Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Militancia probada… y capital

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En su edición del 2 de octubre de 2010, la revista The Economist dedica una larga nota, además del editorial, al Brasil que deja Lula, y a la sucesión de Vilma Rousseff. Dejando de lado algunos desacuerdos secundarios, la revista es muy elogiosa para con el líder del Partido de los Trabajadores. “Lula dio a Brasil continuidad y estabilidad”, sostiene. Y sobre Rousseff dice que es “una mujer fuerte y con coraje: siendo una joven militante de izquierda, sobrevivió a la tortura a manos del régimen militar, y atravesó una batalla contra un cáncer linfático el último año”.

Así The Economist afirma lo que muchos intuimos desde hace tiempo, a saber, que el establishment económico valora muy positivamente a los militantes de izquierda cuando éstos pasan a defender el capital y su Estado. Es que los ex militantes de la izquierda por lo general han tenido una visión crítica, que les ha permitido formarse criterios propios. Muchos, además, han pasado por pruebas complicadas, como es el caso de Rousseff, del uruguayo Mujica, y de tantos otros. Un hecho que no es menor cuando hay que evaluar la resistencia frente a las tensiones que derivan de los conflictos entre las clases sociales, o sus fracciones. Además, aun los que tienen una formación superficial en el marxismo, o en alguna teoría crítica, conocen mejor cómo funciona el capitalismo que los egresados de las escuelas del “equilibrio general” y tonterías semejantes. Por último, si un ex militante de izquierda pasa a defender los intereses del capital, parece no haber mejor prueba ante la opinión pública de que no hay alternativas serias al sistema.

Todo esto parece aplicarse en plenitud a Brasil, donde vemos desfilar a notables personalidades de izquierda al frente del Estado, con el aplauso de la burguesía. Recordemos que Fernando Henrique Cardoso, el antecesor de Lula, inauguró, junto a André Gunder Frank, la escuela de la dependencia, en los años sesenta. Luego fue girando hacia la derecha, y llegó a la presidencia de Brasil, desde donde impulsó medidas pro capital. Cardoso hoy es considerado todo un estadista. Lula fue un dirigente obrero que luchó contra la dictadura militar, y fundó el Partido de los Trabajadores. En el gobierno, Lula mantuvo lo esencial de lo hecho por Cardoso, y ahora se retira con los más altos honores de los “factores de poder”. Vilma Rousseff, que ya viene entrenada en la administración del Estado, tiene un pasado guerrillero y militante. Fenómenos similares ocurren en muchos otros países de América Latina. En algunos casos, los que giran no se hacen funcionarios, pero se dedican a hacer buenos negocios, aprovechando sus contactos con la gente que está en el poder (viejos compañeros, que se conocen y se tienen confianza). Y también están los que aceptan y justifican, a cambio de algún puesto académico; o incluso de alguna reputación, obtenida en base a apariciones en los medios, o viajes y conferencias internacionales, para promocionar políticas “progresistas”, de cualquier tipo. En fin, hay para todos los gustos y paladares.

Es muy generalizado

Lo anterior se da en el marco de un cambio generalizado, que abarcó a los grandes partidos que se consideraban de la clase obrera (en algún sentido, que hoy habría que debatir), y a los Estados “socialistas” o “proletarios”. Tal vez el giro más significativo, por lo que representó para la militancia, fue el que hizo el partido Comunista de Vietnam. En las décadas de 1960 y 1970 los vietnamitas eran considerados ejemplo y vanguardia del movimiento revolucionario y antiimperialista mundial. En 1975 consiguen el triunfo, las tropas de Estados Unidos huyen y el país se reunifica. Muchos pensamos que era un nuevo y gran avance de la revolución socialista (aun con los problemas que pudiera tener el proceso). Pero en 1976 el PC vietnamita inició tratativas para entrar el FMI; y desde entonces siguió en esa dirección. Hoy Vietnam es elogiado por el FMI, y las empresas multinacionales explotan a los trabajadores vietnamitas, por lo menos al mismo nivel que en cualquier otro país capitalista (el caso de Nike es proverbial). Es evidente de que aquí han operado impulsos económicos y sociales poderosos, relacionados con la internacionalización del capital (por lo menos desde fines de los setenta), y con derrotas profundas y duraderas del movimiento obrero y socialista. Entre ellas, el fracaso de los proyectos de construcción del socialismo en un solo país. Y el fracaso de las estrategias socialdemócratas y reformistas (partidos comunistas occidentales incluidos) de modificar al capitalismo en algún sentido fundamental. No hay otra manera de explicar un quiebre político e ideológico de tanta magnitud.

Dos enseñanzas

Al margen del necesario debate sobre las razones más profundas de este cambio, parece necesario sacar algunas enseñanzas de esto. En primer lugar, entender la capacidad de adaptabilidad del capital. El capitalista es, ante todo, un negociante que procura mantener y extender las condiciones que hacen posible la explotación del trabajo. Esto incluye mejorar la preparación de la fuerza de trabajo, y aliviar en lo posible las tensiones y conflictos. Si en un país la desnutrición infantil es muy elevada, eso atenta contra la futura fuerza de trabajo, ya que puede dar lugar a trabajadores con capacidades físicas y mentales disminuidas. Si en un país el índice de escolaridad es bajo, o si la educación es muy mala, también habrá deterioro de la fuerza de trabajo. Algo similar ocurre con la salud, o la vivienda. Por eso no es de extrañar que The Economist elogie el Plan Familia, que aplicó Lula, por el cual se dan subsidios a 12 millones de familias, a cambio de que vacunen a sus hijos y los envíen al colegio. Tampoco debería asombrar que la revista aplauda que hayan bajado la desigualdad de los ingresos o la pobreza. Ni debería extrañar que el capital acepte discursos “críticos”. Si los negocios funcionan bien, si los inversores son optimistas y avizoran buenas oportunidades de realizar ganancias, ¿qué importancia tiene algún discurso algo radical, para la tribuna? Lo importante es que los trabajadores confíen en Lula (o en Dilma), y que Lula defienda al sistema capitalista, en un sentido muy profundo. ¿Qué mejor seguro para el sistema? Todo esto es típico de las épocas en que las economías capitalistas se expanden, luego de haber atravesado profundas crisis, como sucedió en América Latina en los ochenta y noventa. Incluso el recuerdo de la crisis y la depresión, permite presentar al gobierno de turno como “salvador” de los sectores populares, y de los trabajadores.

En segundo término, y vinculado a lo anterior, debería quedar claro que esta capacidad de asimilación, lejos de debilitar al capital, lo fortalece. En este respecto la idea de avanzar hacia la transformación socialista por medio de la “guerra de posiciones”, esto es, mediante el copamiento paulatino de espacios dentro del Estado, es una ilusión. Entre 1973 y 1974 fue la estrategia desplegada por los Montoneros, que “controlaban” las universidades, algunas gobernaciones o intendencias, entre otras grandes instituciones. Como es sabido, esa estrategia se fue al diablo desde el momento en que Perón les bajó el pulgar, y el gobierno peronista se largó a asesinar militantes y a reprimir a diestra y siniestra. Como botón de muestra, basta recordar el derrocamiento del gobierno izquierdista de Córdoba, mediante un golpe semi fascista, alentado por Perón, en 1974. Poco tiempo después los Montoneros girarían a la postura opuesta a la de “guerra de posiciones”. Pensaron que un golpe militar sería beneficioso, dado que la población estaría obligada a elegir entre ellos y los militares. Sabemos en qué terminó esa táctica, pero lo importante es que pasaron los años, y las crisis, hasta que en los noventa muchos de los viejos montos volvieron, pero como menemistas y gestores del capital. En esto quedó la transformación de Argentina mediante la guerra de posiciones. Por eso, cuando un cuadro de la izquierda se convierte en alto funcionario del Estado, o de una empresa capitalista, la izquierda no ganó ninguna posición “contra” el capital. Es el capital el que ganó, aunque nuestro izquierdista siga con el libro de Marx bajo el brazo. En este punto debería recordarse aquello que Marx decía de la Iglesia de la Edad Media. El hecho de que el hijo de un pobre campesino, si tenía una cabeza brillante, pudiera llegar a las más altas jerarquías eclesiásticas, no debilitaba a la Iglesia, sino la fortalecía y le daba vitalidad. Demostraba que podía absorber a las mejores inteligencias, y a la gente más dinámica, en su beneficio. Mutatis mutandi, esto es aplicable al presente.

Militancias y compromisos

En tercer lugar, quisiera hacer una reivindicación del militante de izquierda, en específico, ya que con el giro hacia el capital, también se ha desvirtuado el contenido de la militancia de la izquierda. Hoy parece que da lo mismo militar por el capital, que contra el capital; por el Estado, que contra el Estado. Por supuesto, en este punto entra mucho de lo personal, y lo que digo ahora está atravesado por la pasión y los recuerdos de compañeros perdidos.

Por estos días se habla mucho del militante, y se reivindica la militancia política. Pero dentro de esta categoría se encierran actitudes y trayectorias que no tienen nada que ver con lo que es la militancia de izquierda. Al menos, con la militancia que he conocido, desde mediados de la década de 1960, y hasta el presente. La mejor manera de expresarlo es a través de casos que, si bien teóricos, están inspirados en personas reales.

José, milita en un sindicado, en el que tiene un puesto dirigente, y entre sus tareas está reclutar barras bravas para ir a moler a golpes a los activistas de la oposición. José trabaja todo el día en defensa de los afiliados. En especial, en juicios laborales, en los que casualmente participan estudios de abogados a los que está vinculado. José también ha hecho una fortuna con “mordidas” que tiene con los estudios de abogados, pero no ve en ello nada malo. Es parte de la retribución por su actividad militante. También tiene poder para colocar gente en algunas empresas, y por eso ha hecho mucho bien a amigos y conocidos. Estos lo apoyan a muerte. José está sometido a muchas tensiones, y a veces los amigos le dicen que se cuida poco. Pero José explica que su vida es el sindicato y la militancia. Por supuesto, José está tan dedicado a su sindicato, que jamás se preocupó por los trabajadores precarizados y en negro; ni por los desocupados. Lo cual no obsta para que milite también en contra de los zurdos, que siembran la discordia en estos sectores. Además, lo interesante de la carrera de José, es que empezó como militante de un grupo de izquierda, cuando era un pibe, allá por 1975. Ese grupo, en 1978, le aconsejó aceptar un puesto en una lista oficialista del sindicato, para “hacer entrismo”. Desde entonces José siguió haciendo entrismo, hasta el día de hoy, sin dirigir nunca más la palabra a sus viejos compañeros. Y está muy entrenado en detectar posibles y peligrosos entristas, para echarlos rápidamente del sindicato.

Pablo es militante del mismo sindicato que José. Desde hace meses Pablo arriesga su seguridad y la de su familia, para formar una lista de oposición a la directiva del sindicato, defendida por José. Pablo vive pobremente, porque nunca aceptó sobornos, y ha sido despedido de varios trabajos. Siempre debido a su actividad gremial. Pablo hace críticas al manejo del sindicato por parte de gente como José. Muchos piensan que Pablo es un moralista pasado de moda, y que no entiende la esencia del sindicalismo.

Andrés es militante de un partido político, y ya llegó a puestos de importancia en el Estado. Siempre trabajó haciendo trenzas. A lo largo de los años, y a costa de una esforzada militancia, Andrés desarrolló un notable olfato para entender “cómo viene la mano” y dónde recostarse. En los noventa militó a favor de las privatizaciones menemistas; hoy lo hace por el modelo productivista de Kirchner. Muchos piensan que es muestra de su gran tenacidad militante, de su compromiso con la militancia en sí misma. En cualquier caso, y como corresponde a tanto esfuerzo, a Andrés le llegó la recompensa. Hoy tiene un alto puesto en el Estado, que le da derecho incluso a un automóvil con chofer. Andrés proclama que lo suyo siempre fue para mejorar la situación de la gente. Pero Andrés también amasó una pequeña fortuna. Cuando se le cuestiona este aspecto de su militancia, explica que él está empeñado en una lucha desigual “contra los grupos de poder”, y que necesita esos dinerillos para asegurar su futuro, el de sus hijos y el de sus nietos, ya que la lucha “contra los grupos” es a largo plazo, y despiadada.

Juan es militante de un partido pequeño, donde todo se hace a pulmón. Tan a pulmón que Juan destina todos los meses, de sus magros ingresos, una cuota para sostener al partido; y ha donado dos indemnizaciones a la organización (porque lo echan de los trabajos debido a su actividad política y sindical). Juan lee ávidamente la prensa de su partido para tener argumentos con los que discutir, ya que son muchas las presiones que soporta. El partido de Juan, en promedio, obtiene el 0,5% de los votos desde hace años, por lo cual Juan no tiene ninguna esperanza de llegar a ser alto funcionario, al menos en un futuro previsible. De todas maneras sigue trabajando por su partido, porque está convencido de que lo importante son las ideas, y que éstas algún día van a triunfar.

Ahora bien, si me preguntan por el mérito de ser militante, personalmente solo me identifico con Pablo y Juan. Esa es la militancia que conocí desde adentro. En cuanto a la militancia del otro tipo, la de los José y Andrés del ejemplo, no me parece que tenga nada de progresivo. No veo por qué hay que reivindicar en sí misma esa militancia, que por otra parte es la que abunda en las democracias burguesas.

Termino esta nota recordando un episodio que viví. Es el 22 de agosto de 1976. Estoy secuestrado en Superintendencia, en Capital, con los ojos vendados, con otros compañeros. En la noche del 19 al 20 de agosto los represores habían sacado a muchos compañeros y compañeras, diciéndoles que se iban a un penal. Ya a la tarde del día 20 nos habíamos enterado de que los habían matado a todos, cerca de Luján (es lo que se conoce hoy como la masacre de Fátima). De pronto, no sé de dónde vino, me dicen al oído (no podíamos hablar, estábamos tirados en el piso) que haríamos un homenaje a los compañeros caídos, y a todos los luchadores. Consistía en tomarnos de las manos y prometer que seguiríamos la lucha. Lo hicimos. Recuerdo que mi compromiso, asumido en esa vocesita interior a la que tratamos de ser fieles, consistía en seguir resistiendo a la represión para no entregar a ningún compañero. Seguramente, cada cual habrá hecho su propio compromiso. No sé cuál, y tampoco sé con certeza cuántos de los que estuvimos ese día, tomándonos las manos en silencio, estamos con vida al día de hoy. Sé de dos viejos y buenísimos amigos que sí, que estuvieron allí y permanecieron, y permanecen, fieles a aquellas promesas. Pero en cualquier caso, estoy seguro de que ninguno de los que estuvieron ese día en ese sencillo acto se hubiera reconocido en la militancia, oportunista y acomodaticia, que hoy muchos reivindican en estos tiempos de “realismo”. Por aquellos lejanos y oscuros días de agosto de 1976, en esa fría celda de Superintendiencia, nadie pensaba que debíamos pasar aquella prueba para terminar ofreciendo nuestros servicios al capital (y al elogio de The Economist). Tal vez esto ayude a entender el abismo que me separa de algunos discursos que circulan por estos días.


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Militancia probada… y capital

Written by rolandoastarita

04/11/2010 a 15:39

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67 respuestas

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  1. Totalmente de acuerdo. Me emociono particularmente el final. No debemos dejar que se vacíe de contenido el que es ser militante.

    Saludos.

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    gerardo

    05/11/2010 at 00:25

  2. Rolando, muy emotivo el relato.
    Más allá de la calidad indiscutible de tus análisis y la claridad expositiva, me resultan muy atractivos los cuadros o las fotos que elegís para darle imagen e ilustrar tus mensajes.
    Quería preguntarte si tenías algun sitio especial o alguna base de datos de donde los elegís.
    Seguramente conozcas el trabajo de Guayasamín (ecuatoriano), pero si no lo conocés creo que su laburo puede llegar a interesarte.

    Un fuerte abrazo,
    Mariano

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    Mariano

    05/11/2010 at 10:50

    • Toda la parte de ilustración, y el armado del blog se lo debo a mi hijo Diego, que además se dedica a la fotografía. El mérito es suyo.

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      rolandoastarita

      05/11/2010 at 11:18

    • Mis más sinceras felicitaciones para tu hijo Diego entonces.

      Saludos

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      Mariano

      05/11/2010 at 14:22

    • Muy buena la gráfica, no sólo de este artículo, sino en general.

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      Pablo (de Quilmes)

      06/11/2010 at 23:53

  3. Coincido con Gerardo, con el artículo.
    Es muy fuerte la anécdota que nos contás, Rolando. Me emociona profundamente saber que compartimos la misma tierra bajo nuestros píes.
    Alago tus convicciones.
    Fuerte abrazo, compañero.
    Edy.

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    Eduardo

    05/11/2010 at 10:50

  4. Sin lugar a dudas reivindico el mismo tipo de militancia que vos Rolando. Los casos citados por vos(Pablo y Juan)lamentablemente son escasos y mucho menos en el lugar de trabajo. Es por demás dificil sostener dicha militancia en momentos como ahora. Sucede que no podemos pensar la militancia desde una cuestión de «actitud»…en todos los laburos que he tenido(por lo general precarizados) se ha hecho imposible militar(y no por faltas de ganas). No es lo mismo militar en la universidad, empleos estatales,desocupados subvencionados por el Estado(que es en donde sólo asoman su cabeza los partidos de izquierda)que en un hipermercado, en construcción etc..Con esto no estoy defenestrando a los partidos de izquierda creo que hace lo que pueden, sólo que no reflexionan esto. En fin considero que hay condiciones objetivas en el puesto de trabajo que son dificiles y no plantearse estos temas muchas veces lleva a muchos buenos compañeros al desanimo,apatía y desepción…etc ¿que pensas rolando?

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    daniel

    05/11/2010 at 14:11

    • Totalmente de acuerdo con lo que planteás. Militar en las empresas privadas hoy es arriesgarse al despido. Por eso algunas veces he recomendado a compañeros que trabajan en el sector privado, y quieren organizar, que adopten criterios de clandestinidad al mejor estilo de las peores épocas en Argentina. No solo hay que cuidarse de las patronales, sino también en muchos lugares de la burocracia del sindicato. Esto es una muestra más de que la democracia que tenemos es de clase. Mi nota quiso reivindicar un sentido y contenido de militancia que hoy se está bastardeando. No pretende dar consejos de cómo militar en los lugares de trabajo. Hace 2 años, aproximadamente, escribí algunos textos sobre táctica sindical, que circularon entre compañeros activistas y delegados, y están todavía en mi página web («Líneas alternativas en el movimiento sindical«).

