Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Estatismo burgués y socialismo

with 71 comments

Uno de los problemas más importantes que se discutieron históricamente, y se siguen discutiendo, dentro de la izquierda, es si las estatizaciones son progresistas, y deben ser apoyadas –críticamente o no– por los trabajadores. Al respecto existen dos posturas.

Por un lado, están los que piensan que las estatizaciones son siempre progresistas, y que incluso nos acercan al socialismo. Así, en la mayoría de los partidos de izquierda se piensa que, en sí misma, cualquier estatización es progresista. Por ejemplo, hace poco tiempo el dirigente trotskista Jorge Altamira sostuvo, en la TV, que si se estatizara el sistema financiero, nos acercaríamos al socialismo. Para esto bastaría, sostuvo Altamira, con reemplazar en la dirección del Estado a Obama o Sarkozy por dirigentes obreros.

La otra posición, que defiendo, sostiene que las estatizaciones capitalistas en sí mismas no tienen nada de progresivo; y que los trabajadores deberían mantener una postura de independencia de clase. Este enfoque lo encontramos en la tradición del marxismo, y hasta principios de siglo XX.

La tradición en Marx, Engels y Tercera Internacional

Es importante destacar que Marx y Engels jamás plantearon que la clase obrera debiera exigir la estatización burguesa de los medios de producción. En El Manifiesto Comunista propusieron un programa que planteaba la estatización, pero en el marco de una revolución obrera triunfante. En otras palabras, se trata del programa de transición al socialismo, que encararía un gobierno revolucionario, no un gobierno burgués. Luego, cuando tuvieron oportunidad, ambos se pronunciaron en contra de que la clase trabajadora se embanderara detrás del programa de las estatizaciones burguesas. Así, por ejemplo, Marx no apoyó la demanda de estatización de la renta de la tierra en EUA, a pesar de que la consigna era muy popular. Y explicó que esa consigna solo la había adoptado, en El Manifiesto Comunista junto a otras medidas de transición (carta a Sorge, 30 junio 1881).

Pero más clara aún es la posición de Engels en el Anti-Dühring, un texto que fue revisado enteramente por Marx. Después de plantear que la propiedad de los medios de producción por parte del Estado, así como la sociedad por acciones, muestran que la burguesía ya no es imprescindible, Engels agrega:

“Pero ni la transformación en sociedades por acciones ni la transformación en propiedad del Estado suprime la propiedad del capital sobre las fuerzas productivas. En el caso de las sociedades por acciones, la cosa es obvia. Y el Estado moderno,  por su parte, no es más que la organización que se da la sociedad burguesa para sostener las condiciones generales externas del modo de producción capitalista contra ataques de los trabajadores o de los capitalistas individuales. El Estado moderno, cualquiera sea su forma, es una máquina esencialmente capitalista, un Estado de los capitalistas: el capitalista total ideal. Cuantas más fuerzas productivas asume en propio, tanto más se hace capitalista total, y tantos más ciudadanos explota. Los obreros siguen siendo asalariados, proletarios. No se supera la relación capitalista, sino que, más bien, se exacerba. Pero en el ápice se produce la mutación. La propiedad estatal de las fuerzas productivas no es la solución del conflicto, pero lleva ya en sí el medio formal, el mecanismo de la solución” (Anti-Dühring, pp. 275-6, México, Grijalbo, 1968; énfasis agregado).

De la misma manera que la sociedad por acciones hasta cierto punto implica una socialización de la producción dentro del propio capitalismo, la estatización apunta, en opinión de Engels, a la posibilidad de superar al capital. Pero no por ello los marxistas reivindican la sociedad por acciones o la estatización burguesa. Frente a las ilusiones que genera la estatización, plantean que no solo no supera la relación capitalista, sino que la exacerba.

Y todavía en 1891 Engels escribía que “en tanto las clases propietarias permanezcan al mando, cualquier nacionalización no es una abolición, sino una alteración en la forma de explotación; en las repúblicas de Francia, Suiza y América no menos que en la monárquica y despótica Europa Central y del Este” (carta de Engels a Oppenheim, 24 marzo 1891; énfasis agregado).

Por último, digamos que la Tercera Internacional, en el período que tuvo una orientación revolucionaria, también se opuso a que los trabajadores confiaran en las estatizaciones burguesas:

“Reivindicar la socialización o la nacionalización de las más importantes ramas de la industria, como lo hacen los partidos centristas, es embaucar a las masas. Los centristas no sólo inducen a las masas en el error, al tratar de persuadirlas de que la socialización puede arrancar de las manos del capital las principales ramas de la industria sin que la burguesía sea vencida, buscan todavía desviar a los obreros de la lucha vital por sus necesidades inmediatas, haciéndolas esperar un embargo progresivo de las diversas industrias una después de otra, después del cual comenzará la construcción «sistemática» del edificio económico. Vuelven así al programa mínimo de la socialdemocracia, es decir, a la reforma del capitalismo, que es hoy una treta contrarrevolucionaria” (“Tesis sobre táctica”, Tercer Congreso de la Internacional Comunista; énfasis agregado).

A pesar de estos pronunciamientos tan categóricos, esta tradición casi se ha perdido en la izquierda. Solo pequeños núcleos marxistas, y los anarquistas, se mantienen críticos, o escépticos, frente al estatismo burgués.

Un abordaje histórico y teórico

La dominancia de las ideas pro-estatistas en la izquierda posiblemente se pueda explicar por la influencia de las corrientes keynesianas reformistas, en particular durante la posguerra. Recordemos que Keynes pensaba que los males del capitalismo podían solucionarse si el Estado se hacía cargo de las inversiones. De aquí puede haber influenciado a la izquierda, inclinada a pensar que el Estado, en sí, es neutro, o es pasible de ser orientado por los trabajadores, dentro del modo de producción capitalista. Pero la experiencia histórica no abona esta tesis, y parece confirmar las ideas de Marx y Engels, de que las estatizaciones solo sirven a los intereses de la clase dominante.

Por empezar, porque es indudable que muchos regímenes burgueses utilizaron las estatizaciones para reforzar posiciones muy reaccionarias contra los trabajadores. Por ejemplo, en el siglo XIX el régimen de Bismarck estatizaba empresas –lo que dio pie al surgimiento de los socialistas estatistas criticados por Engels– a la par que mantenía fuertes leyes anti-socialistas. Otro caso ilustrativo: en las décadas de 1940 y 1950, la dictadura española de Franco era “estatista”, y nadie podría sostener, con un mínimo de seriedad, que se trataba de un régimen favorable a los trabajadores y el progreso de la humanidad.

Pero más en general, y saliendo de estos casos extremos, podemos decir que las estatizaciones sirven a la burguesía en épocas de crisis, o de extrema debilidad, para fortalecer las posiciones del capital. En los años treinta, en la Depresión, muchos gobiernos, incluso conservadores, fueron estatistas. En la posguerra, la debilitada Inglaterra apeló a extendidas nacionalizaciones de industrias y servicios públicos, que fortalecieron el poder del capital. Algo similar ocurrió en otros países, como Austria o Francia.   Y hoy, con la crisis en curso, muchos gobiernos recurren, de nuevo, a la estatización de empresas y bancos, para salvar al capital.

Pero las estatizaciones burguesas también pueden servir para desviar movimientos revolucionarios, conciliar a las clases y fortalecer, en última instancia, las posiciones de la burguesía. Un ejemplo es el caso de Bolivia luego de la revolución de 1952. El gobierno nacionalista que surgió de esa revolución dirigió una vasta economía estatizada, que tenía como columna vertebral las minas de estaño. Posiblemente nunca se dieron condiciones tan favorables –de acuerdo a los criterios que se manejan en la izquierda nacionalista radical– para que una estatización tuviera éxito. Los obreros y campesinos estaban armados, había una fuerte movilización popular, se agitaban consignas a favor del control de los trabajadores de la economía, y existía un alto nivel de conciencia revolucionaria. Sin embargo, con todos estos elementos a favor, las fuerzas productivas no conocieron ningún desarrollo importante –Bolivia no salió del atraso y la dependencia– y los obreros de vanguardia terminaron siendo reprimidos por el propio gobierno nacionalista, en los años sesenta.

Citemos también el caso de Egipto en los cincuenta, cuando bajo el régimen de Nasser se estatizó gran parte de la economía. Egipto contó con la simpatía del tercer mundo, y la ayuda de la URSS. A comienzos de la década de 1960 algunos marxistas llegaron a pensar que Egipto se encaminaba hacia un socialismo sui generis. En cualquier caso, las estatizaciones eran mucho más profundas y extendidas que cualquier cosa que pudo haber hecho Chávez, u otro gobierno nacionalista contemporáneo. Sin embargo, ya en la década de los setenta aparecía con claridad que Egipto era un país capitalista, con un Estado capitalista. Y así lo sigue siendo al día de hoy.

A la luz de estas experiencias, podemos decir que el programa estatista ha provocado daño al movimiento socialista. Por un lado, porque el movimiento obrero apeló al Estado burgués como si éste estuviera por encima de las clases sociales y fuera «neutro»; pero el Estado sirvió para reprimir y contener al movimiento obrero, en favor del capital.

En segundo término, porque se inculcó la idea de que progresivamente una sociedad se podía ir acercando al socialismo mediante nacionalizaciones burguesas; lo cual es utópico, y lleva a un callejón sin salida. Y en tercer lugar, porque se alentó la colaboración de clases, a través de la entronización del Estado. En este respecto es habitual que se pregone la idea de que las empresas del Estado “son de todos”; que “pertenecen al pueblo” e incluso que los trabajadores deben sacrificarse por ellas. Pero en la realidad, se trata de empresas que extraen plusvalía, y favorecen la acumulación del capital. Y el personal dirigente de las empresas del Estado pertenece a la clase capitalista.

Por eso la consigna de la estatización cumplió exactamente el rol que preveía la Tercera Internacional: sirvió para debilitar al movimiento obrero, e hipotecar su independencia de clase.

Las empresas estatales y el mercado

Si bien entre los años 1950 a 1970 las empresas estatales hasta cierto punto se abstraían de la «dictadura» del mercado y de la ley del valor –con precios administrados y medidas nacionalistas y proteccionistas–, progresivamente todas se vieron sometidas a la lógica de la valorización. Es que a medida que se extienden y profundizan las relaciones mercantiles y capitalistas, toda fracción de la economía se somete a la misma ley del mercado. La exigencia general es que una empresa estatal debe dar rentabilidad, como cualquier otro capital. Muchas cotizan en bolsa de valores (un caso típico es Petrobras), donde están sometidas a la «sanción» de los inversores, que miran con lupa sus balances, y premian o castigan sus perfomances en extraer plusvalìa. Pero aun si no cotizan en bolsa, las empresas estatales deben recurrir a los mercados financieros; emitir títulos, competir con otras empresas capitalistas. Y para esto, también son necesarias ganancias y «disciplina» laboral. Por todos lados se impone entonces el imperio de la valorización. ¿Qué tiene esto de cualitativamente distinto con respecto a lo que sucede con cualquier otra empresa capitalista? Las empresas estatales hoy contratan trabajadores que están precarizados, o a veces incluso «en negro»; imponen en su seno criterios de productividad como si fueran empresas privadas; y favorecen por todos los medios las posiciones del capital, y su Estado.

A modo de conclusión

Lo que explica esta lógica de las empresas estatales es el carácter de clase del Estado, que no puede ser sino capitalista, dado que está inmerso en la sociedad capitalista. Por eso no hay ninguna razón para pensar que las estatizaciones mejorarán la posición de la clase obrera.

Más concretamente, lo que habría que preguntarse ante las estatizaciones es si éstas ayudan a la organización de la clase obrera frente al capital; si favorecen el desarrollo de las fuerzas productivas; o si impulsan una distribución más igualitaria del ingreso de manera duradera. Así, cabe preguntarse si las estatizaciones de correos, del servicio de aguas, o de la aerolínea de bandera, realizadas por el gobierno de los K, cambiaron, en algún grado cualitativo, la relación de fuerzas entre las clases sociales, o la naturaleza del capitalismo criollo.

A la vista de lo que ha sucedido con las estatizaciones burguesas, pensamos que hay muchas razones para sostener que, una vez más, se confirma la vieja tesis del marxismo “de Marx”, y no la del “marxismo keynesiano.


Descargar en formato Word
Estatismo burgués y socialismo

Written by rolandoastarita

12/07/2010 a 16:59

71 respuestas

Subscribe to comments with RSS.

  1. El planteo me parece correcto, ahora, la propiedad capitalista de los meddios de producción siempre asume desde los años treinta al presente, la forma capitalista privada o estatizada.Trotsky palnteaba que la propiedad estatal estaba a medio camino de ser «propiedad socialista», esto, claro está, en el contexto de una revolución popular y obrera. De todas formas, en la izquierda en general, se ha aceptado, en el caso argentino (con el peronismo) y otros similares, que las nacionalizaciones que fue haciendo el populismo significaron medidas progresivas en la redistribución de los ingresos a favor de la clase trabajadora. Actualmente, la clase obrera no se manifiesta taxatívamente sobre el kirchnerismo, que sostiene un proceso de concentración capitalista rabioso, pero toma algunas medidas de indole «social» que son el paliativo del mismo proceso de concentración económica que expresa como gobierno capitalista.Esta es un poco la discusión de fondo.

