Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

«Profundizar el modelo» después de Kirchner

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Una de las primeras cuestiones que se definieron desde las altas esferas del Gobierno a horas de la muerte del ex presidente Kirchner, fue el propósito de “profundizar el modelo”. Por modelo se entiende, en lo esencial, la política económica “industrialista”, aplicada desde 2003. Es pertinente preguntarse entonces cuáles son hoy sus condiciones de evolución.

Crecimiento basado en el tipo de cambio alto

A partir de 2002 el tipo de cambio real alto fue clave para la estrategia del desarrollo “industrialista”; primero en el gobierno de Duhalde, y luego en los gobiernos de los Kirchner. El tipo de cambio real multilateral entre 2002 y 2009 fue, en promedio, un 30% más alto que en el promedio de los últimos 30 años. El cambio abrupto de precios relativos, ingresos y rentabilidades producido con la crisis de 2001, explica mucho de lo que sucedió en los años que siguieron. Recordemos que a mediados de 2002 los salarios estaban, en dólares, a un 25% del nivel de diciembre de 2001. Esa caída de salarios estuvo en el centro de la recuperación de la acumulación.

Pero la baja de salarios se combinó con otros tres factores, por lo menos. En primer lugar, los equipos industriales se habían renovado, relativamente, durante los noventa. En este respecto, hay que dejar de lado la idea, muy difundida en ciertos ámbitos del progresismo, de que durante la época menemista solo hubo especulación y parasitismo. La verdad es que en esos años aumentó la productividad industrial; también lo hizo la relación de capital por obrero (autores de la CEPAL han subrayado esta cuestión). En otras palabras, las empresas que sobrevivieron a las quiebras, renovaron sus equipos, se modernizaron, y también racionalizaron las plantillas (lo que produjo un aumento significativo de la desocupación). En segundo término, como producto lógico de la crisis, en 2002 había gran capacidad ociosa, lo que habilitaba a que hubiera un rápido incremento de productividad, por caída de costos fijos, a medida que avanzara la recuperación de la demanda. En tercer lugar, las tarifas de servicios públicos quedaron congeladas, y los precios de muchos bienes no transables se rezagaron. En 2002 la tasa de inflación fue del 41%, pero los precios de salud, educación y vivienda aumentaron en promedio el 10%.

Todos estos factores se conjugaron entonces para que la ecuación de costos de las empresas, en particular de las productoras de bienes transables, diera un vuelco dramático en los meses que siguieron a la caída del gobierno de De la Rúa, dado que hubo una fuerte recuperación de la demanda en los sectores que producen bienes que compiten con importaciones. A su vez, la recuperación de la ocupación, y del gasto de plusvalía en consumos postergados durante la crisis, dieron impulso al crecimiento.

El crecimiento de todas maneras fue muy desigual. El sector de bienes transables, intensivo en mano de obra (por ejemplo vestido, plásticos), se expandió a una alta tasa; también la producción de automóviles y acero. El sector de energía y petróleo, en cambio, lo hizo a una tasa mucho más baja. Aquí la inversión fue débil, dando como resultado que a lo largo de los 2000 bajaran las reservas de gas y petróleo (ver más abajo). En cuanto a las ramas de servicios, tardaron en recuperar terreno; la tasa de rentabilidad en este sector se vio afectada por el movimiento brusco de los precios relativos. Lo mismo sucedió con productoras de bienes no transables, como telecomunicaciones o ferrocarriles. En cuanto al sector agrario, particularmente el productor de cereales y oleaginosas, tuvo altísimas rentabilidades, y un fuerte crecimiento (expansión de la frontera agrícola y aumentos de productividad). Este sector había renovado maquinaria y equipos, e incorporado tecnología de punta en los noventa. Además, a partir de 2003, además, gozó de una notable mejora de los términos de intercambio. En 2010 los términos de intercambio son un 42% más altos que en 1993 (INDEC).

Además de desigual, el crecimiento fue en buena parte extensivo, ya que la inversión de equipos y maquinaria por obrero se mantuvo baja. Hasta 2006 fue menor que en los noventa (en 2006 se interrumpe la serie del INDEC de stock de capital). La relación inversión/PBI aumenta algún punto con respecto a los noventa, pero sin ser cualitativa. La relación inversión / PBI entre 1993 y 1999 rondó el 19%; entre 2003 y 2009 estuvo en el 20,7%. Si se tiene en cuenta que aumentó la ocupación, se concluye que necesariamente bajó la intensidad de capital por obrero. En 2010 la relación inversión/PBI se ubica en el 20,3%. Subrayamos, es un nivel mucho más alto que el de 2003 (estaba en el 12,9%), pero no cualitativamente más elevado que en los noventa. Y la clave del desarrollo de las fuerzas productivas pasa por la acumulación del capital (contra lo que dicen los neoclásicos). Todo esto explica que de fondo la matriz industrial no se haya modificado en algún sentido profundo (ver nota en este blog “Mitos de los tiempos K”).