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      rolandoastarita

      05/11/2010 at 16:29

    • Buenas tardes Rolando, intenté entrar al link de «táctica sindical» pero no funciona, ¿como podría acceder a dichos textos?

      Muchas gracias.

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      Roberto

      18/08/2020 at 14:07

  5. Creo que es una de las notas que mas me gustó de este blog, aunque emotiva no pierde «objetividad». Respecto al capital,los halagos son varios y de todo tipo, sólo nombro uno más: hace un par de semanas lei que los bancos y fondos de inversión de EEUU y europeos recomiendan comprar títulos de Argentina y Venezuela(«negocios son negocios»). Respecto a la militancia no puedo dejar de mencionar mi insatisfacción por formar parte del 0,5% de los resultados electorales. Peor aún por la falta de un verdadero centro político. No pierdo el optimismo, pero ojalá pudiera hacer algo más. Vuelvo a felicitarte no sólo por los argumentos de la nota, sino también por esa fuerza moral que te «salvó» en aquellos tiempos y que aún no has perdido.

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    Omar

    05/11/2010 at 21:00

  6. Felicitaciones por el artículo. Excelente.

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    Tavo

    05/11/2010 at 21:31

  7. Con 26 años y poquísima militancia no tengo forma de entender realmente lo que se vive en una anécdota como la que contas. Puedo tratar de imaginarlo, pero jamás ser realmente consciente de lo que decís. Aun así quiero jugar el feo papel de opinar de manera contraria. Espero que no me puteen mucho, porque me gusta mucho el blog y quiero aprender.
    Primero, en cuanto a los cuadros de izquierda que llegan a ocupar cargos en el Estado. Creo que si con una idea crítica de la economía, un grupo político «x» logra ganar una elección y contribuir con la política económica al desarrollo de la fuerza productiva, que, aunque abaratando al obrero mismo, abarata las mercancías, y se logra, con ello, alcanzar un mayor consumo para la clase obrera con mejores servicios y legislaciones laborales…en fin, no me parece despreciable. No digo que Lula lo haya logrado, no conozco Brasil. En tu artículo anterior criticas el crecimiento económico argentino con baja utilización de tecnología, poco valor agregado, etc. Es que en cuanto medidas pro capital, no todas son lo mismo…creo. Esta la famosa frase de Marx sobre las cadenas de oro de la clase obrera…yo prefiero esas antes que unas oxidadas.
    En cuanto a la militancia sindical, trato de entender la estrategia casi determinada por la situación política y económica. A mi me parece interesante el tratamiento que hace Daniel James de la burocracia. La molesta frase usada mucho por militantes del PJ sobre «las relaciones de fuerza», no deja de tener algo de realidad, y muchas veces los enfrentamientos abiertos trajeron más problemas que soluciones. Claro que una cosa es reconocer el problema del oportunismo y otra negarlo y creer y hacer creer que está todo bien y que las cosas son naturalmente así.
    Igual ya me metí en terreno desconocido, estoy planteando cosas de mi sentido común, muy inocentes muy posiblemente. Por otra parte el mensaje de la nota va más por otro lado, por desnudar el verso del «realismo» por el cual muchas cosas no se reflexionan y se naturalizan. Pero quería aportar otro punto de vista. Disculpen la extensión.

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    Gustavo

    06/11/2010 at 06:51

    • Me parece evidente que en la cuestión de las actitudes a tomar frente al capital intervienen los posicionamientos ideológicos, y qué buscamos. La crítica de Marx apunta a mostrar la realidad de la explotación del trabajo, y el carácter irreconciliable de los intereses entre el trabajo y el capital. Es con este fin que Marx escribe El Capital. No lo hace para enseñar a los capitalistas la manera de desarrollar las fuerzas productivas, en la esperanza de que si se desarrollan algo derrame para la clase obrera. Pero además, hay dos cuestiones: primero, los movimientos del ciclo económico son, hasta cierto punto, independientes de lo acertado o no de tal o cual política económica. Se puede demostrar esto teórica y empíricamente (el caso de América Latina en los 90s y 2000s es muy ilustrativo). Segundo, una actitud independiente del capital y reivindicativa por parte del trabajo permite obtener más mejoras, que una actitud sumisa y colaborativa. En términos históricos, podemos decir que el famoso «Estado de bienestar», fue más el producto del temor a la revolución por parte de la clase dominante, que de la actitud sumisa de la socialdemocracia y semejantes. Como alguna vez dijo Lenin, las reformas y mejoras conseguidas por la clase fueron, en gran medida, un subproducto de las posturas más radicales y revolucionarias.
      En cuanto al tema de las relaciones de fuerza, personalmente reivindico que los análisis deben hacerse en esos términos. Por este motivo he criticado la táctica de la ofensiva permanente (y revolucionaria) que defienden algunos grupos de izquierda. Pienso que hay que aprender a acumular fuerzas en períodos en que se pueden conseguir mejoras, sin por eso embanderarse políticamente con el sistema capitalista (o con alguna de sus expresiones políticas).

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      rolandoastarita

      06/11/2010 at 09:36

  8. Qusiera discutir el punto referido a militancias y compromisos. Allí comienza el articulo refiriendose a la reivindicación de la militancia de izquierda y luego se mencionan los casos de José, Pablo, Andres y Juan. Sinceramente creo que la simplificación es brutal. ¿Es que acaso todos los sindicalistas y politicos con ideología burguesa (peronistas, progresistas, nacionalistas) son patoteros, corruptos… en fin, unas lacras? Conosco casos de peronistas sindicalistas sumamente honestos, comprometidos y no por eso menos peronistas. Entiendo que cualquiera mas o menos politizado conocera alguna/o/s. Ademas estan los grises: ¿no hay una escala cromatica increiblemente amplia entre el burocrata podrido y el militante super honesto, abnegado y comprometidos? Por otro lado en la iquierda del 0,5% no solo hay abnegación, tambien hay privilegios, corrupciones, deshonestidades y tristemente tambien casos de matonaje contra organizaciones del pueblo (en este momento se me vienen a la mente algunos casos en las asambleas populares del 2002 pero hay otros). En fin, el articulo pareciera decir (si es que directamente no dice) que toda la militancia que llorá a Kirchner no es tal cosa sino lacra social al servicio de la burguesía. Bueno, estoy totalmente en desacuerdo. Por supuesto que en la izquierda se encuentran mayores calidades morales pero la realidad está lejos de ser tan simple y absoluta como queda reflejada en el articulo. Saludos! Santiago

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    Santiago Repetto

    06/11/2010 at 12:59

    • La nota no dice, ni quiere decir, que la militancia que llora a Kirchner sea una lacra social. Simplemente critica la idea de que ser militante, en sí mismo, sea reivindicable. Entre la gente que reivindico de aquellos días de 1976 que estuvieron conmigo había no pocos compañeros del peronismo de izquierda, y activistas o delegados sindicales. Por supuesto que hay grises, pero hay casos polares, y en esta reivindicación de la militancia política «en general» (por ejemplo, la que hizo Federico Storani), se está mezclando todo, de forma que se borran las diferencias entre estos casos polares. Es esa mezcla la que me causa mucho rechazo. Los casos típicos que menciono, que causan rechazo, hoy son reivindicados por «militantes», sin más. Estoy en desacuerdo, y así lo expreso. Mucha gente, por supuesto, está interesada en que no se note la diferencia entre estos casos polares, para que todo quede en una noche en que todos los gatos son pardos.
      De todas maneras, estimado Santiago, si querés leer en la nota lo que ésta no dice, allá vos. No puedo arreglarlo.

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      rolandoastarita

      06/11/2010 at 14:15

    • Ok, comparto la necesidad de resaltar la diferencia entre un burocrata, arribista, patotero, corrupto y un militante. De todos modos mi lectura no fue caprichosa. El texto no está escrito a días de las declaraciones de Storani (que ni escuche, ni quiero escuchar, ni estan mencionadas en la nota) si no a dias de un acontecimiento que tiene relevancia politica (a diferencia de las declaraciones de Storani) que es la muerte de Kirchner y los cientos de miles que asistieron a la Plaza de Mayo. Muchos serían Jose y Andres pero muchos eran Pablo y Juan. Eso es lo que da marco a la nota (aunque no lo menciones) y todo lo que se hablo sobre la militancia a raiz de ese hecho.
      Por otra parte en la nota se delimita entre la izquierda y los que militan «por el Estado». No conosco militante peronista que no quiera un Estado mas fuerte e intervencionista, que no milite «por el Estado».
      Saludos!
      Santiago

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      Santiago Repetto

      06/11/2010 at 17:26

    • No es casual que la nota esté escrita a días de la muerte de Kirchner, porque precisamente esa reivindicación de la militancia la hizo Storani, y muchos otros, a raíz de la muerte de Kirchner. Pero además el problema es que se ha hecho apología expresa de los métodos y justificaciones que en la nota pongo en bajo la forma relato de personajes típicos. Por ejemplo, Diana Conti sostuvo (lo escuché personalmente) que estaba muy bien enriquecerse desde el gobierno, porque Kirchner estaba enfrentando a los grandes grupos, y para eso debía asegurar su futuro, el de sus hijos y sus nietos. Esto en el medio de una reivindicación de la militancia. Mensajes de este tipo se le transmiten a los jóvenes, como si esto fuera ejemplar. De la misma manera, Cristina Kirchner hace años explicaba (también lo escuché) que Néstor Kirchner, en 1976, decidió que iba a hacer dinero para tener poder y llegar a ser presidente; y que por eso se fue al sur a trabajar en negocios privados. ¿Sabés que sentí cuando escuché este tipo de cosas? Decirte que asco, es poco. Por supuesto, entiendo que vos no entiendas lo que podemos sentir algunos de los «viejos». ¿Qué tienen que ver estos «relatos», de Conti o Cristina K, con lo que fue la militancia de tantos compañeros, peronistas de izquierda, marxistas, o lo que fuera?
      Por eso, cuando vuelvo a ver en estos días que se levanta esta reivindicación del militante «en sí», siento que es necesario aclarar un par de cosas. Por lo menos para que haya jóvenes que sepan que hay gente que pensamos de otra manera. Que hay militantes que decimos que nos da asco escuchar argumentos como los de Diana Conti. Y que decimos lo que decimos porque nos duele en el alma la manera en que están bastardeando la memoria de tantos compañeros caídos.

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      rolandoastarita

      06/11/2010 at 21:04

  9. Estimado Santiago el tema es sencillo si hubo gente como Pablo y Juan que pudo haber llorado la muerte de Kischner ellos no pinchan ni cortan en la politica Kirchnerista. Esta politica esta dirigida y materializada por los José y Andrés. Es decir Pablo y Juan por más que simpaticen con el kirchnerimo en su militancia diaria son las antipodas del partido patronal kirchnerista. En los 60/70 gran numero de la clase trabajadora se reivindicaba peronista pero en su práctica eran mucho más que nacionalista- reformista. Y fueron muchos los Pablo y Juan que se alienaron con el peronismo, pero fue el mismo peronismo el que se encargo de hacerles entender a Pablo y Juan que lo que ellos hacian(luchar por una sociedad sin explotación)no era peronismo…De más esta decir o mencionar los metodos que utilizaron para explicar esto…

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    daniel

    06/11/2010 at 21:20

  10. Santiago: El artículo tiene una objetividad más allá de la «libre interpetación» que puede hacerse. Por mi parte lo único que encuentro en el texto es la idea de que Kirchner y «sus seguidores» defienden una política al servicio de la burguesía. Es cierto que no todos los dirigentes políticos y burócratas que defienden los intereses burgueses sean corruptos o patoteros, pero ¿acaso la política que defienden no son funcionales a toda esa porquería?(entre la larga lista de víctimas de las patotas que hay ¿qué decir del caso de Mariano F.?)Ayer eran los Cooke, los Walsh, hoy los Kirchner, los Cabandié, ¿pero qué intereses de clase defiende el PJ?, ¿acaso ellos no tienen ninguna responsabilidad por esa lacra? Precisamente hay que saber caracterizar y tener un criterio objetivo. Pero vos creas una confusión y defendes una idea que solo reconoce buenos y malos entre todos los que militan. Vos juzgas individuos pero no los caracterizas como portadores de ideas, programas o prácticas políticas que son sociales y que tienen diferentes intereses que en la realidad chocan entre sí. Pienso que quien ha caído en la simplificación sos vos, al defender un criterio moral (mal utilizado)que nos iguala a todos en un sólo bando.