    Me gusta

    Marcelo

    12/07/2010 at 19:07

  2. Por fin un blog marxista de verdad!
    Lo felicito, Rolando! Un gran aporte el suyo.
    Edu.

    Me gusta

    Eduardo

    13/07/2010 at 06:50

  3. La realización de la acumulación capitalista ampliada requiere de factores externos al proceso productivo. En ese proceso, por una parte, se genera un volumen de mercancías por valor O=C+V+S cada vez mayor, capaz de suplir un mercado cada vez más amplio; por otro lado, en tal proceso la contribución al consumo agregado será proporcional a la inversión en medios de producción y salarios D=C+V+dS (donde dSS en general.
    Para algunos, la solución a la disparidad anterior entre oferta y demanda se resuelve en la circulación, a través de créditos, etc. (Astarita ha tratado este asunto en otros temas). La solución propuesta por Rosa Luxemburgo a este problema fue que el capitalismo debía coexistir con sistemas de producción no-capitalistas. Se pudiera decir que la solución de Keynes es mediante la participación del estado en la actividad económica. El capitalismo del siglo XX da muestra de todo lo anterior. La presencia del estado en los procesos económicos se ve acrecentarse a partir de los 1930s; el acceso a las fuentes de créditos se ha facilitado significativamente; el capitalismo se expande globalmente mientras las grandes potencias apoyan y/o sustentan a regímenes atrasados; etc., etc.
    El punto a destacar es que existen condiciones objetivas en el desarrollo del capitalismo que fundamentan la participación del estado moderno en el proceso económico. El capitalismo de estado, entonces, pudiera ser considerado como una solución históricamente determinada que surge como respuesta viable a la problemática de la acumulación capitalista. En este sentido contribuye al avance del sistema capitalista, al desarrollo de las fuerzas productivas, etc., y por tanto, contribuye así al progreso y el desarrollo socioeconómico, pero solo dentro de la sociedad capitalista. Sería ingenuo considerar que el capitalismo de estado tuviera como objetivo la superación del capitalismo, contribuir al advenimiento del socialismo, como ingenuo resulta también esperar a partir del mismo, una resolución a los problemas fundamentales del sistema capitalista.
    Por otro lado, considero que se procede con suma ligereza si se agrupa en una misma canasta todo tipo de propiedad estatal. Existen objetivos y diferencias fundamentales entre el capitalismo de estado y el estado socialista (i-real, según Anibal) que no se deben obviar.

    Me gusta

    Andres

    29/01/2011 at 18:08

    • Andrés,

      Esta forma de escribir [«En ese proceso, por una parte, se genera un volumen de mercancías por valor O=C+V+S cada vez mayor, capaz de suplir un mercado cada vez más amplio; por otro lado, en tal proceso la contribución al consumo agregado será proporcional a la inversión en medios de producción y salarios D=C+V+dS (donde dSS en general.] es dificilmente comprensible. No sé qué es «O=C+V+S» ni tampoco entiendo qué significa «la contribución al consumo agregado será proporcional a la inversión en medios de producción y salarios D=C+V+dS (donde dSS en general».

      Por favor, considerá este comentario como una respetuosa crítica constructiva.

      Saludos.

      Me gusta

      Eduardo

      11/02/2011 at 19:50

    • Si, tienes razón, a veces escribo un tanto criptico (como diria Rolando)… Otras, cuando introduzco algunas formulillas se corrompe en el mensaje (no se por que).
      En resumen, digo que en la producción capitalista el valor de la mercancía creada es C+V+S (donde C, V, y S son capital constante, variable y plusvalía). La O significa seria oferta. Por otro lado, el capital contribuye al consumo en la medida que paga salarios (V) y compra medios de producción y materiales (en cantidades de C; los cuales equivalen a más salarios y capital fijo de otros sectores productivos). Por ello, digo que en el proceso productivo se agrega al consumo C+V. Entonces, en el mercado, donde las mercancías han de realizarse (venderse), también se realiza S, y a menos que se le agregue al consumo una cantidad delta que no derivó del proceso productivo (externo a él), el capitalista no gana. De cómo se resuelve ese delta, defino (mi propio juicio) lo que considero economía clásica y economía moderna (Rosa Luxemburgo y Keynes; ojo, que no soy Keynesiano). Pero esto ya es otro tema.

      Me gusta

      Andres

      12/02/2011 at 00:57

  4. Anibal
    No estoy seguro si estas planteando que el llamado socialismo real del siglo XX, no fue más que una suerte de capitalismo enmascarado. En verdad esto me parece una tontería que se da de bofetadas con la historia del movimiento socialista en general, y me parece que no concuerda con el calibre de tu capacidad de análisis y el conocimiento que deduzco a partir de tus comentarios. Créame que a mí también me resulta difícil emitir un juicio imparcial acerca del estado socialista real, represivo y despótico donde nací y me crié (y hasta a veces pienso que la desconfianza natural del latinoamericano hacia cualquier forma de gobierno tiene sus raíces en el anarquismo español que emigrara a América en los 1860s).

    Por otro lado, la experiencia de Marx y Engels en la construcción de la sociedad socialista es ciertamente muy limitada para buscar en ellos lo que constituye el socialismo practico. Gústele a quien le guste, o le pese, el socialismo se hizo realidad histórica en el siglo XX y mediante la propiedad estatal que tuvo como objetivo la planificación económica que, en presencia de la ley del valor y los salarios se pretendió realizar aquello de cada cual según su capacidad, a cada cual según su trabajo (no su necesidad todavía, correcto?). Recuérdese también que en ausencia de la propiedad estatal, el campesinado ruso tendía a restablecer las relaciones capitalistas. En fin, el socialismo de estado dio de sí cuanto pudo dar, agotó sus posibilidades de desarrollo (o se convirtió en obstáculo del mismo) y sucumbió como modo de producción y sistema social en tiempo record (aunque no lo suficientemente rápido en algunos casos). He ahí la problemática a resolver por las nuevas generaciones de la izquierda (ojala, sin la pedantería de la llamada 7ma generación como promueve los seguidores de Gustavo Bueno). Pero, ante todo, se debe proceder a un análisis crítico (auto-critico para algunos)… proletarios de todos los países, discúlpenlos… pues no sabían lo que hacían…

    Me gusta

    Andres

    06/02/2011 at 18:16

    • Andrés, esto que afirmás:»se pretendió realizar aquello de cada cual según su capacidad, a cada cual según su trabajo (no su necesidad todavía, correcto?», no sé realmente de dónde lo has sacado. Como base argumentativa me parece muy poco sólida. Estás juzgando (caracterizando) un sistema por lo que sus epígonos decían en vez de juzgarlo en su materialidad. En la sociedad burocrática («socialismo real» o «socialismo i-real») esa premisa jamás se llevó a la práctica, ni se intentó (hasta donde sé).

      Saludos.

      Me gusta

      Eduardo

      11/02/2011 at 20:04

    • No, lo digo seriamente. Ya vez, la diferencia es que interpretas ese slogan de manera sublime. Pero los que trataron de hacer poner en práctica lo que vaticinó Marx, lo tuvieron que hacer sobre la realidad concreta (tan dura a vez como el concreto cemento) que hacen añicos ridículos de lo sublime.
      ¿Y cómo cuantificaría Aníbal y usted la segunda parte de ese slogan, el trabajo, en el socialismo sino a través de la ley del valor y/o mediante alguna forma de salario? Ni el Che, quien énfasis que ponían en el estimulo moral por encima del material, trató de eliminarlo en el socialismo, aunque eso fuese un objetivo a alcanzar a largo plazo (en el comunismo, al cual pensaron él y Fidel llegarían antes que los soviéticos, pues las relaciones mercantiles se superarían o las derogarían por decreto; tan simple como eso… no, amigo, no es chiste, aunque le cause riza).
      Algunos ejemplos entre teoría y praxis:
      La iglesia católica habla del paraíso, el Dios bondadoso, el evangelio. Pero Torquemada parecía la encarnación diabólica; pero no por esto puedo decir que la iglesia católica dejo de ser cristina y alabo al diablo.
      En el periodo victoriano aquellos que reusaban trabajar, se le cortaban orejas y miembros parecido a lo que hacen en el mundo árabe o como hacían en los tiempos de la esclavitud; pero acusar a la reina Victoria de musulmana o definir ese periodo como el sistema esclavista me parece… ingenuo, cuanto menos…

      Me gusta

      Andres

      12/02/2011 at 01:34

  5. Amicus Anibal, sed magis amica veritas
    Nuestra discrepancia es de tipo académica. Pero en la praxis, en la experiencia, en los huesos y en la dignidad humana, la enajenación total (objetiva y la conciencia) es tal que no en valde alguno lo describen como un retroceso histórico pre-capitalista.

    Me gusta

    Andres

    10/02/2011 at 21:35

  6. Andrés, tu observación acerca de que «si hay salario, hay capital», me parece que es facilmente controvertible en cuanto atendemos a la etimología del término, lo cual nos remonta a una época en que no había capitalismo y sí pago en especie. Es decir, podemos encontrar formas de retribución en otros sistemas distintos al capitalismo y hasta podemos predecir el pago de «salarios» en sistemas aun no existentes.

    En suma, no me parece que la existencia de salario nos indique inexorablemente la presencia de capitalismo.

    Saludos.

    Me gusta

    Eduardo

    11/02/2011 at 19:58

    • Esto es para Anibal, correcto?

      Me gusta

      Andres

      12/02/2011 at 00:57

  7. El autor malinterpreta groseramente a Altamira (y si hay alguien que no se deja encandilar por las estatizaciones burguesas es justamente Altamira). Lo que dice Altamira es que en el caso de estatización parcial o completa del sistema financiero, aún siendo fundamentalmente una acción de rescate del capital en bancarrota de parte de su Estado, no solo se demuestra la concentración de capital que hace posible el paso al Socialismo, sino que abre nuevas perspectivas de lucha desde la perspectiva de la independencia de clase.

    Me gusta

    pinchudo

    22/04/2011 at 23:21

    • Lo que dijo Altamira en aquel programa de TV era inequívoco. Consideró que la estatización acercaba al socialismo. Claro que en ninguna parte alguien ha demostrado que la estatización burguesa «abre nuevas perspectivas de lucha desde la perspectiva de la independencia de clase». Las estatizaciones de Bismark en Alemania, del laborismo en Gran Bretaña o de Perón en Argentina, etc., no generaron «perspectiva alguna» de independencia de clase. Si hubiera sido de esa forma, es lógico que el marxismo las hubiera considerado progresivas. Pero no hubo nada de eso.
      Por otra parte, y volviendo a PO y Altamira, existe una larga tradición de este partido de considerar superior la propiedad estatal capitalista de las empresas a la propiedad privada. Es habitual que PO asocie la defensa de lo estatal con la «defensa de los intereses nacionales» (sic); de ahí las denuncias, por ejemplo, del «desguace del patrimonio nacional» (sic). «Patrimonio nacional», «intereses nacionales»…. ¿qué tiene que ver esto con las pretendidas «perspectivas de independencia de clase»? En este punto mis diferencias con PO (y con el la mayoría de la izquierda) no son tácticas, sino ideológicas.

      Me gusta

      rolandoastarita

      23/04/2011 at 09:19

    • Es posible que Altamira haya simplificado o vulgarizado su propio pensamiento para probar un punto (esto en un breve comentario en televisión, sería bueno que se exponga algún documento escrito para confrontar posiciones auténticas). El Partido Obrero se ha destacado de gran parte de la izquierda precisamente por su delimitación de las estatizaciones «progresistas».
      Por otra parte, no hay que deducir del carácter burgués de las estatizaciones una ‘progresividad’ o ‘neutralidad’ de las privatizaciones capitalistas. Por muchos motivos, las privatizaciones generalmente agravan la explotación de los trabajadores. La denuncia de las privatizaciones burguesas («desguace del patrimonio nacional») no equivale a la reivindicación del estatismo burgués. (Lo de «interés nacional» es simple, es el interés de la nación oprimida frente al imperialismo; ¿vos sos de los que piensan que la lucha nacional es irrelevante? Reconocer un «interés nacional» no quiere decir que la burguesía lo defienda, valga la aclaración).
      Dicho esto, no todas las estatizaciones (burguesas) tienen el mismo carácter. De lo que se trata es de realizar un análisis concreto. Son muchos aspectos los que determinan la naturaleza específica de una nacionalización en particular. Sin necesidad de recurrir al ejemplo de Cárdenas y el petróleo, es útil contraponer Aerolíneas (por no hablar de YPF, que fue una estatización trucha) con las AFJP. En este último caso, sin dejar de denunciar su carácter burgués (su finalidad de rescate del capital mediante el pago de la deuda pública) el Partido Obrero apoyó la medida. ¿Para vos no fue correcto? De haber estado en el congreso, ¿debiera haberse abtenido o votado en contra?
      Si se habla de la posición del Partido Obrero, lo que corresponde es referirse a posiciones concretas, y no a un comentario hecho al pasar acerca de un escenario hipotético. Es claro que, por ser un escenario hipotético, la «estatización del sistema financiero» mencionada por Altamira no puede ser caracterizada concretamente. De todos modos, no se desprende de sus dichos que dicha nacionalización tuviera que ser apoyada. Ni Altamira ni el Partido Obrero han sido particularmente elogiosos con las estatizaciones hechas por Obama o Rajoy, entre otros, de grandes bancos y entidades crediticias.
      En todo caso, es evidente que una hipotética nacionalización del «sistema financiero» no es comparable a la de cualquier empresa aislada. Creo recordar la entrevista en cuestión. De acuerdo a mi impresión, el «espíritu» del comentario tenía que ver con el razonamiento que atribuís a Engels: «la propiedad de los medios de producción por parte del Estado, así como la sociedad por acciones, muestran que la burguesía ya no es imprescindible». ¡Qué decir si el Estado tiene que hacerse cargo de todo el sistema financiero! Deja expuesta a la burguesía como un grupo de parásitos… Continuando el razonamiento, «la propiedad estatal de las fuerzas productivas no es la solución del conflicto, pero lleva ya en sí el medio formal, el mecanismo de la solución». Si se reemplaza a Obama (el Estado burgués) por «un» obrero, se obtiene la solución completa ;) Altamira no estaba haciendo otra cosa que marcar la necesidad de un gobierno obrero, de ningún modo ensalzando el estatismo de la burguesía imperialista.
      Hago este comentario no simplemente para «limpiar el buen nombre» de Altamira, sino porque me parece que se presenta un falso debate (que sí es válido frente a la mayoría de las corrientes de izquierda). Saludos

      Me gusta

      RH

      21/11/2013 at 16:50

    • Su comentario no hace más que ratificar lo que afirmo en la nota: tenemos concepciones muy distintas sobre la progresividad del estatismo burgués. Se muestra incluso en la reivindicación del apoyo del PO a la estatización de Aerolíneas. Para decirlo de la manera más clara posible y sencilla posible: me da lo mismo que Aerolíneas enriquezca al grupo Marsans, a un grupo empresario argentino, o a los funcionarios de La Cámpora. Los argumentos ya los he expuesto largamente en notas. Por supuesto, mi positura se vincula también con mi crítica a la idea de que en Argentina está «pendiente la tarea histórica de la liberación nacional».

