera y campesina, que había sido el sostén del régimen soviético, había sido quebrada). A partir de entonces, cada vez que los gobernantes soviéticos quisieron elevar la productividad, tuvieron que dar incentivos al campesino. En estas condiciones, parece difícil sostener que hubo una gran transferencia de excedente del agro a la industria. Un factor que no debe minusvalorarse es la caída de los salarios, que afectó a la clase obrera, desde fines de los 20.

      Me gusta

      rolandoastarita

      03/12/2012 at 11:49

  27. Sí, también me he encontrado con la idea stalinista de que la colectivización sirvió para industrializar la URSS y tecnificar al campo al mismo tiempo. En ese sentido su respuesta es muy pertinente, muchas gracias.

    Me gusta

    Ezequiel

    03/12/2012 at 19:17

  28. Rolando Astarita,en esta nota usted realiza un análisis específico respecto del caso soviético y desde la perspectiva puramente económica me han surgido algunas dudas ¿Cómo fue posible la implosión del sistema soviético en un momento en que los indicadores económicos no daban indicios de una situación límite (en los años 80,caracterizados por el estancamiento el PIB crecía)? ¿Por qué si en ambos modelos existía una economía planificada (Yugoslavia y la URSS) la primera tuvo de forma inherente problemáticas relacionadas con el paro y la inflación?

    ¿Hasta qué punto este tipo de problemas (sobrepoblación,ineficiencia,desabastecimiento…) son inherentes a la planificación central estilo soviético y/o extrapolables a otros modelos de naturaleza similar como es el caso de Cuba?

    Me gusta

    JHaydn

    05/05/2013 at 08:34

    • Había una situación «límite», como lo reconocía la misma dirección del PCUS a mediados de los años 80. Hay un largo informe de Gorbachov de 1985 muy ilustrativo al respecto. El crecimiento extensivo había llegado a un límite. Gorbachov reconocía que sencillamente no había más recursos para seguir por esa vía. La URSS empleaba más energía, más mano de obra, más recursos por unidad de producto, que cualquier país capitalista desarrollado. No puedo desarrollarlo ahora, pero la soviética era una economía bastante distinta de la yugoslava. Pienso que muchos de los problemas de la URSS son inherentes a la planificación y gestión burocrática de la economía, agravados por el atraso tecnológico en el punto de partida, y el aislamiento. Muchas de estas cuestiones parecen aplicables a la economía cubana.

      Me gusta

      rolandoastarita

      05/05/2013 at 09:42

  29. Muy buena nota. Una pregunta que tiene algo de relación quizá con este tema ¿Cuba es un estado socialista? La pregunta puede parecer muy básica quizá, pero la verdad es que no encontré datos objetivos que puedan demostrarlo o no habré buscado bien..

    Gracias

    Me gusta

    mukondor

    06/05/2013 at 17:12

    • En mi opinión, Cuba tampoco es una sociedad socialista. Se trata de una economía estatizada, con una conducción altamente burocratizada, que atraviesa, además, una profunda crisis económica.

      Me gusta

      rolandoastarita

      06/05/2013 at 23:19

  30. Comparto un artículo de Luis Oviedo publicado en la revista En Defensa del Marxismo de marzo de 1999 http://prensa.po.org.ar/edm/laclau-astarita-y-tarcus-una-cruzada-contra-el-socialismo/
    Es pertinente porque no deja lugar a dudas de que, entre las muchas corrientes trotskistas, que el autor ha criticado de manera indiferenciada en el presente artículo, el Partido Obrero se ha destacado por: a) no identificar la naturaleza del «estado obrero degenerado» con la propiedad estatal de los medios de producción (lo define como «régimen de transición») b) no haber participado del «optimismo» de muchos grupos trotskistas entre fines de los ’80 y principios de los ’90 (por el contrario, denunció la inminente restauración capitalista desde el comienzo de la perestroika e incluso antes, y polemizó abiertamente con quienes mantenían la caracterización de «estado obrero degenerado» amparándose en el carácter estatal de los medios de producción). Por lo tanto, no son aplicables a este partido las principales imputaciones que Astarita hace al «trotskismo» en general.
    El artículo también hace un desarrollo complejo del problema de la degeneración del «estado obrero», así como de la correspondiente “revolución política”, diferenciándose de la corriente morenista del trotskismo que entendió a una y otra como un fenómeno exclusivamente político («superestructural»), sin alcance social ni económico («privado de contenido social»). El autor caracteriza a la primera (la “degeneración”) como una “tendencia a la restauración” y a la segunda (la “revolución política”) como un “fenómeno histórico, político y social”. Lo que amerita una denominación especial para esta revolución es que es la única que no se mete con las formas de propiedad ya existentes.
    Dicho sea de paso, llama la atención que en esta nota no se haga siquiera mención de la palabra “degeneración” que, a mi juicio, expresa una conceptualización máyor que el término “burocratizado” (que es meramente descriptivo).

    Rolando, llegué a este post explorando tu blog a partir de la discusión que tuvimos en otro artículo. La relación entre los dos temas es tangencial, pero evidente. No espero una respuesta completa a todos estos planteos, simplemente quería dejar asentado aquí también la posición del PO, como expresión trotskista, que no encaja en la crítica que hacés al «trotskismo» como un todo.

    Algunas preguntas, eso sí.
    ¿Atribuís algún sentido histórico o contenido social progresivo a las revueltas obreras en la URSS, ya sea en los ’50, en los ’60 o en los ’90? ¿Cuál era?

    Decís que Trotsky afirma que «si la clase obrera soviética se demostraba incapaz de tomar en sus manos la dirección de la sociedad» entonces «habría que reconsiderar, en retrospectiva, la caracterización de la URSS», ¿quiere decir que, a la luz de dicha incapacidad, la URSS dejó de ser un Estado Obrero a partir de un momento específico (digamos, donde se quiera ubicar el triunfo definitivo del stalinismo) o que en realidad no lo fue nunca?
    Entiendo que el planteo de Trotsky es lo segundo, pero no entiendo cuál es el tuyo. De hecho, en la perspectiva de Trotsky, si se probara la incapacidad del proletariado de gobernar la sociedad, implicaría que la URSS era la transición a un nuevo régimen de explotación social a escala internacional y que la revolución socialista era inviable.

    Para definir al régimen soviético como “no obrero, no capitalista, sino colectivista burocrático”, te amparás entre otras cosas en un pasaje de Engels donde se permite definir al colonato romano como “no esclavista, no feudal”. Ahora bien, entiendo que la analogía bien aplicada debería definir a la URSS como “no capitalista, no socialista (o comunista)”, ya que no existe el modo de producción “obrero”. Por el contrario, el modo de producción socialista consiste en la extinción de la división en clases. O sea que la idea de un régimen o un Estado “obrero” no es contradictoria con la de un sistema “no capitalista, no socialista”. De hecho, esa es la definición del Estado Obrero: la transición, el “puente”, entre el capitalismo y el socialismo (se deduce que no es lo uno ni lo otro).

    Por último, decís que el concepto de “colectivismo burocrático” lo tomás del mismo Trotsky. Pero lo que no decís, es que en ese mismo texto Trotsky restringía el concepto a la idea de un nuevo modo de producción que reemplazaría al capitalismo (y que suponía la derrota definitiva de la clase obrera mundial). Cabe señalar entonces lo que vos mismo remarcás en otra publicación (https://rolandoastarita.wordpress.com/2011/04/14/urss-respuesta-a-una-critica-trotskista/): cuando se utilizan categorías históricas, es conveniente respetar el sentido convencional con el que fueron asumidas por la tradición.

    Me gusta

    RH

    26/11/2013 at 16:42

    • El señor Oviedo sostiene que estoy en una «cruzada» contra el socialismo. ¿Tiene idea de lo que significa ser un «cruzado» por una causa?
      Por otra parte, los festejos del PO ante la caída del régimen soviético en 1989-90 los vi en carne propia. No me los contó nadie. Además, leí volantes y escuché a dirigentes explicando que con la caída del régimen stalinista se abría la perspectiva de una movilización revolucionaria e independiente de las masas.

      Me gusta

      rolandoastarita

      26/11/2013 at 17:01

    • Con otro agregado, que me vino ahora a la memoria: todavía en 1988 PO sostenía en una de sus publicaciones teóricas que la unificación de Alemania solo sería posible mediante una guerra mundial contrarrevolucionaria.
      Entiendo que como militante quiera salvar al PO. Pero no veo que se haya distinguido demasiado de lo que hizo el resto del trotskismo. Aunque para ustedes, lógicamente, todo el que no coincide con las caracterizaciones que tienen sobre la URSS, parece ser un «cruzado» contra el socialismo (nada menos).

      Me gusta

      rolandoastarita

      26/11/2013 at 17:07

    • Prensa Obrera, N° 339, 29 de agosto de 1991. Título: «Revolución y Contrarrevolución en la URSS. La burocracia ha destruido la Unión Soviética»
      Prensa Obrera, N° 191, 22 de julio de 1987. Título: «Una perestroika antisocialista»
      Ver http://prensa.po.org.ar/pdf/po1000-seccion-especial.pdf (La restauración capitalista y los pronósticos de Prensa Obrera)
      Muchas organizaciones celebraron en cambio la «apertura», las reformas del régimen, y se acuñó el concepto de «socialismo con democracia».
      Luego, si considerás que la restauración del capitalismo fue un proceso pacífico, que no hubo resistencia de los trabajadores, etc. es otra cosa.
      Si «se abría la perspectiva de una movilización revolucionaria e independiente de las masas», pero no se dio o sólo limitadamente, ¿significa que no se abría ninguna perspectiva? Para pensar…

      No contestás mis preguntas. No espero un desarrollo acabado. Me conformo con alguna que otra respuesta asertiva. Gracias

      Me gusta

      RH

      26/11/2013 at 18:30

    • ¿Usted piensa que lo único que tengo que hacer es responder sus preguntas? Le respondí un montón de comentarios. Pero no puedo estar respondiendo a todo el mundo. Lo que opino sobre la URSS está en las notas, y sobre la caracterización de la URSS que hizo Trotsky, y mantuvo el trotskismo, también. En todo caso, puede escribir sobre el asunto lo que se le ocurra, publicarlo, y si me parece de interés, lo reponderé a su debido momento. Mi agenda de actividades trato de gobernarla yo mismo.

      Me gusta

      rolandoastarita

      26/11/2013 at 20:05

    • Además, que la burocracia era restauracionista, y que destruía las bases del socialismo, lo dijeron muchas corrientes trotskistas. Pero todas caracterizaban que la vuelta del capitalismo a la URSS era casi imposible porque las masas resistirían, y el imperialismo debería lanzar una guerra abierta contra el socialismo. Era esta caracterización la que los hacía ser «optimistas». En el fondo, no entendían el punto al que había llegado la destrucción de las conquistas de Octubre. Esto es lo que llevaba al PO a decir que la reunificación de Alemania solo era posible con una guerra de carácter internacional.
      La verdad, estoy un poco cansado de la manera en que juegan a las escondidas con lo que dicen y hacen (recuerde que así empezaron sus críticas a mi nota sobre estatismo, hasta que tuvo que reconocer que Altamira efectivamente dijo lo que dije que dijo).

      Me gusta

      rolandoastarita

      26/11/2013 at 20:10

    • En ningún momento negué lo que dijo altamira, a tal punto que yo aporté la cita exacta. Simplemente la entendemos de manera distinta. Por lo demás, pensé que el tiempo lo tenía justamente porque se dedicó de manera bastante exhaustiva a responder mis comentarios, lo que agradezco. Me interesaba específicamente saber qué opina de las numerosas revueltas obreras obreras ocurridas en la URSS entre la década del ’50 y la del ’90, porque pienso que por ahí pasa la divergencia entre su caracterización de «colectivismo burocrático» y la de «estado obrero degenerado». Si no quiere responder, no hay problema. Saludos

      Me gusta

      RH

      26/11/2013 at 23:27

    • La caracterización de las revueltas y protestas tiene que hacerse teniendo en cuenta programas y propuestas que levantaron, que estuvieron lejos de ser homogéneas. A propósito, ¿qué opinión tienen los trotskistas de la actitud de pueblos enteros que saludaron la entrada del ejército nazi en el territorio soviético? ¿No les dice algo acerca de la caracterización de «Estado obrero burocrático» que manejaba la Cuarta Internacional en ese momento? ¿Qué tal si empezamos por ahí? ¿Por qué esta «pequeña» cuestión se mantuvo debajo de la alfombra durante décadas?
      Y en tren de hacer preguntas, repito una que no respondió: ¿qué opina del calificativo que me han aplicado desde su partido, de «cruzado» contra el socialismo? Me interesa sobremanera su respuesta. Hace a la cultura política, por eso de que «el estilo es el hombre. ¿No le parece?