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    Omar

    06/11/2010 at 21:49

  11. La verdad es que yo disiento con algunas de las ideas expresadas en este artículo. En primer lugar debo comenzar por establecer las cosas con las que SÍ estoy de acuerdo, porque creo que de otro modo mis comentarios pueden entenderse distorsionadamente.
    Quisiera comenzar diciendo que no sólo admiro tu militancia y tu trabajo intelectual, sino que la anécdota que contás me conmueve profundamente. Y estoy de acuerdo conmpletamente con que no toda militancia da igual, que no es lo mismo un burocrata sindical, un presidente burgués y un militante de base. No se milita en abstracto, sino por proyectos de sociedad que tienen sentidos opuestos.
    También coincido con vos cuando planteás que el capital perfectamente puede digerir e incluso fortalecerse con el aporte de cuadros de la izquierda, y que cierto nivel de redistribución de la riqueza es funcional a la reproducción del sistema.
    Creo que es un marco de acuerdo importante, que aclaro para el resto de la gente que pueda leer, porque doy por sentado que acordamos en estos puntos luego de conocernos por muchos años.
    Más allá de este acuerdo profundo con tu mirada, sin embargo, yo tengo diferencias muy fuertes con lo que planteas.
    Mi primera diferencia es respecto de tu caracterización de The Economist y tu mirada sobre los/as activistas de los setenta que ahora estan en el poder a lo largo de Latinoamerica.
    Decir que The Economist tiene una visión positiva de toda la gente que fue de izquierda y luego pasa a ser parte de la política burguesa es un problema. En primer lugar porque es una lectura un poco sesgada de The Economist. Es cierto que la revista reivindica a Lula y a Dilma ahora. No sólo en el número que mencionás, la euforia respecto de la centro-izquierda burguesa brazilera ya es todo un tópico no sólo en The Economist sino en otros medios internacionales, desde la BBC hasta The New York Times y otros. Frente a este coro de elogios no cabe duda de que el programa del PT no puede sino ser funcional a la reproducción del sistema social en el que vivimos. Lo mismo ocurre con los K, y con otros gobiernos de centro-izquierda latinoamericanos. Sin embargo, y esto es fundamental, NO ES CIERTO QUE The Economist CARACTERICE POSITIVAMENTE A TODOS ESOS GOBIERNOS. De hecho, The Economist no tiene posición unificada al respecto. Al PT brazilero lo adulan, al Frente de Uruguay lo describen positivamente pero con menos euforia, a los K les tiran todas las pestes que pueden, y a Evo y a Chavez los odian con toda el alma. Es decir, la mirada de The Economist es muy compleja, y creo que vos la estas simplificando demasiado. Entre otras cosas, porque tu artículo supone que si a The Economist le gusta un gobierno por algún motivo, nosotros deberíamos estar lo más encontra posible por simple contraposición. Si a The Economist le gusta Lula… tu conclusión sería que no hay diferencia entre Lula y Piñera. Yo no estoy de acuerdo con esa conclusión, para nada. Leer The Economist para poder caracterizar el mundo es genial porque se trata de la revista mas orgánica de la burguesía internacional, pero eso no significa que uno deba concluir posiciones políticas por mera oposición. Creo que necesitamos leer The Economist de otro modo y yo personalmente tengo otra interpretación de lo que dicen.
    El tipo de gobierno que Lula ha llevado adelante no difiere sustancialmente del de los K, ni del de Evo, ni de Chavez, ni del Frente uruguayo. Por qué ocurre entonces que The Economist adora a algunos de estos gobiernos y odia a otros? A mi criterio la adulación del PT brazilero tiene que ver con una situación que de hecho vos mencionás muy claramente. Brazil en este momento esta entre las economías más poderosas del mundo. Su PBI es practicamente comparable al de Francia, aunque claro esta, si el PBI se calcula por cabeza los números brazileros no son tan auspiciosos. En cualquier caso, Brazil tiene una contradicción social muy fuerte entre el empuje de su crecimiento y la desigualdad social existente. Segun el CIAfactbook es la 10 economía mundial, pero también está entre los paises con el GINI más desigual, al punto que se acerca a países muy pobres de África y a Bolivia. Se trata de una desigualdad estructural que en cierto punto llega a ser incompatible con el desarrollo del capitalismo en ese país. Y en ese punto creo que vos eso lo reconocés correctamente: si The Economist apoya los programas sociales del PT en Brazil eso es porque sabe que para que los capitales hagan mejores negocios en ese país, tiene que haber mayor igualdad social, más educación, mejor salud, menos criminalidad y la construcción de mayor infraestructura pública. Esto The Economist lo dice todo el tiempo. Si Brazil subsana esta cuestión, en un par de décadas podría convertirse en un país del primer mundo. Pero además hay otra cuestión que tiene que ver con el panorama internacional. En este momento, los países llamados emergentes basan su economía fundamentalmente en la exportación. The Economist cree que hay demasiados países exportando… y que no hay una base sólida para el consumo a escala internacional. Las sociedades de consumo más sólidas están, obviamente, en el primer mundo. Europa, USA y Japón. Pero hay un límite respecto de cuanto consumo pueden absorver estas sociedades, y sin un mayor empuje del consumo mundial la economía puede sufrir serias consecuencias. En este marco, The Economist cree que de hecho algunas de estas economías tienen que reducir su nivel de consumo. La revista considera es conciente de que en las próximas décadas va a bajar significativamente el nivel de consumo de las masas en el primer mundo. Esto se debe a que se profundiza el desmantelamiento del estado de bienestar dadas las presiones del endeudamiento estatal que desde los setenta se sobrecarga subvencionando a las economías nacionales para que no se desate una crisis como la del 30. Es decir, si entre 1930 y 1970 el estado en los paises del primer mundo invertía en salarios indirectos via el estado de bienestar, a partir de los setenta esos fondos serán usados para subvencionar la caida de la tasa de ganancia. Cuando se produce una crisis capitalista hay destrucción de valor, pero el primer mundo ha evitado esas crisis por la via de transformar esa destrucción de valor en deuda pública. Esto significa que se hace necesario recortar el estado de bienestar para destinar esos fondos a la deuda pública, de otro modo se pone en riesgo la economía. Si la deuda sigue creciendo en el primer mundo de manera descontrolada en algún momento la burbuja estallará y la crisis de los treinta va a ser un poroto. A fin de evitar esto, The Economist al igual que una proporcion creciente de los intelectuales orgánicos de la burguesía, proponen que la deuda pública se pague: 1) eliminando la subvención a la salud y bajando mucho la subvención de la educación, 2) elevando la edad jubilatoria (este es el eje central de su propuesta, además porque las sociedades del primer mundo se están volviendo muy viejas), 3) eliminar subsidios de desempleo y demás cuestiónes. The Economist tiene en claro que esto significa reducir la capacidad de consumo de la clase obrera y media en todo el primer mundo,y lo ven como inevitable. Les parece que esto va a generar muchos conflictos sociales en el primer mundo, al estilo de lo que ocurrió en Francia hace unos días, pero caracterizan que esos conflictos no pondrán en jaque al sistema ni podrán revertir la reforma anti-redistributiva que proponen. Son concientes de que esto generará mayor desigualdad social y problemas de marginalidad, pero piensan que la marginalidad y criminalidad y otros problemas similares no serán tan graves como son hoy en el tercer mundo, dado que se trata de sociedades mucho más ricas y con mayores oportunidades. En ese marco, The Economist se despreocupa por el destino de millones de pobres en el primer mundo. Sin embargo, consideran que alguien tiene que reemplazar la capacidad de consumo. En ese sentido, piensan que muchos países del tercer mundo necesitan elevar la capacidad de consumo. Por ejemplo, piensan que China debería mejorar los sueldos de su clase obrera. Lo mismo sostienen para India o para Brazil. Si en esos países la capacidad de consumo aumenta, eso compensará la caida del primer mundo. No se si este analisis sobre la necesidad de sostener cierta capacidad de consumo a escala internacional es válido o no. No tengo la formación en economía como para darme cuenta. Lo que argumento no es que se trata de una explicación correcta, sino que esto es lo que cree The Economist. Y que por este motivo promueven la suba de los ingresos de los pobres en ciertas zonas del tercer mundo. Pero ojo, no es para todo el tercer mundo esto. Es para China, porque piensan que eso estabilizará la economía internacional. O para Brazil e India. No piensan lo mismo para Argentina o para Bolivia. En el caso de China, argumentan que es un país con una balanza comercial muy desigual, que exporta casi todo e importa muy poco. Para poder hacer esto China necesita financiar a USA a crédito, pero esto a The Economist le parece insostenible a largo plazo. Para que las industrias multinacionales instaladas en China puedan seguir siendo rentables, The Economist piensa que tiene que surgir un consumo de masas en China. De otro modo el esquema de exportar a USA financiando las exportaciones en algun momento va a colapsar. Se trata de una burbuja. USA no puede importar todo lo que importa. Necesita bajar el nivel de consumo interno, dejar de importar y exportar más. Esa es la receta para el primer mundo. La receta para los países emergentes del tercer mundo es que fortalezcan su mercado de consumo interno para direccionar parte de las exportaciones hacia adentro. De este modo China exportaría menos de lo que lo hace ahora e importaría más. Esto fortalecería el crecimiento de China a largo plazo al mismo tiempo que generaría menos desbalance en el mercado mundial. Con Brazil pasa lo mismo, The Economist opina que los brasileros necesitan producir más para su propio consumo. En general esta posición es la que tienen con las economías de gran escala que crecen aceleradamente y se industrializan. En el caso de Argentina o Venezuela, The Economist tiene otra caracterización. Ahí piensan que la redistribución no es necesaria. Entienden que hay un crecimiento y que eso genera pujas redistributivas, pero quieren gobiernos que aminoren esa tension y distribuyan lo menos posible, al contrario de lo que quieren para Brazil. Por qué? porque se trata de países donde las desigualdades sociales internas no son un problema tan grande para el desarrollo del capital, porque no son países con un desarrollo industrial significativo y por lo tanto el rol de esos países en el mercado mundial es proveer de materias primas baratas. Si sube el estandard de vida en esos países, esa capacidad de consumo no será significativa para impulsar el comercio internacional y al mismo tiempo encarecerá las commodities en un contexto en el que tienden a volverse más caras por la presión poblacional y del crecimiento económico de los países emergentes que demandan más materias primas. Es por eso que The Economist adula la redistribución en Brazil pero la odia en Bolivia…
    Creo que el hecho de que la dirigencia haya o no haya sido de izquierda es un hecho menor e irrelevante para The Economist y para la burguesía internacional y sus intelectuales orgánicos. Además no es cierto que siempre consideren que los líderes de ex-izquierda tienen mayor temple para sacar pecho a las pujas redistributivas o tensiones sociales que puedan emerger. De hecho en algunos casos desconfían profundamente, piensan que si fue de izquierda puede volver a tener políticas populistas que no le convengan al capital. No digo que teman que esos líderes sean revolucionarios ni nada por el estilo, pero si tienen temor de que lleven a cabo redistribuciones innecesarias desde el punto de vista de la clase dominante. Tienen miedo que sean «populistas» y redistribuyan como modo de ganar más votos. Es una perspectiva muy común que The Economist tiene con muchos de los lideres de la ex-izquierda.
    Es decir, argumentar que The Economist siempre piensa que los líderes de la ex-izquierda devenidos políticos burgueses SIEMPRE son beneficiosos para sus intereses… es un problema. Se trata de una interpretación sumamente conspirativa. De hecho, Rolo, me llama bastante la atención que no digas una palabra del odio que The Economist le tiene a los K. Y no digo que porque The Economist odia a los K nosotros/as debamos amarlos. Para nada, pero este dato prueba que hay un salto lógico en lo que planteas sobre el PT brasilero y el salto que luego pegás a tu caracterización de los K.
    Yo no soy adulador de los K ni del PT brasilero ni de ningún otro sector de la centro-izquierda burguesa latinoamericana. Sin embargo, me parece un problema verlos meramente como ex-militantes «traidores.» Creo que se trata de una caracterización moral que erosiona nuestra capacidad de análisis y limita nuestras caracterizaciones. No se trata de que admire modelos de militancia que evidentemente son muy problemáticos. Se trata de que mi caracterización del Kirchnerismo y de otros gobiernos latinoamericanos similares no puede partir de una posición ética respecto de la fibra moral de sus dirigentes y sus trayectorias de vida. Creo que es necesario comprender las condiciones estructurales para el surgimiento de la centro-izquierda burguesa en el tercer mundo. Y sólo en ese marco podemos sacar conclusiones políticas que no sean morales o impresionistas. Y además creo que es necesario deshacerse de las miradas conspirativas. Una cosa es el análisis de la lucha de clases, otra muy diferente es pensar que la política burguesa es una mera manipulación de las elites. En la sociedad capitalista el único sujeto verdadero es el capital, la clase dominante puede querer conspirar, pero esto sólo le es posible en el marco de las posibilidades y limitaciones que impone la reproducción del capital.
    En todo el tercer mundo se está dando un gran crecimiento económico a tasas muy aceleradas. Y es evidente que ese crecimiento genera a su vez pujas redistributivas. No es sólo una situación latinoamericana, se da también en el Sudeste asiático e incluso en China. De a poco se observan huelgas para subir el ingreso obrero en China. Las medidas redistributivas estilo K se pueden ver desde Tailandia hasta Honduras. El crecimiento económico y la puja redistributiva ligada al mismo genera una tensión entre por un lado las masas que tienen aspiraciones de un mejor standard de vida, y por otro la tasa de ganancia del capital. De todos modos, es una tensión compleja: a los capitalistas individuales la mejora del ingreso obrero les resulta contraproducente, pero como clase de manera general la redistribución en el tercer mundo es funcional a la reproducción del sistema, e incluso positiva. Es este contexto el que empuja al surgimiento de gobiernos de centro-izquierda burguesa. Se trata de una situación similar al surgimiento del estado de bienestar en el primer mundo en el período de posguerra, pero con una diferencia fundamental. Hoy la redistribución no es empujada por aversión al comunismo. Esto hace que la redistribución de hoy sea muchísimo más atenuada de lo que fue en el primer mundo en la edad de oro del estado de bienestar. A su vez, esto genera tensiones muy fuertes, porque la redistribución limitada politiza a las masas y provoca una demanda de mayores beneficios. Es decir, se mejora un poco la cosa, pero no lo suficiente en un momento de gran crecimiento económico y de apertura del apetito de consumo de las masas que ven la mejora en el standard de vida como algo posible. Esta contradicción, si bien es estructural y ocurre en gran parte del tercer mundo, se ‘resuelve’ de modos muy diversos. En Honduras por ejemplo se cerró el proceso con un golpe de derecha, al igual que en Tailandia. Se trata de golpes que tratan de bloquear por completo las demandas de las masas. En Brazil la contradicción se plasma a través de una redistribución mínima que brinda mayor estabilidad social y política y saca a millones de la pobreza y de la marginalidad. En China, que tiene otra historia, se suben los sueldos sólo luego de luchas muy duras, y con un control dictatorial por parte de los burocratas. Es decir: frente al mismo dilema estructural actuan relaciones de fuerza muy diversas y la contradicción se ‘resuelve’ momentaneamente de modos muy diferentes. En ese marco, la verdad es que yo prefiero mucho más la via brasilera o argentina que la Tailandesa o la Hondureña. Y tengamos en cuenta que la posibilidad de que Tailandia y Honduras se repliquen en otros contextos no es una mera fantasía. A Chavez le hicieron un golpe y le tratan de desestabilizar el gobierno todo el tiempo. En Paraguay pasa lo mismo y en Argentina los discursos golpistas están por todos lados. En el caso argentino es claro que el ejercito no va a actuar porque está muy debilitado, pero hay formas de golpes de mercado y de presiones institucionales de todo tipo.
    En este marco, los K han realizado una redistribución de la riqueza que tiene los límites de su contexto histórico. Sin embargo, si bien los K son producto de esta etapa y contexto del capitalismo en el tercer mundo de hoy, no creo que su política sea algo predestinado por la estructura. Cuando uno observa a la oposición, se dá cuenta de que es evidente que podríamos haber tenido políticas muy diferentes. Podríamos haber tenido un gobierno que no rompiera con el FMI y que aceptara las políticas de ajuste de esa institución, y que por lo tanto ese gobierno recibiera financiación internacional y que la deuda externa hubiera bajado muchísimo menos. Y que ese dinero se hubiera utilizado para bajar los impuestos a las exportaciones en vez de para subvencionar las tarifas de servicios y transporte y los 2,5 millones de jubilados que ingresaron al sistema. Es decir: podríamos haber tenido más menemismo. Por qué? Porque si bien el crecimiento del 8% anual abre la posibilidad de pujas redistributivas y de mejoras en el standard de vida de la clase obrera y media, esto no es algo que esté garantizado. Menos en Argentina. En Brazil y en otros lugares esa mejora era mucho más probable que ocurriera. En Brazil la marginalidad practicamente montó un estado paralelo en las favelas que fue un gran obstáculo para el capital. Es algo que no podían sostener, y la redistribución mínima les está solucionando el problema a bajo costo y con muchos beneficios. Pero en Argentina no es así. En Argentina la marginalidad social no tuvo nunca los niveles de Brazil, y es mucho menos disfuncional para el sistema, por lo cual no tienen tanto interés en solucionarla. Y además Argentina es un país con menos recursos con un estado para el cual esta redistribución tiene un costo mucho más elevado. Y en ese punto, los niveles de redistribución que se dieron, con todos sus límites, son un mérito de los K.
    Yo no soy adulador de los K, ni acepto el discurso edulcorado que plantea que N K resucitó la política y que fue un heroe, bla bla bla. Sin embargo, se trata de un tipo que me genera respeto. No me genera respeto su militancia ni su compromiso político ni nada por el estilo. Sino el hecho de que fuera un político burgués serio mucho menos corrupto que la media y con una perspectiva mucho menos cortoplacista y que generara ciertos niveles de redistribución que no estaban garantizados. La prueba más clara de que la redistribución K no esta garantizada está en la oposición misma, que impulsa sistemáticamente la política opuesta. Desde La Nación se habla TODO el tiempo de la necesidad de recortar los gastos del estado y de meter ajuste. Y Clarín también baja la misma línea. Con subterfugios, pero bajan esa línea: basta de redistribución, más ajuste. Kirchner resistió esa presión que fue monumental, y que le valió ponerse en contra a la prensa, a la iglesia, y a sectores de poder muy fuertes. No creo que eso fuera porque es Robin Hood ni nada por el estilo. El tipo tuvo la visión de darse cuenta que eso le daría réditos políticos y que lo convertiría en un estadista a largo plazo. Y la pegó. A mi me genera cierto respeto eso. Por otro lado, me genera respeto también que haya colas infinitas para llorar su muerte. Las cosas que dice la gente en esas colas tienen muchísimos problemas, pero hay una cuota de verdad. No se trata meramente de colas de miles de pelotudos. Y son bastante espontaneas las manifestaciones, no fue algo montado por el gobierno. Son sirvientas del conurbano cuyos patrones nunca les habían aportado un mango y el gobierno les dió una jubilación, madres agradecidas por la política de derechos humanos, gays y lesbianas agradecidos por el matrimonio igualitario, etc. Son cuestiones reales que la gente obtuvo, no son fantasías. Es cierto que son funcionales al sistema y que no van a destruir al capitalismo, y creo que eso hay que decirlo con todas las letras. Y también hay que decir que son conquistas débiles que se pueden revertir en cualquier momento, y que es necesario una transición hacia otro sistema social. Pero también hay que decir que podriamos no haber tenido estas políticas y podríamos vivir en un país con mucho más miseria. Si no decimos esto nuestro discurso pierde credibilidad entre la gente más interesante. No podemos dejar de reconocer que los K no son iguales que el menemismo, sino todo es lo mismo bajo el capitalismo. Y no se trata de marcar la diferencia para conformarse con el sistema. Se trata de darse cuenta que no es necesario defenestrar por igual a TODOS los gobiernos para promover una transición hacia otro tipo de sociedad. Que uno puede tener un apoyo crítico al gobierno sosteniendo que fue el garante de ciertas conquistas, pero que lo que se obtuvo es muy limitado y que es necesario concentrarse en como crear otro sistema social. Si para promover la transición al socialismo necesitamos defenestrar siempre a todos los gobiernos burgueses y presentarlos a todos por igual… basicamente caemos en el «que se vayan todos,» que a mi me parece muy superficial. Yo no estoy de acuerdo con «que se vayan todos.» Mi posición hoy es que espero que Cristina gane las próximas elecciones. No porque sea K ni porque ese sea mi modelo de país o sociedad, sino porque creo que en un contexto de mínima redistribución y menor represión… será mucho más fácil promover el tipo de mirada que a mi me interesa. En el contexto K es mucho más fácil que surjan los sindicatos independientes, es mucho más probable que surja una izquierda crítica que se aparte del típico trotskismo que piensa que la solución es siempre contribuir a debilitar al gobierno de turno. Una izquierda que se concentre en generar cuadros y en explicar a largo plazo la necesidad de transformación social. Pero para eso no necesito defenestrar a Kirchner ni a Cristina. Tampoco los voy a idealizar, ni voy a plantear que son mis idolos. Pero me parece un problema la mirada moral que los acusa de tener dinero. A mi no me preocupa que algunas personas hayan ascendido socialmente, me preocupa que las masas esten en la miseria. Y no quiero decir que la riqueza y la pobreza están desconectadas, pero tampoco se relacionan de un modo tan simplista. Hay gente, como los burocratas sindicales, que se hicieron de dinero reventando las luchas obreras. Esa gente es una mierda. Pero hay gente que ascendió socialmente de otros modos. Te cuento algunos casos, ya que vos dabas ejemplos:
    Yo tengo una amiga que es médica, que era una activista en los setenta y que luego bajo la dictadura tuvo perfil bajo y estudió medicina. De a poco progresó, y además de estudiar medicina estudió salud pública y epidemiología. Se convirtió en la directora de una clínica, y la verdad es que hizo dinero. No es millonaria, pero tiene más de una propiedad de valor. Su objetivo en la vida no fue hacer dinero, pero se trata de una médica de primera que recibió muy buen sueldo y que hizo dinero. Yo no veo NINGÚN problema en eso. Qué tenía que hacer? Darselo a los pobres? Desde cuándo tenemos esa perspectiva populista y esa idolatración de la pobreza? Hay gente que hace dinero y pasa a la clase media alta, y me parece una bajeza acusarlos/as de traición a no se qué cosa. Podemos decir en algunos casos que dejaron de militar, pero de ahí a acusarlos moralmente y decir que son corruptos… creo que hay una distancia. El modelo de los dos militantes obreros que vos contás me parece admirable y me siento identificado, pero no todo el mundo tiene las mismas experiencias ni la misma historia de vida.
    Yo no tengo ni nunca tuve interés en hacer dinero. De hecho, tengo 40 años, no tengo propiedades, vivo alquilando, hace poco me compré mi primer coche por necesidad y además de pagarlo en cuotas tengo una deuda de varios miles de dolares que voy pagando de a poco. Sin embargo, por mi historia personal me convertí en profesor universitario en USA y no gano un mal sueldo, y además tengo muchas posibilidades de viajar por todos lados. No pretendo que mi vida sea un modelo para nadie, y no se si mis opciones son las mejores, pero me molesta mucho cuando me critican desde una mirada obrerista. No digo que sea tu actitud en particular, pero creo que un poco caes en esta perspectiva cuando ponés como modelo único a dos trabajadores empobrecidos que nunca dejan de militar. Entre otras cosas porque ni siquiera es tu experiencia personal. Vos también sos docente universitario, y si bien trabajas en condiciones de precariedad, en relación a muchos millones de personas sos un privilegiado, al igual que yo. Y no lo digo como crítica, si señalo esto es precisamente porque yo te admiro y te aprecio como amigo y como intelectual de izquierda así como sos. No te pido que seas pobre y vivas en la miseria, ni te culpo de los beneficios que puedas tener. Aclaro que vos no tomás directamente este punto de vista, pero la oposición que haces de modelos de militancia es un tanto maniquea y yo implicitamente leo este tipo de mirada obrerista de idealización de la miseria y el sufrimiento.
    Los dos modelos que propones no son las únicas posibilidades. Que los burocratas sindicales y MUCHOS ex-izquierda de los setenta devenidos funcionarios hagan dinero de maneras repudiables… no significa que debamos glorificar la pobreza. También hay muchos compañeros/as válidos que hicieron algo de dinero y que son honestos y que trabajan para el gobierno K. Una de mis mejores amigas trabaja para el museo de la memoria. Fue el nicho que encontró como intelectual para poder formarse y formar a otros/as. No se llena de dinero, de hecho vive en una pequeña casita en un barrio de clase media baja. Pero también es una privilegiada. Admira al gobierno en ciertas cosas, lo critica en otras, pero labura para el gobierno. Desde el museo de la memoria promueve cosas que son super interesantes. Ni siquiera digo que lo que hace se cuente como «militancia», ni digo que el ideal tiene que ser apuntarse en ese tipo de laburos. Pero su laburo tiene que ver con situaciones genuinas de su trayectorias de vida, no con haber sido cooptada por dinero. Verla como una «traidora» porque recibe un sueldo del gobierno me parece más que problemático. Se trata de una compañera honesta que está convencida de que lo que hace tiene repercusiones positivas y que pone todo su corazón ahí. Es una compañera que piensa que la apuesta está en cambiar la sociedad, no en aliarse con los K. Su apoyo crítico a los K es sólo un costado de su vida, también se trata de alguien que hace millones de otras cosas en su militancia, que no tiene nada que ver con apoyar a los K sino con difundir la necesidad de ir más allá del capitalismo. No me parece justo criticar a esa compañera, ni menos sugerir que sea corrupta o cooptada. Creo que se trata de una situación mucho más compleja en la cual ciertos sectores de la izquierda se dan cuenta que es necesario una alianza crítica con el gobierno en un contexto en el que tenemos una oposición que pretende menemismo. Gente que a su vez en muchos casos se da cuenta de que los K son una respuesta muy precaria, y que es necesario apostar a otra cosa. O incluso gente que considera que los K son la solución, pero que lo cree genuinamente y no porque recibe dinero. Gente con la que se puede discutir en el marco de un debate político honesto. Creo que todo esto queda diluido por la tendencia maniquea de tu artículo.
    Volviendo al tema de Nestor K en concreto, la verdad es que yo prefiero verlo como lo que es (un político burgués) que demonizarlo como un corrupto. Quizá el tipo haya sido corrupto, a mi en principio me parecería que no. Que tenga algo de dinero no significa que necesariamente provino de la corrupción, tampoco es que esta sepultado en dinero. De acuerdo a lo que yo leí, los K tienen sólo 2 millones de dolares. Para mi y para vos esto es un mar de dinero, pero la verdad es que para una pareja de abogados super exitosos que ademas tienen toda una trayectoria como políticos burgueses y parecen ser buenos inversores, esto no es algo tan desorbitado. No es que los justifique o los idolatre, pero me parece mal pensar que necesariamente «lo robaron.» Me parece mal verlo siempre en términos morales. Los capitalistas no son ladrones… y los políticos burgueses no siempre son ladrones… O vamos a creer en el discurso «anti-corrupción»… que centra el problema de nuestra sociedad en la riqueza de los políticos. No niego que en Argentina la mayoría de los políticos burgueses afanen, pero sinceramente y reconociendo que no tengo la información suficiente, no se si es el caso de los K. Me parece perfectamente razonable que si los tipos hicieron algo de dinero como abogados y lo reinvirtieron bien terminen teniendo dos palos verdes. Ojo, no estoy diciendo que eso no sea problemático. Es OBVIO que ese dinero no es otra cosa que plusvalía de los/as explotados/as. Pero eso es MUY diferente de decir que son ladrones, y en ese caso, no se diferencian PARA NADA de cualquier burgués. Y me parece contraproducente criticar a los burgueses como gente que «roba.» Es decir, si me quieren decir que los K fueron coruptos, quiero pruebas concretas, no que me digan que tienen dinero. Y no se trata de que yo promueva la imagen de Nestor K como alguien a quien la juventud deba emular. No hay nada más ajeno a mi vida que la vida de los K. Yo jamás aceptaría vivir de la plusvalía ajena. Pero cuando hago una caracterización política, no centro mi crítica en que los K tienen dinero. Eso me parece obrerista y contraproducente. Y también me parece obrerista y contraproducente sugerir implícitamente que cualquier persona que ascienda socialmente viola no se que moral revolucionaria…
    No me cabe duda que un cuadro como los que necesitamos no puede tener como norte hacer dinero, y que debe ser conciente de que en algun momento puede pasar por situaciones de miseria para defender sus ideales. Pero de ahí no se deduce que los activistas pobres son puros y buenos y toda la gente que hizo un poco de dinero y que son funcionarios son gente mala y corrupta que roba. Creo que eso en vez de promover un análisis marxista de la sociedad… pareciera más típico de cierto socialismo utópico romántico.