      Me gusta

      rolandoastarita

      23/11/2013 at 12:31

    • Entendiste mal. El PO no apoyó la estatización de Aeoríneas, sí la de AFJP. Repregunto: ¿de haber estado en el congreso, los diputados del PO debieran haber votado en contra de la estatización de las AFJP?
      Insisto en que tomás una declaración aislada, a la que interpretás caprichosamente, en lugar de confrontar con las posiciones reales y concretas del PO, que no se alejan de lo que planteás en términos generales acá. Es una delimitación totalmente forzada. Saludos

      Me gusta

      RH

      24/11/2013 at 17:01

    • Perdón entonces por entender mal la posición del PO sobre Aerolíneas. De todas maneras, no se trata de la postura ante casos puntuales, sino del enfoque general. Insisto, me da exactamente lo mismo que sea privada o estatal una empresa. Pienso que las estatizaciones no tienen ninguna progresividad. Incluso muchas veces los cambios son casi formales. Se ve en el caso de las AFJP, que estaban regidas por el Estado. Las dos principales, y que determinaban las tarifas del mercado, eran estatales (ligadas a Banco Nación y Provincia de Bs As). Los bancos cobraban comisiones muy altas (al menos ésa era la denuncia), contribuyendo a sus ganancias. Esas ganancias iban entonces, en buena parte, a parar a bancos estatales.
      Luego, cuando los fondos pasaron a la ANSES, fueron saqueados y continúan siendo saqueados. ¿Qué tienen que ver los socialistas con todos esos negociados de burgueses y burócratas? ¿Qué tiene de progresivo que ahora el Estado disponga de esos fondos para dar créditos baratos a grandes capitalistas? ¿Qué mejoró? A los jubilados los matan de hambre, sea con el Estado o con los privados. De manera que desde el enfoque que defiendo, los socialistas no tenían por qué estar a favor de una postura ni de otra. Son problemáticas de la administración burguesa, que en nada benefician a los trabajadores.
      Por otra parte, soy de los que piensan que en Argentina no está planteada ninguna liberación nacional, ya que es un país dependiente. El país no es explotado. La única explotación es de clase.
      Si estamos de acuerdo en estas posiciones, entonces he entendido mal al PO. No me interesa buscar diferencias donde no las hay, y ésta es una de las cuestiones que más me aleja, en lo programático, del FIT.

      Me gusta

      rolandoastarita

      24/11/2013 at 18:57

    • Por si fuera necesario, pego algunos links.
      Este es el manifiesto político del FIT frente a las últimas elecciones http://prensa.po.org.ar/pdf/manifiesto_fit_2013.pdf
      Apartado «Privatizaciones y Nacionalizaciones»: (…) «El Frente de Izquierda denuncia las pseudo nacionalizaciones realizadas y las que se anuncian, como una política de rescate del capitalismo, a costa de una crisis fiscal mayor, e incluso al servicio de los negociados K (como los de La Cámpora en Aerolíneas), que será pagada por los trabajadores. Las nacionalizaciones burguesas han servido para atar aún más profundamente a la burocracia sindical al Estado y a las patronales, e incluso a sus negocios. Es necesario distinguir la nacionalización burguesa, que procura el rescate del sistema capitalista y de los empresarios a los cuales se asocian (TBA, Metrovías, Repsol, entre otros), de la nacionalización que efectivamente convierte a la explotación privada en un verdadero servicio estatal público al servicio del pueblo trabajador. En este caso la nacionalización o reestatización debe ser sin resarcimiento al capital (en realidad, el resarcimiento debe ser del capital al poder público) y operar bajo el control y la gestión de los trabajadores, con un financiamiento a través de impuestos extraordinarios al gran capital.
      (…)»Lo que importa en las nacionalizaciones es que sean una transición hacia la gestión de la economía por parte de los trabajadores y, por esta vía, a una planificación del desarrollo nacional. Esta perspectiva plantea el gobierno de los trabajadores y el pueblo explotado.»

      Un viejo artículo de polémica con los EDI (del 2002) http://prensa.po.org.ar/archivo/po/po769/los.htm
      «Estatismo burgués y socialismo: Mal pueden las nacionalizaciones y estatizaciones, sin embargo, ser en sí mismas un sinónimo de socialismo cuando han sido históricamente un recurso de la burguesía; sea para hacer frente a las dificultades, crisis o colapso del mercado capitalista, sea como un instrumento para enfrentar a los competidores y fundar un «capitalismo nacional». No hay ningún país capitalista que no haya recurrido a ellas en mayor o menor medida en el último siglo. Lo que distingue a un socialista de un economista no es la cantidad de nacionalizaciones que propone sino que el primero se plantea la transformación revolucionaria de la sociedad bajo la dirección de la clase obrera mientras el segundo la niega y la asimila al estatismo económico, o sea a una transformación bajo la dirección de la burguesía».

      Esta fue siempre la posición del PO. Si se busca un poco en google, se encontrarán miles de contenidos similares. Pongan en el buscador «estatismo burgués», «estatizaciones», o similares y «site:po.org.ar» a ver qué encuentran.

      Me gusta

      RH

      24/11/2013 at 18:27

    • No estamos de acuerdo en cuanto al tema «opresión nacional». En el tema «estatismo», aparentemente sí. La denuncia que vos hacés del saqueo de la Anses es uno de los ejes principales de la agitación política del PO, eso lo debés saber. Pero seguís sin responder si había que votar en contra o a favor de la medida de estatizar.
      Por otra parte, al decir «me da lo mismo que una empresa sea privada o estatal», se desprende que es incorrecto oponerse a las privatizaciones (como las que se produjeron en los 90 y se mantuvieron en gran parte hasta hoy). ¿Esa es tu posición? Eso invalidaría las importantísimas luchas que dieron los obreros de YPF, de ferrocarriles, etc. contra la privatización de sus empresas. Sostengo que las privatizaciones, en general, y en particular las que vinieron en su momento junto con toda la ofensiva capitalista a nivel mundial, agravan la explotación de los trabajadores. Por lo tanto nos oponemos.
      También nos oponemos al rescate de las privatizadas mediante la estatización (caso Aerolíneas y otros tantos). Distinto es el caso de las AFJP, porque ahí parece claro que al menos las AFJP no fueron rescatadas (la medida fue instrumentada para sostener el pago de la deuda y subsidios a la burguesía, de eso no hay dudas). El paso a un sistema público de jubilaciones habilita mejores condiciones para una lucha por el 82% móvil. En ese sentido, desde el punto de vista de una lucha independiente de los trabajadores por sus reivindicaciones, la medida puede ser tomada como una conquista parcial (esto no significa que no sea al mismo tiempo una herramienta del estado para para rescatar al capital, y por lo tanto, para atacar a los trabajadores). Por eso digo que, más allá de la postura general expresada acá y compartida por el PO, es bueno hacer una caracterización concreta. Este fue el comunicado ante la medida de las AFJP en su momento http://po-cordoba.blogspot.com.ar/2008/10/ante-el-proyecto-de-ley-que-pone-fin-la.html

      —————-

      Un último aporte. Vuelvo con algo que dije antes: es obvio que la nacionalización integral de la banca (y más aún de la yanqui) está en una escala diferente a las nacionalizaciones burguesas en general. A diferencia de las estatizaciones aisladas, que son medidas de rescate relativamente frecuentes (puede decirse que forman parte de la ‘normalidad’ del sistema capitalista), esta sería una medida absolutamente excepcional, y tendría un alcance gigantesco (el sistema bancario es una parte fundamental del capitalismo…). Por eso amerita una discusión específica, y no simplemente ser englobada dentro del debate «estatizaciones burguesas: a favor o en contra», que de por sí ya es una manera algo limitada de plantear el problema.

      No logré encontrar un artículo de Altamira de la fecha del post (2010) que hiciera mención de una eventual nacionalización de la banca… Sí encontré este otro, del 2008 http://rebelion.org/noticia.php?id=74126, y también una declaración de la CRCI (que el PO integra) http://crciweb.org/node/434
      Evidentemente, nada de lo que ahí se dice supone que la nacionalización capitalista de la banca implicaría un avance del proletariado.

      Creo que de lo que se trata es de considerar una nacionalización del sistema financiero como un episodio de la crisis mundial. El desarrollo de la crisis capitalista plantea objetivamente las condiciones para la revolución social. En este sentido, y sólo en este sentido, podría pensarse que la nacionalización capitalista de la banca, en tanto salto cualitativo en ese desarrollo, «acerca al socialismo». Este es el punto de vista (catastrofista) del Partido Obrero. Se puede estar de acuerdo o no, pero no tiene nada que ver con un planteo estatizante.

      Para concluir: si no estás de acuerdo con el catastrofismo se trata de una diferencia ‘legítima’. He visto que discutís ese y otros temas en este blog. Pero es otro debate. No es correcto asimilar la posición del Partido Obrero con el estatismo vulgar de mucha izquierda. Si como decís vos no te interesa buscar diferencias donde no las hay, y efectivamente «entendiste mal al PO», correspondería una rectificación en este artículo. Es una sugerencia de buena fe, espero sea tomada como tal.

      Disculpen la extensión del comentario. Saludos.

      Me gusta

      RH

      25/11/2013 at 12:30

    • Si le digo que los socialistas no debían tomar partido, que daba lo mismo, estoy diciendo que la posición correcta era abstenerse. Por eso, no puedo acordar con un texto como éste, que circuló por aquellos días en que comenzaba a tratarse la estatización de las AFJP:
      «Exigimos a las direcciones de la CGT y la CTA que rompan con el gobierno y lancen una huelga general por la estatización de las AFJP, la nacionalización de los bancos sin indemnización, el control de cambios y un plan económico de los trabajadores».
      Para que le quede más claro: no veo nada «gigantesco» en la estatización incluso de TODA la banca.
      Con respecto a las luchas de los trabajadores contra privatizaciones, se puede apoyar una medida de fuerza estando de acuerdo solo parcialmente con los puntos de lucha; o aclarando en qué sentido se apoya una lucha. En última instancia, un objetivo de lucha mal planteado no fortalece, sino debilita. Es un hecho que por lo menos una cantidad muy importante de trabajadores (estatales en primer lugar) apoyan la estatización de Aerolíneas, del Correo o de las AFJP, y no por eso tengo que coincidir.

      Me gusta

      rolandoastarita

      25/11/2013 at 13:13

    • Queda claro entonces. Para que quede claro también (a riesgo de ser reiterativo), en ningún lugar dice que la estatización de TODA la banca por los gobiernos capitalistas de Francia o EEUU debiera ser apoyada. Su «progresividad» sólo podría ser entendida en el mismo sentido en que el marxismo entiende la progresividad de otros fenómenos del capitalismo, que no por eso deben ser apoyados o impulsados.
      En cuanto a las privatizaciones, quiero hacer notar que una posición como la tuya hubiera marginado a la izquierda de uno de los principales ejes de la lucha de clase durante todo un período (y de la formación misma del movimiento piquetero). Dejar pasar las privatizaciones, además, no hubiera «fortalecido» de ningún modo a la clase obrera. Sí se organizó, intervino como clase y se formó una conciencia al resistirlas. Continúo la discusión más abajo, en relación a lo que dijiste en otro comentario, si no te molesta

      Me gusta

      RH

      25/11/2013 at 17:48

  8. Rolando, hace poco que comencé a leer tu blog. Este texto me gustó mucho y me aclaró bastantes cosas.
    Tengo unas preguntas que me surgieron: ¿Cuando YPF estaba estatizada como influía en la economía Argentina? ¿Cómo influye hoy en día?