      Me gusta

      rolandoastarita

      27/11/2013 at 00:08

    • Ya que estamos, agrego otra pregunta relacionada a luchas y demandas obreras en la URSS. ¿Cómo caracterizaría una manifestación obrera en Petrogrado que pidiera elecciones libres de los soviets en 1921? Siendo trotskista, ¿estaría de acuerdo en apoyarla?
      Y por otra parte, reitero la pregunta: ¿qué opina del calificativo que me han aplicado desde su partido, de estar en una «cruzada contra el socialismo»? Usted interviene en estos «comentarios» con toda libertad, tanta como para meter un enlace en que se me insulta. ¿Será esta libertad una forma de avanzar en mi «cruzada contra el socialismo»?

      Me gusta

      rolandoastarita

      27/11/2013 at 08:20

    • ¿El reclamo era «elecciones libres» para los soviets o «soviets sin bolcheviques»?

      Me gusta

      Vico

      27/11/2013 at 10:51

    • Elecciones libres, y que gane el que tenga más votos.

      Me gusta

      rolandoastarita

      27/11/2013 at 11:02

    • Sinceramente, no sé qué opinan «los trotskistas» sobre la celebración del ejército nazi por parte de pueblos soviéticos. Me gustaría saberlo. Yo pienso que es una buena prueba de lo que representa la degeneración del estado obrero, que se convierte en una gigantesca máquina de opresión contra el pueblo. Por otra parte, hubo pueblos enteros que se levantaron contra la revolución en 1917 y después. ¿Y? No creo que este sea un buen método para sacar conclusiones.
      En cuanto al calificativo, también soy sincero si digo que hasta ayer no conocía el artículo de Luis Oviedo donde te critica, pero sí este otro de Pablo Rieznik http://www.razonyrevolucion.org/textos/revryr/economia/ryr5Rieznik.pdf , donde responde a tu «reclamo» por la «ofensa» del compañero. Ahiero palabra por palabra. Lo que viene a significar «cruzado contra el socialismo», en este caso, es que la orientación de la publicación que se critica es la defenestración de la revolución rusa en la línea de toda la ofensiva antisocialista lanzada con la caída del muro de berlín. Es una manera, digamos, elocuente de decirlo. El uso de palabras «fuertes» forma parte de la tradición del socialismo revolucionario. Puede a uno gustarle o no. En todo caso, no creo que el uso de tales palabras constituya un verdadero agravio (como vos mismo decís, con saber el significado de la palabra «cruzado», es difícil tomarse en serio la acusación de manera literal). Sí vería con mayor preocupación la tergiversación de las posiciones del adversario para discutir. O sea, si en el artículo se te atribuyera alguna opinión que no es la tuya. Eso sí que lo veo como un verdadero agravio y un método deshonesto, y creo que ejerce un daño muchísimo mayor.
      ¿Entonces si las reueltas fueron heterogéneas no se puede decir nada de ellas, o fueron heterogéneas entre sí? ¿Podría decir algo sobre Hungría en el 56, o Praga en el 68, por caso?

      Me gusta

      RH

      27/11/2013 at 13:55

    • El tema de la bienvenida a las tropas nazis viene a cuento de la idea de Trotsky; si las masas rusas no defendían a la Revolución frente a la ofensiva del capital, había que revisar en retrospectiva la caracterización de la URSS como un Estado obrero. Lo interesante es preguntarse por qué la Cuarta Internacional nunca discutió el asunto.
      Acerca de las revueltas, se puede decir mucho, pero no «en general». No existe caracterización «general».

      Por otra parte, su explicación (que me entero que es de Rieznik) sobre el calificativo que me aplica el PO («cruzado contra el socialismo») es reveladora de la manera del razonamiento de ustedes. Resulta que criticar la caracterización de la URSS como Estado obrero equivale a «la defenestración de la revolución rusa en la línea de la ofensiva antisocialista lanzada con la caída del Muro de Berlín». Esto es, equivale a estar con el imperialismo y la burguesía. O sea, equivale a decir «usted es un contrarrevolucionario». A esto le agrega que, por supuesto, «no es un agravio». Claro, se entiende, soy un enemigo («un cruzado contra el socialismo», partícipe de la campaña mundial contra el socialismo), ya que me atreví a revisar en retrospectiva la caracterización de la URSS como Estado obrero. Es la idea tradicional de los stalinistas. El que no coincidía, seguramente era un «cruzado» contra el socialismo, un aliado de la CIA y de las peores cosas.
      Con estas respuestas, cada vez me convenzo más de que no sólo nos separan cuestiones políticas, de análisis y caracterización. También ideológicas. En todo esto está implicado un proyecto de sociedad socialista.

      Me gusta

      rolandoastarita

      27/11/2013 at 14:08

    • Sobre el reclamo de elecciones libres, quiero decirle que el Partido Obrero no lo oculta.
      «En 1921, en Rusia, cuando los soviets estaban vaciados, después de la guerra civil, si se hubiesen convocado elecciones libres (de los soviets), los bolcheviques las habrían perdido. Los partidos pro capitalistas habían impulsado la reconstrucción del Estado burgués, agitando la “democracia obrera”. Los bolcheviques se plantearon la cuestión en su X Congreso, explicítamente, en esos términos, y decidieron mantenerse en el poder en forma autoritaria. Lenin consiguió incluso que se suspendiesen temporariamente las fracciones en el propio bolchevismo, pues hasta ellas acarreaban el peligro del fin de la dictadura proletaria (“dictadura proletaria contra el proletariado”, ironizó entonces la -disuelta- “Oposición Obrera” de Chliapnikov y Kollontaï). ¿Fue un error? Lo cierto es que allí donde fue derrotada la revolución, lo que vino fue el fascismo, no la democracia burguesa».
      extraído de http://prensa.po.org.ar/po1257/partido-obrero-y-gobierno-obrero-ii/ Le recomiendo esa nota y el debate completo al respecto con el PTS sobre soviets y partido.

      Pero creo que por este rumbo el debate se está desvirtuando demasiado. Saludos

      Me gusta

      RH

      27/11/2013 at 14:10

    • El que metió el tema de qué posición tomar ante manifestaciones obreras en la URSS fue usted. Si no deseaba discutir sobre el tema, no lo hubiera puesto sobre la mesa.

      Me gusta

      rolandoastarita

      27/11/2013 at 14:18

    • Si lee bien la nota y mi respuesta, verá que lo que está en la línea de la defenestración de la URSS es el trabajo de muchos autores, que, publicado en 1999, tenía mucho para cuestionar sobre las bases socialistas de la revolución, y nada para decir sobre la restauración capitalista. No su revisión acerca de la caracterización de la URSS. De dónde sale que usted es aliado de la burguesía y el imperialismo, lo ignoro. Que es un enemigo, también. De todas maneras, no tengo por qué responder por cada palabra de un artículo que no escribí yo.

      Ahora, lo que dice sobre Trotsky es interesante. Ya le dije, aunque no me contestó, dos cosas sobre los conceptos que usted «toma» de Trotsky para elaborar el artículo.
      «reconsiderar en retrospectiva la caracterización de la URSS» para Trotsky significaba decir que nunca había sido un Estado obrero, que la URSS era la transición a un nuevo régimen de explotación social a escala internacional y que la revolución socialista era inviable.
      Lo mismo vale para el concepto de «colectivismo burocrático»: supone la derrota definitiva de la clase obrera mundial.

      Me gusta

      RH

      27/11/2013 at 14:23

    • «De dónde sale que usted es aliado de la burguesía y el imperialismo, lo ignoro. Que es un enemigo, también».

      ¿De dónde sale? De su partido. Fue su partido el que dijo que estoy en una «cruzada contra el socialismo», a partir de que se me ocurrió cuestionar la caracterización trotskista de la URSS. Caracterización que, por lo que veo, defienden otros trotskistas, incluso algunos que son asiduos participantes en estos «Comentarios».
      Con respecto a los acontecimientos de 1989-91, jamás se me ocurrió saludar como un «avance de la revolución socialista mundial» lo que era la restauración del capitalismo (a partir de 1990 caractericé los nuevos Estados que surgían en el Este como capitalistas).

      En cuanto a la recomendación de Trotsky de que había que revisar en retrospectiva la caracterización de la URSS, la he reivindicado porque me parece muy correcta. Esto no significa que coincida con su afirmación. Si en 1940 la URSS no era un Estado obrero, no significaba que no lo hubiera sido entre 1917 y algún momento que podríamos ubicar hacia finales de los años 1920. Tampoco significaba afirmar que la revolución socialista fuera «inviable»; pero sí confirmaba su propio diagnóstico, que un Estado obrero no podía sobrevivir aislado más que un tiempo muy limitado.
      De la misma manera, sostener que en la URSS hubo una especie de colectivismo burocrático (esto es, explotación de la clase obrera por una casta burocrática, no propietaria privada de los medios de producción) no implica suponer «la derrota definitiva de la clase obrera mundial». No hay ninguna derrota definitiva.

      Me gusta

      rolandoastarita

      27/11/2013 at 18:39

    • Usted me acusa de «jugar a las escondidas», pero dígame si no es jugar a las escondidas y patear la pelota afuera evitar todo pronunciamiento sobre la intervención activa de la clase obrera contra la burocracia, y salir con una manifestación por elecciones libres en los soviets en 1921, ¡en un post y una discusión que trata sobre la caracterización del régimen burocrático! Además le informo, por si no lo sabe, que la URSS fue fundada en 1922.

      El concepto de colectivismo burocrático sugiere, como mínimo, la existencia (o la transición a ) un nuevo modo de producción. El término no lo ha inventado usted, y por lo tanto no puede atribuirle el significado que quiera.
      Además, usted caracteriza a este régimen como una «transición». ¿Transición a qué? ¿o entre qué y qué? El colonato, que pone como ejemplo análogo, era claramente una transición entre el esclavismo y el feudalismo. De su exposición se deduce que el «colectivismo burocrático» era inviable en sí mismo, y sólo podía conducir al capitalismo guiado por la propia burocracia, o al socialismo, mediante una revolución de los trabajadores. Es entonces una transición entre el socialismo y el capitalismo (con dirección invertida). ¿Cuál era la definición de Estado obrero? ¿Y la de Estado obrero degenerado?

      Dicho así, parece que se trata de una controversia semántica. No creo que sea el caso. La diferencia es ostensible en cuanto al lugar otorgado en el análisis al al proletariado en su acción como clase. No casualmente, usted ha omitido la existencia de numerosas revueltas obreras a través de décadas, y se ha negado incluso a emitir la más mínima opinión al respecto.
      Para usted, lo importante es que «la resistencia (obrera) fue mínima». El artículo que ya cité de Luis Oviedo, en cambio, procura destacar que las luchas obreras que se desarrollaron en todo el período de la restauración tienen un contenido social objetivamente anticapitalista, en oposición a la burocracia procapitalista gobernante. Esto independientemente de cuál haya sido el resultado de esas luchas, el cual ya conocemos. Incluso afirma “A quienes, como hoy Astarita, niegan el fenómeno de la revolución política y disuelven la crisis (de la URSS) en términos de ‘tecnología’, ‘presión’ o ‘modelos de acumulación’, les recordábamos hace ya mucho tiempo que ‘fueron las luchas tenaces y persistentes de las masas en Polonia, en Hungría, en Checoslovaquia, en Alemania Oriental, las que determinaron la inviabilidad política concreta de los regímenes burocráticos’. La burocracia, decíamos, lanzó la política restauracionista ‘antes que para resolver sus problemas económicos, como una medida de defensa contra la revolución proletaria y como un reclamo de apoyo al imperialismo contra esa revolución”.
      Es llamativo que en su explicación de la restauración capitalista, o de la «dinámica» del régimen burocrático, usted omite toda referencia a la lucha de clases. Menudo detalle para un marxista…

      Me gusta

      RH

      28/11/2013 at 00:07

    • El problema de las luchas obreras (y no sólo obreras) contra la burocracia es que fueron heterogéneas, tanto por sus dinámicas, como por sus programas y objetivos. Por caso, hubo organizaciones surgidas desde las bases, que cuestionaron a la burocracia, pero adoptaron también programas restauracionistas. En particular, a partir de los años 1980. Esto no lo vio el trotskismo. Para el trotskismo, las bases obreras seguían dispuestas a defender las relaciones de propiedad estatal. De ahí la sorpresa cuando, al entrar en contacto con muchos de esos dirigentes obrero (o populares), o con los movimientos sociales, encontraran que defendían un programa de tipo capitalismo democrático. Incluso esto me consta personalmente. Casos de dirigentes mineros de la zona de Siberia, que habían fundado un sindicato independiente, y no estaban convencidos de que la vuelta al capitalismo sería perjudicial. O luchadores representantes de los afectados por Chernobyl, totalmente críticos de la burocracia, y trabajadores (recuerdo el caso de una dirigente que era trabajadora docente), que tenían como modelo a Suecia. Esto fue muy generalizado. Por eso, el citar el recibimiento de los nazis por poblaciones enteras apunta a problematizar algo que el trotskismo nunca logró entender. De la misma manera que el caso de la posición a tomar ante un reclamo de elecciones libres a los soviets en 1921, pone en evidencia la complejidad de algunos fenómenos.