Doble superávit y caída del endeudamiento

Junto al crecimiento del PBI, se revirtieron los dos déficit, fiscal y de cuenta corriente, lo que constituye una diferencia importante con los noventa. Por el lado del Estado, los trabajadores estatales sufrieron una fortísima caída de sus salarios en términos reales. El ajuste que De la Rúa había querido hacer por vía de la deflación, lo lograron los gobiernos de Duhalde y Kirchner por medio de la inflación.  Según Buenos Aires City, en 2010 los salarios de los estatales todavía son más bajos que en diciembre de 2001. Por otra parte, aumentó la recaudación, tanto por la recuperación de la actividad económica, como por las retenciones a las exportaciones de granos. Este rubro fue importante. Desde 2002 las retenciones volcaron al Estado unos 30.000 millones de dólares; en 2010 aportarían unos 8.200 millones. En el terreno del gasto, una parte importante de lo recaudado se destinó a subvencionar las empresas de servicios, o alimentos (compañías eléctricas, transporte, molinos) y subvencionar tarifas. Por esta vía se bajaron costos salariales y energéticos, contribuyendo por lo tanto a mantener el tipo de cambio real alto para los sectores productores de bienes transables. En 2010 los subsidios de conjunto representan casi el 4% del PBI. Por eso los subsidios constituyen una carga creciente, y explican el deterioro de las cuentas públicas. No es casual, por otra parte, que el gobierno diga que no tiene dinero para aumentar el mínimo a los jubilados.

En cuanto al sector externo, entre 2002 y 2009 hubo un superávit comercial acumulado de más de 58.800 millones de dólares, contra un déficit de casi 88.000 millones entre 1992 y 2001. Ese fuerte superávit comercial de los 2000 permitió disponer de recursos para pagar en términos reales la deuda. Esto es, se dio lo que los economistas llaman “una transferencia en términos reales”, a diferencia de los noventa. Es que en los noventa se pagaba deuda tomando cada vez más deuda, hasta que la situación se hizo insostenible. A partir de 2002, la deuda se pagó con dólares obtenidos por medio de los dos superávit. Esta circunstancia, unida a la quita por el default, dio como resultado que el endeudamiento de Argentina bajara –en términos de PBI– desde un 160%, en 2002, al 49% en la actualidad. De la misma manera, se han financiado las fuertes salidas de capital, que se incrementaron desde principios de 2008. Según datos conservadores, en tres años habrían salido del país 44.000 millones de dólares. Es notable que el capitalismo argentino haya bajado su nivel de endeudamiento, al mismo tiempo que transfería enormes sumas al exterior, manteniendo un alto nivel de reservas (en la actualidad las reservas son de 49.000 millones de dólares). Todo esto demuestra que en Argentina se produjo una enorme masa de plusvalía; pero gran parte de ese excedente no se reinvirtió para ampliar la base productiva, esto es, para expandir las fuerzas productivas en algún sentido fundamental.

Desgaste progresivo

Desde 2002 la economía argentina ha crecido a tasas asombrosamente altas; desde 2003 a 2010 lo hizo a un promedio del 8,2% anual, a pesar de la recesión de 2009 (pronosticando un crecimiento global de 9% en 2010). Pero también hubo un desgaste progresivo del pilar del “modelo”, esto es, del tipo de cambio alto. Es que casi invariablemente la devaluación tiende a generar presiones inflacionarias, a medida que los precios de los bienes transables y los salarios recuperan terreno, al calor de la recuperación económica. Aquí se aplica buena parte de las viejas explicaciones de la inflación de los estructuralistas. En tanto la inflación se acelera, el gobierno comienza a retrasar el tipo de cambio, a fin de que actúe como un ancla. Si impulsara una nueva devaluación, impulsaría la inflación. Pero el aumento de precios, con el tipo de cambio nominal frenado, significa que se aprecia el peso en términos reales. Debe tenerse en cuenta también que la entrada de dólares, producto del superávit comercial, ejerce a su vez presión en el sentido de la apreciación. Para mantener el dólar alto, el Banco Central compra dólares, y esteriliza (ver nota “El monetarismo criollo” en este blog), pero esta medida también tiene límites, debido al endeudamiento. Por lo tanto aquí se tropieza con una contradicción. Si el gobierno promueve una depreciación de la moneda, acelera la inflación, con poca ganancia en competitividad. Si por el contrario retrasa el tipo de cambio, agrava los problemas de competitividad, acercándose a un escenario parecido al de los noventa. De hecho, hoy algunos sectores industriales empiezan a quejarse de que con este tipo de cambio no pueden competir. Es posible que de prolongarse esta situación, hacia fin de 2011 el tipo de cambio real vuelva a estar al nivel de la Convertibilidad. Aunque la situación internacional es distinta de la existente en los noventa, principalmente por la suba de la demanda mundial de materias primas.

¿Qué significa “profundizar el modelo”?

Por lo explicado, podemos decir que el crecimiento con tipo de cambio alto no tiene secretos. La ciencia de esta “alta política económica” reside en el aumento de la tasa de plusvalía, que se logra por la caída de salarios vinculada a la devaluación de la moneda.