    Saludos!

    Me gusta

    cavecatt

    19/02/2012 at 20:08

    • No tengo un estudio en particular sobre YPF como para responder las preguntas, solo los datos que han aparecido en la prensa. Para colmo, en los últimos años hay muy poca información oficial, y además es muy parcial. De todas maneras, justamente por estos días estoy preparando otra nota sobre la cuestión del capitalismo estatal, esta vez en relación a la globalización.

      Me gusta

      rolandoastarita

      20/02/2012 at 10:14

  9. Casi de acuerdo con Rolo, pero…
    un matiz. No toda empresa estatal es una empresa verdaderamente capitalista, en la que su utillaje actúe como capital constante y los salarios pagados sean capital variable. De hecho, no son así la mayoría de las empresas públicas (estatales, autonómicas y municipales) en España y creo que también en Argentina.
    Es que muchas empresas públicas lo son porque prestan servicios esenciales («condiciones generales de la producción» de Marx) pero no son rentables como para ser explotadas por el capital. Por eso son públicas y el «capital» que usan no es más que rédito gastado (procedente de los impuestos sobre el capital variable y el plusvalor social). Por eso, no son capital, no producen plusvalor nuevo, no se incluyen en la igualación de la tasa de ganancia. Pueden producir mercancías o servicios, producen valor, pero sólo reproducen el valor gastado (y a veces ni eso) sin producir un plusvalor.
    Las empresas estatales en la que sus activos actúan verdaderamente como capital son las que en Latinoamérica llaman «fiscales», son el ejemplo del correo nacionalizado en Alemania según Engels, su función es complementar a los impuestos como fuente de financiación del estado. Son empresas capitalistas que sólo se diferencian formalmente de las privadas, mientras que las otras empresas públicas sólo son «capitalistas» formalmente.
    Lógicamente una empresa estatal puede pasar de una situación a otra; lo normal es que si llega a la segunda, sea privatizada. Las de la primera situación por definición cumplen una función necesaria pero son una carga para el capital social por lo que la tendencia es o a volverlas rentables (pasarlas a la situación 2) o bien cerrarlas simplemente e intentar suplirlas con otra cosa.
    Paul Mattick, que hizo interesantes aportaciones sobre este tema, consideraba que los trabajadores de ambos tipos de empresas son tan proletarios como los de las empresas privadas productivas o no (distribución, banca) porque lo que los define como proletarios es la venta de su fuerza de trabajo por un salario y la falta de control sobre este trabajo.
    Y, añado yo, desde el punto de vista del programa de independencia de clase, hay que defender ambos tipos de empresas, especialmente las primeras, no porque sean «socialistas» al no ser capitalistas sino porque cumplen funciones útiles que las necesidades de la valorización del capital pretenden dejar sin cubrir. En no pocos casos, cumplen una función de «salario indirecto en especie» porque son el producto del gasto de una porción del capital variable (y del plusvalor, que son los que nutren los impuestos) y su producto en forma de valor de uso o efecto útil suele ser preferentemente usado por la clase trabajadora. En este sentido son iguales que la enseñanza y sanidad públicas, aunque no tengan la forma de empresas públicas sino de brazos de la administración. Son en lo fundamental salario diferido en especie, parte del capital variable social pero «socializado» (excluyo por simplificar al plusvalor; los empresarios han aprendido a pagar lo menos posible de tal manera que el estado español, por lo menos, se financia más sobre los impuestos a los salarios que a los beneficios).

    Me gusta

    AC

    01/03/2012 at 13:01

    • Sí, de acuerdo. Pero también sucede que hay empresas estatales a las que se les hace perder dinero, para abaratar los costos de la mano de obra al resto del capital. Algunos dicen que hubo algo de esto con las empresas estatales argentinas, en las décadas anteriores a las privatizaciones. No se regían por la ley del valor, las tarifas no se fijaban según costos y ganancias; de manera que los servicios eran muy baratos, con las consecuencias para el costo de la mano de obra. Una consecuencia era que tampoco había inversión; de a poco se iban deteriorando. Las privatizaciones buscaron someter estas empresas a la ley del valor. Lo cual repercutió sobre el conjunto. Por caso, hoy hay muchas empresas estatales, en todo el mundo, que están sometidas a la ley del valor. Tal vez el caso más claro sean las petroleras. Las petroleras más grandes del mundo (que controlan entre un 75 a 80% de las reservas mundiales) son estatales. Pero la mayoría cotiza en bolsa, debe presentar balances, rentabilidad, etc. Petrobras es un buen ejemplo.

      Me gusta

      rolandoastarita

      01/03/2012 at 17:29

    • Me parece que las conclusiones políticas de AC son diferentes a las tuyas, contradicen la crítica a la defensa del capitalismo estatal ¿o me equivoco?

      Me gusta

      Omar

      01/03/2012 at 18:03

  10. Para agregar algo: incluso en La Lucha de Clases elaborada por Kautsky como comentario al Programa de Erfurt, se critica a quienes auspiciaban un «Socialismo de Estado» (y perdonen, pero no lo encontré en español):

    «The economic activity of the modern state is the natural starting point of the development that leads to the Co-operative Commonwealth. It does not, however, follow that every nationalization of an economic function or of an industry is a step towards the Co-operative Commonwealth, and that the latter could be the result of a general nationalization of all industries without any change in the character of the state.

    The theory that this could be the case is that of the state Socialists. It arises from a misunderstanding of the state itself. Like all previous systems of government, the modern state is preeminently an instrument intended to guard the interests of the ruling class.This feature is in no wise changed by its assumption of features of general utility which affect the interests not of the ruling class alone, but of the whole body politic. The modern state assumes these functions often simply because otherwise the interests of the ruling class would be endangered with those of society as a whole, but under no circumstances has it assumed, or could it ever assume, these functions in such a manner as to endanger the overlordship of the capitalist class.»

    http://www.marxists.org/archive/kautsky/1892/erfurt/ch04.htm
    http://www.marxists.org/history/international/social-democracy/1891/erfurt-program.htm

    Y luego, en su «Contribución a la crítica del proyecto de programa socialdemocrata de 1891», Engels habiendo hallado contradicciones entre esta crítica al «Socialismo de Estado» y ciertas reivindicaciones de estatización presentes en el programa, apunta:

    «Aquí yo quisiera fijar la atención en lo siguiente: estos puntos exigen la estatificación 1) de la abogacía, 2) del servicio médico, 3) de las farmacias, del trabajo de los dentistas, las comadronas, los hospitales, etc., etc., y a continuación se plantea también la reivindicación de estatificar totalmente los seguros obreros. ¿Se puede confiar todo eso al señor de Caprivi? ¿Concuerda eso con la declaración hecha antes contra todo socialismo de Estado?»

    http://www.marxists.org/espanol/m-e/1890s/1891criti.htm

    La idea no es leer estas citas descontextualizada ni acríticamente, pero dan para darle vueltas también.

    Saludos!

    Me gusta

    Felix

    25/05/2012 at 04:24

  11. Entonces, ¿la URSS también era un estatismo burgués en vez de un socialismo real?

    Por otra parte, ¿cómo se conformaría un Estado socialista bajo su postura? Siendo aun más directo:

    ¿Cómo aplicaría el marxismo a la economía política? ¿Cómo funcionaria? ¿Socialismo de mercado? Porque leyendo lo que escribe asiduamente pareciera que es así.

    Saludos.

    Me gusta

    Slava Stalin

    24/11/2013 at 08:06

    • Soy crítico de la caracterización de la economía soviética como socialista, y también como capitalismo de Estado (puede consultar aquí, por ejemplo).
      Por otra parte, el socialismo supone la superación del mercado (que es una forma anárquica de regulación del trabajo social). Lo cual no implica decir que el mercado pueda suprimirse a fuerza de decretos, burocracia y campos de concentración, como intentó Stalin. El propio Lenin advirtió las dificultades para superar el mercado, y entrevió que aun para organizar en cooperativas a los campesinos se precisarían décadas. Trotsky escribió luego en el mismo sentido. Dejó también una importante idea: que un Estado de los trabajadores debería avanzar combinando el mercado, la planificación y la democracia soviética. Pienso que los marxistas debería estudiar con atención las experiencias de economías soviéticas, porque encierran muchas enseñanzas. La economía bajo dirección de una casta burocrática en ningún lado tuvo éxito, y esto hay que registrarlo y analizarlo.

      Me gusta

      rolandoastarita

      24/11/2013 at 11:04

    • Interesante. Lo que voy a poner a continuación creo que tiene directa vinculación con el tema del post (y mucha importancia para mí) y me gustaría saber cuáles son sus respuestas, pues creo que hay mucha crítica al marxismo desde los planteamientos siguientes:

      Hay ciertas dudas que me han surgido siempre leyendo a Marx… ¿cómo se organizaría una Economía política, la Economía nacional, sin un Estado? ¿Se puede hablar (y subrayo el puede) de Economía política, de Economía nacional, al margen del Estado? ¿La Economía nacional sin Estado, que en mi opinión es imposible, sería la »simple» «administración de las cosas»? Me resulta muy utópico lo del fin del Estado y lo situaría en el horizonte anarquista que veo implícito en Marx en su teoría del Estado. A lo sumo podría decir que, debido a resortes en materia económica política como la mejora constante de las fuerzas productivas (entre otras cosas), se llegaría a una fase post-estatal donde el mundo fuera una suerte de Estados supranacionales a modo de placas tectónicas. Eso o llegar a formar un único Estado mundial.

      Me gusta

      Karlos

      27/11/2013 at 15:17

  12. Quizás lo progresivo que pueden ver algunos en las empresas estatales, por sobre las empresas privadas, es que la toma del poder por parte del proletariado no exigiría, en un primer momento, la expropiación de las empresas estratégicas de la economía ya que, al tomar posesión de la maquinaria estatal, para su destrucción, toma también la posesión de las empresas estatales.

    Es como cuando Lenin, al escribir sobre el programa militar de la revolución proletaria decía «El propósito de la burguesía es desarrollar trusts, empujar a niños y mujeres a las fábricas, donde los tortura, los pervierte y los condena a la extrema miseria. Nosotros no «exigimos» semejante desarrollo, no lo «apoyamos», luchamos contra él. Pero ¿como luchamos? Sabemos que los trusts y el trabajo de las mujeres en las fábricas son progresistas. No queremos volver atrás, a los oficios artesanos, al capitalismo premonopolista, al trabajo doméstico de la mujer. ¡Adelante, a través de los trusts, etc., y más allá de ellos, hacia el socialismo!»

    Me gusta

    Lucas

    24/11/2013 at 22:28

    • Sinceramente, no me queda nada claro ese «Es como» que escribe. No veo de que manera su afirmación precedente y la cita tengan que ver entre sí.

      Saludos.

      Me gusta

      Gerardo Daniel

      25/11/2013 at 00:36

  13. La centralización y concentración de la economía capitalista es una premisa del socialismo. Los socialistas no luchan para que haya monopolios, pero es evidente que la posibilidad de edificar una sociedad socialista es más viable, con la centralización y concentración del capital que existe actualmente, que la que existía hace 150 años.

    Utilizando el mismo criterio, lo que quise decir es que la situación de que haya empresas estratégicas estatales burguesas, si bien no es algo que puedan reivindicar por sí mismo los socialistas, sí representan una situación más favorable para el proletariado que, al tomar el poder, toma posesión directa de esas empresas, sin necesidad de expropiar a uno o muchos burgueses.

    Que quizás sea esa una de las razones por la que muchos socialistas consideran que es progresiva la estatización de empresas privadas.

    Me gusta

    Lucas

    25/11/2013 at 10:50

    • No entiendo. Ud dice que si el proletariado toma el poder, mejor si ya encuentra empresas que estén bajo la dirección del estado porque así se ahorra el trámite?
      Mire que ya estamos hablando de una revolución. Ahí la defensoría del pueblo, fiscalía de estado, los tribunales ordinarios, la justicia contenciosa administrativa y esas cosas dejan de funcionar…
      Cuando suceden esos acontecimientos no se anda uno mirando quien anda flojo de papeles… Si se tiene las fuerzas necesarias, se expropia.
      De fondo lo que se está discutiendo, es el gradualismo de cabotaje, los artilugios de manual para acercarse al socialismo sin jorobar tanto el sentido común burgués que suele dominar la mente de nuestros interlocutores cotidianos.

      Me gusta

      Roberto

      25/11/2013 at 13:08

    • Creo que el argumento es válido, pero no necesariamente la estatización de empresas aisladas implica una centralización del capital. Sí sería aplicable a la estatización de toda una rama de la producción. El asunto de la indemnización tampoco es menor en este respecto.

      Me gusta

      RH

      25/11/2013 at 13:15

    • Si la estatización la lleva a cabo un estado burgués, ud. no se haga problemas por el tema de la indemnización… Si el estado burgués indemniza, lo hace con plusvalía y si no indemniza se guarda esa plusvalía para otros menesteres a los que tiene que atender para dominarnos. No se preocupe por ese dinero, es algo que ya se apropió el burgués o su estado, ni por error va a ir al salario.

      Me gusta

      Roberto

      25/11/2013 at 15:11

  14. No digo que yo piense así. Por el contrario, no lo tengo claro. Digo que podría ser uno de los argumentos para sostener que es progresiva una estatización de empresas privadas.