      Todo esto es central para las caracterizaciones y tácticas políticas. El trotskismo «no pegó una» entre 1989-91. Por supuesto, tratan de inflar el grado de resistencia a la entrada del capitalismo, para tapar los errores. Pero la realidad es que no hubo tal grado de resistencia. El paso al capitalismo fue relativamente pacífico, y esto se debió a que las masas trabajadoras no estaban convencidas de que había que impedirlo. Ni siquiera los sectores más avanzados. Esto explica también por qué el programa del trotskismo no fue tomado prácticamente por nadie (contra el pronóstico de los trotskistas, que pensaban que cuando la Cuarta entrara en contacto con los trabajadores, empalmaría «con las tradiciones de Octubre»).

      No entendieron NADA. Es un disparate decir que la burocracia lanzó la perestroika porque estaba amenazada por una revolución proletaria, de carácter socialista, o algo por el estilo (esto es, por alguna revolución «política» al estilo de la soñada por la Cuarta Internacional). No hubo nada por el estilo. Es la triste realidad. Eran todas especulaciones que se hacían a la distancia. «Las masas defenderán las conquistas de Octubre», se decía en el trotskismo. La realidad es que no defendieron «las conquistas de Octubre».

      De hecho, fue a partir de ese momento en que comienzo mi ruptura con el trotskismo. Un movimiento que se había preparado toda la vida para enfrentar la caída del stalinismo, pensando que en ese momento sonaría «su hora». Fue la hora de su fracaso más estrepitoso. En 1989-91 negué que estuviera en curso una revolución política de carácter socialista, contra prácticamente todo el trotskismo. No tengo nada de qué arrepentirme. Por el contrario, me llama la atención cómo todavía los trotskistas tratan de disimular su fracaso.

      Sobre otras cuestiones, aclaro que no sostuve que la URSS fuera un régimen en transición al socialismo, sino un régimen que surge de una transición BLOQUEADA o interrumpida por la contrarrevolución burocrática. A partir de ese momento, no tenía viabilidad histórica, aunque pudo prolongarse varias décadas (en las que se prepararon las condiciones para la vuelta al capitalismo).

      Me gusta

      rolandoastarita

      28/11/2013 at 09:14

    • Francamente, me hace muchísimo ruido la idea de que los trabajadores rusos (o soviéticos) lo que querían era la restauración capitalista y no la erradicación del régimen policial/dictatorial imperante.

      Puede entenderse que las masas rusas aspiraran a una ampliación del consumo que emulara al de Occidente (o al de sus potencias modélicas, mejor dicho), «consumismo» que solía presentarse como un aval o incluso una exaltación del capitalismo. Pero, en mi opinión, éste viene a ser el aspecto ilusorio del proceso.

      No creo, de ninguna manera, que las masas trabajadoras de Rusia (o de la URSS) desearan la liquidación del empleo, la vivienda, la atención médica y la jubilación garantizadas (la parte de las conquistas de la revolución de Octrubre significativa, diría que de modo irreductible, para los trabajadores).

      Así como no conozco personas que quieran comer vidrio (con excepción de Tu-Sam o algún otro por el estilo) tampoco conocí jamás a ningún trabajador que teniendo garantías laborales, sanitarias, habitacionales y jubilatorias (es permisible especular sobre cómo piensan quienes no las tienen) haya estado dispuesto a perderlas.

      No sé. Hay algo en el mecanismo de esta discusión que me parece radicalmente estropeado.

      Me gusta

      Vico

      28/11/2013 at 10:17

    • Típico razonamiento dogmático. Cuando la realidad no se adapta a los moldes establecidos mentalmente, peor para la realidad. Todavía tengo presente una larga charla entre un dirigente trotskista y una activista húngara por los afectados de Chernobyl, que además se reinvidicaba socialista, pero su modelo de socialismo era Suecia, y no había manera de convencerla de lo contrario. O el caso de un dirigente minero, de Siberia, que fue invitado a Argentina por una organización trotskista, y no lo podían convencer de que con el capitalismo iban a estar peor. El hecho es que no hubo una resistencia importante, ni generalizada, a la vuelta al capitalismo. Estando en Budapest, en 1991, un trabajador me resumió el sentimiento imperante con estas palabras: «tenemos mucho miedo a lo que viene, pero jamás queremos volver a lo que vivimos».
      Hay que preguntarse entonces por qué esta falta de resistencia activa «a lo que venía». Por eso también hay que dar alguna explicación de por qué, ya en los 40, hubo poblaciones que saludaron la entrada de los nazis como «liberadores». Podemos decir que «comían vidrio», pero además de eso, hay que pensar qué significa en cuanto a la conciencia de las masas bajo el régimen soviético. Por supuesto, a los dogmáticos la realidad les «estropea radicalmente» sus abstractas discusiones.

      Me gusta

      rolandoastarita

      28/11/2013 at 10:58

    • ¿Dogmatismo? ¿Rechazo de la realidad? Realmente me sorprende. Hubiera jurado que la realidad es exactamente como estoy diciendo: que no hay trabajadores que, teniendo empleo, vivienda, salud y jubilación garantizados (como dije, las conquistas de la revolución en cuanto a los trabajadores puede resultar significativo) «deseen» renunciar a tales garantías. Y si yo llegara a conocer a un trabajador que pensara así, no vacilaría en afirmar que está siendo engañado, que el capital no dará con la mano izquierda lo que quitó con la derecha (lo que, nuevamente, se ajusta escrupulosamente a la realidad rusa y no es ningún dogmatismo).
      Más bien, mi actitud como socialista debería ser, en un hipotético caso como éste, la denuncia enérgica del engaño y no la valorización de las ilusiones del engañado, o el empleo de esas ilusiones como justificación teórica (o para evadir la cuestión) de la destrucción de conquistas obreras tales como el empleo, la salud, la jubilación y la vivienda garantizados (conquistas que, le guste a usted o no, fueron resultado de la revolución de octubre que se conservaron hasta los tiempos de Gorvachov).

      La declaración que usted mencionó: “tenemos mucho miedo a lo que viene, pero jamás queremos volver a lo que vivimos” se parece más a lo que yo mismo dije: el aval más o menos ilusorio al capitalismo (tomándolo por lo que no es -elevados niveles de consumo- o sin una idea cierta de lo que es) se deriva del rechazo frontal a lo que imperaba en la URSS: una dictadura que usurpaba el nombre del socialismo. La muerte de trainta millones de soviéticos -según la estimación hecha por Antonov Ovseienko hijo, con ayuda de algunos demógrafos- deja bien claro por qué resultaba preferible cualquier cosa -y esto abre el campo a todo tipo de ilusiones más o menos efímeras- antes que volver a lo que vivió el pueblo soviético.

      Dice usted que «hay que preguntarse entonces por qué esta falta de resistencia activa ‘a lo que venía’”. No es muy difícil encontrar la respuesta. Es obvia. Pero no hay por qué confundir una falta de resistencia activa a la restauración capitalista (al menos a un nivel masivo), con un «deseo» de capitalismo y un rechazo a conquistas de la revolución tales como las que mencioné más arriba. Y no habría que desdeñar la falta de confianza en sí misma de la clase obrera rusa para cargar sobre sus espaldas, contra la restauración capitalista, ni más ni menos que la perspectiva histórica de la revolución socialista, tan mancillada por la porquería inmensa que fue el stalinismo.

      Lo de la bienvenida popular a los nazis me parece que no viene al caso. Es otra época, por empezar. No veo el menor parecido entre una manifestación de simpatía popular hacia un régimen autoritario como el de Hitler, por un lado, y las ilusiones democráticas de las masas rusas durante la «glasnost» por el otro. Tampoco creo que pueda tomarse esos hechos (en qué medida documentados, con cuánta precisión, etc.) como una medición certera del estado de ánimo del proletariado soviético en su conjunto. No veo el sentido de acumular elementos tan heterogéneos para defender su argumento.

      Me gusta

      Vico

      28/11/2013 at 11:45

    • Es realmente difícil discutir con ustedes. Ustedes habían pronosticado que la clase obrera soviética, o de los países del Este, se levantaría contra la restauración capitalista para defender las conquistas de Octubre. Sobre esta base hicieron pronósticos y diagnósticos que fallaron por los cuatro costados. Yo sostuve en aquellos años que no se estaba produciendo tal resistencia a la restauración capitalista. Los trotskistas me acusaban de las peores cosas por eso. Nunca revisaron críticamente las caracterizaciones que hicieron (como siempre, siempre dicen que tuvieron razón). Lo siguen sosteniendo. Y cuando les digo que palmariamente NO hubo resistencia (ni las pronosticadas guerras civiles para impedir o imponer el capitalismo), usted me dice «obvio que no hubo resistencia» (aunque al mismo tiempo mandan un artículo del PO en que se dice que sí hubo mucha resistencia). Para encubrir el dislate, razona como sofista: habría una gran diferencia entre no luchar contra la restauración del capitalismo y desear la restauración del capitalismo, según su peculiar lógica.
      La realidad es que cualquiera sabía (mejor dicho, cualquiera menos los dogmáticos que siguen aferrados a lo quisieran que hubiera sucedido) que no resistirse a la restauración capitalista implicaba la entrada del capitalismo. Solo a los sofistas, que buscan cualquier excusa para ganar una discusión, se le puede ocurrir que esto no es así.

      Por otra parte, la «protesta enérgica» contra la activista que estaba convencida de que el modelo a seguir era Suecia, por supuesto podía hacerse, con diversos grados de «energía» empeñada en el asunto. Pero esto no cambiaba el modo de pensar de millones. Recuerdo que un ex trotskista, que había hablado mucho con el dirigente minero ruso invitado a Argentina, me contaba que los sindicatos americanos habían invitado, a principios de los 90, a delegaciones de mineros rusos a EEUU, y que muchos habían quedado impresionados al ver que las condiciones de vida y trabajo de los mineros en EEUU eran muy superiores a las que ellos tenían en la URSS. De nuevo, el dogmático saltará indignado, y «protestará enérgicamente». Toda una respuesta.

      Todo lo anterior explica también por qué en los años que siguieron a la restauración capitalista (y ya no había dudas de que eso era capitalismo), no se generó ningún movimiento masivo de vuelta al régimen soviético. Las corrientes que reivindican al régimen soviético son minoritarias (aunque llegaron a tener alguna relevancia). Las corrientes trotskistas son todavía menos significativas. Es interesante también señalar que la caracterización de la URSS que Trotsky hizo en «La revolución traicionada» no lograba convencer a casi nadie en Rusia. Una objeción común (esto también tomado del testimonio de un trotskista inglés, que fue de los primeros en entrar con literatura trotskista a la URSS) de la gente (estudiantes y obreros) era que la economía de la URSS no tenía nada que ver con la clase obrera; «pertenece y enriquece solo a los funcionarios», era el argumento más común.

      Agrego: el modelo sueco tuvo una influencia no menor en la conciencia de las masas, al menos europeas. Recuerdo también que a fines de 1977 (¿o principios de 1978?) fui a escuchar a Santiago Carrillo, el dirigente del PC español, a una enorme asamblea obrera en Getafe, en las afueras de Madrid. Había varios miles de obreros (era algo así como una campo de deportes). Allí Carrillo dijo que el proyecto y «modelo» de sociedad del PCE era Suecia. Los trabajadores aplaudieron. Nadie habló del modelo soviético, ni cosa por el estilo. Nadie se levantó a «protestar enérgicamente» porque Suecia era capitalista. Hubiera sido muy bonito, pero no sucedió.

      Me gusta

      rolandoastarita

      28/11/2013 at 13:01

    • ¡Vaya forma de discutir la suya! Cambia el objeto de la discusión, y no responde a los argumentos nuevos que se le ofrecen. Por supuesto que puede decir que este es su blog y usted contesta lo que le parece, pero para eso, también puede abstenerse de responder. Sin intención de ofender, me parece que está discutiendo contra fantasmas.
      «El problema de las luchas obreras (y no sólo obreras) contra la burocracia es que fueron heterogéneas, tanto por sus dinámicas, como por sus programas y objetivos». Eso no significa que puedan ser omitidas de todo análisis.
      Yo no discuto aquí sobre si la resistencia obrera fue «mínima» o «máxima», o consideraciones del estilo. Le repito: en un proceso social y político de magnitud, para usted la lucha de clases no tiene relevancia alguna…
      Puede hablar todo lo que quiera sobre las tácticas fallidas del trotskismo, aunque creo que ya se ha explayado bastante. A lo mejor podría responder algún argumento sobre la caracterización de la URSS.
      Su manera de discutir, es curioso, me recuerda mucho a los peronistas. Ellos tampoco pierden ocasión para sacar a relucir la incompatibilidad entre los esquemas trotskistas y las masas obreras de carne y hueso. Es sólo una observación, que espero no desate una extensa reflexión sobre el programa de transición y el peronismo, o algo parecido.