Por lo tanto es consustancial al “modelo” que los salarios se mantengan relativamente bajos. Los salarios del sector privado formal (representaría aproximadamente el 30% de la fuerza laboral) están, en términos reales, un 10% por encima de 2001, y muchos capitalistas se están quejando. Necesitan mantenerse competitivos vía aumento de la plusvalía absoluta, la intensidad del trabajo, y reducción de la canasta de bienes de los asalariados. Pero hay límites a lo que pueden conseguir por esta vía, debido a que la recuperación de la ocupación ha fortalecido el poder de negociación del trabajo (aunque sea por la vía indirecta, de la burocracia sindical). En consecuencia, la variable de ajuste más “a mano” pasa por mantener precarizada a una parte sustancial de la fuerza de trabajo. El 36,5% de la fuerza laboral, según el INDEC, está precarizada. Miles de pequeñas y medianas empresas se benefician de esta situación, que representa un recorte de costos para el capitalismo argentino de conjunto (incluido el capital “nacional, popular y democrático”). En 1990 el sector del trabajo precarizado representaba el 25% de la fuerza laboral, y en 2002 el 38,5%. Puede verse entonces que su participación no bajó de manera significativa en los últimos años, a pesar de la recuperación económica. Incluso el Estado emplea una gran cantidad de trabajadores precarizados, a través de contratos basura, o de empresas subcontratistas. ¿Qué significa en este sentido “profundizar el modelo”?

Teniendo en cuenta lo anterior, puede entenderse también que el crecimiento pueda ser muy alto, pero no cambien las características más esenciales de las estructuras atrasadas y dependientes del capitalismo argentino. Después de siete años de aplicar “el modelo productivista”, no hubo aumento de productividad vía tecnología; no aumentó la relación capital / trabajo; no aumentó de ninguna manera cualitativa la participación de las manufacturas en el PBI; la balanza comercial industrial sigue siendo deficitaria; no hubo incremento del trabajo con alto valor agregado (lo que en el marxismo se llama trabajo complejo). ¿Qué significa entonces “profundizar el modelo” en relación a estas relaciones que no han variado con respecto a los noventa?

Paradójicamente, uno de los sectores que continuó a toda marcha su expansión, fue el cerealero y en particular el sojero. En 2010 la soja aportaría ingresos a Argentina por 20.000 millones de dólares. De conjunto el sector agrario impulsa la inversión, a la par que una parte de la renta se reinvierte en el sector inmobiliario urbano. La sojización entonces no se ha detenido porque en el fondo ha sido beneficiosa para el modelo de acumulación. Cabe preguntarse por lo tanto qué significa profundizar el modelo con respecto a este rubro.

En cuanto a las inversiones en infraestructura, a lo largo de estos años de fuerte crecimiento se han mantenido relativamente débiles. Las tarifas de gas y electricidad están entre las más bajas del mundo, y esto estimula la demanda, ya que los trabajadores y sectores medios tienen más dinero disponible para comprar alimentos o bienes de consumo durables. Pero una situación así no dura indefinidamente. La ley del valor trabajo, y la lógica de la valorización del capital, terminan imponiéndose. La baja rentabilidad lleva a la caída de las inversiones, y por lo tanto de la producción. Las reservas argentinas de gas en 2010 están en 7,8 años, mientras que a fin de la década de los noventa se ubicaban en 30 años. La matriz energética argentina está basada en el gas. Las reservas de petróleo en 2009 eran de 11 años, en tanto en 1998 eran de 34,8 años. Hoy Argentina importa energía. Ya en 2010 hubo cortes de suministro energético, y todo el mundo reconoce que hay que aumentar la inversión en el sector; lo que implica hablar de rentabilidad y tarifas. Algo similar puede decirse del transporte, en especial el ferroviario. La falta de inversión en los ferrocarriles afecta de conjunto la productividad de la economía (los granos, por ejemplo, se mueven en su mayoría con unos 100.000 camiones). Es posible que ciertos acuerdos políticos con el gremio de camioneros también traben la canalización de recursos hacia la revitalización de los ferrocarriles. En cualquier caso, también en el terreno de las inversiones en infraestructura energética, transporte, logística y similares, es necesario preguntarse ¿qué significa profundizar el modelo? ¿Seguir sin invertir en los ferrocarriles, por ejemplo? ¿Acaso que sigan bajando las reservas de gas o petróleo?

Por último, la pregunta que se deriva de lo expuesto ya la hemos formulado, pero vale la pena reiterarla: ¿cómo sigue este programa de crecimiento basado en el tipo de cambio alto, en la actual coyuntura? La apreciación del real, y el alto precio de la soja y el maíz, ayudan a mantener el superávit externo, pero éste se ha venido achicando. Casi el 90% del crecimiento de las exportaciones en los últimos 12 meses se deben a la soja, el maíz, minerales y automóviles. Las exportaciones de automóviles están destinadas mayoritariamente a Brasil; también de acero. De conjunto la industria argentina sigue teniendo problemas para insertarse competitivamente en el mercado mundial. En este respecto, las limitaciones de una estrategia de desarrollo capitalista articulada meramente en el tipo de cambio alto y la súper explotación del trabajo, se revelan insalvables.

Ironías de la historia

Con lo anterior no queremos decir que la economía argentina esté a las puertas de algún estallido económico (por lo menos en la medida en que no se desate alguna crisis política aguda, por ejemplo por la sucesión en el liderazgo del partido Justicialista), sino que subsisten los problemas y las contradicciones estructurales, propias de un capitalismo dependiente y atrasado. Una economía que está creciendo al 9% anual no pasa a una crisis en un mes.