    Lo pienso de la siguiente manera. Si la clase obrera mexicana hubiera hecho la revolución antes del cardenismo, habría debido expropiar más de una empresa petrolera y unificar la dirección y planificación de la explotación petrolera. Luego de las expropiaciones del gobierno de Cárdenas, si la clase obrera mexicana hubiera hecho la revolución, se habría encontrado con la producción petrolera centralizada en una única empresa estatal. Si esto no implica ninguna diferencia cualitativa a favor del proletariado, por supuesto que no cabe preferir una situación por sobre otra.

    Tiendo a pensar, aunque no estoy seguro, que es más conveniente para la clase obrera, encontrarse con la producción centralizada en las empresas estatales, con una contabilidad pública central, que tener que realizar esa tarea desde cero.

    Lo mismo cabe para la Argentina, no es lo mismo tener que expropiar a Esso, Shell, Petrobras, Pan American Energy, Sipetrol, Pluspetrol, etc etc, que sólo tener que asumir la administración de una única empresa estatal, como podría ser YPF. Lo mismo con respecto a SEGBA, OSN, ENTEL y tantas otras empresas estatales. No es lo mismo un capitalismo de estado donde hay sólo un banco nacional que tener que expropiar a muchos bancos.

    No se trata de pensar, solamente, que habrá que expropiar a más o menos burgueses, que también importa, sino que se va a tener que proceder a la reorganización económica nacional. Sobre este punto, tiendo a pensar que la clase trabajadoras podría estar en ventaja si las empresas ya fueran estatales. Como si parte del trabajo ya estuviera realizado.

    Desde el punto de vista ideológico, dado que en este supuesto, al tomar el poder, el proletariado se hace con el manejo de esas empresas, sin expropiar, hasta ese momento, a ningún burgués, también es una posición ventajosa. Hasta quizás permitirá tener una mayor base social de apoyo. (No cabe suponer que la clase obrera realizará la revolución con el apoyo total de la sociedad en su conjunto ni, tampoco, con el apoyo de la totalidad de los trabajadores. Cabe suponer que una fracción de la clase obrera permanecerá en el campo contrarrevolucionario).

    Sin pretender caer en una falacia de autoridad, Trotsky señalaba una serie de peligros que existían al nacionalizar la industria (http://www.ceipleontrotsky.org/La-industria-nacionalizada-y-la-administracion-obrera-1) pero entiendo que prefería esa situación por sobre la industria sin nacionalizar.

    En síntesis, me parece que la estatización de las empresas privadas brinda un terreno más ventajoso a la hora de pensar que el proletariado, cuando haga la revolución, va a tener que reorganizar la economía nacional y centralizar la planificación de la producción y de la distribución.

    Me gusta

    Lucas

    25/11/2013 at 16:05

    • Alguna observación. Primero, y como criterio general, el marxismo considera que el capitalismo desarrolla tendencias progresivas, y no por ello toma una posición política de apoyo a las mismas. El ejemplo más claro lo dio usted mismo. El marxismo considera que la gran propiedad del capital es progresiva con relación al pequeño capital, y no por esta razón apoya al gran capital contra el pequeño.

      En segundo lugar, y en el mismo sentido que lo anterior, se puede considerar también que ciertas formas del capital preanuncian la superación de la relación capitalista, y no por ello hay que tomar partido por ellas. Por ejemplo, Marx decía que con la sociedad por acciones se tiene la supresión del capital como propiedad privada en el ámbito del modo de producción capitalista, y no por ello vamos a apoyar el avance de las sociedades por acciones.

      En tercer lugar, la progresividad de una estatización no debería medirse solo con el criterio de si sería más sencilla su expropiación en el futuro. También deberían entrar en consideración factores tales como el impulso que puede generar al desarrollo de las fuerzas productivas, o el freno.

      En cuarto término, y más importante, hay que poner en la balanza los efectos sobre la conciencia de clase del apoyo por parte de los socialistas a las estatizaciones burguesas. En este respecto, me parece que fue muy atinado el criterio de Trotsky cuando evaluó la progresividad de la ocupación de una parte de Polonia por parte del Ejército Rojo, en 1939. Los stalinistas decían que la ocupación soviética era muy progresiva porque se abolía el capitalismo en una parte del territorio polaco. Observemos que ya no se habla de capitalismo de Estado, sino de la extensión de un régimen que se consideraba «soviético» (stalinistas) u «obrero burocrático» (Trotsky). Podría haberse esperado que Trotsky apoyara la estatización. Sin embargo, consideró que la medida de Stalin era regresiva, a causa de los efectos terribles que tenía sobre la conciencia socialista de las masas. Su razonamiento fue: al lado del polo positivo, estatización en una parte del planeta, el lado negativo cuenta mucho más (puede verse el argumento en En defensa del marxismo). En mi opinión, lamentablemente Trotsky no mantuvo esta caracterización ante las estatizaciones mexicanas. Allí prevaleció su argumento «anti-imperialista». Pero sigo considerando que el enfoque que expuso en 1939, ante al caso polaco, es correcto en lo fundamental.
      El apoyo socialista a las estatizaciones burguesas ayuda a inculcar la idea de que el Estado «es de todos»; que los trabajadores estatales deben sacrificarse «por el patrimonio común» (o por la patria, y similares); y que hay puntos de colaboración entre las burguesías nacionales y la clase trabajadora. Al lado de estos «pasivos», no veo nada por el lado del «activo» que pueda compensar, siquiera remotamente.

      Me gusta

      rolandoastarita

      25/11/2013 at 16:26

    • Hola rolo
      a partir de esta respuesta tuya, los salarios de los trabajadores del estado los empleados publicos tienen su salario de los impuestos por lo tanto el orgien es la plusvalia o la ganancia de la burguesia?

      Me gusta

      Alicia

      25/11/2013 at 17:45

    • Sí, los impuestos son parte de la plusvalía, y a los trabajadores estatales se les paga con impuestos.

      Me gusta

      rolandoastarita

      25/11/2013 at 18:54

    • Evidentemente, lo que debe guiar a los marxistas en la determinación de sus posiciones en la lucha de clases, es si se fortalece o no la constitución de la clase obrera como sujeto histórico, como clase para sí.
      En ese sentido, la consideración que vos hacés respecto de las nacionalizaciones burguesas (sin excepción) es de orden ideológico. «Contribuyen a difundir la conciencia de que ‘el Estado es de todos'», etc. O sea que sirven a la colaboración de clases, no a la independencia política de los trabajadores.
      Que esta es una de las motivaciones de los gobiernos burgueses que realizan estatizaciones no cabe duda, especialmente en casos como el mexicano. Pero no se deduce de ningún modo que, al rechazar la estatización, los marxistas hubieran colaborado efectivamente de alguna manera a la independencia política de los trabajadores.
      Una buena prueba de ello es el resultado de la política del PC frente al peronismo. Partiendo de una inserción importante en el movimiento obrero, el PC rechazó cada una de las concesiones del peronismo, incluido por ejemplo el aguinaldo. Si Perón entregó el aguinaldo con la clara intención de incrementar la autoridad del Estado capitalista sobre los trabajadores, el llamado del PC a «devolver el aguinaldo» no ayudó en nada a disminuir este efecto. El resultado fue que los trabajadores abandonaron en masa al PC yéndose al peronismo, y el PC perdió toda influencia sobre el movimiento obrero por el resto de sus días.
      Una posición como la de Trotsky ante el cardenismo permite intervenir en el movimiento real, dando a los socialistas la posibilidad de dar una lucha política contra las tendencias a la conciliación de clases.
      A diferencia de las consecuencias económicas de la estatización sin indemnización de toda la industria petrolera mexicana a las empresas imperialistas (posibilidad de desarrollo de las fuerzas productivas nacionales, por ejemplo), las consecuencias ideológicas no son irremediables. Pueden ser contrarrestadas mediante la lucha teórica y política, direccionando al movimiento obrero en la lucha por sus reivindicaciones y en oposición al Estado. La condición para esto es no marginarse políticamente rechazando una medida que representa en términos inmediatos una elevación de sus condiciones de vida para los propios trabajadores. La automarginación de los socialistas es la mejor manera de contribuir a la colaboración de clases.
      Conclusión: si sirve al desarrollo de las fuerzas productivas, si sirve a la elevación de las condiciones de vida de la clase obrera, los socialistas deben apoyar la medida, desde el punto de vista de su propio programa y delimitándolo del programa de la burguesía. Al hacer esto, defienden su capacidad de influir sobre el movimiento obrero y de acercarlo a posiciones socialistas. De lo contrario, pierden esta capacidad, y la medida será efectiva en su propósito de someter políticamente a la clase obrera.

      Me gusta

      RH

      25/11/2013 at 18:02

    • Primero, no dije que la posición de los marxistas deba ser «rechazar» la estatización. Abstenerse de apoyar no es sinónimo de apoyar. No entiendo cómo puede confundir algo tan elemental.
      Segundo, jamás sostuve que los marxistas debamos oponernos a un aumento de salarios (como es el aguinaldo). ¿Dónde planteé semejante imbecilidad?
      Tercero, jamás abogué por una política ni remotamente parecida a la que defendió el PC frente al peronismo. ¿Usted está argumentando en serio, o esto es broma?
      Cuarto, el argumento «hay que tener tal posición porque nos permite intervenir», me parece el punto de arranque de todo oportunismo. En última instancia, con esa excusa los socialistas adoptaron posiciones nacionalistas, estatistas, y lindando (para decirlo de manera suave) con la colaboración de clases.
      Quinto, el agregado de la exigencia de estatización sin indemnización de toda la industria petrolera extranjera ubicada en México no aportó a una actitud crítica e independiente frente al Estado burgués. Sí quedó establecido que el trotskismo apoyó la estatización de Cárdenas. Trotsky incluso puso a Cárdenas al nivel histórico de Abraham Lincoln. Peor aún, aconsejó que los trabajadores aceptaran participar en la administración de la industria nacionalizada mexicana. ¿Qué tiene que ver esto con la independencia de clase?
      De todas maneras, a esta altura parece claro que tenemos diferencias en torno a la cuestión de las estatizaciones burguesas.

      Me gusta

      rolandoastarita

      25/11/2013 at 18:53

    • Así es, queda claro que tenemos diferencias. No significa que el PO sea un ejemplo, como se pretende en el post, de «los que piensan que las estatizaciones son siempre progresistas, y que incluso nos acercan al socialismo». Ya demostré que eso es falso, y pienso que deberías corregirlo.
      Me interesaba desarrollar todos los aspectos planteados de la polémica, por eso hice nuevas intervenciones. En todo caso, coincido en que el debate ya está agotado.
      Pero hago algunas últimas aclaraciones, por el tono alterado de tu última respuesta.
      1. Nunca asimilé tu posición a la del PC argentino frente al peronismo. Sí hice una analogía en un sentido específico, que no es lo mismo. En todo caso, la «abstención» ante el aguinaldo hubiera tenido el mismo significado que el «rechazo». Mi argumento es que, porque una medida de la burguesía esté dirigida a hacer retroceder la conciencia de clase de las masas, el rechazo o la abstención por parte de los socialistas no necesariamente logra disminuir este efecto, sino que incluso logra incrementarlo.
      2.Nunca justifiqué una posición simplemente en el hecho de que «nos permite intervenir». Por eso aclaré que el apoyo a la medida es válido si «sirve al desarrollo de las fuerzas productivas, si sirve a la elevación de las condiciones de vida de la clase obrera», que es lo que da un contenido objetivamente progresivo a la estatización.
      3. El énfasis está puesto en la capacidad de influencia de los socialistas porque en tu respuesta anterior dijiste que los aspectos «objetivos» de la estatización, que según tus palabras deberían entrar en consideración para «medir» la «progresividad» de la estatización («como el impulso que puede generar al desarrollo de las fuerzas productivas») son prácticamente irrelevantes en relación al punto central, que es la influencia que la medida tiene en la conciencia de las masas. Por eso digo que en esto tengo acuerdo, pero la abstención no sirve para hacer avanzar esa conciencia, sino que ayuda a hacerla retroceder. La influencia de los revolucionarios sobre las masas es un factor fundamental de su conciencia de clase (no el único).