      «un régimen que surge de una transición BLOQUEADA o interrumpida por la contrarrevolución burocrática. A partir de ese momento, no tenía viabilidad histórica, aunque pudo prolongarse varias décadas (en las que se prepararon las condiciones para la vuelta al capitalismo)». Ok. Pero sigue sin quedarme claro.
      a- Le repito: «El concepto de colectivismo burocrático sugiere, como mínimo, la existencia (o la transición a ) un nuevo modo de producción. El término no lo ha inventado usted, y por lo tanto no puede atribuirle el significado que quiera». Me queda claro que no habla de una transición al socialismo. Quizás habla de una transición a otra cosa. Aparentemente, habla de una transición al capitalismo.
      b- Lo que digo es: si ninguna otra cosa podía surgir, que no fuera capitalismo, o socialismo, entonces estamos ciertamente ante una excepcionalidad histórica, pero que no conforma una «novedad». La idea de una transición al socialismo bloqueada, «frustrada», «traicionada», «degenerada», «fallida», no difiere de la concepción trotskista.
      c- No entiendo la pertinencia de la analogía con el colonato. Es claro que el colonato no fue una excepcionalidad histórica, sino una transición entre el esclavismo y el feudalismo. Su semejante en la época actual es el «Estado obrero», no otra cosa, que también es «no capitalista, no socialista», aunque esa definición sea insuficiente.

      Me gusta

      RH

      28/11/2013 at 12:40

    • Usted escribe: «en un proceso social y político de magnitud, para usted la lucha de clases no tiene relevancia alguna…».
      Es. por supuesto, una tontería. Si digo que las masas trabajadoras en la URSS no resistieron la entrada del capitalismo, y hago todo un punto en sostener esta caracterización CONTRA la caracterización de ustedes, es que le doy MUCHA importancia al asunto.

      Segundo, yo he precisado que utilizo el término colectivismo burocrático en el sentido que le doy en la nota. No sé por qué no se puede utilizar este término, aclarando que se usa en un sentido preciso. También en algún pasaje lo llamé régimen burocrático; y califiqué a la burocracia de casta, pero con relación de explotación. Discuta en todo caso el contenido de lo que se afirma. Acerca de la «transición», expliqué que la URSS NO estaba en transición al socialismo; y que al bloquearse la transición al socialismo se preparaban lentamente las condiciones de la restauración capitalista.

      Tercero, desde el punto de vista del método (y esto en relación a inspirarme en el enfoque metodológico de Engels) lo que busco con la analogía con el colonato es demostrar que hubo regímenes que se pueden definir por la negativa. En esto, mi crítica no es a la idea de que la URSS fuera «no capitalista, no socialista». En eso estamos de acuerdo. Mi crítica es la tesis de Trotsky de que la URSS no podía ser «no capitalista, no obrera». Esto es, su caracterización de la NATURALEZA DE CLASE del Estado estaba íntimamente vinculada a la idea de que era o una cosa, o la otra. El Estado soviético era obrero o capitalista, y no había otra posibilidad. Yo sostengo que sí, había otra posibilidad. Era NO obrero y NO capitalista.

      Cuarto, la caracterización del Estado como obrero estuvo en la base de los pronósticos fallidos de los trotskistas sobre lo que se abría con la caída del stalinismo.

      Me gusta

      rolandoastarita

      28/11/2013 at 13:19

    • 1. Lo que digo es, reformulando, que en su punto de vista la lucha de clases no tuvo lugar. «el proceso fue pacífico», etc. La lucha de clases real, efectiva, positiva, por más que fuera mínima, para usted no tuvo incidencia histórica. Eso es lo que me parece llamativo.
      2. Ya entendí que «la URSS NO estaba en transición al socialismo».
      «al bloquearse la transición al socialismo se preparaban lentamente las condiciones de la restauración capitalista» (Astarita)
      «Régimen de transición no significa que se trataba de la transición al socialismo» «La existencia indefinida de una sociedad transitoria entre el capitalismo y el socialismo no es viable» «La degeneración (social) del estado obrero» equivale a una «tendencia a la restauración» (Oviedo)
      Me parece muy esclarecedor este párrafo (disculpe que siga citando el mismo artículo)
      «La posibilidad de la evolución de la URSS en un sentido capitalista —es decir, la posibilidad de la disolución del Estado obrero degenerado— estaba presente en la caracterización trotskista de la naturaleza del Estado obrero. Mejor dicho, sólo a partir de la caracterización de la URSS como un Estado obrero —es decir, como un régimen transitorio entre el capitalismo y el socialismo— era posible plantear la hipótesis de la restauración del capitalismo en Rusia. Ninguno de los que impugnaron la caracterización de la URSS como un Estado obrero degenerado fueron capaces de pronosticar su posible derrumbe y la restauración del capital».
      3. Por lo dicho, me queda aún más claro que su analogía es improcedente. Compara a un régimen de producción (el colonato) con un régimen estatal. Uno es la transición entre dos modos de producción, el otro todavía estamos tratando de determinar de qué se trata.
      4.Como dice bien, la controversia es en torno a la naturaleza de clase del Estado. Si entiendo bien, el Estado soviético para usted no tenía naturaleza de clase alguna. El argumento es claro: obviamente no estaba en manos de la burguesía, pero tampoco en manos del proletariado, ya que le había sido usurpado.
      Ahora «Estado obrero degenerado» significa exactamente esto. es un estado que le ha sido usurpado a los obreros por una casta. Repito. Me parece llamativo que discuta la concepción trotskista del régimen burocrático, haciendo alusión al «estado obrero» pero omitiendo el pequeño detalle de la «degeneración». Le recomiendo reflexionar sobre el significado de esta palabra. Como ayuda, le traigo una definición de la Real Academia Española.
      «degenerar: Dicho de una persona o de una cosa: Decaer, desdecir, declinar, *no corresponder a su primera calidad o a su primitivo valor o estado*».

      Me gusta

      RH

      28/11/2013 at 14:33

    • ¿De dónde saca usted que la lucha de clases no juega un rol en mi concepción? Precisamente todo el análisis se basa en la idea de que la clase obrera fue derrotada, y que esta derrota posibilita el ascenso de la burocracia, y que este ascenso significó la destrucción del Estado obrero.

      Segundo, sostener que solo a partir de la caracterización de la URSS como Estado obrero era posible plantear la hipótesis de la restauración del capitalismo en Rusia es una petición de principio. Dogmáticamente se afirma que sólo es posible hablar de restauración del capitalismo si la URSS era un Estado obrero, con lo cual se demuestra que la URSS era un Estado obrero. Este tipo de tonterías «dialécticas» (pura sofistería) no ayudan a comprender nada. Sostengo que la URSS no estaba en transición hacia el socialismo a partir de, por lo menos, los inicios de los 30. No era tampoco un Estado capitalista (ni la economía era capitalista) y por lo tanto, desde esta perspectiva, se puede plantear tranquilamente (y contra lo que dice este señor Oviedo) la hipótesis de la restauración del capitalismo. Sin por ello ser un «cruzado contra el socialismo».

      Tercero, y de nuevo contra lo que dice el señor Oviedo, la caracterización de la URSS como un Estado no obrero y no capitalista, burocrático, perfectamente permitía prever un proceso de restauración capitalista. Con un agregado: evitando los pronósticos del tipo «sólo puede volver el capitalismo a costa de guerras civiles», y cosas por el estilo. Esto es, se podía haber entendido por qué la clase obrera de estos países NO consideraba que esos Estados fueran obreros, o algo siquiera semejante. No era una cuestión de «degeneración», sino de cambio cualitativo, ya que había una relación de EXPLOTACIÓN de la clase obrera por la burocracia. El carácter de clase de un Estado no es una entelequia; por supuesto, el problema no se resuelve entonces hablando de «degeneramiento» ni haciendo sesiones de retiro espiritual para reflexionar sobre el significado de la «degeneración».

      Cuarto, no comparo un régimen de producción con un Estado. Simplemente digo que es posible encarar una caracterización de un Estado a partir de una doble negación. De la misma manera que se puede encarar una caracterización de una formación económica a partir de una doble negación. Que la doble negación se aplique a dos fenómenos, no significa que los dos sean del mismo orden conceptual. Entiendo que esto le sea muy difícil de entender, pero tal vez con un pequeño esfuerzo, lo logre. Nunca hay que desesperar de que la gente logre elevar el nivel del argumento.

      Me gusta

      rolandoastarita

      28/11/2013 at 15:55

    • Honestamente, yo no recuerdo haber leído en la prensa del PO pronósticos como el que usted dice (que la restauración sería bloqueada por una sublevación obrera). Sí recuerdo haber leído que la restauración generaría resistencia obrera y, de hecho, la generó aunque no haya sido masiva o mayoritaria.

      Cuando hablé de protestar contra las ideas falsas acerca de la restauración capitalista, no me refería tanto a protestar contra las ilusiones del iluso como a protestar contra el engañador.
      En cuanto al modelo sueco, tiene que ver bien poco con la realidad de la restauración capitalista en Rusia. Éste último no guardó ninguna similitud con el cooperativismo y la intervención estatal que eran tan importantes en Suecia mientras gobernó la socialdemocracia.

      Usted señaló que los mineros soviéticos se admiraron de las condiciones de trabajo y de vida de los mineros norteamericanos. Nadie discute eso, al menos yo no (de hecho, no me extraña en lo más mínimo: recuerdo bien los sentimientos que experimentó Serge -y relató en en sus «Memorias de un revolucionario»- cuando, después de huir de la URSS, pudo entrar a una panadería cualquiera un un país capitalista). Pero ese no es el punto.
      El punto es que la restauración del capitalismo no mejoró las condiciones de vida de las masas rusas. (¡Al final, usted parece haber adoptado la postura de un apologista del capitalismo!). Rusia debe haber sido el único país del mundo donde las expectativas de vida retrocedieron (dramáticamente) en vez de avanzar.

      Por otra parte, no creo que la falta de una mayor resistencia a la restauración capitalista se haya debido a que las masas deseaban frenéticamente el capitalismo, o a que sus condiciones de vida mejoraron con la restauración. Más bien creo que ahí el factor político fue lo decisivo. No es la primera vez ni el único lugar donde una sucesión de ataques a conquistas obreras se impone sin resistencia o con una resistencia insuficiente por parte de las masas.

      En fin: Me resulta críptica su idea de que a ese estado NO obrero y NO capitalista (como usted caracteriza a la URSS) se haya podido llegar de otro modo que como efectivamente se llegó: por la degeneración de un estado obrero previamente existente (existencia previa que, además, usted mismo reconoció). Realmente, no logro entender dónde está al carne de su argumento.

      Me gusta

      Vico

      28/11/2013 at 17:13

    • «El punto es que la restauración del capitalismo no mejoró las condiciones de vida de las masas rusas. (¡Al final, usted parece haber adoptado la postura de un apologista del capitalismo!)». Se olvidó decir que es propio de alguien que está embarcado «en una cruzada contra el socialismo».
      Cuando se llega a estos niveles, ya no respondo.

      Me gusta

      rolandoastarita

      28/11/2013 at 19:38

    • Rolando, lamento que se haya llegado a este grado de exasperación. Personalmente, no me gustan este tipo de discusiones en tándem de dos o más contra uno o varios. Dificulta mucho la posibilidad de mantener un eje y hacer de la discusión algo fructífero o remotamente parecido.

      1. Aclaro nuevamente. Para usted la clase obrera fue derrotada. Esto más o menos a inicios de los 30. Pero luego su acción como clase no es relevante en los 60 años siguientes. Especialmente, digo que para usted no es relevante la lucha de clases en la «dinámica» del régimen burocrático, una vez derrotada la clase obrera.

      2. No hay petición de principio. Se dice que es así, no se dice por qué. Y agrega un dato: ninguno de los que formularon hipótesis como las del «colectivismo burocrático» o similares, fueron capaces de predecir la restauración capitalista. La tesis de Estado obrero degenerado sí.

      3. La tesis del Estado obrero degenerado reconoce la existencia de una relación de explotación. Y la degeneración es precisamente un cambio cualitativo, eso es lo que quise dar a entender con la definición aportada.

      4. Me resulta sorprendente que siendo un gran crítico del principio de autoridad, recurra tan frecuentemente a él. La forma de una definición no debe ser demostrada, si es válida se demuestra por sí misma. Que la negación es una forma de determinación, es claro y no importa si es «doble», «triple» o «simple». Por caso, se puede decir que el régimen de un Estado obrero no es capitalista, no es socialista, pero tampoco esclavista, ni feudal, ni tributario, y así de seguido. Eso no alcanza para designar las características fundamentales del objeto, que es más o menos la definición de una definición. A menos que con la «doble negación» se sugiera algo más: esto es que X no es A ni B, sino una forma intermedia entre A y B. O sea que contiene elementos de ambos (¿de manera contradictoria?).
      Lo de Engels es curioso, porque usted sugiere que él intentaba dar cuenta del régimen de colonato. Lo cierto es que muy lejos de intentar definir o caracterizar nada, Engels hacía una *descripción* de la condición jurídica de ciertos campesinos.
      «estos colonos estaban sujetos a la tierra y podían ser vendidos con sus parcelas; no eran esclavos, hablando propiamente, pero tampoco eran libres; no podían casarse con mujeres libres, y sus uniones entre sí no se consideraban como matrimonios válidos, sino como un simple concubinato («contibernium»), por el estilo del matrimonio entre esclavos. Fueron los precursores de los siervos de la Edad Media».
      Esto último es, en todo caso, lo más próximo a una caracterización.