Pero también hay que ubicar el crecimiento de la economía argentina en las tendencias más generales de las últimas décadas. En casi todos los países durante los ochenta y parte de los noventa las burguesías llevaron adelante programas “de ajuste”, esto es, aumentaron la explotación del trabajo. Aperturas comerciales, privatizaciones, flexibilidad y precarización laboral, estuvieron a la orden del día. Con contradicciones y tensiones, toda la burguesía latinoamericana participó o estuvo de acuerdo en esos programas. No se trató de una imposición de la CIA o Washington (como gusta presentar el asunto la propia clase dominante criolla), sino de una actuación según la lógica de sus intereses, que no da muestras de revertirse en algún sentido profundo.

Esa recomposición de las condiciones de explotación, más la expansión de la demanda mundial, generaron las condiciones para la expansión del consumo y la inversión en el continente. Siguiendo esta lógica, los gobiernos “izquierdistas” actuales (pensemos en Lula, Bachelet, Mujica o Tabaré) se convierten en garantes de un rumbo económico apoyado, en líneas generales, por el FMI, el Banco Mundial o el establishment económico mundial y el capital internacionalizado. Puede haber diferencias de grado, matices o peleas por el hecho de que tal gobierno favorezca a tal o cual fracción, pero nada que se salga de esos carriles. En Argentina, las diferencias de programas económicos entre un Lavagna, Prat Gay, González Fraga, Boudou o Lousteau, para mencionar algunos de los economistas más referenciados, son de matices. No hay mucho más que eso. Y la mayoría del pueblo hoy votaría alternativas políticas que incluirían ideas más o menos acordes. Por eso, ni las burguesías locales, ni los organismos y gobiernos del “primer mundo”, tienen como estrategia el golpe de Estado hoy. ¿Para qué iban a tener esta estrategia, si el negocio de la explotación marcha muy bien? (mi posición en este punto es opuesta al análisis de marxistas nacionalistas, como Atilio Borón; o al de intelectuales nacionalistas de izquierda, como Alcira Argumedo).

Es fundamental tener en cuenta la íntima imbricación entre las burguesías y gobiernos latinoamericanos, y el capital mundializado. Los capitales que se fugan al exterior, son colocados en activos financieros; de manera que los intereses de estos capitalistas no difieren, en sustancia, de los que defiende el capital más mundializado y líquido. A su vez, los inversores extranjeros se asocian con los capitalistas locales, para explotar la mano de obra. La estatal Petrobrás recoge 70.000 millones de dólares en los mercados internacionales; es todo un símbolo de los tiempos. Como también lo es la propia trayectoria de los Kirchner, y de muchos ex montoneros que están ahora en el gobierno. En los noventa los Kirchner apoyaron las privatizaciones, entre ellas la de YPF. Lo obtenido con esas privatizaciones no fue reinvertido productivamente en la provincia de Santa Cruz, sino colocado en el sistema financiero internacional.

El default de la deuda argentina, aplaudido por casi todo el Congreso en 2001, no desmiente la tesis de la confluencia de intereses de fondo. En el mismo establishment económico del primer mundo (incluido el presidente Bush) había acuerdo en la necesidad de reestructurar la deuda, con quita incluida. No es un fenómeno infrecuente en la historia del capitalismo; sucede cuando el deudor es insolvente. Luego, la discusión acerca de cuánto era la quita, fue un tema de regateo. Nadie puso en cuestión el problema de fondo, a saber, que la deuda (que había servido para financiar las fugas de capitales de la propia burguesía) debía pagarse con plusvalía arrancada al trabajo. Luego de la quita, el gobierno argentino cumplió religiosamente, y los tenedores de bonos ganaron fortunas. El aplauso de Hillary Clinton al gobierno argentino, es todo un símbolo de que aquí nada se rompió.

También es expresiva la trayectoria del actual secretario de la presidencia, Oscar Parrilli. Este señor fue el informante por el menemismo en la Cámara baja, cuando se decidió, en 1993, la privatización de las jubilaciones. Hoy jura dar la vida por profundizar el “modelo” kirchnerista. En Parrilli toma cuerpo y se singulariza la evolución de toda una fracción política. Observemos también que durante años las dos principales AFJP (y orientadoras del resto del mercado) en Argentina fueron estatales: banco Nación y banco Provincia de Buenos Aires. Como tales funcionaron durante todo el gobierno de Kirchner. Cuando los fondos de las jubilaciones se estatizan, permanecen sin embargo invertidos en los mercados de capitales. De la misma manera, en los 2000, el gobierno de los Kirchner vuelve sobre algunas privatizaciones, pero solo en aquellas ramas que no resultan de interés para el capital privado, debido a su baja rentabilidad. En cualquier caso, las condiciones laborales no mejoran para los trabajadores estatales de conjunto; y continúan los negocios con empresas subcontratistas, como lo pusieron en evidencia los recientes episodios en ferrocarriles.