      Y un agregado. Tu posición «abstencionista» puede ser muy cómoda, pero es totalmente inocua frente a la lucha de clases. Voy a tomarme la libertad de desarrollar sus implicancias prácticas ante situaciones concretas (siendo una especulación, podrás hacer tus correcciones, o no).
      La demostración más palmaria es que la medida de Cárdenas fue la salida ante un conflicto obrero inmenso. Luego de meses y meses de huelgas, el gobierno estatiza todas las empresas, concede todas las reivindicaciones, «invita» a los obreros a participar de la administración, ¿y los obreros debían decir: «no, gracias, soy indiferente ante esta solución del conflicto»?? Obviamente, las consecuencias de la estatización iban a ser un factor central de la situación política y de la lucha de clases durante todo el período posterior; es un poco iluso considerar que cabía «abstenerse» y no pasar a ser una nulidad política absoluta. Al margen, un caso similar (aunque farsesco diría alguno) es la estatización de Sidor por Chávez. La posición del PO no fue el «apoyo», pero tampoco la «abstención». Aquí dejo una nota del momento de Prensa Obrera: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=66826. Como se ve, una estatización (no siempre) puede ser aprovechada para plantear la cuestión del poder y de la independencia política de los explotados.
      Ahora consideremos las privatizaciones menemistas. ¿qué deben hacer los obreros? Supongamos que van a la huelga (no es sólo una suposición). Según Astarita «se puede apoyar una medida de fuerza estando de acuerdo sólo parcialmente con los puntos de lucha; o aclarando en qué sentido se apoya una lucha». Entonces, ¿habría que decirles «apoyo tu lucha (por la razón que sea), pero quiero que sepas que el hecho de que la empresa sea estatal o privada, da lo mismo»? Curiosamente, es un planteo inverso al famoso «apoyo el reclamo pero no los métodos», igualmente inconducente. ¿Cuál sería el sentido del apoyo? Los trabajadores enfrentaron la privatización porque sabían que de la mano venía la liquidación de sus conquistas, una cosa es inseparable de la otra.
      Supongamos que el sindicato telefónico hubiera estado dirigido por un partido revolucionario, o simplemente por una agrupación clasista,en 1990. El gobierno privatiza la telefónica estatal, ¿y el sindicato qué debe hacer? Con tu lógica, si decidiera enfrentar la privatización estaría ayudando a «inculcar la idea de que el Estado es de todos». O sea que debería «abstenerse». Y en lugar de exigir al Estado (que es su patronal) que no entregue la empresa y que mantenga los puestos de trabajo y los salarios, debería prepararse para hacer esas exigencias a su nueva patronal (ahora más de una). Además, en lugar de explicar a toda la población que la entrega del negocio de la telefonía implicará un aumento de precios, y eventualmente un deterioro del servicio, que llevará a la extracción de la plusvalía nacional por una multinacional extranjera, y que forma parte de una ofensiva general contra los trabajadores y por el desmantelamiento de sus conquistas, deberá en todo caso explicar a esa población que el carácter estatal o privado de la empresa no modifica su naturaleza capitalista y la explotación de sus obreros. Por lo tanto, por vía de la «abstención», da un aval a la medida gubernamental. Es un aval porque ante quien dice «la privatización de EnTel es reaccionaria», nuestro sindicato revolucionario responderá «la privatización no es reaccionaria, no modifica la naturaleza capitalista de la empresa. Es más, al decir que es reaccionaria el reaccionario sos vos, porque estás embelleciendo al Estado capitalista». Pero, eso sí, «lucharemos por mantener los puestos de trabajo y los salarios».
      Perdón, pero pienso que nada puede ser una vía más segura al fracaso.

      Me gusta

      RH

      26/11/2013 at 00:53

    • Alguna aclaración accesoria:
      a) Considero más importante lo que un partido o dirigente de izquierda dice en los medios públicos, que lo que escriben en la prensa partidaria.

      b) Jamás sostuve que los socialistas debieran «abstenerse» ante la medida de un aumento salarial.

      c) Pienso que los trabajadores deben rechazar toda invitación del capital, o del Estado capitalista, a co-dirigir o co-gobernar. Por eso estoy en contra de la demanda del control obrero, tal como la reivindican ustedes, los trotskistas. Esto ya lo expliqué en otras notas, y ya fue motivo de un largo debate. Considero que esa demanda, agitada en condiciones de control normal de la burguesía, lleva a la conciliación de clases. Esto no cambia por el hecho de que se esté en huelga, o en una etapa anterior o posterior a una huelga.

      d) Con respecto a la política ante las privatizaciones, lo he discutido largamente con algunos compañeros que en aquellos tiempos incluso participaron como dirigentes intermedios en telefónicos (recuerdo uno en especial de Córdoba), en ferroviarios, en subterráneos y OSN. Conozco entonces algo del asunto. Una primera cuestión: TODOS estos compañeros me admitieron que no toda la base estaba convencida de salir a luchar contra las privatizaciones. Para el momento en que se dan las privatizaciones, una parte (y bastante significativa) de los trabajadores de esas empresas pensaban lo mismo que la mayoría de los trabajadores, a saber, que las empresas estatales estaban paralizadas y derrumbándose, y que no tenían salida. Esto explica también por qué las privatizaciones fueron, por lo menos, toleradas por la mayor parte de la población. Segundo, la izquierda quedó identificada con la defensa de un capitalismo de Estado que no ofrecía ninguna perspectiva. Agrego que el discurso con que la izquierda enfrentó las privatizaciones de teléfonos también estuvo equivocado. El discurso decía que con las privatizaciones «solo habría teléfono para una minoría». Esto es no entender qué es el sistema capitalista.

      e) A partir de lo anterior, pienso que una política más unitaria y efectiva hubiera sido proponer como consigna que sean privadas o estatales las empresas, no hubiera despidos ni modificaciones de los regímenes laborales. Esta demanda se aplicaría tanto a las empresas privatizadas, como a las todas las reparticiones del Estado (en las que avanzó desde aquellos años la precarización laboral y la subcontrata). Para que quede más claro: si en una empresa privada la patronal A decide venderla a la patronal B, los trabajadores no tienen por qué tomar partido a favor de A o de B (ni tiene sentido exigir a A que no venda a B). Sí tiene sentido exigir que B respete los convenios laborales, o no eche gente, etc. El criterio no cambia si A es el Estado. No es casual que todos los estatistas establezcan en este punto una diferencia.

      f) La posición anti-Estado y anti-nacionalista no se adopta por consideraciones de «comodidad» o «incomodidad». Tiene que ver con posiciones ideológicas que nos diferencian. Más en particular, no adopto ni dejo de adoptar el nacionalismo o el estatismo para caer simpático, o antipático a la gente (o a los trabajadores, o a la izquierda «del sentido común»).

      Me gusta

      rolandoastarita

      26/11/2013 at 09:23

    • Astarita: No noté que RH mencionara en sus posts la «comodidad» o la «incomodidad» como apoyo a sus posiciones políticas, ni que lo hiciera tampoco con la «simpatía» o «antipatía» que ellas pudieran suscitar en su auditorio. Me parece que usted está desvirtuando los argumentos de su adversario, no está tratándolos con la seriedad y el respeto que merecen.

      Me gusta

      Vico

      26/11/2013 at 14:38

    • RH escribió: «Tu posición “abstencionista” puede ser muy cómoda, pero es totalmente inocua frente a la lucha de clases».
      ¿Lo nota ahora Vico?
      Acerca de que no me tomo en serio los argumentos del estatismo, me parece que también está desacertado. ¿Por qué piensa que le he dedicado tanto espacio? He respondido los argumentos de los estatistas (también de los nacionalistas, que están tan pegados) con la mayor seriedad que me es posible. Que a ustedes les desagraden, por supuesto, no es mi culpa. Además, los comprendo. Pero tenga por seguro que me los tomo en serio. Cuando no me tomo en serio un argumento, no le dedico tiempo.

      Me gusta

      rolandoastarita

      26/11/2013 at 14:59

  15. Compañero RH. No alcanzo a entender en que es tan diferente la posición del PO sobre las estatizaciones burguesas, respecto de la mayoría de la izquierda. Me parece que, por lo menos en el espectro trotskista todos dicen más o menos lo mismo. En lo que respecta a las AFJP no veo en que beneficie al pueblo trabajador la estatización en cuestión. Lo único que se ahorró el estado capitalista es la comisión y la diferencia no va a parar al bolsillo del pueblo si por este entendemos algo distinto a la burguesía. Por otra parte, es sabido que la estatización respondió a la finalidad de tener un acceso directo a los aportes, es decir, una cuestión de caja, para tapar otros baches urgentes. En lo que concierne a la declaración del FIT que cita, no me parece muy acorde, incluso con lo expuesto en el propio PT de Trotski: La diferencia entre estas reivindicaciones y la consigna reformista demasiado vieja de “nacionalización” consiste en que: 1) Nosotros rechazamos la indemnización; 2) Prevenimos a las masas contra los charlatanes del Frente Popular que, mientras proponen la nacionalización en palabras, siguen siendo, en los hechos, los agentes del capital; 3) Aconsejamos a las masas a contar solamente con su fuerza revolucionaria; 4) ligamos el problema de la expropiación a la cuestión del poder obrero y campesino. Salvo el tema de la indemnización y el ‘control obrero’ no entendido como pre condición (y de hecho irrealizable en las presentes condiciones) Trotski es explícito en cuanto a que la estatización debe ser realizada por una fuerza política en posición de ruptura con la burguesía, se debe contar con la fuerza revolucionaria de las masas y se debe ligar la consigna al ‘poder’ obrero y campesino, algo que entonces se entendía bien como ‘toma del poder’ (y por las dudas remarcado) ¿Donde figura esto en la propaganda del FIT?

    Me gusta

    AP

    25/11/2013 at 18:59

    • Contesto la última pregunta con un fragmento del manifiesto político del FIT ya citado en otro comentario: ”Lo que importa en las nacionalizaciones es que sean una transición hacia la gestión de la economía por parte de los trabajadores y, por esta vía, a una planificación del desarrollo nacional. Esta perspectiva plantea el gobierno de los trabajadores y el pueblo explotado”.
      Sobre lo primero, considero que el PO podría adherir básicamente a lo dicho en el post original, palabra por palabra (salvo la desafortunada alusión a Altamira, obviamente; de ahí mi intervención). Una prueba es que el manifiesto del FIT incorpora un apartado sobre «Privatizaciones y estatizaciones» precisamente dirigido a clarificar la diferencia entre estatizaciones burguesas y estatizaciones socialistas, y a recalcar el contenido reaccionario (rescate del capital) de las primeras. Pueden darse otros ejemplos, pero no quiero extenderme demasiado. Vale decir que ya cité una nota polémica de 2002 con un sentido general similar al del artículo de Astarita. Otro ejemplo que se me viene a la mente ahora es el de YPF. Mientras la mayoría criticó la «insuficiencia» de la medida del gobierno, el PO denunció su orientación social capitalista. Y así se puede seguir.
      Pueden hallarse muchos (muchos) artículos, declaraciones y textos en general del Partido Obrero que sostienen la idea de que «las estatizaciones capitalistas en sí mismas no tienen nada de progresivo; y que los trabajadores deberían mantener una postura de independencia de clase». Pero esta es una afirmación de orden general. Para guiar la acción ante la realidad concreta, es necesario una caracterización precisa. «Gris es la teoría y verde el árbol de la vida». Por eso entré (sin necesidad alguna, es cierto) en la polémica sobre algunos casos puntuales, donde la idea de que «los trabajadores deberían mantener una postura de independencia de clase» no necesariamente se corresponde con una postura «abstencionista». En rigor, el PO rechaza el «abstencionismo» en general, por ser una postura (cómoda) que desarma a la clase obrera frente a la burguesía, y por lo tanto margina a quien la sostiene de la clase obrera. Por el contrario, para el Partido Obrero, cada suceso de la lucha de clases es una oportunidad para los revolucionarios de desarrollar su programa y de intervenir en la realidad.

      Me gusta

      RH

      26/11/2013 at 01:24

  16. Compañero RH. ¿En función de que la estatización de las AFJP mejora las condiciones para obtener el 82% móvil? ¿Es solo un aserto o hay algo de substancia detrás del planteo? Más bien parece un remedo del planteo reformista de una jubilación garantizada por el estado y costeada por aporte exclusivamente patronal. Lo de la ‘conquista parcial’. Una conquista implica beneficios arrancados a la burguesía. ¿Cual sería el beneficio logrado con la estatización de las AFJP? O la cosa es ¡ya conseguimos la estatización¡ pero dado que es una ‘conquista’ vacía, ahora vayamos por lo que realmente vale la pena.

    Le gusta a 1 persona

    AP

    25/11/2013 at 20:03

    • La jubilación estatal es una condición necesaria para el 82% móvil. En el sistema de AFJP (capitalización), el monto de las jubilaciones está condicionado por el rendimiento de las acciones en el mercado financiero. El 82% móvil supone un sistema de reparto. La reivindicación del 82% móvil siempre estuvo ligada, desde los 90, a la de la reestatización del sistema jubilatorio. Actualmente, el sistema sigue siendo parcialmente de capitalización, porque la evolución de los fondos de la Anses está condicionada por el rendimiento de sus activos en el mercado financiero, y la ley de movilidad jubilatoria determina el aumento según la evolución de los salarios y de los fondos de la Anses (privilegiando siempre el índice más bajo).
      No entiendo qué tiene de malo el reclamo de «una jubilación garantizada por el estado y costeada por aporte exclusivamente patronal». No creo que sea un planteo reformista. En todo caso, los revolucionarios no se oponen a las reformas progresivas que puedan obtenerse bajo el capitalismo.
      Acá va la editorial de Prensa Obrera salida luego de la medida oficial, que explica mejor el carácter de la estatización, sus límites, y los fundamentos de nuestra posición http://www.argenpress.info/2008/10/los-ltimos-cartuchos-del-matrimonio.html

      Me gusta

      RH

      26/11/2013 at 02:04

  17. No decía Trotski en el PT que la nacionalización de la banca dará resultados progresivos solo si el poder pasa de la burguesía a manos de la clase obrera? Donde figura esto en la propaganda de la izquierda trotskista? Por que en las entrevistas y declaraciones nunca se vehiculiza esta posición ‘auténtica’ y los desbordes polémicos para ‘demostrar puntos’ nunca bandean para ese lado?