      Me gusta

      RH

      28/11/2013 at 22:43

    • a) Sobre el rol de la lucha de clases: lo que he afirmado es que la clase obrera no resistió a la restauración, por un lado; y por otro, que las luchas sociales, en su mayoría, no tuvieron un claro programa de profundización socialista. Fueron protestas contra el dominio burocrático. Pero por otra parte he explicado en los análisis sobre la URSS que la clase obrera ejerció una resistencia permanente desde los lugares de trabajo, y que esa resistencia es clave para explicar la dinámica de la economía y la sociedad soviética, desde por lo menos mediados de los 50s. ¿Por qué dice entonces que no otorgo un rol a la lucha de clases? Lo que también sostengo es que NO hubo una resistencia más o menos generalizada, ni fuerte, a la restauración capitalista. Esto CONTRA todos los pronósticos y diagnósticos de los trotskistas. Mantengo este análisis, a pesar de que desde su partido me califican de «cruzado contra el socialismo» por decir estas cosas.

      b) No tengo por qué defender la tesis de Rizzi y otros. Defiendo mi caracterización de la URSS. Desde esta caracterización, la restauración capitalista se explica perfectamente. Y sin los problemas que presenta la explicación desde el enfoque «la URSS era un Estado obrero».

      c) Si usted dice que la burocracia mantenía una relación de explotación sobre la clase obrera, sin ser constituirse en una clase social, lo comparto, y las diferencias entonces son menores en este punto (muchos trotskistas, sin embargo, me atacaron porque sostuve que la clase obrera era explotada por la burocracia). De todas maneras, si hay una relación de explotación vehiculizada por el Estado, es confuso y contradictorio caracterizar a ese Estado como «obrero».

      d) Por supuesto que decir solo «Estado no obrero, no capitalista», no arregla los problemas. Por eso explico que había una relación de dominación y explotación burocrática; esto es, un grupo social no propietario privado, pero que extraía sistemáticamente el excedente. Por supuesto también, para sostener esto el «principio de autoridad» de Engels no tiene nada que ver.

      Me gusta

      rolandoastarita

      28/11/2013 at 23:46

    • Perfecto, creo que hasta aquí hemos llegado. Eso de la relación entre la resistencia obrera y la economía soviética no lo había leído. Aún así creo que es una concepción muy estrecha de la lucha de clases, pero me parece que la discusión ha dado todo lo que tenía para dar. Le agradezco haber mantenido la compostura hasta el punto que le fue posible. Saludos.

      Un detalle, por manía más que otra cosa: «las luchas sociales, en su mayoría, no tuvieron un claro programa de profundización socialista». ´¿La palabrita «profundización» se le escapó o es mi impresión? No parece coherente con su discurso

      Me gusta

      RH

      29/11/2013 at 01:00

    • A esta altura podría haberle quedado claro que no caracterizo a la URSS como una economía socialista. Lo que planteo es que una revolución obrera antiburocrática debería haber tomado medidas que avanzaran de la estatización hacia la socialización (siendo conscientes de que una sociedad socialista es imposible dentro de los marcos nacionales).

      Me gusta

      rolandoastarita

      29/11/2013 at 13:55

    • Sí, me quedó recontra claro, por eso dije que me parecía que se le había escapado la palabra, por lo menos como la entiendo yo.
      Igual, a la luz de su respuesta me surge otra duda (sin suspicacia): ¿no era que la estatización no es ningún avance hacia la socialización? Porque entonces socializar no es «profundizar» nada, es tomar otro rumbo.

      Me gusta

      RH

      29/11/2013 at 15:45

    • La pregunta que me hace sobre la estatización evidencia que no comprendió nada de lo que planteo sobre el Programa de Transición. ¿Acaso no expliqué una y otra vez que el PT es altamente progresivo cuando es instrumentado por un gobierno obrero y revolucionario? Cualquier medida del PT en sí misma, tomada por un gobierno burgués, no cambia ninguna situación de fondo. Esa medida, articulada en un programa de conjunto, instrumentado desde el poder, cobra otro sentido. Esta es la esencia de la postura de Marx y Engels sobre el PT, que comparto.

      Me gusta

      rolandoastarita

      29/11/2013 at 17:33

    • La verdad es que todavía no me interioricé sobre su crítica al programa de transición. Creo que tampoco discutimos al respecto, no sé por qué habla como si lo hubiéramos hecho. Por cierto, ¿hay alguna versión que más o menos sintetice sus críticas? En otro momento trataré de leer el documento completo.

      Igual, no sé qué tiene que ver. Lo que yo le hice fue una pequeña observación, porque usted dijo que la clase obrera debería haber tenido un programa claro de «profundización socialista» (eso es lo que yo entendí). Pero si había un gobierno burocrático, siendo capitalista (a partir de 1991) o «colectivista», no había nada que profundizar. Eso, nada más. Creo que hace al eje de su posición: que el Estado vigente no estaba en camino al socialismo. Saludos

      Me gusta

      RH

      29/11/2013 at 21:02

  31. Y en relación a lo que agrega Rolando, recuerdo perfectamente que en un acto de junio o julio de 1991 en la Federación de Box de la Ciudad de Buenos Aires (antes del fracaso del intento de golpe contra Gorbachov y del ascenso de Yeltsin, ocurrido durante agosto de ese año), Jorge Altamira dijo a los asistentes que era IMPOSIBLE la restauración del capitalismo en la URSS, que era como querer «rehacer y reconstituir la cáscara de dos huevos que se rompen y caen sus yemas…». Sobran las palabras frente a semejante expresión…¿’marxista’? ¿dialéctica? Nunca me olvidé de semejante dislate…Saludos.

    Me gusta

    Armando

    26/11/2013 at 18:43

    • Estás hablando de 1991. ¿Vos considerás que, por ejemplo, Rusia adquirió en ese momento (o incluso diez años después) un sistema bancario capitalista propiamente dicho, donde los bancos funcionaban realmente como funcionan en un sistema capitalista? Durante bastante tiempo, y habría que estudiar hasta qué punto hoy mismo, la restauración capitalista en Rusia fue antes un «deber ser» que una realidad (en cuanto al modo efectivo de producción). Así como el mercado no se puede desvanecer por decreto, tampoco se puede crear y desarrollar por decreto.

      Me gusta

      Vico

      26/11/2013 at 23:20

    • De acuerdo al enfoque metodológico que aplico en la caracterización de la URSS, en 1991 el Estado ruso ya era capitalista.

      Me gusta

      rolandoastarita

      27/11/2013 at 00:09

    • Bueno, no es lo mismo establecer que se superó una divisioria de aguas (caracterización de Rusia como capitalista) que afirmar que la restauración se completó «felizmente».
      Usted puede ser 100% propietario de una casa inhabitable. ¿En tal caso, tiene o no tiene una casa? No es un tema menor considerar sus posibilidades y limitaciones para restaurarla y volverla habitable.
      Más allá de las sofisterías, los análisis de la gente del PO tendían a poner en evidencia hasta qué punto en Rusia el capital no estaba en condiciones de desenvolverse con la libertad de movimientos y la autonomía que le son propias (con especial énfasis en la parálisis del sistema bancario).

      Me gusta

      Vico

      27/11/2013 at 11:07

    • ¿Por qué no atiende al argumento? No dije que en 1991 la economía fuera capitalista. Sí sostuve que en 1991 el Estado era capitalista. En 1918 en Rusia el Estado era de los obreros y campesinos, pero la economía seguía siendo en buena medida capitalista.

      Me gusta

      rolandoastarita

      27/11/2013 at 11:10

    • Disculpe, pero que me atuve al argumento. Yo respondí a un comentario de Armando que mencionaba y criticaba unas afirmaciones de Altamira, y éstas últimas -según yo las entendí- no hacían referencia a la naturaleza del estado, sino a la reconstrucción de relaciones económicas capitalistas.

      Me gusta

      Vico

      29/11/2013 at 11:03

  32. Compañero RH. Intervengo aquí por que no encuentro opción para responder. En primer lugar, me pareció bien que haya presentado la cita completa del compañero Altamira. Pero no veo forma de resolver el problema con apelaciones a la ‘interpretación’ o disimular la cuestión de fondo recurriendo a la ‘exageración polémica’. No estamos en presencia de un exabrupto polémico, sino de un procedimiento estereotipado y recurrente de equiparación entre gobierno y poder. Involucra, o una concepción de ‘ocultamiento táctico’ de las posiciones ‘auténticas’, como a usted se le deslizó antes, o un criterio socialdemócrata, legalista y electoralista convencido y naturalizado. Esto no se resuelve saltando a otro tema, sin agotar la discusión previa. Sobre la citación del artículo del compañero Luis Oviedo. La acusación de ‘cruzado contra el socialismo’ es una muestra brutal del estalinismo que campea en numerosas sectas trotskistas. Esto no es un calificativo ‘fuerte’, excusa trillada que todos aquellos que aquilatamos décadas de experiencia política hemos escuchado miles de veces. Es el producto destilado de una concepción de partido burocrática, mesiánica, umbilicalista y paternalista que exuda estalinismo por todos los poros. La explicación del compañero Pablo Rieznik (que había leído hace años) lejos de corregir (no podría ser de otra manera para no violentar el espíritu de cuerpo) la embarra todavía más. El compañero Astarita pasaría a ser un ‘provocador’ un ‘enemigo del partido’ y por ende ‘del socialismo’ dado que, en este caso, el PO vendría a ser la encarnación del mismo, intérprete incuestionable e impoluto y además, protagonista absoluto en torno de cuya ‘línea’ prístina deben ordenarse mansamente los espíritus nobles, so pena de ser excomulgados al campo de los contrarevolucionarios. Más valdría recurrir aquí a la ‘exageración polémica’ y pedir las disculpas correspondientes.

    Le gusta a 1 persona

    AP

    27/11/2013 at 21:12

    • Compañero, dejé de responder en el artículo sobre estatismo porque considero que la discusión está agotada, y que he dicho todo lo que tenía para decir. En mi apreciación, sus argumentos ya fueron respondidos. Sobre lo otro, creo que su «alegato» es, por decir lo menos, bastante descabellado. No creo que nos pongamos de acuerdo. Reivindico mi derecho a decir lo que me venga en gana, y a defender lo que crea necesario, pero veo que he herido algunos espíritus sensibles. «Lo cortés no quita lo valiente» dicen que dicen los varones de prosapia, así que pido, como usted solicita, las disculpas correspondientes. Un saludo y un llamado a la concordia, como el Papa nos los demanda.

      Me gusta

      RH

      28/11/2013 at 12:46

  33. Sí Vico, estoy hablando de 1991 y coincido con lo que dice Rolando respecto a la caracterización del Estado ruso como capitalista en ese momento. El ‘exabrupto’ que cito de Altamira no me lo contaron: yo estaba allí y lo escuché. Aunque le parezca increíble, dijo eso de los huevos y las yemas para proclamar que era IMPOSIBLE -repito- que fuera posible la restauración del capitalismo en la URSS…¿Le parece este planteo un razonamiento o un método marxista? Creo que debería reflexionar sobre eso…Saludos

    Me gusta

    Armando

    27/11/2013 at 22:02

  34. Señor RH, me solidarizo con Rolando ante los agravios que se le hacen y me parece vergonzoso que ud. se haga el ‘distraído’ con esta estrambótica acusación de «cruzado contra el socialismo», la relativice y la justifique livianamente. Mientras, sigue criticando y escribiendo aquí tranquilamente…Eso se llama impunidad

    Me gusta

    Armando

    27/11/2013 at 22:23

    • Señor Armando, tiene todo el derecho de solidarizarse con quien quiera, como yo de decir lo que me parece. Ya he dicho lo que tenía que decir, y por eso voy a dejar de seguir escribiendo tranquila e impunemente, como dice usted, en este espacio. Tiene razón Rolando: mi intervención se ha hecho demasiado «asidua» en el transcurso de una semana. Además, creo que me sobrepasé al pegar precisamente ese artículo, y no otro, aquí, aunque lo consideré muy atinado. No consideré que pudiera herir tamañas susceptibilidades. Pido disculpas por lo que puede haber sido interpretado como una provocación, lo que no implica retractación alguna. Saludos

      Me gusta

      RH

      28/11/2013 at 12:51

    • Me mueve a comentario la siguiente afirmación: «No consideré que pudiera herir tamañas susceptibilidades. Pido disculpas por lo que puede haber sido interpretado como una provocación, lo que no implica retractación alguna».
      Me acusan de estar en una «cruzada contra el socialismo» porque discrepo con las caracterizaciones y política trotskista. Lo publican, y lo mantienen durante años, y además lo reivindican. No sólo eso, sino que también lo meten en este blog. Y cuando se les señala lo que están diciendo, responden con la ironía de las «susceptibilidades heridas». Esto es, creen que pueden insultar a todo el mundo, que tienen derecho a eso, y lo defienden con uñas y dientes. Tenemos definitivamente concepciones muy distintas incluso de lo que debe ser el trato entre compañeros de izquierda.