Al margen de alguna particularidad (más o menos corrupción de tal o cual personaje, etc.), el fenómeno es general. Muchos ex guerrilleros  y militantes de izquierda uruguayos, argentinos, chilenos, brasileños, etc.,  son hoy cuadros del gerenciamiento del Estado y de los negocios capitalistas. Para decirlo con una metáfora, si en los ochenta y noventa las reformas pro capital avanzaron 100 kilómetros hoy, con el crecimiento, se puede retroceder 10 kilómetros (bajar un tanto la desigualdad del ingreso, mejorar salarios). De esta manera se consolida casi todo lo avanzado, pero además, ideológicamente, se es “de izquierda y progresista” apoyando al «modelo». En este respecto, el éxito del neoliberalismo es casi completo. Sus enemigos de ayer cumplen hoy su programa fundamental. Si a los montoneros o tupamaros de los 70 se les hubiera presentado una película de los gobiernos de los 2000, hubieran dicho, sin dudarlo un instante, que se trataba de gobiernos de la derecha. Más significativo aún, en los 70 en Argentina los militantes de izquierda eran asesinados por las bandas paramilitares, con las que colaboraban los burócratas sindicales. En los 2000 asistimos al espectáculo de ex revolucionarios abrazándose con los asesinos de ayer, y amparando a las patotas sindicales más siniestras. Ironías de la historia, pero en el fondo existe un fuerte condicionamiento económico. Por supuesto, en todo esto puede encajar muy bien la reivindicación, superficial y brumosa, de un pasado heroico. Profundizar el modelo entonces significa continuar en esta línea profunda.

Tendencia en América Latina

De manera más específica, lo sucedido en Argentina constituye una particularización de la tendencia económica en América Latina durante la última década. Es que en los años 2000 la expansión de la acumulación en China, India, Brasil y otros países del tercer mundo, elevó la demanda de materias primas. Este viento a favor, aunado a lo que ya hemos explicado, impulsaron las economías. Entre 2003 y 2008 el crecimiento promedio en la región fue del 5,5%; en 2010 será del 5%. América Latina es exportadora neta de materias primas, y se vio beneficiada con el alza de los precios y de la demanda. La mayoría de los países pasaron a tener superávit en sus cuentas corrientes, y realizaron transferencias en términos reales. Por eso en casi todo el continente bajó la relación deuda/PBI y deuda/exportaciones. No es de extrañar que la crisis financiera apenas tocara a América Latina; no se trata de un “éxito singular” del modelo K.

Como producto del crecimiento, hubo también una reducción bastante significativa de la pobreza en América Latina. Unos 40 millones de personas habrían salido de la pobreza. En la fase expansiva del ciclo económico, es natural que se asistan a estos fenómenos (algo que explica Marx en el capítulo 23 del t. 1 de El Capital). La tesis “catastrofista”, que quiere ver una caída en términos absolutos, y permanente, del ingreso de los trabajadores y sectores populares, sencillamente es equivocada. La reducción de la pobreza de Argentina desde el 2002 al 2008, se ubica en este marco.

Al mismo tiempo, en casi todos los países latinoamericanos se redujo un tanto la desigualdad de la distribución del ingreso (CEPAL); aunque la región sigue estando a la cabeza a nivel mundial. El desempeño de Argentina en este plano, entre 2000 y 2010, también es mediocre (ya nos referimos a esto en otra nota del blog). Y como resultado del crecimiento, la desocupación se redujo en América Latina, pero manteniéndose relativamente alta; en la actualidad está en un promedio del 8%. El trabajo en negro y precarizado es alto en casi todos lados.

En conclusión, es necesario tener presentes estas tendencias para el análisis de la economía argentina. Combinadas con los problemas que se asocian a la política de crecimiento basada en el tipo de cambio alto, muestran los límites y las condiciones en que se puede desenvolver la prometida “profundización del modelo” en los próximos tiempos.


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«Profundizar el modelo» después de Kirchner

Written by rolandoastarita

31/10/2010 a 13:36

22 respuestas

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  1. hola rolando: Si acordamos en que la frase «La ley del valor trabajo, y la lógica de la valorización del capital, terminan imponiéndose» vale para cualquier fenómeno social, ¿podemos acordar que la lógica del capital es guía de las políticas y no al contrario? Es decir, ¿la «recomposición de las condiciones de explotación» son comandadas, impuestas por la propia economía y no por la política? En definitiva, ¿qué posibilidades tiene la política de manejar tendencialmente la economía? ¿ninguna?
    Y otra cuestión, hay algunos autores que explican los fenómenos sociales por la lucha de clases. En resumen dicen que todo depende de la lucha de clases. Aclaro que no puedo responder qué es lucha de clases, pero si la tomamos como una relación conflictiva(como es tomada en general, una mera relación) ¿podemos hacer el siguiente razonamiento?:si lo que «manda» es el capital, es lo que «determina» y el capital es una relación social, todo depende de esta relación, ¿no?. Y si esta relación es una relación de clases, y estas están en lucha, por tanto ¿todo depende de la lucha de clases?
    ari