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    Pablo (de Quilmes)

    07/11/2010 at 02:18

    • Puntualizo algunas cuestiones:
      A) La nota no afirma que The Economist tiene una visión positiva de toda la gente que fue de izquierda y pasó a defender los intereses del capital. Tampoco sostengo que la burguesía tenga una visión positiva de todos los militantes de izquierda que se pasaron de bando.
      B) Tampoco la nota dice que The Economist elogia al gobierno Kirchner.
      C) Jamás dije ni insinué que los marxistas debíamos tomar posición en base a oponernos a las posiciones de The Economist. The Economist es crítico del Tea Party, o de Berlusconi, y jamás dije ni insinué que los marxistas debiéramos apoyar a esos partidos. Me incomoda un poquito tener que responder semejante cargo.
      D) Es un hecho que The Economist no solo apoyó políticas de reducción de desigualdad del ingreso en Brasil, sino también en países como Chile y Ecuador. No entiendo cómo encaja esto con tu tesis. Agrego que el FMI apoya las políticas de Evo Morales; explícitamente, las políticas de distribución del ingreso. Tampoco entiendo cómo encaja esto en lo que estás planteando.
      E) He demostrado en otras notas que en Argentina hubo un ajuste brutal. Se hizo a lo largo de los 80s y 90s, y termina con la terrible caída del salario en 2001-2002. Sobre esa base empieza a recomponerse la acumulación, y a bajar un tanto la desigualdad de los ingresos. Sostengo que aquí opera un cierto automatismo. Ejemplo: la velocidad a la que cayó la pobreza fue mayor entre mediados de 2002 y diciembre de 2003, que entre diciembre de 2003 y diciembre de 2009. No por esto sostengo que Duhalde fue más progresista que Kirchner. Otro dato: con la recuperación de la economía argentina entre 1990 y 1994 la pobreza bajó del 49 al 16%, esto es, en mayor proporción de lo que lo hizo entre 2003-2007 (último año con dato más o menos fiable del INDEC). No por esto sostengo que Menem fue en ese período más progresista que Kirchner.
      F) Escribí en otros trabajos largamente sobre el tema agrario. No puedo explicar aquí el problema, solo hago constar que no acuerdo en que el objetivo de la 125 tuviera algo que ver con la distribución del ingreso entre el capital y el trabajo.
      G) Sostengo que hay gente que se adaptó a la lógica del capital. En los 90s militaron por el ajuste, y ahora por el «modelo productivista». En este respecto no hago de esto una cuestión de moral.
      H) La oposición de The Economist a los Kirchner no tiene que ver con que estos tengan algún sesgo a favor de la clase obrera. Tiene que ver con problemas que hacen a las luchas entre fracciones burguesas por la plusvalía, y la manera de resolverlas (por mecanismos de mercado, o con fuerte intervención estatal).
      I) No hago votos a favor de la pobreza. Simplemente rechazo que se dé como justificación del enriquecerse, usando las palancas del gobierno, el compromiso militante y de lucha «contra los grupos de poder». Menos todavía que se quiera encubrir esa porquería con las banderas de la militancia de los setenta. Ya en otra respuesta a comentarios de esta nota me referí al asunto.
      J) Si bien reivindico el análisis y el estudio en la militancia, también reivindico la pasión, los ideales y la pureza. En este respecto siempre hubo «modelos», que en los 60s y 70s reivindicamos. No eran lo mismo Tosco y Salamanca, que Triacca o Lorenzo Miguel. No solo por sus ideales, sino también por sus comportamientos morales. Los Triacca y Lorenzo Miguel de entonces se enriquecían con el apoyo de los gobiernos de turno. Los Triacca y Lorenzo Miguel de los 90s siguieron haciendo lo mismo, con el apoyo de los gobiernos de turno. Los Triacca y Lorenzo Miguel de hoy continúan haciéndolo, con el apoyo de los gobiernos de turno. Por supuesto, siempre se dice lo mismo: «faltan pruebas». Siempre faltan y faltarán las pruebas. Y cuando están, en mínima cantidad, se hace lo posible para taparlas.
      Algunas cosas no cambian. Entiendo que incomode cuando las señalo. Pero prefiero ser asociado con el socialismo utópico y romántico, que con los Triacca y Lorenzo Miguel, y con todos los funcionarios y gobernantes que los apoyan y amparan, y se enriquecen con ellos. Por eso sigo pensando que no son lo mismo los Tosco y Salamanca, que los Triacca y Lorenzo Miguel. Serán viejos vicios setentistas, posiblemente incorregibles.
      K) Cuando hablo de comportamientos morales, me estoy refiriendo a los comportamientos de la militancia, en particular la de gente que quiere (o dice querer) cambiar la sociedad en algún sentido progresista. No se me ocurre juzgar al capitalismo con categorías morales.
      L) Solo a título de información, según la declaración patrimonial presentada a la Oficina Anticorrupción, en 2007, los Kirchner tenían una fortuna de 17.824.941 pesos, mientras que la presentación de 2009 consignó bienes por 46.036.711 pesos. En Argentina el dólar está a $4.

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      rolandoastarita

      07/11/2010 at 17:17

  12. Me sumo al elogio de Mariano en relación a las imágenes. Alguna vez estuve a punto de comentar eso y no lo hice para no irme del tema.
    En relación al artículo, me pregunto por la racionalidad del modelo, básicamente leninista, de militancia representado en Juan y Pablo (y señalo al pasar la fuerte carga bíblica de esos nombres). Me parece que la oposición absoluta al estado se fundamenta en contextos represivos o en una alternativa clara y radical al capitalismo que no sé si tenemos.
    En relación a la «juventud»… creo que ya no existe, lo que no es para lamentar. Hay algo retro, impostado, en ese supuesto resurgimiento, que tiene que ver me parece con el setentismo sepia kirchnerista. Lo que sí hay es un resurgimiento de muchas luchas sociales, incluyendo a los frentes estudiantiles.

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    Fabián

    07/11/2010 at 12:10

  13. Pablo: no puedo dejar de hacerte unos comentarios. Primero, es un hecho que The Economist tiene una opinión positiva sobre ex-líderes izquierdistas que ahora llegaron al poder y esto merece una explicación. Lo que hace el artículo es subrayar la «capacidad de adaptabilidad del capital», o sea, más allá de las simpatías o no hacia algún político de pasado izquierdista, el punto es si el capital puede absorverlos o no. Al referirte a Argentina y los K, vos hablas de la ruptura con el FMI ¿acaso esto no fue aplaudido por la «gente» del otro lado?. Yo cite que las consultaras financieras yankis y europeas recomiendan comprar títulos de la Arg. y Venez., ¿acaso ellos no saben de sus intereses? ¿cómo explicas que privilegien sus negocios por encima de sus gustos políticos? Tu balance sobre el modelo K da lugar a muchas discusiones, pero voy a ser breve. El artículo nunca utiliza el término «traidores» para caracterizar el peronismo, tampoco me parece que demonice a los K. Yo opino que no hubo ninguna «traición». El peronismo fue una política burguesa en los setenta, en los noventa y en el 2000. Por supuesto, que todos los «peronismos» no son iguales, pero como marxistas podríamos comenzar por discutir intereses de clase que defienden determinadas políticas. Es cierto que no hace falta decir mentiras sobre los K y es peligroso agitar la caída del gobierno (esto hoy sólo beneficiaría a la derecha)pero bueno digamos la verdad y discutamos líneas políticas. Que haya gente de izquierda honesta en el Estado no debe hacernos perder de vista que el sistema puede absorverlos y transformarlos en sus defensores (ninguna novedad, miremos un poquito la historia de corrientes políticas de izquierda apoyadas por millones de personas que llevaron a la preservación del sistema capitalista). Por otro lado, no veo porqué si gana Cristina el año que viene esto va a ser beneficioso para «una izquierda crítica», esto es alentar una visión espontaneísta en el avance de la conciencia socialista. En fin, no comparto tus interpretaciones demasiadas respetuosas de los K. Respecto a las opciones personales o de vida, yo tampoco comparto las visiones obreristas, pero ¿que tiene que ver «glorificar la pobreza» con el marxismo?
    Por demás, quienes alentaron cambios revolucionarios ¿acaso se equivocaron en todo?, ¿no se puede hacer ningún tipo de reconocimiento?, ¿da lo mismo que
    quiénes se levantan como ídolos en la actualidad?

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    Omar

    07/11/2010 at 14:08

  14. Es así, como dice el artículo: los treinta años de restauración burguesa -fracasado el ascenso mundial 1976-’81- en todo el mundo, llevaron a que montones de militantes izquierdistas, sindicalistas, marxistas y guerrilleristas, se hicieran «militantes» del capital.
    Me recuerda los argumentos de la novela que hizo el periodista Caparrós hace un par de años, denunciando de algún modo el «setentismo trucho» de los que actualmente gestionan el Estado y el gobierno en favor del capital, y que usé para discutir con el kirchnerismo…

    http://artemuros.wordpress.com/2010/10/14/pongamos-que-hablo-de-caparros/

    saludos,
    DP

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    DP

    08/11/2010 at 17:32

  15. En primer lugar quería felicitar a Rolando por el blog, me parece excelente. En segundo término me voy a referir al comentario de Pablo de Quilmes. Es evidente que tu perspectiva es apostar por el «mal menor» burgués al describir tu apoyo «crítico» al actual Gobierno y decir que esperás que Cristina gane las elecciones el año próximo. Me parece que como marxista deberías saber que ese «mal menor» se puede transformar rápidamente en el «mal mayor», al partir eventualmente con la expectativa y confianza de masas, y llevar en realidad adelante la política y lógica que precisa el capital. Cuenta con las ilusiones del recambio. Y eso es lo que debemos combatir ahora y en todo momento. Lenin, Tesis de Abril. En las peleas entre fracciones capitalistas no debemos encolumnarnos con ninguna, sino tener una posición política de clase, independiente, que favorezca a los trabajadores. Además, como dice Omar, ¿de dónde sale eso de un mejor «escenario» para la izquierda en esa situación? Eso, compañero, lo decidira la lucha de clases y la preparación política y organizativa, así como el nivel de avance de la conciencia que se pueda conseguir…Por lo tanto, ese planteo es un grave error. La conciliación de clases, del trabajo con el capital, lleva inexorablemente al triunfo de éste. Hay que organizarse en forma independiente, tanto política, ideológica, como económicamente del capital y su Estado. Por otro lado, no casualmente, te olvidás de la crisis política de 2001-02, que posibilitó el surgimiento de Kirchner(el gobernador más menemista y ligado a Cavallo) gracias a Duhalde y luego el kirchnerismo. Sus políticas «progresistas» se debieron a una adecuada «lectura» burguesa de lo acontecido y que la forma de dominación y cierto discurso ya no iban más…(en consonancia con un giro político-económico en toda la región, como se explica en otra nota de este blog). Cuentan los periodistas que Kirchner les decía repetidamente a ellos y a sus interlocutores capitalistas sorprendidos y perplejos por ciertos «exabruptos» o discursos: «no miren lo que digo sino lo que hago…» Es decir, que lo esencial, esto es la política que precisaba el conjunto del capital estaba garantizada, más allá de tal o cual matiz o algunos personajes molestos que podían aparecer…(a próposito, ¿se supo que pasó finalmente con los más de 500 millones de dólares que sacó de Santa Cruz por consejo del Mingo frente a la crisis..?) Hablás de «redistribución», pero la inflación de casi el 30 % o más (según franjas de la población y ramas de producción) ya está realizando sobre nuestros salarios una impresionante erosión y un tremendo ajuste. Por último, realmente no creo que Rolando haga apología de la pobreza ni nada por el estilo: la Revolución Socialista consiste en que -aparte de obviamente de acabar con toda explotación y opresión- todos podamos consumir todas las mercancias producidas socialmente y vivir de otra manera…