      Me gusta

      rolandoastarita

      28/11/2013 at 13:30

    • No hay ironía en el pedido de disculpas. Lo que digo, publico y meto en cualquier lado lo hago a título personal, no colectivo, partidario ni plural. Intenté entablar un intercambio con usted en un plano de respeto, primero por una equivocación que me pareció importante, luego por otro asunto que me produjo interés. Me equivoqué al poner un artículo aquí que sabía era considerado agraviante. Como dije, entiendo que pudo verse como una provocación y una falta de respeto. Tenemos sí concepciones diferentes del compañerismo. Percibo aquí demasiada solemnidad. Saludos

      Me gusta

      RH

      28/11/2013 at 13:53

  35. Disculpe RH, ¿pero que tiene que ver la ‘solemnidad’ con acusar a un compañero de «cruzado contra el socialismo»? ¿Ud. tiene conciencia de lo que ESA ACUSACIÓN SIGNIFICA? Se lo digo: contrarrevolucionario, defensor del capitalismo, enemigo, etc. Piense por un momento las consecuencias de semejante apotegma…(y no le cuento en otra época y en otro país). Parece muy difícil que lo entienda…Son, evidentemente, muy profundas las diferencias en cuanto a la idea que tenemos de fraternidad y de sociedad a construir…

    Le gusta a 1 persona

    Armando

    28/11/2013 at 19:44

    • Ya he pedido disculpas, ¿qué más quiere? Y me he quedado pensando un rato «las consecuencias de ese apotegma» pero no se me ha ocurrido ninguna. Por suerte, o lo que fuera (creo que un poco de eso se trata esta discusión), «otra época y otro país» están a un mundo de distancia. Saludos.

      Me gusta

      RH

      28/11/2013 at 22:48

    • Le acepto las disculpas. De todas maneras, su partido y mucha gente sigue con que soy «un cruzado contra el socialismo» y un «apologista del capitalismo». Lo cual parece contradecirse con algunas cosas. Por ejemplo, tiempo atrás un militante del FIT me invitó a unas reuniones que hacían «intelectuales y artistas» que adherían al Frente. ¿Me invitaban para insultarme? ¿O se trataba de un militante despistado, al que no le habían informado acerca de mi peligroso carácter anti-socialista?
      Más en general, estas cosas me reafirman en la decisión que adopté ya hace años: trato de evitar mesas redondas y similares en las que me pueda ver expuesto a recibir una catarata de insultos provenientes de energúmenos de izquierda.

      Me gusta

      rolandoastarita

      28/11/2013 at 23:59

    • No creo que «el partido» «siga» con que usted es un «cruzado». Es más, no creo que ese epíteto haya trascendido el ámbito del propio artículo. Además, recuerdo una discusión bastante civilizada entre usted y Prensa Obrera que tuvo lugar hace poco tiempo. Yo creo que ese tipo de calificaciones tienen poco valor, y cumplen una función más que nada de darle «condimento» a las notas y a las polémicas. No creo que tengan implicancias mayores, como otros comentaristas sugieren. Por supuesto, usted tiene derecho a ofenderse y a no aceptar ese tipo de trato. Creo que hasta le ha dado algún resultado.

      Me gusta

      RH

      29/11/2013 at 00:27

    • De todas maneras el artículo del señor Oviedo sigue colgado a disposición de todo el mundo; y por lo que ahora me entero, otros dirigentes defienden el calificativo. El tema es que no se puede decir cualquier cosa sobre una persona, y después mirar para otro lado. Hay que hacerse cargo de los modos y de las formas con que se tratan las discrepancias en la izquierda.

      Me gusta

      rolandoastarita

      29/11/2013 at 13:52

    • Mi humilde opinión es que «mirar para otro lado» sería borrar el artículo. Borrar con el codo lo que se escribió con la mano. Lo que fue publicado fue publicado, y hay que hacerse cargo.

      Me gusta

      RH

      29/11/2013 at 15:40

  36. Compañero RH. Los argumentos que se le han presentado pueden haber sido respondidos. Pero, responder, ni de lejos, equivale a refutar. De todos modos, no sería lo más preocupante. Tampoco lo sería tener caracterizaciones distintas sobre la naturaleza social de la URSS estalinizada. El mayor problema estriba en su contumaz defensa retórica de lo indefendible. Se lo ha llamado en repetidas ocasiones a fijar posición sobre inmundas calumnias, cuyo único objetivo es defender ‘verdades sagradas’ sobre las que se edifican sectas políticas con criterio de iglesia y culto a la infalibilidad del profeta. Cual ha sido su respuesta: Ironía y falsas disculpas. En efecto, lamento tener que decirle que sus ironías no pasan de chicanas baratas y sus disculpas, son más falsas que un billete de once lucas. Por lo que expresa, no tiene la más mínima conciencia acerca de lo pernicioso de aplicar métodos podridos en las discusiones u o relaciones en general, entre compañeros aunados en una misma lucha contra todo sistema explotador y opresor. No mide los alcances ni las consecuencias. Lo que hoy es una calumnia infame, mañana serán los calabozos y los campos de concentración. El salto, solo depende de la fuerza con que se cuente. Yo no apelo a la ‘concordia papal’ ni reivindico una ‘solemnidad’ acartonada. Apelo a la conciencia de todos los revolucionarios, para que sepan balancear con objetividad, incluso las acciones de su propio partido, para que sepan desentrañar sus causas profundas y tomen distancia, si están convencidos, de sus errores, cuanto más funestos estos sean. El problema no son las ‘susceptibilidades heridas’. No somos ‘virginales niñas de liceo’, pero a quienes, con pretensiones de impunidad, nos traten de ‘contrarevolucionarios’ no dejamos de marcarles la cara como lo que son: Cobardes que se amparan en alguna GPU ‘trotskista’, como en tantos casos hemos tenido ocasión de comprobar. Como usted dice: Lo cortés no quita lo valiente. Pero ‘tampoco lo cobarde’. Agregamos. Por último. Es un hecho que frente al canto del cisne del estalinismo, el movimiento trotskista mundial se encontró desarmado y no pudo distinguir, como decía Trotski, la mano izquierda de la derecha. La mayoría de las organizaciones se alistó alegremente en el campo de la democracia, tomando por episodio postrero y potenciado de la ‘revolución política’ que antaño se había perfilado, a una contrarevolución capitalista con base de masas, puesto que ‘el vino se había convertido en vinagre’. Una minoría, en cambio, se aferró a la defensa de un ‘estado obrero’ que ha esas alturas ya no tenía nada de tal, como excusa extraviada para la defensa de una burocracia asesina que se desmoronaba. Solo ínfimas expresiones adoptaron una posición de independencia de clase. En el caso Argentino, tanto su expresión más conspícua, el morenismo, con sus sucursales internacionales, como el altamirismo, salieron a festejar alborozados el triunfo de la gran ‘revolución’ que significó el triunfo del golpe blanco de Eltsin sobre el golpe fallido de Yanayev y Pugo. ESO, LO HEMOS VISTO TODOS Y LO RECORDAMOS LOS QUE TENEMOS MEMORIA Y NADA QUE BARRER BAJO LA ALFOMBRA. Semejante despropósito, solo podía ser justificado por la creencia absurda y antimarxista de que la ‘democracia’ con compromiso de masas no podía ser otra cosa que la expresión esencialista de una revolución proletaria en marcha. Era la ‘hora del trotskismo’ que terminó siendo la de acompañar al difunto a la fosa. Trotski había escrito que aún de darse la más funesta de la hipótesis, el derrumbe de la URSS bajo los golpes de la contrarevolución, el deber de los revolucionarios era permanecer en la última de las barricadas que defendieran las conquistas de Octubre. Sobre los trotskistas, a la hora del desastre final, no debía recaer ni la sombra de una culpa. Pues bien. La historia remitió la ‘ultima barricada’ a una defensa principista de la independencia de clase contra la restauración en marcha. Por el contrario, la abrumadora mayoría del trotskismo saltó a alguna de los frentes de la contrarevolución, animada por la idea falsa de que las masas movilizadas nunca podían echarse a sus brazos. Sobre lo que digo, hay pilas de testimonios vivos y catervas de documentos que lo demuestran. Lamentablemente, compañero RH, debo decirle que su partido no fue la excepción. Ya estoy desempolvando el archivo, que incluye más que documentos ‘seleccionados’ arbitrariamente, así nos podemos asombrar los dos. Astarita mencionó la ‘guerra contrarevolucionaria’ para lograr la reunificación alemana. Por solo dar un ejemplo, se le olvidó mencionar el pedido de ‘Asamblea Constituyente libre y autodeterminada’ en el marco del proceso de anexión capitalista de la RDA. Son los famosos ‘hurras al paso del difunto’ que mencionaba Lenin. Pero claro, todo esto no son más que infundios de ‘provocadores’, Lluevan anatemas sobre los desalmados contrarevolucionarios que quieren minar la gloria del partido predestinado para la revolución¡

    Me gusta

    AP

    28/11/2013 at 20:39

    • A la pelota… A los fines de una redacción más comprensible, le recomiendo la separación en párrafos, que facilita la lectura. En cuanto al uso de palabras altisonantes, no tengo ningún consejo para darle, pues es usted todo un experto.
      Usted condena a mis disculpas por «falsas» (¿?) y me conmina a fijar posición sobre «inmundas calumnias», cosa que ya hice aunque no tengo obligación alguna sin importar cuantas repetidas veces se me lo reclame; sin embargo, se permite llamarme «cobarde», «amparado en alguna GPU ‘trotskista’» y hasta hacerme responsable por futuros «calabozos y campos de concentración»!!!!!!!
      Presiento que me he trenzado en una discusión sin rumbo, por mi propia responsabilidad, pero déjeme decirle que su comentario definitivamente valió la pena. Muchísimas gracias

      Me gusta

      RH

      28/11/2013 at 23:59

  37. Compañero RH. Usted sigue considerando que llamar contrarevolucionario a un compañero que tiene diferencias con el propio enfoque, es una cuestión menor. Banaliza el asunto. Le resta importancia. Sus disculpas ‘de cortesía’ son formales (no implican retractación) en tanto se solidariza con los argumentos de sus compañeros y con su conclusión: Apologismo del capitalismo, ergo, posición contrarevolucionaria y además ‘consciente’. No hay peor insulto entre compañeros. Es llamarse traidor -o algo peor- procedimiento para nada infrecuente en los marcos de la descomposición sectaria que afecta a la izquierda revolucionaria. Yo no dije que usted fuera un cobarde. Alguien que se arredra frente a la lucha o las circunstancias de la vida. Lo que afirmé es que calumniar es un procedimiento de cobardes y con más razón cuando se cuenta con el respaldo de un aparato que sobradas veces ha dado muestras de pasar de las palabras a los hechos. De la violencia verbal a la violencia física contra compañeros. Como no ve, o no le parece importante este problema, considera un insulto, un ataque personal, que se conecte estos procedimientos con sus últimas consecuencias. A diferencia suya, yo no tengo consejos ‘irónicos’ para darle. Solo abrigo expectativa en la reflexión colectiva de los miles de compañeros que leen estos debates, muchos de los cuales han visto con sus propios ojos, aquello de lo que estoy hablando. En conexión con el debate sobre la naturaleza social de la URSS te recomiendo, si es que no lo has leído, la ‘Respuesta a una crítica Trotskista’ que es una interesante polémica con el PTS (figura en el índice) con todos los correspondientes comentarios. Allí verás que es posible discutir todas implicaciones del tema sin necesidad de apelar a los recursos bajos de llamarse ‘contrarevolucionario’ ‘provocador’ ‘enemigo del socialismo y o partido’ etc etc. Hay dos intervenciones mías que tocan el tema de cuando el estado obrero dejó de serlo, sobre el carácter de las primeras luchas contra el estalinismo y la vigencia de la ‘revolución política’ y la lucha contra la restauración capitalista, ambas acompañadas de las respuestas correspondientes por parte del compañero Astarita.
    PD: Como verás allí, cuando le pregunté secamente si veía algo que defender (de la restauración) en aquellos estados (remitiendome a sus pasadas posiciones que sí lo afirmaban), pregunta que sugería la posibilidad de que la restauración fuese considerada ‘progresiva’, no hubo rollo. Solo una evaluación racional. Ni siquiera frente a una respuesta afirmativa se me hubiera ocurrido hablar de ‘cruzados contra el socialismo’ ‘renegado’ ‘provocador’ o barbaridades por el estilo.