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    Ari

    31/10/2010 at 15:19

    • Es importante tu pregunta, e imposible de responder en un espacio tan corto. En mi página web tengo un artículo (en trabajos publicados) que tiene por título «Estado y relaciones sociales», en el que discuto algunas de estas cuestiones. En líneas generales, pienso que la idea de que hay una lógica del capital, que tiende a imponerse, es vital en el planteo de Marx. Es que muestra que la lucha reformista tiene límites. La lucha por reformas es necesaria, para evitar que la ofensiva del capital degrade completamente las condiciones de trabajo y salariales. Sin embargo, es imposible acabar con la explotación en tanto no se acabe con la propiedad privada del capital. Marx subraya este aspecto de la cuestión. Si no se acaba con la propiedad del capital, esto es, si no se eliminan las relaciones sociales capitalistas, la explotación permanece y las crisis se van a repetir. Este planteo se opone a las tesis subjetivistas y voluntaristas. Los autores que defienden estos planteos (John Holloway es un ejemplo; en Argentina un marxista llamado Néstor Kohan) sostienen que no existen leyes objetivas del capital. Lo cual equivale a sostener que la ley del valor trabajo no es una ley objetiva. A partir de aquí, pienso que no se puede entender la dinámica y las contradicciones del capitalismo. Pero es sobre esta base que se levanta el voluntarismo. Lamentablemente en Argentina esto costó mucho; no se trata de una discusión meramente académica, sino profundamente política.

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      rolandoastarita

      31/10/2010 at 19:14

    • Otra respuesta podría ser que la política puede dominar a la economía del mismo modo que un malabarista puede sostener en el aire sus clavas o pelotas, y tal como suele sucederle a los malabaristas en que finalmente la materialidad objetiva de la fuerza de gravedad da con las bolas por el piso a la política le sucede lo mismo por la acción objetiva de las leyes económicas.

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      Leonardo

      31/10/2010 at 23:14

  2. Rolando,
    Estoy de acuerdo en lo que planteas, pero no veo cómo se vinculan la lógica del capitalismo y la lógica de la lucha de clases.
    Evidentemente no encontrar las conexiones («lógico causal») de los elementos constitutivos de un concepto me hace imposible poder explicar los fenómenos sociales…
    De todas maneras quizás pueda responderme estas preguntas con tu trabajo, graicas por recomendarlo.
    ari

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    Ari

    31/10/2010 at 20:32

  3. Rolo, me gustó la nota. De todas formas, no tomaría como fuente a Buenos Aires City para ninguna variable. Todos conocemos la mentira de las estimaciones que hacía o hace Salvatore del IPC sobre la base de supuestos estudiantes que hacen mediciones. Entre Salvatore y el INDEC estamos fritos. Te recomiendo el IPC-7 provincias que calculamos en CENDA. Es definitivamente mejor y más serio que el dibujo de Salvatore/Bevacqua.

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    Carli Bianco

    01/11/2010 at 01:44

    • Pasame el lugar donde puedo consultarlo. Algo que sin embargo me llamó la atención es que Smata y las patronales automotrices decidieron discutir convenios con el índice de Bs As City. ¿Tan desajustado estará? Comentario al margen: además de la bronca que da lo que hizo el INDEC con el IPC, tenemos el problema de que interrumpen muchas series en 2006. Para estudiar la acumulación en Argentina es fundamental, por ejemplo, analizar la evolución del stock de capital, y las diversas formas de inversión. Incluso es contradictorio con la intención, que se proclama, de aumentar la ingerencia del Estado en la economía. Se dice esto y al mismo tiempo se desarma el principal instrumento de estudio de la economía que tiene el Estado. Es casi esquizofrénico.

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      rolandoastarita

      01/11/2010 at 08:42

  4. Rolo: me interesa saber si tiene algún estudio hecho sobre la economía paraguaya y su actualidad política.
    Después de una larga preeminencia de 100 años de una oligarquía terrateniente formada después de la guerra de la Triple Alianza, con la construcción de Itaipú y Yacyretá aparecieron nuevos poderosos en el país que difieren en mucho de la oligarquía tradicional.
    Hoy la soja y las remesas son de los principales ingresos del país, sin contar lo que su economía en negro (contrabandos, marihuana, etc.) puede estar aportando.
    No conozco una visión de izquierda sobre estos temas.

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    Iván

    01/11/2010 at 17:49

    • Lamentablemente no tengo ningún estudio sobre Paraguay.

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      rolandoastarita

      02/11/2010 at 09:17

    • Y bueno, gracias igual.
      Seguiré buscando o tendré que atreverme a hacerlo yo.

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      Iván

      02/11/2010 at 12:57

  5. Rolo, me gustó la nota, pero creo que deberías citar mas fuentes. Si bien hace mas engorrosa la lectura, es mas serio.
    Por otra parte, dado que la reactivación económica se explica, fundamentalmente, por la devaluación, creo que hay que tener en cuenta el tema de las devaluaciones de china y EEUU. No lei mucho sobre el tema, pero según tengo entendido estan devaluando uno atras del otro. No solo pensar cómo so afecta a Argentina, sino tambien cómo afecta a Brasil, principal socio comercial y destino de nuestras exportaciones. Si en Brasil baja el ritmo de acumulación, eso se traslada para acá. Me parece raro que no se este hablando de esto en la tele. ¿Es un problema o me equivoco?
    Saludos.