    Me gusta

    AP

    25/11/2013 at 20:22

    • Repito que la entrevista que se menciona en este artículo era sobre la crisis mundial, no sobre el programa del FIT o del partido obrero. Altamira no hizo una «exigencia» ni una «reivindicación» de la nacionalización de la banca, sino que señaló que estaba siendo reclamada por sectores de la burguesía como «salida» a la crisis, y analizó los alcances que podría tener una medida de ese tipo, en países como Francia o Estados Unidos. Tiene muy poco que ver con el tema del post. De hecho dijo algo así como «reemplazamos a Obama por un obrero del subte, y ya está». O sea que justamente planteó que «dará resultados progresivos sólo si el poder de la burguesía pasa a manos de la clase obrera».
      El sentido de la intervención es el mismo que el de la cita de Engels: «La propiedad estatal de las fuerzas productivas no es la solución del conflicto, pero lleva ya en sí el medio formal, el mecanismo de la solución» y «muestra que la burguesía ya no es imprescindible» (estas últimas son palabras de Astarita).
      Saludos

      Me gusta

      RH

      26/11/2013 at 02:16

    • Me tomé el trabajo de buscar la famosa entrevista a Altamira https://www.youtube.com/watch?v=2TxSnJC8xbw La recomiendo completa, empezando por la primera parte https://www.youtube.com/watch?v=LYX0qiCrO_o Que cada uno saque sus propias conclusiones. El diálogo que transcurre entre 1:53 y 6:08 es el que dio lugar a la siguiente afirmación.
      «Cuando cayó Lehman Brothers, se propuso nacionalizar por entero la banca norteamericana. El ex presidente del Banco Central de EE UU propone una intervención estatal compulsiva contra los bancos, y este es el problema político que tiene que discutir el capitalismo (…) Naturalmente para readecuarlo, reestructurarlo. Pero un régimen capitalista tiene que *pasar* por esa experiencia. Porque significa lo siguiente: que en determinado momento el estado toma una medida de emergencia, un recurso extremo, nacionaliza, y el pueblo comprende que lo que lo separa a él del dominio de la economía es quién es el presidente… Ya no es un sistema económico… ¿Me explico o no? Es decir: Obama dirige un sistema nacionalizado bancario en Estado Unidos, yo en lugar de Obama, pongo a la comisión interna del subterráneo de Buenos Aires, y eso es el socialismo… Es decir, la transición entre dos sistemas sociales diferentes, empieza a manifestarse ante los ojos de la población».

      ¿Cuál sería el error? Al decir «nacionalización del sistema bancario + gobierno obrero = socialismo» obviamente hay una simplificación. Pero esto no tiene nada que ver con la crítica que hace Astarita.
      Todo el argumento está en relación directa con el potencial revolucionario que el partido obrero asigna a la crisis capitalista en curso, entendida como una expresión del agotamiento del capitalismo. Esta caracterización no es compartida por Astarita. Pero si el autor del blog quiere polemizar con los dichos vertidos en la entrevista, debería hacerlo bajo el rótulo de «catastrofismo» y no de «estatismo». MI insistencia tiene que ver con que la diferenciación del estatismo es, para el Partido Obrero, un punto muy sensible de su programa.

      Me gusta

      RH

      26/11/2013 at 15:31

    • Le agradezco que haya colgado el link con el reportaje, porque así todos los interesados pueden escuchar y comparar las posiciones.
      Reafirmo entonces que el razonamiento de Altamira me parece criticable, y esto se debe a que partimos de puntos de vista muy distintos. Su lógica es: el capitalismo en determinado momento entra en una crisis de tal magnitud que se le plantea la necesidad de una medida extrema, la nacionalización del sistema bancario. Entonces, afirma Altarmira, «el pueblo comprende que lo que lo separa a él del dominio de la economía es quién es el presidente».

      Pues bien, discrepo profundamente con esta caracterización. Según Altamira, si se nacionaliza el sistema bancario, lo único que separa al pueblo (¿?) del DOMINIO de la ECONOMÍA es EL PRESIDENTE. Esto es, la estatización nos habría acercado tanto a la transición del socialismo, que solo haría falta un cambio de presidente para que el «dominio» de la economía pasara «al pueblo» (¿y las clases sociales?). Mi posición es que esa eventual estatización NO nos acercaría un milímetro al socialismo. Por eso sostengo que es un error decir que en esa eventualidad bastaría el cambio de presidente para que la clase obrera pasara a dominar la economía. Afirmo que con la estatización burguesa no empieza a manifestarse ninguna transición entre dos sistemas sociales a los ojos de nadie.

      Es por esta razón que en la nota explico las razones por la cuales Marx y Engels vinculaban la demanda de estatización (de la tierra, por ejemplo) a todo un programa de medidas transicionales a ser adoptadas por la clase obrera DESDE EL PODER. No eran medidas a ser tomadas «de a una», y menos por un gobierno obrero – capitalista (de los que hubo muchos en la historia). Para que quede más claro: la fórmula “nacionalización del sistema bancario + gobierno obrero = socialismo” no es sólo una «simplificación», como usted afirma. Es más que eso, ya que induce a la errónea idea de que un gobierno laborista (conformado por honestos sindicalistas, si se quiere) que nacionalice industrias fundamentales, está de alguna manera poniendo la transición «entre dos sistemas sociales» a la vista del pueblo. Mi idea es que un gobierno de ese tipo no inicia ninguna transición. Esto porque cuando se estatiza permanece la cuestión de que no basta con cambiar la figura del presidente (o del gobierno) para iniciar una transición entre dos regímenes sociales. Después de esa estatización estaríamos en el mismo punto que antes de esa estatización, con relación a la transición al socialismo. La transición no se inicia cuando a una estatización burguesa le sigue un presidente «obrero». Es un error pensar que esto puede ser así. Por eso es un mensaje equivocado.

      Mi crítica a las respuestas de Altamira en ese reportaje está entonces íntimamente relacionada con la crítica al estatismo. Si no se pensara que la estatización es en sí progresiva, todo el planteo de «estatización + presidente obrero» se cae. Por supuesto, la crítica también está vinculada con la crítica al método transicional. Y además, con la crítica a la consigna de Gobierno obrero, que figura en el Programa de Transición (cuando tenga tiempo, voy a explicar esta cuestión con algún detalle). Pero volviendo al punto central, no se puede disimular que tenemos un punto de discrepancia central. La misma se expresa en la formulación de Altamira en ese reportaje, y también en las diferencias que aparecen entre nosotros ante cuestiones concretas, como la posición que deberían haber tomado diputados socialistas ante la ley de estatización de las AFJP.

      Una última aclaración: estoy convencido de que planteos como los que hizo Altamira en el reportaje de marras, encierran una lógica reformista, de la que es muy difícil salir. De hecho, la concepción estatista y el método «transicional» se potencian, y terminan dando como resultados esos discursos. A ustedes les parecen geniales, a mí me parecen muy malos. Pero en todo esto no existe ninguna descalificación de tipo personal. Tenemos diferencias profundas, políticas y metodológicas (sospecho que también ideológicas, pero de esto último no estoy tan seguro). El primer paso para clarificarlas es no disimularlas.

      Me gusta

      rolandoastarita

      26/11/2013 at 16:18

    • Está bien Rolando. Si querés podés tomar una evidente exageración (que la con la nacionalizacion de la banca lo único que separa al pueblo del dominio de la economía es el presidente) en el sentido que quieras. No quiero prolongar la polémica.
      «Afirmo que con la estatización burguesa no empieza a manifestarse ninguna transición entre dos sistemas sociales a los ojos de nadie» (Astarita)
      «la propiedad estatal muestra que la burguesía ya (¡!) no es imprescindible» (Engels)
      «La propiedad estatal de las fuerzas productivas no es la solución del conflicto, pero lleva ya en sí el medio formal, el mecanismo de la solución» (Engels)

      Me gusta

      RH

      26/11/2013 at 17:54

    • No tengo tiempo ahora para analizar el mecanismo desviado que está usando Astarita para evaluar la relevancia que tienen las estatizaciones para la clase obrera, pero me queda claro que pone de cabeza el argumento de los trotskistas cuando dice: «Si no se pensara que la estatización es en sí progresiva, todo el planteo de “estatización + presidente obrero” se cae».
      La idea es exactamente la contraria: Si no se piensa que «estatización+gobierno obrero» representan un progreso (desde la perspectiva de la clase obrera, por supuesto) todo planteo de estatización se cae (es decir, deja de ser progresivo, desde la perspectiva de la clase obrera).

      Me gusta

      Vico

      26/11/2013 at 23:13

    • «Estatización + gobierno obrero» ¿por qué tiene que ser un «progreso»? ¿Progreso hacia dónde? Un gobierno obrero + estatización es un gobierno burgués al estilo de cualquier gobierno laborista o «petista». La idea de Marx y Engels de que la estatización tiene sentido en el MARCO de un gobierno revolucionario que aplique toda una serie de medidas transicionales es por eso central.

      Me gusta

      rolandoastarita

      27/11/2013 at 00:01

  18. Compañero RH. La cita extraída del programa del FIT, evidencia que la estatización burguesa es tomada como punto de partida para la aplicación de un programa que la ponga ‘al servicio’ de los trabajadores y por consiguiente, la supone progresiva en si misma, en razón del viejo criterio socialdemócrata de que cuantos más medios de producción se agolpen bajo la órbita del estado, más se facilitan las condiciones para la ulterior expropiación. Este programa incluiría al ‘Control Obrero’, una utopía en condiciones no revolucionarias y además, contraproducente, ya que estatización burguesa y control obrero son términos opuestos por el vértice como se encargó de marcarlo a fuego la Intersindical Roja en sus documentos fundacionales. Lo de que plantean (las estatizaciones burguesas) la perspectiva del gobierno de los trabajadores es una impostura y además un mero juego de palabras, de corte legalista, que invierte la mecánica de la secuencia real. Es la clase trabajadora revolucionaria, la que , mediante sus organismos de poder obrero puede aplicar expropiaciones y como estado comunal constituido estatizar los medios de producción fundamentales otorgando un carácter progresista a la medida. El programa de un Frente trotskista, aún en las elecciones (o con más razón en estas) debería plantearlo con claridad meridiana, esto, a despecho del resultado electoral. Como afirmaba Lenin en su tesis sobre el parlamentarismo al primer Congreso de la IC.: no importa el número de parlamentarios que obtengamos, sino que la posición comunista sea afirmada con claridad en el Parlamento. El planteo del FIT, que entiendo es aprobado enteramente por el PO, evita, la cuestión de ‘ligar la consigna al poder obrero y campesino’ , vale decir, conectarla con lo que puede otorgarle un carácter verdaderamente progresista: la toma del poder por los explotados que es pre condición y no proyecto a derivar a partir de la estatización capitalista. Yendo a las declaraciones de Altamira, cuya crítica, como usted dice, motivó su intervención. Lo que afirma Altamira es una bestialidad frente a la cual hay dos alternativas de interpretación: O un ejemplo desafortunado, un lapsus, o una consecuencia destilada de un planteo socialdemócrata reiterado hasta el hábito que ya se ha hecho carne. El recurrir sin empacho a la confusión entre acceder al gobierno y conquistar el poder. Si en lugar de un presidente negro, ponemos un presidente obrero, lo que tenemos en ambos casos es un presidente burgués. Lula no es Lenin y si fuera Pitrola o Dellacarbonara o el mismísimo espectro de Tosco, lo mismo dá, si no hay una revolución obrera triunfante que derrumbe el estado democrático capitalista, con sus tres poderes e implante un estado revolucionario. Decir que el planteo del Altamira equivale a afirmar que ‘el poder pase a manos de la clase trabajadora’ es quitar a las palabras todo sentido. Sobre estos problemas, es mi convicción que un dirigente revolucionario debe ser muy claro y preciso. Sus expresiones deben ser netas ‘bellas en su desnudez’ como la escritura de César. Hay que dejar de jugar al ‘candidato’ al ‘caudillo popular’ para consumo ‘de masas’ y presentar con sobriedad la verdad, por que solo la verdad es revolucionaria.

    Me gusta

    AP

    27/11/2013 at 01:02

    • La idea de que un gobierno obrero es sinónimo de un Estado obrero está muy difundida, y de hecho la ha repetido RH en una de sus intervenciones. Escribió:
      «Altamira no hizo una “exigencia” ni una “reivindicación” de la nacionalización de la banca, sino que señaló que estaba siendo reclamada por sectores de la burguesía como “salida” a la crisis, y analizó los alcances que podría tener una medida de ese tipo, en países como Francia o Estados Unidos. Tiene muy poco que ver con el tema del post. De hecho dijo algo así como “reemplazamos a Obama por un obrero del subte, y ya está”. O sea que justamente planteó que “dará resultados progresivos sólo si el poder de la burguesía pasa a manos de la clase obrera” (subrayado mío).

      Me gusta

      rolandoastarita

      27/11/2013 at 08:31

    • Compañero Rolando: Desde mi primera intervención (y mi primera oración) dije que Altamira había incurrido en una simplificación e incluso una «vulgarización», la cual, como usted sintetizó con toda claridad, consiste en identificar gobierno obrero con Estado obrero. Que el pensamiento del partido obrero es completamente ajeno a esta confusión, no tenga duda. Como «prueba», le acerco un artículo aparecido recientemente en Prensa Obrera que aborda el problema, con el cual usted tenga probablemente serias diferencias, pero que deja claro que la diferencia entre una cosa y otra es muy importante para la determinación de nuestra política, especialmente en situaciones (pre) revolucionarias. http://prensa.po.org.ar/po1236/grecia-o-el-enorme-atraso-politico-de-la-izquierda/

      Me gusta

      RH

      27/11/2013 at 23:07

    • La diferencia entre el discurso en los grandes medios y el de la prensa partidaria responde a una lógica. Como he explicado en la Crítica al PT, tiene que ver con los problemas que acarrean las consignas transicionales. También he planteado el problema cuando fue la polémica sobre los impuestos.