    Me gusta

    AP

    29/11/2013 at 12:01

    • Por lo que veo el cobarde es usted, que me llama cobarde y después escribe una parrafada para no hacerse cargo. Un saludo

      Me gusta

      RH

      29/11/2013 at 16:10

  38. En un post anterior había anunciado comenzar a exhumar desde el baúl de los recuerdos. Como lo prometido es deuda, aquí va algo de lo que publicamos en enero de 1992. Proviene de la época en que yo como tantos perseguíamos la quimera del ‘trotskismo ortodoxo’.
    »En la semana del golpe, el altamirismo convocó a una concentración en el centro de la ciudad de Buenos Aires, contra ‘el golpe’ en la URSS y por la ‘Revolución política’. Un centenar de militantes del PO escuchaba vociferar a sus dirigentes como las ‘masas’ con su ‘movilización’ terminarían ‘barriendo a la burocracia’. Fieles al mismo objetivismo pequeñoburgés que caracteriza al MAS, nos señalan que la sola movilización de masas es capaz de imponer un curso de revolución política donde se reimplante la democracia soviética y la lucha por la revolución mundial. Si esto es así ¿ Cual es la razón por la que Trotski luchó por la Cuarta Internacional? ¿ Cual es la razón de la existencia de las organizaciones que se reclaman trotskistas? A contramano de la teoría leninista que indicaba que sin teoría revolucionaria no habría movimiento revolucionario, el PO está convencido que el movimiento genera por si solo teoría y partido revolucionario…..Cual evangélicos prometiendo la llegada del Mesías, los altamiristas se suben a las camionetas y, megáfono en mano, prometen la venida de la Revolución política en la URSS sin la existencia de un partido revolucionario y por la sola irrupción de las masas. Esta corriente chauvinista que en treinta dilatados años de existencia fue incapaz de sembrar algo aproximado al embrión de una sección trotskista en la URSS, hoy promete la llegada de la cosecha basándose exclusivamente en el desarrollo de los factores climáticos y del azar ‘En las luchas de los últimos cinco años y en la derrota del golpe de los últimos días las masas han abierto el camino de la revolución política y ahora abiertamente social’ (Prensa Obrera 339) ¿Como se recorrerá ese camino? ‘La política capitalista del nuevo régimen abrirá una nueva etapa y establecerá nuevos reagrupamientos de fuerzas. Sobre la base de una delimitación política clara, en el marco de estos realineamientos podría formarse un nuevo partido Bolchevique en la URSS partidario de reconstruir la Cuarta Internacional.’ (Prensa Obrera 339)
    Las masas abrieron la senda de la revolución política . Yeltsin con su política capitalista las atacará. Las masas se defenderán y esto provocará nuevos reagrupamientos. Entre estos reagrupamientos habrá uno que se delimitará y dará lugar a la formación de un nuevo Partido Bolchevique que será partidario de reconstruir la Cuarta Internacional. En esto se resume el planteo del PO. Como horóscopo para 1992 puede estar e el nivel de Lily Sullos, ahora, como pronóstico marxista, no pasa de una expresión de deseos pequeñoburgueses carentes de toda fundamentación científica.»

    Atención: Los que vean en esta exposición una expresión cristalina del objetivismo, asentado en el culto a la espontaneidad y la ‘revolución política’ como fenómeno automático asentado en el imaginario aferramiento de las masas al ‘estado obrero’ , pueden ser considerados provocadores.

    Me gusta

    AP

    29/11/2013 at 13:31

    • Siga deleitándome con sus comentarios, se lo pido por favor.
      No me ha impresionado mucho el portentoso archivo que exhibe. Por lo que veo, el PO afirmó que «podría» haberse formado un partido revolucionario en la URSS «sobre la base de una delimitación política clara» y que de esa manera se hubiera recorrido el camino hacia la «revolución política y social»…
      ¿Objetivismo? ¿culto la espontaneidad? ¿revolución política como fenómeno automático???
      Siga hurgando en los baúles, quizás algún archivo nos comprometa un poco más. Saludos, y otro agradecimiento.

      Me gusta

      RH

      29/11/2013 at 16:08

  39. Se lo repito por si no se entendió. Usted dijo que era ‘cortés y valiente’. ¿Valiente en que? ¿En solidarizarse con una calumnia? Ese es un procedimiento específicamente cobarde. De su actitud frente a la lucha de clases, o de su comportamiento en la vida, nada se, puesto que no lo conozco. Lo que si sé, es que, pese a sus chicanas, lo sigo tratando como compañero por que no lo considero un ‘cruzado contra el socialismo’. Entiendo que le duela el término, pero como usted suele repetir, no es nada importante, no es para hacer una tormenta en un vaso de agua, son solo ‘palabras fuertes’ que no afectan al trato entre compañeros. ¿O si? Los que específicamente no se hacen cargo, son sus dirigentes, que, primero califican a un compañero de contrarevolucionario consciente y después cambian mágicamente a ‘economista y militante marxista’, como si entre medio, no hubiera pasado nada. Sobre el ‘baúl de los recuerdos’. Hay para tirar para arriba y para que siga deleitándose. ¿A quien se le puede ocurrir que puede haber un planteo ‘objetivista’ en lo citado? Son cosas de ‘provocadores’ y ‘enemigos del partido.
    Saludos

    Me gusta

    AP

    29/11/2013 at 18:54

    • Veo que recuperó un poco la cordura… ¡qué pena! La conversación se estaba poniendo muy divertida. No, ya le dije que no me ofendí porque me llame cobarde. Todo lo contrario, le estoy agradecido por eso y sobre todo por aquello de los campos de concentración. A mí me gustan las discusiones con condimento, y también reírme un poco. Es más, acabo de reparar en que amenazó con marcarme la cara.
      Veo mucho ruido y pocas nueces con el tema del archivo. ¡Vamos! ¡Anímese! ¡No pierda oportunidad de mostrarle al mundo las ridículas profecías de la GPU trotskista-altamirista! Hasta ahora, sólo trajo una cita «tercerizada», que dice lo contrario de lo que dice que dice. Saludos

      Me gusta

      RH

      29/11/2013 at 21:25

  40. Por lo visto llamar contrarevolucionario a los compañeros, te causa mucha gracia y si te contestan en términos ‘condimentados’ también. ¿Que pasa, estás buscando ‘justificaciones’ para mandarme la patota? Sobre la GPU ‘trotskista altamirista’. Andá a preguntarle a los muchachos de Democracia Obrera, a ver que opinan. A, me olvidaba, esos también son ‘contrarevolucionarios’ ‘provocadores’ y además ‘servicios’. Sobre la cita. Antes de pasar a otra cosa, tenés que demostrar por que no dice lo que se dice que dice. Se afirma que hay una revolución política en marcha. Falso. No había ninguna revolución política en marcha (aclaremos que para Trotski la RP es una revolución proletaria contra la burocracia, por sus objetivos y programa y además, dirigida por un partido de la Cuarta Internacional) Se afirma que luego es directamente social. Falso. Lo que había era una contrarevolución capitalista. Todo esto responde al prejuicio generalizado imperante en la abrumadora mayoría del movimiento trotskista, acerca de que cuando ‘las masas’ se pusieran en movimiento, nunca podían apoyar el retorno del capitalismo, lo que demuestra que PO compartió la euforia acerca del gran triunfo revolucionario que significaba la caída del estalinismo y lo tomó por el principio de una ‘revolución política’ que solo existía en sus cabezas, por consiguiente salió a festejarlo, como se puede comprobar por el relato de miles de compañeros que fueron testigos vivos, e incluso lo han manifestado en este blog. Se afirma que un partido bolchevique ‘podría formarse’. Especulación abstracta que se lleva de patadas con la necesidad de que exista conciencia socialista en la vanguardia de masas y dirección política pacientemente construida bajo la bota estalinista, además, desmentida rotundamente por la realidad.
    PD: Ya que tenés ‘sentido del humor’, aviso: Hay descuento en piolets para alpinismo el sodimac y grandes tiendas del ramo.
    Saludos.

    Me gusta

    AP

    30/11/2013 at 20:52

  41. ¿Por qué se sigue hablando de los hechos de finales de los 80s y principios de los 90s como la caida del estalinismo? Afirmar eso es análogo a afirmar que el PCCh es maoista.
    Ambas revoluciones, la Rusa y la China, experimentaron procesos de restauración del capitalismo. ¿Tendría que caer el PCCh, de manera similar al PCUS en los 90s, para que hablen de restauración del capitalismo en China?¿acaso harán negacionismo del hecho que en China hubo socialismo?¿dirán que Deng XiaoPing fue maoista hasta el final, de una manera análoga a como dicen que Khrushchev fue estalinista porque estuvo en el gabinete de Stalin?¿pueden estos golpistas (Nikita y Deng), tras hacer revisionismo ser considerados como continuadores de las obras de Stalin y Mao?

    Me gusta

    anilloselficos

    01/12/2013 at 16:56

    • Sí, conozco ese post. Cuando las críticas son de un nivel tan pobre, no respondo. Cualquiera puede ver y comparar. Por otra parte, el próximo post (lo voy a mandar después de la primera quincena) trata precisamente de la URSS. Es una nota muy larga, que dividí en varias partes, y trato el períodos de la colectivización y la industrialización forzadas, que arrancan en 1928-9, Sostengo que entre esa fecha y fines de los 30 desaparece cualquier rasgo de Estado obrero. Por eso loa nota hace una contraposición con el balance del trotskismo de ese período.

      Me gusta

      rolandoastarita

      06/01/2016 at 18:04

  42. Querido Rolando,
    Estudiando tus notas sobre la URSS desde una educación no economicista es fácil caer en la desesperanza y hacerse preguntas muy punzantes, como ahora: Puede una economía funcionar sin desarrollo intensivo del trabajo? Cómo llevar el desarrollo intensivo sin explotación? Pues no hay socialismo sin desarrollo de las fuerzas productivas. Se puede eliminar la distinción de clases en cada ámbito económico, o deben subsistir formas de economía privada dentro de una organización social comunista? Como se maneja la descentralización? En resumidas cuentas: Todos entendemos el fracaso de la URSS, pero nos deja con incógnitas que pesan demasiado solamente cuando des de la izquierda no hay concreción o definición de cuál sería el model alternativo (en mi caso, me inclino por la economía consejista, pero sigo viéndolo muy borroso).
    Creo que es el deber de los intelectuales de izquierda concretar perfectamente su modelo; al máximo detalle. Por ello te pregunto: Cuál es tu modelo? Puedes concretarlo en aunque sea una nota? Entiendo que ello es incómodo; pero repito, lo creo un deber y puede ser de ayuda para mucha gente. Tal cosa la apunto porque no veo en tu blog ninguna nota en esa dirección -si bien no he acabado de leerlo-.
    Un abrazo.

    Me gusta

    bernat

    14/09/2016 at 17:14

    • Pienso que una de los primeros pasos para elaborar una alternativa socialista es hacer un balance de los fracasos de los socialismos «reales». Lamentablemente, no hay acuerdo en esta cuestión. La inmensa mayoría de la izquierda defiende una construcción del socialismo bajo parámetros de tipo stalinista, cuando no bajo la forma de capitalismos de Estado (el apoyo al chavismo se inscribe en una larga tradición).

      Un criterio básico, que defiendo (y surge de la experiencia de la colectivización e industrialización forzosa en la URSS, y otras similares) es que el socialismo no puede imponerse a los obreros y campesinos (o al pueblo trabajador). Sea que se adopte un modelo consejista, o alguna combinación de organización en consejos con representación universal (por medio del sufragio), es imposible la construcción socialista sin libertades de opinión, prensa, organización de partidos (al pasar, ¿acaso la democracia en los soviets no estaba en el programa leninista de El Estado y la revolución? Pero Kronstadt fue la negación sangrienta de ese programa).

      Vinculado a lo anterior, pienso que no hay forma de superar al mercado por decreto, con medidas administrativas. Una transformación socialista exigirá combinar formas de organización social de la producción con el mercado y el incentivo individual. La idea de que la construcción del socialismo presupone un «hombre nuevo» es profundamente equivocada (y se han hecho desastres en su nombre). Desde este punto de vista, una forma transicional de organización de la producción sería la formación de cooperativas (una propuesta que encontramos en Marx y Engels, y retoma Lenin al final de su vida, en relación al campesinado).

      Me gusta

      rolandoastarita

      15/09/2016 at 10:31

    • »Vinculado a lo anterior, pienso que no hay forma de superar al mercado por decreto, con medidas administrativas. Una transformación socialista exigirá combinar formas de organización social de la producción con el mercado y el incentivo individual.»

      Justo lo que hizo Stalin.

      Me gusta

      K9

      18/09/2016 at 04:47

    • Vinculado con los comentarios, Rolando, quería preguntar si conoces la obra «Principios fundamentales de una producción y distribución comunista», de los comunistas de izquierda holandeses. Allí proponen una forma de organización social consejista basada en el tiempo socialmente necesario como unidad de medida. Aquí puede encontrarse el texto en inglés: https://www.marxists.org/subject/left-wing/gik/1930/

      Me gusta

      max

      19/09/2016 at 06:45

  43. Estimado Bernat

    Creo que las dudas que Usted tiene fueron planteadas magistralmente por Rosa Luxemburgo en el año 1918. Ver aquí: https://www.marxists.org/espanol/luxem/11Larevolucionrusa_0.pdf.