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    Gustavo

    02/11/2010 at 04:31

    • Acerca de las fuentes, efectivamente no quise hacer engorroso el artículo. Por eso cité la fuente cuando pensé que pudiera haber alguna duda: particularmente en los salarios, en que utilicé a Bs As City. En este punto tenemos el problema de que el Indec es un escándalo. En un comentario Carlitos B. me dice que es mejor utilizar otro indicador, distinto del Indec y del Bs As City, basado en las mediciones provinciales. El resto de los datos los he tomado del Indec, Ministerio de Economía y Banco Central. Netos comerciales, inversión/pbi, endeudamiento, subvenciones, etc. El único dato que no viene de esa fuente son las reservas de gas y petróleo. Aquí utilicé los datos del Instituto Mosconi (no leí que fueran rebatidos por el gobierno).
      La «guerra de las monedas» se está desarrollando ahora. Muchos países están embarcados en devaluaciones competitivas. El dólar ha bajado en buena medida debido a las inyecciones monetarias para salir de la recesión (en el blog hay una nota en que menciono esto, la referida a la teoría cuantitativa y el oro). Más en general, las bajas tasas de interés y las malas perspectivas económicas en el primer mundo hacen que capitales especulativos (pero también inversiones directas) se dirijan a países del tercer mundo. Brasil es un ejemplo. Esto provoca la apreciación de sus monedas. Argentina se beneficia en cuanto a mantener el tipo de cambio real alto. Los capitales están haciendo operaciones de carry trade con Brasil. Brasil está empezando a ponerle un freno. Pero sigue siendo un problema importante en la economía mundial.

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      rolandoastarita

      02/11/2010 at 09:12

    • Hoy salió una nota en Pag 12 (http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-156386-2010-11-06.html) sobre el tema. El primer árticulo que leo sobre la cuestión pensando en los problemas q nos puede traer y no tomando la cuestión como una anécdota de sucesos en otras partes del mundo. Igual la nota no dece nada, pero por ahi sacas algo.
      saludos.

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      Gustavo

      06/11/2010 at 07:00

  6. Rolando:muy interesante el blog, quisiera saber su opinión respecto a como se inserta en ese esquema la actual propuesta del kircherismo de «la participación de los trabajadores en las ganancias de las empresas, muy defendida desde el sindicalismo cegetista, y si conoce de la aplicación de algo similar en otros países y que resultados han tenido esas experiencias.
    Un abrazo
    Rodrigo

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    Rodrigo

    06/11/2010 at 15:04

    • Estoy atrasado con varios temas, y ése es uno que tengo pendiente. De todas maneras, parece que la propuesta por ahyora se ha cajoneado, a partir de la entrevista de Moyano con los empresarios, en seguida de la muerte de Kirchner. Escuché a defensores de la propuesta decir que era una buena iniciativa porque permitiría elevar la productividad en las empresas, a partir de un mayor compromiso de los trabajadores con las mismas. Existen trabajos sobre management que encaran la cuestión de esta manera, con estudios de casos de empresas capitalistas de diversos países, en los que se aplica esta iniciativa.
      En términos generales significaría que en períodos de bonanza económica podría elevarse un tanto el valor de la fuerza de trabajo (algo que de todas maneras es común en esas fases del ciclo), pero estableciendo mecanismos más automáticos. Esto no cuestiona por lo tanto la existencia de la plusvalía (mucho menos la propiedad privada del capital, como quiso presentar el asunto un sector de la patronal o la derecha más recalcitrante de Argentina). Lo peligroso de esto para el movimiento obrero es que «engancha» a los trabajadores en la lógica de «elevar la productividad y la eficiencia para mejorar los resultados y así elevar el salario». Éste era el criterio que prevalecía en un libro que defendía la participación de las ganancias por parte de los trabajadores; el libro está destinado a empresarios, con estudios concretos de cómo aplicar el principio. Trataria de conseguirlo (lo leí parcialmente, de prestado), porque sería bueno comentarlo.

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      rolandoastarita

      06/11/2010 at 15:19

  7. Rolando teniendo presente la «imbricación entre las burguesías y gobiernos latinoamericanos» te consulto dos cosas ¿Cuáles crees que son las facciones de la burguesía a las que se asocia el poder político actualmente? ¿Cuál es el criterio que usas para concluir con la primera pregunta?

    saludos!

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    Mariano

    17/11/2010 at 12:35

    • Acerca de América Latina, no podría responderte. Sobre Argentina, tiendo a pensar que los gobiernos de por lo menos los últimos 35 años no han expresado fracciones particulares de la clase capitalista. En general soy un poco escéptico sobre el enfoque que trata de explicar los cambios en la política económica por cambios en supuestas fracciones hegemónicas. Reconozco que es un abordaje bastante popular en la izquierda. Es heredero de Poulantzas (y también está bastante influenciado por el famoso análisis de Marx de la revolución de 1848 en Francia). Por ejemplo, se dice que en los 90s tenía la hegemonía el capital financiero; que ahora la hegemonía pasó al capital industrial, etc.
      Pienso que la cuestión es un poco más compleja, pero además muchos de los cambios que pueden favorecer a una fracción u otra, tienen más que ver con dificultades o problemas económicos, que con el ascenso de una u otra fracción. Por ejemplo, la Convertibilidad fue aplaudida en su momento por prácticamente todas las fracciones del capital. Esto se debió a la necesidad de anclar la alta inflación (el mercado casi no funcionaba). El anclaje del tipo de cambio por lo tanto no respondió a la imposición de alguna fracción en particular. Esto sin perjuicio de que, una vez establecida la Convertibilidad, la apreción del peso provocara problemas graves a los sectores que producían bienes transables, especialmente intensivos en mano de obra. Algo similar se puede decir del estallido de la Convertibilidad, y la fase de tipo de cambio alto posterior. El tipo de cambio alto favoreció a industrias sustitutivas de importaciones. Pero ahora el tipo de cambio se está retrasando, y esto no se debe a que se haya impuesto otra fracción, sino a que la inflación se está acelerando.
      Además, se pueden producir cambios bastante bruscos en los alineamientos capitalistas con respecto a un gobierno, pero derivados de las formas que pueda tener un gobierno para resolver conflictos. Por ejemplo, la distribución de la plusvalía a través de la intervención del Estado (mediante precios máximos, tarifas controladas, etc.) tiende a ser cuestionada por el capital en general; éste se inclina por la resolución a través de mecanismos de mercado.