      Me gusta

      rolandoastarita

      27/11/2013 at 23:28

    • Sin ánimo de hacer comparaciones indebidas, quiero decirle que no es original del trotskismo, ni del partido obrero, incurrir en «simplificaciones» ante las grandes masas. Lenin, por ejemplo, era muy afecto a este tipo de simplificaciones (un buen ejemplo: «socialismo = soviets + electricidad»)
      La diferencia entre el discurso en la prensa y en los grandes medios puede responder a una «lógica», pero sobre todo a una necesidad absolutamente «lógica»: son hojas y hojas vs. pocos minutos. Además, las audiencias no son las mismas.
      De hecho, la «simplificación» (que necesariamente implica una pauperización de los conceptos) es intrínseca al concepto de agitación, tal como lo entiende la tradición del socialismo revolucionario: «poco para muchos» vs «mucho para pocos».

      Me gusta

      RH

      28/11/2013 at 00:23

    • Decir por TV que basta reemplazar a Obama por un presidente surgido de la clase obrera, + estatizaciones, para llegar a un Estado obrero, no es una simplificación por falta de minutos, ni tiene como modelo a Lenin. Deje de decir macanas. ¿Usted cree que somos ingenuos?
      Se pueden decir cosas de manera simple sin caer en el oportunismo. Cuando Lenin resumió su fórmula de construcción socialista como «soviets + electridad», todo el mundo sabía lo que era un soviet (poder de los trabajadores) y «electricidad» resumía la idea de desarrollo de las fuerzas productivas. Cuando hoy decimos que un presidente obrero + estatización es sinónimo de poder obrero, todo el mundo tiene presente lo que son los presidentes de un Estado burgués, y las estatizaciones burguesas. No hay posibilidad de darle contenido crítico y socialista a semejante fórmula.

      Me gusta

      rolandoastarita

      28/11/2013 at 09:19

    • «soviet + electricidad» puede dar lugar a múltiples interpretaciones. Dio lugar, y no es una especulación mía, a interpretaciones de un «socialismo» tecnocrático. Si se quiere ser riguroso, además, la identificación entre electricidad y desarrollo de las fuerzas productivas encierra una equivocación para nada menor: el socialismo supone el desarrollo de las fuerzas productivas a partir del punto más alto alcanzado por el capitalismo. La electrificación, en cambio, era el desarrollo de las fuerzas productivas de un país semi feudal hasta un nivel ya largamente superado bajo el capitalismo. Esa no es ninguna base sólida para la construcción del socialismo. Sobra decir que carece de toda referencia a la revolución internacional, o sea que es casi literalmente una prédica del «socialismo en un sólo país». Soviet y poder obrero, además, no es lo mismo. El soviet es una «forma», un canal para la organización política de los trabajadores, que puede convertirse como mínimo en una cáscara vacía, como efectivamente ocurrió.
      Muchos tomaron la frase de Lenin como una admonición de lo que vendría después. Obviamente, fue una de las frases preferidas del stalinismo. Como se ve, nunca las cosas son tan claras para «todo el mundo».

      El sentido de las palabras está dado, entre otras cosas, por el contexto, por el que las pronuncia, y por supuesto, por el que las recibe. Veo que usted tiene ya cierta «predisposición», y no me propongo cambiarla. Saludos

      Me gusta

      RH

      28/11/2013 at 12:00

    • Efectivamente, hay un punto en que no tiene mucho sentido seguir discutiendo. Las cosas quedan claras.
      Para ustedes, es muy atinado decir que si se reemplaza a Obama por un presidente obrero, + estatización, se comienza la transición al socialismo. Cuando se les cuestiona, ahí están Lenin, los soviets, la electrificación en Rusia, además de recordar que el crítico, por supuesto, ya anduvo en «cruzadas contra el socialismo», y esto seguramente «lo predispone» (como no puede ser de otra manera con estos «cruzados»).

      Me gusta

      rolandoastarita

      28/11/2013 at 13:25

  19. Rolo y compañeros/as, me parece que reivindicar o no estatizaciones burguesas bajo el criterio de «si impulsan una distribución más igualitaria del ingreso» también termina siendo pernicioso para la independencia política de los trabajadores ante el capital y su Estado.

    Por ejemplo, el gobierno burgués chavista ha pretendido aislar y reventar las huelgas en SIDOR, siderúrgica estatizada, aduciendo que se trata de una empresa «de todos» y que su paralización merma las arcas fiscales del Estado (burgués) y por tanto los gastos sociales del gobierno (http://www.2001.com.ve/con-la-gente/maduro—si-sidor-se-para-indefinidamente-estaria-en-peligro-la-gran-mision-vivienda-venezuela-.html).

    Otro caso, el gobierno contrarrevolucionario de Allende (Unidad Popular) en Chile presentó argucias de la misma calaña para aplastar huelgas en empresas del cobre estatizadas. La huelga de los trabajadores de El Teniente en 1973 fue reprimida sin contemplaciones por el gobierno, acusándolos de «economicistas», se contrató rompehuelgas y se ordenó la militarización de las provincias. Dijo Allende en respuesta: «Ser trabajador del cobre en este país es un privilegio desde el punto de vista patriótico y revolucionario […] del cobre depende que podamos comprar repuestos, materias primas, insumos, alimentos y medicamentos.» (http://www.youtube.com/watch?v=eUlc2tiDQKI).

    Sin embargo, como se hace evidente, es muy difícil enfrentar estas ofensivas patronales si la izquierda, en primer lugar, apoyó su estatización bajo la misma premisa de «distribución más igualitaria» (por más que uno incluso desenmascare el carácter burgués del Estado). Es una política que luego es hábilmente explotada por gobiernos burgueses, llevando a la división de las filas obreras entre quienes trabajan en empresas estatales y privadas, en donde los primeros son sacrificados en ofrenda a los «intereses superiores de la patria». Por otro lado, en la medida que la izquierda se desentiende de estos conflictos, subordinándose a tal o cual gobierno «progresista»/»socialista» y el criterio «distribucionista», se abre el camino para que estos sectores obreros caigan bajo influencia de organizaciones de derecha y fascistas (eso pasó en la famosa huelga de El Teniente).

    En el fondo, creo que de lo que se trata es de mantener firmemente un criterio que ya ha sido planteado acá previamente: en la lucha por demandas básicas no debemos ponernos a asesorar a la burguesía y sus políticos respecto a los mecanismos de financiamiento (estatización, impuestos,etc.).

    Saludos!

    Me gusta

    JL

    05/02/2014 at 14:34

  20. Excelente post profe. Lo comparto en mi faceBook. tiene mucha actualidad ahora que estatizan mas empresas en nuestro pais. Saludos

    Me gusta

    fernando

    27/03/2015 at 03:18

  21. Muy de acuerdo.

    «La dominancia de las ideas pro-estatistas en la izquierda posiblemente se pueda explicar por la influencia de las corrientes keynesianas reformistas, en particular durante la posguerra.»

    Yo diría que viene de la misma socialdemocracia, como ya se vio en tiempos de Marx y Engels. El ala radical de la socialdemocracia, el bolchevismo, también heredó la concepción estatista del socialismo, y la puso en práctica. El resultado fue la eliminación de los embriones de socialismo que había en Rusia, ya que el «gobierno obrero y campesino» no podía permitir soviets ni sindicatos independientes ni comités de fábrica queriendo dirigir las fábricas. En lugar de los soviets, tenía que decidir el partido; en el lugar de los comités de fábrica, el gerente puesto desde el nuevo Estado. A los sindicatos los militarizaron. Esto en tiempos de Lenin y Trotsky, antes de 1924. Rosa Luxemburgo, en su crítica a los bolcheviques, les advirtió que estaban haciendo de la necesidad una virtud. Trotsky justificó varias de estas medidas en «Terrorismo y comunismo» (1920).

    Hay toda una corriente de pensamiento marxista-comunista que es crítica del bolchevismo (el histórico y el que pervive en la izquierda) y del socialismo estatista. Su énfasis, siguiendo a Marx, lo ponen en la GESTIÓN (no solamente «control») de la producción por los mismos productores. El socialismo estatista lo pone en la economía planificada centralmente. El objetivo del comunismo siempre fue eliminar la ALIENACIÓN entre los productores y el proceso y el resultado de la producción. La estatización con control obrero en el contexto de una revolución socialista triunfante serviría como transición hacia el socialismo, no sería todavía socialismo. En el socialismo son los productores de una comunidad (no de una sola unidad de producción) quienes deciden democráticamente qué es lo que se va a producir, cómo y para qué.

    Me gusta

    Danilo Castelli

    26/08/2015 at 16:07

  22. Hola , Rolando:

    ¿qué piensas de este ensayo de Fred Block sobre el Estado?

    «La clase dominante no domina: notas sobre la teoría marxista del Estado» (1977)

    https://es.scribd.com/doc/315028643/Fred-Block-La-Clase-Dominante-No-Domina-Notas-Sobre-La-Teoria-Marxista-Del-Estado

    Me gusta

    J

    07/06/2016 at 03:16

  23. Buenas, te hago este comentario ya que es una duda que me surge cada vez que tengo un debate sobre este tema. Es común el argumento estatista (y diría que es el corazón de su argumentación) que es necesario la estatización de recursos estratégicos (Ej:YPF) para el desarrollo de las fuerzas productivas de un país. Cuando yo argumento que esa empresa está inserta dentro del sistema capitalista, por lo cual se guía por la leyes capitalista de ganancia, perdidas, inversión, costos, etc, recibo respuestas que validan mi argumento, pero que aún así es preferible que dicha empresa este estatizada ya que la inversión, desarrollo, etc es pensado en un sentido estrategico para el desarrollo del país, en tanto es posible un desarrollo económico planificado y controlado (mismo llegado el caso pueden ingresar divisas por exportación) en contra punto con una explotación de dicho recurso por un privado, que su fin es obtener grandes ganancias, que pueden no ser re-invertidas en su totalidad en dicha empresa o puede ser fugada afuera, o simplemente no es pensada dentro de un plan de desarrollo de fuerzas productivas en general. La verdad es que mis argumentos «teóricamente» llegan hasta este punto, porque ante casos y ejemplos concretos me salen con el argumento que «depende del manejo del gobierno de turno». Entonces mi duda es la siguiente, más allá de los ejemplos históricos concretos (base de cualquier análisis científico de la realidad), que piensa de estos argumentos sobre la estatización de los «recursos estratégicos» (cómo el petróleo)? Pido perdón de antemano si estoy preguntando algo que ya está respondido anteriormente

    Me gusta

    IL

    21/09/2019 at 10:08

    • El problema reside en tratar de establecer una regla general. Hubo países en los que la intervención del Estado en la economía, incluyendo la asunción por parte del Estado de grandes inversiones, contribuyó al desarrollo de las fuerzas productivas. Como decía Marx, cuando el capitalismo es débil para acometer ese tipo de inversiones recurre a «las muletas del Estado». Lo cual puede favorecer la acumulación de capital más en general. Pero no hay nada que indique que por el solo hecho de ser estatal una empresa favorece el desarrollo de las fuerzas productivas. El ejemplo más reciente y claro es Venezuela. Pdvsa recibió una gigantesca renta petrolera en los 2000 y ello no se tradujo en ningún desarrollo en particular de las fuerzas productivas.

      Pasando a otro nivel de análisis, la cuestión fundamental es qué clase social controla el Estado, qué tipo de planificación se realiza, y qué se hace con el excedente. En este respecto, no tiene nada de progresista que el excedente (por caso, la renta petrolera) vaya a parar a manos de la burocracia del capitalismo de Estado, y los sectores de la burguesía asociados al capitalismo de Estado. Para mencionar una empresa que estuvo en los medios estos días, Saudí Aramco. Es la petrolera más grande del mundo, con ingresos por unos 350.000 millones de dólares anuales. El Estado saudí ha estado recibiendo esa renta durante décadas, sin que ello se tradujera en ningún desarrollo particularmente poderoso de las fuerzas productivas. Esto para no hablar de que la renta ha contribuido a sostener un régimen terriblemente opresivo.

      Pero lo mismo podemos decir de otros países en los que la renta petrolera estuvo estatizada. Escribí sobre esto aquí, aquí, aquí.

      Y también está el ejemplo de YPF. ¿En qué desarrollo de las fuerzas productivas de Santa Cruz se plasmó la enorme renta que recibió el gobierno provincial cuando la privatización de YPF, primero, y la venta de la acción de oro después? El argumento es pertinente: si se afirma que el desarrollo económico se favorece cuando el Estado capitalista maneja la plusvalía, ¿por qué no se verificó en Santa Cruz¿ ¿Acaso el Estado provincial no estaba en manos de la fracción «nacional industrialista» de la clase dominante? Y así podría seguir.

      Me gusta

      rolandoastarita

      21/09/2019 at 12:23


Dejá tu comentario