    Como resumen del artículo escrito por Rosa sobre la revolución rusa aquí van algunos párrafos que aclaran mucho sobre las causas de la degeneración de la revolución de Octubre:

    «El sistema social socialista sólo deberá ser, y sólo puede ser, un producto histórico, surgido de sus propias experiencias, en el curso de su concreción, como resultado del desarrollo de la historia viva, la que (al igual que la naturaleza orgánica, de la que, en última instancia, forma parte) tiene el saludable hábito de producir siempre junto con la necesidad social real los medios de satisfacerla, junto con el objetivo simultáneamente la solución. Sin embargo, si tal es el caso, es evidente que no se puede decretar el socialismo, por su misma naturaleza, ni introducirlo por un úcase. Exige como requisito una cantidad de medidas de fuerza (contra la propiedad, etcétera). Lo negativo, la destrucción, puede decretarse; lo constructivo, lo positivo no. Territorio nuevo. Miles de problemas. Sólo la experiencia puede corregir y abrir nuevos caminos. Sólo la vida sin obstáculos, efervescente, lleva a miles de formas nuevas e improvisaciones, saca a luz la fuerza creadora, corrige por su cuenta todos los intentos equivocados. La vida pública de los países con libertad limitada está tan golpeada por la pobreza, es tan miserable, tan rígida, tan estéril, precisamente porque, al excluirse la democracia, se cierran las fuentes vivas de toda riqueza y progreso espirituales. (Una prueba: el año 1905 y los meses de febrero a octubre de 1917.) Allí era de carácter político; lo mismo se aplica a la vida económica y social. Toda la masa del pueblo debe participar. De otra manera, el socialismo será decretado desde unos cuantos escritorios oficiales por una docena de intelectuales
    .
    El control público es absolutamente necesario. De otra manera el intercambio de experiencias no sale del círculo cerrado de los burócratas del nuevo régimen. La corrupción se torna inevitable (palabras de Lenin, boletín N° 29). La vida socialista exige una completa transformación espiritual de las masas degradadas por siglos de dominio de la clase burguesa. Los instintos sociales en lugar de los egoístas, la iniciativa de las masas en lugar de la inercia, el idealismo que supera todo sufrimiento, etcétera. Nadie lo sabe mejor, lo describe de manera más penetrante, lo repite más firmemente que Lenin. Pero está completamente equivocado en los medios que utiliza. Los decretos, la fuerza dictatorial del supervisor de fábrica, los castigos draconianos, el dominio por el terror, todas estas cosas son sólo paliativos. El único camino al renacimiento pasa por la escuela de la misma vida pública, por la democracia y opinión pública más ilimitadas y amplias. Es el terror lo que desmoraliza.

    Cuando se elimina todo esto, ¿qué queda realmente? En lugar de los organismos representativos surgidos de elecciones populares generales, Lenin y Trotsky implantaron los soviets como única representación verdadera de las masas trabajadoras. Pero con la represión de la vida política en el conjunto del país, la vida de los soviets también se deteriorará cada vez más. Sin elecciones generales, sin una irrestricta libertad de prensa y reunión, sin una libre lucha de opiniones, la vida muere en toda institución pública, se torna una mera apariencia de vida, en la que sólo queda la burocracia como elemento activo. Gradualmente se adormece la vida pública, dirigen y gobiernan unas pocas docenas de dirigentes partidarios de energía inagotable y experiencia ilimitada. Entre ellos, en realidad dirigen sólo una docena de cabezas pensantes, y de vez en cuando se invita a una élite de la clase obrera a reuniones donde deben aplaudir los discursos de los dirigentes, y aprobar por unanimidad las mociones propuestas —en el fondo, entonces, una camarilla— una dictadura, por cierto, no la dictadura del proletariado sino la de un grupo de políticos, es decir una dictadura en el sentido burgués, en el sentido del gobierno de los jacobinos (¡la postergación del Congreso de los Soviets de periodos de tres meses a periodos de seis meses!) Sí, podemos ir aun más lejos; esas condiciones deben causar inevitablemente una brutalización de la vida pública: intentos de asesinato, caza de rehenes, etcétera. (Discurso de Lenin sobre la disciplina y la corrupción.)»

    Lamentablemente, repito, Rosa Luxemburgo fue una profeta sobre las causas de la degeneración de la revolución rusa.

    Saludos cordiales

    Me gusta

    La duda metódica

    17/09/2016 at 14:50

  44. Rolo, quizá te interese este link. Es de un marxista chileno (Carlos Perez Soto), que escribe precisamente sobre el surgimiento de la burocracia como clase autónoma en el SXX y su consolidación transnacional en los años 80.

    Te dejo el link
    https://www.cperezs.org/?p=71

    Me gusta

    Nachochan

    18/09/2016 at 11:30

  45. El próximo año se cumple el centenario de la Revolución rusa. A buen seguro que en los próximos meses asistiremos a la publicación de textos sobre dicho acontecimiento, Así, la Editorial Debate acaba de editar en español el libro de Richard Pipes (quien fue asesor de Ronald Regan) La Revolución rusa. Sr. Astarita, aun cuando imagino que tiene una gran carga de trabajo, sería de agradecer que reservara algún tiempo y espacio para abordar el tema de la Revolución de 1917 (me permito anotar un enlace de internet en el que puede visionarse una conferencia suya sobre dicho proceso: https://www.youtube.com/watch?v=Reo6yIJgI3w). Muchas gracias por su atención.

    Me gusta

    JOSÉ

    30/11/2016 at 16:19

  46. Voy a dejar un comentario por aquí porque si no me da algo. Intentaré resumir.

    Profesor Astarita, lo primero y principal: Me quito el sombrero ante su análisis. Lo he leído, lo he pensado y repensado y cada vez me parece más bueno y mejor. Conciso, claro, profundo y bien argumentado. ¿Se puede pedir más? pues por pedir… un libro donde se profundice aún más pero bueno. Desde mi punto de vista todavía no he tenido ocasión de leer/encontrar un análisis mejor.

    Esto se va a utilizar en clases de historia por supuesto señalando la fuente. Además de ello me ha hecho reflexionar sobre el concepto de capitalismo de Estado como sistema de la URSS que defendía Ángel Pestaña como ya le indiqué. Una pregunta al respecto, la URSS y todos los países de su órbita exportaban y en ocasiones por lo que he podido leer, no sé donde por eso no lo aporto, algunos de sus mejores productos estaban destinados a tal fin, sin ser eso definidor de todo el sistema ¿no sería ello una forma de capitalismo de Estado por lo menos en lo concerniente a parte de su política exterior?.

    Otra cosa es que me lo releeré y espero seguir leyendo su blog sobre todo por su capacidad didáctica a la hora de exponer temas complejos de economía política. Lástima la parte de análisis político que no considere que esté a la altura como ya he tenido ocasión de señalar, cosa que también agradezco, obviamente.

    Y me despido por aquí ya porque esto era para reconocer el valor de su trabajo y tiempo envidiando, sanamente, su capacidad didáctica. Se tenía que decir y se dijo.

    Muchas gracias.

    Me gusta

    vacioynausea

    24/06/2019 at 16:22

    • Me alegra que le haya gustado el análisis sobre la URSS. Acuerdo en que, con respecto al comercio exterior, se puede considerar que constituía una forma de capitalismo de Estado (producción para el mercado, generación de valor). Sin embargo, hay que tener en cuenta que el comercio exterior de la URSS tampoco se regía con los criterio más o menos tradicionales del capitalismo.

      Sobre esta cuestión, me ha resultado muy clarificador el libro de Marie Lavigne «Economie internationale des pays socialistes» (Paris, 1985). Señalo dos cuestiones. En primer lugar, el comercio exterior jugaba en la URSS un rol distinto al que juega en el capitalismo. Es que la planificación trataba al comercio exterior como un residuo. En la planificación de la producción se establecía primero un balance de materias en términos físicos, poniendo en evidencia las producciones internas y sus utilizaciones (consumos, inversión, etc.). El comercio exterior entraban entonces como equilibrador, esto es, constituía un medio de ajuste residual de los balances.

      Como señala Lavigne, esto llevaba a privilegiar la demanda de importación. La exportación era concebida como un medio para cubrir las importaciones que se juzgaba que no podían ser comprimidas. Esto se ilustró dramáticamente en la crisis de los 1930. Dadas las previsiones del primer plan quinquenal, la URSS continuó importando máquinas de Occidente, a pesar de que el hundimiento de los precios del trigo (que se exportaba) las hacía más y más costosas. Esto es, a pesar de que los términos de intercambio se habían deteriorado acentuadamente.

      Por lo tanto, como señalaba otro economista citado por Lavigne, no era la preocupación de la competencia que impulsaba a las empresas soviéticas a conquistar mercados exteriores. Por el contrario, eran las restricciones del financiamiento exterior que obligaban a los países de tipo soviético a exportar primero para importar luego (bajo el régimen capitalista el impulso primero es a ampliar los mercados). «La política de exportación es así un mecanismo de realización de la política de importación».

      Otra cuestión: en la economía soviética los precios internos no eran precios determinados por el mercado (la oferta y demanda no funcionaba; la ley del valor de hecho no regía). Por lo tanto, los precios internos estaban desligados de los precios externos. De ahí la imposibilidad de utilizar la devaluación como instrumento de regulación; el carácter artificial de las tarifas aduaneras; la imposibilidad de controlar prácticas de dumping (también señalado por Lavigne).

      Me gusta

      rolandoastarita

      25/06/2019 at 08:51

    • Muchas gracias profesor, una pena que no pueda acceder a ese libro que me comenta porque parece muy interesante. Solo si me permite una cosa que no me ha quedado del todo clara, ¿Quién hacía dumping y para qué querría devaluar la moneda? es decir, desde mi conocimiento actual yo diría que dumping haría la URSS al resto de paises al competir con empresas estatales y sin ley del valor, no? y devaluar pues ni siquiera puedo concebir para qué lo querrían cuando ellos controlarían todo el mercado interior y por tanto la masa monetaria y la velocidad de circulación, así es como yo lo entiendo.

      Me gusta

      vacioynausea

      27/06/2019 at 23:54

  47. Hola Rolando, sé que esta nota es un poco antigua, pero me pareció muy interesante y me surgió una duda. En el capitalismo, tengo entendido, la competencia conlleva consigo un gran desarrollo de las fuerzas productivas, mi duda es, lo mismo ocurriría en el socialismo? es decir, podría existir tal desarrollo económico y tecnológico dentro del socialismo, con ausencia de esa competencia que se da en el mercado? Gracias

    Me gusta

    Mauro

    25/08/2020 at 20:21

    • Bajo el régimen burocrático hubo un desarrollo de tipo extensivo, y a costa de mucha represión, trato eso en las notas «Trotsky, el giro de 1928-9 y la naturaleza social de la URSS. Paulatinamente ese tipo de crecimiento entró en un callejón sin salida. Es que cada vez se utilizaban más recursos humanos y naturales por unidad de producto. Llegó un punto que la propia dirección soviética reconoció que el sistema era inviable (a mediados de los 1980 Gorbachov lo planteó en el Comité Central del Partido). El régimen ahogaba la innovación tecnológica. En este respecto, mientras la ciencia soviética tuvo adelantos importantes, los mismos tardaban mucho en traducirse en la producción. La planificación burocrática, al poner el acento en las cantidades a producir, dejaba en un segundo lugar las cuestiones referidas a calidad del producto y eficiencia. La falta de democracia de los productores hacía que muchas veces los planes que se votaban fueran formales, y no se corregían desequilibrios que podían arrastrarse por años. La escasez de insumos y de mano de obra hacía también que muchas empresas acaparasen recursos para poder cumplir con los planes, lo que agudizaba cuellos de botella. Y así muchos otros problemas. De hecho, había conciencia en la dirección soviética de estos problemas, y muchas veces se intentó dar incentivos a los trabajadores (por ejemplo, primas por productividad), pero esas reformas no dieron resultados. Con los campesinos, a partir de la colectivización forzosa, las relaciones no fueron buenas, para decirlo suavemente. Y cada vez que el régimen trató de elevar la producción campesina recurrió, de manera creciente, a otorgar estímulos «individuales». Por ejemplo, permitir más cultivos en los lotes individuales; ampliar los mercados koljosianos, etcétera.

      Me gusta

      rolandoastarita

      25/08/2020 at 22:13

    • como va? disculpen, me voy a colar en el comentario.

      Rolando, cuanto tuvo que ver esta caracteristica de la Urss respecto a lo que usted plantea (problemas de productividad e incentivos) con la crisis rusa de fines del siglo xx ?

      Me gusta

      Octavio

      25/08/2020 at 23:34

  48. Profesor Astarita

    Esta de acuerdo (y sino me podria explicar porque no) con la interpretacion que con Stalin o el stalinismo se produce una centralizacion y concentracion del capital que era necesario para el desarrollo economico de la urss y la revolucion y eso pedia una centralizacion tambien del poder politico y la eliminacion por medios violentos de millones de serehumanos no solo de los enemigos de la revolucion?

    Me gusta

    juan

    08/03/2021 at 18:31

    • Analicé la colectivización forzosa y la industrialización a marchas aceleradas en una extensa nota, dividida en partes (comienza aquí). Por otra parte, no soy partidario de hablar de «centralización del capital» en la Rusia soviética. No acuerdo en que el régimen soviético haya sido capitalismo de Estado. –

      Me gusta

      rolandoastarita

      09/03/2021 at 12:15


Dejá tu comentario