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      rolandoastarita

      17/11/2010 at 16:39

  8. Profesor, le hago una consulta de indole tecnica.
    ¿La deuda publica ha bajado?. Me llama la atencion que se compare deuda con pbi o deuda con exportaciones sin hacer la salvedad de que aun cuando dicha relacion sea mas favorable ( por el crecimiento a altas chinas del pbi o por el aumento de la demanda y los precios de los productos que exportamos) dicha deuda puede seguir incrementandose. Es decir, noto a muchos economistas hablar de que » la deuda ha bajado» omitiendo precisamente el elemento comparativo ( en terminos del pbi por ejemplo). Si se toma el conjunto de la deuda publica, sin omitir la capitalizacion de intereses refinanciados y otras cuestiones que quedan fuera del presupuesto nos encontramos con cifras que exceden bastante la oficial del mecon, incluso esta misma esta en el orden de los 175.000 millones de dolares.
    Entonces la pregunta en cuestion es: ¿ Se puede realmente hablar de una baja de la deuda? por otro lado me gustaria saber si usted tiene algun trabajo referido a la misma. En mi caso, he tomado textos del Dr Giuliani, Olmos Gaona, que se pueden encontrar en http://www.aldorso.com.ar .
    Le mando un saludo
    Hernan

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    hernan

    27/09/2011 at 13:51

    • En términos absolutos la deuda se mantiene alta, pero de todas formas lo que importa es la relación deuda/PBI o servicios de deuda externa/cuenta corriente, etc. Por otra parte también es fundamental seguir la dinámica de la deuda. Esto es, en qué proporción está creciendo, también en relación al crecimiento de la economía.

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      rolandoastarita

      28/09/2011 at 08:55

    • Si, eso me queda claro. Mas alla de la cuestion del caracter de deuda odiosa y de la ilegitimidad de la deuda ( lo planteo desde las causas olmos gaona), me llamaba la atencion dicha relacion (que veo muy extendida en la literatura ) cuando al mismo tiempo la cifras oficiales no computan correctamente la deuda e incluso hacen maniobras para «dibujar» el presupuesto de forma que les de un superavit que tengo entendido, solo es posible incrementando la deuda, por eso preguntaba sobre la cuestion.

      Boudou habla de un «desendeudamiento tremendo» cuando por otro lado veo otras fuentes donde se indica que la deuda sigue creciendo y que de no mediar ninguna modificacion sustancial ( como una auditoria de dicha deuda) se terminaria de pagar mas alla del 2080, con lo cual todavia me hace mas ruido compararlo con el pbi actual ( sobre todo teniendo en cuenta las condiciones por las que crecio el pbi en estos años y el supuesto de que esas condiciones seguiran estables por 40 años o mas, lo que seria un hecho tremendamente inedito y dudoso).

      Le queria hacer un par de preguntas que espero si tiene tiempo y ganas me pueda responder:

      estuve leyendo el debate con Altamira y Ramal, donde entre otras cosas criticaba la eficacia de cierftas medidas sin otras condiciones objetivas que las acompañen ( uso palabras mias) y me preguntaba respecto a la deuda y la posibilidad de hacer una auditoria o declararla deuda odiosa y no pagar o solo pagar una parte: ¿cree que estan dadas las condiciones objetivas para realizar ese tipo de acciones o solo queda asumirla y pagarla a lo sumo bajando tasas y extendiendo plazos? Pienso en las investigaciones de olmos gaona o en quitas como en Ecuador ( aunque no conozco el caso profundamente).
      siguendo este punto queria saber si usted tiene algun texto que refiera a la deuda publica.
      Le mando un saludo y espero pueda y quiera responder mis inquietudes.
      Hernan

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      hernan

      28/09/2011 at 15:09

  9. Hola Rolo. Luego de tal exposición y precisión, dan ganas de cursar con vos los sabados en FSOC-UBA. Saludos Profesor!

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    Mariano

    22/10/2012 at 02:13

  10. Profesor un tipo de cambio alto induce a la inflación debido a que las importaciones se vuelven mas caras en términos de dolar? O existe otra explicación?
    Un tipo de cambio alto (nominal en el principio) induce a inflacion y a un tipo de cambio bajo en terminos reales?

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    alfonso

    31/03/2013 at 19:03

  11. Hola Rolando, cómo podrías analizar la reforma educativa respecto a la política de Néstor y la de Menem?

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    Florencia Gili

    31/05/2014 at 19:47


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