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    daniel

    08/11/2010 at 18:23

  16. Necesito pensar algunas de las cosas que me dicen. En principio creo que algunas de las críticas que me plantea Rolo destruyen algunos de mis argumentos con mucha claridad, y necesito repensar la cosa desde ahí.
    Yo tenía otros datos sobre cuanto dinero tenían los K. Evidentemente lo que yo pensé que sabía era erroneo, los números que cita Rolo respecto de esto son indiscutibles, y eso cambia mi perspectiva.
    En otras cosas no estoy tan seguro, pero bueno, me tomo un tiempo para pensarlo. Especialmente me refiero a lo que me plantea Rolo en el punto D. Ahí Rolo me plantea algo que muestra que mi hipótesis no cierra, pero igual creo que necesito repensarla.
    Lo que más duda me genera es la posición de que la pobreza baja por automatismo. A mi eso no me cierra PARA NADA. Si la pobreza bajara meramente por automatismo del ciclo económico, y se da con el apoyo positivo de la burguesía, no se entienden los conflictos sociales. No se entiende el golpe de Honduras o Tailandia, no se entiende el enojo de las clases dominantes en Argentina. No se entiende el intento de ruptura de la burguesía Santacruceña en Bolivia. Estas tensiones, y muchas más que ahora no tengo el tiempo de mencionar, no tienen sentido si la redistribución es automática y no hay puja. Si hay tensión es porque la redistribución es una disputa. Eso no significa que no hay nada de automatismo. Por supuesto que eso juega un rol. Por supuesto que hay situaciones estructurales que empujan a la redistribución y que se darían aún con un gobierno a lo Menem. La prueba de eso está en que gente que era neoliberal se «reconvirtió» y trabaja para los K. Y también lo prueba el apoyo que da The Economist a esta redistribución. Pero eso no significa que igual el automatismo sea el único elemento, ni siquiera el dominante. Argentina es un país con tensiones enormes. Yo me pregunto, por qué cuernos Clarín y La Nazión están tan enojados? porque se enoja tanto la SRA y ciertos sectores de la UIA. No digo que se enojen porque los K son socialistas. Pero se enojan porque quisieran que haya menos redistribución de la que hay, y eso yo lo he leido explícitamente en La Nazión y en otros lugares. Demanda de ajuste. Si fuera tan absolutamente automática la cosa, no habría demanda de ajuste.
    Quisiera aclarar algunas cosas más: 1) yo no apoyo el «mal menor,» lo que pienso es que si gana la oposición no solo la clase obrera la va a pasar peor, sino que además habrá más represión y es posible que los juicios a los milicos se detengan o incluso se reviertan. Es cierto que puede parecer que yo estoy diciendo que se trata del mal menor, pero lo que intento decir es otra cosa: que me parece que las condiciones mínimas que ofrece el gobierno K son más propicias para desarrollar una militancia que se proponga transformar la sociedad más de raíz y no meramente objetivos electorales dentro del sistema. Yo creo que si los sueldos bajan, si la represión sube y si pasan otras cosas por el estilo, la clase obrera puede quedar mucho más desmoralizada. En cambio las condiciones actuales generan cierto contexto positivo para un ascenso de la lucha de clases. Esto es un dato. El sindicalismo independiente ha crecido bajo los K, al igual que muchas otras formas de militancia. No pienso que espontáneamente va a surgir una militancia socialista del contexto K. Creo que eso depende de como se mueva la izquierda en concreto.
    Respecto de lo que plantea Daniel, en este sentido, lo que quiero decir es que no considero que sea necesario defenestrar a los K para plantear que es necesario luchar por el socialismo. Creo que esa lucha se puede plantear reconociendo al reformismo K como una serie de concesiones mínimas, precarias y frágiles, pero que aún así son mejor que nada. Y reconocer eso no significa que uno se tiene que quedar con eso. Pero sí significa que en una elección uno prefiere eso antes que la derecha. Nada más. Segunda cuestión: como Rolo señala correctamente, yo leo cosas que él no dice. A mi me pareció que estaban implicitas en la narrativa aún si no estaban enunciadas. El hecho de que Rolo las aclare cambia el panorama.
    Por último: yo YA SE que rolo no es ni obrerista, ni moralista, ni socialista utópico. Por eso al principio de mi comentario escribí que hablaba suponiendo que tenía muchas coincidencias. Perdón si escribí rápido y de manera un tanto vaga. Lo que digo es que algunas de las cosas que plantea Rolo tienen implicancias que se pueden entender como obreristas, moralistas o utópicas. Se trata de una crítica teórica. Uno puede tener la intención explícita de que ver las cosas de cierto modo, pero se le pueden colar otras visiones en cómo explica la realidad. Estaba tratando de poner sobre el tapete cosas que a mi me parece que se cuelan más allá de la intención de Rolo. Pero bueno, ahora necesito repensarlo.
    A mi también me generan desprecio los sindicalistas burocráticos, y cualquier otra persona que haya ascendido socialmente poniendo el pie encima de otro/a. Lo único que intenté decir es que no todas las personas que ascienden socialmente están incluidas en ese caso. Y que hay MUCHA gente que labura para el gobierno K que no son compañeros/as que se hacen ricos ni gente traidora ni nada por el estilo. Son laburantes de clase media. No los voy a poner como modelo de nada, pero tampoco los voy a condenar porque no sean obreros pobres. Y no digo que Rolo si los condene, ya que es evidente que no dijo nada al respecto. Lo que digo es que la manera en que está armada la narrativa suena a que implicitamente se está condenando a cualquiera que haya ascendido socialmente.
    Igual, como dije antes, necesito pensar todo esto con más tiempo. En un par de semanas contesto.

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    Pablo (de Quilmes)

    08/11/2010 at 20:47

    • Pablo, en tanto repensás cuestiones, algunas consideraciones. Primero, el tema de mi crítica «moral». Lo que estoy criticando es un discurso que está justificando la corrupción y los chanchullos de cualquier tipo en nombre de la militancia, y para peor, de la militancia de los 70s. Conozco mucha gente, y me llegan datos muy concretos, una y otra vez. Un problema con esto es que se lo está justificando con un discurso supuestamente «progresista». Por ejemplo, decir que está bien enriquecerse aprovechando el poder estatal, porque hay que asegurarse el porvenir (hasta de los nietos), debido a que se está enfrentando a los grupos económicos. Este argumento lo dio por TV una dirigente destacada del kirchnerismo, Diana Conti, defensora de derechos humanos. No es un invento mío. Otro argumento es que hay que «resarcirse» de lo que sufrimos por la represión. Me lo han planteado personalmente cuando objeté que un ex monto, en cuestión de unos años de buenos negocios desde un cargo del Estado, pasó a tener una fortuna (con casa el Lomas de San Isidro incluida). A gente vieja que se mantiene en sus trece, esto nos produce asco. No hablo sólo por mí, sino por otros compañeros con los que mantengo contacto. ¿Querés que te muestre otro curro? Piden un crédito para un organismo respaldado por el gobierno, a un banco estatal (puede ser Nación). El banco lógicamente pide una garantía. Se ofrece como garantía una cierta propiedad, que es tasada por X (ex monto, ex detenido, dedicado desde hace años a negocios inmobiliarios). X es un experto y tasa la propiedad digamos 10 veces más de lo que vale. El banco otorga el crédito por 1000, por ejemplo, y la garantía vale 100. Luego el crédito no se paga, y el banco se queda con la garantía, la casa que vale 100. X fue en la mordida; me dicen que X hoy está de viaje por Europa; X se sigue llenando la boca con la reivindicación de la militancia de los 70s. ¿Podés entender lo que siento? ¿Lo que sienten compañeros que mantuvieron otro comportamiento?
      Sobre el tema del «automatismo», estoy escribiendo una nota en la que explico el asunto. Se refiere al proceso de aumento de la acumulación, reducción del ejército de desocupados, aumento objetivo del poder del trabajo, aumento de salarios (lo que describe Marx en El Capital, cap. 23 t. 1). Se relaciona con esa cuestión. Es sobre estos procesos que luego actúa la política. Pero tiene estos límites. Estoy terminando esta nota, aunque más abajo comento un poco más.
      Acerca de la oposición de La Nación y Clarín a los Kirchner. Sectores de la burguesía pueden oponerse a un gobierno, pero no porque ese gobierno favorezca a la clase obrera, sino por otras razones. Por empezar, hasta principios de 2008 Clarín estuvo plenamente identificado con el gobierno Kirchner, así como gran parte de la alta burguesía argentina. La ruptura surge a partir del conflicto del campo. ¿Qué se discute en ese conflicto? Cómo se distribuye una parte de la plusvalía entre fracciones de la clase dominante. Pero en esto hay dos cuestiones. La primera tiene que ver con las cantidades que se reparten. La segunda con los mecanismos. Es esto último lo que genera más roces y conflictos. El capital en general siempre pide que en este respecto prevalezcan los mecanismos del mercado. Los Kirchner, con el apoyo de grupos económicos más o menos favorecidos, hacen prevalecer mecanismos estatales (precios máximos, cambios de impuestos, etc.). Aquí hay un punto de conflicto importante. Pero no tiene nada de progresista una u otra posición. Progresista en el sentido de que alguna de estas posiciones favorezca el desarrollo de las fuerzas productivas, o fortalezca a la clase trabajadora.
      La cuestión de la distribución de la riqueza no importa en el fondo mucho, en lo que hace a la política. Ejemplo: si alguien (favorecido por sus contactos con el Estado) compra tierras a $10 y las vende al año en $100, no paga impuestos a las ganancias, aunque haya hecho una fortuna en la operación. Pero un trabajador que gane $6000 por mes, sí paga impuestos a las ganancias. Van casi 7 años de gobierno K y nadie se calienta mucho por cosas como esta. Ni en el gobierno, ni en la oposición.
      Vayamos al trabajo en negro. Esto es fundamental, porque la clase obrera está fracturada por el trabajo en negro y precarizado. Pues bien, no es casual que el gobierno Kirchner no controle ni combata seriamente al trabajo en negro y precarizado (36,5% de la fuerza laboral, según datos oficiales). No es casual que la clase capitalista de conjunto no proteste mucho por esto. No es casual que antes, durante y después del conflicto del agro, nadie se haya preocupado por la situación de los peones y trabajadores rurales. Tampoco es casual que el propio Estado emplee cantidad de trabajadores con contratos.
      ¿Qué indica esto? Que allí donde la clase obrera no tiene mucha fuerza social, empeoran sus condiciones laborales y de vida. En este sentido, insisto, estas cuestiones tienen relación con la acumulación y las condiciones objetivas, materiales.

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      rolandoastarita

      09/11/2010 at 12:44

  17. Cros: quisiera reivindicar el modo en que se interviene, no siempre en este tipo de espacio se da lugar para discutir razonadamente y con respeto. Respecto a mis opiniones anteriores, me doy cuenta que no siempre he sido claro y particularmente injusto en algunas cosas con Pablo de Q, aunque sigo pensando que tenemos diferencias políticas importantes. Efectivamente creo los K se pelearon por primera vez con la burguesía con el tema campo. Luego principalmente con la ley de medios y Papel prensa se generaron nuevos choques. Pero me llama la atención que se hable de modelo industrialista pero no se hace casi nada al respecto (como demuestra Rolo), ¿El estado no debría avanzar en estatizaciones, en inversiones, etc? Para mi esto demuestra que al menos por ahora no se vaya a un choque con otros sectores de la burguesía. En estos choques me parece que hay mucho de oportunismo político por parte de los K Bueno, entiendo que esto no es un foro, he invadido demasiado con opiniones (la discusión es por demás de interesante) ahora me llamo al silencio…hasta la próxima

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    Omar

    09/11/2010 at 16:38

    • Acerca de la forma de intervenir en el foro, quisiera agregar a lo que comenta Omar que nunca he debido rechazar un comentario por agresivo o insultante hacia cualquiera de los que participan con sus comentarios, o hacia mí. Me alegra mucho. Todo reside en que cada cual argumente de la mejor manera que considere, y no utilicemos argumentos «ad hominem», o descalificaciones personales. Es alentador que lo hayamos logrado, y espontáneamente.

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      rolandoastarita

      09/11/2010 at 17:51

  18. Cuando le contestás a Pablo esto: E) He demostrado en otras notas que en Argentina hubo un ajuste brutal. Se hizo a lo largo de los 80s y 90s, y termina con la terrible caída del salario en 2001-2002. Sobre esa base empieza a recomponerse la acumulación, y a bajar un tanto la desigualdad de los ingresos. Sostengo que aquí opera un cierto automatismo. Ejemplo: la velocidad a la que cayó la pobreza fue mayor entre mediados de 2002 y diciembre de 2003, que entre diciembre de 2003 y diciembre de 2009. No por esto sostengo que Duhalde fue más progresista que Kirchner. Otro dato: con la recuperación de la economía argentina entre 1990 y 1994 la pobreza bajó del 49 al 16%, esto es, en mayor proporción de lo que lo hizo entre 2003-2007 (último año con dato más o menos fiable del INDEC). No por esto sostengo que Menem fue en ese período más progresista que Kirchner.

    Creo que la diferencia está en el contexto internacional actual respecto a los ’90 y en las perspectivas.

    Fijate que luego de esa caída de la pobreza (sobre todo a partir del lanzamiento del plan convertible) empieza a revertirse a partir de 1993/4. Y a la salida de Menem, la pobreza queda en un 26/7% aproximadamente (parecido a la pobreza actual, medida con los criterios anteriores del INDEC).

    La diferencia que veo es la expectativa para adelante. Nadie piensa ni quiere hoy que la pobreza vuelva a subir. Y tampoco habrá crisis tipo ’94 (México) o ’97/8 (Rusia, Brasil), puesto que las condiciones actuales de la globalización financiera son muy distintas a la de la década del ’90.

    La Argentina es muy poco gobernable con una pobreza estructural mayor al 25% de la población total.

    No veo condiciones mundiales y locales que provoquen estampidas de pobreza como la del ’89/90 y la del 2001/2.

    Puede haber problemas pero de otra naturaleza.

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    oti

    10/11/2010 at 12:34

    • Coincido básicamente con lo que afirmas. A veces las respuestas en «comentarios» son demasiado esquemáticas. Agregaría también que la misma clase capitalista tiene interés en que no se deteriore la fuerza de trabajo. Los gravísimos problemas de desnutrición infantil en Argentina tienen secuelas para el largo plazo.

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      rolandoastarita

      10/11/2010 at 12:45

  19. Una pregunta para Oti y para Rolo, porque no ven condiciones para un deterioro generealizado de las condiciones de los trabajadores?

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    hola

    11/11/2010 at 00:34

    • Ayer justamente estuve trabajando en esto, con referencia a América Latina. Por supuesto, se trata de la tendencia general. Lo que se advierte es que el gran deterioro de las condiciones de vida, laborales, salariales, etc., se produjo entre los 80s y 90s, y hasta comienzos de los 2000s, con la crisis y la ofensiva del capital sobre el trabajo. Entre 1990 y 2002, en particular, aumentan la productividad, y la desocupación, y empeoran las condiciones de trabajo (muy importante, aumento de la precarización laboral). Es general en América Latina. Luego, entre 2003 y 2008, se da una fuerte recuperación económica, y en la mayoría de los países mejoran salarios, a la par que baja la desocupación. Encaja muy bien con la teoría de Marx más general. Se puede demostrar que aumenta la plusvalía relativa (esto es, aumenta la tasa de explotación). No sostengo por lo tanto que no pueda haber en el futuro un nuevo deterioro generalizado de las condiciones de los trabajadores. Pero me parece que va a estar vinculado a una nueva crisis importante de acumulación. Espero tener lista la nota sobre esto por estos días. Me parece interesante porque muestra la vigencia de El Capital para pensar la realidad, y también la política.

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      rolandoastarita

      11/11/2010 at 08:48

  20. hola, los deterioros sociales se dieron como resultado de crisis agudas: 1) 1981/2: salida de la tablita M. de Hoz; 2) 1989/90: hiperinflación; 3) Crisis internacionales durante los ’90: 1994 (méxico) y 1997/8 (Rusia y Brasil) y el crac convertible y salida devaluatoria de 2001/2.

    En los tres casos la pobreza aumentó y llegó a un pico. Luego, bajó pero quedó, digamos, «sedimentada» en un nivel superior al que tenía antes de las crisis.

    Esta lógica se cortó a partir de 2003, porque la pobreza empezó a declinar de los altísimos niveles de fines de 2002 (50 y pico %) para estabilizarse alrededor del 25% actual (medida como se la medía antes de los cambios metodológicos que introdujeron desde 2006/7).

    Ahora bien, yo pienso que no se va a repetir el «automatismo» al que hacía referencia Rolo porque la forma en que funcionaba la globalización financiera cambió en relación a los ’90.

    En los ’90 hubo un fuerte impulso desde el centro del capitalismo mundial para integrar a la periferia en el juego del funcionamiento financiero global y para entrar en eso hubo que cumplir ciertos requisitos (ajustes, manejo macro, pautas del Consenso de Washington, etc.). Esto fue a nivel latinoamericano y mundial. Ese funcionamiento global generó crisis (México, Brasil, Rusia, Malasia, etc., etc.) que repercutían en los países aumentando la pobreza, cuando escapaban los capitales, y, luego, de las «salidas» de las crisis, la cosa comenzaba a «normalizarse», cuando volvían a entrar los capitales.

    Pero parece ser que el asunto no eran que los países andaban mal y por eso entraban en crisis, sino que había una crisis sistémica de ese funcionamiento global que tenía consecuencias EN los países. No era la crisis DE los países considerados aisladamente, sino En los países, como eslabones débiles de la cadena.

    La crisis del primer mundo actual (Europa Occidental y USA) pone de manifiesto, a mi entender, la última fase de la crisis sistémica que comenzó hace mucho. Esto no quiere decir que sea el fin del capitalismo. Quiere decir que la forma de organización que conocíamos del sistema financiero y económico mundial cambia y cambiará necesariamente por la crisis sistémica. Del mismo modo que la forma durante las década del ’30 y posterior a la 2ª guerra mundial era distinta a la de los años ’20 con repercusiones muy distintas a nivel de cada país.

    Es en esta perspectiva que creo que han cambiado las cosas a nivel global por lo que no creo que ocurran estampidas de la pobreza como en ’81/2, ’89 o 2001/2.

    Esta es a grandes rasgos la interpretación que hago.

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    oti

    11/11/2010 at 13:56

  21. Rolo podrías adelantar cuales son esos criterior expuestos por Marx en El Capital que se cumplirian para pensar al tema del deterioro, empobrecimiento etc..Saludos

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    daniel

    11/11/2010 at 15:38

    • Estoy terminando un pequeño trabajo sobre la evolución de las economías latinoamericanas, en el que hago referencia al asunto. En líneas generales, los componentes que entran en la canasta de bienes salariales tienen que ver, en primer lugar con el grado de desarrollo de las fuerzas productivas, y con el nivel general de la productividad. Luego, con la fase del ciclo económico y con el poder del trabajo frente al capital.

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      rolandoastarita

      13/11/2010 at 09:20

  22. He leído la ponencia de Rolo (Militancia probada) y los comentarios. Al comienzo me sentí totalmente inhibida de participar porque la concepción de Rolo sobre la militancia de izquierda está en un nivel moral tan alto – además por el vínculo con su recuerdo sobre su secuestro y permanencia en la Superintendencia – que me siento autoexcluída. Descubrí (até cabos, y fechas) que estuvo allí preso con Daniel Hopen, compañero inolvidable de los años 60, cuya foto conservo en la pared de mi escritorio- muerto en la masacre de Fátima, y con Franco C. que dedicó a Daniel un texto inolvidable. Pero luego leí los aportes de otros compañeros más jóvenes, que discutían respetuosamente con Rolo, y que discutían contenidos y posturas políticas. Como he sido sistemáticamente votante del «mal menor» en Argentina, creo que me caben las diatribas de los que no están de acuerdo. Entiendo también que Rolo se sintiera herido por su testimonio en los juicios, a diferencia de otros compañeros: Rolo tiene una sensibilidad especial, y eso no se discute. Quizás en otro momento me ponga a fundamentar mi posición, también como militante de Derechos Humanos. Sólo me resta decir que es la primera vez que entro a un blog donde la gente de izquierda se trata con tanto respeto. Y eso es mérito de Rolo, una persona respetuosa y querible, estudioso incansable. Con la que se puede disentir, pero con el que siempre se aprende.

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    Inés Izaguirre

    14/11/2010 at 22:29

    • Inés, me conmueve el que hayamos tenido ese punto de contacto, a través de un compañero que pertenece a la triste lista de Fátima. Aunque no conocí a Daniel; las condiciones en que estábamos hacían que solo habláramos con los que teníamos más cercanos.
      Con respecto a lo que afirmás, que por haber sido sistemáticamente votante «del mal menor» en Argentina, te caben «las diatribas de los que no están de acuerdo», no hay nada de eso. Es cierto que no coincido con la táctica del mal menor (voy a de todas maneras a escribir unas líneas sobre el tema de la táctica). Pero el sentido de la nota sobre militancia no es cuestionar eso. Allí no cuestiono a los compañeros o compañeras que tengan pensamientos tácticos distintos; o ideológicos, o políticos. Tampoco quiero establecer algún parámetro de «alta moral» en cuanto a militancia. No soy quién para erigirme en censor moral. Simplemente quise señalar que en la militancia hemos tenido una serie de parámetros, que todos compartíamos en un sentido diríamos elemental, y que nos diferenciaba. Digo «todos» porque incluyo a los compañeros de la militancia de la izquierda peronista. No era lo mismo el que se vendía a la patronal en una huelga, que el que se mantenía fiel a sus compañeros. Al margen de tácticas, aquí había un principio ético en juego (y las cuestiones éticas y morales entran en la decisión de nuestros comportamientos; tengo algo escrito sobre esto). Cuando estuve en Superintendencia compartí con muchos compañeros de la columna Norte, de Montoneros. Casi todos ellos habían sido entregados por alguien que se había pasado de bando, un tal «Nicolás», que colaboraba abiertamente con los represores. Había diferencias, y profundas, entre el comportamiento de estos compañeros, con los que trabé una amistad (de esas especiales, que surgen en condiciones tan especiales) y ese Nicolás. No era todo igual. Todos esos breves y para siempre amigos que hice en esos pocos días, murieron en Fátima. Todos ellos condenaban a Nicolás, podemos decir que «moralmente».
      El problema que veo es que en los años que siguieron a la restauración de la democracia, se comenzó a exaltar una militancia en que esas diferencias se borraron. Para colmo, estas diferencias se borran en muchos casos presentando todo como continuidad y reivindicación de la militancia de los 70s. Insisto, no creo que se pueda establecer alguna línea divisoria rígida, pero en algún lado hay que decir «esto no tiene nada que ver con lo que fue aquella militancia». No se puede decir que es lo mismo A, que milita en un sindicato para hacer negocios, que B milita por solidaridad con sus compañeros. Hace poco una amiga me hizo recordar la trayectoria de una mujer, que en los 70s, en París, discutía a muerte con los militantes para que volvieran a Argentina, para «la contraofensiva» (en tanto ella permanecería en París). Esa misma mujer en los 90s fue un cuadro del menemismo; luego un cuadro del gobierno de la Alianza (apoyando todas las medidas de De la Rúa); hoy es un cuadro de la oposición, y diputada. ¿No hay algún límite para estos comportamientos?
      Por último, sobre el blog, me pone muy contento que la gente pueda discutir bien. Un problema que veo en discusiones de izquierda es que rápidamente se apela a la chicana y a la agresión.

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      rolandoastarita

      15/11/2010 at 10:09

  23. Una duda bastante primaria. ¿Que sería eso que Izaguirre llama «Como he sido sistemáticamente votante del “mal menor” en Argentina»?…Perdon por dudas tan básicas

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    daniel

    16/11/2010 at 21:32

  24. Creo que sólo hay dos opciones: Militar para el poder, militar contra el poder mundial.
    La izquierda es éso: Militar contra el poder. Si hoy el genocidio se llama demo-gracia, los representantes, pseudo defensores de los DDHH (en la letra de la ley, no el espíritu, hay que militar por un sistema nuevo y distinto.

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    Alicia Susana Gómez

    09/12/2010 at 01:10

  25. Tengo una discrepancia con tu caracterización de la URSS, y la dirigencia soviética. No considero que la URSS haya sido un país capitalista, o que la dirigencia fuera una clase capitalista. Pienso que la burocracia había establecido una relación de explotación sobre la clase obrera, pero no comparto que fuera una clase capitalista.

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    rolandoastarita

    05/02/2011 at 12:01

  26. El tema no se puede agotar en este espacio de «comentarios», pero de todas formas algunas observaciones. En primer lugar, no me refería a la caracterizaciòn de la URSS en los primeros años de la década de 1920, o fines de la anterior, a la que se aplican los escritos de Lenin (de todas formas anoto que tampoco Lenin caracteriza a la formación económico social de conjunto como «capitalsmo de Estado). El punto que planteo es si la URSS, tal como queda conformada después de la colectivización forzosa y la estatización de los medios de producciòn puede ser caracterizada como capitalismo de Estado. Pienso que no. No basta con la existencia del salario para afirmar que estamos frente a un sistema capitalista. Tampoco con la separación en general de los productores respecto de los medios de producción.

    Para hablar de modo de producción capitalista tiene que dominar el capital, y esto supone que rige la ley del valor. Y la ley del valor solo opera a través de los múltiples capitales en competencia. Por eso Marx decía que el capital solo podía existir a través de los muchos capitales. Una cosa es que empresas estatales produzcan dentro de la sociedad capitalista (o dentro de una formaciòn social en la que sigue rigiendo el mercado), que es el caso típico del capitalismo de Estado, y otra es una sociedad en la que los medios de producción están estatizados en forma generalizada, como sucedió en la URSS. El modo de producción capitalista se caracteriza por una dinámica y por contradicciones que no se registran en la URSS. Entre otras: el disciplinamiento de la fuerza de trabajo no operaba a travès del ejército de desocupados; la inversión no se regía por los criterios de rentabilidad; ni las crisis eran de sobreproducción, como sucede en el capitalismo. No son diferencias menores. Subrayo que esto no me lleva a sostener que la URSS fuera una sociedad socialista, o en transición al socialismo, ni un estado «proletario». Hay que tener en cuenta que puede haber explotación y extracción de excedente, sin que exista plusvalía. Acerca de la conformación de una clase, el tema de la propiedad privada de los medios de producciòn no es una cuestiòn menor. Al respecto me parece que tenía razón Marx cuando sostuvo que en elmodo de producción asiático la burocracia que administraba no conformaba una clase, aunque admitió que explotaba a los productores. Fracciones importantes de la burocracia soviética recién se consolidan como una clase explotadora cuando se establece la propiedad privada, después de 1989 (aunque ya había muchas formas transicionales en los últimos años del régimen, que operaban a través de los mercados «grises» y del mercado negro, o tenían acceso al mercado mundial).

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    rolandoastarita

    06/02/2011 at 22:58

  27. Solo una aclaración. Efectivamente, Lenin dice que los bolcheviques dirigían un automóvil que en realidad los estaba dirigiendo a ellos, porque el Estado soviético ya estaba carcomido por la burocracia; a lo que se agregaba el hecho de que, a comienzos de los 20, las fuerzas del mercado se estaban mostrando por todos los poros. Con respecto a la discusión sobre si la URSS era capitalismo de Estado, en los próximos dìas voy a escribir una pequeña nota sobre esto, para explicar mi posiciòn màs en extenso. Me parece muy bueno el tema que has puesto en discusiòn.

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    rolandoastarita

    07/02/2011 at 09:11

  28. Me parece que si bien existen semejanzas entre el capitalismo «normal» y el sistema que imperó en la URSS, no tiene mucho sentido tratar de hacer entrar a la fuerza a este último dentro del sistema capitalista «tradicional».

    Hay diferencias obvias entre ambos sistemas así como también hay semejanzas y continuidades (el salario, por ejemplo).

    Respecto a la cuestión de si la burocracia soviética era una clase (la misma pregunta vale para la burocracia del sistema asiático) nunca encontré una explicación de por qué sería incorrecto denominar a esas formaciones sociales como «clases».

    No he leído tola la obra de Marx, pero de lo que he leído nunca encontré que ese término debiera reservarse solamente para las formaciones sociales poseedoras y no para las meramente detentadoras.

    ¿Hay algún problema teórico en categorizar a la burocracia de la ex URSS como «Clase»?

    Saludos.

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    Eduardo

    07/02/2011 at 19:30

  29. Es correcta lo que apunta Eduardo: el término de clase es impropio aquí; pero quizás la intención sea más bien un recurso literario de Aníbal apara acentuar lo sarcástico y/o peyorativo.
    Propiamente hablando, la clase capitalista se define en base a la propiedad privada sobre los medios de producción (otro marxismo no existe, hasta donde yo sepa). Ahora, bien en el socialismo real del siglo XX, la propiedad estatal surge como una forma de apropiación opuesta a la privada. De hecho, el objetivo fundamental del periodo de tránsito (aquel que va del triunfo de la revolución socialista hasta la instauración de la llamada democracia socialista) es precisamente la abolición de la propiedad privada sobre los medios de producción y la clase capitalista. Ciertamente, surge una CAPA dirigente que en su “evolución” real se hace burocrática, represiva, oportunista, etc., etc., etc.; quienes pueden abusar de sus cargos y autoridades para el enriquecimiento propio, pero lo cual no resulta sino un enriquecimiento corrupto e ilícito, que aunque rampante, no deja de ser punible ante la constitución socialista. Solo después de la Perestroika, esos capa social de esbirros del proletariado devienen en magnates de las republicas de-sovietizadas.

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    Andres

    07/02/2011 at 22:46

    • Comparto que el término de clase es impropio para la URSS. El problema es que el hecho de que la burocracia no fuera propietaria de los medios de producción introducía un fuerte elemento de inestabilidad en su reproducción. El poder económico de la burocracia derivaba del control polìtico del Estado, y no al revés. De ahí el salto cualtitativo que significó la transiciòn de 1989 (que ya había empezado a insinuarse años antes) cuando sectores importantes de la burocracia toman por asalto las empresas estatales, y las transforman en propiedad privada.

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      rolandoastarita

      08/02/2011 at 10:44

  30. En tiendo por burocracia , según el propio diccionario de la RAE, al » conjunto de servidores públicos».
    Si se demuestra que en la URSS y economías semejante los beneficiarios de la explolotacion de la clase obrera eran exclusñívamente ese conjunto de funcionarios, entonces burocracia es iguala clase dominante y por tanto es una clase.Pero como lo pertinente y científicamente deseable es verificar qué agentes economicos intervenian en esas sociedades, si había algunos que no fueses funcionarios del Estado.Esto es verificable desde el mismo Lenin,por ejemplo sobre las concesiones y el capitslimo cooperativo, perfectamente definido en «Sobre el impuesto en especie» del 21 de Abril de 1921, o sobre el papel de antiguos dirigentes y proietarios de empresas, de técnicos a sueldo de las empresas, de cuafros de direccion y gestión a sueldo de las empresas, las cooperativas, etc.No a sueldo del estado, no siendo funcionarios del Estado.Y lo ratifica el mismísimo Stalin al hablar , por ejemplode la «autonomia financiera de las empresas»(en «Problemas económicos del socialismo en la URSS» , de noviembre de 1952).
    La burocracia es un sector de la clase dominante, y dentro de ellas hay niveles , como sucede en cualquier burocracia que hoy podamos estudiar .
    No es una clase.
    Los contratistas, los cooperativistas, los emprendedores particulares o asociados que no cobran un sueldo del estado sino que viven de contratos con el Estado, que buscan » maximizar los beneficios, cooperando con el sector estatal de la economía» (Stalin), los especualdores no funcionarios, etc, pagan cánones y comisiones al Estado, tributan, piden créditos a entidades publicas y privadas ( fondos de empresas que se capitalizan en un mercado de créditos permitido por el stalinsmo y compinches varios)…todo esto existía y existe, y ha dado lugar a una burguesía feroz cuando el corsé del estado ha pasado a tener un peso decreciente.Putin respondiendo a la pregunta ¿ desapareció el control del estado con el fin del regimen socialista?..dice recientemente: «no desapareció, se redimensionó y cambiaron muchas caas, se dio mucha mas libertad a los emprendedores y comisionistas».Mas claro, agua, que dice el refrán.
    Es decir que existían y existen » operadores privados y copperativos» (Den Shiao Ping » sobre el nuevo socialismo de mercado»).Y además existían empresas mixtas donde el capital exterior se movía en basea a cuardos..como en la actual China o en Vietnam, o en Corea del Norte, o en Cuba…
    Lenin dice que en 1922 había unas 18 empresas de ese estilo en la URSS, » con relaciones bien establecidas».
    Si toda la clase dominante se limitara a la burocracia, ¿ para que fijar a concesionarios, emprendedores, managers de empresas, técnicos de coperativas,miembros de éstas que » venden una parte de lo producido en el mercado, aparte de lo que adquiere el Estado» (Stalin, en » Sobre el leninismo», 1926) etc, etc, unos cánones, comisiones a pagar, unos impuestos y otras formas de » compartir parte de las ganancias con nuestro estado «(Stalin , a lo clarito, en «problemas …»).
    Como señalaba Amadeo Bordiga » si todos fuesen funcionarios del Estado, se les descontaria del sueldo y asunto resuelto, pero la realidad no era tan simple ni lo es en las economías modernas, ni lo ha sido nunca en la historia del capitalismo»(, recogido en :»Estruturra económica e sociale della Rusia dóggi»)

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    Anibal

    08/02/2011 at 06:06

  31. Merece la pena precisar varias cuesriones.
    1.Sobre la ley del valor. El mismo Stalin mantiene que sigue vigente en la economía rusa .En “problemas económicos del socialismo en la URSS (1952),escribe:”Si, existe y funciona.Allí donde hay mercancías y producción mercantil, la ley del valor existe necesariamente”.Añade que “en parte está transmutada y no desempeña u papel regulador”.Esto es una fiarmación, pero la realidad es que luego se actua en base a ella..como explica en lo referente a los precios de los cereales en rleaion a lso del algodón, a sus precios de mercado internacional, etc ( en esemismo texto)
    Lo que hay que estudir y precisar es como actuaba y que ilusiones interesadas o desinteresadas se hacían los diversos “ agentes económicos”.
    2.Sobre el mercado.Idem.El mismo Stalin dice que existe, pero “ modificado parcialmente”.Hay compras y ventas, entre estado y empresas, entre estado y cooperativas, entre empresas y cooperativas, entre cooperativas..y existe el mercado negro.Un ejemplo, citado por Bettelheim( en “Las luchas de clases en la URSS”p:rimer period 1917-1923, un libro de consulta esencial):
    “Hay que subrayar , en efecto, que incluso durante el “comunismo de guerra”, la desaparición de los intercambios comerciales fue mas formal que real.En todas las ciudades existían, de hecho, lugares en que os tráficos ilegales se desenvolvían casi a a luz pública,porque se beneficiaban de la tolerancia de la policía.Un ejemplo de tales lugares es la plaza Sujarevska, de Moscú (el ombre de esta plaza se ha convertido incluso en un nombre comñun para desiganar al mercado negro).La importancia de los tr´ñaficos ilegales era tal que en los años 19 y 20 la distribución oficial de los productos alimenticios en las ciudades no cubria en general mas deun 25 o un 40 por cien de las necesidades de calorías delo ciudadanos.”Ver E.H.CARR , “La revolución Bolchevique”.
    3. Sobre el desarrollo desigual del capialismo, los estalinistas y sus continuadores desetalinistas presumían de que éste se había suprimido, siendo sustituido por el “desarrollo armonioso” al decir de Stalin.Cuando vemos lo sucedido con lo conocimientos que hoy tenemos, queda claro que existió y existe, con las consecuencias medioambientales , urbanizadoras y de alteración del medio fiisico químico y natural de la actividad agrícola y marina.Cuando se ve a la China actual, se obseva este efecto del desarrollo desigual, en la a dcripcion de medios capitalistas en zonas de hiperacumulaciñon, y el s subdesarrollo “ desarrollado” en otras zonas y sectores.
    En Cuba hay unas 40.000 Has dedicadas al cultivo de tabaco para puros .”Hoy son un enjambre de latifundios, muchos de propiedad privada, aunque tengan que vender necesariamente su producción a las empresas estatales,”(Gentelman ). ¿Desarroloo armonioso?.
    4.Sobre el paro.Liberman afirmaba que existía en la URSS.Stain lo niega, pero Trotski en 1924 ahabal de su existencia.Lenin dice que n puede consentirse que haya parados en el capitalismjo de esrado..por que los había.Y algunos provenían de las campañas de la colectivización forzosa, reconoce Stalin, “ pero eran rápidamente derivados a la industria o alos koljoses”.En “Nueva situación, nuevas tareas de la edificación socialista”, se refire a “fluctuaciones laborales”, un término con que encubrían la existencia de masas de parados-as.
    El nivel del paro dependió enormemente de la situación . del hecho de los desastres en vidas creados por las guerra y la producción de guerra, así como por lo que denominaron “ acumulación socialista originaria” en la que se proletarizó y militarizó a millones de humanos.. de obra.Las purgas y el trabajo forzado escondían una forma de aparacicion del paro en esta sociedad (“el subempleo y los usos militares , el trabjo forzado y las colonias laborales de penados permiten disimular la magnitud del ejercito de reserva de mano de obra, pero su significación económica está presente en el capitalismo necesarimente”, recuerda Marx en El Capital).No es algo especifico de la URSS, sino que estñá en la génesis misma y e desarrollo del capitslim por doquier.
    Franco y los falangistas españoles , asñi como los nacional-socilistas o los fascistas italianos presumían de haber acabado por el paro ( asñi como con la lucha de clases..)En realidad existía ( Ver desde “La economía alemana bajo el nazismo”,de Bettelheim,hasta los textos de la izquierda comunista de Italia)En realidad la militarización, las muertes en los frentes, el trabajo exclavizado sin salario de milles de detenidos-as (Con franco unos 300000 o más), encubrían algo que un señorito latifundista andaluz y falangista resumía así: “ nos sobran muertos de hambre que precisan trabajar”.
    Kruschev admite que en la URSS había desempleo, y lo llegó a cifrar en 1,6 millones de personas.
    Y hoy, en Cuba , despiden a mles de trabajadores y muchos-as están parados.”Nada de pleno empleo asegurado de por vida”, dijo Raul Castro recientemente.
    Si hay mercado de la fuerza de trabaj0, y no “ cooperación laboral sin bases salariales” como decía Engels para hablar del socialismo y e comunismo, hay paro hay salario, hay diferencias salariales, hay obreos de alta , media y baja cualificación, hay división del trabjo social y sexual, hay cpas laborales asalariadas que “aparte de recibir un salario , mantienen con sus funciones especiales, la capacidad de mando del capital sobre la fuerza de trabajo( Engels, que añade: y desde el punto de vista del materiaismo histñrico revolucionrio da igual que esto se produzca en empresas de capital priado y pprietario ùnoico, e empresas concidas como sociedades anónimas, con accionistas variados, o en empresas de titularidad estatal, como las de Bismark, con las que sueñan los “ socialistas de Estado”.(Comentarios sobre la Comuna de París).
    Siento no poder meter más tiempo y ordenar mejor datos y expresiones.Continuará.

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    Anibal

    08/02/2011 at 07:47

    • La afirmación de Stalin no demuestra que la economía estatizada se rigiera por la ley del valor. Los precios en la URSS eran determinados por los planificadores. Hubo precios relativos que se mantuvieron fijos durante décadas, de manera que no podían ser expresión de los tiempos de trabajo socialmente necesarios. Agreguemos que de hecho los planificadores solo calculaban una mìnima porciòn de los precios, para el resto se aplicaba alguna «regla general». Esto a pesar de que el Gosplan centralizado tenía, hacia 1980, unos 600.000 empleados (y estaban luego los organismos locales). Los mercados negros y «grises» fueron complementarios, y esto ocurrió durante décadas. Es significativo que las liberalizaciones parciales de los mercados para los campesinos (por ejemplo la de 1965) tuvieran como objetivo restablecer, por lo menos en parte, la ley del valor para estos sectores. Pero, insisto, esto no actuaba para el resto de la economía, especialmente para los precios mayoristas, que eran fijados administrativamente. En los 60 hubo mucha discusión sobre cómo fijar los precios, a raíz de lo que se llamó el plan Liberman (un economista soviètico muy destacado). Por ejemplo, se discutía si era necesario tener en cuenta la intensidad capitalística a la hora de determinar los precios. El hecho de que se discutieran estos temas prueba que la ley del valor trabajo no funcionaba. Digamos también que esa reforma quedó a mitad de camino, y hacia 1970 los precios seguían siendo fijados por los organismos centrales.

      Por otra parte, es interesante que la naturaleza más profunda de un régimen se pone en evidencia en las crisis. Las crisis sovièticas no eran de sobreproducción, precisamente porque las inversiones no estaban regidas por la ley del valor, esto es, por el criterio que impera en la sociedad capitalista, que es el de la ganancia. La lógica de la inversión obedecía a las necesidades de consolidación o ascenso en el aparato poltico y estatal del burócrata. Este hecho llevaba a formas de funcionamiento muy distintas a las que existen en el capitalismo. Por este motivo El Capital de Marx no nos sirve para entender esta dinámica. Esto no es casual, tiene que ver con la naturaleza del sistema económico. Por ejemplo, la competencia entre empresas no ocurría a través de precios. Las empresas (también los ministerios, las regiones, etc.) luchaban por acaparar flujos de inversiones, insumos (que siempre eran escasos) y también mano de obra. Las fluctuaciones económicas, incluso las de corto plazo, tenían mucho que ver con esto (los períodos que se llamaban «de tormenta», seguidos de semi parálisis, etc.).

      Al respecto, tambièn es significativa la diferencia con el mercado laboral capitalista. En la URSS había carencia de mano de obra disponible. Esto se fue agudizando con el correr de los años, y se manifestó con toda fuerza en los 70 y 80. Insisto, en la madurez se evidencia de manera más clara la naturaleza del régimen. Las empresas se disputaban la mano de obra. Esto generaba dentro de las empresas un poder de negociación importante para la clase obrera, frente a la burocracia. Los planes quinquenales surgían como resultado de estas complejas negociaciones. La burocracia no podía disciplinar con la amenaza del despido, y siempre tuvo enormes dificultades para elevar los ritmos de trabajo, frente a la resistencia que le ofrecía la clase obrera. Precisamente los ideólogos de la perestroika (especialmente la gente de Novosibirsk, muy ligada a Gorbachev), diagnosticaban, desde los 70, que uno de los grandes problemas de la economía soviètica es que no existìa una manera de coerción económica sobre el trabajo. Planteaban que en los 30 y 40 la coerción habìa actuado a través de los campos de concentración, y que esto había sido relativamente efectivo en el período de crecimiento extensivo, y con una clase obrera debilitada políticamente, y socialmente nueva (campesinos que se convierten en obreros industriales). Pero, seguían estos autores, en los 70 y 80 era imposible establecer algún tipo de coerción de ese tipo. Por otra parte, anotaban que al no haber desocupación, no había forma de «ajustar» al trabajo. Si el modo de producción se define por la forma de extracción de excedente, no hay manera de caracterizar a la URSS como capitalista, a la vista de estas relaciones. Todo esto, además, tenía importantes consecuencias políticas; por ejemplo, para entender la relación de la burocracia con la clase obrera (el régimen no se sostenía solo con represión; esto lo entendieron muy bien algunos intelectuales disidentes).

      Subrayo por último que la URSS (y otros países similares) se derrumba, desde el punto de vista económico, por agotamiento de recursos. Como reconocía la dirección del PCUS en 1985, sencillamente no había más recursos humanos, energéticos o de materias primas para continuar con esa forma de desarrollo. En esa época la URSS empleaba tres veces más energía por unidad de PBI que Francia. Por eso no fue una crisis de sobreproducción, o algo parecido a lo que se ve en el capitalismo.

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      rolandoastarita

      08/02/2011 at 11:26

  32. Andrés y Rolando están de acuerdo en que el término «clase» es impropio para la burocracia de la ex URSS, ok, pero ¿por qué es impropio?

    ¿Por qué es apropiado hablar de «clase proletaria», tanto en los paises capitalistas como en la ex URSS pero sería impropio denominar como «clase» a la …. (xxx) que dominó el estado en la ex URSS?

    En otras palabras, qué significa ser una «clase social». ¿Qué inconvenientes hay en denominar a ese sector social -la burocracia- que dominó políticamente la ex URSS como clase?

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    Eduardo

    08/02/2011 at 18:44

  33. Anibal,

    Para que los comentarios del blog sean más fructíferos tenés que tratar de ser más conciso. La abundancia de citas de diferentes contextos para apoyar tu tesis desvía un poco la cuestión, ya que nos llevaría a tener que precisar el contexto en que cada cita fue dicha y su alcance. Creo tener claro que tu objetivo al sostener tu tesis es la que manifestás en el último párrafo, «…No entender ésto , minusvalorarlo o no ponerlo en primer plano de la acción política, llevó al bolchevismo a graves consecuencias, y permitió el surgimiento de ese monstruo…», objetivo loable, es cierto; y tu tesis, mucho más acercada a una descripción ajustada de la realidad que la mistificación estalinista. Pero ya se te han señalado distintos aspectos que contradicen tu explicación y hacés caso omiso de ellas señalando más y más elementos que «asemejan» al sistema de la ex URSS al capitalismo.

    Esta discución es como si Juan dijera, «esto es un perro», y Pedro dijera que «es un gato», y tratándose en verdad de un lobo, vos presentaras argumentos desmintiendo a Pedro, pero afirmando que se trata de un perro y no del lobo que en realidad tenemos delante.

    Evidentemente lo que hubo en la ex URSS no fue socialismo ni nada que se le pareciera. Establecida esta idea ya levantamos un muro contra «las desviaciones bolcheviques que llevaron al monstruo estalinista», pero aún nos falta ser más precisos. No necesitamos concluir en que «si no fue socialismo entonces qué, entonces fue capitalismo». Me parece un razonamiento pueril, justitificable en una primera aproximación al problema, pero ya a esta altura me parece caprichoso.

    La terminología debe servirnos para clasificar, clarificar y distinguir. Llamar socialismo real a lo que hubo en la ex URSS es una mentira. Llamarlo capitalismo me parece por lo menos una imprecisión. Si vos apreciás la importancia de una correcta clasificación -como parecería extraerse de la preocupación que te guía- deberías dar una nueva «vuelta de tuerca» a tu tesis y construir por sobre ella en vez de aferrarte a ella como a una verdad revelada.

    Saludos.

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    Eduardo

    09/02/2011 at 12:56

  34. Esta discusión creo que ha desbordado el tema principal del tópico “Militancia…”. No obstante, ante todo se debe responder a la pregunta acerca si la URSS y demás países de la antigua comunidad socialista fueron socialistas o no. En “Estatismo burgués…”, deje mi respuesta afirmativa acerca de esta pregunta. Se podría tratar de tapar el sol con un dedo o con análisis de abundante referencia, pero a mi juicio, hiperbólico; quizás resulte una buena estratagema salvaguardar la imagen del socialismo, el culpar al capitalismo (y hasta a la CIA) de los errores, excesos, ineficiencia, abusos y atropello, etc., cometidos por el estado socialista del siglo XX. Pero difícil será el negar los hechos históricos concretos, a saber, que Socialismo de Estado puesto en práctica en el siglo XX ha sido el único sistema social basado en la concepción marxista que se haya establecido realmente, y así recogido en los anales de historia humana.

    No muchos economistas y demás científicos sociales (positivos), hacen gala del rigor filosófico que caracterizaba a Marx. Y creo que para los marxista, la rigurosidad en el uso de categorías filosóficas, económicas y sociales, sea un requisito indispensable, a fin de evitar pasar al lobo como gato por libre o perro. Y en este sentido, digo, que categorizar la burguesía socialista como clase capitalista, al margen de la apropiación privada sobre los medios de producción, no tiene fundamento en el materialismo histórico (aunque sí para otras escuelas de pensamiento). También se pierde aquí la relación marxista entre estructura socio-económica y la superestructura del estado y sus instituciones, a menos que se plantee con Gustavo Bueno la necesidad de poner a Marx sobre sus pies (en el sentido que este último dijera acerca de la dialéctica hegeliana).

    Pero sin extenderme mucho aquí , tan solo apuntar dos cosas:

    Primero, hay que entender que el periodo de transición (ese que va del triunfo de la revolución hasta la constitución de la democracia socialista, al menos en teoría) tiene como objetivo fundamental la abolición de la propiedad privada sobre los medios de producción y la burguesía como clase dominante. Esto se produjo en la URSS, en los países socialistas de Europa oriental, en China, Cuba, Vietnam, etc. La conclusión de este periodo implica, entonces, el fin de la sociedad escindida en las dos clases fundamentales de la sociedad capitalista: burguesía y proletariado. Pero en la medida que el proceso socialista avanza en este período, aparece una nueva distribución técnica y social del trabajo, y es esta división socialista del trabajo la que da origen a una posterior especialización de la gestión técnica y social del proletariado, quedando así este proletariado históricamente reestructurado, reorganizado en la sociedad socialista (implicado aquí un cambio cualitativo, teóricamente hablando, en la función y composición de ese proletariado; vaya, que no es el mismo aunque se escriba igual, de la misma carne y huesos, y a veces con sesos).

    Segundo, se debe proceder con rigurosidad teórico-práctica cuando se trata de la ley del valor. No es la ley del valor sino las relaciones mercantiles que derivan de ella las que presenta la problemática a resolver. De que el valor de un producto esté determinado por la cantidad de trabajo que en él se acumula, no es en si el problema, sino una forma concreta en que se cuantifica objetivamente. Y esta unidad de medida permite cuantificar a su vez la eficiencia económica, costos, precios, etc. Pero es que estos términos de eficiencia, costos, etc., se redefinen en el proceso de construcción del socialismo real, y las relaciones económicas que le corresponden, que tiene lugar en un tiempo dado de la historia, la cultura, las condiciones materiales y humanas determinadas de un país concreto, y con un grado de desarrollo de las fuerzas productiva que no necesariamente agotaron al sistema capitalista. Esto es el nuevo paradigma histórico al cual se enfrentarían los soviéticos a partir del 1917, por un lado, que por otro, es muy diferente, por cierto, al cual se refiriera el Che en el caso de Cuba., y muy diferente ambos a lo que concibiese Marx en su Critica al programa de Gotha. Por cierto, la polémica entre el Che, Carlos Rafael Rodriguez, Bettelheim, Mandel, etc., arrojarían importantes notas a este tópico.

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    Andres

    10/02/2011 at 02:57

    • Coincido en lo que plantea Andrés. Ahora mismo estoy un poco sobrepasado por algunos problemas personales que me han surgido, pero empecé a escribir una nota sobre el debate acerca de la caracterización de la URSS (en base a unos escritos de los 90). Podríamos reencauzar el debate entonces, porque efectivamente, como dice Andrés, en estos «comentarios» el tema se desbordó. Por supuesto, no es una crítica, en los intercambios de ideas, cuando son ricos, suceden estas cosas.

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      rolandoastarita

      10/02/2011 at 08:45

    • Excelente, Rolando, pues ese tema nos traerá de la mano a algo que considero necesita todavía de un análisis claro, sin tapujos ni otros compromisos que no sean sobre la verdad objetiva. Me refiero a la acumulación socialista y sus repercusiones sociales, políticas y económicas en los procesos reales. Y reitero que la polémica sostenida por el Che, et.al, en 60s es sumamente importante; no sería demasiado especulativo el afirmar que el proceso cubano basado en el sistema de dirección y planificación de la economía mediante el llamado cálculo económico y la autogestión empresarial (al estilo soviético) se ha visto siempre limitado o frenado por el Guevarismo de Fidel Castro (la empresa consolidada, la moral y ética revolucionaria, etc., etc.), y la influencia que esto pueda ejercer en ciertos proyectos latinoamericanos de hoy.

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      Andres

      10/02/2011 at 11:33

  35. Corrección: en el mensaje anterior donde dice : “categorizar la burguesía socialista como clase capitalista”, debe decir “categorizar la burocracia socialista como clase capitalista”

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    Andres

    10/02/2011 at 03:01

  36. Andres dice que, «difícil será el negar los hechos históricos concretos, a saber, que Socialismo de Estado puesto en práctica en el siglo XX ha sido el único sistema social basado en la concepción marxista que se haya establecido realmente…»

    Me parece que encontrar «basamentos marxistas» en el «socialismo real» es tan «correcto» como encontrar «basamentos capitalistas» para ese sistema, aunque también podríamos nombrar «basamentos feudales» o pertenecientes al «sistema asiático»; seguramente es posible y de hecho ha sido una práctica común en los debates sobre esta cuestión el tratar de asimilar o hacer entrar en categorías conocidas al fenómeno social conocido como «socialismo real». Pero aportar diversos elementos para intentar demostrar lo uno o lo otro se parece más una disputa entre hinchas de Boca y River -o del Barza y el Real- que a un intento de aporte científico para una determinación más precisa del fenómeno de marras.

    Aníbal me ha preguntado cuál es mi caracterización de esos sistemas, y si bien podría ensayar algunas explicaciones, no me considero en condiciones de «bajar línea» al respecto. Sin perjuicio de reconocer mis limitaciones, me hacen «mucho ruido» las caracterizaciones que intentan amalgamar a aquellos sistemas con algún otro más conocido (fáctica o teóricamente).

    Creo que una premisa para una buena caracterización es -paradójicamente- olvidarse por un momento de todo lo conocido y aprendido y pensar en forma harto básica. ¿A qué me refiero?, a que las palabras tienen que tener un poder de designar lo más claro posible. Claro que en política el desafio es doble, ya que las tergiversaciones forman parte del abc de la maquinaria propagandística de dominación. Pero si los críticos por excelencia del sistema de dominación actual pretendemos orientar a las masas en un sentido progresista, una de las mayores barrera ideológicas con las que nos encontramos es con la que asocia nuestra prédica con el resultado ya conocido del «socialismo real».

    Y no se trata de querer «tapar el sol con un dedo» evadiendo supuestas responsabilidades «marxistas» o «leninistas» en el resultado conocido (el «socialismo real») sino de ser lo más precisos que nuestras inteligencias nos permitan serlo.

    Anibal decía en un comentario anterior: «Al afirmar que no ha sido o no son capitalistas aparecen preguntas a realizar: ¿Se trata de un sistema que superaria al capitalismo o no?,¿que le haría competencia para desinflarse y volver a ser “ capitalismo común y corriente”?.¿Se trataría de un sistema atrasado historicamente respecto al capitalismo, y no feudal ni tributario?….Se trata de un sistema que introduciría en la teoría del materialismo histórico tantas objeciones que nos debería hacer desecharla,o ponerla seriamente entre comillas, caso de ser cierto.»

    El materialismo histórico -así lo entiendo yo- es el pensamiento científico aplicado a l estudio político, social y económico de la sociedad, y por lo tanto, todas esas preguntas deben ser formuladas y deben ser contestadas, y solo una actitud avestrucil conduciría a tener que desechar el materialismo histórico como pretendida ciencia social.

    La discución nos ha llevado hacia un terreno muy interesante y aguardo impaciente la nota prometida por Rolando.

    Saludos.

    PD: Sigue pendiente una respuesta a mi pregunta sobre el uso del vocablo «clase».

    [Respecto a la cuestión de si la burocracia soviética era una clase (la misma pregunta vale para la burocracia del sistema asiático) nunca encontré una explicación de por qué sería incorrecto denominar a esas formaciones sociales como “clases”.

    ¿Por qué es apropiado hablar de “clase proletaria”, tanto en los paises capitalistas como en la ex URSS pero sería impropio denominar como “clase” a la …. (xxx) que dominó el estado en la ex URSS?

    En otras palabras, qué significa ser una “clase social”. ¿Qué inconvenientes hay en denominar a ese sector social -la burocracia- que dominó políticamente la ex URSS como clase?]

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    Eduardo

    11/02/2011 at 19:41

    • Estoy escribiendo una nota acerca de la caracterización de la URSS (el debate sobre si fue «capitalismo de Estado», socialismo, Estado obrero burocrático, etc.), por lo tanto aquí quiero señalar, muy brevemente, mi acuerdo con algo que plantea Eduardo, cuando sostiene que el criterio para lograr una buena caracterización «las palabras tienen que tener un poder de designar lo más claro posible». Si no interpreto mal lo que dice Eduardo, la idea no es que debemos abstenernos de utilizar categorías conocidas para pensar a la URSS (después de todo no hay manera de pensar si no es con categorías), pero sí que hay que evitar partir de categorías, dispuestas en oposiciones rígidas (del tipo «el régimen o bien es capitalista, o bien es proletario») en las cuales, necesariamente, deban encajar los hechos reales. El camino de la investigación debería ser inverso. Hay que partir del estudio de la formación social (inevitablemente utilizamos categorías para ese estudio, como «valor», «clase», etc.) y luego preguntarse qué concepto la expresa de manera más acertada. En El Capital (tomo 2, cap. 11) Marx realiza una observación al respecto que considero útil. Sostiene que «no se trata de definiciones bajo las cuales se subsuman las cosas. Se trata de determinadas funciones que sean expresadas en determinadas categorías» (la traducción es mía porque ahora mismo solo dispongo de la edición alemana). Antes de discutir sobre definiciones, tenemos que entender las formas específicas de funcionamiento y evolución de regímenes como la URSS, y luego discutir de qué manera alguna categoría (y es posible que las habituales no sirvan para esto) expresa mejor ese contenido.

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      rolandoastarita

      12/02/2011 at 09:30

    • Exacto, y lo que está entre paréntesis en el último párrafo es muy sugestivo.

      La abstención que propuse es solo transitoria, pero creo que necesaria metodológicamente. ¿Por qué? Porque ayuda a repensar las cosas, a salirse de pensamientos clichés, a desencasillar para recategorizar. Obviamente, no se trata de desechar todo el bagaje anterior sino de evitar el error de querer hacer entrar la realidad en las categorías que usamos para describir la realidad anterior.

      Si algo es nuevo, o diferente, necesariamente debemos usar una descripción nueva y diferente. Claro que si pensamos que no es nuevo ni diferente sino algo que simplemente está fuera de foco vamos a tratar de demostrar su «verdadera esencia». Pero la mejor manera de resolver esto es sin preconceptos y -¡claro está!- como propone Rolando, a través de un estudio exaustivo de la materia en estudio.

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      Eduardo

      12/02/2011 at 11:13

    • En otros temas hemos discutido acerca del lenguaje, y creo que discrepamos un tanto en este punto, pues para mi, con todo el rigor filosófico y científico que esté a mi alcance, pongo énfasis en desambiguar la expresión, y, en cultivar ese lenguaje especifico que exprese de la manera más eficiente y sencilla posible, la articulación de las ideas dialectico-materialista. Y aquí, en este dialogo, la cuestión va más allá de un planteamiento ambiguo, pues se cae en el sofismo de capitalizar el socialismo de estado sobre la base de concepciones burguesas sobre categorías económicas y sociales. No basta con la definición socrática de los términos en sentido general, sino comprender la dinámica y manifestaciones históricas concretas de tales términos. Aquí se está apelando a categorías en sentido supra-abstracto, que aparecen como generalidades petrificadas al margen de la historia.
      No, no se debe criticar el Socialismo de Estado a partir de las formas burguesas de estas categorías; ni se le debe evaluar a partir de una hermenéutica tradicional de El Capital como evangelio marxista, de donde deriva la miopía de Eduardo (solo una crítica constructiva de optometrista) cuando clasifica como cliché aquello de “a cada cual según su capacidad, de cada cual según su trabajo”, pues cegado por cierto pesimismo burgués al respecto, esto le resulta una utopía, y es incapaz de visualizar relevancia en la praxis revolucionaria terrenal.
      Con respecto a las “clase” burocrática, ya comenté que esto no tiene sentido en el materialismo histórico al margen de la propiedad y que su origen deriva de la especialización, organización, y restructuración que se exige del proletariado en la división técnica y social del trabajo en el socialismo. Quizás Max Weber este de acuerdo con esta clasificación, pero no Marx. Entiéndase que este proletariado como clase única de la sociedad socialista es históricamente diferente a la masa obrera del capitalismo.
      Tampoco se debe concebir el socialismo como un capitalismo en manos de los obreros que se reparte entre si todo el fruto de su trabajo; esto es esencialmente pequeño-burgués. Afortunadamente, el trabajo humano, mediante la tecnología, produce de manera eficiente, al menos en el sentido que permite generar un valor que excede el valor necesario para reproducir la fuerza de trabajo gastada; de lo contrario, ni la familia pudiera sostenerse del mismo. En el capitalismo sabemos que ese excedente es apropiado por el capitalista y el cual se integra en una cuenta de ahorro privada o se reinvierte en el proceso de acumulación. El socialismo también requiere de un proceso de acumulación sostenido, y el excedente del trabajo deberá ser destinado a ese proceso de acumulación (e imagínese lo que ese proceso de acumulación significa para países subdesarrollados que ponen en marcha el proceso socialista). Pero la finalidad (y el principio) de ambos proceso productivos (capitalista y/o socialista) es substancialmente diferente; y las categorías económicas, como el salario, también tienen matices diferentes. Y sería difícil de comprender que los CEOs y los trabajadores de a pie del socialismo laborasen de manera contradictoria, pero por un mismo objetivo de clase; y es difícil de comprender esto en su dimensión real si partimos de conceptos aburguesados (de los cuales ni Marx está libre de pecado), y a partir de tal perspectiva, algunos digan que es un sueño utópico, quimérico, un cliché, etc. Peor aún, el estado socialista enfocado en su lucha contra el capitalismo que le antagonizaba, confundió las contradicciones internas, frenó sus posibles resoluciones en un marco democrático que determinarían el desarrollo del sistema socialista, enajenó, antagonizó y persiguió al pensamiento progresista y lo hizo refugiarse en la hospitalidad del burgués. Y todo eso les reventó en la cara…

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      Andres

      12/02/2011 at 15:58

  37. Andrés,

    A ver si me podés aclarar algunas cosas,
    Cuando decís que «se cae en el sofismo de capitalizar el socialismo de estado sobre la base de concepciones burguesas sobre categorías económicas y sociales», no entiendo a que te referís con «capitalizar el socialismo de estado»; tampoco me doy cuenta si es algo dirigido específicamente a mí o a quién va dirigida la crítica, ¿quién capitaliza qué?, no entiendo…

    Luego decís que, «No basta con la definición socrática de los términos en sentido general, sino comprender la dinámica y manifestaciones históricas concretas de tales términos. Aquí se está apelando a categorías en sentido supra-abstracto, que aparecen como generalidades petrificadas al margen de la historia.» Con lo primero estoy de acuerdo; lo segundo, ¿a quién está dirigido?, te lo pregunto porque precisamente esa crítica podría habértela dirigido yo a vos y a Anibal, ya que me parece que ambos caen en ese error -claro que sacando conclusiones opuestas.

    La siguiente frase: «…no se debe criticar el Socialismo de Estado a partir de las formas burguesas de estas categorías; ni se le debe evaluar a partir de una hermenéutica tradicional de El Capital como evangelio marxista…» De nuevo, acuerdo con lo primero pero con lo segundo… me parece que no estoy de acuerdo. Primero, porque la hermenéutica de El Capital es parte de la hermenéutica materialista dialéctica, y ésta es el método científico aplicado al conocimiento de la sociedad, el estado, la política y la economía. Entonces, en principio no le veo nada de malo el utilizar «la hermenéutica de El Capital»… Si concuerdo en que es un error tomarlo como un evangelio… ahí sí estamos de acuerdo, pero entonces, ¿te parece que yo incurro en ese error? ¿Dónde?

    Cuando hablo de pensamientos clichés lo hago en referencia a razonamientos como los que exponen Aníbal y vos. Ojo, respeto lo que ustedes dicen, solo quiero señalar lo que me parece un sesgo de… como decirlo… me cuesta ahora encontrar las palabras, es como que uds. caracterizan el fenómeno de la sociedad burocrática en esquemas que fueron creados para describir otras cosas. A eso me refiero con pensamientos clichés. Logicamente, no creo que sea algo propio solamente de uds. dos, sino algo mucho más generalizado.

    Con respecto a las “clase” burocrática, es cierto que ya habías comentado que -según vos- «no tiene sentido en el materialismo histórico al margen de la propiedad». Pero lo que yo pregunto es por qué. ¿Por qué tiene que tener propiedad privada el sector social que detenta el poder para poder llamarlo «clase»? ¿Por qué no es un problema la falta de propiedad en el caso del sector social explotado y sí podemos llamar clase al proletariado? (Si no está clara la pregunta trataré de explicarme mejor).

    Finalmente, aprovecho esto que decís para plantear otra cuestión: «En el capitalismo sabemos que ese excedente es apropiado por el capitalista y el cual se integra en una cuenta de ahorro privada o se reinvierte en el proceso de acumulación». Hace tiempo que me vengo preguntando cuánto del excedente el capitalista lo consume («se apropia») y cuánto (se apropia pero) lo reinvierte. Me parece que hay algo de falsedad en la expresión de que el capitalista «se apropia del excedente» sino se aclara debidamente de qué parte realmente «se apropia» (en el sentido que digo antes) y cuánto es la parte que reinvierte en la producción (que, capitalista y todo, no deja de ser producción social).

    Saludos.

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    Eduardo

    13/02/2011 at 00:36

    • Eduardo, respondo en el mismo orden de cuestionamiento (y en la medida que permita una cuartilla):
      Primero:
      Reducir, igualar o clasificar el Socialismo de Estado al capitalismo me parece más bien una capitalización de tipo bursátil destinada a inflar o salvaguardar los valores ideológicos del socialismo.
      Segundo
      Simplemente si se analiza el Socialismo de Estado a partir de categorías económicas y sociales que, de antemano, implican relaciones burguesas, entonces, por diseño, no se puede llegar a otra conclusión de que el mismo resultó ser no más que capitalismo. Pero esto constituye un análisis viciado en su construcción, y cuyas conclusiones no reproducen lo que realmente aconteció históricamente en el siglo XX, y por esto, el formalismo que lleve a tales conclusiones debe ser rechazado y no se corresponde con la metodología dialéctica introducida por Marx (de la cual hemos debatido anteriormente en este blog). Es más, esta contradicción debería constituir, de por sí, una prueba por contradicción que rechace las premisas e hipótesis propuestas, pues a partir de ellas se arriban a conclusiones que contradicen la realidad. Ciertamente, mi posición a este aspecto de la cuestión de la práctica del siglo XX (socialismo versus capitalismo) es estrictamente académica, y concluyo que el socialismo se hizo realidad en el siglo XX de la única manera posible dada las condiciones objetivas y subjetivas reales sobre las cuales se materializo.
      Tercero: Yo utilizo las diferentes categorías que intervienen en sentido socialista; en mi análisis yo parto de interpretaciones socialistas acerca de salarios, coste de producción, división del trabajo, etc., etc.; y a partir de estas categorías prosigo con mi crítica y análisis. Yo critico el socialismo real, no lo tergiverso porque resultó ser algo que no esperaba. Entiendo, que es difícil para muchos, al margen de la experiencia, comprender como en la práctica, el socialismo se hizo menos sublime de lo que anticipaba. ¿Por qué? La respuesta es la que trataremos de buscar en lo adelante… pero para esto no dependo de una hermenéutica tradicional (o bíblica, la cual tenía como objetivo la interpretación de las escrituras sagradas) acerca de la sociedad socialista preconcebida por Marx, et. al. No, te equivocas cuando piensas que una ciencia, cualquiera que sea, es algo acabado y depende entonces de cómo se interpreta sus principios y leyes; el proceso del conocimiento es mucho mas dinámico, activo y complejo; y en este sentido, en la práctica del siglo XX, el materialismo dialectico evoluciono considerablemente (y sobre todo en el terreno de gnoseología como teoría científica del conocimiento); también, al margen de la ortodoxia, y quizás por antonomasia, el materialismo histórico avanzó.
      Cuarto: Hay mucho de “robinsonadas” en la concepción del socialismo científico en los clásicos que lo derivaron; pues en ellos, el socialismo es resultado de un ejercicio teórico, que se anticipa a la práctica real del siglo XX. Y es en ese siglo donde el socialismo intercepta la coordenada real de la historia. De nuevo, las categorías que utilizo para reproducir el socialismo real como resultado del pensamiento teórico (siguiendo la metodología abstracto-formal, dialectico concreta) son proyecciones de tales categorías socialistas sobre la realidad y la forma concreta en que se materializaron en la realidad concreta del siglo XX. Que dejo mucho que desear… eso es harina de otro costal… esas son cuestiones prácticas a resolver por generación futuras.

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      Andres

      13/02/2011 at 17:03

  38. Aníbal, discrepamos en lo fundamental, pero realmente aprecio el peso y calibre de tus comentarios.
    Ciertamente, coincidimos que el capitalismo se ha manifestado de manera diversa y muy diferente de lo que pudiese concebir Adam Smith y algún que otro enciclopedista. De la misma manera considero que el socialismo real habría hecho de Marx un disidente de primera línea. Pero decir que el socialismo real es capitalismo me parece tan “acertado” como aquellos que dicen que Barack Obama es socialista, y, hasta comunista.

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    Andres

    13/02/2011 at 19:00

  39. Estimados, les pido que traten de hacer intervenciones un poco más sintéticas. Se trata de comentarios, no de artículos; de lo contrario se desnaturaliza el sentido. Por otra parte, tratemos de ceñirnos más al artículo original. En cualquier caso, en unos dias estaría colgando una nota sobre el tema de la URSS, que puede dar lugar a nuevos comentarios.

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    rolandoastarita

    13/02/2011 at 20:39

  40. Buena nota Rolando, has apuntado varias cuestiones importantes además del tema en sí, que es importante ponerlo en discusión, para tomar medidas. Sin embargo, creo que deberíamos hacer un estudio de los factores individuales de desgaste que sufre el militante (un estudio comprensivo, no sólo condenatorio) y nuestra incapacidad desde la izquierda por equilibrar tanto sufrimiento y angustias con la capacidad de ilusionar desde el realismo. Combinar militancia con placer, fomentando las actitudes lúdico-revolucionarias, para que la militancia no sea un camino en el desierto propio de mártires. Porque no hay tanto mártires en el mundo para hacer la revolución. Creo que debemos potenciar lo que el capitalismo no puede comprar: el amor, en sus distintas formas: solidaridad, compromiso, comprensión, etc. Creo que eso puede ser un buen principio para construir en el presente, el socialismo del mañana. Saludos a todxs.

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  41. Por cierto, felicidades a tu hijo Diego de mi parte, por su estupendo trabajo de diseño. Te ha hecho un blog sobrio a la par que elegante

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  42. Me parece que el análisis ideológico y la fuerte defensa del marxismo «tal como se debe entender» y con lo cual coincido completamente se queda huérfano políticamente. La política es la única herramienta con la que contamos y no puede ser una descripción de consignas principistas y participación «en las masas». Debemos hacer política de acuerdo a los tiempos reales y los cambios de situaciones que en su (nefasta) perdurabilidad generó el capitalismo (condiciones y conciencia de la clase y las masas, globalización, nuevos agentes en la economía,etc) que no cambian la realidad del marxismo, si cambian la construcción política. Recitando a Lenin no es una receta para generar participación política. Esto para que sea una afirmación tendría saber «los como». Hoy, después de 43 años de militancia estoy con más dudas que certidumbres. Es una discución que tengo que desarrollar. Por ahora saludo la existencia de este blog por serio en sus planteos y por saber de lo riguroso en sus análisis de su autor

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    victor Barni

    28/07/2016 at 16:42

  43. Hola Rolando. Antes que nada quería comentarte que leerte a vos me dio una vitalidad que había perdido en lo que es el marxismo. Se hace muy difícil hoy en día siendo adolescente, querer tener un ideal y luchar por ello, ya que toda la juventud vive en un nihilismo que tacha de invalida y sinsentido cualquier tipo de lucha. Y en este marco tan desalentador que es querer ser marxista en un contexto en donde dicha palabra es un insulto feroz digno de las peores descalificaciones intelectuales que te puedan decir, encontrar a alguien con tal lucidez de análisis y que encima sea compatriota, es un gran alivio.
    Respecto a tu entrada tenía una duda. Yo me dedico al área de sistemas y programación, y es un rubro en donde hay mucha competencia y donde si tu compañero puede pasarte arriba, no lo pensará 2 veces. La palabra sindicato es vista muy mal, no solo por la empresa sino por tus propios compañeros quienes te mandan al frente por «problemático». Le hablas de lucha de clases y se te ríen en la cara. La verdad es bastante frustrante querer tener convicción y luchar por lo que crees justo y que lo único que logres es que te peguen una patada a la calle. Te coloca en una situación de impotencia que realmente pareciera no tener alternativa. Sé que soy un militante joven y que tengo mucho por aprender, pero quería ver que opinabas respecto a uno de tantos casos que hay como este…
    Saludos.

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    Jack Eksteen

    02/12/2020 at 23:38


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